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HEMETHERII VALVERDE TELLEZ
Episcopi Leonensis

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LAS VIDAS PARALELAS

DE PLUTARCO,

TRADUCIDAS DE SU ORIGINAL GRIEGO

EN L E N G U A CASTELLANA

POR EL CONSEJERO DE ESTADO D. ANTONIO RANZ ROMA-

NILLOS, INDIVIDUO DE NUMERO DE LAS ACADEMIAS ESPA-

DOLA Y DE LA HISTORIA , Y CONSILIARIO DE LA Di

NOBLES ARTES DE S A N FERNANDO &C.

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CONTIENE ESTE TOMO LAS

DE

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CATON EL MENOR.
AGIS Y CLEOMENES Y
TIBERIO Y CAYO GRACOS.
DEMÓSTENES Y
CICERON.

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PARALELOS DÉ PLUTARCO, *

VIDAS COMPARADAS.

A L E J A N D R O .

H :

abiéndonos propuesto escribir en este libro la


vida de Alejandro y la de César, el que venció á
P o m p e y o , por la muchedumbre de las hazañas de uno
y otro una sola cosa advertimos y rogamos á los lec-
tores , y es que si no las referimos todas, ni aun nos
detenemos con demasiada prolijidad en cada una de
las mas celebradas, sino que cortamos y suprimimos
una gran parte, no por esto nos censuren y repren-
dan. Porque no escribimos historias, sino vidas; ni
es en las acciones mas ruidosas en las que se mani-
fiestan la virtud ó el vicio; sino que muchas veces
ün hecho de un momento, un dicho agudo y una
niñería sirve mas para probar las costumbres, que
batallas en que mueren millares de hombres, nume-
rosos ejércitos y sitios de ciudades Por tanto asi c o -
mo los pintores toman para retratar, las semejanzas
del rostro, y aquellas facciones en que mas se m a -
nifiesta la índole y el carácter, cuidándose poco de
todo lo demás; de la misma manera debe á nosotros
concedérsenos el que atendamos mas á los indicios
del ánimo, y que por ellos dibujemos la vida de
cada uno: dejando á otros los hechos de grande apa-
rato y los combates.
Que Alejandro era por parte de padre Heraclida,
descendiendo de Carano, y que era Eacida por par-
te de madre, trayendo origen de Neoptolemo, son
cosas en que generalmente convienen todos. Dícese
8 _ ALEJANDRO. ALEJANDRO. 9
que iniciado Filipo en Samotracia juntamente con
y las excedía en el entusiasmo de tales fiestas, lleva-
Olimpiada, siendo todavía jovencito, se enamoró de
ba en las juntas Báquicas unas serpientes grandes d o -
esta, que era niña, huérfana de padre y madre; y que
se concertó su matrimonio, tratándolo con el hermano mesticadas por ella, las que saliéndose muchas veces
de la misma llamado Arumba. Parecióle á la esposa de la yedra y de la zaranda mística, y enroscándo-
que antes de la noche en que se unieron en el tálamo se en los tirsos y en las coronas, asustaban á los con-
nupcial, habiendo tronado, le cayó un rayo en el currentes.
vientre; y que del golpe se encendió mucho fuego, el Dícese sin embargo que habiendo enviado Fili-
cual dividiéndose despues en llamas que se esparcie- po á Queron Megalopolitano á Delfos despues del
ron por todas partes, se disipó. Filipo algún tiempo ensueño, le trajo del Dios un oráculo, por el que
despues de celebrado el matrimonio tuvo un sueño, en le prescribía que sacrificara á Amon, y le venerara
el que le pareció que sellaba el vientre de su muger, y con especialidad entre los Dioses; y es también f a -
que el sello tenia grabada la imagen de un león. Los ma que perdió un o j o , por haber visto, aplicándose
demás adivinos no creian que aquella visión significase á una rendija de la puerta, que el Dios se solazaba
otra cosa sino que Filipo necesitaba de una vigilan- con su muger en forma de dragón. De Olimpiada
cia mas atenta en su matrimonio; pero Aristandro refiere Eratostenes que al despedir á Alejandro en
Telmiseo dijo que aquello significaba estar Olimpia- ocasion de marchar al ejército le descubrió á él so-
da en cinta; pues lo que esta vacío no se sella, y que lo el arcano de su nacimiento, y le encargó que se
lo estaba de un niño valeroso y parecido en su ín- portara de un modo digno de su origen; pero otros
dole á los leones. Vióse también un dragón, que es- aseguran que siempre miró con horror semejante fá-
tando dormida Olimpiada, se le enredó al cuerpo; bula, diciendo: ¿será posible que Alejandro no deje
de donde provino, dicen, que se amortiguase el amor de calumniarme ante Juno? Nació pues Alejandro
y cariño de Filipo, que escaseaba el reposar con ella: en el mes Hecatombeon, al que llaman los Macedo-
bien fuera por temer que usara de algunos encanta- nios Loon, en el día sexto, el mismo en que se abra-
mientos y maleficios contra él, ó bien porque tuvie- só el templo de Diana Efesina; lo que^dió ocasion
ra reparo en dormir con una. muger que se había á Hegesias Magnesio para usar de un chiste, que hu-
ayuntado con un ser de naturaleza superior. T o d a - biera podido por su frialdad apagar aquel incendio:
vía corre otra historia acerca de estas cosas, y es porque dijo que no era extraño haberse quemado el
que todas las mugeres de aquel pais de tiempo muy templo, estando Diana ocupada en asistir al naci-
antiguo estaban iniciadas en los misterios Orficos y miento de Alejandro. Todos cuantos Magos se ha-
en las orgias de Baco, y siendo apellidadas C l o d o - llaron á la sazón en Efeso, teniendo el suceso del
nes y Mimalones, hacían cosas muy parecidas á las templo por indicio de otro mal, corrían lastimándo-
que ejecutan las Edonídes y las Tracias habitantes se los rostros, y diciendo á voces que aquel dia ha-
del monte Hemo; de donde había provenido el que bia producido otra gran desventura para el Asia.
e verbo triscar se aplicase á significar sacrificios Acababa Filipo de tomar á Potidea cuando á un
abundantes y llevados al exceso. Pues ahora Olim- tiempo recibió tres noticias: que habia vencido á
piada, que imitaba mas que las otras este fanatismo, ios Ilirios en una gran batalla por medio de Parme-
nion; que en los juegos Olímpicos habia vencido con
caballo de montar; y que había nacido Alejandro. un sofista, hacia gala de saber hablar elegantemente,
Estaba regocijado con ellas como era natural; y los y que grababa en'sus monedas las victorias que en
adivinos acrecentaron todavía mas su alegría, mani- Olimpia habia alcanzado en carro; sino que á los
festándole que niño nacido entre tres victorias seria de su familia que le hicieron proposicion de si q u e -
invencible. ria, aspirar al premio en el estadio (porque era su-
Las estatuas que con mas exactitud representan mamente ligero para la carrera) les respondió que
la imagen de su cuerpo son las de Lisipo, que era el solo en el caso de haber de tener reyes por conten-
único por quien queria ser retratado: porque este dores. En general parece que era muy indiferente á
artista figuró con la mayor viveza aquella ligera i n - toda especie de combates atléticos; pues que costean-
clinación del cuello al lado izquierdo y aquella do muchos certámenes de trágicos, de flautistas, de
flexibilidad de ojos, que con tanto cuidado procu- citaristas, y aun de los rapsodistas ó recitadores de
raron imitar despues muchos de sus sucesores y de las poesías de Homero, y dando simulacros de cace-
sus amigos. Apeles al pintarle con el rayo no imi- rías de todo género y juegos de esgrima , jamas de
tó bien el color; porque lo hizo mas moreno y e n - su voluntad propuso premio del pugilato ó del pan-
cendido, siendo blanco, según dicen, con una blan- cracio.
cura sonrosada, principalmente en el pecho y en el Tuvo que recibir y obsequiar, hallándose ausen-
rostro. Su cutis espiraba fragancia, y su boca y su te Filipo, á unos Embajadores que vinieron de par-r
carne toda despedían el mejor olor; el que penetra- te del Rey de Persia, y se les hizo tan amigo con
ba su ropa, si hemos de creer lo que leemos en los su buen trato, y con no hacerles ninguna pregunta
comentarios de Aristoxeno. La causa podia ser la de muchacho, ó que pudiera parecer frivola, sino
complexión de su cuerpo, que era ardiente y fogosa, sobre la distancia de unos lugares á otros, sobre el
porque el buen olor nace de la coccion délos humo- modo de viajar, sobre el R e y mismo, y cuál era
res por medio del calor, según opinion de Teofras- su disposición para con los enemigos , y cuál la
t o ; por lo cual los lugares secos y ardientes de la fuerza y poder de los Persas, que se quedaron a d -
tierra son los que producen en mayor cantidad los mirados, y no tuvieron en nada la celebrada saga-
mas suaves aromas; y es que el sol disipa la hume- cidad de Filipo, comparada con los conatos y pen-
dad de la superficie de los cuerpos, que es la mate- samientos elevados del hijo. Cuantas veces venia
ria de toda corrupción; y á Alejandro lo ardiente noticia de que Filipo- hábia tomado alguna ciu-
de su complexión lo hizo, según parece, bebedor y de dad ilustre ó habia vencido en alguna memorable
grandes alientos. Siendo todavía muy joven se mani- batalla, no se mostraba alegre al oiría, sino que
festó ya su continencia: pues con ser para todo lo solia decir á los de su edad: ¿será posible, ami-
demás arrojado y vehemente, en cuanto á los place- gos, que mi padre se anticipe á tomarlo todo, y no
res corporales era poco sensible, y los usaba con gran nos deje á nosotros nada brillante y glorioso en que
sobriedad, cuando su ambición mostró desde luego podamos acreditarnos ? pues que no codiciando pla-
una osadía y una magnanimidad superiores á sus ceres ni riquezas, sino solo virtud y gloria, le pa-
años. Porque no toda gloria le agradaba, ni todos los recía que cuanto mas le dejara ganado el padre, m e -
principios de ella, como á Filipo, que cual si fuera nos le quedaría á él que vencer: y creyendo por lo

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mismo que en cuanto se aumentaba el' estado, en otro venidos en la cantidad, marchó al punto adonde es-
tanto decrecian sus hazañas, lo que deseaba era, no taba el caballo, tomóle por las riendas, y volviéndo-
riquezas, ni regalos, ni placeres, sino un imperio le, le puso frente ai sol, pensando, según parece,
que le ofreciera combates, guerras y acrecentamien- que el caballo por ver su sombra que caía y se m o -
to de gloria. Eran muchos, como se deja conocer, vía junto á sí era por lo que se inquietaba. Pasóle
los destinados á su asistencia, con los nombres de despues la mano y le halagó por un momento, y
nutricios, ayos y maestros; á todos los cuales pre- viendo que tenia fuego y bríos, se quitó poco á p o -
sidia Leónidas, varón austero en sus costumbres y co el manto, arrojándolo al suelo, y de un salto mon-
pariente de Olimpiada; pero como no gustase de la tó en él sin dificultad. Tiró un poco al principio
denominación de a y o , sin embargo de significar una del freno, y sin castigarle ni aun tocarle le _ hizo
ocupacion honesta y recomendable, era llamado por ' estarse quedo. Cuando ya vió que no ofrecia riesgo,
todos los demás, á causa de su dignidad y paren- aunque hervia por correr, le dió rienda y le agitó,
tesco , nutricio y director de Alejandro; y el que usando de voz fuerte y aplicándole los talones. F i -
tenia todo el aire y aparato de ayo era Lisimaco, lipo y los que con él estaban tuvieron al principio
natural de Acarnania; el cual sin embargo de que mucho cuidado y se quedaron en silencio; pero cuan-
consistía toda su crianza en darse á sí mismo el nom- do le dió la vuelta con facilidad y soltura, mostrán-
bre de Fénix, á Alejandro el de Aquiles, y á F i l i - dose contento y alegre, todos los demás prorum-
po el de Peleo, agradaba mucho con esta simpleza, píeron en voces de aclamación; mas del padre se re-
y tenia el segundo lugar. fiere que lloró de gozo, y que besándole en la cabe-
Trajo un Tesaliano llamado Filoneico el caballo za luego que se apeó: busca, hijo m i ó , le dijo, un
Bucéfalo para venderlo á Fih'poen trece talentos; y reino igual á tí, porque en la Macedonia no cabes.
habiendo bajado á un descampado para probarlo, Observando que era de caracter poco flexible, y
pareció áspero y enteramente indómito, sin admitir de los que no pueden ser llevados por la fuerza ; p e -
ginete, ni sufrir la voz de ninguno de los que acom- ro que con la razón y el discurso se le conducía fá-
pañaban á Filipo; sino que á rodos se les ponía de cilmente á lo que era decoroso y justo, por sí mis-
manos. Desagradóle á Filipo, y dió orden de que mo procuró mas bien persuadirle que mandarle; y
se le llevaran por ser fiero é indócil; pero Alejandro, no teniendo bastante confianza en los maestros de
que se hallaba presente: ¡quécaballo pierden, dijo, música y de las demás habilidades comunes para
solo por no tener conocimiento ni resolución para que pudieran instruirle y formarle, por exigir esto
manejarle! Filipo al principio calló; mas habiéndo- mayor inteligencia y ser, según aquella expresión de
lo repetido, lastimándose de ello muchas veces: i n - Sófocles,
crepas, le replicó, á los que tienen mas años que tú,
Obra de mucho freno y mucha maña,
como si supieras ó pudieras manejar mejor el caballo;
envió á llamar el filósofo de mas fama y mas exten-
á lo que contestó: este ya se ve que lo manejaré mejor
sos conocimientos, que era Aristóteles, al que dió
que nadie. ; Si no salieres con tu intento, continuó el
un honroso y conveniente premio de su enseñanza:
padre, cuál ha de ser la pena de tu temeridad? pagaré,
porque reedi ficó de nuevo la ciudad de Estagira, de
d i j o , el precio del caballo. Echáronse á reir, y c o n -
donde era natural Aristóteles, que el mismo Filipo

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14 ALEJANDRO.
de Aristóteles la copia que se llamaba la lliada de
habia asolado; y restituyo á ella a los antiguos ciu -
la caja; la qúe con la espada pónia siempre debajo
dad anos, fugitivos ó esclavos. Concedióles para es-
de la cabecera, según escribe Onesicrito. No abun-
cuela y para sus ejercicios el bosque inmediato á Mie-
daban los libros en Macedonia; por lo que dio orden
za, donde aun ahora muestran los asientos de piedra á Harpalo para que se los enviase; y le envió los li-
de Aristóteles, y sus paseos defendidos del sol. P a - bros de Filisto i muchas copias de las tragedias de Eu-
rece que Alejandro no solo aprendió la ética y la rípides , de Sófocles y de Esquilo; y los ditirambos
política, sino que tomó también conocimiento de de Telestes y de Filoxeno. Al principio admiraba á
aquellas enseñanzas graves y reservadas, á las que los Aristóteles, y le tenia, según decia él mismo, no
filósofos llaman con nombres técnicos, acroamáticas menos amor qúe á su padre, pues si del uno habia
y epopticas, y que no comunican á la muchedum- recibido el vivir, del otro el vivir bien; pero al cabo
bre. Porque habiendo entendido despues de haber de tiempo se resfrió con é l , no hasta el punto de
pasado ya al Asia que Aristóteles habia publicado ofenderle en nada; sino que el no tener ya sus o b -
en sus libros algunas de estas doctrinas, le escribió, sequios el calor y viveza que antes, daba muestras de
hablándole con desenfado sobre la materia, una car- aquella indisposición. Sin embargo el amor y deseo
ta de que es copia la siguiente, w Alejandro á Aris-- de la filosofía que aquel le infundió ya no se borró
» tóteles felicidad. N o has hecho bien en publicar las nunca de su alma, como lo atestiguan el honor que
»»doctrinas acroamáticas: porque ¿en qué nos dife- dispensó á Anaxarco; los cincuenta talentos enviados
»> rendamos de los demás, si las ciencias en que nos á Jenocrates, y el amparo que en él hallaron Dan-
»has instruido han de ser comunes á todos? pues damis y Calano.
»»yo mas quiero sobresalir en los conocimientos úti- Hacia Filipo la guerra á los Bizantinos cuando
»les y honestos que en el poder. Dios te guarde." Alejandro no tenia mas que diez y seis años; y ha-
Aristóteles para acallar esta noble ambición se d e - biendo quedado en Macedonia con el Gobierno y
fendió acerca de estas doctrinas, diciendo que n o d e - con el sello de él, domó á los Medos que se habían
bia tenerlas por divulgadas,aunque las habia publica- rebelado: tomóles la capital, de la que arrojó á los
d o : pues en realidad su tratado de metafísica no era bárbaros, y repoblándola con gentes de diferentes
útil para aprenderé instruirse; habiendo escrito des- países, le dió el nombre de Alejandrópolis. En Que-
de luego para servir como de índice ó recuerdo á los ronea concurrió á la batalla dada contra los Grie-
ya adoctrinados. gos , y se dice haber sido el primero que acometió á
Tengo por cierto haber sido también Aristóteles la cohorte sagrada de los Tebanos; y todavía en nues-
quien principalmente inspiró á Alejandro su afición tro tiempo se muestra á orillas del Cefiso una encina
á la medicina: pues no solo se dedicó á la teórica, sino antigua llamada de Alejandro, junto á la que tuvo
que asistía á sus amigos enfermos, y les prescribia su tienda; y alli cerca está el cementerio de los Ma-
el régimen y medicinas convenientes, como se pue- cedonios. Filipo con estos hechos amaba extraordi-
de inferir de sus cartas. En general era naturalmente nariamente al hijo , tanto que se alegraba de que los
inclinado á las letras, á aprender y á leer; y como Macedonios llamaran Rey i Alejandro y General
tuviese á la Iliada por guia de la doctrina militar, y a Filipo; pero las inquietudes que sobrevinieron en
aun le diese este nombre, tomo corregida de mano

H&T
m - •
L6 ALEJANDRO. ALEJANDRO. 17
la casa con motivo de los amores y los matrimonios hija mayor á Arrideo, hijo de Filipo; para lo que e n -
de este, haciendo en cierta manera que enfermara el vió á Aristocrito á Macedonia; y con este motivo
reino á la par de la unión conyugal, produjeron intervinieron nuevas hablillas y nuevas calumnias de
muchas quejas y grandes desavenencias; las que ha- los amigos y de la madre con Alejandro, achacando
cia mayores el mal genio de Olimpiada, muger sus- á Filipo que con estos brillantes enlaces y estos a p o -
picaz y colérica, que procuraba acalorar á Alejan- yos trataba de preparar para el trono á Arrideo. I n -
dro. Hízolas subir de punto Atalo en las bodas de comodado Alejandro, envia á Caria por su ptrte á
Cleopatra, doncella con quien se casó Filipo, ena- Tésalo, actor de tragedias, con el encargo de p r o -
morado de ella fuera de su edad. Era tio de esta Ata- poner á Pexodoro que dejando á un. lado el del bas-
lo , y embriagado, en medio de los brindis exhortaba tardo y no muy avisado, traslade el enlace al mis-
á los Macedonios á que pidieran á los Dioses les c o n - mo Alejandro; lo que acomodó mucho mas á P e x o -
cedieran de Filipo y Cleopatra un sucesor legítimo doro que el primer proyecto; pero habiéndolo e n -
del reino. Irritado con esto Alejandro: ¿pues qué, tendido Filipo, se fue á la habitación de Alejandro,
le dijo , mala cabeza , te parece que y o soy bastar- y haciendo convocar áFilotasel deParmenion, uno
do ? y le tiró con la taza. Levantóse Filipo contra de sus mas íntimos amigos, á presencia de este le in-
él desenvainando la espada; pero por fortuna de am- crepó violentamente, y le reconvino con aspereza
bos con la cólera y el vino se le fue el pie y cayó; sobre que se mostraba hombre ruin é indigno de ios
y entonces Alejandro exclamó con insulto: ¡ este es, bienes que su condicion le ofrecía, si tenia por c o n -
ó.Macedonios, el hombre que se preparaba para p a - veniencia ser yerno de un hombre de Caria, que en
sar de la Europa al Asia! y pasando ahora de un suma era un esclavo. Escribió ademas á los C o r i n -
escaño á otro ha venido al suelo. De resulta de esta tios para que á Tésalo se le remitiesen con prisio-
indecente reyerta, tomando consigoá Olimpiada, y nes; y de los demás amigos de Alejandro desterró de
estableciéndola en el Epiro, él se fue á habitar en el Macedonia á Harpalo y á Nearco, á Frigio y á T o -
Hirió. En esto Demarato de Corinto, que era hues- lomeo; á los cuales restituyó despues Alejandro, y
ped de la casa y hombre franco, pasó á ver á Filipo; los tuvo en el mayor honor y aprecio. Luego cuando
y como despues de los abrazos y primeros obsequios Pausa-nias, afrentado por disposición de Atalo y Cleo-
le. preguntase este ¿cómo en punto á concordia se ha- patra, no pudo obtener justicia, y con este motivo
llaban los Griegos unos con otros? ¡pues es cierto, dió muerte á Filipo , la culpa se cargó principalmente
le contestó, que te está á tí bien, ó Filipo, el mos- á Olimpiada, atribuyéndole que habia incitado y
trar ese cuidado por la Grecia, cuando has llenado acalorado á aquel joven herido de su ofensa; y aun
tu propia casa de turbación y de males! Vuelto en alcanzó algo de esta acusación á Alejandro: pues se
sí Filipo con esta advertencia, envió á llamar á Ale- dice que encontrándole Pausanias despues de la inju-
jandro , y consiguió atraerle por medio de las per- ria, y lamentándose de ella, le recitó aquel yambo
suasiones de Demarato. de la Medea,

Sucedió á poco que Pexodoro, Sátrapa de Caria, i Al que la d i ó , al novio y á la novia.


con la mira de ganarse la alianza de Filipo contra- Con, todo persiguiendo y buscando diligentemente á
yendo deudo con é l , pensó dar en matrimonio su todos los socios de aquel crimen , los castigó; y por-
TOMO I V . B
L8 ALEJANDRO.
ALEJ ANDRO. 19
que Olimpiada en ausencia suya trató cruelmente á
sito; pero reclamando de él á su vez los Tebanos
Cleopatra, se mostró ofendido, y lo llevó muy á mal.
á Filotas y Antipatro, y echando el pregón de que
Tenia veinte años cuando se encargó del reino,
los que quisieran la libertad de la Grecia se unieran
combatido por todas partes de la envidia y de ter-
con ellos, dispuso sus Macedonios á la guerra. Pelea-
ribles odios y peligros, porque los bárbaros de las
ron los Tebanos con un valor y un arrojo superiores
naciones vecinas no podían sufrir la esclavitud, y sus-
á sus fuerzas, pues venían á ser uno para muchos ene-
piraban por sus antiguos reyes; y en cuanto á la G r e - migos; pero habiendo desamparado la ciudadela lla-
cia, aunque Filipo la habia sojuzgado por las armas, mada Cadmea las tropas Macedonias que la guarne-
apenas habia tenido tiempo para domarla y aman- cían , cayeron sobre ellos por la espalda, y envuel-
sarla ; sino que no habiendo hecho mas que variar y tos perecieron los mas en este último punto de la
alterar sus cosas, las habia dejado en gran inquietud batalla. Tomó la ciudad, la entregó al saqueo y la
desorden por la novedad y falta de costumbre, asoló: principalmente por esperar que asombrados
Í emian los Macedonios este estado de los negocios; é intimidados los Griegos con semejante calamidad,
y eran de opinion de que respecto de la Grecia d e - no volvieran á rebullirse; pero también quiso dar á
bia levantarse enteramente la mano, sin tomar el entender que en esto se habia prestado á las quejas
menor empeño; y de que á los bárbaros que se ha- de los aliados: porque losFocensesy Plateensesacu-
bían rebelado, se. les atrajese con blandura, aplican- saban á los Tebanos. Hizo pues salir á los sacerdotes,
do remedio á los principios de aquel trastorno; pero á todos los huéspedes de los Macedonios, á los des-
Alejandro, pensando de un modo enteramente opues- pendientes de Píndaro, y álos que se habían opuesto
to , se decidió á adquirir la seguridad y la salud con la á los que decretaron la sublevación: á todos los d e -
osadía y la entereza; pues que si se viese que decaia mas los puso en venta , que fueron como unos treinta
de ánimo en lo mas mínimo, todos vendrian á car- mil hombres, siendo mas de seis mil los que murie-
gar sobre él. Por tanto á las rebeliones y guerras de ron en el combate.
los bárbaros les puso prontamente término, corrien-
_ En medio de los muchos y terribles males que
do con su ejército hasta el Istro; y en una gran b a - afligieron á aquella desgraciada ciudad, algunos T r a -
talla venció á Sirmo, Rey de los Tribalios. Como ctos quebrantaron la casa de Timoclea, muger prin-
hubiese sabido que se habían sublevado los Tebanos, cipal y de admirable conducta; y mientras los demás
y que estaban de acuerdo con los Atenienses, que- saqueaban los bienes, el comandante, despues de ha-
riendo acreditarse de hombre, al punto marchó coa ber insultado y hecho violenciaá la ama, le pregun-
sus fuerzas por las Termopilas, diciendo que pues tó ¿si habia ocultado plata ú oro en alguna parte?
Demóstenes le habia llamado niño mientras estuvo Confesóle que s í , y llevándole solo al huerto, le mos-
entre los Ilirios y Tribalios, y muchacho despues eo tró el pozo , diciendo que.^1 tomarse la ciudad ha-
Tesalia, queria hacerle ver ante los muros de Atenas bia arrojado alii lo mas precioso de su caudal. Acer-
que ya era hombre. Situado pues delante de Tebas, cóse el Tracio, y cuando se puso á reconocer el pozo,
dándoles tiempo para arrepentirse de lo pasado, re- habiéndosele aquella puesto detrás, le arrojó; y echán-
clamó á Fénix y Protites, y mandó echar pregón dole encima muchas piedras, acabó con él. Lleváronla
ofreciendo impunidad á los que mudaran de p r o p ó - los Tracios atada ante Alejandro; y desde luego que
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20 ALEJANDRO.
le daban el parabién, esperaba que haría otro tanto
se presentó pareció una persona respetable y animosa, Diógenes el de Sinope, que residía en Connto. Mas
pues seguia á los que la conducían sin dar la menor este ninguna cuenta hizo de Alejandro .sino que pa-
muestra de temor ó sobresalto. Despues preguntán- saba tranquilamente su vida en el barrio llamado <>*-
dola el Rey ¿ quién era ? respondió ser hermana de neto-, y asi hubo de pasar Alejandro a verle. Halla-
Teagenes, él que habia peleado contra Filipo por la base casualmente tendido al sol , y -habiéndose incor-
libertad de los Griegos, y habia muerto de General porado un poco á la l l e g a d a de tantos personages, fijo
en la batalla de Queronea. Admirado pues Alejandro la vista en Alejandro. Saludóle este, y preguntándo-
de su respuesta y de lo que habia ejecutado, la dejó le en seguida si se le ofrecía alguna cosa: muy p o -
en libertad á ella y á sus hijos. c o , le respondió, que te quites del sol. D.cese que
A los Atenienses los admitió á reconciliación, Alejandro con aquella especie ^de menosprecio quedo
aun en medio de haber hecho grandes demostraciones tan admirado de semejante elevación y grandeza de
de sentimiento por el infortunio de Tebas: pues te- ánimo, que cuando retirados de alh empezaron los
niendo entre manos la fiesta de los misterios, la d e - que le acompañaban á reírse y burlarse, el les di,o:
jaron por aquel duelo, y á los que se refugiaron á pues y o á no ser Alejandro, de buena gana fuera
Atenas Ies prestaron todos los oficios de humanidad; Diógenes. Quiso prepararse para la expedición con
mas con todo, bien fuese por haber saciado ya su có- la aprobación de Apolo; y habiendo passdo a Del-
lera como los leones, ó bien porque quisiese oponer fos , casualmente los dias en que llego eran nefastos,
un acto de clemencia á otro de suma crueldad y as- en los que no es permitido dar respuestas; y con to-
pereza, no solo los indultó de todo cargo, sino que do lo primero que hizo fue llamar a la sacerdotisa;
los exhortó á que atendiesen al buen orden de la ciu- pero negándose esta y objetando la disposición de la
l e y , subió adonde se hallaba y por fuerza la^ trajo
dad , como que habia de tomar el imperio de la Gre-
al templo. Ella entonces mirándose como vencida por
cia , si á él le sobrevenía alguna desgracia; y de allí
aquella determinación: eres invencible, o joven, ex-
en adelante se dice que le causaba sumo disgusto
presó; lo que oido por Alejandro, dijo que ya no
aquella calamidad de los Tebanos; por lo que se mos-
necesitaba otro vaticinio; sino que había escuchado
tró muy benigno con los demás pueblos; y lo ocur-
' de su boca el oráculo que apetecía. Cuando ya esta-
rido con Clito entre los brindis de un festin, y la ba en marcha para la expedición aparecieron dife-
cobardía en la India de los Macedonios, por la qua rentes prodigios y señales, y entre ellos el de que.la
en cuanto estuvo de su parte dejaron incompleta su estatua de Órfeo en Libetra, que era de ciprés , des-
expedición y su gloria, fueron cosas que las atribuyó pidió copioso sudor por aquellos días. A muchos les
siempre á ira y venganza de Baco. Por fin de los T é - inspiraba miedo este portento; pero Aristandro Jos
tanos que quedaron con vida, ninguno se le acercó á exhortó á la confianza, pues significa, dijo, que Ale-
•pedirle alguna cosa,que no saliera bien despachado; y¡ jandro ejecutará hazañas digrtas de ser cantadas y
esto es lo que hay que referir sobre la toma de Tebas. aplaudidas; las que por tanto darán mucho qu? tra-
Congregados los Griegos en el Istmo, decretaron bajar y que sudar á los poetas y. músicos que hayan
marchar con Alejandro á"la guerra contra la Persia, de celebrarlas.
•nombrándole General; y como fuesen muchos los
hombres de estado y los filósofos que le visitaban y •
i i ALEJANDRO'. ALEJANDRO. *3
Componíase su eje'rcíto, según los que dicen me-
En esto los Generales de Darío habian reunido
nos, de treinta mil hombres de infantería y cinco mil
muchas fuerzas, y como las tuviesen ordenadas para
de caballería; y los que mas le dan hasta treinta y impedir el paso del Granico, debía tenerse por i n -
cuatro mil infantes y cuatro mil caballos; y para t o - dispensable el dar una batalla para abrirse la puerta
d o esto dice Aristobulo que no tenia más fondos que del Asia, si se habia de entrar y dominar en ella;
setenta talentos ; y Duris que solo contaba con víve- pero los mas temían la profundidad del rio y la des-
res para treinta dias; mas Onesicrito refiere que h a - igualdad y aspereza de la orilla opuesta, a la que se
bia tomado á crédito doscientos talentos. Pues con habia de subir peleando; y á algunos los detenía tam-
todo de haber empezado con tan pequeños y escasos bién cierta superstición relativa al mes, por cuanto
medios, antes de embarcarse se informó del estado en el Daisio era costumbre de los reyes de Macedo-
que tenian las cosas dtJ sus amigos, distribuyendo nia no obrar con el ejército; pero á esto ocurno Ale-
éntre ellos á uno un campo, á otro un terreno y á jandro, mandando que se contara otra vez el Arte-
Otro la renta de un caserío ó de un puerto. Cuando misio. Oponíase de otro l a d o Parmenion á que se tra-
ya habia gastado y aplicado se puede decir todos los bara combate, por estar ya adelantada la tarde ; pe-
bienes y rentas de la corona, le preguntó Perdicas: ro diciendo Alejandro que se avergonzaría el Heles-
¿ y para t í , ó R e y , que es lo que dejas? como le ponto, si habiéndole pasado temieran al Granico,
contestase que las esperanzas; ¿pues y nosotros, re- se arrojó al agua con trece hileras de caballería,^y
puso , no participaremos también de ellas los que he- marchando contra los dardos enemigos y contra sitios
mos de acompañarte en la guerra? y renunciando escarpados, defendidos con gente armada y con c a -
Perdicas la parte que le habia asignado, algunos de ballería, arrebatado y cubierto en cierta manera de
los demás amigos hicieron otro tanto; pero á los que la corriente, parecia que mas era aquello arroio de
tomaron las suyas ó las reclamaron, se las entregó furor y locura que resolución de un buen caudillo.
con largueza; y eoneste repartimiento concluyó con Mas él seguía empeñado en el paso, y llegando á ha-
cer pie con trabajo y dificultad en lugares húmedos
casi todo lo que tenia en Macedonia. Dispuesto y
y resbaladizos por el barro, le fue preciso pelear al
prevenido de esta manera, pasó el Helesponto, y b a -
punto en desorden y cada uno separado contra los
jando á tierra en Ilion, hizo sacrificio á Minerva y
que les cargaban, antes que pudieran tomar formación
libaciones á los héroes. Ungió largamente la columna
los que iban pasando: porque les acometían con gran-
erigida á Aquiles, y corriendo desnudo con sus ami-
de algazara, oponiendo caballos á caballos, y e m -
gos al rededor de ella según es costumbre, la c o r o - pleando las lanzas, y cuando estas se rompían las
n ó , llamando á este bienaventurado, porque en vida espadas. Dirigiéronse muchos contra él mismo, por-
tuvo un amigo fiel, y despues de su muerte un gran que se hacia notar en la adarga y en el penacho del
poeta. Cuando andaba recorriendo la ciudad, y vien- morrion que caia por uno y otro lado, formando
d o lo que habia de notable en ella , le preguntó uno como dos alas maravillosas en su blancura y en su
<si quería ver la lira dfe París? y él le respondió que magnitud; y habiéndole arrojado un dardo que je
esta nada le importaba, y la que buscaba era la de acertó en el remate de la coraza, no quedó heri-
Aqutles, con la que cantaba este héroe los grandes y do. Sobrevinieron á un tiempo los Generales Resaces
gloriosos hechos de los varones esforzados.
y Espitridates, y hurtando el cuerpo á este, á R e -
D E M O N I O S , D E LOS BARBAROS QUE H A -
saces armado de coraza le tiró un bote de lanza, y
B I T A N EL ASIA. De los vasos preciosos, de las r o -
rota esta, metió mano á la espada. Batiéndose los
pas de púrpura y de cuantas preseas ricas tomo de las
dos acercó por el flanco su caballo Espitridates, y
de Persia, fuera de muy p o c o , todo lo demás lo
poniéndose a punto, le alcanzó con la azcona de que
remitió á la madre. ,
usaban aquellos bárbaros; con la cual le destrozó el
Produjo este combate una gran mudanza en los
penacho, llevándose una de las alas; y el morrion
negocios, favorable * Alejandro: tanto que con la ciu-
resistió con dificultad al golpe, tanto que aun pene-
dad de Sardisse le entregó en cierta manera ei impe-
tro la punta, y llegó á tocarle en.el cabello. Dispo- rio marítimo de los bárbaros, poniéndose a su dispo-
níase Espitridates á segundar; pero le previno Clito sición los demás pueblos. Solo le hicieron resistencia
el mayor, pasándole de medio á medio con la janza; Halicarnaso y Mileto; las que torno por asalto, y
y al mismo tiempo cayó muerto Resaces herido de sujetando todo el país vecino á una y otra, quedo
Alejandro. En éste conflicto y en lo mas recio del perplejo en su ánimo sobre lo que despues empren-
combate de la caballería, pasó la falange de los M a - dería: pensando unas veces que seria lo mejor ir des-
cedonios, y vinieron á las manos una y otra infante- de lue^o en busca de Darío, y ponerlo todo a la
ría ; pero los enemigos no se sostuvieron con valor suerte-de una batalla; y. otras que sena mas con v e - ,
ni largo rato, sino que se dispersaron y huyeron, á niente dar su atención á los negocios é intereses del
excepción de los Griegos estipendiarios; los cuales, mar, como para egercitarse y cobrar fuerzas, y de
retirados á un collado, imploraban la fe de Alejan- este modo marchar contra aquel. Hay en la Licia
d r o ; pero este, acometiéndolos el primero, llevado cerca de la ciudad de Tanto una fuente, de la que se
mas de la cólera que gobernado por la razón, perdió dice que entonces mudó su curso y salió de sus mar-
el caballo pasado de unaestocada por los hi jares ( era senes, arrojando sin causa conocida de su fondo una
o t r o , no el Bucéfalo); y allí cayeron también la plancha de bronce, sobre la cual estaba grabado en ca-
mayor parte de los que perecieron en aquella batalla, racteres antiguos, que cesaría el imperio de los T e r -
peleando con hombres desesperados y aguerridos. sas, destruido por los Griegos. Alentado con este
Dicese que murieron de los bárbaros veinte mil h o m - prodigio, se apresuró ár poner de su parte todo el país
bres de infantería y dos mil de caballería. Por parte marítimo hasta la Fenicia y la Cilícia. Su incursión
de Alejandro dice Aristóbulo que los muertos no en la Panfilia sirvió á muchos historiadores de ma-
fueron entre todos mas que treinta y cuatro; de ellos teria pintoresca para excitar la admiración y el asom-
bro ; diciendo que como por una disposición divina
nueve infantes. A estos mandó que se les erisiesen es-
aquel mar habia tomado el partido de Alejandro, cuan-
tatuas de bronce, las que trabajó Lisipo. D i ó parte
do siempre solia ser inquieto y borrascoso, y rara vez
a los Griegos de esta victoria, enviando en particu-
dejaba al descubierto los escondidos y resonantes e s -
lar a los Atenienses trecientos escudos de: los que se
collos situados al pie de sus escarpadas y pedregosas
cogieron; y haciendo .un cúmulo de los demás des-
orillas; á lo que alude Menandro, celebrando c ó m i -
pojos, hizo, poner sobre él esta ambiciosa inscripción: camente lo extraordinario del mismo suceso:
A L E J A N D R O , H l f O D E F I L I P O , Y LOS Esto va á lo Alejandro, dicho y hechor
G R I E G O S , A E X C E P C I O N D E LOS L A C E -
Si á alguien busco, comparecé'luego i
En esto ya Darío bajaba de Susa muy engreído con
Sin que nadie le llame; si es preciso
la muchedumbre de sus tropas, pues que traía seis-
Dirigirme por mar á cierto punto, cientos mil hombres, y confiado en un sueño que los
El mar se allana y facilita el paso. Magos explicaban mas bien según lo que aquel d e -
Mas el mismo Alejandro en sus cartas, sin tener na- seaba, que según lo que él indicaba en realidad. Por-
da de esto a portento, dice sencillamente qué andu- que le pareció que discurría gran resplandor por la
vo á pie la montaña llamada Climax , y que la atra- falange de los Macedonios; que le servia Alejandro,
vesó partiendo de la ciudad de Fasilide, en la cual adornado con la estola que llevaba el mismo Darío
se detuvo muchos dias; y que en ellos, habiendo vis- cuando era correo del R e y ; y que despues habiendo
to en la plaza-la estatua de Teodecto, que era natu- entrado Alejandro al bosque del templo de Belo, des-
ral de la misma ciudad, y habia muerto poco antes, apareció; en lo cual, á lo que parece, significaba él
fue á festejarla bien bebido déspues de la cena, y Dios que brillarían y resplandecerían las empresas de
derramó sobre ella muchas coronas, tributando c o - los Macedonios; y que Alejandro dominaria en el
mo por juego esta grata memoria al trato que con él Asia como habia dominado Darío, habiendo pasado
habia tenido á causa de Aristóteles y de la filosofía. de correo á R e y ; pero que en breve tendrían térmi-
Despues de esto sujetó á aquellos de los Pisidas no su gloria y su vida.
que le hicieron oposicion, y puso bajo su obediencia Dióle todavía á Darío más confianza el graduar
la Frigia; y tomando la ciudad de Gordio, que se de tímido á Alejandro al ver que se detenia mucho
dice haber sido corte del antiguo Midas, vió aquel tiempo en la Cilicia; pero su detención provenia de
celebrado carro atado con corteza de serbal, y o y ó enfermedad, que unos decían habia contraído' con
la relación allí creída por aquellos bárbaros; según las grandes fatigas; y otros que por haberse bañado
la cual el hado ofrecía al que desatase aquel nudo, en las aguas heladas del Cidno. De todos los demás
el ser R e y de toda la tierra. Los mas refieren que médicos, ninguno confiaba en que podria curarse,
este nudo tenia ciegos los cabos enredados unos con sino que reputando el mal por superior á todo reme-
otros con muchas vueltas, y que desesperado Alejan- d i o , temian que errada la cura, habían de ser calum-
dro de desatarlo, lo cortó con la espada por medio, niados por los Macedonios; pero Filipo de Acarna-
apareciendo muchos cabos despues de cortado; pero nia, aunque se hizo cargo de lo penosa que era aque-
Aristóbulo dice que le fue muy fácil el desatarlo, por- lla situación, llevado sin embargo de la amistad, y
que quitó del timón la clavija que une con este el teniendo á afrenta el no peligrar con el que estaba
y u g o , y despues fácilmente quitó el yugo mismo. de peligro, asistiéndole y cuidándole hasta no dejar
nada por probar, se determinó á emplear las medi-
Desde allí pasó á atraer á su dominación á los Pafla-
cinas , y le persuadió al mismo Alejandro que tuvie-
gonios y Capadocios; y habiendo tenido noticia de
fa sufrimiento y las tomara , procurándo ponerse
la muerte de Memnon, que siendo el gefe mas acre-
bueno para la guerra. En esto Parmenion le escribió
ditado de la armada naval de Darío, habia dado
desde el ejército, previniéndole que se guardara de
mucho en que entender y puesto en repetidos apuros
F i l i p o , porque habia sido seducido por Darío con
al mismo Alejandro, se animó mucho mas á llevar grandes dones y el matrimonio de su hija, paraqui-
sus armas á las provincias superiores de la Persia.

/
28 ALEJANDRO.
tarle la vida. L e y ó Alejandro la carta, y sin mos- marchó para ía'Cilicia, y al mismo tiempo Alejandro
trarla á ninguno de los amigos la puso bajo la a l - marchaba contra él á la Siria; pero habiendo en la
mohada. Llegada la hora entró Filipo con los amigos noche apartidóse por yerro unos de otros, retroce-
trayendo la medicina en una taza: dióle Alejandro dieron. Alejandro, contento con que asi le favorecie-
la carta, y al mismo tiempo tomó la medicina con se la suerte para salirle á aquel al encuentro entre
grande ánimo y sin que mostrase ninguna sospecha: montañas, y Darío para ver si podría recobrar su
de manera que era un espectáculo verdaderamente antiguo campamento y poner sus tropas fuera de gar-
teatral el ver al uno leer y al otro beber, y que des- gantas: porque ya entonces reconoció que contra lo
pues se miraron uno á otro, aunque de muy diferen- que le convenia se habia metido en lugares que por
te manera: porque Alejandro miraba á Filipo con el mar, por las montañas y por el rio Píndaro que
semblante alegre y sereno, en el que estaban pintadas corre en medio, eran poco á propósito para la c a -
la benevolencia y la confianza; y este, sorprendido ballería , y que le obligaban á tener divididas sus fuer-
con la calumnia, unas veces ponia por'-testigos á los zas: estando por tanto aquella posicion muy en f a -
vor de los enemigos, que eran en tan corto número.
dioses y levantaba las manos al cielo, y otras se re-
La fortuna pues le preparó este lugar á Alejandro;
clinaba sobre el lecho, exhortando á Alejandro á que
pero él por su parte procuró también ayudar á la
estuviera tranquilo y confiara en él. Porque el reme-
fortuna, disponiendo las cosas del modo mejor posi-
dio al principio parecía haber cortado el cuerpo, pos-
ble para el vencimiento: pues siendo muy inferior á
trando y abatiendo las fuerzas hasta hacerle perder
tanto número de bárbaros, no solo no se dejó envol-
el habla, y quedar muy apocados todos los sentidos, ver, sino que extendiendo su ala derecha sobre la
sobreviniéndole luego una congoja; pero Filipo logró izquierda de aquellos, llegó á formar semicírculo, y
volverle pronto, y restituyéndole las fuerzas, hizo obligó á la fuga á los que tenia al frente, peleando
que se mostrase á los Macedonios, que se mantuvieron entre los primeros , tanto-que fue herido de una c u -
siempre muy desconfiados é inquietos mientras que chillada en un muslo; según dice Cares, por Darío,
no vieron á Alejandro. habiendo venido ambos á las manos; pero el mismo
Hallábase en el ejército de Darío un fugitivo de Alejandro, escribiendo á Antipatroacerca de esta b a -
Macedonia y natural de ella llamado Amintas, el talla , no dijo quién hubiese sido el que le hirió, s i -
que no dejaba de tener conocimiento del caracter de no que habia salido herido de una cuchillada en un
Alejandro. Este viendo que Darío iba á encerrarse muslo, sin que hubiese tenido la herida malas resul-
entre desfiladeros en busca de Alejandro, Je proponía tas. Habiendo conseguido una señalada victoria con
que permaneciese donde se encontraba, en lugares muerte de mas de ciento y diez mil hombres, no
llanos y abiertos, habiendo de pelear contra pocos acabó con Darío, que se le habia adelantado en la fu-
con tan inmenso número de tropas; y como le res- ga cuatro ó cinco estadios; por lo cual, habiendo
pondiese Darío, que temía no se anticiparan á huir tomado su carro y su arco, se volvió y halló á los
los enemigos y se le escapara Alejandro: por eso, ó Macedonios cargados de inmensa riqueza y botin que
R e y , le repuso, no paséis pena, porque él vendrá se llevaban del campo de los bárbaros , sin embargo de
contra vos, ó quizá viene ya á estas horas. Mas no que estos se habian aligerado para la batalla, y habían
cedió por esto Darío; sino que levantando el campo,
3O ALEJANDRO.
dejado en Damasco la mayor parte del bagage. H a - aun percibieron mayores rentas que antes; pero el
bían reservado para el mismo Alejandro el pabellón obsequio mas loable y mas regio que de él recibieron
de Darío, lleno de muchedumbre de sirvientes, de unas mugeres ingenuas y honestas, reducidas á la es-
ricos enseres y de copia de oro y plata. Desnudán- clavitud^ fue el no o i r , ni sospechar ni temer nada in-
dose pues al punto de las armas, se dirigió sin dila- decoroso ; sino que les fue licito llevar una vida apar-
ción al baño, diciendo: vamos á lavarnos el sudor tada de todo trato y de la vista de los demás, como
de la batalla en el baño de Darío; sobre lo que uno si estuvieran, no en un campamento de enemigos,
de sus amigos repuso: no á fe mía, sino de Alejan- sino guardadas en templos y relicarios de vírgenes; y
dro: porque las cosas del vencido son y deben lla- eso que se dice que la muger de Darío era la mas bien
parecida de toda la familia real, asi como el mismo
marse del vencedor. Cuando vio las cajas, los jarros,
Darío era el mas bello y gallardo de los hombres, y
los enjugadores y los alabastros, todo guarnecido de
que las hijas se parecían á los padres. Pero Alejandro,
oro y trabajado con primor, percibió al mismo tiem-
teniendo, según parece, por mas digno de un R e y
po el olor fragante que de la mirra y los aromas des-
el dominarse á sí mismo que vencer á los enemigos,
pedía la casa: y habiendo pasado desde alli á la tien-
ni tocó á estas, ni antes de casarse conoció á nin-
da , que en su altura y capacidad y en todo el ador- guna otra muger fuera de Barsene; la cual, habien-
no de alfombras, de mesas y de aparadores, era cier- d o quedado viuda por la muerte de Memnon, habia
tamente digna de admiración, vuelto á los amigos: sido cautivada en Damasco. Habia recibido una edu-
en esto consistia , les d i j o , según parece, el reinar. cación Griega, y siendo de índole suave é hija de
Al tiempo de ir á la cena se le anunció que e n - Artabazo, tenida en hija del R e y , fue conocida por
tre los cautivos habían sido conducidas la madre y Alejandro, á instigación , según dice Aristobulo, de
la muger de Darío y dos hijas doncellas; las cuales, Parmenion, que le propuso se acercase á una muger
habiendo visto el carro y el arco de este, habian em- bella, y que unia á la belleza el ser de esclarecido Ii-
pezado á herirse el rostro, y á llorar teniéndole por nage. Al ver Alejandro á las demás cautivas, que to-
muerto. Paróse por bastante rato Alejandro; y m e - das eran aventajadas en hermosura y gallardía, dijo
reciéndole mas cuidado los afectos de estas desgracia- por chiste: ¡ gran dolor de ojos son estas Persianas!
das que los propios , envió á Leonato con orden de Con todo oponiendo á la belleza de estas mugeres la
decirles que ni habia muerto Darío ni debian temer honestidad de su moderación y continencia, pasaba
de Alejandro: porque con Darío estaba en guerra por delante de ellas como por delante de imágenes
por el imperio; pero á ellas nada les faltaría de lo sin alma de unas estatuas.
que reinando aquel se entendia corresponderles. Si
Escribióle en una ocasion Filoxeno, General de
este lenguage pareció afable y honesto á aquellas mu- la armada naval, hallarse á sus órdenes unTarentino
geres, todavía en las obras se acreditó mas de h u - llamado Teodoro , que tenia de venta dos mozuelos
mano con unas cautivas , porque les concedió dar de una belleza sobresaliente, preguntándole si los
sepultura á cuantos Persas quisieron, tomando las compraría; y se ofendió tanto, que exclamó muchas
ropas y todo lo demás necesario para el ornato de veces ante sus amigos en tono de pregunta: ¿qué pue-
los despojos de guerra; y de la asistencia y h o - de haber visto en mí Filoxeno de indecente é inho-
nores que disfrutaban nada se les disminuyó, y
52 ALEJANDRO, ALEJANDRO. 33
nesto para hacerse corredor de semejante mercadería? que con cada taza se llevaba hablando; y aun esto
Reprendió ásperamente á Filoxeno en una carta man- cuando estaba muy de vagar: pues cuando había que
dándole que enviara noramala á Teodoro con sus car- hacer, ni vino ni sueño, ni juego alguno, ni bodas, ni
gamentos. Mostróse también enojado al joven Agnon, espectáculo, nada habia que como á otros capitanes
que le escribió tener intención de comprar en Corin- le detuviese: lo que pone de manifiesto su misma v i -
to á Crobilo, mozo alli de grande nombradla, para d a , pues que habiendo sido tan corta, está llena de
preséntárselo; y habiendo sabido que Damon y T i - muchas y grandes hazañas. Cuando no tenia que ha-
moteo, Macedonios de los que servían á las órdenes cer se levantaba, y lo primero era sacrificar á los d i o -
de Parmenion, habían hecho violencia á las mugeres ses, y tomar el desayuno sentado: despues pasaba e!
de unes estipendiarios, escribió á Parmenion dándo- dia en cazar, ó en ejercitar la tropa, ó en despachar
le orden de que si eran convencidos, los castigara los juicios militares, ó en leer. Deviage, si no habia
de muerte, como fieras corruptoras de los hombres; de ser largo, sin detenerse se ejercitaba en tirar con
hablando de sí mismo en esta carta en las siguientes el arco, ó en subir y bajar á un carro que fuese c o r -
palabras: porque no se hallará que y o haya visto á riendo. Muchas veces se entretenía en cazar zorras y
la muger de Darío ni que haya querido verla, ni dar aves, como se puede ver en sus diarios. En el baño,
siquiera oidos á los que han venido á hablarme de y mientras iba á él y á ungirse, examinaba á los e n -
su belleza. Decía que en dos cosas echaba de ver que cargados de las provisiones y de la cocina sobre si
era mortal, en el sueño y en el acceso á mugeres: estaba en su punto todo lo relativo á la cena, yendo
pues de la misma debilidad de la naturaleza prove- siempre á cenar tarde y despues de anochecido. Su
nia el sentir el cansancio y las seducciones del placer. cuidado y esmero en la mesa era extraordinario s o -
bre que á todos se les sirviese con igualdad y dili-
Era asimismo muy sobrio en cuanto al regalo del
gencia. La bebida se prolongaba, como hemos dicho,
paladar; lo que manifestó de muchas maneras, y tam-
por la demasiada conversación: porque siendo para
bién en las respuestas quedió á Ada, á la que adop-
el trato en todas las demás dotes el mas amable de
tó por madre y la declaró Reina de Caria: porque
los reyes, sin que hubiese gracia que le faltase, e n -
como esta., para agasajarle le enviase diariamente
tonces se hacia fastidioso con sus jactancias y de s o -
muchos platos delicados y exquisitas pastas, y final- bra militar, llegando á dar ya en fanfarrón, y á ser
mente los mas hábiles cocineros y pasteleros que pu- en cierto modo presa de los aduladores, que echaban
do encontrar, le dijo que para él todo aquello es- á perder aun á los mas modestos convidados: porque
taba demás: porque tenia otros mejores cocineros ni querían confundirse con los aduladores, ni que-
puestos por su ayo Leónidas; que eran para el des- darse mas cortos en las alabanzas: siendo lo primero
ayuno salir al campo antes del alba, y para la cena bajo é indecoroso, y no careciendo de riesgo lo se-
comer muy poco entre dia. E l mismo, decia, reco- gundo. Despues de haber bebido se lavaba y se iba
noce mis cofres y mis guardaropas para ver si la á recoger, durmiendo muchas veces hasta el medio
madre me ha puesto cosas de regalo y de lujo. d i a ; y aun alguna se llevó el dia entero durmiendo.
Aun respecto del vino era menos desmandado de En cuanto á manjares era muy templado: de mane-
lo que comunmente se cree; y si parecía serlo, mas ra que cuando por mar le traían frutas ó pescados
bien que por largo beber era por el mucho tiempo
TOMO I V . c
34 ALEJANDRO* ALEJANDRO. _ 3F
exquisitos, distribuyéndolos entre sus amigos, era y carreras se le vino á la mano. Los adivinos, par-
muy frecuente no dejar nada para sí. Su cena sin tiendo asi el nombre, sá-tiros, le dijeron con cier-
embargo era siempre opípara; y habiéndose aumen- ta apariencia de verosimilitud, tuya será T i r o l ; y
tado el gasto en proporcion de sus prósperos sucesos, todavía muestran la fuente junto á la que le pareció
llegó por fin á diez mil dracmas; pero aqui paró, y haber visto en sueños al sátiro. En medio del sitio,
esta era la suma prefijada para darse á los que hos- haciendo la guerra á los Arabes que habitan el Anti-
pedaban á Alejandro. líbano, se vió en gran peligro á causa de su segun-
Despues de esta batalla de Iso envió tropas á D a - do ayo Lisimaco; porque se empeñó en seguirle, di-
masco, y se apoderó del caudal, de los equipages, ciendo que no se tenia en menos , ni era mas viejo que
de los hijos y de las mugeres de los Persas; de todo Fénix Acercáronse á la montaña, y dejando los c a -
lo que tomaron la mayor parte los soldados de^ la ballos, caminaban á pie: los demás se adelantaron
caballería Tesaliana; porque como se hubiesen distin- mucho, y él no sufriéndole el corazon dejar á Lisi-
guido en la acción por su valor, de intento los envió maco , cansado y a , y que andaba con trabajo, por-
con ánimo de que tuvieran esta mayor utilidad. Sin em- que cargaba la noche y los enemigos se hallaban cer-
ca , no echó de ver que estaba muy separado de sus
bargo aun pudo satisfacerse de botin y riqueza todo el
tropas con solo unos pocos, y que iba á tener que p a -
resto del ejército; y habiendo empezado allí los Ma-
sar en un sitio muy expuesto aquella noche, que era
cedonios á tomar el gusto del o r o , de la plata, de
sumamente obscura y fría. V i ó pues á lo lejos encen-
las mugeres y del modo de vivir Asiático, se aficio-
didas con separación muchas hogueras de los enemi-
naron á la manera de los perros á ir como por el ras-
gos; y confiado en su agilidad y en estar hecho á
tro en busca y persecución de la riqueza de los Per- continuas fatigas, para consolar en su incomodidad
sas. Parecióle con todo á Alejandro que su primer á los Macedonios corrió á la hoguera mas próxima,
cuidado debia ser asegurar toda la parte marítima; y pasando con la espada á dos bárbaros que se c a -
y espontáneamente vinieron los reyes á entregarle á lentaban á ella, cogió un tizón, y volvió con él á los
Chipre y la Fenicia, á excepion de Tiro. Al séptimo suyos. Encendieron también una gran lumbrada; con
mes de tener sitiada a Tiro con trincheras, con má- lo que asustaron á los enemigos, de manera que unos
quinas y con doscientas naves, tuvo un sueño, en el se entregaron á la fuga, y á otros que acudieron, los
que vió que Hércules le alargaba desde el muro la ma- rechazaron, y pasaron la noche sin peligro: asi es c o -
n o , y le llamaba. A muchos de los Tirios les pareció mo lo refirió Cares.
asimismo entre sueños que Apolo les decia se pasaba á
Alejandro: pues no le era agradable lo que se hacia El éxito que tuvo el sitio fue el siguiente: daba
descanso Alejandro de los muchos combates anterio-
en la ciudad; pero ellos mirando ál Dios como á un
res á la mayor parte de sus tropas, y aproximaba so-
hombre que á su antojo se pasase á los enemigos,
lo unos cuantos hombres á las murallas para no dejar
echaron cadenas á su estatua, y la clavaron al pedes-
del» todo reposar á los enemigos. En una de estas oca-
tal, llamándole Alejandrista. Tuvo Alejandro otra
visión entre sueños, y fue aparecérsele un sátiro, que
de lejos se puso como á juguetear con é l , y querien- i Esto mismo dice la voz griega 2¿r¡/po<r, partida
como se ha dicho.
do asirle, se le huía; pero al fin á fuerza de ruegos
c2
36 ALEJANDRO. ALEJANDRO. 37
siones hacia el agorero Aristandro un sacrificio, y al
•i sus amigos: ¿qué seria lo mas preciado y curioso
observar las señales aseguró con la mayor confianza
que podría guardarse en ella? respondieron unos una
ante los que se hallaban presentes, que en aquel mes
cosa y otros otra, y él dijo que en aquella ca)a iba
sin falta habia de tomarse la ciudad. Echáronlo á bur-
á colocar y tener defendida la Iliada; de lo que dan
la v á risa, porque aquel era el último dia del mes;
testimonio muchos escritores fidedignos. Y si es ver-
y viéndole perplejo Alejandro, que daba grande i m -
dad lo que dicen los de Alejandría sobre la te de
portancia á las profecías, mandó que no se contara
Heraclides, no le fue Homero un consejero ocioso e
aquel por dia treinta, sino por dia tercero del tér-
inútil en sus expediciones: pues refieren que apode-
mino del mes; y haciendo señal con la trompeta, aco-
rado del Egipto, quiso edificar en él una ciudad grie-
metió á los muros con mas ardor de lo que al prin-
g a , capaz y populosa, á la que impusiera su n o m -
cipio habia pensado. Fue violento el ataque, y c o -
bre ; y que ya casi tenia medido y circunvalado el si-
mo no se estuviesen ya quedos los del campamento,
tio según la idea de los arquitectos, cuando quedán-
sino que acudiesen prontos á dar auxilio, desmaya-
dose dormido á la noche siguiente, tuvo una visión ma-
ron los Tirios, y tomó la ciudad en aquel misino dia.
ravillosa: parecióle que un varón de cabello cano y ve-
Sitiaba despues á Gaza, ciudad la mas populosa de
nerable aspecto, puesto ásu lado le recitó estos versos:
la Siria, y le dió un yesón en el hombro, dejado
En el undoso y resonante Ponto
caer desde lo alto por una ave, la cual, posándose
Hay una isla á Egipto contrapuesta
sobre una de las máquinas, se enredó sin poderlo
De Faro con el nombre distinguida.
evitar en una de las redes de nervios que servían de
Levantándose pues marchó al punto á Faro, que en-
cabos para el manejo de las cuerdas; y esta señal
tonces era isla, situada un poco mas arriba de la boca
tuvo el término que predijo Aristandro: porque fue
del Ni lo llamada Canobica, y ahora por la calzada
herido Alejandro en un hombro, y tomó la ciudad.
está unida al continente. Cuando vio aquel_ lugar
Envió gran parte de los despojos á Olimpiada, á
tan ventajosamente situado (porque es una faja que
Cleopatra y á sus amigos, y remitió al mismo tiem-
á manera de istmo con un terreno llano separa lige-
po á su ayo Leónidas quinientos talentos de incienso,
ramente de una parte el gran lago y de otra el mar
y ciento de mirra en recuerdo de una esperanza
que remata en el anchuroso puerto) , no pudo menos
que le hizo concebir en su puericia: porque según
de exclamar que Homero, tan admirable en todo lo
parece, como en un sacrificio hubiese cogido Alejandro
demás, era al propio tiempo un habilísimo arquitec-
y echado en el ara una almorzada de perfumes, le dfjo
to ; y mandó que le diseñaran la forma de la ciudad
Leónidas: cuando domines la tierra que lleva los aro-
acomodada al sitio. Carecían de tierra b l a n c a p e -
mas, entonces sahumarás con profusion: ahora es me-
ro con harina en el terreno, que era negro, describie-
nester conducirse con parsimonia. Escribióle pues Ale-
ron un seno, cuya circunferencia en forma de man-
jandro: te envió incienso y mirra en grande abundancia
to guarnecido comprendieron dentro de dos curvas
para que en adelante no andes escaso con los dic«es.
que corrían con igualdad, apoyadas en una base rec-
ta. Cuando el R e y estaba sumamente complacido con
Habiéndole presentado una cajita, que pareció este diseño, aves en inmenso número y de toda es-
la cosa mas preciosa y rara de todas á los que reci- pecie acudieron repentinamente á aquel sitio á mane-
bían las joyas y demás equipage de D a r í o , preguntó
38 ALEJANDRO.
ra de nube, y no dejaron ni señal siquiera de la h a - cuervos que se les aparecieron, fueron sus c o n d u c -
rina, de manera que Alejandro concibió pesadumbre tores, volando delante y acelerando la marcha cuan-
con este agüero; pero los adivinos le calmaron, d i - do los seguían; y parándose y aguardando cuando
ciéndole que la ciudad que trataba de fundar abun- se retrasaban. Pero lo maravilloso era, según dice
daría de t o d o , y daria el sustento á hombres de d i - Calistenes, que con sus voces y graznidos llamaban
á los que se perdían por la noche, trayendolos a las
ferentes naciones; con lo que dió orden á sus encar-
huellas del camino. Cuando pasado el desierto llego
gados para que pusieran mano á la obra, y él em-
á la ciudad, el profeta de Amon le anuncio que le
prendió viage al templo de Amon Era este viage lar-
saludaba de parte del Dios, como de su padre; a lo
g o , y ademas de serle insep rabies otras muchas i n c o -
que él le preguntó ¿si se había quedado sin castigo
modidades, ofrecia dos peligros: el uno de la falta
alguno de los matadores de su padre? Repúsole el pro-
de agua en un terreno desierto de muchas jornadas;
feta que mirara lo que decia, porque no había t e -
y el otro de que estando de camino, soplara un re-
nido un padre mortal; y entonces él mudando de
cio ábrego en unos arenales profundos é intermina- lenguage, preguntó ¿si h a b í a castigado á todos los
bles, como se dice hab¿r sucedido antes con el ejér- matadores de Filipo? y en seguida acerca del i m p e -
cito de Cambises, que levantando un gran montón rio ¿si le concederia el dominar á todos los hombres?
de arena, y formando remolinos, fueron envueltos Habiéndole también dado el Dios favorable respues-
y perecieron cincuenta mil hombres. Todos discur- ta , y asegurádole que Filipo estaba completamente
rían de esta manera; pero era muy difícil apartar á vengado, le hizo las mas magníficas ofrendas, y a los
Alejandro de lo que una vez emprendía: porque f a - hombres allí destinados los mas ricos presentes. Esto
voreciendo la fortuna sus conatos, le afirmaba en su es lo que en cuanto á los oráculos refieren los mas de
propósito; y su grandeza de ánimo llevaba su o b s - los historiadores; y se dice que el^ mismo Alejandro
tinación nunca vencida á toda especie de negocios, en una carta á su madre le significó haberle sido h e -
atropellando en cierta manera no solo con los enemi- chos ciertos vaticinios arcanos, los que á ella sola
g o s , sino con los lugares, y aun con los temporales. revelaría á su vuelta. Algunos han escrito que q u e -
Los favores que en los apuros y dificultades de riendo el profeta saludarle en Griego con cierto c a -
este viage recibió del Dios le ganaron á este mas riño diciéndole, hijo m i ó ; se equivocó por barbaris-
confianza que los oráculos dados despues; ó por m e - mo en una letra, poniendo una ¿ por una n ; y que
jor decir por ellos se tuvo despues en cierta manera á Alejandro le fue muy grato este error, por cuanto
mas fe en los oráculos. Porque en primer lugar el r o - se dió motivo á que pareciera le habia llamado hijo
cío del cíelo y las abundantes lluvias que entonces de Júpiter, porque esto era lo que resultaba de la
equivocación. 1 Dícese asimismo que habiendo oido
cayeron , disiparon el miedo de la sed; y haciendo
* t' }L¡ • -' -
desaparecer la sequedad, porquecon ellas se humede-
ció la arena y quedó apelmazada, dieron al aire las
calidades de mas respirable y mas puro. En segundo I Si el profeta hubiera empleado la voz paidion aca-
bada en « , le hubiera llamado á Alejandro hijito; pe-
lugar, como confundidos los términos por donde se
ro empicó la voz pai-dios acabada en / , que es hijo de
gobernaban los guias, hubiesen empezado á andar
Júpiter.
perdidos y errantes, por no saber el c a m i n o , unos
en el Egipto al filósofo Psamon, l o q u e principal-
ni se engrió con la idea de su origen divino; sino
mente coligió de sus discursos fue que todos los hom-
bres son regidos por D i o s , á causa de que la parte que solamente quiso subyugar con la opinion de él
que en cada uno mand? é impera, es divina; y que á los demás. .
e'l todavía opinaba mas filosóficamente acerca de estas Vuelto del Egipto á la Fenicia, hizo sacrificios
cosas, diciendo que Dios es padre común de todos y procesiones á los dioses, y certámenes de coros de
los hombres; pero adopta especialmente por hijos su- música y baile y de tragedias, que fueron brillantes,
y o s á los buenos. no solo por la magnificencia con que se hicieron, sino
también por el concurso: porque condujeron estos
En general con los bárbaros se mostraba arrogan-
coros los reyes de Chipre, al modo que en Atenas
t e , y como quien estaba muy persuadido de su ge-
aquellos á quienes cabe la suerte en sus tribus, y
neración y origen divino; pero con los Griegos 0 se
contendieron con maravilloso empeño unos con otros:
iba con mas tiento en divinizarse: solo una vez es-
sin embargo la contienda mas ardiente fue la de N i -
cribiendo á los Atenienses acerca de Samos les dijo:
cocreon de Salamina y Pasicrates de Solos: porque
no soy y o quien os entregó esta ciudad libre y g l o -
á estos les tocó presidir á los actores mas célebres,
riosa; sino que la teneis, habiéndola recibido del que
Pasicrates á Atenodoro, y Nicocreon á Tésalo, por
entonces se decía mi señor y padre; queriendo indi-
quien estaba el mismo Alejandro. Con todo se abs-
car á Filipo. En una ocasion habiendo venido al sue-
tuvo de manifestar su pasión hasta que los votos d e -
lo herido de un golpe de saeta, y sintiendo dema-
clararon vencedor á Atenodoro: mas entonces al re-
siado el dolor: esto que corre, amigos, d i j o , es san-
tirarse dijo, según parece, que alababa la imparcia-
gre , y no licor sutil,
lidad de los jueces'; pero que habría dado de buena
Como el que fluye de los almos dioses; fana parte de su reino por no haber visto vencido á
y otra vez, como habiendo dado un gran trueno, esalo. Fue mas adelante multado Atenodoro por los
se hubiesen asustado todos, el sofista Anaxarco, que Atenienses con motivo de no haberse presentado at
se hallaba presente, le preguntó: ¿ y tú, hijo de Jú- combate de las fiestas Bacanales; y como hubiese su-
piter, no haces algo de esto? y él riéndose: no quie- plicado al Rey escribiese en su favor, esto no tuvo
r o , le dijo, infundir terror á mis amigos, como me á bien ejecutarlo; pero de su erario le pagó la multa.
lo propones tú, el que desdeñas mí cena, porque ves Representaba en el teatro Licon Escarfeo merecien-
en las mesas pescados, y no cabezas de Sátrapas. Y do aplauso; y habiendo intercalado con los de la
era asi la verdad, que Anaxarco, según se cuenta, comedia un verso que contenia la petición de diez
habiendo enviado el R e y á Hefestion unos peces, talentos, se echó á reír y se los dió. Envióle Darío
prorumpió en la frase que se deja expresada, como una carta y personages de su corte que intercediesen
teniendo en poco y escarneciendo á los que con gran- con él, para que recibiendo diez mil talentos por los
des trabajos y peiigros van en pos de las cosas'bri- cautivos, conservando todo el terreno de la parte acá
llantes, sin que por eso en el goce de los placeres y del Eufrates, y tomando en matrimonio una de sus
de las comodidades excedan á los, demás ni en lo hijas, hubiese entre ambos amistad y alianza; lo que
mas mínimo. Se ve pues por lo que dejamos dicho consultó con sus amigos; y habiéndole dicho Par-
que Alejandro dentro de sí mismo no fue seducido menion: pues y o si fuera Alejandro admitiría este
42 ALEJANDRO, ALEJANDRO. 43
partido: y o también, le respondió, si fuera Parme- cíente luz de Mitra y la diestra del R e y , si acaso
nion; pero á Darío le escribió que seria tratado con son ligeros los males que lloro de Estatira, en c o m -
la mayor humanidad si viniese á él; mas si no venia, paración de otros mas terribles que me hayan acae-
que iba al momento á marchar en su busca. cido mientras vivia, por haber caido en manos de
Mas á pooo tuvo motivo de disgusto, por haber un enemigo cruel é inhumano? ¿porque que motivo
muerto de parto la muger de Darío: dando bien c l a - decente puede haber para que un joven llegue hasta
ras pruebas del sentimiento que le causaba el que ese exceso de honor .con la muger de un enemigo?
se le quitase la ocasion de manifestar su buen cora- Todavía no habia concluido, cuando arrojándose a
zon. Hizo pues que se le diera sepultura, sin excu- sus pies Tireo, empezó á rogarle que mirara bien io
sar nada de lo que pudiera contribuir á la magnifi- que decia, y no calumniara á Alejandro, ni cubrie-
cencia y al decoro. En esto uno de los Eunucos de ra de ignominia á su hermana y muger muerta, q u i -
la cámara, que habia sido cautivado con la Reina tándose á sí mismo el mayor consuelo en sus gran-
y demás mugeres, llamado Tireo, marcha corriendo des infortunios, que era el que pareciese haber sido
en posta del campamento, y llegado ante Darío le vencido por un hombre superior á la humana natu-
refiere la muerte de su esposa. Despues de haberse raleza; sino que mas bien admirara en Alejandro el
lastimado la cabeza y desahogádose con el llanto: haber dado mayores muestras de continencia y m o -
deración con las mugeres de los Persas, que de valor
¡estamos buenos, exclamó, con el Genio de la Per-
con sus maridos. Continuaba el camarero profiriendo
sia, si la muger y hermana del R e y no solo ha v i -
terribles juramentos en confirmación de lo que había
vido en la servidumbre, sino que ha sido también
dicho, y celebrando la moderación y grandeza de
privada de un entierro regio! á lo que replicando el
ánimo de Alejandro, cuando saliendo Darío adonde
camarero; por lo que hace al entierro, d i j o , ó R e y ,
estaban sus amigos, y levantando las manos al cielo:
y á todo honor y respeto, no tienes en qué culpar dioses patrios, exclamó, tutelares del remo, dadme
al Genio malo de la Persia: porque mientras vivió mi ante todas cosas el que vuelva á ver en pie la fortu-
amada Estatira, ni á la misma, ni á tu madre, ni á na de los Persas, y que la deje fortalecida con los
tus hijos les faltó nada de los bienes y honores que bienes que la recibí, para que vencedor, pueda^ r e -
les eran debidos, á excepción del de ver tu luz, que tornar á Alejandro los favores que en mí adversidad
otra vez volverá á hacer que resplandezca el supre- ha dispensado á los objetos que me son mas caros;
mo Oromasdes; ni despues de muerta aquella ha de- y si es que se acerca el tiempo que la venganza del
jado de participar de todo decoro, siendo honrada cielo tiene prefinido para el trastorno de las cosas de
con las lágrimas de los enemigos: porque Alejandro Persia, que ninguno otro hombre que Alejandro^ se
es tan benigno en la victoria como terrible en el com- siente en el trono de Ciro. Los mas de los historia-
bate. Al oir Darío esta relación, la turbación y el dores convienen en que estas cosas sucedieron y se
amor lo condujeron á infundadas sospechas; é intro- dijeron como aquí van referidas.
duciendo al Eunuco á lo mas retirado de su tienda:
si es que tú, le d i j o , no te has hecho también M a - Alejandro, despues de haber puesto á su obedien-
cedonio con la fortuna de los Persas, y todavía soy cia todo el pais de la parte acá del Eufrates, movió
tu amo Darío, dime, reverenciando la resplande- contra Darío, que bajaba con un millón de comba-

t
ALEJANDRO. _ 4?
44 ALEJANDRO,
tientes. Refirióle uno de sus amigos una ocurrencia día y resonaba una voz confusa con turbación y mie-
digna de risa, y fue que los asistentes y bagajeros d o como de un inmenso piélago, admirados de se-
del ejército por juego se habian dividido en dos ban- mejante muchedumbre, y diciéndose unos á otros
dos, cada uno de los cuales tenia su caudillo y Ge- que habia de ser -grande empresa el acometer al des-
neral, al que los unos llamaban Alejandro, y loí cubierto y repeler tan furiosa tormenta, se dirigie-
ron al R e y concluido que hubo los sacrificios, y le
otros Darío. Empezaron á combatirse de lejos tirán-
propusieron que se acometiera de noche á los ene-
dose terrones unos á otros; despues vinieron á las
migos, y se ocultara entre las sombras ^terrible del
juñadas, y acalorada la contienda, llegaron hasta
f as piedras y los palos, habiendo costado mucho tra-
combate en que iban á entrar. Mas él diciendo aque-
lla tan celebrada sentencia: y o no hurto la victoria,
bajo el separarlos. Enterado de ello, mandó que los
á unos les pareció que habia dado una respuesta pue-
caudillos se batieran en duelo, armando él por sí ril y vana, tratando de burlería tan grave peligro;
mismo á Alejandro, y Filotas á Darío; y el ejér- pero otros creyeron qué habia hecho bien en mani-
cito fue espectador de aquel desafio, tomando lo que festar confianza en lo presente, y acertado para lo
en él sucediese por agüero del futuro éxito de la futuro en no dar ocasioné Darío, si fuere vencido,
guerra. Fue reñida la pelea, en la que venció el que para querer todavía hacer otra prueba, achacando
se llamaba Alejandro, y recibió por premio doce a l - esta derrota á la noche y á las tinieblas, como la
deas , y poder usar de la estola Persiana : asi es como primera á los montes, á los desfiladeros y al mar:
Erastótenes nos lo ha dejado escrito; pero la grande porque Darío con tan inmensas fuerzas no desistiría
batalla contra Darío no fue en Arbelas como dicen de combatir por falta de armas ó de hombres, sino
muchos, sino en Gaugamelos: nombre que en el cuando perdiera el ánimo y la esperanza, conven-
dialecto Persa dicen significa la casa del Camello, á cido de haber sido deshecho en batalla dada á vista
causa de que en lo 'antiguo un R e y , huyendo de de todo el mundo de poder á poder.
los enemigos en un dromedario, le edificó alli casa, Dícese que encerrándose en su pabellón luego
señalando algunas aldeas y ciertas rentas para su cui- que estos se retirarondurmió con un profundo sue-
dado. La luna del mes boedromion padeció eclipse ño la parte que restaba de la noche, fuera de su cos-
al principio de los misterios que se celebran en Ate- tumbre : en términos que se maravillaron los Gefes,
nas ; y en la noche undécima, despues del eclipse, habiendo ido á hablarle de madrugada; y tuvieron
estando ambos ejércitos á la vista, Darío tuvo sus que dar por sí la primera orden, que fue la de que
tropas sobre las armas, recorriendo con antorchas los soldados comieran los ranchos. Despues, cuan-
las filas; pero Alejandro., mientras descansaban los do ya el tiempo estrechaba, entró Parmenion, y
Macedonios, pasó la noche delante de su pabellón poniéndose al lado de la cama, le fue preciso lla-
con el agorero Aristandro, haciendo ciertas ceremo- marle dos ó tres veces por su nombre : despertóse, y
nias arcanas, y sacrificando al miedo. Los mas an- preguntándole este en qué consistia que durmiese el
cianos de sus. amigos, y con especialidad Parmenion, süeño de un vencedor, cuando no faltaba nada para
viendo todo el pais que media entre el Nifates y los entrar en el mas reñido de todos los combates, se
montes de Gordiena iluminado con las hachas de añade haberle respondido sonriéndose: ¿pues te p a -
los bárbaros, y que desde el campamento se difun-
46 ALEJANDRO«, ALEJANDRO. 47
rece que no hemos vencido y a , libres de tener que riamente usaba de la espada en las batallas. El broche
andar errantes en persecución de Darío, que nos ha- de la cota era de un trabajo y de un primor muy su-
cia la guerra huyendo por un pais extenso y gasta- perior al resto de la armadura: porque era obra de He-
do? Y no solo antes de la batalla, sino que en m e - licón el mayor y obsequio de laciudad de Rodas que
dio del peligro se mostró grande é inalterable para le habia hecho aquel presente: solía también llevarle en
tomar disposiciones y dar pruebas de confianza: por- tos combates. Mientras que anduvo disponiendo la
que aquella acción tuvo momentos de flaqueza y de formación, ó dando órdenes, ó comunicando instruc-
algún desorden en la ala izquierda mandada por Par- ciones ó haciendo reconocimientos, tuvo otro caba-
menion ¿ por haber cargado la caballería Bactriana llo , no queriendo cansar á Bucéfalo, que estaba vie-
con gran ímpetu y violencia á los Macedonios, y j o ; pero cuando ya se iba á entrar en la acción,
haber enviado Maceo otra division de caballería fue- le trajeron este; y en el momento mismo de m o n -
ra de la línea de batalla para acometer á los que tarle habia principiado el combate.
guardaban los equipages. Asi es que turbado Parme- Entonces habiendo hablado con alguna detención
nion con estos dos incidentes, envió ayudantes que á los Tesalianos y á los demás Griegos, luego que
informaran á Alejandro de que iban á perderse el estos le dieron ánimo gritando que los llevara contra
campamento y el bagage/si sin dilación alguna no los bárbaros, pasó la lanza á la mano izquierda , y
enviaba desde vanguardia un considerable refuerzo tendiéndo la diestra, invocaba á los dioses, pidién-
á los de reserva; y esto fue en el momento en que doles , según dice Calistenes, que si verdaderamente
justamente estaba dando á ¡os que por sí mandaba era hijo de Júpiter, defendieran y protegieran á los
la orden y señal de embestir. Luego que se enteró del Griegos. El agorero Aristandro que le acompañaba á
aviso de Parmenion, dijo que sin duda estaba lelo caballo, llevando una especie de alba y una corona
y fuera de su acuerdo, pues con la turbación no re- de o r o , les mostró una águila, que puesta sobre la
paraba que si vencían, serian dueños de cuanto t e - cabeza de Alejandro se encaminaba recta á los ene-
nían los enemigos; y si eran vencidos, no estarian migos ; lo que infundió grande aliento á los que la
para pensar en caudales ni en esclavos, sino en m o - vieron, y con este motivo exhortándose unos á otros,
rir peleando denodada y valerosamente; y esto mis- la falange aceleró el paso para seguir á la caballería,
mo fue la respuesta que mandó á Parmenion. Calóse que de carrera marchaba al combate. Antes de tra-
entonces el casco, porque y a antes había tomado en barse este entre los de la primera línea ciaron los
su tienda el resto' del armamento, que consistía en bárbaros, y se les perseguía con ardor, procurando
una ropa á la Siciliana ceñida, y encima una sobre- Alejandro impeler los vencidos hácia el centro, don-
vesta de lino doble, de los despojos tomados en Iso. de se hallaba Darío ; porque le habia visto de lejos,
El cáseo era de acero, pero resplandecia como la mas haciéndose observar por entre los de vanguardia c o -
bruñida plata, obra de Teotílo. Guardaba conformi- locado en el fondo de la tropa real, de bella presen-
dad con él un collar asimismo de acero guarnecido cia y estatura, conducido en un carro alto, y defen-
con piedras. La espada era admirada por el temple dido por numerosa y brillante caballería, muy bien
y la ligereza, dádiva que le habia hecho el R e y de distribuida al rededor del carro, y dispuesta á r e -
los Citienses; y se la habia ceñido, porque ordina- cibir ásperamente á los enemigos; pero pareciéndoles
48 ALEJANDRO. ALEJANDRO. 49
Alejandro terrible de cerca, é impeliendo este los fu- con'cierta ambición á los Griegos, que se destruye-
gitivos sobre los que se mantenían en su puesto, llenó ran todas las tiranías, y se gobernára cada pueblo por
de terror y dispersó á la mayor parte. Los esforzados sus propias leyes; y en particular dió orden á los
y valientes, muriendo al lado del R e y , y cayendo Plateenses para que restablecieran su ciudad, pues
unos sobre otros, eran estorbo para el alcance, afer- que sus padres habian dado territorio á los Griegos
rándose aun en esta disposición á los hombres y á los en el que peleasen por la libertad común. Envió asi-
caballos. Darío, viendo ante sus ojos toda especie de mismo á los deCrotona en Italia parte de los despo-
peligros, y que venían sobre él todas las tropas que jos, para honrar con ellos la buena voluntad y la
tenia delante, como no le fuese fácil hacer cejar ó virtud del atiera Faulo, que en la guerra Pérsica,
salir por algún lado el carro , sino que las ruedas es- cuando todos los demás de Italia daban por perdidos
taban atascadas con tantos caídos, y los caballos, de- á los Griegos, marchó á Salamina con una nave a r -
tenidos y casi cubiertos con tal muchedumbre de ca- mada que tenia propia para tomar parte en aquellos
dáveres, tenían en agitación y despedían al que los peligros. ¡Tan inclinado era á toda virtud! ¡ y hasta
gobernaba, abandonó el carro y las armas, y mon- tal punto conservaba la memoria de las acciones loa-
bles , y las miraba como hechas en su bien!
tando , según dicen, en una yegua recien parida dio
á huir; y es probable que no habría escapado, á no Recorriendo la provincia de Babilonia, que ya
haber venido otros ayudantes de parte de Parmenion toda le estaba sujeta, lo que mas le maravilló fue
implorando el auxilio de Alejandro, por mantenerse la sima que hay en Ecbatana de fuego perenne, como
alli todavía considerables fuerzas y no acabar de c e - si fuera una fuente, y el raudal de nafta que viene
der los enemigos. Generalmente se tacha á Parmenion á formar un estanque no lejos de la sima. Parécese la
de haber andado desidioso é inactivo en esta batalla, nafta en las mas de sus calidades al betún, y tiene
bien fuera porque la edad le hubiese disminuido los tal atracción con el fuego que antes de tocarle la lla-
brios, ó bien porque, como dice Calistenes, le cau- ma, con la mas mínima parte que le llegue del res-
plandor, inflama muchas veces el aire contiguo. Pa-
sase disgusto y envidia el alto grado de violencia y
ra hacer pues los bárbaros ver al Rey su fuerza y
entonamiento á que habia llegado el poder de A l e -
su virtud no derramaron mas que unas gotitas de
jandro ; el cual aunque se incomodó con aquella lla-
esta materia por el corredor que conducía al baño,
mada , no manifestó lo cierto á los soldados, sino que
y despues desde lejos alargaron las hachas con que
como si se contuviera de la matanza por ser ya de
le alumbraban, porque ya era de noche, hácia los
noche, hizo la señal de retirada ; y marchando adon- puntos que se habian rociado; é inflamados los pri-
de se decia que habia riesgo, recibió aviso en el ca- meros, la propagación no tuvo tiempo sensible, sino
mino de que enteramente habían sido vencidos y huian que como el pensamiento pasó el fuego de uno al
los enemigos. otro extremo, quedando inflamado todo el corredor.
Habiendo tenido este éxito aquella batalla, pa- Hallábase en el servicio de Alejandro un Ateniense
recía estar del todo destruido el imperio de los Per- llamado Atenofanes, destinado con otros al ministe-
sas; y aclamado Alejandro R e y del Asia, sacrificó rio de ungirle y bañarle, y también al de procurar-
espléndidamente á los dioses; y á sus amigos les r e - le desahogo y diversión. Este pues como á la sazón
partió haciendas, casas y gobiernos. Escribió ademas TOMO I V . # D
JO , ALEJANDRO. , .
estuviese en eí baño un mozuelo del todo desprecia-
tuviera pulsos T : de modo que los naturales en el tiem-
ble y ridículo por su figura, pero que cantaba con
f>o del calor duermen sobre odres llenos de agua,
gracia, llamado Estefano, ¿quereis, le d i j o , ó R e y ,
larpalo, que quedó por administrador del pais, y
que hagamos en Estefano experiencia de este betún? que se propuso adornar las plazas de palacio y los
porque si con tocarle no se apaga, es preciso confe- paseos con árboles y plantas griegas, las demás hizo
sar que su virtud es insuperable y terrible. Prestába- que se diesen en aquella región, y solo no lo consi-
se también el mozuelo de buena gana al experimen- guió con la yedra, que siempre se secó, por no p o -
t o ; y e n el momento de untarle y tocarle , levantó der llevar aquella temperatura, que es muy cálida,
su cuerpo tal llamarada, y se encendió todo de ma- cuando ella es planta de terrenos frios. Esperamos
nera que Alejandro se vió en el mayor conflicto, y que estas digresiones no incurrirán en la-reprensión,
concibió temor; y á no ser que por fortuna se t u - aun de los mas delicados, siempre que guarden cier-
vieron á mano muchas vasijas de agua para el baño, ta medida.
un auxilio mas tardío no hubiera alcanzado á que Hecho dueño Alejandro de Susa, ocupó en el p a -
no se abrasase; aun asi se apagó con mucha dificul- lacio cuarenta mil talentos en moneda acuñada, y en
tad el fuego que ya se habia extendido por todo el lo demás preciosidades y riquezas incalculables. D í -
cuerpo, y de resultas quedó bien maltratado. Con cese que solo en púrpura de fíerminoe se encontraron
razón pues acomodando algunos la fábula á la ver- cinco mil talentos, la cual con estar alli guardada cien-
dad dicen haber sido este el ingrediente con que to y noventa años habia, se conservaba fresca y brillan-
untó Medea la corona y la ropa de que se habla en t e , como si acabara de ponerse.; atribuyéndose esto á
las tragedias: porqne no ardieron estas por sí mismas, que el tinte del color purpúreo se daba con miel, y
ni se encendió aquel fuego sin causa; sino que ha- el color blanco con aceite blanco: porque, se veian
biéndose puesto cerca alguna luz tuvo lugar una atrac- otros paños que teniendo el mismo tiempo conserva-
ción é inflamación repentina, imperceptible á los sen- ban todo su lustre y toda la viveza de colores. Refiere
tidos. Porque los rayos y emanaciones del fuego que Di non que los reyes de Persia .hacian llevar hasta agua
parten de cierta distancia, sobre algunos cuerpos no del Nilo y del Istro, y depositarla en el tesoro con
derraman mas que luz y calor; pero en otros, que las demás cosas que le componían , para hacer asi p a -
tienen una sequedad espirituosa, ó.una humedad gra- tente la grandeza de su imperio, y que dominaban la
sienta y no disipable , amontonándose y acumulan- tierra.
do fuego en ellos, producen mudanza y destrucción Como la entrada en Persia fuese difícil por :1aas-
en su materia. Ofrecía pues dificultad el concebir la pereza del terreno, y estuviese defendida por los mas
formación de la nafta: si es solo un betún líquido alentados y fieles de sus naturales, pues Darío se ha-
que se considere como depositado allí, ó si es un h u - bia acogido á ella, tuv.o por guia, para dar cierto
mor encendido que mana de una tierra grasienta rodeo, que no fue tampoco muy largo ,. á un h o m -
por sí, y como si dijésemos pirogena. Porque la de
Babilonia es de suyo sumamente fogosa, tanto que i Véase tomo observaron los-antiguos este fenómeno
muchas veces levanta y hace saltar las pajas que hay de la electricidad , y so&pecharop,.?lgo sobre la causa; pero
por el suelo, como si aquel lugar por demasiado ardor rada mas que sospechar.
D 2
52 ALEJANDRO.
bre instruido en ambas lenguas; por cuanto su padre mente las dotes de Alejandro, y ya haciéndole gra-
era Licio y su madre Persiana. Dícese que siendo t o - ciosas añagazas, con el calor de la_bebida llego a
davía niño Alejandro la Pitia profetizó que un L i - pronunciar una expresión, que si bien no desdecía
cio le serviría de guía en su expedición contra los Per- de las costumbres de su patria, parecía sin embargo
sas. Fue grande la mortandad que se dice haber te- que no podía provenir de ella. Porque dijo que en
nido allí lugar de los que cayeron cautivos; porque aquel día recibía la recompensa de cuanto había p a -
escribe el mismo que creyendo hallar en esto ventaja decido en sus marchas y peregrinaciones por el Asia,
habia dado orden de que se diera muerte á los ene- pudiendo tratar con el último desprecio á la orgullo-
migos ; que en dinero encontró tanta cantidad como sa corte de los Persas; y que su mayor gusto sena
en Susa, y todos los demás efectos y riquezas fue- quemar en medio de aquel regocijo el palacio de Jer-
ron carga de diez mil yuntas de muías y de cinco ges , que habia incendiado á Atenas, siendo ella quien
mil camellos. Habiendo visto una estatua colosal de le diera fuego en presencia del R e y , para que c o r -
Jerges, derribada sin reparar al suelo por la multi- riera por todas partes la voz de que mayor venganza
tud que habia penetrado al palacio, se paró, y sa- habian tomado de los Persas en nombre de la Grecia
ludándola como si estuviese animada: ¿á qué me d e - unas mugerzuelas, que tantas tropas de. mar y de
terminaré , le d i j o , á dejarte en tierra por tu expe- tierra y tantos Generales con el mismo Alejandro.
dición contra los Griegos, ó á levantarte por tu gran- Dicho esto, se levantó al punto grande algazara y
aplauso, exhortándola y acalorándola sus amigos,
deza de ánimo y otras virtudes? y al cabo, habiendo
tanto que inflamado el Rey se levantó y echó á a n -
estado por un rato pensando entre sí, pasó de largo
dar el primero, poniéndose una corona y tomando
sin hablar mas palabra. Queriendo que el ejército se
una antorcha. Siguiéronle todos los del festín con
repusiese, pues era entonces la estación de invierno,
gritería y estruendo, distribuyéndose al rededor del
se detuvo alli cuatro meses; y se dice que estando
palacio; y los demás Macedonios que lo entendieron
sentado por la primera vez en el trono regio bajo un acudieron también con antorchas sumamente conten-
dosel de o r o , Demarato de Corinto, hombre que le tos ; porque echaban la cuenta de que el abrasar y
amaba, continuándole la amistad que habia tenido con destruir el palacio era de un hombre que volvia los
su padre, se echó á llorar, como sucede á los ancia- ojos hacia su domicilio, y no tenia pensamiento de
nos , y exclamó en esta forma: ¡ de qué placer tan habitar en aquel pais bárbaro. Unos dicen que por
grande se han privado aquellos Griegos que han muer- este término se dispuso aquel incendio, y otros que
to antes de haber visto á Alejandro sentado en el tro- muy de propósito é intento; mas en lo que convie-
no de Darío! nen todos es en que se arrepintió muy en breve, y
De alli á p o c o , estando:ya para mover contra dió orden para que se apagase.
Darío, sucedió que condescendiendo con sus amigos
en un banquete y francachela'» * llegó hasta el punto Siendo por naturaleza dadivoso, creció en él la
liberalidad á proporcion que creció su poder; y aque-
de permitir que concurriesen mugerzuelasá comer y
lla iba siempre acompañada de afabilidad y benevo-
beber con sus amantes. Sobresalía entre estas Tais,
lencia , que es como los beneficios inspiran una ver-
amiga de Tolomeo, que mas adelante vino á ser R e y ,
dadera gratitud. Haremos memoria de algunas de sus
natural del A t i c a ; la cual ya celebrando-cuidadosa-
'54 ALEJANDRO,
dádiva«. Aristón, General de los Peones, habia dado dado de reservarlas; solo una vez, leyendo juntamen-
muerte á un enemigo; y mostrándole la cabeza: en- te con él Hefestion, pues solía tener esta confianza
tre nosotros, ó R e y , le dijo, este presente se recom- una de estas cartas que acababa de abrir, no se lo
pensa con vaso de o r o ; y Alejandro sonriéndosé, prihibió, sino que se quitó el anillo, y le paso a aquel
vacío, le contestó, y y o te lo d o y lleno de buen l l sello en la boca. Al hijo de Maceo, a q u e l q o e g o -
vino, bebiendo antes á tu salud. Guiaba uno de tan- • zaba de la mayor privanza con Darío, teniendo una
tos Macedénios "una acémila cargada con oro del que satrapía, le dió con ella otra mayor; mas este l a r e -
se habia ocupado al R e y ; y como esta se cansase, huso diciendo : antes, ó R e y , no había mas de un
tomó él la carga y la llevaba á cuestas. Viole Alejan- Darío; pero tú ahora has hecho muchos Alejandros.
dro sumamente fatigado, y enterado de lo. que era, A Parmenion pues le dió la casa de Bagoas en la
cuando iba á dejarla caer , no hagas tal, le dijo, sino que se dice haberse encontrado en muebles de Susa
hasta mil talentos. Escribió á Añtipatro que se r o -
sigue tu cártiíno llevándola hasta tu tienda para tí.
deara de guardias, pues habia quien le armaba ase-
En general mas se incomodaba con los que no reci-
chanzas A la madre le dió y envío muchos presen-
bían sus beneficios, que con los que le pedían; y á
• " nunca le permitió mezclarse en e gobterno
Focion le escribió una carta, en que le decía que no
ni en las cosas del ejército; y siendo de ella^pren-
le tendría en adelante por amigo si desechaba sus fa-
dido , llevó blandamente la dureza de su genio, y
vores. A Serapion, uno de los mozos que jugaban con una vez habiendo leído una larga carta de Antipatro,
él á la pelota, no le dió nunca nada, porque no pedia; en que trataba de ponerle mal con ella : no sabe A n -
y en una ocasion, puesto este en el juego, alargaba fipatro, d i j o , que una sola lagrima de una madre
la pelota á los demás; y diciéndole el Rey ¿ y á mi
no me la alargas? si no la pides, le respondió; con borra miles de cartas. . , , ,
lo que se echó á reír, y le hizo un gran regalo. P a - Habiendo visto que cuantos tenia a su ado se
reció que se habia enojado con Protea, uno de los habian entregado enteramente al lujo y al regalo , h a -
decidores y bufones, que no carecía de gracia: rogá- ciendo excesivos gastos en todo lo relativo a sus p e r -
banle por él los amigos, y el mismo Protea se pre- sonas, tanto que Agnon de T e y o llevaba clavos de
sentó llorando, y les dijo que estaba aplacado; mas plata en los zapatos; Leonato se hacia traer del Egip-
como este repusiese, ¿ y no empezaras, ó R e y , á to con camellos muchas cargas de polvo para os gim-
darme de ello alguna prenda? mandó que le dieran nasios; Filotas habia hecho para la caza toldos que
cinco talentos. Cuanta hubiese sido su profusion en se extendían hasta cien estadios; y que eran mas los
repartir dones y gracias á sus amigos y á los de su que para ungirse y para el baño usaban de mirra que
de aceite, llegando hasta el extremo de tener mozos
guardia lo manifestó Olimpíada en una carta que le
únicamente destinados á que les rascasen y concilla-
escribió. De otro modo le decía seria de aprobar que
sen el sueño, los reprendió suave y filosóficamente,
hicieses bien a-tus amigos, y que te portases con es-
diciendo maravillarse de que hombres que habían sos-
plendor ; pero ahora haciéndolos otros tantos reyes,
tenido tantos y tan reñidos combates, se hubieran
á ellos les proporcionas que tengan amigos, y á tí
olvidado de que duermen con mas gusto los que tra-
el quedarte solo. Escribíale frecuentemente Olimpia- bajan , que los que están ociosos; y de que no v i e -
da por este mismo término, y estas cartas tenia cuí-

o ji ••"i
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ran, comparando su método de vida, con el de los
Persas, que el darse al regalo es lo mas servil y aba- síones, le escribió que estando entreteniéndose con
tido ; y el trabajar lo mas regio, y mas propio de los ' un Igneumon, Cratero habia caido sobre (a lanza de
que han de mandar: fuera de que ¿ cómo cuidará por Perdicas, y se habia lastimado los muslos. Habiendo
sanado Peucestas de cierta enfermedad, escribió al
sí un caballo ó acicalará la lanza y el morrion, el
médico Alexipo, dándole las gracias. Hallábase Cra-
que rehusa poner mano en la cosa mas preciada que •
tero enfermo, y habiendo tenido una visión entre
tiene, que es su propio cuerpo? ¿no sabéis que el
sueños, hizo sacrificios por él, y le mandó que los
fin que en vencer nos proponemos es el no hacer lo
hiciese. Al médico Pausanias, que quena dar elaboro
que hacen los vencidos ? T o m ó pues desde entonces
á Cratero, le escribió, ya oponiéndose y ya dándo-
con mas empeño el atarearse y darse malos ratos en le reglas sobre el modo de administrar aquella medi-
la milicia y en la caza : de manera que un embajador cina.0 A los primeros que le dieron parte de la deser-
de Lacedemonia, que se halló presente cuando dió ción y fuga de Harpalo, que fueron Efialtes y Ci-
fin de un terrible león, muy bien, ó Alejandro, le s o , los hizo aprisionar, como que le levantaban una
d i j o , lidiar con un león sobre el reino. Esta cacería calumnia. Empezó á dar licencia para retirarse á su
la dedicó Cratero en Delfos, haciendo esculpir en casa á los inválidos y ancianos; y habiéndose Euru-
bronce la imagen del león , las de los perros, la del loco de Egea puesto á sí mismo en la lista de los en-
R e y en actitud de haber postrado al león, y la del fermos, como despues se descubriese que ningún mal
mismo Cratero que le asistia; de las cuales unas f u e - tenia, y confesase que amaba á Telesipa , y se había
ron obra de Lisipo y otras de Leocares. propuesto acompañarla en su regreso por mar, pre-
Alejandro pues, ejercitándose y excitando al mis- guntó qué clase de mugerera esta; y habiéndole inr
mo tiempo á los demás á la virtud, se exponía á t o - formado que era una cortesana de condicion libre,
do riesgo; pero sus amigos, queriendo ya gozar y pues me tendrás, ó Euruloco, le dijo, por amador
regalarse por la riqueza y el l u j o , llevaban'mal las contigo: mira si podremos persuadirla con dones o
marchas y las expediciones, y poco á poco llegaron con palabras, puesto que es muger libre.
hasta murmurar y hablar mal de él. Sufríalo al prin- Es ciertamente dé admirar que tuviese tiempo
cipio benigna y suavemente, diciendo que era muy para escribir las cartas que escribió en obsequio de
de: reyes el que se hablara mal de ellos cuando ha- los amigos: como por ejemplo, cuando un mozo de
cían bien. Y en verdad que aun los menores favores Seleuco se escapó á la Cilicia, dando orden de que
que dispensaba á sus amigos eran siempre indicio le buscasen; tributando alabanzas á Peucestas, por
de lo que los apreciaba y queria honrarlos; de lo haber recogido á Nicon , esclavo de Cratero; y pres-
que añadiremos algunos ejemplos. Escribió á Peuces- cribiendo a Megabizo, con motivo de habérsele hui-
tas quejándose de que maltratado por un o s o , habia do un esclavo templo, que si podía lo aprehen-
escrito á otros, y á él no se lo habia participado ; pero diese fuera, procurando atraerle; pero en el templo
ahora, le decía, dime c ó m o te hallas, y si es que re no le tocara. Dícese que al principio cuando juzga-
abandonaron algunos de los que te acompañaban en ba las causas capitales se tapaba con la mano el un
la caza, para que lleven su merecido. A Hefestion, oido mientras hablaba el acusador, á fin de conser-
que se hallaba ausente con motivo de ciertas c o m i - var el otro para el reo puro y libre de toda preven-
$8 ALEJANDRO.
cion; pero mas adelante lo exasperaron las muchas plata que estaban amontonados, pasando también de
calumnias, que envueltas con verdades conciliaban largo por muchos carros de niños y demugeres que
crédito á la mentira. Lo que sobre todo le sacaba de andaban errantes sin conductor; smo que fueron
tino, y le hacia duro é inexorable, era el que se le siempre en persecución de los primeros, porque en-
desacreditase: como que era hombre que prefería la tre ellos habia de estar Darío. Encontróseie con d i -
gloria á la vida y al reino. Marchó entonces contra ficultad , traspasado ei cuerpo de dardos, tendido
Darío para combatir segunda vez; pero habiendo en un carro, y m u y próximo á fallecer: con todo
llegado á sus oídos que Beso le habia apresado, l i - pidió agua, y habiendo bebido agua fria, dijo a Po-
cenció á los Tesalianos, añadiendo á sus soldados lístrato que se la habia dado: «este es, amigo, el
«último término de mi-desgracia, recibir beneficios,
dos mil talentos de regalo. Con la marcha y perse-
« y no poder pasarlos; pero Alejandro te lo p r e -
cución , que fue penosa y larga, habiendo andado á
•»> miará; y los Dioses á Alejandro el trato lleno de
caballo en once dias tres mil y trescientos estadios,
»bondad que mi madre, mi muger y mis hijos r e -
llegaron á flaquear y desalentarse la mayor parte,
fe cibieron de é l , á quien por tu medio d o y esta
principalmente por la falta de agua. Alli se encon-
» diestra;" y al decir esto, asido de la mano de P o -
tró con algunos Macedonios que en acémilas lleva- iistrato, espiró.Cuando.llegó Alejandro, se echó de
ban odres llenos de ella, y viéndole estos mortifica- ver cuanto lo sentía; y quitándose su manto le ar-
do de la sed, porque venia á ser entonces la hora rojó sobre el cadáver, y lo envolvió en ¡él. Mas ade-
del medio dia, llenaron sin dilación el morrion, y lante, habiendo podido aprehender á Beso le hizo
se le presentaron; mas habiendo preguntado para pedazos, de este modo : doblando hácia adentro dos
quiénes conducían aquella agua, como respondiesen: árboles derechos, hizo atar á cada uno un muslo, y
** para nuestros propios hijos; pero viviendo tú otros despues dejándolos libres, con la fuerza con que se
»tendremos si perdiéremos estos;" al oirlo tomó el enderezaron cada uno se llevó su parte; pero por
morrion en las manos; pero volviendo la vista, y entonces el cadaver de Darío, adornado como á la
observando que los soldados de á caballo que le acom- dignidad real correspondía, lo remitió k la madre;
pañaban, todos tenian inclinada la cabeza y fijos los y al hermano de aquel Oxatres lo admitió en el nú-
ojos en la bebida, volvió ti entregar el morrion sin mero de sus amigos.
haber bebido, y dándoles las gracias les d i j o : si y o
solo bebiere, estos desfallecerán todavía mas; y ellos, Bajó despues á la Hircania con lo mas florido de
viendo su templanza y su grandeza de ánimo, gri- sus tropas; y viendo un golfo de mar no menor que
el Ponto Euxino, aunque de agua mas dulce que los
taron que los condujese con toda confianza, y agui-
otros mares, nada pudo averiguar de cierto acerca
jaron los caballos: porque ni se cansarían, ni ten-
de é l ; y lo mas que conjeturó fue que -vendría á ser
drían sed, ni se acordarían que eran mortales mien-
una filtración de la laguna Meotis. Con todo á los
tras tuviesen un Rey como él.
ejercitados en las investigaciones físicas no se les ocul-
La decisión en todos era igual, y se dice que tó la verdad; sino que muchos años antes de la e x -
sin embargo solo fueron unos sesenta los que pudie- pedición de Alejandro nos dejaron escrito que sien-
ron llegar hasta el campamento de los enemigos; en do cuatro los golfos que del mar exterior sel entran
el que no hicieron cuenta del mucho oro y mucha
en el continente, el mas boreal es este, que se llami da en el cuello hasta el punto de haber perdido por
mar de Hircania, y también mar Caspio. Allí unos largo rato la lumbre de los ojos, con todo no deja-
bárbaros , que por casualidad se encontraron con los ba de exponerse sin reserva á los peligros: asi es que
palafreneros que conducían el caballo Bucéfalo de habiendo pasado el rio Orexartes, que él creía ser
Alejandro, se le robaron, lo que le irritó sobrema- el Tanais, y derrotado á los Escitas, los persiguió
nera; y habiendo enviado un heraldo, les intimó la cien estadios, sin embargo de estar molestado de
amenaza de que los pasaría á todos á cuchillo con diarrea. /
sus hijos y sus mugeres sino le volvian el caballo; Aquí fue donde vino á presentársele la Amazo-
pero luego que vinieron á restituírsele, haciendo ade- na , según dicen los mas de los escritores, de cuyo
mas entrega de sus ciudades, los trató á todos con número son Clitarco, Policrito, Onesicrito, A n t i -
mucha humanidad, y dió el rescate del caballo á los genes é Istro; pero Aristóbulo, Cares Teageleo, T o -
que lo habían robado. lomeo, Anticlides, Filón Tebano , Filipo Teageleo,
Pasó desde alli á la región Pártica, y detenién- y ademas de estos Hecateo Eretrio, Filipo Calciden-
dose en ella, empezó á vestirse la estola, ropage usual se y Duris Samio, dicen que todo esto fue una i n -
de aquellos bárbaros, bien porque quisiese acomo- vención, confirmando al parecer su opinion el mis-
darse á las leyes del pais, por cuanto sirve mucho mo Alejandro: porque escribiendo á^ Antipatro eon
para ganar los hombres el imitar sus costumbres pa- la mayor puntualidad cuanto ocurria, bien le c o -
trias; ó bien porque se propusiese hacer una tenta- municó que el Escita le habia ofrecido su hija en
tiva para la adoracion con los Macedonios, á ün de matrimonio; pero de la Amazona no hizo ninguna
irlos acostumbrando poco á poco á llevar el tránsito mención. Dícese ademas que leyendo Onesicrito mas
y mudanza que pensaba hacer en el método de vida. adelante á Lisimaco, cuando y a reinaba, el libro
cuarto de su historia, donde se refiere lo de la Ama-
Con todo no adoptó enteramente el trage de los Me-
zona , Lisimaco se echó á reir, y le preguntó: ¿pues
dos, que era mas distante del propio y mas extraño:
donde estaba y o entonces ? pero el que esto se crea
porque no se puso los calzones largos, ni la ropa
ó se deje de creer nada puede influir para que se
talar ni la tiara; sino que hizo una mezcla del Per-
admire á Alejandro ni mas ni menos.
siano y M e d o , tomando un vestido medio, ño de
tanto lujo como este, pero mas brillante que aquel. Temiendo que los Macedonios desmayasen para
Al principio no lo usaba sino para recibir á los bár- lo que restaba de la expedición, ya de antemano ha-
baros , y en casa con los amigos; pero despues ya lo bia dejado en cuarteles la mayor parte de las tropas;
vieron muchos salir y despachar con él. Espectáculo y teniendo consigo en la Hircania lo mas escogido
de ellas, que eran veinte mil infantes y tres mil c a -
era este muy desagradable á los Macedonios; pero
ballos , se anticipó á decirles que hasta entonces los
admirando en lo demás sus virtudes, creían que era
bárbaros no los habian visto sino como un sueño;
preciso contemporizar algún tanto en obsequio de su
y si se retirasen sin haber hecho mas que poner en
gloria y de su gusto: pues sobre todo lo demás, ha-
movimiento el Asia, cargarían al punto sobre ellos
biendo recibido recientemente un flechazo en la pier-
como sobre unas mugeres: con todo, que les preve-
na , del que cayó al suelo herido en el hueso de la nía podrían marcharse los que quisiesen; protestan-
rodilla, y sido lastimado segunda vez de unapedra-
do empero, cuando adquiría la tierra entera para los despachaba los negocios de los bárbaros, y por m e -
Macedonios, sobre verse abandonado con sus amigos, dio de este los de los Griegos y Macedonios: final-
y con los que tenian voluntad de continuar la guer- mente si al uno le amaba mas por este motivo, al
ra. Casi con estas mismas palabras se halla escrito en otro le estimaba y honraba: pensando y diciendo
una carta á Antipatro, en la cual se añade que no continuamente que Hefestion era amigo de Alejan-
bien lo hubo pronunciado, cuando todos gritaron dro, y Cretero amigo del Rey. De aqui es que tenien-
que los llevase al punto de la tierra que quisiese. H a - d o zelos el uno del otro, altercaron muchas veces; y
biendo salido bien la tentativa con estos, ya no hu- una sola en la India vinieron á las manos, ^ llegando
hasta sacar las espadas; y cuando sus respectivos ami-
bo tropiezo en hacer ir adelante á la muchedumbre;
gos apadrinaban á uno y á otro, presentándose A l e -
y antes bien siguió sin la menor dificultad. Én se-
jandro á Hefestion, le reprendió abiertamente llamán-
guida de esto todavía se acercó mas en el modo de
dole arrebatado y l o c o , si no veia que si alguno le
vivir á los naturales, aunque juntándolo con las cos-
privaba de la sombra de Alejandro, no era nada; y
tumbres Macedónicas; por creer que estableceria me-
á Cratero le riñó también, aunque en particular, ás-
jor su imperio con esta mezcla y comunicación usan- peramente. Llamólos despues á su. presencia, é hizo
do de afabilidad, que no con la fuerza, cuando pen- que se reconciliasen, jurando por Amon y los d e -
saba pasar tan adelante. Por esta misma razón eli- mas dioses que los amaba sobre todos los hombres;
gió treinta mil jóvenes, y dispuso que aprendieran pero si volvía á entender que habia contiendas e n -
las letras Griegas, y se ejercitasen en las armas Ma- tre ellos, daria muerte á entrambos, ó á lo menos al
cedónicas, poniéndoles muchos superintendentes y que hubiese dado principio á la disensión; por lo
zeladores. Su enlace con Rojana, bella y en edad que en adelante ya no se dice que ni por juego hu-
nubil, fue efecto del amor, habiéndola visto y pren- biesen hablado ó hecho nada el uno contra el otro.
dádose de ella en Coroana 1 en un festín; lo que es-
Filotas, hijo de Parmenion, era el de mayor au-
tando muy en armonía con el método que habia adop-
toridad y dignidad entre los Macedonios, porque
tado, dió mas confianza á los bárbaros por el deudo
habia dado pruebas de valor y sufrimiento; y en
que habia contraído con ellos, é inflamó mas su amor
cuanto á dadivoso y amigo de sus amigos ninguno
al ver que habiendo usado siempre de moderación
mas que él despues de Alejandro. Dícese que pidién-
y continencia, la habia llevado entonces hasta el ex- dole en una ocasion dinero uno de sus amigos, man-
tremo de no querer tocar ni aun á esta muger única dó que se le diera; y respondiendo el mayordomo
que le habia rendido, sin autorización de la ley. Allí que no tenia, ¿qué dices, le replicó, no tienes tam-
vió que de sus mayores amigos Hefestion celebraba poco un vaso ó una ropa? Su engreimiento de áni-
su sistema, y le imitaba; pero Cratero se mantenía mo , la ostentación de su riqueza, y el servicio y apa-
en los usos patrios; y asi es que por.medio de aquel rato relativo á su persona eran de mas boato de lo
icifííi ~ <}"••' im.tí.ríi'¿oi e:: que á un particular correspondía; y entonces, imi-
I En el original dice en cierto tiempo; lo que no cuadra tando la grandeza y magestad de un R e y con m u -
con la sentencia- Lo que se quiso designar parece que fue cho cuidado , pero sin ninguna gracia, en solo lo ex-
el lugar donde Rojana fue vista, y este pudo ser el de Co- travagante y que mas daba en ojos, no le granjeaba
roana , que era una región de la Partía, según, Tolomeo.
64 ALEJANDRO, ALEJANDRO. 65
este porte mas que sospechas y envidia; tanto que n o , este se dirigió con él á Filotas, rogmdole que
el padre le dijo en una ocasion: >» dame, h i j o , el gus- los presentase á Alejandro, porque tenían que hablarle
»»to de valer menos." Para con Alejandro ya hacia de cosas muy importantes y muy urgentes; pero
tiempo que habia empezado á caer en descrédito: Filotas sin saber par qué causa, pues nunca se ave-
porque cuando se tomaron tantas riquezas en Damas- riguó , no se prestó á ello, por decir que el Rey es-
c o , despues de conseguida la victoria contra Darío taba ocupado en cosas mayores; lo que les sucedió
en la Cilicia, entre los muchos cautivos conducidos por dos veces. Entraron con esto en sospechas contra
al campamento se encontró una joven, natural de Pid- Filotas, y como valiéndose de otro, este los condu-r
na y de bella figura, llamada Antigone. Apropiósela jese ante Alejandro, habláronle lo primero de lo re-
Filotas; y lo que es natural con una^ nueva amiga, lativo á Dimno, y despues tocaron ligeramente en
entre el vino y los placeres tuvo confianzas con ella lo ocurrido con Filotas, y como dos veces le habian
sobre cosas políticas y de la guerra, y atribuyéndo- hablado, y las dos veces los habia desatendido; que
se á sí mismo y á su padre los hechos mas señalados, fue lo que sobremanera irritó á Alejandro. Ocurrió
llamaba á Alejandro muchachuelo, y decia que por también que el que fue enviado contra Dimno, como
ellos habia adquirido nombre su reinado. Comunicó este se defendiese, le quitó la vida; con lo que to-
Antigone estas conversaciones á uno de sus amigos; davía se sobresaltó mas Alejandro, por creer que con
y este, como está en el orden, á otro, de manera que esto se desvanecían los indicios de la traición. Como
ya no estaba bien con Filotas, con esto cobraron osa-
llegaron á los oidos de Cratero; quien tomando á la
día los que de antemano le odiaban, y decían ya sin
muger consigo, la condujo secretamente ante Alejan-
rebozo que seria grande necedad en el Rey el creer
dro. Luego que este la hubo escuchado, le previno
que un hombre de Calastra como Dimno habia de
que continuara en la amistad de Filotas, y todo cuan-
haber tenido por sí semejante arrojo: por tanto que
to le oyera viniese y se lo revelara.
no era sino ejecutor, ó mas bien instrumento mane-
Ignoraba Filotas lo que se tramaba contra él, y jado por una fuerza superior ; por lo que la asechan-
continuaba su trato con Antigone, permitiéndose, ya za se habia de buscar en aquellos á quienes mas i m -
por encono y ya por jactancia y vanagloria, palabras portaba que estuviese oculta. Con estos discursos y
y expresiones contumeliosas contra el R e y . Alejan- sospechas abrieron los oidos del R e y para que llega-
dro , aunque se le habian hecho denuncias vehemen- sen á ellos otras diez mil calumnias contra Filotas.
tes contra Filotas, no se daba por entendido ni ha- Hízole pues prender y le puso en juicio, asistiendo
cia uso de ellas, ó por demasiada confianza en el amor á la cuestión de tormento los amigos de Alejandro,
que Parmenion le tenia, ó por temor de la opinión y escuchando él mismo desde afuera sin que mediase
y del poder del padre y del hijo. Mas en aquella mas que una cortina: asi se refiere que profiriendo
misma sazón un Macedonio llamado Dimno, natural Filotas expresiones de cbatimiento y compasion, y
de Calastra, que armaba asechanzas á Alejandro con dirigiendo ruegos á Hefestion, dijo aquel: pues si
la mas maligna intención, como tuviese amores con tan débil eras y de tan poco valor, ó Filotas, ¿por
el joven Nicomaco, le solicitó para que concurriese qué emprendías hechos tan arriesgados? Muerto F i -
con él á la ejecución. N o admitió este la propuesta, lotas , envió inmediatamente á la Media orden de que
y dando parte de aquel intento á su hermano Bale- TOMO I V . F,
66 ALEJANDRO,
ALEJ ANDRO. 67
se quitara también la vida á Parmenion, anciano
chó a cenar con el R e y , que habia sacrificado á los
compañero de Filipo en las mas de sus empresas; de Dióscuros. Bebióse largamente, y se empezaron á can-
los antiguos amigos de Alejandro el único ó el que tar los versos de un tal Pranico , ó según dicen otros
mas le habia incitado á la expedición contra el Asia; de Pierion, compuestos para escarnio y burla de los
V que de tres hijos que tenia en el ejército, de dos Generales vencidos poco antes por los bárbaros. L l e -
habia visto la muerte antes, muriendo con el tercero. váronlo á mal los ancianos, y profirieron denuestos
Estos hechos hicieron terrible á Alejandro para m u - contra el poeta y contra el cantor; pero Alejandro
chos de sus amigos, y especialmente para Antipatro; le oia con gusto, y mandaba que continuase. Clito
el cual negoció reservadamente con los Etolios, c o m - ya demasiado caliente con el vino, y que de suyo
prometiéndose con ellos y ellos con él recíprocamen- era pronto é insolente, se incomodó, diciendo no ser
te : porque los Etolios temían á Alejandro por la rui- del caso que entre bárbaros y enemigos se tratara de
na y mortandad de los Oiniadas: pues al saberla ha- afrentar á unos Macedonios, que valian harto mas
bia dicho Alejandro que no serian los hijos de los que los que de ellos se burlaban, aunque hubiesen
Oiniadas, sino él mismo quien tomase venganza. sido desgraciados. Repuso Alejandro que Clito hacia
De alli á breve tiempo ocurrió el lastimoso acon- bien, y sentía con él en llamar desgracia á la cobar-
tecimiento de Clito: para los que meramente lo oyen, día; á lo que puesto ya en pie Clito: »> pues esta c o -
mas cruel que el de Filotas; pero para los que refle- »bardía, le d i j o , te salvó á tí, descendiente de los
xionan sobre el tiempo y la ocasion, efecto mas bien » dioses, cuando ya tenías encima la espada de Es-
de desgracia del R e y , que de su voluntad y su in- »pitridates; y á la sangre de los Macedonios y í
tención , siendo la mala suerte de Clito la que en la w estas heridas debes el haberte elevado á tal altura;
ira y en la embriaguez proporcionó la causa; y su- » que te das por hijo de A m o n , renunciando á F i -
cedió de esta manera. Llegaron algunos trayendo al »lipo."
R e y por mar frutas de la Grecia; y este maravilla- Irritado pues Alejandro: ¿ te parece, mala cabeza,
do de su frescura y belleza, llamó á Clito con áni- le dijo, que hablando de mí continuamente de este
mo de mostrárselas y de partir con él. Hallábase Cli- modo y alborotándome á los Macedonios, te has de
to haciendo un sacrificio, y dejándolo marchó allá ir riendo? ni aun ahora nos reimos, ó Alejandro,
al punto, y tres de las teses, sobre las que habia le contestó, siendo este el premio que recibimos de
hecho libación, le siguieron. Entendió esto el R e y nuestros trabajos; sino que tenemos por muy dicho-
y comunicó el caso con los adivinos Aristandro y sos á los que murieron antes de ver que los ÍVlacedo-»
Cleomantes de Lacedemonia; los cuales dijeron ser nios somos azotados con las varas de los Medos, y
aquella mala señal; y el R e y mandó que inmedia- buscamos la intercesión de los Persas para acercar-
tamente se sacrificara por C l i t o : porque hacia tres nos al Rey. Mientras Clito hablaba con este desen-
dias que él mismo habia tenido entre sueños una v i - fado, y mientras Alejandro se le oponía y proferia
contra él injurias, procuraban los mas ancianos s o -
sión extraña: pues le habia parecido queveiaá Clito
segar aquel alboroto; y Alejandro, vuelto entonces
sentado con vestido negro entre los hijos de Parme-
á Jenodoco de Cardia y Artemio de Colofon: no
nion , que todos eran muertos. Clito no se habia pre-
os parece, les dijo, que los Griegos se hallan entre
venido con el sacrificio, sino que sin dilación mar-
e 2
68 ALEJANDRO. ALEJANDRO.
los Macedonios como los semidioses entre las fieras? en Alejandro la Ira, y vuelto en sí, al ver á su lado
Pero Clito no cedia, sino'que continuaba gritando i todos los amigos sin aliento y sin v o z , se apresu-
que Alejandro dijese públicamente qué era lo que ró á sacar el dardo del cadaver, yendo a clavárselo
quería; y no llamara á su mesa á hombres libres que en el cuello; pero los de la guardia le cogieron las
sabian hablar con franqueza; sino que viviera entre manos, y á fuerza lo condujeron a su dormitorio.
bárbaros y entre esclavos, que adorasen su ceñidor Pasó toda aquella noche en lamentos; y como al
Persiano y su túnica blanca. Entonees Alejandro, no dia siguiente, cansado de gritar y llorar, estuviese
pudiendo ya reprimir la ira, le tiró una de las man-, callado, dando solamente profundos suspiros, rece-
zanas que habia en la mesa, y fue á echar mano de lando sus amigos de aquel silencio, entraron por
la espada; pero Aristófanes, uno de los de la guar- fuerza- y á las expresiones de los demás no atendió;
dia , con previsión la habia retirado; y sin embargo pero habiéndole recordado el agorero Aristandro_la
de que los demás le rodeaban y suplicaban, salió, y visión que habia tenido acerca de Clito y la señal
en lengua Macedonia llamó á los mozos de armas, de las reses, para darle á entender que lo sucedido
lo que era indicio de gran rebato, y al trompeta le habia sido disposición del hado, pareció que reci-
mandó hacer señal, y porque se detenia y no cum- bía algún alivio; por lo cual introdujeron también
plía lo mandado, le dió una puñada. Despues se r e - al filósofo Calistenes, que era deudo de Aristóteles,
conoció que habia hecho muy bien, y habia sido V á Anaxarco de Abdera. De estos Calistenes se fue
muy principal causa para que no se pusiera en armas introduciendo con dulzura y suavidad, procurando
y en confusion todo el campamento. A C l i t o , que desvanecer con sus razones el disgusto y la pesadum-
bre ; pero Anaxarco, que desde luego había tomado
nunca se apaciguaba, le sacaron los amigos no sin
un camino en la filosofía enteramente nuevo, miran-
gran dificultad del cenador; pero volvió á entrar por
do con cierta altivez y desden á los de su profesión,
otra puerta, recitando con desprecio é insolencia aque-
entró gritando sin otro preludio: ¿este es aquel Ale-
llos yambos de Eurípides en la Andromaca:
jandro, en quien el orbe tiene ahora fija la vista, y
¡ Qué injusticia, ay de m í , se hace á la Grecia! 1 se está tendido haciendo exclamaciones como un mi-
Quitó entonces Alejandro un dardo á uno de los de serable esclavo, temiendo el juicio y reprensión de
la guardia, -y atravesó con él á Clito que acertó á los hombres, para quienes correspondía que é l fuese
parecer cerca, levantando la cortina que habia d e - la ley y norma de lo justo, si es que venció para
lante de la puerta; y dando un suspiro y un queji- imperar y dominar, y no para servir dominado de
d o , cayó muerto. En aquel mismo punto se acabó una gloria vana? ¿no sabes que Júpiter tiene por ase-
sores á la justicia y á Temis, para que todo cuanto
r Con este verso solo, tomado de la Andromaca de es ejecutado por el que manda sea legítimo y justo.
Eurípides, no se comprende bien cuánto debieron picar á Empleando Anaxarco estos y otros semejantes dis-
Alejandro los versos que recitó Clito: porque la sentencia cursos aligeró el pesar del Rey ; pero pervirtió sa
de todos ellos es que injustamente se atribuyen al General moral, haciéndole mas precipitado y violento; y al
to-íos los hechos de armas de los que sirven á sus órdenes. paso que él se ganó maravillosamente su ánimo, des-
Plutarco no puso masque el primer verso, porque el pa- quició el valimiento y trato de Calistenes, que ya
sage entero era entonces sabido de todos.
7O ALEJANDRO.
no era muy agradable por la severidad de sus prin 7 mejores advertidos de aquello en que yerran; con o
cipios. Cuéntase que habiendo recaido una vez la cual, cantando Calistenes la palinodia, había dicho
conversación entre cena sobre las estaciones y ia tem- mil cosas contra los Macedonios, y haciendo ver que
peratura del ambiente, Calistenes adoptó la opinión la discordia y desunión de los Griegos fue la verda-
de los que sostenian que allí hacia mas frió y era dera causa del incremento y poder de Filipo, había
mas duro el invierno que en Grecia; y que tomando cerrado de este modo el discurso:
Anaxarco con empeño laopinion contraria, pues tú, En las revueltas de los pueblos suele
le repuso aquel, es preciso confieses que esta región El mas ruin alzarse con el mando.
es mucho mas fría: porque tú pasabas allá el i n - D e resultas de esto añaden que fue muy a m a r g o y
vierno en ropilla, y aqui duermes abrigado con tres pesado el odio que contra él concibieron los Mace-
cobertores; lo que picó sobremanera á Anaxarco. • donios, diciendo Alejandro q u e Calistenes no había
Incomodaba asimismo Calistenes á los demás so- dado á estos pruebas de su habilidad, sino de su
fistas y aduladores con ser buscado de los jóvenes
por su elocuencia, y merecer al mismo tiempo la ^ ^ H e r m i p o escribe que Estroibo, lector de Calis-
aprobación de los ancianos por su tenor de vida, ar- tenes, fue quien refirió estas c o s a s á Aristóteles, aña-
reglado , decoroso y sobrio, con el que confirmaba diendo que Calistenes, habiendo conocido la aver-
el que se suponía pretexto de su viage: pues le daba sión de Alejandro, dijo por dos ó tres veces contra
la importancia de decir que para volver sus ciudada- él al retirarse,
nos á la patria y repoblarla otra vez había ido en Murió también en juventud Patroclo,
busca de Alejandro. Sobre tenérsele envidia por sa Que en virtud harto mas que tú valia;
fama, daba también margen á que le calumniaran Parece pues que no le faltó razón á Aristóteles para
con negarse á los convites, y con no dar alabanzas decir que Calistenes era diestro y grande en la ora-
cuando á ellos concurria , atribuyéndose su silencio toria; pero no tenia juicio. En fin, con haber resis-
á afectación y displicencia: tanto que Alejandro r e - tido vigorosa y filosóficamente la adoración, siendo
citó en su mortificación aquella sentencia, el único que decia en público lo que en secreto i n -
N o debe hacerse caso del sofista comodaba á todos los principales y mas ancianos Je
Que aun en provecho propio nada sabe. los Macedonios, él bien redimió a los Griegos de
Dícese que en cierta ocasion, habiendo sido muchos una gran vergüenza, y de una mucho mayor toda-
vía á Alejandro, evitando asi la tal adoracion; pero
les convidados á la cena, se le encargó á Calistenes
se perdió á sí mismo: pues á lo que se v e , luzo tuer-
entre los brindis que alabase, á los Macedonios, y
za á Alejandro; mas no le persuadió. Cares de M i -
que desempeñó el encargo con tanta elocuencia, que
tilene dice que bebiendo en un banquete Alejandro
levantándose le aplaudieron y arrojaron sobre él
en una c o p a , la alargó á uno de los amigos, y t o -
coronas de flores; á lo que Alejandro había dicho
mándola este, se levantó y acerco al ara, bebió y
que según Eurípides al que toma para su discurso adoró primero, despues besó á Alejandro en el ban-
Digno asunto le es fácil ser facundo; quete, y se volvió á sentar; y ' q u e lo mismo eje-
añadiendo: » mucho mejor podrás mostrar tu habi- cutaron todos por orden; pero Calistenes, toman-
lidad acusando á los Macedonios, para que se hagan

