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Apicultura

 Herramientas básicas:

Para manipular las abejas no hacen falta muchos utensilios. Aparte del ahumador y del
levantacuadros, todas las herramientas pueden ser adaptadas o fabricadas por el apicultor.

 El ahumador y el levantacuadros:

El ahumador es la herramienta tan indispensable, ya que toda intervención en una colmena


obliga a utilizar humo para controlar el comportamiento. El tamaño dependerá del número de
colmenas que se visitan. Se aconseja utilizar los modelos equipados con rejilla de protección
contra las quemaduras.

El levantacuadros sirve para despegar los cuadros. El modelo americano (arriba, en medio),
permite rascar el exceso de cera y de propóleos.

 El cepillo:

El cepillo se utiliza para la recolección de los productos apícolas de menos de diez cuadros.
Puede ser un vector de enfermedades y es necesario desinfectarlo con lejía con regularidad.
Un puñado de hierba también puede servir de cepillo.

 El ahumador:

Si hay un instrumento que simboliza el oficio de apicultor, este es sin duda el ahumador.
Desde el neolítico, los hombres no han sabido encontrar nada mejor que el humo para
protegerse de las abejas durante las cosechas o las manipulaciones.

Un poco de Historia.
Los hombres han utilizado siempre el humo para recolectar la miel. En las pinturas
rupestres de España, India y África del Sur aparecen escenas de apicultura que lo atestiguan. El
cosechador de miel limitaba el número de las posibles picadas mediante antorchas hechas con
vegetales que desprendían un humo abundante.

Posteriormente apareció el ancestro del ahumador, un simple recipiente de tierra cocida


como el que está representado en las tumbas egipcias. El primer ahumador digno de este
nombre fue inventado por Bingham en 1873. A principios de 1900 Corneil lo mejoró y este
modelo denominado ahumador americano todavía lo utilizan actualmente la mayoría de
apicultores.

La acción del humo.


Durante mucho tiempo se creyó que el efecto del humo en las abejas consistía en
provocarles una especie de bulimia de miel que las engordaba hasta el punto de no poder
emplear su aguijón, pero esto no es en absoluto cierto.

Los trabajos de Gaillot (1957) demuestran que las abejas no cambian de comportamiento
alimentario mientras las ahúman, si no que – y este sí que es el factor determinante – el humo
enmascara las feromonas que emiten durante una agresión exterior.
Para obtener el humo adecuado.
El combustible ideal deberá proporcionar un humo frío, blanco y espeso, lo que ha de decir
que tiene suficiente humedad. Si utiliza granulados, no los recubra con hierba verde ya que
este podría salir por el pitorro del ahumador y no mantendría la humedad necesaria para que
se desprenda, como es debido, un humo frío.

Cuando el humo se vuelve oscuro, significa que se calienta, y en cuyo caso tendremos que
recargar el ahumador con combustible, porque si no, las abejas se volverían agresivas.

La mayoría de apicultores utilizan un combustible rico en celulosa, como por ejemplo hojas
de pino, cortezas u hojas de eucalipto, virutas o copos de madera no tratada, heno, o incluso
estiércol de vaca seco.

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