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Ensayo

“Problemática de la justicia indígena y ordinaria en el contexto panameño, a partir


del análisis de la sentencia de la Corte Constitucional Ecuatoriana en la que
establece límites a la justica ancestral, relacionadas al caso “La Cocha”.

La convivencia de diferentes órdenes jurídicos que tienen valores culturales y


religiosos diferentes implica enormes desafíos para la sociedad y el Estado. En los
órdenes jurídicos plurales, surgen conflictos sobre la jurisdicción de los respectivos
órganos y sobre la aplicación de derecho, entre los ordenamientos jurídicos que
representan el derecho estatal centralizado en la justicia ordinaria y por otro lado,
aquellos que responden a un derecho ancestral, apegados a su costumbres como
forma de resolver sus conflictos internos. Este tipo de justicia tradicional, alejada
de toda fuente de derecho de las ciencias jurídicas corresponde a las comunidades
indígenas o autóctonas de cada país. Ejemplo de este pluralismo jurídico, es el
caso de homicidio de la Comunidad Indígena de “La Cocha”. Dicho caso merece un
análisis profundo a fin de determinar y comprender la práctica del pluralismo
jurídico dentro de un Estado Constitucional de Derechos y Justicia como el
panameño, razón por la cual, la elaboración de este ensayo tiene como título
“Problemática de la justicia indígena y ordinaria en el contexto panameño, a partir
de la sentencia de la Corte Constitucional Ecuatoriana en la que establece límites a
la justicia ancestral, relacionadas al caso “La Cocha”. El mismo se desarrollara
tomando como base teórica, además de la sentencia, ya mencionada, el Código
Procesal Penal y la Constitución política de Panamá en lo que respecta al tema del
pluralismo jurídico dentro del ámbito nacional.

Antes de entrar en materia procesal penal y constitucional a fin de relacionar “la


Cocha” con el derecho panameño, es importante conocer los antecedentes
jurídicos que dieron lugar a este caso, el cual, trata sobre el homicidio de un
miembro de la comunidad indígena de la Cocha ocurrido el 09 de mayo del 2010,
en la Parroquia Zumbahua, Cantón Pujulí, Provincia de Cotopaxi, donde se
produjo la muerte de Marco Antonio Olivo Pallo, donde las autoridades indígenas
de la Comunidad de “La Cocha”, por petición de los familiares de la víctima y de las
autoridades de Guantopolo, asumen el juzgamiento del caso y se instalan en
Asamblea General. Durante la etapa de investigación, los responsables de dicho
delito son identificados, recibiendo su respectiva sanción y acorde a las tradiciones
indígenas. Por otro lado, El señor Víctor Manuel Olivo Palio, hermano del señor
Marco Olivo Palio, presentó acción extraordinaria de protección en contra de las
decisiones de justicia indígena adoptadas el 16 y 23 de mayo de 2010, con relación
al asesinato de su hermano, razón por la cual, el Fiscal General del Estado, por
solicitud del Ministro de Justicia, ingreso arbitrariamente a la comunidad indígena,
a fin de aprender a los involucrados en este crimen, los cuales posteriormente
fueron liberados por la Corte de Justicia de Latacunga, por un “amparo de libertad”
interpuesto bajo los siguientes argumentos jurídicos:

 Que no se habían vulnerado derechos constitucionales, tanto en ejercicio


de la administración de justicia indígena por parte de la Asamblea
Comunitaria de la Cocha, como tampoco por parte del Ministerio Público y
la judicatura penal ordinaria.
 Que la Asamblea General Comunitaria del Pueblo Kichwa Panzaleo es la
autoridad de justicia indígena habilitada y competente para resolver los
conflictos internos en sus territorios.
 Que la Asamblea General Comunitaria del pueblo Kichwa Panzaleo, cuando
conoció este caso de muerte, no resolvió respecto de la protección del bien
jurídico vida como fin en sí mismo, sino en función de los efectos sociales y
culturales que esta muerte provocó en la comunidad estableciendo diversos
niveles de responsabilidad que son distribuidos, en distinto grado, entre los
directamente responsables y sus respectivas familias, mientras que por su
lado, el ministerio público y la justicia penal ordinaria actuaron bajo la
obligación constitucional y legal de investigar y juzgar, respectivamente, la
responsabilidad individual de los presuntos implicados en la muerte, por lo
que esta Corte declara que no se ha configurado el non bis in ídem o doble
juzgamiento.
 De conformidad con los artículos 11 numeral 8 y 436 numerales 1 y 6 de la
Constitución de la República ecuatoriana, La jurisdicción y competencia
para conocer, resolver y sancionar los casos que atentan contra la vida de
toda persona, es facultad exclusiva y excluyente del sistema de Derecho
Penal Ordinario, aun en los casos en que los presuntos involucrados y los
presuntos responsables sean ciudadanos pertenecientes a comunidades,
pueblos y nacionalidades indígenas, así los hechos ocurran dentro de una
comunidad, pueblo o nacionalidad indígena. La administración de justicia
indígena conserva su jurisdicción para conocer y dar solución a los
conflictos internos que se producen entre sus miembros dentro de su
ámbito territorial y que afecten sus valores comunitarios.
 Las autoridades de la justicia penal ordinaria, en el procesamiento y
resolución de casos penales que involucren a ciudadanos indígenas,
aplicarán lo establecido en el Convenio 169 de la OIT.

