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Apicultura - Herramientas Básicas
Apicultura - Herramientas Básicas
Herramientas básicas:
Para manipular las abejas no hacen falta muchos utensilios. Aparte del ahumador y del
levantacuadros, todas las herramientas pueden ser adaptadas o fabricadas por el apicultor.
El ahumador y el levantacuadros:
El levantacuadros sirve para despegar los cuadros. El modelo americano (arriba, en medio),
permite rascar el exceso de cera y de propóleos.
El cepillo:
El cepillo se utiliza para la recolección de los productos apícolas de menos de diez cuadros.
Puede ser un vector de enfermedades y es necesario desinfectarlo con lejía con regularidad.
Un puñado de hierba también puede servir de cepillo.
El ahumador:
Si hay un instrumento que simboliza el oficio de apicultor, este es sin duda el ahumador.
Desde el neolítico, los hombres no han sabido encontrar nada mejor que el humo para
protegerse de las abejas durante las cosechas o las manipulaciones.
Un poco de Historia.
Los hombres han utilizado siempre el humo para recolectar la miel. En las pinturas
rupestres de España, India y África del Sur aparecen escenas de apicultura que lo atestiguan. El
cosechador de miel limitaba el número de las posibles picadas mediante antorchas hechas con
vegetales que desprendían un humo abundante.
Los trabajos de Gaillot (1957) demuestran que las abejas no cambian de comportamiento
alimentario mientras las ahúman, si no que – y este sí que es el factor determinante – el humo
enmascara las feromonas que emiten durante una agresión exterior.
Para obtener el humo adecuado.
El combustible ideal deberá proporcionar un humo frío, blanco y espeso, lo que ha de decir
que tiene suficiente humedad. Si utiliza granulados, no los recubra con hierba verde ya que
este podría salir por el pitorro del ahumador y no mantendría la humedad necesaria para que
se desprenda, como es debido, un humo frío.
Cuando el humo se vuelve oscuro, significa que se calienta, y en cuyo caso tendremos que
recargar el ahumador con combustible, porque si no, las abejas se volverían agresivas.
La mayoría de apicultores utilizan un combustible rico en celulosa, como por ejemplo hojas
de pino, cortezas u hojas de eucalipto, virutas o copos de madera no tratada, heno, o incluso
estiércol de vaca seco.