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Tema 1

PROGRAMA

DERECHO CIVIL IV

DERECHO DE SUCESIONES. Grado en Derecho

1.- El derecho de sucesiones y la sucesión hereditaria

2.- La capacidad sucesoria

3.- El testamento: formas comunes y especiales


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4.- Las disposiciones testamentarias

5.- Las sustituciones hereditarias

6.- Los legados

7.- Ejecución e interpretación testamentarias

8.- Las legítimas, los legitimarios y la desheredación

9.- Las reservas

10.- La sucesión intestada

11.- La adquisición de la herencia: la aceptación y sus efectos, y la repudiación

12.- La comunidad hereditaria

13.- La partición hereditaria y su práctica

14.- La colación

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Tema 1

A efectos de examen se exigirán los siguientes temas y epígrafes:

DERECHO CIVIL IV

Tema 1: EL DERECHO DE SUCESIONES Y LA SUCESIÓN HEREDITARIA

La sucesión mortis causa, sus formas.- La herencia.- Sucesión a título universal y particular.-
Fases del fenómeno sucesorio.- El derecho de transmisión.- El derecho de acrecer.- El derecho
de representación.
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Tema 2: LA CAPACIDAD SUCESORIA

La capacidad para suceder.- Incapacidades absolutas y relativas.- Supervivencia del sucesor.- La


indignidad.- Efectos de incapacidad e indignidad.- Indignidad y desheredación.

Tema 3: EL TESTAMENTO: FORMAS COMUNES Y ESPECIALES

Concepto, caracteres y contenido del testamento.- Capacidad para testar.- Reglas formales de
carácter general.- Identificación y apreciación de la capacidad del testador.- Ineficacia del
testamento: revocación, caducidad y nulidad.- Clasificación de las formas testamentarias.- El
testamento abierto.- El testamento cerrado.- El testamento ológrafo.- El testamento otorgado
en país extranjero.

Tema 4: LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS

Institución de heredero.- Disposiciones testamentarias de carácter genérico.- La condición en


las disposiciones testamentarias.- El término.- Relevancia del modo.- Supuesto dudosos de
institución: heredero en cosa cierta y legatario de parte alícuota.

Tema 5: LAS SUSTITUCIONES HEREDITARIAS

Las sustituciones hereditarias.- La sustitución vulgar o simple: su régimen.- La sustitución


pupilar y la sustitución ejemplar: régimen básico de ambas.- La sustitución fideicomisaria:
clases y estructura básica

Tema 6: LOS LEGADOS

Concepto y caracteres del legado.- Sujeto del legado.- Objeto del legado.- Adquisición de los
legados.- Pago de los legados.- Revocación, extinción e ineficacia del legado.- Legados
especiales: de cosa propia del testador, de cosa ajena, de crédito, de deuda, legado
alternativo, de prestaciones periódicas, piadoso, legado de habitación.

Tema 7: EJECUCIÓN E INTERPRETACIÓN TESTAMENTARIAS

La interpretación del testamento.- La ejecución testamentaria.- El albaceazgo: caracteres y


clases

Tema 8: LAS LEGÍTIMAS, LOS LEGITIMARIOS Y LA DESHEREDACIÓN

Legítimas y libertad de testar.- La legítima en el Código Civil.- La legitima de los


descendientes.- La mejora.- La mejora encomendada al cónyuge viudo.- La legítima de los
ascendientes.- La reversión de donaciones.- La legítima del cónyuge viudo.- El usufructo
universal en favor del cónyuge viudo.- La preterición y sus efectos.- La desheredación: causas y
régimen jurídico.- El pago de la legítima: su intangibilidad cuantitativa.

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Tema 9: LAS RESERVAS

La reserva ordinaria o vidual: presupuesto y bienes reservables, efectos y extinción.- La reserva


lineal o troncal: régimen jurídico.- El supuesto del artículo 811 del Código Civil.

Tema 10: LA SUCESIÓN INTESTADA

La sucesión intestada: concepto.- Presupuestos, procedencia y principios que rigen la sucesión


intestada.- Llamamiento de los descendientes.- Llamamiento de los ascendientes.-
Llamamiento del cónyuge viudo.- Llamamiento de los parientes colaterales

Tema 11: LA ADQUISICIÓN DE LA HERENCIA: LA ACEPTACIÓN Y SUS EFECTOS. LA


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REPUDIACIÓN

La adquisición de la herencia en el Ordenamiento español.- La adquisición de la posesión.- La


herencia yacente.- El derecho de deliberar.- Caracteres comunes de la aceptación y la
repudiación de la herencia.- Capacidad y plazo para aceptar o repudiar.- Formas de aceptación:
la aceptación pura y simple y la aceptación a beneficio de inventario y su efectos.- La
repudiación de la herencia. – Efectos de la aceptación: adquisición y protección de la condición
de heredero.- El interdicto de adquirir la posesión y la acción de petición de herencia.

Tema 12: LA COMUNIDAD HEREDITARIA

Concepto y naturaleza jurídica.- Régimen jurídico: actos de administración y disposición


durante la situación de indivisión.- Extinción de la comunidad hereditaria.

Tema 13: LA PARTICIÓN Y SU PRÁCTICA

Concepto y clases de partición.- Su naturaleza jurídica.- La acción de división hereditaria.-


Partición realizada por el propio testador.- Partición realizada por el contador partidor.-
Partición realizada por los propios coherederos.- Partición judicial.- Partición arbitral.- Práctica
de la partición: suspensión y operaciones particionales.- Efectos de la partición.- Ineficacia,
nulidad, anulabilidad y rescisión de la partición.- Modificación de la partición: la partición
adicional.

Tema 14: LA COLACIÓN

La colación en el Código Civil.- El fundamento y la dispensa de colación.- Ámbito y


presupuestos de la colación.- El carácter colacionable de las diversas liberalidades.- La práctica
y los efectos de la colación.

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Tema 1: EL DERECHO DE SUCESIONES Y LA SUCESIÓN HEREDITARIA


La sucesión mortis causa, sus formas.- La herencia.- Sucesión a título universal y particular.-
Fases del fenómeno sucesorio.- El derecho de transmisión.- El derecho de acrecer.- El derecho
de representación.

1. LA SUCESIÓN MORTIS CAUSA


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El fenómeno de la sucesión mortis causa es el generado por el fallecimiento de una persona,


pues al desaparecer ésta, el conjunto de las relaciones jurídicas a ella imputables queda sin
titular, planteando el problema de que sucederá con sus bienes y derechos de los que era
titular, así como sus deudas y obligaciones, así como las producidas por su muerte (ej:
entierro). La cuestión puede abordarse desde distintos puntos de vista, negando o afirmando
el fenómeno hereditario y discutiendo la titularidad del mismo.
1.1. La admisibilidad general del fenómeno hereditario
La experiencia histórica avala la generalidad de la admisión de la sucesión mortis causa,
aunque naturalmente las formas de organización del fenómeno han sido múltiples y variadas a
lo largo de la historia.
En nuestra CE de 1978 se consagra la sucesión mortis causa en el artículo 33.1: “se reconoce el
derecho a la propiedad privada y a la herencia”.
1.2. La generalización e importancia práctica de la herencia
Existen afirmaciones que dicen que en la actualidad “ya no hay herencias”, o al menos,
“herencias importantes” (obras de arte, caballos, títulos nobiliarios, etc). Se completa ello
diciendo que, desde que se generalizaron las sociedades mercantiles, y en particular, las
sociedades anónimas, de poco o nada vale el Derecho civil en general, y menos aún, el derecho
de sucesiones en particular. La realidad es que en la actualidad, con respecto al pasado, la
mayor parte de la ciudadanía tiene mayores cuotas de bienestar y de capacidad adquisitiva,
por lo que no cabe duda de que la situación actual es preferible a la pasada y resulta
indiscutible que la herencia sigue conservando una extraordinaria importancia como
mecanismo de sucesión mortis causa, para la estructura política y para los posibles
beneficiarios.

2. LAS DIVERSAS FORMAS DE SUCESIÓN


A modo de introducción, la concreción de la sucesión mortis causa se desenvuelve
básicamente según lo establecido por la voluntad del difunto o causante, pero combinándose
con la existencia de reglas imperativas establecidas a favor de ciertos familiares del causante, y
finalmente, previendo la existencia, de forma supletoria, de una serie de normas dirigidas a
ordenar la sucesión en el supuesto de que el difunto no haya establecido o determinado el
destino mortis causa de su patrimonio.
Tal conjunto de fuentes reguladoras del fenómeno hereditario genera, respectivamente:
- La sucesión testamentaria o voluntaria
- La sucesión forzosa o el sistema legitimario o de legítimas
- La sucesión intestada

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2.1. La voluntad del causante


Toda persona tiene, además de las propias facultades dispositivas inter vivos, derecho a
determinar también el destino de sus bienes para cuando fallezca, tiene pues, facultades
mortis causa, ordenado quiénes y cómo habrán de ser sus sucesores.
Se instrumenta fundamentalmente a través del testamento, que sirve de vehículo, dotado de
especiales formalidades, a las disposiciones mortis causa del causante. Las reglas de sucesión
en él contenidas determinan la sucesión testamentaria, en la que la regla básica y fundamental
es bien fácil: la voluntad del testador, convenientemente expresada, es “ley de sucesión” y,
conforme a ella, habrán de llevarse a cabo cualesquiera requerimientos y exigencias del
fenómeno hereditario.
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La libertad de testar constituye el principio y final de la sucesión testamentaria, siempre y


cuando no pretenda vulnerar las reglas imperativas del Ordenamiento positivo.
2.2. Las disposiciones legales de carácter imperativo: las legítimas

Como se ha dicho antes, aun siendo la voluntad testamentaria ley de sucesión, naturalmente
ningún sistema normativo tolera que el testador pueda vulnerar las reglas de carácter
imperativo establecidas.

En términos reales, el grupo fundamental de tales normas imperativas está representado por
las destinadas a garantizar que determinados familiares participen en la sucesión abierta,
imponiéndoselo al causante. La libertad de testar se combina con la reserva de una cuota o
porción de los bienes que la ley dicta a favor de ciertos familiares del difunto, otorgándoles el
derecho a la legítima.

2.3. La sucesión intestada

En tercer lugar hemos de tratar las reglas legales de carácter supletorio, pues para el caso de
inexistencia o insuficiencia de la sucesión testamentaria y, aunque existe el sistema
legitimario, nuestro sistema normativo, y en general todos, considera oportuno establecer,
como cierre del sistema de ordenación de la sucesión mortis causa, la determinación ex lege
de los sucesores del difunto. La propia ley como último recurso designa a los sucesores de
quien por las razones que fueren, no ha deseado ejercitar su libertad testamentaria. Tal
designación beneficia, junto al cónyuge viudo en su caso, a los familiares en línea recta, con
exclusión de los ascendientes en caso de haber descendientes, y puede llegar hasta los
parientes colaterales. Finalmente, ante la inexistencia de familiares, ocupará la posición de
heredero el Estado o en su caso algunas CC.AA. No es incompatible con el sistema legitimario.

2.4. La ley personal del causante

Dada la particularidad española de la diversidad de regulaciones existentes, con la coexistencia


del denominado Derecho civil común y los Derechos especiales o forales, se exige determinar
cuál sea la ley sucesoria aplicable a cualquier persona que fallezca. Por tanto, en relación a
cualquier persona fallecida que ostente la nacionalidad española, habrá de determinarse, ante
todo, cuál sea su vecindad civil, ya que “será ésta la que concrete la ley personal que ostenta el
causante en el momento de su fallecimiento y, por extensión, el ordenamiento jurídico
sucesorio de aplicación”.

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3. LA HERENCIA
Nos interesa la herencia en su sentido objetivo: ¿qué es lo que se hereda? A ello responde el
art. 659 CC: “la herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona,
que no se extinguen por su muerte”. No forman parte de la herencia, como establece el art.
1.321 CC “las ropas, mobiliario y enseres que constituyan el ajuar de la vivienda habitual
común de los esposos”, los cuales “se entregarán al que sobreviva sin computárselo en su
haber”. No obstante las alhajas, objetos artísticos, históricos y otros de extraordinario valor si
se considerarán incluidos en la herencia. (Mirar si fuera necesario lo que incluye la herencia).
Todos los restantes bienes y derechos de naturaleza patrimonial, trátese de derechos de
crédito o de derechos reales, recaigan sobre bienes muebles o inmuebles, derechos
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propiamente dicho so expectativas de derecho, que forman parte del patrimonio del difunto
ha de entenderse que siguen siendo parte integrante del caudal hereditario relicto.
El art. 659 afirma que se encuentran comprendidas en la herencia las obligaciones de una
persona, que no se extingan por su muerte. Por tanto, para el legislador es claro que también
las deudas han de heredarse y así los dispone como principio, aunque naturalmente el
causante carece de facultades de disposición sobre ellas. Esto se debe a que en una sociedad
como en la actual, fundada en el crédito, no podría subsistir si las deudas se extinguiesen por
fallecimiento del deudor.

4. SUCESIÓN A TÍTULO UNIVERSAL Y A TÍTULO PARTICULAR


En las páginas anteriores nos hemos referido algunas veces a los herederos y, salvo error,
ninguna a los legatarios. Que los sucesores mortis causa han de tener una u otra condición es
indiscutible, no solo por la experiencia histórica sobre el particular, sino porque así lo establece
el código respecto de la sucesión testamentaria, en la que, como sabemos, es donde hay
mayor capacidad de determinación de reglas sucesorias por parte del causante, y, de
añadidura, en la única en la que cabe instituir legados propiamente dichos. Conforme al primer
párrafo del art. 668, el testador puede disponer de sus bienes a título de herencia o legado, de
otro lado, el art. 660 afirma que “llámese heredero al que sucede a título universal y legatario
al que sucede a título particular. Interpretando conjuntamente ambos preceptos, prima facie
la conclusión resulta palmaria: el heredero es un sucesor a título universal y el legatario a título
particular.
¿Cuáles son las razones por las que el legislador sitúa a los sucesores en una u otra categoría?
En primer lugar, se deduce de algunas observaciones anteriores que, al subrogarse,
tendencialmente con carácter general en la posición que anteriormente ocupaba al causante,
al suceder a título universal, el heredero ocupa una posición que le permite continuar siendo el
titular de la mayor parte de las relaciones jurídicas activas que hasta su fallecimiento tenían en
el causante su referente subjetivo.
Cuando son llamados a la herencia considerada en su globalidad por cuotas partes o cuando,
aun distribuyendo los bienes el propio testador o asignándoles bienes concretos, quiere que
accedan a ellos a título de heredero. Planteadas así las cosas, que haya varios herederos o uno
solo deviene intrascendente, pues sólo tiene alcance cuantitativo.
Pero hay una segunda razón de mayor peso, que sustenta la decisión del legislador relativa a la
existencia de dos categorías de sucesores, que es de orden puramente técnico: como regla, el
heredero responde de las deudas y cargas hereditarias. Sucede, pues el heredero,
universalmente en las titularidades activas del causante, pero asume también el conjunto de
posiciones pasivas que afectaban al de cuius hasta el momento de su muerte.

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En resumen: frente al heredero, el legatario es, por tanto, un mero sucesor a título particular,
en el doble sentido que sólo resulta beneficiado por la atribución testamentaria de derechos
de carácter singular que recaen sobre bienes y/o derechos concretos de la herencia (o que, sin
serlo, recaen sobre los herederos) y que, en general, puede desentenderse de la suerte de la
herencia en su conjunto, al menos respecto de las deudas hereditarias, pues no es responsable
de ellas.

5. FASES DEL FENÓMENO SUCESORIO


Desde el punto de vista técnico y teórico, conviene deslindar las distintas fases en que puede
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encontrarse la herencia, aunque naturalmente no podemos abordarlas todas en este mismo


capítulo.
5.1. Apertura de sucesión
La apertura de sucesión coincide naturalmente con el fallecimiento de la persona a la que la
sucesión se entiende referida (art. 657) y que, para nosotros y en adelante, será el causante, el
difunto o fallecido, o, más raramente, el de cuius (aquel de quienes los bienes proceden).
5.2. La vocación y la delación
La fase de vocación (vocatio = invitación o llamada) equivale a determinar quiénes son las
personas que, en principio, han sido llamadas a la herencia en condiciones de herederos. La
determinación de los llamamientos dependerá, según los casos, de las correspondientes
disposiciones testamentarias o de la aplicación de las reglas sobre sucesión intestada o, en su
caso, de ambas conjuntamente.
Pero, para que un eventual heredero acepte o repudie la herencia, primero le ha de ser
ofrecida o deferida de forma concreta. Al momento o, en su caso, fase en que el heredero
llamado puede manifestar si acepta o no la herencia deferida se le conoce técnicamente con el
nombre de delación.
La necesidad de distinción entre una y otra fase, básicamente, viene determinada por el hecho
de que en la mecánica sucesoria la vocación no coincide en todos los casos con la delación
propiamente dicha.
5.3. La fase de aceptación y adquisición de la herencia.
Cuando, tras le delación, el llamado manifiesta su aceptación a la herencia, pasará a ser
efectivamente heredero y, tras los trámites oportunos, en fase de adjudicación, le serán
asignados los correspondientes bienes hereditarios, según sea heredero único o haya
pluralidad de herederos. En este último caso, como es natural, habrá de procederse al reparto
de los bienes entre ellos, realizando la oportuna partición hereditaria, operación que siempre
requiere un cierto periodo temporal nada desdeñable, durante el cual habremos de
enfrentarnos con la situación de comunidad hereditaria.
Nuestro sistema normativo exige que para ser considerado heredero ha de procederse a la
aceptación de la herencia, por tanto, exista delación o solo vocación, mientras los herederos
no se hayan pronunciado en favor de la aceptación de la herencia, nos encontramos frente a la
situación conocida
6. EL DERECHO DE TRANSMISIÓN O IUS TRANSMISSIONIS

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El derecho relativo a la aceptación o repudiación de la herencia es transmisible en la


generalidad de ordenamientos contemporáneos. Art. 1.006 CC “ por la muerte del heredero
sin aceptar o repudiar la herencia, pasará a los suyos el mismo derecho que tenía.
A la transmisión hereditaria del ius delationis que tenía el heredero a quién se le había diferido
una herencia abierta, para aceptarla o repudiarla, pero que ha fallecido sin poder pronunciarse
sobre ello, se le conoce con el nombre de ius transmissionis o derecho de transmisión. Se crea
una relación triangular: causante (inicial); transmitiente; transmisiario o heredero del
transmisiente.
El transmisiario puede aceptar la herencia del transmitiente y repudiar la del causante. Si, en
cambio, repudia la del transmitiente, pierde cualquier posibilidad de pronunciarse sobre la del
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causante.
La cuestión fundamental que plantea el ius transmissionis consiste en determinar si el
transmisiario, en caso de aceptar sucesivamente ambas herencias, sucede al causante o al
transmitiente, cuestión naturalmente no exenta de consecuencias prácticas, como por
ejemplo, para la determinación de la legítima que al transmisiario le corresponda en relación a
uno u otro causante, determinación de la capacidad de suceder en relación con aquel a quien
suceda, etc.). Ante el silencio del CC, los civilistas se muestran radicalmente enfrentados. Hay
conformidad doctrinal en cambio, en que el ius transmissionis es aplicable a cualquier tipo de
sucesión, sea testamentaria o intestada, y que la sucesión iure transmissionis carece de sentido
respecto de los legados, dado que el sistema de adquisición.

