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La construcción de corresponsabilidad desde un marco

de derechos: la educación infantil como centro de la relación


Sandra Nicastro (2009) sostiene que la pregunta: “¿qué significa educar a un niño
pequeño hoy?” tendría que mantenerse en el centro de la propuesta que las instituciones
educativas brinden a las familias. Asimismo, suma la pregunta sobre el significado de la
relación con las familias. Ambas preguntas abrirían un espacio de intercambio y de diálogo.
La pedagoga agrega que este encuentro, además de expresar lo que no hay y lo
que debería hacerse porque falta, también tendría que abrir a nuevas maneras de pensar,
e inaugurar nuevos recorridos, haciendo lugar a ensayos y posibilidades. Estas posibilidades
incluyen sumar al intercambio a las instituciones y vecinos de la comunidad.
Los partícipes de este entramado tienen que contribuir a vigilar, velar, abonar y poner
en práctica una cultura que involucre la participación activa de los adultos en el reconocimiento
y cumplimiento efectivo de los derechos de los niños. En este sentido, resulta
fundamental el compromiso activo de las instituciones de educación infantil en esta tarea.
Se trata de llevar adelante una propuesta que posibilite sumar esfuerzos para promover
acciones que traduzcan los enunciados de estos derechos. La planificación y desarrollo
de actividades especificas destinadas a las familias y las organizaciones de la comunidad
con dicho fin es responsabilidad de los jardines.
Es importante que el fortalecimiento de la relación de las instituciones con las familias
y la comunidad incluya la búsqueda de herramientas, acciones y saberes para contribuir
y favorecer el desarrollo de los niños pequeños. Se trata de un proceso de intercambio
y enriquecimiento recíproco para todos los involucrados.
Relación entre las instituciones, las familias y la comunidad:
un entramado que sostiene la tarea educativa
Criar a niños pequeños no es tarea fácil y requiere de un grupo humano donde poder
sostenerse y de un entramado más amplio que contribuya y apoye las labores de crianza
de los hijos. Ya sea que se trate de los tíos, abuelos, allegados, vecinos, amigos, u organizaciones
pensadas con ese fin. El compromiso de sostén de la crianza de los niños
es una tarea compartida que recae en la comunidad toda. Al mismo tiempo, participar
de modo compartido en dicha tarea sostiene la de cada uno. En este sentido, las prácticas
de crianza no sólo dependen del entorno familiar inmediato, sino del conjunto de
actores sociales e institucionales que comparten las responsabilidades que emanan del cuidado y
educación de los niños. Por ello, se considera importante que las instituciones
educativas se vinculen en un entramado con otras instituciones, familiares y vecinos. No
para el desarrollo de acciones aisladas, sino como parte de la responsabilidad que nos
compete como ciudadanos en el cuidado y educación de la infancia.
Es importante señalar que cuando se hace referencia a la comunidad, hay una tendencia
a pensar en un grupo de personas unidas en función de un conjunto de intereses
en común con representaciones y valores iguales. Sin embargo, es inevitable que se trate
de una relación atravesada todo el tiempo por la tensión y el conflicto dado que se trata
de un intercambio entre personas, grupos, organizaciones, e instituciones diferentes. Las
experiencias y trayectorias de unos y otros se entrecruzan e inciden en las expectativas
sobre el contenido y el sentido de la relación que los vincula. Pensar a la comunidad en
tanto, armonía y ausencia de conflicto, contribuye a ocultar los desacuerdos, las relaciones
de poder y los mecanismos de desigualdad que atraviesan las relaciones sociales.
Cómo se dijo antes, para la conformación de este entramado de sostén, es necesario
que las instituciones educativas tengan un papel activo que incorpore esta tarea como
parte de su propuesta institucional.

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