\
72 ALEJANDRÓ, ALEJANDRO. 73
do la copa á tiempo que Alejandro no atendía," si ¿ que dan acogida en las ciudades á los traidores c o n -
no que estaba en conversación con Hefestion, bebió, fra mí; en lo que aludía manifiestamente a Aristó-
y se acercó para besarle; pero diciéndole Demetrio, teles: porque Calistenes se habia criado a su lado, a
denominado Feldon: ó R e y , no beses, porque este causa del parentesco, siendo hijo de Hero , prima de
solo no ha adorado, Alejandro huyó el rostro al ós- Aristóteles. En cuanto á su muerte unos dicen que
culo ; y Calistenes dijo en voz alta: bien, me iré con fue ahorcado de orden de Alejandro, y otros que
un beso menos.
falleció de enfermedad en la prisión; pero Cares es-
Indispuesto ya de esta manera Alejandro, la pri- cribe que despues de su prisión estuvo siete meses
mera cosa á que dió crédito fue la relación de H e - aherrojado en la cárcel para ser juzgado en conci-
festion, que le comunicó haber convenido con él lio, presente Aristóteles; y en los días en que A l e -
Calistenes en que adoraria, y haber desmentido lue- jandro fue herido peleando en la India con los M a -
go este convenio. Despues los Lisimacos y los A g - Iios Oxidracas, murió de obesidad y comido de
nones denunciaron á Alejandro que el sofista se an- piojos.
daba jactando de la destrucción de la tiranía, p o - Sucedieron estos acontecimientos mas adelante.
niendo de su parte á los jóvenes, y esparciendo la Anhelaba Demaratode Corinto, siendo ya muy an-
voz de que él solo era libre entre tantos millares de ciano, el subir á los países donde se hallaba Alejan-
hombres. Por este motivo cuando llegó el caso de la dro; y habiendo conseguido verle, exclamó que se
conjuración de Ilermolao, y se tuvieron las prue^- habian privado del mayor placer aquellos Griegos
bas de ella , pareció verosímil la acusación que con- que habian muerto antes de ver á Alejandro sentado
tra él se hacia, de que preguntándole Hermolao, en el trono de Darío; pero fue bien corto el tiem-
cómo se haria hombre célebre", le habia respondido: p o que tuvo para gozar del favor del R e y , porque
dando muerte al mas célebre: atribuyéndosele ade- murió luego de enfermedad. Hiciéronsele ostentosas
masque excitando á Hermolao á h ejecución, le exequias , habiéndole levantado el ejército un túmu-
habia dicho que no temiese al lecho de o r o , sino que lo de grande longitud y de ochenta codos de ele-
se acordara de que iba á tener ante sí á un hombre vación ; y sus despojos fueron conducidos hasta el
enfermo y herido. Sin embargó ninguno de la c o n - mar en carro de cuatro caballos magníficamente ador-
juración de Hermolao profirió ni la'mas leve expre- nado.
sión contra Calistenes, aun en medio de los mayo- Cuando iba á invadir la India, como viese que
res tormentos y angustias. El mismo Alejandro, es- el ejército arrastraba grande carga en pos de sí, y
cribiendo^ en los primeros momentos á Cratero, á era difícil de mover por la gran riqueza de los des-
Atalo y á Alcetas, les decia que los jóvenes pues- pojos, al mismo amanecer, estcindo ya listos los car-
tos á tormento habían confesado haber sido ellos ros, quemó primero los suyos y los de sus amigos,
los autores de todo, sin que ninguno otro tuviese y despues mandó que se pusiera fuego á los de los
noticia; mas escribiendo despues"á Antipntro, ya Macedonios: orden que pareció mas dura y terrible
culpó á Calistenes, diciendo: los jóvenes han sido en sí que no en su ejecución: porque mortifico á
apedreados por los "Macedonios; pero al sofista y o muy pocos, y antes bien los mas, recibiéndola con
lo castigaré, y á los que acá le enviaron , y á los entusiasmo y con demostraciones de aclamación y
_ 74 ALEJANDRO,
júbilo, repartieron las cosas que son mas precisas en- el aceite ha sido dado á los hombres por Dios para
tre los que las pidieron; y las restantes las quema-
remedio de sus fatigas.
ron ó destrozaron ; encendiendo con esto en el áni-
Fueron pues muchos los peligros que corno en
mo de Alejandro mayor arrojo y confianza. Era ya
aquellos encuentros, y graves las heridas que recibió;
entonces fiero é inexorable en el castigo de los cul-
pero el mayor mal le vino á su expedición de la fal-
pados: de manera que habiendo constituido á Me- ta de los objetos de necesidad y de la destemplanza
nandro, uno de sus amigos, gobernador de un fuer- de la atmósfera. Por lo que á él respecta hacia empeño
t e , porque no quería quedarse le quitó la vida; y en contrarestar á la fortuna con la osadía, y al poder
habiéndose rebelado los bárbaros, por sí mismo atra- con el valor; pues nada le parecia ser inaccesible para
vesó con una saeta á Orsodates. Sucedió por enton- los osados, ni fuerte y defendido para los cobardes.1
ces que una oveja parió un cordero que tenia en la Dícese por tanto que teniendo sitiado el castillo de Si-
cabeza la figura y color de una tiara, y la forma simetres, que era una roca muy elevada é inaccesible,
también de unos testículos á uno y otro lado; lo que como ya los soldados desconfiasen, preguntó á Oxuar-
abominó Alejandro como mala señal, y se hizo pu- tes, ¿qué hombre era en cuanto al ánimo Sisimetres?
rificar por unos Babilonios que al efecto acostumbra- y respondiéndole este que era el mas tímido de los
ba á llevar consigo; sobre lo cual dijo á sus amigos mortales; eso es decirme, le repuso, que puedo t o -
que no era por sí mismo por quien se habia sobresal- mar la roca, pues que el que manda en ella no es
tado , sino por ellos, no fuera que un mal Genio, fuerte: tomóla pues con solo intimidar á Sisimetres.
faltando él, trasladara el poder á un hombre cobar- Mandó contra otra igualmente escarpada á los mas
de y oscuro. Mas otra señal buena que sobrevino lue- jóvenes de los Macedonios, y saludando á uno que
go borró esta mala impresión de desaliento; y fue se llamaba Alejandro: á tí te toca , le d i j o , el ser
que un Macedonio, gefe de la tapicería, llamado Pro- valiente, aunque no sea mas que por el nombre. Pe-
x e n o , allanando el sitio en que habia de ponerse la leó efectivamente aquel joven con gran denuedo; p e -
tienda del R e y junto al rio O x o , descubrió una fuen- ro pereció en la acción; lo que causó á Alejandro
te de un licor continuo y untoso; y á lo primero gran pesadumbre. Ponían los Macedonios dificultad
que sacó se encontró con que era un aceite limpio en acometer á la fortaleza llamada Misa, por estar
bañada de un rio profundo; y estando presente, ¿ pues
y claro, sin diferenciarse de esta sustancia ni en el
miserable de mí, d i j o , no he aprendido y o á nadar?
olor ni en el sabor; conviniendo ademas con ella en
y teniendo ya el escudo embrazado se disponia á
el color brillante y en la untuosidad; y esto en pais
pasar. Detuvo la acción, por venir á él con ruegos
que no producía aceite. Dícese pues que el agua del
embajadores de la ciudad sitiada; los cuales ya des-
O x o es tamSien muy blanda, y que pone crasa la
de luego se maravillaron, viéndole, sobre las armas
piel de los que en él se bañan. Ello es que Alejandro sin ningún acompañamiento. Trajéronle despues un
se alegró extraordinariamente con esta señal, como
se demuestra por lo que escribió á Antipatro , ponién-
dola entre los mayores favores que del Dios habia re- r l a sentencia de este pasage es que el valor viene al
cibido. Los adivinos teníanla por pronóstico de una c?bo de todo; y para la cobardía no hay puesto ninguno
expedición gloriosa, pero trabajosa y difícil: porque bastante fuerte y seguro.
"¡6 ALEJANDRO. ALEJANDRO. _ 77

almohadon, y tomándole, mandó que se sentara en hechos de guerra, en los que siempre se condujo justa
él el mas anciano de aquellos, que se llamaba Acufis. y regiamente, este es el único que puede tenerse por
Admirado mas este todavía con tales muestras de be- una mancha. N o le dieron los filósofos menos en que
nignidad y humanidad, le preguntó ¿qué harian para entender que estos, indisponiendo contra él á los re-
que los tuviese por amigos? y como respondiese que yes que se le habian unido, y haciendo que se rebe-
lo primero nombrarle á él mismo por caudillo y prin- laran los pueblos libres; por lo que le fue preciso
cipe de todos, y lo segundo enviarle en rehenes cien- ahorcar á muchos.
to de los mejores, echándose á reir Acufis: mucho Lo relativo á Poro el mismo Alejandro escribió
mejor mandaré, le repuso, enviándote los mas ma- en sus cartas como habia pasado: porque dice que
los que los mejores. corriendo el Hidaspes en medio de los dos campa-
Dícesede Taxilesque poseiaen la India una por- mentos, tenia Poro colocados al frente los elefantes
cíon no menor que el Egipto en extensión, y abun- para guardar el paso; y que él por su parte movía
todos los días mucha bulla y alboroto en su campo,
dante y fértil como la que mas; y que siendo hom-
á fin de acostumbrar á los bárbaros á no hacer alto
bre de gran seso, saludó á Alejandro y le dijo: ¿qué
en ello ni temerlo; y en una noche de las propias de
necesidad tenemos, ó Alejandro, de guerras ni de
invierno, en que no lucia la luna, tomando algunas
batallas entre nosotros, si no vienes á quitarnos ni el
tropas de las de á pie y lo mas florido de la caba-
agua ni el alimento necesario, que son las únicas
llería , se alejó mucho de ios enemigos, y pasó hasta
cosas por las que á los hombres les es forzoso pelear? una isleta de no grande extensión; que alli le cogió
Por lo que hace á los demás que se llaman bienes y una grande lluvia, y siendo muchos los relámpagos
riquezas, si soy mejor que t ú , estoy pronto á ha- y rayos que parecian dirigirse al campamento, aun
certe bien, y si valgo menos, no rehuso mostrarme en medio de ver que muchos eran abrasados y c o n -
agradecido, recibiéndole de tí. Complacido Alejan- sumidos de ellos, movió de la isleta para pasar á la
dro y alargándole la diestra: ¿pues qué, piensas, le opuesta orilla; mas yendo crecido y fuera de madre
d i j o , que con tales expresiones y tal bondad nuestro el Hidaspes á causa de la tempestad, habia hecho una
encuentro ha de ser sin contienda? ten entendido qne gran rotura é inundación, corriendo por ella las aguas
nada adelantas: porque y o contenderé y pelearé con- en notable cantidad, y que pudo ponerse en el ter-
tigo á fuerza de beneficios, á fin de que no parezcas reno intermedio con poca seguridad, por ser este
mejor que y o . Recibiendo pues muchos dones y dan- resbaladizo y estar mojado. Cuéntase haber p r o -
do muchos m a s , por fin le hizo el presente de mil rumpido alli en esta expresión: ¡ ahora creeríais, ó
talentos en dinero; con lo que disgustó en gran ma- Atenienses , cuántos trabajos aguanto por ser celebra-
nera á los amigos; pero hizo que muchos de los bár- do entre vosotros! pero esto quien lo refiere es One-
baros se le mostraran menos desafectos. Los mas be- sicrito: el mismo 'Alejandro dice que dejando las
licosos entre los de la India pasaban por soldada á lanchas, pasaron armados la inundación con agua
defender con ardor las ciudades, y le causaban gran- hasta el pecho. Pasado que hubo, se adelantó con la
des daños. Habiendo pues hecho treguas con ellos en caballería unos veinte estadios, haciendo cuenta que
una de estas, cogiéndolos despues en el camino cuan- si los enemigos acometiesen con esta arma, mejor los
do se retiraban, les dió muerte á todos; y entre sus
78 ALEJANDRO, ALEJANDRO. _ 79
vencería; y si quisiesen mover su batalla, también le do dicho, le repuso. Dejóie pues autoridad no solo
llegaría á él con anticipación su infantería, y sucedió sobre sus antiguos súbditos con el nombre de Sátrapas,
lo primero: porque habiendo cargado á mil caballos sino que le añadió nuevo territorio, habiendo sujeta-
y sesenta carros, los puso en huida,habiendo toma- do los pueblos libres, que eran quince naciones en
do todos los carros, y muerto trescientos hombres. varias ciudades principales1 y muchas aldeas. C o n -
Entendió con esto Poro que el mismo Alejandro es- quistó asimismo otra región tres veces mayor, de la
taba ya de aquel lado; por lo que movió con todo que constituyó Sátrapa á Filipo, uno de sus amigos.
su ejército, á excepción de algunas tropas que fue De resulta de la batalla contra Poro murió B u -
preciso dejar para que estorbaran el paso á los Ma- céfalo , no desde luego, sino al cabo de algún tiem-
cedonios. Alejandro por temor de los elefantes y del po , cuando, según los mas, se le estaba curando de
gran número de los enemigos dice que cargó oblicua- sus heridas; pero según dice Onesecrito, fatigado con
mente por el ala izquierda, dando orden á Coino de un trabajo que no podia ya llevar por su vejez, pues
que acometiese por la derecha; que por una y otra tenia treinta años cuando murió. Sintiólo profunda-
fueron los enemigos rechazados, y retirándose siem- mente Alejandro, creyendo haber perdido en él n a -
pre hácía los elefantes, los que iban de vencida, alli da menos que un amigo y un doméstico; y edifican-
se embarazaban y confundían; y que trabado el com- do en su memoria una ciudad junto al Hidaspes, la
llamó Bucefalia. Dícese que habiendo perdido tam-
bate al salir el sol, con dificultad á la hora octava
bién un perro llamado Perita, al que habia criado y
cedieron los enemigos. Esto es lo que el mismo or-
del que gustaba mucho, edificó otra ciudad de su
denador de esta batalla refirió en sus cartas. Los mas
nombre. Socion escribe que asi se lo o y ó decir á P o -
de los historiadores convienen en que Poro sobrepu-
tamon de Lesbos.
jaba la estatura ordinaria en cuatro codos y un pal-
m o , y que á caballo nada le faltaba para quedar igual El combate de Poro desanimó mucho á los M a -
con el elefante por la talla y robustez de su cuerpo; cedonios , apartándolos de querer internarse mas en
la India: pues no bien habian rechazado á este, que
y eso que el tal elefante de que usaba era de los
les habia hecho frente con veinte mil infantes y dos
mas grandes; el cual manifestó en esta ocasion una
mil caballos, cuando ya se hacia de nuevo resisten-
extraordinaria inteligencia y sumo cuidado del Rey:
cía á Alejandro, que se disponia á forzar el paso del
pues mientras este se sostuvo con vigor, le defendió
rio Ganges; cuya anchura sabían ser de treinta y
encolerizado de los que le acometían, haciéndolos
dos estadios, y su profundidad de cien brazas; y que
pedazos; mas cuando percibió que desfallecía por el la orilla opuesta estaba cubierta con gran número de
gran número de dardos y heridas, temeroso de que hombres armados, de caballos y elefantes; porque se
cayese de golpe, se inclinó blandamente al suelo d o - decía que le estaban esperando los reyes de los Gan-
blando las rodillas, y cogiendo despues suavemente daritas y los Pranios con ochenta mil caballos, dos-
con la trompa los dardos, se los fue sacando de uno
en uno. Preguntando Alejandro á Poro, cuando ya
1 El orig'nal dice que fueron cinco mil las ciudades;
quedó cautivo, cómo quería le tratase: regiamen-
pero en este número conocidamente hay yerro, y se ha pre-
t e , le respondió; y replicándole Alejandro si no ferido no determinarlo.
tenia mas que añadir: c o n decir regiamente está t o -
8O ALEJANDRO. ALEJANDRO. 81
cientos mil infantes, ocho mil carros y seis mil ele- el primero; pero habiéndose roto la escala, coloca-
fantes de guerra. Y no se tenga esto á exageración: dos los bárbaros al pie del muro, le causaron .desde
porque Androcoto, que reinó de alli á p o c o , hizo á abajo diferentes heridas; mas él sin embargo de t e -
Seleuco el presente de quinientos elefantes, y con ner muy poca gente consigo, tuvo el arrojo de d e -
un ejército de seiscientos mil hombres corrió y so- jarse caer en medio de los enemigos, quedando por
juzgó toda la India. Al principio de enojo y de ra- fortuna de pie; y habiendo recibido gran sacudimien-
bia se retiró Alejandro á su tienda, y allí permanecía to las armas, les pareció á los bárbaros que un res-
encerrado, diciendo que nada agradecía lo antes he- plandor y apariencia extraordinaria discurría por
cho si no pasaba el Ganges, y que miraba aquella delante de él. Asi al principio huyeron y se disper-
retirada como una confesion de inferioridad y ven- saron; pero al verle con solo dos escuderos, corrie-
cimiento. Mas representándole sus amigos lo que con- ron de nuevo á él, y algunos, aunque se defendía, le
venia , y rodeando los soldados su tienda con lamen- lierian de cerca con espadas y lanzas i y uno que es-
tos y voces para hacerle ruegos, condescendió por taba algo mas lejos le disparó del arco una saeta con
fin, y levantó el campamento, habiendo recurrido, tal fuerza y rapidez, que pasando la coraza, se le
para hacerse ilusión acerca de su gloria, á arbitrios clavó en las costillas junto á la tetilla. Cedió el cuer-
necios é invenciones extrañas: porque hizo labrar ar- po al golpe, y aun se trastornó algún tanto, y el t i -
mas mucho mayores, y pesebres y trenos para los rador acudió al punto sacando el alfange que usan
caballos de mucho mayor peso, y los fue dejando y los bárbaros ; pero Peucestas y Limneo se pusieron
esparciendo por el camino. Erigió también aras de delante; y siendo heridos ambos, este murió; pero
jos dioses, á los que aun el dia de hoy veneran los Peucestas se sostuvo, y Alejandro dió muerte al bár-
baro. Habia recibido muchos golpes, y herido por
reyes de los Prasios, trasladándose á aquel sitio, y
fin con un mazo junto al cuello, tuvo que apoyarse
ofreciéndoles sacrificios á la usanza griega. Andro-
en la muralla, quedándose mirando á los enemigos.
c o t o , que era entonces muy joven, vió á Alejandro,
Acudieron en esto los Macedonios, y recogiéndole
y.se refiere haber dicho despues muchas veces que
ya sin sentido, le llevaron á su tienda; y al princi-
no estuvo en nada el que Alejandro se hubiera hecho
pio en el ejército corrió la voz de que habia muerto.
dueño de t o d o , por el desprecio con que era mira- Sacáronle, no sin gran dificultad y trabajo el cabo
do el R e y á causa de su maldad y de su ruin origen. de la saeta que era de madera; con lo que pudo des-
Formó entonces Alejandro el proyecto de ir des- atarse , aunque también á mucha costa, la coraza, des-
de alli á ver el mar exterior; y construyendo muchos cubriendo asi la herida, y hallando que la punta h a -
trasportes y lanchas, navegaba con sosegado curso bia quedado clavada en uno de los huesos, la cual se
por el rio. Mas no por eso era el viage descansado y dice tenía tres dedos de ancho y cuatro de largo.
sin peligro: pues saltando en tierra y acometiendo a Al sacársela tuvo desmayos, en los que creyeron se
las ciudades, lo iba sujetando todo. Sin embargo en quedara; pero luego se restableció. Aunque había
los llamados Malios, que se dice ser los mas belico- salido del peligro, quedó todavía muy débil, y tuvo
sos de la India, estuvo en muy poco el que no pe- que pasar bastante tiempo guardando dieta y medi-
reciese. Porque á saetazos retiró á aquellos habitan- cinándose ; mas habiendo un dia sentido á la parte
tes de la muralla, y puestas las escalas, subió á ella TOMO I V . F
82 ALEJANDRO;
ALEJANDRO. 83
de afuera á los Macedonios alborotados é inquietos
tos máles. Preguntado el último hasta cuándo le es-
por el.deseo de verle, poniéndose una ropa salió adon-
taría bien al hombre el vivir, respondió, hasta que
de estaban. Sacrificó despues á los dioses, y volvien-
no tenga por mejor la muerte que. la vida. C o n v i r -
do á embarcarse y dar la v e l a , sujetó nuevas regio- tióse entonces al juez, mandándole que pronunciase;
nes y muchas ciudades. y diciendo este que habian respondido á cual peor,
- Vinieron á su poder diez de los filósofos G i m - repuso Alejandro, pues tú morirás el primero, juz-
nosofistas: aquellos que con sus persuasiones habian gando de esa manera; á lo que le replicó: no hay
contribuido mas á que Sabas se rebelase, y que ma- tal, ó R e y , á no que tú te contradigas, habiendo
yores males habian causado á los Macedonios. C o - dicho que moriría el primero el que peor hubiese
mo tuviesen fama de que eran muy hábiles en dar respondido.
respuestas breves y concisas, les propuso ciertas pre- Dejó pues ir libres. á estos, habiéndoles hecho
guntas oscuras, diciendo que primero daria la muer- presentes; y á los que teniendo también nombradla
te al que mas mal respondiese, y asi despues por vivían de por sí, envió á Onesicrito para que les d i -
orden á los demás, intimando al mas anciano que jera fueran á verle. Era Onesicrito filósofo de los de
juzgase. Preguntó al primero, si eran masen su o p i - la escuela de Diógenes el Cínico, y dice que Calano
nión los vivos ó los muertos; y dijo que los vivos, le mandó con desden y ceño que se quitara la túni-
porque los muertos y a no eran. Al segundo, cual ca y escuchara desnudo sus lecciones, pues de otro
cria mayores bestias, la tierra ó el mar.; y dijo que modo no le dirigiría la palabra, aunque viniera de
la tierra, porque el mar hacia parte de ella. Al ter- parte de Júpiter; pero que Dandamis le trató con
c e r o , cual es el animal mas astuto; y respondió aquel mas dulzura'; y habiéndole oido hablar de Sócrates,
que el hombre no ha conocido todavía. Preguntado Pitágoras y Diógenes, habia dicho que le parecian
el cuarto con qué objeto habia hecho que Sabas sé hombres apreciadles; aunque á su entender habian
rebelase, respondió con el deseo de que viviera bien, vivido con sobrada sumisión á las leyes. Otros son
ó muriera malamente. Siendo preguntado el quinto de opinion no haber dicho Dandamis mas que esto:
cuál le parecia que habia sido hecho primero el dia ¿pues con qué motivo ha hecho Alejandro un viage
ó la noche, respondió que el dia precedió á esta en tan largo para venir aqui? y de Calano alcanzó T a -
un dia, y añadió, viendo que el R e y mostraba ma- xiles que fuera á ver á Alejandro. Su nombre era Es-
ravillarse, que siendo enigmáticas las preguntas, era fines; pero como saludaba á los que le hablaban en
lengua I n d i a , diciendo Calé, en lugar de Dios te
preciso que también lo fuesen las respuestas. M u -
guarde, los Griegos le llamaron Calano. Dícese que
dando pues de m é t o d o , preguntó al sexto c ó m o l o -
se presentó á Alejandro este emblema y ejemplo del
graría ser uno el mas amado entre los hombres; y
poder y la autoridad; que fue poner en el suelo una
respondió si siendo el mas poderoso, no se hiciere te-
piel de buey seca y tostada, y pisando uno de los
mer. De los demás preguntado uno cómo podría
extremos, comprimida en aquel p u n t o , se levantó
cualquiera de hombre hacerse D i o s , dijo si hiciese
por todas las demás partes: hizo lo mismo por todo
cosas que al hombre es imposible hacer,; y pregun-
alrededor, y el suceso fue igual, hasta que puesto
tado otro de la vida y la muerte cuál podía mas, en medio, la detuvo, y quedó llana y d ó c i l : q u e -
respondió que la v i d a , pues que podía soportar tan-
F 2
A L B J ANDRO. 8 5
84 ALEJANDRO. blado alto y descubierto, banqueteando continua-
riendo con esta imagen significar que el imperio de- mente de dia y noche. Seguíanle gran numero de
bia ejercerse principalmente sobre el medio y cen- carros, cubiertos unos con cortinas de purpura de
tro del reino, y no haberse ido Alejandro á tanta diferentes colores, y defendidos otros con ramos de
distancia. ., . árboles verdes y recien cortados ; y en ellos cami-
La bajada por los rios al mar le consumio el tiem- naban los demás amigos y caudillos, ceñidos de c o -
po de siete meses; y entrando con las naves en el ronas y bebiendo. N o verías alli ni adarga, ni m o r -
Océano, se dirigió á una isla, que él llamo Esci- rión, ni azcona; sino que por todo el camino los
lustis, y otros Psiltuquis. Descendiendo en ella á soldados con tazas, con copas y con vasos de oro
tierra, sacrificó á los dioses, y se hizo cargo de la tomaban vino de grandes toneles y tinajas, y se lo
naturaleza de aquel mar y sus riberas, hasta donde alargaban mutuamente: bebiendo unos y andando al
pudo alcanzar; y haciendo plegarias á los dioses pa- mismo tiempo, y otros deteniéndose jr reclinándose.
ra que no fuera dado á ningún hombre el pasar los Habia mucha música deflautasy chirimías, y todo re-
términos de su expedición, retrocedió. En cuanto á sonaba con versos y canciones, y con algazara de
las naves dió orden de que costeasen, teniendo la mugeres poseídas de Baco; y á este desorden y con-
India á la derecha; y nombró Comandante á Near- fusión de camino seguía el coro y tumulto de la ba-
c o , y primer piloto á Onesicrito. Por lo que á él quica descompostura, como si el mismo Dios se ha-
toca siguió la marcha á pie por la región de los Orei- llara presente y concurriera á aquellos festines. Cuan-
tas, donde llegó hasta el último extremo de esca- do de la Gedrosia y Carmania llego al palacio, t o -
davía volvió á dar al ejército reposo y holganza en
sez, y perdió grandísima parte de su gente: en tér-
continuos banquetes; y se dice que beodo asistió al
minos que no volvió de la India ni con la cuarta par-
certamen de unos coros, en los que salió vencedor
te de la de guerra, siendo asi que la infantería subia
Bagoas, su favorito, que era conductor de uno de
á ciento veinte mil hombres, y la caballería á unos
ellos; y que pasando desde el teatro con el adorno
quince mil; pero enfermedades peligrosas, malas co-
de vencedor,fue y se le sentó al lado; lo que visto
midas , calores abrasadores y el hambre acabaron con por los Macedonios, aplaudieron y gritaron sin c e -
los mas, caminando por un pais esteril, habitado por sar que lo besase, hasta tanto que abrazandole le dio
hombres que llevaban una vida miserable, sin tener
mas que algún ganado lanar ruin y desmedrado, un beso. , .
acostumbrado á "alimentarse con pescado de mar; Mientras allí permanecía llego Nearco; de lo que
por lo que su carne era poco sana y de mal olor. recibió gran placer; y habiéndole oído referir los
Con trabajo pudo atravesarle en sesenta días; mas sucesos de su navegación, se embarco el mismocon
entrando al cabo de ellos en la Gedrosia, al punto ánimo de recorrer con una grande escuadra, partien-
se vió sobrado de t o d o : siendo los sátrapas y los d o del Eufrates, la Arabía y el Africa; y de: pene-
reyes de las inmediaciones los que le abastecían. trar en el mar interior por las columnas de Hércules,
Repuso alli sus tropas, y marchó entre banque- para lo cual se construían toda especie de embarca-
tes y festines unos siete dias por la Carmania. Con- ciones en Tapsaco, y se recogían de todas partes ma-
ducíanle á él y á sus amigos con gran reposo ocho rineros y pilotos; pero lo trabajoso de la expedición
caballos en una especie de escena colocada en un ta-
86 ^ ALEJANDRO. ALEJANDRO. 8 7
de la India, la opugnación peligrosa de la ciudad
do la inscripción, mandó que se gravara en c a n c -
de los Malios, y la gran pérdida de tropas de que
habia corrido voz (por la desconfianza de que pudie-
" A W T Á 5 Q U E ^ E A S ^ Y Ü E D O S S
ra salir con bien de su empresa), movieron á sedi-
" o m F R A OUE V E N G A S , PORQUE DE QUE
ciones y alborotos aun á los mas obedientes, y fue-
V E m I ESTOY'CIERTO Y O SOY
ron para los generales y Sátrapas ocasion de grandes
injusticias y de codicia é insolencia: discurriendo por ESTA POCA
todas partes el espíritu de inquietud y novedad, has- «TIERRA QUE CUBRE MI CUERPO. Cosa
ta el extremo de haberse sublevado contra Antipatro fue e s f a que puso muy triste y pensativo a Alejan-
Olimpiada y Cleopatra, dividiéndose el reino, del dro , haciéndole reflexionar sobre aquel olvido y aque-
que tomó para sí Olimpiada el E p i r o , y Cleopatra lla mudanza. Alli Calano habiendo sufrido g o r m -
la Macedónia; y oido que esto fue por Alejandro, óos dias una incomodidad de; vientre,, pidió. que_ e
di)o que la madre habia andado mas acertada en su le levantara una p i r a , y llevado a ella a caballo , h i -
elección, pues los Macedonios no sufrirían ser gober- zo plegarias á los dioses y libación« sobre si mismo,
nados por una muger. Con este motivo hizo que"Near. ofreciendo las primicias de sus cabellos; y al subir
co volviera al mar, teniendo resuelto llevar la guerra á la hoguera abrazó á los Macedonios que se halla-
por todas las regiones marítimas ; y marchando él mis- ban presentes, y los exhortó a que aquel día lo pa-
mo por tierra, castigó á los caudillos que encontró de- s a r a n alegremente y en la embriaguez con el Rey.
lincuentes; y de los hijos de Abulites por sí mismo diciendo que á e s t e l o vería dentro, d e . p o c o tiempo
dio la muerte á Oxuartes, pasándole con una azcona; en Babilonia. Luego que asi les hubo hablado se: re-
y como Abulites no le acudiese con las provisiones clinó y se cubrió con la ropa, y no hizo el menor
necesarias, contentándose con presentarle tres mil movimiento al llegarle el fuego; sino que mantenién-
talentos en dinero, le mandó que lo echara á los ca- dose en la misma postura en que se había recostado,
ballos : no lo gustaron, y diciéndole entonces ¿ pues se ofreció á sí mismo en víctima, según el rito patrio
de qué me sirven tus provisiones? puso á Abulites en de los sofistas de aquel pais. Esto mismo h i z o muchos
un encierro. años despues otro Indio de la comitiva de Cesar en
Atenas; y hasta el dia de hoy se muestra su sepul-
En Persia lo primero que ejecutó fue hacer á las
cro , que se llama el sepulcro del Indio.
mugeres el donativo de d i n e r o : porque acostumbra-
ban los reyes cuantas veces entraban en Persia dar Vuelto Alejandro de la hoguera, convido a m u -
una moneda de oro á cada una; por lo cual se dice que chos de sus amigos y de los generales á un banquete,
algunos iban allá pocas veces, y que Oco no hizo en el que propuso un certamen de intemperancia en
este viage ni siquiera una, desterrándose por mez- el beber, y corona para el que mas se desmandase.
quindad de su patria. Descubrió al cabo de poco el Promacó, que fue el que bebió mas, llego hasta siete
sepulcro de C i r o , y hallando que habia sido viola- azumbres y cuartillo, y recibiendo la corona de la vic-
d o , dió muerte al que tal insulto habia cometido, toria, estimada en un talento, sobrevivió tres días.
sin embargo de que era de los Peleos, y no de los De los demás dice Cares que cuarenta y uno murie-
menos principales, llamadoPolimaco. Habiendo leí- ron en el acto de beber, habiéndoles acometido un
frió violento en seguida de la embriaguez. Celebró en
Susa las solemnes bodas de sus amigos; y tomando licenciar á los enfermos y estropeados, enviándolos
él mismo por muger á la hija de Darío Estatira, re- por mar, dijeron que era una afrenta y un oprobio
partió las mas principales á los mas ilustres; y de haberse valido de aquellos hombres para todo, y des-
una vez hizo á estos y á los demás Macedonios, que echarlos ahora con vergüenza, y arrojarlos á su patria
ya antes se habian casado, el obsequio del banquete y á su familia, no habiéndolos recibido de aquella
manera. Dijéronle pues que no dejara á ninguno; y
nupcial; en el que se dice que siendo nueve mil l o s
antes mirara como inútiles á todos los Macedonios,
convidados, se dió á cada uno una copa de oro pa-
debiendo bastarle aquellos jovencitos bailarines, con
ra las libaciones; y á este respecto fue todo lo demás
los que podía ir á conquistar todo el orbe. I n c o m o -
en maravillosa manera. Pagó sobre esto de su caudal
dóse con esto Alejandro sobremanera; y habiéndoles
á los banqueros el dinero que aquellos les debían:
dicho mil denuestos con el calor de la ira, les man-
habiendo subido todo su importe á la suma de diez d ó salir de su presencia; encomendó las guardias ^
mil talentos, menos ciento y treinta. Sucedió que el los Persas, y tomó de ellos sus Ayudantes y sus mi-
tuerto Antigenes se inscribió falsamente entre los deu- nistros; y entonces cuando ya le vieron acompaña-
dores; y presentando en la mesa uno que dijo haber- do de estos, y á sí mismos desechados y vilipendia-
le hecho el préstamo, se le entregó el dinero; mas dos , se abatieron, trabaron pláticas entre sí, y se
como despues se descubriese la falsedad, irritado el convencieron de que .les faltaba poco para estar l o -
R e y , le arrojó de la corte, y lo despojó de la dig- cos de zelos y de cólera. Por fin vueltos en sí se f u e -
nidad de General. Era Antigenes muy distinguido ron sin armas y en ropilla al palacio, ofreciéndose-
entre los militares; y siendo todavía muy joven cuan- le á discreción con lamentos y suspiros, y pidiéndo-
d o FiUpo sitió á Perinto, se le metió por un ojo una le que no los tratara como i hombres malos é ingratos.
saeta lanzada con catapulta, y no permitió que se la N o les hizo caso, sin embargo de que ya estaba apla-
sacasen, ni aflojó en el combate hasta que los ene- cado ; y ellos no desistieron, sino que le rodearon
migos fueron rechazados y encerrados dentro de los de aquella manera dos dias y dos noches, y conti-
muros. Sintió pues vivísimamente esta afrenta, y to- nuaron en sus plegarias, llamándole amo y señor.
d o daba á entender que estaba resuelto á quitarse la A l tercer dia salió, y viéndolos miserables y abati-
vida de disgusto y pesadumbre. Temiólo asi el Rey, dos, no pudo contener las lágrimas por largo rato.
y aplacándose en su enojo, hasta vino en que se que- Reprendiólos despues con blandura, y saludándolos
dase con el dinero. afablemente, licenció á los inútiles, remunerándo-
los con largueza, y escribiendo á Antipatro que en
Aquellos treinta mil jóvenes que había dejado pa- todos los juegos y en todos los teatros se senta-
ra que se egercitaran é instruyeran, dieron muestras ran coronados en lugar preferente. Señaló asimismo
de valor en sus .personas, y como ademas fuesen de pensiones á los hijos huérfanos de los que habian
recomendable figura, y dóciles y prontos para loque muerto.
se Ies encargaba, Alejandro se manifestó muy satis-
iecho; pero de los Macedonios se apoderó el disgusto Luego que arribó á Ecbatana de la Media, y o r -
y el rezelo, pareándoles que el Rev hacia nienos denó los negocios urgentes, volvió al.punto á los es-
caso de ellos. Por lo tanto como hubiese dispuesto pectáculos y regocijos, mayormente con el motivo
90 ALEJANDRO.
de haberle llegado tres mil artistas de la Grecia. Ocur- poniendo cosas todavía mas absurdas y costosas que
rió en aquellos dias que á Hefestion le dió calentura; esta con los artistas.
y como á fuerza de joven y militar no quisiese suje- Cuando se acercaba á Babilonia, Nearco, que
tarse á la debida dieta, y ademas su médico Glauco habia vuelto al Eufrates por el gran mar, dijo que
se hubiese ido al teatro, se sentó á comer á la mesa, le habían hablado algunos Caldeos, instándole para
y habiéndose comido un pollo asado, y bebídose un que Alejandro no entrara en Babilonia; pero este no
gran vaso de vino puesto á enfriar, se sintió mucho hizo caso, sino que continuó su marcha, y cuando
peor, y al cabo de poco tiempo murió. Alejandro y a tocaba á las murallas, vió muchos cuervos que
no tuvo modo ni término ninguno en esta pesadum- peleaban y se herían unos á otros; de los cuales a l -
bre , sino que inmediatamente mandó cortar las cli- gunos cayeron donde estaba. Hízosele en seguida de-
nes por luto á todos los caballos y á todas las acé- nuncia contra Apolodoro, Gobernador de Babilonia,
milas , y quitar las almenas en las ciudades del con- de que habia hecho sacrificio acerca del mismo A l e -
torno, y al pobre médico lo puso en una cruz. En jandro ; de resulta de lo cual envió á llamar al ago-
el ejército cesó el toque de flautas y toda música por rero Pitágoras; y como este no negase el hecho, le
largo tiempo, hasta que vino un oráculo de Amon preguntó" sobre la disposición de las víctimas. Di jóle
para que se diera veneración á Hefestion, y se le hi- que al hígado le faltaba el lóbulo, sobre lo que e x -
cieran sacrificios como á héroe. Tomando ademas la clamó Alejandro: ¡ ai, ai! esta es terrible señal; y con
guerra por consuelo de aquel pesar, salió á ella co- todo en nada ofendió á Pitágoras. Solamente se i n -
mo á una caza ó á una batida , y acabó con la na- comodó consigo mismo por no haber creído á Near-
ción de los Cúseos, dando muerte á todos sin distin- c o ; y de resultas pasó mucho tiempo, ó acampado
ción , y á esto le daba el nombre de exequias de He- fuera de Babilonia, ó navegando por el Eufrates.
Agolpábansele en tanto los prodigios: porque al león
festion. Habia pensado impender diez mil talentos en
mas grande y mas hermoso de los que habia criado,
su túmulo, en su sepulcro y en todo el ornato cor-
un asno doméstico le acometió y lo mató de una coz.
respondiente , y teniendo la idea de que el artificio
Habiéndose desnudado para ungirse, se puso á jugar
y el primor sobrepujaran al gasto, deseaba sobre to-
á la pelota; y los jóvenes que con él jugaban, al ir
do tener por director de los artistas á Estasicrates,
despues á tomar la ropa, vieron sentado en el trono
que habia manifestado cierta magnificencia, osadía y sin decir palabra á un hombre adornado con la dia-
boato en sus invenciones; pues en una ocasion en dema y la estola regia. Púsosele en juicio y á cues-
que le habia hablado, le dijo que de todos los mon- tión de tormento para saber quién era, y por m u -
tes el Atos de Tracia era el que recibirla mejor la cho tiempo estuvo sin articular nada; mas vuelto con
disposición y conformación humana: por tanto que dificultad en su acuerdo, dijo que se llamaba Dioni-
sí se lo mandase, le haria una estatua muy duradera sio, y era natural de Mesena; que traido alli por
y muy vistosa del monte A t o s ; la cual tendría en la mar con motivo de cierta causa y acusación, habia
m.mo izquierda una ciudad de diez mil vecinos, y estado en prisión mucho tiempo; y que muy poco
corr la derecha derramaría el perene caudal de un antes se le había aparecido Serapis, le habia quitado
rio que desaguaba en el mar. Este proyecto lo des- las prisiones, y conduciéndole á aquel sitio, le ha-
echó i pero en aquellos dias estuvo tratando y dis-
9* ALEJANDRO.
bia mandado tomar la estola y la diadema, sentarse panto; y no habia cosa tan pequeña, como f u e -
y callar. se desusada y extraña, de que no hiciese una señal
Cuando esto o y ó Alejandro, lo que es del hom- y un prodigio; con lo que el palacio estaba siempre
bre aquel dió fin, como los agoreros se lo proponían; lleno de sacerdotes, de expiadores y de adivinos. Si
pero decayó de ánimo, y de esperanzas con respec- es pues abominable cosa la incredulidad y menospre-
to á los dioses, y empezó á tener á todos los ami- cio en las cosas divinas, es también abominable por
gos por sospechosos. Temia principalmente de parte otra parte la superstición, que como el agua se va
de Antipatro y sus hijos; de los cuales Iolas era su siempre á lo mas bajo y abatido, y llena el ánimo
rimer escanciador, y Casandro hacia poco que ha- de incertidumbre y de miedo, como entonces el de
ia llegado; y habiendo visto á unos bárbaros hacer Alejandro. Mas sin embargo, habiéndosele traído
el acto de adoracion, como hombre que se habia ciertos oráculos de parte del Dios acerca de Hefes-
criado al estilo Griego, y nunca habia visto cosa se- tion, poniendo término al duelo, volvió de nuevo á
mejante , se echó á reir desmandadamente; de lo que los sacrificios y los banquetes. D i ó pues un gran c o n -
vite á Nearco, y habiéndose bañado ya como lo
Alejandro concibió grande enojo, y asiéndole por
tenia de costumbre, para irse á acostar, á petición
los cabellos, le dió de testeradas junto á la pared.
de Medio marchó á su casa á continuar la cena; y
En otra ocasion, queriendo Casandro hablar contra
habiendo pasado alli en beber el dia siguiente, e m -
unos que acusaban á Antipatro, le interrumpió, y
pezó á sentirse con calentura, no al apurar el vaso
¿qué dices? le preguntó, ¿crees tuque hombres que
de Hércules, ni dándole repentinamente un gran d o -
no hubieran recibido ningún agravio habian de ha- lor en los lomos, como si lo hubieran pasado con una
ber andado tan largo camino para calumniar ? y re- lanza: porque estas son circunstancias que creyeron
plicándole Casandro que esto mismo era señal de que algunos deber añadir, inventando este desenlace trá-
calumniaban, tener tan lejos la redargución y el con- gico y patético, como si fuera el de un verdadero
vencimiento, se echó á reir Alejandro; y estos mis- drama. Aristóbulo dice sencillamente que le dió una
mos son, le dijo, los sofismas de Aristóteles para ar- fiebre ardiente con delirio, y que teniendo una gran
güir por uno y por otro extremo: tendreis que sen- sed, bebió vino; de lo que le resultó ponerse frené-
tir como se averigüe que le habéis agraviado en lo tico , y morir en el dia treinta del mes Daisio.
mas mínimo. Dícese por fin que fue tal y tan inde-
leble el miedo que se infundió en el ánimo de Ca- En el diario se hallan asi descritos los trámites
sandro, que largos años despues, cuando ya reinaba de la enfermedad: en el dia diez y ocho del mes D a i -
en Macedonia y dominaba la Grecia, paseándose en sio se acostó en el cuarto del baño por estar con
Delfos y viendo las estatuas, al poner los ojos en la calentura. Al dia siguiente, despues de haberse b a -
imagen de Alejandro, se quedó repentinamente pas- ñado , se trasladó á su cámara, y lo pasó jugando á
mado , y se le estremeció todo el cuerpo; de tal ma- las tablas con Medio. Bañóse á la tarde otra vez, sa-
nera que con dificultad pudo recobrarse del susto que crificó á los dioses, y habiendo cenado, tuvo de nue-
vo calentura aquella noche. El veinte se bañó, é hi-
aquella vista le causó.
zo también el acostumbrado sacrificio, y habién-
Luego que Alejandro cedió á los temores religio- dose acostado en la habitación del baño, se dedicó
sos, quedó con la mente perturbada de terror y es-
94 ALEJANDRO, ALEJANDRO. 95
á oir á Nearco la relación que le hizo de su navega- divulgador de esta noticia, habiéndosela oido refe-
ción y del grande Occeano. El veinte y uno ejecu- rir al Rey Antígono; y que el veneno fue una agua
tó lo mismo que el anterior, y habiéndose enarde- fría y helada que destilaba de una piedra cerca de
cido mas, pasó mala noche, y al dia siguiente fue Nonacris; la que recogían como rocío muy tenue,
violenta la calentura. Trasladósele á la gran pieza reservándola en un vaso de casco de asno: pues nin-
del nadadero, donde se puso en cama, y trató con gunos otros podian contenerla, sino que los hacia
los generales acerca del mando de los regimientos va- saltar por su nimia frialdad y aspereza. Pero los
cantes, para que los proveyeran, haciendo cuida- mas creen que esta relación del veneno fue una pura
invención, teniendo para ello el poderoso fundamen-
dosa elección. El veinte y cuatro, habiéndose arre-
to de que habiendo altercado entre sí los generales
ciado mas la fiebre, hizo sacrificio, llevado al efec-
por muchos dias, sin haberse cuidado de dar sepul-
to al altar; y de los generales y caudillos man-
tura al cuerpo, que permaneció expuesto en sitio c a -
dó que los principales se quedaran en su cámara,
liente y no ventilado, ninguna señal tuvo de seme-
y que los Comandantes y Capitanes durmieran á la
jante modo de destrucción, sino que se conservó sin
parte de afuera. Llevósele al traspalacio, donde el la menor mancha y fresco. Quedó Rojana en cinta;
veinte y cinco durmió algún rato; pero la fiebre no por lo que los Macedonios la trataban con el mayor
se remitió. Entraron los generales, y estuvo aquel honor; y ella, como se hallase envidiosa de Estatira,
dia sin habla, y también el veinte y seis; de cuyas la engañó poT medio de una carta fingida con él o b -
resultas les pareció á los Macedonios que habia muer- jeto de hacerla venir; y llegado que hubo, le quitó
to , y dirigiéndose al palacio gritaban y hacian ame- la vida y también á la hermana; y los cadáveres los
nazas á los mas favorecidos de Alejandro, hasta que arrojó á un p o z o , y despues lo cegó: siendo sabedor
al fin les obligaron á abrirles las puertas; y abiertas de ello Perdicas, y cómplice y auxiliador. Porque
que les fueron, llegaron de uno en uno en ropilla este alcanzó desde luego gran poder, llevando c o n -
hasta la cama. En aquel mismo dia Pitón y Seleuco, sigo á Arrideo 1 , como un depositario y guarda de
enviados á consultar á Serapis, le preguntaron si lle- la autoridad real: pues que habia sido tenido en F i -
varían alli á Alejandro; y el Dios les respondió que lina, muger de baja estirpe y pública, y no tenia
lo dejaran donde estaba; y el veinte y ocho por la cabal el juicio por enfermedad no natural, ó que le
tarde murió. hubiese venido por sí sin causa; sino que habiendo
Las mas de estas cosas se hallan asi escritas al pie manifestado, según dicen, una índole agradable , y
de la letra en el diario; y de que se le hubiese e n - buena disposición siendo todavía niño, despues Olim-
venenado nadie tuvo sospecha por lo pronto: d i - piada le hizo enfermar con yerbas, y le perturbó la
ciéndose solamente que habiéndosele hecho una d e - razón.
lación á Olimpíada á los ocho años, dió muerte á
muchos; y que aventó las cenizas delolas, entonces
ya muerto, por haber sido el que le propinó el v e - 1 Hijo natural de Filipo, tenido en la mugerzuela
neno. Los que dicen que Aristóteles fue quien acon- que aqui se nombra.
sejó esta acción á Antipatro, y que también propor-
cionó el veneno, designan á un tal Agnotemis como
CAYO JULIO CÉSAR. 97
CAYO JULIO CÉSAR.
por su rescate, se echó á reir, como que no sabían
quién era el cautivo, y voluntariamente se obligó á
N o habiendo podido Sila luego que se apoderó de darles cincuenta. Despues habiendo enviado á todos
la autoridad, ni por esperanza, ni por miedo alcan- los demás de su comitiva, unos á una parte y otros á
zar de Cornelia, hija de Ciña, aquel que realmente fue otra, para recoger el dinero, llegó á quedarse entre
monarca de R o m a , que se divorciase de César, le unos pérfidos piratas de Cilicia con un solo amigo y
confiscó el dote. La causa que César tenia para estar dos criados; y sin embargo los trataba con tal des-
en discordia con Sila era su deudo con Mario. P o r - den, que cuando se iba á recoger les mandaba á
que con Julia, hermana del padre de César, estaba decir que no hicieran ruido. Treinta y ocho días fue-
casado M a r i o , que tuvo de ella á Mario el joven, ron los que estuvo mas bien guardado que preso por
primo de César. Habiendo sido al principio pasado ellos; en los cuales se entretuvo y ejercitó con la ma-
en olvido por Sila, á causa del gran número de muer- y o r serenidad; y dedicado á componer algunos dis-
tos comprendido en la proscripción, y de sus o c u - cursos .teníalos por oyentes, tratándolos de igno-
paciones, él no pudo estarse quieto; sino que se pre- rantes y bárbaros cuando no aplaudian; y muchas
sentó al pueblo pidiendo el sacerdocio, cuando t o - veces les amenazó entre burlas y veras con que los
davía era joven; y Sila, obrando contra su preten- había de colgar, de lo que se reian, teniendo á sen- '
sión , pudo proporcionar que se le desairase. Consul- cillez y muchachada aquella franqueza. Luego que
taba luego sobre quitarle de en medio, y como algu- de Mileto le trajeron el rescate, y por su entrega fue
nos le dijeron que no tenia razón en querer acabar puesto en libertad, equipó al punto algunas embar-
con un joven c o m o aquel, les replicó que ellos eran caciones en el puerto de los Milesios, y se dirigió
los que estaban fuera de juicio, si no veían en aquel contra los piratas; á los que sorprendió anclados t o -
joven muchos Marios. Habiendo llegado esta expre- davía en la isla, y se apoderó de la mayor parte de
sión á los oidos de César, se ocultó por largo tiem- ellos. El dinero que les aprehendió lo declaró legítima
presa; y poniendo las personas en prisión en Per-
po , andando errante en el pais de los Sabinos; y des-
gamo, se fue en busca de Junio, que era quien man-
pues en ocasion en que por hallarse enfermo lo c o n -
daba en el Asia, porque á este le competía castigar
ducían de una casa en otra, dió de noche en manos
á los apresados; pero como Junio pusiese la vista en
de los soldados de Sila que recorrían el pais para re-
el caudal, que no era p o c o , y respecto de los cautivos
coger á los refugiados. Del caudillo que los mandaba,
le dijese que ya veria cuando estuviese de vagar,
que era Cornelio, recabó por dos talentos que lo de- no haciendo cuenta de él, se restituyó á Pergaíno,
jase, y bajando en seguida al mar, se dirigió á la y reuniendo en un punto todos aquellos bandidos,
Bitinia cerca del R e y Nicomedes; á cuyo lado se los puso en un palo, como muchas veces en chanza
mantuvo largo tiempo; y cuando regresaba fue apre- se lo habia prometido en la isla.
sado junto á la isla Farmacusa por los piratas, que
ya entonces infestaban el mar con grandes escuadras Habiendo empezado en este tiempo á decaer el
é inmenso número de buques. poder de Sila, y llamándole sus deudos, se dirigió
Lo primero que en este incidente hubo de n o - antes á Rodas á la escuela de Apolonio Molón, de
table fue que pidiéndole los piratas veinte talentos quien también Cicerón era discípulo; hombre que
TOMO I V . G
98 C A Y O JULIO CÉSAR.
C A Y O JULIO CÉSAR. 99
tenia opinion de probidad, y enseñaba públicamente. los gastos, no llegaría á tomar cuerpo, y dejaron que
Dícese que César tenia la mejor disposición para la se fortaleciese; pero cuando ya era tarde advirtie-
elocuencia civil, y que no le tallaba la aplicación ron cuánto habia crecido, y cuán difícil les era con-,
correspondiente; de manera que en este estudio te- trarestarle, sin embargo de que veían que se enca-
nia sin disputa el segundo lugar; dejando á otros en minaba al trastorno de la república: teniendo esta
él la primacía, por el deseo de tenerla en la autori- nueva prueba de que nunca es tan pequeño el princi-
dad y en las armas: así que dándose con mas ardor pio de cualquiera empresa, que la continuación no
á la milicia y á las artes del gobierno, por las que lo haga grande, tomando el no poder despues ser
al fin alcanzó el imperio, solo por esta causa no lle- detenido del habérsele despreciado. Cicerón pues,
gó en la facultad de bien decir á la perfección á que que parece fue el primero que advirtió y temió aque-
podía aspirar por su ingenio; y él mismo mas ade- lla aparente serenidad para el gobierno, á manera
lante pedia en su respuesta contradictoria al Catón de la del mar, y que en la apacibilidad y alegría del
de Cicerón que no se hiciese cotejo en cuanto á la semblante reconoció la crueldad que bajo ellas se ocul-
elegancia entre el discurso de un militar y el de un taba, decía que en todos los demás intentos y accio-
orador excelente, que escribía con la mayor diligen- nes suyas notaba un ánimo tiránico; » pero cuando
cia y esmero. »»veo, añadia, aquella cabellera tan cuidadosamente
Vuelto á Roma puso en juicio á Dolabela por »»arreglada, y aquel rascarse la cabeza con solo un
»»dedo, ya no me parece que semejante hombre pue-
vejaciones ejecutadas en la provincia; acerca de las
»»da concebir en su ánimo tan gran maldad, esto es,
que dieron testimonio muchas ciudades de la Grecia;
»»la usurpación del gobierno;" pero esto no lo dijo
mascón todo Dolabela fue absuelto; y César para
sino mas adelante.
mostrar su agradecimiento á aquella nación tomó su
defensa en la causa q'-ie sobre soborno seguía contra La primera demostración de benevolencia que
Publio Antonio ante Marco Luculo, pretor de la Ma- recibió del pueblo fue cuando contendiendo con
cedonia; en la que estrechó tanto á Antonio, que tu- Cayo Publio^sobre la comandancia militar, fue d e -
vo que apelar para ante los tribunos de la plebe, pro- signado el primero, y la segunda y mas expresiva to-
testando que en la Grecia no contendía con Griegos davía cuando habiendo muerto Julia , muger de Ma-
con igual derecho. En Roma fue grande el favor y rio, de la que era sobrino, pronunció en !a plaza un
aplauso que se granjeó por su elocuencia en las de- magnífico discurso en su elogio, y en la pompa f ú -
fensas, y grande el amor del pueblo por su afabilidad nebre se atrevió á hacer llevar las imágenes de M a -
y dulzura"en el trato, mostrándose condescendiente rio, vistas entonces por la primera vez despues del
fuera de lo que exigía su edad. Tenia ademas cierto mando de Sila, habiendo sido los Marios declarados
enemigos públicos. Porque como sobre este hecho cla-
ascendiente, que los banquetes, la mesa y el esplen-
masen algunos contra César, el pueblo les salió al
dor en todo lo relativo á su tenor de vida iban au-
encuentro decididamente, recibiendo con aplausos
mentando de dia en dia, y disponiéndole para el
aquella demostración, maravillado de que al cabo
gobierno. Miráronle algunos desde luego con displi-
de tanto tiempo restituyera como del otro mundo
cencia y envidia; pero en cierta manera lo despre-
aquellos honores de Mario á la ciudad. El pronunciar
ciaron , persuadidos de que faltando el cebo para
G 2
100 C A Y O JULIO CÉSAR. C A Y O JULIO CÉSAR. IOT
elogios fúnebres de las mugeres ancianas era costum- sobresalientes con el o r o , y con tanto arte y primor
bre patria entre los Romanos; pero no estando en ejecutadas, estando expresados en letra los triunfos
uso el elogiar á las jóvenes, el primero que lo ejecu- alcanzados de los Cimbros, se llenaron de temor por
tó fue César en la muerte de su muger; lo que le el que las habia alli puesto, pasmados de su arrojo;
concilio cierto favor y el amor de la muchedumbre, y ciertamente que no era difícil de acertar. D i f u n -
reputándole, á causa de aquel acto de piedad, por diéndose pronto la v o z , y trayendo á todo el mun-
hombre de benigno y compasivo caracter. Despues do á aquel espectáculo, los unos gritaban que César
de haber dado sepultura á su muger partió de Cues- espiraba á la tiranía, resucitando unos honores e n -
tor á España con V e t e r e , uno de los generales; al terrados por las leyes y los senatus-consultos; y
que tuvo siempre en honor y respeto; y á cuyo que aquello era una prueba para tantear las disposi-
hijo, siendo él General, nombró Cuestor á su vez. ciones del pueblo, á fin de ver si ablandado con sus
Despues que volvió de desempeñar aquel cargo, se obsequios, le dejaba seguir con tales ensayos y nove-
casó por tercera vez con P ó m p e y a , teniendo de C o r - dades ; pero los de la facción de Mario, que de repen-
nelia una hija, que fue la que mas adelante casó con te se manifestaron en gran número, se alentaban unos
Pompeyo el Magno. Como fuese pródigo en sus gas- á otros, y con su gritería y aplausos confundían el
tos, parecía que trataba de adquirir á grande costa Capitolio. Muchos hubo á quienes al ver la imágen de
una gloria efímera y de corta duración, cuando en Mario se Ies saltaron las lágrimas de g o z o ; elogiando
realidad compraba mucho á costa de p o c o : asi se á César hasta las nubes, y diciendo que él solo se
dice que antes de obtener magistratura ninguna se mostraba digno pariente de Mario. Congregóse sobré
habia adeudado en mil y trescientos talentos. Encar- estas ocurrencias el Senado, y levantándose Luctacio
gado despues del cuidado de la via Apia, impendió Cátulo, varón de la mayor autoridad entre los Ro.-»
mucho de su caudal; y como creado Edil presenta- manos, acusó á César, pronunciando aquel dicho
se trescientas y veinte parejas de gladiatores, y en tan sabido que César no atacabá ya á la república
todos los demás festejos y obsequios de teatros, p r o - con minas, sino con máquinas y á fuerza abierta; p e -
cesiones y banquetes hubiese oscurecido el esmero ro César hizo su defensa, y habiendo logrado c o n -
de los que le habían precedido , tuvo tan aficionado vencer al Senado, todavía le acaloraban mas sus a d -
al pueblo, que cada uno excogitaba nuevos mandos miradores, y le excitaban á que pusiera por obra
y nuevos honores con que remunerarle. todos sus designios, pues con todo se saldria, y á t o -
do se antepondría, teniendo tan de su parte la v o -
Eran dos las facciones que habia en la ciudad; luntad del pueblo.
la de Sila, que tenia el poder, y la de Mario, que
estaba entonces decaida y disuelta, habiendo sido Murió en esto el Pontífice máximo,Metelo; y aun-
enteramente maltratada. Queriendo pues suscitarla y que se presentaron á pedir esta apetecible dignidad
promoverla durante el mayor aplauso de su magis- Isaurico y Catulo, varones muy distinguidos y de
tratura edilicia, hizo formar secretamente las imáge- gran poder en el Senado, no por eso desistió César;
nes de Mario y algunas victorias en actitud de c o n - sino que bajando á la plaza, se mostró competidor.
ducir trofeos, y llevándolas de noche al Capitolio, Pareció dudosa la contienda, y Cátulo, que por su
las colocó en él. Los que á la mañana las vieron tan mayor dignidad temía mas la incertidumbre del é x i -
X02 ^ CAYÓ JULIO CÉSAR. CAYO JULIO CÉSAR. _ IO3
t o , se valió de personas que persuadieran á César se y fue pronunciado con tal vehemencia, que no solo
apartase dél intento mediante una grande suma; pe- los que votaron despues, sino aun muchos de los que
ro este respondió que si fuese necesario contender habian hablado antes, reformando sus opiniones, se
de este modo , tomaria prestada otra mayor. V e n i d o pasaron á é l , hasta que á Catón y á Catulo les lle-
el dia, como la madre le acompañase hasta la puerta gó su vez: porque estos lo contradijeron con esfuer-
de casa no sin derramar algunas lágrimas: hoy verás, zo , y dando Catón en su discurso valor y cuerpo á
le dice, ó madre, á tu hijo ó Pontífice ó desterrado; la sospecha contra César, y altercando resueltamente
y dados los sufragios no sin grande empeño, quedó con él, los reos fueron mandados al suplicio, y á
vencedor, inspirando al Senado y á los primeros c i u - César, al salir del Senado muchos de los jóvenes que
dadanos un justo recelo de que tendría á su disposi- hacían la guardia á Cicerón, sacando contra él Jas es-
ción al pueblo para cualquiera arrojo. Con este m o - padas , le detuvieron ; pero se dice que á aquel tiempo
tivo Pisón y Catulo culpaban á Cicerón de haber Curion, cubriéndole con la toga, le libertó de sus gol-
andado indulgente con César, cuando en la conjura- pes; y que el mismo Cicerón, habiéndose vuelto los
ción de Catilina dió suficiente causa para ser envuel- jóvenes á mirarle, los retrajo por señas, ó por temor del
to en ella. Porque Catilina, cuyo proyecto no se li- pueblo, ó porque realmente no tuviese por justa aque-
mitaba á mudar el gobierno, sino que se extendía á lla muerte. Y si esto fue cierto, no sé cómo Cicerón
destruir toda autoridad y trastornar completamente no hizo de ello mención en el escrito sobre su consula-
la república, redargüido con ligeros indicios, se ha- do : lo cierto sin embargo es que despues se le culpó
bía salido de la ciudad, antes que se hubiese des- de no haber sabido aprovechar la ocasion que contra
cubierto todo su plan, dejando por sucesores en él César se le presentó por demasiado temor al pueblo,
dentro de ella á Lentulo y Cetego. Si César les dió ó que protegia entonces á César con el mayor empeño.
no secretamente algún calor y poder, es cosa que no Asi es que habiéndose este presentado en el Senado
se pudo averiguar; pero convencidos aquellos con de alli á pocos dias, y hecho su apología por las sos-
pruebas irresistibles en el Senado, y preguntando pechas contra él formadas, lo que no se verificó sin
el Cónsul Cicerón á cada uno su dictamen acerca de peligrosas agitaciones, como la sesión del Senado d u -
le pena, hasta César todos los condenaron á muer- rase mas tiempo que el que era de costumbre, acu-
t e d e r o este, levantándose, pronunció un discurso dió el pueblo con grande gritería,)' cercó la curia,
muy estudiado para persuadir que dar la muerte reclamando á César, y mandando que lo dejaran sa-
sin juicio precedente á ciudadanos distinguidos por lir. De aqui nació que temeroso el mismo Catón de
su dignidad ^ su linage no era justo ni conforme á las innovaciones áque podrianprestar apoyo losciu-
los usos patrios,"como no fuese en el último a p u - dadanos mas miserables, que eran los que acaloraban
r o ; y que poniéndolos en custodia en las ciudades á la muchedumbre, teniendo en César toda su espe-
de Italia que el mismo Cicerón eligiese hasta tanto ranza, persuadió al Senado que les distribuyese tri-
que Catilina fuese exterminado, despues podría el Se- go por meses; con lo que los demás gastos anuales
nado en paz y en reposo determinar acerca de cada de la república se aumentaron en cinco cuentos y qui-
uno lo que correspondiese. nientas mil dracmas; pero también esta disposición
disipó notoriamente por lo pronto aquel gran temor,
Pareció tan arreglado y humano este dictamen,
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y debilito en tiempo el desmedido poder de César, cantora, y con este disfraz se introdujo, pudiendo
que iba á ser Pretor, y hubiera inspirado mayor mie- confundirse con una mocita. Estaban las puertas abier-
do á causa de esta magistratura. tas, y fue introducido sin tropiezo por una criada
N o produjo esta sin embargo ninguna turbación, que estaba en el secreto, la cual corrió á anunciarlo
y antes sobrevino un incidente doméstico muy des- á Pompeya. Fue precisa alguna detención; y como
agradable para César. Publio Clodio era un joven, no pudiendo aguantar Clodio en el sitio donde aque-
patricio de linage, señalado en riqueza y en elocuen- lla le dejó, se"echase á andar por la C3sa que era
cia; pero que en insolencia y desvergüenza no cedia el grande, resguardándose de la luz, dió con él una
primer lugar á ninguno de los mas notados de diso- criada de Aurelia, que le provocaba á juguetear, c o -
lutos. Amaba este á Pompeya, muger de César, sin mo que le renia por otra muger; y al ver que se ne-
que ella lo llevase á mal; pero la habitación de P o m - gaba, echándole mano, le preguntó, quién y de
peya estaba cuidadosamente guardada, y la madre dónde era: respondió Clodio que estaba esperando á
de César Aurelia, muger respetable, y que andaba Abra, criada de Pompeya, que asi se llamaba aque-
continuamente en seguimiento de la nuera, hacia di- lla; pero como fuese descubierto por la v o z , esta
fícil y peligrosa la entrevista de los amantes. V e n e - otra criada corrió dando voces á traer luz, y adon-
ran los Romanos una Diosa, á la que llaman Bona, de estaba la reunión, gritando que habia visto un
como los Griegos Muliebre ó Femenil; y de la cual hombre. Sobresaltáronse todas las mugeres; y Aure-
dicen los de Frigia ( q u e la tienen por propia suya) lia, suspendiendo y reservando las orgias de la D i o -
que es la madre del R e y Midas, los Romanos la sa , hizo cerrar las puertas de la casa, y se puso á
recorrerla toda por sí con luces en busca de Clodio.
ninfa Dríada casada con Fauno; y los Griegos la ma-
Encontrósele en el cuarto de la criada, en el que se
dre de Baco, que no es dado nombrar; de donde vie-
habia entrado huyendo; y descubierto asi por las
ne que las que celebran su fiesta adornan las tiendas
mugeres, se le puso la puerta afuera. Este sucedo,
con ramas de viña, y el dragón sagrado está postrado
yéndose en aquella misma noche las otras mugeres á
á los pies de la Diosa según la fábula. N o es lícito
sus casas, lo participaron á sus maridos, y al otro
que á esta fiesta se acerque ningún varón, ni que s i - dia corrió por toda la ciudad la voz de que Clodio
quiera exista en casa mientras se celebra; sino que habia cometido un gran sacrilegio, y era deudor de
las mugeres solas unas con otras se dice que ejecutan la pena, no solo á los ofendidos, sino a la repúbli-
en esta solemnidad arcana muchas ceremonias p a - ca y á los dioses. Acusóle pues de impiedad uno de
recidas á los misterios Orficos. Llegado pues el tiem- los tribunos de la plebe, y se mostraron indignados
po de haberse de celebrar en la casa del Cónsul ó el contra él los mas autorizados del Senado, dando tes-
Pretor, este y cuantos varones hay s::len de casa; de timonio de otros hechos feos, y de incesto con su
la que se entrega la muger, la adorna, y la mayor hermana casada con Luculo; pero haciendo frente el
parte de los ritos se ejecutan por la noche, pasán- pueblo á estos esfuerzos, se puso á defender á C l o -
dola toda en vela con algazara y músicas. d i o , á quien fue de grande utilidad cerca de unos
Celebraba Pompeya esta fiesta, y C l o d i o , que jueces aterrados é intimidados por la muchedumbre.
era todavía imberbe, y por lo mismo esperaba p o - En cuanto á César al punto repudió á Pompeya;
der quedar oculto, tomó el vestido y arreos de una
106 C A T O JULIO CÉSAR,
pero llamado á ser testigo en la causa, dijo que na- de esta edad reinase ya sobre tantos pueblos, y que
da sabia de lo que se imputaba á Clodio. Como sor- y o no haya hecho todavía nada digno de memoria?
prendido el acusador con una declaración tan extra- Llegado á España, desplegó al punto una gran-
ña le preguntase, ¿ por qué habia repudiado á su de actividad: de manera que en pocos dias agregó
muger? porque quiero, d i j o , que de mi muger ni diez cohortes á las veinte que ya tenia; y moviendo
siquiera se tenga sospecha. Unos dicen que César dio contra los Gallegos y Lusitanos, los venció, llegan-
esta respuesta, porque realmente pensaba de aquel do por aquella parte hasta el mar exterior, despues
modo ; y otros que quiso en ella congraciarse con el de haber sujetado á naciones que todavía no estaban
pueblo, al que veia empeñado en salvar á Clodio. Fue bajo la dominación Romana. Terminadas tan feliz-
pues absuelto de aquel crimen, habiendo dado con mente las cosas de la guerra , no administró con me-
confusion sus votos los mas de los jueces, para no nor inteligencia las de la p a z , reduciendo á concor-
exponerse al furor de la muchedumbre si condena- dia las ciudades, y sobre todo allanando las diferen-
ban , ni incurrir en el odio de los buenos si absolvían. cias entre deudores y acreedores: porque ordenó que
César, despues de la pretura, habiéndole cabido de las rentas de los deudores percibiese el acreedor
la España en el sorteo de las provincias, como al sa- dos terceras partes, y de la otra dispusiese el dueño
lir para ella se viese estrechado y ostigado de los hasta estar satisfecho el préstamo. Habiendo adqui-
acreedores, acudió á Craso, que era el mas rico de rido con su gobierno un gran concepto , dejó la pro-
los Romanos; pero necesitaba del grande influjo y vincia, hecho ya rico él mismo, y habiendo c o n -
ardimiento de César para su contienda en punto á tribuido á mejorar la suerte de sus soldados, por
gobierno con Pompeyo. T o m ó pues Craso sobre sí quienes fue saludado Emperador.
el acallar á los acreedores mas molestos é implaca- Los que aspiraban á que se les concediese el triun-
bles , afianzando hasta en cantidad de ochocientos y fo debían permanecer fuera de la ciudad; y los que
treinta talentos; y de este modo pudo aquel partir pedían el consulado era preciso que lo ejecutasen ha-
á su provincia. Dícese que pasando los Alpes, al atra- llándose presentes en ella: constituido pues en este
vesar sus amigos una aldea de aquellos bárbaros, p o - conflicto, y estando próximos los comicios consula-
blada de pocos y miserables habitantes, dijeron con res, envió á solicitar del Senado que se le permitiese
risa y burla: ¿ si habrá aqui también contiendas por estando ausente mostrarse competidor del consulado
el mando, intrigas sobre preferencia, y envidias de por medio de sus amigos. Sostuvo Catón al principio
los poderosos unos contra otros? y que César les res- la ley contra semejante pretensión; y despues, vien-
pondió con viveza: pues y o mas querria ser entre do á muchos ganados por César, tomó el medio de
estos el primero que entre los Romanos el segundo. destruir sus intentos con solo el tiempo, consumien-
Del mismo modo se cuenta que en otra ocasion h a - do en hablar todo el dia; pero este resolvió enton-
llándose desocupado en España leia un escrito sobre ces desistir del triunfo, y atenerse al consulado. En-
tró pues en la ciudad al punto, y tomó por su cuen-
las cosas de Alejandro, y se quedó pensativo largo
ta una empresa que engañó á todos los demás ciuda-
rato, llegando hasta derramar lágrimas; y como se
danos , á excepción de Catón. Era esta la reconcilia-
admirasen los amigos de lo que podría ser, les dijo:
ción de Pompeyo y Craso, que tenían el mayor po-
¿ pues no os parece digno de pesar el que Alejandro
IO0 __ CAYO JULIO CÉSAR, C A Y O JULIO CÉSAR. I09
der en la república; y uniéndolos César en amistad indigna del respeto que le tenían, poco decorosa á
de la discordia en que estaban, juntó en provecho la magestad del Senado, y propia de un furioso ó
suyo el poder de ambos; y haciendo una obra que de un mozuelo; pero el pueblo se mostró muy c o n -
tenia todos los visos de humana, no se echó de ver tento. César, para participar mas de lleno del poder
que iba á parar en el trastorno de la república. Pues de P o m p e y o , teniendo una hija llamada Julia des-
no fue, como creen los mas, la discordia de César posada con Servilio Cepion, la desposó con Pompe-
y Pompeyo la que produjo la guerra civil, sino mas y o , y á Servilio le dijo que le daria la de Pompe-
bien su amistad, habiéndose reunido primero para y o , que no estaba tampoco sin desposar, sino p r o -
acabar con la aristocracia, aunque despues volviesen metida á Fausto el hijo de Síla. De alli á poco C é -
á discordar entre sí. Catón, prediciendo muchas v e - sar casó con Calpurnia, hija de Pisón, al que d e -
ces todo lo que iba á suceder, entonces fue tachado signó Cónsul para el año siguiente. Entonces Catón
de hombre díscolo y descontentadizo; pero á la p o s - clamó y protestó públicamente con la mayor vehe-
tre adquirió fama de consejero prudente, aunque mencia que era insufrible el que el gobierno de la
desgraciado. república se adquiriese con matrimonios, y que por
César pues, fortalecido con la amistad de Craso medio de mugeres se fuesen promoviendo unos á otros
y de Pompeyo, fue promovido al consulado, que al mando de las provincias y de los ejércitos, y á
se le declaró con gran superioridad de votos, dándole todas las magistraturas. El colega de César Bibulo,
por colega á Calpurnio Bíbulo. Entrado en ejerci- cuando vió que con oponerse á las leyes nada ade-
lantaba , y que antes estuvo muchas veces en peli-
cio , propuso inmediatamente leyes, no propias
gro de perecer con Catón en la plaza, pasó encer-
de un Cónsul, sino de un insolente Tribuno de la
rado en su casa todo el tiempo que le quedaba de
plebe: á saber, sobre repartimientos y sorteos de
consulado. P o m p e y o , hecho que fue el casamiento,
terrenos. Opusiéronsele los hombres de mas probi-
llenó la plaza de armas, é hizo que el pueblo san-
dad y de mayor concepto del Senado; y é l , que no
cionadla las leyes; y á César sobre las dosGalias, Ci-
deseaba mas que un pretexto, haciendo exclamacio- salpina y Transalpina, le añadió el Ilirio con cuatro
nes y protestas ante los dioses y los hombres de que legiones por el tiempo de cinco años. Quiso Catón
contra su voluntad se le ponía en la precisión de contradecir estas tropelías, y César lo hizo llevar á
acudir al p u e b l o , y mostrarse obsequioso con él por la cárcel, pensando que apelaria á los Tribunos de la
agravios y mal trato del Senado , salió efectivamente plebe; pero este marchó tranquilo sin hablar palabra;
para dar cuenta al pueblo, y poniendo junto á sí á y César, viendo que no solo los primeros ciudadanos
un lado á Craso y á otro á P o m p e y o , les preguntó, lo llevaban á mal, sino que la plebe movida del respe-
¿si estarían por las leyes? y como respondiesen to á la virtud de Catón seguía con silencio y abatimien-
afirmativamente, les rogó que le auxiliasen contra to , rogó en secreto á uno de los Tribunos que le p u -
los que habian hecho la amenaza de que se opondrían siera en libertad. De los demás del Senado eran p o -
con la espada. Prometiéronselo; y aun Pompeyo cos los que concurrian á é l ; pues los mas, incomo-
añadiendo que vendria contra las espadas trayendo dados y disgustados, procuraban retirarse; y dicien-
espada y escudo. Fue esto de sumo disgusto para los do un dia Considio, que era de los mas ancianos, que
principales que escucharon de su boca una expresión
110 C A Y O JULIO CÉSAR,
el no concurrir consistía en que las armas y los sol- la Galia, tomó á viva fuerza mas de ochocientas c i u -
dados los intimidaban, le preguntó César: ¿pues p o r - dades , y sujetó trescientas naciones; y habiéndose-
qué tú no te estas también por miedo en tu casa? á le opuesto por partes y para los diferentes encuen-
lo que contestó Considio: porque en mí la vejez ha- tros hasta tres cuentos de enemigos, con el un cuen-
ce que no tema; pues la vida que me queda, habien- to acabó en las acciones, y cautivó otros tantos.
do de ser c o r t a , no pide ya gran cuidado. De todo El amor y afición con que le miraban sus solda-
cuanto se hizo en su consulado lo mas abominable y dos llegó á tal extremo, que los que en otros ejér-
feo fue el que hubiese sido nombrado Tribuno de la citos en nada se distinguían, se hacían invictos é i n -
plebe aquel mismo Clodio por quien fueron violadas superables en todo peligro por la gloria de César. Tal
las leyes de los matrimonios y los nocturnos miste- fue Aciiio, que en el combate naval de Marsella, aco-
rios. Nombrósele en ruina de Cicerón; y César no metiendo á un barco enemigo, perdió de un sablazo
marchó al ejército sin haber antes oprimido á C i - la mano derecha, pero no soltó de la izquierda el
cerón por medio de C l o d i o , y héchole salir de la escudo; y antes hiriendo con él en la cara á los ene-
Italia. migos, los ahuyentó á todos, y se apoderó del barco.
Tal Casio Esceva, á quien en el combate de Dirraquío
Estos se dice haber sido los hechos memorables de
le sacaron un ojo con una saeta, le pasaron un h o m -
su vida antes de los de lasGalias. El tiempo de las guer-
bro con un golpe de lanza y un muslo con otro , y
ras que despues sostuvo, y de las campañas con que do-
habiendo ademas recibido en el escudo otros ciento
mó la Galia, como si hubiera tenido un nuevo princi-
y treinta saetazos, llamó á los enemigos como para
p i o , y se le hubiera abierto otro camino para una vi- rendirse; y acercándosele dos, al uno le partió un
da nueva y nuevas hazañas , le acreditó de un guerrero hombro con la espada, é hiriendo en la cara al otro,
y caudillo no inferior á ninguno de los mas admira- lo rechazó, y él se salvó protegiéndole los suyos. En
dos y mas célebres en la carrera de las armas; y an- Bretaña cargaron los enemigos sobre los primeros de
tes comparado con los Fabios, los Escipiones y los la fila, que se habían metido en un sitio cenagoso y
Metelos; con los que poco antes le habían precedido, lleno de agua, y un soldado de César , estando este
Sila, Mario y los dos Luculos; y aun con el mismo mirando el combate, penetró por medio, y ejecutan-
P o m p e y o , cuya fama sobrehumana florecía entonces do muchas y prodigiosas hazañas de valor, salvó á
con la gloria de toda virtud militar , las hazañas de aquellos caudillos, haciendo huir á los bárbaros, y
César le hacen superior á uno por la aspereza de los pasando con dificultad por medio de todos, se arrojó
lugares en que combatió; á otro por la extensión del á un arroyo pantanoso, del que trabajosamente, ya
territorio que conquistó; á este por el número y v a - nadando y ya andando, pudo salir á la orilla, aun-
lor de los enemigos que venció; á aquel por lo extra- que sin escudo. Admiróse César, y con gran placer
ño y feroz de las costumbres que suavizó; á otro por y regocijo salióá recibirle; pero él muy apesadum-
la blandura y mansedumbre con los cautivos; á otro brado y lloroso se echó á sus pies, pidiéndole perdón
finalmente por los donativos y favores hechos á los por haber perdido el escudo. En Africa se apoderó
soldados; y á todos por haber peleado mas batallas Escipion de una nave de César, en la que navegaba
y haber destruido mayor número de enemigos: pues Granio Patronio, nombrado Cuestor, y habiendo te-
habiendo hecho la guerra diez años no cumplidos en
112 CAYO JULIO CESAR,
nido por presa á todos los demás, dijo que al Cues- á los ocho días estaba ya en el Ródano. El correr á
tor lo dejaba ir salvo; pero este, contestando que los caballo le era desde niño muy fácil: porque se habia
soldados de César estaban acostumbrados á dar la sa- acostumbrado á hacer correr á escape un caballo con
lud, no á recibirla, se dio la muerte pasándose con las manos cruzadas á la espalda; y en aquellas c a m -
la espada. pañas se ejercitó en dictar cartas caminando á caballo,
Este denuedo y esta emulación los habia fomen- dando que hacer á dos escribientes á un tiempo, y
tado y encendido el mismo César; en primer lugar según Opio á muchos. Dícese haber sido César el p r i -
con no poner límites á las recompensas y los honores, mero que introdujo tratar con los amigos por escri-
haciendo ver que no allegaba riqueza con las guerras t o , no dando lugar muchas veces la oportunidad para
para su propio lujo ó sus placeres; sino que ponia tratar cara á cara los negocios urgentes, por las mu-
y guardaba en depósito los que eran comunes premios chas ocupaciones, y por la grande extensión de la
del valor; y que no estimaba el ser rico sino en cuan- ciudad. De su poco reparo en cuanto á comida se da
to podia remunerar á los soldados que lo merecian; también esta prueba: teníale dispuesta cena en Milán
y en segundo lugar con exponerse voluntariamente á su hresped Valerio León, y habiéndole puesto e s -
todo peligro, y no rehusar ninguna fatiga. El que párragos, en lugar de aceite echaron ungüento; c o -
fuese arriscado y despreciador de los peligros no era mió no obstante sin manifestar el menor disgusto, y
extraño en su ambición ; pero su sufrimiento y tole- á sus amigos que no lo pudieron aguantar, los r e -
rancia en las fatigas, pareciendo que era superior prendió, díciéndoles: basta no comer lo que no agra-
da; y el que reprende esta rusticidad es el que se
á sus fuerzas físicas no dejó de causar admiración:
acredita de rústico. Obligado de la tempestad en una
porque con ser de complexion flaca , de carnes blan-
ocasión yendo de camino á recogerse en la casilla de
cas y flojas, y estar sujeto á dolores de cabeza y al
un pobre, como viese que no habia mas que un cuar-
mal epiléptico, habiendo sido en Córdoba donde le
tito, en el que con dificultad cabía uno solo, dijo á
acometió la primera vez, según se dice, no buscó en
sus amigos que en las cosas de honor se debía ceder
su delicadeza pretexto para la cobardía; sino hacien- á los mejores, y en las que son de necesidad á los
do de la milicia una medicina para su debilidad , con mas enfermos; y mandó que Opio durmiera en el
los continuos viages, con las comidas poco exquisitas, cuartito, acostándose él mismo con los demás en el
y con tomar el sueño en cualquiera parte, lidiaba con cubierto que habia delante de la puerta.
sus males, y conservaba su cuerpo, puede decirse,
que inaccesible á ellos. Por lo común tomaba el sue- La guerra primera que tuvo que sostener fue con-
ño en carruage ó en litera, haciendo de este modo tra los Helvecios y Tiburinos, que poniendo fuego
que el mismo reposo se convirtiera en acción; y sus á sus doce ciudades y trescientas aldeas., caminaban
viages de dia eran á las fortalezas, á las ciudades y acercándoseá Roma por la Galia ya sojuzgada, como
á los campamentos, llevando á su lado uno de aque- antes los Cimbros y Teutones; no siendo inferiores
llos amanuenses que estaban acostumbrados á escribir á estos en arrojo, y ascendiendo la muchedumbre
en la marcha , y yendo á la espalda un solo soldado de todos ellos á trescientos mil hombres, y el núme-
ro de los combatientes á ciento noventa mil. De es-
con espada. De este modo corria sin intermisión; de
tos á los Tiburinos los destrozó junto al rio Araris,
manera que cuando hizo su primera salida de Roma,
TOMO I Y . H
H 4 CAYO JULIO CÉSAR. C A Y O JULIO CÉSAR. 11 5-
no por sí, sino por medio de Labieno, a quien e n - tomar él solamente la legión décima, marcharía á los
vió con este encargo. En cuanto á los Helvecios . c o n - bárbaros, pues que no tendría que pelear con enemi-
duciendo él mismo su ejército á una ciudad aliada, gos que valieran mas que los Cimbros; ni él se repu-
le acometieron repentinamente en la marcha; por lo taba por General inferior á Mario. En consecuencia
qué se apresuró á acogerse á una posicion tuerte y de esto la legión décima le envió una embajada para
ventajosa. Reunió y ordenó allí sus tuerzas, y tra- darle graci&s; pero las demás se quejaron de sus gefes,
yéndole el caballo: este, dijo, lo empleare despues y llenos todos los soldados de ardor y entusiasmo, le
de haber vencido en la persecución; ahora vamos a siguieron el camino de muchos dias, hasta acampar
los enemigos, y los acometió á pie. Costole tiempo á doscientos estadios de los enemigos. Hubo ya en
y dificultad el rechazar la gente de guerra ; pero el esta marcha una cosa que debilitó y quebrantó la osa-
trabajo mayor fue en el sitio donde se hallaban los día de Ariobisto: porque ir los Romanos en busca
carros, y en el campamento, porque no solo aquella de los Germanos, que estaban en la inteligencia de
hizo otra vez cara y volvió al combate, sino que sus que si ellos se presentasen, ni siquiera aguardarían
hijos y sus mugeres se resistieron con obstinación aquellos por lo inesperado, le hizo admirar la reso-
hasta la muerte, de manera que no se termino la lución de César, y vió á su ejército sobresaltado.
batalla casi hasta la medianoche. Corono esta victo- Todavía los descontentaron mas los vaticinios de sus
ria, que fue gloriosa, con el hecho mas ilustre^toda- mugeres; las cuales mirando á los remolinos de los
vía de establecer á los fugitivos que pudo haber de rios, y formando conjeturas por las vueltas y ruido
aquellos bárbaros, precisándolos a repoblar el país de los arroyos, predecían lo futuro ; y estas no les d e -
que hablan dejado, y á levantar las ciudades que h a - jaban que dieran la batalla hasta que apareciera la l u -
blan destruido, siendo todavía en numero de mas de na nueva. Habiéndolo entendido César, y viendo á
cien mil; lo que ejecutó por temor de que adelan- los Germanos en reposo, le pareció mas conveniente
tándose los Germanos, podrían ocupar aquella región. ir contra ellos cuando estaban desprevenidos, que es-
Por el contrario la segunda guerra la sostuvo por perar á que llegara su tiempo; y acometiendo á sus
los Galos contra los Germanos, sin embargo de haber fortificaciones, y á las alturas sobre que tenian su
antes declarado aliado en Roma á su R e y Ariobisto; campo, los provocó é irritó á que impelidos de la
v es que eran vecinos muy molestos a los pueblos
ira bajasen á trabar combate ; y habiéndolos desor-
suietos á la república, y se temía que si la ocasión denado y puesto en huida, los persiguió por cuaren-
se presentaba, no permanecerían quietos en sus asien- ta estadios hasta llegar al R i n , llenando todo aquel
tos, sino que invadirían y ocuparían la Galia. V ien- terreno de cadáveres y de despojos. Ariobisto, ade-
do pues á los caudillos de los Galos poseídos del mie- lantándose con unos cuantos, pasó el Rin ; y se d i -
do mayormente á los mas distinguidos y jóvenes ce haber sido ochenta mil el número de los muertos.
de los que se le habían reunido, como gente que te- Ejecutadas estas hazañas, dejó en losSecuanos las
nia la idea de pasarlo bien y enriquecerse con la guerra, tropas para pasar el invierno ; y queriendo tomar c o -
convocándolos á una junta, les dijo que se retiraran nocimiento de las cosas de R o m a , bajó á la Galia
. v no se expusieran contra su voluntad, siendo h o m - del P o , que era de la provincia en que mandaba, por-
bres de poco ánimo y dados al regalo; y que con que el rio llamado Rubicon separa la Galia situada
H 2
il6 cayo julto césar.
de la parte de acá de los Alpes del resto de la Italia. -de las alturas, y hubiera desordenado la formación
Desde allí ganaba partido con el pueblo, pues eran de los enemigos, es probable que ninguno se habría
muchos los que iban á verle, dando á cada uno lo salvado: aun asi, con haber sostenido por el arrojo
que le pedia, y despachándolos á todos contentos: á de César un combate muy superior á sus fuerzas,
unos por haber ya recibido lo que apetecian, y á otros no pudieron rechazar á los Nervios, sino que alli los
por haberlos lisongeado con esperanzas: de manera acabaron defendiéndose: pues se dice que de sesenta
que por todo el tiempo que de alli en adelante se mil solo se salvaron quinientos, y de cuatrocientos
mantuvo en la provincia, sin que lo advirtiese P o m - senadores tres.
R e c i b i d a s estas noticias por el Senado, decreto
p e y o , ora estuvo quebrantando con las armas de los
ciudadanos á los enemigos, y ora con las riquezas y que por quince dias se sacrificase á los dioses, y que
despojos de estos conquistando á los ciudadanos. Mas aquellos, absteniéndose de todo trabajo, se pasasen
en fiestas, no habiéndose nunca señalado otros tantos
habiendo entendido que los Belgas, que eran los mas
por ninguna victoria; y es que el peligro se reputó
poderosos de los Celtas, y poseian la tercera parte
grande por amenazar á un tiempo tantas naciones;
de la Galia, se habían rebelado, teniendo reunidos
haciendo también mas insigne este vencimiento la pa-
muchos millares de hombres sobre las armas, preci-
sión con que la muchedumbre miraba á C é s a r p o r
pitó su vuelta, y marchó allá con la mayor celeridad.
ser este el que lo habia alcanzado; el cual_habiendo
Sobrecogió á los enemigos talando el pais de los G a - dejado en buen estado las cosas de la Galia, volvió
l o s , aliados de la república, y habiendo derrotado otra vez á invernar en el pais regado por el Pó p a -
á la muchedumbre que peleó cobardemente, á todos ra continuar sus manejos en la ciudad: pues no sola-
los pasó al filo de la espada; de manera que los lagos mente los que aspiraban á las magistraturas por su
y rios profundos se pudieron transitar por encima de mediación, y los que las obtenían sobornando al pue-
los montones de cadáveres. De los pueblos sublevados, blo con el caudal que él les remitía, hacian cuanto
los de la parte del Occéano todos se sometieron volun- estaba á su alcance para adelantarlo en influjo y p o -
tariamente ; y solo tuvo que hacer la guerra á los N e r - der, sino que de los ciudadanos mas principales y
vios , que eran los mas feroces y belicosos; los cuales de mayor opinion los mas habían acudido á visitarle
habitaban en espesos encinares, y tenían sus familias á Luca; y entre estos Pompeyo y Craso, y Apio,
y sus haberes en lo profundo de una selva á la ma- comandante de la Cerdeña, y Nepote, proconsul de
yor distancia de los enemigos.Estos pues, en núme- la España: de manera que se juntaron hasta ciento y
ro de sesenta mil hombres, cargaron repentinamente veinte lictores, y del orden senatorio arriba de dos-
á César al tiempo de estar poniendo su campo, lejos cientos. Convínose en un consejo que tuvieron, en
de esperar tan imprevista batalla; y á la caballería que Pompeyo y Craso serian nombrados Cónsules, y
lograron ponerla en fuga. y envolviendo las legiones que á César se le asignarían fondos y otros cinco años
duodécima y séptima, dieron muerte á todos los c a - de mando militar, que fue lo que pareció mas extra-
bezas de fila, y si César, tomando el escudo y pe- ño á los que examinaban las cosas sin pasión: por
netrando por entre los que le precedían, no hubiera cuanto los mismos que recibían grandes sumas de
acometido á los enemigos, y la legión décima, vien- César, estos mismos persuadían al Senado á que le
do su peligro, no hubiera acudido prontamente des-
hiciera asignaciones, como si estuviera falto, ó por
timulaba la gloria de ser el primero que con ejército
mejor decir, lo precisaban á ejecutarlo y á llorar so-
hubiese pasado el Rin. Echó pues en el un puente
bre lo propio que decretaba, pues se hallaba ausen-
sin embargo de ser sumamente ancho, y llevar por
te Catón , porque de intento lo habian enviado á C h i -
aquella parte gran caudal de agua con una corriente
pre ; y aunque Fabonio, que seguia las huellas de C a -
impetuosa y rápida, que con los troncos y arboles
tón , se salió fuera de la curia á gritar al pueblo cuan-
que arrastraba conmovía los apoyos y postes del
do vió que no sacaba ningún partido, nadie hizo c a -
puente; pero oponiendo á este choque grandes ma-
so : algunos por respeto á Porapeyo y á Craso; y
deros hincados en medio del rio, y retrenando la tuer-
los mas por complacerá César, sobre cuyas esperan-
za del agua que heria en la obra, dio un espectáculo
zas vivían descansados.
que excede toda f e , habiendo acabado el puente en
Restituido Ce'sar al ejército quehabia dejado en las
solos diez días. , , .
Galias, tuvo que volver á una reñida guerra en la pro- Pasó sus tropas sin que nadie se atreviese a hacerle
pia región , á causa de que dos grandes naciones de resistencia; y como aun los Suevos, gente la mas b e -
Germania habian acabado de pasar el Rin con el i n - licosa de Germania, se metiesen en barrancos profun-
tento de adquirir nuevas tierras, de las cuales era la dos y cubiertos de arbolado, dando fuego a lo que
una la de los Usipetes, y la otra la de los Tencteros. pertenecia á los enemigos, y alentando y tranquili-
Acerca^ de la batalla lidiada contra estos enemigos zando á los que siempre se habian mostrado adictos a
escribió César en sus comentarios, que habiéndole los Romanos, se retiró otra vez á la Galia, habien-
enviado los bárbaros una embajada para tratar de d o sido de diez y ocho dias su detención en Germa-
paz, le pusieron celadas en el camino, con lo que nia. La espedicion á Bretaña dió celebridad á su osa-
le derrotaron la caballería, que Constaba de cinco mil día y determinación: porque fue el primero que sur-
hombres, bien desprevenidos para semejante traición, c ó con armada el Océano occidental, y que navego
con ochocientos de los suyos; y que como le envia- por el Atlántico, llevando consigo un ejército para
sen despues otros para engañarle segunda v e z , los hacer la guerra; y cuando no se creia que fuese una
detuvo y movió contra ellos con todo su ejército, isla á causa de su extensión, y era por lo tanto ma-
creyendo que seria ,gran simpleza guardar fe á h o m - teria de disputa para muchos escritores, que la te-
bres tan infieles y prevaricadores. Canisio dice que nian por un puro nombre y por una voz de cosa in-
Catón al decretar el Senado fiestas y sacrificios por ventada que en ninguna parte existia, se propuso^su-
esta victoria, abrió dictamen sobre que César fuese jetarla, llevando fuera del orbe conocido la domina-
entregado á los bárbaros, para que asi expiase la ciu- ción de los Romanos. Dos veces hizo la travesía á la
dad la abominación de haber quebrantado la tregua, isla desde la parte de la Galia que le cae enfrente; y
habiendo en continuadas batallas maltratado á los ene-
y la execración se volviese contra su autor. De los
migos , mas bien que aprovechado en nada á los su-
que habian pasado fueron destrozados en aquella a c -
yos , pues que no habia cosa del menor valor entre
ción cuatrocientos mil; y á los pocos que volvieron
gentes infelices y pobres, no dió á aquella guerra el
los recibieron los Sicambros, que eran otra de las
fin que deseaba, sino que contentándose con recibir
naciones de Germania. Sirvióle esto de motivo á César
rehenes del R e y y arreglar los tributos, se volvió
para ir contra ellos, y mas que por otra parte le es-
CAYO JULIO CÉSAR. 121
de la asía. A su llegada encontró cartas que iban á
mandársele de sus amigos de R o m a , en las que le t o , donde contuvo á los suyos de todo combate, y
anunciaban el fallecimiento de su hija, que habia los precisó á establecer trincheras y á hacer obras en
muerto de parto en la compañía de Pompeyo. Gran- las puertas, como si estuvieran temerosos, preparan-
de lúe e pesar de este y grande el de César; mas do asi de intento el que los despreciaran; hasta que
también los amigos se apesadumbraron, viendo disuel- saliendo cuando los enemigos andaban sueltos y des-
to el deudo que habia conservado en paz y en c o n - ordenados con la nimia confianza, los deshizo y des-
cordia la república, bien doliente y quebrantada de barató , haciendo en ellos gran matanza. ^
otra parte , porque el niño murió también luego , ha- Esto comprimió muchas de las rebeliones de los
biendo sobrevivido á la madre pocos dias. La muche- Galos por aquella parte, y también el que el mismo
dumbre cargo, contra la voluntad de los tribunos de César corrió el pais, y acudió á todas partes en me-
la plebe, con el cadaver de Julia, y le llevó al cam- dio del invierno, estando muy atento á cualquiera
p o Marcio, donde se le hicieron las exequias, y y a - novedad. Viniéronle ademas de Italia, en lugar de
ce sepultado. J J las tropas perdidas, tres legiones: dos que le pres-
tó Pompeyo de las que estaban á sus órdenes, y una
Repartió César por precisión sus fuerzas, que ya
que él habia levantado en la Galia del Pó. En tanto
eran de consideración, en diversos cuarteles de invier-
lejos de alli brotaron y salieron á luz las semillas es-
no ¿ y marchando él á Italia, como lo tenia de c o s -
parcidas de antemano, y fomentadas en secreto por
tumbre, volvieron otra vez á inquietarse por todas
hombres poderosos entre las gentes mas belicosas, de
partes los Galos, y dirigiéndose con ejércitos nume- la guerra mas porfiada y de mayor riesgo de cuantas
rosos contra los cuarteles de los Romanos, intentaban alli se ofrecieron: semillas corroboradas con numerosa
tomarlos; y la mayor y mas poderosa fuerza de los juventud, con armas buscadas por todas partes, con
sublevados, conducida por Ambiorige, habia dado grandes caudales recogidos al intento, con ciudades
muerte a Cota y Titorio en su mismo campamento. fortificadas y con puestos casi inexpugnables. Era
I a l e 8 ; o n mandada por Cicerón la cercaron con se- estoen la estación del invierno; y los rios helados,
senta mil hombres, y estuvo en muy poco que la to- las selvas cubiertas de nieve, las llanuras inundadas
masen a viva fuerza, estando ya todos heridos; sino con los torrentes, los caminos contundidos con la
que por su valor se defendieron mas allá de lo que profunda nieve y la inseguridad de la marcha por
podían. Dióse parte de estos sucesos á César, que se ios lagos y arroyos salidos de madre: todo parece
ñauaba ya muy lejos; pero retrocedió con la mayor que concurría á poner á los rebeldes fuera del alcan-
presteza, y juntando en todo hasta unos siete "mil ce de César. Eran muchas las gentes sublevadas; p e -
ro las que llevaban la voz eran los Arvernios y C a r -
hombres, marchó con ellos á ver si podia sacar del
nutes; y la autoridad suprema para la guerra se h a -
sitio a Cicerón. N o se les ocultó á los sitiadores que
bia conferido por elección á Vercingentorix; á c u y o
Je salieron al encuentro, ciertos de oprimirle por el
padre habian dado muerte los Galos por parecerles
desprecio con que miraban sus pocas fuerzas; mas
u s a n d o d e " d i d e s les huiael cuerpo continuamenr
que se erigía en tirano.