7. EL DERECHO DE ACRECER

7.1. El derecho de acrecer en la sucesión testamentaria: precedentes


En el Derecho romano, el acrecimiento se configura como un mecanismo característico de la
sucesión testamentaria y ofrecía dos modalidades diversas, que obedecían, a su vez, a diverso
fundamento:
A) Cuando el testador disponía sólo de una parte de su herencia, el heredero pro parte
adquiría la totalidad en virtud de la regla nemo parte testatus el pro parte intestatus
potest. Esta modalidad de acrecimiento no ha pasado al derecho contemporáneo,
como consecuencia de la desaparición de ese principio típico del Derecho hereditario
romano.
B) Cuando el testador distribuía toda su herencia entre varios herederos y alguno de ellos
no llegaba a adquirir su parte, la porción vacante acrecía a los demás. En este caso, el
fundamento es distinto al anterior y reside en que el llamamiento a cada heredero es
potencialmente para toda la herencia (a título universal) y sólo por consecuencia de la
concurrencia de varios llamados al todo se divide entre ellos la herencia: concursu
partes funt
Pero claro está que sólo los llamados conjuntamente con la persona que deja su porción
vacante tienen el derecho de acrecer, apareciendo así la teoría de las conjunciones (o
llamamientos conjuntos), dándole una cierta complejidad a este derecho.

7.2. Naturaleza y fundamento

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Para el derecho romano, el fundamento del derecho de acrecer, en el caso de existir


conjunciones, se basaba en una presumible voluntad del testador, según la interpretación dada
por la doctrina tradicionalmente, y esta ha sido la justificación con que ha pasado al Derecho
contemporáneo la institución.
7.3. Requisitos
Para que entre en juego el derecho de acrecer, según el artículo 982, deben darse dos
circunstancias básicas: que exista un llamamiento conjunto y que alguna de las porciones
quede vacante por no poder o querer aceptar la herencia el llamado.
A) Llamamiento conjunto:
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Art. 981 CC. “En las sucesiones legítimas la parte del que repudia la herencia acrecerá siempre
a los coherederos”.
Art. 982 CC. “Para que en la sucesión testamentaria tenga lugar el derecho de acrecer, se
requiere:
1º Que dos o más sean llamados a una misma herencia, o a una misma porción de ella,
sin especial designación de partes.
2º Que uno de los llamados muera antes que el testador, o que renuncie la herencia, o
sea incapaz de recibirla.
Art. 983 CC. “Se entenderá hecha la designación por partes sólo en el caso de que el testador
haya determinado expresamente una cota para cada heredero.
La frase “por mitad o por partes iguales” u otras que, aunque designen la parte
alícuota, no fijan esta numéricamente o por señales que hagan a cada uno dueño de un cuerpo
de bienes separad, no excluyen el derecho de acrecer”.
Es claro que cuando haya designación de bienes concretos (o partes) parece que se excluye el
derecho de acrecer. Pero, sin embargo, la jurisprudencia, en más de una ocasión, ha
interpretado que, aun en el caso de que se asignen bienes concretos conforme a lo establecido
en el art. 1056, si los herederos han sido instituidos en partes iguales, debe peconizarse+ la
aplicación del derecho de acrecer.
B) Porción vacante
Según el art. 982.2º CC, la vacancia de una de las porciones de la herencia ha de producirse a
causa de “que uno de los llamados muera antes que le testador, o que renuncie a la herencia,
o sea incapaz de recibirla”. Así pues, la premoriencia, renuncia o repudiación y la incapacidad
de suceder determinan el nacimiento del derecho de acrecer en favor de los llamados
comultativamente.

7.4. El derecho de acrecer en la sucesión intestada


Según afirmación común, el derecho de acrecer no sería aplicable en la sucesión intestada,
dado que en ella el pariente de grado más próximo excluye al más remoto, salvo en el caso de
que deba tener lugar el derecho de representación (art. 921). Sin embargo, la primera de las
normas dedicadas a la regulación del derecho de acrecer (art. 981) establece precisamente
que “en las sucesiones legítimas *es decir, intestadas+ la parte del que repudia la herencia
acrecerá siempre a los coherederos.

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Así pues, se descarta el derecho de acrecer por la (posible y residual) inexistencia de igualdad
de cuotas o partes entre algunos supuestos de acrecimiento.
7.5. El acrecimiento en la legítima y en la mejora
Dispone el art. 985 que “entre los herederos forzosos *legitimarios+ el derecho de acrecer sólo
tendrá lugar cuando la parte de libre disposición se deje a dos o más de ellos, o a alguno de
ellos y a un extraño”. Es decir, cuando hay llamamiento conjunto que recaiga sobre el tercio de
libre disposición. Pero, a su vez, como ello habrá de hacerse testamentariamente, la norma no
añade ni quita nada a lo dicho anteriormente sobre el derecho de acrecer en la sucesión
testamentaria.
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Sin embargo, “si la parte repudiada fuere la legítima, sucederán en ella los coherederos por su
derecho propio, y no por el derecho de acrecer” (art. 985.2). La norma es una consecuencia del
sistema de legítimas adoptado por el Código y plantea diversas cuestiones.
Art. 984 CC. “Los herederos a quienes acrezca la herencia sucederán en todos los derechos y
obligaciones que tendría el que no quiso o no pudo recibirla”.
Art. 985 CC. “Entre los herederos forzosos el derecho de acrecer sólo tendrá lugar cuando la
parte de libre disposición se deje a dos o más de ellos, o a alguno de ellos y a un extraño.
Si la parte repudiada fuere legítima, sucederán en ella los coherederos por su derecho
propio, y no por el derecho de acrecer.
(Resto de artículos para ampliar)
Art. 986 CC. “En la sucesión testamentaria, cuando no tenga lugar el derecho de acrecer, la
porción vacante del instituido, a quien no se hubiese designado sustituto, pasará a los
herederos legítimos del testador, los cuales la recibirán con las mismas cargas y obligaciones”.
Art. 987 CC. “El derecho de acrecer tendrá también lugar entre los legatarios y los
usufructuarios en los términos establecido para los herederos”.

8. EL DERECHO DE REPRESENTACIÓN

8.1. Concepto
Conforme al art. 924 CC, “llámese derecho de representación el que tienen los parientes de
una persona para sucederle en todos los derechos que tendría si viviera o hubiera podido
heredar”. Así pues, heredar por representación tiene en nuestro sistema normativo un
significado propio y bien preciso: alguien ocupa en una herencia la posición que hubiera
correspondido a un pariente que no ha podido llegar a ser heredero.
8.2. El derecho de representación en la sucesión intestada: presupuestos de aplicación
Los presupuestos de representación del derecho de representación son los siguientes:
1. Que quien hubiera sido llamado a la herencia conforme a las reglas de la sucesión
intestada haga premuerto al causante o no haya podido sucederle por estar incurso en
causa de indignidad. En definitiva, que no haya podido heredar por premoriencia o
indignidad.

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2. Que alguno (o algunos) de sus parientes cumpla los requisitos de parentesco


establecidos en la sucesión intestada para la aplicación del derecho de representación
y que, resumida y alternativamente, son los siguientes:
a. Que sea o sean descendientes/s de quien no ha podido heredar (pues, según
el art. 925.1 “el derecho de representación tendrá lugar siempre en la línea
recta descendiente”.
b. Que sea hijo de uno de los hermanos del causante, en concurrencia con sus
tíos.
3. Que quien o quienes ejercita/n el derecho de representación, respecto del causante, le
sobreviva y no se encuentre incurso en causa de indignidad.
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En caso de procedencia del derecho de representación, su efecto fundamental consiste en que


la herencia intestada se habrá de distribuir por estirpes, tal y como establece el art. 926:
“Siempre que se herede por representación, la división de la herencia se hará por estirpes, de
modo que el representante o representantes no hereden más de los que heredaría su
representado, si viviera.
8.3. El debate sobre el derecho de representación en la sucesión testamentaria
En la sucesión testamentaria debe excluirse el derecho de representación, pues de iure condito
no existe un solo argumento de peso en favor de su aplicación. En nuestro código el derecho
de representación es una nota característica de la sucesión intestada, inaplicable a la
testamentaria o voluntaria.
8.4. Sistema legitimario y derecho de representación
El art. 929, ya citado, indica textualmente que “no podrá representarse a una persona viva sino
en los casos de desheredación o incapacidad”. Dado que sólo se puede desheredar a quienes
tienen la condición de legitimarios, ¿debe interpretarse que cabe el derecho de representación
en la legítima? Aun con el debate de la cuestión, a nuestro entender, la subrogación que
ordenan tales preceptos se aproxima demasiado en términos materiales a lo que las reglas de
sucesión intestada denominan “derecho de representación” como para negar que el efecto es
paralelo.
Siguiendo una línea parecida de razonamiento, ha afirmado ya en el siglo XXI, el profesor
Albaladejo, de manera rotunda, “que los descendientes del heredado suceden por
representación de éste en la legítima, y los del incapaz también por representación en la
misma o en lo dejado al incapaz *…+ Y no cabe que ni el desheredado ni el incapaz les frustren
su representación repudiando (art. 929), porque, como no son llamados, no cabe que
repudien.

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Tema 2

Tema 2: LA CAPACIDAD SUCESORIA


La capacidad para suceder.- Incapacidades absolutas y relativas.- Supervivencia del sucesor.- La
indignidad.- Efectos de incapacidad e indignidad.- Indignidad y desheredación.

1. LA CAPACIDAD PARA SUCEDER

1.1. El principio general


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Nuestro sistema normativo parte de la base de que, con carácter general, cualesquiera
personas gozan de capacidad sucesoria, ya se trate de personas propiamente dichas o de
personas jurídicas, de cualquier tipo. Las normas que a continuación vamos a considerar son
aplicables a cualesquiera de las formas de sucesión: testamentaria, legítima o intestada y se
refieren tanto al heredero como al legatario.
En relación con las personas jurídicas, sean jurídico-públicas o jurídico-privadas, establece
abiertamente el artículo 746 que “las iglesias y los cabildos eclesiásticos, las diputaciones
provinciales y las provincias, los ayuntamientos y municipios, los establecimientos de
hospitalidad, beneficencia e instrucción pública, las asociaciones autorizadas o reconocidas por
la ley y las demás personas jurídicas, pueden adquirir por testamento con sujeción a lo
dispuesto en el artículo 38”.
1.2. El momento de calificación de la capacidad
Art. 758.1 CC. “para calificar la capacidad del heredero o legatario se atenderá al tiempo de la
muerte de la persona de cuya sucesión se trate”. Por supuesto, si la institución o legado fuere
condicional, se atenderá además al tiempo en que se cumpla la condición (art. 758.3).

2. LAS INCAPACIDADES ABSOLUTAS


En nuestro ordenamiento jurídico basta con tener personalidad para ostentar la capacidad
sucesoria. Es natural, pues, que para el art. 745 sólo puedan ser consideradas “incapaces de
suceder:
a. Las criaturas abortivas, entendiéndose tales las que no reúnan las circunstancias
expresadas en el artículo 30.
b. Las asociaciones o corporaciones no permitidas por la ley”.
En realidad, no es que sean incapaces para suceder, es que no son considerados sujetos de
derecho, son entidades o realidades indiferentes para el Derecho.
Según el artículo 30 CC, si el nacido tiene vida independiente, aunque sea momentánea, a
partir de ahora habrá de ser considerado persona, siendo criaturas abortivas sólo quienes
carezcan de vida extrauterina.
2.1. Incapacidad relativa
Contemplada genéricamente, sin embargo, la capacidad sucesoria no es objeto de
restricciones, aunque ciertamente sí existen supuestos legalmente contemplados en los que,
respecto de una determinada sucesión en concreto, el ordenamiento considera oportuno,
justo o necesario declarar la incapacidad relativa de algunas personas para entrar en la
sucesión.

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3. ¿SUPERVIVENCIA DEL SUCESOR?


La supervivencia del sucesor al causante constituye un presupuesto propio de la sucesión
hereditaria con carácter general. En caso de premoriencia al causante, extinguida la
personalidad del sucesor, éste no podrá hacer efectiva las facultades inherentes a la vocación
hereditaria. Ergo, como principio, el sucesor ha de existir en el momento de apertura de la
sucesión y, además, sobrevivir al causante
3.1. Los casos de conmoriencia
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La determinación de la supervivencia del heredero resulta particularmente difícil en los


supuestos típicos en que un mismo evento, natural o no, determina la muerte simultánea de
dos o más personas que tengan recíprocamente derecho a heredarse (naufragio, terremoto,
accidente automovilístico, etc.).
Nuestro art. 33, requiere probar con los medios ordinarios quién ha fallecido antes, y a falta de
prueba, “se presumen muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de
uno a otro”, con independencia además de que la simultaneidad de la muerte haya sido
provocada por un mismo evento o no (supongamos, un anciano fallece en la cama y su hijo en
un accidente aéreo, pero a la misma hora). La supervivencia del eventual sucesor, por tanto,
ha de ser probada para que tenga lugar la sucesión hereditaria, manteniéndose la regla
general en la materia.
3.2. El nasciturus o concebido pero no nacido
Dada la presunción favorable al nacimiento establecida en el art. 29 CC, no cabe duda de que
el nasciturus puede ser instituido heredero o nombrado legatario en testamento o llamado a la
herencia en concepto de legitimario o de heredero abintestato. Es más, como veremos más
adelante, al estudiar la partición, el llamamiento hereditario a un nasciturus se encuentra
desarrollado normativamente en sede sucesoria, con la finalidad precisamente de suspender la
partición hasta que se produzca el parto y nazca, pues conforme al art. 30 CC, “la personalidad
se adquiere en el momento de nacimiento con vida, una vez producido el entero
desprendimiento del seno materno”.
3.3. El llamamiento al concepturus
Teóricamente no cabe esta posibilidad, a no ser que se le nombre a través de una sustitución
fideicomisaria, en cuyo caso será primer heredero (fiduciario) una persona capaz de suceder y
posterior heredero (fideicomisario) el concepturus. Fuera de este sistema, en un principio se
pensó por la doctrina y jurisprudencia que el que no está concebido, aunque quizá pueda
estarlo algún día, no es persona, no es sujeto de Derecho, no existe, no tiene capacidad para
suceder. Pero la doctrina más moderna ha admitido la posibilidad de que se instituya heredero
(o legatario) a una futura y posible persona, aún no concebida, siempre que sea identificable,
quedando condicionado el llamamiento a la efectiva existencia del concepturus.
La doctrina estima también que mientras el concepturus no llegue a existir y adquiera la
cualidad de persona, la herencia se pondrá en administración aplicando los artículos 801 y
siguientes.
3.4. Las fundaciones testamentarias
Nunca se ha negado radicalmente la posibilidad de que mediante testamento, el causante
pudiera establecer la dotación necesaria para la constitución post mortem de una fundación,

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ordenando su puesta en marcha a los herederos o albaceas, o bien que el propio testamento
contuviera una institución a título de heredero en favor de la futura fundación.
En cambio, sí se ha debatido el fundamento o soporte normativo y la explicación del
fenómeno, predicándose, en general, la analogía con el caso del nasciturus y, por tanto, la
aplicación extensiva de lo establecido en el art. 29 CC.
3.5. Las asociaciones proyectadas o en periodo constitutivo
Es obvio que el testador, por sí mismo, en cuanto persona individual, en modo alguno puede
crear una asociación, ni tendría sentido que lo pretendiera, ni posiblemente pueda obligar a
nadie a que, asociándose, la constituya o constituyera, dada la existencia de libertad tanto
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positiva cuanto negativa en materia, conforme a la conocida y reiterada jurisprudencia del TC.
En consecuencia, es natural que ni la Ley vigente reguladora del derecho de asociación, ni
ninguna de sus predecesoras contenga referencia expresa alguna a dicha cuestión, gracias a
Dios: la asociación requiere la voluntad constitutiva de una pluralidad de personas.
4. LAS INCAPACIDADES RELATIVAS

4.1. Los ministros religiosos


Conforme al artículo 752, “no producirán efecto las disposiciones testamentarias que haga el
testador durante su última enfermedad en favor del sacerdote que en ella le hubiese
confesado, de los parientes del mismo dentro del cuarto grado, o de su iglesia, cabildo,
comunidad o instituto”.
4.2. Los tutores o curadores
Dispone el artículo 753, “tampoco surtirá efecto la disposición testamentaria en favor de quien
sea tutor o curador del testador, salvo cuando se haya hecho después de aprobadas
definitivamente las cuentas o, en el caso de que no tuviese que rendirse estas, después de la
tutela o curatela. Serán, sin embargo, válidas las disposiciones hechas en favor del tutor o
curador que sea ascendiente, descendiente, hermano, hermana o cónyuge del testador”.
4.3. Los notarios y testigos
Frente a los dos artículos anteriores, el artículo 754 no declara ineficaces las eventuales
disposiciones testamentarias que benefician al Notario y a los testigos que hayan intervenido
en el otorgamiento del testamento, sino que se pronuncia prohibiendo al testador que
disponga en favor de tales personas, disponiendo lo siguiente:
“El testador no podrá disponer del todo o parte de su herencia en favor del Notario que
autorice su testamento, o del cónyuge, parientes o afines del mismo dentro del cuarto grado,
con la excepción establecida en el artículo 682.
Esta prohibición será aplicable a los testigos del testamento abierto, otorgado con o sin
Notario.
Las disposiciones de este artículo son también aplicables a los testigos y personas ante quienes
se otorguen los testamentos especiales”.
4.4. La interposición de persona
El artículo 755, dejando un portillo abierto de carácter general, determina que “será nula la
disposición testamentaria a favor de un incapaz, aunque se la disfrace bajo la forma de
contrato oneroso o se haga a nombre de persona interpuesta”.

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5. LA INDIGNIDAD

5.1. Introducción
Tras regular las incapacidades relativas, aborda nuestro Código la contemplación normativa de
la indignidad, tacha sucesoria consistente en establecer que quienes cometan actos de
particular gravedad contra un causante determinado, pierden el derecho a heredar lo que
tendencialmente podían ostentar.
- Hemos hablado del causante, pues en efecto la indignidad no afecta sólo a la sucesión
testamentaria, sino a cualquier tipo de sucesión.
Pero, reténgase, la indignidad inhabilita a quien incurre en alguna de las causas
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legalmente establecidas para suceder trátese de la legítima, de la sucesión intestada o


de la sucesión testamentaria. Y, en esta última, inhabilita tanto al llamado a título
universal o heredero cuanto al legatario.
- En nuestro código la indignidad no representa una categoría especial o distinta de la
incapacidad para suceder, sino que el legislador lo configura como una subespecie de
aquella.
- La indignidad es una incapacidad sucesoria de carácter relativo, referida en concreto a
un determinado causante y no constituye una cualidad personal y general del llamado
“indigno”. Esto es, quien sea indigno respecto de una determinada persona, no la
heredará, pero puede heredar a cualesquiera otras personas.

