La física advierte sobre el fin del universo a medida que la entropía se acumule en el tiempo.
Algunos ejemplos cotidianos de entropía son:
La ruptura de un plato. Si entendemos el plato como un sistema
ordenado y equilibrado, con un alto potencial entrópico, veremos que su fragmentación en pedazos es un suceso natural, temporal, que no sucede de manera espontánea en sentido inverso. La descomposición radiactiva. Este proceso, también irreversible, lleva a los átomos inestables y de alta carga entrópica a devenir en versiones de sí mismos mucho más estables (cambiando de elemento). Para ello deben primero liberar al universo grandes cantidades de energía, que es lo que llamamos radiación. La vejez y la muerte. Una realidad inevitable de nuestra existencia lo representa el incremento paulatino de la entropía en el sistema que es nuestro cuerpo humano. Eventualmente, dichos niveles de entropía alcanzan su máximo posible y nuestro cuerpo falla: por su propio desgaste, por enfermedad, por errores cometidos, etc. Y a dichos eventos sobreviene la muerte, el fin de nuestro sistema. El fin del universo. La física contemporánea ha advertido sobre la teoría del fin del universo, a medida que la entropía se vaya acumulando y acumulando en el tiempo, hasta caotizar su funcionamiento y conducir a un cese del movimiento y de la inestabilidad: a la muerte total del universo por la pérdida de calor.