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El Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez, reconocido nacional e internacionalmente

como un experto en adicciones, nos brinda 20 respuestas sobre el alcoholismo que, de seguro,
nuestros lectores agradecerán por el saber y el magisterio que encierran las ideas que el
científico cubano compartió con Granma.

José A. de la Osa

El Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez, reconocido nacional e internacionalmente


como un experto en adicciones, es Profesor Titular de Psiquiatría de la Facultad de Ciencias
Médicas Enrique Cabrera y Consultante del Servicio de Adicciones del Hospital Psiquiátrico de
La Habana Doctor Eduardo B. Ordaz. También es Académico de Mérito y presidente de la
Comisión Nacional de Ética Médica.

Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez.

Sin más preámbulos damos a conocer 20 respuestas sobre alcoholismo que, de seguro,
nuestros lectores agradecerán por el saber y el magisterio que encierran las ideas que el
científico cubano compartió con Granma.

1. ¿Qué es el alcoholismo?

Es una enfermedad crónica —aunque rehabilitable— y la más frecuente y dañina de todas las
drogadicciones conocidas, pues los comportamientos bajo la influencia del alcohol, tanto en
pacientes alcohólicos como en quienes lo consumen en forma no social, alcanzan como
problema de salud mundial igual rango que el cáncer y las enfermedades cardiovasculares,
principales causas de muerte.

2. ¿Es también un vicio?

No, es una enfermedad, incluida en todas las clasificaciones internacionales y ajena al vicio, la
inmoralidad o a las tendencias delictivas, ya que hasta el mejor de los seres humanos corre el
riesgo de padecerla pues no respeta edad, sexo, color de la piel, escolaridad, estado civil,
procedencia cultural, desarrollo político-ideológico ni creencias religiosas.

3. ¿Es un problema social, y también de salud en Cuba?

En las últimas dos décadas ha alcanzado ambas categorías.


4. ¿Qué consumo, y de qué bebidas, podría considerarse lo normal?

Lo normal es que el alcohol no se incorpore al estilo de vida, evitar a toda costa la embriaguez,
no pasar de uno a dos tragos por ocasión de consumo, ni alcanzar los fines de semana el
catastrófico consumo en bingo (cinco o más tragos en el hombre y cuatro o más tragos en la
mujer por sesión de consumo). Es decir, lo normal o social es un consumo que no supere las
normas culturales y que no dañe al consumidor ni a quienes le circundan, ni afecte su
economía ni su libertad para decidir cuándo y hasta cuánto debe beber.

5. ¿En qué momento se puede considerar que una persona es alcohólica?

Cuando el alcohol “se impone” en el estilo de vida, se violan las normas sociales de consumo,
se determinan daños biológicos, psicológicos o sociales; se pierde la libertad de decidir y se
mantiene el consumo pese a daños evidentes o intentos personales por dejarlo. También
cuando familiares y amigos advierten que a “mano limpia” se ha perdido la pelea y se necesita
ayuda médica.

6. ¿Es una adicción “aprendida” o existe alguna predisposición genética o de otro orden que
contribuya a convertirnos en alcohólicos?

Nadie nace alcohólico ni con propensión a beber. Eso “se aprende”. La herencia sí puede
aumentar la vulnerabilidad ante los efectos del alcohol y acelerar la instalación del alcoholismo
o contribuir a la aparición de otras enfermedades que predispongan al consumo, como la
depresión o la ansiedad, y entonces se habla de herencia indirecta.

7. ¿Se conocen los mecanismos por los cuales se desarrolla esta dependencia?

Como telón de fondo imitación, búsqueda de aceptación, repetición, excesos o intentos


fallidos de enfrentar el estrés o divertirse. Hay también mecanismos cerebrales que
contribuyen a ello.

8. Situados literalmente en el borde de ese abismo (convertirnos en alcohólicos), ¿es


consciente la persona de la situación en que se encuentra?

Desde que se pasa de bebedor social a bebedor de riesgo (excesos y embriaguez cada vez más
intensos y frecuentes) se reciben muchos consejos, pero el mecanismo de negación hace que
no sean aceptados, aunque cuando empiezan las lagunas de memoria y se aprecia que el
alcohol “va tomando las riendas”, pero sobre todo cuando fallan los intentos por controlarse
“a mano limpia” (sin las “armas” del tratamiento), se va instalando la conciencia de que hay un
problema y debe buscarse ayuda.

9. ¿Qué daños fundamentales a la salud, avalados científicamente, origina esta dependencia a


corto y más largo plazos?

Los daños corporales (cirrosis, infartos cardiacos y cerebrales, delírium tremens, afectación
renal y sexual) se suman a los psicológicos sociales y espirituales (insensibilidad humana
transitoria). El uso no social de alcohol se vincula a 60 enfermedades, y en nuestro continente
dicho consumo es el primero de los 26 factores de riesgo para enfermar que valora la
Organización Panamericana de la Salud. Luego es más peligroso que el fumar, la hipertensión
arterial, el colesterol malo alto, la obesidad, entre otros.