5.2. Causas de indignidad


Artículo 756 CC, son incapaces de suceder por causa de indignidad:
1. El que fuera condenado por sentencia firme por haber atentado contra la vida, o a
pena grave por haber causado lesiones o por haber ejercido habitualmente violencia
física o psíquica en el ámbito familiar al causante, su cónyuge, persona a la que esté
unida por análoga relación de afectividad o alguno de sus descendientes o
ascendientes.
2. El que fuera condenado por sentencia firme por delitos contra la libertad, la integridad
moral y la libertad e indemnidad sexual, si el ofendido es el causante, su cónyuge, la
persona a la que esté unida por análoga relación de afectividad o alguno de sus
descendientes o ascendientes.
Asimismo el condenado por sentencia firme a pena grave por haber cometido un
delito contra los derechos y deberes de los familiares respecto de la herencia de la
persona agraviada.
También el privado por resolución firme de la patria potestad, o removido del ejercicio
de la tutela o acogimiento familiar de un menor o persona con la capacidad modificada
judicialmente por causa que le sea imputable, respecto de la herencia del mismo.
3. El que hubiese acusado al causante de delito para el que la ley señala pena grave, si es
condenado por denuncia falsa.
4. El heredero mayor de edad que, sabedor de la muerte violenta del testador, no la
hubiese denunciado dentro de un mes a la justicia, cuando ésta no hubiera procedido
ya de oficio.
Cesará esta prohibición en los casos en que según la ley no haya la obligación de
acusar.
5. El que, con amenaza, fraude o violencia, obligare al testador a hacer testamento o a
cambiarlo.
6. El que por iguales medios impidiere a otro hacer testamento, o revocar el que tuviese
hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.

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7. Tratándose de la sucesión de una persona con discapacidad, las personas con derecho
a la herencia que no le hubieren prestado las atenciones debidas, entendiendo por
tales las reguladas en los artículos 142 y 146 del código civil.

5.3. La rehabilitación del indigno


Pese a la gravedad de las causas de indignidad, la ley permite que el ofendido perdone o
remita. Por tanto, la incapacidad sucesoria del indigno es disponible por el causante, cosa que
no ocurre respecto a los supuestos de incapacidad relativa antes analizados.
Según el artículo 757, en efecto, “las causas de indignidad dejan de surtir efecto si el testador
las conocía al tiempo de hacer testamento o si habiéndolas sabido después, las remitiere en
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documento público”. Así pues, cabe tanto el perdón tácito testamentario consistente en que,
pese a que alguien se encuentre incurso en causa de indignidad respecto de otra persona,
ésta, al testar, puede instituirlo heredero o legatario, cuanto la expresa remisión aunque ésta
ha de instrumentarse públicamente.

6. EFECTOS DE LA INDIGNIDAD E INCAPACIDAD

6.1. Unificación de tratamiento


La opinión doctrinal más segura al respecto considera que, en nuestro código, los supuestos de
incapacidad relativa y los casos de indignidad han sido unificados en cuanto al régimen jurídico
aplicable, pues en la redacción final, al menos, se abandonó en criterio de origen romano en
virtud del cual el indigno podía adquirir la herencia, si bien su adquisición era impugnable,
mientras que la violación de las prohibiciones de incapacidad relativa generaba la nulidad
radical de la designación como heredero o legatario.
6.2. La eventual restitución de los bienes hereditarios por el incapaz
Artículo 760 CC, “el incapaz de suceder, que contra la prohibición de los anteriores artículos,
hubiese entrado en la posesión de los bienes hereditarios, estará obligado a restituirlos con
sus accesiones y con todos los frutos y rentas que haya percibido”.
El incapaz, sea propiamente tal o indigno, ocuparía u ostentaría en su caso la condición de
sucesor realizando un acto contra la ley (contra los anteriores artículos) y por ello es tratado
exactamente igual que un poseedor de mala fe en la liquidación del estado posesorio.
Añadiendo a ello el hecho de que el artículo 762 establece que “no puede deducirse acción
para declarar la incapacidad pasados cinco años desde que el incapaz esté en posesión de la
herencia o legado”, habría de llegarse a la conclusión de que, al menos en este supuesto, la
petición de herencia (del heredero verdadero frente al eventual heredero aparente por
indignidad o incapacidad) habría de considerarse prescrita, por transcurso del período de
caducidad (según la mayoría de la doctrina) a los cinco años (apreciación que, sin embargo, no
ha sido realizada hasta la fecha por ninguno de nuestros autores).

7. INDIGNIDAD Y DESHEREDACIÓN
Como veremos más adelante, las causas de indignidad y desheredación, aun siendo
semejantes no son coincidentes. Tampoco su significado ni funcionamiento, pues las causas de
desheredación sólo permiten desheredar al legitimario (se requiere una conducta activa, pues,
por el ofendido o, en este caso, testador).

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Cuadro sacado de internet, comprobar si está actualizado:


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Tema 3: EL TESTAMENTO: FORMAS COMUNES Y ESPECIALES


Concepto, caracteres y contenido del testamento.- Capacidad para testar.- Reglas formales de
carácter general.- Identificación y apreciación de la capacidad del testador.- Ineficacia del
testamento: revocación, caducidad y nulidad.- Clasificación de las formas testamentarias.- El
testamento abierto.- El testamento cerrado.- El testamento ológrafo.- El testamento otorgado
en país extranjero.

1. CONCEPTO, CARACTERES Y CONTENIDO DEL TESTAMENTO


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1.1. Concepto
La noción inicial del testamento la ofrece el art. 667 del código civil, afirmando que “el acto por
el cual una persona dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de
ellos, se llama testamento”.
1.2. Caracteres

A) Acto unilateral y unipersonal


La declaración de la voluntad testamentaria no requiere el complemento de ninguna otra
declaración, ni de ninguna otra persona. El testador otorga por sí mismo el testamento,
aunque en su otorgamiento hayan de intervenir otras personas (notario y/o testigos), pero
estas en modo alguno pueden (o, si se quiere, deben) hacer otra cosa que dar cuenta,
autorizar o acreditar la libre y espontánea voluntad del testador.
Al afirmar que el testamento es también un acto unipersonal, se trata de poner de manifiesto
que, en el régimen de nuestro código, no cabe que varias personas, aunque se trate de los
cónyuges, testen simultánea y mancomunadamente. Lo prohíbe radicalmente el artículo 669:
“no podrán testar dos o más personas mancomunadamente, o en un mismo instrumento, ya lo
hagan en provecho recíproco, ya en beneficio de un tercero”.
B) Acto personalísimo
El propio art. 670 utiliza tal expresión: “El testamento es un acto personalísimo: no podrá
dejarse su formación, en todo o en parte, al arbitrio de un tercero, ni hacerse por medio de
comisario o mandatario.
Tampoco podrá dejarse al arbitrio de un tercero la subsistencia del nombramiento de
herederos o legatarios, ni la designación de las porciones en que hayan de suceder cuando
sean instituidos nominalmente”. Es decir, el testador debe decidir por sí mismo a quién y en
cuánto nombra herederos o legatarios, adoptando el criterio de distribución o la asignación de
sus bienes y derechos para el momento que él falte.
El siguiente precepto, el artículo 671, no puede considerarse una excepción a lo dicho, pues
verdaderamente la asignación hereditaria ha sido ya realizada por el testador, quien se limita a
encomendar a un tercero que determine cómo han de distribuirse los bienes entre las clases
indeterminadas.
C) Acto solemne
Basta ahora la remisión al artículo 687, conforme al cual “será nulo el testamento en cuyo
otorgamiento no se hayan observado las formalidades respectivamente establecidas [para
cada uno de los tipos o de las formas testamentarias] en este capítulo.

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D) Acto esencialmente revocable


Mientras viva, el testador podrá otorgar cuantos testamentos quiera y desee, pues el
otorgamiento del testamento no atribuye derecho o facultad alguna a quienes hayan sido
instituidos en él, sea como herederos o legatarios. La posposición de la eficacia del testamento
al fallecido del causante hace que este, mientras tanto, pueda revocar ad nutum cualesquierea
disposiciones testamentarias.
Artículo 737 CC, “Todas las disposiciones testamentarias son esencialmente revocables,
aunque el testador exprese en el testamento su voluntad o resolución de no revocarlas
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Se tendrán por no puestas las cláusulas derogatorias de las disposiciones futuras, y aquellas en
que ordene el testador que no valga la revocación del testamento si no la hiciere con ciertas
palabras o señales”.
1.3. Contenido del testamento
Aunque en nuestro ordenamiento no es imperativa la existencia de institución de heredero,
generalmente la mayor parte de los testamentos otorgados suelen referirse a las atribuciones
patrimoniales realizadas por el causante para cuando fallezca.
No obstante, también suelen contender la mayor parte de los testamentos, declaraciones
privadas de sustrato patrimonial, como las referidas a la confesión religiosa o a las exequias del
testador o, como bien sabemos ya, el reconocimiento de un hijo extramatrimonial (art.
120.1ºCC).

2. LA CAPACIDAD PARA TESTAR


Artículo 662 CC, “pueden testar todos aquellos a quienes la ley no lo prohíbe expresamente”.
Sin embargo el siguiente precepto dice: “están incapacitados para testar:
- Los menores de catorce años de uno u otro sexo.
- El que habitual o accidentalmente no se hallare en su cabal juicio”.

2.1. La edad
La regla general de que bastan los catorce años para poder testar no rige, sin embargo, en el
testamento ológrafo, en el que se requiere ser mayor de edad (art. 688.1) Pero, fuera de tal
supuesto, cualquiera puede testar a partir de la edad legalmente determinada: los catorce
años.
2.2. La falta de cabal juicio
Todo lo contrario ocurre en relación con el supuesto contemplado por el número 2º del
artículo 663, en cuya virtud está incapacitado para testar “el que habitual o accidentalmente
no se hallare en su cabal juicio”. La norma, no puede entenderse en el estricto sentido de que
no podrá testar sólo quien se encuentre judicialmente incapacitado a causa de enfermedades
psíquicas, pues alcanza también a quien, de forma accidental, no se halle en cabal juicio (caso
de hipnosis, embriaguez o drogadicción, por ejemplo). Con lo cual, podemos remitir a cuanto
desarrollamos respecto de la capacidad natural al estudiar la capacidad contractual.
De otra parte, la prohibición de testar del enajenado mental se ha combinado siempre en el
código con dos normas complementarias:

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- De una parte, con lo dispuesto en el artículo 664, conforme al cual “el testamento
hecho antes de la enajenación mental es válido”.
- De otra, con la posibilidad de otorgar válidamente testamento durante el “intervalo
lúcido”.
En definitiva, pues, en caso de existir pronunciamiento judicial privando al incapacitado de la
capacidad de testar, el Notario habrá de observarla en sus términos. Si pese a la falta de cabal
juicio no existe incapacitación o la sentencia nada dice al respecto, el Notario podrá seguir
haciendo suya la indagación de la capacidad natural de entender y querer del testador
conforme a las prescripciones del artículo 665.
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3. REGLAS FORMALES DE CARÁCTER GENERAL


El carácter formal y solemne del testamento determina naturalmente que el incumplimiento o
la falta de observancia de las formalidades que en cada caso correspondan trae consigo la
nulidad radical del testamento.
3.1. El notario
Aunque sólo lo indique expresamente el artículo 694 (relativo al testamento abierto notarial),
en cualquier caso en que proceda su intervención, ha de tratarse de “Notario hábil para actuar
en el lugar del otorgamiento”, pues por principio los Notarios carecen de fe pública fuera de su
respectivo distrito notarial.
3.2. Los testigos
Es relativamente frecuente en materia sucesoria hablar de testigos idóneos. Sin embargo,
siempre se ha tratado sólo que no se encuentren incursos en ninguna de las prohibiciones
establecidas al respecto, más allá de cualidades excepcionales que debieran poseer.
Las causas de ineptitud se aplican de forma general, en relación con todos los testamentos y
otra serie de prohibiciones relativas, que sólo tienen relevancia en relación con el testamento
abierto.
Artículo 681 CC, “No podrán ser testigos en los testamentos:
1) Los menores de edad, salvo lo dispuesto en el artículo 701.
2) Los que no entiendan el idioma del testador.
3) Los que no presenten el discernimiento necesario para desarrollar la labor
testifical.
4) El cónyuge o los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo
de afinidad del Notario autorizante y quienes tengan con éste relación de trabajos.
A tales causas, cuando se trate de testamento abierto (cuyo contenido y disposiciones han de
conocer los testigos), han de añadirse los herederos y legatarios instituidos en el testamento,
así como sus cónyuges o parientes, dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad (art. 682.1). Sin embargo, el párrafo 2º del artículo 682 establece que “no estén
comprendidos en esta prohibición los legatarios ni sus cónyuges o parientes cuando el legado
sea de algún objeto mueble o cantidad de poca importancia con relación al caudal
hereditario”. Cabe, por tanto, que algún legatario (nunca un heredero), beneficiado con un
legado de carácter simbólico, pueda formar parte de grupo de testigos.
3.3. El intérprete

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En relación con dicha figura, dispone el artículo 684 que “cuando el testador exprese su
voluntad en lengua que el Notario no conozca, se requerirá la presencia de un intérprete,
elegido por aquél, que traduzca la disposición testamentaria a la oficial en el lugar del
otorgamiento que emplee el Notario. El instrumento se escribirá en las dos lenguas con
indicación de cuál ha sido la empleada por el testador.
El testamento abierto y el acta del cerrado se escribirán en la lengua extranjera en que se
exprese el testador y en la oficial que emplee el Notario, aun cuando este conozca aquella”.

4. IDENTIFICACICÓN Y APRECIACIÓN DE LA CAPACIDAD DEL TESTADOR


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Naturalmente, la identificación y la apreciación de la capacidad del testador constituyen


elementos de suma importancia en el momento en que cualquier persona desea manifestar su
voluntad testamentaria. Por dicha razón, aunque refiriéndose sólo a los testamentos abiertos,
el artículo 685 ha establecido siempre que el Notario o los testigos (según qué casos) deberían
emitir un juicio acerca de la identificación personal y de la capacidad del testador.
El artículo 685 actualmente establece que “el Notario deberá conocer al testador y si no lo
conociese se identificará su persona con dos testigos que le conozcan y sean conocidos del
mismo Notario, o mediante la utilización de documentos expedidos por las autoridades
públicas cuyo objeto sea identificar a las personas. También deberá el Notario asegurarse de
que, a su juicio, tiene el testador la capacidad legal necesaria para testar.
En los casos de los artículos 700 y 701, los testigos tendrán obligación de conocer al testador y
procurarán asegurarse de su capacidad.
La identificación notarial puede llevarse a cabo, sencillamente, mediante la aportación por el
interesado en testar de sus documentos de identidad (DNI o pasaporte).

5. INEFICACIA DEL TESTAMENTO: REVOCACIÓN, CADUCIDAD Y NULIDAD


Es posible que un testamento por diversas razones pueda ser inválido, o que siendo en general
inválido, algunas de sus disposiciones sean o puedan ser declaradas inválidas, es decir cabe la
ineficacia total o parcial en un testamento.
El cuerpo no llega a establecer un cuerpo normativo referido con carácter general a la
problemática propia de los distintos supuestos de ineficacia y no dicta normas en relación con
algunos problemas de todo de vista evidentes (legitimación, plazo de prescripción, etc).
5.1. La revocación y sus formas
Es la causa típica y de mayor frecuencia de pérdida de efectos de un testamento válidamente
otorgado con anterioridad. Si se atiende al hecho de que el artículo 738 dispone que los
estamentos han de ser revocados “con las solemnidades propias para testar”, inicialmente hay
que partir de la idea de que, generalmente, la revocación tiene lugar por el otorgamiento de
un nuevo testamento.
Sin embargo, ello no ha de ocurrir de forma necesaria, pues cabe también revocar un
testamento anterior sin necesidad de otorgar otro.
Respetar las solemnidades testamentarias en el otorgamiento del nuevo testamento, por
supuesto, no implica que, otorgado un testamento (supongamos, ológrafo), su revocación
haya de llevarse a efecto a través de la misma forma testamentaria utilizada (otro testamento

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ológrafo), sino sencillamente otorgar un nuevo testamento que sea válido y perfecto, aunque
su forma sea diferente a la seguida en el anterior o en los anteriores.
Las solemnidades testamentarias han de respetarse en todo caso, con independencia de que la
voluntad revocatoria se dirija a privar de eficacia al testamento en su conjunto o, en cambio,
sólo a alguna de sus cláusulas. Equivale ello a afirmar que la revocación puede ser total o
parcial:
- Revocación total: si tiene por objeto privar por completo de validez a un testamento
anteriormente otorgado.
- Revocación parcial: si la revocación afecta únicamente a alguna de sus cláusulas (por
ejemplo, se deja sin efecto un legado contenido en el testamento anterior o se
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modifica sólo la estipulación relativa al carácter de los sustitutos del instituido en


primer lugar).
La conclusión, verdadera, antes esbozada de que valdrá sólo la última voluntad testamentaria
presupone que todas las expresadas anteriormente han quedado revocadas, afirmación a la
que se puede llegar por diversas vías y de diversas maneras, conocidas técnicamente con el
nombre de formas de revocación.
A) Revocación expresa
La declaración del testador de que desea dejar sin efecto sus anteriores manifestaciones
testamentarias, naturalmente, no presenta particular problemática. Hay que pasar por ello,
porque la revocabilidad esencial de las disposiciones mortis causa así lo exige, y estar firme el
testador en relación con el destino de sus bienes.
En cambio, resulta algo más compleja la eventualidad de que la declaración expresa de
revocación de un testamento anterior se complemente con la manifestación expresa de que
valga otro más antiguo, conocida doctrinalmente con la expresión de reviviscencia del
testamento anteriormente revocado, que requiere ineludiblemente una manifestación expresa
del testador por recuperar la eficacia del testamento antiguo.
B) Revocación tácita
La ineficacia de un testamento anterior, naturalmente, ha de producirse también, aunque el
testador nada declare respecto a ello, cuando tiene lugar el otorgamiento de otro testamento
posterior, pues presumiéndose la seriedad en la intención al realizar actos jurídicos y sumando
a ello que el carácter formal del testamento no permite improvisaciones, hay que considerar
que el otorgamiento de un testamento posterior carece de sentido si no tiene como finalidad
privar de eficacia al anteriormente otorgado.
Artículo 739.1 CC: “el testamento anterior queda revocado de derecho por el posterior
perfecto, si el testador no expresa en este su voluntad de que aquél subsista en todo o en
parte”.
No obstante, tal revocación no la impone el precepto contra viento y marea, ni la establece de
una forma rígida. Cabe mantener total o parcialmente la validez o eficacia del testamento
anterior si así lo expresa el testador en el testamento posterior.
Cuando haya de tener lugar, la revocación tácita se produce aunque el testamento revocatorio
quede sin efecto de forma sobrevenida por inexistencia de los sucesores en él designados o
instituidos, sin que en tal supuesto pueda entenderse que “revive” un eventual testamento
anterior. A tal eventualidad se refiere el artículo 740, con expresión harto criticable: “la
revocación producirá su efecto aunque el segundo testamento caduque por incapacidad del
heredero o de los legatarios en él nombrados, o por renuncia de aquel o de estos”.

