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COLECCION DIVULGACION JURIDICA Las GARANTIAS CONSTITUCIONALES DEL PRoOcESO PENAL FausTINO CoRDON MorENO Catedratico de Derecho Procesal Abogado ARANZADI EDITORIAL © Faustino Cordén Moreno - 1999 © Editorial Aranzadi, SA Editorial Aranzadi, SA Ctra. de Aoiz, km 3,5 31486 Elcano (Navarra) Imprime: Talleres de Editorial Aranzadi, SA Carretera de Aoiz, kilometro 3,5 31486 Elcano (Navarra) Depésito Legal: NA 2884/1999 ISBN 84-8410-414-1 Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicacién no puede ser reproducido, ni en todo ni en parte, ni transmitido, ni registrado por ningdn sistema de recuperacin de informacion, en ninguna forma ni por ningtin me- dio, sin el permiso previo, por escrito, de Editorial Aranzadi, SA. IV La presuncién de inocencia A) Conforme a una consolidada jurisprudencia (del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo), la garan- tia de la presuncién de inocencia, que constituye «uno de los principios cardinales del ius puniendi contemporaneo» (STC 123/1997, de 1 de julio), se asienta en dos ideas esen- ciales: de un lado, el principio de libre valoracién de la prueba en el proceso penal, que corresponde efectuar a los Jueces y Tribunales, y de otro, que la sentencia condenatoria se fundamente en auténticos actos de prueba y que la activi- dad probatoria sea suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sdlo del hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en é1 tuvo el acusado y asi desvirtuar la presuncién (STC 201/1989, de 30 de no- viembre). Afecta a todas las personas, sean espafioles 0 ex- tranjeros (STS 23 de septiembre de 1989) y se extiende a todos los 4mbitos jurisdiccionales, siempre que se apliquen normas punitivas 0 sancionadoras (STS 7 de enero de 1992) y, por lo tanto, de manera especial al proceso penal. EI TC ha resaltado el alcance de este derecho fundamen- tal en nuestro ordenamiento: «Lo esencial del proceso penal propio de un Estado democratico no es sdlo que el conflicto lo resuelva un juez imparcial a través de un didlogo iguali- tario, racional e informado entre las partes enfrentadas, sino también el que ese juez, al tomar su decision, parta de la presuncién de la inocencia del acusado como regla de juicio. Esta regla niega, por de pronto, que el acusado Ilegue al juicio con una conducta indefinida respecto a su culpabili- 155 dad penal que el Juez haya de concretar en funcién de los argumentos que resulten mas abundantes o mas convincen- tes. El acusado Hega al juicio como inocente y sdlo puede salir de él como culpable si aquella condicion de inocente resulta plenamente desvirtuada por el Juez a partir de las pruebas aportadas por la acusacidn. Como senalabamos en la STC 81/1998, y recordabamos recientemente en las SSTC 189/1998, de 28 de septiembre y 220/1998, de 16 de noviem- bre, la presunci6n de inocencia, en su vertiente de regla de juicio (...) opera, en el Ambito de la jurisdiccién ordinaria, como el derecho del acusado a no sufrir una condena a me- nos que la culpabilidad haya quedado establecida mas alld de toda duda razonable» (voto particular del Magistrado Viver a la STC 136/1999, de 20 de julio). B) Esta misma jurisprudencia ha configurado los prin- cipios basicos sobre los que esta garantia se asienta: a) Para que pueda aceptarse el derecho a la presuncién de inocencia es necesario que de lo actuado en la instancia se aprecie un vacio 0 una notable insuficiencia probatoria, debido a la ausencia de pruebas, a que las practicadas hayan sido obtenidas ilegitimamente o a que el razonamiento de inferencia sea ostensiblemente absurdo o arbitrario. Por el contrario, el mismo debe decaer cuando existan pruebas, bien directas 0 de cargo, bien simplemente indiciarias, con suficiente fiabilidad inculpatoria En consecuencia, se exige que la condena venga fundada en pruebas licitamente obtenidas y practicadas con las debi- das garantias procesales, que contengan elementos inculpa- torios suficientes respecto a la participacion del acusado en los hechos delictivos enjuiciados (STC 84/1990, de 4 de mayo), correspondiendo al TC la facultad de revisar, a tra- vés del recurso de amparo constitucional, si en el proceso concreto ha existido o no esa actividad probatoria. Como dicen las SSTC 189 y 220/1998, cabe «constatar una vulnera- cion del derecho a la presuncién de inocencia cuando no haya pruebas de cargo validas, es decir, cuando los érganos judiciales hayan valorado una actividad probatoria lesiva de otros derechos fundamentales o carente de garantias, 0 156 cuando no se motive el resultado de dicha valoracién 0, fi- nalmente, cuando por ilégico o insuficiente no sea razonable el iter discursivo que conduce de la prueba al hecho proba- do». Constatada la existencia de la misma, su valoracién y, por lo tanto, su incidencia sobre la condena o la absolucién, corresponde de manera exclusiva a los Tribunales ordina- rios, que la ejercen libremente con la sola obligacién de ra- zonar el resultado de