10. ¿Es mito o realidad que un consumo moderado mejora el funcionamiento del corazón?

Es ciencia constituida, pero la cantidad para lograr efectos positivos es de un cuarto de copa de
vino tinto una vez al día, siempre que no sea un menor de 18 años, un paciente alcohólico o
epiléptico o una gestante, que no deben tomar ni una gota. Claro que, salvo las excepciones
señaladas, quien beba más de esa cantidad en forma moderada no tendrá daños, pero ya no
tendrá efectos positivos.

11. ¿Y en cuanto a que contribuye a incrementar la actividad sexual en el hombre?

Hace más de 400 años que William Shakespeare en su tragedia Macbeth escribió: “El alcohol
provoca el deseo, pero afecta la ejecución”. No es por gusto que la primera pregunta de un
sexólogo ante un “fracaso sexual” es: ¿había usted ingerido bebidas alcohólicas? A largo plazo
se requerirá de la rehabilitación para recuperar el vigor sexual.

12. ¿El consumo de alcohol está contraindicado cuando estamos tomando algún tipo de
medicamento?

El alcohol, el tabaco y otras drogas con frecuencia reducen el efecto de muchos medicamentos
y en algunos casos pueden determinar reacciones graves, como ocurre con antibióticos sulfas y
fármacos antidiabéticos. Lo más recomendable es consultar al médico para evitar problemas.

13. ¿Y durante el embarazo, la lactancia¼ ?


Hay un llamado muy emotivo y correcto de científicos de habla inglesa a las madres en esas
condiciones: “Por el bienestar de su bebé no pruebe ni una gota de alcohol”. Es peor que el
tabaco, que ya es decir. Los riesgos son incalculables y para toda la vida. Es igual a la ruleta
rusa. Si lo sabe, no lo haga, por favor.

14. ¿Hay servicios asistenciales y especialistas encargados de ofrecer atención a estos


pacientes?

Nuestro sistema de Salud Pública sigue un programa promocional de salud, preventivo y


rehabilitatorio totalmente gratuito y en constante desarrollo, cuyas primeras vías de contacto
son el médico y la enfermera de la familia, el policlínico y el centro comunitario de salud
mental, que asumen la orientación y terapia integral de los pacientes con el respaldo, según la
evolución, de servicios hospitalarios y centros especializados, y después están los grupos de
autoayuda GAMA, del Ministerio de Salud Pública, y otros igualmente prestigiosos y valiosos
como Alcohólicos Anónimos.

15. ¿Qué síntomas podrían darnos una alerta de que estamos marchando rumbo a la adicción?

En efecto, se trata de un proceso en el que el consumo de alcohol deja de ser social y tanto los
excesos como la relevancia del tóxico van ganando preeminencia en el estilo de vida. Se piensa
en una salida y surge la preocupación por garantizar el suministro de alcohol. Los familiares y
amigos comienzan a alertar, cada vez se requiere más cantidad de bebida y la economía
empieza a dañarse; molestan los señalamientos y comienza algún grado de culpa, hay resacas
intensas y se fracasa en algún intento (desarmado) de suprimir el consumo.

16. ¿En qué consiste el tratamiento?

La esencia es un estudio clínico integral, vitaminoterapia, la psicoterapia de grupo, orientación


familiar y el seguimiento en grupos de autoayuda.

17. ¿Es curable el alcoholismo?

Es rehabilitable, pues de regresar al consumo la recaída es inevitable, como ocurrió con dos
pacientes nuestros luego de 22 y 23 años de abstinencia total. La explicación está en la huella o
memoria celular de ser un adicto que queda impresa en el ADN hasta 10 mil años después de
fallecer. Pero bien entendido que la rehabilitación resuelve para siempre los problemas y cada
vez es el rehabilitado mejor persona hasta llegar a ser un ciudadano ejemplar.
18. ¿Concluido el tratamiento los pacientes no pueden volver a beber siquiera
moderadamente?

¡Jamás! Y en ninguna cantidad de alcohol ni droga sustituta que transforme la conducta.

19. ¿Cómo ayudar a un familiar o amigo que sufra de esta adicción?

Persuadirlo en momentos de sobriedad para que reciba ayuda médica y no olvidar el


pensamiento persa de “quiéreme cuando menos lo merezco porque es cuando más lo
necesito”.

20. ¿Qué comentario final nos dejaría?