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Tema 3

Evidentemente no caduca el testamento porque el heredero o los legatarios no lleguen a


adquirir la herencia o el legado, aunque ciertamente la inexistencia de sucesores a título de
heredero haya de provocar la apertura de la sucesión intestada y, en ese sentido, el
testamento haya devenido desde luego ineficaz.
C) La denominada revocación real
Se denomina así al supuesto de que el testamento cerrado aparezca quebrantado, roto o
destruido, regulado en el artículo 742, sobre el cual es palmaria la inexistencia de
jurisprudencia, pues la única vez que se ha pronunciado el TS sobre el precepto ha sido para
afirmar que se aplica solo y exclusivamente al caso del testamento cerrado y negar que
pudiera serlo a un caso de testamento ológrafo.
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El referido artículo distingue dos casos distintos, según que el testamento cerrado se
encuentre en poder del testador o de una tercera persona:
1º Si el testamento cerrado aparece en el domicilio del testador con las cubiertas rotas o los
sellos quebrantados, o borradas, raspadas o enmendadas las firmas que los autoricen, se
presume revocado, considerándose en tal caso que tales resultados han sido provocados por el
propio testador para evitar que el testamento valga.
Por ello, el testamento será válido, probando su autenticidad, si se demuestra que los
desperfectos han acaecido “sin voluntad ni conocimiento del testador, o hallándose éste en
estado de demencia”.
2º Encontrándose el testamento en poder de otra persona, presumiéndose que esta ha sido la
causante de los desperfectos de la cubierta o de los sellos, será válido si se demuestra su
autenticidad.
Si estando en poder de tercero e íntegros sellos y cubierta, dice la última parte del artículo 742
que “con las firmas borradas, raspadas o enmendadas, será válido el testamento, como no se
justifique haber sido entregado el pliego en esta forma por el mismo testador”.
5.2. La caducidad del testamento
Caducan los testamentos otorgados en circunstancias extraordinarias cuando, superadas estas,
considera la ley que el testador recupera la normalidad para acudir a las formas testamentarias
comunes, que seguidamente analizaremos. Caducan así, como mucho en un periodo de cuatro
meses contados desde su otorgamiento, los testamentos abiertos otorgados en peligro de
muerte o en tiempo de epidemia, los testamentos militar y marítimo.
Establece también el código la caducidad, aunque en estos casos otorgando un período
temporal más amplio, cuando falta protocolización del testamento ológrafo o cuando no se
han formalizado debidamente los testamentos otorgados en situación de peligro que,
efectivamente, haya provocado el fallecimiento del testador.
5.3. La nulidad del testamento
La nulidad del testamento puede deberse a cualquiera de las siguientes circunstancias:
1º Inexistencia o falta de capacidad en el otorgante y, en particular, testamento otorgado por
menores de catorce años (art. 663.1), sin cabal juicio (art. 663.2) o testamentos ológrafos
otorgados por menores de edad (art. 688).
2º Vulneración o inobservancia de las formalidades para cada caso prescitas, dado el carácter
eminentemente formal del testamento (art. 687).

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3º Recurso a una de las formas testamentarias prohibidas por el código (testamento


mancomunado: art. 669, o mediante comisario: art. 670).
4º Existencia de vicios de la voluntad en el momento del otorgamiento.
En relación con este último supuesto, dispone el artículo 673 que “será nulo el testamento
otorgado con violencia, dolo o fraude”.

6. CLASIFICACIÓN DE LAS FORMAS TESTAMENTARIAS


Según establece el propio artículo 6767 “el testamento puede ser común o especial”. El
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segundo párrafo del precepto considera testamentos comunes a las siguientes formas
testamentarias: testamento ológrafo, abierto o cerrado, ofreciendo seguidamente una noción
inicial de cada una de tales figuras:
- Testamento ológrafo: cuando el testador lo escribe por sí mismo en la forma y con los
requisitos que se determinan en el artículo 688 (art. 687).
- Testamento abierto: cuando el testador manifiesta su última voluntad en presencia de
las personas que deban autorizar el acto, quedando enteradas de lo que en él se
dispone (art. 679).
- Testamento cerrado: cuando el testador, sin revelar su última voluntad, declara que
esta se halla contenida en el pliego que presenta a las personas que han de autorizar el
acto (art. 680).
Por su parte, conforme al art. 677, “se consideran testamentos especiales el militar, el
marítimo y el hecho en país extranjero”. Como veremos más adelante, los testamentos militar
y marítimo, a su vez, se pueden otorgar tanto de forma abierta cuanto cerrada.

7. EL TESTAMENTO ABIERTO NOTARIAL


Se denomina asó porque el testador manifiesta su voluntad en presencia de las personas que
deben autorizarlo. Se otorga solo ante el Notario, reclamándose la presencia de testigos solo
en algunas variantes del testamento abierto, o cuando el propio testador o Notario así lo
consideren oportuno.
7.1. La preparación y redacción del testamento
La característica principal es que su redacción compete a los notarios, previa transmisión de
los deseos del testador.
Art. 695 CC, “el testador expresará oralmente o por escrito su última voluntad al Notario”.
El notario procederá a extender por escrito el testamento, de conformidad con las
instrucciones recibidas del testador y, en su momento, convocará a este para el otorgamiento
y lectura del testamento.
7.2. El otorgamiento del testamento abierto
Una vez preparado materialmente el testamento, la fase de otorgamiento consiste
sencillamente en la lectura del testamento por el otorgante (el testador) ante el Notario o, en
su caso, por el Notario en presencia del otorgante. El Notario, pues, no otorga el testamento,
sino que sencillamente lo autoriza. (Art. 695)
7.3. El requisito de la unidad de acto

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Según el artículo 699, “todas las formalidades expresadas en esta sección se practicarán en un
solo acto que comenzará con la lectura del testamento, sin que sea lícita ninguna interrupción,
salvo la que pueda ser motivada por algún accidente pasajero”.
El requisito de la unidad de acto solo es aplicable al otorgamiento propiamente dicho del
testamento, al acto que comienza con la lectura y termina con la firma, sin que naturalmente
la pretendida unidad de acto pueda alcanzar a la fase preparatoria o de redacción del
testamento.
7.4. Variantes del testamento abierto notarial

A) El testamento otorgado en lengua extranjera, regulado en el artículo 684.


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B) El testamento otorgado por un testador que declare que no sabe o no puede firmar el
testamento o que sea ciego o que no pueda leer por sí el testamento, en cuyo caso
deben concurrir al acto del otorgamiento dos testigos idóneos.
C) Si el testador que no supiese o no pudiese leer fuera enteramente sordo, los testigos
leerán el testamento en presencia del Notario y deberán declarar que coincide con la
voluntad manifestada.

8. LOS TESTAMENTOS ABIERTOS SIN INTERVENCIÓN NOTARIAL

A) El testamento en peligro de muerte


B) El testamento en caso de epidemia
La falta de intervención notarial se asienta en la urgencia que existe en ambos supuestos que
por cierto pueden situarse en paralelo.
8.1. El testamento en caso de peligro de muerte
Art. 700 CC, “si el testador se hallare en peligro inminente de muerte, puede otorgarse
testamento ante cinco testigos idóneos, sin necesidad de notario”.
La idoneidad de los cinco testigos requeridos supone la aplicación de las reglas generales antes
consideradas respecto de la capacidad de los testigos (art. 681 a 683)
8.2. El testamento en caso de epidemia
Art. 701 CC, “en caso de epidemia puede igualmente otorgarse el testamento sin intervención
de Notario ante tres testigos mayores de 16 años”.
8.3. Normas comunes
Son formas testamentarias de carácter excepcional. La validez de tales testamentos queda
sometida al brevísimo plazo de caducidad de dos meses, contados desde la fecha de su
otorgamiento, pues el artículo 703 establece que “el testamento otorgado con arreglo a las
disposiciones de los tres artículos anteriores quedará ineficaz si pasaren dos meses desde que
el testador haya salido del peligro de muerte, o cesado la epidemia”.
Art. 702 CC, “en los casos de los artículos anteriores, se escribirá el testamento, siendo posible;
no siéndolo, el testamento valdrá aunque los testigos no sepan escribir”. Ahora bien, según el
artículo 704 CC, “los testamentos otorgados sin autorización del Notario serán ineficaces si no
se elevan a escritura pública y se protocolizan en la forma prevenida en la legislación notarial”.
Antes o después, pero en todo caso a la mayor brevedad posible, los testigos de cualquiera de
los testamentos considerados quedan obligados a procurar su materialización por escrito,
firmando la correspondiente acta de otorgamiento si supiesen escribir (y por tanto firmar).

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9. EL TESTAMENTO OLÓGRAFO
Es un documento testamentario que se caracteriza por estar íntegramente escrito por el
testador, de su puño y letra, sin intervención de otra persona. Esta forma garantiza el secreto
de las disposiciones testamentarias.
Si el testamento ológrafo queda en posesión del testador, una vez fallecido este, la pérdida o
destrucción del testamento queda en manos de sus sucesores, con lo que la voluntad
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testamentaria y los desvelos del testador para materializarla habrán resultado ineficaces. Ante
ello se aconseja que la redacción del testamento ológrafo se acompañe de un acta notarial que
refleje su otorgamiento y depósito ante un Notario y de la que se tome razón.
9.1. Requisitos
En relación con la capacidad del testador, se requiere la mayoría de edad, y en cuanto a la
forma, la autografía, fecha y firma del documento escrito en el que se plasma el testamento
ológrafo.
A) La mayoría de edad
Artículo 688.1 CC, “El testamento ológrafo sólo podrá otorgarse por personas mayores de
edad”.
B) La autografía del testamento
Artículo 688.2 CC, “Para que sea válido este testamento deberá estar escrito todo él y firmado
por el testador, con expresión del año, mes y día en que se otorgue”.
La personal caligrafía del testador excluye la utilización de cualquier medio mecánico de
reproducción o procesador de textos. Así pues, si el testador no sabe, no puede o no quiere
escribir en el sentido estricto, el pretendido testamento ológrafo devendrá ineficaz, con lo que
ha de llegarse a la conclusión de que verdaderamente, en cuanto requisito de capacidad, el
testador debe saber escribir convencionalmente.
Con relación a la lengua de utilización, determina el artículo 688.4 CC que “los extranjeros
podrán otorgar testamento ológrafo en su propio idioma”. El español podrá hacerlo en
cualquiera de las lenguas o dialectos que se hablan en España.
El párrafo 3º del artículo 688 CC dice que “si el testamento contuviese palabras tachadas,
enmendadas o entre renglones, las salvará el testador bajo su firma”.
C) La fecha del testamento
Es necesaria para, entre otras razones, determinarse la capacidad del testador.
D) La firma o rúbrica
Sin ella, lo escrito por el testador puede considerarse un documento preparatorio o un
borrador. Todos los documentos escritos convierten a la firma en la manifestación de voluntad
del interesado, y el testamento no es una excepción.
9.2. Adveración
Una vez fallecido el testador, el documento debería ser adverado conforme a la legislación
notarial, mediante la concurrencia de los pertinentes testigos o cotejo pericial de letra,

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aunque, tras la aprobación de la LJV, la competencia para la adveración y protocolización pasa


a ser función notarial, conforme a los designios de dicha ley y conforme a lo establecido en los
siguientes preceptos del propio Código, a los que la LJV da nueva redacción:
Artículo 689. “El testamento ológrafo deberá protocolizarse, presentándolo, en los cinco años
siguientes al fallecimiento del testador ante Notario. Este extenderá el acta de protocolización
de conformidad con la legislación notarial.
Artículo 690. “La persona que tenga en su poder un testamento ológrafo deberá presentarlo
ante Notario competente en los diez días siguientes a aquel en que tenga conocimiento del
fallecimiento del testador. El incumplimiento de este deber le hará responsable de los daños y
perjuicios que haya causado.
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También podrá presentarlo cualquiera que tenga interés en el testamento como heredero
legatario, albacea o en cualquier otro concepto”.
Artículo 691. “Presentando el testamento ológrafo y acreditando el fallecimiento del testador,
se procederá a su adveración conforme a la legislación notarial”.
Artículo 692. “Adverado el testamento y acreditada la identidad de su autor, se procederá a su
protocolización”.
9.3. Protocolización
En relación con ella establece el artículo 63 que “El Notario, si considera acreditada la
autenticidad del testamento, autorizará el acta de protocolización, en la que hará constar las
actuaciones realizadas, y, en su caso, las observaciones manifestadas.
Si el testamento no fuera adverado, por no acreditarse suficientemente la identidad del
otorgante, se procederá al archivo del expediente sin protocolizar aquel.
Autorizada o no la protocolización del testamento ológrafo, los interesados no conformes
podrán ejercer sus derechos en el juicio que corresponda”.

10. EL TESTAMENTO CERRADO


Regulado en los artículos 706 a 715, su aplicación práctica es escasa, y asegura ciertamente el
absoluto secreto de la voluntad testamentaria.
- La redacción del testamento
Según el artículo 706, cuyo encabezamiento ordena que “el testamento cerrado habrá de ser
escrito”, la preparación y redacción de dicho testamento puede llevarse a cabo de tres formas
distintas:
1º. Puede estar escrito enteramente de su peño y letra por el testador, quien en tal caso
pondrá al final su firma.
Dicha forma de redacción es, por tanto, muy cercana a la propia del testamento ológrafo. Por
ello, para el supuesto de que el testamento cerrado sea nulo por no haberse observado las
formalidades de otorgamiento, la parte final del artículo 715 establece su conversión en
testamento ológrafo: “Será válido, sin embargo (el testamento cerrado), como testamento
ológrafo, si todo él estuviere escrito y firmado por el testador y tuviere las demás condiciones
propias de este testamento”.

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2º. Puede haber sido escrito por cualquier medio mecánico o por otra persona a ruego del
testador. En este caso, no habiendo autobiografía del testador, éste pondrá su firma en todas
sus hojas y al pie del testamento.
3º. Cuando el testador no sepa o no pueda firmar, lo hará a su ruego al pie y en todas las hojas
otra persona, expresando la causa de imposibilidad.
- La fase de otorgamiento
Una vez preparado o redactado el testamento, su otorgamiento tiene lugar ante Notario,
quien extenderá, precisamente sobre la cubierta o sobre que contenga el testamento, la
correspondiente acta de otorgamiento.
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Artículo 707 CC, “en el otorgamiento del testamento cerrado se observarán las solemnidades
siguientes:
1º. El papel que contenga el testamento se pondrá dentro de una cubierta, cerrada y sellada
de suerte que no pueda extraerse aquel sin romper ésta.
2º. El testador comparecerá con el testamento cerrado y sellado, o lo cerrará y sellará en el
acto, ante el Notario que haya de autorizarlo.
3º. En presencia del Notario, manifestará el testador por sí, o por medio del interprete previsto
en el artículo 684, que el pliego que presenta contiene su testamento, expresando si se haya
escrito y firmado por él o si está escrito de mano ajena o por cualquier medio mecánico y
firmado al final y en todas sus hojas por él o por otra persona a su ruego.
4º. Sobre la cubierta del testamento extenderá el Notario la correspondiente acta de su
otorgamiento, expresando el número y la marca de los sellos con que está cerrado y dando fe
del conocimiento del testador o de haberse identificado su persona en la forma prevenida en
los artículos 685 y 686, y de hallarse, a su juicio, el testador con la capacidad legal necesaria
para otorgar testamento.
5º. Extendida y leída el acta, la firmará el testador que pueda hacerlo y, en su caso, las
personas que deban concurrir, y la autorizará el Notario con su signo y firma.
6º. También se expresará en el acta esta circunstancia, además del lugar, hora, día, mes y año
del otorgamiento.
7º. Concurrirán al acto de otorgamiento dos testigos idóneos, si así lo solicitan el testador o el
Notario.
- Reglas especiales de capacidad
El artículo 708 CC, establece que “no pueden hacer testamento cerrado los ciegos y los que no
sepan o no puedan leer”.
Artículo 709 CC, Los que no puedan expresarse verbalmente, pero sí escribir, podrán otorgar
testamento cerrado, observándose lo siguiente:
1º. El testamento ha de estar firmado por el testador. En cuanto a los demás requisitos, se
estará a lo dispuesto en el artículo 706.
2º. Al hacer su presentación, el testador escribirá en la parte superior de la cubierta, a
presencia del Notario, que dentro de ella se contiene su testamento, expresando cómo está
escrito y que está firmado por él.

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Tema 3

3º. A continuación de lo escrito por el testador se extenderá el acta de otorgamiento, dando fe


el notario de haberse cumplido lo prevenido en el número anterior y lo demás que se dispone
en el artículo 707 en lo que sea aplicable al caso.
- Conservación, apertura y protocolización
Una vez que el Notario haya autorizado el testamento cerrado y haya dejado constancia e el
protocolo de una copia autorizada del acta de otorgamiento, lo entregará al testador (art.
710). Este, a su elección, podrá conservar en su poder el testamento cerrado, o encomendar su
guarda y custodia a cualquier persona de su confianza o bien finalmente, depositarlo en poder
del Notario autorizante para que lo guarde en su archivo (art. 711).
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En relación con la apertura y protocolización del testamento cerrado, establece el art. 714 que
“se observará lo previsto en la legislación notarial”, disponiendo por su parte el artículo 712 lo
siguiente:
1º. La persona que tenga en su poder un testamento cerrado deberá presentarlo ante Notario
competente en los diez días siguientes a aquel en que tenga conocimiento del fallecimiento
del testador.
2º. El Notario autorizante de un testamento cerrado, constituido en depositario del mismo por
el testador, deberá comunicar, en los diez días siguientes a que tenga conocimiento de su
fallecimiento, la existencia del testamento al cónyuge sobreviviente, a los descendientes y a
los ascendientes del testador y, en defecto de éstos, a los parientes colaterales hasta el cuarto
grado.
3º. En los dos supuestos anteriores, de no conocer la identidad o domicilio de estas personas,
o si se ignorase su existencia, el Notario deberá dar la publicidad que determine la legislación
notarial.
El incumplimiento de este deber, así como el de la presentación del testamento por quien lo
tenga en su poder o por el Notario, le hará responsable de los daños y perjuicios causados”.
De otro lado, debe observarse que “si la no presentación se debe a dolo del que lo tiene en su
poder, perderá, además, todo derecho a la herencia” (art. 713 CC).

11. EL TESTAMENTO OTORGADO EN PAÍS EXTRANJERO

- Testamento otorgado conforme a la ley española


Artículo 734 CC, “También podrán los españoles que se encuentren en país extranjero otorgar
su testamento, abierto o cerrado, ante el funcionario diplomático o consular de España que
ejerza funciones notariales en el lugar del otorgamiento”.
Artículo 735 CC, “El agente diplomático o consular remitirá, autorizada con su firma y sello,
copia del testamento abierto, o del acta de otorgamiento del cerrado, al Ministerio del Estado
para que se deposite en su archivo”.
Artículo 736 CC, “El agente, diplomático o consular, en cuyo poder hubiese depositado su
testamento ológrafo o cerrado un español, lo remitirá al Ministerio del Estado cuando fallezca
el testador, con el certificado de defunción”.
El ministro de Estado hará publicar en la Gaceta de Madrid, la noticia del fallecimiento, para
que los interesados en la herencia puedan recoger el testamento y gestionar su
protocolización en la forma prevenida”.

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Tema 3

- Testamento conforme a la ley extranjera


Artículo 732 CC, establece que “los españoles podrán testar fuera del territorio nacional,
sujetándose a las formas establecidas por las leyes del país en que se hallen”.
También podrán testar en alta mar durante su navegación en un buque extranjero, con
sujeción a las leyes de la Nación a que el buque pertenezca.
Podrán asimismo hacer testamento ológrafo, con arreglo al artículo 688, aun en los países
cuyas leyes no admitan dicho testamento.
Por su parte, el artículo 733 dispone que “no será válido en España el testamento
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mancomunado, prohibido por el artículo 669, que los españoles otorguen en país extranjero,
aunque lo autoricen las leyes de la Nación donde se hubiese otorgado”.

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Tema 4

Tema 4: LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS


Institución de heredero.- Disposiciones testamentarias de carácter genérico.- La condición en
las disposiciones testamentarias.- El término.- Relevancia del modo.- Supuesto dudosos de
institución: heredero en cosa cierta y legatario de parte alícuota.