Una vez planteado los argumentos que mejor describen este caso, es importante
también conocer las fuentes de derecho que dieron lugar, a que el peor hecho
delictivo, como lo es la muerte de un ser humano quede impune, producto de las
normas constitucionales que protegen el derecho consuetudinario en Ecuador, por
lo tanto, la defensa de los implicados en este delito encuentra sustento jurídico en
el artículo 171 de la Constitución Política del Ecuador, el artículo 343 del Código
Orgánico de la Función Judicial y el Convenio 169 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT). En relación a ello, el artículo 171 establece:

Las autoridades de las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas


ejercerán funciones jurisdiccionales, con base en sus tradiciones
ancestrales y su derecho propio, dentro de su ámbito territorial, con
garantía de participación y decisión de las mujeres. Las autoridades
aplicarán normas y procedimientos propios para la solución de sus
conflictos internos, y que no sean contrarios a la Constitución y a los
derechos humanos reconocidos en instrumentos internacionales. El
Estado garantizará que las decisiones de la jurisdicción indígena sean
respetadas por las instituciones y autoridades públicas. Dichas decisiones
estarán sujetas al control de constitucionalidad. La ley establecerá los
mecanismos de coordinación y cooperación entre la jurisdicción indígena
y la jurisdicción ordinaria.

Por otra lado, el Código Orgánico de la Función Judicial del Ecuador, en sus
artículo 343, letra C, plantea que “Lo actuado por las autoridades de la Justicia
Indígena no podrá ser Juzgado ni revisado por los Jueces y Juezas de la Función
Judicial ni por autoridad administrativa alguna, en ningún Estado de las Causas
puestas a su conocimiento, sin perjuicio del control Constitucional”.

Respecto al Convenio 169, articulo 8 de la OIT, en la parte relativa a los derechos


que asisten a los pueblos para la conservación de sus formas de organización y
ejercicio de su autoridad. El numeral 2 del indicado artículo establece que: "Dichos
pueblos deberán tener el derecho de conservar sus costumbres e instituciones
propias, siempre que estas no sean incompatibles con los derechos fundamentales
definidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos. Siempre que sea necesario, deberán establecerse
procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir en la aplicación de
este principio". Por su parte, el numeral 1 del artículo 9 del mencionado Convenio
establece que: "En la medida que ello sea compatible con el sistema jurídico
nacional y con los derechos humanos internacionalmente reconocidos, deberán
respetarse los métodos a los que los pueblos interesados recurren tradicionalmente
para la represión de los delitos cometidos por sus miembros".
Descrito los antecedentes y el sustento jurídico que caracterizaron el caso “La
Cocha”, como un ejemplo de pluralismo jurídico, es necesario reconocer su
aplicabilidad dentro del contexto constitucional y procesal penal de la nación. En
esta misma línea de pensamiento, la Constitución Política manifiesta en su artículo
4 “La República de Panamá acata las normas del Derecho Internacional”.
Siguiendo este mismo orden de ideas, López (2002) señala que, Panamá ha
desarrollado en realidad una muy variada legislación en la materia, a pesar de que
su Constitución, en contraste con la de otros países, no contiene necesariamente
los grandes avances de las últimas dos décadas. Asimismo, Panamá no ha
ratificado aún el Convenio Núm. 169 (1989) de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT, si bien allí continúa vigente el anterior Convenio Núm. 107 (1957). El
artículo 8 del Convenio Núm. 107 posibilita a los pueblos indígenas aplicar su
derecho en la resolución de sus conflictos sociales, por ende, a imponer sanciones
de acuerdo con su costumbre. Cuando estos pueblos, mediante su control social,
no encuentran procedimientos adecuados para la solución de sus problemas, los
jueces deben tomar en cuenta su costumbre, lo que significa que tienen que
basarse en la cosmovisión indígena. Agrega López (2002), además del Convenio
Núm. 107 de la OIT, Panamá ha adoptado otros instrumentos internacionales que,
de una y otra forma, protegen los derechos de estos pueblos, como la Declaración
Universal de Derechos Humanos de 1948, instrumento internacional base de
dichos derechos, de la cual el Estado panameño fue uno de los redactores y uno
de los primeros en ratificarla.

