Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Como hemos ido comentando acerca de la innovación en anteriores artículos, ésta es mucho
más que crear y poner en el mercado nuevas tecnologías. Es un proceso, y también es social.
La mayor importancia que se le da hoy en día a los ecosistemas parte de diversas ideas,
fundamentadas en varias teorías de la innovación.
Por un lado, la idea más simple subyace desde el propio principio del conocimiento. Nuestro
conocimiento actual de las cosas (ciencia, tecnología, espiritual, etcétera) se fundamenta en
milenios de conocimiento que, capa sobre capa, no sólo se acumula, sino que se recombina
y construye. Por ejemplo, la tecnología digital no habría sido posible sin las matemáticas, sin
la tecnología eléctrica, e incluso sin las máquinas de hilar de la Primera Revolución
Industrial.
Dicho de otro modo, los procesos de innovación están sujetos a la invención, y para que se
dé lugar se precisa de un ecosistema que genere el abono adecuado para que surja. Con poner
una persona brillante en un desierto no es suficiente para que la innovación amanezca.
Un ecosistema no es cualquier cosa. Un ecosistema se define sobre todo porque sus actores
y agentes mantienen lazos de relaciones reales, ya sean de proveedor-cliente, ya sean de
colaboraciones horizontales, e interdependientes.
Que esté compuesto por una diversidad de actores y agentes que participan en generar
recursos complementarios entre sí,
Dichos recursos están relacionados con ser necesarios para la innovación en sí, tales como
los recursos materiales más básicos, pasando por el conocimiento más abstracto (ciencias
físicas, ciencias técnicas, sociales…), hasta ingeniería y aplicación tecnológica; centros de
formación de personas; agentes creativos que nutren de nuevas ideas y metodologías.
Traducido, esto serían desde universidades, pasando por empresas, centros de negocios,
centros culturales de vanguardia…
Esto no es una característica, pero sí un factor importante, y es que el «clima» sea adecuado
para que el ecosistema exista. De esto es lo que los macroeconomistas saben más: mercado
para dar salida a esas innovaciones, o usuarios si hablamos de innovaciones open-libre, un
clima cultural mínimamente abierto a la creatividad y a nuevas formas de hacer y pensar,
etcétera
Debido a que existen diferentes escuelas o teorías de la innovación, los y las expertas tendrán
diferentes puntos de vista en entender qué «ingredientes» y tipos de agentes son más
importantes.
Así unos le darán mucha importancia a las «canteras de talento» o existencia de personas
altamente formadas en activo. Otros le darán importancia a la existencia de personas con
recursos (tales como fondos, o contactos) y un comportamiento de arrojo y motivaciones
empresariales, conocidos como emprendedores. Otros, a la co-existencia de componentes
diversificados como esas universidad y espacios culturales además de emprendedores o
coworkings.
Ecosistemas de innovación en el mundo.
El emprendimiento está de moda, y en los países de América Latina existe una fuerte
tendencia a incentivarlo. Sin embargo, existe un riesgo: si no se crean las condiciones
necesarias, en unos cuantos años tendremos una oleada de emprendedores fracasados. Y es
que ¡no es suficiente apoyar con el financiamiento!
En Tel Aviv, Israel, se encuentra Silicon Wadi, que en la década de los sesenta creó un
ecosistema propicio para el emprendimiento. De acuerdo con Innovation Union, en 2014
Israel fue el país que más invirtió en Investigación y Desarrollo, destinando un 4.2 por ciento
de su PIB.
China es sede de Zhongguancun, un centro tecnológico situado en el distrito de Haidian,
Pekín que comenzó a popularizarse en los ochenta al emular el Silicon Valley de California.
¿Y en México?
En México existe un proyecto que pretende transformar una zona de la ciudad de Jalisco en
el Silicon Valley mexicano. Este proyecto es de largo plazo: pretende concretarse en unos 15
años.
Según el último estudio "Transferencia de I+D, innovación y emprendimiento 2014” en
México se invierte un 0.53 por ciento del PIB en incentivar el emprendimiento. Si
comparamos este indicador con las economías europeas, México ocuparía la posición 32 de
un total de 33 países, sólo sobre Rumania, que invierte un 0.49 por ciento del PIB, y Chipre,
que invierte 0.46 por ciento.
Según el índice de competitividad global 2014 – 2015 del World Economic Forum, México
ocupa el puesto 61 entre 144 economías en el pilar de innovación, por debajo de países como
Chile (lugar 48) y sobre países como Colombia (lugar 77) y Perú (117).
Aunque esta comparación no parece ser muy favorable para México, no hay que
desmotivarse. Las principales barreras a la innovación no están dadas por el presupuesto,
sino por las condiciones que generan los países para el emprendimiento.
Otro elemento fundamental es incorporar eficiencia en los trámites que requieren efectuar los
emprendedores ante los organismos públicos. Se debe prestar especial atención a la
interacción a través de servicios online. Asimismo, se debe asegurar que fluya la información
entre los organismos públicos.
Un país que invierte en optimizar los procesos en los organismos públicos no requiere invertir
tanto en innovación; hace un uso más eficiente de los recursos con que ya cuenta.
UNIVERSIDAD PANAMERICANA
Investigación en internet
(Ecosistema de innovación)