1. LA INSTITUCIÓN DEL HEREDERO


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Artículo 772.1 CC, “el testador designará al heredero por su nombre y apellidos, y cuando haya
dos que los tengan iguales deberá señalas alguna circunstancia por la que se conozca al
instituido”.
1.1. Algunas reglas de institución en el Código Civil
Para el supuesto de que el testador no haya previsto la cuota o cuantía en que han de
sucederle los herederos, siendo varios, establece el artículo 765 que “los herederos instituidos
sin designación de partes heredarán por partes iguales”.
El artículo 769 dispone que “cuando el testador nombre unos herederos individualmente y
otros colectivamente como si dijere: “instituto por mis herederos a N. y a N. y a los hijos de
N.”, los colectivamente nombrados se considerarán como si lo fueran individualmente, a no
ser que conste de un modo claro que ha sido otra la voluntad del testador”.
Por su parte, el artículo 771 considera que “cuando el testador llame a la sucesión a una
persona y a sus hijos, se entenderán todos instituidos simultánea y no sucesivamente”,
concurriendo a la herencia, en principio, por partes iguales.

2. DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS DE CARÁCTER GENÉRICO


Junto con la institución en favor de personas concretas y determinadas, nuestro código
permite también que la designación testamentaria recaiga en favor de colectivos e incluso en
beneficio del alma del difunto. Son todos ellos supuestos en los que planea una cierta
indeterminación de los beneficiarios finales de la institución testamentaria, por lo que se les
suele agrupar bajo esta denominación o bajo la de indeterminación relativa del instituido.
2.1. Disposiciones en favor del alma
Artículo 747 CC, “si el testador dispusiere del todo o parte de sus bienes para sufragios y obras
piadosas en beneficio de su alma, haciéndolo indeterminadamente y sin especificar su
aplicación, los albaceas venderán los bienes y distribuirán su importe, dando la mitad al
Diocesano para que los destine a los indicados sufragios y a las atenciones y necesidades de la
Iglesia, y la otra mitad al Gobernador Civil correspondiente para los establecimientos benéficos
del domicilio del difunto, y en su defecto, para los de la provincia”.
2.2. Disposiciones en favor de los pobres
En parecido sentido al caso anterior, resulta admisible también instituir herederos a “los
pobres en general”, en el entendido de que tampoco ellos pueden ser considerados herederos
propiamente dichos, ni por supuesto responsables de las deudas y cargas hereditarias (como
habrían de serlo si fueran realmente herederos), sino sencillamente beneficiarios de una
atribución patrimonial hecha por oficio de caridad.

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Tema 4

Artículo 749 CC, “las disposiciones hechas a favor de los pobres en general, sin designación de
personas ni de población, se entenderán limitadas a los del domicilio del testador en la época
de su muerte, si no constatare claramente haber sido otra su voluntad.
La calificación de los pobres y la distribución de los bienes se harán por la persona que haya
designado el testador, en su defecto por los albaceas, y, si no los hubiere, por el párroco, el
alcalde y el juez municipal, los cuales resolverán, por mayoría de votos, las dudas que ocurran.
Esto mismo se hará cuando el testador haya dispuesto de sus bienes en favor de los pobres de
una parroquia o pueblo determinado”.
2.3. Disposiciones en favor de los parientes
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El código se limita a indicar que “la disposición hecha genéricamente en favor de los parientes
del testador se entiende hecha en favor de los más próximos en grado”. (Art. 751).

3. LA CONDICIÓN EN LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS


Artículo 790 CC, “las disposiciones testamentarias, tanto a título universal como particular,
podrán hacerse bajo condición”, al tiempo que el artículo 791 establece que “las condiciones
impuestas a los herederos y legatarios, en lo que no esté prevenido en esta sección, se regirán
por las reglas establecidas para las obligaciones condicionales”.
Así pues, en relación con cualesquiera cuestiones relativas a la institución hereditaria
condicional que no hayan sido objeto de disposición expresa, habrán de aplicarse las normas
establecidas en los artículos 1.113 y siguientes del propio código.
3.1. Condiciones lícitas e ilícitas
El código endurece el tratamiento de las condiciones ilícitas, para evitar que la voluntad del
testador pueda poner en peligro ciertas reglas de orden público, de una parte, y de otra,
eficacia a la condición puramente potestativa en el ámbito testamentario.
Artículo 792 CC, “las condiciones imposibles y las contrarias a las leyes, o a las buenas
costumbres se tendrán por no puestas y en nada perjudicarán al heredero o legatario, aun
cuando el testador disponga otra cosa”.
Por su parte, refiriéndose a las disposiciones captatorias, el artículo 794 dispone que “será nula
la disposición hecha bajo condición de que el heredero o legatario haga en su testamento
alguna disposición en favor del testador o de otra persona”. En este caso no se declara nula la
“disposición”, o sea, la institución hecha en testamento, si bien con la finalidad de conseguir
que el heredero o legatario hubiera de instituir en el futuro a la persona que designe el
testador o al propio testador predisponente.
En cambio, en materia testamentaria, se admite la existencia y la eficacia de las condiciones
puramente potestativas:
Artículo 795 CC, “La condición puramente potestativa impuesta al heredero o legatario ha de
ser cumplida por estos, una vez enterados de ella, después de la muerte del testador”.
Exceptuase el caso en que la condición, ya cumplida, no pueda reiterarse.
Artículo 796 CC, “Cuando la condición fuere casual o mixta, bastará que se realice o cumpla en
cualquier tiempo, vivo o muerto el testador, si este no hubiese dispuesto otra cosa”.
Si hubiese existido o se hubiese cumplido al hacerse el testamento, y el testador lo ignoraba,
se tendrá por cumplida.

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Tema 4

Si lo sabía, solo se tendrá por cumplida cuando fuere de tal naturaleza que no pueda ya existir
o cumplirse de nuevo”.
3.2. Condición suspensiva y condición resolutoria
Condición suspensiva: cuando el desenvolvimiento de los efectos propios de la institución
hereditaria dependa del acaecimiento de la condición.
Condición resolutoria: cuando la institución testamentariamente establecida genera los
efectos que le son propios, de forma inmediata tras el fallecimiento del causante, cual si no
existiera condición, pero el acaecimiento de ésta supone la ineficacia sobrevenida de lo
dispuesto en el testamento.
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3.3. La condición suspensiva


Distinguiremos entre las diversas eventualidades posibles en caso de existencia de condición
suspensiva.
A) Situación de pendencia
Una vez abierta la sucesión de que se trate, pero encontrándose pendiente de cumplimiento la
condición suspensiva, la delación en favor del heredero o legatario carece de efecto alguno y
naturalmente, el instituido no puede manifestarse en relación con la eventual aceptación o
repudiación de la herencia.
Ante la situación de incertidumbre que provoca la existencia de la condición, el Código
establece que la herencia se pondrá en administración conforme a las siguientes reglas:
Artículo 801.1 CC, “si el heredero fuere instituido bajo la condición suspensiva, se pondrán los
bienes de la herencia en administración hasta que la condición se realice o haya certeza de que
no podrá cumplirse.
Artículo 802 CC, “La administración de que habla el artículo precedente se confiará al heredero
o herederos instituidos sin condición, cuando entre ellos y el heredero condicional hubiere
derecho de acrecer. Lo mismo se entenderá respecto de los legatarios”.
Artículo 803 CC, “Si el heredero condicional no tuviere coherederos, o teniéndolos no existiese
entre ellos derecho de acrecer, entrará aquél en la administración, dando fianza.
Si no la diere, se conferirá la administración al heredero presunto, también bajo fianza, y, si ni
uno ni otro afianzaren, los Tribunales nombrarán tercera persona, que se hará cargo de ella,
también bajo fianza, la cual se prestará con intervención del heredero”.
Artículo 804 CC, “Los administradores tendrán los mismos derechos y obligaciones que los que
lo son de los bienes de un ausente”.
B) Incumplimiento de la condición
Una vez que acaezca el suceso contemplado en la condición, el llamamiento al instituido
producirá todos los efectos que le son propios (art. 1.114 CC), debiendo cesar la situación de la
administración a la que anteriormente se ha hecho referencia. Conforme a las reglas
generales, los efectos del acaecimiento de la condición habrán de retrotraerse a la fecha de la
apertura de la sucesión y el instituido podrá aceptar o repudiar la herencia deferida.
C) Incumplimiento de la condición
Si la condición suspensiva fuera finalmente incumplida o de realización imposible, el instituido
perderá definitivamente el derecho a la herencia o el legado y los bienes correspondientes, en

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Tema 4

su caso, pasarán a quien corresponda, trátese del sustituto vulgar designado por el testador,
del heredero o legatario con derecho a acrecer o, finalmente, del sucesor abintestato.
3.4. La condición resolutoria
Nuestro código no recula específicamente los efectos de la condición resolutoria en relación
con las instituciones hereditarias. En todo caso, la remisión general que hace el artículo 791 a
la regulación propia de las obligaciones condicionales, exige admitir la posibilidad de que el
testador que lo desee someta a condición resolutoria propiamente dicha la institución de
heredero o el legado contenidos en el testamento. Con todo, los supuestos no parecen ser
muy frecuentes.
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El instituido condicionalmente de forma resolutoria habrá de ser considerado heredero o


legatario, mientras que el evento del que depende la condición no tenga lugar. SI acaeciere, el
llamamiento testamentario deviene ineficaz, de forma retroactiva y, consiguientemente, habrá
de ser llamado a la sucesión el sustituto vulgar designado por el testador, en su caso; el
heredero o legatario con derecho de acrecer o, finalmente, el sucesor abintestato.

4. EL TÉRMINO O PLAZO
Artículo 805 CC, “Será válida la designación de día o de tiempo en que haya de comenzar o
cesar el efecto de la institución de heredero o del legado”.
Artículo 1.125.2 CC, “entiéndase por día cierto aquel que necesariamente ha de venir aunque
se ignore cuándo”.
El término puede consistir tanto en la fijación de una fecha futura, pero concreta; cuanto en un
período temporal determinado, contado, por ejemplo, a parir del fallecimiento del causante:
“veinticinco años después de mi muerte”; cuanto, finalmente, en la fijación de una fecha
indeterminada pero determinable por referencia a un evento que “ha de venir” o producirse
necesariamente, como cuando se hace referencia a una persona. Es necesario pues, que no
haya incertidumbre sobre la llegada del mismo.
El término puede revestir dos modalidades:
- Término inicial: fijación de un día cierto o de un momento temporal a partir del cual la
institución del heredero o legatario genera los efectos que le son propios. Mientras
llega el término, se entenderá llamado el sucesor legítimo (art. 805), es decir, el
heredero abintestato, si bien, no entrará este en posesión de los bienes sino después
de prestar caución suficiente, con intervención del instituido.
- Término final: consideración de un día cierto o de un plazo en el que los efectos
propios de la institución hereditaria se darán por concluidos, de forma paralela a
cuanto ocurriría en el supuesto de condición resolutoria, habiendo de entrar como
sucesor el heredero abintestato, salvo que el testador hubiera dispuesto otra cosa (art.
805.2).

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5. RELEVANCIA DEL MODO EN LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS


Nuestro sistema normativo solo admite la incorporación del modo a las donaciones y la
institución de heredero o legatario, es decir, los actos de liberalidad.
Nos interesa ahora centrar la atención en la institución del heredero o de legatario afectadas
por una carga modal.
Al decir el artículo 797.1, ello puede hacerlo el testador bien expresando “el objeto de la
institución o legado, o la aplicación de que haya de darse a lo dejado por el testador, o la carga
que él mismo impusiere”.
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En tal sentido, el modo consiste en una obligación accesoria impuesta a quien ha sido
instituido heredero (o legatario) por el testador (por ejemplo, lego a mi hijo primogénito una
determinada cantidad de dinero, con la obligación de que el día de mi cumpleaños, en mi
memoria, me diga una misa) que, inicialmente, no afecta ni suspende, la efectividad de la
atribución patrimonial realizada mediante la institución de heredero o de legatario. De ahí que
el encabezamiento del artículo 797.2 afirme que “lo dejado de esta manera puede pedirse
desde luego”, es decir, sin que hay de esperarse a que el cumplimiento de la carga se haya
hecho efectivo, entre otras razones porque “el modo implica, siempre, una actividad del
sucesor a realizar después de la muerte del causante”.
La relación entre la institución del heredero y el modo es claramente subordinación: el modo
es accesorio respecto a aquella. La carga modal, además, no es un mero ruego o
recomendación, es obligatoria para el instituido, quién habrá que cumplirla.

6. LOS SUPUESTOS DUDOSOS DE INSTITUCIÓN

6.1. La institución de heredero en cosa cierta


En el supuesto de que la institución de heredero no venga referida a la totalidad o a una parte
alícuota de la herencia, sino a un bien concreto, se ha venido discutiendo desde antiguo si al
así instituido debe considerársele heredero o, por el contrario, legatario.
El artículo 768 CC dice, “El heredero instituido en una cosa cierta y determinada será
considerado como legatario”.
Sin embargo, en el sistema del CC, dado que el testamento es válido aunque no contenga
institución de heredero, los términos en que se pronuncie el testador al instituir a alguna
persona heredero en cosa cierta han de considerarse determinantes. O, si se prefiere,
establecer si el instituido en cosa cierta es heredero o legatario, es sencillamente una cuestión
de interpretación testamentaria, pues la doctrina contemporánea ha resaltado que no puede
atribuirse al artículo 768 carácter imperativo alguno, sino que se trata de una norma
meramente interpretativa.
6.2. El legado de parte alícuota
Representa al reverso de la medalla en relación con la institución en cosa cierta. Prima facie,
el legado de parte alícuota consistiría en una disposición testamentaria en virtud de la cual el
testador “lega” a una persona una cuota de la herencia (supongamos, el testador tras designar
herederos a sus hijos en las dos terceras partes de la herencia, en una cláusula posterior “lega
a su querida hermana Adela el tercio restante de la herencia”.
En la Ley de Enjuiciamiento civil se reconoce expresamente la figura del legatario de parte
alícuota, y se asimila entre heredero y legatario, sobre todo en relación con las medidas

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cautelares a adoptar durante la indivisión de la herencia y en relación con la división y


partición del haber hereditario.
- El legado de parte alícuota impropio y propiamente dicho
Cabe hablar de un legado de parte alícuota impropio y de un legado propio, aunque esta
terminología no se utiliza por la doctrina.
Es impropio cuando la parte alícuota en que resulta instituido el denominado legatario se
refiere al conjunto de la herencia, comprendiendo sus aspectos activos y pasivos, y el legatario,
pues, es verdaderamente un heredero en la cuota designada por el causante.
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Es propio cuando no esté referido a la herencia, en sentido objetivo y comprendiendo tanto los
derechos cuanto las obligaciones que sean transmisibles mortis causa, sino a los bienes o al
valor remanente de la herencia, una vez que se hayan liquidado todas las deudas y cargas
hereditarias. Estaríamos hablando de un legado de parte alícuota propio cuando el testador,
por ejemplo, instituye el legado hecho en favor de una persona sobre la vigésima parte de sus
bienes, pues desea que ésta resulte beneficiada con una importante cuota de sus bienes, pero
al propio tiempo no desea que sea considerada heredera.

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Tema 5: LAS SUSTITUCIONES HEREDITARIAS


Las sustituciones hereditarias.- La sustitución vulgar o simple: su régimen.- La sustitución
pupilar y la sustitución ejemplar: régimen básico de ambas.- La sustitución fideicomisaria:
clases y estructura básica

1. LAS SUSTITUCIONES HEREDITARIAS


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Las sustituciones hereditarias se comprenden en la sección 3ª del Título III del libro III del
Código.
Dentro de esta sección, el código regula bajo el término de sustitución las siguientes figuras:
- La vulgar o simple
- La pupilar
- La cuasipupilar
- La fideicomisaria

2. LA SUSTITUCIÓN VULGAR O SIMPLE


Consiste en la disposición testamentaria en cuya virtud el causante, previendo que el llamado
a la herencia (o uno de ellos) no llegue realmente a adquirirla, designa a una o varias personas
más que, en su caso, subentrarán en la posición de heredero. Solo cabe, pues, sustitución si el
causante así lo dispone en testamento.
Artículo 774.1 CC, “Puede el testador sustituir una o más personas al heredero o herederos
instituidos para l caso en que mueran antes que él, o no quieran o no puedan aceptar la
herencia”.
Por tanto, y salvo que otra cosa prevea el propio testador, la sustitución vulgar será aplicable
en los tres supuestos siguientes:
- Premoriencia del instituido heredero al testador. En cambio, como sabemos, si el
instituido muere antes de aceptar o repudiar la herencia, la aplicación del ius
transmissionis implica que la facultad de aceptarla o no pasará a los herederos del
instituido (art. 1.006).
- Que el llamado a la herencia no quiera aceptarla, lo que equivale a repudiarla como
veremos.
- Que el instituido no pueda aceptarla, expresión que evidentemente comprendería el
propio supuesto de premoriencia del llamado, pero visto que se encuentra
específicamente contemplado, hay que entender que con ella el Código pretende
referirse a todos los restantes supuestos de imposibilidad de adir la herencia.

2.2. Naturaleza jurídica


Ha sido considerada desde el Derecho romano, como una determinación testamentaria que,
en el momento de adoptarse por el causante, tiene carácter o naturaleza condicional, pues el
llamamiento al sustituto se realiza ante la eventualidad de que el llamado en primer lugar o
instituido heredero propiamente hablando (o legatario) no llegue a adquirir la herencia (o el
legado).

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En dicha línea, la generalidad de la doctrina considera que le serán de aplicación, de forma


supletoria o subsidiaria, las normas propias de la institución condicional de heredero y, en su
caso, las normas generales sobre las condiciones.
3. RÉGIMEN NORMATIVO DE LA SUSTITUCIÓN VULGAR

- Formas de sustitución vulgar


En relación con las formas rige el principio de libertad testamentaria, pues el causante puede
llevar a cabo la sustitución de aquellos a quienes instituye herederos en la forma que más le
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guste. Un heredero puede ser remplazado por varios sustitutos, y varios herederos pueden
serlo por un solo sustituto. En el caso de que los sustitutos sean varios, pueden ser llamados a
la herencia de forma sucesiva o, por el contrario, de forma conjunta, entendiéndose que todos
ellos concurren en la posición de sustituto.
Cabe también, conforme al artículo 779, el establecimiento de una sustitución de carácter
recíproco, de forma tal que siendo varios los herederos, dos o más, en caso de defecto de
cualquiera de ellos, indistintamente, lo sustituyan el restante o los restantes en la institución
de heredero o legatario testamentariamente establecida.
- Si los instituidos son dos herederos de forma recíproca, habrá de entenderse que la
íntegra cuota correspondiente al sustituido ha de imputarse al sustituto.
- En el supuesto de que, atendiendo al número de instituidos, los sustitutos hayan de
ser tres o más, la porción inicialmente vacante por defecto de uno de ellos habrá de
distribuirse de forma proporcional entre los restantes.