dicha valoracién (SSTC 76/1990, 138/ 1992, 102/1994); sin que corresponda al TC la funcién de volver a valorar la prueba y de cotejar sus conclusiones con las alcanzadas por los érganos judiciales» (STC 220/1998, de 16 de noviembre). B) Es doctrina consolidada del Tribunal Constitucional que medios de prueba de cargo vaélidos para desvirtuar la presuncion de inocencia son los practicados en el juicio oral, «pues el procedimiento probatorio ha de tener lugar necesa- riamente en el debate contradictorio que, en forma oral, se desarrolla ante el mismo Juez o Tribunal que ha de dictar sentencia, de suerte que la conviccién de éste sobre los he- chos enjuiciados se alcance en contacto directo con los me- dios aportados a tal fin por las partes» (STC 40/1997, de 27 de febrero); aunque, como veremos, también puede tener esa eficacia la prueba anticipada o preconstituida, practi- cada con las debidas garantias y traida al juicio oral (STC 124/1990, de 2 de julio). C) Aparte de los medios de prueba tradicionales, se consideran también medios aptos para desvirtuar la presun- cién de inocencia: a) Las declaraciones de los coencausados inculpando a otro, siempre que se estime que no obedecen a una razén bastarda ni a intencién de propia exculpacién (SSTS 12 de diciembre de 1989, 17 de enero 7 de marzo y 18 de junio de 1990) aunque corresponde al Tribunal penal valorar su credibilidad (STS 30 de noviembre de 1989). Aunque el Tri- bunal Constitucional ha limitado el valor de tales declara- ciones porque el acusado, a diferencia del testigo, no sdlo 157 no tiene obligacién de decir la verdad, sino que puede callar total o parcialmente o incluso mentir en virtud de los dere- chos a no declarar contra sf mismo y a no declararse culpa- ble reconocidos en el artfculo 24.2 CE y que son garantias instrumentales del mds amplio derecho a la defensa. Es por ello por lo que la declaracion incriminatoria del coimputado carece de consistencia plena como prueba de cargo cuando siendo tunica, no resulta minimamente corroborada por otras pruebas en contra del recurrente. Asi pues, a la vista de los condicionantes que afectan al coimputado de someti- miento a un proceso penal y de ausencia de un deber de veracidad, el umbral mfnimo que da paso al campo de libre valoracién judicial de la prueba practicada esta conformado en tales supuestos por la adicién a las declaraciones del coimputado de algtin dato que corrobore minimamente su contenido. Antes de este minimo no puede hablarse de base probatoria suficiente o de inferencia suficientemente sdlida o consistente desde la perspectiva constitucional que de- marca la presuncidn de inocencia (SSTC 153/1997, de 29 de septiembre y 115/1998, de 11 de junio). b) Las pruebas de alcoholemia y las encaminadas a de- tectar otras sustancias estupefacientes, no alcanzando la presuncion de inocencia a la facultad de sustraerse a las dili- gencias encaminadas a su practica. Tales pruebas «no cons- tituyen actuaciones encaminadas a obtener del sujeto el re- conocimiento de determinados hechos o su interpretacion 0 valoracion de los mismos, sino simples pericias de resultado incierto que... no pueden catalogarse como obligaciones de autoincriminarse, es decir, como aportaciones 0 contribucio- nes del sujeto que sostengan o puedan sostener directa- mente su propia imputacion penal» (STC 161/1997, de 2 de octubre). c) La prueba de indicios, siempre que no se trate de meras sospechas 0 conjeturas y, ademas, concurra un dato objetivo, el hecho base, que esté suficientemente acreditado, para de él realizar la inferencia logica que lleve al hecho consecuencia, ello de modo racional, coherente y légico, y no de manera arbitraria (STS 27 de noviembre de 1989, que cita la STC 1 de octubre de 1987; también las SSTC 94 y 111/ 158 1990, de 23 de mayo y 18 de junio); debiendo entenderse la racionalidad «no como mero mecanismo o automatismo, sino comprensi6n razonable de la realidad normalmente vi- vida y apreciada conforme a los criterios colectivos vigen- tes» (STC 169/1986). En definitiva, la sentencia ha de conte- ner no sdlo las conclusiones obtenidas, sino también los elementos de prueba que conducen a las mismas, y el iter mental que ha Ilevado a entender probados los hechos cons- titutivos de delito, a fin de que pueda enjuiciarse la raciona- lidad y coherencia del proceso mental seguido (STC 24/ 1997, de 11 de febrero). Los criterios jurisprudenciales establecidos para distin- guir entre pruebas indiciarias capaces de enervar la presun- cin de inocencia y las simples sospechas, se apoyan en que la prueba indiciaria ha de partir de hechos plenamente pro- bados. Los hechos constitutivos de delito deben deducirse de esos indicios a través de un proceso mental razonado y de acuerdo con las reglas del criterio humano, explicitado en la sentencia condenatoria, y los contraindicios, tales como declaraciones falsas 0 coartadas poco convincentes, constituyen un dato que el juzgador debera aceptar o recha- zar razonadamente (cfr. SSTC 24 