En 40 años he atendido en total a unos 4 mil pacientes alcohólicos o con otras adicciones
procedentes de diversos países, provincias y municipios y solo recuerdo a tres que
desafortunadamente habían nacido para revolcarse en el estiércol por su mala calidad
humana. Los restantes han sido iguales o mucho mejores que yo, y cuando se rehabilitan se
convierten en personas respetables y muchas veces admirables por sus condiciones humanas.
l alcohol y su relación con enfermedades y muertes traumáticas en los jóvenes no sólo es un
drama de nuestro país, sino un fenómeno de preocupación internacional. Por ello, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) viene insistiendo, desde 2005, en la implementación
de políticas públicas agresivas para que disminuya este dramático problema.

En el documento A58/18, de 2005, la OMS indica que los tres elementos que configuran los
hábitos de bebida son: 1) el volumen ingerido a lo largo del año; 2) el volumen que el bebedor
consume en una sola ocasión; y 3) el entorno y las circunstancias en los cuales se bebe.

El patrón argentino. En la Argentina, los adolescentes han cambiado el patrón de consumo de


alcohol respecto de la generación de sus padres. Éstos practicaban la modalidad “latina” de
consumo, en la cual la bebida alcohólica se asociaba a las comidas y la frecuencia era
cotidiana. Aquí, el alcohólico crónico era una persona por lo general adulta y deteriorada por
su ingesta crónica y diaria de bebida.

En estos últimos años, el patrón cambió por el denominado estilo “anglosajón”, en el que la
bebida ya no acompaña a las comidas, la graduación de las bebidas escogidas tiende a
aumentar y la persona, aunque no consume cotidianamente, cuando lo hace ingiere mucha
más cantidad de alcohol.

De esta manera, los nuevos alcohólicos se distinguen de los viejos en que no muestran el
deterioro típico de los antiguos borrachos, sino que, a pesar de estar días sin beber, cuando lo
hacen juegan con el límite del coma alcohólico, sorprendiendo así a sus propios seres queridos,
que durante la semana “los veían bien”.

Debemos trabajar desde la política pública para que los escenarios del expendio y consumo de
bebidas alcohólicas se modifiquen.

Nuevas estrategias. El reciente documento A63/13 de la OMS propone algunas estrategias


precisas, basadas en evidencia científica que ha probado un nivel aceptable de efectividad.
Algunas incluyen:

Contar con un régimen de licencias para la venta de alcohol . Esto permite un mejor control, ya
que la infracción puede sancionarse con revocación de la licencia.

Limitar el horario o días de venta de alcohol, pues esto reduce el número de problemas
relacionados con esa sustancia, incluidos riñas, homicidios y accidentes.

Centrar el control del expendio en los vendedores de alcohol. El aumento de la densidad de los
puntos de venta está asociado a los daños vinculados a esas bebidas. Es decir, regular la
disponibilidad del alcohol como producto del mercado.

Considerar los intereses comerciales propios del mercado, pero privilegiando la salud pública.

Implementar políticas que trasciendan el sector de la salud, haciendo partícipes también a


sectores del desarrollo social, la Justicia, el bienestar social, la política fiscal, la educación, el
empleo y a los actores de la sociedad civil.

Lo de fondo. Sin embargo, aunque las leyes, controles y sanciones ayudan a generar reglas de
convivencia más protectoras, hay cuestiones de fondo que pasan por la educación sostenida,
la prevención sistemática y la toma de conciencia de todos los actores.
La evidencia indica que en ningún país que comparta estilos de vida y valores similares al de
nuestra cultura, la edad legal de inicio del consumo de alcohol coincide con la edad social del
inicio de esta práctica. En todos comienza mucho antes.

Sabemos que más allá de lo que hagamos, los adolescentes ensayarán conductas de riesgo,
por lo que hay que trabajar pedagógicamente con ellos para prepararlos de la mejor manera
posible a efectos de retrasar al máximo la edad del primer contacto con la bebida. Y para que,
cuando esto suceda, cuenten con la formación e información suficientes para cuidarse y cuidar
a otros. Es una tarea de años y debemos hacer que comience ya.

Comprometer a la familia es un elemento central, pues las “previas” son uno de los espacios
adolescentes en los que más se consume de manera peligrosa, y sucede en las casas de
familias con adultos presentes.

Por último, y para los mayores de 18 años que han decidido consumir alcohol en la
nocturnidad, hay que trabajar para que los daños asociados a la ingesta sean reducidos a su
mínima expresión. No sólo es clave el control de alcoholemia en los conductores, tanto en las
rutas provinciales como en los ejidos municipales, sino también en alianza con los
consumidores de alcohol y con los adultos responsables del negocio de la noche.

El plan que desde la Secretaría del gobierno provincial presentamos al gobernador Juan
Schiaretti en julio último, y las propuestas de reglamentación sobre expendio y nocturnidad,
puestas por nosotros a debate público, siguen la lógica de los conceptos expuestos de manera
resumida y están en sintonía con lo que se viene para Latinoamérica, motorizadas por la
preocupación social y por la propia OMS.

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