- Efectos de la sustitución formal


El efecto fundamental radica en que, una vez acaecida la circunstancia que la determina, el
instituido deja de ser llamado a la herencia, pasando a serlo el sustituto. Este, por tanto, podrá
aceptar o repudiar la herencia conforme a las normas generales que más adelante
estudiaremos.
Artículo 780 CC, “el sustituto quedará sujeto a las mismas cargas y condiciones impuestas al
instituido, a menos que el testador haya dispuesto expresamente lo contrario, o que los
gravámenes o condiciones sean meramente personales del instituido”.
Si el sustituto que sea llamado a herencia falleciese sin haberse pronunciado acerca de la
aceptación o repudiación de ella, en virtud del derecho de transmisión regulado en el artículo
1.006, los propios herederos del sustituto podrán ejercitar la facultad de aceptación o
repudiación de la herencia. Naturalmente, corresponderá el mismo derecho o facultad a los
herederos del instituido si este falleciere en iguales circunstancias.
En el caso de que lo instituidos sean varios, faltando uno de ellos, es muy discutido si debe
otorgarse preferencia al derecho de acrecer de los restantes instituidos, o, en cambio, si ha de
entenderse prevaleciente la sustitución vulgar, en el supuesto de que las pertinentes
disposiciones testamentarias den lugar a dudas.
Quienes optan por sostener la primera de las alternativas señaladas insisten particularmente
en el tenor literal del artículo 986, dado que parece otorgar preeminencia al derecho de
acrecer: “en la sucesión testamentaria, cuando no tenga lugar el derecho de acrecer, la
porción vacante del instituido, a quien no se hubiese designado sustituto a los herederos
legítimos del testador, los cuales la recibirán con las mismas cargas y obligaciones”.

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De otra parte, frente a este tenor literal de este precepto, y en el mismo orden de
consideraciones, el número 3º del artículo 912 dispone la apertura de la sucesión intestada
cuando el instituido heredero “repudia la herencia sin tener sustituto y sin que haya lugar al
derecho de acrecer”. Así pues, la cuestión en términos de derecho positivo parece quedar en
tablas.

4. LAS SUSTITUCIONES PUPILAR Y CUASIPUPILAR

4.1. Supuesto de hecho


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El supuesto de hecho de la sustitución pupilar consiste en que ante la eventualidad de que los
menores de catorce años fallezcan intestados, sus ascendientes puedan nombrarles sustituto.
En tal sentido afirma el artículo 775 que “los padres y demás ascendientes podrán nombrar
sustitutos a sus descendientes menores de catorce años, de ambos sexos, para el caso de que
mueran antes de dicha edad”.
Por su parte, la sustitución cuasipupilar (también denominada ejemplar) responde a razones
naturalmente distintas pero muy parecidas, permitiendo a los ascendientes designar sustituto
en nombre de aquellos descendientes que aunque hayan superado la edad para testar, se
encuentren incapacitados para hacerlo atendiendo a sus condiciones psíquicas. El supuesto
normativo lo formula el primer párrafo del artículo 776, estableciendo que “el ascendiente
podrá nombrar sustituto al descendiente mayor de catorce años, que, conforme a derecho,
haya sido declarado incapaz por enajenación mental”.
Coinciden pues, ambas formas de sustitución en el hecho de que tratan de evitar la sucesión
intestada de quien, por las razones dichas, se encuentra imposibilitado para testar.
4.2. Régimen jurídico básico de las sustituciones pupilar y cuasipupilar

- Los sujetos

A) El sustituyente
Será el ascendiente del menor de catorce años o del incapacitado que, mediante testamento
designa a su sustituto.
B) El sustituido
Naturalmente, se trata del menor de catorce años de edad, en la sustitución pupilar, o del
incapacitado, en la sustitución cuasipupilar.
C) El sustituto
Ha de identificarse con el heredero designado o nombrado por el ascendiente que haya
llevado a cabo la sustitución pupilar o la sustitución cuasipupilar.
- El respeto de la legítima
Artículo 777 CC, “las sustituciones de que hablan los dos artículos anteriores, cuando el
sustituido tenga herederos forzosos, sólo serán válidas en cuando no perjudiquen los derechos
legitimarios de estos”.
- El objeto de las sustituciones pupilar y ejemplar
Una de las cuestiones básicas que plantean tales figuras radica en decidir si la determinación
sucesoria del ascendiente que testa en nombre del menor o incapacitado debe afectar al

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conjunto del caudal relicto que cualquiera de éstos deje al fallecer o, si, por el contrario,
alcanza o debería alcanzar solo a los bienes que el ascendiente que ejercita la sustitución ha
dejado al descendiente sustituido.

5. LA SUSTITUCIÓN FIDEICOMISARIA: CLASES Y ESTRUCTURA BÁSICA


Según el artículo 781 CC, consiste en encargar al heredero “que conserve y transmita a un
tercero el todo o parte de la herencia”.
Presupuestos necesarios del supuesto de hecho de la sustitución fideicomisaria:
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- Una determinación testamentaria expresa establecida por el testador al respecto, pues


la constitución de la sustitución fideicomisaria sólo puede encontrar fundamento en la
libre voluntad del causante.
- Pluralidad de herederos instituidos que, al menos, deben ser dos, pero que pueden ser
más.
- Tal llamamiento ha de caracterizarse necesariamente por contener un orden o una
ordenación sucesiva y temporal de los dos o más herederos.
- El heredero llamado en primer lugar (o varios de ellos en caso de llamamiento
múltiple) queda obligado a conservar los bienes hereditarios en atención o beneficio
del sustituto subsiguiente.
Por tanto, frente a la sustitución vulgar en la que la designación del sustituto tiene como
fundamento la previsión de que el primer llamado no herede, en la fideicomisaria se trata de
instituir a una serie de herederos que lo serán sucesivamente o por períodos temporales.
La nota más característica es su riguroso carácter temporal, y en consecuencia, la radical
prohibición y nulidad de las disposiciones testamentarias que pretendan establecer un orden
plural y sucesivo de herederos de forma perpetua o tendencialmente indefinida (art.785.2º).
5.1. Clases de sustitución fideicomisaria
Partiendo de la base de que la nota característica del esquema de la sustitución fideicomisaria
más sobresaliente radica en el orden sucesivo de llamamientos, cabe distinguir entre la
sustitución ordinaria o pura y la sustitución fideicomisaria condicional.
La diferencia básica entre ambas, que seguidamente desarrollaremos, radica en que en la
primera delación hereditaria e favor del fideicomisario se considera producida en el mismo
momento del fallecimiento del fideicomitente, mientras que en la sustitución fideicomisaria
condicional el llamamiento del fideicomisario depende obviamente de que acaezca el hecho
futuro o incierto elevado al rango de condición.
Desde otro punto de vista, atendiendo a la existencia o inexistencia en el primer llamado de
facultades de disposición, la sustitución fideicomisaria ordinaria puede contraponerse al
fideicomiso de residuo, pues en este, pudiendo el primer llamado disponer de los bienes
hereditarios o fideicomitidos, naturalmente la posición del fideicomisario queda en términos
materiales notoriamente disminuida.

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5.2. Estructura básica de la sustitución fideicomisaria ordinaria

- Los sujetos: la ilimitación de los llamamientos respecto de quienes vivan


En el supuesto de mayor simplicidad, la sustitución fideicomisaria requiere la existencia de tres
personas:
- El fideicomitente, que sería quien instituye u ordena la sustitución fideicomisaria al
otorgar su testamento.
- El fiduciario, llamado a la herencia en primer lugar, vinculado por la obligación de
conservar la herencia en favor del fideicomisario y al que, por tanto, en términos
descriptivos pero quizá demasiado imprecisos, podríamos denominar también
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heredero intermedio.
- El sustituto fideicomisario o, simplemente, fideicomisario, destinatario final de la
sustitución para cuando se produzca el evento o la circunstancia que determina su
consolidación como heredero puro y simple.
Sin embargo, dicha estructura de la sustitución fideicomisaria requiere ser completada
aludiendo a aquellos supuestos, algo más complejos, en los que no se llama a la herencia a un
solo sustituto fideicomisario, sino, por el contrario, a varios fideicomisarios sucesivamente.
Así lo permite sin duda el inciso final del artículo 781 cuando habla de que la sustitución
fideicomisaria puede hacerse “en favor de personas que viven al tiempo del fallecimiento del
testador”, utilizando una forma plural de gran significación. En tal supuesto nuestro Código no
establece limitación numérica alguna de los posibles fideicomisarios.
- La limitación al segundo grado
Para el supuesto de que el fideicomitente pretenda instituir personas que no encuentren vivas
en el momento de fallecimiento, en cambio, rige la limitación del segundo grado,
expresamente contemplada en el artículo 781 CC.

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Tema 6: LOS LEGADOS


Concepto y caracteres del legado.- Sujeto del legado.- Objeto del legado.- Adquisición de los
legados.- Pago de los legados.- Revocación, extinción e ineficacia del legado.- Legados
especiales: de cosa propia del testador, de cosa ajena, de crédito, de deuda, legado
alternativo, de prestaciones periódicas, piadoso, legado de habitación.

1. CONCEPTO Y CARACTERES DEL LEGADO


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1.1. La idea general de legado


Partiendo del concepto de heredero como sucesor a título universal del causante, se afirma
que el legatario no está revestido de tal cualidad en cuanto que su posición se limita a una
mera sucesión a título singular que jamás puede llevar consigo los efectos fundamentales de la
designación o institución de heredero: la sustitución de un sujeto por otro, una verdadera
continuación qué, además, no tiene alcance sólo y estrictamente patrimonial.
Ofrecer una definición de legatario es tarea difícil ya que la idea de sucesión a título particular
parece quebrar en algunos supuestos, y tampoco puede afirmarse que el legatario sea una
especie de donatario mortis causa. Expresa el profesor Albaladejo que el legado es “una
disposición mortis causa de bienes, a título particular, en beneficio del legatario y a cargo del
patrimonio hereditario”. A nuestro juicio conviene también afirmar que consiste en una
atribución jurídico-patrimonial que el causante, de forma directa y singular, realiza en el
testamento en favor de cualquier persona.
1.2. Características del legado
La primer cuestión a resaltar es que la institución de los legados solo puede llevarse a cabo
mediante testamento. Por tanto, la existencia del legado es extraña a la sucesión intestada y a
la sucesión forzosa o legítima. El legado, pues, es inicialmente un acto voluntario del testador,
quien, por tanto, puede revocarlo libremente en cualquier momento.

2. SUJETO DEL LEGADO


Dada la necesaria institución testamentaria del legado, en su momento inicial, el sujeto más
importante es el causante. Sin embargo, nos remitiremos bastando, al legatario y a la persona
gravada con el legado.
2.1. El legatario: el prelegado
El legatario puede ser cualquier persona, incluso uno de los herederos. Cuando cualquier
persona, que ya es heredero, es instituido asimismo legatario en la misma herencia,
técnicamente se habla de prelegado. El prelegado sería el legado instituido en favor de
cualquiera de los herederos, quien concurriría a la herencia, si quiere, simultáneamente, como
heredero y legatario.
Art. 890 CC, “el heredero, que sea al mismo tiempo legatario, podrá renunciar la herencia y
aceptar el legado, o renunciar éste y aceptar aquella”.

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2.2. La persona gravada: el sublegado


El testador puede gravar con el legado a uno solo de los herederos e incluso también a
cualquiera de los legatarios, o varios legatarios.
Art. 858 CC, “El testador podrá gravar con mandas y legados, no solo a su heredero, sino
tambien a los legatarios”.
El caso expuesto, en el que la persona gravada es uno de los legatarios, se denomina
sublegado, y se caracteriza, como ya hemos avanzado, porque el legado gravado solo está
obligado a responder frente al legatario beneficiado “hasta donde alcance el valor del legado”
en que aquel hubiere sido instituido (art. 858.2).
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3. OBJETO DEL LEGADO


Los legados pueden recaer sobre cosas, bienes y derechos de la más diferente índole. No existe
en el código regulación en ningún precepto, salvo afirmar de forma negativa que “es nulo el
legado de cosas que están fuera del comercio” (art. 865). El testador puede instituir
cualesquiera objetos siempre que no atente contra el principio prohibitivo establecido en el
artículo 865.

4. ADQUISICIÓN DE LOS LEGADOS

4.1. La adquisición automática de los legados


Aunque algunos preceptos de nuestro Código utilizan, en relación con los legados, la expresión
aceptar, no cabe duda de que nuestro sistema normativo se inspira en la regla de que los
legados se adquieren ipso iure desde el momento del fallecimiento del testador.
Artículo 881 CC, “el legatario adquiere derecho a los legados puros y simples desde la muerte
del testador, y lo transmite a ss herederos”. Por tanto, aunque el legatario fallezca después del
testador (inmediatamente o con posterioridad), los herederos de aquel podrán reclamar a los
herederos de este el cumplimiento del legado.
4.2. La admisión o renuncia a los legados
El principio reseñado de adquisición ipso iure se combina en nuestro sistema normativo con
otra regla fundamental, en virtud de la cual en ningún caso el legatario tiene derecho a ocupar
por sí mismo la cosa legada. En tal sentido, afirma el artículo 885 que “el legatario no puede
ocupar por su propia autoridad la cosa legada, sino que debe pedir su entrega y posesión al
heredero o al albacea, cuando este se halle autorizado para darla”.
Puestas así las cosas, la definitiva consolidación del derecho del legatario, adquirido desde la
muerte del testador, requiere ciertamente que el heredero, por sí mismo y cumpliendo la
voluntad testamentaria, ofrezca o entregue el objeto del legado al legatario; o que este último
reclame el legado a los herederos, o, en su caso, al albacea. En todo caso, por parte de
cualquiera de ambos, habrá de desplegarse una conducta positiva en relación con el legado
deferido.

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5. PAGO DE LOS LEGADOS

5.1. Reglas relativas al pago


Artículo 886 CC:
- Si el legado se refiere a una cosa (cualquier cosa, no necesariamente a la específica y
propia del testador), el heredero se encuentra obligado, como regla, a entregar la
misma cosa legada, sin que pueda optar, por tanto, por entregar el valor de ella o su
estimación.
- Respecto de los legados de dinero, el segundo párrafo indica que “deberán ser
pagados en esta especie, aunque no lo haya en la herencia”. Semejante regla, en todo
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caso, es también aplicable al legado de cosas genéricas, según lo establecido en el


artículo 875.1.
- Finalmente, el tercer párrafo del artículo 886, establece que “los gastos necesarios
para la entrega de la cosa legada serán a cargo de la herencia, pero sin perjuicio de la
legítima”.
Tales normas abordan cuestiones de detalle, sin afrontar algunos aspectos fundamentales del
pago de los legados que, aunque exigen el completo conocimiento del fenómeno sucesorio y,
en particular, el régimen de la aceptación de la herencia, habremos de dejar como mínimo
apuntados. El legatario, salvo respecto de la cosa específica y determinada propia del testador,
evidentemente tiene un derecho de crédito frente al sucesor que resulta gravado con el pago
del legado.
Si, como suele ser frecuente, tendiendo a la obediencia moral de los deseos del causante, el
propio obligado o el conjunto de los herederos dan inmediato cumplimiento a los legados,
naturalmente no existe problema alguno.
En cambio, resulta necesario plantearse cuándo y cómo pueden los legatarios reclamar a los
herederos gravados el pago de los correspondientes legados. No podrán hacerlo mientras la
herencia se encuentre deferida, pero no aceptada, aunque, por otra parte, todo legatario, se
encuentra legitimado para ejercitar la interpelación judicial dirigida a la aceptación o
repudiación de la herencia regulada en el art. 1.005.
De otra parte, si los herederos han ejercitado el derecho de deliberar o han solicitado el
beneficio de inventario, según establece el artículo 1.025 CC, “durante la formación del
inventario y el término para deliberar no podrán los legatarios demandar el pago de sus
legados”. También, el artículo 1.027 establece que “el administrador no podrá pagar los
legados sino después de haber pagado a todos los acreedores”.
En el supuesto de que la apertura de la sucesión se origine, no por muerte, sino por
declaración de fallecimiento del causante, con independencia de que proceda la sucesión
testada o la intestada, “no serán entregados los legados, si los hubiese, ni tendrán derecho a
exigirlos los legatarios”, “hasta transcurridos cinco años después de la declaración de
fallecimiento”, salvo las mandas piadosas y los legados píos.
5.2. Las garantías del legatario
Dando por presupuesta la premisa de que el testador puede determinar específicamente,
respecto de cualquier legado, las garantías que estime oportunas para asegurar su pago o
cumplimiento, para el caso de que no lo haga ¿otorga la ley algunas garantías específicas a los
legatarios? O, por el contrario, ¿estos han de ser considerados meros acreedores del heredero
o legatario agravado?

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El vigente número 7º del artículo 42 de la Ley Hipotecaria dispone que podrá pedir anotación
preventiva “el legatario que no tenga derecho, según las leyes, a promover el juicio de
testamentaría”.
No obstante y yendo al fondo del tema, el artículo 782.1 LEC dice que podrán pedir la
anotación preventiva todos los legatarios, con la sola excepción de los de parte alícuota a
quienes el testador no haya prohibido promover la división judicial de la herencia.
5.3. La preferencia entre legatarios
Se habla de legados inoficiosos cuando la institución de ellos atente contra la legítima. En
efecto, cuando el montante conjunto de los legados instituidos no quepa en el tercio de la
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herencia denominado de libre disposición, existiendo legitimarios, los legados habrán de ser
reducidos o, en su caso, anulados, en la medida correspondiente.
En el caso de que los legados hayan de ser reducidos o anulados por afectar a la legítima, no
puede afirmarse que exista preferencia alguna entre los legatarios, pues conforme al artículo
820.2, la reducción de los legados “será a prorrata, sin distinción alguna”, según expondremos
con más detenimiento al estudiar la legítima.
Excluida, por tanto la temática anterior, conviene advertir, sin embargo, que el Código
contiene una norma en la que, de forma expresa, se establece un orden de preferencia entre
los legatarios para el cobro. Se trata del artículo 887, donde se dispone que “si los bienes de la
herencia no alcanzaren para cubrir todos los legados, el pago se hará en el orden siguiente:
1) Los legados remuneratorios.
2) Los legados de cosa cierta y determinada, que forme parte del caudal hereditario.
3) Los legados que el testador haya declarado preferentes.
4) Los de alimentos.
5) Los de educación.
6) Los demás a prorrata.
Resulta pacífico afirmar que este orden de preferencia resultaría aplicable al supuesto,
regulado en el artículo 891, de que toda la herencia se hubiera distribuido en legados.

6. REVOCACIÓN, EXTINCIÓN E INEFICACIA DEL LEGADO


Artículo 888 CC, cuando el legado “… por cualquier causa, no tenga efecto, se refundirá en la
masa de la herencia, fuera de los casos de sustitución y derecho de acrecer”. En términos
doctrinales, la norma impone la refundición o integración en el caudal hereditario de
cualesquiera objetos legados, sea cual fuere la causa de ineficacia del legado instituido.
Atendiendo a dicho dato normativo, tiene interés detenerse en establecer las posibles causas
diferentes de ineficacia, distinguiendo, por ejemplo, entre los supuestos de nulidad
propiamente dichos (art. 865 “es nulo el legado de cosas que están fuera del comercio”) de los
casos de revocación del legado, pues dado que la consecuencia normativa es la misma,
verdaderamente es innecesaria dicha tarea.
El caso de ineficacia que más importancia tiene tanto teórica como práctica es la declaración
de tales legados ineficiosos por atentar contra la legítima, aunque atendiendo a su objeto el
legado sea perfectamente válido y no haya sido revocado, ni expresa ni tácitamente, por el
testador.
Se deduce pues, que puede considerarse nulo el legado tanto por el caso de que el objeto
sobre el que recae sea inidóneo legalmente hablando, cuanto en el caso de que la nulidad del

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legado sea una mera consecuencia de la nulidad del testamento. Asimismo, e algún caso, el
Código declara la ineficacia de alguno de los legados que regula expresamente recurriendo a
expresiones técnicas que presuponen la inexistencia de nulidad.
No obstante, la mayor parte de los autores, en esta sede, suelen insistir en la idea de que los
supuestos regulados en el artículo 869, a los que seguidamente nos vamos a referir, deberían
calificarse como casos de revocación tácita del legado.
Art. 869 CC: “El legado quedará sin efecto:
1) Si el testador transforma la cosa legada, de modo que no conserve ni la forma ni la
denominación que tenía.
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2) Si el testador enajena, por cualquier título o causa la cosa legada o parte de ella,
entendiéndose en este último caso que el legado queda solo sin efecto respecto a la
parte enajenada. Si después de la enajenación volviere la cosa al dominio del testador,
aunque sea por la nulidad del contrato, no tendrá después de este hecho fuerza el
legado, salvo el caso en que la readquisición se verifique por pacto de retroventa.
3) Si la cosa legada parece del todo viviendo el testador, o después de su muerte sin
culpa del heredero. Sin embargo, el obligado a pagar el legado responderá por
evicción, si la cosa legada no hubiere sido determinada en especie, según lo dispuesto
en el artículo 860”.