te; y tomando una posicion propia de quien pelea- Este pues, repartiendo sus fuerzas en muchas d i -
ba con pocos contra muchos, fortificó su campamen- visiones , y poniéndolas al mando de diversos caudi-
líos, procuraba hacer entrar en su plan á todo el país sar, la que él mismo vió algún tiempo^ despues y
del contorno hasta el rio Araris, llevando la idea, se echó á reir; y proponiéndole los amigos que la
si lograba que en Roma se formase partido contra quitase, no vino en ello, teniéndola por sagrada.
César, de concitar para aquella guerra á toda la G a - Con todo los mas de los que pudieron salvarse
lia; y si esto lo hubiera hecho poco despues, cuan- se refugiaron con el Rey á la ciudad de Alesia. P ú -
do ya César estaba implicado en la guerra civil, no sole sitio César, y cuando parecía inexpugnable por
hubieran sido los temores que en tal caso se hubieran la altura de sus murallas y la muchedumbre de los
apoderado de la Italia menos violentos que aquellos que la defendían, sobrevino de la parte de afuera un
que los Cimbros le causaron. Mas ahora César, cuyo peligro superior á todo encarecimiento; porque de
ingenio era sacar partido de todos los accidentes pa- las gentes mas poderosas en armas de la Galia que
ra la guerra, y sobre todo aprovechar la ocasion, en se hallaban congregadas, vinieron sobre Alesia tres-
el momento mismo de serle la rebelión anunciada, cientos mil hombres, y los combatientes que habia
levantando el campo, volvió por el mismo camino que dentro de ella no bajaban de ciento setenta mil: de
habia traído, y con la fuerza y la celeridad de su mar- manera que sorprendido y sitiado César en medio
c h a , á pesar de los indicados obstáculos, demostró de tan peligrosa guerra, se vió en la precisión de cor-
á los bárbarcs ser infatigable é invencible el ejército rer dos trincheras, una contra la ciudad, y otra al
que los perseguía: pues cuando creian que en mucho frente de la muchedumbre que habia llegado; pues
tiempo no pudiera llegarle ni mensagero ni correo, si ambas fuerzas se juntaban, todo debia tenerse por
le vieron y a sobre sí con todo el ejército, talando perdido. Asi por muchas razones fue justamente c e -
sus tierras, apoderándose de sus puestos, asolando lebrada esta guerra de Alesia, habiéndose verificado
sus ciudades, y volviendo á su amistad á los que ha- en ella hechos de valor y pericia como en ninguna
otra; pero principalmente debe ser mirado con a d -
bian hecho mudanza: hasta que también entró en la
miración el que pudiese conseguir César que en la
guerra contra él la nación de los Eduos, que habién-
ciudad no se tuviese noticia de que afuera combatía,
dose apellidado en todo el tiempo anterior hermanos
y estaba en acción con tantos millares de enemigos;
de los Romanos, entonces se habian unido con los
y mucho mas todavía que no lo supiesen tampoco
rebeldes; siendo motivo de no pequeño desaliento
íos Romanos que defendían la otra trinchera. P o r -
para el ejército de César. Retiróse pues de allí por que nada entendieron de la victoria hasta que o y e -
esta causa, y pasó los términos de los Lingones, para ron los lamentos de los hombres y el llanto de las
ponerse en contacto con los Secuanos, que eran ami- mugeres de Alesia, que veian de la otra parte m u -
gos y estaban interpuestos entre la Italia y el resto chos escudos adornados con plata y o r o , muchas c o -
de la Galia. Fuéronle allí á buscar los enemigos, y razas salpicadas de sangre, y ademas tazas y tien-
aunque le opusieron por todas partes muchos milla- das de los Galos trasladadas por los Romanos á su
res de hombres, les dió batalla; y á todos los demás campamento: ¡ con tanta presteza se borró y pasó to-
los venció y sojuzgó á fuerza de tiempo y del terror da aquella fuerza como una ilusión ó un sueño, ha-
que llegó á causarles; pero al principio parece tuvo biendo perecido la mayor parte en la batalla! Los
algún descalabro; y los Arvernios muestran una es- que custodiaban á Alesia, despues de haber padecido
pada suspendida en el templo como despojo de C é -
124 C A Y O JULIO CÉSAR,
mucho y de haber dado bien en que entender á Cé- bierne: de manera que los hombres de juicio tenían
sar, al fin se rindieron. El General en gefe Vercin- á buena dicha el que en tanto desconcierto y en tan
gentoríx tomó las armas mas hermosas que tenia, en- desecha borrasca no padeciesen los negocios públicos
jaezó ricamente su caballo, y saliendo en él por las mayor mal que el de venir á ponerse en manos de
puertas, dió una vuelta alrededor de César, que se uno; y aun muchos hubo que se atrevieron á decir
hallaba sentado; apeóse despues, y arrojando al sue- en público que sin el mando de uno solo era intole-
lo la armadura, se sentó á los pies de César, y se rable aquel Gobierno; y que el modo de que se h i -
mantuvo inmoble, hasta que se le mandó llevar y ciera mas llevadero este remedio, seria recibirle del
poner en custodia para el triunfo. mas benigno entre los diferentes médicos, significan-
Tenia ya César meditado tiempo habia acabar do á Pompeyo. Como este de palabra afectase r e -
con Pompeyo, como este sin duda acabar con aquel: husarlo , pero de obra nada le quedase por hacer pa-
ra que se le nombrase Dictador, meditando sobre
porque muerto á manos de los Partos Craso, que
ello Catón, persuadió al Senado que podría tomarse
era el antagonista de entrambos, solo le restaba al
el medio de designarle Cónsul único para que no
que aspiraba á ser el m a y o r , el quitar de delante al
arrancara por fuerza la dictadura, contentándose con
que lo era, y á este, para no verse en semejante
una monarquía mas legítima; y el Senado ademas le
caso, el adelantarse á acabar con aquel de quien p o -
pro rogó el tiempo de sus provincias. Eran dos las
día temer. Este temor era reciente en Pompeyo, que que tenia: la España y toda el Africa, las que g o -
antes apenas hacia caso de César, no teniendo por bernaba por medio de legados, y manteniendo ejér-
obra difícil el abatir á aquel á quien él mismo habia citos, para los que recibía del erario público mil ta-
elevado. Mas César, que desde el principio habia lentos cada año.
echado estas cuentas acerca de sus rivales, á manera
de un atleta se puso, hasta que fuese tiempo, lejos En esto César pidió el consulado por medio de
de la arena, egercitándose en las guerras de la Ga- comisionados, y que igualmente se le prorogara el
lía; examinó su poder, aumentó con obras su g l o - tiempo de su mando en las provincias; y al princi-
ria hasta ponerse á la altura de los brillantes triun- pio Pompeyo no hizo oposicion; pero hicíéronla
Marcelo y Léntulo, enemigos por otra parte de C é -
fos de Pompeyo; y estuvo en acecho de motivos y
sar; y á lo que podia contemplarse preciso, añadie-
pretextos, que no le faltaron , facilitándolos ora Pom-
ron cosas que no lo eran en su afrenta y vilipendio.
peyo , ora las ocasiones, y ora el mal gobierno de
Porque habiendo César hecho poco antes colonia á
R o m a , que llegó á punto de que los que pedian las
N o v o c o m o , en la Galia, despojaron á los habitan-
magistraturas pusiesen mesas en medio de la plaza
tes del derecho de ciudad; y hallándose Marcelo de
para comprar descaradamente á la muchedumbre, y Cónsul, á uno de sus Decuriones que habia venido
el pueblo asalariado se presentaba á contender por el á Roma, le afrentó con las varas, añadiendo que le
que lo pagaba, no solo con las tablas de votar, sino castigaba de aquella manera en señal de que no era
con arcos, con espadas y con hondas. Decidiéronse las ciudadano Romano; y le dijo que fuera y lo mani-
votaciones no pocas veces con sangre y con cadáve- festara á César. Despues de este hecho de Marcelo,
res; profanando la tribuna, y dejando en anarquía como ya César hubiese procurado que todos parti-
á la ciudad, como nave á quien falta quien la g o -

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126 CAYO JULIO CÉSAR. CAYO JULIO CÉSAR. 12J
cipasen largamente de las riquezas de la' Galia; á tanto P o m p e y o , ambos pusieran su suerte en manos
Curion, tribuno de la plebe, le hubiese redimido de los ciudadanos, pues de otra manera, quitando
de sus muchas deudas; y áPaulo, entonces Cónsul, las provincias al uno, y confirmando al otro el p o -
le hubiese hecho el obsequio de mil y quinientos ta- der que tenia, á aquel lo abatian, y á este le pre-
lentos , con los que compró y adornó la célebre Ba- paraban los caminos de la tiranía. Habiendo hecho
sílica , edificada en la plaza en lugar de la de Fulvio, esta misma proposicion ante el pueblo Curion , tri-
temiendo ya entonces Pompeyo la sublevación, tra- buno de la plebe, á nombre de César, fue muy aplau-
bajó abiertamente por sí y por sus amigos para que dido ; y aun algunos arrojaron coronas sobre é l , c o -
mo se derraman flores sobre un atleta. Otro tribuno
se le diera á César sucesor en el gobierno; y le e n -
de la plebe, Antonio, mostró á la muchedumbre una
vió á pedir los soldados que le habia prestado para
carta que habia recibido de César sobre este mismo
la guerra de la Galia. Envióselos este, habiendo aga-
objeto, y la leyó," á pesar de la oposicion de los
sajado á cada soldado con doscientas y cincuenta
Cónsules. Mas en el Senado Escipión, suegro de P o m -
dracmas; pero los que se los trajeron á Pompeyo
peyo , abrió este dictamen: que si para el dia que se
esparcieron en el pueblo especies injuriosas y nada prefijara no deponia César las armas, se le declarara
lisonjeras contra César, y al mismo Pompeyo le en- enemigo público. Preguntando pues los Cónsnles si les
grieron con vanas esperanzas, haciéndole entender parecía que Pompeyo depusiera las armas, y las d e -
que era deseado en el ejército de César; y que si en pusiera César, aquella parte tuvo pocos votos, y esta
Roma encontraba obstáculos y dificultades por la en- todos, á escepcion de muy pocos; mas insistiendo
vidia , y por los rezelos que siempre trae el gober- de nuevo Antonio en que ambos hicieran dimisión
nar , aquellas fuerzas las tenia prontas, y solo con de todo mando, á esta sentencia se arrimaron todos
que pusiesen el pie en Italia, al punto se pasarían á con unanimidad; pero instando Escipion, y gritan-
su partido: pues tan molesto habia llegado á hacerse do el Cónsul Léntulo que contra un ladrón lo que
César generalmente al soldado, y tan sospechoso de se necesitaba eran armas y no votos, se disolvió el
que aspiraba á la tiranía. Pompeyo con estas relacio- Senado; y á causa de esta sedición mudaron vestidos
nes se llenó de orgullo, y desatendiendo el arreglo como en un duelo público.
y orden del ejército, como hombre qne no tenia por
Vinieron en esto cartas de César que le acredi-
que temer, en sus expresiones y sus dictámenes se
taban de moderado; porque pedia que dejando todo
declaraba contra César, manifestando su ánimo d&
lo demás de sus antiguas provincias, se le diera la
hacer que se le derribase; pero á este se le daba bien
Galia Cisalpina y el Ilírico con dos legiones hasta
p o c o ; y se dice que estando uno de los cabos de su
pedir el segundo consulado ; y Cicerón el orador, que
ejército á la puerta del Senado, y oyendo que no se
ya habia vuelto de la Cilicia y andaba en transac-
prorogaria á César el tiempo de su mando, dijo: pues ciones, ablandó á Pompeyo hasta el punto de venir
esta se loprorogará, echando mano á la empuñadura en todo lo demás, excepto en el artículo de los sol-
de su espada. dados ; y el mismo Cicerón alcanzó de los amigos de
Con todo la pretensión de César tenia la mas re- César que cediesen hasta responder de que aquel se
comendable apariencia de justicia: porque proponia contentaría con las provincias expresadas y con solos
dejar por su parte las armas, y que haciendo otro

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128 cayo julio cesar. CAYO JULIO CÉSAR. 12()
seis mil soldados. Aun á esto se dobló y accedió Pom- nía prevenido que le siguiesen, no todos juntos,
peyo ; pero Léntulo, usando de su autoridad de Cón- sino unos por una parte y Otros por otra. Montó
sul, no lo permitió, sino que llenando de imprope- pues en un carruage de"los de alquiler, tomando al
rios á Antonio y á Casio, los expelió ignominiosa- principio otro camino; pero volviendo luego al de
mente del Senado, proporcionando á César el mas Arimino, cuando llegó al rio que separa la Galia
plausible pretexto que pudiera desear, y del que se Cisalpina del resto' de la Italia, llámase el Rubicon,
valió principalmente para inflamar á los soldados, como al estar mas cerca del riesgo se ofreciese con
poniéndolos á la vista que varones tan principales mas viveza á Su imaginación lo grande de la empre-
y adornados de mando habian tenido que huir en sa , cesó de correr , y aun détuvo enteramente la mar-
carros alquilados bajo el disfraz de esclavos: porque cha, revolviendo en su ánimo muchas cosas, mudan-
realmente asi era como por miedo habian salido de do en silencio de dictámen, ya hacia á uno y y a
Roma. hácia otro extremo, y haciendo en su propósito con-
Las tropas que tenia consigo no eran mas que tinuas variaciones. Mostróse asimismo muy perplejo
unos trescientos caballos y cinco mil infantes: porque á los amigos que se hallaban presentes, de cuyo n ú -
el resto del ejército lo habia dejado al otro lado de mero era Asinio Polion, calculando con ellos los gran«
los Alpes, y habian de conducirlo los que al efecto des males de que iba á ser principio el paso de aquel
r i o , y cuánta habia de ser la memoria que de él que-
habia enviado. Mas poniendo la vista en el principio
dara á los que despues vendrían. Por fin con algo de
de las grandes cosas que meditaba, y considerando
cólera, como si dejándose de discursos se abandona-
que el éxito de su primer acometimiento, no tanto
ra á lo futuro, y pronunciando aquella expresión c o -
necesitaba de grandes fuerzas, como dependia del
mún , propia de los que corren suertes dudosas y
terror que produce el arrojo, y de la celeridad en
aventuradas, tirado está ya el dado, se arrojó á p a -
aprovechar laocasion, siéndole mas fácil pasmar con sar; y continuando con celeridad lo que restaba de
la sorpresa, que violentar con el aparato de tropas, camino, llegó á Arimino antes del dia, y le ocupó.
dió orden á los gefes y cabos para que llevando solo Dícese que la noche anterior á este paso tuvo un
las espadas, sin otras armas, ocuparan á Arimino, ensueño abominable; pues le pareció que se acercaba
ciudad populosa de la Galia, á fin de tomarla con á su madre con una mezcla que sin horror no pue-
la menor confusion y muertes que fuese posible; pa- de pronunciarse.
ra lo que dió las correspondientes fuerzas^ á Horten-
sio. Por lo que hace á él mismo pasó el dia á la vis- Despues de tomado Arimino, como si á la guerra
ta del público asistiendo al espectáculo de unos gla- se le hubieran abierto anchurosas puertas contra t o -
diatores que se ejercitaban ; pero á la caida de la tar- da la tierra y el mar, y como si las leyes de la r e -
de se bañó y ungió , se restituyó á su cámara, pasó pública se hubieran conmovido con traspasarse los tér-
un breve rato con los que tenia convidados á cenar, minos de una provincia, no se veia á hombres y mu-
y levantándose de la mesa cuando apenas era de n o - geres como en otras ocasiones discurrir por la Italia;
che, habló con grande afabilidad á todos los demás, sino alborotadas las ciudades enteras, y que huyendo
y les dijo que le aguardaran, aparentando que habia corrían de unas á otras. La misma Roma, como inun-
dada de diferentes olas con la fuga y concurso de los
de volver; mas á unos cuantos de sus amigos les te-
TOMO I V . 1
130 CAYO JULIO CÉSAR, CAYO JULIO CÉSAR. j^J
pueblos del contorno, ni obedecía fácilmente á los acérrimos de César, cayeron entonces, en medio de
magistrados , ni escuchaba razón alguna en semejante la confusion, de su anterior propósito, y sin motivo
tumulto y borrasca; y estuvo en muy poco que por fueron arrebatados de la violencia de aquella corrien-
sí misma no fuese destruida. Poraue no habia parte te. Era á la verdad espectáculo triste el de Roma, y
alguna que no estuviese agitada de pasiones contra- en medio de aquella tormenta parecía nave de c u -
rias y de conmociones violentas; y ni aun la que ya salud desesperan los pilotos, y que es de ellos
parecía deber hallarse contenta estaba en reposo; si- abandonada para que sea la sume quien la conduzca.
no que encontrándose, en una ciudad tan grande, coa Pues con todo de ser tan lastimosa y miserable esta
la que estaba temerosa y triste, y vanagloriándose mudanza, los ciudadanosveian la patria, á causa de
ya de lo venidero, tenian continuos altercados. A P o m p e y o , en aquella turba fugitiva; y en Roma no
P o m p e y o , de suyo bastante cuidadoso, cada uno le veian sino el campamento de César: de manera que
molestaba por su parte, acusándole unos de que por hasta Labieno, uno de los mayores amigos de César,
haber fomentado á César contra sí mismo y contra y que habia sido su legado, y habia combatido deno-
dadamente á su lado en todas las guerras de la Galia
la república llevaba ahora su merecido; y otros de
se separó entonces de él y marchó á unirse con Pom-
que cuando este condescendía y se prestaba á c o n -
p e y o ; pero á Labieno le remitió César su equipage
diciones equitativas, habia permitido á Lentulo que
y cuanto le pertenecía. El primer paso de este fue
lo maltratase. Fabonio le decía que diera una patada
marchar en busca de Domicio, que con treinta c o -
en el suelo, aludiendo á que en cierta ocasion, ha-
hortes ocupaba á Corfinio, y puso frente de esta ciu-
blando con aire de jactancia en el Senado, se opuso dad su campo. Dióse Domicio por perdido, y pidió
á que se entrara en solicitud y en cuidado sobre pre- al médico, que era uno de sus esclavos, le diese un
parativos para la guerra; porque cuando el otro se veneno; y tomando el que le propinó, se retiró pa-
moviese, con dar él una patada en el suelo llenaría ra morir; pero habiendo oido al cabo de poco que
de tropas la Italia. Entonces mismo las fuerzas de César usaba de gran humanidad con los prisioneros
Pompeyo eran superiores á las de César, sino que se lamentaba de sí mismo, y condenaba su precipita-
nadie le dejaba obrar según su propio dictámen, y da determinación. En esto como el médico le alenta-
sucediéndose las noticias, las mentiras y los terrores, se diciéndole que era narcótica y no mortífera la
por decirse que ya el enemigo estaba á las puertas, bebida que habia tomado, se puso muy contento, y
y todo lo habia sometido, fue arrebatado del impul- levantándose , se dirigió á César; y no obstante que
so común. Decretó pues que se estaba en estado de este le alargó la diestra, volvió á pasarse al partido
sedición, y abandonó la ciudad, mandando que le de Pompeyo. Llegadas á Roma estas noticias, dila-
siguiera el Senado y que no se quedara nadie de los taban los ánimos; y algunos de los que habían huí-
que á la tiranía prefirieran la patria y la libertad. ^ do , se volvieron. <,
Los Cónsules huyeron sin haber hecho siquiera
antes de su salida los sacrificios prescritos por la ley, Tomó César el ejército de Domicio, y se anticipó
y huyeron los mas de los Senadores, tomando á ma- á ir recogiendo por las ciudades todas las demás tro-
nera de robo lo que era propio, como si fuese age- pas levantadas para su contrario; con las que hecho ya
no._Hubo algunos que habiendo sido antes partidarios fuerte y poderoso, marchó contra el mismo Pompeyo.
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132 CAYO JULIO CÉSAR.
CAYO JULIO CÉSAR.
Mas este no aguardó su llegada, sino que huyendo
que me cuesta mas el decirlo que el hacerlo. Hicie-
á Brindis, á los Cónsules los envió primero con el
ron estas palabras que Metelo se retirara temeroso, y
ejército á Dirraquio; y él de allí á poco se hizo tam-
que ya le fuese fácil el allegar y disponer todo lo d e -
bién á la vela al aproximarse César, según que en la mas necesario para la guerra.
vida de aquel lo manifestaremos con mayor indivi-
Marchó con tropas á España, resuelto a arrojar
dualidad. Quería César ir al punto en su seguimien-
de allí ante todas cosas á Afranio y V a r r o n , Lugar-
t o ; pero faltábanle las naves; por lo que retrocedió
tenientes de P o m p e y o , y á mover, despues de ha-
á R o m a , hecho dueño de toda la Italia en sesenta
ber puesto bajo su obediencia las fuerzas y provin-
dias sin haberse derramado una gota de sangre. C o -
cias de aquella parte, contra Pompeyo mismo, no
mo hubiese encontrado la ciudad mas sosegada de lo
dejando ningunos enemigos á la espalda. Corrió alli
que esperaba, y que muchos del Senado permane- grandes peligros en su persona por asechanzas; y en
cían en ella, á estos les dirigió palabras humanas y su ejército principalmente por el hambre; y con to-
populares, y los exhortó á que enviasen á Pompeyo do no se dió reposo, persiguiendo, provocando y
personas que tratasen con él de una transacción de- circunvalando á los enemigos, hasta hacerse dueño
corosa; pero no hubo quien se prestara á ello, bien á viva fuerza de sus campamentos y de sus tropas;
fuese por temor á P o m p e y o , á quien habian abando- mas los Gefes pudieron huir, y marcharon á unirse
nado, ó bien por creer que no siendo tal la inten- con Pompeyo.
ción de César, solo usaba del lenguage que eL caso
Vuelto César á R o m a , le exhortaba su suegro P i -
pedia. Opúsosele el Tribuno de la plebe Metelo á són á que enviara mensageros á Pompeyo para tra-
que tomara caudales del repuesto de la república; y tar de concierto ; perolsaurico, por saber que c o m -
como alegase á este propósito ciertas leyes, le res- placia en ello á César, contradijo este parecer. E l e -
pondió : » que uno era el tiempo de las armas, y otro gido Dictador por el Senado, restituyó á los dester-
» e l de las leyes; y si estás mal, añadió, con loque rados, y rehabilitó en sus honores á los hijos de jos
»»yo ejecuto, por ahora quítate de delante, porque que habian padecido por las proscripciones de Sila,
w la guerra no sufre demasías. Cuando y o haya d e - y para alivio de carga hizo alguna reducción en las
» puesto las armas en virtud de un convenio, enton- usuras á favor de los deudores. Por este término t o -
«ces podrás venir á hacer declamaciones; y aun es- mó algunas otras providencias, aunque no muchas;
u t o lo digo cediendo de mi derecho: porque mió y habiendo abdicado esta especie de monarquía á los
»eres tú y todos aquellos sublevados contra mí de once dias, se designó Cónsul á sí mismo y á Sorvilio
»»quienes me he apoderado." Al mismo tiempo que Isaurico; y convirtió su atención al ejército. Mar-
dirigia estas expresiones á Metelo se encaminaba á chaba presuroso, por lo que pasó en el camino á las
las puertas del erario, y no pareciendo las llaves, demás tropas; y no teniendo consigo mas que seis-
envió á llamar cerrageros, á quienes dió orden de que cientos hombres de á caballo escogidos, y cinco l e -
las franquearan; y c o m o Metelo volviese á hacer re- giones en el trópico del invierno, á la entrada del
sistencia, habiendo algunos que lo celebraban, leame- mes de enero, equivalente para los Atenienses al de
nazó en voz alta que le quitaría la vida si no desistia Poseideon, se entregó al mar; y pasando el Jonio,
de incomodarle; y esto ya sabes, ó joven, añadió, tomó á Orico y Apolonia, é hizo que los buques
C A Y O JULIO CÉSAR.
volviesen á Brindis para traer los soldados que se ha- flado. Por el rio Aoo habia de bajar la embarcación
bían retrasado en la marcha. Estos, mientras iban de al mar; y la brisa de la mañana, retirando las olas,
camino, como ya tuviesen quebrantados sus cuer- suele mantener la bonanza en la desembocadura; pe-
pos , y les pareciese no hallarse con fuerzas para tal ro en aquella noche el viento de mar que soplo con
multitud de guerras, se desahogaban en quejas c o n - fuerza no dió lugar á que aquella reinase. Acrecen-
tra César: » ¿ qué término, decian, pondrá este hom- tado por tanto el rio con el flujo del mar, le hicie-
»»bre á nuestros trabajos, trayéndonos y llevándo- ron tan peligroso y terrible el ruidoso estruendo y
l o s como si fuésemos infatigables é insensibles? el los precipitados remolinos, que dudando el piloto
»hierro mismo se mella con los golpes, y al cabo poder contrastar á la violencia de las aguas, dio o r -
»» de tanto tiempo hay que atender á la desmejora den á los marineros de mudar de rumbo con animo
" d e l escudo y la coraza. ¿Es posible que de nues- de volver al puerto. Adviértelo César, se descubre,
»>tras heridas no colige César que manda á hombres y tomando la mano al piloto, que se q u e d a pasmado
»' mortales, y que el padecer y sufrir tienen que aca- al verle; sigue , "buen hombre, le dice, ten buen ani-
»»barse ? La estación del invierno y los borrascosos m o , no temas, que llevas contigo á César y su f o r -
v tiempos del mar, ni á los dioses es dado violen- tuna. Olvídanse los marineros de la tempestad, é im-
» t a r l o s ; y este nos aguijonea y precipita, no como peliendo con gran fuerza los remos, porfían con ahin-
c o por vencer la corriente; mas siendo imposible, y
»quien persigue, sino como quien es perseguido de
haciendo mucha agua el barco, con lo que se puso
»»sus enemigos." Esta era la conversación que tenían
en gran peligro su misma persona, tuvo que condes-
mientras sosegadamente seguían el camino de Brin-
cender muy contra su voluntad con el piloto, que al
dis; pero cuando á sil llegada se hallaron con que
cabo dispuso la vuelta. Al desembarcar sálenle al « w
César se habia marchado, mudando al punto de es-
cuentro en tropel los s o l d a d o s , quejándose y dolién-
tilo, empezaron á maldecir de sí mismos, apellidán- dose de que no crea que con ellos solos puede v e n -
dose traidores de su Emperador; y maldecían á sus cer , y de que se afane y ponga en peligro por lo*
caudillos por no haber aligerado mas el viage. Su- ausentes, desconfiando de los que tiene consigo.
bíanse sobre las eminencias que dominaban el mar y
el Epiro para ver si descubrían las naves en que ha- En esto Antonio salió de Brindis conduciendo
bían de pasar á esta región. las tropas; con loque alentado ya César, provocaba
En Apolonia, no teniendo César por suficientes á-Pompeyo, establecido en lugar ventajoso, y p r o -
las fuerzas que consigo tenia, y retardándose d e - visto abundantemente por mar y por tierra; cuando
masiado las que estaban de la otra parte, perplejo é é l , habiéndose hallado en estrechez desde el princi-
incomodado tomó una resolución violenta, que fue p i o , por fin se veia en el mayor conflicto por la ab-
embarcarse, sin dar parte á nadie, en un barquillo soluta falta hasta de lo preciso; mas con todo, m a -
de doce remos, y dirigirse en él á Brindis, estando chacando los soldados cierta raíz, y mojándola en
aquel mar poblado de tantas naves pertenecientes á leche, asi iban tirando; y alguna vez, formando pa-
las escuadras enemigas. De noche pues, envuelto en nes con ella, corrían á las avanzadas de los enemi-
las ropas de un esclavo, se metió en el barco, y t o - gos , y se los arrojaban dentro de sus trincheras, d i -
mando lugar c o m o un hombre oscuro, se quedó ca- ciendo que mientras la tierra llevase de aquellas rai-
ees rio.desistirían de tener sitiado á Pompeyo, el
cu I no permitía que ni los panes ni estas e x p r e i o - allí á la orilla del mar, cuando los enemigos eran
poderosos en é l , sitiado mas bien por el hambre, que
sus i S n " k m U t h . e d ü m b r e ' Pot no. desalentar á
sitiando á aquellos con sus armas. Afligido y angus-
de ao e l o ? ; ^ ^ ^ h d u r e z a é insensibilidad
tiado de esta manera por lo triste y apurado de su
de a qU ello S enemigos, como podrian las de unas fie-
ras. Continuamente teman encu&ntros y combate. situación, levantó el campo con ánimo de marchar
á la Macedonia contra Escipíon: porque ó atraería
S ü6 Cesar,
c ¡ a s t r iap cexcepción
heras de P o m ^ á Pómpeyo donde tuviese que pelear sin estar tan
dos se hallo de solo uno, y™™
en el
provisto por el mar de víveres , ó acabaría, con Esci-
estuvo en " ° 6 n SUS t r °P a s u n § r a n Asorden píon si le dejaba solo.
Poíone l ! V l n / n t e r í e S g ° d e P e r d e r s u campamento Engriéronse con esto el ejército de Pompeyo y
sus caudillos para instar sobre que se acometiese á
César, como vencido ya y fugitivo; pero el mismo
Pompeyo se iba con mucho tiento en arriscarse á una
batalla en que se aventuraba tanto ; y hallándose per-
fectamente prevenido todo. para largo tiempo, se
proponía quebrantar y amansar el hervor de los ene-
mas los que las conducían las tiraban al suelo d i
migos, que no podía ser duradero; porque los que
manera que los enemigos les tomaron treinta y d o s
componían la principal fuerza de César tenian sí dis-
oue i d o T t m ü y - e r C a d £ P 6 r e c e r ' habiendo ciplina yí-un ardor invencible para los combates; pe-
querido contener a un soldado alto y robusto de l o , ro para las marchas, para acampar, para asaltar mu-
quei huían, que le pasaba al lado, L o d á n d o l e a u c rallas y pasar malas noches les faltaba el vigor á
^detuviese y volviese contra los enemigos este lie? causa de la edad; y teniendo ya el cuerpo pesado
no de turbación en aquel conflicto, levanrófcespa- para las fatigas, la debilidad disminuía el arrojo. D e -
cíase ademas que en el ejército de César se padecía
de S : : r í e s r e n d e " e ^ ^ « - a p w el e s c u d o
de Cesar se le anticipo , dividiéndole un hombro. T ú - entonces cierta enfermedad contagiosa, nacida de la
vose pues por tan perdido, que cuando Pomoevn mala calidad de los alimentos: siendo lo mas esencial
por nimia prudencia ó por fortuna suyaTno S todavía que no estando sobrado en cuanto á fondos
y o aquella grande obra, sino que s e L r ó co" n - ni abundante en provisiones, parecia que dentro de
to con haber perseguido á los enemigos has¿ su cím muy breve tiempo habia de disolverse por sí mismo.
pamento al volver á él César dijo á?sus am gos: hoy Con Pompeyo, que por estas razones rehusaba dar
la Victoria era de los .contrarios, si hubieran t 2 una batalla , solamente convenia Catón por el deseo
quien supiera vencer. Entró en su tienda, y cent de excusar la sangre de los ciudadanos; pues habien-
sabienrf ' X* h ™ h ^ n n o do visto los enemigos que habian muerto en la bata-
sabiendo qué hacerse, y culpando su desacierto L « lla anterior, que serian unos mil, se retiró de allí
que c a y e n d o cerca una región mediterránea y ' c i u - cubriéndose el rostro y derramando lágrimas; pero
dades bien surtidas en L Macedónia y Tesalia faa todos los demás insultaban á Pompeyo, porque evi-
omitido llevar allá I a g u e r r a , y taba el combate, y trataban de precipitarle, llamán-
CATO JULIO CÉSAR'. T39
dolé Agamenón y Rey de R e y e s , y dándole á en-
tender que no queria dejar la monarquía, hallándose ma personas que alquilaran y se anticiparan á tomar
muy contento con que le acompañaran tantos y ta- las casas proporcionadas para Cónsules y Pretores,
les caudillos, y frecuentaran su tienda. Fabonio, que* dando por supuesto que al instante obtendrían es-
tas dignidades acabada la guerra. De todos los que
riendo contrahacer la virtuosa libertad de C a t ó n , re-
mas instaban por la batalla eran los de caballería, lle-
petía neciamente este dicharacho: » ¿ c o n qué no p o -
nos de vanidad con la belleza de sus armas, con sus
dremos este año saborearnos con los hijos de T u s -
bien mantenidos caballos, con la gallardía de sus
culano por la monarquía de P o m p e y o ? " y Afranio,
personas, y aun con la superioridad del número,
que hacia poco habia llegado de España, donde se
pues eran siete mil hombres contra mil que tenia C é -
portó mal, diciéndose que sobornado con dinero ha- sar. En la infantería tampoco habia igualdad, porque
bía hecho entrega del .ejército, le preguntó ¿por qué cuarenta y cinco mil habian de entrar en lid contra
no combatía con aquel mercader que le habia c o m - veinte y dos mil.
prado las provincias? Importunado P o m p e y o con
Reunió César sus soldados, y diciéndoles que
tales improperios, movió por fin contra su voluntad
dos legiones que le traia Cornificio estaban ya cerca,
para dar batalla siguiendo el alcance á César. Hizo
y otras quince cohortes se hallaban acuarteladas con
este con gran dificultad y trabajo todo lo demás de
Caleño en Megara y Atenas, les preguntó ¿si querían
su marcha, pues no solo no encontraba quien le su-
aguardar á aquellos ó correr solos el riesgo de la b a -
ministrara provisiones, sino que era despreciado de
talla ? y ellos clamaron que nada de esperar; y mas
todos por la derrota que poco antes habia sufrido) bien le pedían hiciera de modo que cuanto antes v i -
pero luego que tomó á G o n f o s , ciudad de Tesalia, nieran á las manos con los enemigos. Al hacer la pu-
ademas de tener con que mantener sobradamente rificación del ejército y sacrificar la primera víctima,
su ejército, le libertó del contagio por un m o d o bien exclamó al punto el adivino que al tercero dia se de-
extraño; y fue que encontraron abundancia de vino, cidiría en batalla la contienda con sus enemigos. Pre-
y bebiendo largamente, asi en comilonas c o m o en las untándole César si acerca del éxito veia alguna
marchas, con la embriaguez domaron y ahuyenta-
ron la enfermedad, mudando la disposición de los
f nena señal en las víctimas: t ú , le dijo, podrás res-
ponderte mejor por tí mismo, porque los Dioses sig-
cuerpos. .- . ... nifican una gran mudanza y trastorno del estado ac-
Luego que llegaron ambos á Farsalia, y se acam- tual en el contrario: por tanto si á tí te parece que
paron á corta distancia, P o m p e y o volvió á adoptar ahora te va bien, debes esperar peor fortuna; y me-
su antiguo propósito, y mas que tuvo apariciones jor si entiendes que te va mal. A la media noche de
infaustas y una visión entre sueños, pareciéndole en la que precedió á la batalla cuando recorría las guar-
esta que se veia en el teatro aplaudido por los R o - dias se vió una antorcha de fuego celeste, que sien-
manos; pero los que tenia consigo estaban tan c o n - do brillante y luminosa mientras estuvo sobre el
fiados, y habian concebido tales esperanzas del ven- campo de César, cayó al parecer en el de Pompeyo;
cimiento , que sobre el Pontificado Máximo de C é - y á la hora de la vigilia matutina percibieron que
sar llegaron á altercar Domicio , Espinter y Esci- se habia suscitado un terror pánico entre los enemi-
pion disputando entre sí; y muchos enviaron á R o - gos. Con todo él no esperó que se diese en aquel dia
la batalla, y asi levantó el campo como para enqa- alentando á los que mandaba, y exhortándolos á por-
nainarse á Escotusa. tarse con valor. Saludóle por su nombre: » y ¿qué
Cuando ya se habían recogido las tiendas vinie- podremos esperar, le d i j o , Cayo Crasinio? ¿cómo
ron las escuchas, anunciándole que los enemigos ba- estamos de confianza?" y Crasinio, alargando la
jaban dispuestos para batalla, con lo que se alegró diestra y levantando la voz: »»venceremos gloriosa-
sobremanera; y haciendo súplicas á los Dioses, o r - mente, ó César, le respondió; porque hoy ó vivo
denó su ejército en tres diyisiones. El mando del cen- ó muerto me has de dar elogios:" y al decir estas
tro lo dió á Domicio Calvino; y de las alas tuvo palabras acomete el primero á carrera á los enemi-
una Antonio, y él mismo la derecha, habiendo de gos , llevándose tras sí á los suyos, que eran ciento y
pelear en la legión décima; y como viese que Con-' veinte hombres. Rompe por entre los primeros, y
tra esta estaba formada la caballería enemiga, te- penetrando con violencia y con mortandad bastante
miendo su brillantez y su número, mandó que de lo adelante, es traspasado con una espada, que hirién-
último de su batalla vinieran sin ser vistas seis cohor- dole en la boca, pasó la punta hasta salir por el c o -
tes adonde él estaba, y las colocó detras del ala d e - lodrillo.
recha , instruyéndolas de le que debían hacer cuando Cuando de este modo chocaban y combatian en
la caballería enemiga acometiese. Pompeyo tomó pa- el centro los infantes, movió arrebatadamente del ala
ra sí el ala derecha, la izquierda la dió á Domicio, izquierda la caballería de P o m p e y o , alargando su
y el centro lo mandó su suegro Escipion. Toda la formación para envolver la derecha de los enemigos;
caballería amenazaba desde el ala izquierda con i n - pero antes de que llegue salen las cohortes de César,
tención de envolver la derecha de los enemigos, y y no usan según costumbre de las armas arrojadizas,
causar el mayor desorden donde se hallaba el mismo ni hieren de cerca á los enemigos en los muslos y en
General; porque les parecía que fondo ninguno de las piernas, sino que asestan sus golpes á la cara, y
infantería podría bastar á resistirles, sino que todo en ella los ofenden, amaestrados por César para que
l o quebrantarían y romperían en las filas enemigas, asi lo ejecutasen , por esperar que unos hombres que
cargando de una vez con tan grande número de c a - no estaban hechos á guerras ni á heridas, jóvenes por
ballos. Mas al tiempo de hacer ambos la señal de la otra parte y preciados de su hermosura y belleza,
acometida, Pompeyo dió orden á su infantería de evitarian sobre todo esta clase de heridas, no toleran-
que se estuviera quieta, y á pie firme esperara el ím- do el peligro en el momento presente, y temiendo
la vergüenza que hablan de pasar despues; como
petu de los enemigos hasta que se hallaran á tiro de
efectivamente sucedió; porque no pudieron sufrir las
dardo; en lo que dice César cometió un gran yerro,
lanzas dirigidas al rostro, ni tuvieron valor para ver
no haciéndose cargo de que la acometida con carre-
el hierro delante de los o j o s , sino que ó volvieron
ra se hace en el principio temible, porque da fuerza
ó se taparon la cara para ponerla fuera de riesgo. F i -
á los golpes, y enciende la ira con el concurso de
nalmente, asustados por este medio dieron á huir,
todos. Por su parte cuando iba á mover sus tropas, echándolo todo á perder vergonzosamente; porque
y con este objeto las recorría, vió entre los prime- los que vencieron á estos envolvieron la infantería, y
ros á un cabo de los mas fieles que tenia, y muy e x - la destrozaron cayendo por la espalda. Pompeyo
perimentado en las cosas de la guerra, que estaba
1+2 C A Y O JULIO CÉSAR,
cuando desde la otra ala vió que los de caballería se tuvo lleno de cuidado, y que cuando despues apa-
habían desbandado entregándose á la fuga, ya no fue reció salvo se alegró extraordinariamente.
él mismo hombre, ni se acordó de que se llamaba Muchos prodigios anunciaron aquella victoria;
Pompeyo Magno; sino que semejante á aquel á quien pero el mas insigne fue el sucedido en Tralis. Había
Dios priva de juicio, ó que queda aturdido con una en el templo de la Victoria una estatua de César,
calamidad enviada por la ira divina, enmudeció y y todo aquel terreno, ademas de ser muy compacto
marchó paso á paso á su tienda, donde sentado d a - por naturaleza, estaba enlosado con una piedra dura,
ba tiempo á lo que sucediera; hasta que puestos to- y se dice que-nació una palma por entre la base de
dos en tuga, acometieron los enemigos al campamen- la estatua. En Padua Cayo Cornelio , varón muy
to, peleando contra los que habían quedado en él de acreditado en la adivinación, conciudadano y cono-
guardia. Entonces como si recobrara la razón, sin cido del historiador Tito Livio, casualmente aquel
pronunciar, según dicen, mas palabra que esta ¿con día estaba egercitado en su arte augural, y en pri-
que hasta el campamento*, se despojó de las ropas mer lugar supo, según refiere Livio , el momento de
propias de General de ejército, mudándolas por las la batalla, y dijo á los que se hallaban presentes:
que á un fugitivo convenían, y salió de allí. Qué »ahora se agita la gran cuestión, y los ejércitos vie-
suerte fué la que tuvo despues, y cómo habiéndose nen á las manos." Despues pasando á la inspección y
entregado á unos Egipcios recibió la muerte, lo d e - observación de las señales, se levantó gritando con en-
tusiasmo: »venciste, César:" y como los circunstan-
clararemos en lo que acerca de su vida nos p r o p o -
tes se quedasen pasmados, quitándose la corona de
nemos escribir.
la cabeza, dijo con juramento que no volveria á p o -
Luego que César entrando en el campamento de nérsela hasta que el hecho diese crédito á su arte.
Pompeyo vió los cadáveres allí tendidos de los ene- Livio confirma la relación de estos sucesos.
migos , á los que todavía se daba muerte, p r o -
rumpió sollozando en estas expresiones: » esto es lo César habiendo dado la libertad á la nación de
»»que han querido y á este estrecho me han traido; los Tesalianos en gracia de la victoria, siguió el al-
v pues si y o Cayo César, despues de haber termina- cance á Pompeyo, y llegado al Asia dió también la
« d o gloriosamente las mayores guerras hubiera lícen- libertad á los de Gnido en honor de Teopompo, el
que recopiló las fábulas; y á todos los habitantes del
»»ciado el ejército, sin duda me habrían condenado."
Asia les perdonó la tercera parte de los tributos. H a -
Asimio Polcon dice que César pronunció estas pala-
biendo arribado á Alejandría, muerto ya Pompeyo,
bras en latin en aquella ocasion, y que él las puso
abominó la vista de Teodoto, que le presentó la c a -
en griego; añadiendo que de los que murieron en la
beza de Pompeyo; y al recibir el sello de este no
toma del campamento los mas fueron esclavos, y
pudo contener las lágrimas. De los amigos y confi-
que soldados no murieron sobre seis mil. De los i n - dentes del mismo, á cuantos andaban errantes ó ha-
fantes que fueron hechos prisioneros César incorporó bían sido hechos prisioneros por el Rey les hizo
en las legiones la mayor parte, y á muchos de los beneficios y procuró ganarlos. Asi es que escribien-
mas principales les dió seguridad, de cuyo número do á Roma á sus propios amigos les decia que el
fue Bruto, el que despues concurrió á su muerte, fruto mas grato y mas señalado que había cogido de
acerca del cual se dice que mientras no parecía es-
*44 CAYO JULIO CÉSAR. CAYO JULIO CÉSAR. , , 14 J
su victoria era el salvar á algunos de aquellos ciu- con un cordel, y asi la entró por las puertas liasta
dadanos que siempre le habian sido contrarios. Acer- la habitación de César ; y se dice que esta fue la pri-
ca de Ta guerra que allí tuvo que sostener, algunos la mera añagaza con que le cautivó Cleopatra ; y que
gradúan no solamente de no necesaria, sino ademas vencido de su trato y de sus gracias la reconcilió con
de ignominiosa y arriesgada por solos los amores de el hermano, negociando que reinaran juntos. D e s -
Cleopatra ; pero otros culpan á las gentes del R e y , pues ocurrió que asistiendo todos á un festin, dado
y principalmente al eunuco Potino , que gozando con motivo de esta reconciliación, un esclavo de C é -
del mayor poder, habia dado muerte poco antes á sar que le hacia la barba, hombre el mas tímido y
P o m p e y o , habia hecho alejar á Cleopatra, y con medroso dé los mortales, mientras lo examina todo,
mucha reserva estaba armando asechanzas á César; á escucha' y curiosea, llegó'á percibir que se habian
lo que se atribuye el.que este hubiese empezado á puesto asechanzas á César por el General Aquila y
pasar las noches en francachelas para atender á la el eunuco Potino. Averiguólo César; por lo que p u -
custodia de su persona. Por otra parte Potino bien so guardias en su habitaciori, y dió muerte á Potino;
á las claras decia y hacia cosas en odio de César pero Aquila huyó al egércitó. El primer peligro que
que no podían tolerarse; porque haciendo dar á los corrió en esta guerra fué la falta de ago a j porque los
soldados provisiones malas y añejas, decia que su- enemigos tapiaron los acueductos. Iñt'erceptárcnle
frieran y que aguantaran, pues que comian de age- despues la escuadra,, y se vió precisado á superar es-
te peligro.por medio de un incendio, el que de las
no ; y para los convites no ponia sino utensilios y
naves se propagó á la célebre bibliotèca", y la consu-
vagilla de madera y de tierra, porque los de oro y
mió. Fue el tercero que habiéndose trabado batalla
plata estaban, decia, en poder de César por un cré-
junto al Faro saltó desde el muelle á una lancha con
dito. Porque es de saber que el padre del R e y ac-
el objeto de socorrer á los que peleaban ; pero- a c o -
tual habia sido deudor de César por diez y siete
sándole por muchas partes á un tiempo los Egipcios,
millones quinientas mil dracmas, de las que habia tuvo que arrojarse al mar, y con gran dificultad y
perdonado César á sus hijos los siete millones qui- trabajo pudo salir á salvo. Dícese que teniendo en
nientas mil-; pero pedia los diez millones restantes esta ocasion en la mano, varios cuadernos, como no
para mantener el ejército. Decíale Potino que se quisiese soltarlos aunque se sumergia, con una' mano
marchara y atendiera á sus grandes negocios, que sostenía los cuadernos sobre el agua y con la otra
ya le restituiría el dinero con acción de gracias; pe- nadaba, y que la lancha al punto se hundió. Final-
ro César le respondió que no le hacian falta los con- mente , habiéndose el R e y incorporado con los ene-
sejos de los Egipcios, y reservadamente hizo venir migos marchó
á Cleopatra. contra é l ; y trabando batalla le ven-
Tomó esta de entre sus amigos para que la acom- c i ó , siendo muchos los muertos, y no habiéndose sa-
pañase al Siciliano Apolodoro, y embarcándose en bido qué fue del Rey. Dejó con esto por Reina de
una lanchilla se acercó al palacio al mismo oscure- Egipto á Cleopatra, que de alli á poco dió á Tuz un
cer; mas como dudasen mucho de que pudiera entrar h i j o , al cual los de Alejandría dieron el nombre de
oculta de otra manera, tendieron en el suelo un c o l - Cesarion, y marchó á la Siria.
chon, y echada y envuelta en é l , Apolodoro lo ató 1 rasladado desde alli al Asia, supo que D o m i -
TOMO I V . K
146 C A Y O JULIO CÉSAR.
c í o , vencido por Farnaces hijo de Mitrídates, habla CAYO JULIO CÉSAR. 147
huido del Ponto con muy poca gente, y que Far- porque todas estas cosas disgustaban mucho á los R o -
naces sacando el mayor partido de la victoria, y te- manos; mas por sus miras con respecto al gobierno,
niendo ya bajo su mando la Bitinia y la Capadocia, aunque no las ignoraba César ni eran de su aproba-
se encaminaba á la Armenia llamada Menor, ponien- ción-, se veia precisado á valerse de tales instru-
mentos.
do en insurrección á todos los Reyes y Tetrarcas de
aquella parte. Marchó pues sin dilación contra él Catón y.Escipion despues de la batalla de Far-
con tres legiones; y viniendo á una reñida batalla salia se refugiaron al Africa; y como allí reuniesen
fuerzas de alguna consideración, y tuviesen el auxilio
junto á la ciudad de Celia, á Farnaces^ lo arrojó del
del Rey Juba, determinó César marchar contra ellos.
Ponto en precipitada fuga, y destrozó enteramente
Pasó pues en el solsticio de invierno á la Sicilia, y
su egército; y dando parte á Roma de la prontitud
para quitar á los caudillos que consigo tenia toda es-
y celeridad de esta batalla, lo ejecutó en carta que
peranza de descanso y detención, puso su tienda en
escribió á Amincio, uno de sus amigos, c o n estas
el mismo batidero de las olas, y embarcándose ape-
tres solas palabras: vine, vi, y vencíj las cuales te- nas hubo viento, dio la vela con tres mil infantes y
niendo en latin una terminación muy parecida, son muy pocos caballos. Desembarcados estos, sin que
de una graciosa concision. lo entendieran, volvió á hacerse al mar por el cui-
Regresó en seguida á la Italia, subió, á Roma dado de las restantes fuerzas; y encontrándose y a
cuando ya estaba cerca de su término el año para eon ellas en la mar los condujo á todos al campa-
que se le habia nombrado segunda vez Dictador; mento. Llegó allí á entender que los enemigos esta-
siendo asi que antes nunca esta magistratura habia ban confiados en cierto oráculo antiguo, según el
sido anual. Designósele Cónsul para el^ siguiente, y cual se tenia por propio del linage de los Escipiones
se murmuró mucho de é l , porque habiéndose suble- vencer siempre en el Africa ; y es difícil decir si en
vado los soldados hasta el extremo de dar muerte á lo que ejecutó se propuso usar de cierta burla contra
dos Generales, Cosconio y Galba, aunque los re- Escipion que mandaba el egército enemigo , ó si con
prendió, llegando á llamarles ciudadanos y n o mili- conocimiento y de intento quiso hacerse propio el
tares, les repartió sin embargo mil dracmas á cada agüero, porque tenia consigo á un ciudadano por otra
uno, y Ies adjudicó por suertes una gran porcion de parre obscuro y de poca cuenta; pero que era de la
terreno en la Italia. Poníanse ademas á su cuenta los familia de los Africanos, y se llamaba Escipion Salu-
furores de Dolabela, la avaricia de A m i n c i o , las bor- cion. A este pues le daba el primer lugar en los en-
racheras de Antonio, y la insolencia de Cornificio cuentros como á General del ejército, precisándole
en hacerse adjudicar la casa de P o m p e y o 1 , y darle á entrar muchas veces en lid con los enemigos y á
provocarlos í batalla, porque no tenia pan que dar
despues mas extensión como que no cabia en ella;
á su gente, ni habia pasto para las bestias, sino que
se veian precisados á mantener los caballos con ova
1 Todos los anotadores de Plutarco convienen en que marina despojada de la sal y mezclada con un poco
aqui ha sufrido alteración el texto, poique lo q u e se dice de grama como un condimento , á causa de que los
acerca de la casa de Pompeyo, á quien debe aplicarse es Numidas mostrándose á menudo y en gran número
i Antonio, que fue el que se alzó con ella.
k 2
148 CAYO JULIO CÉSAR,
por todas partes eran dueños del pais; y en una oca- al ordenar y formar las tropas se sintió amagadode
sion sucedió que se hallaban distraídos los soldados su enfermedad habitual; y que habiéndolo conocido
de caballería de Ce'sar á causa de que se les habia desde luego, antes de llegar al estado de perturbación
presentado un Africano que ejecutaba cierto baile y y de perder el sentido, aunque ya con alguna con-
tañia prodigiosamente la flauta, y ellos se estaban vulsión , se hizo llevar á un castillo de los que esta-
alli divertidos, entregando los caballos á los mucha- ban inmediatos, y en aquel retiro pasó su mal. De
chos; y acometiendo repentinamente los enemigos los varones consulares y pretorios que huyeron des-
matan á los unos, y con los otros, que dieron pre- pues de la batalla, unos se quitaron á sí mismos la
vida al ir á caer en manos de los enemigos, y á otros
cipitadamente á huir, llegan hasta el campamento;
en bastante número les hizo dar muerte César luego
y á no haber sido porque á un tiempo César y Asi-
que fueron aprehendidos.
nio Polion acudieron en su auxilio y contuvieron la
fuga, en aquel punto hubiera acabado la guerra. En Como tuviese vivo deseo de alcanzar y aprehen-
otra batalla que se trabó, y en la que llevaban los der á Catón en vida, se apresuró á llegar á Utica,
enemigos lo mejor, se dice que César á un porta- porque á causa de hallarse de guarnición en aquella
ciudad no tuvo parte en la batalla; mas habiendo
estandarte que huía lo agarró del cuello, y le hizo
sabido que Catón se habia dado muerte, lo que no
volver cara, dicíéndole; ahí están los enemigos.
pudo dudarse es que se manifestó ofendido; mas cuál
Con estos felices preludios se alentó Escipion pa-
fuese la causa todavía se ignora. Ello es que pro-
ra querer dar batalla, y dejando á una parte á Alra-
rumpió en esta expresión: « n o quisiera, oh Catón,
nio y á otra á Juba acampados á corta distancia, so-
»»que tuvieras la gloria de esa muerte, como tú no
bre un lago levantó fortificaciones para su campa- »»has querido que y o tenga la de salvarte la vida."
mento junto á la ciudad de Tapso, á fin de que en El discurso que despues de estos hechos y despues
caso de una batalla les sirviera á todos de apoyo y de la muerte de Catón escribió contra él no da
de refugio. Mientras él atendía á estos trabajos, Cé- pruebas de que le mirase con compasion^ ó de que
sar , pasando con indecible celeridad por lugares cu- no le fuera enemigo; porque ¿cómo habria perdo-
biertos de maleza, y que apenas permitían pisarse, nado vivo á aquel contra quien cuando ya no lo sen-
de estos sorprendió y envolvió á unos, y á otros los tía vomitó tanta cólera ? pero con todo, de la i n -
acometió de frente; y habiéndolos destrozado á t o - dulgencia con que trató á Cicerón, al mismo Bruto,
dos aprovechó el momento y la corriente de su prós- . y á otros infinitos de los vencidos, quieren colegir
pera fortuna; llevado de la cual toma de un golpe que aquel discurso no se formó por enemistad, sino
el campamento de Afranio, y de otro saquea el de por cierta contienda política con la ocasion siguiente.
los Numidas por haber dado á huir Juba; y habién- Escribió Cicerón el elogio de Catón, y dio el título
dose hecho dueño de tres campamentos, y dado muer- de el Catón á este opúsculo, que ño era extraño fue-
te á cincuenta mil enemigos en una partecita muy se solicitado de muchos como escrito por el mas elo-
pequeña de un solo dia, él no tuvo mas pérdida que cuente de los oradores sobre el asunto mas grande
la de cincuenta hombres. Algunos refieren de esta y mas digno. Esto mortificó á César, que reputaba
manera lo ocurrido en aquella batalla; pero otros di- por acusación propia la alabanza de un varón que se
cen que César no se encontró en la acción, porque

J
había dado muerte por su causa. Escribió pues otro
César en el último peligro. La batalla, que fue ter-
discurso, en el que reunió contra Catón muchas cau-
rible, se dió junto á la ciudad de Munda, y en ella
sas y motivos, y al que intituló el Anticaton. De
viendo Cesar batidos á sus soldados, y que resistían
estos discursos uno y otro tienen, por César y por
débilmente, corrió por entre las filas de los de todas
Catón, muchos que los buscan y leen con ansia.
armas, gritándoles que si habian perdido toda ver-
Luego que volvió del Africa á Roma lo primero güenza lo cogiesen y lo entregasen á aquellos m o -
Th 7 ° d a r B ra . nde importancia ante el pueblo
zuelos. Por este medio consiguió, no sin grande d i -
al hecho de haber sojuzgado una región tan extensa, ficultad , que rechazaran con el mayor denuedo a los
que contribuía cada año en beneficio" del público con enemigos; á los que les mató mas de treinta mil
doscientas mil fanegas ó medimnos áticos de trigo, hombres, habiendo perdido por su parte mil de los
y ciento veinte mil arrobas de aceite. Despues cele- mas esforzados. Al retirarse ya de la batalla dijo a
bro sus triunfos, el Egipciaco, el Póntico y el Afri- sus amitos que muchas veces habia peleado por la
cano , concedido no por Escipion, sino por el Rey victoria^ y entonces por primera vez por la vida.
Juba. Entonces Juba, el hijo de este, fue llevado en Ganó César esta batalla el dia de la fiesta de los Ba-
el triunfo siendo todavía niño; á consecuencia de lo canales , diciéndose que en igual dia habia salido
cual le cupo la mas feliz cautividad; pues que habien- Pompeyo Magno para la guerra, y el tiempo que
do salido de entre los Numidas bárbaros, llegó á ser • habia mediado era el de cuatro años. De los hijos
contado entre los mas instruidos de los historiadores de Pompeyo el mas joven huyó, y del mayor le
Griegos. En seguida de los triunfos hizo grandes d o - trajo Didio la cabeza de allí á pocos dias. Esta fue
nativos á los soldados, y captó la benevolencia del la última guerra que hizo César, y el triunfo que
pueblo con banquetes y espectáculos, dando de c o - por ella celebró afligió de todo punto á los R o m a -
mer á todos en veinte y dos mil mesas; y por lo que nos ; pues que no por haber domado á caudillos e x -
hace á espectáculos, los dió de gladiatores y de com- trangeros ó Reyes bárbaros, sino por haber acabado
bates navales en honor de su hija Julia, que habia enteramente con los hijos y la familia del mejor de
muerto mucho antes. Despues de los espectáculos se los Romanos, oprimido de la fortuna, ostentaba
hizo el censo ó recuento de los ciudadanos, y en aquella pompa; y no parecía bien que asi insultase
á las calamidades de la patria, complaciéndose en
lugar de los trescientos veinte mil de los censos an-
hechos cuya única defensa ante los Dioses y los hom-
teriores, solo resultaron entre todos ciento cincuenta
bres podia ser el haberse ejecutado por necesidad;
m i l : ¡tan grandes males trajo la sedición, y tanta
asi es que antes ni habia enviado mensageros ni es-
parte destruyó del pueblo! sin que pongamos en
crito de oficio por victoria alcanzada en las guerras
cuenta las calamidades que afligieron al resto de la
civiles, como si de vergüenza rehusase la gloria de
Italia y á las provincias. tales vencimientos.
Terminadas que fueron estas cosas, designado
cuarta vez Cónsul, marchó á España contra los hi- Con t o d o , cediendo ya á la fortuna de este hom-
jos de Pompeyo, jóvenes todavía; pero que habian bre y recibiendo el freno, como tuviesen el mando
reunido un numeroso ejército, y mostraban en su de uno solo por alivio y descanso de los males de la
valor ser dignos de mandarle; tanto, que pusieron á guerra civil, le declararon Dictador por toda su v i -
CAYO JULIO CÉSAR,
CAYO JULIO CÉSAR. < 153
da; lo que era una no encubierta tiranía . pues que
dos ciudades coincidiesen el tiempo de su ruina y el
a lo suelto y libre del mando de uno solo se junta-
ba ia perpetuidad. Cicerón en el Senado hizo la pri- de su restauración.
mera propuesta acerca de los honores que se le dis- De los ciudadanos mas principales, á unos les
ofreció consulados y preturas para lo venidero; á
pensarían , y estos eran tales que no excedían la con-
otros los acalló con algunos otros honores y digni-
dición humana; pero añadiendo los demás exceso
dades ; y á todos les hizo concebir esperanzas, para
sobre exceso, por querer competir unos con otros,
hacerles creer que si les mandaba era porque asi^ lo
hicieron que el objeto de tales honores se hiciera
querían: en términos que habiendo muerto el C ó n -
odioso é intolerable aun á los mas sufridos por la
sul Máximo, para un solo dia que restaba del año
extraneza y vanidad de los honores decretados; en hizo nombrar Cónsul á Caninio Rebilo, y como
la cual contienda no anduvieron mas escasos que los muchos fuesen á darle el parabién y acompañarle:
aduladores de César los q u e le aborrecían, para te- apresurémonos, dijo Cicerón, á hacer estos cumpli-
ner despues mas pretextos contra é l , y á fin de que dos , antes que se nos anticipe á salir del consulado.
pareciese que por mayores cargos se movian á per- Sus continuadas victorias no fueron parte para que
seguirle; sin embargo de que en lo demás, despues su grandeza de ánimo y su ambición se contentaran
de haber puesto fin á las guerras civiles, se mostró ir- con disfrutar de lo ya alcanzado; sino que siendo
reprensible; y asi parece que no fue sin razón el un incentivo y aliciente para lo futuro, produjeron
haber decretado en su honor el templo de la C l e - designios de mayores empresas, y el amor de una
mencia, como prueba de gratitud por su bondad. gloria nueva, como que ya se habia saciado de la
I orque perdonó á muchos de los que habían hecho presente: asi su pasión no era entonces otra cosa que
ja guerra contra é l , y aun á algunos les concedió una emulación consigo mismo, como pudiera ser con
honores y magistraturas, c o m o á Bruto y Casio, que otro, y una contienda de sus hazañas futuras con las
ambos eran Pretores; ni miró con indiferencia el que anteriormente ejecutadas. Meditaba pues y preparaba
las imágenes de Pompeyo yaciesen derrocadas por el hacer la guerra á los Partos, y vencidos estos por la
suelo, sino que las levantó; sobre lo cual dijo C i - Hircania, rodeando el mar Caspio y el Cáucaso, pa-
cerón que César volviendo á colocar las estatuas de sar al Ponto, é invadir laEscitia; y recorriendo lue-
Pompeyo habia asegurado las suyas. Instábanle los go las regiones vecinas á la Germania, y la Germa-
amigos para que tuviera una guardia, y algunos se nia misma, por las Galias volver á Italia, y cerrar
ofrecían a ser de ella; pero jamas convino en tal pen- este círculo de la dominación Romana con el Océano,
samiento, diciendo que mas vale morir una vez que que por todas partes la circunscribe. En medio de
estos proyectos de guerra intentaba cortar el istmo
estarlo temiendo siempre. Para adelantar en benevo-
de Corinto; y ademas de esto tomar debajo de I3
lencia , que en su concepto era la mejor y mas se-
ciudad el Aniene y el Tíber, y llevarlos por un canal
gura guardia, volvió otra vez á querer ganar al pue-
profundo, que doblase un poco hácia Circeyos, al
blo con banquetes y distribución de granos, y á los
mar de Terracina, proporcionando de este modo cor-
soldados con establecimientos de colonias , de las
to y seguro viage á los que hacían el comercio con
cuales fueron las mas señaladas Cartago y Corinto; Roma. Entraba también en sus planes, primero, dar
habiendo hecho la casualidad que en cuanto á estas
r j4 r CAYO JULIO CÉSAR. CAYO JULIO CÉSAR. I f f
salida á fes lagunas Pontinas y Secianas, dejando tier- peñados en negociarle la regia dignidad habian es-
ras cultivables para múchos millares de hombres; se- parcido al intento la voz de que según los libros Si-
gundo, correr diques con estacadas sobre el mar p r ó - bilinos, la región de los Partos se sujetaría á los R o -
ximo á Roma, y limpiando los bancos y escollos de manos, si estos les hacian la guerra mandados por
la ribera de Ostia, hacer puertos y dársenas propor- un R e y , cuando de otro modo no habia que inten-
cionados para tan activa navegación. tarlo ; y bajando César de Alba á Roma dieron el
La disposición del calendario y la rectificación paso atrevido de llamarle R e y . Mostróse incomoda-
de la desigualdad causada por el t : empo, examina- do el pueblo; y él afectando disgusto, dijo, que no
das y llevadas á cabo por él á la luz de una exacta se llamaba R e y , sino César; y como con este m o -
filosofía, hicieron su uso muy recomendable; pues tivo todo el mundo guardase silencio, pasó nada con-
que los Romanos desde tiempos antiguos, no solo tento , ni con el mejor semblante. Habiéndosele d e -
traian perturbados los periodos de los meses en cada cretado en el Senado nuevos y excesivos honores, su-
un año, de manera que las fiestas y los sacrificios, cedió que se hallaba sentado en los Rostros, que era
alteradas las épocas poco á p o c o , venian ya á caer el lugar donde se daba audiencia; y dirigiéndose á
en las estaciones opuestas; sino que para el mismo él los Cónsules y los Pretores, á los que siguió todo
año solar los mas no tenían cuenta alguna; y los sa- el Senado, no se levantó, sino que como quien da
cerdotes , que eran los únicos que la entendian, de audiencia á los particulares, les respondió que los
repente, y sin que nadie tuviera de ello conocimiento, honores que le estaban concedidos mas necesitaban
entremetían el mes embolísmico, al que llamaban de reducción que de aumento. Este suceso no sola-
Mercedonio introducido primero por el R e y N u - mente desagradó al Senado, sino también al pueblo,
ma para ser un pequeño y no cierto remedio del error que en el Senado miraba despreciada la república:
padecido en la ordenación de los tiempos, según que asi es que se marcharon altamente irritados todos los
en la vida de aquel R e y lo dejamos escrito. Mas C é - que no tenian necesidad de permanecer; de manera
sar , habiendo propuesto este problema á los mejores que César, reflexionando sobre ello, se retiró al pun-
filósofos y matemáticos, por los métodos que ya e n - to á casa , y dijo en voz alta á sus amigos, retiran-
tonces estaban admitidos, halló una corrección p r o - do la ropa del cuello , que estaba preparado á o f r e -
pia y mas exacta; en virtud de la cual los Romanos cerlo al que quisiera presentarse. Despues se excusó
parece que son los que menos yerran acerca de esta de lo pasado con su enfermedad, diciendo que el sen-
anomalía del tiempo; y sin embargo aun esto dió tido de los que la padecían no puede estar en su
ocasion de queja á los que censuraban y sufrian mal asiento cuando les es preciso hablar de pie á la m u -
su poder, pues se cuenta que diciendo uno, mañana chedumbre, sino que fácilmente se conmueve y a l -
sale la lira, le respondió Cicerón, sí, según el edic- tera, padeciendo vértigos, y estando expuestos á
t o : como que aun esto lo admitían por fuerza. quedarse privados; pero esto no fue asi, sino que
El odio mas manifiesto y mas mortal contra él queriendo César levantarse al Senado , se refiere h a -
lo produjo su deseo de reinar: primera causa para ber sido detenido por Cornelio Balbo, uno de sus
los mas, y pretexto muy decoroso para los que ya amigos, ó por mejor decir de sus aduladores, quien
de antiguo le tenian entre ojos. Los que andaban em~ le dijo: ; no te acordarás de que eres César ? ¿ ni d e -
I56 C A Y O JULIO CÉSAR,
jarás que te respeten, como corresponde, á quien liendo la monarquía, trasladó el supremo poder al
vale mas que ellos? Senado y al pueblo. Ofendido César de esta conduc-
Agregóse á estos incidentes el insulto hecho á los ta, privó de la magistratura á Flabio y á Marcelo;
tribunos de la plebe; porque se celebraba la fiesta de y haciéndoles cargo de ella, para insultar de paso
los Lupercales, acerca de la cual dicen muchos que al pueblo, los trató muchas veces de Brutos y C u -
en lo antiguo era fiesta pastoril, bastante parecida á manos x . • .
otra también Lupercal de la Arcadia. Muchos de los En este estado vuelven los mas los ojos hácia
jóvenes patricios, y de los que egercen magistraturas, Marco Bruto, que por parte de padre parecía ser de
corren á una por la ciudad desnudos, hiriendo por aquel linage, y por parte;de madre del de los Ser-
juego con correas no adobadas á los que encuentran. vilios, casa también muy principal, y que era al
Pónensele delante de intento muchas mugeres de los mismo tiempo yerno y sobrino de Catón. Para que
primeros ciudadanos, y como en una escuela presen- él por sí mismo intentara la destrucción de la nueva
tan las palmas de las manos á sus golpes, por estar monarquía debían retardarle los honores y benefi-
persuadidas de que esto aprovecha á las que están en cios recibidos de César, pues no solo consiguió sal-
cinta para tener buen parto, y á las que no tienen varse despues de la fuga de Pompeyo, y con sus rue-
hijos para hacerse embarazadas. Era César espectador gos alcanzó el perdón de muchos de los de aquel
de estos regocijos, sentado en la tribuna en silla de partido, sino que gozaba cerca de él de la mayor
o r o , y adornado con ropas triunfales; y c o m o á A n - confianza. De su mano habia recibido la primera de
tonio por hallarse de Cónsul le tocase ser uno de las preturas, é iba á ser Cónsul al cuarto año, sien-
los que ejecutaban la carrera sagrada, cuando llegó do preferido á Casio, que compitió con él: porque
se refiere haber dicho César, que Casio alegaba mas
á la plaza, y la muchedumbre le abrió calle, llevan-
justicia; pero él no dejaría en blanco á Bruto. Asi
do dispuesta una diadema enredada en una corona
en una ocasion, habiéndole denunciado algunos á
de laurel, la alargó á César, á lo que se siguió el
Bruto, cuando ya la conjuración estaba formada,
aplauso de m u y pocos, que se conoció estaban pre-
no hizo caso; sino que pasándose la mano por el cuer-
parados ; mas cuando César la apartó de sí, aplaudió
po dijo á los denunciadores: Bruto aguarda este
todo el pueblo. Vuelve á presentarla; aplauden p o - cuerpo: dando á entender que aunque por su virtud
cos ; la repele; otra vez todos. Desaprobada asi esta lo creia digno de mandar, no teraia que por el man-
tentativa, levántase César, y manda que aquella c o - do se hiciera ingrato y malo. Mas los que aspiraban
rona la lleven al Capitolio. Viéronse de allí á poco á la mudanza, aunque desde luego pusieron la vista
sus estatuas ceñidas con diademas reales, y dos de en Bruto, ó solo ó el primero, no se atrevían á p r o -
los tribunos de la plebe, Flavio y Marcelo, acudie- ponérsela: sino que por la noche llenaban el tribu-
ron y las despojaron; é inquiriendo y averiguando nal , y la silla curul en que como Pretor daba audien-
quiénes eran los primeros que habian saludado á C é -
sar con el título de R e y , los llevaron á la cárcel. Se-
guíalos el pueblo dándoles aplausos, y les apellidaba 1 A los da Cumas se les tenia por estúpidos; y de
otros Brutos, aludiendo á haber sido Junio Bruto estúpidos eran motejados por los demás pueblos, según
el que rompiendo la sucesión de los reyes, y abo- Estrabon.-
I58 CAYO JULIO CÉSAR. CAYO JULIO CÉSAR. 159
cia, de billetes, que por lo común se reducian á es- llegado los Idus de Marzo ; á lo que le contestó con
t o : ¿duermes Bruto? tú no eres Bruto. Como Casio gran reposo : han llegado, sí ; pero no han pasado.
percibiese que con ellos p o c o á poco se iba inflaman- El dia antes lo tuvo á cenar Marco Lèpido, y estan-
do su ambición, le visitaba con mas frecuencia que do escribiendo unas cartas, como lo tenia de costum-
antes, y le estimulaba también por las causas parti- bre, recayó la conversación sobre cuál era la mejor
culares de odio que tenia contra César, que eran las muerte; y César,anticipándose á todos, dijo: la no
que en la vida de Bruto tenemos manifestadas. A su esperada. Acostado despues con su muger, según s o -
vez César tenia sospechas de Casio: tanto que en una lia , repentinamente se abrieron todas las puertas y
ocasion dijo á sus amigos: ¿qué os parece que trae ventanas de su cuarto; y turbado, con el ruido y la
Casio entre manos? porque á mí no me agrada m u - luz, porque hacia luna clara, observó queCalpurnia
cho al verle tan pálido; y se cuenta que otra vez ha- dormía profundamente; pero que entre sueños p r o -
biéndosele hecho delación contra Antonio y D o l a - rumpia en voces mal pronunciadas y en sollozos no
bela sobre que intentaban novedades, respondió: articulados ; y era que le lloraba, teniéndole muerto
no tengo ningún miedo á estos gordos y de mucho en su regazo. Otros dicen que no era esta la vision
cabello, sino á aquellos pálidos y flacos, diciéndolo que tuvo la muger de César, sino que estando incor-
por Casio y por Bruto. porada con su casa una torre, que según refiere L i -
dio se le habia decretado por el Senado para su m a -
A lo que parece no fue tan inesperado como
yor decoro y magestad, la vio entre sueños destrui-
poco precavido el hado de César: porque se dice h a -
da ; sobre lo que se acongojó y lloró. Cuando fue de
ber precedido maravillosas señales y prodigios.'Por
dia, rogó á César, que si habia arbitrio no fuera al
lo que hace á los resplandores y fuegos del cielo, á
Senado, sino que lo dilatara para otro dia ; y si te-
las imágenes nocturnas que por muchas partes dis- nia en poco sus sueños, por sacrificios y otros medios
currían , y á las aves solitarias que volaban por la de adivinación examinara qué podria ser lo que con-
plaza, quizá no merecen mentarse como indicios de viniese. Entró también César, á l o q u e parece, en
tan gran suceso. Estrabon el filósofo refiere haberse alguna sospecha y rezelo, por cuanto no habiendo
visto correr por el aire muchos hombres de fuego; visto antes en Cajpurnia señal ninguna de supersti-
y que el esclavo de un soldado arrojó de la mano ción mugeril, la advertía entonces tan afligida; y
mucha llama: de modo que los que le veian juzgaban cuando los agoreros, despues de haber hecho varios
se estaba abrasando; y cuando cesó la llama, se halló sacrificios, le anunciaron que las señales no eran faus-
que no tenia ni la menor lesión. Habiendo César he- tas , resolvió enviar á Antonio con la orden de que
cho un sacrificio, se desapareció el corazon de la se disolviera el Senado.
víctima: cosa que se tuvo á terrible agüero, porque
por naturaleza ningún animal puede existir sin cora- En esto Decio Bruto, por sobrenombre Albino,
zon. Todavía hay muchos de quienes se puede oír, en quien César tenia gran confianza, como que fue
que un agorero le anunció aguardarle un gran peligro por él nombrado heredero en segundo lugar ; pero
en el dia del mes de Marzo que los Romanos llama- que con el otro Bruto y con Casio tenia parte en
la conjuración, rezelando no fuera que sí César p a -
ban los Idus. Llegó el d i a , y yendo César al Senado,
saba de aquel dia la conjuración se descubriese, c o -
saludó al agorero, y c o m o por burla le dijo: ya han
IÓO CAYO JULIO CÉSAR."
CAYO JULIO CÉSAR. l6l
menzó á desacreditar los pronósticos de los agoreros, mas que lo intentó muchas veces; pero llevando y
y á hacer temer á César que podría dar motivo de guardando siempre en la mano aquel solo memorial,
quejas al Senado contra sí, pareciendo que le mira- entró en el Senado. Algunos dicen que fue otro el
ba con escarnio: pues que si venia era por su orderl; que se le entregó; y que á Artemidoro no le fue po-
y todos estaban dispuestos á decretar que se intitu- sible acercarse, sino que por todo el tránsito fue es-
lara R e y de todas las provincias fuera de Italia, y torbado de la muchedumbre. Todos estos incidentes
fuera de ella llevara la diadema por tierra y por mar; pueden mirarse como naturales sin causa extraordi-
y si estando ya sentados, añadió, ahora se les diera naria que los produjese; pero el sitio destinado á tal
orden de retirarse, para volver cuando Calpurnia muerte y á tal contienda, en que se reunió el Sena-
tuviese sueños mas placenteros, j qué seria lo que di- d o , si se observa que en él habia una estatua de Pom-
jesen los que no le miraban bién ? ¿ De quién de sus p e y o , y que por este habia sido dedicado entre los
amigos oirían con paciencia , si queria persuadirles, ornamentos accesorios de su teatro, parece que pre-
que aquello no era esclavitud y tiranía? y si abso- cisamente fue obra de algún numen superior el haber
lutamente era su ánimo mirar como abominable aquel traido allí para su egecucion semejante designio. Asi
dia, siempre seria lo mejor que fuera, saludara al se dice que Casio, mirando á la estatua de Pompe-
Senado, y mandara sobreseer por entonces en el ne- y o al tiempo del acometimiento, le invocó secreta-
gocio. Al terminar este discurso, tomó Bruto á César mente, sin embargo de que no dejaba de estar i m -
de la mano, y se le llevó consigo. Estaban aun á. buido en los dogmas de Epicuro; y es que la o c a -
sion, según parece, del presente peligro, engendró
corta distancia de la puerta, cuando un esclavo age-
un entusiasmo y un afecto contrarios^ á la doctrina
no porfiaba por llegarse á César; mas dándose por
que habia abrazado. A Antonio, amigo fiel de César,
vencido de poder penetrar por entre la turba de gen-
y hombre de pujanza, lo entretuvo afuera Bruto A l -
tes que rodeaba á César, por fuerza se entró en la
bino, moviéndole de intento una conversación que
casa, y se puso en manos de Calpurnia, diciéndole
no podía menos de ser larga. Al entrar César, el Se-
que le guardase hasta que aquel volviera, porque te- nado se levantó, haciéndole acatamiento; pero de los
nia que revelarle secretos de grande importancia. socios de Bruto unos se habían colocado detras de su
Artemidoro, natural de G n i d o , maestro de len- silla, y otros le habian salido al encuentro como p a -
gua griega, y que por lo mismo habia contraído- ra tomar parte con Tulio Cimbro en las súplicas que
amistad con algunos de los compañeros de Bruto, le hacia por un hermano que estaba desterrado; y
hasta estar impuesto de lo que se tenia tramado, se efectivamente le rogaban también, acompañándole
le presentó trayendo escrito en un memorial lo que hasta la misma silla.'Sentado que se hubo, se negó
queria descubrir; y viendo que César al recibir los ya á escuchar ruegos ; y como instasen con mas v e -
memoriales los entregaba al punto á los ministros hemencia , se les mostró indignado; y entonces T u -
que tenia á su lado, llegándose muy cerca, este, le lio , cogiéndole la toga con ambas manos, la retiró
dijo á César, léelo tu solo y pronto: porque en él del cuello; que era la señal de acometerle. Casca fue
están escritas grandes cosas que te interesan. Tomólo el primero que le hirióxon un puñal junto al cuello;
pues César, y no le fue posible leerlo, estorbándo- pero la herida que le hizo no fue mortal ni profun-
selo el tropel de los que continuamente llegaban por
XO.MO I V . L
IÓ2 C A Y O JÜLIO CÉSAR,
C A Y O JULIO CÉSAR. 163
da, turbado como era natural en el principio de un tatito que unos cerraron sus casas, otros abandonaron
empeño como era aquel: de manera que volviéndose las mesas y caudales, y todos corrían, unos al sitio
César, le cogió y detuvo el puñal, y á un mismo á ver aquella fatalidad, y otros de allí despues de
tiempo exclamaron ambos, el ofendido en latin: haberla visto. Antonio y Lèpido, que pasaban por
malvado Casca i qué haces ? y el ofensor en griego los mayores amigos de César, tuvieron que retirarse
á su hermano: hermano, auxilio. Como este fuese y acogerse á casas agenas ; mas Bruto y los suyos en
el principio, á los que ningún antecedente tenian les el calor todavía de la empresa, ostentando las espa-
causó gran sorpresa y pasmo lo que estaba pasando, das desnudas, salieron juntos del Senado, y corrie-
sin atreverse ni á huir, ni á defenderle, ni siquiera ron al Capitolio, no á manera de fugitivos, sino ri-
á articular palabra. Los que se hallaban aparejados sueños y alegres, llamando á la muchedumbre á la
para aquella muerte todos tenian las espadas des- libertad, y abrazando á los que de los principales
nudas; y hallándose César rodeado de ellos, ofen- ciudadanos encontraban al paso. Algunos hubo que
dido por todos, y llamada su atención á todas par- se juntaron é incorporaron con ellos, y como si hu-
tes, porque por todas solo se le ofrecía hierro ante bieran tenido parte en la acción querían abrogarse la
el rostro y los o j o s , no sabia adonde dirigirlos, c o - gloria ; de cuyo número fueron Cayo Octavio y Lén-
mo fiera en manos de muchos cazadores; porque en- tulo Espinter. Estos pagaron mas adelante la pena de
traba en el convenio que todos habian de participar, su jactancia muertos de orden de Antonio y de O c -
y como gustar de aquella muerte; por lo que Bruto tavio César, sin haber gozado de la gloria porque
le causó también una herida en la ingle. Algunos di- morían ; pues que nadie los habia creído, y los misr
cen que antes había luchado, agitándose acá y allá, mos que los castigaron no tomaron venganza del he-
y gritando; pero que al ver á Bruto con la espada cho , sino de la voluntad. Al dia siguiente bajaron
del Capitolio Bruto y los demás conjurados; y h a -
desenvainada se echó la ropa á la cabeza, y se pres-
biendo hablado al pueblo , este escuchó lo que se le
tó á los golpes: viniendo á caer, fuese por casuali-
decía sin mostrar que improbaba ni aprobaba lo he-
d a d , ó porque le impeliesen los matadores, junto á
cho ; sino que se veia en su inmovilidad que c o m -
la base sobre que descansaba la estatua de Pompeyo,
padecía á César y respetaba á Bruto. El Senado, des-
que toda quedó manchada de sangre: de manera que
pues de haber publicado ciertas amnistías y conve-
parecia haber presidido el mismo Pompeyo al supli- nios en favor de todos, decretó que á César se le re-
cio de su enemigo, que tendido espiraba á sus pies verenciara como á un Dios, y que no se hiciera ni
traspasado de heridas, pues se dice que recibió vein- la menor alteración en lo que habia ordenado duran-
te y tres; y muchos de los autores se hirieron tam- te su mando. A los conjurados les distribuyó las pro-
bién unos a otros, mientras todos dirigían á un solo vincias, y les dispensó los honores correspondientes:
cuerpo tantos golpes. de manera que todos creyeron haber tomado la re-
Cuando le hubieron acabado de esta manera, el pública consistencia , y haber tenido las alteraciones
Senado, aunque Bruto se presentó en medio como el termino mas próspero y feliz.
para decir algo sobre lo sucedido, no pudiendo ya
contenerse, se salió de aquel recinto, y con su huida Abrióse el testamento de César, y se encontró que
llenó al pueblo de turbación y de un miedo incierto: a cada uno de los ciudadanos Romanos dejaba un le-
CAYO JULIO CÉSAR,
164 ¿ A Y O J Ú U O CÉSAR,
los mayores peligros, y que apenas pudo adquirir;
gado de bastante entidad; con esto, y con haber vis- pero aquel buen Genio ó Numen que mientras vivió
to el cadáver cuando lo pasaban por la plaza despe- ¿uidó de él, le siguió despues de su muerte para ser
dazado con tantas heridas, ya la muchedumbre no vengador de ella, haciendo huir, y acosando por mar
guardó orden ni concierto , sino que recogiendo por y por tierra á los matadores hasta no de)ar ningu-
la plaza escaños, celosías y mesas, hicieron una h o - n o ; y antes acabando con cuantos con la obra o
guera y poniendo sobre ella el cadáver lo quemaron. con el consejo tuvieron parte en aquel designio. De
Tomaron despues tizones encendidos y fueron c o r - los acontecimientos puramente humanos que en este
riendo á dar fuego á las casas de los matadores. Otros negocio sucedieron, el mas admirable fue el relativo
recorrieron toda la ciudad en busca de estos para á Casio; porque vencido en Filipos se paso el cuer-
echarles mano y hacerlos pedazos; mas no dieron po con aquella misma espada de que uso contra C é -
con ninguno de ellos, sino que todos estaban bien sar. De los sobrehumanos, el gran cometa que se
resguardados y defendidos. Sucedió que un ciudada- dejó ver muy resplandeciente por siete noches i n -
no llamado C i ñ a , amigo de César, habia tenido se- mediatamente despues de la muerte de César, y lue-
gún dicen en la noche anterior un sueño muy extra- go desapareció; y el apocamiento de la luz y tuerza
ñ o ; porque le parecía que era convidado por César del sol. Porque en todo aquel año su disco salió
á un banquete, y que excusándose era tirado por pálido y privado de rayos, enviando un calor t e -
nue y poco activo: asi el aire era obscuro y pesa-
este de la mano contra su voluntad y resistiéndose.
d o , por la debilidad del calor que lo enrarece, y
Cuando o y ó que en la plaza se estaba quemando el
los frutos se quedaron imperfectos é inmaturos por
cadáver de César, se levantó y marchó allá por hon-
la frialdad del ambiente. Mas lo que principalmente
rarle, no obstante que tenia presente el ensueño, y
demostró no haber sido grata á los Dioses la mu2rte
estaba con calentura. V i o l o uno de tantos; y á otro
dada á César fue la visión que persiguió á Bruto y
que le preguntó, le dijo cómo se llamaba; e s t e i fue en esta manera. Estando para pasar su ejercito
o t r o , y en un instante corrió por todos que aquel desde Abido al otro continente, descansaba por la
era uno de los matadores de César; porque realmen- noche en su tienda como lo tenia de costumbre, no
te entre los conjurados habia habido un Ciña del durmiendo, sino meditando sobre las disposiciones
mismo nombre; y tomándole por este le acometie- que debía tomar: pues se dice que entre todos los
Ton sin detenerse, y le hicieron pedazos. Concibiendo Generales Bruto fue el menos soñoliento, j el que
de aqui temor Bruto y Casio, sin que hubiesen pa- por su constitución podia aguantar mas tiempo en
jado muchos dias se ausentaron de la ciudad. Qué vela. Pareció pues haberse sentido algún ruido hácia
fue lo que despues hicieron y padecieron hasta el la puerta, y mirando á la luz del farol, que ya ar-
fin lo hemos declarado en la vida de Bruto. día poco, se le ofreció la visión espantosa de un hom-
Muere César á los cincuenta y seis años cumpli- bre de desmedida estatura y terrible gesto. Pasmóse
dos de su edad, no habiendo sobrevivido á P o m p e - al pronto; pero viendo despues que nada hacia ni
y o masque cuatro años; sin haber sacado otro fru- decia, sino que estaba parado junto á su Jecho, le
to que la nombrndía, y una gloria muy sujeta á la preguntó quién era; y la fantasma le respondió: » Soy,
envidia de sus conciudadanos de aquel mando y de
aquel poder, tras el que toda su vida anduvo entre
oh Broto, tn mal Genio: ya me verás en Filipos."'
Alentado entonces Bruto, te veré, le dijo, y el Ge-
nio desapareció al punto. Al prefinido tiempo puesto
en Filipos al frente de su ejército contra Antonio y El orador Demades, que gozó de gran poder en
Octavio César, vencedor en la primera batalla, des- Atenas por gobernar á gusto de los Macedonios y
trozó y puso en dispersión á las tropas que se le de Antipatro, como se viese precisado á escribir y
opusieron, saqueando el campamento de César. Ha- decir muchas cosas nada dignas de la magestad y de
biendo de dar segunda batalla, se le presentó otra las costumbres de aquella república, sostenia que era
vez la fantasma en aquella noche sin que le hablase merecedor de perdón, porque gobernaba los naufra-
palabra; pero entendiendo Bruto su hado, se aba- gios de ella. Esta expresión, aunque bastante atrevi-
lanzó desesperadamente al peligro. N o murió con to- d a , podria parecer verdadera si se trasladase y apli-
do peleando, sino que despues de la derrota, reti- case al gobierno de Focion. Porque en cuanto á D e -
rándose á la eminencia de una roca se arrojó de p e - mades él era verdaderamente el naufragio de la r e -
chos sobre su espada desnuda, y dando uno de sus pública, habiendo vivido y gobernado tan indecen-
amigos fuerza, según dicen, al golpe, de este modo temente, que cuando ya era viejo decia en vitupeno
perdió la vida. suyo Antipatro, que á manera de sacrificio consu-
mado no quedaba de él mas que la lengua y el vien-
tre; cuando á la virtud de Focion, que fue puesta
3 prueba con el tiempo que le cupo, como con un
enemigo poderoso y violento, los infortunios de la
Grecia la marchitaron y deslucieron en punto á glo-
ria. Pues no se ha de dar crédito á Sófocles, que
hace apocada y débil á la virtud en estos versos:
Que de su asiento, ó rey, es conmovida
La razón del que en males es probado;
Aunque antes con brios se mostrase^
Y solo se ha de dar á la fortuna tanto poder sobre
los hombres justos y buenos, cuanto baste á espar-
cir contra ellos calumnias y rumores siniestros, en
lugar del honor y agradecimiento que se les debia,
con detrimento del crédito y aprecio de la virtud. -
Parecía que los pueblos principalmente habian de
mostrarse insolentes contra los buenos cuando están
en prosperidad, y cuando los engríen sucesos faustos
y un gran poder; pero es lo contrarío lo que suce-
de. Porque las desgracias vuelven las costumbres dis-
plicentes, mal sufridas, y propensas á la ira, y h a -
cen el oido nimiamente delicado, y muy dispuesto
oh Broto, tn mal Genio: ya me verás en Filipos."'
Alentado entonces Bruto, te veré, le dijo, y el Ge-
nio desapareció al punto. Al prefinido tiempo puesto
en Filipos al frente de su ejército contra Antonio y El orador Demades, que gozó de gran poder en
Octavio César, vencedor en la primera batalla, des- Atenas por gobernar á gusto de los Macedonios y
trozó y puso en dispersión á las tropas que se le de Antipatro, como se viese precisado á escribir y
opusieron, saqueando el campamento de César. Ha- decir muchas cosas nada dignas de la magestad y de
biendo de dar segunda batalla, se le presentó otra las costumbres de aquella república, sostenia que era
vez la fantasma en aquella noche sin que le hablase merecedor de perdón, porque gobernaba los naufra-
palabra; pero entendiendo Bruto su hado, se aba- gios de ella. Esta expresión, aunque bastante atrevi-
lanzó desesperadamente al peligro. N o murió con to- d a , podría parecer verdadera si se trasladase y apli-
do peleando, sino que despues de la derrota, reti- case al gobierno de Focion. Porque en cuanto á D e -
rándose á la eminencia de una roca se arrojó de p e - mades él era verdaderamente el naufragio de la r e -
chos sobre su espada desnuda, y dando uno de sus pública, habiendo vivido y gobernado tan indecen-
amigos fuerza, según dicen, al golpe, de este modo temente, que cuando ya era viejo decia en vitupeno
perdió la vida. suyo Antipatro, que á manera de sacrificio consu-
mado no quedaba de él mas que la lengua y1 el vien-
tre; cuando á la virtud de Focion, que fue puesta
3 prueba con el tiempo que le cupo, como con un
enemigo poderoso y violento, los infortunios de la
Grecia la marchitaron y deslucieron en punto á glo-
ria. Pues no se ha de dar crédito á Sófocles, que
hace apocada y débil á la virtud en estos versos:
Que de su asiento, ó rey, es conmovida
La razón del que en males es probado;
Aunque antes con brios se mostrase ;
Y solo se ha de dar á la fortuna tanto poder sobre
los hombres justos y buenos, cuanto baste á espar-
cir contra ellos calumnias y rumores siniestros, en
lugar del honor y agradecimiento que se lesdebia,
con detrimento del crédito y aprecio de la virtud. -
Parecía que los pueblos principalmente habian de
mostrarse insolentes contra los buenos cuando están
en prosperidad, y cuando los engríen sucesos faustos
y un gran poder; pero es lo contrario lo que suce-
de. Porque las desgracias vuelven las costumbres dis-
plicentes, mal sufridas, y propensas á la ira, y h a -
cen el oido nimiamente delicado, y muy dispuesto
a irritarse con cualquiera palabra ó expresión un p o -
co viva; por la cual disposición el que reprende á pública que tenga alguna condescendencia con los
los que yerran -parece que les echa en cara sus in- que obedecen; que haga algo en su obsequio; pero
fortunios, y la claridad y la franqueza pasan por que sepa al mismo tiempo exigir lo que conviene,
desprecio; y asi como la miel perjudica á los miem- siendo conducida por hombres que por lo común
bro^ heridos y llagados, de la misma manera las e x - usen de blandura y maña, y no quieran llevarlo t o -
do despótica y violentamente. Es empero trabajoso
presiones verdaderas y ajustadas á razón muerden é
y difícil en este género de administración mezclar y
irritan a los que están en adversidad , como no sean
templar bien la autoridad con la condescendencia;
muy benignas y conciliadoras; que es por lo que el
lo qué si se logra, resulta un concierto mas exacto
poeta lamo grato al alma l o q u e es dulce, porque
y mas músico que todos los números y que todas
cede a la parte inflamada de ella, y no la contraría
las armonías : el mismo con que se dice gobierna
ni se le opone. Porque también el ojo doliente se Dios el mundo, no usando nunca de violencia, sino
complace mas con los colores obscuros y que refle- evitando con la razón y la dulzura el que se haga
jan poco la l u z , y se aparta dedos que son mas cla- perceptible la necesidad.
ros y env.an resplandor. Pues por el mismo término
r e P u y ' ' c a , que por imprudencia.ha caido en una L o dicho arriba Sucedió á Catón el menor; p o r -
que tampoco este tuvo unas costumbres suaves y gra-
suerte desventuradase pone en: cierto estado de d e -
tas á la muchedumbre, ni fue la condescendencia el
licadeza y de temor para no poder sufrir la verdad
lado por donde floreció- su gobierno; sino que por
dicha a las claras,, justamente cuando mas la ha m e -
usar de su carácter, como si gobernara en la repú-
nester , porque pueden los yerros llegar á punto que
blica de Platón, y no en las heces de Rómulo , se-
no tengan enmienda. Por lo mismo ; un Gobierno que
gún expresión de Cicerón, sufrió repulsa en la peti-
se halla en esta situación es cosa sumamente expues- ción del Consulado; en lo que me parece tuvo la
ta , porque pierde consigo aL que le habla segUn su suerte de los frutos que vienen fuera de tiempo ; pues
gusto, pero pierde antes al que no le adula. Por así como á estos los vemos y los admiramos, pero no
tanto, asi como del sol dicen los matemáticos que gozamos de ellos, de la misma manera la vieja usan-
no lleva la misma carrera que el cielo, ni tampoco za de Catón, empleada despues de largo tiempo,
Ja contraria y enteramente opuesta, sino que usa de cuando la conducta de los hombres estaba estragada
una marcha oblicua é inclinada, en virtud de la cual y las costumbres perdidas, tuvo, sí, gran nombra-
nace un giro lento, flexible y compasado, que da día y gloria; pero en la práctica no fue de prove-
salud a todas las cosas, y les hace tomar la tempera- cho : porque lo grande y profundo de su virtud se
tura que a cada una conviene; del mismo modo en media mal con los tiempos que alcanzó. N o estaba
materia de gobierno la autoridad demasiado tirante, su patria próxima á perecer como lo estaba ya la de
y que en todo repugna á los gobernados, es cruel y Focion, aunque sí se hallaba agitada y conmovida
dura ; como por el contrario ariesgada y puesta en de grandes tempestades; y solo con echar mano de
precipicio la que es condescendiente con los que d e - las velas y los cables al lado de los que eran mas
linquen , que es á lo que los mas propenden. Será poderosos, separado del timón y del gobierno, sos-
por tanto saludable aquella cuidadosa administración tuvo una gran lucha con la fortuna, la que al cabo
1^0 FOCIOlfi FOCIOÑ. _ 17 T

triunfó y se enseñoreó de la república; pero no fué pues á la de Jenócrates en la Academia, haciéndo-


sino á duras, penas, con lentitud, y pasado largo tiem- se emulador desde el principio de los que tenian
po ; y estuvo en muy poco el que esta no se recupe- mas elevados pensamientos. Pues ninguno de los Ate-
rara y volviera en sí, precisamente por Catón, y nienses vió fácilmente á Focion ni reir, ni lamen-
por la virtud de Catón; con la que compararemos tarse, ni lavarse en baño público, como escribió D u -
la de Focion como de dos varones justos y aventa- ris, ni sacar la mano fuera de la capa én las^ p o -
jados en la política; sin que por esto se entienda ser cas veces que usaba de ella : porque asi en los viages,
nuestro intento que se les tenga por del todo seme- como en el ejército, iba siempre descalzo y desnu-
jantes. Porque ciertamente hay diferencia de forta- do , á rio que hiciera un frió excesivo é inaguanta-
leza á fortaleza, como de la de Alcibiades á la de ble: de manera que sus càmaradas decían burlándo-
Epaminondas; de prudencia á prudencia, como de se , que era señal de un frió rigoroso el ver á Focion
la de Temístocles á la de Arístides; y de justicia á arropado.
justicia, como de la de Numa á la de Agesilao; y
N ò obstante que era de unas costumbres muy
con todo las virtudes de estos dos grandes hombres
benignas y muy humanas , en su semblante parecia
llevan grabados hasta las últimas y mas impercepti-
inaccesible y ceñudo, de manera que con dificultad
bles diferencias un mismo caracter, una misma forma
se llegaban á él los que antes no le habian tratado*
y un mismo color de costumbres, como si con una
Por esta causa, habiendo hablado en unaocasion C a -
misma medida se hubieran mezclado la humanidad
res contra su ceño, como los Atenienses sé riesen,
con la entereza; la fortaleza con la precaución; la
ningún mal, les d i j o , os ha hecho mi ceñá; cuando
solicitud por los otros, y la impavidez por sí mismos;
la risa de estos ha dado mucho que llorar á la repú-
el cuidado en evitar las cosas torpes, y la firmeza
blica. Por este término él lenguage de F o c i o n , sien-
en sostener la justicia: todo nivelado é igualado en
do útil por las sentencias y saludables pensamientos,
ambos con exactitud: de manera que se necesitaría
encerraba una concision imperiosa, severa, y algo
de un ingenio muy delicado y exquisito, con el que
picante: pues asi como decia Zenon que el filósofo
como con un instrumento muy fino, se investigasen
debía remojar su dicción en el juicio, á este mismo
y señalasen las diferencias.
modo la dicción de Focion en pocas palabras mos-
El linage de Catón es cosa averiguada que era traba gran sentido ; y á esto parece que aludió P o l i -
ilustre como lo diremos despues; y en cuanto al de cueto de Esfecia cuando d i j o , que Demóstenes era
Focion sacamos por conjeturas que no seria del t o - mejor orador, pero Focion mas elocuente. Porque
do oscuro y abatido: pues á haber sido hijo de un asi como la moneda á que se ha dado gran estima-
cucharero, como diceIdomeneo, Glaucipo e l d e H i - ción pública, tiene mucho valor en pequeño v o l u -
perides, que en su discurso recogió y profirió c o n - men , de la misma manera la verdadera elocuencia
tra él millares de millares de picardías, no habría consiste en significar muchas cosas con pocas palabras.
omitido su bajo nacimiento, ni él tampoco habría Asi se cuenta de Focion que en cierta ocasion , es-
podido tener una vida tan acomodada, ni recibir una tando ya lleno el teatro, se paseaba por la escena,
educación tan liberal, hasta el punto de haber asis- estando todo embebecido dentro de sí mismo ; y d i -
tido siendo muy joven a la escuela de Platón, y des- eiéndole uno de sus amigos, parece, ó Focion, que
I72 FOCION. focion. 1 73
estás meditando, le respondió: sí, medito qué es b años á los Atenienses con cierta medida de vino en
que podré quitar del discurso que v o y á pronunciar el dia diez y seis del mes Bbedromion.
á los Atenienses. El mismo Demóstenes, que miraba Dícese que despues de este suceso, enviandoleCa-
con alto desprecio á los demás oradores, cuando se brias á recoger las contribuciones de las islas, y dán-
levantaba Focion solia decir en voz baja á sus ami- dole veinte galeras, le expuso, que si le enviaba a
gos: ea, ya está ahi el hacha de mis discursos. Mas hacer la guerra, necesitaba mayores fuerzas; y si a
quizá esto mismo debió atribuirse á sus costumbres: tratar con los aliados, con una tenia bastante. Mar-
puesto que una palabra sola, ó una seña de un hom- chó pues con sola su galera; y habiendo tratado con
bre de bien, tiene una fuerza y un crédito que equi- las ciudades y conferenciado con los que mandaban
vale á millares de argumentos y de períodos. en ellas franca y sencillamente, dio la vuelta con
Siendo todavía joven se arrimó al General Cabrias, muchas naves, enviadas por los aliados para condu-
y se ponía á su lado, sirviéndole este de mucho pa- cir las contribuciones. Continuó siempre haciendo
todo obsequio y respetando á Cabrias, no solo d u -
ra adelantar en el arte militar; mas en algunas cosas
rante Su vida, sino aun despues de muerto, intere-
él le servia para corregir su caracter, que era desigual
sándose por sus deudos, y tomando empeño en f o r -
y arrebatado. Porque c o n ser Cabrias de suyo tardo
mar á la virtud á su hijo Ctesipo; y aunque le vio
y pesado, metido y a en los combates se irritaba y
medio falto y terco, no se dió con todo por venci-
encendía en ira, arrojándose á los peligros temera-
d o , sino que procuró corregirle y ocultar sus defec-
riamente: como en Q u i o , que. perdió la vida por ser tos; y solo se dice que una vez, incomodándole en
el primero á acometer con su galera, y á emprender el ejército este joven, y molestándole con preguntas
á viva fuerza el desembarco -, y siendo Focion á un y consejos intempestivos, como quien pretendía en-
tiempo prudente y a c t i v o , inflamaba por una parte señarle y tomar mejores disposiciones de guerra, e x -
la detención de Cabrias, y por otra contenia la pron- clamó: j ó Cabrias, Cabrias, bien te pago la amistad
titud inoportuna de sus ímpetus. Por esta razón , sien- que me mostraste, aguantando á tu hijo! Conmovie-
d o Cabrias de amable y generosa índole, le miró con se que los que manejaban entonces los negocios p ú -
aprecio, y lo promovió á las comisiones y mandos, blicos se habian repartido como por suerte el man-
dándole á conocer á los Griegos, y valiéndose de él d o militar y la tribuna, no haciendo unos mas que
para los encargos de m a y o r importancia; por d cual hablar al pueblo y escribir, que eran Eubulo, Aris-
medio en la batalla naval de Na jos proporciono a tofon, Demóstenes, Licurgo é Hiperides; y que Dio-
Focion no pequeño nombre y gloria: porque le dio petes, Menesteo, Leostenes y Cares se enriquecían con
el mando del ala izquierda, en la que fue mas ar- mandar los ejércitos y hacer la guerra, formó el d e -
rebatado el combate, y también se decidió con suma signio de restablecer en cuanto de él dependiese el mo-
prontitud. Como fuese pues esta la primera batalla d o de gobernar de Pericles, de Arístidesy Solon, c o -
naval que la ciudad d i o sola, despues de tomada, a mo mas completo, y que abrazaba ambos objetos. Por-
los Griegos, y hubiese salido victorioso, tuvo en que cada uno de estos tres varones era según la e x -
mucho mas á Cabrias, y contó ya á Focion entre presión de Arquiloco:
sus Generales. Alcanzóse esta victoria en la fiesta de
los grandes misterios; y Cabrias agasajó todos los TJno y otro: del Dios de las batallas
174 focion» FOCION. # 175
N o desdeñado alumno, y con los dones los Atenienses dinero para cierto sacrifi-
P e d í a n

