El ácido desoxirribonucleico (ADN) es la macromolécula donde reside la información
genética del individuo, se encuentra formado por compuestos químicos llamados nucleótidos. Un gen, a su vez, es un segmento de ADN que permite la transmisión del material genético a la descendencia, los cuales se localizan dentro de cromosomas y, el conjunto de genes de una especie se denomina genoma. Uno de los hechos más importantes en la historia de la humanidad es el descubrimiento del gen, este es conocido como el idioma con el que Dios creó el mundo, pero ¿cómo se descubrió el ADN y los genes? Todo comenzó en 1816 cuando el monje Gregor Mendel se cuestionó cómo las características de una generación podían ser transmitidas a otra y por qué unos fenotipos son más comunes que otros. Mendel realizó un experimento con plantas, que consistía en cruzar árboles altos y bajos, obteniendo en la segunda generación solo árboles altos; el segundo experimento lo realizó con guisantes amarillos y verdes, obteniendo guisantes amarillos. Estos resultados llevaron a Mendel a concluir que existen factores dominantes y recesivos en lo que hoy en día conocemos como genes. Simultáneamente, el médico Friedrich Miescher trabajó con leucocitos provenientes de vendas cargadas de pus procedentes de un hospital cercano, buscando aislar una sustancia ácida, la cual posteriormente denominó “nucleína”, actualmente conocida como ácido nucleico. Adicionalmente, muchos años después Watson afirmó que había descubierto el secreto de la vida. En 1950 los científicos sabían que los cromosomas portan información genética y sabían que estaban hechos de dos ingredientes proteínas y ácidos nucleicos. Sabemos, que una proteína es una cadena larga formada por pequeños trozos llamados aminoácidos. Los aminoácidos son los bloques de construcción de las proteínas, igual que las letras A, B, C, D y así sucesivamente, son los componentes básicos de las palabras, existiendo un total de 20 aminoácidos. Por otra parte, el ADN también es una molécula lineal larga compuesta por bases, encontramos cuatro, adenina, citosina, guanina y timina, abreviadamente A, C, G y T respectivamente. Estas personas llegaban a la conclusión que si tratamos de escribir un libro de instrucciones para toda la vida, con el poder suficiente para crear hormigas, ornitorrincos y seres humanos, un alfabeto con 20 letras parecía más poderoso que uno de cuatro. No obstante, aún existían varias preguntas, ¿cuál es la estructura del ADN? ¿Cómo las células copian el ADN y lo pasan de padres a hijos?, entre otras. Linus Pauling atendía una conferencia médica brindada por un médico en New York, sobre un trastorno sanguíneo llamado enfermedad de células falciformes, pero ¿qué causaba tal enfermedad?, Pauling tuvo un destello de visión que cambiaría la historia. En noviembre de 1949, publicó en la revista Science la primera relación entre una enfermedad y un cambio en una proteína específica, demostró que la anemia falciforme estaba causada por la mutación de un aminoácido de los 457 que forman la cadena de hemoglobina. Lo que hizo importante este descubrimiento es que fue la primera enfermedad que se remonta a una falla molecular y abrió un nuevo enfoque a la medicina. Sin embargo, descubrir la estructura del ADN era un enigma, aún existían cuestionamientos como ¿la cadena de ADN era recta o torcida? ¿Había una columna vertebral o varias hebras enrolladas entre sí?, estas preguntas los estudiantes James Watson y Francis Crick pensaron que podían resolver. Algunas de sus pistas más importantes sobre la estructura del ADN fueron producto del trabajo de Rosalind Franklin. Watson, gracias a la cristalografía de rayos X desarrollada por ella, observó que los patrones que se veían en cruz debían estar construidos en forma de doble hélice. Junto a Crick confeccionaron un modelo, publicado en la revista Nature en el año 1953. Esta estructura es una hélice dextrógira de doble cadena formando pares unidos por puentes de hidrógeno que las mantienen juntas; Guanina-Citosina y Timina-Adenina, son antiparalelas, ya que pasan una junto a la otra pero en direcciones contrarias. Estas hélices poseen una propiedad para orientar los surcos de la cadena llamada direccionalidad, existiendo dos, surco mayor de torsión más amplia y surco menor, más estrecho. Estos aportes constituyeron lo que hoy conocemos como “Modelo de Watson y Crick”. Otro descubrimiento importante fue el de Thomas Hunt Morgan en New York estaba dispuesto a ver emerger nuevas especies de moscas con mutaciones, para así estudiar y entender mejor la herencia. Morgan trabajaba en la llamada “fly room”, analizando todos los días las especies de moscas y buscando mutaciones, con el tiempo encontró a moscas machos con manchas negras en sus espaldas diferentes a las demás y también encontró machos de ojos blancos que provenían de hembras de ojos rojos y machos con ojos blancos, lo que confirmó lo que Mendel tiempo atrás dijo sobre genes dominantes y recesivos. Adicionalmente, lo llevó a concluir que algunas características están ligadas al sexo. Incluso, Morgan y sus colaboradores se preguntaron “¿cómo dentro de la célula pasa la información de los genes a través de las generaciones?. En un principio pensaron que cada cromosoma representaba un gen, pero luego al analizar la cantidad de mutaciones de las moscas y darse cuenta que estas solo tienen 4 cromosomas, concluyeron que son muchos genes los que están agrupados dentro de estos. Para concluir, en nuestra opinión, el proyecto genoma humano ha permitido secuenciar nuestro ADN de tal manera que no solo entenderemos el funcionamiento de este, sino además qué pasa cuando se ve afectado, que ocasiona tales trastornos y cómo tratarlos; de esta manera, descubrir el código genético es cambiar el mundo, ayudando a explicar misterios antiguos e incluso hasta resolver preguntas que no sabíamos que teníamos sobre nosotros, el inicio de la vida misma y la evolución; resaltando el papel indispensable que tienen estos conocimientos en diferentes áreas desde la parte biológica y de salud con respecto a la búsqueda de tratamientos a muchas enfermedades e incluso nos permite comparar nuestro ADN con el de otras personas, colaborando así en la parte de criminalística y criminología.