7. LEGADOS ESPECIALES: DE COSA PROPIA DEL TESTADOR, DE COSA AJENA, DE


CRÉDITO, DE DEUDA, LEGADO ALTERNATIVO, DE PRESTACIONES PERÍODICAS,
PIADOSO, LEGADO DE HABITACIÓN

7.1. Legados de cosa propia del testador


Probablemente en la mayor parte de los casos, el testador, al legar, realizará atribuciones
hereditarias a título singular de cosas que le pertenecieran en el momento de testar y que,
previsiblemente, cuando se abra la sucesión, formarán todavía parte del conjunto de los
bienes relictos. El testador puede, por tanto, pensar tanto en una cosa específica y
determinada cuanto en una cosa genérica o en legar una determinada cantidad de cosas
genéricas.
- Legado de cosa específica y determinada
En el caso en que el testador legue una cosa específica y determinada (por ejemplo, un cuadro
o un reloj de cadena perteneciente a su bisabuelo, inexistente en el mercado desde hace
décadas), el artículo 882 establece que el legatario adquiere su propiedad desde el momento
del fallecimiento del causante, regla que es solo aplicable al presente supuesto.
La inmediata y automática atribución de propiedad de la cosa específica al legatario, no
supone, sin embargo, que este pueda apoderarse de ella por su propia autoridad (art. 885),
pues incluso en este supuesto se mantiene la regla general de que el legatario debe pedir su
entrega y posesión al heredero o al albacea. Por tanto, no hay contradicción, el legatario, al
igual que ocurre en muchos otros supuestos, es propietario de la cosa legada desde el
fallecimiento del causante, aunque adquiera su posesión con posterioridad.
- Legados de cosas genéricas
Contraponiéndolo al anterior y pretendiendo resaltar el régimen jurídico de ambos, el artículo
884 afirma que “si el legado no fuere de cosa específica y determinada, sino genérico o de
cantidad, sus frutos e intereses desde la muerte del testador corresponderán al legatario

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Tema 6

cuando el testador lo hubiese dispuesto expresamente”. Es decir, dado que el legatario de


cosas genéricas no es propietario desde el fallecimiento del causante, la posible atribución de
frutos desde tal momento exige una expresa previsión testamentaria al respecto. El propio
artículo indica que han de configurarse como legados de cosas genéricas tanto los que
recaigan sobre un bien concreto que tenga tal naturaleza (anillos o pendientes) como sobre
una determinada cantidad sea de dinero o de cualquier otro bien o cosa de naturaleza
genérica.
- Legado de cosa gravada
El Código también regula los supuestos en que las cosas legadas se encuentren afectadas a
derechos reales limitados, pues es evidente que la existencia de tales derechos no obsta para
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que, a su vez, el testador pueda transmitir por vía de legado la titularidad que ostente, según
el caso, sobre los correspondientes bienes en el momento de su óbito.
El legado de cosas sometidas a usufructo, uso o habitación. Para tales supuestos, ordena el
artículo 868 que “el legatario deberá respetar estos derechos hasta que legalmente se
extingan”, prescripción que obviamente es ociosa, pues, por ejemplo, la posición del
usufructuario no puede verse afectada desde luego por la transmisión mortis causa de la nuda
propiedad, al igual que tampoco modificada la transmisión inter vivos de dicha titularidad.
El tercer párrafo del artículo 867 se refiere a que, en el caso de existencia de “cualquiera otra
carga, perpetua o temporal, a que se halle afecta la cosa, para con esta al legatario”.
Finalmente, prevé también el Código que “cuando el testador legare una cosa empeñada o
hipotecada para la seguridad de alguna deuda exigible, el pago de esta quedará a cargo del
heredero”.
7.2. Legados de cosa ajena
Tienen escasa presencia en la práctica. Entendiendo por tal institución de legado cuyo objeto
consiste en una cosa perteneciente a un extraño, a un tercero, el artículo 861 hace depender
su validez del hecho de que el testador conociera o no dicha circunstancia, pues se presupone
que si el testador sabía que legaba una cosa ajena era consciente de imponer al heredero
gravado la obligación o carga de satisfacer al legatario aunque ello, naturalmente, había de
suponer la previa adquisición de la cosa ajena por el heredero.
El primer párrafo del artículo 862 dispone que “si el testador ignoraba que la cosa que legaba
era ajena, será nulo el legado”. Por el contrario, la primera predisposición del artículo 861
determina que “el legado de cosa ajena si el testador, al legarla, sabía que lo era, es válido”.
Por tanto, la ignorancia o el conocimiento de la ajenidad de la cosa resulta determinante con la
eficacia de las figuras de legado que pueden integrarse dentro del concepto general de legado
de cosa ajena.
En el caso de enfrentarnos con un legado de cosa ajena, el artículo 861 expresa que “el
heredero estará obligado a adquirirla para entregarla al legatario; y, no siéndole posible, a dar
a este su justa estimación”.
- Legado de cosa perteneciente al heredero o legatario
Desde el punto de vista del fenómeno sucesorio es también cosa ajena la cosa perteneciente a
cualquiera de los herederos o de los demás legatarios que, por expresa disposición
testamentaria del causante, resulten obligados a entregarla al legatario con ella beneficiado.
Artículo 863.1 CC, “Será válido el legado hecho a un tercero de una cosa propia del heredero o
de un legatario hecho a un tercero de una cosa propia del heredero o de un legatario, quienes,

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al aceptar la sucesión, deberán entregar la cosa legada o su justa estimación, con la limitación
establecida en el artículo siguiente”.
- Legado de cosa propia del mismo legatario
Afirma el artículo 866 que “no producirá efecto el legado de cosa que al tiempo de hacerse el
testamento fuera ya propia del legatario, aunque en ella tuviese algún derecho de otra
persona. Si el testador dispone expresamente que la cosa sea liberada de este derecho o
gravamen, valdrá en cuanto a esto el legado”.
- Legado de cosa ganancial parcialmente ajena: el legado ganancial
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A) En general
Cabe igualmente que el testador leche una cosa que, sólo en parte, le pertenece, o que sólo en
parte pertenece al heredero o al legatario gravados. Para tal supuesto, el artículo 864 dispone
que “se entenderá limitado el legado a esta parte o derecho, a menos que el testador declare
expresamente que lega la cosa por entero”.
B) El legado de cosa ganancial
Se caracteriza por su extraordinaria importancia y frecuencia práctica. El artículo 1.380
establece que “la disposición testamentaria de un bien ganancial producirá todos sus efectos si
fuere adjudicado a la herencia del testador. En caso contrario se entenderá legado el valor que
tuviera al tiempo del fallecimiento”.
7.3. Legados de crédito y de deuda

A) Legado de crédito
Según el encabezamiento del artículo 870, consiste en transmitir por vía de legado “un crédito
contra tercero” que tuviere el causante.
B) Legado de liberación o perdón de deuda
Se trata, claro, del supuesto contrario al anterior. El testador instituye un legado que tiene por
objeto condonar o remitir la deuda que, respecto de él, tenía otra persona.
C) Legado hecho en beneficio del acreedor (legado de deuda)
Cabe igualmente que de forma expresa, el testador legue a su acreedor lo mismo que le debe
(art. 873.1).
7.4. Legado alternativo
Se contemplan en el artículo 874 que sin embargo, no ofrece ninguna descripción o noción de
ellos, limitándose a afirmar que “se observará lo dispuesto para las obligaciones de la misma
especie, salvo las modificaciones que se deriven de la voluntad expresa del testador”. Esto es,
pese a su posterior ubicación ordinal en el Código, el propio legislador nos reenvía al
tratamiento de las obligaciones alternativas.
Estaríamos, pues, frente a un legado alternativo cuando el causante haya previsto distintas
prestaciones a cargo del heredero gravado u obligado, quien, por tanto, sería el legitimado
para llevar a cabo la elección entre las diversas prestaciones previstas, conforme a lo
establecido por el artículo 1.132.1 CC.

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7.5. Legado de prestaciones periódicas


Esta categoría especial de legados se caracteriza porque atribuyen al legatario una serie de
prestaciones que el obligado habrá de cumplir de forma sucesiva y reiterada durante un
determinado plazo temporal. En nuestro Código, las modalidades del legado de prestaciones
son: el legado de renta o pensión propiamente dicho, el legado de alimentos y legado de
educación. Su presencia práctica es muy escasa.
A) Legado de educación y legado de alimentos
Al legado de alimentos se le presupone la atención de la subsistencia del legatario,
suministrándole las cantidades que, al efecto, sean necesarias; mientras que el legado de
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educación se referiría a la atribución al legatario de las cantidades oportunas para procurar su


instrucción y formación.
B) El legado de renta o pensión: la renta vitalicia
El Código se refiere a ellos en el artículo 880 regulando los siguientes aspectos:
- Que la periodicidad de la pensión o renta puede ser “anual, mensual o semanal”.
- Que el legatario puede exigir la renta correspondiente al primer período “así que
muera el testador” y la de los siguientes períodos “en el principio de cada uno de
ellos”.
- Que la renta correspondiente al último período no debe ser devuelta “aunque el
legatario muera antes de que termine el período comenzado”.

7.6. Legados piadosos o en favor del alma


Nuestro Código no recoge referencia a la institución de legados píos o en favor del alma, pero
conviene tenerlos en cuenta. El artículo 747 CC constituye un soporte legal suficiente para
extraer de él el régimen jurídico básico de tales legados.
Artículo 747 CC: “si el testador dispusiere del todo o parte de sus bienes para sufragios y obras
piadosas en beneficio de su alma, haciéndolo indeterminadamente y sin especificar su
aplicación, los albaceas venderán los bienes y distribuirán su importe, dando la mitad al
diocesano para que lo destine a los indicados sufragios y a las atenciones y necesidades de la
Iglesia, y la otra mitad al gobernador civil correspondiente para los establecimientos benéficos
del domicilio del difunto, y en su defecto, para los de la provincia”.
7.7. El legado de derecho de habitación
Conforme a la nueva redacción del artículo 822 del Código, de protección patrimonial de las
personas con discapacidad, se ha dado carta de naturaleza especial al legado de habitación: “la
donación o legado de un derecho de habitación sobre la vivienda habitual que su titular haga a
favor de un legitimario persona con discapacidad, no se computará para el cálculo de las
legítimas si en el momento del fallecimiento ambos estuvieren conviviendo en ella”.
Por tanto, para que proceda la aplicación de la norma es necesario que el legatario sea
simultáneamente legitimario o heredero forzoso, persona con discapacidad y conviviente con
el causante en el momento de apertura de la herencia
Sigue el artículo 822 CC: “Este derecho de habitación se atribuirá por ministerio de la ley en las
mismas condiciones al legitimario discapacitado que lo necesite y que estuviera conviviendo
con el fallecido, a menos que el testador hubiera dispuesto otra cosa o lo hubiera excluido
expresamente, pero su titular no podrá impedir que continúen conviviendo los demás
legitimarías mientras lo necesite.

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Tema 6

El derecho a que se refieren los dos párrafos anteriores será intransmisible.


Lo dispuesto en los dos primeros párrafos no impedirá la atribución al cónyuge de los derechos
regulados en los artículos 1.406 y 1.407 de este código, que coexistirán con el de habitación.
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Tema 7

Tema 7: EJECUCIÓN E INTERPRETACIÓN TESTAMENTARIAS


La interpretación del testamento.- La ejecución testamentaria.- El albaceazgo: caracteres y
clases

1. LA INTERPRETACIÓ DEL TESTAMENTO


Con frecuencia, las disposiciones testamentarias son ambiguas, confusas u oscuras, lo que ha
generado numerosas sentencias del Tribunal Supremo.
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1.1. El conocimiento por el Tribunal Supremo de las cuestiones interpretativas


Teóricamente dicho, se trataría de determinar si la interpretación es una mera cuestión de
hecho o, por el contrario, una cuestión de derecho, en el consabido sentido de que las
cuestiones de hecho quedan sometidas exclusivamente al conocimiento y decisión de los
Tribunales de instancia, mientras que, en cambio, en las cuestiones de derecho pueden ser
sometidas al enjuiciamiento del Tribunal Supremo a través del recurso de casación.
El TS ha repetido reiteradamente que la cuestión planteada debe considerarse inicialmente
como una mera cuestión de hecho, cuyo conocimiento corresponde exclusivamente al juez a
quo. Sin embargo, son abundantes también las sentencias en las que se afirma que dicho
principio se mantiene solo cuando la interpretación realizada por los Tribunales de instancia
arrojen un resultado que no sea o no pueda considerarse contrario a la voluntad del testador.
Con ello, el TS está determinando la naturaleza puramente jurídica de la cuestión debatida y,
por tanto, permitiendo el acceso a través del recurso de casación de múltiples supuestos de
debate testamentario.
1.2. Normas legales de interpretación
La regla fundamental al respecto, derechamente aplicable a todo supuesto de interpretación
testamentaria, se encuentra recogida en el artículo 675.1 CC, conforme al cual “toda
disposición testamentaria deberá entenderse en el sentido literal de sus palabras, a no ser que
aparezca claramente que fue otra la voluntad del testador. En caso de duda se observará lo
que aparezca más conforme a la intención del testador según el tenor del mismo testamento”.
Normas interpretativas del código civil:
- En defecto de voluntad testamentaria, los artículos 747 y 749 expresan cómo ha de ser
interpretada la voluntad testamentaria en el supuesto de las instituciones pías o de las
disposiciones hechas en favor de los pobres.
- De no demostrarse que es otra la voluntad del testador, la institución de heredero
hecha en favor de los parientes “se entiende hecha en favor de los más próximos en
grado”; y la designación nominal de algunos de los herederos, junto con la designación
colectiva de otros, conforme al artículo 769, determina que los designados
colectivamente “se considerarán como si fueran individualmente”.
- Por imperativo del artículo 770, la institución en favor de hermanos y hermanastros,
implica que estos últimos recibirán la mitad que aquellos.
- Cuando se designe heredero “a una persona y a sus hijos”, salvo previsión
testamentaria en contra, “se entenderán todos instituidos simultánea y no
sucesivamente” (art. 771).
- El artículo 879, por su parte, fija y determina el plazo de duración tanto del legado de
educación cuanto del de alimentos, según hemos visto en el capítulo anterior, ante la
eventualidad de que el testador no la prevea de forma expresa.

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Tema 7

1.3. Criterios y principios interpretativos


Es evidente, sin embargo, que el carácter concreto de los diferentes supuestos de hecho a los
que se refieren las normas anteriormente mencionadas impide la deducción de cualesquiera
criterios interpretativos de carácter general. A tales efectos, hemos de acudir necesariamente
al artículo 675.1 antes transcrito.
No obstante, si de dicha interpretación gramatical se dedujera una conclusión que fuera o que
apareciera claramente contraria a los designios del testador, impone el precepto que habrá de
procederse a indagar cuál fue la voluntad del testador: “En caso de duda se observará lo que
aparezca más conforme a la intención del testador según el tenor del mismo testamento”. Es
decir, el testamento ha de considerarse un todo orgánico; por tanto, el criterio de
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interpretación lógica y sistemática puede jugar también en el caso testamentario.

2. LA EJECUCIÓN TESTAMENTARIA
Dado que el testamento es un acto de disposición mortis causa, cuya eficacia presupone el
fallecimiento de quien lo otorga, el testador puede prever en él la oportunidad o la necesidad
de designar una o varias personas de su confianza que ejecuten cuanto disponga el
testamento. A tales personas, la tradición les ha dado el nombre de albaceas.
2.1. Nombramiento del albacea
Aparte el hecho d que el artículo 892 establezca que “el testador podrá nombrar uno o más
albaceas”, no cabe duda alguna de que el nombramiento del albacea representa una mera
facultad del testador que, sin embargo, en caso de ser ejercitada, ha de realizarse en
testamento, pues, como veremos en este mismo capítulo, la mayor parte de las
consideraciones que deben realizarse sobre la función del albacea acaban remitiéndonos a la
voluntad testamentaria, al alcance y la extensión que el testador haya querido dar al encargo o
a la encomienda transmitidos al albacea.
El albacea puede o no ser heredero, persona física o jurídica, pues el tenor literal del artículo
893 se limita a indicar que “no podrá ser albacea el que no tenga capacidad para obligarse”. En
su tenor literal pues, la redacción vigente del artículo 893, únicamente considera inhábiles
para desempeñar el albaceazgo a los menores de edad: “el menor no podrá serlo, ni aun con la
autorización del padre o del tutor”.
Ateniendo al carácter facultativo del albaceazgo establece el artículo 911 que en los casos de
no haber albacea “corresponderá a los herederos la ejecución de la voluntad del testador”.

3. EL ALBACEAZGO: CARACTERES Y CLASES

3.1. Características del albaceazgo

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- Voluntariedad
Artículo 898 CC, “el albaceazgo es cargo voluntario”, de tal manera que requiere la aceptación.
“Se entenderá aceptado por el nombrado para desempeñarlo si no se excusa dentro de los seis
días siguientes a aquel en que tenga noticia de su nombramiento o, si este le era ya conocido,
dentro de los seis días siguientes al en que supo la muerte del testador.
- Temporalidad
Los perentorios plazos referidos en el pasaje normativo transcrito del artículo 898 anuncian de
alguna manera que el desempeño de las funciones encomendadas por el testador al albacea
exigen tanto que se pronuncie con celebridad sobre la aceptación cuanto que la ejecución
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testamentaria ha de ser llevada a efecto dentro de un plazo razonable, fijado como regla en un
año por el artículo 904.
- Renunciabilidad
Del carácter voluntario antes referido se deduce igualmente que el albacea no está obligado a
aceptar el cargo y que incluso tras la aceptación, puede renunciar a su desempeño, si bien el
artículo 899 ha requerido tradicionalmente que, a efectos de renuncia, el designado alegue
“causa justa al prudente arbitrio del juez”.
No obstante, el código parece partir de la idea de que la falta de desempeño del cargo pone de
manifiesto la quiebra de la confianza depositada por el testador en el albacea y por ello ordena
el artículo 900 que “perderá lo que le hubiese dejado el testador, salvo siempre el derecho que
tuviere a la legítima”. En consecuencia, el albacea que no desempeñe su función, si es
legitimario, conservará el derecho a la legítima, decayendo, en cambio, cualesquiera otras
atribuciones de carácter voluntario que haya realizado el testador en su favor ya sea a título de
heredero, legatario, o de mejora.
- Gratuidad
El artículo 908 afirma que “el albaceazgo es cargo gratuito”. Sin embargo, de inmediato añade
el propio precepto que “podrá, sin embargo, el testador señalar a los albaceas la remuneración
que tenga por conveniente; todo sin perjuicio del derecho que les asista para cobrar lo que les
corresponda por los trabajos de partición u otros facultativos”.
El segundo párrafo del artículo 908 establece que “si el testador lega o señala conjuntamente a
los albaceas alguna retribución, la parte de los que no admitan el cargo acrecerá a los que lo
desempeñen”.
- Carácter personalísimo
Como regla general, el sustrato del albaceazgo determina el carácter personalísimo del cargo
del albacea, en cuanto persona de confianza del testador a quien este confía precisamente la
ejecución de su testamentaría. En nuestro Código, el carácter personalísimo del albacea se
encuentra contemplado en el artículo 909 CC: “el albacea no podrá delegar e cargo si no
tuviese expresa autorización del testador”.