y 45/1997, de 11 de febrero y 11 de marzo, respectivamente). D) En cambio, por no tener la consideracién de prue- bas, se excluyen: a) El atestado policial que, no obstante ser un elemento importante tanto en la fase sumarial como en la interpreta- cién y articulacion logica de las pruebas practicadas en el juicio oral, sdlo tiene el valor de denuncia (STC 182/1989, de 3 de noviembre). Aunque, excepcionalmente, puede ad- mitirse un cierto valor de prueba (anticipada) a tales actua- ciones policiales en estos casos: a) cuando tengan por objeto la mera constataci6n de datos objetivos (fotografias, croquis, resultados de pruebas alcoholométricas, etc.), siempre que tales datos sean introducidos en el juicio oral como prueba documental, a fin de posibilitar la efectiva contradiccién de las partes; y b) cuando sean irrepetibles en el juicio oral y sean ratificadas en el mismo, no bastando con su mera re- 159 produccién, 0 bien que sean complementadas en el mismo juicio oral con la declaracién del policia, como testigo de referencia, que intervino en el atestado (cfr. SSTC 153 y 173/ 1997, de 29 de septiembre y 14 de octubre, respectivamente). b) Las diligencias sumariales (STC 10/1992, de 16 de enero), aunque, como veiamos anteriormente, no siempre puede negarse toda eficacia probatoria a las mismas para desvirtuar la presunci6n de inocencia. La jurisprudencia constitucional ha sefialado como requisitos para su validez probatoria los siguientes: debe tratarse de actuaciones, en principio, no reproducibles en el juicio oral, intervenidas por la autoridad judicial con garantia de contradiccion, y repetidas como prueba en el juicio oral mediante la lectura efectiva de los documentos que acreditan su contenido (STC 115/1998, de 1 de junio). Igualmente ha destacado que la lectura de las declaraciones que no es prueba documental, sino documentada 0 con reflejo documental, debe hacerse no como una simple formula retérica o de estilo, sino en condiciones que permitan a las partes someterlas a contra- diccion, evitando el formalismo de frecuente uso forense, por lo que no basta con que se de por reproducida en el juicio oral (STC 153/1997, de 29 de septiembre). ce) Y, en definitiva, cuando los indicios excluyen el he- cho que del mismo se hace derivar o no excluyendo el he- cho, tampoco conducen a él o sdlo lo hacen de un modo «no convincente, por excesivamente abierto, débil o indeter- minado» (SSTC 189, de 28 de septiembre y 220/1998, de 16 de noviembre). Asi la jurisprudencia del TC ha catalogado como inferencia no concluyente y contraria, por tanto, al derecho a la presuncién de inocencia, «la sola tenencia de instrumentos idéneos para ejecutar un delito de robo con su especial destino a tal ejecucidn» (STC 105/1988, de 11 de junio); la que concluye la intervenci6n de una persona en un hecho punible a partir tinicamente de la apreciacién de que tuvo la ocasi6n de cometerlo 0 de que estaba en pose- sién de medios aptos para su comisi6n o por simples sospe- chas 0 conjeturas (STC 283/1994, de 24 de octubre); la que une la sola posesién de unos pajaros con el robo de los mis- mos (STC 24/1997, de 11 de febrero); o la sola titularidad 160 de una embarcacién utilizada para una conducta ilegal de pesca con la autoria de dicha conducta (STC 45/1997, de 11 de marzo); o la que concluye la participacién del acusado en una operacién de trafico de drogas a partir del unico dato del acompafamiento al aeropuerto de quien iba alli a recoger la droga (STC 157/1998, de 13 de julio). E) Por lo demas, es doctrina undnime que la carga de la prueba valida para desvirtuar la presunci6n de inocencia corresponde exclusivamente a las partes acusadoras y no a la defensa (STC 182/1989, de 3 de noviembre). La presun- cién de inocencia queda circunscrita a los hechos y a la auto- ria o participacién en aquéllos, excluyéndose de su ambito los juicios de valor y elementos subjetivos del delito (STC 254/1988, de 21 de diciembre), asi como las valoraciones o calificaciones juridicas (SSTS 12 de febrero y 25 de junio de 1990), por lo que su aplicacion resulta practicamente impo- sible, 0 es excepcional, en los delitos culposos y, especial- mente, en los cometidos con vehiculo de motor, en los que los hechos y la participacién en ellos no suele ofrecer duda (SSTS 15 de enero y 28 de junio de 1990). F) En cualquier caso, el derecho a la presuncidn de ino- cencia «no puede ser invocado con éxito para cubrir cada episodio, vicisitud, hecho o elemento debatido en el proceso penal, o parcialmente integrante de la resolucién final que le ponga término, esto es, no permite desmenuzar o diluci- dar cada elemento probatorio, sino que ha de merecer una consideracién global para puntualizar, en cada caso, si ese derecho fue o no respetado concretamente en la decision final condenatoria, pero tomando en cuenta el conjunto de la actividad jurisdiccional» (STC 181/1998, de 17 de sep- tiembre). 6-Las Garantias Constitucionales 161

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