Favorecido de las doctas Musas; c i o , y prestándose los demás á darlo, interpelado


y observaba ademas que Minerva es á un tiempo guer- Focion muchas veces, pedid, les dijo, á esos ricos,
rera y política, y bajo los dos aspectos es venerada. porque y o me avergonzaría de daros a vosotros, no
Conduciéndose de esta manera, sus disposiciones se habiéndole dado á este, mostrándoles al banquero Cá-
lleles. Como sin embargo no cesasen declamar y gri-
dirigían siempre á la paz y al sosiego; mas sin em-
tar, les refirió esta conseja: un hombre tímido salió
bargo él solo mandó de gefe en mas guerras que to-
á la guerra , y habiendo oido graznar á los cuervos,
dos los de su tiempo, y aun de los tiempos anterio-
depuso las armas, y se estuvo quieto. Volviólas á to-
res; no porque se presentase para ello ni hiciese so-
mar, y puesto en marcha, como otra vez graznasen
licitudes; pero tampoco se excusaba ó se retraía cuan-
los cuervos, se paró, y por fin les dijo, vosotros g r a -
do la república le llamaba. Porque es sabido que cua- neareis cuanto os diere gana, pero de mí no habéis
renta y cinco veces tuvo mando, no habiéndose ha- de gustar. En otra ocasión le mandaban los Atenien-
llado ni una sola vez en las juntas de elección, sino ses que saliera contra los enemigos; y como no estu-
siendo llamado y nombrado en su ausencia: tanto viese de tal parecer, y lo culpasen de tímido y c o -
que los de poco juicio se maravillaban de que el barde ; ni vosotros, dijo, me podéis hacer osado, ni
pueblo, siendo Focion el único que por lo común y o á vosotros tímidos; pero ya nos conocemos. En
se le oponia, no diciendo ni haciendo nunca nada circunstancias delicadas se irritó mucho el pueblo
que pudiera complacerle, en las cosas de poca i m - contra él, y pidiéndole las cuentas del ejército, sal-
portancia hiciera caso como por burla de los dema- vaos antes, les dijo, ó miserables; y como durante
gogos mas decidores y mas huecos, á la manera que la guerra los viese abatidos y cobardes, y despues de
los reyes gustan, despues de tomar el aguamanos, de la paz mostrasen osadía y gritasen contra Focion,
oir á los aduladores y lisongeros; y que cuando se quejándose de que les habia arrebatado la victoria,
trataba de dar el mando siempre sobrio y solícito no es poca vuestra fortuna, les dijo, en tener un Ge-
empleaba al ciudadano mas severo y prudente, y neral que os conoce, porque sino ya hace tiempo
que era el único, ó á lo menos el que mas contrade- que os habríais perdido. N o querían litigar con los
cía sus deseos y proyectos. Asi es que habiéndose leí- Beodos por cierto territorio, sino hacerles la guerra;
d o un oráculo de Delfos, en el que se decia que es- y Focion les aconsejó que contendieran con palabras
tando de acuerdo todos los demás ciudadanos uno en lo que eran superiores; y no con las armas en lo
solo pensaba dé distinto modo que la ciudad; se que podian menos. Hablaba una vez al pueblo, y c o -
presentó Focion, y dijo, que no se molestaran, por- mo no atendiesen ni quisiesen oirle, podréis, les d i -
que él era el que se buscaba: pues que á él solo no jo , violentarme á que haga lo que no quiero; pero
á que contra mi parecer diga lo que no conviene no
le agradaba nada de cuanto hacían ; y en una oca-
podréis forzarme jamas. De los oradores que se le o p o -
sion , como habiendo expuesto ante el pueblo su dic-
nian en el Gobierno, era unoDemóstenes; y dicién-
tamen , encontrase aprobación, y viese que todos uni-
dole este un dia, te quitarán los Atenienses la vida,
formemente le admitian, se volvió á sus amigos di-
ó Focion; le respondió: me la quitarán á mí si están
ciendo: ¡si habré y o propuesto sin advertirlo algún
desatino!
176 focion. focion. 177
locos, y á tí si están cuerdos. Viendo á Polieucto dulces, son desabridos y dañosos para los que los
de Esfecia que en un día de verano aconsejaba á los experimentan; y aun de Hipericles se refiere haber
Atenienses que hiciesen la guerra á Filipo, y que dicha hablando al pueblo: no miréis, ó Atenienses,
despues medio sofocado y bañado de sudor, porque si soy amargo, sino si lo soy de balde: como si la
estaba muy grueso, tomaba continuos sorbos de agua, muchedumbre temiera y aborreciera solo á los que
estará muy bien, d i j o , que decreteis la guerra por son molestos y dañosos con su avaricia, y no estu-
consejo de este hombre, de quien ¿qué podrá espe- viera peor con los que abusan del poder por despre-
rarse cuando se halle con la coroza y el escudo, y ten- cio y envidia, ó por encono y rencilla. Pues en
ga los enemigos cerca, si ahora para deciros lo que cuanto á Focion por enemistad jamas hizo mal á na-
tiene meditado está para ahogarse? Decíale Licurgo die , ni á nadie tuvo por contrario; y solo en lo pre-
en una junta pública un sin fin de denuestos; aña- ciso hizo frente á los que se le oponian en lo que por
diendo por fin, que pidiendo Alejandro diez de los bien de la patria egecutaba, siendo en tales casos ás-
demagogos habia aconsejado que se le entregasen; pero , inflexible é implacable ; pero fuera de esto en
y él le respondió: muchas cosas buenas y útiles les el discurso de su vida á todos se mostró benigno,
he aconsejado; pero no me hacen caso. compasivo y humano, hasta venir en auxilio de los
de contrario partido, si en algo faltaban, y poner-
Habia un tal Arquibiades, á quien se daba el
se á su lado si estaban en peligro. Reconviniéronle
mote de Laconista, porque se habia dejado crecer
una vez sus amigos de que habia hablado en juicio á
una larga barba; llevaba una mala capa á la Espar-
favor de un hombre malo; y les respondió que los
tana, y tenia un aire tétrico y severo; y en un al-
buenos no necesitaban de auxilio. Aristogiton el d e -
boroto que se movió en el consejo, Focion apeló á
lator despues que por sentencia fue condenado, le
este para que le sirviera de testigo en lo que decía y llamó y rogó que fuera á verle, y condescendiendo
le ayudara; mas é l , levantándose, no aconsejó sino con su súplica se encaminaba á ia cárcel; mas como
lo que sabia que seria grato á los Atenienses; y í o - sus amigos se lo estorbasen, dejadme, d i j o , simples:
cion entonces, asiéndole por la barba, ¿pues por ¿en qué parte podríamos ver con mas gusto á Aris-
q u é , le dijo, ó Arquibiades, no te afeitas? Aristo- togiton ?
giton el delator en las juntas públicas estaba siempre
por la guerra , é inflamaba al pueblo á emprenderla; Ello es que los aliados y los habitantes de las is-
pero cuando llegó el tiempo del alistamiento se pre- las á los enviados de Atenas, cuando otro General
sentó con una muleta y con una pierna entrapajada, los conducía, los miraban como enemigos, reforza-
y apenas Focion lo v i o á lo lejos, desde su escaño ban las murallas, barreaban las puertas, é introdu-
gritó al amanuense: escribe también á Aristogiton, cían del campo á las poblaciones los víveres, los es-
clavos , las mugeres y los niños; y si el General era
cojo y malo. Era por tanto cosa de maravillarse có-
Focion, salian coronados á recibirlos en sus propias
mo un hombre tan irritable y tan severo tenia e!
naves, y alegres los llevaban á sus propias casas.
concepto y aun el nombre de buepo; y es que en
mi opinion, aunque difícil, no es imposible que al Cuando Filipo, tratando de meterse en la E u -
modo del vino un hombre sea al mismo tiempo dul- bea, condujo tropas desde la Macedonia, y se d e -
ce y picante; asi c o m o otros, que son tenidos pof dicó á ganar las ciudades por medio de los tiranos,
tomo iv. m
178 focion. FOCION. 179
Plutarco de Eretria acudió & los Atenienses; y p i - ga alrededor de las trincheras. Focion dispuso que el
diéndoles que libertaran la isla de las manos del Rey grueso de sus tropas se parase, y estuviera con
de Macedonia, en que ya se hallaba, fue Focion en- atención para esperar y recoger á los que al princi-
viado de General con pocas fuerzas, por decirse que pio se habian dispersado en la fuga; y él con los
los habitantes estaban prontos a pasarse a é l ; mas mas escogidos arremetió á los enemigos. Trabóse una
habiéndolo encontrado todo Heno de traidores; to- reñida batalla, en la que todos pelearon valerosa-,
do en mala disposición , y socavado con dadivas , se mente y á todo trance; pero T a l o , hijo de Cineas,
vió puesto en gran peligro; y habiendo tomado » y Glauco de Polimedes, que estaban al lado del Ge-
montecito, cortado con un gran barranco de la lla- neral , todavía sobresalieron; y no solo estos, sino
nura de Taminas, contenia y/esguardaba en l b que Cleofanes contrajo también un mérito muy sin-
mas aguerrido de sus tropas ; dando ^ A f - gular en esta batalla: porque haciendo volver de su
huida á los de á caballo, y gritándoles y clamándo-
uérales respecto de los insubordinados, habladores y
les que corrieran en auxilio del General que estaba
malos, para que no hicieran caso si los veía" deser-
en riesgo, consiguió que con su vuelta fuese mas
tar y apartarse del campamento: porque aquí, es
cierto el triunfo de la infantería. De resultas de esta
decía, no serán de p r o v e c h o sino mas bien perju-
acción arrojó á Plutarco de Eretria, y . tomó á Z a -
diciales por su indisciplina á los que h a y a n de pe-
retra, castillo de grande importancia, por estar si-
lear; y allá detenidos con la conciencia de este de- tuado en el punto donde la llanura termina en una
l i t o , gritarán menos contra m i , y no me calum- estrecha faja, quedando alli la isla muy angustiada
por el mar de una y otra banda. N o permitió á los
^ Cuando se presentaron los enemigos, dió á sus soldados que hiciesen cautivos á los Griegos rendi-
tropas orden de que permanecieran inmoWes sobre dos , por temor de que los oradores de Atenas v i o -
1 « armas hasta que hubiese sacrificado; y fue largo lentaran al pueblo á tomar contra ellos por encono
el tiempo que l detuvo, ó porque las señales no alguna injusta determinación.
fuesen faustas, ó porque quisiese atraer mas « r o j a
os enemigos. Por esta razón, recelando por entonce Regresado f o c i o n despues de estos sucesos , muy
Plutarco cobardía y meditada tardanza, acometió presto echaron menos los aliados su honradez y su
« n solos los estipendiarios; lo que visto por la ca- justificación; y muy presto conocieron también los
ballería, ya no aguantó mas tampoco , sino que se Atenienses su inteligencia, y el grande influjo que
le daban sus virtudes: porque Moloso, que fue el
¿ l i ó al momento contra los enem.gos saliendo
que despues de él se encargó de los negocios, hizo
desordenada y desunida del campamento Venad s
tan infelizmente la guerra, que cayó vivo en poder
los primeros f se desbandaron todos, y Plutarco hu-
de los enemigos. Tenia ya Filipo en aquella época
y ó Acometieron entonces al valladar algunos de bi
concebidas grandes esperanzas en su ánimo; y h a -
enemigos, y trataron de romperle y abrirse paso,
biendo pasado al Helesponto con todo su ejército,
teniéndolo todo por sojuzgado. En esto, concl do daba por supuesto tener ya en la mano al Querso-
ya el sacrificio, cargaron los Aten.enses, y r e c i t a - neso, á'Perinto y á Bizancio. Propusiéronse los
ron al punto á los ¿el campamento, destrozando Atenienses darles auxilio; y habiendo trabajado los
la mayor parte de ellos mientras se entregan a la f *
M 2
l8o pocion,
taló y destruyó, hasta que herido por los que vinie-
oradores porque Cares fuera nombrado General, e n -
ron en auxilio de los habitantes, regreso con su ar-
viado este con el mando, no solamente no hizo na-
da que correspondiese á las fuerzas que se le dieron, nicidci«
sino que las ciudades no quisieron admitir la escua- Avisado secretamente de los de Megara, por te-
dra ; y haciéndose á todos sospechoso, tuvo que andar mor de que si los Beocios lo entendían se les ade-
de una parte á otra, siendo por sus exacciones m o - lantaran á ofrecer su socorro, convoco a ,unta muy
lesto á los aliados, y despreciado de los enemigos. de mañana; y anunciando la solicitud de Megara a
los Atenienses, apenas hubieron resuelto, dio la se-
Irritado con esto el pueblo por los mismos oradores,
ñal con la trompeta; y haciéndoles tomar las armas,
se mostró disgustado , y mudó de propósito en cuan-
marchó con ellos desde la misma junta. Recibido con
to á socorrer á los Bizantinos; pero tomando la pa-
sumo placer por los de Megara, fortifico a Ni sea, y
labra Focion les d i j o , que no debian incomodarse
tiró por medio dos ramales desde la poblacion al
con los aliados que mostraban desconfianza, sino con
puerto, juntando asi la ciudad con el mar; de m a -
los generales que á esto les daban motivo: porque nera que no dándole ya cuidado los enemigos que
estos son, añadió, los que os hacen odiosos á los pudieran acometerla por tierra, quedo como incor-
mismos que sin vosotros no pueden salvarse. Movido • porada con los Atenienses.
el pueblo con este discurso, y reformando su última
Decretada ya sin arbitrio la guerra contra Fili-
determinación, decretó que el mismo Focion mar-
p o , y elegidos por estar él ausente otros generales,
chase con nuevas fuerzas al Helesponto en socorro de
luego que volvió de las islas lo primero que trato
los aliados; lo que fue de la mayor importancia pa- de persuadir al pueblo fue , que estando Filipo i n -
ra que Bizancio se salvase. Porque era ya grande la clinado á la p a z , y manifestando recelar demasiado
fama de Focion; y como á esto se agregase el que los peligros de la guerra, admitieran sus proposicio-
Cleon, varón entre los Bizantinos el primero en nes; y como alguno de los que no hacen mas que dar
opinion de virtud , y que con Focion habia trabado vueltas por la plaza, y tejer calumnias, se le opusie-
amistad en la academia, empeñó por él su palabra se, diciendo: ¿y tú, ó Focion, te atreves a disuadir
con la ciudad, no consintieron que acampase fuera, á los Atenienses, cuando ya están con as armas en
como quería, sino que abriéndole las puertas reci- la mano? y o , les repuso; sin embargo de que sé que
bieron é hicieron unos mismos consigo á los Atenien- si hay guerra, te mando y o á tí; y en la paz eres
ses ; los cuales no solo no dieron ocasion de queja tú el que me mandas. N o los convencio sin embar-
con su conducta, siendo moderados y sobrios, sino go , y como viese que prevaleció la opinion de D e -
que en los combates mostraron mayor ardor y de- móstenes de que los Atenienses llevaran la guerra bien
nuedo, por la misma confianza que de ellos se ha- lejos del Atica; amigo m i ó , le d i j o , no miremos
bía hecho. De este m o d o Filipo , que pasaba por in- dónde haremos la guerra, sino cómo venceremos:
vencible y por hombre á quien nadie podia resistir, porque asi es como estará la guerra lejos; mas si lúe-
abandonó por entonces el Helesponto, con mengua remos vencidos, siempre tendremos toda calamidad
y menosprecio; y Focion le tonró algunas naves, re- encima. Fueron en efecto vencidos; y como los que
cobró las ciudades que había fortificado; y habiendo no saben mas que alborotar y promover novedades
hecho desembarcos en diferentes-puntos del pais, lo
l8 2 focion. rocíos. .
llevasen á empellones á la tribunaá Caridenio, tra- disoosicion Demóstenes, Licurgo, Hipendes y G a -
tando de hacerlo General, los hombres de juicio y y o l a junta puso al p m t o t o £ £ - Focion
de probidad temieron; y celebrando Consejo del y llamado muchas veces por su nombre, ^ e v a n t o
Areopago anre el pueblo, con ruegos y con lágrimas tomó por la mano á uno de sus a m i g o a l m u i n n -
mo aue tenia, y á quien mas amaba, y dijo. han pues
obtuvieron , aunque á duras penas, que la república
tó ^ república en tal precipicio, que y o aun cuan-
se pusiese en manos de Focion. Este lúe de opinion
do pidiera! este Nicocles /seria de dictamen que se
que debian aceptarse las condiciones benignas y hu-
le entregase: pues por lo que hace á mi mismo si se
manas que propusiese Filipo; mas pasando Dema-,
atase de que muriera por vosotros, tendrnlo a gr n -
des á dictar la deque la república habia de tener par-
de dicha. Me compadezco , continuo, o Atemenses
te en la paz'común y en la junta de los Griegos, no de estos que de Tebas se han acogido a nosotros, p e -
vino en ello antes de saber cuáles serian las inten- ro6 básteles á los Griegos el llorar por Tebas. Mas va
ciones de Filipo respecto de los Griegos. N o se si- pues persuadir y rogar por unos y otros a los q^e
guió su dictamen, y hubo de ceder por considera- tienen la superioridad, que contender con « ios. El
ción á las circunstancias; y como viese bien pronto primer decreto hecho en este sentido se dice que
arrepentidos á los Atenienses, por serles preciso apron- Alejandro lo tiró luego que lo tomo en la mano,, v i -
tar á Filipo galeras y caballos; temiendo esto mis- viendo el rostro, y retirándose sin escuchar a os em-
m o , les d i j o , ' m e opuse y o antes; mas pues que lo bajadores; pero recibió el segundo, que fue llevado
habéis pactado, es preciso- llevarlo con paciencia y ^ ' r S i causa dehabe*r oído de 1«> mas an-
con buen ánimo , teniendo presente que nuestros ma- cianos de su corte que Filipo tema de él el mas a l -
yores mandando á veces y á veces mandados, pero to concepto; y nosolo le d«S entrada, y escuchc. sus
ejecutando siempre lo uno y lo otro del modo que súplicas / sino que r e c i b i ó benignamente susconse
convenia salvaron á la ciudad y á los Griegos. Muer- j o s , reducidos á que si apetecía el desean«»diera
to Filipo no permitió que el pueblo hiciera festejos 'de mano á la guerra; y si le inflamaba deseo de glo-
por la buena nueva: lo uno porque parecia cosa in- ria, dejando á los Griegos, se encaminara contra los
decente , y lo otro porque las fuerzas que ios habían bárbaros. Di jóle también otras m u c h a s cosas aco^o_
batido en Qneronea no se habían disminuido mas dadas á su caracter y á su gusto, con las que le m u -
que en una-sola persona. d ó y ablandó de manera que llego a decir, seria
Como' Demóstenes empezase á insultar á Alejan- conveniente que los Atenienses se aplicaran a seguir
dro cuando y a venia contra Tebas, dijo: el curso de los negocios, porque si le sucedía algo, a
¿Imprudente, qué es lo que te impele ellos les correspondía el mando; y contrayendo par-
r; A irritar á un varón fiero é indomable, ticularmente con Focion amistad y hospedage, le
y que aspira á una brillante gloria? ¿ó quieres, te- tuvo en una estimación, á la que 1 egaron muy p o -
niendo tan cerca semejante incendio, arrojar en él a cos de los que tenia siempre á su lado. Dnns refiere
la ciudad? nosotros, aunque ellos quieran, no debe- que luego que llegó á denominarse grande, y v e n c i o
mos permitir á estos que se pierdan; y para esto es á Darío , quitó de las cartas la salutación ordinaria,
para lo que hemos admitido el mando. Destruida Te- excepto en las que escribía á Focion: pues con este
bas, c o m o pidiese Alejandro que fuesen puestos á su
solo la usaba como con Antipatro, y esto mismo es-
cribió también Cares. ciudades de Asia, Q u i o , Gerguita, Milasis y Elea,
Por lo que hace á presentes es bien sabido que le diese á Focion la que escogiese, haciéndole presente
envío de regalo cien talentos. Llegados que fueron á que se enfadaría mucho mas sino la admitia; pero
Atenas, preguntó Focion á los que los conducían- Focion no la admitió, y Alejandro murió muy en
¿por qué siendo tantos los Atenienses á él solo le breve. Muéstrase todavía en el barrio de Melita la
hacia Alejandro aquella expresión? y respondiéndo- casa de Focion, adornada con algunas planchas de
le aquellos, porque á tí solo te juzga hombre recto bronce, siendo en todo lo demás pobre y sencilla.
y bueno; ¿ pues por qué no me deja, repuso Focion, De las mugeres con quienes estuvo casado, de la
serlo y parecerlo siempre? Siguiéronle sin embaro 0 primera no ha quedado escrita otra cosa sino que era
a su casa, en la que no vieron mas que una maravi- hermano suyo el escultor Quefisodoto; pero la se-
llosa sencillez: que la muger aderezaba la comida, y gunda no fue menos recomendable entre los Atenien-
ses por su honestidad y sencillez, que Focion por su
que el mismo F o c i o n , sacando por su propia mano
probidad. Asi sucedió en unaocasion, que asistiendo
agua del p o z o , se lavaba los pies; con lo cual ins-
los Atenienses al espectáculo de una nueva tragedia,
taron todavía mas, manifestando dissusto, y d i c i é n -
el actor que tenia que salir pidió al que daba la fies-
dole ser cosa muy reparable que siendo amigo del
ta una máscara de Reina y el acompañamiento de
R e y lo pasara tan mal. V i e n d o entonces Focion á
muchas damas magníficamente puestas; y como i n -
un pobre anciano que pasaba por la calle con una comodado de que no se le daba lo que pedia dejase
capa mugrienta, les preguntó: ;s¡ le reputaban peor en suspenso la función por ño querer salir, Melan-
que aquel ? y diciéndole los forasteros que no los t u - tio, ge fe del coro, echándolo al medio de im e m -
viese en tan mal concepto; pues ese, les repuso, vi- pujón, exclamó: ¿no ves á la muger de Focion que
ve con menos que y o , y está contento: finalmente sale siempre con una criada sola? ¿quieres con tus
sino hago uso de todo ese dinero , en vano le tendré aparatos de lujo echar á perder á nuestras mugeres?
en mi poder; y si hago uso, me desacreditaré á mí Difundida esta expresión por el teatro fue recibida
mismo, y desacreditaré al Rey para con la repúbli- con grandes aclamaciones y aplausos. La misma m u -
ca. De este modo volvió á salir de Atenas aquella ger, mostrándole una huéspeda de Jonia sus ador-
gran suma de dinero, haciendo ver á los Griegos ser nos de o r o , engastados en piedras, como eran ar-
mas rico que el que la daba el que no la ha&ia me- racadas y collares; pues mi ajuar y todo mi adorno,
nester. Incomodóse Alejandro, y volvió á escribir á le contestó, es Focion, que hace veinte años es G e -
F o c i o n , que no tenia por amigos á los que para na- neral de los Atenienses.
da sq valían de é l ; mas ni aun asi quiso Focion re- Queria el hijo de Focion con tender, en las Pana-
cibir el dinero; y solo le pidió que pusiera en liber- tencas1, y el padre lo puso deá pie, no para que as-
tad al sofista Equecratides, á Atenodoro de Imbro, pirase á la victoria, sino para que cuidando y ejer-
y á dos Rodios, Demarato y Esparten, presos por citando el cuerpo se hiciera mas útil: porque el tal
ciertas causas, y custodiados en Sardis. Dio al punto joven era por otra parte amigo de francachelas y des-
Aleiandro la libertad á estos, y enviando á Cratero
á Macedonia, le dió orden para que de estas cuatro
i Fiestas de los Atenienses en honor de Minerva.
i86 POCION. focion. 187
arreglado. V e n c i ó : y deseando muchos festejarle con tes, queriendo entregarse todo á é l ; mas habiendo
banquetes por la victoria, con los demás se excusó respondido Focion con aspereza qué tendria Harpa-
Focion, permitiendo á uno solo que le hiciera este ló que sentir si no cesaba de andar corrompiendo la
obsequio; más como al tiempo de entrar al convite ciudad, entonces intimidado se contuvo. Tuvieron
viese en todo un lujoso aparato, y que para lavarse junta de alli á poco los Atenienses, y vió.á los que
los pies se presentaban á los convidados lebrillos con habían recibido dinero convertidos en enemigos su-
vino, en que se habían desleído aromas, llamando al y o s , y que le acusaban para desvanecer las sospechas;
h i j o , le increpó diciéndole: ¿no contendrás, ó F o - y soló Focion, que nada habia admitido, ai propo*
c o , á tu amigo, para que no eche á perder tu victo- ner lo que convenia á la república no se olvidaba
ria? Queriendo corregir enteramente en el hijo aque- de atender á su salud. V o l v i ó con esto otra vez á que-
lla estragada conducta lo envió á Lacedemonia, y rer obsequiarle; pero despues de haberle rodeado y
lo püso con los jóvenes que recibían la educación pro- tanteado por todas partes, se desengañó de que era
pia de Esparta: cosa que mortificó á los Atenienses, una fortaleza inexpugnable con el o r o ; pero habién-
por parecerles que Focion desdeñaba y despreciaba dose hecho amigo y familiar de su yerno Caricles,
la Crianza de Atenas. Decíale pues un dia Demades, dio motivo á que se formara de este mala opinión,
¿ por qué no persuadimos, ó F o c i o n , á los Atenien- porque era toda su confianza , y de quien para todo
ses que adopten el gobierno de Esparta ? pues si tú se valia.
me lo dices, y o estoy pronto á escribir y sostener
Muerta de allí á poco la ramera Pitónica, de quien
el decreto; á lo que le respondió: ¡sin'duda te esta-
habia estado enamorado Harpalo, teniendo de ella
ría muy fetén', oliendo á aromas y llevando esa púr-
una hija, quiso erigirle á toda costa un monumento,
pura , aconsejar á los Atenienses las comidas esparta-
y dió á Caricles este encargo, que sobre no ser en si
nas, y elogiar á Licurgo!
muy decoroso, todavía cedió en mayor vergüenza
Escribió Alejandro, dando orden de que se le suya cuando dió acabado el sepulcro: porque se c o n -
enviaran cierto número de galeras; y oponiéndose los serva todavía en el Herraeo, por donde vamos de la
oradores, el Senado mandó que Focion expusiese' su ciudad á Eleusine, y no tiene ningún primor que
dictamen; y él les dijo: mi dictamen es que ó seáis corresponda á los treinta talentos que se dice haber
mas fuertes en las armas, ú os hagais amigos de los cargado Caricles á Harpalo en la cuenta. Murió este
que lo son. A Piteas que empezaba á comparecer a n - también de alli á poco , y la niña fue recogida por
te los Atenienses, y ya era hablador: ¿ n o callarás, Caricles y Focion, y educada con esmero. Púsose
le d i j o , siendo todavía recien comprado para el pue- luego á Caricles en juicio por estas cosas de Harpalo;
blo? Harpalo, que habiá huido de Alejandro con gran- y habiendo rogado á Focion que le prestara su asis-
de cantidad de dinero, aportó desde el Asia al A t i - tencia, y le defendiera en el tribunal, se negó á ello
ca, y la turba de los acostumbrados á sacar produc- diciendo: y o , ó Caricles, te hice mi yerno solamente
to de la tribuna, empezó á correr á él y á frecuen- para lo que fuera justo. Habiendo dado Asclepiades,
tarle ; y él con darles algún cebo los abandonó^ y hijo de Hiparco, á los Atenienses la primera noticia
envió á pasear; pero á Focion buscó quien le ofrecie- de haber muerto Alejandro, dijo Demades que no
ra setecientos talentos y otra infinidad de presen- se hiciera caso, porque á ser asi, debia estar ya olien-
do á muerto toda la tierra; y Focion, viendo al pue-
blo engreído é inflamado para pensar en novedades, ñas; á lo que él respondió-.ejecutarlas sí; pero acon-
trató de distraerle y entretenerle; pero c o m o mu- sejar, lo de antes; y sucediéndose unas á otras las
chos corriesen á la tribuna, y gritasen ser cierta la agradables noticias del ejército, se refiere haber d i -
noticia de Asclepiades, y que Alejandro habia falle- cho ¿ cuándo dejaremos de vencer ?
c i d o ; pues si hoy es muerto, les d i j o , ¿ n o lo será Mas murió Leostenes; y los que temian no fuese
también mañana y pasado mañana, y podremos por que si Focion era enviado por General hiciese la paz,
tanto deliberar con mayor sosiego y seguridad? prepararon que en la junta tomara la palabra un h o m -
bre poco conocido, y dijese, que siendo amigo de
Despues que Leostones impelió á la ciudad á la
Focion, y habiendo sido su condiscípulo, los e x -
guerra llamada Helénica, muy contra la voluntad de
hortaba á que no lo expusieran y antes lo conserva-
Focion, le preguntóá este por mofa: ¿qué habia he-
ran , pues que no tenían otro semejante, y enviaran
cho de bueno en tantos años de mando? á lo que le
á Antifilo al ejército; y como abrazasen los Ate-
contestó, no p o c o : que los ciudadanos hayan sido
nienses este dictamen, saliendo al frente Focion, e x -
enterrados en sus propíos sepulcros. Mostrábase Leos- presó , que no habia ido á la escuela con semejante
tenes muy osado y jactancioso en las juntas pública; hombre, ni por ningún otro motivo era su amigo ó
y Focion le dijo : tus discursos, ó joven, son pare- i u deudo; pero desde el día de hoy , le dijo al mis-
cidos á los cipreses, que siendo altos y elevados no m o , te hago mi amigo y mi familiar, porque ras
dan fruto. Preguntándole asimismo Hiperides, ¿ cuán- aconsejado lo que á mí me conviene. Mas resolvien-
do aconsejarás, ó F o c i o n , la guerra á los Atenienses? d o los Atenienses marchar contra los Beocios, al prin-
cuando vea,Je respondió, que los jóvenes quieren cipio se opuso; y haciéndole presente los amigos
guardar disciplina, ios ricos contribuir, y los orado- que le matarían, si repugnaba á los Atenienses; injus-
res abstenerse de robar los caudales públicos. Como tamente , respondió, si propongo lo que es útil; mas
se maravillasen muchos del gran número de tropas si me aparto de ello, con justicia. Viendo que no c e -
que habia juntado Leostenes, y preguntasen á Focion dían, sino que levantaban grande gritería, mandó
qué concepto formaba de su disposición , m u y bien anunciar á voz de pregón, que los Atenienses que
me parecen, les respondió, para el estadio; pero te- desde la pubertad estuviesen dentro de los sesenta
mo una carrera larga en la guerra, no quedándole á años tomasen provision para cinco días, y le siguie-
la ciudad mas f o n d o s , mas naves, ni mas soldados; sen desde la misma junta. Movióse con esto grandísi-
y los hechos vinieron en apoyo de su modo d e pen- mo alboroto, y como los mas ancianos empezasen á
sar. Porque al principio Leostenes hizo un brillante clamar y salirse, no hay que incomodarse, dijo: y o
papel, venciendo en batalla á los de B e o c i a , y persi- el General, que cuento ya ochenta años, me estaré
guiendo á Antipatro hasta encerrarle en Lamia ; de con vosotros; y con esto los apaciguó, é hizo mudar
cuyas resultas llena la ciudad de grandes esperanzas de propósito por entonces.
estuvieron en continuas fiestas y^sacrificios por las Siendo talada la parte marítima por Micion, que
buenas nuevas; y algunos, pareciéndoles que daban con gran número de. Macedonios y estipendiarios
en rostroá Focion con tan prósperos sucesos, le pre- habia desembarcado en Ramnunte, y todo lo asola-
guntaron , sino quería haber ejecutado aquellas haza- ba, condujo á los Atenienses contra él. Empezaron
190 POCION,
á presentársele nnos por una parte y otros por otra jadores con plenos poderes. Concibió temor el p u e -
á' querer dar disposiciones: debe tomarse, le decian, b l o ; y llamando á F o c i o n , á quien únicamente d e -
tal collado: la caballería ha de enviarse á aquel punto; cia daba crédito, pues si hubierais creido, repuso,
aqui se ha de tomar posicion; lo que le hizo excla- lo que y o os aconsejaba, no deliberaríamos ahora so-
mar : ¡ por vida mia que aqui veo muchos Generales bre negocios tan difíciles. Confirmóse al cabo el de-
y pocos soldados! Formado que hubo la infantería, creto, y fue enviado Focion á Antipatro, que estaba
uno se adelantó largo espacio á los demás; despues aposentado en el alcázar Cadmeo, y se disponía a
marchar sin detención contra Atenas. Lo primero que
por miedo, saliendo contra él un enemigo, retroce-
aquel pidió fue que sin pasar de allí se habia de fir-
dió á la formación; y Focion le dijo: ¿no te aver-
mar la paz; á lo que como replicase Cratero no ser
güenzas, ó joven, de haber dejado dos puestos: aquel
justo lo que Focion les proponía, queriendo que es-
en que te colocó el General, y despues aquel en que
tándose alli de asiento gastaran y asolaran el pais
tú te habías colocado? Acometió á los enemigos, y
de los aliados y amigos, cuando podían aprovechar-
los venció de poder á poder con muerte de Micion se del territorio de los enemigos, tomándole A n t i -
y otros muchos. Al mismo tiempo venció en la Te- patro por la mano, hagamos, d i j o , esta gracia á F o -
salia el ejército griego á Antipatro, despues de ha- cion ; pero en cuanto á las demás condiciones esti-
bérsele incorporado Leonato y los Macedonios ve- puló que los Atenienses habían de estar á las que ellos
nidos del Asia, muriendo Leonato en la batalla: en dictasen, como él habia estado en Lamia á las que
la que Antifilo mandó la infantería, y la caballería dictó Leostenes.
Menon, natural de Tesalia.
Vuelto Focion á la ciudad, como los Atenienses
Bajó de allí á poco tiempo Cratero del Asia con por necesidad hubiesen convenido en lo tratado, re-
grandes fuerzas; y dada nueva batalla en Cranon, gresó otra vez á Tebas con otros embajadores, ha-
fueron vencidos los Griegos, no siendo de conside- biendo sido elegido para ponerse al frente de ellos el
ración la derrota que sufrieron, ni muchos los muer- filósofo Jenócrates: porque era tal su dignidad, su
tos ; pero ya por desobediencia á los gefes, que eran opinion y su fama de virtud entre todos, que se t e -
benignos y jóvenes; y ya porque solicitando Anti- nia por cierto que no podía haber tanta insolencia,
patro las ciudades, los Griegos se fueron desaniman- tanta crueldad y tanto encono en corazon humano,
d o , resultó de uno y otro que desampararon vergon- que con solo ver á Jenócrates no se convirtiera ert
zosamente la causa de la libertad. Dirigió pues inme- respeto y estimación hácia é l ; pero sucedió lo c o n -
diatamente Antipatro sus fuerzas contra Atenas; y trario por la barbarie y perversidad de Antipatro.
Demóstenes é Hiperides huyeron de la ciudad; pero Porque ya desde luego ni siquiera saludó á Jenócra-
Demades, que ningunos bienes tenia con que pagar tes , habiendo abrazado á los demás; acerca de lo
las multas en que habia sido condenado, siendo sie- cual se refiere haber dicho aquel que hacia muy
te las sentencias dadas contra él por haber hecho bien Antipatro en desairarle á él solo,cuando medi-
propuestas injustas, y á quien por haber incurrido taba tratar tan injustamente á la república. Despues
con este motivo en infamia estaba prohibido el^ ha- habiéndose puesto á hablar, no le dejó, sino que
blar al p u e b l o , contando entonces con la impunidad, • oponiéndosele y mostrándose disgustado, le obligó
éscribió un decreto sobre enviar á Antipatro emba-
*92 FOCION.
FOCION. 195
á callar. Habiendo hablado Focion , respondió: que siones, y escuchado voces místicas con asombro y
habria amistad y alianza con los Arenienses, entre- terror de los enemigos; y ahora en la misma festi-
gando á Demóstenes é Hiperides; gobernándose por vidad eran espectadores los dioses de los mas insu-
las leyes patrias según el catastro; recibiendo guar- fribles males de la Grecia, y de haber llegado al ú l -
nición en Muniquia; y pagando por fin los gastos timo desprecio el tiempo para ellos mas santo y mas
de la guerra y una multa. Los demás embajadores- dulce, haciéndose principio de la época mas calami-
aceptaron como humano el tratado, á excepción de tosa. Pues en primer lugar algunos años antes las D o -
Jenócrates: pues, dijo, que para esclavos los habia donides habían traído un oráculo que prevenía guar-
tratado muy bien Antipatro; pero para hombres l i - dasen los promontorios de Diana para que otros no
bres de un modo muy duro. Reclamó y rogó Focion los tomasen, y entonces en aquellos mismos días las
sobre el artículo de la guarnición; pero se dice ha- fajas con que se adornan los lechos místícos, puestas
ber respondido Antipatro: nosotros, ó Focion, que- en agua para lavarse, en lugar de su color purpúreo,
remos dispensarte todo favor, menos en aquello que habian sacado otro fúnebre y de luto; lo que era de
ha de ser para tu perdición y la nuestra. Mas otros tanto mayor cuidado, cuanto que las de los particu-
no lo refieren asi, sino que dicen haber preguntado lares todas habian conservado su lustre. Ademas á un
Antipatro, si quitando él la guarnición á los Ate- iniciado que estaba lavando un lechoncillo en lo mas
nienses le salia por fiador Focion de que la república claro y despejado del puerto, le arrebató un balle-
guardaría el tratado , y n o promoviera inquietudes; y nato, y se le comió todos los miembros inferiores del
cuerpo hasta el vientre: significándoles claramente el
que como Focion callase y se quedase pensativo, le-
Dios que privados del territorio bajo y marítimo,
vantándose Cadmedonte, natural de Carabis, hom-
conservarían el superior y de la ciudad. Y lo que es
bre atrevido, y nada republicano, habló de esta ma-
la guarnición en nada los incomodó, á causa del C o -
nera : ¿con que si este, ó Antipatro, chochease, tú le
mandante Menilo; pero de los ciudadanos excluidos
creerás, y no harás lo que tienes determinado?
del gobierno por su pobreza, que pasaban de doce
De este modo recibieron los Atenienses guarni- mil, los que se habian quedado sufrían una suerte
ción de los Macedonios, y por gefe de ella á M e - muy miserable y afrentosa; y los que por lo mismo
nilo, hombre bondadoso y afecto á Focion. La con- abandonando su patria habian pasado á la Tracia
dición con todo pareció efecto de orgullo, y mas donde Antipatro les daba ciudad y tierras, parecian
bien demostración de poder para humillar,que ocu- a los exterminados despues de un sitio.
pación dictada por el estado de los negocios: habién-
dola hecho todavía menos llevadera el tiempo en que La muerte de Demóstenes en la isla Calabria y
tuvo ejecución. Porque entró en Atenas el dia vein- ? í , H i P é r i d e s c e r c a d e Cleone, de las que hemos
te del mes Boedromion, estándose celebrando los mis- hablado en otra parte, casi engendraron amor y d e -
terios, y precisamente cuando llevan á Iaco desde la seo en los Atenienses de Alejandro y de Filipo; y
capital á Eleusine Turbada pues la fiesta, muchos lo que despues por haber muerto Antígono", y haber
se pusieron á comparar lo que iba de los antiguos empezado los que le mataron á mortificar y afligir á
los pueblos, dijo en Frigia un rústico, que como c a -
prodigios á los del dia: porque antes en las grandes
vase en un campo, y le preguntasen qué hacia, res-
prosperidades de la ciudad se habían aparecido vi-
TOMO I V . jj
194 focion.
pondió, busco á Antígono: esto mismo les ocurría focion. i q í

decir á muchos, acordándose de que el engreimiento mo adulador. Refiérese que Antipatro solía decir
de aquellos reyes tenia cierta elevación, y se dejaba que teniendo en Atenas dos amigos, Focion y D e -
fácilmente doblar; y no como Antipatro, que bajo mades, del uno no habia podido recabar nunca que
recibiese nada, y al otro no había podido nunca con-
la apariencia de un particular con lo pobre de su
manto, y con la sencillez de su tenor de vida que- ÍC ? i ° ' 7 " q u e F o d o n o s t e n t a b a como una vir-
ría disimular su poder, y por lo mismo se hacia mas tud h pobreza, en la que habia envejecido,habien-
insufrible á los que atormentaba, siendo un ruin dés- do sido tantas veces General de los Atenienses y c o n -
pota y tirano. Con todo Focion libró á muchos de tando reyes entre sus amigos; y Demades hacia gala
destierro intercediendo con Antipatro; y para los des- ae ser rico, aun á costa de injusticias, y cometién-
terrados logró que no fueran como los demás exclui- dolas de intento. Pues estando entonces mandado por
dos del todo de la Grecia, siendo trasladados mas l e y en Atenas que en los coros no hubiera forasteros,
alia de los montes Ceraunios y del Tenaro, sino que o el gele pagara mil dracmas, compuso un coro t o -
habitaran en el Peloponeso, de c u y o número fue A g - do de extrangeros hasta el número de ciento y al
nónides el Sicofanta. Con los que quedaron en la mismo tiempo presentó en el teatro la multa de mil
ciudad Antipatro se condujo con blandura y justicia, dracmas por cada uno. Al tiempo de casar á su h i -
manteniendo en las magistraturas á los ciudadanos jo Uemea, le dijo: cuando y o me casé con tu madre
urbanos y dóciles; y á los inquietos é innovadores, m siquiera lo entendió el vecino; pero para tu boda
con el mismo hecho de no emplearlos, para que no contribuyen reyes y poderosos. Instaban á Focion los
Atenienses para que los libertara de la guarnición, ha-
pudieran alborotar, los tuvo sujetos, y los obligó á
blando para ello á Antipatro; pero bien fuese por no
amar el campo, y las labores de él. Viendo á Jenó-
tener esperanza de conseguirlo , ó bien porque viese
crates pagar el tributo de extrangería, quiso sentarle
al pueblo mas moderado, prudente y subordinado
por ciudadano; pero él lo rehusó, diciendo, que no
por el miedo, siempre rehusó aquella legación; aun-
queria tener parte en un gobierno, sobre el que h a -
que en cuanto á las contribuciones obtuvo de A n t i -
bia sido enviado de embajador para repugnarle. patro que tuviese espera y concediese plazos. Cansa-
Proponiendo á Focion Menilo hacerle una expre- dos pues recurrieron á Demades, el cual se mostró
sión , y darle cierta cantidad de dinero, le respondió pronto; y tomando consigo al hijo, llegó á la M a -
que ni él valia mas que Alejandro, ni la causa p o r - c e d o n a , conducido sin duda por algún mal Genio,
que entonces se le queria agasajar era mejor que aque- precisamente al tiempo en que, hallándose ya enfer-
lla por la que en aquel tiempo nada habia recibido; mo Antipatro, Casandro habia tomado el mando, y
y como Menilo instase sobre que lo admitiera para había encontrado una carta de Demades diri a ida á
su hijo F o c o ; á F o c o , respondió, si tiene juicio mu- Antígono al Asia en la que le rogaba se apareciese
dando de conducta, le bastara lo que le quede de su a los Griegos y Macedón,os, que estaban colgados
padre; pero si sigue como ahora, no le alcanzará na- de un hilo viejo y podrido , mordiendo de este m o -
da. A Antipatro que queria valerse de él para una do a Antipatro. Asi que Casandro supo que habia lle-
cosa injusta le respondió con dureza: no puede An- gado, k echo mano; y en primer lugar, presentán-
tipatro valerse á un tiempo de mí como amigo y c o - dole muy cerca al hijo, lo hizo asesina?, de modo que

n 2
i96 FOCION. FOCION. 197
el padre recibió en sus ropas la sangre, quedando nienses, como Nicanor quisiese tratar con ellos en
manchado con aquella muerte; y despues reprendien- el Pireo, formándose consejo se presentó en él, con-
do á este, y llenándole de improperios sobre su i n - fiando su persona á Focion. En tanto Dercilo, G e -
gratitud y su traición le quitó también la vida. neral de las tropas que estaban fuera de la ciudad,
Como Antipatro, nombrado que hubo General se propuso echarle mano; y habiéndolo él entendi-
á Poliperconte, y Comandante subalterno á Casan- do se fugó, teniéndose desde luego indicios de que
d r o , hubiese fallecido, adelantándose este y abrogán- hostilizaría á la ciudad. Focion, á quien se hizo car-
dose el mando, envió prontamente á Nicanor para go de haber dejado ir á Nicanor, y no haberle d e -
suceder á Menilo en la comandancia de la guarni- tenido , respondió que habia hecho confianza de N i -
ción , con orden de posesionarse de Muniquia antes canor, sin temer de él ningún mal hecho; y que aun
cuando asi no fuese, mas quería pasar por ofendido
que se divulgara la muerte de Antipatro. Ejecutóse
y por burlado, que por ofensor y por injusto. Esto
pues de esta manera; y cuando los Atenienses su-
mirado con relación á Focion solo como persona
pieron al cabo de breves dias que Antipatro era muer-
particular podría tenerse por un rasgo de honradez
to , empezaron á quejarse y á culpar á Focion, de
y generosi dad; pero cuando iba en ello la salud de
que habiendo tenido antes la noticia la habia reser-
la patria, y debia considerar que era un General y
vado en obsequio de Nicanor. N o hizo de esto gran un Magistrado, no sé si era reo para con sus conciu-
caso; pero con t o d o , habiendo visto y hablado á dadanos de haber violado un derecho mas trascen-
Nicanor , logró que se mostrara benigno y compla- dental y mas antiguo. Porque no podía tampoco d e -
ciente con los Atenienses en los negocios que ocur- cirse que Focion se abstuvo de echar mano á N i c a -
rieron , y que entrara en ciertos obsequios y gastos, nor por miedo de meter á la ciudad en una guerra,
tomando á su cargo el dar al pueblo juegos y es- y que pretestó la confianza y la justicia, para que
pectáculos. avergonzado este se contuviera, y no ofendiera á los
En esto Poliperconte, que tenia á su cargo la tu- Atenienses: pues en realidad de verdad lo que pudo
tela del R e y , para contraminar las disposiciones de mas con él fue la confianza en Nicanor, á quien ya
Casandro envió una carta á los ciudadanos de A t e - sindicaban y acusaban muchos de que amenazaba al
nas, en que les decia que el R e y les volvía la d e - Pireo, reunia fuerza de extrangeros en Salamina, y
mocracia , siendo su voluntad que todos tuvieran par- andaba sobornando á algunos de los que habitaban
te en el Gobierno según sus leyes patrias; lo que era en el mismo Pireo; y con todo se desentendió de
una zelada dispuesta contra Focion: porque siendo estas voces, y no solo no les dió crédito, sino que
la intención de Poliperconte, como despues lo m a - habiéndose decretado á propuesta de Filomedes de
nifestó con las obras, ganar para sí propio aquella Lampra, que todos los Atenienses se pusieran sobre
ciudad , no esperaba adelantar nada sino perecía las armas, y estuvieran á las órdenes del General Fo-
Focion; y tenia por cierto que perecería en el pun- cion , descuidó el cumplimiento, hasta que pasando
to que los que habian decaído del gobierno confor- Nicanor sus tropas de Muniquia al Pireo, empezó á
me al último tratado volvieran á apoderarse de él, circunvalarle.
v que ocuparan de nuevo la tribuna los demagogos
En vista de esto se sobresaltó Focion, y recibió
y calumniadores. Alborotados por esta causa los Ate-
19^ focion. focioN. ^ *99
un desprecio cuando quiso conducir contra Nicanor tasen la vida; y á los Atenienses les concedió per-
el eje'rcito de los Atenienses. Llegó al mismo tiempo miso de hablar. Levantóse graride alboroto y grite-
con tropas AJejandro, hijo de Poliperconte, según ría, acusándose unos á otros en aquella junta; y c o -
lo que él decia, para auxiliar contra el mismo N i - mo dijese Agnónides: metednos á todos en una jau-
canor á los ciudadanos; pero en el efecto para a p o - la, y enviadnos á que tratemos este negocio ante los
derarse, si podia, de la ciudad, que por sí misma se Atenienses, el R e y se echó á reir; pero los Mace-
le venia á la mano. Porque los desterrados habian donios y otros forasteros que presenciaban la junta,
acudido á é l , y al punto se habian metido en la ciu- estando de vagar, deseaban oir, y por señas roga-
dad ; y con los forasteros y los notados de infamia ban á los embajadores que entablaran allí su acusa-
que se les agregaron, se reunió una junta numerosa ción. Mas el partido era muy desigual, porque ha-
y desordenada, en la que deponiendo del mando á biendo empezado á hablar Focion , Poliperconte se
Focion, eligieron otros generales; y á no haber sido le opuso muchas veces; y habiendo dado por fin un
porque dirigiéndose Alejandro solo á hablar con N i - bastonazo en el suelo, aquel se detuvo y callo; y
canor al pie de la muralla fue visto, y porque h a - diciendo Hegemon que Poliperconte le era testigo de
biéndolo ejecutado repetidas veces dió ocasion á su amor al pueblo, como Poliperconte le respondiese
que sospechasen los Atenienses, no hubiera evitado enfadado: no vengas aqui á mentir ante el R e y ; le-
Ja ciudad aquel peligro. Al punto pues el orador A g - vantándose este, intentó herir á Hegemon con la lan-
nónides se desencadenó contra Focion, acusándole za ; pero Poliperconte le echó al punto los brazos
de traidor; de lo que temerosos Calimedonte y P e - para detenerle, y asi se disolvió la junta.
ricles salieron de la ciudad; pero Focion y los ami-
gos que permanecieron á su lado se acogieron á P o - Rodeados por los guardias Focion y los que con
liperconte: saliendo con ellos por consideración á él se hallaban, los demás amigos que tuvieron la
Focion, Solonde Platea y Dinarco de Corinto, que suerte de no estar tan cerca, en vista de esto o se
pasaban por apasionados y amigos de Poliperconte; ocultaron ó huyeron, y asi se salvaron. A aque-
mas á. causa de haber caído enfermo Dinarco se d e - llos los trajo Clito á Atenas, según decian, para ser
tuvieron en Elatea por bastantes días. En estos, en juzgados; pero en realidad condenados ya á morir;
virtud de un decreto, defendido por Agnónides y y su conducción ofrecía un espectáculo bien triste,
escrito por Arquestrato, envió el pueblo una emba- siendo llevados en carros por el Cerámico al teatro:
jada con el objeto de acusar á Focion; y unos y porque alli los tuvo reunidos Clito, hasta que los
otros alcanzaron á un mismo tiempo á Poliperconte Arcontes convocaron la junta, de la que no excluye-
que iba en compañía del Rey cerca de una aldea ron ni á esclavo, ni á forastero, ni á hombre infa-
de la Fócide, llamada Faruges, y situada junto al me , sino que dejaron patentes á todos y á todas la
monte Acrourio, al que ahora dicen Gálata. Puso en tribuna y el teatro. Leyóse una carta del R e y , en
ella Poliperconte un dosel de o r o , y sentando d e - la que decia, que para él aquellos hombres eran trai-
bajo de él al R e y y á su lado á los de su corte, en dores ; pero que dejaba á los Atenienses el que los
cuanto á Dinarco dió orden de que sobre la marcha juzgasen, pues que eran libres é independientes; y
le prendiesen; y despues de darle tormento, le q u i - como en seguida los hubiese presentado Clito, los
ciudadanos de probidad y Virtud, al ver á Focion se
200 focion.
focion. 2 0 1
cubrieron los rostros, y bajando los ojos ño podían
y aun muchos poniéndose coronas, los condenaron
contener las lágrimas. Hubo sin embargo uno que se
á muerte. Hallábanse con Focion Nicócles, Tudipo,
atrevió á decir, que habiendo dejado el R e y al pue-
Hegemon y Pitocles, y se decretó también la muer-
blo un juicio como aquel, correspondía que los es-
te de Demetrio Falereo, de Calimedonte, de C a n -
clavos y los extrangeros salieran de la junta. Mas no
des y de otros ausentes.
^ lo llevó en paciencia la muchedumbre, y como grita-
Disuelta la junta llevaron á los sentenciados a la
sen que debian ser apedreados los oligarquistas y
cárcel , y los demás, v i é n d o s e rodeados y estrechados
enemigos del pueblo, ya ninguno otro se resolvió á
entre los brazos de sus amigos y deudos, iban afligi-
hablar en favor de Focion. El mismo, teniendo gran
dos y desconsolados; pero al ver el rostro de Focion
trabajo y dificultad en hacerse escuchar: ¿ cómo quereis
tan sereno como cuando yendo de General le acom-
condenarme á muerte, Ies dijo,injusta ó justamente ? y
pañaban desde la junta pública , todos generalmente
como algunos respondiesen, justamente: ¿pues y es-
admiraban su imperturbabilidad y su grandeza de
to cómo lo conoceréis, les replicó, sino me escucháis?
alma, aunque sus enemigos al paso le llenaban de
Nadie queria ya oir mas; y entonces saliendo mas
improperios, y alguno hubo que se acercó á escu-
adelante, por mí, les d i j o , reconozco que he obrado
pirle; de manera que él se volvió á los Arcontes y
mal y m e sentencio á muerte por mis actos de g o -
les dijo: » ¿ n o habrá quien contenga á este desver-
bierno; pero á estos, ó Atenienses, ¿por qué q u e -
gonzado ? " Como Tudipo, estando ya en la cárcel
reis quitarles la vida, no habiendo delinquido en
y viendo molida la cicuta se irritase y lamentase su
nada ? Como á esta reconvención respondiesen m u -
desgracia, pues no habia motivo para que fuera c o m -
chos: porque son amigos tuyos; se retiró Focion, y
prendido en la de Focion: » ¿ con que no tienes en
nada mas d i j o ; pero Agnónides leyó un decreto que
mucho, le dijo este, el que con Focion mueres?"
tenia escrito, según el cual el pueblo debia juzgar si
Preguntándole uno de sus amigos si decia algo para
entendía que habían delinquido, y los reos sufrir la
Foco su hijo: » sí, le respondió, le digo que no mi-
pena de muerte si esta declaración les era contraria.
re mal á los Atenienses." Pidiéndole Nicócles, que
Leido el decreto, deseaban algunos que Focion era el mas fiel de sus amigos, que le permitiera b e -
fuera atormentado antes de recibir la muerte, y d a - ber antes la p ó d m a : wcruel y terrible es para mí tu
ban la orden de que se trajera la rueda, y se llama- petición, le contestó; pero pues que en vida no te
ra á los ejecutores; pero Agnónides, viendo que tam- negué ningún favor, también te concedo este." Con
bién Clito lo repugnaba, y que la cosa en sí era bár- haber bebido todos los demás se acabó el veneno, y
bara y abominable: cuando prendamos, d i j o , ó A t e - el ejecutor público dijo que no molería mas si no se
nienses, á ese vil hombre de Calimedonte, entonces le daban doce dracmas, que era lo que costaba una
lo atormentaremos; pero en cuanto á Focion y o no porcion. Pasábase el tiempo y la detención era lar-
propongo semejante cosa; á lo que uno de los h o m - ga; llamó pues Focion á uno de sus amigos, y d i -
bres honrados exclamó: y haces muy bien; porque ciendo : » ¡ bueno es que ni aun el morir lo dan de
si atormentábamos á Focion, ¿ contigo que debería- balde en Atenas! le encargó que pagara aquella m i -
mos hacer ? Sancionado el decreto, y dados los votos, seria.
sin que nadie se sentase, todos en pie como estaban, Era el dia diez y nueve del mes Muniquion, y
202 focion.
focion. 203
haciendo los caballeros una especie de procesión en
llegado al l i c e o á tiempo en que Teodoro el Ateo
honor de Júpiter., unos arrojaron las coronas, y
formaba este argumento: si no es cosa torpe rescatar
otros volviéndose á mirar las puertas de la cárcel
al amigo, tampoco por consiguiente á la amiga; y
prorumpieron en llanto; y á todos los qne no t e - si no lo es el rescatar al amado, tampoco á la ama-
nían el alma pervertida por el encono ó por la envi- da ; y que adoptando este modo de discurrir como
dia les pareció cosa execrable el no haber esperado tan acomodado á sus deseos, habia redimido á la
por aquel día, y no haber conservado á la ciudad pu- amiga. En fin, lo ejecutado con Focion hizo á los
ra de una ejecución pública mientras celebraba aque- Griegos acordarse de lo ejecutado con Sócrates, por
lla festividad. Mas los enemigos de Focion creyeron ser este yerro muy semejante á aquel, y causa igual-
que seria incompleto su triunfo si no hacian que has- mente para la ciudad de grandes infortunios.
ta el cadáver de Focion fuera desterrado, y que no
Hubiera Ateniense que encendiera fuego para darle
sepultura; asi es que no hubo entre sus amigos quien
se atreviese ni siquiera á tocarle. Un tal Conopion,
que por precio solia ocuparse en estas obras, t o m ó
el cuerpo, y llevándole mas allá de Eleusíne, le q u e -
mó encendiendo el fuego en tierra de Megara. S o -
brevino allí una muger Megarense con sus criadas, y
levantando un túmulo vacío, hizo las solemnes liba-
ciones. Tomó despues en su regazo los huesos, y lle-
vándolos por la noche á su casa abrió un hoyo jun-
to al hogar, diciendo: »»en tí, mi amado hogar, d e -
»»posito estos despojos de un hombre justo, y tú
» l o s restituirás al sepulcro paterno cuando los A t e -
»nienses hayan vuelto en su acuerdo."
N o se había pasado mucho tiempo cuando los
sucesos mismos hicieron ver al pueblo, qué zelador
V guarda de la modestia y la justicia era el que h a -
bía perdido. Erigióle pues una estatua de bronce, y
á expensas del erario público dió sepultura á sus hue-
sos. De sus acusadores á Agnónides los mismos A t e -
nienses le condenaron y quitaron la vida; y á E p i -
curo y Demofilo, que habían huido de la ciudad , el
hijo de Focion los descubrió y tomó de ellos v e n -
ganza. De este se dice que no era hombre de r e c o -
mendables prendas; que enamorado de una esclava
educada en casa de un ruñan, por casualidad habia
caton el menor. 20 j
CATON EL MENOR. enfermos que los sanos; y en general los que dudan
p o c o , son prontos y fáciles en asentir. Con todo, se
El linage de Catón adquirió lustre y gloria de dice que Catón se dejaba persuadir de su a y o , y
Catón su visabuelo, varón que llegó por su virtud hacia lo que le ordenaba; pero exigiendo la razón de
á tener entre los Romanos el mayor concepto y p o - t o d o , y preguntando el por qué de cada cosa, pues
der, como digimos en su vida. Quedó huérfano de el ayo era benigno y afable, y de los que prefieren
padres con su hermano Cepion y su hermana Porcia, la razón al castigo. Su nombre era Sarpedon.
teniendo ademas otra hermana de madre llamada Siendo todavía Catón muy niño solicitaron los
Servilla, y todos se mantenían y educaban en casa aliados de los Romanos que se les hiciera partici-
de Livio D r u s o , que era tio de su madre, y quien antes de los derechos de ciudad ; y Silon Popedio,
entonces llevaba el peso del gobierno. Porque era
elocuente en el decir, sumamente moderado y sobrio,
E uen militar y de grande reputación, teniendo amis-
tad con Druso pasó á hospedarse en su casa bastan-
y de tanta prudencia que no cedia en esta calidad tes dias; en los cuales habiendo contraído familiari-
á ninguno de los Romanos. Dícese que Catón desde dad con aquellos jóvenes: ea, les dijo, es menester
niño manifestó en su v o z , en su semblante y en los que intercedáis con el tio para que me patrocine en
entretenimientos pueriles un carácter inflexible, e n - mi pretensión; y Cepion, sonriéndose, dió indicios
tero y firme para t o d o , porque lo que emprendía de que venia en ello. Catón nada respondió , sino
lo llevaba al cabo con una resolución superior á su que se quedó mirándole de hito en hito con ceño;
edad; y si era áspero y desabrido con los que le adu- y preguntándole Popedio: ¿ y t ú , niño, qué dices?
laban , aun se irritaba mas con los que querían inti- ¿no estas dispuesto á auxiliar á los huéspedes, ha-
midarle. Era ademas casi inmoble para la risa, no blando al tio como el hermano ? Como nada dijese,
prestándose su semblante para mas que cuanto son- y con el silencio mismo y el semblante manifestase
reírse; y para la ira no tan fácil ni pronto; pero que no accedia á la petición, sacándole Popedio por
una vez enfadado muy difícil de desenojar. Llegado una ventana como para dejarle caer, le instaba á que
el tiempo de la enseñanza, se vió que era tardo y conviniese ó lo derribaría; y al mismo tiempo ahue-
pesado en percibir; pero luego que percibía, de bue- cando la voz le sacudía en el aire con ambas manos,
na memoria y retención; bien que en general suce- haciendo muchas veces como que le echaba abajo.
de que los de ingenio pronto son olvidadizos, y Aguantó por mucho tiempo Catón esta amenaza se?
memoriosos los que aprenden á fuerza de trabajo y reno é impávido; y Popedio poniéndole en el suelo
aplicación; y es que en estos cada cosa que apren- dijo en voz baja á sus amigos, ¡cuánta es la dicha
den viene á ser como una marca impresa en el a l - de la Italia en tener este niño! si fuera ya hombre
ma á fuego. Parece también que la desconfianza ha- hecho, creo que no tendríamos en la ciudad ni un
cia en Catón la instrucción mas trabajosa y difícil; solo voto. En otra ocasion un pariente, con motivo
porque el aprender es un cierto padecer, y el dejar- de celebrar los dias de su nacimiento, convidó á ce-
se persuadir pronto es ordinariamente de los que no nar á Catón y á otros niños, los cuales para hacer
se sienten con fuerza para contradecir; asi es que tiempo jugaban en una parte retirada de la casa mez-
mas fácilmente creen los mozos que los viejos, y los clados niños pequeños con otros mayores, y su jue-
2O6 CATON EL MENOft. caton el menor. 207
go era juicios, acusaciones y prisiones de los sen- que le aborrecen mucho, todavía le temen mas; le
tenciados. Uno de estos, que era de muy buena fi- repuso al punto: ¿ pues por qué no me das á mí una
gura , llevado á la prisión por otro mas grande y espada para libertar de esclavitud á la patria quitán-
encerrado en ella, empezó á llamar á Catón. I m p ú - dole de enmedio ? Al oír Sarpedon estas palabras vió
sose este al punto de lo que era; y dirigiéndose á la que le centelleaban los o j o s , y que su encendido
puerta, retiró á los que se ponían delante y no le semblante estaba lleno de ira y furor; y concibió
dejaban acercar; sacó al n i ñ o , y mostrando grande tal miedo que de alli en adelante estuvo siempre con
enojo lo llevó á su casa, adonde los demás le acom- cuidado y en observación de que no cometiera al-
pañaron. gún arrojo. Era todavía niño pequeñito cuando á
los que le preguntaban á quién quería mas, respon-
Habíase hecho ya tan célebre, que ocurrió lo si-
dió que á su hermano: volvieron á preguntarle, ¿ y
guíente : reunía é instruía Sila los mancebos de las
luego ? y la respuesta fue igualmente que á su her-
principales familias para una carrera de caballos j u -
mano : volvieron la tercera , cuarta y mas veces,
venil y sagrada, á la que llaman T r o y a , y habia
hasta que cansados no le preguntaron mas. Despues
nombrado dos caudillos, de los cuales los jóvenes
con la edad todavía se fortificó y creció este amor
admitieron al uno por respeto á su madre, pues era al hermano, porque ya era de veinte años, y jamas
hijo de Metela, muger de Sila; pero en cuanto al había cenado, viajado ó salido á la plaza sin Cepion.
otro, que era Sexto, sobrino de P o m p e y o , rio per- Mas si este pedia ungüentos, él no los admitía, y
mitieron que se les pusiera al frente, ni quisieron se- en todo lo relativo al cuidado de la persona era r í -
guirle ; y preguntándoles Sila á quién quenan, todos gido y severo: asi con ser Cepion objeto de maravi-
á una voz dijeron que á Catón; y el mismo Sexto lla por su parsimonia y moderación, reconocía que
cedió el puesto contento, y se puso á sus órdenes, tenia este mérito si se le queria medir con los demás;
dando este testimonio á su mayor mérito. Habia si. pero cuando comparo mi método de vida, decia,
do Sila amigo de su padre, y algunas veces los lla- con el de Catón, entonces me parece que en nada
maba á él y a su hermano, y les hablaba, siendo muy me diferencio de Sipío: nombrando á uno délos que
pocos aquellos con quienes tenia esta dignación por tenían fama entonces en Roma de mas muelles y
el envanecimiento y altanería de su magestad y su afeminados.
poder; y dando Sarpedon grande importancia á este
favor para el honor y seguridad, llevaba á Catón Hecho Catón Sacerdote de Apolo mudó ya de
con frecuencia á la casa de Sila, que entonces en na- casa; y habiendo tomado la parte que le cupo de los
da se diferenciaba de un lugar de suplicios, por la bienes paternos, que ascendia á ciento y veinte ta-
muchedumbre de los que alli eran sofocados y ator- lentos, aun redujo los gastos en lo relativo á su per-
mentados; y cuando esto sucedía tenia Catón cator- sona. Trabó entonces amistad é íntima unión con
ce años. Viendo pues que se traían alli las cabezas Antipatro de T i r o , filósofo estoico, y á su lado se
de los varones mas distinguidos de la ciudad, y que dedicó con especialidad á los principios y dogmas
los presentes devoraban en secreto sus sollozos, pre- de la ética y la política, ejercitándose como por°ins-
guntó al ayo por qué no habia alguno que matase pn-acion para toda virtud; aunque sobre todas se in-
aquel hombre; y respondiéndole este, porque aun- clinaba mas á la justicia rígida y severa que nunca
208 caton el menor,
caton el menor. 209
declinase á la condescendencia ni al favor. Ejercita- descubierta, y á caminar á pie en toda estación sin
ba la elocuencia como un instrumento para hablar á llevar ningún carruage; y yendo á caballo los ami-
la: muchedumbre, por creer que asi como en una gos que con él viajaban, ora se llegaba á uno, ora á
ciudad grande hay prevenciones de guerra, conve- otro haciéndoles conversación, marchando él á pie,
nia también tener hechos preparativos en la filosofía mientras los otros iban como se deja dicho. En las
política: pero estos preparativos no los hacia en pre- enfermedades eran admirables su sufrimiento y s o -
sencia de otros, ni le o y ó nunca nadie perorar; y á briedad ; asi cuando tenia calentura se estaba entera-
uno de sus amigos que le dijo: »»se habla, oh Catón, mente solo, no dejando que entrase nadie hasta que
y se murmura de tu silencio:" Muy bien, le respon- se sentia aliviado y restablecido de su indisposición.
dió , como no se murmure de mi conducta; porque En los banquetes sorteaba las porciones, y aun-
y o empezaré á hablar cuando no haya de decir na- que no le cupiese la primera, rogábanle los amigos
da que fuera mejor no haberlo dicho. la tomase; mas él les decía que eso no estaba bien,
La basílica, llamada Porcia, era una ofrenda por pues que Venus habia querido otra cosa. 1 A l prin-
la censura de Catón el m a y o r ; y siendo allí donde cipio no bebia mas que una sola vez sobre cena, y
daban audiencia los Tribunos de la plebe, porque se retiraba; pero con el tiempo se dió mas al beber,
una columna parecia ser de algún estorbo para las tanto que muchas veces le cogió la mañana, de lo
sillas curules, habian resuelto ó quitarla ó trasladar- que decían sus amigos haber sido la causa el gobier-
la á otra parte , y este fue el primer negocio que no y los negocios públicos: porque estando en ellos
obligó á Catón á darse contra su voluntad al públi- ocupado Catón todo el dia, é impedido por tanto de
c o ; pues le fue preciso hacerles oposicion, dando tratar de las letras y la erudición, por la noche en
al mismo tiempo una admirable prueba de su e l o - los convites conferenciaba con los filósofos. Por lo
cuencia y de su juicio. Porque su dicción no tuvo mismo como un tal Memio dijese en una concurren-
nada de juvenil ni de hinchada, sino que fue varo- cia que Catón gastaba todes las noches en beber, le
nil, llena y concisa. Ademas resplandecia en ella replicó Cicerón: pero no dices que gasta todo el dia
una gracia seductora, que hacia oir con gusto lo cor- en jugar á los dados. En general creyendo Catón que
tado y breve de las sentencias; y su carácter unido debia tomar el camino contrario á la conducta y o c u -
con aquella gracia conciliaba á la misma severidad paciones de los de su tiempo, que eran malas y n e -
cesitabán de gran reforma, como viese que la p ú r -
un placer y alhago que le quitaba lo repugnante. Su
pura mas buscada entonces por todos era la muy
voz tenia extensión, y era cual se necesitaba para
roja y encendida, él no la gastaba sino obscura. M u -
alcanzar á todo un auditorio tan numeroso; estando
chas veces despues de comer salia á la calle descalzo
dotada de una fuerza y firmeza que nada la quebran-
y sin sobreropa, no para ganar nombre con estas
taba ó disminuía: porque hubo ocasiones en que ha-
novedades, sino para contraer hábito de no avergon-
biendo hablado por todo un dia no se le notó can-
sancio. En esta ganó el pleito, y se volvió otra vez
á su silencio y á sus ejercicios, porque trabajaba el 1 La suerte mas feliz en los convites era la que se lla-
cuerpo en ocupaciones de fatiga, y se había acos- maba de Venus; y tal era respecto de las porciones la que
tumbrado á sufrir el calor y el frió con la cabeza señalaba quien habia de tomar el primero.
tomo iv. 0
210 CATON EX- MENOR,
C A T O N EL MENOR. 251
zarse por otras cosas que las verdaderamente torpes,
templada con prudencia, pudo conocerse que no des-
no haciendo ninguna cuenta de las demás que se tie-
decía en nada del otro Catón, su antepasado; así es
nen por afrentosas. Redujo á dinero la herencia que que Gelio le asignó premios y distinciones honorífi-
le tocó de su primo Catón, importante cien talen- cas; pero él no las admitió, ni creyó le correspon-
tos, y la dió sin réditos á los amigos que lo hu- dían , diciendo que nada habia hecho digno de tales
bieron menester; y aun algunos obligaban al públi- honras. Acreditóse con esto de hombre de otro tem-
c o las tierras y los esclavos del mismo Catón con ple que los demás; y habiéndose establecido por ley
su aprobación y consentimiento. que los que pedían las »Magistraturas no se presenta-
Cuando le pareció ser llegado el tiempo de c o n - sen acompañados de nomenclátores, solo él se sujetó
traer matrimonio, no habiéndose aun acercado á mu- á la ley al pedir el tribunado militar, cumpliendo
ger alguna, trató el suyo con Lepida, que antes h a - por sí solo con el acto acostumbrado de saludar y
bía estado desposada con Escípion Metelo; pero e n - llamar por su nombre á los ciudadanos que encon-
tonces ya se hallaba libre, disueltos los esponsales traba. Mas con estas cosas no dejaba de ser molesto
por disenso de Escipion; pero arrepentido este antes aun á los mismos que le celebraban, pues cuanto mas
del matrimonio, y haciendo las mas vivas diligencias, pensaban en lo laudable y excelente de sus hechos y
la obtuvo por fin. Sintiólo vivamente Catón, é infla- su conducta, tanto mas se sentían mortificados por
mado con tal desaire, intentó poner pleito; pero la dificultad de imitarle.
como los amigos le disuadiesen, llevado del encono Nombrado Tribuno militar para la Macedonia
y de la juventud, recurrió á los Yambos, y llenó de fue enviado á las órdenes de Rubrio, que era enton-
improperios á Escipion, empleándolo amargo y pi- ces Pretor. En esta ocasion se dice que afligiéndose
cante de Arquiloco; pero dejando lo indecente y y llorando su muger, uno de los amigos de Catón,
pueril. Casóse por fin con Atilia, hija^de Sorano, y llamado Munacio, le dijo: no te acongojes, Atilia'
esta fue la primera con quien se unió, aunque no que á este y o te le guardaré, y que Catón añadió:
la única, no habiendo tenido en esta parte la feliz ciertamente, estA muy bien. Habían hecho la prime-
suerte de Lelio, el amigo de Escipion, que en el lar- ra jornada,.y despues de la cena dijo Catón: ea M u -
go tiempo que vivió no conoció otra muger que nacio , es preciso que cumplas á Atilia la promesa
aquella con quien se casó al principio. que le hiciste, no separándote de mí ni de dia ni de
Sobrevino en esto la guerra servil, llamada de noche; y dio orden para que desde entonces se p u -
Espartaco, en la que iba Gelio de General, y de la sieran dos camas en su dormitorio; con lo que pasan-
que voluntariamente quiso participar Catón á cau- do a su lado..las noches, resultó que como por juego
sa del hermano, porque ejercía el cargo de Tribuno Munacio fue guardado por Cáton. Llevaba para su
militar su hermano Cepion ; y aunque no le fue da- servicio y para hacerle compañía quince esclavos, dos
do llenar sus ideas en cuanto al ejercicio y decidida ¿.berros y cuatro amigos; y yendo estos á caballo,
manifestación de su virtud, por no haberse hecho 61 marchaba a p i e , y poniéndose. por "veces al lado
como convenia aquella guerra ,con todo en las prue- de cada uno, le seguía dando conversación. Luego
bas que al lado de la cobardía y lujo de los que con que llego al ejército, que se compoma de diferen-
él militaban, dió de disciplina y valor y de osadía tes legiones, nombrado por el General comandante

o 2
212 C A T O N EL MENOR,
de una de ellas, no tuvo por una obra grande y r e - prendas y calidades no habia de salir mal en aquella
gia el dar pruebas de.sola su virtud, que al cabo no adquisición. Llegado pues allá, entró en esta contien-
era mas que la de uno; sino que se propuso el desig- d a , y habiéndole hecho mudar de propósito, volvió
nio de que los subordinados á él se le pareciesen; trayéndole en su compañía al campamento con gran
para lo cual sin quitarles el justo temor de la auto- satisfacción y complacencia, por haber hecho el h a -
ridad , juntó con esta la razón, según la cual les per- llazgo de una cosa de mas precio y de mayor lustre
suadía y amonestaba sobre cada cosa; y yendo esto que las naciones y reinos que Pompeyo y Luculo
iban entonces domando con las armas.
acompañado del premio y del castigo, era difícil dis-
cernir si hizo á sus soldados mas pacíficos que guer- Todavía estaba en el ejército, cuando su herma-
reros, ó mas justos que valientes; tanto era lo que no , que se hallaba en camino para el Asia, cayó
se mostraban de terribles á los enemigos, de benignos enfermo en E n o , ciudad de la Tracia; de lo que al
á los aliados, de mirados en no ofender á nadie, y punto le virtieron cartas. Reinaba en el mar una gran
dé ambiciosos de alabanzas. Con esto aquello de que tempestad, y no hallándose pronta ninguna nave de
suficiente porte, se embarcó en un buque pequeño,
menos cuidó Catón fue lo que tuvo con sobras; á
en el que no llevando en su compañía mas que dos
saber: gloria, amor, estimación colmada, y la ma-
amigos y tres esclavos, dió la vela desde Tesalónica.
yor afición de parte de los soldados; pues con ha-
Estuvo en muy poco que no naufragase, y habién-
cer voluntariamente lo que á otros mandaba; con
dose salvado por una especie de prodigio, justamen-
parecerse mas en el trage, en la comida y en la mar-
te llegó cuando Cepion acababa de fallecer. Este g o l -
cha á estos que á los caudillos; y con aventajarse pe parece que le llevó con menos sufrimiento del que
en las costumbres, en la prudencia y seso y en la era de esperar de su filosofía, dando muestras de un
elocuencia á todos los celebrados de Emperadores profundo d o l o r , no solo con derramar largo llanto
y Generales, él solo era el que no veia el amor y es- y con abrazarse repetidas veces al cadáver, sino tam-
timación que creaba en los soldados hacia su persona: bién con eí gasto en los funerales, y con las preven-
porque el verdadero zelo por la virtud no se engen- ciones de aromas, de ropas ricas llevadas á la hogue-
dra sino por la benevolencia y aprecio del que quie- ra, y de un monumento labrado de mármoles de Taso
re inspirarle, y los que sin amarlos alaban y celebran erigido en la plaza de Eno, que tuvo de costo ocho
á los buenos, reverencian sí su gloria, pero no a d - talentos. Hubo algunos que calumniaron esta magni-
miran , y mucho menos imitan su virtud. ficencia, comparándola con la severidad de Catón
- Habiendo sabido que Atenodoro, el llamado C o r - en todo lo demás: no haciéndose cargo de que en su
dilion, hombre de avanzada edad y muy ejercita- misma entereza é inflexibilidad para los placeres, los
do en la doctrina Estoica, residía en Pérgamo, y que terrores y los ruegos vergonzosos, entraba mucha
se habia negado á todas las invitaciones de amistad parte de dulzuras y amabilidad. Con motivo de este
y confianza"que se le habían hecho de parte de G e - duelo las ciudades y particulares poderosos le hicieron
nerales y de reyes, creyó que nada adelantaría con magníficos presentes en honor del muerto, de los
él enviando quien le hablase y escribiéndole; por lo cuales, no admitiendo dinero alguno de nadie, reci-
que teniendo por la ley dos meses de; licencia, mar-* bió los aromas y cosas de adorno, pagando su pre-
chó al Asia en su busca, confiado de que con sus
214 C A T O N EL MENOR,
cío á los que las enviaban. D e la herencia deCepion amenazas con las autoridades, y Catón se hallaba con
que recayó en él y en una niña, hija de este, nada que nada habian hecho; y tal vez á él mismo le m i -
desconto en la partición por los gastos que hizo en raban con desden, y sentado tranquilamente sobre
el funeral, y sinembargo de haberse conducido y las cargas pasaba plaza de un hombre pusilánime^ y
conducirse de esta manera, hubo quien escribiese que tímido. En alguna ocasion hizo llamar á los Magis-
con un amero hizo cerner y pasar las cenizas del trados y les dijo: Infelices, poned remedio en este
cadáver en busca del oro que se hubiese fundido ¡tan mal modo de recibir á los huéspedes: no todos los
cierto estaba de que podia, no menos con la pluma que vengan serán Catones: embotad con el buen trato
que con la espada, desmandarse á todo, sin estar su autoridad y poder: porque no suelen desear mas
sujeto á cuenta ni razón! 1 que un pretexto para tomarse por fuerza lo que no
Concluida la expedición y el mando de Catón, se les da de grado.
lalieron acompañándole, no con plegarias y votos, En la Siria se dice haberle ocurrido una cosa gra-
lo que es común, ni con elogios, sino con lágrimas ciosa; porque al acercarse á Antioquiavió á la parte
y con rodearle todos, tendiendo las ropas ante sus de afuera de la puerta un número grande de hombres
pies por donde pasaba, y besándole las manos; de- que estaban puestos en fila á uno y otro lado del c a -
mostraciones de que con m u y pocos generales usa- mino, y separados de ellos, aquí los jóvenes con
ban los Romanos de aquel tiempo. Mis como quisie- mantos de púrpura, y allí los muchachos primorosa-
se antes de entpar en nuevos cargos de Gobierno re- mente vestidos. Algunos tenian ropas blancas y c o -
correr y reconocer el Asia, haciéndose espectador de ronas por ser ó Sacerdotes de los dioses ó Magistra-
los usos, costumbres y fuerzas de cada provincia; y dos. Lo primero que le ocurrió á Catón fue 'que la
desease por otra parte complacer al Gálata Deyotaro, ciudad le hacia el obsequio y honor de aquel recibi-
que movido de amistad y hospitalidad paterna, le miento; por lo que se enfadó con los de su familia
rogaba pasara á verle, emprendió su viage en esta que iban delante, á causa de no haberlo impedido;
forma. Al amanecer mandaba delante su panadero y y mandando á los amigos que le acompañaban que
su cocinero al pueblo donde había de hacer mansión, bajasen, continuaba caminando á pie con ellos. Cuan-
do ya estuvieron cerca, el director de aquel aparato
y llegando estos con tiempo y desahogo á la ciudad,
y ordenador de aquella muchedumbre, hombre ya
si en ella no habia algnn amigo íntimo ó algún c o n o -
anciano, y que llevaba un bastón en la mano y c o r o -
cido de Catón, le preparaban en la posada pública
na en la cabeza , adelantándose á los demás y salien-
el hospedage, sin ser molestos á nadie; y solo donde
do al encuento á Catón, sin saludarle siquiera, le pre-
no habia mesón se dirigían á las autoridades, y toma-
guntó dónde habian dejado á Demetrio y cuándo lle-
ban alojamiento, contentándose con el que les seña- garía. Este Demetrio habia sido esclavo de Pompeyo,
laban. No pocas veces sucedía que, ó no los creían, y entonces era obsequiado fuera de medida, puede
ó no les atendían, á causa de no usar de alborotos y decirse que por todos cuantos tenian relaciones y
Tiegocios con Pompeyo, á causa de que tenia mucho
i Alúdese aquí manifiestamente á la obrita intitulada valimiento con él. Causóles este incidente tal risa á
el anti Catón, escrita por César, de que se habló en la vi- los amigos de Catón, que no podían contenerse aun
da de este.
_ CATON E f MENOR;
C A T O N EL MENOR. 217
mientras iban por medio de aquella muchedumbre;
pero el mismo Catón, corrido por el pronto, solo quien era íntimo amigo, le habia preguntado si tenia
exclamó: ¡miserable ciudad! sin haber pronunciado ánimo despues de la milicia de visitar el Asia, y c o -
otra palabra; pero despues solia reirse recordando y mo le respondiese Catón que sí: muy bien harás, le
refiriendo este caso. repuso, porque así volverás de allá mas afable y mas
manso; dictándoselo con estas mismas palabras.
Mas el mismo Pompeyo advirtió y corrigió á los
El Rey de Galacla Deyotaro, siendo ya anciano,
que por ignorancia habían tenido tan poca considera-
habia enviado á llamar á Catón, queriendo recomen-
clon con Catón; pues cuando á su arribo á Efeso iba
darle sus hijos y familia; y á su llegada, ofrecién-
a saludar á Pompeyo por ser de mas edad, preceder-
dole grandes presentes y rogándole de mil maneras,
le mucho en autoridad y gloria, y estar al frente de
lo disgustó hasta el punto de que habiendo llegado
grandes ejércitos, luego que este le vió no se estuvo
por la tarde y hecho noche, á la tercera hora de la
quedo, aguardando á que le encontrara sentado, si- madrugada se marchó. Habia andado solo una jorna-
no que salió á recibirle como á persona muy distin- da hasta Pesinunte, cuando se encontró con que alli
guida , y le alargó la diestra; y si desde luego al reci- le tenían preparados mayores regalos con cartas de
birle y saludarle hizo grandes elogios de su virtud, Deyotaro, rogándole que los aceptase para sí; y si á
Jos hizo mucho mayores despues de haberse retira- esto no-se prestaba, dejara que los tomasen sus ami-
do ; de manera que todos volvieron su atención y sus g o s , muy dignos dé ser remunerados por él, paralo
respetos á Catón, admirando y reconociendo aquella que sus bienes propios no alcanzaban; pero ni asi c o n -
mansedumbre y magnanimidad, por las que antes descendió Catón, aun viendo que algunos de los ami-
no habían hecho alto de él: y mas que se echó de gos se ablandaban y murmuraban, sino que diciendo
ver que aquel esmero de Pompeyo mas bien nacia no haber regalo para el que falten pretextos, y que
de veneración que de amor; y vieron claro que aun- Jos amigos podian participar de cuanto él tenia h o -
que presente le miraba con admiración, no dejaba nestamente , volvió á enviar sus presentes á Deyota-
de holgarse de su ida. Porque á los demás jóvenes ro. Estando para encaminarse á Brindis, les pareció
que se le presentaban tenia placer en detenerlos, ma- á los amigos que seria bueno trasladar los despojos
nifestando deseos de gozar de su compañía y trato; de Cepion á otro barco; pero respondiéndoles que
pero respecto de Catón no se le advirtió este deseo; antes se despojaría del alma que de ellos, se hizo á
sino que como si le estorbase para usar de su autori- la vela; y se dice que corrió en la travesía gran ries-
dad , le despidió con gusto; aunque á él solo de cuan- go , cuando los otros no tuvieron contratiempo alguno.
tos navegaban á Roma le recomendó sus hijos y su
Restituido á Roma, pasaba el tiempo en casa con
muger, que por otra parte tenían deudo de parentes-
Atenodoro, ó en la plaza prestando patrocinio á sus
c o con él. Desde aquel punto tuvo ya fama y hubo amigos. Podía ya aspirar á la Cuestura: y sin embar-
solicitud y concurso de las ciudades para obsequiar- go no se presentó á pedirla hasta haber leido las leyes
l e ^ y cenas y convites, en los que prevenía á sus relativas á ella, hasta haberse informado de los inte-
amigos estuviesen atentos, no fuera que sin querer c o n - ligentes sobre cada cosa, y hasta haber en cierto m o -
firmaran lo que Curion había dicho acerca de é l ; por- do comprendido toda la esencia de esta magistratura.
que este, incomodado con la autoridad de Catón, de Asi es que apenas fue constituido en ella, hizo una
2l8 CATON EL MENOR,
CATON EL MENOR. 219
gran mudanza en los sirvientes del tesoro y en los ofi- posicion Marco L o l i o , uno de los colegas de Catón,
ciales ó escribientes, porque estos tenian siempre muy le envió á llamar Catulo, implorando su auxilio; y
á la mano todos los asientos públicos y las leyes de habiéndose hecho llevar en litera, despues de conclui-
la materia, y entrando continuamente magistrados do el juicio, echó también voto absolutorio. Mas sin
nuevos, que por su inesperiencia éignorancia nece- embargo Catón ya no volvió á emplear aquel escri-
sitaban de otros ayos y maestros, no se sujetaban los biente, ni le dió salario, ni admitió en cuenta de
escribientes á su autoridad, sino que ellos eran en ningún modo el voto de Lolio.
efecto los magistrados; hasta que Catón, tomando Habiendo sujetado de este modo y hecho dóciles
con empeño estos negocios, y no teniendo solo el nom- á los escribientes, hizo de los asientos públicos el
bre de magistrado, sino la capacidad, el juicio y la uso que le pareció conveniente, y en poco tiempo
inteligencia, puso á los escribientes en estado de ser puso la tesorería en términos de competir en respetó
unos subalternos, c o m o debian, reprendiéndolos en con el Senado; tanto que todos decían y tenían por
lo que obraban mal, y enseñándolos en lo que erraban cierto que Catón habia igualado en dignidad con el
por ignorancia. Como ellos eran atrevidos, y con l i - Consulado la Cuestura. Porque en primer lugar e n -
sonjas procuraban ganar á los otros Cuestores , ha- • contrando que muchos tenian deudas antiguas á f a -
dan á Catón la guerra; mas este, habiendo conven- vor del tesoro, y que este debia á muchos, á un
cido al primero de ellos de infidelidad en la partición mismo tiempo hizo cesar el agravio que la república
de una herencia, lo expelió de la tesorería; y á otro sufría y el que causaba, exigiendo á unos con rigor
le intentó causa de suplantación; á cuya defensa sa- é irremisiblemente, y pagando á otros con fidelidad y
lió el censor Luctacio Catulo, varón de grande a u - prontitud: asi el pueblo le reverenciaba, viendo pa-
toridad por este c a r g o , pero mas respetable todavía gar á los que habian sido tenidos por insolventes, y
por su virtud, como que en justicia y modestia se que otros cobraban lo que no habian esperado. H a -
aventajaba á los demás Romanos; siendo al mismo bia muchos que presentaban indebidamente d o c u -
tiempo elogiador y amigo de Catón por su conducta. mentos, y alegaban decretos falsos, que antes solían
Veíase pues falto de justicia, y como recurriese á la tener cabida por el favor y el ruego; pero á él nada
conmiseración y á los ruegos, no le permitió Catón de esto se ocultó; y dudando en una ocasion si un
seguir por este término; sino q u e , insistiendo con decreto era legítimo, aunque lo atestiguaron muchos,
no les dió crédito ni concedió -libramiento, sin que
mas calor en su propósito: » vergüenza es, ó Catulo,
primero compareciesen los Cónsules y jurasen tam-
»»le dijo, que tú á quien incumbe examinar y corregir
bieiu Eran muchos aquellos á quienes Sila había dis-
»las vidas de todos nosotros, te dejes seducir de nues-
tribuido á razón de doce mil dracmas por dar muer-
»»tros dependientes." Pronunciada por Catón esta re-
te á los ciudadanos de la segunda proscripción , á los
convención, Catulo le miró en aire de no dejarle sin
cuales todos los miraban con odio por malvados y
respuesta; pero nada d i j o , sino que fuese ira ó fuese abominables; pero de quienes nadie se habia atrevi-
rubor, se retiró turbado é incierto. Mas el dependien- do á tomar satisfacción ; mas Catón fue llamando á
te no fue condenado , porque ocurrió que los votos que cada uno de los que habian recibido dinero del t e -
le eran contrarios no excedían mas que en uno á los soro público por medios injustos, y se lo hizo de-
absolutorios, y habiendo faltado al juicio por indis-
>220 C A T O N EL MENOR.
volver, reconviniéndolos y echándoles en cara con bia sido violentado á asentar la libranza, pidió las
enfado lo sacrilego é injusto de sus operaciones. Los tablas, y la borró á presencia de este que nada le
asi reconvenidos quedaban ya responsables de sus dijo; y hecho esto, se lo llevó del tesoro, y le acom-
asesinatos, y en cierta manera condenados: llevában- pañó á su casa; sin que ni entonces ni nunca se le
los pues ante los jueces, y sufrian condenaciones con quejase, sino que se mantuvo siempre con él en la
gran placer de todos, á quienes parecía que se b o r - misma amistad y confianza. Mas es, que ni aun des-
raba la tiranía pasada, y que veian castigado al mis- pues de cumplido el cargo de Cuestor dejó el tesoro
mo Sila. desierto de su vigilancia, pues que tenia alli criados
Ganábase sobre todo el afecto de la muchedum- suyos que todos los dias tomaban razón de las o p e -
bre su continuaé infatigable vigilancia, porque nin- raciones; y él mismo, habiendo comprado por c i n -
guno de sus colegas subia al tesoro antes que Catón, co talentos unos libros que contenian las cuentas de
ni ninguno se retiraba despues. N o faltaba nunca ni la administración de los caudales públicos desde el
i las juntas ni al Senado para atender y observar á tiempo de Sila hasta su cuestura, los traia siempre
los que son fáciles en decretar por favor y condes- entre manos.
cendencia remisiones ó dádivas de las deudas y c o n - Al Senado entraba el primero y salía el último,
tribuciones ; y habiendo hecho ver el tesoro tan des- y muchas veces, mientras llegaban los demás, se es-
embarazado y limpio de embusteros, como lleno de taba sentado leyendo en voz baja, y cubriendo el l i -
dinero y caudales, demostró que la república podia bro "con la ropa. Nunca en dia de Senado salía al
ser rica sin ser injusta. Al principio pareció molesto campo; y mas adelante, cuando los de la facción de
y desapacible á algunos de sus colegas ; pero luego Pompeyo, por ver que habia de serles un estorbo
se hallaron bien con él: porque hacia frente por t o - para sus injustos designios, encontrándole siempre
dos á los disgustos que suelen resultar de no hacer íntegro é inflexible, se propusieron entretenerle fuera
favor ni torcer el juicio en los intereses del públi- en defender á sus amigos, en compromisos ó arbi-
c o . Porque con él tenian excusa para con los que los trios y en.otros negocios, habiendo conocido muy
pronto la asechanza, se negó á t o d o , é hizo p r o p ó -
importunaban y violentaban, diciéndoles que no h a -
sito de no atender á ninguna otra cosa cuando h a -
bia medio ni recurso alguno, no queriendo Catón.
bia Senado. Porque no habiendo entrado al manejo
En el último dia se retiraba á su casa, seguido, pue-
de los negocios públicos por deseo de gloria, ó por
de decirse, de todos los ciudadanos, y o y ó que m u -
avaricia, ó casual y fortuitamente, como algunos
chos amigos y poderosos estaban instando en el teso-
otros, sino por elección, creyendo que el tomar
ro , y tenian en cierta manera sitiado á Marcelo p a - parte en el Gobierno era propio de un buen ciuda-
ra que escribiera en los libros como deuda cierta l i - dano , llevaba la máxima de que debia trabajar mas
branza de dinero. Eran Marcelo y Catón amigos des- en el bien público que la abeja en sus panales; tanto
de niños, y aquel con este excelente. Cuestor; pe- que hasta los negocios de las provincias, las resolu-
ro solo y de por s í , condescendiente por vergüenza ciones del Senado y todos los grandes sucesos, toma-
con los que le rogaban, y muy expuesto á dejarse ba empeño en que vinieran á su mano por medio de
vencer para hacer gracias. Retrocediendo pues C a - los huéspedes y amigos que tenia por todas partes.
tón inmediatamente, y encontrando que Marcelo ha-
CATON EL MENOR. 223
Oponiéndose en una ocasion al demagogo Clodio, metido en sí por unos cuantos momentos, y luego dió
que promovia é iba preparando los principios de orden á sus gentes de que volvieran atrás. Admirá-
grandes novedades, y calumniaba ante el pueblo á ronse los amigos de aquella novedad, y él les dijo:
varios sacerdotes y sacerdotisas, entre las que corrió ¿ N o sabéis que Metelo aun solo y por sí mismo es
gran peligro Fabia Terencia, hermana de la muger temible á causa de su necedad y locura, y que aho-
de Cicerón; á Clodio lo precisó á ausentarse de la ra viniendo por disposición de Pompeyo caerá en el
ciudad, dejándolo confundido de vergüenza; y á C i - Gobierno á manera de rayo para trastornarlo todo?
cerón, que le daba gracias, le dijo que estas no se por tanto no es tiempo de vacaciones ni de recreo,
debían sino á la república, porque por ella lo hacía sino que es menester contener á este hombre, ó m o -
y disponía todo. Adquirió con esto suma gloría, tan- rir honrosamente contendiendo por la libertad. Con
to que un orador, como no tuviese contra sí en la todo á persuasión de los amigos pasó primero á sus
causa mas que la deposición de un solo testigo, dijo campos, y deteniéndose por muy pocos dias, se res-
á los jueces, quedar fe á un testigo solo no seria jus- tituyó á la ciudad. Llegó por la tarde, y á la maña-
to , aun cuando fuese Catón; y muchos ya en las c o - na muy temprano bajó á la plaza para pedir el Tribu-
sas extraordinarias é increíbles solían decir como por nado de la plebe, con el propósito de hacer frente y
proverbio: »i Eso no se puede creer aunque lo diga contener á Metelo; porque la fuerza de esta magis-
Catón." Un ciudadano, notado de muy mala conduc- tratura consiste mas en impedir que en hacer, y asi
ta y de muy dado al regalo, elogiaba un día-en el es que aun cuando todos los demás decreten una c o -
Senado la sobriedad y la templanza; y levantándose sa , prevalece la oposicion de uno solo que no la quie-
ra y no convenga en ello.
A m n i o : ¿quién ha de poder sufrir, le dijo, que ce-
nando como Craso, y edificando como Luculo nos Al principio fueron pocos los amigos que se p u -
vengas á hablar como Catón ? Y en general á los que sieron de parte de Catón; pero luego que se c o n o -
siendo desarreglados é intemperantes afectaban en sus cieron sus designios, dentro de breve tiempo toma-
palabras gravedad y severidad, los llamaban por bur- ron su partido los buenos ciudadanos y cuantos le
la Catones. habian tratado, los cuales le excitaban y animaban,
Incitábanle muchos á que pidiera el Tribunado de diciéndole que no era un favor el que recibía, sino
la plebe; pero él no tenia por conveniente que la efi- que él lo hacia muy grande á la patria y á los c i u -
dadanos bien intencionados, pues que no había que-
cacia y actividad de esta insigne magistratura, se-
rido muchas veces tomar el cargo cuando lo habia de
mejante á un medicamento fuerte y poderoso, se
haber servido sin fatiga ni contratiempo, y ahora se
consumiese en negocios de poca entidad, y pudien-
presentaba á solicitarlo, cuando habia de contender
do entonces respirar de los de Gobierno, tomó consi-
no sin riesgo por la libertad y la república. Dícese
go libros y filósofos.,, y marchó á la Lucania, donde
que concurriendo á él muchos, conducidos precisar
tenia posesiones que ofrecían una mansión deliciosa. mente de zelo y de buen deseo, estuvo en inminen-
Mas como en el camino se encontrase con acémilas, te peligro, y solo con gran dificultad pudo llegar á
con equípages y con esclavos, informado de que la plaza entre tanta muchedumbre. Nombrado "Tri-
Metelo Nepote se volvia a Roma con el designio de buno con otros y con Metelo, viendo que los c o -
pedir el Tribunado de la plebe, se quedó parado y
2 24 CATON EL MENOR, CATON EL MENOR. 22 J
inicios consulares eran venales, increpó sobre ello al be sostuvo durante el consulado de Cicerón la dig-
pueblo, y al concluir su discurso juró: que acusaria nidad de esta magistratura en los diferentes embates
á quien hubiera dado dinero, fuese quien fuese, ex- que sufrió, y puso por fin el sello á las grandes y
ceptuando solamente á Silano, á causa del deudo que brillantes acciones del Cónsul en la conjuración de
con él tenia, porque estaba casado con Servilia, her- Catilina; porque aunque este, que no trataba de na-
mana de Catón, y por eso lo excluyó. Mas persi- da menos que de la ruina y de la absoluta subver-
guió á Lucio Murena, que con sobornos habia procu- sión de la república, moviendo al mismo tiempo se-
rado ser nombrado Cónsul con Silano. Por una ley diciones y guerras, á las reconvenciones de Cicerón,
el reo ponia guarda de vista al acusador, en términos se salió de la ciudad. Léntulo, Cetego y otros m u -
que 110 podía encubrirse nada de lo que preparaba chos con ellos se habian puesto al frente de la cons-
para seguir su acusación; y el puesto por Murena á piración, y tratando á Catilina de tímido y cobar-
Catón, siguiéndole y observándole, cuando vió que de , meditaban meter la ciudad á fuego, y trastornar
el imperio con las rebeliones de las provincias suble-
nada hacia con intriga, nada con injusticia, sino que
vadas y las guerras exmmgeras. Descubiertos sus pla-
seguía un camino sencillo y justo de acusación con
nes, y puesto en deliberación el asunto en el Senado,
nobleza y humanidad, admiró tanto aquella pruden-
á excitación de Cicerón, como en la vida de este
cia y rectitud, que yendo á la plaza, ó buscando á
decimos, el primero en votar, que fue Silano, e x -
Catón en su casa, le preguntaba si habia de dar al-
presó que en su opinion debían los reos ser conde-
gún paso aquel dia sobre la acusación^y si le d e - nados al último suplicio; y á él se adhirieron ios
cía que n o , cierto de su fidelidad se retiraba. Cuan- que le fueron siguiendo hasta César. Mas este, que
do se habló en la causa, Cicerón, que era entonces era elocuente, y que mas bien queria aumentar que
Cónsul y defendía á Murena, dirigió muchas expre- disminuir cualquiera mudanza y sublevación en la
* siones en su discurso contra los filósofos Estoicos á ciudad, como incentivo de ios proyectos que estaba
causa de Catón, y se mofó y burló de aquellas m á - formando, se levantó á su v e z , y manifestando sen-
ximas y decisiones que ellos llaman paradojas, con timientos de dulzura y humanidad, dijo que no p o -
lo que dió bastante que reir á los jueces; y se refie- día permitir que sin juicio precedente se quitara la
re que Catón, sonriéndose, dijo á lo<; circunstantes: vida á aquellos ciudadanos, y concluyó con que se
¡ciudadanos, qué Cónsul tan decidor tenemos! Fue es tuviera en custodia. Mudó con esto de tal modo
absuelto Murena, y no se portó con Catón como os dictámenes del Senado, por temor al pueblo, que
se habría portado un hombre malo ó necio, sino que Plasta el mismo Silano negó haber querido indicar la
durante su Consulado se valió de él para tomar su muerte, sino el encierro, porque para un ciudadano
consejo en los mas graves negocios, y en el tribunal Komano este era el último de los males.
le dió siempre muestras de honor y respeto; á lo que
contribuía el mismo Catón, pues que si en la tribu- Verificada esta mudanza, é inclinándose todos á
na y Senado se mostraba severo y terrible, era solo lo mas suave y benigno, se levantó Catón á exponer
por sostener la justicia, siendo en todo lo demás su- su dictamen , y desde luego empezó á decir con ve-
mamente benigno y humano. hemencia y afectos: tratando mal á Silano por cU
inconstancia, y mostrándose irritado contra César
Antes de ser elegido para el Tribunado de la ple-
TOMO I V . p
22Ó CATON EL MENOR,
-CATON EL MENOR. 27
porque con frases populares y un discurso de afec- 2

vieron se empeñasen en que el escrito habia de leer-


tada humanidad echaba por tierra la república, y
se , César alargó la esquela á Catón que estaba i n -
causaba temor al Senado en cosas por las que él de-
mediato ; y que leyéndola este, como encontrase que
bia temer, y darse por contento si de ellas salia in-
era un billete desvergonzado de su hermana Servilla
mune y sin sospecha; pues que tan á las claras y á César, con quien estaba enredada en criminales
con tanto empeño sacaba de entre las manos á unos amores, se lo tiró á César díciéndole: ten, borra-
enemigos públicos, y hacia ostension de que ningu- cho: y volvió sin mas detenerse su discurso al punto
na compasion le merecia la patria, tan poderosa y de que antes se trataba. Parece en general que á
digna de amparo, aunque la veia próxima á su rui- Catón le siguió la desgracia en punto á las mujeres
na , mientras lloraba y se lamentaba por los que no de su familia; porque si esta dió mucho que hablar
debían existir ni haber nacido, á causa de que con con César, todavía fueron mas bochornosos los su-
su muerte iban á librar á la ciudad de las mayores cesos de la otra Servilia hermana de Catón; la cual
calamidades y peligros. Este discurso se dice ser el estando casada con Luculo, uno de los mas señala-
único que se ha conservado de Catón, por haber el dos varones de Roma, y habiendo ya tenido un n i -
Cónsul Cicerón enseñado de antemano á los ama- ñ o , por su disolución, fue lanzada de casa; y lo que
nuenses que con mas prontitud escribían ciertos sig- es mas vergonzoso todavía, ni la muger del mismo
nos que en formas muy pequeñas y breves tenian el Catón, Atilia, estuvo pura y exenta de estos yerros
valor de muchas letras, y haberlos distribuido con sino que con haber tenido de ella dos hijos, se vio
separación en diferentes puntos del salón del Senado, en la precisión de repudiarla por su mala conducta
porque todavía no se conocían ni se habian formado Casóse despues con Marcia, hija de Filipo, que
los que despues se llamaron semeyógrafost, sino que gozo de la mejor opinion, mas hubo mucho que
entonces por la primera vez se tuvo de ellos, según hablar acerca de ella; y en la vida de Catón c o -
dicen, este vestigio. Prevaleció pues Catón, é hizo mo en un drama, esta parte es muy problemática
que se reformasen los dictámenes en términos que y dudosa; siendo lo siguiente lo que pasó, según
los reos fueron condenados á muerte. lo escribe Traseas, refiriéndose para ser creído á Mu-
nacio amigo y comensal de Catón. Entre los m u -
Pues que no nos es permitido omitir ni las mas
chos apreciadores de este, unos lo eran mas á las
pequeñas señales de la índole y las costumbres á los
claras y mas decididamente que otros, siendo de es-
que nos hemos propuesto hacer la imagen y pintura q u i n e r o Quinto Hortensio, varón de grande auto-
del ánimo, se dice que en medio del grande alterca- ridad y de recomendable conducta. Deseando pues
do y contienda que César tenia con Catón, y cuan-, no solo ser amigo íntimo de Catón, sino unir con
do el Senado estaba muy atento á lo que entre am- •deudo estrecho y.en estrecha sociedad ambas ca<as
bos pasaba, le entraron á César una esquela, que ex- y íamihas, trato de persuadirle que á Porcia su hija
citando Catón con este motivo sospechas y hacién- casada ya con Bibulo, á quien habia dado dos hijos
dolas valer, como algunos que también se conmo- se la otorgase á.él mismo en muger, para tener en
eiiacomo en terreno de sobresaliente calidad una no-
i Quiere decir escritores por signos ó notas equiva- ble descendencia; pues aunque esto en la opinion de
lentes á nuestros taquígrafos.

P2
228 CATON EL MENOR,
los hombres fuese repugnante y extraño, por natura- de la república, concibió temor Catón, y propuso
leza era honesto y político que una muger en buena al Senado que ganara á la muchedumbre indigente y
y robusta edad no tuviese su fertilidad ociosa d e - jornalera con una distribución de granos, que v e n -
jándola apagarse; ni tampoco diese á luz mas hijos dria á tenerle de costa al año mil doscientos y cin-
de los que convenian , atropellando y empobrecien- cuenta talentos. Desvanecióse notoriamente con esta
do con el número al que ya no los habia menester; beneficencia y largueza la tempestad que amenazaba;
á lo que añadía, que comunicándose las sucesiones pero abalanzándose en este tiempo Metelo al tribu-
entre los varones aventajados, la virtud se extende- nado de la plebe, congregó juntas muy acaloradas,
ría mas pasando á los hijos, y la república se forti- y escribió una ley para que Pompeyo Magno vinie-
ficaría por medio de las multiplicadas afinidades: y ra cuanto antes con poderosas fuerzas y con su pro-
si Bíbulo estaba tan bien hallado con su muger, él tección salvara la ciudad, tan en peligro como d u -
se la restituiría despues de haber parido, cuando ya rante la conjuración de Catilina. Las palabras no
se hubiese hecho una cosa mas propia con el mismo podian ser mas modestas; pero el objeto y blanco
Bíbulo y con Catón por la comunion de los hijos. de la ley era poner la república en manos de P o m -
Respondiéndole Catón que apreciaba mucho á H o r - p e y o , y hacerle entrega del imperio. Congregóse el
tensio, y que vendria gustoso en contraer deudo con Senado, y Catón no se acaloró contra Metelo con
é l ; pero que tenia por muy repugnante el que se ha- la viveza que solia, sino que hizo algunas reflexio-
blara en el matrimonio de una hija dada ya á otro, nes con suavidad, sumisión y blandura; y por fin
mudó este de obsequio, y no tuvo inconveniente en hasta interpuso ruegos, celebrando á la familia de
los Metelos por haber sido partidaria de los Patri-
declararle que le pedia su propia muger, joven t o -
cios; con lo que Metelo , pareciéndole que aquello
davía , para procrear hijos cuando ya Catón tenia
era darse por vencido, se insolentó mas, y manifes-
sucesión bastante. Y no hay que decir que á esto se
tó despreciarle prorumpiendo en expresiones y ame-
movió por saber que Catón estaba desviado de M a r -
nazas llenas de orgullo y arrogancia, diciendo que
c i a , pues suponen que se hallaba á la sazón en c i n -
lo propuesto habia de hacerse á pesar del Senado.
ta. Catón pues viendo este empeño y este deseo de Entonces mudó Catón de continente, de voz y de
Hortensio no le dió repulsa, y solo le respondió que discurso , concluyendo resueltamente con que v i -
era preciso conviniese en ello Filipo padre de M a r - viendo él no sucedería que Pompeyo se presentara
cia. Pasaron á hablarle, y propuesta que le fue la con armas en la ciudad. Y lo que al Senado le p a -
traslación, no vino en que se desposase Marcia de reció fue que ni uno ni otro se habian mantenido en
otro modo que hallándose presente Caten y consin- los límites de la prudencia, ni habian propuesto l o
tiendo en los desposorios. Aunque estas cosas tuvie- que á la salud de la patria convenia; siendo las m i -
ron lugar mucho mas adelante, me ha parecido anti- ras de Metelo una locura que en el exceso de su mal-
ciparlas con motivo de haber hablado de las mugeres. dad se encaminaba á la ruina y total trastorno de la
Muerto Léntulo y sus correos, como César se república; y el acaloramiento de Catón un entu-
acogiese al pueblo con motivo de la delación y acu- siasmo de virtud que luchaba por la causa de lo h o -
sación producida contra él en el Senado, y c o n m o - nesto y lo justo.
viese y atrajese á sí touo lo viciado y corrompido
250 CATON EL MENOR. CATON EL MENOR. 231^
Cuando llegó el día de haber de votar el pueblo alta á Catón á tener buen ánimo, y á sí mismos á
sobre la l e y , tenia Metelo dispuestos en la plaza
estar á su lado unidos, y no hacer traición á la cau-
hombres armados, forasteros gladiatores y esclavos.
sa de la libertad, ni al que por ella sé exponia á t o -
Estaba también prevenida otra parte del pueblo, y
do peligro.
no pequeña, que deseaba alteraciones esperanzada en
En esto, tomando el ministro en la mano la ley,
Pompeyo; y gran número asimismo de los partida-
Catón no se la dejó leer; tomóla despues Metelo
rios de César que á la sazón era Pretor; mientras
mismo, y al empezar á leerla le arrebató Catón el
que con Catón se condolían los principales ciudada- códice. Termo que se hallaba al frente de Metelo,
nos, que mas bien sufrían que le ayudaban. Su c a - como este que sabia la ley de memoria se pusiese á
sa estaba toda entregada al abatimiento y al miedo, recitarla, le tapó la boca con la mano, y le obstruyó
tanto que algunos de sus amigos pasaron alli toda la la v o z ; hasta que convencido Metelo de que no p o -
noche en vela sin tomar alimento, inciertos de lo dia prevalecer en aquella contienda por ver que el
que harían; y la muger y las hermanas se lamenta- pueblo cedia y permanecía inmoble, recurrió al me-
ban y lloraban su suerte. Mas él hablaba y consola- dio conducente, dando orden de que los hombres
ba á todos con serenidad y sosiego; y habiendo c e - armados que alli cerca estaban prevenidos acudieran
nado y pasado la noche en los mismos términos que gritando á poner miedo. Ejecutóse asi, y todos se
acostumbraba, durmió un profundo sueño*, del que dispersaron permaneciendo solo Catón, al que i n -
fue despertado por Minucio Termo, uno de sus c o - sultado y acometido con piedras y palos desde ar-
legas. Bajó á la plaza aeompnñado de muy pocos, riba, no abandonó aquel Murena, absuelto en la
pero muchos le salieron al encuentro, encargándole causa en que este fue su acusador ; sino que oponien-
fuera con cuidado. Cuando deteniéndose un poco do su toga, y gritando á los que le tiraban se contu-
vió el templo de los Dióscuros rodeado de armas, viesen, y por último persuadiendo al mismo C a -
las gradas guardadas por gladiatores, y al mismo tón y tomándole entre sus brazos, lo condujo al
Metelo sentado c o n César en lo alto, vuelto á sus templo de los Dióscuros. Cuando Metelo vió que 1a
amigos les dijo: » ¡ Q u é hombre tan osado y tan co- tribuna estaba desierta, y que habian huido de la pla-
barde al mismo tiempo el que contra uno solo, des- za los que le hacian oposicion , dando por supuesto
armado y desnudo ha levantado tanta gente!" y c o n - que el vencimiento era s u y o , mandó á la gente ar-
tinuó sin detenerse con Termo. Hiciéronles calle los mada que se retirase , y con la mayor confianza se
encaminó á continuar "las operaciones relativas á la
que tenían tomadas las gradas; mas no dejaron p a -
ley. Mas los contrarios, habiéndose rehecho pronta-
sar á ninguno otro , sino con mucha dificultad á M u -
mente de la primera turbación, volvieron á presen-
nacio, al que introdujo Catón llevándole de la mano.
tarse gritando con entereza y resolución, en térmi-
Llegado que fue en esta disposición, tomó inmedia-
nos que á Metelo y los suyos les inspiraron miedo
tamente asiento colocándose entre Metelo y César
y desaliento por creer que volvian poderosos en ar-
para cortarles la conversación. Quedáronse estos p a - mas, sin examinar dónde pudieron tomarlas; y asi
rados, y los que le' eran adictos, viendo y admiran- no quedó ninguno, sino que todos huyeron de la tri-
do el semblante, la resolución y la intrepidez de buna. Habiendo aquellos desaparecido de esta mane-
Catón, se le llegaron de cerca, exhortando en voz
CATON EL MENOR. 233
dc'l 5e ^, r e s e n t ° o t r a v e z Catón celebrando la atitud justa aquella contradicción, hizo frente á Memio,
c pueblo, é infundiéndole aliento; con lo que la
siendo el blanco de muchas calumnias y acusaciones.
do'J . m bre se propuso acabar con Metelo por t o - Finalmente, á nada menos tiraba Memío que á ar-
0 5 'nedios, y el Senado, congregado en medio de
rojarlo de su magistratura como de una tiranía; y
a ' b o r o t o , puso á cargo de los Cónsules que
sin embargo tuvo tanto poder, que obligó al mismo
j X U l a s e n á Catón, y resistiesen una ley que intro- Memio á dejar desiertas las causas y retirarse de la
U c i a c n Roma la sedición y la guerra civil.
contienda. Triunfó pues Luculo, y todavía se unió
i | o r 'o que hace á Metelo todavía se conservaba en mas estrecha amistad con Catón, teniendo en él
suelto é intrépido; pero viendo á los de su partí— ' un alcazar y antemural contra el poder de Pojnpeyo.
? V111 ™'dados P o r Catón, á quien juzgaba imper- Volvía Pompeyo Magno del ejército, y como
ten no é invencible, bajo repentinamente á la plaza, viniese en la persuasión, al ver el aparato y ostenta-
y congregando al pueblo, trató por diferentes medios ción con que era recibido, de quenotendria preten-
, e , a c f r odioso á Catón, y gritando que iba á huir sión ninguna en la que fuese desatendido por. los ciu-
e , a tiranía de este y de la conjuración contra Pom-
dadanos , envió quien solicitase que por el Senado se
F y o , de l a que se arrepentiría bien pronto la ciu- suspendiesen los Comicios consulares para poder i n -
por haber injuriado á un varón tan excelente, terceder por Pisón luego que hubiese llegado. Pres-
moVl° punto para el Asia, á fin de anunciarle, se- tábanse á ello los mas; pero Catón, que aunque no
gún decía, estos atentados. Fue pues grande la g l o - tenia la suspensión por una cosa de importancia,
rj . a Catón por hiiber desvanecido la grave opre- queria sin embargo cortar aquella tentativa y las es-
sión del tribunado, y por haber en cierta manera peranzas de Pompeyo, la contradijo, é hizo mudar
triunfado en Metelo del poder de Pompeyo; y aun al Senado de parecer en términos que se negó. Acon-
recibió realce aquella gloria por no haber condescen- tecimiento que incomodó vivamente á Pompeyo; y
dido con que el Senado notara de infamia, como lo considerando que en muchas cosas se veria desairado
intentaba, á Metelo, y lo despojará del tribunado, si no tenia á Catón por amigo, envió á llamar á Mu-
resistiéndolo é interponiendo sus ruegos. Porque pa- nacio que lo era de este; y teniendo Catón dos s o -
ra m -chos era prueba de humanidad y modestia el brinas casaderas, pidió la mayor para s í , y la me-
n o humillar ni insultar al enemigo despues de haber- nor para su hijo; aunque dicen algunos que la peti-
le vencido á viva fuerza: y á los que pensaban con ción no fue de sobrinas, sino de hijas de Catón. Dió
cordura, les parecia oportuno y conveniente el no ir- parre Munacio á este, á la muger y á las sobrinas
ritar á Pompeyo. En esto volvió Luculo de su e x - de lo que ocurría, y estas mostraban complacerse en
aquel lance, mirando á la grandeza y dignidad del
ped cion, c u y o término y gloria parecia haberle usur-
pretendiente; pero "Catón sin detenerse y sin mas
pado P o m p e y o , y estuvo en riesgo de no triunfar,
examen, puesto desde luego en lo que se queria,
haciéndole oposicion Cayo Memioante el pueblo, y
«anda, Munacio, le dijo, anda y manifiesta á Pom-
suscitándole causas, mas bien por adular en esto á
» peyó que á Catón no se le gana por este lado; mas
P o m p e y o , que por propia ofensa ó enemistad; pero
» que con todo aprecia su afecto, y en las cosas jus-
Catón que tenia deudo con é l , porque estaba cafa- »tas le dará pruebas de una amistad mas: leal que
d o coa su hermana Servilla, y que miraba como in-
234 CATON EL MENOR,
CATON EL MENOR. 235
»todos los parentescos; pero no dará prendas á la
quien dió el motivo: porque volviendo entonces Cé-
»gloria de Pompeyo en daño de la patria." I n c o -
sar del ejército de España, quería al mismo tiempo
modáronse con esta respuesta las mugeres, y los ami-
presentarse candidato para el Consulado , y pedir el
gos de Catón la tacharon de poco atenta y orgírllo- triunfo. Mas según la ley los que pedían una ma-
sa; mas negociando de alli á poco Pompeyo el C o n - gistratura habían de estar presentes; y los que ha-
sulado para uno de sus amigos, envió caudales para bían de entrar en triunfo era preciso que esperaran
ganar Tas tribus; y era este soborno tan manifiesto de muros afuera, y él queria que por el Senado se
público, que en sus jardines se contaba el dinero, le diera facultad de pedir el consulado por ministe-
ntonces Catón dijo á las mugeres de su casa que rio de otros. Eran muchos los que venían en ello;
habria sido preciso tomar parte y mezclarse en aque- pero Catón lo contradijo; y habiendo comprendido
llas indecorosas negociaciones si se hubiera unido que estaban dispuestos á otorgar á César aquella gra-
por afinidad á P o m p e y o ; en lo que convinieron ellas, cia, gastó todo el dia en hablar, y de este modo de-
diciendo que lo habia pensado mejor negándose á la jó sin efecto la resolución del Senado. Dando pues
pretensión. Mas si se hubiera de juzgar por los su- César de mano al triunfo, entró en la ciudad, y ya
cesos , parecería que Caten habia errado en no ha- no pensó mas que en Pompeyo y en el Consulado.
ber admitido aquella afinidad, pues que dió lugar Designado Cónsul desposó á Julia con Pompeyo; y
con esto á que Pompeyo se inclinara á César, é h i - concertados entre sí contra la república, el uno pro-
ciera un casamiento, q u e , reuniendo en un punto to- ponia leyes sobre el sorteo y repartimiento de tier-
do el poder de ambos, estuvo en muy poco que no ras á los pobres, y el otro se presentaba á defender-
echase por tierra el imperio Romano. El gobierno las. Luculo y Cicerón poniéndose de acuerdó con
ciertamente lo mudó; nada de lo cual habria sucedi- Bíbulo, que era el otro Cónsul, se esforzaban á re-
do probablemente si C a t ó n , por temor de menores sistir, y sobre todo Catón que empezaba ya á e n -
males de parte de P o m p e y o , no hubiera desconoci- treveer que la amistad y unión de César y P o m p e -
do que iba á acrecentar su poder para otros m a y o - y o no se habia hecho para nada bueno; / asi dijo
expresamente; que no era el repartimiento de tierras
res: mas esto todavía estaba por ver.
lo.que temía, sino el salario que por él pedirían los
Contendía en aquella sazón Luculo contra Pom- que lisonjeaban á la nación con aquel cebo.
peyo por las disposiciones tomadas en el Ponto, pues
quería cada uno que las suyas prevaleciesen; y c o - Con este razonamiento abrazó su opinion todo
mo sosteniendo Catón á L u c u l o , agraviado notoria- el Senado, y de los de fuera de él no pocos indig-
mente, fuese vencido P o m p e y o en el Senado, re- nados con el extraño proceder de César; porque
curriendo este al medio de ganar popularidad, pro- cuanto los mas violentos y temerarios de los tribu-
puso un repartimiento de tierras á favor de los sol- nos proponían para adular á la muchedumbre, otro
dados ; mas también en esto se le opuso Catón, é tanto ponía en ejecución en uso de su autoridad
iba á conseguir se desechase la l e y ; pero Pompeyo consular, captando vergonzosa y vilmente los aplau-
se valió de Clodio, el mas osado entonces de los sos de la plebe. Hubieron pues, por el rezelo que
tribunos de la plebe, é hizo también intervenir á esto les inspiraba, de recurrir á la fuerza; y en pri-
César, siendo en cierta manera el mismo Catón mer lugar al mismo Bíbulo cuando bajaba á la pía-
_ CATON EL MENOR. CATON EL MENOR. 237
za le arrojaron encima una espuerta de porquería; cer Catón aunque con dificultad, y que pasó á pres-
despues echándose sobre sus lictores les rompieron tar el juramento el último de todos, á excepción so-
las fasces; y por fin habiéndose tirado algunos dar- lamente de Favonio, uno de sus mas íntimos amigos.
dos, con «los que muchos fueron heridos, todos los Alentado César con estos sucesos dió otra ley,
demás huyeron de la plaza corriendo, y solo Catón, por la que se repartió, puede decirse, toda la Cam-
que se quedó el último, se retiraba paso entre paso pania á los pobres é indigentes, no contradiciéndola
volviéndose á mirar á los ciudadanos y abominando nadie sino Catón, y á este César desde la tribuna lo
de ellos; con l o que no solo hicieron sancionar el condujo á la cárcel, sin que en nada cediese de su
repartimiento, sino que se determinó que habia de entereza, antes por el camino iba hablando contra
jurar el Senado que por su parte daría fuerza á la la ley, y exhortando á los ciudadanos á que no con-
ley y prestaría auxilio si alguno viniese contra ella, descendieran con los que hacían semejantes propues-
imponiendo graves penas á los que no jurasen. Jura- tas. Seguíale el Senado abatido y triste, y lo mejor
ron pues todos por necesidad, teniendo presente lo de la ciudad disgustado é indignado, aunque en si-
que le habia sucedido á Metelo el m a y o r , que por lencio , tanto que César no pudo menos de compren-
no haber querido jurar una ley como aquella, tuvo der la mala impresión que aquello producia; pero
que salir desterrado de la Italia, sin que el pueblo con todo llevaba adelante su empeño, aguardando á
volviera por él. Por esta razón á Catón las mugeres que por parte de Catón se interpusiese apelación ó
de su casa le rogaron encarecidamente y con muchas ruego; hasta que convencido por fin de que este no
lágrimas que la jurase y cediese, y lo mismo le p i - pensaba en hacer gestión alguna, cedió á la ver-
güenza y al descrédito que iba á resultarle, y bajo
dieron sus amigos y allegados; pero el que mas le
mano se valió de uno de los tribunos moviéndole á
persuadió y m o v i ó á que jurase fue Cicerón el o r a -
que pusiera en libertad á Catón. Despues que con
dor , exhortándole y haciéndole ver que quizá ni si-
aquellas leyes y aquellas larguezas pusieron á su de-
quiera es justo el pensar que uno solo deba oponerse
voción á la muchedumbre , decretaron á César el
á lo establecido por la sociedad entera; y que por
mando de uno y otro Ilirío, el de toda la Galía, y
decontado es necedad y locura querer perderse cuan- un ejército de cuatro legiones para cinco años, pre-
do es imposible remediar nada en lo hecho; y el úl- diciéndoles Catón que ellos mismos colocaban al ti-
timo de los m a l e s , el que haciéndolo y sufriéndolo rano en el alcázar con semejantes decretos. Traslada-
todo por la república, la abandonase y entregase á ron contra ley á Publio Clodio del estado de los pa-
los que querían perderla, pareciendo que se retiraba tricios al de los plebeyos, y le nombraron tribuno
contento de los combates que por ella sostenía; pues de la plebe; y é l , pactando por recompensa el des-
si Catón, le d i j o , no necesita de R o m a , Roma ne- tierro de Cicerón, les ofreció que en todo les c o m -
cesita de Catón , y necesitan todos sus amigos, de placería. Eligieron Cónsules á Calpurnio Pisón, pa-
los cuales decia Cicerón ser el primero, y contra dre de la muger de César, y á Aulo Gabinio, hom-
quien se dirigía Clodio su enemigo, queriendo em- bre sacado del seno de Pompeyo, que es como se
plear en su ruina la autoridad del tribunado. Ablan- explican los que tenian bien conocidas su vida y cos-
dado con tan poderosas razones é instancias en casa tumbres.
y en la plaza, se dice haberse dejado por fin ven-
, CATON EL MENOR. CATON EL MENOR. 239
Mas á pesar de haberse apoderado de los nego- que se acomodara al tiempo y fuera otra vez quien
cios, y de haberlo todo puesto á su disposición, salvara la patria. Para los negocios de Chipre hizo
parte por las gracias dispensadas, y parte por la que se adelantara uno de sus amigos llamado Cani-
fuerza, aun temian á C a t ó n , pues que si habian l o - d i o , y por su medio persuadió á Tolomeo á que
grado superarle habia sido con gran dificultad y tra- sin batalla cediera; pues que no se le dejaría carecer
bajo , y atrayéndose o d i o y vergüenza; porque se ni de comodidades ni de honores, sino que el pue-
veia que ni aun asi podían con é l , lo que siem- blo le daria el sacerdocio de la Diosa que se venera
pre era duro y repugnante; y Clodio no esperaba en Páfos. En tanto él se detuvo en Rodas tomando
poder sobreponerse á Cicerón si Catón se hallaba en disposiciones y esperando la respuesta; pero al mis-
la ciudad. Maniobrando pues acerca de esto, lo pri- mo tiempo Tolomeo, el R e y de Egipto, por cierto
mero que hizo despues d e colocado en su magistra- enfado y disputa que tuvo con los ciudadanos, se
tura fue enviar á llamar á Catón y tenerle un dis- habia salido de Alejandría, y se encaminaba á R o m a
curso, en el que reconociéndole por el mas recto é con el objeto de que Pompeyo y César lo restitu-
íntegro de todos los R o m a n o s , le anunció que iba yeran otra vez con la correspondiente fuerza; mas
á darle pruebas de este c o n c e p t o en que le tenia con queriendo hablar con Catón, lo envip á llamar, es-
las obras; por cuanto habiendo muchos que aspira- perando que vendría á é l ; pero hacía la casualidad
ban al mando de la provincia de Chipre, y pedían que Catón se hallaba purgado, y envió á decir á To-
ser destinados á ella, á él solo le consideraba digno, lomeo que si quería verle fuese adonde se hallaba.
y con gusto le dispensaría este favor. Respondién- Fue; y como ni le saliese á recibir, ni se levantase á
dole Catón que aquello mas era una celada y un su llegada, sino que le saludase como á un particu-
lar mandándole tomar asiento, esto al principio le
insulto que un favor, m o n t ó ya Clodio en cólera,
causó sorpresa y admiración viendo unidas con tan-
y con aire desdeñoso le d i j o : »pues si no lo tienes
ta popularidad y sencillez en el aparato de la casa,
por favor, habrás de ir contra tu voluntad;" y pre-
tanta altivez y severidad de costumbres. Mas des-
sentándose inmediatamente ante el pueblo hizo san-
pues en la conversación no o y ó sino palabras llenas
cionar por ley la misión d e Catón. Para marchar no
de prudencia y de franqueza; porque increpándole
le aprestó nave, ni t r o p a , ni ministros, sino solo y reprendiéndole Catón, le manifestó cuánta era la
dos escribientes, de los cuales uno era un ladronzue- dicha y sosiego que habia dejado, y cuántas las h u -
lo malvado, y el otro un cliente del mismo Clcdio. millaciones y trabajos, cuántos los obsequios y s o -
Mas como todavía le pareciese que habian de darle caliñas á que se sujetaba con los poderosos de R o -
poco que hacer Chipre y T o l o m e o , le encargó ade- ma , cuya codicia no bastaria á saciar el Egipto si
mas que restituyese los desterrados de Bizancio, que- se redujera á o r o ; y le aconsejó que retrocediera y
riendo tener lejos de sí á Catón por el mas largo volviera á la amistad con sus conciudadanos, estan-
tiempo que fuese posible durante su tribunado. do él pronto á acompañarle y á contribuir á la re-
Puesto en esta n e c e s i d a d , exhortó á Cicerón, conciliación. Parecióle que con este discurso habia
viendo que le habia de s e r forzoso salir, á que .110 vuelto á su acuerdo como de una especie de manía
moviera tumulto alguno , n i envolviera de nuevo á la y enagenacion, reflexionando sobre la verdad y el
ciudad en las calamidades de una guerra civil; sino
240 CATON EL MENOR,
CATON EL MENOR. 241
juicio y prudencia de tan eminente varón; y asi se
también Munacio dió á luz un escrito sobre Catón,
resolvió á obrar según su parecer; pero habiéndose
que fue el que principalmente siguió Traseas. Dice
vuelto á persuasión de sus amigos, no bien habia
pues que él llegó el último á Chipre, donde se puso
puesto el pie en Roma, y habia llegado á llamar á la
muy poco cuidado en su hospedage; que presentán-
puerta de uno solo de los magistrados, cuando ya se
dose á la puerta de la habitación de Catón, se le hi-
lamentó de su desacierto en haber despreciado, no ya
zo retirar por estar Catón ocupado en hacer unos
el consejo de un hombre, sino el oráculo de un Dios. fardos con Canidio; y que habiéndose quejado de t o -
Tolomeo el de Chipre, por dicha particular de do con moderación habia recibido una no moderada
Catón, se quitó á sí mismo la vida con yerbas; y di- respuesta, á saber: »»Que corría peligro, no saliese
ciéndose ser muy cuantiosos los intereses que habia " cierta aquella máxima de Teofrasto , de que el gran-
dejado, si bien determinó marchar en persona á la >»de amor suele muchas veces ser causa de odio; pues
restitución de los Bizantinos, á Chipre envió á su »»que tú mismo, dijo / te disgustas de que amando
sobrino Bruto, no teniendo en Canidio bastante con- »> mucho no te se honra tanto como crees serte d e -
fianza. Mas verificado que hubo la reconciliación de »»bido; y si me valgo de Canidio es por su inteli-
los desterrados, y restablecido la concordia en Bizan- » g e n c i a , y porque me inspira mas confianza que
c i o , entonces navegó para Chipre. Era grande y pro- « o t r o s , habiendo vencido conmigo desde el princi-
piamente real la riqueza que habia quedado en ba- » p í o , y habiéndolo experimentado muy íntegro y
jillas, mesas, pedrería y ropas de púrpura; y h a - »puro." Estas cosas, que pasaron entre los dos tolos,
biendo de venderse para reducirse á dinero, queria Catón las refirió á Canidio, y habiéndolo enrendido
estar sobre t o d o , hacerlo- todo subir al precio mas Munacio, dejó de concurrir á cenar á casa de Catón,
alto, no dejar de intervenir en nada, y llevar por sí y de acudir á darle consejo cuando era llamado; y
la cuenta mas exacta, sin fiar nada á las costumbres amenazándole Catón que le tomaria prendas, como
de los de la plaza, y antes mirando con sospecha á es costumbre exigirlas de los que no obedecen , se
todos los dependientes, pregoneros, prepósitos de la embarcó para el regreso sin hacer caso, y se man-
tuvo enojado por largo tiempo. Despues habiéndole
subasta, y aun á los amigos. Finalmente, hablando
hablado Marcia, que todavía estaba unida con Catón
en particular á los postores y animando á cada uno,
sucedió que fueron convidados á cenar por Barcas , y
de esta manera vendió la mayor parte de los efectos;
habiendo entrado Catón el último cuando los demás
con lo que disgustó á los demás amigos, visto que no
estaban sentados, preguntó donde se sentaría, y d i -
hacia confianza de ellos; y en el mas íntimo de todos,
ciéndole Barcas que donde gustase , recorrió el cena-
que era Munacio, encendió un encono casi implaca- dor con la vista, y dijo que al lado de Munacio.
ble; tanto que César para escrib:r un libro contra laso adonde este estaba, y se sentó junto á él; pero
Catón fue esta parte la que le dió materia abundante luera de esto ya ninguna otra demostración se hicie-
para sus amargas invectivas. ron durante la cena. Mas adelante á ruego de M a r -
Munacio sin embargo escribe que su enojo no na- cia le escribió Catón, diciéndole que tenia que ver-
ció de la desconfianza de Catón, sino por parte de l e ; y habiendo pasado Munacio á su casa por la ma-
este de cierto olvido y frialdad para con é l , y por ñana temprano, Marcia le detuvo hasta que todas las
su parte de zelos y emulación de Canidio; porque t o m o III, q
242 CATON EL MENOR,
CATON EL MENOR. 243
gentes se retiraron; y entonces entrando Catón le echó
inferior á un triunfo aquel recibimiento. Una cosa
los brazos, le saludó, y le dió las mayores muestras
hubo en esto, que chocó y pareció sobrado arrogante,
de amistad. Hemos referido con alguna extensión es-
y fue que, presentándose los Cónsules y Pretores, no
tas ocurrencias, por creer que no conducen menos saltó en tierra para saludarlos, ni hizo parar la n a -
para manifestar la índole y las costumbres, que las ve, sino que pasando apresuradamente la orilla, ven-
acciones en grande, y egecutadas en público. do en una galera real de seis bancos, no aflojó el cur-
Juntó Catón en dinero muy poco menos de sie- so hasta haber entrado con su escuadra en el muelle.
te mil talentos; y temiendo los peligros de una lar- Mas como quiera, cuando se llevaron los caudales
ga navegación , dispuso muchos cajones de cavida de por la plaza, el pueblo se admiró de tan grande can-
dos talentos y quinientas dracmas. Cerrados, clavó tidad; y reunido el Senado despues de tributar á
en cada uno una cuerda, y á la punta de esta ató Catón las debidas alabanzas, le decretó una pretura
un corcho de bastante magnitud, para que si el bar- extraordinaria, y el honor de que asistiera á los es-
c o zozobraba, el corcho ligado desde abajo señalara pectáculos con ropa de púrpura; pero Catón renun-
el sitio. Por lo que hace al caudal, todo llegó con ció estas distinciones, y solo propuso y persuadió al
seguridad, á excepción d e una cantidad muy peque- Senado que diera libertad á Nicias, mayordomo del
ñ a ; pero las cuentas formadas con la mayor puntua- R e y , haciendo presentes su fidelidad y zelo. Era C ó n -
lidad de todo cuanto habia administrado, habiendo sul Filip o el padre de Marcia, y en cierta manera to-
hecho de ellas dos c o p i a s , ninguna se salvó, pues da la dignidad y poder de esta magistratura se tras-
que trayendo la una un liberto suyo llamado Filar— ladaron á Catón, no siendo menor el respeto que el
guro, que dió la vela desde Cencris, hizo naufragio, colega 1 tributaba á Catón por su virtud, que el que
y la perdió junto con el equipage. Trajo la otra el Filipo le tenia por razón del deudo.
mismo hasta C o r f ú , en cuya plaza se aposentó; y Vuelto en esto Cicerón del destierro á que fue
habiendo los marineros p o r el frió encendido muchas enviado por Clodio, recobró desde luego gran poder;
hogueras aquella noche, se quemaron las tiendas, y y por fuerza quitó y recogió del capitolio las tablas
el cuaderno desapareció. L o que es para tapar la b o - tribunicias que Clodio habia escrito y colocado en
ca á los enemigos y calumniadores de Catón, pudie- e'l, en ocasion de hallarse este ausente. Congregóse
ron bastar los de la servidumbre del Rey que vinie- con este motivo el Senado, y acusándole Clodio, dijo
ron á Roma: asi por o t r o lado es por donde este su- Cicerón , que habiendo sido ilegítimo el nombramien-
ceso incomodó á Catón ; pues no se habia esmerado to ele Clodio para el tribunado, debia anularse é in-
en las cuentas para acreditar su fidelidad, sino que validarse todo cuanto por él se habia hecho y p r o -
queria dejar á los demás un ejemplo de exactitud; y puesto ; mas opúsosele Catón, quien por fin, levan-
la fortuna lo castigó. tándose, manifestó que ciertamente no tenia por sa-
Súpose en Roma q u e iba á llegar con las naves, ludable y útil ninguna de las providencias dictadas
y todos los magistrados y sacerdotes , todo el Senado por Clodio; pero qué si hubiera quien anulase todo
y una gran parte del pueblo salieron rio abajo á en- lo que hizo siendo tribuno, vendría á anularse tam-
contrarle, de manera q u e una y otra orilla estaba
llena de gente, y en el concurso y el regocijo no era * Este colega de Filipo era Léntulo Marcelino.
Q 2
244 CATON EL MENOR. CATON EL MENOR. 24y
bien su administración en Chrpre, y no habria. sido micio, que bajaba muy de mañana con hachas al cam-
legítima su misión como decretada por un magistrado po Marcío: y el primero de los que alumbraban fue
ilegítimo: fuera d e que la elección de Clodio no ha- herido, y cayó muerto; fuéronlo también otros des-
bia sido contra l e y , pues que permitiéndolo esta, ha- pues de este, por lo que huyeron todos á excepción
bía pasado del estado de los patricios á una familia de Catón y Domicio; porque á este lo detenia C a -
plebeya; y si fue un mal magistrado como otros, lo tón aunque herido en un brazo, y le exortaba á per-
que habia que hacer era obligarle á dar razón de manecer y no abandonar, mientras tuvieran aliento,
sus injusticias, y no anular la autoridad que en na- aquel combate por la libertad contra los tiranos; los
da habia faltado. D e resultas de esta contienda se e n o - cuales ya no dejaban duda sobre el modo con que
jó Cicerón con C a t ó n , y estuvo por mucho tiempo usarían de su autoridad, cuando se encaminaban á
interrumpida suamistad; pero al fin mas adelante se ella por medio de tales violencias é injusticias.
reconciliaron. No arrostró Domicio el peligro, sino que se re-
Sucedió despnes de esto que Pompeyo y Craso, tiró á casa, y con esto fueron elegidos Cónsules Pom-
habiendo ido á visitar á César que habia pasado los peyo y Craso; mas Catón no se dio á partido, sino
Alpes, acordaron con este que pedirían juntos el se- que se presentó á pedir la pretura, queriendo tener
gundo consulado; y posesionados de él, harían d e - un apoyo para- las contiendas con aquellos, y hacer
cretar para César la prorogacion del mando para otro frente á unos magistrados no siendo un mero parti-
tanto tiempo, y para sí mismos las mejores provin- cular. Temiéronlo aquellos, y también el que la pre-
cias con los fondos y tropas correspondientes. Lo que tura servida por Catón competiría con el consulado;
venia á ser una conjuración para el repartimiento del asi lo primero que hicieron fue congregar el Senado
imperio, y la disolución de la república. Habia m u - repentinamente y sin noticia de muchos, é hicieron
chos de los mas distinguidos ciudadanos que pensa- decretar que los que fueran elegidos pretores, al ins-
tante entraran en egercicio y no aguardaran al tiem-
ban presentarse á pedir el Consulado; pero á todos
po señalado por la l e y , dentro del que han de i n -
los demás que vieron entre los candidatos les h i -
tentarse las causas contra los que sobornan al pueblo.
cieron retirarse; solo á Lucio Domicio , casado con
Despues, preparado ya por este decreto que queda-
Su hermana P o r c i a , le persuadió Catón que no d e -
ran libres de responsabilidad, promovieron á la pre-
sistiese de la contienda, la cual no era por la ma-
tura á sus dependientes y sus amigos, dando ellos
gistratura , sino por la libertad de los Romanos; el dinero, y presenciando por sí lps votaciones. Sin
y entre la parte todavía sana y prudente de la ciu- embargo á todo esto se sobreponía la virtud y la o l 0 -
dad corría la v o z de que no era cosa para descuidar ria de Catón; de manera que muchos de vergüenza
el que, reuniéndose el poder de Craso y de Pompe- reputaban por cosa terrible hacer traición á Catón
y o , se hiciera su mando enteramente insufrible, sino con sus votos, siendo un hombre á quien la repúbli- "
que debia trabajarse paraescluir al uno, sobre loque ca debería comprar para pretor; y como la primera
acudian á Domicio excitándole y dándole ánimo; por- tribu llamada.á votar lo hubiese ya nombrado, de
que se le agregarían muchos votos de los que calla-? repente salió Pompeyo con la ficción de que se h a -
ban por miedo. M a s como recelasen esto mismo Pom- bia oído un trueno, y disolvió vergonzosamente la
peyo y los s u y o s , tenían armadas asechanzas á D o -

