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El Poder Social del Lenguaje

Ferdinand De Saussure en su obra “Curso De Lingüística General”, al


proyectar su declarada tendencia estructuralista, induce la indagatoria
lingüística como repercusión en la acción humana y psicosocial. El Signo como
código interpretativo del lenguaje, se desdobla en sus componentes lengua y
habla a la vez complementarias, y no necesariamente incluyentes el uno con el
otro. La comunicación social en espacio, tiempo y forma corresponden a una
efectiva lengua; el habla como hecho individual, se mimetiza con la lengua para
participar en lo colectivo y cultural (Saussure, 1945).

Signo, significante y significado, respectivamente el código de un objeto,


la representación lógica y efectiva que permite entender lo mismo en un
mensaje referencial, y la imagen mental a la vez peculiar y única de cada
persona y cultura. Acordando que el significado como acto tiene un peso
específico cuando se investigan los por qué de la conducta humana (Saussure,
1945).

Pierre Guiraud ubica la función y la forma en que se proyecta el Signo;


como código colectivo representativo de objetos ha de comunicar ideas
mediante mensajes(forma), la dicotomía de éstos se conforma por el emisor y
el receptor conectados por el medio de interacción (GUIRAUD, 2004).
Consecuentemente el filólogo ruso Roman Jakobson deduce 6 funciones del
lenguaje: El referencial que enlaza al mensaje con el objeto con de forma
lógica; el emotivo de carácter vinculante y subjetivo emisor-mensajero; el
connotativo que es el puente del objetivo final mensaje-receptor; el poético
cuya abstracción de sí anuncia inteligibilidad; el fático cuya función es la
verificación del contacto real del diálogo; y finalmente el metalingüístico que
impone límite, forma y función al mensaje(GUIRAUD, 2004). Como acotación
complementaria al lenguaje metalingüístico, es indispensable se le piense
como el conveniente operacional en el proceso de la comunicación real.
Los elementos de lingüística y semiótica líneas atrás, iluminan la ruta hacia
la modificación conductual que favorezca una compersión social al
reprogramar nuestra dialéctica comunicativa, pesemos el siguiente argumento:
Se aprecia la mutación dinámica del significante en el signo al aparecer las
necesidades deconstructivas de su significado.

Un galimatías por abyecto que pretenda ser en su denotación, tiende de


una u otra forma fónica o perceptual a generar significados en la persona. El
contexto social es un continuo asequible ya por epigenética, lingüística o por
su homeóstasis combinada. Las anfractuosidades del lenguaje como las
ambigüedades o los metaplasmos, secundan como constructos realidades
psíquicas y de comportamiento al momento de manifestarse el Poder en los
múltiples horizontes psicosociales.

Si es o no perspicuo el lenguaje en el acto resolutivo de problemas sociales


como: la pérdida de voluntad constructiva; la carencia de valores morales y
éticos; el vórtice destructivo de los sistemas industriales; el nepotismo y la
cooptación gubernamentales y la violencia generalizada; es comprobable el
hecho que “el habla es un elemento coadyuvante casi esencial en la
interpretación del contenido interpretativo de la realidad, del que surgen las
decisiones individuales y colectivas; retomando las notas de Sapir-whorf de su
hipótesis débil del lenguaje (Mimenza, 2018).

Es loable intentar una reconfiguración semántica y lingüística en los actos


de significado actuales, alterando de a poco y sistemáticamente el panorama
social, introduciendo en los MASS MEDIA (citando una de múltiples vías),
códigos conceptuales que motiven a la pro actividad como por ejemplo:
obligación igual a derecho; aprender a disminuir los excesos equivale a
eliminar la pobreza, ser empático no significa someter la propia
voluntad…

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