También se puede añadir al párrafo anterior el artículo 90 de la Constitución


panameña que establece en materia de derechos indígenas que el Estado reconoce
y respeta la identidad étnica de las comunidades indígenas nacionales, realizará
programas tendientes a desarrollar los valores materiales, sociales y espirituales
propios de cada una de sus culturas y creará una institución para el estudio,
conservación, divulgación de las mismas y de sus lenguas, así como la promoción
del desarrollo integral de dichos grupos humanos.
En relación, al Código procesal Penal los artículos 30, 48, 49 y 236 conforman las
normas jurídicas que definen la administración de justicia los pueblos indígenas. El
artículo 30 del Código Procesal Penal hace referencia a los jueces comarcales y
autoridades tradicionales como los órganos jurisdiccionales que determinan la
Constitución Política y las leyes dentro del territorio o zona indígena. Por su parte
el artículo 48 establece las competencia de los Jueces Comarcales, los cuales
tendrán competencia para conocer de delitos cometidos dentro del territorio de la
comarca, salvo que se trate de delito de homicidio doloso, los delitos que resulten
en la muerte de una persona, los delitos contra la economía nacional, los delitos
relacionados con drogas, los delitos contra la Administración Pública, el terrorismo
y los delitos ejecutados por el crimen organizado. Los Jueces Comarcales
resolverán el proceso con arreglo a las disposiciones de este Código y a las normas
previstas en el Derecho Indígena y en la Carta Orgánica de la respectiva comarca.
En cuanto a su competencia, el artículo 49 del Código en mención, plantea que las
Autoridades Tradicionales Indígenas tendrán competencia para conocer las
conductas sancionadas de acuerdo con el Derecho Indígena y la Carta Orgánica.
La actuación se efectuará conforme a los procedimientos consuetudinarios
comarcales. Finalmente el artículo 236, en lo referente a la colaboración de las
Autoridades Tradicionales Indígenas señala que en los asuntos que sean de
competencia de las Autoridades Tradicionales Indígenas estas podrán, a
prevención, aprehender a las personas, recabar las pruebas necesarias y remitirlas
a la autoridad competente. Las personas implicadas podrán recurrir a una instancia
superior cuando lo consideren Necesario.

Las normas de derecho en asuntos indígenas de Panamá brindan luces para


establecer algunas consideraciones referentes a la relación de los hechos del caso
“La Cocha” con la justicia panameña, partiendo de los convenios o tratados
internacionales en los que está adscrita la República de Panamá y en los cuales es
evidente que tanto la Constitución como el Código Procesal Penal, al igual que
estos convenios reconoce el derecho consuetudinario de los pueblos indígenas
panameño, de conservar y desarrollar sus propias formas de convivencia,
organización social y ejercicio de la autoridad, en sus territorios legalmente
reconocidos por la Constitución y la Ley. Por otro lado, en contraposición de la “La
Cocha” es importante resaltar lo que establece el artículo 48 del Código procesal
penal, el cual establece que los Jueces Comarcales, tendrán competencia para
conocer de delitos cometidos dentro del territorio de la comarca, salvo que se trate
de delito de homicidio doloso, los delitos que resulten en la muerte de una
persona, los delitos contra la economía nacional, los delitos relacionados con
drogas, los delitos contra la Administración Pública, el terrorismo y los delitos
ejecutados por el crimen organizado, lo que significa que los delitos contra la vida
en Panamá son competencia de la justicia ordinaria y por ende merecen una
sanción o cárcel.

De este ensayo, se puede concluir, que el pluralismo jurídico es una realidad en


América Latina. Sin embargo, su reconocimiento formal es un fenómeno reciente
que va de la mano con el creciente reconocimiento constitucional de la variedad
étnica de la población del continente. El caso la “Cocha” estableció los precedentes
de un pluralismo débil gracias a la hegemonía de un único sistema jurídico en
Ecuador. El análisis del caso muestra además la postura y pobre argumentación de
la justicia constitucional para comprender conceptos como la interculturalidad y
hasta el Garantismo que son pilares del nuevo modelo de justica imperantes en el
país. Bien dice Boaventura de Sousa Santos “que el estudio de las relaciones entre
la justicia indígena y la justicia ordinaria no es un estudio de las relaciones entre lo
tradicional y lo moderno. Es más bien un estudio entre dos modernidades rivales,
una indocéntrica y otra eurocéntrica. Ambas son dinámicas y cada una de ellas
tiene reglas propias para adaptarse a lo nuevo, para responder ante las amenazas,
en fin, para reinventarse.” En este sentido, la utopía plurinacional no significa un
paso hacia atrás, sino un camino hacia un futuro más justo y más armónico.
Finalmente la vida se encuentra protegida en un ámbito positivo como derecho
inherente de toda persona y a su vez como una obligación de la sociedad y en
particular del Estado, que es el encargado de garantizarla y protegerla frente a
cualquier posible amenaza por lo que constituye la máxima obligación del Estado
proteger y sancionar todo acto que atente contra la vida, independientemente de
la raza, sexo, religión, comunidad o pueblo indígena.

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