/
junta, porque lo tenían á mal agüero, y nada acostum-
braban á establecer cuando había estas señales del ministro le echó mano, y lo puso fuera de la plaza;
mas no bien lo hubo dejado, cuando regresó otra vez
cielo. Tuvieron pues tiempo para emplear mas me-
para subir á la tribuna, clamando é implorando el
dios de corrupción, y alejando del campo á los m e -
auxilio de los ciudadanos. Repitióse esto muchas v e -
jores ciudadanos, hicieron que á la fuerza fuese p r e -
ces , é incomodado Trebonio mandó que le conduje-
ferido Vatinio á Catón. Dícese que visto esto, los
ran á la cárcel; pero era mucha la gente que llevaba
que habian dado sus votos c o n ilegalidad é injusticia,
tras sí, y á la que dirigía la palabra andando como iba;
al punto se marcharon á manera de fugitivos; y que de manera que Trebonio temió, y lo dejó ir libre; y
formando junta un tribuno con los demás que habian de este modo consumió Catón aquel día. En el siguien-
quedado, y que manifestaban su indignación, se pre- te intimidando á unos ciudadanos, ganando á otros
sentó Catón en ella, y c o m o si fuera inspirado de con gracias y dádivas, conteniendo con las armas d
un Dios, les predijo los males que iban á venir s o - tribuno Aquilio para que no saliera de la curia,
bre la república, é inflamó á los ciudadanos contra echando fuera de la plaza á Catón que gritaba haber-
Pompeyo y Craso, á quienes no podia menos de re- se oido truenos, é hiriendo á no pocos de los que a l -
morder la conciencia sobre tales atentados; y asi era gunos murieron, asi fue como á fuerza sancionaron
que en su modo de conducirse acreditaban cuanto te- la l e y ; tanto que muchos, retirándose de alli llenos
mían que si Catón era nombrado pretor habia de aca- de ira, empezaron á derribar al suelo las estatuas de
bar con ellos. Finalmente, al retirarse á casa le acom- Pompeyo; pero pasando alia Catón, los contuvo.
pañó mucho mayor gentío que á todos los pretores Cuando despues en favor de César se propuso otra
juntos. ley sobre sus provincias y sus ejércitos, ya no se
Como propusiese C a y o Trebonio ley sobre el dirigió Catón al pueblo, sino al mismo Pompeyo, á
repartimiento de las provincias entre los Cónsules, re- quien, poniendo por testigo á los dioses, dijo: Que
ducida á que, teniendo el uno la España y el Africa habiendo tomado sobre sus hombros á César, por lo
bajo sus órdenes, y el o t r o la Siria y el Egipto, h i - pronto no lo sentia; pero cuando empezara á pesar-
le y á sucumbir bajo la carga, no siéndole ya posi-
ciera la guerra, y sujetaran á los que quisiesen, dis-
ble ni echarle en el suelo, ni llevarlo, se dejariacaer
poniendo de las fuerzas de mar y tierra, los demás
con él sobre la república, y entonces se acordaría de
ciudadanos miraron como inútil el oponerse y tratar
las exhortaciones de Catón, reconociendo que no t e -
de impedirlo, y asi ni aun quisieron contradecir; p e -
nían menos de provechosas para el mismo Pompeyo,
ro Catón, antes que el pueblo pasase á votar, subió á
que de honestas y justas. Muchas veces o y ó P o m p e -
la tribuna, y manifestando estar determinado á h a - y o estas reconvenciones; pero no hizo caso de ellas,
blar, con dificultad le concedieron dos horas de tér- porque su felicidad y su poder le hadan creer que
mino para ello. D i j o , manifestó y profetizó muchas César no podria hacer mudanza.
cosas, en lo que consumió el tiempo, y ya no le
dejaron hablar mas, sino que como se detuviese en la Nombrado pretor Catón para el año siguiente,
tribuna, fue alia un ministro y le sacó de ella. Paróse no pareció haber añadido á esta magistratura, con
abajo, y continuó gritando ante muchos que le escu- desempeñarla bien, tanta magestad y grandeza como
chaban , y se mostraban indignados; y otra vez el le rebajó, degradándola en cierta manera, con pre-
sentarse en el tribunal muchas veces descalzo, y sin CATON EL MENOR. _ 249
ropilla, y juzgar de esta manera las causas capitales de soborno perdiera su dinero. Convenidos en esto
de varones esclarecidos; y aun algunos dicen que nombran depositario, arbitro y testigo á Catón, y
despues de la comida, y de haber bebido en ella, llevando el dinero se lo presentan; mas al fin o t o r -
despachaba y daba audiencia; pero esto no es cierto. gan una escritura á su favor, porque quería mas bien
Corrompido el pueblo con los sobornos por aquellos admitir fianzas que encargarse de aquellas sumas.
Cuando vino el dia de la elección se puso Catón al
que codiciaban las magistraturas, en términos que mu-
lado del tribuno que la presidia; y atendiendo á la
chos miraban el recibir dádivas como un egercicio usual
votaeion, descubrió que uno de los del depósito se
quiso cortar esta enfermedad de la república, y p a r á
había valido de malos medios, y mandó que su d e -
ello persuadió al Senado que se diera un decreto, en el
jd osito se adjudicara á los otros; pero ellos, celebran-
que se previniese que los nombrados á las magistratu- '
do y admirando su rectitud, condonaron la multa;
ras, aunque nadie los acusase, ellos mismos se presen- teniendo ; por bastante satisfacción del agravio la que
taran en el tribunal á responder bajo juramento de la habían recibido. Mas Catón con esto mortificó á los.
pureza de su eleccipn. Produjo este establecimiento demás ciudadanos principales, y se atrajo grande en-¡
gran desazón en los que pretendían las magistraturas, vidia, como que se abrogabá las facultades del Sena-
y mayor todavía en la multitud corrompida y c o m - d o , del tribunal y de los magistrados; y es que la
prada: asi luego que por la mañana se presentó Catón fama y opinion de justo expone mas á la envidia
en el tribunal^ acudieron en gran número, y empeza- que la de ninguna otra virtud, á causa de que da p o -
ron a gritar, a decirle improperios y á tirarle piedras, der y confianza para con la muchedumbre; pues no
de manera que huyeron todos del tribunal, y él mismo solo le honran como á los esforzados, y le admiran
atropellado y arrastrado por la muchedumbre, con como á los prudentes, sino que á los justos los aman,
dificultad pudo ocupar la tribuna. Allí puesto en pie á ellos se entregan, y en ellos confian: y de aquellos-
con lo fiero y terrible de su aspecto , calmó inme- á los unos les temen y de los otros se recelan. Fuera
diatamente el tumulto y apaciguó la gritería ; y h a - de esto el mérito de aquellos creen que es mas de
biendo dicho lo que al caso cuadraba, se le o y ó en si- constitución física que de la voluntad, graduando la
lencio y del todo se desvaneció el alboroto. Como prudencia de prontitud deingenio, y la fortaleza de-
el Senado con este motivo le alabase; pues y o , res- robustez del ánimo; y no necesitándose mas para ser
pondió, no os alabo á vosotros, que estando en p e - justo que querer serlo, se avergüenzan los hombres
bgro el pretor lo habéis abandonado, y no lo habéis dé" la injusticia, como de un vicio qué no admite
defendido. En esto la situación de cada uno de los disculpa. •.
que pedían las magistraturas era sumamente perple-
Hacían por tanto la guerra á Catón todos los pro-
ja y dudosa; t e n i e n d o sobornar y temiendo no fue-
ceres como reprendidos, por su conducta ; y Pompe-
ra que por ejecutarlo l o s otros no saliera con su pre-
y o , que en la gloria de aquel creía ver la ruina de
tensión. Juntáronse pues, y les pareció lo mejor que
su poder, andaba siempre buscando personas que le
depositando cada uno ciento veinte y cinco mildrac-
desacreditasen; de los cuales era uno Clodio, el D e -
mas pidieran todos l a magistratura por los medios
magogo, que unido otra vez con Pompeyo, levanta-
honestos y justos; y aquel que delinquiera, y usara
ba el grito contra .Catón, diciendo que en Chipre ha-
bia ocultado grandes cantidades, y que tenia guerra
declarada á Pompeyo , porque habia tenido á menos mano; y descubriendo aquel mal manejo, hizo anu-
lar la elección por medio de los tribunos de la p l e -
casarse con su hija. Mas Gaton contestaba que habia
be. Nombrado despues edil, Catón fue quien aten-
recogido en Chipre para la república, sin que se le
dió á todo lo que era del cargo de esta magistra-
hubiese dado ni un caballo, ni un soldado, tanto cau-
tura, y quien ordenó los espectáculos en el teatro,
dal , cuanto no habia traido nunca Pompeyo de tan-
dando á los de la escena coronas no de o r o , sino de
tas guerras y triunfos , habiendo revuelto el mundo,
acebuche, como en Olimpia; y los presentes no fue-
i que nunca habia pensado contraer afinidad con es- ron costosos, sino que á los Griegos les dió zanaho-
t e , no porque no le creyese muy digno, : sino por rias, lechugas y rábanos, y peras; y á los Romanos
ser de distinta opinion y conducta en la adminis- jarros de vino, tocino, higos, cohombros y haces de
tración de los negocios públicos. «Porque y o , dijo, leña. Lo extraño y barato de estos presentes para unos
»habiéndoseme dado el mando de una provincia pa- fue motivo de risa, y para otros de placer, viendo que
» ra despues de la pretura , la he renunciado; pero la austeridad y rigor de Catón recibía ya alguna mu-
» aquel toma y retiene para sí unas, y otras las da á danza hacia la blandura y festividad. Por fin m e z -
» l o s de su partido; y ahora ha' prestado una fuérza clándose Favonio entre la muchedumbre, y sentado
»»de seis mil legionarios á César para la guerra de entre los demás concurrentes, aplaudía á Catón, y
» la Galia. Y éstas'-tropas ni os las- pidió á vosotros, gritaba que recompensara y honrara á los que se dis-
» n i ahora las ha enviado c o n vuestro consentimien- tinguían : asi uniéndose con los espectadores en estas
wto ; sino que fuerzas tan considerables,.las armas y demostraciones daba bien á entender que habia cedi-
» l o s caballos son obsequios y retribuciones de unos do á aquel todas sus facultades. En el otro teatro el
»particulares. Tiene los títulos de Emperador y colega de Favonio Curion daba sus juegos Con gran
» General; pero los ejércitos y las provincias las da lujo; pero los espectadores lo abandonaban y se p a -
» á otros, y él se está de asiento.en la ciudad, pre-. saban allá, para celebrar á Favonio, que hacia el
»»parando tumultos para los Comicios de elecciones y papel de particular; y á Catón, que representaba el
«continuos alborotos, con los que no se nos oculta de presidente del espectáculo. Condújose de esta m a -
» q u e quiere abrirse camino á la dominación p o r m e - nera para quitar importancia á estos cuidados, y ma-
»> dio de la anarquía." nifestar que las cosas de juego se han de tomar por
lo que son, y se han de desempeñar con cierta gra-
Asi se defendió Catón d e las acriminaciones de cia y naturalidad, mas bien que con suntuosos gas-
Pompeyo. Habia un Marco Favonio , amigo y apa- tos y aparatos, poniendo gran diligencia y esmero
sionado suyo, por el modo con que se refiere haber- en cosas que no lo merecen.
lo sido Apolodoro Falareo del antiguo Sócrates; y
le inflamó y conmovió este discurso, no ligera y blan- Presentáronse de allí á poco á pedir el consula-
damente, sino en términos d e hacerle salir fuera de do Escipion, Hipseo y M i l o n ; y como empleasen
sí como un embriagado ó un loco. Este pues pedia no solo las injusticias conocidas y a , y puede decirse
en una ocasion el cargo de e d i l , é iba de vencida; ingénitas, á saber, la corrupción y los sobornos; s i -
pero hallándose presente Catón observó que todas las no las armas, las muertes y todo género de violen-
tablillas de los votos estaban • escritas de una misma c i a , precipitando la república temeraria y osada-
mente en la guerra c i v i l , deseaban algunos que pre- CATON EL MENOR. 253

sidiese P o m p e y o los Comicios; á lo que al principio cumplió como lo dijo. Porque en primer lugar, es-
se opuso Catón d i c i e n d o : que no habia de venirles tableciendo Pompeyo nuevas multas y graves penas
por Pompeyo la seguridad á las leyes, sino por las contra los que habian sobornado al pueblo, le advir-
leyes á P o m p e y o : pero prolongándose la anarquía tió que no debia volverse sobre lo pasado, sino pre-
por largo tiempo, y teniendo sitiada la plaza p ú - caverse lo futuro; pues por una parte no seria fácil
blica á cada momento tres eje'rcitos, de modo que fijar el término donde había de pararse la averigua-
ción de los anteriores yerros; y por otra, si se i m -
estuvo en muy p o c o el que este mal no se hiciese ir-
ponían nuevas penas á los crímenes pasados, seria c o -
remediable, juzgó conveniente que en aquella extre-
sa muy dura que los reos fuesen castigados según una
ma necesidad se pusiese la república por voluntario
ley que no habian traspasado ó violado. Ocurrió en
lavor del Senado en manos de Pompeyo, y que
segundo lugar que habiendo de ser juzgados muchos
usando entre los remedios ilegales del mas suave p a -
varones ilustres, algunos de ellos amigos ó deudos de
ra curar el mayor de los trastornos se recurriera al Pompeyo , como viese á este que en muchas cosas c e -
mando de ^uno s o l o , , antes que estarse esperando á día y se doblaba, le respondió y corrigió con ve-
que la sedición terminase en tiranía. Manifestando hemencia. Mas prohibió el mismo Pompeyo por una
pues Bíbulo, que era deudo de Catón,.su dictamen ley los elogios que por costumbre se hacian de los
en Senado, d i j o , que convenia elegir por único procesados; y habiendo escrito el elogio de Muna-
Cónsul á P o m p e y o : porque ó la república se man- cio Planeo, lo dió para leerlo durante el juicio; y
tendría estando él al frente, ó á lo menos servirían Catón, poniéndose las manos en los oídos, porque se
al que parecia mas digno. Levantóse en seguida C a - hallaba de juez, se opuso á que se leyera. Planeo lo
tón , y cuando nadie lo esperaba elogió este pensa- rehusó, y excluyó del número de sus jueces despues
miento , y fue su parecer que cualquiera gobierno de pronunciados los informes; mas sin embargo fue
era preferible á la anarquía; y que esperaba que Pom- condenado. En general para los reos era Catón un
peyo gobernaria rectamente, y conservaría la repú- objeto de gran duda y perplejidad; porque ni que-
blica que se acogía á su virtud. rían tenerle por juez, ni se atrevían á recusarlo: pues
no pocos fueron condenados, porque se creyó que •
Nombrado Cónsul de
el huir de Catón nacia de que no confiaban en su
este modo Pompeyo rogó
propia justicia; y algunos les echaban en cara sus
á Catón que pasara á verle á los arrabales; y habién-
enemigos, como un gran baldón, el no haber queri-
dolo este ejecutado asi, le recibió con el mayor aga-
do tener por juez á Catón cuando le habia tocado.
sajo alargándole la diestra, y abrazándole. Mostró-
sele despues agradecido, y le pidió que fuera su c o n - César, aunque muy embebido en la guerra de la Ga-
sejero y asesor en el desempeño del cargo; pero C a - lia, y muy entregado á las armas, nodejába de ade-
tón le respondió: que ni lo pasado lo habia dicho lantar en su intenro de ganar poder en la ciudad por
por agraviarlo, ni lo presente por hacerle obsequio, medio de presentes, de sobornos con dinero, y de
sino todo en bien y servicio de la república; y que los manejos de sus amigos, acerca de lo cual ya las
en particular le daria consejo cuando lo llamase; pe- amonestaciones de Catón habian hecho volver á Pom-
ro en público no aguardaría á ser llamado ó rogado, p e y o de la incredulidad que antes le hacia tener este
sino que francamente diría lo que entendiese; y lo
CATON EL MENOR. 2JJ
peligro por un sueño; pero como sin embargo estu- correspondiente afabilidad; y de que para en » d e -
viese todavía lleno de pereza é irresolución, para lante cedió y a , y se dió por vencido, cuando res-
contrarestarle y contenerle se movió Catón á pedir pecto de la pretura desairado una vez, volvió sin em-
el Consulado, porque ó le quitaría las armas á Ce'sar, bargo á pedirla despues. Mas á esto decia Catón que
ó pondría de manifiesto sus asechanzas. Sus c o m p e t i - en la pretura habia sufrido repulsa, no por la volun-
dores ambos tenian favor: Sulpicio, uno de ellos, tad de la muchedumbre, sino porque esta habia sido
debía en gran parte sus aumentos en la república á la violentada ó corrompida; pero en la votacion para
gloria y al poder de Catón: asi creia que en esta o c a - el consulado, no habiendo intervenido fraude nin-
sion faltaba á la honradez y al agradecimiento-; pero uno, habia conocido que el pueblo era el que le
Catón no se daba por o f e n d i d o ; porque ¿ qué hay abia repudiado á causa de su tenor de vida; y que
que maravillar, decia, el que uno no ceda á otro lo ni el mandarlo, según el capricho ageno, ni el vol-
que tiene por el mayor de los bienes? Mas en este ver otra vez á ponerse en el mismo caso, habiendo
mismo tiempo hizo decretar al Senado que los que de usar del mismo porte, era propio de un hombre
pedian las magistraturas hubieran de hacer por sí mis- de juicio.
mos los obsequios al pueblo , y no por medio de otros, César, habiendo acometido á naciones belicosas
ni interponer quien hiciese ruegos; con lo que aun y esforzadas, y vencídolas, cuando era de temer otra
irritó mas á la muchedumbre, pues que quitándoles, cosa, pareció que hecha paz con los Germanos h a -
no solo el recibir p r e c i o , sino aun el hacer favor, bia caido sin embargo sobre ellos, y habia acabado
dejaba al mismo tiempo á la plebe pobre v desaten- con trescientos mil; y como los demás del Senado
dida ; y como no siendo por su caracter propio para fuesen de opinion que debían hacerse sacrificios por
agasajos y obsequios quisiese mas conservar la digni- la buena nueva, Catón propuso que César fuese e n -
dad y decoro de su conducta que ganar el cargo, no tregado á los que habían recibido aquella injusticia,
haciendo por sí, ni dejando que hiciesen sus amigos para no atraer sobre sus cabezas la venganza divina,
las demostraciones recibidas, con las que se capta y ni exponer á ella á la república; y si hemos de sa-
gana la benevolencia del p u e b l o , fue desairado en su crificar á los dioses, dijo, sea para que no hagan
, pretensión. caer sobre los soldados la pena debida á la locura y
furor de su General, sino que tengan compasion de
Solía un suceso de esta especie causar ademas del
la ciudad. De resultas de esto César escribió al Sena-
rubor que es consiguiente gran abatimiento y duelo
do una carta, que contenía muchos improperios y
por muchos dias,no solo á los mismos desatendidos, acriminaciones contra Catón; y luego que se levó,
sino á sus amigos y deudos; pero Catón lo llevó con levantándose este, no con enfado , ni con acalora-
tal entereza, que ungido se puso á jugar á la pelota miento, sino usando del raciocinio, como si aquel
en el campo Marcio, y despues de comer bajó otra fuera un discurso preparado , demostró que las i n -
vez á la plaza descalzo y sin ropilla, como lo tenia culpaciones hechas contra él no eran sirio injurias
de costumbre, y se paseó c o n los que siempre eran y burlas, reducido todo á puras chocarrerías y p a -
sus compañeros. Culpábale Cicerón de que cuando labras vanas: y pasando despues á las ideas y cona-
la república necesitaba de un hombre como él no tos de aquel, desde el principio puso de manifiesto
hizo la debida diligencia, ni usó c o n el pueblo de la
2f6 CATON EL MENOR,
todcs sus designios, no como enemigo, sino como sí CATON EL MENOR. 257
fuera socio y participante de ellos, haciendo ver á grandes males el hacerlos César. Pompeyo pues, no
los Romanos que á este era, y no á los hijos de los teniendo tropas prontas, ni viendo gran decisión en
Germanos, ó los Galos, á quien si tenian juicio ha- los soldados que acababa de reclutar, se salió de>
bian de t e m e r ; con lo que de tal modo los movió é Roma: y Catón , que tenia resuelto seguirle y acom-
inflamó, q u e á los amigos de César les pesó de que pañarle, á su hijo menor lo envió-á Brecios á poder
se hubiera leido en el Senado una carta, que habia de Munacio, conservando el mayor á su lado. Aten-
dado á Catón materia y oportunidad para tan vigo- diendo pues al cuidado de su casa, y de sus hijas que
roso discurso, y para acusaciones verdaderas. Asi na- se lo rogaban, volvió á recibir Otra vez á su muger
da se decretó, y solo se echó la especie de que seria Marcia, que habia quedado viuda cón cuantiosos bie-
nes, porque Hortensio ásu fallecimiento la habia de-
bien dar sucesor á César. Repusieron á esto sus ami-
jado por heredera. Este fue para César uno de los
gos que también Pompeyo deberia deponer del mis-
principales capítulos de acriminación y difamación
mo modo las armas y dejar las provincias, ó de lo
contra Catón, atribuyéndole en este hecho miras de
contrario tampoco habria de egecutarlo César; y al-
codicia y de bajo Ínteres: »»¿porque á qué p r o p ó -
zando entonces la voz Catón, les dijo estar ya su-
»»sito, decía, despachar la muger cuando la habia
cediendo lo que les tenia pronosticado, pues que C é - »menester á su lado, y volverla á recibir despues
sar abiertamente usaba de violencia, empleando una »cuando no la necesitaba, si desde el principio no
fuerza que habia conservado con engaños, y hacien- »»pasó aquella mugerzuela á poder de Hortensio c o -
do mofa de la república; pero á la parte de afuera »»mo un c e b o , para darla joven, y volver á reco-
nada adelantó, estando el pueblo empeñado en e n - »»brarla rica?" Pero á esto se aplican muy oportuna-
grandecer á César; y aunque al Senado lo conven- mente aquellos versos de Eurípides:
c i ó , este tuvo temor del pueblo.
Primero improbaré lo que es un crimen -
Cuando se anunció que César habia tomado á
Decirlo ó suponerlo; ¿ y cuál mas grande : ¿ U Í J
A r i m i n o , y que con su ejército se dirigia contra la Que de cobarde motejar á Alcides ?
ciudad, todos entonces se volvieron á mirar á C a - Porque efectivamente seria lo mismo que motejar á
tón, el pueblo, y Pompeyo, como al único que ha- Hércules de tímido, acusar á Catón de avaro;-y si
bia conocido al principio, y habia manifestado abier- se hizo bien ó mal en tornar á este casamiento', por
tamente cuáles eran las ideas de César; y él les d i - otra parte ha de examinarse; pues inmediatamente
j o : »»Pues si alguno de vosotros, ó ciudadanos, h u - que Catón celebró su segundo matrimonio con M a r -
»»biera dado crédito á lo que siempre estuve pronos- eta, le hizo entrega de su casa y de sus hijas, y él se
»»ticando y aconsejando, ni ahora temeríais á un hom- fue en seguimiento de Pompeyo.
»»bre solo, ni en un hombre solo tendriais vuestras
. ^ « e que desde aquel día ni se cortó el cabello
*» esperanzas." Reponiendo á esto Pompeyo que si
ni se hizo la barba, ni tomó corona, sino que c o n -
Catón habia tenido mas tino profético, él habia obra-
servo hasta la muerte, fuesen vencedores ó vencidos,
d o con mas amistad; aconsejó Catón al Senado que
un mismo tenor de duelo , de aflicción y abatimien-
la suma de los negocios la encomendara á solo P o m - to sobre las calamidades de la patria. Tocóle enton-
p e y o , 'pues era propio de los mismos que causaban ces por suerte la Sicilia, y marchó á Siracusa; cero
TOMO I V . R r
2 <8 GATON EL MENOR, CATON EL MENOR. 259
sabiendo que Asinio P o l i o n , de la facción enemiga, jetado voluntariameute al cuidado, á los viages
había llegado con «tropas á Mesena, le escribió p i - al austero método de vida de Catón ; y sin embargo
diéndole razón de aquel viage. Fuele pedida á su vez César no dejó a pretesto de la hermana de lanzar
por Polion de la mudanza hecha en las cosas de la dicterios contra Catón. Parece que los generales de
república, y como al mismo tiempo entendiese que Pompeyo en las demás partes no habian tenido n e -
P o m p e y o dejaba enteramente la Italia, tenia sus rea- cesidad del auxilio de aquel; pero á los Rodios él
les en Dirraquio, prorumpió en la expresión de que fue quien los atrajo con su persuasión; -y dejando en
habia grande error é inconstancia en las cosas d i v i - aquella ciudad á Servilia y al niño, volvió á unir-
nas : pues que habia sido invencible P o m p e y o , mien- se con Pompeyo, que ya tenia un brillante ejército
tras no habia hecho nada saludable y justo; y ahora y una numerosa escuadra. En esta ocasion puso Pom-
cuando quería salvar la patria y combatir por la l i - p e y o bien de manifiesto cuáles eran sus ideas: p o r -
bertad , lo abandonaba su próspera fortuna. Dijo pues que habia resuelto dar á Catón el mando de las na-
que bien tenia fuerzas para arrojar á Asinio de la Si- ves, que las de guerra no bajaban de quinientas;.y
cilia , pero que viniendo en socorro de este mas t r o - los trasportes, las de avisos y barcos rasos no tenian
número; pero habiendo recapacitado luego, ó sido
pas , no quería que la isla se perdiese en aquella guer-
advertido por sus amigos de que para Catón no ha-
ra. Por lo que aconsejando á los Siracusanos que se
bia mas que un punto capital, y era el de libertar á
arrimaran al vencedor y se salvaran , salió de la Si-
la patria de toda dominación, y que por lo mismo
cilia. Llegado donde se hallaba Pompeyo , siempre se
si se ponianá su disposición tantas fuerzas, en el dia
mantuvo en el mismo dictamen de que'no se dieran
que vencieran á César, en aquel mismo trataría de
largas á aquella guerra con esperanzás de que se h i - que Pompeyo depusiera las armas, y se sujetara á
ciese la paz ; y no queriendo que la república que- las leyes, mudó de determinación, sin embargo de
brantada en tan injusta contienda , sostenida contra sí que ya lo habia comunicado á aquel; y nombró á
misma, llegara á lo sumó de los males, encomen- Bibulo^ General de la armada. Mas sin embargo no
dando al hierro la decisión de su suerte. Otros c o n - observó que por eso se hubiese entibiado la amistad
sejos hermanos de este dio á P o m p e y o y á sus ase- de Catón hácia él. Y aun se dice que para una bata-
sores, persuadiéndolos á que se decrétase que ningu- lla ante Dirraquio exhortó Pompeyo á las tropas, y
na ciudad de las sujetas á la República seria saquea- quiso que cada uno de los generales les dirigiese la
d a , ni ningún Romano muerto fuera de las filas; lo palabra para inflamarlos; y egecutado así, los"solda-
que le grangeó gran reputación , y atrajo á muchos al dos los escucharon en silencio, y sin hacer el menor
partido de P o m p e y o , conducidos de su equidad y movimiento; pero hablándoles Catón despues de t o -
mansedumbre. dos de los objetos propios del momento, seo Un lo
-Enviado al Asia para que ayudara á los que es- que acerca de ellos enseña la filosofía, de la libertad
taban encargados de allegar naves y gente, llevó c o n - y la virtud, de la muerte y de la gloria, mostrándose
sigo á su hermana Servilia, y á un hijo pequeño que interiormente conmovido, y habiendo vuelto al c o n -
esta habia tenido de Lúculo, porque le habia segui- cluir su discurso á la invocación de los dioses, como
que se hallaban presentes, y eran testigos de aquel
d o . , logrando con esto borrar en gran parte la nota
«de su inmoderada conducta, pues que se habia s u -
R 2
2ÓO CATON EL MENOR. que los abandonaban, y que el primero en quien iba
combate, levantóse tal gritería, y fue tan grande la á poner las manos era Cicerón, lo amonesto en se-
conmocion del ejército, que todos los caudillos, lle- creto, y logró templarle; con lo que a Cicerón segu-
nos de las mayores esperanzas, corrieron denodados ramente lo l i b e r t ó l e la muerte, y á los demás les
al peligro. Cuando llevaban derrotados y batidos á
proporcionó seguridad. .
los enemigos, el genio de César les arrebató el c o m -
Conjeturando que Pompeyo Magno habría ido
plemento de la victoria, valiéndose de la nimia c i r -
á parar al Egipto ó al Africa, dió la vela para unír-
cunspección de Pompeyo y de su sobrada descon-
sele cuanto antes, llevando consigo á todos Jos que
fianza , según que en la vida de este lo tenemos es-
tenia á sus órdenes; pero antes les había manifestado
crito. Alegrábanse los demás, y celebraban este su-
tener permiso para retirarse los que no le acompaña-
ceso; pero Catón lloraba sobre la patria, y malde-
sen de buena voluntad. Llegado al Africa y costean-
cía la funesta y malhadada ambición de mando, por
do por aquel mar se encontró á Sexto, el hijo menor
la que veia á muchos excelentes ciudadanos muertos
de P o m p e y o , quien le anunció la muerte de su p a -
á manos unos de otros. .
dre en el Egipto. Manifestaron pues todos el mayor
Cuando para perseguir á César despues^ de esta sentimiento, y despues de Pompeyo ninguno quería
acción movió Pompeyo hácia la Tesalia, dejó en Dir- ni siquiera oir hablar de otro general que Catón,
raquio gran cantidad de armas, de efectos y de per- hallándose este presente; y por lo mismo Catón, lle-
sonas próximas ó.allegadas, y constituyó por caudi- no de rubor y compasion hácia unos hombres de p r o -
llo y guarda de t o d o á Catón, no dándole sin embar- bidad , que tantas muestras le habian dado de su c o n -
go mas que solas quince cohortes de soldados, por la fianza, no quiso d e j a r l o s solos ni abandonados en país
desconfianza y miedo con que Je miraba; porque sabia extraño ; y encargándose del mando, pasó á Cirene,
que si él era vencido , ninguno le seria mas fiel; mas donde fue admitido sin embargo de que pocos dias
si vencía, no le permitiría sacar de la victoria el par- antes habian excluido de sus puertas á Labieno. H a -
tido que deseaba, como hemos dicho. Otros mu- biéndose informado allí de que Escipion el suegro de
chos varones principales se habian retirado también á Pompeyo habia sido bien recibido del Rey Juba, y
Dirraquio con Catón; y cuando sucedió la terrible que Apio V a r o , designado Pretor del Africa por Pom-
derrota de Farsalia, esta fue la resolución que le pa- peyo , se hallaba con ellos, teniendo fuerzas á su dis-
reció debía tomar: si Pompeyo era muerto, tras- posición , marchó por tierra en la estación del i n -
portar á Italia á los que tenia á su cuidado, y él vierno, conduciendo gran número de acémilas carga-
retirarse á vivir en destierro, lo mas lejos que pu- das de agua, y llevando ademas mucho botín, carros
diera de la tiranía; y si' Pompeyo era salvo , guar- y los que se llamaban psilos, que curaban las m o r -
dar para él aquellas fuerzas. Pasando con esta inten- deduras de las serpientes, chupando con la boca el
ción á Corfú, donde estaba la armada, cedió el man- veneno; y que amortiguaban y adormecian á las
do á Cicerón que habia gozado de la autoridad c o n - mismas serpientes con encantamientos. Fue la marcha
sular, no habiendo él sido mas que Pretor; pero c o - de siete dias continuos, y siempre caminó al frente
mo Cicerón no lo admitiese y diese la vela para Ita- de las tropas, sin usar ni de caballo ni de carruage.
lia, viendo á Pompeyo el menor decidido á castigar Cenaba sentado desde el día en que supo la derrota
con un arrojo y una osadía muy fuera de sazón á los
2 # CATON EL MENOR,
de Farsalia, añadiendo á las demás demostraciones cediendo á los ruegos de los mismos Uticenses, ora
de duelo la de no reclinarse sino para dormir. H a - atendiendo á lo que también deseaba Escipion, tomo
biendo pasado en el Africa el invierno, sacó á cam- á su cargo guarnecer y fortificar aquella ciudad, pa.
paña >us rropas, que eran poco menos de diez mil ra que ni según su voluntad ni contra ella se unie-
hombres. ra á César, pues el país era útil para t o d o , y pro^
Hallábanse en mal estado las cosas de Escipion y veia suficientemente á los que le ocupasen; y aun se
V aro á causa de que por discordias y disensiones hizo mas fuerte entre las manos de Catón. 1 orque
entre sí tenían que lisonjear y hacer la corte á J u - introdujo en ella extraordinaria copia de víveres, y
ba , que sin esto era insufrible por la gran altanería reforzó las murallas, levantando torres y formando
y orgullo que le daban sus riquezas y poder: asi es delante del recinto grandes fosos y estacadas. Dispu-
que habiendo de verse por la primera vez con Catón, so que la juventud de los Uticenses residiese en las trin-
puso su sitial en medio del de este y el de Escipion; cheras, entregándole las armas, y que los demás per-
pero Catón luego que lo v í ó r tomando su sitial, lo maneciesen en la ciudad, cuidando con esmero de que
paso al otro lado, poniendo en medio á Escipion, no no se les causASS la.ipenQr injusticia ni vejación por
obstante que era su enemigo, y habia publicado un li- los Romanos. Remitió á las tropas del campamento
bro en que se proponia difamarle. Mas á esto no lo armas, fondos y víveres, y en general tuvo á Utica
dan ningún valor; y porque en Sicilia paseándose por almacén y depósito de la guerra. El consejo que
tomó en medio á Filostrato en honor de la filosofía, habia dado antes á Pompeyo y entonces á Escipion
por esto le censuran. Entonces pues contuvo á Juba, de que no se entrara en batalla con un hombre aguer-
que casi habia hecho sus Sátrapas á Escipion y á V a r o , rido y temible; sino que se ganara tiempo, porque
y á estos los reconcilió é hizo amigos. Deseaban to- este es el que marchita el vigor de la tiranía, lo m i -
dos que tomara el mando, y Escipion y V a r o f u e - raba también con desprecio Escipion por su vana ar-r
ron los primeros que desistiendo de é l , se lo cedie- rogancia; y aun en cierta ocasion escribió á Catón
r o n ; pero respondió que no quebrantaría las leyes tachándole de cobarde, pues que no contento con
cuando hacian la guerra al que las quebrantaba; ni estarse quieto en una ciudad guardado con murallas,
se antepondría, no siendo mas que Pretor, al que no quería dejar á los demás que según la oportunidad
era Proconsul, porque Escipion habia sido nombra- obraran decididamente como les pareciese. R e p l i -
do Proconsul, y los mas tenian gran confianza de que cóle Catón que estaba pronto á tomar las tropas de
vencerían por el nombre, mandando el Africa un infantería y caballería que habia traído al Africa, y
Escipion. trasportarlas á Italia, haciendo de este modo que C é -
sar los dejase á ellos, y mudando de plan corriera
Luego que Escipion se encargó del mando, quiso en su seguimiento. Mas como también se burlase E s -
por complacer á Juba que se diera muerte sin dis- cipion de este partido, Catón se mostró pesaroso de
tinción á los Uticenses, y que se asolara su ciudad, haberse desprendido del mando: viendo que Escipion
por ser partidaria de César; pero Catón no lo c o n - ni era c a p a z de administrar bien la guerra; ni si c o n -
sintió, sino que clamando y exhortando en la junta, tra toda esperaza le salían las cosas felizmente, habia
é invocando á los dioses, aunque contrabajo, consi- de hacer del poder un uso moderado y legítimo. Por
guió por fin desvanecer tan crueles intenciones, y ora
CATON EL MENOR. 265
Jo m¡smo formó Catón concepto, y asi lo espresó á
con sus caudales, con sus personas y con sus c o n s e -
los que tenia á su lado, de que no se podían tener
jos, los exhortó á no dividirse, formando c a d a uno
buenas esperanzas del éxito de la guerra por la im-
particulares esperanzas, y pensando en huir y salvar-
pericia y temeridad de ios caudillos; pero que si por
se solo; pues si permanecían unidos y en atitud de
una feliz casualidad Cesar fuese derrotado, seria pre-
guerra, César los despreciarla menos, y librarían
ciso no permanecer en Roma, sino huir de la dureza
mejor cuando llegara el momento de haberle d e s u -
y crueldad de Escipion, á quien ya se habian oido ter-
plicar. Dejóles que ellos mismos deliberaran sobre su
ribles y sobervias amenazas contra muchos; pero el mal
suerte, pues ninguno de los dos partidos vituperaría;
vino mas presto de lo que se esperaba, porque á muy
sino que si se mudaban con la fortuna, atribuiría es-
alta noche llegó un correo con tres dias de viage, anun-
ta mudanza á la necesidad; y si se mantenían en su
ciando que habiéndose dado una gran batalla junto á
anterior propósito, exponiéndoseá todo p o r la liber-
i a P * ° ' todo se habia perdido , quedando César due-
tad, no solo los elogiaría, sino que admiraría su vir-
ño del campamento: que Escipion y Juba habian
tud , presentándose á ser su caudillo y c o m p a ñ e r o de
Huido con muy pocos, y las demás fuerzas habian
armas hasta tener el último desengaño de la patria,
perecido.
que no era Utica, ni Adrumeto, sino R o m a , la cual
A tales nuevas, como es natural en medio de una muchas veces de mayores caidas se habia levantado
guerra, y siendo recibidas de noche, la ciudad casi á superior grandeza: que todavía les quedaban m u -
perdió el juicio, y no podia contenerse dentro de las chos auxilios para su salud y seguridad , siendo el
murallas; pero recorriéndola Catón, detenia á los mayor de todos el hacer la guerra á un h o m b r e lla-
que pugnaban por salir, y consolaba á los que se mado á un tiempo á muchas partes; pues la España
mostraban abatidos, disipando el terror y la turba- se habia pasado al partido del hijo de P o m p e y o , y
ción del miedo con decir que quizá no habria sido Roma, no acostumbrada al freno, no solo n o lo r e -
tanto, y que la relación seria exagerada; con lo que cibía, sino que se enfadaba é irritaba c o n t r a toda
mudanza ; y finalmente que no debía huirse el peli-
logro sosegar el tumulto. Por la mañana muy tem-
gro, pudiendo tomar lección del mismo enemigo,
prano echó un pregón para que acudieran al templo
que ponia á riesgo su vida por las mayores violencias
de Júpiter los trescientos que le servian de Senado,
é injusticias; y no como ellos para quienes la incer-
siendo ciudadanos Romanos ocupados en el Africa
tidumbre de la guerra habia de terminar , 0 en la v i -
en el comercio y en el cambio, y con ellos los Sena-
da mas dichosa y feliz si eran vencedores, 6 en la
dores que allí se hallaban y los hijos de estos. Mien- mas gloriosa muerte si eran vencidos. Mas c o n todo
tras se reunian se presentó con semblante inalterable concluyó con que ellos por sí mismos debian resol-
y sereno, como si no hubiera ninguna novedad, y se ver, haciendo votos porque su determinación t u v i e -
puso á leer un cuaderno que tenia en la mano, que ra el próspero fin que correspondía á su anterior v i r -
era el inventario de los objetos preparados para la tud y patriotismo.
guerra, armas, víveres, arcos y soldados. Cuando
ya estuvieron juntos, empezando por los trescientos, Dicho esto por Catón, en alsunos habia h e c h o su
y tributando grandes alabanzas al zelo y fidelidad discurso el efecto de inspirarles confianza; p e t ° l o s
que habian mostrado, siendo de grandísimo recurso, mas, olvidados puede decirse al ver su i m p a v i d e z ,
266 CATON EL MENOR.
CATON EL MENOR. 267
su grandeza de alma y su humanidad, de los peligros
de aquella situación, teniéndole á él solo por su cau- hablando luego unos con otros, el miedo de César po-
dillo, invicto y superior á todos los casos de la f o r - diamas que el respeto á Catón y á la virtud. Porque
tuna , le rogaban que dispusiera de sus personas, de ¿quiénes somos nosotros, decían, y quién es aquel
cuyas órdenes rehusamos obedecer ? ¿ N o es aquel mis-
sus intereses, de sus armas, como le pareciese; por-
mo César á quien se ha transferido todo el poder de
que mas querían morir puestos en sus manos, que
los Romanos ? De nosotros ninguno es ni Escipion,
salvarse haciendo traición á tan encumbrada virtud.
ni P o m p e y o , ni Catón. ¿ Y en un tiempo en que to-
Propúsose por uno de los concurrentes que podria
dos desatienden lo conveniente y justo por el mie-
ser oportuno decretar la libertad de los esclavos; y
do , en este mismo, defendiendo nosotros la libertad
conviniendo los mas en ello, dijo Catón que no c o n - de los Romanos, haremos la guerra desde Utica á
sentiría en que tal se hiciese, porque no era justo ni aquel mismo de quien huyó Catón con Pompeyo,
conforme á las l e y e s ; y solamente ahorrándolos sus dejándole dueño de la Italia ? Y daremos libertad á
dueños, recibiría á los que se hallasen en edad de t o - nuestros esclavos contra César, cuando nosotros mis-
mar las armas. Hiciéronleen seguida muchas ofertas, mos no tendremos otra libertad que la que él quiera
y diciendo que los que quisieran se suscribieran en dejarnos? Miserables de nosotros, lo mejor es que
un registro, se retiró. Llegáronle de alli á poco c a r - conociéndonos en tiempo, aplaquemos al vencedor y
tas de Juba y Escipion; de los cuales aquel, que se le enviemos rogadores. Asi pensaban los mas modera-
había ocultado en un monte con algunos pocos de dos de los trescientos; pero la mayor parte estaban
los suyos, le preguntaba, qué determinaba se hiciese; en asechanza de los Senadores, con ánimo de echar-
porque le aguardaría si pensaba dejar á Utica; y si les mano para templar por este medio la ira de C é -
preferia sufrir un s i t i o , le auxiliaría c o n su ejército; sar contra ellos.
y Escipion, que estaba al ancla en un promontorio
Aunque Catón no dejó de rastrear su mudanza,
no lejos de Utica, le manifestaba que también espe- nada les dijo por entonces; pero escribiendo á Esci-
raba su resolución. pion y Juba que no pensaran en venir á Utica por
Parecióle conveniente á Catón detener á los que la desconfianza que tenia en los trescientos, despa-
habían traído las cartas hasta estar bien seguro de chó los correos. Los de caballería, huidos de la b a -
lo que harían los trescientos: porque los del Sena- talla, que no componían un número despreciable, se
do se mantenían en la mejor disposición, y dando dirigieron á Utica, f enviaron á Catón tres mensage-
al punto libertad á sus esclavos, los habia armado; ros que no venian con un mismo pensamiento, p o r -
pero en cuanto á los trescientos, gente de mar y de que unos querianir á unirse con Juba, y otros agre-
negocios, y cuya riqueza consistía en esclavos por la garse á Catón; y aun habia otros que tenian mie-
mayor parte, en sus ánimos habían permanecido por do de entrar en Utica. Catón, oidos sus mensages,
poco tiempo las palabras de C a t ó n , y muy pronto se dió orden á Marco Rubrio para que estuviera en o b -
habian desvanecido; á la manera de ciertos cuerpos servación de los trescientos, recibiendo sosegadamen-
que reciben fácilmente el calor, y fácilmente se quedan te las subscripciones para la libertad de los esclavos,
sin violentar á nadie; y tomando consigo á los del
fríos retirados del fuego. Asi estos, teniendo cerca á
orden Senatorio, salió fuera de Utica en busca de los
Catón, y viéndole, los inflamaba y acaloraba; pero
268 CATON EL MENOR,
CATON EL MENOR. 269
comandantes de la caballería. Llegado á ellos, les ro-
traron altaneros, diciendo, que si se pensaba en v i o -
gó que no abandonaran á tan esclarecidos Senadores
lentarlos á hacer la guerra áCésar,ni podían nj q U e -
de Roma, ni prefirieran á Juba por su general en com-
rian. Algunos se dejaron caer ciertas expresiones s o -
paración de Carón; sino que juntos se salvaran y los
bre los senadores, y sobre detenerlos en la ciudad
salvasen, entrando en una ciudad que no podia ser
hasta la llegada de César; pero en cuanto á esto h i -
tomada por fuerza, y que tenia víveres y todo géne-
zo Catón como que noJo habiaoido, porque era un
ro de municiones y pertrechos para muchos años.
poco sordo; mas como llegase uno y le dijese que
Rogábanles esto mismo con lágrimas los Senadores, y
los-de á caballo se marchaban, temeroso^ de q u e los
los comandantes fueron á tratarlo con los soldados.
trescientos tomasen alguna cruel determinación con
En tanto Catón se sentó con aquellos en un colladi-
los senadores, se levantó y. partió con los que siem-
to para esperar la respuesta.
pre tenía á su lado ; y viendo que aquellos efectiva-
Llegó en esto Rubrio acusando con grande enfa- mente se habían puesto en.marcha, tomó un caba-
do á los trescientos de estar moviendo una terrible llo y fue á alcanzarlos. Vieron con gran placer que
confusion y alboroto para turbar la tranquilidad, y se dirigíahácia ellos, le aguardaron, y pidieron que
hacer que la ciudad se rebelase. Al oir su relación d e - con ellos se salvase : y se dice que en aquella ocasion
cayeron todos de ánimo, y prorumpieron en lágri- se v.ió á Catón derramar lágrimas, rogándoles por
mas y sollozos; pero Catón procuró alentarlos, y á los senadores, tendiéndoles las manos, y volviendo
los trescientos les envió á decir tuviesen paciencia por las riendas algunos caballos y cogiéndoles las
hasta su vuelta. Vinieron á este tiempo los que ha- armas, hasta que recabó que aguardasen por aquel
bían ido á explorar la tropa de caballería, y sus pro- dia para proporcionar á aquellos seguridad en su
posiciones no eran tan moderadas como hubiera sido fuga., v ; cidscf ; •< j
de desear; porque decían que no necesitaban del suel- Luego que volvió con ellos y puso á unos en las
do de Juba, ni temian á César teniendo por cau- puertas, y á otros les confió la guardia de la ciuda-
dillo á Catón ; pero que encerrarse con los Uticenses, delá, temieron los trescientos que ibaá tomarse ven-
que al fin eran Fenicios y mudables, les parecía co- ganza, de su mudable conducta; por lo que enviaron
sa dura: pues si ahora están tranquilos, decian, á la rogadores á Catón, pidiéndole encarecidamente que
llegada de César se volverán contra nosotros, y nos pasase á oírlos: pero rodeándole los senadores, no se
entregaran traidoramente; asi que quien quiera valer- lo permitían, diciendo que no era razón dejar á su
se de nuestras armas y nuestras personas, eche pri- salvador y protector á la discreción de unos traido-
mero fuera á los Uticenses, ó acabe con ellos, y en- res desleales. Porque á lo que parece todos igualmen-
tonces llámenos á una ciudad purificada de enemi- te cuantos se hallaban en Utica conocían, "deseaban
gos y de bárbaros. Proposiciones bárbaras y feroces y admiraban la virtud de Catón, no quedándoles
parecieron estas á Catón; mas sin embargo respon- duda de que nada habia en sus obras que no fuese
dió templadamente que lo trataria con los trescien- puro y sin doblez. Asi es que un hombre, que m u y
tos; y volviendo á la ciudad, se fue á ver con estos; de antemano tenia resuelto quitarse la vida, se t o -
los cuales no anduvieron buscando pretextos y dis- maba por los otros los mayores trabajos, cuidados y
culpas por respecto á su persona, sino que se le mos- afanes, para poder despues de haberlos sacado á t o -
dos á salvo, sacarse á sí mismo deentre los vivientes, C A T O N EL MENOR. 27I

pues era bien clara sn decisión á darse la muerte, recian de medios. Marco Octavio, que mandaba dos
aunque él no lo dijese. Prestóse pues á los deseos de legiones, vino á poner sus reales cerca de Utica, y
los trescientos despues de haber tranquilizado á los habiendo enviado quien dijese á Catón que deseaba
senadores, y se dirigió solo á ellos: los cuales se le se aclarase quién entre los dos habia de tener el man-
mostraron agradecidos; rogándole que en todo lo de- d o , á él nada le respondió; pero á sus amigos les dijo:
¿ y nos admiramos-cómo se ha perdido la república,
mas se valiera y dispusiera de ellos con entera con-
viendo que la ambición del mando nossiguehasta el
fianza; pero sí no eran Catones, ni tenían el espíritu
borde del precipicio? Noticiósele á este tiempo que
de Catón, compadeciera su debilidad. Dijéronle ade-
la caballéríaiba á partir, llevándose como despojos los
mas que estaban resueltos á enviar quien suplicase á
bienes de los Uticenses, y dirigiéndose precipitada-
César , siendo su principal y primer ruego á favor
mente á ella, quitó aquellos efectos de las .manos á
del mismo; y que sino fuesen atendidos, no admiti- los primeros que encontró, con lo que ya los demás
rían la gracia que se les dispensase, sino que pelea- se dieron priesa á arrojar lo que cada uno llevaba , y
rían por él mientras les durase el aliento. Catón agra- todos de vergüenza continuaron su marcha sin rebu-
deciendo su buena voluntad, dijo que en cuanto á llirse y mirando al sueio. Catón, congregando den-
sí mismos y á su propia salud convenia no perdie- tro de la ciudad á los Uticenses, les pidió en favor
ran tiempo en hacer sus ruegos, mas que por él no de los trescientos, que no irritasen á César contra
pidieran, porque las súplicas son de los vencidos, y ellos, sino que mutuamente se procuraran la salud.
las excusas de los que han agraviado; y é l , no solo Volviendo otra vez á la puerta del mar, estuvo m i -
se habia conservado invicto por toda su vida, sino rando los que se embarcaban, y obsequió y acom-
que habia vencido hasta donde habia querido, ha- pañó á los amigos y huéspedes de quienes pudo rece-
biéndose sobrepuesto á César en las cosas honestas y lar que marcharan. Al hijo no le propuso que se e m -
justas; siendo este el cautivo y el sojuzgado, porque barcase , ni creyó que sería puesto en razón que se
ahora estaban bien claros y manifiestos los crimina- separase del padre. Habia un tal Estatilio, hombre
les proyectos que habia negado tener contra la re- de pocos años todavía, pero que aspiraba á tener una
pública. grande entereza de ánimo, y queria imitar la impa-
sibilidad de Catón. Deseaba pues que este también
Despues de tenida esta conferencia con los tres-
marchase, porque era de los que conocidamente abor-
cientos, se retiró., y dándosele aviso de que César
recían á César; y viendo que se resistia á ello, vuel-
estaba ya en camino con todo su ejército: ¡ o l a , dijo,
to Catón á mirar a Apolonides el Estoico y á D e -
con que nos tiene por hombres! Y vuelto á los sena-
metrio el Peripatético: obra vuestra ha de ser, les di-
dores, les rogó que no se detuviesen , sino que se sal- jo , el desinflamar á este hinchado, y amoldarle á lo
vasen , mientras todavía permanecían allí los de ca- que conviene. Continuó despues en despedir á los d e -
ballería. Cerró las demás puertas, y desde la única mas, dando dinero á los que lo habian menester; y
que daba al mar distribuyó las embarcaciones á los en esto pasó aquella noche y la mayor parte del
que estaban bajo su mando, cuidando del orden que día siguiente.
habían de llevar, precaviendo toda injusticia, disipan-
d o las rencillas, y dando para el viage á los que ca- Lucio César, deudo del otro César, estando pa-
ra partir por diputado de los trescientos, rogaba á
Catón que le formase un discurso elocuente para ha- magistrados de los Uticenses; y la conversación de
cer uso de él en su comision á favor de aquellos; sobremesa fue, con la bebida, erudita y amena, pa-
porque en cuanto á t í , le d i j o , me parece que debo sando de unas en otras pláticas sobre asuntos filo-
tomar las manos de César, y arrojarme á sus pies; p e - sóficos, hasta que la disputa vino á recaer sobre las
ro Catón no permitió hiciera semejante cosa; pues sí que se llamaban paradojas de los Estoicos, tales c o -
mo esta: Que soKfel bueno es libre, y esclavos todos
y o quisiera, le d i j o , que mi salud íitoa una gracia
los malos. A q ú i , como era natural, contradijo el
de César, á mí me tocaba ir á implorarla directa-
Peripatético, i quien replicó con vehemencia Catón,
mente ; mas no quiero tener nada que agradecer á un
y auinexftando el tono y la presteza de la v o z , lle-
tirano en aquello mismo en que es injusto, y no
vó muy lejos el discurso, entablando una maravillosa
puede menos de serlo, salvando como dueño y señor
contienda: de manera que á nadie le quedó duda de
á ios que no era razón dominase; y en cuanto al mo- que su ánimo era poner término á la vida, y librarse
do que se ha de tener en rogar por los trescientos es- de los males que le rodesban. Asi es que acabado el
tá bien que lo examinemos de común acuerdo si te discurso, fue grande el silencio y la tristeza en que
parece. Yióse pues para esto con Lucio, á quien al quedaron todos. Pero observándolo Catón y querien-
tiempo de marchar le recomendó su hijo y sus mas do desvanecer la sospecha, hizo varias preguntas, y
allegados, y despidiéndose de é l , y abrazándole, mostro cuidado sobre el estado de las cosas, temien-
volvió á casa; donde reuniendo al hijo y á los ami- d o , decía, por los que viajaban por el mar y por
bos, les habló de otras diferentes cosas, y les mani- ¡os que caminaban por un desierto falto de asua y
festó que no era conveniente que aquel joven tomara habitado de bárbaros. J

parte en el Gobierno, pues los negocios no permi-


tían que pudiera, haberse de un modo digno de Ca- Levantáronse con esto de la mesa, y habiéndose
paseado con sus amigos, según que de sobrecena lo
tón ; y no siendo asi, seria una afrenta. A la entra-
tema de costumbre, dió á los comandantes de las
da de la noche pasó al b a ñ o , y acordándose mientras
guardias las órdenes que las circunstancias exigían, y
se bañaba de Estatilio, dijo en alta v o z : ¿Has des-
? r etiro á su habitación despues de haberse despedi-
pedido, ó Apolonides á Estatilio, haciéndole bajar
do del hijo, y de cada uno de los amigos, con mas
de su altivez, y se ha embarcado sin siquiera salu-
carino y expresión de lo que acostumbraba. Dando
darme? ¿ C ó d i o , replicó Apolonides? no ha sido p o - otra vez sospechas con esta novedad de lo que tenia
sible por mas que le he hablado, sino que conserva meditado. Entrado que hubo, se encerró, y tomó en
su ánimo erguido é irreducible, manteniéndose en su mano el diálogo de Platón que trata del alma;
que quiere quedarse, y hacer lo mismo que tú hicie- cuando llevaba leida la mayor parte, se volvió á mi-
res. Á esto dicen que Catón se sonrió, y dijo: pues rar encima de su cabeza, y no viendo colgada la es-
bien, eso luego se verá. pada, porque el hijo la habia quitado mientras esta-
Despues del baño cenó con muchos convidados, ba en la mesa, llamando á un esclavo, le peguntó
sentado como tenia de costumbre despues de la ba- quien había tomado la espada. N o le respondió el
talla de Farsaiia, porque no se recostaba sino para esclavo, y otra vez volvió al libro; pero al cabo de
dormir. Eran del convite todos sus amigos, y los p o c o , sin manifestar cuidado ni solicitud, sino h a -
TOMO i y . s
274 CATON EL MENOR.
CATON EL MENOR. 27?
ciendo como que necesitaba la espada, mandó que se
»>á causa de César, le tenga que estar mas agradeci-
la trajesen. La dilación era larga, y nadie parecia:
» d o ? Hasta ahora nada tengo determinado hacer de
acabó pues de leer el libro, y volviendo á llamar á » m í ; pero cuando lo determine, es razón que que-
los esclavos en v o z ya mas alta, les pidió la espada, » de dueño de egecutar lo que resolviere. En cierta
y aun á uno de ellos le dió una puñada en la cara, « manera Voy á deliberar con vosotros, pues que me
lastimándose y ensangrentándose "te mano. Irritóse » he de valer de las razones con que soléis vosotros
entonces sobremanera, y á grandes gritos decia que » filosofar. Idos pues confiados, y decid á mi hijo
el hijo y los esclavos trataban de entregarlc^inerme » que no violente á su padre en aquello que no p u e -
en manos de su enemigo: hasta que el hijo roTrió llo- »»de persuadirle.''
rando con los amigos, y echándose á sus pies, se la-
Nada respondieron á esto Apolonides y Deme-
mentaba y le hacia los mas tiernos ruegos. Levantán- trio, sino que se salieron llorando. V i n o en esto uri
dose entonces Catón y mirándole i n d i g n a d o : » ¿ Cuán- mozuelo, trayéndole la espada, y tomándola en la
wdo ó c ó m o , le d i j o , he dado y o motivo sin saber- mano la desenvainó y reconoció; y al ver que c o n -
» l o para que se crea que he perdido el juicio? N a - servaba la punta y el filo, diciendo, ahora soy mió,
»> die me amonesta y corrige por haber tomado a l - puso á un lado la espada, y volvió á leer en el libro •
»> guna desacertada disposición, ¿ y se me quiere p r o - diciéndose que lo pasó todo dos veces. Despues se
»»hibir que me dirija por mi razón, y se me dasar- recogió y durmió un sueño tan profundo, que se le
» m a ? ¿Por q u é , ó joven, no atas á tu padre volvién- oia de la parte de afuera. Y como á la media noche
» dolé las manos á la espalda hasta que venga César, llamó á sus libertos, Cleantes, que era médico, y
» y me encuentre en estado de que ni siquiera pueda Butas, de quien principalmente se valia para los e n -
»»defenderme? Porque puedo muy bien no pedir la es- cargos relativos al Gobierno. Envióle pues al mar pa-
» p a d a contra m í , cuando con detener un p o c o el ra que informándose de si todos se habían embarca-
»aliento, ó con estrellarme contra la pared está en do , volviera á decírselo, y al médico le alargó la
n mi mano el morir." mano, que estaba manchada del golpe que había da-
Dicho esto, el joven salió haciendo grandes la- do al esclavo, para que se la vendara: cosa que hizo
muy á gusto de todos, porque parecia indicio de que-
mentaciones, y con él los demás, no quedando otros
rer vivir. A poco volvió Butas anunciando que t o -
que Demetrio y Apolonides, á los cuales habló ya
dos los demás se hablan dado á la vela , y solo C r a -
mas templadamente, díciéndoles: » ¿ A c a s o vosotros
so se habia quedado por cierta ocupacion, nada mas
»también os habéis propuesto detener en la vida á un
que en cuanto no estar embarcado; y que era gran-
»hombre de mi edad, observándole en silencio sen-
de la tormenta y viento que agitaba'él mar. Suspiró
»tados? ¿ O venis con algún discurso para persuadir Catón al oirlo por compasion de los que se hallaban
« q u e no es terrible ni vergonzoso el q u e destituido embarcados, y otra vez mandó, á Butas á la ribera
» Catón de otro medio de salud , la espere de su ene- para que si alguno habia dado la vuelta por faltarle
» m i g o ? ¿Por qué no habíais demostrándome esta alguna cosa, le trajese el aviso. Cantaban ya los g a -
» proposicion , y haciéndome desaprender lo apren- llos, y se recogió otro poco para dormir; pero vol-
» d i d o , para que desechadas las primeras opiniones y viendo Butas, y diciéndolé que había la mayor quíe-
» doctrinas en que me he criado > y hecho mas sabio
s 2
tud en el puerto, le mandó que cerrara la puerta, y
amibos atendían á todo sin mostrar el menor rezelo,
se puso en el lecho como para descansar lo que res-
no sabia qué pensar de aquella conducta; y como
taba de la n o c h e ; mas luego que salió Butas, desen- hiciese de él la mayor cuenta, siguió con el ejército
vainando la espada, se la pasó por debajo del pecho, apresurando la marcha ; pero luego que o y ó su muer-
y no habiendo tenido la mano bastante fuerza por la te se dice que exclamó: ¡oh Catón, te envidio la
hinchazón, no pereció al golpe, sino que cayó de la gloria de tu muerte, ya que tú no me has querido
cama medio moribundo, é hizo ruido por haber der- dejar la de salvarte! Porque en realidad el que Catón,
ribado una caja de instrumentos geométricos que es- habiendo esperado hubiera debido la vida a César,
taba inmediata; con lo cual habiéndolo sentido los masque en desdoro de su nombre, habia de ceder en
esclavos, empezaron á gritar, y acudieron inmediata- honor y gloria de este. Lo que habria sido no^ se sa-
mente el hijo y los amigos. Viéndole bañado en san- b e ; aunque las conjeturas están en favor de César.
gre, y que tenia fuera las entrañas, todos se conmo-
Murió Catón á los cuarenta y ocho años de edad;
vieron terriblemente, y el médico, que también h a -
y su hijo ninguna ofensa recibió de César. Dícese de
bía entrado, como las entrañas estuviesen ilesas, pro-
él que fue desidioso, y en punto í mugeres no del
curó reducirlas y cerrar la herida; pero luego que
todo irreprensible: asi en Capadocia, siendo su hues-
Catón volvió del desmayo y recobró el sentido, apar- ped Marfadates, que era de la familia real, y tenia
t ó de sí al m é d i c o , se rasgó otra vez la herida con una muger muy bien parecida, como se detuviese
las manos, y despedazándose las entrañas, falleció. mas tiempo del que convenia, se le zahirió dicién-
En menos de lo que pudiera necesitarse para que dose contra él:
se hubiera difundido la novedad por toda la casa, Mañana se va Catón
estaban ya á la puerta los trescientos, y de allí á po- Al cabo de treinta dias;
c o había acudido en tropel el pueblo de Utica, lla- y
mándole á una voz su bienhechor y salvador, y el Porcio son y Marfadates
tínico hombre libre é invicto, y esto lo hacían cuan- Dos amigos, alma una.
d o se les daba el aviso de que ya César estaba á las Porque el nombre de la muger de Marfadates en Grie-
puertas; p e r o ni el miedo, ni la adulación al vence- g o 1 equivalía al de alma; y ademas
d o r , ni sus mismas divisiones y discordias los hicie- Noble é ilustre es Catón:
ron mas contenidos en tributar todo honor á Catón. Es su alma un alma regia.
Adornando pues el cadaver con el mayor esmero, Mas toda esta mala nota la borró y desvaneció^ con
y disponiéndole unas magníficas exequias, le enter- su muerte; porque peleando en Filipos por la liber-
raron en la ribera del mar, en el sitio en que hay tad de la patria contra César y Antonio, como fue-
ahora una estatua suya con espada en mano; y has- se vencida su división, y no quisiese ni huir ni ocul-
ta haberlo egecutado no pensaron en los medios de tarse, provocó á los enemigos poniéndoseles bien á la
salvarse y salvar la ciudad. vista; trató de alentar á los que todavía quedaban
César, cuando supo por los que llegaban de Uti-
ca que C a t ó n se mantenia allí sin pensar en huir, y 1 La muger de Marfadates se llamaba Psique, y Psi-
que despachando á los demás, él y su hijo y sus que en Griego es alma.
C A T O N EL MENOR, 279
Con él, 7 murig dejando á los contrarios admirado* AGIS T CLEOMENES.
de su virtud. Aun fue mas admirable la hija de Ca-
tón, que no cedia al padre pi en modestia ni en va- N o dejan de proceder con razón y tino los que
lor, Estaba casada con Bfuto, gl que mato 3 César; aplican á los ansiosos de gloria la fábula de Ixion,
íuvo parte con él en aquella conjuración, y se q u i - que abrazó á una nube en lugar de Juno, y de aquel
tó la vida de pn mo¡do digno de su linage y de tan- congreso nacieron los Centauros ; porque también
ja-virtud, como en la vida de Bruto lo dejamos es- aquellos, abrazando la gloria como una imagen de la
prito. Estatiliq, aquel que quería imitar á Catón, en- virtud, no hacen nada fijo y determinado, sino c o -
tonces fue detenido por los filósofos para que no se sas bastardas y confusas, llevados ora á una parte y
diese muerte como intentaba; pero despues, habién- ora á otra, siguiendo los deseos y las pasiones age-
dose- mostrado muy fiel y muy útil á Bruto, muriij nas, á manera de lo que los baqueros de Sófocles
con él en la batalla de Filipos. dicen de sus manadas;
Siendo de estos los amos, les servimos;
Y aunque callan, es fuerza hacer su gusto;
que es lo que en realidad les sucede á los que g o -
biernan según los deseos y caprichos de la muche-
dumbre , sirviendo y complaciendo para que los lla-
men demagogos y magistrados; porque á la manera
que los que hacen la maniobra en Ja proa de la nave
ven las cosas que se presentan delante antes que el
piloto, y sin embargo vuelven la vista á él y hacen
lo que les manda, de la misma suerte los que g o -
biernan y atienden á la gloría, solo son sirvientes y
criados de la muchedumbre, aunque tengan el n o m -
bre de gobernadores.
Porque el que es consumado y perfectamente bue-
no ha de saber pasarse sin la gloria, como no sea en
cuanto sirve de apoyo para los hechos por la c o n -
fianza que da. Al que empieza y siente los estímulos
de la ambición se le ha de permitir el envanecerse y
jactarse hasta cierto punto con la gloria que resulta
de las acciones distinguidas; porque las virtudes que'
nacen y empiezan á arrojar pimpollos en los que son
de esta índole, y sus buenas disposiciones, se fortifi-
can, como dice Teofrasto, con las alabanzas, y cre-
cen para en adelante á la par de su noble engrei-
miento ; pero lo demasiado, si siempre es peligroso,
C A T O N EL MENOR, 279
ton él, 7 murió dejando á los contrarios admirado* AGIS T CLEOMENES.
de su virtud. Aun fue mas admirable la hija de Ca-
tón, que no cedia al padre ni en modestia ni en va- N o dejan de proceder con razón y tino los que
lor, Estaba casada con Bfuto, gl que mato á César; aplican á los ansiosos de gloria la fábula de Ixion,
íuvo parte con él en aquella conjuración, y se q u i - que abrazó á una nube en lugar de Juno, y de aquel
tó la vida de pn mo¡do digno de su linage y de tan- congreso nacieron los Centauros ; porque también
ja-virtud, como en la vida de Bruto lo dejamos es- aquellos, abrazando la gloria como una imagen de la
prito. Estatilio, aquel que quería imitar á Catón, en- virtud, no hacen nada fijo y determinado, sino c o -
tonces fue detenido por los filósofos para que no se sas bastardas y confusas, llevados ora á una parte y
diese muerte como intentaba; pero despues, habién- ora á otra, siguiendo los deseos y las pasiones age-
dose- mostrado muy fiel y muy útil á Bruto, muríij nas, á manera de lo que los baqueros de Sófocles
con él en la batalla de Filipos. dicen de sus manadas;
Siendo de estos los amos, les servimos;
Y aunque callan, es fuerza hacer su gusto;
que es lo que en realidad les sucede á los que g o -
biernan según los deseos y caprichos de la muche-
dumbre , sirviendo y complaciendo para que los lla-
men demagogos y magistrados; porque á la manera
que los que hacen la maniobra en Ja proa de la nave
ven las cosas que se presentan delante antes que el
piloto, y sin embargo vuelven la vista á él y hacen
lo que les manda, de la misma suerte los que g o -
biernan y atienden á la gloria, solo son sirvientes y
criados de la muchedumbre, aunque tengan el n o m -
bre de gobernadores.
Porque el que es consumado y perfectamente bue-
no ha de saber pasarse sin la gloria, como no sea en
cuanto sirve de apoyo para los hechos por la c o n -
fianza que da. Al que empieza y siente los estímulos
de la ambición se le ha de permitir el envanecerse y
jactarse hasta cierto punto con la gloria que resulta
de las acciones distinguidas; porque las virtudes qué
nacen y empiezan á arrojar pimpollos en los que son
de esta índole, y sus buenas disposiciones, se fortifi-
can, como dice Teofrasto, con las alabanzas, y cre-
cen para en adelante á la par de su noble engrei-
miento ; pero lo demasiado, si siempre es peligroso,
en la ambición de mando es una absoluta perdición,
lorque conduce á una manía y á un enajenamiento la muchedumbre, inflamándose á sí mismos con igual
manifiesto a los que llegan á conseguir un gran p o - pasión respecto del pueblo, y al pueblo respecto de
der cuando quieren , no que lo honesto sea glorioso, sí, no echaron de ver que habían llegado á punto
sino que lo glorioso sea precisamente honesto. A la de no tener ya lugar, lo que suele decirse:
manera pues que Focion á Antipatro, que quería de Si no es bueno, en dejarlo no hay vergüenza;
61 una cosa menos honesta, le respondió que no p o - lo que tú mismo Comprenderás por la narración.
día poción ser á un mismo tiempo su amigo y su Comparámosles una pareja Espartana de demagogos,
adulador: esto mismo ó cosa semejante se ha^de d e - que son los dos reyes Agís y Cleomehes: pues tam-
cir a la muchedumbre: no puede ser que tengáis á bién estos, dando mas poder al pueblo como aque-
uno mismo por gobernador y por sirviente. Porque llos, y restableciendo uñ gobierno equitativo y bue-
no , pero desusado largo tiempo, de la misma m a -
sucede de este modo lo que a! dragón, del que cuen-
nera ofendieron á los poderosos, que no querían
ta la tabula que la cola movió pleito á la cabeza,
perder punto de su codicia. N o eran hermanos los
porque quena guiar alternativamente y á las veces
dos Lacedemonios; pero siguieron un modo de g o -
y no siempre seguir á esta; y habiéndose puesto á
bernar muy pariente y aun hermano, comenzando
guiar, ella misma se estropeó por no saber conducir,
de este principio.
y lastimo a la cabeza, precisada á seguir contra el
orden de naturaleza á una parte ciega y sorda; y Desde que se introdujo en la república la esti-
esto mismo es lo que hemos visto suceder á muchos mación del oro y de la plata, y á la posesion de
que quisieron hacerlo todo en el gobierno á gusto la riqueza se siguieron la codicia y la avaricia, y al
uso y disfrute de ella el lujo y la delicadeza, E s -
de la muchedumbre; pues que habiéndose puesto en
parta decayó de su lustre y su poder, y yació en
la dependencia de esta, que se conduce á ciegas, no
una obscuridad nada correspondiente á sus princi-
pudieron despues corregir ó contener el desorden,
pios, hasta los tiempos en que reinaron Agís y L e ó -
lia nos dado ocasion para hablar asi de la fama y
nidas. Era Agís Enrutionida hijo de Eudamidas, y
glona que viene de la muchedumbre el haber i n -
sexto desde Agesilao, el que invadió el Asia y alcan-
ferido cuanto es su poder de lo que á Tiberio y Ca- zó el mayor poder entre los Griegos; porque de
y o Gracos Jes sucedió. Eran de excelente carácter, Agesila o fue hijo Arquidamo, el que fue muerto
Habían sido m u y bien educados, se propusieron el por los Mesapíos junto á Mandurio de la Italia. D e
mejor objeto al entrar en el gobierno; y sin embar- Arquidamo fue primogénito Agis, y segundo Euda-
go los perdió, no tanto un deseo desmedido de glo- midas, que sucedió en el reino, muerto sin hijos
ria , como el miedo de caer de ella , nacido de una Agis por Antipatro en Megalópolis. De este Arqui-
noble causa. Porque habiendo merecido grande amor damo ; de Arquidamo otro Eudamidas; y de Euda-
3 sus conciudadanos, tuvieron vergüenza de no c o n - midas este Agis, cuya vida escribimos. Leónidas el
tinuar , como si hubieran contraído una deuda; y de Cleonumo era Agiade de la otra casa reinante, y
mientras se esfuerzan á sobrepujar siempre con dis- el octavo desde Pausanias, el que venció á M a r d o -
posiciones útiles los honores que se Ies dispensan, y nío en la batalla de Platea; porque de Pausanias fue
een mas honrados cuanto mas gobiernan á gqsto de hijo Plistonacte; y de Plistonacte Pausanias, que de
Lacedemonía huyó á Tegea, y por.su fuga reinó su
hijo mayor Agesipolis; y muerto este sin hijos, el Espartana, y á gustar de las comidas, de los baños
segundo que era Cleombroto. De Cleombroto fueron y del modo de vivir Lacónicos, diciendo que en nar
hijos otro Agesipolis y Cleomenes; de los cuales da tenia el reino, si por él no recobraba las antiguas
Agesipolis ni reinó largo tiempo, w dejó hijos: pot leyes y las costumbres patrias.
tanto reinó despues de él Cleomenes, que en vida El principio de la corrupción y decadencia de la
perdió á Acrotato el mayor de sus h i j o s , dejando república de los Lacedemonios casi ha de tomarse
otro llamado Cleomimo, que no reinó, sino Areo, desde que destruyendo el imperio ^e los Atenienses,
nieto <e Cleomenes é hijo de Acrotato. Muerto Areo comenzaron á abundar en pro y en plata. Con todo,
en Corinto, obtuvo el reino su, hijo A c r o t a t o , que habiendo establecido Licurgo que no se introdujese
confusion en Ja sucesión de las casas, y dejando en
fue vencido y muerto junto i Megalopolis por el ti-
consecuencia el padre al hijo su suerte, puede decir-
rano Aristodemo, dejando encinta á su muger. Na-
se que esta disposición y la igualdad que ella man-
c i ó un niño yar$n, cuya tutela, tuvo Leónidas, hi-
tuvo preservaron á la república de otros males; p e -
j o de CleonumP.-í y despues muerto el pupilo en la
ro siendo Eforo un hombre poderoso y de carácter
menor edad , de este modo se le defirió el reino. No
obstinado y d u r o , llamado Epitadeo , por disensio-
era Leónidas m u y del gusto de sus conciudadanos; nes que habia tenido con su h i j o , escribió una retra1,
pues aunque todos igualmente habían degenerado por la cual era permitido á todo ciudadano dar su
por la corrupción de su primer g o b i e r n o , se obser- suerte en vida á quien quisiese, ó dejársela por tes-
vaba en Leónidas un desvío mas manifiesto de las tamento. Este pues para satisfacer su propio enojo
costumbres patrias, como que había pasado largo propuso la l e y ; pero los demás ciudadanos, admi-
tiempo en las cortes de los Sátrapas, y habia hecho tiéndola y confirmándola por codicia, destruyeron
obsequios y rendimientos á Seleuco, y quería ade- uno de los mas sabios establecimientos. Porque los
mas sin gran discernimiento hacer c o m p a t i b l e aquel poderosos adquirieron ya sin medida, arrojando de
lujo y aquel fausto con las costumbres Griegas, y sus suertes á los que les .alindaban; y bien presto re-
con un modo de reinar sujeto á leyes, ducidas las haciendas á pocos poseedores, no se vió
_ Agís pues en bondad de carácter y e n magnani- en la ciudad mas que pobreza, la cual desterró las
midad se aventajaba tanto, no solo á e s t e , sino quizá ocupaciones honestas, introduciendo las que no lo
son, juntamente con la envidia y el odio á los que
á todos los que habían reinado despues d e Agesilao,
eran ricos. Asi es que no habrían quedado mas que
que sin embargo de haberse criado en l a abundan-
unos setecientos Esparciatas, y de estos acaso ciento
cia y en el regalo y delicadeza.de las m u g e r e s , sien-
solamente eran los que poseían tierras y suertes, y
do su madre Agesistrata y su abuela Arquidamia las
todos los demás no eran mas que una muchedumbre
que mas riquezas poseían entre los Lacedemonios,
obscura y miserable, que en las guerras exteriores de-
aun no habia cumplido los veinte a ñ o s cuando al fendía á la república tibia y flojamente, y en casa
punto se declaró contra todos los p l a c e r e s ; y renun-
ciando á todo l u j o , para no conceder n a d a á la gra-
cia de la figura con quitar lo que parece un inútil 1 Es sabido que los Lacedemonios daban este nombre
ornato del c u e r p o , empezó á. hacer gala d e la capa i sus leyes.
AGÍS Y CLÉOMEKES. AGIS Y C1E0MEHES. 28 J
siempre estaba en acecho de ocasion oportuna para yor poder en la ciudad, y tenia grande interven-
Ja mudanza y trastorno del gobierno. ción en los negocios públicos.
Por esta razón reputando Agis conato muy lau- Al oir esta la proposicion se asustó por lo p r o n -
dable, como en realidad lo era, el de restablecer la t o , pareciéndole que las cosas que Agis meditaba
igualdad y llenar la ciudad de habitantes, empezó no eran ni convenientes ni posibles; pero tranqui-
a tantear los ánimos de los ciudadanos; y lo que es lizándola por una parte Agesilao con decirle que
ios jóvenes se le manifestaron prontos mas allá de su el proyecto era laudable y saldria bien, y rogán-
esperanza, revistiéndose de virtud y mudando de dole por otra el R e y que no antepusiese los inte-
método de vida, c o m o pudieran hacerlo de un ves- reses á su honor y su gloria; pues que en riqueza
t i d o , por amor á la libertad. De los ancianos los no podia igualarse con los otros reyes, cuando los
mas, estando ya envejecidos en la corrupción, c o - criados de los Sátrapas y los esclavos de los p r o -
mo esclavos fugitivos que van á ser presentados á su curadores de Tolomeo y Seleuco poseían mas h a -
señor, temblaban á la idea de Licurgo, y se vol- cienda que todos los reyes de Esparta juntos; mas
vían contra Agis, que se lamentaba del estado pre- si oponiendo al lujo de estos la moderación , la sen-
sente de la república, y echaba de menos la anti- cillez y la magnanimidad, restableciese entre sus con-
gna dignidad de Esparta. Lisandro, hijo de Libis, ciudadanos la igualdad y comunion de bienes, a d -
y Mandroclidas de Ecfanes, y con ellos Agesilao, quiriría nombre y gloria de un R e y verdadera-
entraban gustosos en sus nobles designios, y le in- mente grande ; de tal manera cambiaron aquellas
citaban a la ejecución. Lisandro gozaba de' la ma- mugeres de opinión, inflamadas por la ambición de
este joven, y tan arrebatadas se sintieron como por
y o r reputación entie los ciudadanos; Mandroclides
una inspiración hácia la virtud , que ellas mismas
era el mas diestro de los Griesos en el manejo de
incitaban ya y estimulaban á Agis, y enviaban quien
Jos negocios; y c o n esta habilidad juntaba la osa-
exhortara á los amigos, y quien hablara á las d e -
día y el no desdeñar, cuando eran menester, el ar-
mas mugeres; mayormente sabiendo que los Lace-
tificio y el engaño. Agesilao era tío del R e y , hom-
demonios son mandados por estas mas que otros al-
bre elocuente, aunque por otra parte flojo y codi- gunos , y que mas que sus negocios privados, comu-
cioso; mas no se dudaba que á este quien le mo- nican con ellas los negocios públicos. Pertenecía en-
vía y aguijoneaba era su hijo Hipomedonte, mozo tonces á las mugeres la mayor parte de las rique-
acreditado en muchas guerras y de grande influjo, zas, y esto era lo que mayores dificultades y e s -
por tener a todos los jóvenes de su parte; pero la torbos oponía á los intentos de Agis; pues tenia por
causa principal que incitaba á Agesilao á tomar par- contrarias á las mugeres, á causa de que iban á d e -
te en lo que se traia entre manos eran sus muchas caer de su lujo, en el que por falta de virtudes t e -
deudas, de las que esperaba quedar libre con la nían puesta su felicidad, y de que veian ademas des-
mudanza de gobierno. Por tanto apenas Agis lo atra- vanecérseles el honor y consideración de que disfru-
j o a su partido, l o encontró dispuesto á procurar taban por ser ricas. Dirigiéndose por tanto á Leóni-
de consuno persuadir á su madre, que era herma- das, le estimulaban á que pues era el mas antiguo,
na de este, y q u e por la muchednmbre de sus co- contuviera á Agis, y estorbara lo que se intentaba,
lonos, de sus amigos y sus deudores gozaba del ma-
AGIS Y CLEOMENES.
y lo que es Leónidas quería ponerse de parte de los
ricos; pero temiendo al pueblo inclinado á la mu- habla de ser la ruina de Esparta, y el que reciente-
danza., rio se atrevía á oponerse abiertamente, y so- mente les había venido de Pasifae. El templo y o r á -
lo á escondidas ponía por obra todos los medios de culo de Pasifae existia en Talamias; y dicen algunos
desacreditar y desbaratar lo comenzado, hablando á que esta era una de las Atlantidas nacida de Júpiter,
los magistrados y sembrando sospechas contra Agis; la cual había sido madre de Amon; otros que la h i -
como qué por premio de tiranía alargaba á los p o - ja de Priamo Casandra, que allí había fallecido, y
bres los bienes de los ricos; y con el reparto de tier- que por revelar á todos sus vaticinios se llamaba Pa-
ras y la abolicion de las deudas quería comprar sa- sifae : pero Tilarco escribe haber sido la hija de Ami-
télites y guardias para sí, no ciudadanos para Es- das llamada Dafne; la que huyendo de A p o l o , que
parta. quería violentarla, se convirtió en planta, tenida en
aprecio por el Dios , y dotada con la virtud proféti-
A pesar de esto, habiendo proporcionado Agís ca. Refiérese pues que también los vaticinios de esta
que Lisandro fuese nombrado E f o r o , pasó inmedia- ninfa habían ordenado á los Esparciatas que vivierarf
tamente una retra suya á los ancianos, c u y o s capí- en igualdad, ségun la ley que al principio les habia
tulos eran: que los deudores quedarían libres de sus dado Licurgo. Finalmente, pareciendo en medio el
deudas; que se dividiría el territorio, y d e la tier- R e y Agis, les hizo un breve discurso, diciendo que
ra que hay desde el barranco de Pelenes al Taigeto, para el gobierno que establecía no contribuía con po-
á Malea y á Selasia se formarían cuatro mil y qui- co , pues ofrecía y presentaba toda su hacienda, que
nientas suertes, y de la que cae fuera de esta línea era cuantiosa en campos y en ganados, y sin esto
quince mil, y esta se repartiría entre l o s colonos montaba en dinero á seiscientos talentos; y lo mis-
que pudieran llevar armas, y la de dentro d e la lí- mo hacían su madre y abuela, y sus amigos y deu-
nea entre los mismos Esparciatas; que el número de dos, que eran los mas acaudalados de los Esparciatas.
estos se completaría con aquellos colonos y foraste- Dejó pasmado al püeblo lá magnanimidad de es-
ros que se recomendasen por su figura y s u educa- te joven, y se mostraba muy contento porque al
ción liberal, y que estando en buena e d a d tuviesen cabo de unos trescientos años había parecido un R e y
la conveniente robustez; y finalmente que estos nue- digno de Esparta; pero Leónidas se creyó por Id
vos Esparciatas se dividirían en quince mesas ó ban- mismo mas obligado á hacer oposicion, echáftdo la
quetes de doscientos á cuatrocientos, observando el cuenta-de que le había dé ser preciso hacer otro tan-
mismo método de vida que sus progenitores-. to sin que los ciudadanos se lo agradecieran igual-
Propuesta la retra, los ancianos no p u d i e r o n con- mente ; porque sucedería que sin embargo de poner
venirse en un mismo dictamen; por lo q u e Lisandro todos y cada uno cuanto tenían, el honor sería s o -
convocó á junta, en la cual habló á los ciudadanos, lamente para el que hábia coménzado. Prtgühtó pues
y Mandroclidas y Aguilao leS rogaron q u e p o r unos á Agís j si entendía que Licurgo habla sido tin varón
cuantos hombres dados al regalo no miraran con des- justo y zelóso? y como dijese que sí: ¿pties cómo,
le replicó, no hizo Licurgo aboliciones dé deudas;,
den el restablecimiento de la dignidad d e Esparta,
ni admitió á los éxtrángerétf á la ciudadanía , ni cre-
sino que trajeran á la memoria los oráculos antigaos,
y ó que. podría estar-bien cónstitüidá la república que
en que se les prevenía se"guardaran de la c o d i c i a que
no diese la exclusiva á los forasteros? Mas respon- AGIS Y CLEOMENES. 2 80
dióle Agís que no se maravillaba de que Leónidas, SO perseguir á Leónidas, valiéndose de una ley anti-
criado en tierra extraña y padre de hijos nacidos de gua que prohibía que ún Heraclida tuviera hijos en
matrimonios contraidos con hijas de Sátrapas, des- muger extrangera; y al que salia de Esparta para
conociera a Licurgo, el cual juntamente con el di- trasladar su domicilio á otro estado, le imponía pena
nero habia desterrado de la ciudad el tomar y el dar de muerte. Acerca de esto instruyó á otros, y él con
sus colegas se puso á observar la señal. Redúcese es-
* logro; y con mas odio que á los forasteros de otras
ta práctica á lo siguiente: de nueve en nueve años
ciudades miraba á los que en Esparta desdecían de
escogen los Eforos una noche del todo serena y sin
los demás en su modo de pensar y en su método de
luna; siéntanse y se están callados mirando al cielo;
vida. Porque sí no dio acogida á aquellos, no fue
y si una estrella pasa de una parte á otra, juzgan
por hacer guerra á sus personas, sino temiendo su
que los reyes han faltado en las cosas de religión,
conducta y sus modales, no fuera que fundidos con y los suspenden de la autoridad hasta que viene de
sus ciudadanos engendraran en ellos el amor al rega- Delfos ó de Olimpia un oráculo favorable á los re-
lo , la molicie y la codicia; y asi era que Terpan- yes suspensos. Diciendo pues Lisandro que él habia
d r o , Tales y Ferecides, con ser extrangeros habían visto 1-a señal, puso en juicio á Leónidas, y presentó
recibido los mayores honores en Esparta, á causa de testigos que declararon haber tenido dos hijos en una
que en sus versos y en sus discursos conformaban muger Asiática,- que le habia sido ofrecida en ma-
enteramente con Licurgo. Tú mismo, le d i j o , alabas trimonio por un -subalterno de Seieuco, con quien
á Ecprepes, porque siendo Eforo cortó con la azue- na hitaba; y que odiado y mal visto de la muger, ha-
la dos de las nueve cuerdas del místico Frinides, y bía vuelto á Esparta contra su anterior propósito, y
también á los que hicieron otro tanto despues con había ocupado el reino, que carecia de sucesor; y
T i m o t e o ; y de mí te ofendes porque quiero dester- al mismo tiempo de moverle esta causa persuadió á
rar de Esparta el regalo, el lujo y la vana ostenta- Ueombroto que reclamara el trono-por ser de la fa-
ción ; como si aquellos no se hubieran propuesto qui- milia real, aunque era también yerno de Leónidas.
tar en la música lo superfluo y excesivo para que Concibio este gran temor, y se refugió al Calcieco,
n o llegáramos á este extremo de que el desorden y que era un templo de Minerva, donde acudió asi-
abandono en la conducta y usos de cada uno hayan mismo a suplicar por él la hija, dejando á Cleom-
hecho una república disonante y disconforme con- broto Llamado pues á juicio, como no comparecie-
sigo misma. se, lo dieron por decaído del reino, y lo adjudica-
ron al yerno. '
En consecuencia de esto la muchedumbre se de-
cidió por Agis; pero los ricos rogaban á Leónidas Salió en ranto de su cargo Lisandro por haberse
que no los abandonase, y lo mismo á los ancianos, cumplido el'tiempo, y los Eforos entonces nombra-
c u y a autoridad tomaba la principal fuerza de haber dos restablecieron á Leónidas, que lo solicitó; y á
de preceder su dictamen: asi que, con las súplicas i-isandro y Mandroclidas les formaron causa por'ha-
y las persuasiones alcanzaron por fin que ganaran ber decretado fuera de ley la abolícion de las deu-
por un voto los que desaprobaban la retra. Mas L i - das y el repartimiento de tierras. Viéndose estos en
sandro, qu« todavía conservaba su cargo, se propu- peligro, persuadieron á los reyes que poniéndose de
tomo iv. t
290 AGIS Y CLEOMENES.
AGIS Y CLEOMENES. 29I
acuerdo no hicieran cuenta de las determinaciones de
recibirían sin alboroto y con menor disgusto el re-
los Eforos; porque las facultades de estos solo se partimiento de los terrenos; y en este mismo pensa-
ejercitaban en la discordia de los reyes para agre- miento entró Lisandro, seducido igualmente por Age-
gar su voto al de aquel cuya opinion era mas acer- silao. Pusiéronse pues en la plaza en un rimero los
tada , cuando el otro se oponía á lo que pedia el vales de los deudores, á los que se daba el nombre
bien público; pero cuando los dos reyes estaban de Ciarla, y se les dio fuego. N o bien empezaron
conformes, su autoridad era irrevocable, y era con- á arder cuando los ricos y los que hacían el cambio
tra ley el oponérseles: asi que, como les era conce- se retiraron no sin gran pesadumbre; pero Agesilao
dido á los Eforos interponerse y dirimir sus discor- en tono de burla é insulto decia que no se había vis-
dias cuando altercaban, les era vedado estorbarlos to nunca llama mas luciente ni fuego mas claro; y
cuando seniian de un mismo modo. Persuadidos am- solicitando la muchedumbre que enseguida se hicie-
bos de esto, bajaron á la plaza con sus amigos, é hi- ra el repartimiento de tierras, para lo que los reyes
cieron levantar de sus sillas á los Eforos, nombrando interponían también su autoridad, Agesilao siempre
en su lugar otros, de los que era uno Agesilao. A r - entremetia otros negocios, y se aprovechaba de cual-
maron en seguida á muchos de los jóvenes, y dan- quiera pretexto para ganar tiempo, hasta que Agis
do libertad á los que habian sido puestos en prisión, tuvo que salir á campaña con motivo de pedir los
se hicieron temibles á los contrarios, pareciendo que Aqueos, que eran aliados, socorro á los Lacedemo-
iba á haber muchas muertes; pero no dieron muerte nios ; pues no se dudaba que ios de Etolia iban por
á nadie; y antes bien queriendo Agesilao atentar las tierras de Megara á invadir el Peloponeso; y pa-
contra Leónidas, que salia para Tegea , enviando ra impedirlo, Arato, General de los Aqueos /había
gentes al camino contra é l , Agis, que llegó á enten- juntado tropas y escrito á los Eforos.
derlo, envió otras personas de su confianza que pro- Habilitaron estos sin dilación á Agis, engreído
tegiendo á Leónidas le condujeran á Tegea con toda con la ambición y entusiasmo de los que bajo él mi-
^guridad. litaban; porque siendo en la mayor parte jóvenes y
Cuando las cosas iban asi por su c a m i n o , sin que pobres, guarecidos ya con la inmunidad y soltura
nadie contradijese ú opusiese el menor obstáculo, de sus deudas, y alentados con la esperanza de que
Agesilao solo lo trastornó y desbarató todo , echando se les repartirían las tierras cuando volvieran de la
por tierra la ley mas sabia y mas Espartana, llevado expedición, se presentaron á Agis de un modo sin-"
de la mas ruin y baja de todas las pasiones, que es guiar y admirable, y fueron para las ciudades un
nunca visto espectáculo, marchando por el Pelopone-
la codicia de riqueza. Pues como poseyese muchos
so sin causar el menor daño, con la mayor apacibi-
y muy fructíferos terrenos, y por otra parte estu-
lidad, y casi puede decirse que sin hacer ruido: de
viese agoviado de enormes deudas, no pudiendo pa-
manera que los Griegos estaban maravillados, y se
gar estas, y no queriendo desprenderse de aquellos,
decían unos á otros: ¡cuál seria el orden del ejérci-
hizo creer á Agis que si ambas cosas se proponían í
to de Esparta cuando tenia por caudillo á Aoesilao
un tiempo, seria grande la inquietud que habría en ó a aquel Lisandro, ó á Leónidas el mayor ,°si aho-
la ciudad; mas si con la abolicion de las deudas se ra es tanto el respeto y miedo de los soldados á un
lisonjeaba antes un poco á lós propietarios, después
T 2
292 AGIS Y CLEOMENES.
mozo, que casi es el mas joven de todos! Ademas es-
de haber exigido por él la contribución. Mas temien-
te mismo joven, con no ostentar distinción ninguna
do á los que se hallaban ofendidos, y viéndose abor-
en la sencillez, en la tolerancia del trabajo, en las
recido de todos, asalarió guardias, y custodiado por
armas ni en el vestido, se hacia digno de ser visto
ellos bajó al Senado. De los Reyes manifestaba que
é imitado de la muchedumbre. Sin embargo á los ri-
al uno lo despreciaba enteramente, y que á Agis lo
cos no les agradaba este nuevo porte, temiendo que tenia en alguna estimación , mas que por ser Rey, por
pudiera ocasionar movimiento en los pueblos para ser su pariente; y extendió también la voz de que
tomarle en todas partes por ejemplo. iba otra vez á ser Eforo. Precipitóse con esto el que
Reunido Agis con Arato cerca de Corinto á tiem- sus enemigos se aventurasen á todo riesgo, y suble-
po que este estaba meditando sobre la batalla y so- vándose trajeron de Tegea á Leónidas, y lo restitu-
bre el orden en que dispondría la formacion contra yeron al mando, viéndolo todos con el mayor p l a -
los enemigos, manifestó ej mayor placer y una osa- cer; porque los habia irritado el que se les hubiese
día no furiosa ni irreflexionada; porque dijo que él despojado de sus créditos, y el territorio no se hu-
era de opinion de que se diera la batalla, y no se biese repartido. A Agesilao su hijo Hipomedonte
trasladara la guerra á la parte adentro de las puertas rogando á los ciudadanos, de quienes era bien quisto
del Peloponeso; pero haría lo que Arato dispusiese, por su valor, pudo sacarlo fuera de la ciudad y sal-
pues era de mas edad y mandaba á los Aqueos, á varlo. De los Reyes, Agis se refugió al Calcieco, y
quienes él había venido á prestar auxilio, y no á dar- Cleombroto se acogió al templo de Neptuno, y des-
les órdenes ni á ser su caudillo. Baton de Sinope di- de allí interponía ruegos, porque parecía que con
ce que fue Agis el que no quiso pelear mandándose- este era con quien estaba peor Leónidas; y así es que
lo Arato; pero se conoce que no había visto lo que dejando en paz por entonces á Agís, subió contra
este escribió haciendo su apología sobre aquellas ocur- Cleombroto con una partida de soldados, acusándo-
rencias ; y es que había tenido por mejor dejar pasar le con enojo Sobre que siendo su yerno, se habia vuel-
á los enemigos, pues que ya casi nada les faltaba á to contra él, le habia arrebatado el reino, y lo ha-
los labradores por recoger de sus frutos, que arries- bia arrojado de la patria.
garlo todo á la suerte de una batalla. Asi, luego que Nada tuvo que responder Cleombroto, sino que
Arato resolvió no entrar en acción, despidió á los au- falto de disculpa se estuvo sentado callando; pero
xiliares colmándolos de elogios; y Agis, que se ha- Queilonis, la hija de Leónidas, antes se puso al lado
bía hecho admirar, ordenó la vuelta, porque las:co- del padre mientras fue agraviado, y separándose de
sas de Esparta se hallaban ya sumamente alteradas y Cleombroto , que le usurpaba el reino, prestaba ser-
revueltas. vicios á aquel en su desgracia, interponiendo ruegos
Agesilao durante su magistratura, libre ya de la á su lado mientras estuvo presente, y llorándole en
carga que antes le oprimía, no se abstuvo de injusti- su ausencia, siempre indignada contra Cleombroto.
cia ninguna que pudiera producir dinero; llegando Mas ahora siguiendo las mudanzas de la suerte, se
hasta el extremo de haber intercalado un mes sobre la vio hacer otras súplicas sentada al lado del mari-
los doce del año, sin que fuese llegado el periodo ni d o , al que alargaba los brazos, teniendo sobre su re-
lo permitiese la cuenta legitima de los tiempos, y gazo los hijos, uno á un lado, y otro á otro.En to-
2 94 ^ AGIS y CLEOMEKES.
, AGIS Y CLEOMENES. „ _ 2$?
dos producán admiración y á todos arrancaban l í
do moverla; sino que entregando al marido, luego
grimas la bondad y piedad de aquella m u g e r T c u a f
que se hubo levantado, el uno de los hijos, y to-
h a c e n d 0 notar el desaliño de s2s ropas y de su ca-
mando ella el otro , hizo reverencia al ara del Dios,
y se marchó en su compañía: de manera que si Ueom-
l ^ c T ^ t VdÍj°' Ó / y este lastimo o
»aspecto no es de ahora, ni á él me ha traido 1« broto no estaba del todo corrompido por h vanaglo-
«compaston p o r Cleombroto; s i n o " u e de de ^
ria, debió tener el destierro por una felicidad mayor
que el reino, viendo este rasgo de su muger. Despues
Z 1 Z T V " deStÍerr° el llanI° ha sido Tiempre
« m i comensal y mJ compañero. ; Y qué es l o T u l de haber desterrado Leónidas á Cleombroto , despo-
jó de su autoridad á los primeros Etoros, y nombra-
»vencido y vuelto a reinaren Esparta' ; continuar do que hubo otros, al punto se puso en acecho de
Aaís; y primero trató de persuadirle que saliera de
. regias, y desentenderme de mi primero y único ma- allí y reinara con él: porque los ciudadanos le per-
« r do muerto á tus manos ? el cual, si nada t suplí donarían, haciéndose c a r g o de que como joven y c o -
" c a m te p e r s u a d e medio de P'* dicioso de fama, habia sido engañado por Aquüao;
«hijos y su muger, todavía suíríria unapena mas mas como Agís entrase en sospecha, y permaneciese
donde se hallaba, se dejó ya de usar directamente de
: tSU ion que la que t ú S ™
imposturas v engaños. Anfares, Democares y Arque-
«él Porn, 0 ' " q U ' e n ; m a t a n t 0 > antes que sí lao solían subir á hablarle, y algunas veces, sacan-
» 2e'res h ni í> P ° d r á VÍVÍr a n t e las ^mas mu- dolo del templo, lo llevaban consigo al baño, y lue-
go lo volvían, siendo todos amigos íntimos suyos;
pero Anfares, que habia poco habia tomado de A g e -
Jn i sistrata ropas y vasos de mucho valor prestados, se
propuso ver cómo se desharía del Rey y de las rei-
nas madre y abueía para quedarse con ellos, y ade-
« t i g o , y dando test.monio contra lo que ejecutaba- mas se dice que este era el mas subordinado á^Leo-
« p e r o tu ahora haces mas disculpable su í S T d a nidas, y el que mas acaloraba á los Eforos, siendo
«mostrando que el reinar es tan grande y tan S ó
uno de ellos. •
::foVyernos
Jos yernos, yv nno
P U d °'
hacer^caso de los hijos."~ e " á
d
Agis permanecía constantemente en el templo;
Despues de haberse lamentado Queilonis de este pero a veces solia bajar ál bañó , y alli determinaron
prenderle, tomándole fuera del asilo. Observáronle
b Z ' v C oTv-" C 3 b e Z a £ ° b r e d h o m b r o deCleom- pues al volver del baño, y sáliéñdole al encuentro,
el l ' J í I T : - SUS ° ' 0 S 7 abatidos con le saluda, on y acompañarán, trabaridó éoñversacion
de^u n " do S t a T / L e o n i d a * habló con los
y usando de chanza's óomo éón un jóven que era su
de su p a r t l d y concedió á Cleombroto que <e le-
vantara y saliera desterrado; pero rogó á Ja hija que amiso. Al caminó por dóride iban salía una senda-
oblicua que Cóndúciá á la cárcel, y cuando llegaron
tal extremo' a ' q«&5 ¡a amaba S á ella, Anfares, que por ejercer magistratura iba al
£ ado c o l J r ,
q ^ a b a d e ^n se-
hacerla un lado de Agis: te llevó, le di jó, ó Agis, ante los Efo-
como el de la vida de su marido. Mas no pu-
AGIS Y CLEOMEiJES. 297
D e S ^ q n e , d e S í a Z O n r d e t U S a c t o s d e gobernó; y alboroto.y muchas luces, y habian llegado también
£ can^ a | S Ü ° T h r e / r Z U t alt°' ^ccogiéndoS la madre y abuela de Agis, gritando y pidiendo que
o,,, f • d e d 0 r d e l c u e l l o > tiraba de él Otros.-
que de intento se le habían puesto á la espalda £ al'Rey de los Esparciatas se le abriera juicio, y se
le concedieran defensas ante los ciudadanos.^ Mas
f!lT m ° emPU|0nes' y E n d o s e solo sin ¿
por esto mismo apresuraron su muerte , conociendo
sen t o ' i ,1 aU T Ü ° í£ r e d ü ' e r o n á la c á r c e l - que lo librarían aquella noche si concurría mayor
r L e ° n i d a s c o n ,nL,Ghos los solda- gentío.
a f . I r ? T y , c e r c 6 e l e d i f i G Í 0 p ° r ^ P " t e db Al tiempo de ir Agis al suplicio, víó que uno de
ceu l i ^ T " Ef°r°S' 7 ,lamando á "r- los ministros lloraba y se mostraba muy afligido, y
üara e n f í S e ^ e s ^ e Pasaban como olios, le dijo: cesa amigo en tu llanto, pues aun muriendo
rPo?q e s e I C r ° n , e l U n a d e ¡ U i c ! ° ' l€ - " d a . : tan injusta é inicuamente me aventajo mucho á los
él t i Z d e f e , n d , e , s e a c w a de las disposiciones por
que me quitan la vida; y al decir esto presentó v o -
d a v T n f T C J.Í° V e n d C a í í ü e " a 'i^gida aparien- luntariamente el cuello al cordel. Acercóse en esto
cia y Anfares le dijo que ya lloraría y paíaria la Anfares á la puerta, y levantando á Agesistrata, que
se había echado á sus pies, por el conocimiento y
S di COn A g i s ' é í n d i c á ^ o l e e amistad; nada violento, le dijo, y que no sea lleva-
efugio de que había de usar en su defensa, le presun- dero se hará con Agis, y le propuso que si quería
Lís r d T laA C ° m S ^ h 3 b í a h e c h o ^ ^ T o r podia entrar adonde estaba el hijo. Pidiéndole esta
Lisandro y Agesilao. Respondió Agis que no había que entrara también con ella su madre, , le contestó
Anfares que no habia inconveniente; y luego que h u -
bieron entrado ambas, mandando otra vez que cerra-
lias en el o ' h a b ' a d e t f m i n a d o s e 8 " ' í sus hue-
ran la puerta de la prisión entregó al lazo la- prime-
s .h ' 8 e r n 0 ; Y o l v , ó l e - á - preguntar el mismo
ra á Arquidamia,. ya bastante anciana, y que habia
como r : r e p e m , d ° d e determinaciones; y
envejecido en. la mayor dignidad y honor entre sus
2 " e í Ó - a C 0 S a d e arrepentirse de
a U n C U 3 n d 0 « n o c i a que conciudadanos. Muerta esta, mandó que pasara ade-
muerte T i " peligro« J e condenaron á lante Agesistrata; la cual, luego que entró y víó al hijo
muerte, y dieron orden á los ministros para que lo, arrojado en el suelo, y á la madre muerta pendiente del
llevaran al calabazo llamado C a i . d u , el L 3 era un Cordel;, ella misma la quitó con los ministros-, y ten-
diendo el cadáver al lado de Agis,.lo cubrió y c o l o -
S 2 E X & ' ^ á los se 1 có tan decentemente como se podia. Abrazóse despues
?ue lo7m¡Pn; d a r I C S ^ V i e n d o Democares con el hijo, y besándole el roste©, tu demasiada b o n -
^ e . l o s ministros no osaban .acercarse á Agis, y que
dad , exclamó , ó hijo m i ó , tu mansedumbre y tu hu-
mildad son fas que te han perdido:, y a nosotras con-
S c o h S á ^Te,a,nte no era justo tigo., -Estaba Anfares viendo desde la puerta lo qué.-
¿ T * en la persona pasaba, y entrando al oír esta exclamación, di jo con
llevó á^m ® - a z a „ n d° j o s increpándolos él mismo, cólera á Agesistrata: pues qué eres de la misma o p i -
chos h a S U ^ e S 3 porque ya mu- nion que tu h i j o , tendrás el mismo castigo; y A g e -
chos habua|>,do sn pr.s.o? , y habjaá la puerta gran
AGÍS Y CLEOMENES.
«istrata al ser llevada al cordel, no dijo otra cosa sino:
¡ójala que esto sea en bien de Esparta! que todavía no se hallaba enteramente én edad de t o -
Al difundirse en el pueblo la nueva de aquella mar muger; y es que no queria se adelantara otro á
atrocidad y sacarse de la cárcel los cadáveres, no fue aquel matrimonio, á causa de que Agiatis había he-
tan grande el miedo que aquella inspiró, que no ma- redado la cuantiosa hacienda de su padre G i l i p o , y
nifestaran bien claramente los ciudadanos su senti- era en la edad y en la belleza la mas aventajada de
miento y su odio contra Leónidas y Anfares: no ha- las Griegas, y en sus costumbres y conducta suma-
biéndose visto en Esparta á juicio de todos otro he- mente apreciable. Dícese por lo mismo que nada o m i -
cho mas cruel é impío desde que los Diorios habita- tió para que no se la hiciera aquella violencia; pero
enlazada con Cleomenes, aunque aborrecía á Leóni-
ban el Peloponeso. Porque en un Rey de los Lacede-
das, era buena y cariñosa esposa de aquel joven, el
monios, según parece, ni aun los enemigos en las
cual ademas se habia enamorado de ella, y en cierta
batallas ponían fácilmente las manos si con él trope-
manera participaba de la memoria y benevolencia que
zaban , sino que le dejaban paso, de temor y respeto
á Agis conservaba su esposa: tanto que muchas v e -
á su dignidad. Así en tantas guerras como los Lace-
ces le preguntaba sobre aquellos sucesos, y escucha-
demonios tuvieron con los Griegos, antes del tiem- ba con grande atención la relación que le hacia de
p o de F i l i p o , uno solo murió herido de golpe de las ideas y proyectos que tenia Agis. Era Cleomenes
lanza, que fue Cleombroto en Leuctras; pues aunque amante de gloria , de elevado ánimo, y no menos que
los Mesemos dicen que Teopompo murió á manos Agis inclinado por caracter á la templanza y á la
de Aristomenes, los Lacedemonios dicen que no fue modestia; mas no tenia la nimia bondad y manse-
sino herido; mas en esto hay sus dudas: lo que no dumbre de este, sino que en su ánimo habia una cier-
la tiene es, que en Lacedemonia Agis fue el prime- ta punta de ira, y gran vehemencia para todo lo que
ro que murió condenado por los Eforos, varón que reputaba honesto; y si le parecía honestísimo man-
habia hecho en Esparta cosas muy laudables y útiles; dar á los que voluntariamente obedecian, tenia á lo
que se hallaba todavía en aquella edad, en la que si menos por bueno el impeler á los que le repugnaban,
los hombres yerran, hallan pronta y fácil indulgen- violentándolos hácia lo mas conveniente.
cia; y que si dió motivo de queja; fue mas bien a sus
N o podía por tanto agradarle el estado de la re-
amigos que á sus contrarios, con haber salvado á Leó-
pública : inclinados los ciudadanos al ocio y al d e -
nidas , y haberse fiado de los otros de quienes se fió,
leite , y desentendiéndose el Rey de todos los nego-
por ser demasiado sencillo y benigno. cios, si alguno no le turbaba el reposo y el lujo en
que queria vivir. Descuidábanse las cosas públicas;
CLEOMENES. porque cada uno no pensaba sino en el provecho pro-
pio ; y del egercicio de la templanza, de la toleran-
Muerto Agis, Leónidas anduvo tardo en pren- cia y de la igualdad entre los jóvenes, ni siquiera era
der á su hermano Arquidamo, que inmediatamente seguro el hablar, habiéndole venido de aqui á Agís
se puso en huida; pero á su muger, que hacia poco su perdición. Dícese ademas que Cleomenes, de joven,
habia dado á luz un niño, la echó de la casa pro- gustó la doctrina de los filósofos, habiendo venido á
pia , y por fuerza la casó con su hijo Cleomenes, aun- Lacedemonia Esfereo Boristenita, y ocupádose n o
sin esmero en la instrucción de aquellos mancebos. Eri
mente inclinado á las novedades de Agis, y que gus-
Estéreo, uno de los primeros discípulos de Cenon
taba de que se las relatara muchas veces, le repren-
Ocíense, y según parece se prendó mucho del ca-
dió con enfado, como que estaba fuera de juicio; y
rácter varonil de Cleomenes, y dió calor á su am-
por fin se apartó de hablarle de tal negocio y de c o n -
bición. Cuéntase que preguntado Leónidas el mayor currir á su casa. N o descubría sin embargo á nadie la
acerca del Concepto en que tenia al poeta Tirteo, res- causa de esta separación, diciendo solamente que el
pondió que le juzgaba muy bueno para incitar los R e y bien la sabia. De este mòdo Genares empezó á
ánimos de los jóvenes: porque llenos de entusiasmo oponerse á sus ideas; y Cleomenes, juzgando que
con sus poesías se arriesgaban sin cuidar de sí mis- los demás pensarían del mismo modo, solo de sí mis-
mos en los combates; pues por lo semejante la doc- mo esperó la egecucion de ellas. Reflexionó despues
trina Estoica, si para los de ánimo grande y elevado que en la guerra podría hacerse mejor la mudanza que
tiene un no sé qué de peligroso y excesivo, cuando no en tiempo de paz, y con esta mira indispuso á
se junta con una índole grave y apacible entonces es la república con los Aqueos, que ya habian dado
cuando da su propio friito. motivos de queja. Porque Arato, que era el que e n -
Cuando por la muerte de Leónidas entró á reinar, tre estos todo lo mandaba, quiso desde el principio
encontró la república del todo desordenada: porque reunir á todos los del Peloponeso en una asociación;
los ricos dados á sus placeres y codicias miraban con y este era el fin de sus muchas expediciones y de su
desden los negocios públicos; la muchedumbre, ha- largo mando, por creer que solo asi se librarian de
llándose infeliz y miserable, ni tenia disposición pa- ser molestados por los enemigos de afuera. Habíanse-
le agregado ya casi todos, faltando solamente los La-
ra la guerra, ni sentia los estímulos de la ambición
cedemonios , los Eleos, y de los Arcades los que á
para la buena educación de los hijos; y á él mismo
los Lacedemonios estaban unidos; y apenas murió
no le habia quedado mas que el nombre de R e y , re-
Leónidas, empezó áincomodará los Arcades, talan-
sidiendo todo el poder en los Eforos. Propúsose pues
do sus campos , sobre todo los de aquellos que c o n -
desde luego alterar y mudar aquel estado; y tenien-
finaban con los Aqueos, para tentar á los Lacedemo-
do por amigo íntimo á un tal Ger.ares, que habia nios, por lo mismo que miraba con desden á C l e o -
sido su amador, á lo que los Lacedemonios llaman menes como joven sin experiencia.
ser inspirador', empezó á tantearle preguntándole,
¿qué tal R e y había sido Agis, de qué m o d o , y por En consecuencia de esto los Eforos dieron prin-
medio de quiénes habia entrado en aquel camino ? Ge- cipio por enviar á Cleomenes á que tomara el tem-
nares ál principio hacia con gusto memoria de aque- plo y castillo de Minerva llamado Belbina, punto
llos sucesos , refiriendo y explicando como se habia que viene á ser la entrada de la región Lacónica; y
ejecutado cada cosa; mas cuando observó que Cleo- que era entonces objeto de disputa con los Megalo-
menes se inflamaba al oírle, y se mostraba decidida^ politanos. Tomólo Cleomenes, y lo fortificó ; acerca
de lo cual ninguna queja dió Arato, sino que m o -
viendo por la noche con su ejército entró en los tér-
I. Era tfiuy propia esta frase, porque en Esparta los minos de los Tegeatas y Orcamenios; pero habiendo
amad»*« debian inspirar á los jóvenes todas las virtudes; mostrado miedo los traidores que le servían de guía,
y especialmente las características de aquella república.
30-2 agis y cleomenes. a g i s y cleomenes. 303
se retiró, creyendo que aquello quedarla oculto; pe- cautivos: habiendo corrido por la Grecia la voz de
ro Cleomenes, usando de ironía, le escribió pregun- haber muerto Arato en la batalla; pero este, sacando
tándole como si fueran amigos, ¿ adonde había ido el mejor partido posible d e aquella situación, en se-
de noche? respondióle que habiéndosele informado guida de la derrota marchó á Mantinea, cuando na-
de que iba á fortificar á Belbina, bajaba á estorbár- die lo esperaba; tomó la ciudad, y se aseguró en ella.
selo ; y Cleomenes le envió de nuevo á decir que Decayeron con esto enteramente de ánimo los Lace-
bien lo creia: » Pero si no tienes inconveniente, le demonios.; y tenian á raya á Cleomenes en punto á
» a ñ a d i ó , dime para qué iban en pos de tí hachones guerra; por lo cual dispuso llamar de. Mesena al her-
» y escalas?" Echóse Arato á reír con este chiste; y mano de Agís Arquidamo, á quien tocaba reinar por
preguntando: ¿qué clase de joven es este? el Lacede- la otra casa, esperando que se debilitaría el poder de
monio Democrates , que se hallaba desterrado, sí has los Eforos, si la autoridad real se ponía con él en
de hacer algo contra los Lacedemonios, le respondió, equilibrio estando completa; pero habiéndolo enten-
el tiempo es este, antes que le nazcan las presas á es- dido los que antes habian dado muerte á Agis, t e -
te polluelo. En esto, hallándose Cleomenes en la A r - merosos de llevar su merecido si Arquidamo volvía,
cadia con pocos caballos y trescientos infantes, le le recibieron en la ciudad, en la que había entrado
dieron orden los Eforos de que se retirase, temiendo de oculto, y aun le acompañaron; pero inmediata-
la guerra; pero no bien se habia retirado cuando Ara- mente le quitaron la vida: ó contra la voluntad de
to tomó á Cafias; y entonces los Eforos volvieron á Cleomenes, según siente Filarco, ó cediendo áiós ami-
mandarle salir. T o m ó á Metudrio , y corrió el pais gos , y abandonando á su odio al mismo que habia
' de Argos; con lo que los Aqueos movieron contra él hecho venir: porque á ellos fue siempre á quienes
con veinte mil infantes y mil caballos, mandados aquella atrocidad se atribuyó , pareciendo que h a -
por Aristomaco. Salióles al encuentro Cleomenes jun- bian hecho violencia á Cleomenes.
to á Palantio; y queriendo darles batalla , temió Ara- Determinóse sin embargo á llevar al cabo la mu-
to aquel arrojo, y no permitió al General entrase en danza proyectada; para lo que alcanzó con dádivas
combate; sino que se retiró, improperado de los de los Eforos que le permitieran salir á campaña; y
Aqueos, y escarnecido y despreciado de los Lacede- también trató de ganar á otros muchos ciudadanos
monios , que no llegaban á cinco mil. ^Habiendo c o - por medio de su madre Cratesiclea, que gastó y o b -
brado Cleomenes con esto grande aliento, trataba sequió con profusion. Mas es, que no pensando e s -
de infundirle en sus ciudadanos, y les trajo á la me- ta en volverse á casar , se dice que á persuasión del
moria aquel dicho de uno de sus antiguos Reyes: que hijo tomo por marido á uno de los mas principales
nunca los Lacedemonios acerca de los enemigos p r e - en gloria y en poder. Moviendo pues con su ejército,
guntan cuantos son, sino donde están. toma á Leuctras en los términos de Megalópolis; y
Fue de allí á poco en auxilio de los Eleos, á acudiendo pronto contra él el socorro de los Aqueos
quienes los Aqueos hacían la guerra; y alcanzando á las órdenes de Arato, á vista de la misma ciudad
á estos cerca del monte Liceo, cuando ya se retira- fue vencida una parte de su ejército. Mas sucedió que
ban , desordenó y desbarató todo su ejército, dan- no habiendo permitido Arato que los Aqueos pasasen
do muerte á muchos, y tomando gran número de un bar/anco profundo, obligándoles á hacer alto en
304 a g i s Y cleomenes.
la persecución de los enemigos ; irritado de ello Lisia- y este al principio se sobresaltó pensando que esto
das, Megalopolitano, marchó con la caballería que te- podia dirigirse á sondearle por alguna sospecha; pe-
nia cerca de sí;' y continuando en seguir el alcance, ro luego que se convenció de que el que hacia la re-
se metió en un terreno lleno de viñas, de acequias y lación no mentia, se tranquilizó; y tomando consi-
de tapias, de donde desuniéndosele la gente con es- go á aquellos ciudadanos que le parecia habían de
tos estorbos, se retiraba con dificultad. Advirtiólo ser mas contraríos á su designio, se apoderó de He-
Cleomenes, y marchó contra él con los Tarentinos y rea y AIsea, ciudades sujetas á los Aqueos. Introdu-
Cretenses , por los que fue muerto Linadas, aunque jo despues víveres en Orcomene; se acampó junto á
Mantinea; y yendo arriba y abajo con continuas y
se defendió con gran valor. Cobrando con esto gran-
largas marchas, quebrantó de modo á los Lacedemo-
de ánimo los Lacedemonios, acometieron con grite-
nios, que á petición de ellos mismos dejó la mavor
ría á los Aqueos, é hicieron retirar á todo su ejército.
parte en la Arcadia; y conservando consiso á los
Habiendo sido grande el número de muertos, todos los
que servían á sueldo, marchó con ellos á Esparta En
demás los entregó Cleomenes en virtud de un tratado;
el camino comunicó su proyecto á aquellos que creia
pero en cuanto al cadáver de Lisiadas mandó que se le serle mas adictos, y hacia su marcha con sosiego y
llevaran; y adornándole con púrpura, y poniéndole recato para sobrecoger á los Eforos cuando estuviesen
una corona, le hizo conducir hasta las mismas puer- en la cena.
tas de Megalopolis. Este es aquel mismo Lisiadas que
abdicó la tiranía, dió libertad á sus conciudadanos, é Cuando estuvo cerca de la ciudad, envió á Eu-
incorporó á Megalopolis en la liga de los Aqueos. rucleidas al lugar donde tenian los Eforos su cenador
Cobró con esto mayor ánimo Cleomenes, y es- como que iba de su parte á darles alguna noticia reí
3 i ejército; y Teriquion y Febis, y dos de los
tando en la inteligencia de que si hiciera la guerra á
los Aqueos obrando en negocios libremente según su que se habían criado con Cleomenes, á los que llaman
voluntad, fácilmente los venceria; hizo ver al mari- ¿amotraces le seguían con unos cuantos soldados
I odavia estaba Eurucleidas haciendo su relación á los
do de su madre Megistono, que convenia deshacerse
Eforos, cuando entrando aquellos con las espadas
de los Eforos; y poniendo en común las tierras para
desenvainadas empezaron á acuchillarlos. El primero
todos los ciudadanos, restablecer la igualdad en Es-
parta y despertar á esta, y promoverla al imperio de P o L ? r n i t r T z a r o n f u e Agesilao, y cayendo al
la Grecia; y persuadido este, previno también á otros golpe en el suelo, se creyó que había muerto; mas
dos ó tres de sus amigos. Sucedió por aquellos mis- él »arrastrándose poco á poco, se salió del cenador, v
mos días, que habiéndose dormido uno de los E f o - pudo pasar a ocultarse en un edificio muy peoueño
ros en el templo de Pasifae, tuvo un maravilloso en- que estaba contiguo. Era este el templo del Miedo • v
sueño. Parecióle que en el lugar en que los Eforos siendo asi que ordinariamente estaba cerrado, entra-
dan audiencia sentados, habia quedado una sola silla, eespor casualidad se hallaba abierto: entrándose pues
en él cerro la puerta. Los otros cuatro fueron muer-
y las otras cuatro se habían quitado; y que como
tos y con ellos mas de diez de los que se pusieron á
esto le causase admiration, salió del centro del templo
defenderlos; pues que no ofendieron á los que e e s -
una voz que dijo ser aquello lo que mas á Esparta
convenia. Refirió el Eforo esta vision á Cleomenes;
XOMO i v ! ' DÍ d e t U V ¡ e r o f l á ]o v s ^ e W o n
306 AGIS y CLEOMENES.
salirse de la ciudad, y aun usaron de indulgencia con
madas, en la que dijo: que por la institución de L i -
Agesilao, que al o t r o dia salió del templo.
curgo á los reyes se asociaban los ancianos, y por
Tienen los Lacedemonios templos, no solo del
largo tiempo estuvo asi gobernada la república, sin
Miedo, sino déla Muerte, de la Risa y de otros afec- que se echase de menos ninguna otra autoridad. Mas
tos y pasiones; mas si veneran al M i e d o , no es c o - adelante, prolongándose demasiado la guerra contra
mo á los Genios que queremos aplacar, teniéndole los Mesenios, y no pudiendo los reyes atender á los
por nocivo, sino en la persuasión de que la repúbli- juicios por estar ocupados en los ejércitos, fueron
ca principalmente se sostiene con el temor; y por elegidos algunos de sus amigos, para que quedaran
esta razón los Eforos al entrar á desempeñar su car- en su lugar y acudieran á ellos los ciudadanos; y es-
go mandan por p r e g ó n , según dice Aristóteles, que tos fueron los que se llamaron Eforos. Al principio
se afeiten el bigote, y observen las leyes, para no e n - no eran mas que unos ministros de los reyes; pero
contrarlos indóciles. Y lo del bigote en mi concepto despues poco á poco se atrajerqn la autoridad, sin
lo comprenden en el pregón para acostumbrar á los que se echara de ver que iban formándose una m a -
jóvenes á la obediencia aun en las cosas mas peque- gistratura propia; de lo que es indicio que aun hoy
ñas. En mi dictamen asimismo no creian los antiguos cuando los Eforos llaman al R e y la primera y segun-
que la fortaleza era falta de miedo, sino mas bien da vez, se niega á ir; y llamando la tercera, se levan-
temor del vituperio y miedo de la afrenta; porque ta y acude al llamamiento; y el primero que exten-
los que mas temor tienen á las leyes, son los mas dió y dió mas fuerza á esta magistratura, que fue
osados contra los enemigos, y sienten menos el p a - Asteropo, no la ejerció sino muchas edades despues.
decer y sufrir los que mas temen á que se hable mal Y si hubieran usado de ella con moderación, seria lo
de ellos. Asi tuvo mucha razón el que dijo: mejor sufrirlos; pero habiendo tentado hacer nula la
Alli está la vergüenza donde el miedo; autoridad patria con un poder pegadizo, hasta el pun-
y Homero: to de proceder contra los mismos reyes, desterrando
á unos, dando á otros muerte sin que preceda juicio,
Y o os venero y t e m o , ó caro suegro;
y amenazando á todos los que desean ver restableci-
y en otra parte:
da la excelente y divina constitución de Esparta, es-
Callados y temiendo á sus caudillos.
to ya es inaguantable. » ¡ Y ojalá hubiera sido posi-
Porque á los mas les sucede que muestran rubor ante
»» ble, añadió, desterrar sin sangre las pestes que se
aquellos á quienes temen; y por esta causa habían
»han introducido en Lacedemonia; á saber: el rega-
erigido los Lacedemonios templo al Miedo junto al « l o , el lujo, las deudas, el logro y otros males mas
cenador de los Eforos, habiendo acercado la autori- » antiguos todavía que estos > la pobreza y la riqueza;
dad de estos muy próximamente á la de un monarca. » porque en taLcaso me tendría por el mas dichoso
Luego que se hizo de dia proscribió Cleomenes á » de los reyes-en curar á la patria sin dolor como los
ochenta ciudadanos, que entendió convenia saliesen » m é d i c o s ; pero ahora no puedo menos de obtener
desterrados, y quitó las sillas de los Eforos , á excep- » p e r d ó n , de la necesidad en que me he visto, del
ción de una que dejó para dar él mismo audiencia »mismo Licurgo, que sin ser R e y ni magistrado,
en ella. Congregó en seguida junta del pueblo, con el «sino un particular que se proponía obrar como R e y ,
objeto de hacer la apología de las disposiciones to-
va
308 AGIS Y CLEOMENES. AGIS Y CLEOMENES. 309
» s e presentó en la plaza con armas; de manera que parable y enteramente Espartano. Con todo para sua-
« e l R e y Carilao se refugió al templo; mas como vizar el nombre de monarquía, designó para reinar
» fuese justo y amante de la patria, tomó luego par- con él á su hermano Euclidas; y solo entonces se ve-
» t e en las disposiciones de Licurgo, y admitió la mu- rificó tener los Esparciatas los dos reyes de la una
M danza del gobierno; pero ello es que el mismo L i - de las dos casas.
»curgo dió con su conducta testimonio de que es d i - Habiendo llegado á entender que los Aqueos y
«ficil mudar el gobierno sin violencia y terror; y Arato estaban persuadidos de que no teniendo la m a -
» aun y o he empleado los medios mas suaves y b e - y o r seguridad en sus negocios por las novedades i n -
» nignos que he p o d i d o , no haciendo mas que qui- troducidas no se hallaba en estado de salir fuera de
n tar los que podían ser estorbo á la salud de L a c e - la Laconia, ni de dejar pendiente la república en
» demonia; y en beneficio de todos los demás hago la tiempo de tales agitaciones, creyó que no carecería
«propuesta de que sea común todo el territorio; de de grandeza y utilidad el hacer ver á los enemigos la
» que se libre á los deudores de sus obligaciones, y excelente disposición de su ejército. Invadiendo pues
» de que se haga juicio y discernimiento de losforas- el territorio de Megalópolis recogió un rico botin,
» teros, para que hechos Esparciatas los mejores de y taló gran parte de aquel. Por fin llamando cerca
de sí á unos farsantes que iban de Mesena, y^ levan-
« e l l o s , salven la república con sus armas, y no vea-
tando un teatro en el pais enemigo, señaló á la re-
»»mos en adelante con indiferencia que la Laconia
presentación el precio de cuarenta minas, y asistió á
»sea presa de los Etolios é Ilirios por falta de quien
ella un dia solo; no porque gustase de aquel espectá-
»> la defienda."
culo , sino para burlarse en cierto modo de los ene-
El fue despues el primero que hizo presentación
migos , y hacer ostentación de su gran superioridad;
de sus haberes; y su padrastro Megistono, cada uno manifestando que los miraba con desprecio. Pues por
de sus amigos, y por fin todos los ciudadanos, ha- lo demás, de todos los ejércitos, ya Griegos y ya
bie'ndose repartido el territorio. Asignó en esta dis- del R e y , este solo era al que no seguían ni cómicos,
tribución su suerte á cada uno de los que él mismo ni juglares, ni bailarinas, ni cantoras; sino que se
habia desterrado, y se comprometió á restituirlos conservaba puro de toda disolución y de toda vani-
luego que todo estuviese tranquilo. Llenó el número dad y aparato: estando por lo común ejercitados los
de ciudadanos con los mas apreciables de los colonos, jóvenes, y ocupándose los ancianos en instruirlos;
formando con ellos una división de cuatro mil infan- y cuando no tenían otra cosa que hacer, pasando to-
tes ; y habiéndoles enseñado á manejar con ambas dos el tiempo en sus acostumbrados chistes, y en m o -
manos la azcona en lugar de la lanza, y á embcazar tejarse unos á otros con dichos graciosos y propia-
el escudo por el asa y no por la correa, convirtió su mente lacónicos. Ahora, cual sea la utilidad de es-
-cuidado á los ejercicios y educación de los jóvenes, ta especie de juego, lo dijimos en la vida de Licurgo.
en lo que tuvo por principal auxiliador á Esfereo que
allí se hallaba. Con esto en breve los egercicios -y El era maestro de todos, poniéndoles á la vista
banqueres espartanos se pusieron en el pie convenien- eomo un ejemplo de sobriedad su propio tenor de
t e , y unos pocos por necesidad, la mayor parte por vida; en la que nada habia de exquisito , de artifi-
gusto, se redujeron á aquel método de vida incom- cioso ó de extraordinario que le distinguiese de los
demás, lo que le dió grande influjo en los nego-
plata en muy corto número; con lo que bebía el que -
cios de la Grecia. Porque los que tenian que negociar
queria; y al que lo repugnaba no se le alargaba el
con los otros reyes, no tanto se maravillaban de su
vaso. N o habia música ni hacia falta: porque él mis-
riqueza y su lujo, como se incomodaban con su al-
mo alegraba aquel rato con su conversación, ya h a -
tanería y su orgullo, recibiendo con gravedad y as-
ciendo preguntas, ó ya refiriendo acaecimientos, sin
pereza á los que á ellos acudían. Mas los que se pre-
que en sus discursos se notase una solicitud desagra-
sentaban á Cleomenes, que en realidad era y se lla- dable, sino mas bien cierta festividad graciosa y u r -
maba R e y , al ver que no tenia para el servicio de bana. Porque el modo con que los otros reyes caza-
su persona ni púrpura, ni preciosas ropas, ni ricos ban á los hombres, cebándolos y corrompiéndolos
escaños, ni muebles, y que para conseguir su audien- con dinero y con dádivas, creia que sobre ser injus-
cia no habia que vencer dificultades, ni el obstáculo to era mal entendido; y al reves el^ atraerlos y ga-
de muchedumbre de pages, de porteros y secretarios, narlos con pláticas y discursos sencillos y graciosos
sino que él mismo salía en persona á que le saluda- le parecia lo mas honesto y lo mas digno de un R e y :
sen , vestido como cualquiera particular, hablando á porque en nada se diferencia el jornalero del amigo,
los que tenían negocios y entreteniéndose con ellos sino en que este se adquiere con la conducta y el tra-
íestiva y humanamente, todos le aplaudían y ama- t o , y el otro por dinero.
ban, diciendo que él solo era verdadero descendien-
Fueron pues los Mantinecones los primeros que
te de Hércules. Para su cena cotidiana no habia mas
acudieron á él; é introduciéndose de noche en la ciu-
de tres escaños, y era muy parca y muy espartana; d a d , arrojaron la guarnición délos Aqueos, y se en-
pero si convidaba á embajadores, ó tenia huéspe- tregaron á los Lacedemonios. Restituyóles sus leyes
des, entonces se ponian otros dos escaños, y los y Gobierno, y en el mismo dia marchó para Tegea.
sirvientes usaban para las mesas de algún aparato Poco despues, regresando por la Arcadia, bajó c o n -
mas; no tampoco en exquisitos guisados, ni en pas- tra Feras de la Acaya, con intento ó de dar una
tas, sino en cuidar de que los manjares estuviesen batalla á los Aqueos, ó de excitar sospechas contra
rnas abundantes, y el vino fuese de mejor calidad: asi Arato, como que voluntariamente se retiraba y le
es que afeó á un amigo, -el que habiendo dado de c o - abandonaba el pais; pues aunque entonces era general
mer á unos huéspedes, les hubiese puesto el caldo Hiperbatas, toda la autoridad y el poder de los Aqueos
negro, y la torta de que en sus banquetes cívicos usa- residía en Arato. Saliendo pues los Aqueos con todas
ban : porque decía que se habia de cuidar de no ser sus fuerzas, y sentando su campo en Dumias, junto al
con los huéspedes tan rigurosamente Espartanos. Le- sitio llamado Hecatombeon, acudió Cleomenes, y pa-
vantada la mesa se traía un trípode, en que habia un rece que hizo una cosa temeraria en ir á ponerse en me-
lebrillo de bronce lleno de vino, dos ampollas de dio entre la ciudad de Dumias, que era enemiga, y el
plata de cavida de dos cotilas 1 y algunos vasos de campamento de los Aqueos; pero provocando con la
mayor osadía á estos, los obligó á acometer; y ven-
/ ciéndolos en batalla campal, destrozó su infantería,
i La cotila griega se dijo en la vida de Nicias que
era un poquito menos de medio cuartillo de la medida con muerte de muchos en el combate, y haciéndo-
castellana. les ademas gran número de prisioneros. Cayó des-
agis y cleomenes. 313
Ju?e:S:e Lj,nCOn' y é c h a n d o fuera á los Aqueos por hallarse sobrecogidos de la intrepidez de C l e o -
Eleos guarnición, restituyó la ciudad á los menes , y aun por parecerles justos los conatos de
los Lacedemonios de restituir el Peloponeso á su es-
Quebrantados asi los Aqueos, Arato, acostumbra-
do a ser siempre general un año sin otro, renunció plendor antiguo, convirtió su ánimo á otro proyec-
y se escuso de esta carga, no obstante que le insta- t o , del que no podía resultar utilidad alguna á nin-
ron y rogaron: cosa no bien hecha, en tan gran tor- guno de los Griegos, y que era ademas vergonzoso
menta de los negocios públicos poner en otras ma- para él, é indigno de si^santeriores hazañas y de las
nos el timón , y abandonar el mando. Por lo que ha- miras con que se habia conducido en el gobierno; y
ce a Ueomenes, al principio pareció que tenia bas- fue el de atraer á Antígono sobre la Grecia, é inun-
tante consideración á los embajadores de los Aqueos: dar el Peloponeso de aquellos mismos Macedonios
pero enviando otros por su parte, propuso que ha- que siendo mozo habia arrojado de él, poniendo en
b a de dársele la primacía, y que en lo demás no libertad la ciudadela de Corinto; á lo que se agre-
altercaría con ellos, y aun Ies restituirla el territo- gaba que habiéndose hecho sospechoso á todos los re-
rio ocupado y los cautivos. Convinieron los Aqueos yes , y declarádose su enemigo, de Antígono habia
en hacer la paz aun con estas condiciones, y p r o - dicho dos mil males en los comentarios que nos dejó
pusieron a Cleomenes que pasara á Lerna, donde ha- escritos. Pues con ser esto asi, y con decir él mismo
bían de celebrar junta; pero sucedió que habiendo que habia padecido y trabajado mucho por los A t e -
hecho Cleomenes una marcha rápida, y bebido a a ua nienses para ver libre aquella ciudad de la guarni-
a deshora, arrojó cantidad de sangre, y perdió e n - ción de los Macedonios, despues á estos mismos los
teramente Ja v o z ; por lo cual envió á los Aqueos los introdujo armados en la patria y en su propia casa
mas principales de los cautivos, y suspendiendo la hasta los últimos rincones; al propio tiempo que se
junta se retiró á Esparta. desdeñaba de que un descendiente de Hércules y R e y
Perjudicó mucho este accidente á los negocios de los Esparciatas, que como quien templa instru-
de la Grecia, que hubiera podido reponerse de los mentos desafinados restablecía el patrio gobierno, res-
males presentes, y librarse de los insultos y codicia tituyéndolo á la sabia ley de Licurgo y al templado
de los Macedonios; pero Arato, ó por desconfianza método de vida de los Dorios, tomara el título de
y temor de Cleomenes, ó quizá por envidia á su no General de los Sicionios y Triteos. Huyendo pues
esperada prosperidad, dándose á entender que h a - de la torta y de la capa, y de lo que acusaba como
biendo él hombreado por treinta y tres años seria mas duro en Cleomenes, que era la reducción de la
cosa terrible que se apareciese de pronto un jóven á riqueza y el destierro de la miseria, se postraba á
arrebatarle su gloria y su poder, y á ponerse al fren- sí mismo, y postraba la Acaya ante la diadema, la
te de unos negocios que por él habian recibido au- púrpura y los preceptos despóticos de Macedonios y
mento, y que él había conducido y manejado por tan de Sátrapas, por no estar á las órdenes de Cleomenes,
largo tiempo, en primer lugar tentó que los Aqueos haciendo sacrificios por la salud de Antígono, y e n -
se opusieran á lo que ya estaba acordado, y lo es- tonando con corona en la cabeza himnos en honor
torbaran. Despues cuando vió que no le escuchaban de un hombre lleno de corrupción y pestilencia. N o
es nuestro ánimo al referir esta? cosas acosar á Ara-
agis y cleomenes. ¿if
t o , porque en general fue un varón digno de la Gre-
á Pelene, cayendo sobre ella de improviso, y echó
cia y de los mas ilustres de ella, sino tomar de aqui
de alli á los que la guarnecían juntamente con los
ocasión para compadecer la miseria de la naturaleza
humana, que aun en índoles tan dignas de alabanza, Aqueos. En seguida atrajo á su partido á Feneo y
y tan inclinadas á toda virtud, no puede producirse Penteleo; y como los Aqueos por temor de que se
un bien perfecto, y que no esté sujeto á alguna r e - hubiera fraguado alguna traición en Corinto y Si-
prensión. cione hubiesen enviado la caballería y las tropas au-
xiliares desde Argos para custodia de estas plazas,
Acudiendo los Aqueos á Argos otra vez con el mientras ellos bajaban á Argos á celebrar los juegos
objeto de la junta, y bajando de Tegea Cleomenes, Ñemeos, esperando Cleomenes lo que era en reali-
tenian todos grande esperanza de que se verificaría dad , que llena la poblacion de los concurrentes á la
la paz; pero Arato que en los puntos mas capitales fiesta y de espectadores, si iba allá de sorpresa seria
estaba ya convenido con Antígono, temiendo que mayor la turbación, condujo de noche su ejército
Cleomenes lo llevara todo á cabo, reunió al pueblo, hasta el pie de las murallas; y tomando el punto
y aun se puede decir que lo violentó, y queria que inmediato al Escudo que dominaba el teatro, lugar
tomando Cleomenes trescientos rehenes se presentara agrio y poco accesible, los sobrecogió de tal manera
solo en la junta, ó que conferenciaran fuera junto al que nadie se movió á la defensa, sino que admitie-
Gimnasio llamado Cilarabis, pudiendo entonces v e - ron guarnición, le entregaron veinte ciudadanos en
nir con tropas. Al oirlo Cleomenes se quejó de que rehenes, y se hicieron aliados de los Lacedemonios
se le hacia injusticia, pues que debían habérselo d i - para militar á las órdenes de Cleomenes.
cho desde el principio, y no desconfiar entonces, y Resultóle de aqui no pequeña gloria y poder,
hacerle retroceder cuando ya habia llegado á sus porque los'antiguos reyes de los Lacedemonios por
puertas; y habiendo escrito sobre este incidente una mas que habían hecho, nunca habían podido conse-
carta á los Aqueos, que era en la mayor parte una guir que Argos se uniera firmemente á Esparta; y
acusación de Arato, y llenádole á su vez Arato de Pirro, el mas hábil de todos los Generales, aunque
improperios ante la muchedumbre, se retiró al pun- llegó á entrarla por fuerza no sujeto la ciudad, sino
to con su ejército, y al mismo tiempo envió á los que murió en la empresa con pérdida de gran parte
Aqueos un heraldo denunciándoles la guerra ( n o á de sus tropas. Era pues admirada la actividad y pru-
Argos, sino á Egio como dice Arato), para no dar dencia de Cleomenes; y si antes cuando decía que
lugar á que pudieran prevenirse. Grande fue enton- había imitado á Solon y á Licurgo en Ja abolicion
ces la turbación de los Aqueos, inclinándose las ciu- de las deudas y en la igualación de las haciendas se
dades á la rebelión; de parte de la plebe, porque es- le echaban á reír, entonces del todo se convencieron
peraba el repartimiento de tierras y la abolicion de de que él era la causa de la mudanza que se veia en
las deudas, y de parte de los principales, porque les los Esparciatas. Porque antes habia sido tal su d e -
era molesto Arato, y aun algunos habían concebido cadencia , y tan imposibilitados estaban de valerse,
ira contra él porque les traía los Macedonios al P e - que habiendo hecho los de Etolia una irrupción en
loponeso. Alentado por tanto con estos sucesos Cleo- lo Laconia, se les llevaron cincuenta mil esclavos;
menes invadió la A c a y a ; y en primer lugar tomó con alusión á lo cual se cuenta haber dicho un an-
ciano de los Esparciatas, que les habian servido de
amigos y apoderados de Arato, y les dió orden p a -
auxilio los enemigos aliviando á la Laconia; y aho-
ra que se entregaran de su casa y su hacienda, y las
ra con solo haber pasado un poco de tiempo, en el
tuvieran en buena custodia y administración. M a n -
que no habian hecho mas que empezar á resucitar las dó asimismo en busca de este á Tritumalo de Mese-
costumbres patrias, y á restablecer un vestigio de su na, para hacerle la proposicion de que el Acroco-
educación antigua, habian ya dado á Licurgo, c o - rinto fuese guardado á un tiempo por Aqueos y La-
mo si estuviera presente y los gobernase, grandes cedemonios, y la particular oferta de una pensión
muestras de valor y obediencia, restituyendo á L a - doble de la que recibia del R e y Tolomeo. Mas c o -
cedemonia el imperio de la Grecia, y volviendo á mo Arato se hubiese negado, y hubiese enviado á su
recobrar el Peloponeso. hijo con otros rehenes á Antígono, haciendo decre-
hormada Argos, se unieron á Cleomenes inme- tar á los Aqueos que á este seria á quien se entrega-
diatamente Cleonas y Fliunte; y hallándose por se el Acrocorinto, en consecuencia Cleomenes inva-
suerte á este tiempo Arato en Corinto ocupado en dió la Sicionia y la taló, y recibió en Dadiva la ha-
la averiguación de los que se decia laconizaban, ó cienda de Arato en virtud de decreto de los C o -
eran partidarios de los Lacedemonios, le llegó la no- rintios.
ticia de estos sucesos, la que le causó gran sorpresa; Pasó en esto Antígono la Gerania con grandes
y teniendo observado que la ciudad se inclinaba á ftierzas, y le pareció á Cleomenes que no debia c i r -
Cleomenes, como por otra parte los Aqueos quisie- cunvalar y guardar el Istmo , sino los montes Onias,
sen también retirarse, convocó sí á junta á los c i u - y quebrantar mas bien á los Macedonios con una
dadanos; pero escabullándose, sin que lo entendie- guerra de puestos, que no venir á las manos en o r -
sen, marchó á la puerta, y montando allí en un c a - denada batalla; y haciéndolo como lo habia pensa-
ballo que le trajeron, huyó á Sicione. Apresuráron- d o , puso en grande apuro á Antígono; porque ni
se los Corintios á marchar á Argos para unirse á Cleo- habia hecho suficiente acopio de víveres, ni era fácil
menes, tanto que dice Arato haberse rebentado t o - forzar el paso situado allí Cleomenes. Intentó r o -
dos los caballos; y que Cleomenes les hizo cargo de dear de noche el Lequeo, y fue rechazado con pér-
rio haberle detenido, y haberle dejado escapar; mas dida de alguna gente; con lo que se alentó extraor-
que con todo fue en su busca Megistono de parte dinariamente Cleomenes, y sus tropas, engreídas con
del mismo Cleomenes á que le entregara el A c r o c o - la victoria , se fueron tranquilas á preparar la cena:
rínto, porque habia en él guarnición de Aqueos, ha- como por el contrario decayó de ánimo Antígono,
ciéndole sobre ello instancias, y ofreciéndole gran reducido á no tomar sino partidos desesperados en
suma de dinero; á lo que le habia respondido que semejante conflicto. Asi pensó en ir á tomar la cresta
no era dueño de los negocios, sino los negocios de del Hereo, y desde alli pasar en barcos las tropas á
él: asi lo dejó escrito Arato. Cleomenes salió de A r - Sicione; pero esto era obra de mucho tiempo y de
no comunes preparativos; pero ya á la caída de la
gos, y agregando á su partido á los de Trecene, Epi-
tarde vinieron de Argos por mar unos amigos de
dauro y Hermione, pasó á Corinto, donde tuvo
Arato, enviados por este á llamarle, con motivo de
que circunvalar el alcázar, por no querer los Aqueos
que los Argivos se habian rebelado á Cleomenes. Era
desampararle. Al mismo tiempo envió á llamar á los
Aristóteles quien habia negociado esta defección, no las calles de enemigos, habiendo dado orden á los
habiéndole sido fácil persuadir á la muchedumbre, Cretenses de que usaran de las ballestas. Mas habien-
irritada de que Cleomenes no habia hecho la aboli- do visto que Antígono bajaba desde las cumbres á la
cion de deudas con que ella se habia lisonjeado. T o - llanura con la infantería, y que ya los caballos c o r -
mando pues Arato mil y quinientos soldados de los rían apresuradamente hácia la ciudad, desconfió de
de Antígono, los condujo por mar á Epidamo; p e - reducirla; y juntando toda su gente, bajó con entera
ro Aristóteles ni siquiera lo esperó, sino que ponién- seguridad, y se retiró resguardado de la muralla; y
dose al trente de los ciudadanos, acometió á los que habiendo venido á cabo de grandes empresas en muy
guardaban la ciudadela, y al mismo tiempo acudió breve tiempo, y estando en muy poco el que en una
en su auxilio Timoxeno, que con tropas de los Aqueos vuelta como quien dice no se hubiera hecho dueño
vino desde Sicione. de todo el Peloponeso, también en un momento se
le fue todo de las manos; porque de los aliados unos
. plegaron estas nuevas á Cleomenes á la segunda
le abandonaron desde luego, y otros hicieron des-
vigilia de la noche; y haciendo llamar á Megistono
pues entrega de sus ciudades á Antígono.
le mandó con enfado que fuese al punto á dar so—
corro contra los de Argos, porque él habia sido la Cuando tan mal le sucedían las cosas de la guer-
principal causa de que Cleomenes se hubiera fiado ra é iba en retirada con su ejército, ya tarde, cerca
demasiado de los Argivos, y quien le estorbó que no de Tegea, llegaron mensageros de Lacedemonia tra-
desterrase á los sospechosos. Enviando pues á M e - iéndole nuevas de una desventura en nada inferior
gistono con dos mil hombres, él se quedó en obser- á las que le aquejaban, y era la de la muerte de su
vación de Antígono, y tranquilizó á los Corintios, muger, por sola la cual se mostraba poco sufrido
diciéndoles que no habia sido cosa lo de Argos, sino aun en medio de sus prosperidades; pues que bajaba
un alboroto suscitado por unos cuantos. Mas suce- con frecuencia á Esparta, enamorado siempre de
Agiatides, y teniéndola en el mayor aprecio y esti-
dió que Megistono llegado á Argos murió en el com-
mación. Sorprendióse pues, y sintió el mas vivo d o -
bate, y los de la guarnición se sostenían con gran
lor , como era preciso en un joven que perdía una
dificultad enviando continuos partes á Cleomenes.
muger bella y virtuosa; y sin embargo no hizo en
Temiendo pues no fuera que los enemigos se apode-
medio de tanto pesar nada que desdijese de su gran-
raran de Argos, y tomándole los pasos" talaran á su
deza de alma, o q u e pusiera mengua en e l l a s i n o
placer la Laconia, y sitiaran á Esparta que habia que- que conservando la misma v o z , el mismo continente,
dado sin gente, sacó al punto su ejército de Corin- y el mismo semblante con que siempre se mostraba^
t o , ciudad que perdió bien pronto, entrando en ella atendió á dar las órdenes á los caudillos, y á pro-
Antígono y poniendo guarnición. Cayó sobre A r - veer á la la seguridad de los Tegeatas. A la mañana
gos con ánimo de escalar la muralla, para lo que re- muy temprano bajó á Lacedemonia; y habiendo en
unió su ejército que estaba en marcha; y habiéndo- casa desahogado el llanto con la madre y los hijos
se abierto paso por las bóvedas del Escudo, subió y inmediatamente volvió á entregarse al despacho dé
se incorporó con los de la guarnición, que todavía los negocios; y como Tolomeo, Rey de Egipto
resistían á los Aqueos. Arrimando despues las esca- para otrecerle socorros exigiese que le diera en rehe-
las tomó algunos puntos de la ciudad, y desembarazó
nes á los hijos y á la madre, estuvo largo tiempo sia AGIS y CLEOMENES.
atreverse á decírselo á esta; y entrando muchas ve- Laconia, dió la libertad á aquellos hilotes que^pu-
ces con este intento, en el acto mismo de ir á h a - díeron pagar cinco minas Aticas; recogiendo por es-
blar enmudecía; tanto que ella misma llegó á conce- te medio quinientos talentos; y habiendo armado á
bir alguna sospecha, y preguntó á sus amigos: ¿qué dos mil á la Macedonia para oponerlos á los L e u -
caspidas de Antígono, concibió un proyecto atrevi-
era en lo que se detenia cuando la visitaba? Por fin,
do é inesperado de todos. Megalopolis era ya enton-
habiéndose determinado Cleomenes á manifestárselo,
ces por sí sola no menor ni menos poderosa que La-
se echó á reír diciéndole: ¿ y esto era lo que tenias
cedemonia, y tenia ademas el auxilio de los Aqueos
que proponerme y que tanto miedo te costaba?
y el de Antígono, que cubría sus costados, llamado
¿ por qué pues no te das prisa á poner en un barco
al parecer por los Aqueos, á solicitud principalmen-
este mi cuerpo, y á enviarlo donde pueda ser útil á te de los Megalopolitanos. Pensando pues en saquear-
Esparta, ^ antes que con la vejez se destruya aquí la Cleomenes (acción á la que en lo pronta é ines-
sentado sin ser de provecho para nada? Cuando t o - perada ninguna puede compararse), dió orden á los
do estaba dispuesto fueron á pie á Tenaro, y los soldados de que tomaran víveres para cinco dias, y
acompañó el ejército con armas; y al ir Crutesidea marchó con su ejército la viade Selasia, como quien
á embarcarse, llevó á Cleomenes'solo al templo de iba a talar la Argolida; pero de alli bajó al territorio
Neptuno; y habiéndole abrazado y saludado tierna- de los Megalopolitanos, y habiendo comido los ran-
mente, como le viese apesadumbrado y afligido, chos junto a Z e c i o , repentinamente se encaminó por
« e a , le dijo , ó Rey de los Lacedemonios, cuando Helisunte á la ciudad misma. Cuando ya estaba á
«salgamos á fuera es menester que nadie advierta corta distancia, envió á Panreo con dos cohortes de
« que hemos llorado, y que no hagamos nada que sea Lacedemonios á apoderarse del lienzo de muralla e n -
«indigno de Esparta ; porque esto solo está en núes- tre las torres, que sabia era el puesto que tenían m e -
« t r o poder; y las cosas de fortuna saldrán c o m o nos guardado los Megalopolitanos, y él seguía á p a -
« Dios quisiere." Dicho esto compuso su semblante, so lento con las demás tropas; pero habiendo encon-
y subió á la nave llevando al niño consigo, y al trado Panteo descuidados no solo aquel punto, sino
punto dió orden al Comandante para que levara án- otros muchos de la misma muralla, unos los tomó
coras. Llegada á Egipto, entendió que Tolomeo an- al golpe, en otros abrió brecha, y de la guarnición
daba en tratos con Antígono, y recibía sus mensages, dio muerte á cuantos se presentaron; con lo que se
y que Cleomenes, haciéndole los Aqueos proposi- apresuró Cleomenes á reunírsele , y antes que los Me-
ciones de paz , temia por ella terminar la guerra sin galopolitanos pudieran apercibirse, ya estaba dentro
la concurrencia de T o l o m e o ; por lo que le escribió, de la ciudad con todas sus fuerzas.
que hiciera lo que fuera útil y decoroso á Esparta,
N o bien habia corrido la voz de esta sorpresa por
y no estuviera temiendo siempre á Tolomeo por
la ciudad, cuando unos se salieron de ella, lleván-
una vieja y un niño. ¡ Tan magnanima se dice h a -
dose lo que pudieron recoger, y otros acudieron con
ber sido esta muger para los casos de fortuna!
armas, y oponiéndose y resistiendo á los enemigos,
Tomó Antígono á Tegea, y saqueó á Mantinea y sino pudieron rechazarlos, á lo menos proporciona-
Orcomenej con lo que estrechado Cleomenes á la ron seguridad á los ciudadanos que huian; de mane-
TOMO I V . x
322 AGIS y CLEOMENES. AGIS y CLEOMENES. 323
ra que no quedaron arriba de mil personas, habién- mas adelante fue el primero de los Aqueos, y a d -
dose apresurado todos los demás á refugiarse á Mese- quirió grande gloria y fama entre los Griegos, como
na con sus hijos y sus mugeres. Salvóse también gran en su propia vida lo hemos escrito.
número de los que habían acudido al auxilio y h a - Cuando recibió esta noticia Cleomenes, que h a -
bían tomado parte en el combate, siendo muy p o - bía conservado intacta é indemne la ciudad hasta el
cos los prisioneros que se hicieron; mas fueron de punto de estar todos seguros de que no se habia t o -
este corto número Lisandridas y Tearidas, varones mado la cosa mas minima, entonces alterado é in-
muy ilustres y los de mayor autoridad entre los M e - comodado del todo, hizo meter á saco todos los bie-
galopolitanos; y por lo mismo los soldados que los nes; las estatuas y pinturas las envió á Esparta; y ar-
apresaron los llevaron á presentar á Cleomenes. L i - ruinando y asolando la mayor y mas señalada par-
sandridas luego que le vió de lejos le dijo en alta te de la ciudad, movió para la Laconia por temor
v o z : en tu mano está, ó R e y de los Lacedemonios, de Antígono y de los Aqueos. Mas estos nada hicie-
ejecutar una hazaña mas señalada y regia que la que ron, porque se hallaban en Egio reunidos en conse-
acabas de hacer, y con la que adquieras todavía mas jo. Despues cuando subiendo Aratoá la tribuna, e s -
gloria; y Cleomenes sospechando que era lo que tuvo largo tiempo haciendo exclamaciones, y ponién-
queria indicar: qué es lo que dices Lisandridas, le dose el manto delante del rostro, sorprendidos todos,
replicó; ¿quieres proponerme que os restituya la le rogaron que hablase, y diciéndoles que Megalo-
ciudad ? á lo que contestó Lisandridas: eso mismo polis habia sido arruinada por Cleomenes, al punto
es lo que digo, aconsejándote que no arruines una se disolvió la junta, lamentando los Aqueos su súbi-
ciudad como esta; sino que la llenes de amigos y alia- ta y desmedida desventura. Pensó Antígono en ir en
su auxilio; pero acudiendo con lentitud las tropas de
dos fieles y seguros, restituyendo á los Megalopoli-
los cuarteles de invierno, dio orden para que perma-
tanos su patria, y constituyéndote el libertador de
neciesen en el pais que ocupaban; y él pasó á Argos
un pueblo tan numeroso. Estuvo Cleomenes suspen-
llevando consigo escasas fuerzas; por lo que otra se-
so por un rato, y luego d i j o : difícil es eso de creer;
. gun da sorpresa de Cleomenes pudo parecer una teme-
pero con nosotros siempre ha podido mas lo que se
ridad y locura; pero fue obra de una singular pruden-
encamina á la gloria que al provecho; y dicho esto cia , como escribe Polibio. Porque sabiendo, dice, que
los envió á Mesena, y un heraldo de su parte para los Macedonios estaban esparcidos por las ciudades, y
anunciar que restituía su ciudad á los Megalopolita- que Antígono, que invernaba en Argos con sus amigos,
n o s , sin mascondicíon que la de que fueran sus alia- solo tema unos cuantos estipendiarios, invadió la A r -
dos y amigos, separándose de los Aqueos. Mas sin em- golide, echando cuenta con que, ó vencería á Antí-
bargo de haber hecho Cleomenes una proposicion tan gono si le movia la vergüenza, ó lo pondría en mal
benigna y humana, no dejó Filopemen á los Mega- con los Argivos si nose atrevía á combatir, que fue lo
lopolitanos separarse de la liga de los Aqueos, t o - que sucedió. Porque talado por él el pais, y trastor-
mando para ello el medio de acusar á Cleomenes de nado y conmovido t o d o , ios Argivos, que no podían
que no trataba de restituir la ciudad, sino de apode- llevarlo en paciencia, corrían al palacio del Rey c l a -
rarse de los ciudadanos; é hizo echar á Tearidas y mando porque pelease ó cediera el imperio á los que
Lisandridas de Mesena. Este es aquel Filopemen que
x 2
324 AGIS Y CLEOMENES.
valían mas que él; pero Antígono, que como General guerra contra el ejército de los Macedonios, contra
prudente tenía por vergonzoso el exponerse temera- todos los del Peloponeso y contra todos los tesoros
del R e y , y no solo conservar intacta la Laconia, si-
riamente sin tener cuenta de su seguridad, y no el
no talar el territorio de aquellos y tomar ciudades
que los otros hablaran mal de él, no quiso de ninguna
de tanta importancia, esto era ciertamente obra de
manera salir, sino que se mantuvo en su propósito; y
una pericia y de una virtud nada comunes.
Cieomenes, llegando con su ejército hasta las mura-
llas, los insultó, les hizo todo el mal posible i m p u - El primero que profirió la máxima de que el d i -
nero era el nervio de todos los negocios parece que
nemente , y se retiró.
para decirlo miró principalmente á los de la guerra;
Habiendo oido de allí á poco que Antígono se
y Demades, mandando en una ocasion los Atenien-
dirigía otra vez á Tegea, para pasar desde allí á i n -
ses que se equiparan y tripularan las galeras estando
vadir la Laconia, reunió con presteza sus tropas, y
fallos de dinero: antes es, les dijo, el pan que el pi-
adelantándose por otros caminos, al rayar el día
loto. Dícese asimismo de Arquidamo el mayor que
se le vió ya en las inmediaciones de Argos, talando al principio de la guerra del Poloponeso, dándosele
el pais, para lo que no segaba el trigo como los de- orden de que fijara las contribuciones de los aliados,
mas con hoces ó con las espadas; sino que lo troncha- dijo que la guerra no se mantiene de lo tasado. Por-
ba con unos palos largos hechos en forma de sable; que asi como los atletas muy ejercitados cansan y
tomando como por juego el destrozar todos los frutos rinden con el tiempo á los bien dispuestos y á los
en la misma marcha sin ningún trabajo. Mas como al que solo tienen destreza, de la misma manera Antí-
llegar al gimnasio del Cilarabis quisiesen los soldados gono, sosteniendo la guerra con un inmenso poder,
pegarle fuego, se lo impidió, manifestándoles que fatigaba y cansaba á Cieomenes que apenas podia
lo ejecutado en Megalopolis mas había sido un arre- pagar el prest á los extrangeros, y dar el alimento á
bato de cólera que un acto laudable. los ciudadanos: pues por lo demás el tiempo estaba
Retiróse Antígono por el pronto á Argos, y des- en favor de Cieomenes por los graves negocios que
pues, según iba ocupando los montes y todas las emi- llamaban á Antígono á su propio país. Porque en su
nencias , ponia guardias; y Cieomenes, para mani- ausencia los bárbaros habían invadido y talado la
festar que no se le daba nada y le tenia en p o c o , le Macedonia; y entonces descendía á ella un ejército
envió heraldos á pedirle las llaves del templo de J u - numeroso de los Ilirios; hostigados del cual instaban
no para sacrificará esta Diosa en su retirada. Habién- por su vuelta los Macedonios; y á p o c o , con que
dose burlado y mofado de esta manera, y hecho sa- hubieran llegado antes de la batalla aquellas cartas,
crificio á la Diosa al píe del templo, que se hallaba se habria marchado al punto, despidiéndose y^ no
cerrado, condujo su ejército á Fliunte, y de allí, haciendo cuenta de los Aqueos; pero la que decide,
lanzando la guarnición deOlogunto, bajó p o r O r c o - nada mas que con un poquito de los mayores nego-
meno; con lo que no solamente infundió aliento y cios, que es la fortuna, mostró entonces con la ma-
yor evidencia la fuerza y el poder de la ocasion:
confianza á sus ciudadanos, sino que con los enemi-
pue> que acabada de dar la batalla de Selasia, y de
gos mismos se acreditó de General, y se mostró c a -
perder Cieomenes el ejército y la ciudad, en aquel
paz de grandes empresas. Porque habiendo salido con
las fuerzas de una ciudad sola, hacer juntamente la
S r ,[ t r ° n 'OS mensaSeros que llamaban dios la falange de los Macedonios con el ímpetu de
di«.. 2 r n \ e q u e c o n t r i b " y o á hacer mas los Esparciatas que consigo tenia, la derrote, y ven-
q ü f s se h r ^ T h ^ T C h d e Cleomenes. P o r - c i ó , siguiéndole el alcance; pero como en la otra ala
do Io, L r ? d e t C ? l d 0 d p S d i a s 0 0 m a s > emplean- hubiese sido envuelto Euclidas, hizo alto, y advir-
I T - , 0 S d e . P r o l o n ? a r l a guerra, ninguna nece- tiendo el peligro: pereciste, exclamo, caro herma-
dos I o ? M " Anid° dldar ba'3,,a' ret r - no, pereciste como valiente, dejando egemplo a nues-
do los Macedomos, habría hecho la paz con los tros hijos y memoria á las mugeres espartanas. Muer-
to asi Euclidas, corrieron de la otra parte los que le
Aqueos del modo que le hubiera parecido- cuando vencieron; y viendo Cleomenes á sus soldados fuera
de orden, y que ya no tenían valor para aguardar el
^m . d ie i h o mP b nuevo choque, hubo de ponerse en salvo. Dicese que
sí.^ s :
trar en nrr laS lisado
-— á én-
de los auxiliares murieron la mayor parte; y de los
tr^An eI T ^ ' Sin e m b a r §° de que dio mues- Lacedemonios, que eran en número de seis m i l , t o -
on c o n " " i " 1 6 GCner,aI 5 qUC «M C í u d a d a n
- se Vol dos á excepción de doscientos.
prender en IoT a ^°T V ; i ' 7 ? 0 C " a d a hubo que^re- Llegado á la ciudad, exhortó á los ciudadanos que
prender en los aux.hares y estipendiarlos; la Calidad salieron á recibirle á que dieran entrada á Antigono,
de las armas y el p e s o de la falange fue lo que sin du- y les dijo que por él muerto ó vivo, si en algo p o -
da le oprimio; y aun Filarco es de sentir que intervino día ser útil á Esparta, no faltaría á egecutarlo. V i e n -
o l T ^ o l t c r SC P r ' n c ' P a ^ e n í e «i que do que las muueres salian al encuentro á los que con
ordenTj0'lt? T ^ ^ dando A n t l > ™ él se habian salvado, que les tomaban las armas, y
oroen a los Ilir os y Acarnanios de que ocultamente
les llevaban de beber, se entró en su casa; y como
Euc ida1! , a p ^ , t a 7 e I a , a q - m a ndaba una criada que tenia de condicion ingenua, habién-
iludidas, el hermano de Cleomenes, y formando dola tomado en Megalopolis despues de la muerte de
después las demás tropas en orden de J a l l a se p u - su muger, se llegase á él como solia, con deseo de
oa a C l e o m e n s desde una eminencia, y c o m o asistirle viéndole" venir del ejército, ni quiso beber,
Z r t Z T -P°r n Í n g " n a P a r t e ,as a r i ™ d e b s T sin embargo de que se ahogaba de sed, ni sentarse
d e s t i n é 1 i " 1 0 ' ' t e T d q U £ A n t l ' S o n o ¡os hubiera estando fatigado; sino que armado como estaba puso
feTes n t ? 8U , na e m b ° í a d a puesá D a m o - la mano en una columna, y dejando caer el rostro
zas v Ip m W ' e n c argado de observar las asechan- sobre la flexura del brazo, descansó asi por algunos
rZ'hJ ™ ^ u e j . v i e r a y examinara qué era lo instantes, y haciendo entre sí diferentes^ reflexiones,
que había a retaguarda y alrededor de su hueste; y se dirigió con sus amigos al punto de G i t i o ; y e m -
como Damore es, que es fama haber sido antes s o - barcándose en algunas naves prevenidas al intento,
bornado con dinero , le dijese que sobre aquel punto
se hizo á la vela.
no.tuviera cuidado, porque todo estaba bien , y aren-
Tomó Antigono á Esparta con solo presentarse;
d e S °dL a ° q U V - e n Í a d e I a n / e ' y procurara defen- pero trató-con humanidad á los Lacedemonios , sin
hSZ' A u C r e d , t , ° ' m a r c h < 5 C o n t r a Antigono; y insultar ni humillar la dignidad de Esparta; y an-
habiendo rechazado hasta la distancia de cinco es a - tes bien le restituyó sus leyes y su gobierno; y sa-

/
crificando a los dioses, marchó al tercero día, noti- AGIS Y CLEOMENES. 329
c10so, de la guerra que sufria la Macedonia , y de que »fuimosvencidos, ¿iremos á tomar por dueño y se-
lo barbaros devastaban el pais. Hallábase ya e n t o V » ñor al que no nos ha vencido, para que asi en l u -
ces e n t e r m o p Q r h ^ ^ ^ ^ 7 on » gar de uno haya dos á quienes seamos inferiores,
i na tes continua. Mas no por eso se dejó caer, sino » Antígono de quien huimos, y Tolomeo, á quien
^ e se esforzó para esta guerra de su patria, d i r n ! »habremos de adular? ¿ ó diremos que venimos á
do o b a s t a n t e p a r a I c a n z a r e n e U a urF . » E g i p t o por causa d é l a madre? ¡pues por cierto
tona con gran carnicería de los barbaros, y hacer su « q u e serás á la madre un espectáculo agradable y
» digno de ser tomado por modelo, habiendo de pre-
natural " V ^ T ^ Í * - mis »sentar á las mugeres de Tolomeo un R e y conver-
X n t h 7I 6 F , l a r C ° ' d e r e s u l t a s d e habérsele
» t i d o en esclavo y un hijo fugitivo! ¿ Pues por qué
e T c o m V l a p O S t e m a C ° n , I o S S r ' t o s q ^ dió duran- »siendo todavía dueños de nuestras espadas, y t e -
te el combate; aunque en los corrillos se decía que
» niendo todavía la Laconia á nuestra vista, no nos''
prorump,endo de gozo despues de la victoria en es- »substraemos aquí al imperio de la fortuna, justifi-
tidad d ? f , 0 n : Ó q ? é § l 0 r Í 0 S 0 d Í a ' — ¡ ó gran can- »cándonos asi para con los que yacen en Selasia
úr
tura, mu i ó S Mas
muno. S ' Vbaste
e V a n t á n d ° S e ! e U!la f u e " e
esto de Antígono. ^leu- » muertos por Esparta ? y no que ahora vamos á es-
Cleomenes, navegando de Cítera, tocó en otra »tarnos reposados en Egipto para informarnos de
« h , que era la deEgialco; de donde estaba para p ! »quién es el Sátrapa que Antígono ha dejado en L a -
£ar a Cjrene, cuando uno de sus ami 2 os llamado » cedemonia." Habiendo hablado de esta manera T e -
Teruquion varón de grande aliento p a r a o s e m p í ruquion, le respondió Cleomenes: »¿Conseguir, ó
»menguado, de las cosas humanas la mas fácil, y
dol'e á , S l X P J e S 1 0 n e S a , t í V ° a r r ^ n t e , hallán- » que todos tienen mas á la mano, que es el morir,
dole a solas, e hizo este razonamiento: „ l a muerte
»quieres acreditarte de fuerte, entregándote á una
»comba ° m b r e K 3 5 § 1 ^ Í O S 3 l a desdeñamos en » fuga mas vergonzosa que la primera ? porque á los
S i n e A m h a - ° d e q»e todos nos habían o i -
» enemigos han cedido antes de ahora otros mejores
» do decir que Antígono no seria vencedor del R e y » que nosotros, ó por capricho de la fortuna, ú opri-
* d e los Esparciatas, como no fuera despues de muer-
«midos por la muchedumbre; pero al que, ó por el
d o : pues Ja ocasión de la otra muerte, que á aque-
»trabajo y el infortunio, ó por la gloria y el vitu-
Z a l n S d r n fama y e n v i m , d ' tenérnosla aho- » perio de los hombres se da por perdido, á este es
» r a en nuestra mano: ¿por qué pues nave2amos £ «su propia cobardía la que le vence: porque la muer-
« t e voluntaria no debe elegirse para huir de obrar,
« p a r a i r a ?b< T a , e j°o s ? tenemos tan c e r L
ventut h n d d e Ia
s¡ n Q e$ u n a
«sino para alguna acción útil: porque es cosa ver-
« a que sirvan a los sucesores de Filipo y Alejandro
« gonzosa que vivamos ó muramos para nosotros s o -
» l o s h e n d i e n t e s de Hércules, no's a L r r l í i a m "
» l o s , que es lo que tú ahora aconsejas, queriendo
« u n a larga nayegacon con entregarnos á Antíeono
« q u e nos apresuremos á salir de la situación presen-
« q u e t a n t o « ha de aventajar á Tolomeo, cu S o á
« t e , sin hacer ó proponer ninguna otra cosa que sea
« de fcoVr M a C , f ° n Í O S - Y Si n o s desdeñamos
« honesta ó provechosa. Mas por lo que hace á mí,
Su)etarnos a aquellos por quienes con las armas
« creo qne tú y y o mismo no debemos perder aun
33° ASIS Y CLEOMENES. AGIS Y CLEOMENES. 1
« toda esperanza de salud para la patria; y cuando menes. Porque al Rey mismo le habián traido á tal
»llegue el caso de que esta esperanza nos abandone grado de corrupción con las mugerzuelas y el vino,
«enteramente, siempre nos ha de ser fácil el morir que cuando mas despierto estaba y mas en sn acuer-
» s i asi conviene." A esto nada replicó Teruquion; do , se le iba el tiempo en celebrar misterios, y en
pero á la primera oportunidad que tuvo de apartar- andar por el palacio con una campanilla convocan-
se de Cleomenes, retirándose por la ribera, se dió la do á ellos; y de las cosas de gobierno disponía á su
muerte. arbitrio Agatoclea, que era su favorita, la madre de
# Cleomenes, haciéndose al mar desde Egialia, se esta, y un rufián llamado Oinanfes. Sin embarso al
dirigió al Africa, y acompañado por los oficiales del principio no se tuvo por del todo inútil á Cleome-
R e y , pasó á Alejandría. Presentándose á este , al prin- nes; porque como Tolomeo temiese á su hermano
cipio no fue de él tratado sino con la común huma- Megas, á causa de que por su madre tenia ascendien-
nidad y benevolencia; pero luego que dió á conocer te sobre las tropas, se valió de Cleomenes, y le a d -
el temple de su ánimo, acreditándose de hombre de mitió á los consejos íntimos, con la idea de des-
mucho asiento, y mostrando en el trato diario un hacerse del hermano; mas él solo, sin embargo de
caracter Espartano y sencillo con cierta gracia libe- que todos los demás instaban sobre que se pusiese por
ral é ingenua, sin mancillar en lo mas mínimo su obra, desaprobó tal intento, diciendo que si fuera
ilustre origen, ni aparecer abatido por el rigor de la posible, debian darse al R e y muchos hermanos pa-
fortuna, tuvo ya en el corazon del Rey mejor lugar ra su seguridad , y para tener con quien repartir la
que^ los que bajamente le lisonjeaban y adulaban: muchedumbre de los negocios; y aunque Sosibio,
sintiendo este pesar y vergüenza de haber mirado que era el de mas poder entre los amigos del R e y ,
con abandono á un varón tan singular, y haber d e - expuso que no podrian tener confianza en las tropas
jado que fuera la presa de Antígono, que de resul-. asalariadas mientras Megas viviese, les dijo Cleome-
tas tanto habla aumentado en gloria y su poder. En- nes que en este punto estuvieran descuidados; p o r -
mendando pues lo pasado con nuevas honras y aga- que había entre estas tropas mas de tres mil Pelopo-
sajos, alentó á Cleomenes, anunciándole que con nesianos que estaban á su devocion, y con solo ha-
naves y dinero le volveriaá la Grecia,y le restable- cerles una seña se le presentarian armados con la
cería en el reino. Señalóle ademas una pensión de mas pronta voluntad: manifestación que por enton-
veinte y cuatro talentos al año; con los que se man- ces grangeó á Cleomenes opinion de afecto al R e y ,
tenía á sí mismo y á sus amigos con parsinomia y y de no estar destituido de poder. Mas como luego
frugalidad, impendiendo la mayor parte en socor- la misma flojedad de Tolomeo acrecentase en él el
rer benigna y humanamente á los que de la Grecia miedo, y según la costumbre de los que no se paran
se acogían al Egipto. á considerar nada, tuviese por lo mas seguro temer
de todo, y no fiarse de nadie, empezó entre los c o r -
Mas Tolomeo el mayor murió antes de que t u - tesanos á tener por temible á'Cleomenes, á causa de
viera cumplimiento la restitución de Cleomenes; y su influjo con las tropas extrangeras; y ya muchos
como al punto hubiese caído la corte en embriague- decían que á aquel león se le tenía entre las ovejas;
ces , lascivias y todo género de disolución, fue c o n - y á la verdad como tal estaba en el palacio mirando
siguiente que se ephara en olvido lo ofrecido á Cleo-
334 agís y cleomenes. agis y clf.omenes. 333
con entereza, y haciéndose cargo de cuanto pasaba. afecto, y le preguntó cuál era la causa que le c o n d u -
Desmayó pues en la demanda de naves y tropas; cía al Egipto. Correspondióle Nicágoras con afabili-
mas habiendo-sabido que habia muerto Antígono, dad ; y contestándole que traia para el Rey caballos
que jos Aqueos estaban enredados en la guerra de hechos á la guerra, Cleomenes se echó á reír: y y o
Etolia, y que los negocios pedian su presencia y le te aconsejaría, le dijo, que mas bien le trajeras ta-
llamaban allá, estando el Peloponeso en el mayor ñedoras de flautas ó hermosos mocitos, porque estas
tumulto y agitación, pidió que se le permitiera ir son ahora las cosas de mas gusto para el R e y . Rióse
solo con sus amigos; pero de nadie fue escucha- también Nicagoras por entonces; pero haciendo al
do , porque el Rey á nadie daba oidos, entreteni- cabo de pocos dias conversación del campo á C l e o -
do siempre con mugerzuelas, con los regocijos de menes, le rogó que le pagara el precio, diciendo que
Baco y con comilonas; y el que lo dirigía y gober- no le incomodaría á no haber sentido bastante pér-
naba t o d o , que era Sosibio , si detenia á Cleomenes dida en el despacho del cargamento; y respondién-
contra su deseo, le miraba como desasosegado y t e - dole Cleomenes no tener ningún sobrante de su asig-
mible; y en el caso de dejarle marchar, le infundía nación , incomodado Nicágoras denunció á Sosibio
recelos un hombre osado y de grandes alientos, que el dicho de Cleomenes. Oyóle aquel con placer; pe-
estaba muy hecho cargo de las dolencias de aquel rei- ro deseoso de tener otra cansa con que exasperar mas
no. Porque ni aun las dádivas le dominaban; sino que el ánimo del R e y , persuadió á Nicágoras que dejara
así como A p i s , cuando parecía que nadaba en la abun- escrita una carta contra Cleomenes, en la que dije-
dancia y en el placer, lo inquietaba el deseo de una se que este tenia meditado, si alcanzaba que se le die-
vida según su genio, y de las carreras y juegos en ran naves y soldados, apoderarse de Cirene. Escribió
toda libertad, viéndose claramente que le era insu- Nicágoras la carta y se marchó, y Sosibio á los cua-
tro dias se la leyó al R e y , como que acababa de r e -
frible el que le contuviera la mano del sacerdote; del
cibirla, con lo que le acaloró é irritó, haciéndole
mismo modo á Cleomenes ningún regalo le lisonjea-
determinar que se condujera á Cleomenes á un edi-
b a ; sino que c o m o á Aquiles
ficio grande, y acudiéndole allí con todo lo acostum-
El fuerte corazon se le angustiaba
brado, se le privara de la salida.
De verse alli encerrado; y de las lides
En el deseo bullicioso ardia. N o dejaba esta disposición de afligir á Cleomenes;
Cuando sus cosas se hallaban en este estado, llega pero fue todavía mas triste la perspectiva que se le
á Alejandría Nicagoras de Mesena, hombre que abor- presentó para lo venidero con este desgraciado acci-
recía á Cleomenes, aunque aparentaba serle amigo; dente. Tolomeo el de Crisermo, que era amigo del
y es que le habia vendido años pasados una buena R e y , habia hablado siempre á Cleomenes con cariño,
posesion, y por penuria de dinero, á lo que entiendo, v aun habia entre ambos cierta amistad y franqueza.
ó quizá por falta de oportunidad con motivo de las Este pues á ruego de Cleomenes vino á verle, y le
continuadas guerras, no habia aun recibido el precio. trató también con afabilidad, removiendo toda sos-
Viéndole pues entonces Cleomenes saltar en tierra pecha y procurando excusar al R e y ; pero al retirar-
desde la nave, porque casualmente se estaba pasean- se de aquel edificio no atendió á que Cleomenes se-
do en el desembarcadero del puerto, le saludó con guía acompañándole hasta la puerta, y reprendió ás-
peramente á los de la guardia de que custodiaban
trece. De estos Hipotas, que era c o j o , al primer í m -
con poca diligencia y cuidado á una fiera que pedia
petu los acompañó con igual ardor; pero cuando a d -
otra vigilancia. Oyólo Clcomenes, y retirándose sin
virtió que por él iban mas despacio, les pidió que lo
que lolomeo le sintiese, l o participó á los amigos.
mataran,y no malograran la empresa por esperar á un
Iodos pues desecharon las esperanzas que antes habian
hombre inútil. Mas sucedió que atravesó por la puerta
tenido, y poseidos de ira, determinaron vengarse de
un Alejandrino que llevaba un caballo: quitáronselo
la injusticia é insulto de T o l o m e o , y morir de un m o -
y poniendo en él á Hipotas, dieron á correr por las
do digno de Esparta, sin aguardar á ser degollados
calles, excitando á la muchedumbre á la libertad;
como victimas engordadas para el sacrificio: pues era
pero á lo que parece para aquellos habitantes el últi-
cosa terrible que habiendo Cleomenes desechado las
mo término de su valor era alabar y admirar la osa-
proposiciones de paz hechas por Antígono, gran m i -
día de Cleomenes, no habiendo nadie que la tuviera
litar y hombre de valor , se estuviera ahora sentado
para seguirle y darle ayuda. A Tolomeo el de C r u -
esperando á que se hallara de vagar un R e y ministro
sermo, que salia de palacio, le acometieron tres al
de Cibeles, y á que depusiera el tímpano y el tirso
punto, y le dieron muerte; y corriendo contra ellos
para degollarle.
en su carro el otro Tolomeo, á c u y o cargo estaba la
Tomada esta resolución, hizo la casualidad que custodia de la ciudad, saliéndole al encuentro, d i s -
Tolomeo había ido á C a n o p o , y con esta oportuni- persaron á sus esclavos y á los de su escolta, y á él
dad hicieron correr la voz deque el R e y , le daba l i - arrojándole del carro le mataron. Dirigiéronse en
bertad. Ademas de esto siendo costumbre recibida en seguida al alcázar con el objeto de quebrantar la c á r -
el palacio que se enviase la comida y diferentes re- cel y ayudarse con la muchedumbre de los presos;
galos á los que iban á ser sacados de la prisión, los pero la guardia se les habia anticipado, y la tenia bien
amigos habian hecho estos preparativos para Cleome- defendida: de manera que frustrado Cleomenes en
este intento, corria desatentado por la ciudad, sin que
nes , y se los enviaron desde afuera del edificio para
se le reuniera nadie, y antes huyendo todos y mos-
engañar á los de la guardia, haciéndoles creer que era
trando el mayor temor. Paróse pues, y diciendo á
el^ R e y el que los enviaba; para lo que sacrificó y les
sus amigos: » nada tiene de extraño que sean manda-
dió abundantemente parte, coronándose él de flores,
» dos por mugeres unos hombres que rehusan la liber—
y recostándose á comer con sus amigos. Dícese que
»»tad," los exhortó á todos á morir de un modo d i g -
puso en ejecución su designio mas presto de lo que no de él y de sus anteriores hazañas. Hipotas fue el
tenia pensado, por haber llegado á entender que un primero que se hizo traspasar por uno de los mas
esclavo que estaba en el secreto habia dormido fuera jóvenes; y en seguida cada uno de los demás se
con una muger,de la que estaba enamorado; y teme- atravesó á sí mismo con su espada con la mayor se-
roso de que pudiera descubrirlo, siendo la hora del renidad é intrepidez, á excepción de Penteo, que
medio dia, y habiéndose asegurado de que los guar- habia sido el primero que entró en Megalopolis cuan-
dias estaban durmiendo medio beodos, se puso la t ú - do fue tomada. A este, bellísimo de persona, de la
nica, y desatando los lazos del hombro derecho, con mejor índole y disposición para la educación Espar-
la espada desnuda en la mano, salió con los amigos tana, y que por estas prendas habia sido el amado
preparados de la misma manera, que en todos eran
de Cleomenes, le dio orden de que cuando viera que • AGIS Y CLEOMENES.
él y los demás habían acabado, entonces acabara c o n - a Cratesilea, arrebatada por los soldados, la recoció
sigo. Yacían todos por el suelo, y Penteo fue de uno el manto, y la exhortó á tener buen ánimo, sin em-
en uno tentando con la espada no fuera que alguno bargo de que mostró no arredrarla la muerte, no pi-
quedara vivo; y haciendo por fin con Cleomenes la diendo mas que una sola cosa, que era morir antes
prueba de punzarle en un pie, como observase en que los niños. Llegadas al sitio en que los ministros
su rostro algún movimiento, le besó, se sentó á su acostumbraban a hacer tales ejecuciones, primero
lado, y cuando ya espiró, abrazó su cadáver, y en dieron muerte á los niños á vista de Cratesilea v
esta actitud se quitó á sí mismo la vida. después a esta misma, que en medio de tanta aflic-
De este modo terminó sus dias Cleomenes, h a - ción no pronunció mas palabras que estas: » ¡ H i i o s
biendo reinado en Esparta diez y seis años, y h a - míos, adonde habéis venido!" La muser de Pan-
biendo llegado á ser un varón tan eminente. Divul- teo se ciño el manto, y siendo alta y de fuerza, ca-
llando y con reposo prestó su asistencia á cada una
gada la noticia por toda la ciudad, Cratesiclea, no
de las que murieron, y cubrió sus cadáveres en Ja
obstante ser de ánimo varonil, desfalleció con la gran-
forma que pudo. Finalmente muertas todas, cuido-
deza de semejante calamidad, y abrazando á los h i -
de su propio adorno, se recogió la ropa, y no per-
jos de Cleomenes, empezó á lamentarse y hacer gran-
mitiendo que se le acercase nadie ni £ viese sino el
des exclamaciones. El mayor de aquellos niños, des-
ene rgado de la ejecución, murió heroicamente sin
prendiéndose y saliendo de alli cuando nadie p o - necesitar de nadie que cuidara de cubrirla y amor-
día sospecharlo, se arrojó de cabeza desde el tejado, tajarla despues de su muerte. ¡ Tan zelosa fue de c o n -
y aunque se hizo grandísimo daño, no murió del servar aun en este trance la limpieza de su alma y
golpe, y cuando le levantaron gritaba y se desespe- de guardar aquel pudor que fue mientras vivió el al
raba porque le impedían el morir. Tolomeo, luego temural de su cuerpo!
que se le dió cuenta, mandó que desollaran el cuer-
p o de Cleomenes, y lo pusieran en una cruz, y que Lacedemonia pues, habiendo puesto encontrapo-
diesen muerte á los hijos, á la madre y á las muge- cion y competencia en esta tragedia el valor é
nnas mugen* con el d é l o s hombres, hizo ver que
res que tenia consigo. Era una de estas la muger°de
la virtud no puede ser nunca ofendida y agravia^
Panteo, de hermosa y agraciada persona. Estaban
de la fortuna. Al cabo de pocos dias los q u e gua r d a
recien casados, y en el primer ardor de sus amores
ban el cuerpo de Cleomenes puesto en c r u z a n
les sobrevineron estos infortunios. Quiso pues embar-
t d r a § o n d e b a s t a nte magnitud enroscado en su ca-
carse desde el principio con Panteo; pero sus padres
beza y q u e le cubría el rostro en términos de no
no la dejaron, teniéndola guardada por fuerza bajo poder acercarse mnguna ave á comer sus carnes de
llave; pero al cabo de p o c o , habiendo podido p r o - resulta de lo cual se apoderó del ánimo del R e y cier
porcionarse un caballo y algún dinero, se escapó de ta superst^on y miedo, que dió ocasion á l i s m u -
noche, y sin detenerse caminó hasta Tenaro; y alli geres para d i e n t e s expiaciones, dándose á enten-
se embarcó en una nave que se dirigía á Egipto; y der que h a b i a n m u e r t o á u n ^ amad ^ ~
conducida á la compañía de su marido, vivió con él
en tierra extraña alegre y contenta. Entonces asistió Dioses y de una naturaleza superior; y l o s de A l °

TOMO IY°N " C °NCURRÍRÁ C X V T F N D ;


338 AGIS Y CLEOMENES.
í Cleomenes como héroe é hijo de los Dioses: has- TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
339
ta que otros tenidos por mas inteligentes los retra-
jeron de esta opinion, contándoles que de los bue- Habiendo referido ya la primera historia, nos
yes podridos nacen las abejas; de los caballos las quedan que ver no menores infortunios en la pareja
abispas, y de los asnos en igual forma los escaraba- Romana, contraponiendo las vidas de Tiberio y Ca-
jos ; y que los cuerpos humanos, cuando el podre y o . Eran hijos de Tiberio Graco, que con haber s i -
de la medula se espesa y toma consistencia, produ- do Censor^de los Romanos, Cónsul dos veces, y ha-
ce serpientes: lo que observado por los antiguos, mi- ber obtenido dos triunfos, todavía fue mayor la
raron al dragón c o m o el mas amigo y compañero de dignidad que debió á su virtud. Fue por tanto m e -
los héroes entre todos los animales. recedor de tomar en matrimonio á Cornelia, hija de
Escipion, el que venció á Aníbal, despues de la muer-
te de este, aunque no habia sido su amigo, sino mas
bien de otro partido en el gobierno. Dícese que c o -
gió una vez una pareja de dragones sobre su lecho:
que habiendo examinado los agoreros este portento,
no dejaron que se diera muerte á los dos, ni que los
dos quedaran, sino que se eligiera uno, en la inte-
ligencia de que si se mataba el macho, esto anun-
ciaba la muerte á Tiberio, y si la hembra á C o r -
nelia; y finalmente que amando mucho Tiberio á
su muger, y juzgando que era mas conveniente m o -
rir él el primero por tener mas edad , pues Cornelia
era todavía joven, mató de las serpientes el macho
y dejó la hembra; y despues al cabo de poco tiem-
p o murió, dejando doce hijos tenidos en Cornelia
Encargada esta de los hijos y de la casa, se mostró
tan prudente, tan amante de sus hijos, y tan mag-
nánima, que entendieron todos no haber andado er-
rado Tiberio en anteponer su muerte á la de seme-
jante muger, la cual no admitió el matrimonio del
R e y Tolomeo, que partía con ella la diadema y l a
pedia por'muger; y permaneciendo viuda, perdió to-
dos los demás hijos, á excepción de una hija que c a -
so con Escipion el menor, y los dos hijos Tiberio
y C a y o , cuya vida escribimos; á los que dio tan
esmerada crianza, que con ser, á confesion de todos
los de mejor índole entre los Romanos, aun parece

Y 2
338 AGIS Y CLEOMENES.
í Cleomenes como héroe é hijo de los Dioses: has- TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
339
ta que otros tenidos por mas inteligentes los retra-
jeron de esta opinion, contándoles que de los bue- Habiendo referido ya la primera historia, nos
yes podridos nacen las abejas; de los caballos las quedan que ver no menores infortunios en la pareja
abispas, y de los asnos en igual forma los escaraba- Romana, contraponiendo las vidas de Tiberio y Ca-
jos ; y que los cuerpos humanos, cuando el podre y o . Eran hijos de Tiberio Graco, que con haber s i -
de la medula se espesa y toma consistencia, produ- do Censor^de los Romanos, Cónsul dos veces, y ha-
ce serpientes: lo que observado por los antiguos, mi- ber obtenido dos triunfos, todavía fue mayor la
raron al dragón c o m o el mas amigo y compañero de dignidad que debió á su virtud. Fue por tanto m e -
los héroes entre todos los animales. recedor de tomar en matrimonio á Cornelia, hija de
Escipion, el que venció á Aníbal, despues de la muer-
te de este, aunque no habia sido su amigo, sino mas
bien de otro partido en el gobierno. Dícese que c o -
gió una vez una pareja de dragones sobre su lecho:
que habiendo examinado los agoreros este portento,
no dejaron que se diera muerte á los dos, ni que los
dos quedaran, sino que se eligiera uno, en la inte-
ligencia de que si se mataba el macho, esto anun-
ciaba la muerte á Tiberio, y si la hembra á C o r -
nelia; y finalmente que amando mucho Tiberio á
su muger, y juzgando que era mas conveniente m o -
rir él el primero por tener mas edad , pues Cornelia
era todavía joven, mató de las serpientes el macho
y dejó la hembra; y despues al cabo de poco tiem-
p o murió, dejando doce hijos tenidos en Cornelia
Encargada esta de los hijos y de la casa, se mostró
tan prudente, tan amante de sus hijos, y tan mag-
nánima, que entendieron todos no haber andado er-
rado Tiberio en anteponer su muerte á la de seme-
jante muger, la cual no admitió el matrimonio del
R e y Tolomeo, que partía con ella la diadema y l a
pedia por'muger; y permaneciendo viuda, perdió to-
dos los demás hijos, á excepción de una hija que c a -
so con Escipion el menor, y los dos hijos Tiberio
y C a y o , cuya vida escribimos; á los que dio tan
esmerada crianza, que con ser, á confesion de todos
los de mejor índole entre los Romanos, aun parece

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340 TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 34I
que se debió mas su virtud á ia educación que á la mismo propósito, con loque levantaba la v o z , p r o -
naturaleza. rumpia en dicterios y desordenaba el discurso; y
Pues que en la semejanza de los Dióscuros, en por lo tanto para reparo de este acaloramiento tenia
sus imágenes pintadas ó esculpidas se nota alguna di- cerca de sí á su esclavo Licinio, que no carecía de
ferencia que indica ora lo luchador, y ora lo corre- talento, el cual puesto á su espalda con el instrumen-
dor de caballos, y de la misma manera en el gran- to que sirve para dar los tonos, cuando advertía que
de aire que se dan estos jóvenes en el valor y modes- precipitaba y cortaba la pronunciación por el d e -
tia, en la liberalidad, en la elocuencia y en la ele- masiado ardimiento, le daba un tono bajo y suave;
vación de ánimo, todavía salen y se notan en sus he- y en oyéndole inmediatamente volvía sobre sí, tem-
chos y manera de gobierno grandes desemejanzas; plaba el calor de los afectos, y bajaba la voz con la
me parece que no será fuera de propósito que pre- mayor docilidad.
ceda su explicación. En primer lugar en las faccio- Estas eran las diferencias que entre ellos habia;
nes del rostro, en el mirar y en los movimientos, pero la fortaleza contra los enemigos, la justicia con
Tiberio era dulce y reposado; y Cayo fogoso y ve- los súbditos, la actividad en los cargos y la conti-
hemente : tanto, que para hablar en público el uno nencia en los placeres era en ambos una misma. En
permanecía sosegado en el mismo sitio, y el otro cuanto á la edad Tiberio tenia nueve años mas, y es-
fue el primero de los Romanos que empezó á dar to hizo que egerciesen autoridad en distintos tiem-
pasos en la tribuna, y á desprenderse la toga del pos ; lo que no fue de pequeño perjuicio para sus
hombro ; al modo que se refiere de Cleon el Atenien- empresas; no habiendo florecido á un tiempo ni p o -
se haber sido el primero de aquellos oradores que se dido reunir sus fuerzas, que juntas las de ambos hu-
desprendia el manto y se golpeaba el muslo. En se- bieran sido grandes é insuperables. Hablaremos pues
gundo lugar el estilo de Cayo era acalorado y car- separadamente de cada uno, y primero de el de mas
gado de afectos con tendencia á lo terrible, y el de edad.
Tiberio mas dulce y mas propio para mover á la Este pues apenas salió de la puericia tuvo ya
compasion. En la dicción el de este era puro y tra- tanto nombre, que al punto se le reputó digno del
bajado con estudio, el de C a y o persuasivo y flori- sacerdocio llamado de los Augures, mas bien por sa
do. Del mismo modo en cuanto al orden de vida y virtud que por su ilustre origen. Manifestólo asi Apio
á la mesa, Tiberio parco y sencillo, y C a y o , si se Claudio, varón consular y censorio, primero por
le comparaba con los demás, sobrio y austero; pero su dignidad entre los Senadores de R o m a , y muy
mirada la diferencia con el hermano, lujoso y deli- aventajado en prudencia á los de su edad, porque
cado: asi es que Druso le afeó el haber comprado comiendo juntos los agoreros, habló y saludó con sin-
unas mesas Délficas de plata, que le costaron á r a - gular cariño á Tiberio, y él mismo lo pidió para
zón de mil doscientas y cincuenta dracmas la libra. esposo de su hija; y habiéndolo él otorgado con la
En sus costumbres, con relación á la diferencia del mejor voluntad, hechos en esta forma los esponsa-
estilo, el uno era afable y benigno, y el otro pron- les , al entrar Apio en su casa empezó desde la puer-
to é iracundo: de manera que hablando en público, ta á llamar á- su muger y á decirle en voz alta: » An-
tistia, he dado esposo á Claudia:" y admirada aque-
se dejaba muchas veces arrebatar de la ira contra su
342 TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 343
lia: « ¿ q u é prisa ó que precipitación es esa, le res- y envolvieron por fin todo el ejército, impeliéndole
pondió , como no sea Tiberio el marido que le has hacia lugares ásperos, de los que no habia salida;
proporcionado?" Bien sé que algunos refieren esto al por lo que desesperado Mancino de todo buen tér-
padre de los Gracos Tiberio, y á Escipion el A f r i - mino , hizo publicar que trataría con ellos de concier-
cano ; pero los mas son de nuestro sentir; y Polibio tos de paz; pero respondieron que no se fiarían sino
dice que despues de la muerte de Escipion el A f r i - de solo Tiberio, proponiendo que fuera este el <jue
cano sus deudos prefirieron entre todos á Tiberio pa- se les enviara. Movíanse á ello ya por el mismo j o -
ra darle en matrimonio á Cornelia, significando con ven , á causa de la fama que de él habia en el ejérci-
esto que el padre la habia dejado sin desposar ni t o , y ya también acordándose de su padre Tiberio,
prometer. Militó el joven Tiberio en Africa con Es- que haciendo la guerra á los Españoles, y habiendo
cipion el menor, que estaba casado con su hermana; vencido á muchas gentes, asentó paz con los N u -
y viviendo en una misma tienda con el General, al mantinos; y confirmada por el pueblo, la guardó
punto comprendió- su índole, que,daba grandes y siempre con rectitud y justicia. Enviado pues Tibe-
continuos ejemplos de virtud, dignos de que todos rio , entró con ellos en pláticas, y ora haciendo r e -
los emulasen é imitasen. Bien presto pues se aventa- cibir unas condiciones, ora cediendo en otras, c o n -
jó á todos los jóvenes en disciplina y en valor; y fue cluyó un tratado por el que salvó notoriamente á
el primero que trepó al muro enemigo, como lo es- veinte mil ciudadanos Romanos, sin contar los es-
cribe Fanio, diciendo que él también subió con T i - clavos ni la demás turba que no entra en formación.
berio, y participó de aquel prez del valor. Asi
mientras estuvo presente tuvo el amor de los solda- Cuanto quedó en el campamento lo tomaron ó
dos , y despues de haber partido del ejército fue muy destruyeron los Numantinos. Habia entre estos des-
sentida su ausencia. pojos unas tablas pertenecientes á Tiberio, que con-
tenían las cuentas de su cuestura, y que en gran
Nombrado Cuestor despues de aquella o Ue rra, manera deseaba recobrar; por lo cual retirado ya el
cúpole en suerte militar contra los de Numancia con ejército, volvió á la ciudad con tres ó cuatro de sus
el Cónsul Cayo Mancino, varón 110 vituperable , pe- amigos. Llamando pues á los magistrados de los Nu-
ro el General mas desgraciado de todos los R o m a - mantinos , les rogó que le entregaran las tablas p a -
nos ; y por lo tanto resplandeció mas en aconteci- ra no dar á sus contrarios ocasión de calumniarle,
mientos tan extraños de fortuna y en semejantes ad- por no tener con que defenderse acerca de su ad-
versidades, no solo la puntualidad y valor de Tibe- ministración. Alegráronse los Numantinos con la f e -
r i o , sino lo que es de admirar, su veneración y res- liz casualidad de poder servirle, y le rogaban que
peto hacia el caudillo, cuando e'1 mismo, oprimido entrase en la poblacion; y como se parase un p o c o
para deliberar, acercándose á él, le cogían del bra-
de tantos males, hasta de que era General se habí«
zo repitiendo las instancias, y suplicándole que no
olvidado. Porque vencido en grandes y continuados
los mirara ya como enemigos, sino que como ami-
combates, intentó retirarse de noche, abandonando
gos se fiara y valiera de ellos. Resolvióse por fin á
el campamento; pero habiéndolo percibido los N u -
hacerlo asi, deseoso de recobrar las tablas, y teme-
mantinos, tomaron este inmediatamente; cayeron so-
roso de que entendieran los Numantinos que tenía
bre los fugitivos, dando muerte á los que alcanzaron,
344 TIBERIO Y CATO, GRACOS.
desconfianza; y entrando en la ciudad , le convida- TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 345

ron a comer, interponiendo toda especie de ruegos rio. Bien es que esta acusación, a lo que parece, se
p ra que comiera alguna cosa sentado con ellos. Res- debió en gran parte al amor propio de Tiberio un
tituyéronle después las tablas, y le propusieron que poco ofendido, y á las conversaciones con que los
amigos de este y algunos sofistas le acaloraban ; p e -
no I f ? d d b ° t Í n t 0 m a r a 1 0 ^ gustase; mas ro al cabo esta ligera desazón no tuvo consecuencia
Ssa!TS- T COS ? q U e U n P° C 0 d e i n c ! e n s o ' Parque ninguna triste ó desagradable. En lo que para mí no
usaba de él para los sacrificios públicos; y con esto
cabe duda es en que Tiberio no se habría visto en las
adversidades que le sobrevinieron, si á sus operacio-
nes de gobierno hubiera estado presente Escipion Afri-
ró cn2° T e •°hl6-i R o m a ' a<*ueí t r a t a d o s e m i - cano; pero ahora cuando este se hallaba ya en Espa-
fue Z \ n ? T ° 6 ' S a n i o s o ala república, y ña ocupado en la guerra de Numancia, fue cuando
. P o r l o t a n t o P^sto en examen y objeto de acu- se dedicó á promover el establecimiento de nuevas
leyes con la ocasion siguiente.
quTerL P un 0 , O S a m ^ e C d d X ,
e L r V r n p a " e d e l P U £ b l ° ' Poniéndose al-! Los Romanos de todas las tierras que por la guer-
rededor de Tiberio, imputaron al General todo lo ra ocuparon á los enemigos comarcanos, vendieron
que el suceso habia tenido de afrentoso, y atesté una parre; y declarando pública la otra, la arrenda-
guaron que por él se habian salvado t a n j ciuda- ron á los ciudadanos pobres y menesterosos por una
danos. En tanto os que improbaban el tratado de- moderada pensión, que debian pagar al Erario. E m -
S T J S T ,aqUel C a s o d e b i a " »os Romanos imitar á pezaron los ricos á subir las pensiones; y como fue-
les oue « H P ° r q U e t a m b i e n e s t o s á , o s Cónsu- sen dejando sin tierras á los pobres, se promulgó una
de los S m ! ° . P ° r C O n t e n t O S C o n r e c i b i r 1¡bertad
n l e y , que no permitía cultivar mas de quinientas y u -
gadas de tierra. Y por algún tiempo contuvo esta ley
los
los enernia
enemigos; y a° cuantos
C Sí S arr°,ar°n d e s n u d o s en
intervinieron y tuvieron de
la codicia, y sirvió de amparo á los pobres para
p a t e e n los tratados, como los cuestores^ coman- permanecer en sus arrendamientos, y mantenerse en
dantes, igualmente los entregaron , haciendo que re- la suerte que cada uno tuvo desde el principio; pero
d e ^ ? S±Q eStOS e l P e r ¡ ^ ° 7 e I quebrantamiento mas adelante los vecinos ricos empezaron á hacer que
se vi ó f a ' Pero fue donde principalmente bajo nombres supuestos se les traspasaran ios arriendos,
Til rio n 7 / m 0 r C0D W el pueblo miraba l y aun despues lo ejecutaron abiertamente por sí mis-
mos; con lo que desposeídos los pobres, ni se pres-
v a r X ' f P ° - r q U e d e c r e J t a r ° n q u e e I C ( 5 n s u l desnudo taban de buena voluntad á servir en los ejércitos, ni
Y atado fuese entregado á los Numantinos; y á to?
dos los demás los trataron con indulgencia I cau* cuidaban de la crianza de los hijos, y se estaba en
de Tiberio. Parece que contribuyó También i d i o riesgo de que la Italia toda se quedara desierta de p o -
Esap.on, que era entonces el principal y de mayor blación libre, y se llenara de calabozos de esclavos
poder entre los Romanos; y sin embargo no f a í a - como los de los bárbaros: porque con ellos labraban
las tierras los ricos, excluidos los ciudadanos. Inten-
V 7 o hab ' C U l p a S e í e 0 0 h a b e r S a h ' a d o á Mancino, tó poner en esto algún remedio Cayo Lelio el amigo
L o s un I T T d u * * SC § U a r d a r a á l o s turnan! de Escipion; pero encontró grande oposicion en los
tinos un tratado hecho por su deudo y amigo Tibe-
poderosos; y porque temiendo una sedición, desistió
gro. Parece ademas que no pudo haberse escrito una
de su empresa, mereció el sobrenombre de sabio ó
ley mas benigna y humana contra semejante iniqui-
rudente: porque uno y otro significa la voz sapiens.
dad y codicia: pues cuando parecia justo que los
ías nombrado Tiberio Tribuno de la plebe, al pun-
culpados pagaran la pena de la desobediencia, y so-
to tomó por su cuenta este negocio, siendo, según
bre ella sufrieran la de perder las tierras que disfru-
dicen los mas, los que le daban.calor el orador D i ó - taban contra las leyes, solo disponía que percibiendo
fanes y el filósofo Blosio. Era Diófanes un dester- el precio de lo mismo que injustamente poseian, die-
rado de Mitilene; y Blosio de alli mismo, natural ran entrada á los ciudadanos indigentes. Mas aunque
de Cumas en Italia; al cual, habiendo sido en R o - el remedio era tan suave, el pueblo sedaba por con-
ma discípulo de Antipatro Tarsense, dedicó este sus tento , y pasaba por lo sucedido, como para en ade-
tratados de filosofía. Algunos dan también algo de lante no se le agraviara; pero los ricos y acumula-
culpa á su madre Cornelia, que les echaba en cara dores de posesiones, mirando por codicia con enco-
muchas veces el que los Romanos le decían siempre no á la l e y , y por ira y tema á su autor, trataban
la suegra de Escipion, y nunca la madre de los G r a - de seducir al pueblo, haciéndole creer que Tiberio que-
cos. Mas otros dicen haber sido la causa un Espurio ría introducir el repartimiento de tierras con la mira
Postumio de la misma edad de Tiberio, y que com- de mudar el gobierno y de trastornarlo todo. Mas
petía con él en las defensas de las causas: porque c o - nada consiguieron; porque Tiberio, empleando su
mo al volver del ejército lo encontrase muy adelan- elocuencia en una causa la mas honesta y justa, sien-
tado en gloría y gozando de grande fama, quiso, á lo do asi que era eapaz de exornar otras menos reco-
que parece, sobreponérsele, haciéndose autor de una mendables, se mostró terrible é invicto cuando r o -
providencia arriesgada, y que ponía á todos en gran deando el pueblo la tribuna, puesto en pie, dijo
expectación; pero su hermano Cayo dijo en un es- hablando de los pobres: »>las fieras que discurren por
crito que al hacer Tiberio su víage á España por la *» los bosques de la Italia tienen cada una sus gua-
Toscana, viendo la despoblación del pais, y que los wridas y sus cuevas; y los que pelean y mueren por
labradores y pastores eran esclavos advenedizos y bár- »» la Italia solo participan del aire y de la luz, y
baros , entonces concibió ya la primera idea de una « d e ninguna otra cosa mas; sino que sin techo y
H sin casa andan errantes con sus hijos y sus mujeres;
providencia , que fue para ellos el manantial de infi-
w y sus caudillos no dicen verdad cuando en las ba-
nitos males. Tuvo también gran parte el pueblo mis-
ttalias exhortan á los soldados á combatir contra los
mo, acalorando y dando impulso á su ambición con
»»enemigos por sus aras y sus sepulcros: porque de
excitarle por medio de carteles, que aparecian fijados
»»un gran número de Romanos, ninguno tiene ara,
en los pórticos, en las murallas y en los sepulcros, á
»»patria, ni sepulcro de sus mayores: sino que por
que restituyera á los pobres las tierras del público. »>el regalo y la riqueza agena pelean y mueren; y
Mas no dictó por sí solo la l e y , sino que tomó »»cuando se dice que son señores de toda la tierra,
consejo de los ciudadanos mas distinguidos en autori- »»ni siquiera un terrón tienen propio."
dad y en virtud: entre ellos de Craso el Pontífice
Máximo; de Mucio Escevola el Jurisconsulto, que Estas expresiones, nacidas de un ánimo elevado
era Cónsul en aquel a ñ o ; y de Apio Claudio su sue- y de un sentimiento verdadero, corrieron por el pue-
TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 349
blo, y lo entusiasmaron y movieron de manera que
ñera que todos concibieron miedo, y dieron de mano
no se atrevió á chistar ninguno de los contrarios. D e -
á sus respectivos negocios. Desde aquel punto los p o -
jándose pues de contradecir, acudieron á Marco O c -
seedores de tierras mudaron de vestiduras, y en ati-
tavio , uno de los Tribunos de la plebe, joven gra-
tud abatida y miserable se presentaron en la plaza;
ve y ^ modesto en sus costumbres y amigo íntimo
pero ocultamente armaban asechanzas á Tiberio, y
de Tiberio: asi es que al principio por respeto á él aun habian llegado á tener pagados asesinos; tanto
habia cedido; pero por fin , siendo rogado é instado que él á ciencia de todos llevaba siempre en la cinta
de muchos y de los mas principales, como por fuer- un puñal de los usados por los piratas, al que llaman
za se opuso á Tiberio y desechó la ley. Entre los dolon.
Tribunos prevalece el que se opone: porque nada ha-
Llegado el día, llamaba al pueblo para proceder
cen todos los demás con que uno solo repugne. I r -
á la votacion; pero los ricos habian quitado las urnas,
ritado con esto Tiberio, retiró aquella ley tan huma-
y este incidente produjo un grandísimo alboroto. P o -
na, y propuso otra mas acepta á la muchedumbre
dían Tiberio y su partido emplear la fuerza; y á ello
y mas dura contra los trasgresores, mandándoles ya se disponían ; pero en aquel momento Manlio y Ful-
dejar las tierras que poseían contra las anteriores l e - v i o , varones consulares, se dirigieron á Tiberio, y
yes. Eran por tanto continuas las contiendas que te- tomándole las manos, le rogaban con lágrimas que
nia con Octavio en la tribuna; en las que, sin e m - se contuviera. Reflexionando este sobre las terribles
bargo de que se contradecian con el mayor ardor y consecuencias que ya preveía, y acatando ademas á
empeño, se refiere no haber dicho uno contra otro tan autorizados varones, les preguntó ¿qué querían
expresión ninguna ofensiva, ni haber prorumpido hiciese? á lo que contestaron no creerse capaces res-
en el calor de la ira en ninguna palabra que pudiera ponder de pronto á semejante consulta, y que lo me-
parecer menos decorosa; y es que, según parece, no jor seria poner la decisión en manos del Senado; y
solo en los banquetes, sino también en las contiendas haciéndole sobre ello instancias, condescendió con su
y en las rencillas, el estar dotados de buena índole y deseo. Mas. como reunido el Senado nada adelantase,
haber sido educados con esmero, sirve siempre de fre- porque el mayor influjo era de los ricos, echó mano
no y ornamento á la razón. Y aun habiendo adverti- de un medio nada legal ni pacífico, cual fue el de
do que Octavio era uno de los trasgresores de la ley, privar del Tribunado á Octavio, no encontrando otro
poseyendo muchas tierras del público, le rogaba T i - para que la ley se pusiera á votacion. Empezó para
berio que desistiera del empeño, prometiendo pagar- esto á interponer con él públicamente ruegos, hablán-
le el precio de ellas de su propio caudal, sin embar- dole en los términos mas amistosos y humanos, y
go de que no era de los mas floridos. N o habiendo tomándole las manos, le suplicaba cediera en cuanto
Octavio escuchado la proposicion, mandó por un á la l e y , y favoreciera al pueblo en una cosa tan
edicto que cesaran todas las demás magistraturas en justa, y que seria ligera recompensa de grandes tra-
sus funciones hasta que se votara la l e y ; y puso se- bajos y peligros. Desechada por Octavio esta p r o -
puesta , ya hablándole en otro t o n o , le repuso que
llos en el templo de Saturno para que los Cuesto-
teniendo ambos una misma autoridad, y disenrien-
res ni introdujeran ni extrajeran nada, publicando
d o sobre negocios de tan grande importancia, no ha-
penas contra los Pretores que contraviniesen: de ma-

\
3.5° TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 35 I
bria como acabar su tiempo sin hacerse la guerra; y
tra él, y acudiendo los ricos y conteniendo á este,
que por tanto solo veía un remedio á este mal, que
con gran dificultad se salvó Octavio, escabullándose
era el de cesar uno de los dos en la magistratura; y
y huyendo de la muchedumbre; pero á un esclavo
propuso á Octavio que llamara al pueblo á votar acer- suyo fiel, que se le puso delante como para defen-
ca de él: pues por su parte descendería al punto, y derle, le sacaron los ojos, con gran pesar de Tibe-
quedaría reducido á la clase de particular, si asi lo r i o , que luego que tuvo noticia de lo que pasaba,
dnte?fInab-an l0S c h l d a d a n o s - N o conviniendo en acudió al tumulto corriendo con la mayor diligencia.
ello Octavio, le dijo Tiberio que en tal caso estaba D e resultas de esto se sancionó también la otra
resuelto á llamar á votar acerca de é l , á no que pen- ley sobre las tierras; y fueron elegidos tres ciudada-
sándolo mejor, mudara de dictamen. nos para el discernimiento y el reparto: el mismo
Con esto entonces disolvió la junta; pero reunido Tiberio, Apio Claudio su suegro y Cayo Graco 'su
el pueblo al dia siguiente, subiendo á la tribuna, hermano, que no se hallaba presente, sino que mili-
tentó de nuevo persuadir á Octavio; pero hallándo- taba á las órdenes de Escipion contra Numancia. Ege-
le irreducible, propuso ley para privarle del T r i b u - cutadas estas cosas por Tiberio á todo su placer, sin
nado; y al punto hizo dar la voz de que los ciuda- •que nadie se le opusiera, nombró ademas Tribuno, no
danos pasaran á votarla. Eran treinta y cinco las c u - á una persona conocida, sino á un tal M u c i o , que
nas, y cuando habían votado diez y siete, y no fal- era su cliente; de lo que ofendidos los poderosos, y
taba mas que una para que Octavio quedara de p a r - temiendo el poder que aquel iba adquiriendo, en el
ticular, mandó suspender, y otra vez se puso á r o - Senado le mortificaron y humillaron cuanto pudie-
garle. Abrazóle á vista del pueblo, é hizo otras d e - ron : pues que pidiendo, como era de costumbre, una
mostraciones, instándole y suplicándole que ni á sí tienda donde pudiera hacer el repartimiento de las
mismo se expusiera á aquel sonrojo, ni á él le p u - tierras, no se la dieron, siendo asi que se concedían
siera en la precisión de haber de ser causa de una á otros para objetos de menor entidad; y para e x -
providencia tan dura y tan cruel. Dícese que estos pensas le señalaron por dia nueve óbolos 1 ; siendo
ruegos y súplicas no los escuchó Octavio, enteramen- Publio Nasica quien promovía estas cosas, e x p o -
te inmoble y sereno; sino que se le llenaron los ojos niéndose sin reserva á su enemistad: porque era el
de lágrimas , y estuvo en silencio largo rato. Pero que mas tierras poseía de las del público, y llevaba
luego que miró á los ricos y á los poseedores de tier- muy á mal que se le precisara á dejarlas. Con esto
ras que le tenian rodeado, es de creer que de ver- el pueblo se encendía mas; y habiendo muerto de
güenza y temor á lo que estos dirian, se resolvió á repente un amigo de Tiberio, como en el cadaver
todo trance, y dijo con entereza á Tiberio: que h i - se notasen ciertas señales reparables, empezaron á
ciera lo que gustase. Sancionada de este modo la ley, gritar que lo hablan muerto con veneno; corrieron
mandó Tiberio á uno de sus libertos que echara á á su entierro,.tomaron en hombros el féretro, y no
Octavio de la tribuna, porque se valia de sus liber- se apartaron mientras se le daba sepultura; no fal-
tos como de ministros; y esto hizo mas digno de
compasion el suceso de Octavio, al ver que se le echa-
ba con ignominia. Mas el pueblo auu arremetió c o n - i El óbolo valia menos de seis maravedís de nuestra
-moneda, como ya lo hemos dicho en otra parte.
352 TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. TlBERIO Y C A Y O , GRACOS.
íándoles razón para sospechar del veneno. Porque lable por las leyes; y como se moviese grande albo-
el cadaver se rebentó, y arrojó gran cantidad de un roto , yéndose hácia él Tiberio, pedia auxilio al pue-
humor corrompido: tanto que se apagó la hoguera; blo , diciendo que se le trajeran para acusarlo. Anio,
y formando otra, no quiso arder hasta que la m u - que en elocuencia y en autoridad se reconocia infe-
daron á otro lugar; y aun alli tuvieron mucho que rior, recurrió á su habilidad, y pidió á Tiberio que
hacer para que en él prendiera el fuego. En vista de antes de hablar en su acusación le respondiera á una
estas cosas Tiberio irritaba mas á la muchedumbre: friolera. Convino en que preguntara, y quedando t o -
pues que mudó las vestiduras, y presentando los hijos, dos en silencio, dijo Anio: si queriendo tú afrentar-
pedia al pueblo que se encargara de ellos y de su me y deshonrarme, me acogiere y o á alguno de tus
madre, considerándose ya perdido. colegas, y bajando este á auxiliarme, te"enfadas tú
Habia muertoel Rey Atalo Filometor, y vinoEu- de ello, pregunto, ; le privarás del Tribunado? se d i -
ce que á esta pregunta quedó tan cortado Tiberio, que
demo de Pergamo á traer el testamento, en el que
con ser el mas pronto que se conocía para hablar y el
estaba nombrado heredero el pueblo Romano; y
mas atrevido y resuelto, enmudeció en aquella ocasion.
arengando al punto Tiberio á la muchednmbre, p r o -
puso una ley para que llegado que fuera el gran cau- Disolvió pues entonces la junta, y habiendo en-
dal heredado, sirviese á los ciudadanosá quienes ha- tendido que rodas las disposiciones que á su propues-
bían tocado tierras para los enseres y utensilios de ta se habian tomado, la que peor impresión habia
la labor; y acerca de las ciudades que eran del reino hecho, no solo en los poderosos, sino en la muche-
de Atalo d i j o , que no debia el Senado tomar provi- dumbre, era la relativa á Octavio (porque la gran-
dencia alguna; sino que él manifestaría su modo de de y respetable auroridad de los Tribunos, conserva-
pensar al pueblo. Incomodó esto sobremanera al Se- da ilesa hasta entonces, parecía que habia sido holla-
da y escarnecida), pronunció ante el pueblo un dis-
nado; y levantándose Pompeyo, dijo que era veci-
curso, del que no deberá tenerse por inoportuno p o -
no de Tiberio, y por esta razón sabia que Eudemo
ner aquí algunos rasgos, para que se tenga idea de
de Pergamo le habia entregado la diadema y la púr-
lo persuasivo y convincente de su dicción. Porque
pura del R e y , como teniendo por cierto que había
dijo: «que un Tribuno es sacrosanto é inviolable, á
de reinar en R o m a ; y Quinto Metelo le echó en ca-
» causa de que se consagra al pueblo, y es del pueblo
ra que cuando su padre, siendo Censor, volvía á ca- » defensor; mas si cambiando de conducta ofende al
sa despues de cenar, los ciudadanos que le acompa- »pueblo, disminuye su poder, y le priva de votar;
ñaban apagaban las luces para que no pareciera que »»él mismo es quien se despoja de su dignidad, no
se habían detenido en diversiones y francachelas mas « haciendo aquello para que fue elegido; pues si no,
de lo regular; y á él por la noche le iban alumbran- « a l Tribuno que arruinara el capitolio ó incendiara el
do los mas atrevidos y mas miserables de la plebe. «arsenal debería dejársele en paz; y eso que el que
También Tito Anio, hombre que no tenía opinion «esto hace es Tribuno, aunque malo; pero si disuel-
de probidad ni de prudencia, pero que hablando en « v e el pueblo, ya no es Tribuno. ¿Y no seria cesa
público pasaba por invencible en las preguntas y res- « repugnante que el Tribuno pueda prender al Cónsul,
puestas, desafió á Tiberio á que se defendiese de ha- « y q u e el pueblo no pueda despojar de su autoridad
ber injuriado á su colega, siendo sacrosanto é invio- TOMO I V . 2
354 tiberio Y cayo, gracoí.
» a l Tribnno cuando abusa de ella contra el mismo tiberio y cayo,, gracos. 3 j-f
»»de quien la recibió? porque al Cónsul y al Tribu- leyes, quitando tiempo á los empeños de la milicia;
»> no igualmente los elige el pueblo. Pues la preroga- concediendo apelación de los jueces al pueblo; unien-
do. con los que entonces asistían á los juicios, que
»> tiva real, conteniendo en sí todo poder y toda a u -
eran del orden senatorio, un número igual del orden
»torídad, era ademas consagrada con las mas augus-
ecuestre; y coartando de todas maneras la autoridad
»> tas ceremonias, y parecía en cierta manera cosa
del Senado, mas por encono y enemiga, que con
»»divina; y sin embargo la ciudad expelió á Tarqui-
miras de justicia y conveniencia. Al darse los votos
»»no por ser injusto; y por la maldad de uno solo
advirtieron que vendan los contrarios, porque no
»»fue dísuelta aquella autoridad patria que había fun- habia concurrido todo el pueblo; y primero convir-
» dado á R o m a . ; Y qué cosa hay en Roma tan sagra- tiéndose contra los colegas con injurias y denuestos,
»»da y venerable como las que llamamos las vírgenes gastaron asi el tiempo; y despues disolvieron la jun-
»»encargadas de guardar el fuego incorruptible? y si ta, mandando que acudieran al dia siguiente. Por lo
»»alguna de ellas yerra, es enterrada viva: porque que hace á Tiberio, bajó á la plaza, y mostrándose
»»impías contra los dioses, no guardan lo inviolable abatido, pedia con lágrimas amparo á los ciudadanos:
»»y sagrado que por respeto á los mismos dioses se les despues, diciendo temia que en aquella noche a r -
»»concede. N o es pues conforme á justicia que el T r i - rasaran los enemigos su casa y le matasen , de tal
» b u n o injusto contra el pueblo conserve la inviola- modo los inflamó, que muchos formaron como un
»bilidad que en favor del pueblo le es dada: p o r - campo alrededor de su casa, y pasaron allí la noche
»»que él mismo destruye la autoridad que le hace p o - haciéndole la guardia.
»deroso. Y si tiene justamente su autoridad, porque
A la mañana muy temprano vino con las aves
*> la mayor parte de las curias le votaron, ¿ no se le que servían para los agüeros, el que cuidaba de ellas'
»»quitará con mayor justicia todavía si rodas votan y les echó de comer; pero no salió mas que una, por
»»contra él? Nada hay mas santo é inviolable que mas que el pollero sacudió bien la jaula; y aun esta
»»las ofrendas y votos de los dioses; y nadie disputa no tocó la comida, sino qne tendió el ala izquierda,
»»al pueblo la facultad de usar de ellos, de mover- alargó la pata, y se volvió á la jaula; lo que le hizo
»»los y trasladarlos como le parece. Erale pues líci- á Tiberio acordarse de otra señal que habia precedi-
t»to trasladar al Tribunado á o t r o , c o m o una ofren- do. Porque tenia un casco, que usaba para las bata-
»»da: y prueba clara de no ser toda magistratura una llas , graciosamente adornado.y muy brillante; y ha-
»»cosa tan sagrada que no pueda quitarse, es que mu- biéndose metido en él unas culebras, no se vió que
» chas veces los que las tienen hacen por sí renun- habían puesto huevos, y los habían sacado; y por e s -
» c i a y dimisión de ellas." ta razón causó mayor turbación á Tiberio lo ocur-
Estos eran los principales capítulos de la defensa rido con las aves. Iba sin embargo á subir, sabiendo
de Tiberio; mas como sus amigos fuesen sabedores que era grande el concurso del pueblo, al capitolio;
de las amenazas y de la conjuración que estaba tra- y al salir tropezó en el.umbral, dándose tal golpe
mada , tenían por preciso que se pusiera á cubierto en el pie, que se le partió la uña del dedo grande , y
para en adelante con pedir otra vez el Tribunado; y le salía la sangre por el zapato. Habian andado muy
él trató de cautivar mas á la muchedumbre con otras poco cuando sobre un tejado se vieron á la izquier-
356 TIBERIO Y CAYO, GRACOS. TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 357
da unos cuervos riñendo; y pasando muchos, como piendo los astiles con que los ministros hacen apartar
era natural, junto á Tiberio, una piedra arrojada por á la muchedumbre, tomaron los pedazos para defen-
el uno de los cuervos, cayó precisamente á sus pies; derse con ellos de los que les acometieran. Pasmában-
lo que hizo detener aun á los mas osados de los que se los que se hallaban algo lejos de lo que sucedia, y
le acompañaban; pero llegando á este tiempo Blosio preguntando acerca de ello, Tiberio llevó la mano á
de Cumas, dijo que era grande vergüenza y miseria la cabeza, queriendo indicar por señas su peligro,
que Tiberio, hijo de Graco , nieto de Escipion , y pues que la voz no podía ser oída; pero los contra-
el defensor del pueblo Romano, por temor de un rios, al ver esta demostración, corrieron á anunciar
cuervo no acudiera adonde los ciudadanos lo llama- al Senado que Tiberio pedia la diadema, de lo que
ban ; y que esto, que era vergonzoso, no lo harian era señal el haberse tocado la cabeza.. Alteráronse t o -
pasar por burla los enemigos; sino que le pintarian dos; y Nasica pedia al Cónsul- que mirara por la re-
al pueblo c o m o un tirano, que ya se daba grande pública, y acabara con el tirano; mas como este res-
importancia. Al mismo tiempo corrieron hácia T i - pondiese sencillamente que no era su ánimo emplear
berio desde el capitolio muchos de sus amigos, d i - ninguna fuerza, ni quitar la vida á ningún ciudada-
ciéndole que entrase, porque alli todo estaba como no sin ser juzgado; y solo si el pueblo diese algún
se pudiera desear. Y al principio todo le salió bien; decreto injusto, persuadido ó violentado por T i b e -
pues apenas pareció le aclamaron con voces de amis- r i o , no lo tendria por válido: levantándose enton-
tad ; cuando acabó de subir, le recibieron con las ces Nasica: pues que el Cónsul, d i j o , es traidor i
mayores demostraciones; y puestos alrededor de él, la república, los que queráis venir en socorro de las
cuidaban de que no se le acercara ningún desconocido. leyes , seguidme; y al decir esto se echó el borde de
la toga s<5>re la cabeza, y se dirigió corriendo al c a -
Habiendo empezado Mucio á llamar de nuevo las
pitolio. Recogiéronse también las togas con la mano
curias, no pudo conseguir que se hiciera nada con
los que iban en pos de él, y apartaban á los que en-
concierto por el gran tumulto que movían los últi-
contraban al paso, no habiendo ninguno que se atre-
mos impelidos, é impeliendo á los que venian de la
viera á detenerlos por su autoridad, sino que mas
otra parte, y se metian entre ellos á viva fuerza. En
bien huian y se pisaban unos á otros. Los que eran
esto Fulvio Flaco, del orden senatorio, poniéndose de su facción habían traído de casa palos y mazas;
en sitio de donde fuera visto, como no pudiese hacerse y ellos echando mano de los fragmentos y los pies
o i r , hizo señas con la mano de que tenia que decir de las sillas curules hechas pedazos por la muche-
una cosa aparte á Tiberio; y mandando este á la dumbre al tiempo de huir, marcharon contra T i b e -
muchedumbre que le hiciera paso, subió aquel con r i o , hiriendo á los que se les ponían delante; y es-
gran dificultad , y puesto en su presencia le anunció tos fueron los primeros que murieron. Tiberio dió á
que reunido el Senado, los ricos, no habiendo p o d i - huir, y llegó uno á asirle de la ropa: dejó aquel la
do atraer á su partido al Cónsul, habían resuelto toga, y continuó huyendo en túnica; pero tropezó
por sí quitarle la vida, teniendo armados á muchos y cayó sobre algunos de los que murieron antes que
de sus esclavos y amigos para el efecto. é l ; y al levantarse, el primero que se sabe haberle
Luego que Tiberio dió parte de este aviso á los herido en la cabeza con el pie de una silla fue P u -
que le rodeaban , se ciñeron estos las togas, y rom-
35^ TIBERIO Y CAYO, GRACOS;
TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 359
blio Satureyo, uno de sus colegas; y el segundo g o l -
d o , dijo, lo hubiera tenido por bien hecho; porque
pe se le dio Lucio R u f o , que se jactaba de ello c o -
Tiberio no lo habria dispuesto sino por ser útil al
mo de una grande hazaña. Al rodo murieron mas de
pueblo. Libróse entonces de esta manera; y marchan-
trescientos, golpeados con palos y piedras, y nin-
do despues al Asia al lado de Aristonico, cuando
guno con hierro.
las cosas de este tuvieron mal término, se quitó la
Esta dicen haber sido desde la expulsión de los
vida. # .
reyes la primera sedición que terminó en sangre y
muerte de los ciudadanos. Las demás, que no habian El Senado para sosegar al pueblo, como las c i r -
sido pequeñas ni nacidas de pequeñas causas, las cunstancias lo pedian, ya no hizo oposicíon ningu-
habian aplacado cediendo unos á otros ,.'los podero- na al repartimiento de tierras; y antes propuso que
sos por miedo á la muchedumbre, y la plebe por re- se eligiera otro repartidor en lugar de Tiberio. T o -
verencia al Senado. Entonces mismo parece que fá- mando pues las tablillas, eligieron á Publio Craso,
cilmente habría cedido Tiberio tratado con blandu- pariente de Graco: porque su hija Licinia estaba ca-
ra; y mas fácilmente se habría rendido sin muertes sada con C a y o ; y aunque Cornelio Nepote dice que
ni heridas á los que se hubieran presentado en atí- la que casó con Cayo Graco no fue hija de Craso, si-
tud de acometerle, no teniendo consigo arriba de no de Bruto, el que triunfó de los Lusitanos, los mas
tres mil hombres; pero es de creer que esta sedición refieren lo que dejamos escrito. Estaba el pueblo ir-
se movió contra él mas bien por encono y odio de ritado con la muerte de Tiberio, y se echaba bien
los ricos, que no por los motivos que se. protestaron; de ver que esperaba oportunidad de vengarse; ade-
de lo que es grande indicio la afrenta é ignominia mas de que ya empezaban á moverse causas á N a -
con que fue tratado su cadaver. Porque no le per- sica: temiendo pues el Senado por su persona, d e -
mitieron recogerlo al hermano que lo pedia para en- cretó, sin que hubiera objeto alguno, enviarlo al
terrarlo de noche; sino que con todos, los demás Asia. Porque los ciudadanos siempre que se encon-
muertos lo arrojaron al rio. Y aun no acabó aquí, traban con é l , no ocultaban su displicencia, y an-
sino que de sus amigos á unos los proscribieron y tes la mostraban á las claras, llamándole en voz a l -
desterraron sin juzgarlos, y á otros los prendieron, ta , cuando la ocaslon se lo presentaba, malvado y
y les dieron muerte; entre los que pereció el orador tirano, manchado con la muerte de una persona i n -
Diófanes. A Cavo V i l i o lo encerraron en una jau- violable y sagrada, y violador del mas santo y v e -
la, y echando en ella víboras y culebras, de este nerable templo entre todos los de la ciudad. Hubo
modo tan inhumano lo mataron. BIosío de Cumas pues de salir Nasica de la Itaiia, sin embargo deque
fue presentado á los Cónsules; y preguntado sobre debieran detenerle las ocupaciones religiosas mas a u -
los hechos ocurridos, dijo que todo lo habia e j e - gustas, porqne era á la sazón Pontífice Máximo. An-
cutado de orden'de Tiberio: y replicándole Nasica, duvo por tanto en paises extraños, afligido y erran-
l y sí Tiberio te hubiera mandado poner fuego al te; y al cabo de no largo tiempo murió en Pérga-
capitolio? Al principio no contestó, sino que t i b e - mo. Y no es de maravillar que el pueblo aborrecie-
rio no podia mandar semejante cosa; pero como mu- se tanto á Nasica, cuando Escipion Africano, al que
chos le repitiesen la pregunta: si lo hubiera manda- con justa razón amaron los Romanos sobre todos los
demás, estuvo en muy poco que perdiera esta bene-
TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 361
volencia del pueblo, porque á la primera noticia que
sobre Numancia se le dió de la muerte de Tiberio, mor, y trataron con empeño entre sí de que Cayo
exclamó con aquel verso de Homero: no ascendiera al Tribunado de la plebe. Ocurrió tam-
bién que por el.orden natural cupp á Cayo la suer-
[Siempre asi quien tal haga, que tal pague!
te de irá Cerdeña de Cuestor con el Cónsul Orestes;
y preguntándole despues en una junta pública Cayo
lo que fue muy. del. gusto de sus enemigos, y no
y í u l v i o , que' le parecia de la muerte de Tiberio,
desagradó al.mismo C a y o : pues siendo de caracrer
dio una respuesta, con la que significó no haber sido
guerrero, estando no menos egercitado en la milicia
de su gusto los actos de aquel, de resulta de lo cual
que en la defensa de-las causas, mirando con cierto,
el pueblo le interrumpió en su discurso: cosa que
horror el gobierno, y la tribuna, y no pudiendo ne-
nunca antes había egecutado; y él prorumpió tam-
garse ni al pueblo ni á los amigos si le llamasen, tu-
bién en expresiones ofensivas al pueblo; pero de to-
vo por gran dicha este motivo de ausencia. Con t o -
d o esto tratamos mas detenidamente en la vida de
do la opinion generalmente recibida es que fue un
üscipion.
decidido demagogo, y mas codicioso que el herma-
CAYO GRACO. no d é l a gloria que resulta del aura popular; pero
esto no es cierto; sino que hay pruebas de que fue
C a y o Graco al principio, ó por temor de los arrastrado al gobierno mas bien por necesidad que
enemigos, o para excitar mas odio contra ellos, se por voluntad y resolución propia ; y conforme á es-
retiro de la plaza pública, y permaneció sosegado to refiere Cicerón el orador, que huyendo Cayo de
en su casa : c o m o quien por hallarse entonces en es- toda magistratura, y estando resuelto á vivir en quie-
tado de abatimiento se proponía para en adelante vi- tud y reposo, se le apareció entre sueños el herma-
vir apartado de los negocios; tanto que se esparcie- n o , y saludándole le dijo: » ¿ p o r q u é causa ó en
ron voces contra él de que improbaba y miraba mal » qué te detienes, Cayo ? N o hay como evitarlo: una
la conducta publica del hermano: bien que era t o - »misma vida y una misma muerte, por defender
davía demasiado joven, porque tenia nueve años me- » l o s intereses del pueblo, nos tiene destinadas el
nos que el hermano, y este murió sin haber cumpli- » hado."
do los treinta.^ Con el tiempo, aun en medio de su
Puesto Cayo en Cerdeña, dió pruebas de toda es-
retiro, se echo de ver que en sus costumbres no pro-
pecie de virtud, aventajándose á todos los jóvenes
pendía al o c i o , al regalo, á la intemperancia ni á
en los combates contra los enemigos, en la justicia
la codicia; y preparándose con la elocuencia como
con los súbditos, y en el amor y respeto al G e n e -
con alas yo adoras para tomar parte en el gobierno,
ral; y en la prudencia, en la sencillez y en el amor
se advertía bien que no podria estarse quieto. Habló
al trabajo excedió aun á los mas ancianos. Sobrevino
por la primera vez en defensa de uno de sus amigos
en Cerdeña un invierno sumamente riguroso y e n -
llamado V e c i o , contra quien se seguía causa; y c o -
fermizo; y habiendo pedido el Pretor á las ciudades
mo el publico se hubiese entusiasmado y embriaga-
vestuario para los soldados, acudieron á Roma á
do de placer al oirle, por haber dado muestras^de
que se las excusara. Accedió el Senado á su petición,
ser los demás oradores unos muchachos comparados
y mandó que el Pretor viera por otra parte de re-
con e l , los poderosos volvieron á concebir gran te-
mediar á los soldados; y como este se hallase en el
TIBERIO Y C A Y O ; GRACOS. TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 363
ínáyOr apuro por lo que el soldado padecía, recor- principales, sin quedar uno; pero de la plebe fue-
riendo Cayó las ciudades, hizo que estás enviaran por ron tantos los que de toda Italia concurrieron á la
sí mismas vestuario y socorriesen á--los Romanos. ciudad para asistir á los comicios, que para muchos
Venida á Roma la noticia de estos hechos, que p a - faltó hospedage; y no cabiendo el concurso en el
recían preludios de demagogia, el Senado se sobre- campo de Marte, venían voces de electores de los
saltó; y en primer lugar habiendo legado de Africa tejados y azoteas; y sin embargo violentaron los ri-
embajadores de parte del Rey Miclpsa , diciendo cos al pueblo, y frustraron la esperanza de Cayo,
que este, por consideración á Cayo Graco, habia1 hasta el punto de que habiendo consentido ser n o m -
enviado trigo á Cerdeña á la orden' del Pretor, los brado el primero, no fue sino el cuarto. Mas en-
oyeron con disgusto, y los despacharon. Decretaron trado en el ejercicio, al instante fue el primero de
en segundo lugar que la tropa fuera relevada; pero qúe todos por su facundia, en que nadie le igualaba , y
©restes permaneciera para cfue con esto se quedara porque lo que habia padecido le daba grande o c a -
también C a y o ; pero este indignado con tales suce- sion para esplicarse con vehemencia, deplorando la
sos se hizo al punto á la vela , y cuándo menos-se le pérdida del hermano. De aqui tomaba siempre m o -
tivo para manejar á su arbitrio el pueblo, recordan-
esperaba se apareció en Roma; de lo que le hicieron
do el suceso, y haciendo contraposición con la c o n -
un crimen sus enemigos, y aUn al pueblo mismo pa-
ducta de los antiguos Romanos: porque estos hicie-
reció cosa extraña que siendo Cuestor hubiera vuelto
ron guerra á los Faliscos por- habgr insultado á un
antes que el General. Llegó á ponérsele sobre esto
Tribuno de la plebe llamado Genucío, y condena-
acusación ante los Censores; : pero habiendo pedido
ron á muerte á Cayo Veturio, porque él.sqlo no se
permiso para hablar, de tal manera mudó los áni- levantó á un Tribuno que pasaba por la plaza; y » an-
mos de los oyentes, que salieron persuadidos de que » t e vuestros ojos, exclamó, acabaron estos á palos á .
él era el que había recibido muchos agravios. Porque » T i b e r i o , y por medio de la ciudad fue ; llevado
dijo que había servido en la milicia doce años, cuan-- v muerto desde el capitolio para arrojarlo al r i o ; y
do á los demás no se les precisaba á servir mas de » d e sus amigos los que pudieron ser habidos, f u e -
diez; que de Cuestor habia estado al lado del Pretor » r o n también muertos sin juicio antecedente: sien-
tres años, cuando por la ley podia haber vuelto des- » do asi que teneis l e y , por la que si no comparece
pues de cumplido uno; y que él solo entre sus com- » e l q u e es reo de causa capital, va por la mañana al
pañeros de armas habia llevado la bolsa llena; y los » amanecer á las puertas de su casa un trompetero,
demás, despues de haberse bebido el vino que condu- » y le llama á son de trompeta; y sin preceder esta
jeron , habian vuelto á Roma trayendo los cántaros diligencia no pronuncian sentencia los jueces:" jtan
llenos de plata y oro. precavidos y solícitos eran acerca de los juicios!
Moviéronle despues de esto otras causas y otros
juicios, achacándole que habia hecho á los aliados Con discursos como este conmovía al pueblo, por-
sublevarse, y habia tenido parte en la conjuración que tenia buena voz y era vehemente en el decir.
de Fregelas; pero habiendo desvanecido toda sospe- Propuso pues dos leyes, de las cuales era la una que
si el pueblo privaba á un magistrado de su cargo, no
cha, y resultado inocente, se presentó al momento
pudiera despues ser admitido á pedir otro; y la otra
á pedir el Tribunado. Hicíéronle oposicion todos los
TÍBERIO Y CAYO, GRACOS. 365
que si algún magistrado proscribía y desterraba á un dadano?; otra alimenticia, para dar á los pobres los
ciudadano sin juicio precedente, hubiera contra él víveres á precio cómodo; y otra finalmente judicial,
acción ante el pueblo. De estas leyes la primera iba que fue con la que principalmente quebrantó el p o -
directamente á infamar á Octavio, aquel que á pro- der de los Senadores. Porque ellos solos juzgaban las
puesta de Tiberio habia perdido el Tribunado de la causas, y por esta razón eran temibles á la plebe y
plebe; y en la segunda estaba comprendido Popilio: á los caballeros; y Cayo añadió trescientos del o r -
porque siendo Pretor habia desterrado á los amigos den ecuestre á los trescientos Senadores, é hizo que
de Tiberio. Popilio no quiso aguardar á la decisión los juicios fueran en unión y promiscuamente de seis-
de la causa, y abandonó la Italia; y la otra ley la cientos ciudadanos. Paca hacer sancionar esta ley to-
retiró C a y o , diciendo que hacia esta gracia á O c t a - mó con gran diligencia sus medidas; de las que fue
vio por su madre Cornelia que se lo habia rogado; una el que siendo antes costumbre que todos los ora-
y el pueblo lo celebró y vino en ello, dispensando dores hablasen vueltos hácía el Senado y hácia el
á Cornelia este honor, no menos por sus hijos que llamado comicio , entonces por la primera vez salió
por su padre; y á esta insigne muger erigió despues mas á fuera, perorando hácia la plaza; y en adelan-
te lo hizo asi siempre: causando con una pequeña
una estatua en bronce con esta inscripción: Corne-
inclinación y variación de postura una mudanza de
lia, madre de los Gracos. Consérvase la memoria de
grandísima consideración, como fue la de convertir
algunas expresiones dichas por Cayo con elegancia
en cierta manera el gobierno de aristocracia en d e -
á estilo del foro acerca de la misma contra uno de
mocracia, con dar á entender que los oradores d e -
sus enemigos: » ; por qué tú, le dijo, te atreves á in-
bían poner la vista en el pueblo, y no en el Senado.
»sultar á Cornelia, hábiendo dado esta á luz á T i -
»berio ?" y porque el ofensor era tachado de diso- No solo sancionó el pueblo esta ley, sino que le
luto y muelle, » ¿ c ó m o te atreves, continuó, á c o m - dió á él mismo la facultad de elegir los jueces del
» pararte con Cornelia? ;has parido como ella? Pues orden ecuestre; con lo que vino á egercer una espe-
» b i e n notorio es en Roma que mas tiempo estuvo cie de autoridad monárquica; tanto que aun el Se-
»sin ser tocada de varón aquella, que tú siendo va- nado sufria el haber de tomar de él consejo; y siem-
» r o n . " (Tan picantes y agrias eran sus expresiones! pre en sus dictámenes le proponía lo que le estaba
y de lo que dejó escrito pueden recogerse otras mu- mejor. Como fue aquella determinación tan justa y
chas por este mismo término. benéfica acerca del trigo que envió de España el
pro-Cónsul Fabio, porque persuadió al Senado que
De las leyes que hizo en favor del pueblo y pa-
se vendiera el trigo, y el precio se enviara á las ciu-
ra disminuir la autoridad del Senado, una fue agra-
dades; reconviniendo á Fabio de que hacia á los pue-
ria para distribuir por suerte tierras del público á
blos dura é insufrible la dominación Romana: cosa
los pobres; otra militar , por la que se mandaba que
que le adquirió en las provincias gran crédito y be-
del erario se suministrara el vestuario, sin que por nevolencia. Propuso asimismo leyes para que se en-
esto se descontara nada al soldado de su haber, y viaran colonias, se hicieran caminos, y se constru-
que no se reclutara para el servicio á los menores de yeran graneros. De todas estas obras se hizo él mis-
diez y siete años; otra federal, que daba á los ha- mo presidente y administrador; y siendo tantas y
bitantes de la Italia igual voz y voto que á los ciu-
TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 367
tan grandes, de nada se cansaba; sino que con ad- benevolencia, d i j o , arengándole en una de las juntas,-
o r a b l e presteza y trabajo las dió concluidas, como tenia que pedirle una gracia, obtenida la cual la
si atendiera a una sola: de manera que aun los que apreciaría sobre todo, y si no fuese atendido, no por
mas le aborrecían y temían se mostraban pasmados eso se quejaría. Al oir esto creyeron que sería la p e -
de verle en todo tan eficaz y activo. El pueblo ad- tición del Consulado, y todos esperaron que aspira-
miraba también el singular espectáculo que aquello ría á un tiempo al Consulado y al Tribunado de la
ofrecía, al ver la gran muchedumbre que le se-mia plebe. Llegado el dia de los comicios consulares, y
de operarios, de artistas, de legados, de magistra- estando todos pendientes, se presentó trayendo de
dos, de soldados y de literatos; á todos los cuales la mano al campo Marcío á Cayo Fanio, y auxi-
se mostraba afable, guardando cierta entereza en la liándole con sus amigos para que fuese elegido; lo
misma benignidad, y hablando á cada uno particn- que concilio á Fanio gran favor. Asi es que fue nom-
armente según su clase; con lo que desacreditó á brado Cónsul, y C a y o , Tribuno de la plebe por se-
ios calumniadores, que lo pintaban temible, fiero y gunda vez; no porque hiciese gestiones ó pidiese es-
ta magistratura, sino únicamente á solicitud del pue-
violento. Era por tanto popular, con mas destreza
blo. Observó que el Senado le era enteramente c o n -
todavía en el trato y en los hechos que en los dis-
trario, y que se habia entibiado mucho la gratitud
cursos pronunciados en la tribuna.
en Fanio; por lo que procuró captar á la muche-
Su principal cuidado lo puso en los caminos,
dumbre con otras leyes, proponiendo que se envia-
atendiendo en su fábrica á la utilidad al mismo tiem-
ran colonias á Tarento y á Capua, y que se admi-
po que á la comodidad y buena vista; porque eran
tiera á los Latinos á la participación de los derechos
muy rectos, atravesando el terreno sin vueltas ni ro-
de ciudad. Temió con esto el Senado que se hiciese
deos. El fundamento era de piedra labrada, que se
del todo invencible; y recurrió á un nuevo y des-
unía y macizaba con guijo. Los barrancos y preci-
usado medio para apartar de él el amor de la m u -
picios excavados por los arroyos, se igualaban y jun-
chedumbre , cual fue el de hacerse popular y favo-
taban á lo llano por medio de puentes: la altura era
rable á esta con exceso. Porque uno de los colegas
la misma por todo él de uno y otro lado, y estos
de Cayo era Livio Druso, varón que ni en linage ni
siempre paralelos; de manera que el todo de la obra
en educación cedia á ninguno de los Romanos; y
hacia una vista uniforme y hermosa. Ademas de es-
ya en elocuencia y en riqueza competía con los de
to todo el camino estaba medido, y al fin de cada
mas autoridad y poder, por estas mismas calidades
milla (medida que viene á ser de ocho estadios poco
Acuden pues á él los principales, y le estimulan á
menos) puso una columna de piedra que sirviera de
que derribe de su favor á C a y o , y con su ayuda se
señal á los viageros. Fijó ademas otras piedras á los
vuelva contra é l ; no para chocar con la muchedum.
lados del camino, á corta distancia unas de otras,
bre, sino para mandar á gusto de esta, y favorecer-
para que los que iban á caballo pudieran montar des-
la aun en cosas por las que seria honesto incurrir en
de ellas, sin tener que aguardar á que hubiera quien
su odio.
les ayudase.

Celebrándole mucho el pueblo por estas obras, Prestó Livio para estos objetos al Senado la au-
toridad de su magistratura; y propuso leyes que no
y mostrándose muy dispuesto á darle pruebas de su
tenían nada ni de loables ni de útiles, con sola la TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
mira de exceder á Cayo en favor y condescenden- o&hdáles; siendo asi que Cayo se habia encafgado de
cia para con la muchedumbre , contendiendo y com- la mayor parte, y de los mas importantes entre es-
pitiendo con él como los actores de una comedia; tos negocios. Asi cuando proponiendo Rubrio, uno
con lo cual el Senado no dejó duda de que no le de sus colegas, que se estableciera colonia en Cartazo
ofendían los proyectos de C a y o , sino que lo que arrasada por Escipion, le tocó la suerre á Cayo;
marchó este al Africa para el establecimiento; y dan-
queria era ó quitarle de en medio ó humillarle. P o r -
do esto mayor proporcion á Druso para adelantár-
que no proponiendo él mas que dos colonias, y pa-
sele en su ausencia, se atrajo y ganó efectivamente
ra ellas á los ciudadanos mas bien vistos, decían sin
al público ; con especial por las sospechas que contra
embargo que aspiraba á seducir al pueblo; y al mis-
sí excitó Fulvio. Este Fulvio, amigo de Cayo y su
mo tiempo sostenían á Livio cuando formaba doce
eolega para el repartimiento de tierras, era^hombre
colonias, enviando á cada una tres mil de los mas turbulento, aborrecido notoriamente del Senado, y .
infelices; á aquel porque distribuía las tierras á los sospechoso á todos los demás de que alborotaba á los
pobres, imponiendo á cada uno una pensión para el confederados, y de que en secreto solicitaba á la re-
erario, lo desacreditaban, diciendo que lisonjeaba á belión á los habitantes de Italia. A estas voces q>?e se
la muchedumbre; y Lívio, que hasta esta pensión qui- esparcían sin prueba ni discernimiento, les conci.iaba
taba á los agraciados, merecía su aprobación. Mas: crédito el mismo Fulvio, por verse que sus designios
aquel por dar á los Latinos igual voz y voto, les era no eran sanos ni pacíficos, y esto fue lo que principal-
molesto; y cuando este proponía que en el egército mente perjudicó á C a y o , á quien alcanzó parte del od o
no se pudiera castigar á ninguno de los Latinos, em- contra aquel. Ademas, cuando se halló muerto á Es-
pleando las varas contra ellos, promovían esta ley. cipion Africano sin causa ninguna manifiesta, y pa-
El mismo Livío protestaba siempre en sus discursos reció que en el cadaver se advertían señales de golpes
que hacia estas propuestas de acuerdo del Senado, y de violencia, comoeñ la vida dé este lo hemos es-
que se velaba por la muchedumbre; y esto fue lo úni- crito, si bien la mayor sospecha recayó sobre Fulvio,
co que hubo de bueno, en todos sus actos. Porque por ser su enemigo, y porque en aquel mismo dia
el pueblo se mostró desde entonces menos irritado había insultado á Escipion en la tribuna, no dejó de
contra el Senado; y mirando antes este con malos haber contra Cayo algún recelo; y un crimen tan
ojos y con odio á los principales y mas señalados, atroz, ejecutado en el varón mas grande y eminente
disipó y suavizó Livío aquella enemiga y mala v o - de los Romanos, ni se puso en claro, ni"sobre él se
luntad , haciendo entender que lo que él egecutaba siguió causa, porque la muchedumbre se opuso y d i -
en favor y beneficio de la muchedumbre, era todo solvió el juicio, temiendo por C a y o , no fuera que si
por disposición de los Senadores. se hacian pesquisas, se le hallara implicado en la
muerte. Mas esto habia sucedido tiempo antes.
Lo que inspiró al pueblo mayor confianza en el
amor y justificación de Druso fue no haber pro-
Estando Cayo entendiendo en el establecimiento
puesto nunca nada en su favor ni relativo á su per- de la colonia de Cartago, á la quedió el nombre de
sona: porque para las fundaciones de las colonias Junonia, se dice habérsele opuesto muchos estorbos
envió á otros, y nunca se acercó al manejo de los de parte de los dioses; Porque arrebató el viento la
TOMO i v . A A
primera insignia, y por mas que el Alférez resistió
qne á un huesped y amigo suyo lo llevaban preso
con toda su fuerza, se hizo pedazos. Una ráfaga de
los lictores de Fanio, pasó de largo, y no hizo nada
viento esparció las víctimas que estaban puestas en
en su defensa; bien fuese por temor de que se viera
el altar, y las arrojó sobre los términos de la deli-
que le faltaba el poder, ó bien porque 110 quisiese
ncación ó demarcación que tenia hecha. Estos mismos
ser, como decia, quien diese á los enemigos la o c a -
términos ó hitos vinieron unos lobos, los desorde-
sion que buscaban de contender y venir á las manos.
naron , y se los llevaron lejos. A pesar de todo esto,
Ocurrió también el haberse puesto mal con sus c o l e -
disponiendo y arreglando las cosas en solos setenta
gas por esta causa. Iba á darse al pueblo en la plaza
dias, volvió á R o m a , por saber que á Fulvio traía
un espectáculo de gladiatores, y los mas de los ma-
apurado Druso, y que sus negocios pedian se halla-
gistrados habían formado corredores al rededor pa-
se presente. Porque Lucio Opimio, varón inclinado
ra arrendarlos. Dióles orden Cayo de que los quita-
al gobierno de p o c o s , y de grande influjo en el Se-
ran para que^ los pobres pudieran ver desde aque-
r a d o , aunque al principio sufrió repulsa pidiendo
llos mismos sitios de balde; y como no hiciesen ca-
el Consulado cuando C a y o protegió á Fanio y c o n -
so , aguardando á la noche antes del espectáculo, y
tribuyó al desaire d e aquel; contando entonces con
tomando consigo á los operarios que tenia á su dis-
el favor de muchos, se tenia por cierro que saldria
posición, echó abajo los corredores, y al dia s i -
Cónsul, y que siéndolo tirarla á arruinar á Cayo,
guiente mostró al pueblo el sitio despejado; con lo
estando ya en cierta manera marchito su poder, y
cual para con la muchedumbre bien se acreditó de
satisfecho el pueblo de disposiciones como las suyas,
hombre que tenia entereza; pero disgustó á sus c o -
por ser muchos los que se habian dedicado á afectar
legas , que le tuvieron por temerario y violento. De
popularidad, y haberse mostrado condescendiente el
resultas de esto parece que le quitaron el tercer t r i -
Senado.
bunado: porque si bien tuvo muchos votos, los c o -
V u e l t o , lo primero que hizo fue trasladar su ha- legas hicieron injusta y malignamente la regulación
bitación desde el palacio al barrio debajo de la pla- y el anuncio, aunque esto quedó en duda. Lo cier-
za , como mas plebeyo , por hacer la casualidad que to es que llevó muy mal el desaire, y á los contra-
viviesen allí la mayor parte de los pobres é infeli- rios que se le rieron, se dice haberles respondido
ces. Despues propuso las leyes que restaban- para con mas aire del que convenia, que reían con risa
hacer que se votasen ; pero habiendo concurrido gran- sardónica, por no saber cuán espesas tinieblas les ha-
de gentío de todas par tes, movió el Senado al C ó n - bia preparado con sus providencias.
sul Fanio á que, fuera de los Romanos, hiciera salir á Lograron sus contrarios elegir Cónsul á Opimio,
todos los demás. C o m o se echase pues acerca de es- y propusieron la abrogación de la mayor parte de sus
to un pregón extraño y nunca antes usado, para leyes, alterando también lo que habia dispuesto acer-
que en aquellos dias no se viera en Roma ninguno ca de Cartago, con ánimo de irritarle y de que die-
de los confederados y amigos; Cayo publicó en con- ra ocasión de justo enojo para acabar con él. Aguan-
tra un edicto, en el que acusaba al Cónsul, y p r o - to por algún tiempo; pero instigándole los amigos,
metia proteger á 1 os confederados si permaneciesen; y sobre todo Fulvio, volvió á tratar de reunir á los
pero no hubo tal p roteccion; y antes habiendo visto que con él habian de hacer frente al Cónsul. Dícese
AA 2
37 2 TIBERIO Y CAYO , GRACOS.
que para esto tomó parte la madre en la sedición, TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 373

asalariando con reserva gentes de afuera y enviándo- Graco, siendo Tribuno de la plebe, y habian arroja-
las á Roma como segadores, sobre lo que escribió al do al rio su cadaver, cuando ahora el ministro Antu-
hijo cartas con expresiones enigmáticas; pero otros lio , que quizá habia sido muerto injustamente, pero
dicen que todo esto se hizo con absoluta repugnan- no habia dejado de dar gran motivo para aquel suce-
cia de Cornelia. El dia en que Opiinio habia de h a - so , yacía expuesto en la plaza, y le hacia el duelo el
Senado de los Romanos, lamentándose y presidiendo
cer abrogar las leyes, de una y otra parte ocuparon
la pompa fúnebre de un miserable asalariado, con
desde muy temprano el capitolio. Habia hecho sacri-
el objeto de acabar con los pocos defensores del p u e -
ficio el Cónsul, y llevando uno de sus lictores llama-
blo que quedaban. Entrando otra vez despues de es-
d o Quinto Antulio las entrañas de las víctimas á otra
to en el Senado, encargaron por decreto al Cónsul
parte, dijo á los que estaban con Fulvio: haced l u -
Opimio que salvara la ciudad como pudiese, y des-
gar á los buenos, malos ciudadanos. Algunos dicen truyera los tiranos. Previno este á los Senadores que
que al mismo tiempo que pronunció esta expresión tomaran las armas, y dió orden á los caballeros para
mostró el brazo desnudo de un modo que lo tomaron que á la mañana temprano trajera cada uno dos es-
á insulto. Muere pues al punto Antulio en aquel sitio clavos armados. En tanto Fulvio se preparaba tam-
herido con unos punzones largos de los que se usaban bién por su parte y juataba gente; pero C a y o , reti-
para escribir, hechos exprofeso, según se decía, para rándose de la plaza, se paró ante la estatua de su pa-
aquel intento. Alborotóse la muchedumbre con aque- dre , y habiendo estado largo rato con los ojos pues-
lla muerte; pero la situación de los caudillos fue muy tos en ella sin proferir ni una palabra, pasó de allí
diferente, porque C a y o se irritó sobremanera, y tra- llorando y sollozando. A muchos de los que vieron
t ó mal á los de su partido por haber dado á sus ene- este espectáculo les causó Cayo la mayor lástima,
migos la ocasion que hacia tiempo deseaban; y O p i - y culpándose á si mismos de abandonar y hacer trai-
m i o , tomando de aquí asidero, cobró osadía, é infla- ción á un ciudadano como é l , corrieron á su casa,
mó al pueblo á la venganza. y pasaron la noche ante su puerta, de muy distinta
Sobrevino en esto una lluvia, y por entonces se manera que los que custodiaban á Fulvio. Porque es-
separaron; pero á la mañana siguiente, convocando tos la gastaron en vocerías y gritos desordenados,
el Cónsul el Senado, se puso dentro á dar audiencia; bebiendo y echando bravatas; siendo Fulvio el pri-
y otros, colocando el cuerpo de Antulio desnudo so- m e o á embriagarse y á hacer y decir mil disparates
bre una camilla, lo llevaron de intento por la plaza contra lo que exigia su edad, al mismo tiempo que
á la curia con gritos y lloros, siendo de ello sabedor los que acompañaban á C a y o , deplorando la común
Opimio, aunque aparentaba maravillarse, en términos calamidad de la patria, y considerando lo que ame-
que los Senadores salieron á ver lo que pasaba. Puesta nazaba, estuvieron en la mayor quietud, haciendo
la guardia y descansando alternativamente.
la camilla en medio, algunos se lamentaban como en
una grande y terrible calamidad; pero en los mas no
Al amanecer les costó gran trabajo despertar á
excitaba aquel alboroto mas que odio y abominación
Fulvio, á quien todavía tenía dormido el vino, y
contra unos cuantos oligarquístas, que habían sido
armándose con los despojos que conservaba en casa,
los que habían dado muerte en el capitolio á. Tiberio
y eran los que habia tomado cuando siendo Cónsul
374^ tiberio y cayo, GRACOS. TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 37 J
venció á los Galos, marcharon con grandes amenazas pensaran mover al Senado por medio de mensage-
y alboroto a tomar el monte Aventino. Cayo no ros; sino que como ciudadanos sujetos á haber de
quiso armarse; sino que iba á salir en toga como si dar descargos, bajaran ellos mismos á ser juzgados,
fuera a la plaza, sin llevar mas que un puñalejo. Al entregando sus personas é implorando clemencia; y
salir se le echó á los pies sn muger en la misma puer- al joven le dió orden de que bajo esta condicion vol-
t a , y deteniendo con una mano á él y con otra al viese , y no de otra manera. Por lo que hace á C a -
hijo : » n o te envió, ó C a y o , exclamó, á la tribuna, y o queria, según dicen, ir y hablar al Senado; p e -
» I ribuno de la plebe ó legislador como antes, ni ro no conviniendo en ello ninguno de los demás,
»tampoco a una guerra gloriosa, para que aun cuan- volvió Fulvio á enviar á su hijo con las mismas pro-
» d o te sucediera una desgracia, me dejaras un hon- posiciones que antes; pero Opimio, apresurándose
» roso duelo; sino que vas á ponerte en manos de los á venir á las manos, hizo al punto prender al man-
»matadores de Tiberio: desarmado está bien para cebo , y poniéndolo en prisión, marchó contra Ful-
» que en caso antes sufras males que los causes; pero vio y los suyos con mucha infantería y ballesteros
» vas á perecer sin ningún provecho para la repúbli- de Creta; los cuales tirando contra ellos é hiriendo
» c a . Domina ya la maldad, y á los juiciossolo pre- á muchos, los desordenaron. En este desorden F u l -
vio se refugió á un baño desierto y abandonado; pe-
»siden la violencia y el yerro. Si tu hermano hubie-
ro hallado al cabo de p o c o , fue muerto con su hijo
» ra perecido en Numancia, nos habría sido entrega-
mayor. A Cayo nadie le vió tomar parte en la pe-
» do muerto en virtud de un tratado; pero ahora aca-
lea ; sino que no sufriéndole el corazon ver lo que
» s o tendré y o también que hacer plegarias á algún
pasaba, se retiró al templo de Diana; donde q u e -
» r i o ó al mar para que me digan dónde está dete-
riendo quitarse la vida, se lo estorbaron dos de sus
» n i d o tu cuerpo: porque ¿qué confianza hay que mas fieles amigos, Pomponio y Licinio: porque ha-
»tener ni en las leyes ni en los dioses despues de la llándose presentes le arrebataron de la mano el puñal,
»muerte de Tiberio?" Mientras asi se lamentaba L i - y le exhortaron á que huyese. Dícese que puesto alli
cinia, Cayo se desprendió suavemente de sus abrazos, de rodillas, y tendiendo las manos á la Diosa, le
y marchó en silencio con sus amigos. Quiso aquella hizo la súplica de que nunca el pueblo Romano por
asirle de ja ropa; pero c a y ó en el suelo, donde estuvo aquella ingratitud y traición dejara de ser esclavo.
mucho tiempo sin sentido, hasta que levantándola Porque se vió que la muchedumbre le abandonó á
desmayada sus sirvientes, la condujeron á casa de causa de habérseles ofrecido por bando la impu-
Craso su hermano. nidad.
Fulvio luego que estuvieron todos juntos, per-
suadido por C a y o , envió á la plaza al mas joven de . Entregóse Cayo á la fuga; y yendo en pos de
sus hijos con un caduceo. Era este mancebo de gra- él sus enemigos, le iban ya á los alcances junto al
cioso y bello aspecto; y entonces presentándose con puente Sublicio: entonces dos de sus amigos le excita-
modestia y rubor, los ojos bañados en lágrimas, hi- ron á que apresuraseel paso y ellos en tanto hicieron
zo proposiciones de paz al Cónsul y al Senado. Los" frente á los que le perseguían, y pelearon delante del
mas de los que allí se hallaban oyeron con gusto ha- puente, sin dejar pasar a ninguno hasta que pere-
blar de conciertos; pero Opimio respondió que no cieron. Acompañaba á C a y o en su fuga un esclavo
37^ TIBERIO Y CAYO, GRACOS.
TIBERIO Y CAYO, GRACOS. 377
llamado Fiióerares; y aunque todos, como en un*
contienda, los animaban, ninguno se movió en su en seguida erigió Opimioá la Concordia: porque pa-
socorro, ni quiso llevarle un caballo, que era lo que reció que se vanagloriaba y ensoberbecía, y aun eri
cierta manera triunfaba por tantas muertes de ciuda-
pedia, porque tenia ya muy cerca á los que iban
danos: asi es que por. la noche escribieron algunos
contra él. Con todo se les adelantó un p o c o , y pudo
debajo de la inscripción del templo estos versos:
refugiarse en el bosque sagrado de las Furias, y allí
La obra del furor desenfrenado
dio fin a su vida quitándosrla Filócrates, que des-
Es la que labra á la Concordia templo.
pues se mató á sí mismo. Según dicen algunos aun
Este fue el primero que usó en el Consulado de
Jos alcanzaron los enemigos con vida; pero el escla-
la autoridad de Dictador; y que condenó sin prece-
v o se abrazó con su señor, y ninguno pudo o f e n -
dente juicio, con tres mil ciudadanos mas, á C a y o
derle hasta que acabó traspasado de muchas heridas.
Graco y Fulvio Flaco; de los cuales este era varón
Kehérese también que no fue Septimuleyo, amigo de
Consular, y había obtenido el honor del triunfo; y
Opimio, el que le cortó á Cayo la cab'eza, sino que
aquel se aventajaba en virtud y en gloria á todos los
habiéndosela cortado o t r o , se la arrebató al que quie- de su edad. Opimio ademas no se abstuvo de latro-
ra que fue, y la llevó para presentarla: porque al cinios ; sino que enviado de Embajador á Yugurta,
principio del combate se había echado un pregón R e y de los Numidas, se dejó sobornar con dinero,
ofreciendo á los que trajesen las cabezas de Cayo y y condenado por el ignominioso delito de corrup-
Fulvio lo que pesasen de oro. Fue pues presentada a ción , envejeció en la infamia, aborrecido y despre-
Upimio por Septimuleyo la de C a y o , clavada en ciado del pueblo, que por sus hechos cayó por lo
una pica ; y traído un peso, se halló que pesaba diez pronto en el abatimiento y la degradación; mas no
y siete libras y dos tercios; habiendo sido hasta en tardó en manifestar cuánto echaba menos y deseaba
esto Septimuleyo hombre abominable y malvado, 3 los Gracos. Porque levantándoles estatuas, las c o -
poique habiéndole sacado el celebro, rellenó el hue- locaron en un parage público; y consagrando los lu-
c o de plomo. Los que presentaron la cabeza de Fuk gares en que fallecieron, les ofrecían las primicias de
v i o , que eran de una clase obscura, no percibieron los frutos que llevaba cada estación, y muchos los
nada. Los cuerpos de estos y de todos los demás adoraban y Ies hacian sacrificios cada dia, concur-
muertos en aquella refriega, que llegaron á tres mil, riendo á aquellos sitios como á los templos de los
fueron echados al rio, y se vendieron sus haciendas Dioses.
para el erario. Prohibieron á las mugeres que hicie-
Dícese de Cornelia haber manifestado en muchas
sen duelos; y á Licinía, la d e . C a y o , hasta la pri- cosas que llevaba con entereza y magnanimidad sus
varon de su dote; pero aun fue mas duro y cruel infortunios; y que acerca de la consagración de los
lo que hicieron con el hijo menor de Fulvio, que no lugares en que perecieron sus hijos solía expresar que
movió sus manos ni.se halló entre los que combatie- los muertos habían tenido dignos sepulcros. Su vida
ron , sino que habiendo venido antes de la pelea so- la pasó despues en los campos llamados Misenos, sin
bre la fe de la tregua, y echádole mano, despues le alterar en nada el tenor acostumbrado de ella P o r -
quitaron la vida. Sin embargo aun mas que esto y que gustaba del trato de gentes, y por su inclina-
que todo ofendió á la muchedumbre el templo que ción á la hospitalidad tenia buena mesa, frecuentan-

í
do siempre su casa Griegos y literatos; y reci- 379
biendo dones de ella todos los reyes, y enviándose- COMPARACION DE AGIS Y CLEOMENES,
los recíprocamente. Escuchabasela con gusto cuando Y DE TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
á los concurrentes les explicaba la conducta y tenor oí' • i
de vida de su padre Escipíon Africano; y se hacía Habiendo dado fin á la narración, nos resta sacar
admirar cuando sin llanto y sin lágrimas hablaba de consecuencias de la contraposición de estas vidas.
sus hijos; y referia sus desventuras y sus hazañas, En cuanto á los Gracos, ni aun los que mas mal
como si tratara de personas de otros tiempos, á los hablaron de ellos, y se mostraron sus mayores ene-
que le preguntaban. Por lo cual algunos creyeron migos , se atrevieron á decir que no hubiesen nacido
que habia perdido el juicio por la vejez ó por la con la mejor índole para la virtud entre todos los R o -
grandeza de sus males, y héchose insensata con tan- manos , y que no se les hubiese dado una crianza y
educación correspondiente. La índole de Agís y Cleo-
tas desgracias; siendo ellos los verdaderamente i n -
menes parece que era todavía mas robusta y esfor-
sensatos, por no advertir cuánto conduce para no
zada que la de aquellos; puesto que no habiendo re-
dejarse vencer del dolor, sobre el buen caracter, el
cibido una esmerada educación, y habiéndose cria-
haber nacido y educádose convenientemente; y que
do en unos hábitos y costumbres que largo tiempo
si la fortuna mientras dura hace muchas veces dege-
antes habian viciado á los que les precedieran, ellos
nerar á la virtud, en la caída no le quita el llevar sin embargo se constituyeron en caudillos de senci-
los males con una resignación digna de elogio. llez y frugalidad. Mas: aquellos cuando Roma esta-
ba en el mayor explendor de su dignidad, y era en
ella grande la emulación á las ilustres hazañas, se
hubieran avergonzado de no admitir esta especie de
sucesión de virtud patria y hereditaria; cuando es-
tos , que habian nacido de padres avezados á lo con-
trario, y que encontraron su patria estragada y e n -
ferma, no por esto entorpecieron ni en lo mas mí-
nimo su inclinación á la virtud. En punto á des-
, prendimiento y á integridad es ciertamente grande
en los Gracos el que en sus magistraturas y gobier-
nos se hubiesen conservado puros de adquisiciones
injustas; pero Agis se hubiera dado por ofendido de
que redujeran su alabanza á no haber tomado nada
de lo ageno, cuando había dado á los ciudadanos sa
propia hacienda, que sin contarlas demás especies
de riqueza, solo en dinero montaba á seiscientos ta-
lentos. ¡ Hasta qué punto tendría por malo el adqui-
rir por medios ilícitos quien graduaba de codicia el
tener mas que otro!
do siempre su casa Griegos y literatos; y reci- 379
biendo dones de ella todos los reyes, y enviándose- COMPARACION DE AGIS Y CLEOMENES,
los recíprocamente. Escochabasela con gusto cuando Y DE TIBERIO Y C A Y O , GRACOS.
á los concurrentes les explicaba la conducta y tenor oí' • i
de vida de su padre Escipion Africano; y se hacia Habiendo dado fin á la narración, nos resta sacar
admirar cuando sin llanto y sin lágrimas hablaba de consecuencias de la contraposición de estas vidas.
sus hijos; y referia sus desventuras y sus hazañas, En cuanto á los Gracos, ni aun los que mas mal
como si tratara de personas de otros tiempos, á los hablaron de ellos, y se mostraron sus mayores ene-
que le preguntaban. Por lo cual algunos creyeron migos , se atrevieron á decir que no hubiesen nacido
que habia perdido el juicio por la vejez ó por la con la mejor índole para la virtud entre todos los R o -
grandeza de sus males, y héchose insensata con tan- manos , y que no se les hubiese dado una crianza y
educación correspondiente. La índole de Agis y Cleo-
tas desgracias; siendo ellos los verdaderamente i n -
menes parece que era todavía mas robusta y esfor-
sensatos, por no advertir cuánto conduce para no
zada que la de aquellos; puesto que no habiendo re-
dejarse vencer del dolor, sobre el buen caracter, el
cibido una esmerada educación, y habiéndose cria-'
haber nacido y educádose convenientemente; y que
do en unos hábitos y costumbres que largo tiempo
si la fortuna mientras dura hace muchas veces dege-
antes habian viciado á los que les precedieran, ellos
nerar á la virtud, en la caida no le quita el llevar sin embargo se constituyeron en caudillos de senci-
Ios-males con una resignación digna de elogio. llez y frugalidad. Mas: aquellos cuando Roma esta-
ba en el mayor explendor de su dignidad, y era en
ella grande la emulación á las ilustres hazañas, se
hubieran avergonzado de no admitir esta especie de
sucesión de virtud patria y hereditaria; cuando es-
tos , que habian nacido de padres avezados á lo con-
trario, y que encontraron su patria estragada y e n -
ferma, no por esto entorpecieron ni en lo mas mí-
nimo su inclinación á la virtud. En punto á des-
, prendimiento y á integridad es ciertamente grande
en los Gracos el que en sus magistraturas y gobier-
nos se hubiesen conservado puros de adquisiciones
injustas; pero Agis se hubiera dado por ofendido de
que redujeran su alabanza á no haber tomado nada
de lo ageno, cuando habia dado á los ciudadanos sa
propia hacienda, que sin contarlas demás especies
de riqueza, solo en dinero montaba á seiscientos ta-
lentos. ¡ Hasta qué punto tendría por malo el adqui-
rir por medios ilícitos quien graduaba de codicia el
tener mas que otro!
380 COMPARACION DE AGIS Y CLEOMENES, Y DE TIBERIO Y CAYO , GRACOS. 3S1
En la decisión y atrevimiento para las innova- tud: porque aquellos combatiendo con sus ciudada-
ciones hubo grandísima diferencia: porque las medi- nos , y huyendo despues, asi es como perecieron; y
das de gobierno de uno fueron construir caminos y de estos, Agís, por no causar la muerte de ninguno
fundar ciudades; y lo que pidió mas arrojo en T i - de los suyos, casi puede decirse que murió víctima
berio fue el haber salvado los campos públicos, y voluntaria; y Cleomenes, viéndose maltratado é in-
en Cayo el haber alterado la forma de los juicios juriado , intentó vengarse; pero habiéndole sido la
con aquellos trescientos del orden ecuestre que agre- suerte contraria, con la mas loable resolución séqui-
gó a los Senadores; pero la reforma de Agís y Cleo- to la vida. Examinando todavía las contraposiciones
y diferencias, Agis en el orden militar no ejecutó
menes, para quienes el ir remediando y reparando
hazaña ninguna, porque se lo impidió su temprana
los desórdenes por partes y poco á poco no era mas
muerte; pero con las victorias de Cleomenes, que
que cortar la cabeza de la hidra, según la sentencia
fueron muchas y gloriosas, pueden compararse la to-
de Platón, indujo en la administración de la repú-
ma de las murallas en Cartago por Tiberio, que no
blica una mudanza capaz de hacer desaparecer de una
dejó de ser acción insigne, y su tratado de Numan-
vez todos los males; aunque quizá se dirá con mas cia, por el que salvó á veinte mil soldados R o m a -
verdad que destruyendo una mudanza que habia nos , que no tenían otro medio de salud. Cayo dio
sido la causa de todos los males, redujo y restituyó también militando allí y en Cerdeña grandes mues-
la república á su propia y primitiva forma. Podría tras de valor: de manera que habrían podido com-
también decirse que las novedades de los Gracos en- pararse con los primeros generales Romanos, si no
contraron repugnancia en los Romanos de mayor hubieran sido arrebatados por una anticipada muerte.
autoridad y poder; cuando las que Agís intentó, y
Cleomenes llevó al cabo, tenían por fundamento el En las cosas de gobierno Agis obró con floje-
dad, porque se dejó engañar de Agesilao; faltó á los
ejemplo mas recomendable y mas insigne en las re-
ciudadanos en la promesa del repartimiento de las
irás ó leyes patrias sobre la sobriedad y la igual-
tierras; y finalmente se quedó corto no llevando á
dad , aprobadas unas por Licurgo y otras por Apo-
cabo la obra que habia anunciado, y á que dió prin-
lo ; pero lo de mayor consideración es que Roma
cipio por una irresolución disculpable en su edad.
con las disposiciones de aquellos nada adelantó en
Cleomenes por el contrario emprendió con dema-
su grandeza sobre lo que ya tenia; siendo asi que . siada temeridad y violencia la mudanza del gobier-
con las novedades introducidas por Cleomenes vió n o ; dando muerte injusta á los Eforos, cuando p o -
la Grecia al cabo de poco tiempo que Esparta d o - día haberlos reducido por. las armas, ó le era fácil
minó en el Peloponeso, y lidió con los que tenían desterrarlos, como fueron desterrados otros muchos
entonces el mayor poder, el mas glorioso de todos de la ciudad. Porque el recurir al hierro fuera de la
los combates, que es el que se sostiene por la supe- última necesidad, no es ni de médicos ni de políti-
rioridad ; cuyo fin era que libre la Grecia de las ar- cos , sino falta en unos y otros de destreza; y aun
mas de los Ilirios y Etolios, fuera otra vez regida en estos, ademas de injusticia, indica crueldad. Por
por los Heraclidas. lo que hace á los Gracos, ninguno de los dos dió
Parece asimismo que el modo de terminar la v i - principio á la matanza civil; y aun se dice de Ca-
da unos y otros constituye otra diferencia en su vir-

\
382 COMPARACION DE AGIS Y CLEOMENES,
y o que ni despues de habérsele tirado dardos, quiso Y DE TIBERIO Y C A Y O , GRACOS. 383
defenderse; sino que con ser de los mas arriscados c o y demasiado guerrero; y en los otros aun los que
para los combates, permaneció inmoble en aquella mas envidiosos se muestran, no censuran otra cosa
sedición. Asi es que salió de casa desarmado, y se que un exceso de ambición: viniendo á confesar que
retiro de los que combatían: viéndose claramente que arrojados fuera de su natural al encono y á la c o n -
puso mas cuidado en no hacer mal ninguno, que en tienda con los que se les oponían, fueroq como da
no padecerle; por lo cual la fuga de ambos mas bien un huracan impelidos á los extremos en sus medidas
se ha de tener por señal de prudencia que de c o - de gobierno. Porque ¿qué cosa mas loable ni mas jus-
bardía: porque era preciso ceder á los que acome- ta que su primer propósito, si los ricos no se hubie-
tían; o para no padecer, usar de los medios de d e - ran empeñado, usando de violencia y de todo su po->
tensa. der, en desechar la ley propuesta, poniendo con esto,
á ambos en la precisión dé combatir: al uno por con-
En Tiberio el mayor yerro fue haber privado al siderarse en riesgo, y al otro por vengar í su her-
colega del tribunado de la plebe, y haber pedido mano , muerto sin causa y sin declaración prece-
despues para sí el segundo. A C a y o se le atribuyó dente? De lo dicho colegirás tú por tí mismo la d i -
tan falsa como injustamente la muerte de Antulio, ferencia; pero si á pesar de esto es necesario pronun-
porque le mataron contra su voluntad, y mostran- ciar acerca de cada uno, tengo por cierto que T i -
d o de ello gran pesar. Mas Cleomenes, aunque d e - berio se aventajó á todos en virtud; que el que m e -
jemos aparte las muertes de los E f o r o s , dio liber- nores yerros cometió fue el joven Agís; y que en
tad á todos los esclavos, y reinó en la realidad solo, osadía y arrojo Cayo fue muy inferior á C l e o -
aunque en el nombre con o t r o ; habiendo tomado por menes.
colega á su hermano Euclidas, y siendo ambos por
tanto de una sola casa; y á Arquidamo, que era de
la otra el que debía reinar, lo invitó á que volvie-
ra de Mesena; y muerto violentamente c o m o no per-
siguiese este delito , confirmó la sospecha que contra
él se levantó. Pues en verdad que L i c u r g o , á quien
afectaba imitar, voluntariamente cedió el reino á Ca-
ri lao, hijo de su hermano, y temiendo que si por otra
causa venia á morir aquel niño se pensara en c u l -
parle , peregrinó largo tiempo fuera sin querer v o l -
ver, hasta que Carilao tuvo un hijo q u e le sucediera
en el reino; mas á Licurgo ya se sabe que aun de los
Griegos no puede comparársele ninguno. P o r decon-
tado está demostrado que en los hechos del gobier-
no de Cleomenes las innovaciones é injusticias fue-
ron mayores; y los que reprenden las costumbres de
unos y otros culpan desde luego á este de tiráni-
tradición , para no dar una obra que salga falta de
El que escribió, 6 Sosio, el elogio de Alcibiades, muchas noticias, y menos de las necesarias. Mas y o
vencedor en Olimpia corriendo con Caballos, fuese que habito una ciudad corta, en la que tengo forma-
Eurípides; como generalmente se cree, ó fuese cual- do empeño de permanecer para que no se haga mas
quiera otro, dice que al hombre para ser feliz le ha pequeña; y que mientras estuve en Roma y discur-
de caber en suerte haber nacido en una ciudad ilus- rí por la Italia no tuve tiempo para egercitarme en
la lengua latina, por los negocios políticos y por la
tre ; pero yo creo que para la verdadera felicidad,
concurrencia de los que venían á tratar conmigo de
que principalmente consiste en las costumbres y en
filosofía, tarde ya y siendo muy adelantado en edad,
el propósito del ánimo, nada da ni quita haber na-
me acerqué á tomar conocimiento de las letras R o -
cido en una patria obscura é ignorada, ó de una ma-
manas ; en lo que me ha sucedido una cosa extra-
dre fea y pequeña. Porque seria cosa ridicula que
ñ a , pero muy cierta : y es que no tanto he apren-
hubiera quien pensase que Julida, parte muy peque- dido y conocido las cosas por las palabras, cuanto,
ña de una Isla no grande como la de C e o , y que tomado conocimiento de las cosas; ellas me han con-
Egina, de la que dijo Un Ateniense que debía qui- ducido a saber las palabras. Y lo que es llegar á per-
tarse como una légaña del Píreo, habían de haber cibir la belleza y velocidad de la pronunciación la-
llevado excelentes actores y poetas j y no habían de tina , las metáforas de los nombres, la armonía y to-
poder producir un hombre justo que se bastase á sí do lo demás con lo que se engalana el discurso, rén-
mismo, que tuviera juicio y fuefa de un ánimo ele- golo por útil y agradable; pero el estudio y egerci-
vado. Porque lo natural es que las otras artes, qutf tacion en este trabajo, como empresa difícil, solo es
se alimentan con el trabajo y la fama, se marchitea para los que tienen ocio y tiempo que dedicar á ta-
en pueblos humildes y obscuros, y que la virtud, les primores.
como planta fuerte y robusta, arraigue en todo ter-
Por esta razón escribiendo en este libro de las
reno , si prende en una buena índole y nn ánimo in-
vidas paralelas, que ya es el quinto, las de Demós-
clinado al trabajo; de donde se sigue que sí noso-
tenes y Cicerón, de sus hechos y del modo de con-
tros dejamos de pensar y conducirnos como corres-
ducirse en el gobierno, procuraremos colegir cuál
ponde, esto deberá justamente atribuirse, no á la p©«
era el caracter y disposición de cada uno, omitien-
queñez de la patria, sino á nosotros mismos. do el hacer cotejo de sus discursos, y manifestar cuál
Y al que se ha propuesto tejer una relación 6 his« de Jos dos era nias dulce, ó mas primoroso en el de-
toria, no de hechos comunes y familiares, sino p e - cir: porque esto seria, como dijo Y o n , la fuerza
regrinos , y recogidos en gran parte de una lectura del delfín en tierra; Por ignorar esta máxima C e c i -
varia, en realidad le conviene ante todas cosas una l i o , excesivo en todo, se metió sin reflexion á f o r -
ciudad de fama, de esquisito gusto y muy poblada, mar juicio entre Cicerón y Demóstenes; pero si á
para tener copia de toda suerte de libros, y poder todos Ies fuera dado tener á la mano el conócete ¿
instruirse y preguntar sobre aquellas cosas que ha- ti mismo, no hubréra sido esta tenida por una a d -
biéndose ocultado á la diligencia de los escritores, vertencia divina. Parece pues haber sido un mismo
adquieren mas fe conservadas en la memoria y la genio el que formó á Demóstenes y Cicerón, y acu-
TOMO I V . 3
mulo en su naturaleza muchas semejanzas: como la
ambición, el amor de la libertad cuando tomaron vienen á un joven ingenuo, y también por su deli-
parte en el gobierno, y la cobardía para los peli- cadeza y mala constitución física; por lo cual ni la
gros y la guerra; c o n lo que mezcló también m u - madre le aplicaba al trabajo, ni le precisaban á él
chas cosas de las que son de fortuna: porque no creo sus preceptores: habiendo sido desde el principio
que podrán encontrarse otros dos oradores que de flaco y enfermizo; y de aqui dicen que le vino tam-
obscuros y pequeños hubiesen llegado á ser grandes bién el injurioso apodo de Bátalo, que le impusie-
y poderosos; que hubiesen resistido á reyes y tira- ron los muchachos, burlándose de su persona. Era
nos; que hubiesen perdido sus hijas ; que hubiesen Bátalo , según dicen unos, un flautista desacredita-
do por afeminación, contra el que hizo con este m o -
sido arrojados de su patria, y restituidos despues
tivo una especie de entremes el cómico Antífanes;
con honor; que huyendo despues hubieran sido a l -
pero otros hacen memoria de un poeta Bátalo que
canzados por los enemigos; y que en el mismo pun-
escribió canciones lubricas y báquicas. Parece tam-
to de espirar la libertad de sus conciudadanos h u -
bién que en aquella época se daba en Atenas el nom-
biesen ellos perdido la vida; como que si á manera
bre de Bátalo á una de las partes inhonestas del cuer-
del de los artistas pudiera haber certamen entre la p o , que no es decente nombrar. El apodo de Argas,
naturaleza y la fortuna, seria muy difícil discernir pues se dice haber sido también este uno de sus s o -
si aquella los había hecho mas semejantes en las cos- brenombres , parece que se le puso ó por sus c o s -
tumbres , ó esta en los sucesos. Diremos pues prime- tubres ásperas y desabridas, porque algunos poetas
ro del que precedió en tiempo. llaman Argas á la culebra, ó por su modo de decir,
Demóstenes, el padre de este otro Demóstenes, que ofendia á los oidos: porque Argas era también
era uno de los buenos y honrados ciudadanos, según el nombre de un poeta, autor de malos y desagra-
dice Teopompo. Llamábanle por sobrenombre el Es- dables versos. Mas de estas cosas dese aqui punto,
padero , á causa de tener un gran obrador, y m u - como dice Platón.
chos esclavos inteligentes que trabajaban en este o f i -
El haberse dedicado á la elocuencia se dice que
cio. Lo que el orador Esquines dijo acerca de su
tuvo este origen. Habia de hablar el orador Calistra-
madre dándola por hija de un tal F i l ó n , que por
to en el tribunal en el juicio qué se seguia sobre la
causa de traición habia huido de la ciudad, y de
ciudad de O r o p o , y era grande la espectacion en que
una muger peregrina y bárbara, no podemos decir
todos estaban, ya á causa de la facundia del orador,
si fue cierto, ó si lo fingió é inventó para desacre-
que era el que entonces tenia mayor opinión , y ya
ditarle. Muerto el padre., quedó Demóstenes á la edad
también por el negocio mismo, que se habia hecho
de siete años con un buen patrimonio, pues monta-
muy célebre. Oyendo pues Demóstenes que varios
ría el valor de toda v su hacienda á poco menos de
maestros y preceptores tenían concertado entre sí
quince talentos; pero sus tutores le perjudicaron no-
asistir á este juicio, rogó á su preceptor y alcanzó
tablemente, apropiándose unas cosas y descuidando
de él que le llevase á oírlo. Tenia este amistad con
otras, en términos de no haber con que pagar el sa-
los porteros públicos del tribunal, y por medio de
lario á sus maestros. Por esta causa parece que ca-
estos le proporcionó un sitio, en el que sentado p u -
reció de instrucción en aquellas disciplinas que con-
diera oir cómodamente los discursos. Estuvo aquel
bb 2
3S8 DEMÓSTENES. DEMÓSTENES. 389
día muy feliz Calistrato, y fue sumamente admira- mar parte en los negocios públicos; y á la manera
do ; con lo que excitó en Demóstenes el deseo de que de Laomedonte de Orcomene se dice que para
gloria, viendo que eran muchos los que le acompa- curarse de una enfermedad del bazo di ó en andar
ñaban y le daban enhorabuenas; pero en el discurso mucho de orden de los médicos, y que con este p e -
lo que mas admiró fue una fuerza propia para alla- noso egercicio adquirió tal robustez que concur-
narlo y vencerlo todo. Dando por tanto de mano á rió á los certámenes gimnásticos, y fue uno de los
todas las demás enseñanzas y ocupaciones juveniles, que mas se distinguieron en la .carrera: del mismo
él mismo se egercitaba por sí y trabajaba con empe- modo le sucedió á Demóstenes, qüe habiendo teni-
ño á fin de ser él también uno de los oradores. Aun do que dedicarse á perorar en público para el reco-
tuvo con todo por maestro de elocuencia á Iseo; sin bro de su patrimonio, con esto adquirió soltura y
embargo de que entonces Isócrates tenia escuela; ó facilidad para sobresalir ya como los coronados en
porque, como dicen algunos, no pudiese pagar á el circo, entre los ciudadanos que contendían en la
Isócrates el salario prefijado, que era de diez minas, tribuna. Y al principio sufrió sus silbos, y que se
á causa de su orfandad; ó lo que es mas probable, riesen de la novedad que advertían en su estilo, que
porque prefiriese para su intento la elocucion de Iseo, parecía confuso en los periodos, y recargado exce-
como mas propia para la acción , y mas acomodada sivamente en las pruebas. Notábase ademas cierta fal-
á las tretas del foro. Mas Hermipo escribe haberse ta de v o z , torpeza en la lengua, é interrupción en
la respiración; la que turbaba el sentido de lo que
encontrado unos comentarios anónimos, en los que
se decia, por no cortarse bien los períodos. Final-
se decía que Demóstenes asistió á la escuela de Pla-
mente, habiéndose retirado del foro por este des-
t ó n , lo que le fue útilísimo para la elocuencia, y
agradable ensayo, se andaba paseando por el Pireo,
cita ademas á Ctesibio, quien había dicho que ha-
decaido ya de ánimo, cuando encontrándole E u n o -
biendo adquirido Demóstenes, por medio de Callas
mo de Triusta, que ya era muy anciano, le repren-
Siracusano y algunos otros, las lecciones de retóri- dió , de que teniendo un modo de decir muy seme-
ca de Isócrates y Alcidamante, las encomendó á la jante al de Pericles, se abandonase de aquella m a -
memoria. nera por cobardía y desidia, no sabiendo sostenerse
Llegado á la mayor edad, empezó á litigar con con serenidad á vista de la muchedumbre, ni dando
sus tutores, y á escribir alegatos contra ellos, porque á su cuerpo el aire conveniente para aquella especie
encontraban continuamente tergiversaciones y me- de contiendas, y antes dejando que todo se entor-
dios dilatorios: asi á fuerza de egercitarse, según peciera en el ocio.
Tucidides, sus cuidados terminaron felizmente, aun-
que no sin peligros ni trabajo ;cy sin embargo no pu- En otra ocasion, en que no dió gusto, se dice que
do arrancar á los tutores mas que una parte muy retirándose apesadumbrado y con la cabeza cubier-
pequeña de los bienes paternos. Mas ya que esto no, ta , le fue siguiendo oportunamente el actor Sátiro,
adquiriendo resolución y el conveniente hábito de y entró con él en su casa. Quejósele amargamente
hablar en público, y tomando gusto á las alabanzas Demóstenes de que con ser el que mas trabajaba de
que por estas contiendas se reciben, y al influjo que los oradores, y con haber casi arruinado en este eger-
proporcionan, se decidió á salir i la palestra, y to- cicio su constitución, veia que no daba gusto al pue-
b l o ; y hombres desarreglados, unos marineros Ig-
norantes eran escuchados, y de él no se hacia caso; ees por su nombre, no se presentó nunca, si de an-
a loque le contestó Sátiro: tienes razón, ó D e m ó s - temano no estaba dispuesto y prevenido para hablar.
tenes; pero y o remediaré fácilmente la causa, si quie- Zaheríanle sobre esto muchos otros demagogos; y
res recitar de memoria alguna escena de Eurípides ó Piteas, satirizándole, le dijo: que las pruebas de sus
ootocles. Hizolo asi Demóstenes, y repitiendo Sáti- discursos olian mucho á la lámpara; mas á este le
ro la misma escena, de tal manera la adornó, pro- volvió Demóstenes la burla con acrimonia, dicién-
nunciándola con la acción y postura conveniente del dole: pues á fe que la lámpara no sabe de mí y de
cuerpo, que á Demóstenes le pareció ya enteramen- tí las mismas cosas. Con los demás no lo negaba; sí-
te otra. Viendo entonces cuánta es la gracia y b e - no que reconocía francamente que no siempre decia
lleza que la acción concília á lo que se dice, se con- Jo que habia escrito; pero sin escribir no hablaba
nunca; porque decia que el estudiar para hablar en
venció de que el esmero en la composicion es nada
público acreditaba al hombre de popular; siendo es-
para quien se descuida de la pronunciación y acción
ta preparación un principio de obsequio al pueblo;
conveniente. En consecuencia de esto hizo construir
y que el no pensar cómo sentaria á la muchedumbre
un estudio subterráneo, que aun se conserva; y b a -
lo que se dijese, era de hombres oligárquicos, que
jando á él se egercitaba en formar y variar, tanto la
mas atendian á la fuerza que á la persuasión. Dan
acción como el tono de la v o z ; y muchas veces p a - también por prueba de su cobardía para hablar de
só allí dos y tres meses continuos, no afeitándose repente queDemades, viéndole turbado y aturdi-
mas que un solo lado de la cabeza para no poder sa- do muchas veces, se levantó y tomó la palabra para
lir aunque quisiera , detenido de la vergüenza. defender la misma causa; y él nunca hizo otro tan-
N o solo esto, sino que de las salutaciones, de to con Demades.
las conversaciones y de los negocios que le ocurrían
¿ Pues cómo es, dirá alguno, que Esquines le tie-
fuera, tomaba ocasion y argumento para aquella cla-
ne por admirable .precisamente por su soltura en el
se de egercicio. Asi luego que habian pasado, baja- decir? ¿Cómo es que á Pitón de Bizancio, que se
ba á su estudio y exponía los hechos, y en seguida habia puesto á hablar con arrojo y con un torrente
las defensas que podían tener. Ademas de esto, si de palabras contra los Atenienses, se levantó él solo
habia oido un discurso, procuraba retenerlo; po'nia y le contradijo? ¿Cómo es que habiendo Lamaco
por orden los pensamientos y los períodos, y se en- Mirreneo escrito el elogio de los reyes Alejandro y
tretenía en corregir y variar de mil maneras, asi lo Filipo, en el que decia mil cosas en descrédito de
que otros le hablan d i c h o , como lo que él mismo los Tebanos y Olintios, cuando lo estaba leyendo
había dicho á otros. D e donde nació la opinion de en los juegos olímpicos se levantó también, y e x -
que no era naturalmente facundo, sino que su h a b i - presando con relación de los hechos y con pruebas
lidad y su fuerza se debían al trabajo; de lo cual pa- positivas los muchos bienes que los Tebanos y C a l -
rece que es también una convincente prueba el no ha- cidenses habian hecho á la Grecia, y por la inversa
ber oido nunca nadie á Demóstenes hablar extempo- de cuántos males habian sido causa los aduladores de
ráneamente ; y antes sucedió que estando sentado en los Macedonios, mudó de tal modo los ánimos de
las juntas, y siendo llamado del pueblo muchas v e - los oyentes, que temiendo aquel sofista por el albo-
roto que se había movido, tuvo que huir del con- DEMÓSTENES.
cuencia de Focíon tenia mas nervio: porque en p o -
cmnac r l i ^ ? - T ? Q " 1 U e c r e X ó n o convenirle al- cas palabras encerraba gran sentido; y del mismo
n don dV. a H- C3hdadeS d C P e r I d e S ; P £ r ° SU c o ° r d i - Demóstenes se cuenta que cuantas veces se levantaba
nac on del discurso, su acción y el no hablar de re- Focion para contradecirle, vuelto á sus amigos solia
g a t e s o b r e todo asunto sin preparación, como que decir: ya está ahí el hacha de mis discursos. Esto
estas eran las que le habían engrandecido, las imitó
no se sabe si Demóstenes lo aplicaba á la elocuencia
L á n T ' " T i V ? 0 ' SÍ" d e ' a r P o r e S o d e de aquel hombre ilustre, ó á su conducta y opínion;
rar a Ia gloria de hablar extemporáneamente si lo pe- por estar persuadido de que una sola palabra, una
día un grave caso; ni tampoco poner muchas veces seña de un hombre de probidad, tiene mas fuerza
que muchas y muy prolijas frases.
su talento y habilidad en 4 n o s de la fortuna. Por!
n Z T f 0 r a J i o n e H u e Pronunció, usó sin duda de Para remediar los defectos corporales, empleó
mas osadía y desenfado que en las escritas, si hemos estos medios, según refiere Demetrio Falereo, que
de creer a Eratostenes, á Demetrio Falereo y T l Z dice haber alcanzado á oir á Demóstenes, cuando
conucos, de los cuales Eratostenes dice que muchas ya era anciano, que la torpeza y balbucencia de la
veces en las oraciones se ponia como fuera de sí- y lengua la venció y corrigió llevando guijas en la b o -
raiereo, que pronució poseído de entusiasmo aquel ca, y pronunciando periodos al mismo tiempo; que
juramento en metro, que dice: H
en el campo ejercitaba la voz corriendo y subiendo
Por la tierra, las fuentes, rios, mares. a sitios elevados, hablando y pronunciando al mismo
Ve ios comicos uno le llama Topoperpentra, ó va- tiempo algún trozo de prosa, ó algunos versos con
niioquo ; y o t r o , motejándole de que usaba de antí- aliento cansado; y finalmente que tenia en casa un
tesis , dice: del mismo modo la recobró que la co- grande espejo, y que puesto enfrente, recitaba , vién-
b r o , porque fue muy del gusto de Demóstenes este dose en é l , sus discursos. Refiérese que se le presen-
modo de decir; a no que Antífanes hubiese querido tó un ciudadano pidiéndole su patrocinio, y refirién-
aludir a la oracion sobre la isla de Haloneso, acer- dole que le habían dado de golpes; y Demóstenes le
ca de la que aconsejaba á los Atenienses, no que la replicó: me parece que no hay tal cosa, que no has
cobraran, sino que la recobraran de Fílipo. sufrido nada de lo que dices; y que levantando aquel
En cuanto á Demades todos convienen en que la voz, y diciendo á gritos ¿conque y o nada he su-
entregado a su genio, era invencible, y que hablan- frido, Demóstenes? le contestó entonces; si á fe mía,
do de pronto, confundía todo el cuidado y preven- ahora oigo la voz de un hombre que ha sido agravia-
ciones de Demóstenes; y Aristón de Quío refiere el do y ofendido: ¡ de tanto influjo le parecía, pará
conciliarse crédito, el tono y el gesto del que habla-
juicio de Teofrasto acerca de los oradores: porque
ba ! Su acción era muy agradable á la muchedumbre;
preguntado ¿qué le parecía Demóstenes? respondió-
pero los inteligentes, y entre ellos Demetrio Falereo,
digno de la ciudad; ¿ y qué tal Demades? sobre 1a
la tenían por afeminada y poco decorosa; y Hermi-
ciudad. El mismo filósofo refiere que Polieucto de
po dice que preguntado Aision por los oradores an-
üsrecia, uno de los que por entonces tenían parte
tiguos y los de su tiempo, respondió, que o y é n d o -
en el gobierno de Atenas, le había manifestado que los cualquiera admiraría en aquellos la decencia y en-
Demóstenes era perfectísimo orador; pero que laelo-
o n e s T r h ' b l a b a n 31 Puebl0' sido suficientes á embotar la cólera de Demóstenes, si
en Ir mor v t ^ " " l e i d a s S e A t a j a b a n mucho hubiera tenido esperanza de quedar superior. Mas to-
do Z I C n e r g f a - Ciertamente quede Ips ora- mando para las cosas de gobierno la ocasion mas be-
quien nieon P q U e n 0 S h a n ^ e d a d o ^ *> ^ r á lla que podia ofrecerse, como era la de defender la
quien megue que t¡enen mucho de amargo y de p i - causa de los Griegos contra Filipo , y contendiendo
emolp'nr^f^v.* ° C u r r e n c i a s repentinas solia también en ella dignamente, al punto adquirió fama, y se hi-
S i n 1 6 1 P ° r ( l u e dicie'ndole una vez Dema- zo espectable por sus oraciones y su noble libertad;
hasta el punto de ser admirado en la Grecia, obse-
oues pcl e m O S t e n e S ' e s t 0 e s Ia P u e r c a á M i » e ™
Co UTO r,^ E R - ! ' LE r « P o n d i 6 , hace poco que en quiado por el gran Rey , y tenido en consideración
Coluto fue cogida en mal caso. Aun ladrón, llama- por Filipo sobre todos los demás que hablaban al
' q U C ^ u i s o morderle por sus trabajos y pueblo: reconociendo hasta sus contrarios, que tenían
velaos nocturnas: ya sé, le dijo, que te incomodo que lidiar con un hombre de grande opinion, como
acusándole lo expresaron Esquines é Hiperides.
no n ^ • UZ í n ° c h e ' 7 v o s o t r o s > Atenienses,
no os admiréis de que haya hurtos cuando los ladroneé N o alcanzo por tanto á comprender cómo pudo
son de yerro y l a s p a r e des de barro. Mas acerca de decir Teopompo que era naturalmente inconstante;
estas cosas, aunque tenemos mas que decir, dejémos- y que ni en cuanto á los negocios ni en cuanto á las
lo en tal punto: porque es justo que examinemos ya personas podia permanecer largo tiempo en un mis-
sobre sus hechos y sobre su conducta en el gobierno, mo propósito: porque antes parece que aquel partido
cual tue su caracter y cuáles sus costumbre! y aquel empeño que desde el principio tomó y adop-
bus primeros pasos en los negocios públicos los tó en el gobierno, aquel mismo conservó hasta el fin,
dio durante la guerra de Focea, como lo dice él mis- no solo sin hacer mudanza en él en toda su vida, sí-
m o , y se puede colegir de sus oraciones filípicas: pues no aun exponiendo la vida por no mudar. Pues no fue
aunque algunas son posteriores á los sucesos de esta como Demades, que para escusarse de su mudanza en
guerra, Jas mas antiguas tocaron en ellos. Lo cierto punto á gobierno usó de la espresion de que para sí
es que la oracion relativa á la acusación de Midias mismo bien habia dicho muchas veces cosas contra-
ia ordeno y dispuso cuando tenia treinta y dos años; rias; pero para la república nunca; ó como Melani-
y no gozando todavía ni de poder ni de opinion p o , que estando en oposicion con Calistrato, ganado
en el gobierno; y p o r lo mismo, temeroso del éxito, por este muchas veces con dinero para que mudase,
a 10 que y o entiendo, transigió por dinero en aque- solia decir al pueblo: Calistrato bien es mi enemi-
lla persecución: g o ; pero triunfe la utilidad de la república; ó como
Porque no era de ánimo benigno, Nicodemo de Mesen a, que al principio se puso de
. N ' d e condición blanda y mesurada; parte de Casandro , y trabajando despues en favor
de Demetrio, expresó que no decia cosas contra-
sino ardiente y violento en sus venganzas; pero vien-
rias, puesto que siempre era conveniente ceder á
do que no era empresa ligera y fácil oprimir á un
los que mas pueden. Mas de Demóstenes no pode-
hombre atnncharado c o n riqueza y con amigos, ce-
mos hablar de esta manera; sino que en el partido á
dió a los que por él intercedieron: pues las tres mil
que aplicó su voz ó su acción, como si para el g o -
dracmas por sí mismas no me parece que hubieran
bierno se le hubiera dado una clave fija, en aquel se
• teñdreís aunque no queráis; pero por calumniador,
mantuvo, guardando siempre en los negocios un solo
n o , aunque os empeñeis en ello. N o dejó de ser bien
tono; y el filósofo Panecio dice que según están es-
aristocrático lo que ejecutó con Antifon, que habien-
critas las mas de sus oraciones, para él lo honesto es
do sido absuelto por la-junta pública, le echó mano
á todo preferible por sí mismo: como la de la coro-
y lo llevó ante el consejo del Areopago, y no dándo-
na, la contra Aristócrates, la de las inmunidades y
sele nada de desagradar al pueblo, convenció a aquel
las filípicas; en todas las cuales no inclina á los ciu-
de que había prometido á Filipo incendiar los arse-
dadanos á lo deleitable, ó á lo fácil, ó á lo útil;
nales; y el- Areopago hizo que fuera condenado á
sino que muchas veces persuade que deben ponerse
muerte. Acusó igualmente á la sacerdotisa Teoris,
la seguridad y la salud en segundo lugar despues de
entre otros crímenes, de que enseñaba á los esclavos
lo honesto y de lo honroso: de manera que si en los
los modos de engañar, y habiendo pedido la pena
asuntos que trató, al amor de la gloria y á la noble-
capital, se le impuso.
za de los pensamientos se hubieran unido el valor m i -
litar, y el haberse en todo limpiamente, habría sido Dícese que la oracion contra el General Timoteo,
digno de que en el número de oradores se le coloca- que sirvió á Apolodoro para hacer que aquel fuera con-
ra, no al lado de Mirocles, Polieucto é Hiperides, denado como deudor á la república, fue escrita para
sino mas arriba con Cimon, Tucidides y Pericles. este por Demóstenes, del mismo modo que las ora-
ciones contra Formion yEstéfano; lo que le fue jus-
De los de su riempo Focion , aunque no era del
tamente censurado: porque también Formion conten-
partido que se llevaba los aplausos, y antes parecía
dió contra Apolodoro con una oracion de Demóstenes;
que mace do trizaba, sin embargo por su valor y su
lo que es como si en una tienda de espadero se ven-
justificación no fue reputado inferior á Efialto, á
dieran puñales á los dos contrarios. De las oraciones
Aristides y á Cimon. Mas Demóstenes, no siendo de
sobre negocios públicos las que son contra Androcion,
fiar en las armas como dice Demetrio, ni bastante se-
Timócrates y Aristócrates, las escribió para otros,
guro en punto á recibir, pues aunque no se dejó cau-
no habiéndose acercado todavía al gobierno: porque
tivar con el oro de Filipo, y de Macedonia, con el
se conjetura que seria de veinte y ocho ó veinte y
de Susa y Ecbatana, se dejó domeñar y rendir; si
siete años cuando las compuso. La. oracion contra
pudo celebrar dignamente las virtudes de los hombres
Aristogiton la pronunció él mismo, y también la de
grandes que le precedieron, no le fue dado imitarlas;
las inmunidades por el hijo de Cabrias Ctesipo, como
mas con todo á los oradores de su tiempo, sí sacamos
lo dice él mismo; á lo que algunos añaden que fue
á Focion de esta cuenta, aun en la conducta les
con el objeto de enlazarse en matrimonio con la ma-
hizo ventaja. Parece que fue asimismo el que habló
dre de aquel joven; y sin embargo no se casó con
al pueblo con mas libertad, resistiendo á sus deseos^
ella, sino con una muger de Samos, según dice De^
é increpando sus desaciertos, como de sus mismas
metrio Magnesio en su tratado de los sinónimos. La
oraciones se deduce; y Teopompo refiere que en-
de la falsa legación contra Esquines no se sabe si se
cargándole un dia los Atenienses una acusación, y al-
pronunció; y eso que Idomeneo asegura que Esqui-
borotándose contra él porque no la admitía, se le-
nes fue absuelto por solos treinta votos mas; pero
vaptó y les dijo: por consejero, ó Atenienses, me
parece que esto no es verdad, si hemos de tomar ar-
gumento de las oraciones de uno y otro sobre la c o - unos pocos, los acaloró y levantó contra Filipo: de
rona : porque ninguno de los dos habla clara y abier-
manera que llegaron á juntarse quince mil infantes y
tamente de aquel juicio, como que se hubiese lleva-
dos mil caballos, ademas de la gente de las ciudades;
do hasta sentencia; mas esto otros podran decirlo
y se recogió copiosamente caudal y sueldos para los
mejor. .
estipendiarios. En esta ocasion dice Teofrasto haber
I a idea de Demóstenes en el gobierno era bien pedido los aliados que se fijaran los tributos, y h a -
manifiesta; pues que aun durante ¡a paz nada dejaba ber respondido el demagogo Crobilo que la guerra
por reprender de lo que ejecutaba el Macedonio; si- 00 se mantiene con lo tasado. Puesta en espectacion
no que á cada cosa alborotaba á los Atenienses, i n - la Grecia para lo futuro, y formando liga por nacio-
flamándolos contra él. Por lo mismo era persona de nes y ciudades, los Eubeos, Aqueos, Corintios, M e -
quien se hablaba mucho en la corte de Filipo; y garenses, Leucadios y Corcirenses, le quedó á D e -
cuando lúe á Macedonia de embajador, aunque en móstenes el mayor empeño, que fue el de atraer á
décimo lugar, si bien Filipo escuchó á todos, á su Ja alianza á los Tebanos, habitantes de un pais c o n -
discurso respondió con particular cuidado; mas sin finante con el A t i c a , fuertes con tropas ejercitadas,
embargo en los demás honores y obsequios ya no se y los mas acreditados entonces por las armas entre
portó del mismo modo con Demóstenes, sino que todos los Griegos; y no era fácil atraher á una m u -
agasajó con mayor esmero á Esquines y Filócrates; danza á los Tebanos, ganados por Filipo con bene-
de resulta de lo cual, alabando estos á Filipo de elo- ficios muy recientes durante lá guerra de Focea; ma-
cuente en el decir, de gallardo en su presencia y tam- yormente cuando las rencillas de las ciudades se en-
bién de buen bebedor, no pudo contenerse, é'irrita- crespaban diariamente de una y otra parte con fre-
do les volvió las palabras al cuerpo, diciendo que lo cuentes encuentros á causa de la vecindad.
primero era de un sofista, lo segundo de una muger, Con t o d o , cuando engreído Filipo con las v e n -
lo tercero de una esponja, y que en todo ello nada tajas conseguidas en Anfisa, cayó repentinamente so-
habia que fuera propio del elogio de un Rey. bre Elatea é invadió la Focide, sobrecogidos los A t e -
Luego que todo propendió á la guerra, por no nienses , y no atreviéndose nadie á subir á la tribuna,
poder Filipo tener reposo, y por haber sido los Ate- ni sabiendo qué pensamiento útil podrían proponer
nienses incitados de Demóstenes, lo primero que es- en medio de tanta incertidumbre y silencio, presen-
te hizo fue moverlos á invadir la Eubea, esclavizada tóse solo Dempstenes, aconsejando que se ganara á
por Jos tiranos á Filipo; y pasando efectivamente los Tebanos; y alentando é incitando al pueblo con
á la isla en virtud de decreto que él escribió, arroja- esperanzas, c o m o lo tenia de costumbre, fue con otro
ron á los Macedonios. En segundo lugar dió auxilio enviado de embajador á Tebas. Envió también Filipo
á los Bizantinos y Perintios,á quienes el Macedonio paracontrarestará estos, como dice Marsias, á A m i n -
hacia la guerra, persuadiendo al pueblo que dejando tas y Clearco Macedonios, á Daoco Tesaliano y á
á un lado la enemistad y el acordarse de las ofensas Trasideo de Elea. Qué era lo que convenia, no d e -
de unos y otros durante la guerra social, les enviara jó de entrar en los cálculos de los Tebanos; y antes
tropas; con Jas que se salvaron Pasando despues de cada uno tenia bien á la vista los horrores de la guerra,
embajador, habló á todos los Griegos, y fuera de estando todavía frescas las heridas de la de Focea;
4°° DEMÓSTENES.
pero la elocuencia del orador, encendiendo sns ánimos
como dice Teopompo, y acalorando su ambición, ahora tiene: aunque Duris dice que no era el rio que
hizo sombra a todos los demás objetos: de maneri se llamaba Termodonte , sino que armando los sqlda-
que les quito de delante de los ojos el miedo, su í n - dos una tienda, y cavando con este objeto, encontra-
teres y su gratitud , entusiasmados con el discurso de ron una estatua pequeña de mármol con unas letras en
Demóstenes por solo lo honesto. Pareció tan grande que se significaba ser de Termodonte , que tenia en el
regazo una Amazona herida; acerca de lo qual aña-
y tan admirable el efecto producido por su elocuen-
de se cantaba otro oráculo que decia:
cia,. que hilipo envió inmediatamente heraldos á so-
Aguarda, ó ave negra, la batalla
licitar la paz: la Grecia toda se puso erguida en es-
Que ha de tener de Termodonte nombre;
pectacion de lo que iba á suceder; se ofrecieron á la
Y allí de carne humana tendrás copia.
disposición de Demóstenes, para obrar según man-
dase, no solo los Generales, sino hasta los Beotarcas; Mas el determinar y asegurar qué es lo que h u -
y este íue el que dirigió todas las juntas públicas, no bo en esto es difícil. De Demóstenes se dice que
menos las de los Tebanos que las de los Atenienses, confiado en las armas de los Griegos, y deslumhrado
con las fuerzas y el ardor de tantos soldados que
amado y respetado de unos y otros; no sin razón
provocaban á los enemigos, ni permitió que se aten-
ni sobre su mérito, como observa T e o p o m p o , sino
diera á ¡os oráculos, ni que se diera oidos á los v a -
con sobrada justicia.
ticinios; sino que sospechó que la Pitia filipizaba,
Mas un hado superior en aquella agitación de los
y se recordó á los Tebanos el nombre de Epaminon-
negocios, y en el momento en que al parecer iba á
das, y á los Atenienses el de Pericles, los cuales,
llevar á su colmo la libertad de la Grecia, se opuso teniendo todas estas cosas por pretextos del miedo,
a todo lo hecho, y dió muchas señales de la futura sin hacer cuenta de ellas, se decidían por lo que con-
adversidad. Entre ellas la Pitia reveló diferentes va- venía. Hasta aquí compareció como un hombre emi-
ticinios; y se comenzaba á cantar un oráculo antiguo nente ; pero en la batalla no hizo ninguna acción dis-
de las Sibilas: 5
tinguida y que conformara con sus palabras, sino que
¡ O si la fiera lid del Termodonte abandonando el puesto, dió á huir ignominiosamen-
A manera de águila pudiese te, arrojando las armas sin avergonzarse, como dijo
Mirar de lejos puesto allá en las nubes! Piteas, de la inscripción que con letras de oro te-
Llora el vencido, el vencedor perece. nia grabada en el escudo: á la buena fortuna. Por lo
Dícese que el Termodonte es un riachuelo de Quero- pronio Filipo, haciendo burla con el desmedido g o -
nea, nuestra patria, que entra en el Céfiso; pero n o - zo despues de la victoria, en un banquete que tuvo
sotros ahora no conocemos ningún arroyo que se lla- entregos cadáveres, en medio de los brindis cantó
me de este modo, solo inferimos que el que se el principio del decreto de Demóstenes, llevando el
llama Hemon se decia entonces Termodonte, y e s compás con los pies y las manos,
el que corre junto al templo de Hércules, donde tu-
Demóstenes Peamiense esto escribia;
vieron su campo los Griegos: conjeturando que des-
pero luego que estuvo sereno y consideró la grande-
pues de la batalla, por haberse llenado el rio de san-
za del combate que había tenido que lidiar, se pas-
gre y de cadáveres, mudó este su nombre en el que
mó de la fuerza y poder de la elocuencia de un ora-
TOMO I V . ce
402 DEMÓSTENES.
DEMÓSTENES. ^Q,
dor, que en la parte muy pequeña de un día le obli-
gó á poner en riesgo su imperio y su persona. Llegó el consejo, significando haber tenido un sueño q í e
la fama de su nombre hasta el R e y de los Persas, el le hacia pronosticar á los Atenienses sucesos muy
cual envió órdenes á los Sátrapas para que dieran prósperos; y de allí á poco parecieron los que traían
dinero á Demóstenes, y le obsequiaran sobre todos la noticia de la muerte de Filipo. Sacrificaron pues
los Griegos, como á un hombre que en las revueltas inmediatamente por la buena nueva, y decretaron
de la Grecia podia distraer y contener al R e y de coronas á Pausanias. Presentóse asimismo Demóste-
Macedonia. Estas órdenes las vió mas adelante A l e - nes coronado con un rico manto, sin embargo deque
jandro, habiendo encontrado en Sardis las cartas de n o hacia mas que siete dias. que habia muerto su hija,
Demóstenes y los asientos de los Generales del R e y , c o m o lo dice Esquines para motejarle con este moti-
por los que se descubrían las sumas de dinero que se v o , y censurarle de desnaturalizado: acreditándose
le habian dado. en esto él mismo de poco generoso y de abatido es-
píritu , pues que tenia el llanto y el lamento por se-
Despues de esta derrota de los Griegos, volvién-
ñales de un ánimo benigno y piadoso, y desaprobaba
dose contra Demóstenes los oradores que no eran de
en otros el que llevasen los infortunios con entereza
su partido, le citaron á dar cuentas, y le formaron
y resignación. Por tanto y o , asi como no diré que
causa; pero el pueblo no solo lo dio por libre de t o -
hubiese sido bien hecho tomar coronas y sacrificar por
do , sino que continuó honrándole, y confiándole otra
Ja muerte de un Rey , que despues de haberlos ven-
vez por su zelo ios negocios de gobierno: tanto que ha-
c i d o los trató con tanta mansedumbre y humanidad,
biéndose traido de Queronea los huesos, y dádose-
porque sobre ser repugnante, manifiesta cierta vileza
les sepultura, le encargó que pronunciara el elogio
haberle acatado vivo y haberle hecho ciudadano; y
de los muertos, no llevando con abatimiento ni apo-
después cuando fue muerto por mano de Otro no
cadamente lo sucedido, como lo escribe y celebra
llevar moderadamente la alegría, sino saltar y hacer
Teopompo, sino manifestando en el mismo hecho
extremos de g o z o , insultando á un difunto, como
de honrar y apreciar tanto al consejero, que no
por una hazaña que se debiera á su valor, alabo y
estaba pesaroso de sus dictámenes. Pronunció pues
aplaudo en Demóstenes el que dejando á las muge-
Demóstenes el discurso; pero en los decretos escribió
res las desgracias domésticas, las lágrimas y los l l o -
no su nombre, sino los de varios de sus amigos, no
r o s , hubiese hecho lo que c r e y ó conveniente á la ciu-
esperando buen agüero de su genio y de su fortuna:
dad. Porque en mi concepto es de un ánimo verda-
hasta que otra vez cobró ánimo con la muerte de F i -
deramente social y esforzado, atendiendo siempre'al
l i p o , que falleció no'habiendo sobrevivido largo tiem-
bien común, y subordinando los intereses y sucesos
po á la victoria de Queronea; y esto parece que
particulares á los públicos, el saben guardar en todo
era lo que profetizaba el oráculo en el último de los
la dignidad y el decoro, aun mejor que los que ha-
versos,
cen en los teatros los papéles;de reyes y tiranos : pues
Llora el vencido, el vencedor perece. que estos no lloran y rien como, quieren , -sino, como
Supo Demóstenes con anticipación la muerte de lo pide el paso y conviene al asunto. Fuera de esto
Filipo; y para preparar á los Atenienses á tener c o n - si se tiene por un deberoeimo abandonar y dejar sin
fianza de mejorar de suerte, se presentó alegre en consuelo al que gítñe en el infortunio , sino.mas bien
CC 2
DEMÓSTENES. 40 f
404 DEMÓSTENES.
usar de palabras que fe conforten, y llamar su aten- rocíes, Damon, Calistenes y Caridemo. Con esta
ción á asuntos mas lisonjeros, á manera de lo que ocasion re'firió Demóstenes la fábula de las ovejas que
hacen los facultativos con los que tienen mal de ojos, entregaron los perros á los lobos; atribuyéndose á
á quienes mandan que aparten la vista de los objetos sí mismo y á los otros demagogos ser los perros
resplandecientes y que reverberan la l u z ; y la vuel- que defendían al pueblo; y viniendo á llamar lobo
van á los que tienen color verde y o p a c o , ¿ c ó m o p o - á Alejandro deMacedonia.» V e m o s , añadió, que los
» mercaderes cuando presentan muestra del trigo en
drá procurar mejor el ciudadano su consuelo que ha-
» una escudilla, en aquellos pocos granos venden m u -
ciendo mezcla, cuando la patria está en prosperidad,
» chas fanegas, y vosotros no advertís que. en noso-
de los sucesos públicos y los domésticos, para que
»»tros sois "entregados todos:" siendo Aristóbulo de
con los que son felices y de mayor poder se borren
Casandrea el que refirió estas particularidades. C o n -
los infaustos? Hame movido á decir estas cosas el ver
ferencióse sobre este asunto; y hallándose en gran
que Esquines en su oracion procura quebrantar y afe- perplejidad los Atenienses, tomó Demades de los r e -
minar los ánimos, inclinándolos fuera de propósito clamados cinco talentos, y se ofreció á ir en emba-
á la compasion. jada y pedir al R e y por ellos; bien fuera porque
Las ciudades, inflamadas otra vez por Demóstenes, confiase en su amistad, ó bien porque esperase en-
se sublevaron; y aun los Tebanos acometieron á la contrarle ya como generoso león, harto y satisfecho
guarnición con muerte de muchos, siendo Demóste- de matanza. Persuadióle en efecto Demades recaban-
nes quien les proporcionó las armas; y los Atenien- d o el perdón de aquellos, y reconcilió con él á la
ses se preparaban para hacer la guerra con ellos. Ocu- ciudad.
p ó con este objeto la tribuna Demóstenes, y escribió
Retirado que se hubo Alejandro, los otros se l e -
á los Generales del Rey en Asia para suscitar allí
vantaron de ánimo, y Demóstenes quedó humillado
guerra á Alejandro, á quien trataba de muchacho y
y abatido. Despues, cuando el Esparciata Agis hizo
de atolondrado. Mas cuando, dejando arregladas las
algunas novedades y mudanzas, dió él también algún
cosas de su reino, invadió en persona con grandes
paso; pero al punto'cayó, por no haber podido m o -
fuerzas la Beocia, se cortó y a toda aquella arrogan- ver á los Atenienses, y también por haber muerto
cia de los Atenienses, y el mismo Demóstenes se que- Agis, y haber sufrido descalabros los Lacedemonios.
d ó parado; con lo que los Tebanos, abandonados c o - Tratóse en este tiempo la causa sobre la corona c o n -
bardemente de ellos, pelearon solos y perdieron su tra Cresifonte, intentada siendo Arconte Querondas,
ciudad. Movióse con esto grande alboroto en A t e - poco antes de la batalla de Queronea; pero que se
nas , y se resolvió enviar á Demóstenes. Nombrado juzgó diez años despues, siéndolo,Aristofonte, y se
pues embajador con otros cerca de Alejandro, como hizo célebre mas que ninguna otra.de las causas p ú -
temiese su enojo, retrocedió desde.el Citeron, d e - blicas , ya por la fama de los oradores, y ya tam-
sertando de la embajada. Eptonces Alejandro recla- bién por la rectitud de los jueces; los cuales no h i -
mó de los Atenienses que fe: enviaran diez de los d e - cieron el sacrificio de su voto contra Demóstenes á
magogos , según ldomeneo y Duris; ú o c h o , según los enemigos de este, que eran los que entonces tenían
los mas acreditados escritores de aquel tiempo, y el mayor poder en la ciudad por ser del partido M a -
fueron Demóstenes, Polieucto ».Efialtes, Licurgo, Mi-
cedonio; sino que le absolvieron con tanta ventafo-
na, sino de argentina, el orador. Por fin vino á infor-
que no tuvo Esquines en su favor ni la quiftta parte
marse todo el pueblo del regalo y queriendo él d e -
de los votos: asi es que al inátante se salió de la c i u -
fenderse y persuadirle, no le dió lugar moviendo
dad , y pasó su vida en Rodas y en la Jonia, tenien-
grande gritería y alboroto; mas sin embargo en m e -
do escuela de elocuencia. ;
dio de aquella bulla se levantó uno y dijo con mucha
De allí á poco vino del Asia á Atenas Harpalo, chulada: ¿ cómo es esto, ó Atenienses, no oiréis al
huyendo de Alejandro , ya porque realmente sus ne- que tiene la copa? 1 Echaron entonces de la ciudad á
gocios se hallaban en mal estado á causa de-su disipa- Harpalo; y temiendo no se les pidiera cuenta de las
ción; y y a también por temer á este, que se liabia- alhajas usurpadas por los oradores, hicieron por la
hecho terrible á sus amigos. Acogiéndose pues al pue- ciudad una rigurosa cala y cata, registrando todas
blo de Atenas, y poniéndose en sus manos con sus las c?sas, á excepción de la de Calicles Arrenide. S o -
naves y sus bienes, al punto los demás oradores, pues- lo á la de este no permitieron que se llegara, por
tos los ojos en la riqueza, estuvieron de su parte, y estar recien casado y hallarse ya dentro la esposa,
persuadían á los Atenienses que le admitieran y sal- como dice Teopompo.
varan a un refugiado; pero Demóstenes al principio
Cediendo Demóstenes al torrente, escribió un d e -
aconsejaba que se hiciera salir á Harpalo, y se guar-.
cretó para que el Consejo del Areopago examinara
daran de precipitar á la ciudad en la guerra por un este negocio, y los que le pareciera que habian d e -
motivo no necesario é injusto; y al cabo de pocos linquido sufrieran la pena. Condenado de los primé-
días, habiéndose hecho el registro de los bienes que ros por el consejo, se presentó en el tribunal; pero
traía, viendole Harpalo prendado de una copa de las siendo la multa que se le impuso de cincuenta talen-
del K e y , y que examinaba su hechura y su forma, tos , <e le llevó á la cárcel; de la que de vergüenza,
Jedijo que la sospesara y vieraelpeso que tenia de oro. por lo feo de la causa, y también por enfermedad
Admiróse Demóstenes de lo doble que era, y p r e - corporal que le hacia imposible sufrir el encierro, se
guntando cuanto valia, sonriéndose Harpalo: para tí, dice haberse fugado sin sentirlo ó advertirlo unos, y
Je di,o, valdrá veinte talentos; y apenas se hizo de ayudando otros á que no se sintiese. Cuéntase que
noche e envió la copa con los veinte talentos. Fue cuando todavía estaba á corta distancia de la ciudad,
J i árpalo muy perspicaz en descubrir en él su ánimo notó, que le seguían algunos ciudadanos del partido
codicioso del oro por su semblante, por la viveza contrario, y quiso ocultarse; mas aquellos llamán-
de sus ojos y por el modo de dirigir sus miradas. dole por su nombre, y llegándose cerca, le rogaron
N o pudo pues Demóstenes resistir á esta tentación, recibiera para el viage las cantidades que le llevaban,
y asi como plaza que admite guarnición, se rindió pues para esto las habian tomado en casa, y este era
a l larpalo; y al dia siguiente arropándose muy bien el motivo de haberle seguido; y al mismo tiempo le
el cuello con lana y con vendas se presentó asi en la exhortaron á tener buen ánimo, y á no abatirse por
junta publica. Decíanle que se levantara y hablase,
Jyj. .'i-i. • ^ . • '
y el por senaS daba á entender que tenia cortada la
i En los convites el que tenia la copa, era el que da-
v o z ; pero algunos burlones decían con malignidad
ba el tono para las canciones, y todos esperaban en silen-
que aquella noche había sido acometido no de angi-
cio á que empezase el canto.
DEMÓSTENES. 409
' O m S U C f d , ' d , ° ; C 0 n , ! o cual todavía crecieron mas lós y Demóstenes, hablando en la junta pública el uno
Iamentos^de Demostenes, y prorumpio' en esta expre- por los Macedonios y el otro por los Griegos. Cuén-
sión: i como no lo he de llevar con pesadumbre de- tase haber dicho en esta ocasión Piteas que asi c o -
jando una ciudad, donde los enemigos son tales,- mo cuando vemos que se lleva leche de burra á una
cuales no suelen ser en otros los amigos? Mostró en casa, al instante pensamos que precisamente hay algu-
este destierro un ánimo apocado, Ateniéndose lo na enfermedad , del mismo modo no puede menos de
mas del tiempo en Egina y Trecene; y mirando al estar doliente una ciudad adonde llega una embajada
Atica con lagrimas en los ojos, se refiere haber p r o - de los Atenienses; y que Demóstenes convirtió la com-
ferido voces indecorosas y poco conformes á los ele- paración , diciendo que la leche de burra se da para
Vados sentimientos que habia manifestado en el go- la salud, y también los Atenienses buscan con sus
bierno: pues se dice que al perder de vista la ciudad, embajadas salvar á los enfermos; lo que fue tan del
tendiendo las manos hácia el alcázar, exclamó: reina gusto del pueblo de Atenas, que decretó la vuelta de
y Señora de Atenas, ¿por qué te complaces en tres' Demóstenes. Escribió el decreto Demon Peaniense,
terribles fieras, la lechuza, el dragón y el puebló> y sobrino de Demóstenes, y se le envió una galera á
que a los jóvenes que iban á verle y permanecían Egina. Desembarcó en ef Píreo, y no t^uedó ni A r -
algún tiempo con é l , los retraía de tomar parte en conte, ni sacerdote, ni nadie que no saliese á reci-
el gobierno,. diciéndoles que si al principio se le hu- birle , sino que acudieron todos, y le dieron las ma-
bieran mostrado dos caminos, el uno que conduje«* yores muestras de aprecio-, diciendo Demetrio de
Magnesia que entonces tendió.al cielo las manos, y
¿ a tribuna y á la junta pública, y el otro opuesto
se dió el parabién de aquel dichoso día; por cuanto
a la sepultura sabiendo ya los males que acompasan
su vuelta era mas lisonjera que la de Alcibiades, re-
al gobierno, los temores, las envidias, las calumnias
cibiéndole los ciudadanos por movimiento propio, y
y las rencillas, sin detenerse se hab,ria arrojado á la
no violentados de él. Tenia sin embargo sobre sí la
que mas presto le condujese á la muerte.
pena pecuniaria, por'que no habia facultad para re-
Cuando aun se hallaba en este destierro que h e - mitir una condenación; y lo que hicieron fue eludir
mos dicho, murió Alejandro, y se trató de sublevar la ley: porque siendo costumbre en. el sacrificio de
de nuevo á los Griegos, mostrándose Leostenes, hom- Júpiter Conservador'dar una cantidad a los que c o m -
bre esforzado, y encerrando á Antipatro en tamia ponían y adornaban el altar, le dieron este encargo
ante la que corrió un muro; pero Piteas el orador y á Demóstenes, graduándole por él cincuenta talen-
Cahmedonte de Carabis, huyendo de Atenas, abra- tos, que era el importe de la multa.
zaron el partido de Antipatro, y corriendo las ciuda-
des con Jos amigos y embajadores de este, impedían Mas no gozó por largo tiempo de esta vuelta á
a los Griegos el rebelarse y dejarse seducir de los Ate- la patria; sino que traídas al mas infeliz estado las
nienses. Demóstenes, incorporándose por sí mismo con cosas de la Grecia, en el mes llamado Metagitnion
los embajadores de Atenas, se esforzaba y trabajaba fue la batalla de Cranon; en el de Boedromion se
con ellos para que las ciudades se arrojaran sobremos puso guarnición en Muniquia, y en en el de Pua-
Macedonios, y los echaran de la Grecia; y en A r c a - nepsion murió Demóstenes de esta mánera. Apenas
dia dice Filareo que riñeron y sé denostaron Piteaá se tuvo noticia de que Antipatro y Cratero se acer-
caban á Atenas, Demóstenes y los de su partido se sa-
lieron de la ciudad, y el pueblo los condenóá muer- repuso, desde el trípode Macedónico, lo de antes:
te siendo Demades quien escribió el decreto. Espar- era representado: aguardarás un poco mientras escri-
ciéronse por diferentes partes; y Antipatro envió bo algunas letras á los de casa. Dicho esto, se entró
gente que los prendiese; de la que era caudillo A r - mas adentro; y tomando un cuaderpito como si f u e -
quías llamado cazafugitivos. Era este natural de T u - ra á escribir, se llevó á la boca la caña y la mordió,
n o , y se decia que por algún tiempo habia repre- según lo tenia de costumbre mientras pensaba, y es-
sentado tragedias; añadiéndose que Polo de Egina, cribia: estuvo asi algún tiempo, y cubriéndole des-
muy superior á todos en el arte, habia sido su dis- pues la cabeza, la reclinó. Con este motivo los guar-
cípulo Arquías. Hernispp pone á Arquías en la lista dias que estaban á la puerta se burlaban de él, cre-
de los discípulos del orador Lacrito; y Demetrio yendo que tenia miedo, y le trataban de afeminado
dice que acudió también á la escuela de Auaximenes. y cobarde; pero Arquías, llegándose á él, le instaba
Arquías pues al orador Hiperides, á Aristónico de a que se levantase, y le repetíalas mismas expresiones,
Maratón y á Himerao, hermano de Demetrio Fale- de antes, queriendo hacerle.entender que podía te-
r e o , que en Egina se habian refugiado al templo de nerse por reconciliado con Antipatro^ Conociendo
A y a x , los sacó de allí y Jos envió á Cleonas á dispo- y a entonces Demóstenes que el veneno1 habia penetra-
sición, de Antipatro, y allí se íes quitó la vida; d i - do bien adentro y hacia su efecto, se descubrió, y
ciéndose que ademas ¿ Hiperides le arrancaron la Jijando la vista en Arquías: » y a podrás apresurarte,
lengua. » l e dijo, á representar el papel que hace Creonteen
» l a tragedia, arrojándooste cuerpo insepulto^ y yo ¿ -
En cuanto á Demóstenes, sabedor Arquías de que
»continuó, ó venerable Neptuno, salgo todavía con
se hallaba en la isla de Calauria refugiado en el tem-
» vida de tu templo; pero de Antipatro y los Mace-
plo de Neptuno, se embarcó en un trasporte con al-
»doníos ni siquiera este ha quedado, puro yfsin ser
gunos Tracios de los de la guardia, y llegado allá le
» atropellado;" y al decir estas palabras pidió' que
persuadía á que saliera del asilo, y se fuera con él á
le sostuvieran, convulso ya y sin poder tenerse: tan-
la presencia de Antipatro, de quien no tenia que te-
to que al mover el pie para pasar del ara, cayó en
mer ningún duro tratamiento. H^cia la casualidad que
el suelo, y lanzando un sollozo, espiró, o i
Demóstenes habia tenido entre sueños aquella misma
noche una visión extraña, porque le parecía que es- Aristón dice que tomó el veneno de la caña, c o -
taba compitiendo con Arquías en la representación mo hemos sentado; pero un tal Papip, cuya ^histo-
de una tragedia; y que sin embargo de hacerlo bien, ria copió Hermipo, escribe que al caer junto al ara,
y haber ganado el auditorio, por falta deL aparato y en el cuaderno se encontró escrito este principio de
coro convenientes era vencido. Hablábale Arquías con una carta: Demóstenes á Antipatro; y nada mas, y
la mayor humanidad, y é l , volviéndose á mirarlo que maravillándose todos de una muerte tan súbita,
sentado como estaba: ni antes, .ó Arquías, le dijo, habian referido los Tracios. que estaban á la puerta
me moviste con la representación, ni ahora tampoco que tomando el veneno de un trapo, lo puso en la
me moverás con las promesas; y como irritado A r - mano, lo acercó á la boca y lo tragó, creyendo ellos
quías empezase á hacerle amenazas, ahora hablas, le que era,oro lo que habia tragado; y la sirviente que
le asistía, preguntada por Arquías, respondió que
hacia tiempo llevaba Demóstenes consigo aquel ata-
do como un amuleto ó preservativo. Mas el mismo s o , muchos ingenios tomaron de aqui argumento p a -
üratostenesdice que tenia guardado el veneno en una ra defender á Demóstenes de la nota de soborno, y
capta que servia de guarnición á un brazalete de que compitieron entre sí, escribiendo epigramas. A Dema-
toaba. N o hay necesidad de seguir las demás varia- des, que no gozó largo tiempo de su brillante gloria,
ciones que se hallan en los autores que han escrito la venganza debida á Demóstenes lo llevó á Mace-
de él, que son muchos; y solo se advertirá que D e - donia á ser justamente castigado por aquellos mismos
mocares, deudo de Demóstenes, es de sentir que es- á quienes habia adulado vilmente : pues si ya antes
te no murió de veneno, sino que por amor y provi- les era odioso, entonces le encontraron envuelto en
dencia de los dioses fue arrebatado á la crueldad un reato, del que no habia como librarse. Porque se
de los Macedonios con una muerte repentina y exen- ocuparon cartas suyas por las que instaba á Perdicas
ta de dolores. Murió el dia diez y seis del mes Pua- á que invadiese la Macedonia y salvara á los G r i e -
nepsion, que es el mas lúgubre de los de la fiesta de gos , colgados, decia, de un hilo podrido y viejo,
Geres, en el que las mugeres ayunan en honor de la queriendo significar á Antipatro. Estándole acusando
Diosa sin salir de su templo. Túvole al cabo de p o c o de este crimen Dinarco de Corinto, se irritó Casan-
tiempo el pueblo de Atenas en el honor debido, eri- dro de tal manera, que le mató á un hijo en sus p r o -
giéndole una estatua de bronce, y decretando que pios brazos, y en seguida dió orden de que también
al de mas edad de su familia se le mantuviese á e x - le quitaran la vida ; demostrando con estos grandes
pensas públicas en el Pritaneo , é hizo grabar en el infortunios que las primeras víctimas de la infame
pedestal de la estatua aquella inscripción tan sabida, venta de los traidores son ellos mismos, lo que no
Sí hubiera en t í , Demóstenes, podido habia querido creer, anunciándoselo Demóstenes mu-
El valor competir con el ingenio, chas veces. Aqui tienes, ó Sosio, la vida de Demós-
N o habria el Macedón mandado en Grecia! tenes, tomada de lo que hemos l e í d o , o d e lo que ha
porque los que dicen que el mismo Demóstenes la llegado á nuestros oidos.
compuso en Calauria, cuando iba á tomar el veneno,
deliran completamente.
Poco antes de haber ido y o á Atenas se dice haber
sucedido este caso. Un soldado á quien se hizo proce-
so por su comandante, siendo llamado á juicio , puso
todo el dinero que llevaba en las manos de la estatua
que tenia los dedos juntos unos con otros, y al lado
de la cual estaba plantado un plátano muy alto. Ca-
yeron de-él muchas hojas, ó porque el viento casual-
mente las derribara, ó porque el mismo que puso el
dinero lo ocultara con ellas: ello es que asi estuvo e s -
condido el dinero por largo tiempo. Cuando volvien-
do el soldado lo encontró y corrió la voz de este suce-
mera, hizo ver Cicerón bien pronto que había sido
CICERON. una verdadera profecía: porque llegado á la edad en
que se empieza á aprender, sobresalió ya por su i n -
Dícese de la madre de Cicerón Helbia, haber si- genio , y adquirió nombre y fama entre sus iguales:
do de buena familia y de recomendable conducta; tanto que los padres de estos iban á las escuelas d e -
pero en cuanto al padre todo es extremos: porque seosos de conocer de vista á Cicerón, y-hacían c o n -
unos dicen que nació y se crió en un lavadero; y versación de su admirable prontitud y capacidad pa-
otros refieren el origen de su linoge á Tulo A c i o , que ra las letras; y los menos ilustrados reprendían con
reinó gloriosamente sobre los Volscos. El primero enfado á sus hijos, viendo que en los paseos lleva-
de la familia que se llamó Cicerón parece que fue ban por honor á Cicerón en medio. N o obstante te-
persona digna de memoria; y que por esta razón sus ner un talento amante de las artes y las ciencias, cual
descendientes no solo no dejaron este sobrenombre, le deseaba Platón, propio para abrazar toda doctri-
sino que mas bien se mostraron ufanos con é l , sin na, y no reprobar ninguna especie de erudición, se
embargo deque para muchos era objeto de sarcasmos; precipitó con mayor ansia á la poesía; y se ha c o n -
porque los latinos al garbanzo le llaman Cicer, y aquel servado un poemita de cuando era muchacho, titula-
tuvo en la punta de la nariz una berruga aplastada á do: Poncio Glauco, hecho en versos tetrámetros. Ade-
manera de garbanzo, que fue de donde tomó la d e - lantando en tiempo, y dedicándose con mas ardor
nominación, y de este Cicerón, cuya vida escribi- a esta clase de estudios, fue ya tenido no solo por
mos, ha quedado memoria de que proponiéndole .el mejor orador, sino también por el mejor poeta
sus amigos, luego que se presentó á pedir magistra- de los Romanos. Su gloria y fama en la retórica per-
turas, y tomó parte en el gobierno, que se quitara manece hasta h o y , á pesar de las grandes mudanzas
y mudara aquel nombre, les respondió con jactan- que ha sufrido el lenguage; pero la fama poética, h a -
cia, que él se esforzaria á hacer mas ilustre el nom- biendo sobrevenido despues muchos y grandes inge-
bre de Cicerón que los Escauros y Cátulos. Siendo nios , ha quedado del todo olvidada y obscurecida.
cuestor en Sicilia , hizo á los dioses una presentalla
Cuando hubo ya salido de las ocupaciones p u e -
de plata, en la que inscribió sus dos primeros nombres
riles , acudió á la escuela de Filón, que era de la secta
Marco y Tulio, y en lugar del tercero dispuso por
de los académicos, aquel á quien entre los discípu-
una especie de juego que el artífice grabara al lado
los de Clitomaco admiraban mas los Romanos por
de las letras un garbanzo. Y esto es lo que hay es-
su elocuencia, y apreciaban mas por sus costumbres
crito acerca del nombre.
Al mismo tiempo írecuentaba la casa deMucío, uno
Dicen que nació Cicerón, habiéndole dado á luz
de los principales del gobierno y del Senado, con
su madre sin trabajo y sin dolores, el dia tres de
quien hacia grandes adelantamientos en la ciencia de
Enero, en el que ahora los magistrados hacen plega-
las leyes; y asimismo se aplicó á la milicia bajo Sita
rias y sacrificios por el emperador. Parece que su nu-
durante la guerra Mársica. Despues viendo que la re-
triz tuvo una visión, en la que se le anunció que cria-
pública de sedición en sedición caminaba á precipi-
ba un gran bien para todos los Romanos. Esto, que
tarse en la insoportable dominación de uno solo, con-
comunmente debe ser tenido por delirio y por qui-
sagro de nuevo su vida al estudio y á la meditación,

/
conferenciando con los Griegos eruditos y cultivan-
la doctrina Estoica. Mas Cicerón se mantuvo sierL
do las ciencias: hasta que habiendo vencido Si la, pa- pre en aquellos principios, y á ellos dió su atención-
reció que la república tomaba alguna consistencia. teniendo meditado, si le era preciso dejar del todó
En este tiempo Crisógono, liberto de Sila, habiendo los .negocios públicos, convertir á estos estudios su
denunciado los bienes de uno que decia haber perdi- vida desde el foro y la curia, para pasarla sosega-
do la vida en la proscripción, los compró el mismo damente e r o g a d o á la filosofía. Llególe en estola
en dos mil dracmas. Roscio, hijo y heredero del que noticia de haber muerto Sila; y como su cuerpo for-
se decia proscripto, se mostró ofendido, é hizo ver tificado con el ejercicio hubiese adquirido bastante
que aquellos bienes valían doscientos y cincuenta ta- robustez , y la voz se hubiese formado del todo re-
lentos; de lo que incomodado Sila, movió á Roscio sultando ser llena dulce al oido, y proporcionada
causa de parricidio por medio de Crisógono; y c o - a la constitución de su cuerpo; llamado por una nar-
mo nadie quisisiese defenderle, huyendo todos de ello te y rogado desde Roma por sus amigos, y exlror
por temor de la venganza de Sila, en este abandono tado por otra de Antioco á que se entregase á los
acudió aquel joven á Cicerón. Estimulaban áeste sus negocios públicos, volvió otra vez á cultivar la ora
amigos diciéndole que con dificultad se le presentaría tona como un instrumento que habia de poner en
nunca otra ocasíon mas bella, ni mas propia para ejercicio para adelantar en la carrera política , tra-
ganar fama; movido de lo cual admitió la defensa, bajando discursos, y consultando los oradores mas
y habiendo salido con su intento, fue admirado de acreditados. Con este objeto navegó al Asia y á R o -
todos; pero por temor de Sila hizo viage á la Gre*- das; y de los oradores de Asia o y ó á Tenocles de
cía, esparciendo la voz de que lo hacia para procu- Atramicio , á Dionisio de Magnesia y á Menipo de
rar la salud, pues en realidad era delgado y de p o - Cana ; y en Rodas al orador Apolonio Molon y al
cas carnes, y tenia un estómago débil que no admi- filosofo Posidonio. Dícese que Apolonio no sabien-
do la lengua latina pidió á Cicerón que declamara
tía sino poca y tenue comida, y aun esto muy á
en Griego, y que este tuvo en ello gusto, juzgán-
deshora. La voz era fuerte y de buen temple, pero
dolo mas conducente para la corrección. Despues de
dura y no hecha; y como su modo de decir era v e -
haber asi declamado, todos se quedaron asombrados
hemente y apasionado, subiendo siempre de tono la
v compitieron en las alabanzas; solo Apolonio <e es-
v o z , se temía que peligrase su salud.
tuvo inmoble oyéndole, y despues que hubo con-
Llegado á Atenas, se aplicó á oir á Antíoco A s - cluido, permaneció en su asiento pensativo por lar-
calonita, seducido de la facundia y gracia de sus go rato; y como Cicerón se manifestase resentido-
discursos, sin embargo de que no aprobaba las n o - «an o Cicerón, le dijo, te admiro y te ahbo;
vedades que introducía en los dogmas de la secta: » pero duelome de la suerte de la Grecia, al ver que
porque ya Antíoco s? habia separado de la que se »»los únicos bienes y ornamentos que nos habían
llamaba academia nueva, y habia desertado de la »quedado, la ilustración y |a elocuencia, son tam-
escuela de Comeades, ó cediendo á la evidencia y «bien por ti ahora trasladados á Roma "
á los sentidos; ó prefiriendo, como dicen algunos,
por cierta ambición, y por indisposición con los dis-
cípulos de Clitomaco y de Filón, á todas las demás l l e r ^ f í Í é n d ° S e P U £ S á t 0 m a r P a r t e e n e I g^ierno,
Heno, de lisonjeras esperanzas, un oráculo sin embar-
TOMO i y . ¿ D
418 CICERON, CICERON. 4 I 0

go contenia y moderaba aquel ímpetu; porque ha- do á enviar trigo á Roma; pero despues habiendo
biendo preguntado en Deltos al Dios cómo adqui- experimentado su zelo, su justificación y su genio
tiria grande fama, le había aconsejado la Pitia que apacible, le respetaron sobre todos los magistrados
tomara su propia naturaleza por regulador de su con- que habían conocido. Sucedió en aquella sazón que
ducta, y no la opínion del vulgo. Asi al principio á muchos de los jóvenes mas principales y de las
procedía con gran precaución, y no daba sino pasos primeras familias se les hizo cargo de insubordina-
muy lentos hacia las magistraturas, y aun por esto ción y falta de valor en la guerra; y habiendo sido
mismo no hacian caso de él, y le motejaban con remitidos al tribunal del Pretor de la Sicilia, C i c e -
aquellos apodos vulgares tan comunes en Roma: rón defendió enérgicamente su causa, y los sacó l i -
Griego y ocioso. Mas siendo él amante de gloria por bres. Venia muy engreído con esto á Roma, y d i -
caracter, y continuas las excitaciones de su padre y ce él mismo que le sucedió una cosa graciosa y
sus amigos, se dedicó al fin á la defensa de las cau- muy para reir; porque habiéndose encontrado en la
sas, en la que no por grados llegó á la primacía, si- Campania con un ciudadano de los mas principales
no que desde luego resplandeció con brillante gloria, a quien tenia por amigo, le preguntó, qué se decía
y se aventajó mucho á todos los que con él conten- entre los Romanos de sus hechos, y cómo se pen-
dían en el foro. Dícese que estando en la parte de la saba acerca de ellos; pareciéndole que toda la ciu-
elocucion no menos sujeto á defectos que Demóste- dad había de estar llena de su nombre y de la g l o -
nes, puso mucha atención en observar al cómico Ros- ria de sus hazañas; y aquel le respondió fríamen-
cío y al trágico Esopo. De este se cuenta que re- te: ¿pues donde has estado este tiempo, Cicerón' y
presentando en el teatro á Atreo cuando deliberaba añade que entonces cayó enteramente de ánimo
sobre vengarse de Tiestes, como pasase casualmente viendo que habiéndose perdido en la ciudad como
uno de los sirvientes en el momento en que se halla- en un piélago inmenso la conversación quede él se
ba fuera de sí con la violencia de los afectos, le dio hubiese hecho, nada habia ejecutado que para la
un golpe con el cetro, y le quitó la vida; y no fue gloria hubiese tenido mérito; y habiendo entrado
poca la fuerza que de la representación y la acción consigo en cuentas, rebajó mucho de su ambición,
teatral tomó para persuadir la elocuencia de Cicerón; considerando que el trabajar por la gloria era obra
como que de los oradores que hacian consistir el pri- infinita, y en la que no se hallaba término. Mas sin
mor de esta en vocear mucho, solía decir con chiste, embargo el alegrarse con extremo de que lo alaba-
que por flaqueza montaban en los gritos como los co- sen , y ser muy sensible á la gloria, lo conservó has-
jos en un caballo. Su facilidad y gracia para esta cla- ta el lin, y muchas veces fue un estorbo para sus
se de agudezas y donaires bien parecia propia del mas rectas determinaciones.
foro y sazonada; pero usando de ella con demasia-
da frecuencia, sobre ofender á no pocos, le atrajo la Mas al fin entregado al gobierno con demasiado
nota de maligno. empeño, tenia por cosa muy reparable que los ar-
tesanos, que solo emplean instrumentos y materia-
Nombrósele Cuestor en tiempo de carestía; y ha- les inanimados, no ignoren ni el nombre, ni el país,
biéndole cabido en suerte la Sicilia, al principio se ni el uso de cada uno; y el empleado, que para t o -
hizo molesto á aquellos naturales por verse precisa- dos los negocios públicos tiene que valerse de hom-
BD 2
420 CICERON.
defensa de la causa.de Verres; pero le patrocinó al
bres, proceda con desidia y descuido en cuanto á
tiempo de la tasación; por ,1o que recibió en precio
conocer los ciudadanos. Por tanto no solo se acos-
tumbró á conserva;, sus nombres en- la memoria, si- una esfinge de marfil; y habiéndole echado Cicerón
no que sabia en qué calle habitaba cada uno de los alguna indirecta, como le respondiese que no sabia
principales; qué posesiones tenia; qué amigos eran desatar enigmas, le repuso este con presteza: pues
para él los de mayor influjo, y quiénes eran sus ve- la esfinge tienes en casa.
cinos ; y por cualquiera parte que Cicerón camina- Habiendo sido de este modo condenado Verres,
ra de la Italia podia sin detenerse expresar y señalar tasó Cicerón la multa que habia de sufrir en sete-
las tierras y las casas de campo de sus amigos. Sien- cientas cincuenta mil dracmas; sobre lo que quisie-
do su hacienda no muy cuantiosa, aunque la sufi- ron culparle de que por dinero habia rebajado la es-
ciente y proporcionada á sus gastos, causaba admi- timación; mas ello es que los Sicilianos le quedaron
ración que no recibiese ni salario ni dones por las tan agradecidos, que cuando fue Edil trajeron en su
defensas; lo que aun se hizo mas notable cuando se obsequio muchas cosas de la isla, y se las presenta-
encargó de la acusación de Verres. Habia sido este ron; pero de ninguna se aprovechó, y solo se valió
Pretor de la Sicilia, donde cometió mil excesos; y del afecto de aquellos isleños para que tuviera el pue-
persiguiéndole los Sicilianos , Cicerón hizo que se le blo los frutos á un precio mas cómodo. Poseía una
condenara, no con hablar, sino en cierta manera por tierra bastante extensa en Arpiño, y junto á Ñ a p ó -
no haber hablado: porque estando los Pretores de les ; y junto á Pompeya tenia otros dos campos no
parte de Yerres, y prolongando la causa con estu- muy grandes; la dote de su muger Terencia era de
diadas dilaciones hasta el último dia, como estuvie- ciento veinte mil dracmas; y tuvo una herencia que
se bien claro que esto no podia bastar para los dis- le produjo unas noventa mil. Pues atenido á solos es-
cursos, y el juicio no llegaría á su término, levan- tos bienes, lo pasó liberal y sobriamente con los li-
tándose 'Cicerón, e x p r e s ó l e no habia necesidad de teratos Griegos y Romanos que tenia siempre c o n -
que se hablase; y presentando los testigos, y exa-
sigo ; y muy rara vez se ponia á la mesa antes de
minándolos , concluyó con decir que los jueces pre-
haber caido el sol; no tanto por sus ocupaciones,
nunciaran sentencia. Con todo, en el discurso de es-
como por la enfermedad de estómago que padecía.
ta causa se cuentan muchos y muy graciosos chistes
Por lo tocante al cuidado de su cuerpo en todo lo
suyos. Porque los Romanos llaman Verres al puer-
demás era nimiamente delicado y puntual; tanto que
co no castrado; y habiendo querido un liberto 11a-
mpdo Cecilio, sospechoso de judaizar, excluir á los en las fricciones y los paseos no excedía del núme-
Sicilianos, v ser él quien acusara á Verres, le dijo ro prefijado. Atendiendo de este modo á conservar
Cicerón: ¿ qué tiene que ver el judío con el puerco? y^ recrear su constitución, se mantuvo sano y en
Tenia Verres un hijo ya m o d t e , de quien se decia disposición de poder llevar tantas fatigas y trabajos.
que no hacia el mas liberal uso de su belleza; y mo- En cuanto á casa, la paterna la cedió á su herma-
tejando Verres á Cicerón de afeminado: á los hijos, n o ; y él habitaba junto al palacio, para qi<e no sin-
le reposo, no se les reprende sino de puertas aden- tieran los que le visitaban la mortificación que ha-
tro. El orador Hortensio no se atrevió á tomar la brían de sentir si fueran de mas lejos; y le visitaban
diariamente tantos á lo menos como á Craso por su
cicerón. 423
42 2 CICERON,
riqueza y á Pompeyo por su gran poder en los á Pompeyo, de quien era amigo. Pedia término, y
ejércitos, que eran los dos personages mas admira- Cíce-on no le concedió mas que el dia siguiente; lo
dos y de mayor autoridad entre los Romanos; y que llevó á mal el pueblo, porque acostumbraban los
aun Pompeyo mismo cultivaba la amistad de Cice- Pretores á conceder diez dias cuando menos á los
rón ; cuyo consejo y auxilio en los asuntos de g o - que sufrían un juicio. Citábanle pues para ante el
bierno le sirvieron mucho para el acrecentamiento pueblo los Tribunos de la plebe, haciéndole recon-
de su poder y su gloria. venciones y acusándole; pero habiendo pedido que
Pidieron al mismo tiempo qne él la pretura m u - se le oyese, dijo: que habiendo tratado siempre á los
chos y muy distinguidos ciudadanos, entre los que reos con toda la equidad y humanidad que las leyes
fue sin embargo elegido el primero de todos; y los permitían, le había parecido muy duro no tratar del
juicios parece que los despachó íntegra y rectamen- mismo modo á Manilio; y no quedándole ya mas
te. Refiérese que juzgado por él en causa de malver- que un'solo dia de Pretor, aquel era el que de i n -
sación Licinio Macro, varón por sí mismo de gran tento le habia dado por término: porque remitir el
poder en la ciudad, y sostenido ademas por la p r o - juicio á otro magistrado entendía que no era de quien
tección de Craso, confiando demasiado en el favor deseaba favorecer. Produjeron estas palabras una gran
de este y en los pasos que se habían dado, se mar- mudanza en el pueblo: asi es que celebrándole con
chó á casa cuando todavía los jueces estaban dando los mayores elogios, le rogaron que se encargara de
los votos, é hizo que inmediatamente le cortaran el la defensa de Manilio. Prestóse á ello de buena v o -
cabello; se vistió de blanco como si ya hubiera ven- luntad en consideración también á Pompeyo ausen-
cido en el juicio, y se dirigia otra vez al tribunal; te; y habiendo tomado el negocio desde su princi-
y que habiéndole encontrado Craso en el atrio, y p i o , habló con energía contra los fautores de la o l i -
anunciádole que había sido condenado por todos los garquía , y enemigos por envidia de P o m p e y o . -
votos, se volvió adentro, se puso en c a m a y m u - A pesar de esto para el consulado fue general-
rió : suceso que concHió á Cicerón la opinion de que mente protegido de todos, no menos de la facción
regia con zelo el tribunal. Sucedió que Vatinio, hom- del Senado que de la muchedumbre; poniéndose de
bre áspero , acostumbrado á no tratar con el mayor su parte unos y otros con este motivo. Verificada
respeto á los magistrados en sus discursos, y que te- la mudanza que Sila introdujo en el gobierno, aun-
nia el cuello plagado de lamparones, pedia una c o - que al principio se tuvo por repugnante, entonces
sa á Cicerón, y como no la concediese, sino que se ya parecia haber tomado cierta estabilidad, con la
paraseá pensar por algún tiempo, le dijo aquel, que que el pueblo comenzaba á hallarse bien por el h á -
si él fuera Pretor no tardarla tanto en decidir; á lo bito y la costumbre; pero no faltaban genios turbu-
que Cicerón contestó con viveza: es que y o no ten- lentos que trataban de mover y trastornar el estado
g o tanto cuello. Cuando no le quedaban mas que dos presente, no con la mira de mejorarle, sino con la
ó tres días de magistratura, le presentó uno á M a - de saciar sus pasiones; valiéndose de la ocasion de
nilio, á quien hacia cargo de malversación; y es de estar todavía Pompeyo ocupado en la guerra c o n -
advertir que este Manilio gozaba del aprecio y f a - tra los reyes del Ponto y la Armenia , y de no exis-
vor del pueblo, por creerse que en él se hacia tiro tir en Roma fuerzas de alguna consideración* T e -
nian estos por corifeo á Lucio C a t i l h » , hombre osa-
los candidatos solo Cicerón era hijo de padre que
d o , resuelto y de sagaz y astuto ingenio; el cual
pertenecía al orden ecuestre, y no al senatorio.
demás de otros muchos y muy graves crímenes, era
inculpado entonces de vivir incestuosamente con su Aunque todavía eran entonces ignorados de la
hija; de haber dado muerte á un hermano, y de que muchedumbre los intentos de Catilina, no faltaron
por temor de que sobre este hecho atroz se le f o r - sin embargo grandes altercados y contiendas desde
mara causa habia alcanzado de Sila que lo inclu- el principio del consulado de Cicerón. De una par-
yera en las listas de los proscriptos á muerte, como te ¡os que por las leyes de Sila no podian ejercer
si todavía viviese. Temando piies á este por caudi- autoridad, que no eran pocos ni carecían de influjo,
llo toda la gente perdida, se dieron mutuamente mu- oí pedir las magistraturas hablaban al pueblo, acu-
chas seguridades, siendo una de ellas la de haber sa- sando la tiranía de Sila, en gran parte cbn verdad y
crificado un hombre, y haber comido de sus carnes, justicia; y querían hacer en el gobierno mudanzas,
¿edujo ademas Catilina á una gran parte de la ju- que.ni eran convenientes, ni la sazón oportuna. De
ventud, proporcionando á cada uno placeres, comi- otra los tribunos de la plebe proponian leyes aná-
lonas y trato con mugerzuelas, y suministrando el logas y por el mismo término para crear decemvi-
caudal para todos estos desórdenes. Estaba fuera de ros con plena autoridad, haciéndolos arbitros en to-
esto dispuesta á sublevarse toda la Toscana, y la da la Italia, toda la Siria, y cuanto recientemente
mayor parte de la Galia llamada Cisalpina. La mis- habia sido adquirido por Pompeyo , para vender los
ma Roma estaba muy próxima á alterarse por la des- terrenos públicos, juzgar libremente y sin sujeción,
agualdad de las fortunas; habiendo los mas nobles y restituir los desterrados, fundar colonias, tomar cau-
principales desperdiciado las suyas en teatros, ban- dales del tesoro público, y reclutar y mantener
quetes, competencias demando y obras suntuosas, tropas en el número que necesitasen; "por lo cual
y habiendo venido á parar la riqueza en la gente algunos de los principales ciudadanos se adherían á
mas baja y ruin de la ciudad: de manera que se ne-
la l e y , y el primero entre ellos el colega de C i c e -
cesitaba de muy poco esfuerzo, y le era muy fácil
rón Antonio, por esperar que habia de'ser uno de
3 cualquiera atrevido hacer caer un gobierno, que
los diez. Parecia ademas que sabedor de las nove-
de suyo era débil y caedizo.
dades meditadas por Catilina, 110 le desagradaban
por sus muchas deudas, que era lo que principal-
Mas para partir Catilina de un principio seguro
mente hacia temer á los amantes del bien; y esto
pedia el consulado; y se lisonjeaba de que saldría
fue lo primero que acudió á remediar Cicerón/ P o r -
Cónsul con Cayo Antonio, hombre que por sí no
que á aquel le decretaron en la distribución de las
era propio para estar al frente de nada, ni bueno ni
provincias la Macedonia; y habiendo adjudicado á
malo; pero que daría peso al poder ageno. Previén-
Cicerón la Galia, la renunció; y con este favor s a -
dolo asi la mayor parte de los honestos y buenos
no á Antonio, para que como actor asalariado, hi-
ciudadanos, movieron á Cicerón á que se presenta-
ciera el segundo papel en la salvación de la patria.
ra competidor; y siendo muy bien recibido del pue-
Cuando ya este quedó asi sujeto y dócil, cobrando
b l o , quedó desairado Catilina, y fueron elegidos
Cicerón mayores brios, se opuso de frente á los n o -
Cicero^.y C a y o Antonio: no obstante que de todos
vadores; é impugnando, y en cierta manera acusan-
4*6 ciceron. ciceron. 427
do en el Senado la l e y , de tal modo aterró á los pitieron con los caballeros en darle muestras de h o -
que querían hacerla pasar, que no se atrevieron á nor y de aprecio.
contradecirle. Hicieron nueva tentativa y como y e n - La sedición de Catilina, que al principio había
do prevenidos, citasen á los Cónsules ante el pue- sido contenida y acobardada, cobró de nuevo áni-
blo , no por eso se acobardó Cicerón, sino que o r - mo , reuniéndose los conjurados, y exhortándose á
denó que le siguiese el Senado; y presentándo- 'tomar con viveza la empresa antes que llegara Pom-
se en la junta pública, ademas de conseguir que p e y o , de quien ya se decia que volvía con el ejérci-
se desechara la l e y , hizo que los Tribunos desistie- to. Inflamaban principalmente á Catilina los solda-
ran de otros planes. ¡ D e tal modo los confundió con dos viejos del tiempo de Sila, que andaban fugiti-
su discurso! vos por toda la Italia; y esparcidos el mayor nú-
Porque Cicerón fue el que hizo ver á ios Romanos mero de ellos, y los mas belicosos por las ciudades
cuánto es el placer que la elocuencia concilia á lo de Toscana, no soñaban en otra cosa que en volver
que es honesto; que lo justo es invencible, si se sa- á los robos y saqueos. Estos pues, teniendo por cau-
be decir; y que el que gobierna con zelo, en las dillo á Manlio, que había sido uno de los que con
obras debe siempre preferir lo honesto á lo agrada- mas gloria habian militado bajo las órdenes de Sila,
ble , y en las palabras quitar de lo útil y provecho- se unieron á la conjuración de Catilina, y se pre-
so lo que pueda ofender. Otra prueba de su gracia sentaron en Roma á ayudarle en los comicios c o n -
y poder en el decir es lo que sucedió siendo Cónsul sulares. Porque pedia otra vez el consulado, tenien-
con motivo de la ley de espectáculos; porque antes do resuelto dar muerte á Cicerón en medio del tu-
los del orden ecuestre estaban en los teatros confun- multo de los comicios. Parecia que hasta los Dioses
didos con la muchedumbre, sentándose con esta d o n - prenunciaban lo que iba á suceder con terremotos,
de cada uno podia; y el primero que por honor se- con truenos y fantasmas. Las denuncias de los h o m -
paró á los caballeros de los demás ciudadanos fue el bres bien eran ciertas; pero todavía no podían dar-
Pretor Marco Otón , asignándoles lugar determina- se á luz contra un hombre tan ilustre y poderoso
d o y distinguido, que es el que todavía conservan. como Catilina. Por tanto dilatando Cicerón el dia
Túvolo el pueblo á desprecio, y al presentarse Otón de los comicios, llamó á Catilina al Senado, y le
en el teatro empezó por insulto á silbarle, y los c a - preguntó acerca de las voces que corrían. Este, que
balleros le recibieron con grande r-plauso y palma- juzgaba ser muchos en el Senado los que estaban por
das. Continuó el pueblo en los silbidos, y estos otra las novedades, poniéndose á mirar á los conjurados,
vez en los aplausos; de lo cual se siguió volverse dió tranquilamenteá Cicerón esta respuesta: ¿se p o -
unos contra otros, diciéndose injurias y denuestos, drá tener por cosa muy extraña, habiendo dos cuer-
siendo suma la confusion y alboroto que se movió pos , de los cuales el uno está flaco y moribundo,
en el teatro. Compareció Cicerón luego que lo supo; pero tiene cabeza, y el otro es fuerte y robusto,
y como habiendo llamado al pueblo al templo de mas carece de ella, el que y o le ponga cabeza á este?
Belona, le hubiese increpado el hecho, y exhortá- Queria designar con estas expresiones enigmáticas al
dole á la obediencia, cuando otra vez se restituye- Senado y al pueblo; por lo que entró Cicerón en
ron al teatro aplaudieron mucho á O t ó n , y c o m - mayores rezelos; y vistiéndose una coraza, todos
4-28 _ _ CICERON,
los principales de la ciudad y muchos de los Jóve- peraba grandes novedades de Roma, tomó el Sena-
nes lo acompañaron desde su casa al campo Marcio. do la determinación de encomendar la república al
Llevaba de intento descubierta un poco la coraza, cuidado de los Cónsules, para que vieran y excogi-
habiendo desatado la túnica por los hombros, á fin taran los medios de salvarla: determinación que no
de dar á entender á los que le viesen el peligro. I n - tomaba el Senado muchas veces; sino solo cuando
dignados con esto se le pusieron alrededor, y por amenazaba algún grave mal.
fin hecha la votación, excluyeron por segunda vez: C o n f e r i d a C i c e r ó n esta autoridad, los negocios
á Catilina, y designaron Cónsules á Silano y M u - de afuera los confió á Quinto Metelo, tomando él á
rena. su cargo el cuidado de la ciudad; para lo que an-
De alli á p o c o , dispuestos ya á reunirse con Ca- daba siempre guardado de tanta gente armada, que
tilina los de la Toscana, y no estando lejos el dia cuando bajaba á la plaza ocupaban la mayor parte
señalado para dar el golpe, vinieron á casa de C i - de ella los que le iban acompañando. Catilina, no pu-
cerón á la media noche los primeros y mas autori- diendo sufrir tanta dilación, determinó pasar al ejér-
zados entre los ciudadanos, Marco Craso, Marco cito que tenia reunido Manlio; dejando orden á
Marcelo y Escipion Metelo. Llamaron á la puerta, Marcio y á Cetego de que por la mañana tempra-
y haciendo venir al portero, le mandaron que des- no se fueran armados con espadas á casa de Cicerón
pertara á Cicerón, y le enterara de su venida, la como para saludarle, y arrojándose sobre él, le qui-
cual tuvo este motivo. Estando Craso cenando, le taran la vida. Dió aviso á Cicerón de este intento
entregó su portero unas cartas traídas para un h o m - Fulvia, una de las mas ilustres matronas, yendo á
bre desconocido , y dirigidas á varios; y entre ellas su casa por la noche, y previniéndole que se guar-
al mismo Craso una anónima. Leyó esta sola, y co- dara de Cetego. Presentáronse aquellos al amanecer,
mo viese que lo que anunciaba era que habian de y no habiéndoles dejado entrar, se enfadaron y em-
hacerse muchas muertes por Catilina, exhortándole pezaron á gritar delante de la puerta; con lo que se
á que saliera de la ciudad, ya no abrió las otras, si- hicieron mas sospechosos. Cicerón salió entonces de
no que al punto se fue en busca de Cicerón, asusta- casa, y convocó el Senado para el templo de Júpi-
do de anuncio tan terrible, y también para discul- ter Ordenador, al que los Romanos llaman jErtator,
parse á causa de la amistad que tenia con Catilina. construido al principio de la vía sacra, como se va
Habiendo meditado Cicerón sobre lo que deberia ha- al palacio. Pareció alli Catilina entre los demás c o -
cerse, al amanecer congregó el Senado, y llevando mo para vindicarse ; pero ninguno de los Senadores
consigo todas las cartas, las entregó á las personas quiso tomar asiento con él, sino que se mudaron de
que designaban los sobrescritos, mandando que las aquel escaño; y habiendo empezado á hablar, le in-
leyeran en voz alta. Todas se reducian á anuuciar el terrumpieron : hasta que levantándose Cicerón le man- .
peligro y las asechanzas de una. misma manera; y dó salir de la ciudad, porque no usando el Cónsul
con aviso que dió Quinto Arrio, que habia sido Pre- mas que de palabras, y empleando él las armas, de-
tor, de que en la Toscana se habia reclutado gente; bían tener las murallas de por medio. Salió pues Ca-
y noticia que se tuvo de que Manlio andaba inquie- tilina inmediatamante con trescientos hombres arma-
to por aquellas ciudades, dando á entender que es- dos, haciéndose preceder de las fasces y las hachas,
430 CICERON, CICERON. 431
y llevando insignias enhiestas, como si ejerciera man- tanto que debía apercibirse á recibirla , y no malo-
do supremo, y se fue en busca de Manlio. Llegó á grar la ocasion con dilaciones, como Catilina.
juntar unos veinte mil hombres, y recorria las ciuda- No era por, tanto cosa de poca monta, ó que no
des , seduciéndolas y excitándolas á la rebelión; por hubiera de hacer ruido lo que meditaba Lentulo;
lo que siendo ya cierta é indispensable la guerra, se pues que su resolución era acabar con todo el Sena-
dió orden á Antonio de que marchara á reducirle. d o ; y de los demás ciudadanos con cuantos pudie-
A los que habían quedado en la ciudad de los ra , poniendo despues fuego á la ciudad, sin reser-
fascinados por Catilina los reunió y alentó Corne- var ninguna otra persona que los hijos de Pompeyo;
lio Lentulo, llamado por apodo Sura, hombre prin- de los que se apoderarían, teniéndolos y guardán-
cipal en linage , pero disoluto y desarreglado, y ex- dolos bajo sus órdenes, como rehenes para transigir
pelido antes del Senado por su mala conducta; y con Pompeyo; porque y a se hablaba mucho y con
entonces era otra vez Pretor, como se acostumbra bastante fundamento de que volvía del ejército gran-
hacer con los que quieren recobrar la dignidad se- de. Habíase señalado para la ejecución una de las
natoria. Dícese que el apodo de Sura se le impuso noches de los Saturnales; y acopiando espadas, es-
con este motivo: en el tiempo de Sila era Cuestor, topa y azufre, lo habían llevado todo á casa de C e -
y perdió y disipó crecidas sumas de los fondos pú- tego, y allí lo tenían reservado. Estaban ademas
blicos; y como irritado Sila le pidiese cuentas en el prontos cien hombres, y partiendo en otros tantos
Senado, presentándose con altanería y desvergüen- distritos á Roma, á cada uno le habían asignado por
za, dijo: que no estaba para dar cuentas, que lo que suerte el suyo, para que siendo muchos á dar fuego,
haría seria presentar la pierna, como lo ejecutan los en breve tiempo ardiera por todas partes la ciudad.
muchachos cuando hacen faltas jugando á la pelota. Estaban otros encargados de tapar y obstruir las ca-
De aqui le vino el llamarse Sura, porque los Roma- ñerías, y de dar muerte á los aguadores. Mientras
nos le dicen Sura á la pierna. Seguíasele otra vez se formaban estos proyectos se hallaban en Roma
una causa; y habiendo sobornado á algunos de Jos dos embajadores de los Alobroges, gente entonces
jueces, como saliese absuelto por solos dos votos muy castigada, y que sufría muy mal el yugo. Pen-
mas, dijo que habia sido perdido lo que habia gas- sando pues Cetego que estos podrían serle muy úti-
tado en uno de los jueces, porque á él le habría bas- les para alborotar y sublevar la Galia, los hicieron
tado ser absuelto por uno mas. Siendo él tal por su de la conjuración , dándoles cartas para aquel Sena-
caracter, despues de seducido por Catilina, acabaron do y cartas para Catilina: las del Senado ofrecien-
de trastornarle con vanas esperanzas agoreros y e m - do á aquel pueblo la libertad, y las de Catilina e x -
belecadores mentirosos, cantándole versos y orácu- hortándole á que diera libertad á los esclavos, y vi-
los forjados, como si fueran de las Sibilas; en los niera sobre Roma. Enviaron con ellos á Catilina un
que se decía estar dispuesto por los hados que hu- tal Tito de Crotona para que llevara las cartas. Unos
biera en Roma tres Cornelios Monarcas: habiéndo- hombres como estos, inconsiderados, y que todas sus
se ya cumplido en dos el oráculo, en Ciña y en determinaciones las tomaban cargados de vino, y á
Sila; y que ahora al tercer Cornelio que restaba presencia de mugerzuelas, las habían con Cicerón,
venia su buen Genio, trayéndole la monarquía: por hombre sobrio, de gran juicio, y que por la ciudad
432 CICERON,
tenia muchos espías para observar lo que pasaba, y riade aquellos hombres: porque la pena última c o r -
venir á referírselo. Fuera de esto, como hablase r e - respondiente á tan graves crímenes se le resístia y
servadamente con muchos de los que parecía tener no se determinaba á imponerla por la bondad de
parte en la conjuración,'y se fiase de ellos, tuvo c o - su carácter; y también porque no pareciese que se
nocimiento de las proposiciones hechas á aquellos dejaba arrebatar demasiado de su poder, y usaba de
extrangeros; y estando en acecho una noche, pren- sumo rigor con unos hombres de las primeras fami-
dió al Crotoniata, y ocupó las cartas, auxiliándole lias, y que tenían en la ciudad amigos poderosos.
encubiertamente los Alobroges. Mas por otra parte si los trataba con blandura, te-
A la mañana siguiente congregó el Senado en el mía el peligro que de ellos le amenazaba: pues'que
úo se darían por contentos si se les imponía alguna
templo de la Concordia, donde se leyeron las c a r -
pena, aunque no fuera la de muerte; sino que se ar-
tas y se examinó á los denunciadores ; á lo que aña-
rojarían á t o d o , reforzada su perversidad antigua
dió Junio Silano que habia quien o y ó de boca de
con el nuevo encono; y ademas él mismo se acredi-
Cetego que habían de morir tres Cónsules y cuatro'
taba de cobarde y flojo, cuando ya no tenia opinion
Pretores; refiriendo esto mismo y otras particulari-
de muy resuelto.
dades Pisón, varón consular. Envióse asimismo á
la casa de Cetego á Cayo Sulpicio, uno de los P r e - Mientras Cicerón se hallaba combatido con estas
tores , y encontró en ella muchos dardos y armas de dudas, las mugeres en el sacrificio que hacian obser-
toda especie, y muchas espadas y sables, todos r e - varon un portento: porque el ara, cuando parecía
cien afilados. Finalmente habiendo decretado el Senado1 que ei fuego estaba ya apagado, de la ceniza y de
la impunidad al Crotoniata si declaraba, denuncia- algunas cortezas quemadas levantó mucha y muy
do y convencido Lentulo, renunció la magistratura, clara llama; de lo que las demás se mostraron asus-
porque se hallaba de Pretor; y despojándose en el tadas ; pero las sagradas Vírgenes dijeron á Teren-
Senado mismo de la toga pretexta, tomó el vestido cia, muger de Cicerón, qne fuera cuanto antes en
conveniente á su situación. Asi este como los que es- busca de su marido, y le exhortara á poner por obra
taban con él fueron entregados á los Pretores para; lo que tenia meditado en bien de la patria: habien-
do dado la Diosa aquella gran luz en salud y g l o -
que sin prisiones los tuvieran en custodia. Erala h o -
ria del mismo. Terencia, que por otra parte no era
ra de ponerse el sol; y estando en expectación un
encogida ni cobarde por caracter, sino muger a m -
numeroso pueblo , salió Cicerón , y dando cuenta á
biciosa , y que como dice el mismo Cicerón, mas
los ciudadanos de lo ocurrido, acompañado de gran
bien tomaba parte en los cuidados políticos del ma-
gentío, se entró en la casa de un vecino y amigo;
rido, que la daba á este en los negocios domésticos,
porque la suya la ocupaban las mugeres, celebran- marchó al punto á darle parte de lo sucedido, y lo
do con orgias y ritos arcanos á la Diosa que los¡ acaloró contra los conspiradores; ejecutando lo mis-
Romanos llaman Bona , v los Griegos Muliebre. Sa- mo Quinto su hermano, y de los amigos aue tenia
crifícasele cada año en la casa del Cónsul por su m u - con motivo de su estudio en la filosofía, Pu'blio N i -
ger ó su madre con asistencia de las Vírgenes V e s - gidio, de cuyo consejo se valia principalmente en
tales. Entrando pues Óiceron en la casa acompañado los asuntos políticos de importancia. Tratándose pues
solamente de unos cuantos, se puso á pensar qué ha-: TOMO i v . ES
434 CICERON,
al día siguiente en el Senado del castigo de los c o n - da por César esta sentencia, el primero que la c o n -
jurados, Silano, que fue el primero á quien se pre- tradijo fue Luctacio Catulo; y despues tomando la
guntó su dictamen, dijo: que traídos á la cárcel de- palabra Catón, como acriminase con vehemencia á
berían sufrir la última pena; y todos seguidamente César por las sospechas que contra él habia, excitó,
se adhirieron á é l , hasta Cayo César, el que fue de tal modo la indignación del Senado, que conde-
Dictador despues de estos sucesos. Era todavía joven, ron á los culpados á muerte. En cuanto á la publi-
y estaba dando los primeros pasos para su acrecen- cación de los bienes se opuso César, diciendo no ser
tamiento ; mas en su conducta pública y en sus es- puesto en razón, pues que se habia desechado la par-
te benigna de su dictamen, que quisieran aplicar la
peranzas ya marchaba por aquella senda, por la que
de mayor rigor. Eran no obstante muchos los que
convirtió el gobierno de la república en monarquía.
en esto insistían; por lo que hizo llamar á los T r i -
Ninguna sospecha tenian contra él los demás; y aun-
bunos de La plebe; y como estos no se prestasen
que á Cicerón no le faltaban motivos para ella, no
á sostenerle, cedió Cicerón, y por sí mismo quitó
habia dado asidero para que se le hiciera cargo, d i -
la parte de la publicación de los bienes.
ciendo algunos que estando muy cerca de caer en la
r e d , se habia escapado de ella; pero otros son de Partió pues con el Senado en busca de los dete-
sentir que con conocimiento se desentendió Cicerón nidos, que no estaban en una misma parte todos-
de la denuncia que contra él tenia por miedo de su sino que de los Pretores uno custodiaba á uno, y
poder y el de sus amigos: pues era cosa averiguada Otro á otro. Lentulo fue el primero á quien traje-
que mas bien se llevaría César tras sí á los otros para ron del palacio por la via sacra y por medio de la
salud, que estos á César para castigo. plaza, cercado y custodiado por los primeros c i u -
Llegada pues su vez de votar, levantándose, ex- dadanos, estando el pueblo asombrado de lo queveia
presó que no se debía quitar la vida á los culpados; y presenciándolo en silencio: los jóvenes principal-
mente , como si se les iniciara en los misterios p a -
sino publicar sus bienes, y llevándolos á las ciuda-
trios de la potestad aristocrática, lo estaban miran-
des de Italia que á Cicerón le pareciese, tenerlos en
do con miedo y con terror. Luego que hubieron pa-
prisión hasta que se hubiese acabado con Catilina.
sado de la plaza y llegado á la cárcel, hizo entrega
A este dictamen , benigno en sí, y esforzado por un
Cicerón de Lentulo al carcelero, y le mandó darle
hombre elocuente, le dió mayor valor Cicerón ; por-
muerte; en seguida de este á Cetego, y del mismo
que levantándose, se propuso hacer de los dos uno, modo trayendo á los demás, se les quitó la vida.
tomando parte del primero, y conviniendo en parte Observando que todavía se hallaban reunidos en la
con César; y c o m o todos sus amigos creyesen que plaza muchos de los conjurados, ignorantes de lo
á Cicerón le convenia mas adoptar el dictamen de que pasaba, y esperando la noche para extraer á los
César, porque habría menos motivo de queja c o n - detenidos, que todavía creían vivos y con bastante
tra él no quitando la vida á los reos, prefirieron es- p o d e r , les dirigió la palabra en voz alta dicíéndo-
ta segunda sentencia: tanto que reformó también su les: Vivieron: porque los Romanos para no usar
voto Silano, y le explicó diciendo que por última de una voz que tienen á mal agüero, significan de
pena no habia querido entender la de muerte, pues- este modo el haber muerto. Declinaba ya la tarde,
to que para un Senador Romano lo era la cárcel. D a -
EE 2
43 6 CICERON,
CICERON. 437
y por la plaza subió á su casa, acompañándole los
sulado si quería, bajándose luego. Presentóse pues
ciudadanos, no ya en silencio ni guardando orden,
como para renunciar, y prestándole todos silencio,
sino recibiéndole con voces y señales de aplauso los
h i z o , no el juramento patrio y acostumbrado en ta-
que se hallaban al paso, y dándole los nombres de
les casos, sino otro particular y nuevo: que juraba
salvador y fundador de la patria. Ilumináronse las
haber salvado la patria y afirmado la república; y
calles; y los que estaban en las puertas sacaban f a -
este mismo juramento hizo con él todo el pueblo.
roles y antorchas. Las mugeres desde lo alto se mos-
Irritados mas con esto César y los Tribunos, pen-
traban por respeto y por deseo de ver al Cónsul,
saron cómo suscitar nuevos disgustos á Cicerón; p a -
que subía con el brillante acompañamiento de los
ra lo cual dieron una ley llamando á Pompeyo con
principales ciudadanos; muchos de los cuales habien-
su ejército, á fin de destruir, decian, la domina-
do acabado peligrosas guerras, entrado en triunfo y
clon de Cicerón; pero era para este y para toda la
ganado para la república gran parte de la tierra y
república de grandísima utilidad el que se hallase de
del mar, iban contesando de unos á otros que á mu-
Tribuno de la plebe Catón, para contrarrestar los
chos de sus generales y caudillos era deudor el pue-
intentos de aquellos con igual autoridad y con ma-
blo Romano de riqueza, de despojos y de poder;
y o r reputación; porque fácilmente los desbarató, y
pero de seguridad y salud á solo Cicerón, que lo
en sus discursos al pueblo ensalzó de tal modo el
habia sacado de tan grave peligro: no estando lo ma-
consulado de Cicerón, que se le decretaron los mayo-
ravilloso en haber atajado tan criminales proyectos,
res honores que nunca se habian concedido, y se le
sino en haber apagado la mayor conjuración que ja-
llamó públicamente padre de la patria; siendo él el pri-
mas hubiese habido con tan poca sangre y sin al-
mero á quien parece haberse dispensado este honor,
boroto ni tumulto. Porque la mayor parte de los que
por haberle asi apellidado Catón ante todo el pueblo.
habian ido á reunirse con Catilina apenas supieron
lo ocurrido con Lentulo y C e t e g o , lo abandonaron Grande fue entonces su poder en la ciudad; mas
y huyeron; y combatiendo contra Antonio con los sin embargo se atrajo la envidia de muchos, no por
que le habian quedado, él y el ejército fueron des- ningún hecho malo, sino causando cierto disgusto é
hechos. incomodidad con estar siempre alabándose y ensal-
zándose á sí mismo: porque no se entraba en el Se-
N o obstante esto no dejaba de haber algunos que nado, en la junta pública, en los tribunales, sin oir
se preparaban á molestar á Cicerón de obra y de pa- continuamente hablar de Catilina y de Lentulo. Sus
labra por los pasados sucesos; al frente de los cua- mismos libros y todos sus escritos están llenos de
les estaban los que habian de entrar en las magistra- elogios propios: asi es que aun su misma dicción,
turas ; César que iba á ser P r e t o r , y Metelo y Bes- que era dulcísima y tenia mucha gracia, la hizo odio-
tia, Tribunos de la plebe. Posesionáronse estos en sus sa y pesada á los oyentes, por ir siempre acompa-
cargos cuando todavía Cicerón habia de egercer el ñada de este fastidio como de un resabio inevitable.
consulado por algunos días, y no le dejaron aren- Mas sin embargo de estar sujeto á esta desmedida am-
gar al pueblo; sino que poniendo sillas en la tribu- bición , vivió libre de envidiar á nadie, acreditán-
na, no le dieron lugar ni se lo permitieron, como dose del menos envidioso con tributar elogios á t o -
no fuera solamente para renunciar y abjurar el c o n - dos los hombres grandes que le habian precedido, y
á los de su edad, como se ve por sus escritos; con-í De todo esto era causa su vanidad, y también de
servándosela memoria de muchos: como por ejem-> que acalorado en el decir, se olvidara á veces del de-
pío, decia de Aristóteles que era un rio con rauda- coro. Porque defendió en una ocasion á Numacío;
les de oro; de los diálogos de Piaron, que si Júpi- y como este despues de absuelto persiguiese á un
ter usara de la palabra, hablaria de aquella manera; amigo de Cicerón llamado Sabino , se dejó arreba-
y á Teofrasto solia llamarle sus delicias. Preguntado tar de la cólera hasta el punto de decir: ¿ la abso-
cuál de las oraciones de Demóstenes le parecía la lución de aquella causa, ó Numacio, la conseguiste
mejor, respondió que la mas larga. N o obstante a l - tú por tí, ó porque y o cubrí de sombras la luz a n -
gunos de los que afectan demostenizar, le achacan te los jueces ? Elogiando á Marco Craso en la tribu-
haber dicho en carta á uno de sus amigos que algu- na con grande aplauso del pueblo al cabo de algu-
na vez dormito Demóstenes; y no se acuerdante nos dias le maltrató en el mismo sitio; y como aquel
los continuos y grandes elogios que hace de este hom- dijese: ¿pues no me alabaste poco há? s í , repuso;
bre insigne; y de que á las mas estudiadas y mas ve- pero fue para egercitar la elocuencia en una mala
hementes de sus oraciones, que son las que dijo con- causa. Dijo Craso en una ocasion que en Roma nin-
tra Antonio, las intituló filípicas. De los hombres guno de los Crasos habia alargado su vida mas allá
que en su tiempo tuvieron fama, ó por la elocuen- de los sesenta años; y como despues lo negase con
cia ó por la sabiduría, no hubo ninguno al que no esta expresión: y o no sé en qué pude pensar cuan-
hubiese hecho mas ilustre hablando ó escribiendo con d o tal dije: sabías, le replicó, que los Romanos lo
sinceridad de cada uno. Para Cratipo el Peripatético oian con gusto, y quisiste hacer del popular. Dijo
alcanzó que se le hiciera ciudadano Romano, siendo también Craso que le gustaban los Estoicos por ser
ya Dictador César; y obtuvo para el mismo que el una de sus opiniones que el hombre sabio y bueno
Areopago decretara y le rogara permaneciese en Ate- era rico: y mira no sea, le replicó, porque dicen
nas para formar la juventud, siendo el ornamento que todo es del sabio; aludiendo á la opinion que
de aquella ciudad. Existen cartas de Cicerón á H e - de avaro tenia Craso. Parecíase el uno de los hijos
rodes, y otras á su propio h i j o , encargándoles cul- de este á un tal A x i o , y por esta causa corrían r u -
tivaran la filosofía con Cratipo. Noticioso de que el mores contrarios á la madre de trato con A x i o ; y
orador Gorgias inclinaba á este joven á los placeres como aquel joven hubiese recibido aplausos hablan-
y á las comilonas, le previno que se separara de su do en el Senado, preguntado Cicerón qué le pare-
trato'. Esta carta primera de las Griegas , y la segun- c í a , respondió en Griego: V|<o<r Kpáíjtí, que puede
da á Pelope de Bizancio, parece haber sido las ú n i - ser digno de Craso, ó el Axio de Craso.
cas que se escribieron con enfado: en cuanto á G o r -
gias con razón, culpándole de ser vicioso y disi-
A pesar de esto cuando Graso partió para la Siria,
pado, como parece haberlo s i d o ; pero en cuanto á
queriendo mas tener-á Cicerón por amigo que por
Pelope con pequenez de ánimo y con ambición pue-
enemigo, le habla con afecto, y le manifestó deseo
ril , quejándose de que no hubiera puesto bastante
de cenar un dia con él, en lo que Cicerón significó
diligencia para que los Bizantinos le decretaran cier-
tener mucho placer. De allí á pocos dias le hablaron
tos honores.
algunos amigos acerca derVatinio, insinuándole que
deseaba ponerse bien con él: y entrar en su amistad,
44° CICERON,
porque era enemigo; á lo que les contestó: ¿ pues qué
¿ho á tí mas dificultosa tu madre: porque parecia ha-
quiere también Vatinio venir á cenar á mi casa? Es-
ber sido un poco desenvuelta la madre de Nepote,
ta era la disposición de su ánimo respecto de Craso.
asi como él era inconstante: pues renunciando repen-
Tenia Vatinio lamparones en el cuello, y como ha-
tinamente el tribunado de la plebe, hizo viage por
blase en una causa, le llamó orador hinchado. O y ó
mar en busca de Pompeyo; y despues se volvió de
que habia muerto; y sabiendo después de cierto que
un modo mas extraño todavía. Hizo con magnificen-
vivía: mala muerte le dé Dios, d i j o , al que tan mal
cia el entierro de su preceptor Filagro , y puso sobre
ha mentido. Había decretado César repartir tierras
su sepulcro un cuervo de piedra; sobré lo que le d i -
en la Campania á los soldados, lo que era en el Se-
j o Cicerón que habia andado muy cuerdo; pues mas
nado muy desagradable á muchos ; y Lucio Gelio,
le habia enseñado á volar que á decir. Marco Apio
ya muy anciano, exclamó: que eso no seria vivien-
dijo en el exordio de una causa que su amigo le h a -
d o él; á lo que dijo Cicerón: esperemos pues, p o r -
bía pedido que pusiera en ella cuidado, facundia y
que el término que pide Gelio no puede ir largo.
f e ; á lo que le dijo Cicerón: ¿ y eres un hombre tan
Habia un tal Octavio, de quien se susurraba que era
de corazon de acero que no has de haber hecho nada
de Africa, y hablando Cicerón en causa contra él,
de lo que te ha pedido tu amigo?
como dijese que no le oia: pues á f e , le replicó,
El usar en las causas de estos dichos mordaces y
que tienes agujeradas las orejas Diciéndole Metelo
picantes contra los enemigos y contrarios pasa por
Nepote que mas eran los que habia perdido dando
parte de la oratoria; pero el ofender á cuantos se le
testimonio contra ellos que los que habia salvado
presentaban por parecer chistoso le hizo odioso á
con sus defensas: confieso, le contestó, que en mí
muchos. A Marco Aqnilio, que tenia dos yernos des-
hay mas crédito y fe que elocuencia. Era infama-
terrados , le llamaba Adrasto Siendo censor Lucio
d o cierto joven de haber dado veneno á su padre en
Cota, que era notado de gustar demasiado del vino,:
un pastel, y como se jactase de que habia de llenar
pedia Cicerón el consulado, y habiéndole dado sed
a Cicerón de desvergüenzas: mas quiero eso de tí,
en la plaza, como se le pusiesen alrededor los ami-
respondió, que tus pasteles. Tomóle Publio Sextio
gos mientras bebía: teneis razón en temer, les d i -
con otros por defensor en una causa, y c o m o él se
j o , no sea que el Censor se vuelva contra mí si ve
lo quisiese hablar t o d o , sin dar lugar á nadie, vien-
que bebo agua. Encontrándose con V o c o n í o , que
do que iba á ser absuelto, porque ya se habia e m -
iba acompañando tres hijas muy feas, le aplicó este
pezado á votar: aprovéchate hoy del t i e m p o , le d i -
verso:
j o , ó Sextio, porque mañana y a serás un particular.
Contrario tuvo á Febo este al ser padre.
Habia un Publio Cota qqé queria pasar por juriscon-
Habia contra Marco Gelio la opínion de que no, era
sulto siendo necio y sin talento :• llamóle por testw.
hijo de padres ingenuos, y como en el Senado se e s -
go para una cansa, y c o m o respondiese que nada sa-s
forzase á leer con una voz muy alta y muy clara:
bia: ¿crees acaso, le d i j o , que te se pregunta de l e -
no os admiréis, d i j o , porque es de los que pregonan.
y e s ? En una disputa coh Metelo Nepote le pre-r
Cuando Fausto, hijo de Sila el tirano, que proscribió-
guntó este muchas veces¿"quién es tu padre, C i c e -
á muchos á muerte, oprimido de sus deudas por h a - :
Jon ? y el por fin le d i j o : esta respuesta te la ha he-
ber malgastado su hacienda, publicó la lista de sus
bienes; mas me gusta esta lista, dijo Cicerón, que
las de su padre. parecía que habia declarado en esta forma precisamente
por amor á la verdad, sino por ponerse en buen l u -
Con estas cosas era molesto á muchos; y á este
gar con su muger Terencia; á causa de que miraba
tiempo Clodio y su facción se declararon sus enemigos
esta con aversión á Clodio por Clodia su hermana,
con este motivo. Era Clodio de una de las primeras
familias, en k » años joven, y en el ánimo osado y de la que se decia aspiraba á casarse con Cicerón,
temerario. Teniendo amores con Pompeya, muger dando pasos para ello por medio de un cierto Tulo,
de César, se introdujo ocultamente en su casa disfra- que era de los amigos mas estimados de Cicerón; y.
zándose con el vestido y demás adornos de una can- yendo continuamente á casa de Clodia, y obsequián-
tatriz. Celebraban las mugeres aquella fiesta y sacri- dole esta, como no viviese lejos, dió áTerencia m o -
ficio arcano, nunca visto de los hombres en casa de tivos de sospecha; y siendo esta de genio fuerte y
César, y no podía ser admitido ningún varón; pero dominando á Cicerón, lo precisó á ponerse en o p o -
siendo todavía Clodio m o c i t o , que aun no tenia bar- sición con C l o d i o , y á atestiguar contra él. Declara-
ba , esperó que podría quedar desconocido llegando ron ademas contra Clodio muchos de los primeros y
con las mugeres hasta donde estaba Pompeya ; mas ha- mejores ciudadanos, deponiendo de sus perjurios, de
biendo entrado de noche en una casa grande, se per- sus suplantaciones de testamentos, de sus sobornos
dió en los corredores; y habiéndole visto andar des- y de sus adulterios. Luculo produjo unas esclavas c o -
atentado una sirviente de Aurelia, madre de César, le mo testigos de que Clodio habia tenido trato i n h o -
preguntó su nombre. Precisado á hablar y diciendo nesto con la mas joven de sus hermanas mientras
que buscaba á Abra, criada de Pompeya, conocien- estaba enlazada con el mismo Luculo; y corria muy
d o aquella que la voz no era femenil, gritó y empe- valida la opinion de que le tenia con las otras dos
zó á llamar á las mugeres. Cerraron estas las puertas, hermanas; de las cuales Terencia estaba casada con
y registrándolo t o d o , encontraron á Clodio que se Marcio R e x , y Clodia con Metelo Celer. Dábanle
había guarecido en el cuarto de la criada, con quien á esta el sobrenombre de Cuadrancia, porque uno
habia entrado. Hízose público el suceso; César repu- de sus amantes, habiendo puesto en un bolsillo unas
dió á Pompeya ; y á Clodio se le formó causa de piezas de bronce, se las envió queriendo hacerlas p a -
impiedad.
sar por plata; y á la moneda mas pequeña de bronce
le llamaban cuadrante; y por esta hermana era por
^ Cicerón era-amigo s u y o , y en las diligencias r e - la que mas se hablaba de Clodio. Mas á pesar de to-
lativas á la conjuración de Catilina se habia hallado do esto el pueblo se puso entonces de parte.de C l o -
este á su lado , y le habia prestado auxilio ; pero h a - dio y contra los testigos y acusadores; por lo cual
ciendo consistir toda su defensa contra la acusación entrando en temor los jueces, pusieron guardias, y
de aquel crimen en no haberse hallado en Roma al la mayor parte echaron las tablas con las letras b o r -
tiempo en que se decía cometido , sino ocupado fue- radas y confusas. Sin embargo pareció que eran mas
ra de la ciudad en unas posesiones distantes, dió C i - los que absolvían; y se dijo también que habia inter-
cerón testimonio contra é l , diciendo que había esta- venido soborno: asi es queCatulo , acercándose á los
d o á buscarle en su casa, y le habia hablado de cier- jueces: vosotros, les d i j o , con verdad habéis pedido
tos negocios; y asi era la verdad. Mas con todo no la guardia para vuestra seguridad, no fuera que algu-
ciceron. 44 f
444 cicerón.
no os quitara el dinero. Cicerón, díciéndole Clodio cios públicos; de lo que resentido César, dió ánimo
que su testimonio no habia merecido fe á los jueces: á Clodio y apartó á Pompeyo enteramente de Cice-
antes, le respondió, á mí me han creido veinte y c i n - rón; y aun declaró con juramento ante el pueblo
c o de ellos, porque estos han sido los que te han c o n - parecerle que no se habia dado justa y legalmente la
denado; y á tí no te han creído treinta, porque no muerte á Lentulo y Cetego, no habiendo sido antes
te han absuelto hasta que han recibido el dinero. C é - juzgados: porque este era el cargo y esta la acusación
sar, llamado como testigo, no declaró contra Clodio, que á Cicerón se hacia. Constituido pues reo, y p e r -
ni dijo que su muger fuese culpada de adulterio; s i - seguido como tal, mudó el vestido, y dejando cre-
noque la habia repudiado, porque el matrimonio de cer el cabello, rodaba por la ciudad implorando la
César debía estar puro, no solo de la menor acción clemencia del pueblo. Mas por do quiera se le apa-
f e a , sino hasta de las sospechas. recía en todas las calles Clodio, llevando consigo
_ Habiendo salido Clodio de aquel peligro, elegido hombres desvergonzados y atrevidos, que insultando
Tribuno de la plebe, ai punto la tomó con Cicerón; á Cicerón descaradamente por la situación y trage
excitando y moviendo todos los negocios y todos los en que se veia, y tirándole en muchas ocasiones l o -
hombres contra él: porque procuró ganarse á la mu- do y piedras, se empeñaban en interrumpir y estor-
chedumbre con leyes populares; y á uno y á otro bar sus súplicas.
Cónsul les decretó grandes provincias: á Pisón la N o obstante estos esfuerzos de Clodio, casi todo
Macedonia y á Gabinio la Siria. A muchos de esca- el orden ecuestre mudó también de vestido, y hasta
sa fortuna los asoció á sus miras, y tenia siempre á veinte mil jóvenes le seguían, dejándose crecer el c a -
su lado esclavos armados. D e los tres que gozaban del bello , y acompañándole en sus ruegos. Congregado
mayor poder entonces en R o m a , como Craso estu- despues el Senado con el objeto de hacer decretar que
viese en oposicion con Cicerón y le hiciese la guerra, se mudaran los vestidos al modo que en un duelo p ú -
Pompeyoquisiese estar bien con ambos, y César hu- blico, como lo repugnasen los Cónsules, y Clodio c o r -
biese de partirá la Galia con ejército, Cicerón se riese con hombres armados á la curia, se salieron de
bajó á este, sin embargo de que en vez de ser su ami- ella muchos de los Senadores, rasgando sus ropas y mos-
go le era sospechoso desde los sucesos de Catilína, y trándose indignados. Cuando se vió que aquel triste
le rogó que le llevase de legado á la provincia. C o n - aspecto no excitó ni la compasion ni la vergüenza, y
cedióselo César; y Clodio viendo que Cicerón iba á que era preciso, ó que Cicerón se fuera desterrado,
ponerse fuera de su tribunado, fingió que estaba dis- ó que contendiera con las armas con C l o d i o , recur-
puesto á hacer amistades, y valiéndose de los medios rió aquel á implorar el auxilio de P o m p e y o , que de
de echar la culpa á Terencía de lo pasado; de h a - intento se habia retirado, yéndose á la posesion que
blar siempre de é l ; de saludarle con afabilidad, c o - tenia junto al monte Albano. Para esto envió prime-
mo pudiera hacerlo quien no le aborreciera ni estu- ro á su yerno Pisón, á fin de que intercediese con
viera indispuesto con é l , quejándose solamente con é l ; y despues subió el mismo Cicerón. Cuando lo s u -
palabras benignas y amistosas, logró quitarle entera- p o Pompeyo no pudo sufrir que se le presentara,
mente el miedo, hasta el punto de desistir de su pre- poseido de una gran vergüenza, al considerar que
tensión con César, y volver ai manejo d e los nego- Cicerón habia sostenido en la república por él gran-
des contiendas, y le habia servido en muchos nego- fecto de artesanos, no le admitió en su casa, y soló
cios ; pero siendo yerno de César, por complacer á es- le indicó una posesión, á la que podría acogerse; y
te se desentendió del debido agradecimiento, y salién- Cayo V i r g i n i o , Pretor de la Sicilia, á quien Cice-
dose por otra puerta, evitó la visita. Cicerón, aban- rón habia hecho también grandes favores, le escribió
donado por él de esta manera, y careciendo de arri- que no tocara en aquella isla. Desconcertado en sus
m o , acudió á los Cónsules: de los cuales Gabinio siem- planes con estos desengaños, se dirigió á Brindis, y
pre se le mostró desafecto; pero Pisón le hizo mejor re- pasando de allí con viento hechoaDirraquio, como
cibimiento, exhortándole á salir de Roma sustrayén- durante el dia soplase viento contrario de mar, re-
dose de la violencia y poder de C l o d i o , y á llevar gresó al punto, y otra vez volvió á dar la vela. Se
resignadamente la mudanza de los tiempos, para p o - dice que en esta travesía, cuando ya estaba para sal-
der ser otra vez el salvador de la patria, puesta por tar en tierra, hubo á un tiempo terremoto y retira-
inclinación á él en tales turbaciones é inquietudes. da de las aguas del mar; sobre lo que pronosticaron
Oida por Cicerón esta respuesta, conferenció sobre los agoreros que no seria largo su destierro, porque
lo hacedero con sus amigos, y Luculo era de dicta- aquellas erán señales de mudanza. Visitábanle muchos
men que no se moviera porque vencería; pero otros por afecto, y las ciudades Griegas competian unas
le aconsejaban la fuga, en el concepto de que bien con otras en demostraciones; pero á pesar de eso siem-í
presto el pueblo lo echaría menos, luego que no p u - pre estaba desconsolado y triste, teniendo, como
diera aguantar las locuras y furores de Clodio. Este los enamorados, puestos los ojos en la Italia, y mos-
trándose demasiado abatido y con apocado ánimo
fue el partido que adoptó Cicerón, y subiendo al c a -
en aquel infortunio; lo que nadie habría esperado de
pitolio la estatua de Minerva que tenia trabajada en
un hombre de su instrucción y doctrina, que muchas
casa mucho tiempo habia, y á la que daba gran ve-
veces rogaba á sus amigos no le llamaran orador sino
neración , la consagró á la diosa con esta inscripción:
filósofo: porque la filosofía la habia elegido por o c u -
á Minerva, protectora de Roma. Valióse de algunos
pación, y la oratoria no la empleaba sino como un
de sus amigos para que le acompañaran, y á la m e - instrumento útil en el gobierno. Decia asimismo que
dia noche salió de la ciudad, haciendo su viage á la gloria era propia para borrar en el alma, como si
pie por la Lucania con deseo de verse en la Sicilia. fuera una tintura, todo buen discurso, inoculando en
Cuando ya se supo de cierto que habia huido, los que mandan todas las pasiones de la muchedum-
Clodio hizo dar contra él decreto de destierro y pro- bre , con la conversación y el trato, á no estar el
mulgar edicto, por el que se le vedaba el agua y el hombre muy sobre sí, para que cuando se entrega
fuego, y se mandaba que nadie lo recibiera bajo te- á los negocios, tome sí parte en estos, pero no en
chado á quinientas millas de Italia. A muchos no les las pasiones y afectos que van con los negocios.
servia de detención este edicto para dar muestras de
respeto á Cicerón, para obsequiarle y para acompa- C l o d i o , luego que alejó á Cicerón, quemó sus quin-
ñarle; pero en Hiponío, ciudad de la Lucania que tas y le quemó la casa, edificando en el sitio el tem-
ahora se llama V i b o n , el siciliano V i b i o , que habia plo de la libertad. Quiso vender asimismo su hacien-
disfrutado en muchas cosas de la amistad de Cicerón da , haciéndola pregonar todos los dias, porque na-
y en el consulado de este habia sido nombrado pre- die, se presentaba á hacer postura. .Terrible con estos
hechos á los del Senado, y asistido del favor del pue-
blo , ya ensayado por él á la insolencia y al desen- que erá uno de los admiradores de Cicerón.
freno, asestó sus tiros contra P o m p e y o , empezando Habia aun corrido poco tiempo, y valiéndose de
por desacreditar algunas de las disposiciones tomadas que Clodio se hallase fuera de la ciudad, subió C i -
cerón con algún acompañamiento al capitolio, y echó
por él en el ejército. Perdió con esto de su opinion,
por el suelo é hizo pedazos las tablas tribunicias, que
y ya se reprendía á sí mismo de haber abandonado
eran los registros de las operaciones de los Tribunos.
á Cicerón; por lo que arrepentido trabajaba por to-
Increpóle sobre esto C l o d i o ; y respondiéndole C i -
dos medios en procurar su vuelta por sí y por sus
cerón que habia sido contra ley el que de los patri-
amigos. Oponíase C l o d i o , y el Senado decretó que
cios hubiera pasado al tribunado de la plebe, y que
no se daría curso á ningún negocio público, ni se por tanto no debia tener valor nada de lo hecho por
aprobaría nada mientras no se acordase la vuelta de él, se ofendió de esta respuesta Catón y la contra-
Cicerón. En el consulado de Lentulo tomó tal incre- dijo, no porque se pusiese de parte de Clodio, ó d e -
mento la sedición que los Tribunos de la plebe fueron jase de estar mal con sus tropelías; sino por parecer-
heridos en la plaza, y Q u i n t o , el hermano de C i - le duro y violento que el Senado decretase la abro-
cerón, quedó tendido entre los cadáveres por muer- gación de tantas y tales determinaciones y decretos;
to. Empezó ya con esto á desengañarse el pueblo, y entre los que se contaba el encargo que el mismo C a -
siendo el Tribuno Antonio Milon el primero que se tón habia desempeñado en Chipre y Bizancio. Desde
atrevió á llevar al tribunal á Clodio por causa de v i o - entonces conservó con él Cicerón cierta indisposición,
lencia pública, muchos acudieron á ponerse al lado la cual sin embargo no pasó nunca á hecho ninguno pú-
de Pompeyo, asi de la plebe como de las ciudades blico, ni á otra cosa que á tratarse con cierta tibieza.
comarcanas. Presentóse con estos, y arrojando á C l o -
dio de la plaza, dispuso que pasaran á votar los ciu- Sucedió despues que Milon mató á C l o d i o ; y si-
dadanos ; y se dice que nunca se vió una votacion guiéndosele causa de homicidio, nombró por su d e -
fensor á Cicerón. El Senado por temor de que puesto
del pueblo tan uniforme. Yendo el Senado á c o m p e -
en riesgo un hombre ilustre y altivo como Milon, se
tencia con el pueblo, decretó que se dieran las gra-
moviera algún alboroto en la ciudad, permitió á p o m -
cias á todas las ciudades que habian obsequiado á
peyo que presidiera este y otros juicios, procurando
Cicerón durante su destierro, y que sus quintas y
tranquilidad al pueblo y seguridad á los jueces. Guar-
su casa, arrasadas por C l o d i o , fueran de nuevo l e -
neció este antes del dia la plaza y todas sus avenidas
vantadas á expensas del erario. V o l v i ó Cicerón á los -con soldados, y Milon, recelando que Cicerón, tur-
diez y seis meses de destierro, y fue tanto el gozo bado con aquel nunca usado espectáculo, podría e s -
de las ciudades, y tal el ansia y esmero que en reci- tar menos feliz en su discurso, le persuadió que ha-
birle ponian los habitantes, que aun anduvo corto el ciéndose llevar á la plaza en litera, esperara allí tran-
mismo Cicerón cuando dijo que tomándolo en h o m - quilamente hasta que se hubiesen reunido los jueces
bros la Italia, lo habia traído á Roma. El mismo C r a - y se llenase la audiencia. Mas é l , á lo que parece,
so, que habia sido enemigo de Cicerón antes del des- no solo no era muy osado entre las armas, sino que
tierro , salió también entonces a recibirle y se recon- hablaba siempre en público con miedo, y con dificul-
cilió con é l , en obsequio, decia, de su hijo Publio, tad se vió libre de la agitación y el temblor, hasta
TOMO I V . FF
4fO CICERON, CICERON. 4J J
que á fuerza de esta clase de contiendas su elocuen- quiaba teniéndolos á su mesa y dándoles de comer,
cia adquirió firmeza y asiento. Aun asi, defendiendo no con lujo, pero tampoco con escasez y mezquin-
á Licinio Murena, acusado por Catón, con el em- dad. Su casa no tenia, portero ni nadie le vió tam-
peño de exceder á Hortensio, que habia sido muy poco sentado; sino que desde muy temprano en pie,
aplaudido, no descansó un momento en toda la n o - ó paseándose delante de su cuarto, recibía á los que
che, y quebrantado con el demasiado estudio y la iban á visitarle. Dícese que no castigó á ninguno i g -
falta de sueño, fue tenido por inferior á aquel. E n - nominiosamente con las varas, ni le rasgó la ropa,
tonces pues, saliendo de la litera para la causa de ni por enfado le dijo una mala palabra, ó le impuso
Milon, al ver á Pompeyo sentado en el tribunal c o - multa que pudiera injuriarle. Encontró que gran par-
mo en un ejército, y toda la plaza al rededor llena te de los caudales públicos habian sido usurpados; y
de resplandecientes armas, se asustó sobremanera, y poniendo en ellos orden , hizo que las ciudades flore-
con gran trabajo pudo empezar á hablar, temblándo- ciesen , sin que por eso los que tenían que pagar fue-
le todo el cuerpo y con la v o z entrecortada; cuando sen vejados ni molestados, ni dejasen de conservar su
el mismo Milon asistió al juicio con arrogancia y se- estimación. También tuvo que hacer la guerra, d e r -
renidad , sin haber querido dejarse crecer el cabello rotando unos aduares de ladrones que tenian sus gua-
ni tomar el vestido de d u e l o ; lo que parece no haber ridas en el monte Amano; con cuyo motivo fue de
sido la menor causa de que se le condenase. Mas en los soldados saludado emperador. Pidióle á esta sazón
esta ocasion antes se acreditó Cicerón de buen amigo el orador Cecilio que le enviara leopardos de Cilicia
que de tímido y cobarde. para cierto espectáculo; y é l , aludiendo con alguna
Hízosele del número de aquellos sacerdotes que jactancia á los hechos de esta guerra, le escribió que
los Romanos llaman Augures en lugar de Craso el ya no los habia en la Cilicia, habiendo huido á la
joven, despues de haber este fallecido á manos de los Curia incomodados de que á ellos solos se les hiciera
Partos. Tocándole despues por suerte en la distribu- la guerra, cuando todo lo demás estaba en paz. A l
ción de las provincias la Cilicia con un ejército de retirarse de la provincia pasó algún tiempo en R o -
doce mil infantes y dos mil y seiscientos caballos, das, y también con gran placer se detuvo en Atenas
se embarcó para pasar á ella; llevando también el por el deseo de sus antiguos estudios. Trató pues á
encargo de reducir la Capadocia á la sumisión y los hombres mas célebres de aquel tiempo por su sa-
obediencia del Rey Ariobarzanes. Compuso y ar- biduría; saludó á sus amigos y conocidos; y admira-
regló estos negocios á satisfacción de todos, sin ne- do de la Grecia, según su sobresaliente mérito, v o l -
cesidad de recurrir á las armas; y viendo á los de vió á Roma á tiempo que las agitaciones de la repú-
Cilicia inquietos y desasosegados con el descalabro blica, como tumor próximo á rebentar, estaban á
experimentado por los Romanos en la guerra de los punto de romper en la guerra civil.
Partos y con las novedades de la Siria, los trajo al Habiéndosele decretado el triunfo, dijo en el Se-
orden con usar de blandura en su mando. N o recibió nado que le seria muy dulce seguir á César en la
dones algunos aun de los mismos reyes, y quitó pompa despues de hechas las paces; y en particular
aquellos convites que eran de estilo en las provin- daba consejos á César escribiéndole continuamente é
cias. A los que le honraban y favorecían los obse- interponía ruegos con Pompeyo, procurando templar
FF 2
/

cicerón. 453
4í2 ciceron,
modo de pensar, y también el no haberle empleado
y apaciguar á uno y á otro. Mas cuando ya llegó el
Pompeyo en nada de importancia; pero de esto últi-
caso del rompimiento, y viniendo César contra R o -
mo él tenia la culpa con no negar que estaba arrepenti-
ma , Pompeyo no le aguardó, sino que abandonó la
do ; con desacreditar las disposiciones de Pompeyo;
ciudad y con él muchos y muy principales ciudada-
con vituperar en las conversaciones todos sus proyec-
nos: no habiéndose decidido Cicerón á esta fuga, se
tos , y con no poderse contener de chistes y burlas pe-
creyó que abrazaba el partido de César. Y no tiene sadas contra los mismos que participaban de su suerte;
duda que estuvo batallando consigo, y meditando pues andando él siempre triste y con ceño por el cam-
mucho sobre á cual de los dos se inclinarla: porque pamento, queria hacer reir á los que no estaban para
escribe en sus cartas: ¿á qué lado me volveré cuando ello; pero será mejor referir aqui algunos de aquellos
Pompeyo tiene para la guerra el motivo mas glorio- inoportunos chistes. Presentó Domicio para que fue-
so y honesto; pero César se ha de conducir mejor se admitido entre los Gefes á uno que era militar , y
en esta terrible crisis, y ha de saber hacer mas por diciendo para recomendarle que era hombre de a r -
su salud y por la de sus amigos? de manera que sé reglada conducta y muy prudente: ¿ pues por qué
de quien he de huir, mas no á quien me estará m e - no le guardas, le repuso , para tutor de tus hijos ? C e -
jor el acogerme. Escribióle en esto Trebacio, uno de lebrando algunos á Teatanes de Lesbos, que era en
los amigos de César, diciéndole que según el dic- el ejército prefecto de los artesanos, por haber dado
tamen de este, debia ser de su partido, y entrar á la excelentes consuelos á los Rodios en ocasion de haber
parte en sus esperanzas; pero que si por la vejez no perdido su armada; ¿de qué nos sirve, dijo Cicerón,
queria correr peligro, podía retirarse á la Grecia, y tener un prefecto Griego? Llevaba regularmente C é -
alli esperar tranquilamente los sucesos, apartándose sar lo mejor en los encuentros, * y en cierta manera
de ambos; y picado de que el mismo César no le los tenia cercados; y diciendo Lentulo tener noticia
hubiese escrito, respondió enfadado, que no haria de que los amigos de César andaban cabizbajos: eso
nada que no correspondiese á su anterior conducta es decir, respondió Cicerón, que están mal con C é -
pública. Esto es lo que se lee en sus cartas. sar. Acababa de llegar de Italia un tal Marcio; y c o -
Asi cuando César marchó á España, él al punto se mo dijese que la opinion que se tenia en Roma era
embarcó para ir en busca de P o m p e y o ; y fue de todos que Pompeyo estaba cercado: ¿con que has hecho
tu viage, le repuso, para asegurarte por tus ojos de
muy bien recibido, sino solamente de Catón, quien
si es cierto? Diciendo despues de la derrota Nonio
le hizo graves reconvenciones por haberse adherido
que debian tener buena esperanza, porque en el cam-
al partido de P o m p e y o : porque decia que al mismo
pamento de Pompeyo habian quedado siete águilas:
Catón no le habria estado bien el abandonar el p a r -
eso seria muy bueno, le replicó Cicerón, si hiciéra-
tido que eligió desde el principio; pero que Cicerón
mos la guerra á los grajos. Apoyándose Labieno en
podia haber sido mas útil á la patria y á los amigos, ciertos oráculos para sostener que Pompeyo seria ven-
si permaneciendo en R o m a , hubiera tirado á sacar par- cedor : sí, le respondió, con esa estratagema acaba-
tido de los sucesos, y no que ahora neciamente y sin mos de perder el campamento.
ninguna necesidad se habia hecho enemigo de César,
y se habia venido á meter en medio de tan gran peli-
Dada la batalla de Farsalia, en la que no se h a -
gro. Estas observaciones hicieron á Cicerón mudar de
lió por estar enfermo, y habiendo huido Pompeyo, lia oracion maravillosa en la parte de excitar las p a -
Catón, que habia reunido en Dirraquio bastantes siones y en la gracia de la elocucion, observaron
fuerzas de tierra y una grande armada, deseaba que todos que César mudó muchas veces de color, y que
Cicerón tomara el mando, á causa de corresponder- se hallaba combatido de diferentes afectos. Final-
le por la l e y , estando adornado de la dignidad c o n - mente cuando el orador llegó á tratar de la batalla
sular; pero repugnándolo este, y huyendo entera- de Farsalia, su agitación fue violenta hasta temblarle
mente de continuar la guerra, estuvo en muy poco todo el cuerpo, y caérsele algunos memoriales de la
que no se le quitara la vida, llamándole traidor Pom- mano: de modo que vencido de la elocuencia absol-
peyo el joven y sus amigos, y desenvainando resuel- vió á Ligario de la causa.
tos las espadas, á no haber sido porque Catón se p u - Desde aquella época, habiendo el Gobierno d e -
so de por medio y le sacó del campamento. Arribó generado en monarquía, retirado de los negocios pú-
á Brindis, y alli se detuvo esperando á César, qne blicos, se dedicó á la filosofía con los jóvenes que
tardó en llegar á Italia, por haberle llamado los ne- quisieron cultivarla; que siendo de los mas ilustres
gocios al Asia y al Egipto. Cuando supo que habia y principales, por su trato con ellos volvió á tener
desembarcado en Tarento, y que desde alli se dirigía en la ciudad el mayor influjo. Habíase aplicado á es-
por tierra á Brindis, le salió al encuentro, no sin al- cribir y á traducir diálogos filosóficos, trasladando
guna esperanza, aunque avergonzado de tener que ir á la lengua latina los nombres usados en la dialéctica
á mirar la cara de un enemigo victorioso á presencia y la física: porque se dice haber sido el primero que
de muchos; pero no le fue necesario decir ó hacer introdujo los nombres de fantasía, catate sis, épo-
cosa que no le estuviese bien: porque César, luego ca , catalepsis y ademas átomo, ameres y qiienon1;
que vió que adelantándose á los demás iba á recibir- á lo menos el que mas los dió á conocer a los Roma-
l e , se apeó, le abrazó y caminó hablando con él so- nos, usando de metáforas, y de otras expresiones
lo algunos estadios. Desdé entonces siempre le tuvo acomodadas con singular industria y diligencia. D i -
consideración, y lo trató con aprecio: tanto que en bertíase con poner á veces en ejercicio la gran facili-
el libro que escribió contra el elogio que de Catón dad que tenia en hacer versos: pues se dice que cuando
habia formado Cicerón, le celebró este mismo opús- le daba esta humorada hacia en una noche quinien-
culo, y tributó alabanzas á su vida, que dijo tenia tos. Habiendo pasado la mayor parte de este tiempo
gran semejanza con las de Perícles y Teramenes. I n - en su quinta Tusculana, escribió á sus amigos que
titulóse el escrito de Cicerón Catón, y Anticaton el hacia la vida de Laertes, ó por juego y chiste, como
de César. Refiérese que siendo acusado Quinto Liga- lo acostumbraba, ó por prurito de ambición de man-
río por haber sido uno de los enemigos de César, y d o , no llevando bien el retiro. Rara vez venia a la
defendiéndole Cicerón, dijo César á sus amigos: ¿qué ciudad como no fuese para visitar á César; y enton-
•inconveniente hay en oír al cabo de tanto tiempo á ces era el primero que suscribía á los honores que se
Cicerón, cuando su cliente está ya juzgado tan de
antemano por malo y por enemigo? Mas sin embar- i Significan estos nombres: visión interior, asenso,
go Cicerón desde que empezó á hablar movió e x - detenimiento del asenso, comprensión, átomo lo que no
traordinariamente su ánimo, y habiendo sido aque- tiene partes y el vicio.
Je decretaban, y que decía alguna cosa nueva en e l o -
brara de los acreedores, echando mano de sus bie-
gio de su persona y de sus hechos, como fue la r e -
nes ; pero Antonio, haciendo mención de este casa-
lativa á las estatuas de P o m p e y o , que César mandó
miento en sus oraciones contra las Filípicas, dice
levantar y colocar, habiendo sido antes derribadas:
porque dijo Cicerón que César con este acto de h u - que echó de su lado á una muger en cuya compañía
manidad levantaba las estatuas de P o m p e y o , para se habia hecho viejo, motejándole con gracia que
afirmar mas las suyas. habia sido un hombre que se habia estado metido en
casa ocioso y sin hacer el servicio militar. Despues
Tenia pensado, según se dice, escribir la Histo-
de este casamiento, á poco tiempo de é l , se le mu-
ria romana, entretejiendo con ella gran parte de la
rió de sobreparto la hija casada con Lentulo, con
Griega, y recogiendo todas las fábulas y relaciones
quien se habia enlazado'despues de la muerte de Pi-
que corrían; pero vinieron á impedírselo negocios
són, su primer marido.. Acudieron de todas partes los
y sucesos públicos y privados, de los cuales la ma-
filósofos á dar consuelo á Cicerón, tan sentido por
yor parte parece que se los atrajo por su gusto.
la muerte de la hija, que repudió á su nueva espo-
Porque en primer lugar repudió á su muger Teren-
sa , por parecerle que se habia alegrado de la muer-
cia por no haber hecho cuenta de él durante la guer-
te de Tulia.
ra, hasta el punto de haberle dejado marchar sin
Estos fueron los sucesos domésticos de Cicerón,
nada de lo que necesitaba para el viage, y por no
el cual ninguna parte tuvo en la conjuración para
haberle dado muestras ningunas de aprecio y amor
la muerte de César, no obstante ser uno de los m a -
cuando regresó á Italia: pues habiéndose detenido
yores amigos de Bruto; hacérsele insoportable el es-
mucho tiempo en Brindis, no pasó á verle; y á la
tado en que habían venido á parar las cosas, y pa-
hija cuando fue no le dió para un camino tan largo
recer que deseaba el restablecimiento de la repúbli-
las prevenciones y acompañamiento que eran corres-
ca como el que mas; y es que los conjurados habian
pondientes á una joven de su calidad; y sin embar-
temido á su caracter falto de valor, y á aquel des-
go le dejó la casa vacía y desprovista de todo, sobre
graciado tiempo, en que aun los mas firmes y mejor
haber contraído muchas y grandes deudas, porque
constituidos habian perdido la resolución y osadía.
estas fueron las causas mas honestas que se pretesta-
Egecutado aquel hecho por Bruto y Casio, como
ron para este divorcio. Negábalas Terencia, y el
los amigos de César se tumultuasen, y volviese á re-
mismo Cicerón fue quien mejor hizo su apología,
nacer el miedo de que la ciudad cayese otra vez en
casándose de alli á poco con una doncella, según
la guerra civil, Antonio, que era Cónsul, congregó
Terencia lo hizo correr, prendado de su figura; pero
el Senado, y habló brevemente de concordia; pero
según escribió Tirón, liberto de Cicerón^ por mira
Cicerón, extendiéndose mas acerca de lo que las cir-
de mejorar su casa y pagar sus deudas. Porque aque-
cunstancias exigían, persuadió al Senado á que imi-
lla joven era muy rica, y Cicerón que tenia su he-
tando lo que en caso igual se habia hecho en Atenas,
rencia en fideicomiso, por este medio la conservó en
publicase una amnistía con motivo de lo ocurrido
su poder. Como debiese pues grandes sumas, sus
con César, y á Casio j Bruto les asignara provin-
amigos y deudos le indujeron á que en una edad
cias. Mas esto no sirvió de nada, porque el pueblo,
y a impropia se casara con aquella mocita, y se l i -
que ya por sí mismo se habia movido á compasion
45 8 CICERÓN - ;
CICEROK. 459
cuando vio que pasaban por la plaza el cádáver, y ron vanas sns esperanzas: porque fufe tanto el gentío
Antonio le mostró la túnica de César llena de san- que con el gozo y el deseo salió á recibirle, que
gre y acribillada á puñaladas, furioso y ciego de casi se consumió todo el dia á la puerta en abrazos
ira, en la misma plaza anduvo buscando á los mata- y salutaciones. Mas al dia siguiente congregando An-
dores , y con tizones encendidos corrieron muchos á tonio el Senado, y pasándole aviso, no concurrió,
las casas de estos para darles fuego; y aunque de sino que se quedó en cama, excusándose con que
este peligro se salvaron con guardarse y precaverse, estaba fatigado del viage; pero á lo que parece lo
temiendo otros muchos no menores que é l , tuvieron que verdaderamente lo detenia era el temor de algu-
que abandonar la ciudad. ' na asechanza, por cierta indicación y sospecha que
Esto dió osadía á Antonio, y si á todos infun- se le habia dado en el camino. Antonio se mostró
dió temor, pareciéndoles que usurparía una autori- muy ofendido de esta calumnia, é iba á enviar sol-
dad monárquica, mucho mayor se le causó á Cice- dados con orden de que lo trajeran ó le quemaran
rón: porque viendo que el poder de este en la repú- la casa; pero instándole y rogándole muchos, se
blica habia adquirido fuerza-, y sabiendo que era del convino en que solo se le tomaran prendas. De alli
partido de Bruto, abiertamente se mostraba inco- en adelante se pasaban de largo cuando se encontra-
modado con su presencia: ademas de que siempre ban sin decirse nada el uno al otro, y estaban en mu-
estaban recelosos el uno del otro por la desemejanza tuas sospechas: hasta que habiendo llegado de A p o l o -
de su conducta y por sus antiguas disensiones. T e - nía César el joven, admitió la herencia del otro Cé-
meroso pues Cicerón, intentó primero pasar de le- sar , y por veinte y cinco cuentos de dracmas que
gado con Dolabela á la Siria; pero habiéndole roga- Antonio tenia en su poder de los bienes de este se
d o los que despues de Antonio iban á ser Cónsules, indispuso con él.
Hircio y Pansa, varones de probidad y amantes de En consecuencia de esto Filipo, que estaba c a -
Cicerón, que no los abandonase, pues le ofrecían sado con la madre del nuevo Cesar, y Marcelo con
oprimir á Antonio si él se quedaba; no creyéndo- la hermana, 'habiéndose dirigido con aquel joven á
los del t o d o , ni tampoco dejándolos de creer, no Cicerón, se convinieron en que se prestarían mutua-
hizo ya cuenta de Dolabela; y diciendo á Hircio que mente , Cicerón á este en el Senado y ante el pue-
se iba á pasar el estío en Atenas, y que cuando hu- blo el poder que nace de la elocuencia y la política;
biesen entrado en su cargo volveria, sin mas auto- y este á Cicerón la seguridad que dan las riquezas
rización se dispuso para aquel viage. Hubo deten- y las armas: pues ya tenia aquel joven á sus órdenes
ciones en la navegación, y llegando desde Roma no pocos de los que habian hecho la guerra con C é -
nuevos rumores cada dia á medida de su deseo: que sar: ademas de que se tiene por cierto haber entra-
en Antonio se notaba grande mudanza; que todo lo do Cicerón con un vivo deseo en la amistad de C é -
hacia y disponia por medio del Senado; y que no sar. Porque, según parece, en vida todavía de Pom-
faltaba .otra cosa que su presencia para que los ne- peyo y Julio César se le figuró en sueños á Cicerón
gocios se pusieran en el mejor orden, reprendiéndo- que llamaba al capitolio á algunos hijos de los Sena-
se á sí mismo de sus rezelos y temores, regresó otra dores, con el objeto deque Júpiter designara á uno
vez á Roma, y lo que es por lo pronto no le salie- de ellos por caudillo de R o m a ; que los ciudadanos
• CICERON. 461
estaban en grande espectacion al rededor del tem- Atenas oyendo las lecciones de los filósofos, y dán-
plo , y aquellos niños en toga pretexta sentados á dole mando, le confió algunos encargos que desem-
la puerta. Abrióse esta repentinamente, y los niños peñó con el mejor éxito. Llegó entonces á lo sumo
se fueron levantando de uno en uno, y dieron la en Roma el poder de Cicerón; y viniendo al cabo
vuelta al rededor de la estatua del Dios, que los de cuanto se propuso, oprimió á Antonio, y lo
estuvo mirando atentamente, y los'despidió descon- obligó á salir de la ciudad, enviando á los dos C ó n -
tentos ; mas luego que este se le acercó, alargó la sules Hircio y Pansa á hacerle la guerra; y obtuvo
diestra y dijo: » R o m a n o s , este dará fin á la guerra del Senado que decretara á César las fasces y todo
civil, siendo vuestro caudillo." el aparato imperatorio, como que combatia por la
Habiendo pues tenido Cicerón este ensueño, se patria. Mas como vencido Antonio, y muertos en la
dice que retuvo y conservó viva la imagen del- n i - guerra ambos Cónsules, todo el poder se acumulase
ñ o , aunque no sabia quién era; pero habiendo b a - en César, temiendo el Senado á un joven á quien
jado al dia siguiente al campo de Marte cuando los tan decididamente favorecía la fortuna, trató de
jóvenes volvían de egercitarse, este fue el primero apartar de él las tropas con honores y con dádivas,
que vió cual en el sueño se habia ofrecido á su ima- y debilitar asi su poder, bajo el pretexto de que la
ginación , y admirado le preguntó quiénes eran sus república no necesitaba de defensores una vez que
padres. Era su padre Octavio, no de los mas ilus- Antonio habia huido. Temió con esto César, y en-
tres , y su madre Acia, sobrina de César; por lo vió quien rogara y persuadiera á Cicerón que p r o -
que no teniendo este hijos, le dejó por su testamen- curara para ambos juntos el Consulado, y dispusiera
to su hacienda y su casa. Desde entonces dicen que de todo como le pareciese, apoderándose de la a u -
Cicerón veía con gusto á este niño , y le mostraba toridad , y tomando bajo su dirección á aquel joven,
afecto, y él correspondía á sus demostraciones, p o r - que solo apetecía adquirir algún nombre y gloria.
que hacia también la casualidad que habia nacido el Confesó el mismo César que temiendo verse arrui-
año en que Cicerón fue Cónsul. nado , y considerándose en peligro de que le deja-
Estas eran las causas que públicamente se daban; ran solo, echó mano en tal apuro de la ambición de
pero al principio el odio á Antonio , y despues su ca- Cicerón, moviéndole á que pidiera el Consulado,
rácter, que no podia resistir á la ambición, fueron los en el concepto de que él le daría todo favor y a u -
verdaderos motivos que le unieron á César; creyen- xilio.
d o que ganaba para la república el poder de este; Enloquecido entonces y sacado de tino Cicerón,
pues se le prestaba tan dócil y sumiso que le llama- un anciano por aquel m o z o , y engañado para que
ba padre. Disgustaba esto de tal manera á Bruto, le ayudara en los comicios, y le pusiera bien con el
que en sus cartas á Atico se queja agriamente de C i - Senado, desde luego incurrió en la reprensión de
cerón , á causa de que adulando á César por miedo sus amigos; y á bien poco conoció él mismo que se
de Antonio, era claro que en vez de procurar liber- habia perdido, y había hecho traición á la libertad
tad para la patria, solo buscaba para sí un señor mas de la patria: porque luego que aquel'joven vió tan
benigno y humano. Mas á pesar de esto Bruto se acreditado su poder, y se posesionó del Consulado,
llevó consigo al hijo de Cicerón, que se hallaba en al punto dió de mano á Cicerón; y hecho amigo de
Antonio y L e p i d o , juntando en uno el poder de los
veerse en casa de lo necesario. Asi se determinó; y
tres, partió con ellos la autoridad, como pudiera
abrazándose uno á o t r o , entre sollozos y lamentos
haber partido una posesion. Proscribieron de muerte
se despidieron; y Quinto, denunciado vilmente de
sobre doscientos ciudadanos, siendo la proscripción
alli á pocos dias por sus esclavos á los matadores,
de Cicerón la que produjo entre ellos los mayores
recibió de estos la muerte, y con él su hijo. C i c e -
altercados: por cuanto Antonio no se daba á parti-
r ó n , conducido á Astur, y encontrando alli un barco,
do si no moria el primero; Lepido se adhería á A n -
subió en él al punto, y á vela navegó hasta Circe-
tonio , y César se oponia á ambos. Tuvieron ellos
yos. Alli, queriendo los pilotos hacerse otra vez al
solos sobre esto juntas reservadas cerca de Bolonia
mar, ó por temor de la navegación, ó por no haber
por tres días, reuniéndose en un sitio próximo al
perdido enteramente la confianza en César, saltó en
campamento, cercado del rio. Dícese que habiéndo-
tierra, y anduvo por ella cien estadios, encaminán-
se César mantenido firme en la lid por Cicerón los
dose á R o m a ; pero con nuevas dudas mudó de p r o -
dos primeros dias, cedió por fin al tercero, aban-
p ó s i t o , y se dirigió otra vez hacia el mar. Cogióle
donándole traidoramente. La composición y c o m -
la noche, y la pasó en las mayores dudas y afliccio-
pensación fue de esta manera: César hizo el sacrifi-
nes sin saber que partido tomar: tanto que llegó á
cio de Cicerón, Lepido el de su hermano Paulo, y
resolver introducirse secretamente en casa de César,
Antonio el de Lucio César, que era tío suyo de par-
y dándose á sí mismo muerte ante el ara, concitar
te de madre. Hasta este punto la ira y el furor les
contra él la ira de los dioses; pero le retrajo de esta
hizo perder la razón , no dejando duda de que el
idea el temor de los tormentos, si por accidente le
hombre es la mas cruel de todas las fieras, cuando
echasen mano. Ocurriéronle otros muchos pensa-
á las pasiones se une el poder.
mientos , mudando de dictamen á cada punto, y por
Mientras esto pasaba, Cicerón residía en sus cam- fin volvió á ponerse en manos de sus esclavos para
pos de Túsculo, teniendo en su compañía á su her- que por mar le llevasen á Cayeta, donde tenia p o -
mano. Luego que supieron las proscripciones, deter- sesiones y un asilo excelente en el estío, cuando los
minaron trasladarse á Astur, posesion litoral del vientos etesias soplan dulcemente; habiendo en aquel
mismo Cicerón, y desde alli pasar á la Macedonia mismo sitio un templete de Apolo sobre el mar. L e -
á ponerse al lado de Bruto, porque las voces que vantáronse de este muchos cuervos, que graznando
corrían eran de que se hallaba con fuerzas superio- se dirigieron al barco de Cicerón cuando° le impe-
res. Caminaban en literas muy abatidos con la pesa- lían á tierra con los remos; y colocándose en la an-
dumbre; y parándose en el camino, puestas las lite- tena de una y otra parte, unos graznaban , y otros
ras una en par de la otra, se lamentaban juntos de picoteaban los cabos de las maromas: señal que á
su suerte. El mas desalentado era Quinto, á quien todos pareció funesta. Saltó pues en tierra Cicerón,
afligía ademas la idea de la falta de prevenciones; y marchando á la quinta se acostó para descansar.
porque no habia tenido tiempo para tomar nada en Muchos d e los cuervos se posaron en la ventana
casa; y aun Cicerón era bien poco lo que consigo graznando desconcertadamente; y uno de ellos, ba-
llevaba. Parecióles pues que seria lo mejor apresurar jándose al lecho donde Cicerón reposaba con la c a -
Cicerón su fuga, y que Quinto se volviese para p r o - beza cubierta, le desatapó la cara, retirando suave-
464 CICERON, ciceron. 46 f
mente la ropa con el pico. Los esclavos que esto se hallaba Antonio celebrando los comicios consula-
vieron tuvieron á menos el ser tranquilos espectado- res, y al oír la relación y verlos, exclamó: ¡ahora
res de la muerte de su señor, y que una fiera le die- que no haya mas proscripciones! y la cabeza y las
ra auxilio, y cuidara de él cuando injustamente era manos las hizo poner sobre lo que formaba barandi-
maltratado, y ellos no hiciesen nada para salvarle; lla en la tribuna: ¡espectáculo terrible para los R o -
por lo que ya rogándole, y y a poniéndole por fuer- manos ! en el que no tanto era el rostro de Cicerón
za en la litera, volvieron á conducirle hácia el mar. lo que veian, como la imagen del ánimo de A n t o -
Llegaron en esto los matadores, que eran el Cen- nio ; el cual tuvo sin embargo en estos sucesos un
turión Herenio y el Tribuno Popilio, á quien ha- sentimiento laudable, que fue el de haber hecho e n -
bia defendido Cicerón en causa de parricidio, tra- trega del liberto Filologo á Pomponia, muger de
Quinto. Esta, luego que le tuvo en su poder, ade-
yendo consigo algunos ministros. Como hubiesen en-
mas de otros castigos con que le atormentó, le fue
contrado cerradas las puertas, las quebrantaron; y
cortando poco á poco las carnes, las asó, y se las
no encontrando á Cicerón, ni dándoles noticia n i n -
hizo comer: porque asi es como lo refieren algunos
guna de él los que allí habían quedado, se refiere que
historiadores; aunque el liberto del mismo Cicerón
un mozuelo, educado por Cicerón en las letras y
Tirón ni memoria siquiera hace de la traición de F i -
ciencias liberales, y que era liberto de su hermano lologo. Se me ha asegurado que algún tiempo des-
Quinto, llamado Filologo, dijo al Tribuno que la pues, entrando César en la habitación de uno de sus
litera marchaba por las calles sombreadas con árbo- nietos, lo encontró con un libro de Cicerón en la
les hácia el mar; con lo que el Tribuno dio á c o r - mano, y que asustado trató de ocultarle debajo de
rer á tomar la salida; pero sintiendo á este tiempo la ropa; que advertido esto por César, le t o m ó , y
Cicerón que Herencio se acercaba corriendo por el habiendo leído en pie una gran parte de é l , se le vol-
camino que llevaba, mandó á los esclavos que para- vió á aquel joven, diciéndole: varón docto, hijo mío,
sen alli la litera. Entonces llevándose, como lo t e - varón d o c t o , y muy amante de su patria. Poco mas
nia de costumbre, la mano izquierda á la barba, mi- adelante venció César á Antonio, y siendo Cónsul,
ró de hito en hito á los matadores, teniendo el c a - nombró por su colega al hijo de Cicerón; en cuyo
bello crecido y desgreñado, y muy demudado el consulado hizo el Senado quitar las estatuas de A n -
semblante con la demasiada agitación y angustia, de tonio , anuló todos los honores que se le habían con-
manera que los mas se cubrieron el rostro al ir H e - cedido, y decretó que en adelante ninguno de la fa-
renio á darle el golpe fatal; y se le dió habiendo milia de los Antonios pudiera tener el nombre de
alargado el mismo Cicerón el cuello desde la litera. Marco. Por este medio parece que una superior p r o -
Tenia entonces la edad de sesenta y cuatro años. C o r - videncia reservó para la casa de Cicerón el fin del
tóle por orden de Antonio la cabeza y las manos castigo de Antonio.
con que habia escrito las Filípicas: porque Cicerón
intituló Filipicas las oraciones que escribió contra
Antonio; y hasta el dia de h o y aquellas oraciones •Ü- ) iJ,';;;:. 91? "> %-up O t w e r t* • ¡
conservan este nombre.
—4'i r'ij .J '
Cuando estos miembros fueron traídos á Roma.
tomo IV. gg
COMP. DE DEMÓSTENES Y CICERON. 467
»»cura; especialmente cuando filósofos muy afama-
COMPARACION DE DEMÓSTENES Y CICERON.
» d o s ponen la felicidad- en el placer." Dícese que
' ' > • - ' - - ^
acusando Catón á Murena, le defendió Cicerón sien-
Acerca de Demóstenes y Cicerón lo que dejamo9 do Cónsul; que por mortificar á Catón, satirizó lar-
escrito es cuanto ha llegado á nuestro conocimiento gamente la secta Estoica, á causa de sus proposicio-
que sea digno de memoria, y aunque no es nuestro nes sentenciosas, llamadas paradojas, cansando esto
ánimo entrar en la comparación de la facultad de gran risa en el auditorio, y aun en los jueces^ y que
decir del uno y del otro, nos parece no debe pa- Catón sonriéndose dijo sin alterarse á los circuns-
sarse en silencio que Demóstenes cuanto talento t u - tantes: ¡qué ridículo Cónsul tenemos, ciudadanos!
v o , recibido de la naturaleza y acrecentado con el Parece que Cicerón era naturalmente formado pa-
ejercicio, todo lo empleó en la oratoria: llegando á ra las burlas y los chistes, y que su semblante mis-
exceder en energía y vehemencia á todos los que com- mo era festivo y risueño; cuando en el de Demós-
pitieron con él en la tribuna y en el f o r o ; en grave- tenes estaba pintada siempre la severidad y la m e -
dad y decoro á los que cultivaron el género demos- ditación ; á las que entregado una vez, no le fue ya
trativo, y en diligencia y arte á todos los sofistas. dado mudar: por lo que sus enemigos, como dice
Mas Cicerón, hombre muy instruido, y que á fuer- él mismo , le llamaban molesto é intratable.
za de estudio sobresalió en toda clase de estilos, no También se ve en sus escritos que el uno no t o -
solo nos ha dejado muchos tratados filosóficos al m o - caba en las alabanzas propias sino con tiento y sin
d o de la escuela Académica, sino que aun.en las fastidio, y solo cuando podia convenir para otro fin
oraciones escritas para las causas y las contiendas del importante, siendo fuera de este caso reservado y
foro se ve claro su deseo de ostentar erudición. Pue- modesto; pero el desmedido amor propio de C i c e -
den también deducirse las costumbres de uno y otro rón de hablar siempre de sí mismo descubre una
de sus mismas oraciones: porque Demóstenes, aspi- insaciable ansia de gloria: como cuando d i j o :
rando á la vehemencia y á la gravedad, fuera de t o - Cedan las armas á la docta toga,
da brillantez y lejos de chistes, no olia al aceite, Y el laurel triunfal á la elocuencia.
como le motejó Piteas, sino que de lo que daba i n - Finalmente no solo celebra sus propios hechos, sino
dicio era de beber mucha agua; de poner sumo tra- aun las oraciones que ha pronunciado ó escrito, c o -
bajo , y de austeridad y acrimonia en su conducta; m o si su objeto fuese competir juvenilmente con los
y Cicerón, inclinado á ser gracioso y decidor hasta oradores Isócrates y Anaxímenes; y no atraer y d i -
hacerse juglar, usando muchas veces de ironía en los rigir al pueblo Romano,
negocios que pedían diligencia y estudio, y emplean- Grave y altivo, poderoso en armas,
d o en las causas Jos chistes, sin atender á otra c o - Y á sus contrarios iracundo y fiero.
sa que á sacar partido con ellos, solía desentender- E s verdad que en los que han de gobernar se nece-f
se del decoro: como en la defensa de Celio, en la sita la elocuencia; pero deleitarse en ella, y saborear
que dijo: »»no ser extraño que entre tanta opulen- la gloria que procura, no es de ánimos elevados y
»»ciay lujo se entregara á los placeres: porque no grandes. En esta parte se condujo con mas decoro y
» participar de lo que se tiene á la mano es una l o - dignidad Demóstenes; auien decía que su habilidad
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468 COMP. DE DEMÓSTENES Y CICERON, COMP. DE DEMÓSTENES Y CICERON«, 469
no era mas que una práctica, pendiente aun de la be- cuencia, escribiendo secretamente oraciones para
nevolencia de los oyentes; y que tenia por ilibera- Formion y Apolodoro en negocio en que eran c o n -
les y humildes, como lo son en efecto, á los que en trarios ; y le desacredita por haber percibido dine-
ella se vanaglorian. ro del R e y , y por haber sido condenado á causa de
La habilidad para hablar en público é influir por lo ocurrido con Harpalo. Cuando quisiéramos decir
este medio en el gobierno fue igual en ambos, has- que todo esto fue inventado por los que escribieron
ta el extremo de acudir á valerse de ellos los que contra é l , que no fueron pocos, todavía no tendría-
eran arbitros en las armas y en los ejércitos: como mos medio ninguno para hacer creer que no habia
de Demóstenes, Cares, Diopeites y Leostenes; y visto con ojos codiciosos los presentes que por o b -
de Cicerón, Pompeyo- y César Octavio, como este sequio y honor le hacían los reyes; ni esto era tam-
lo reconoció en sus Comentarios á Agripa y Mece- poco de esperar de quien daba á logro sobre el c o -
nas. Por lo que hace á lo que mas descubre y saca á mercio marítimo; pero en cuanto á Cicerón ya t e -
la luz la índole y las costumbres de cada uno, que nemos dicho que habiéndole hecho ofertas y rue-
es la autoridad y el mando, porque pone en movi- gos para que recibiese presentes, los Sicilianos cuan-
miento todas las pasiones, y da ocasioná que se ma- do fue E d i l , el R e y de Capadocia cuando estuvo de
nifiesten todos los vicios, á Demóstenes no le cupo Proconsul, y sus amigos al salir á su destierro, los
nada de esto, ni tuvo en que dar muestra de sí, no resistió y repugnó en todas estas ocasiones.
habiendo obtenido cargo ninguno de algún viso, c o - De los destierros, el del uno fue ignominioso,
mo que ni siquiera fue uno de los caudillos del ejér- teniendo que ausentarse por usurpación de caudales;
cito que él mismo hizo levantar contra Filípo. Mas y el del otro fue muy honroso, habiéndosele atraí-
Cicerón fue de Cuestor á la Sicilia y de Proconsul do por haber cortado los vuelos á hombres malva-
á la Capadocia; y en un tiempo en que la codicia d o s , peste de su patria: asi del uno nadie hizo m e -
andaba desmandada, y estaba recibido que los que moria des pues de su partida; y por el otro mudó el
iban de generales y caudillos, ya que el hurtar fue- Senado de vestido, hizo duelo público, y resolvió
ra mal visto, se ejercitasen en saquear, no vitupe- que no se diese cuenta de negocio ninguno hasta ha-
rando por tanto el que tomasen, sino mereciendo berse decretado la vuelta de Cicerón. Mas por otra
gracias el que lo ejecutaba con moderación; dió ilus- parte este en el destierro nada hizo, pasándolo tran-
tres pruebas de su desinteres y desprendimiento, y quilamente en Macedonia; pero para Demóstenes el
también de su mansedumbre y probidad. En Roma destierro vino á hacerse una de las mas ¡lustres é p o -
mismo siendo Cónsul en el nombre, pero ejercien- cas de su carrera política; porque trabajando en
d o en I? realidad autoridad de Emperador y Dicta- unión con los Griegos, como hemos d i c h o , y ha-
dor con motivo de la conjuración de Catilina, hizo ciendo despedir á los legados de los Macedonios,
verdadera la profecía de Platón de que tendrian las recorrió las ciudades, mostrándose en un infortu-
.ciudades tregua en sus males, cuando por una feliz nio igual mejor ciudadano que Temístocles y A l -
casualidad un grande poder y una consumada pru- cibiades. Restituido que fue volvió á su antiguo e m -
dencia concurriesen en uno con la justicia. La fama peño , y perseveró haciendo la guerra á Antipatro y
culpa á Demóstenes de haber hecho venal la e l o - los Macedonios. Mas á Cicerón le echó en cara L e -
47° COMP. DE DEWÓÍTEKE5 Y CICERON. '
lio en el Senado que pretendiendo César se le per-
mitiese contra ley pedir el Consulado, cuando toda-
vía no tenia barba, se estuvo sentado sin hablar pa-
labra ; y Bruto le escribió increpándole de que ha-
bía fomentado y criado una tiranía mayor y mas pe-
sada que la que ellos habían destruido.
Ultimamente eh cuanto á la muerte , bien era de
compadecer un hombre anciano, llevado, á causa de
su cobardía, de acá para allá por 'sus esclavos, á efec-
to de esconderse y huir de una muerte, que por la
naturaleza no podia menos de amenazarle de ceroa,
y muerto al cabo lastimosamente á manos de asesi-
nos ; pero en el o t r o , aunque se hubiese abatido un
poco al ruego, siempre es laudable la prevención y
conservación del veneno, y mas laudable el uso; p o r -
que no prestándole asilo el D i o s , c o m o quien se a c o -
ge á mejor ara, se sustrajo á sí mismo de las armas y
las manos de los satélites, burlándose de la crueldad
de Antipatro.

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