3.2. Clases de albaceazgo

- Albacea testamentario y dativo (Atendiendo al origen de su designación)

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Tema 7

Albacea testamentario: nada que añadir ya que prácticamente el 100% delos supuestos de
albaceazgo debe su nacimiento a la propia voluntad testamentaria.
Albacea dativo: el designado por el juez en el supuesto de que una persona falleciera sin testar
y sin dejar cónyuges viudos, descendientes, ascendientes o colaterales dentro del cuarto
grado. Según dicha ley, dicho albacea debe encargarse de “disponer el entierro, exequias y
todo lo demás que sea propio de este cargo con arreglo a las leyes”. Este supuesto es muy
raro.
- Albaceas sucesivos o simultáneos y mancomunados o solidarios (atendiendo a la
posibilidad de un número plural de albaceas)
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Dado que el testador, si lo desea, puede nombrar varios albaceas (art. 892), en caso de
pluralidad de ellos cabe tanto su actuación conjunta y simultánea cuanto su designación con
carácter sucesivo (para el caso en que falte el primer designado, desempeñará el cargo el
segundo, etc.).
En el caso de actuación simultánea de varios albaceas, dispone expresamente el artículo 894
que “podrán ser nombrados mancomunados o solidariamente”, pese a que el Código se
preocupa únicamente de regular la actuación de los albaceas mancomunados.
La idea básica de la actuación mancomunada en el albaceazgo la proporciona el artículo 895, al
afirmar que “cuando los albaceas fueren mancomunados, sólo valdrá lo que todos hagan de
consuno, o lo que haga uno de ellos legalmente autorizado por los demás. O los que, en caso
de disidencia, acuerde el mayor número”. Así pues, la mancomunidad de los albaceas significa
que han de actuar conjuntamente, obrando en común, sin que resulte admisible como regla
general que uno solo de ellos pueda actuar por separado. El artículo 896 por otra parte dice,
“En los casos de suma urgencia podrá uno de los albaceas mancomunados practicar, bajo su
responsabilidad personal, los actos que fueren necesarios, dando cuenta inmediatamente a los
demás”.
Sobre el régimen de la solidaridad en el albaceazgo, en cambio el Código ofrece escasas pistas
para determinarlo. El artículo 897 se limita a requerir la expresa y clara determinación del
carácter solidario de los varios albaceas, limitándose a afirmar lo siguiente: “si el testador no
establece claramente la solidaridad de los albaceas, se entenderán nombrados
mancomunadamente y desempeñarán el cargo como previenen los dos artículos anteriores”.
La solidaridad de los albaceas implicaría que cualquiera de ellos puede ejecutar la voluntad
testamentaria, pues en caso de falta de oposición de los restantes, su actuación habría de
entenderse absolutamente legítima y válida.

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Tema 8

Tema 8: LAS LEGÍTIMAS, LOS LEGITIMARIOS Y LA DESHEREDACIÓN


Legítimas y libertad de testar.- La legítima en el Código Civil.- La legitima de los
descendientes.- La mejora.- La mejora encomendada al cónyuge viudo.- La legítima de los
ascendientes.- La reversión de donaciones.- La legítima del cónyuge viudo.- El usufructo
universal en favor del cónyuge viudo.- La preterición y sus efectos.- La desheredación: causas y
régimen jurídico.- El pago de la legítima: su intangibilidad cuantitativa.

1. LEGÍTIMAS Y LIBERTAD DE TESTAR


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Confrontación entre legítima y libertad de testar. No hay mucho más.

2. LA LEGÍTIMA EN EL CÓDIGO CIVIL

2.1. Líneas básicas de regulación


El artículo 806 CC dice que “Legítima es la porción de bienes de los que el testador no puede
disponer por haberla reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos
forzosos”. Es necesario hacer una glosa inicial de algunos elementos del precepto.
- La legítima restringe o constriñe la facultad dispositiva mortis causa del testador,
quien, aunque no lo desee o lo considere injusto o inapropiado en su caso, ha de
respetarla a favor de sus herederos forzosos.
- Quiénes sean tales herederos forzosos lo expresa, naturalmente, el Código en otros
preceptos posteriores, fundamentalmente en el siguiente, concretándolos en todo
caso con unos u otros, el cónyuge viudo.
- La legítima es una porción de bienes reservada por la ley. La expresión resaltada no
puede significar, desde luego, que el legislador fije y señale ciertos bienes o categorías
de bienes que han de quedar reservados. Sería imposible pues la generalidad del
fenómeno sucesorio lo impide.
Así pues, por ahora, podemos decir que la legítima es la parte de la herencia que, por
imperativo legal, es atribuida a familiares del testador.
2.2. Precisiones terminológicas
A tales familiares se les denomina herederos forzosos. Los favorecidos por la legítima no están
desde luego obligados a suceder a su causante a título de legítima. Es decir, no han de aceptar
forzosa u obligatoriamente, por tanto, no pueden ser considerados herederos forzosos en tal
sentido. Son, en cambio, herederos forzosamente impuestos al testador.

3. LA LEGÍTIMA DE LOS DESCENDIENTES


Artículo 807 CC: “habrán de considerarse en primer lugar, herederos forzosos los hijos y
descendientes de sus padres y ascendientes”.
3.1. La regulación conforme a la Ley 11/1981
En relación con la cuantía de la legítima de los descendientes la redacción dada al artículo 808
por la Ley 11/1981, de 13 de mayo, disponía (y sigue disponiendo) que:

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“Constituyen la legítima de los hijos y descendientes las dos terceras partes del haber
hereditario del padre y de la madre.
Sin embargo, podrán estos disponer de una parte de las dos que forman la legítima, para
aplicarla como mejora a sus hijos o descendientes.
La tercera parte restante será de libre disposición”.
En nuestro sistema, pues, la legítima de los descendientes es de cuantía fija e independiente
del número de legitimarios. Por tanto, aunque exista un solo hijo a él deberá quedar reservada
una porción de bienes hereditarios que represente a las dos terceras partes del caudal. Sin
embargo, uno de esos dos tercios puede destinarse a mejora, por lo que resulta necesario
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hablar de legítima larga y legítima corta.


- Legítima larga: cuando el causante (obviamente de forma testamentaria) no ha
establecido mejora alguna en favor de cualquiera de los legitimarios, pues en tal caso
los dos tercios de la herencia se consideran como un todo, reservado, en condición de
legítima, a los hijos y descendientes.
- Por el contrario, cuando el causante ha decidido mejorar a alguno de tales legitimarios,
la idea de legítima corta es útil para poner de manifiesto que, en todo caso, al menos
un tercio de la herencia debe quedar reservado como legítima estricta en favor de los
hijos y descendientes no mejorados.
Por lo tanto, los hijos adquieren la condición de legitimarios por sí mismos, mientras que otros
descendientes de ulterior grado, nietos y bisnietos, adquirirán en su caso tal condición
respecto de la legítima corta o de la legítima (de no haber mejora) en virtud del derecho de
representación.
3.2. La reforma del artículo 808 por la Ley 41/2003
La citada ley altera el principio de intangibilidad de la legítima en defensa de los incapacitados
mediante la posibilidad de existencia de una sustitución fideicomisaria que grave el propio
tercio de legítima estricta.
Interesa subrayar que combinando esta posibilidad de sustitución fideicomisaria con la
eventual determinación relativa al tercio de mejora, si el causante así lo desea puede atribuir,
aunque sea en condición de heredero fiduciario, íntegramente, los dos tercios de la legítima a
uno o varios legitimarios que hayan sido procesalmente incapacitados, quedando todos los
demás legitimarios como meros herederos fideicomisarios.

4. LA MEJORA

4.1. Naturaleza y características de la mejora


Establece el artículo 823 que “el padre o la madre podrán disponer en concepto de mejora a
favor de alguno o algunos de sus hijos o descendientes, ya lo sean por naturaleza, ya por
adopción, de una de las dos terceras partes destinadas a la legítima”.
Lo fundamental del sistema de la mejora radica en que la Ley permite al causante (inter vivos o
mortis causa) distribuir desigualmente entre sus hijos o descendientes uno de los dos tercios
de los que representan la legítima larga, en el sentido antes explicado. Así pues, la decisión o la
posibilidad de mejorar es, en sentido técnico, una facultad atribuida a todo causante que, ad
notum o sin necesidad de justificarlo, prefiera que sus legitimarios le sucedan de forma
desigual. Notas características:

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- Intención de atribución desigual


- Existencia de una pluralidad de descendientes
- Desde el punto de vista del objeto, la mejora puede comprender como máximo un
tercio de los bienes de la herencia.

4.2. El carácter expreso de la mejora y la admisibilidad de la mejora


El Código exige que la mejora ha de ordenarse de forma expresa. Si bien, como regla, la
mejora ha de ordenarse de forma expresa por el causante, cabe igualmente la admisibilidad de
la mejora tácita o, como en alguna ocasión ha afirmado el TS la mejora expresa sensu lato.
4.3. Formas de realizar la mejora
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A) La mejora ordenada en testamento


En tal caso, la mejora puede consistir tanto en una institución de heredero cuanto en una
manda o legado hecho en favor de cualquiera de los descendientes
B) La mejora a través de donación inter vivos
Puede también el causante, en vida, realizar donaciones en favor de sus hijos o descendientes
que tengan como norte y guía mejorarlos. Artículo 825 CC, “ninguna donación por contrato
inter vivos, sea simple o por causa onerosa, en favor de hijos o descendientes, que sean
herederos forzosos, se reputará mejora, si el donante no ha declarado de una manera expresa
su voluntad de mejorar”.
C) La mejora hecha en capitulaciones o en contrato oneroso
Son, en cambio, revocables, las mejoras decididas por el causante y que se haya incorporado a
capitulaciones matrimoniales o a un “contrato oneroso celebrado con tercero”, como
establece el inciso final del artículo 827. El carácter irrevocable dimana en tales casos de la
intervención de terceras personas y, naturalmente, del principio de que la eficacia de los
contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes.
4.4. Destinatarios de la mejora
El artículo 823 establece que la mejora puede hacerse en favor de los “hijos o descendientes”,
ya lo sean por naturaleza, ya por adopción. Asimismo se resalta que esta conclusión es
conforme con la posibilidad de que el causante imponga gravámenes sobre el tercio destinado
a mejora, siempre que tales gravámenes se hagan en favor de los descendientes, tal y como
determina con carácter general el artículo 824 y, en relación con las sustituciones
fideicomisarias, el artículo 782.
4.5. El objeto de la mejora
Tanto el Código como la doctrina suelen distinguir entre la mejora de cuota y la mejora en cosa
determinada. La primera de ellas se encuentra contemplada en el artículo 832, mientras que a
la segunda se refiere el artículo 829. También consiste destacar que si bien en la generalidad
de los supuestos la mejora suele recaer efectivamente sobre un bien concreto y determinado
del causal hereditario o sobre una parte alícuota de la herencia, habrá que atender en todo
caso a la voluntad del testador, pues este es libre de establecer mejoras que no sigan
estrictamente os criterios establecidos por los artículos que antes han sido mencionados.
A) La mejora en cosa determinada
Establece el artículo 829 que “la mejora podrá señalarse en cosa determinada”, aludiendo sin
duda alguna a los supuestos frecuentes en que el propio testador, movido por razones

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Tema 8

sentimentales por lo común, designa un bien concreto del caudal hereditario, que habrá de
entregarse al destinatario de la atribución en concepto de mejora. Por supuesto, una misma
disposición testamentaria puede comprender diversas cosas ciertas, atribuidas en concepto de
mejora, así como a universalidades de cosas e incluso explotaciones agrícolas, industriales, etc.
Dependerá también de la voluntad del causante la determinación de si la mejora en cosa
determinada ha de considerarse un legado de cosa específica y determinada, regulado en el
art. 882, o si por el contrario, la mejora íntegra, en su caso, la institución de heredero en favor
del legitimario mejorado.
Naturalmente, si el testador, al mejorar en cosa determinada, establece expresamente que tal
exceso habrá de imputarse al tercio de libre disposición, es obvio que esta última tercera parte
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ideal de la herencia se verá también afectada por la mejora en cosa determinada


B) La mejora de cuota
“Cuando la mejora no hubiere sido señalada en cosa determinada, dice el art. 832, será pagada
con los mismos bienes hereditarios, observándose en cuanto puedan tener lugar, las reglas
establecidas en los artículos 1.061 y 1.062 para procurar la igualdad de los herederos en la
partición de bienes”.
Sea por referencia al tercio de mejora o al conjunto del caudal hereditario, la mejora no
señalada en cosa determinada se convierte en una parte alícuota de la herencia que, a veces,
será un legado de parte alícuota, aunque en otros casos puede instrumentarse también como
una atribución patrimonial que integre la institución de heredero hecha en favor del
legitimario beneficiado.
El artículo 832 por otra parte, se limita a indicar que en el caso de mejora de cuota, el
mejorado tiene derecho a ser retribuido in natura, con bienes hereditarios.

5. LA MEJORA ENCOMENDADA AL CÓNYUGE VIUDO


Como regla, la facultad de mejorar tiene carácter personalísimo y el artículo 830 establece
apodípticamente que “la facultad de mejorar no puede encomendarse a otro”. La excepción es
que el art. 831.1 dice que desde el momento de la publicación del código hasta la actualidad
ha permitido siempre que el cónyuge supérstite pueda llevar a cabo la distribución de los
bienes del difunto y realizar mejoras propiamente dichas a favor de los hijos comunes, como
vamos a analizar seguidamente.
5.1. La Ley 1171981, de 13 de mayo
Según la redacción dada por dicha Ley al artículo 831.1, “no obstante lo dispuesto en el
artículo anterior, podrá ordenarse en testamento o en capitulaciones matrimoniales que
muriendo el cónyuge otorgante, pueda el viudo o viuda que no haya contraído nuevas nupcias,
distribuir, a su prudente arbitrio, los bienes del difunto y mejorar en ellos a los hijos comunes,
sin perjuicio de las legítimas y de las mejoras y demás disposiciones del causante”.
5.2. Las facultades del cónyuge sobreviviente según la Ley 41/2003
La Ley 41/2003, de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con
discapacidad, ha considerado nuevamente oportuno modificar el tenor literal del artículo 831,
con objeto de introducir una nueva figura de protección patrimonial indirecta de las personas
con discapacidad. De esta forma, se concede al testador amplias facultades para que en su
testamento pueda conferir al cónyuge supérstite amplias facultades para mejorar y distribuir la
herencia del premuerto entre los hijos o descendientes comunes, lo que permitirá no

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precipitar la partición de la herencia cuando uno de los descendientes tenga una discapacidad,
y aplazar dicha distribución a un momento posterior en el que podrán tenerse en cuenta la
variación de las circunstancias y la situación actual y necesidades de la persona con
discapacidad. Además, estas facultades pueden concedérselas los progenitores con
descendencia común, aunque no estén casados entre sí”.

6. LA LEGÍTIMA DEL LOS ASCENDIENTES

6.1. Presupuestos y notas características


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Asume una importancia mucho menos que la legítima de los hijos y descendientes y tiene un
claro carácter subsidiario respecto de estos. Artículo 807 CC: los padres y ascendientes son
herederos forzosos en la herencia de sus hijos y descendientes sólo en el caso de que el
causante no tuviese a su vez descendientes.
6.2. Cuantía de la cuota legitimaria de los ascendientes
A partir de la Ley de 24 de abril de 1958 (y todavía hoy) se acordó incrementar los derechos
legitimarios del cónyuge viudo y, en consecuencia, se produjo el resultado de que, como
segunda nota característica, la legítima de los padres y ascendentes es de cuantía variable.
A) Concurrencia con el cónyuge viudo
Si los ascendientes concurrieren con el cónyuge viudo del descendiente causante, su legítima
será de una tercera parte de la herencia.
B) Inexistencia de cónyuge viudo
Constituye la legítima de los padres o ascendientes la mitad del haber hereditario de los hijos y
descendientes.
6.3. Reglas de distribución entre los ascendientes
Para el supuesto de que vivan ambos progenitores o uno solo de ellos, establece el artículo
810.1 que “la legítima reservada a los padres se dividirá entre los dos por partes iguales: si uno
de ellos hubiere muerto, recaerá toda en el sobreviviente”.
Cuando el testador no deje ni padre ni madre, establece el párrafo 2º del propio art. 810, pero
si ascendientes, en igual grado, de las líneas paterna y materna, se dividirá la herencia por la
mitad entre ambas líneas. Si los ascendientes fueren de grado diferente, corresponderá por
entero a los más próximos de una u otra línea”.
Recapitulando, pues, rige ante todo en la materia el principio de proximidad de grado familiar
y, dentro del mismo grado, procede la división de la legítima por líneas familiares o estirpes.

7. LA REVERSIÓN DE LAS DONACIONES DEL ARTÍCULO 812 CC


Artículo 812 CC: “los ascendientes suceden con exclusión de otras personas en las cosas dadas
por ellos a sus hijos o descendientes muertos sin posteridad (sin descendencia), cuando los
mismos objetos donados existan en la sucesión. Si hubieren sido enajenados, sucederán en
todas las acciones que el donatario tuviera con relación a ellos, y en el precio si se hubiesen
vendido, o en los bienes con que se hayan sustituido, si los permutó o cambió.

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8. LA LEGÍTIMA DEL CÓNYUGE VIUDO

8.1. Presupuestos y características peculiares de la legítima del cónyuge viudo


En su redacción vigente actualmente, el artículo 834 dispone que “el cónyuge que al morir su
consorte no se hallase separado de éste legalmente o de hecho, si concurre a la herencia con
hijos o descendientes, tendrá derecho al usufructo del tercio destinado a mejora”.
Únicamente es heredero forzoso el cónyuge supérstite que, siempre que además no se
encuentre separado.
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8.2. Características de la legítima vidual

A) Se trata de una cuota usufructuaria, frente al resto de las legítimas vistas, en que la
cuota correspondiente en cada caso presupone la atribución de bienes hereditarios en
propiedad. El usufructo del cónyuge viudo tiene carácter vitalicio, si bien los herederos
tienen la facultad de proceder a su conmutación.
B) El cónyuge supérstite puede concurrir, indistintamente con los descendientes o con los
ascendientes.
C) Dependiendo de quienes sean los restantes legitimarios, la cuantía de la legítima del
cónyuge supérstite es de carácter variable.
D) Finalmente, conviene observar que la cuota legitimaria es la misma trátese de sucesión
testamentaria o abintestato.

8.3. Cuantía de la cuota usufructuaria


No tiene carácter fijo, sino que depende de quiénes sean los legitimarios que, en su caso,
concurran a la herencia con el cónyuge viudo.
A) Concurrencia del cónyuge viudo con hijos y descendientes
En tal caso, el cónyuge tiene derecho al usufructo del tercio destinado a mejora, como dispone
in fine el artículo 834 en su vigente redacción, introducida por la ley 15/2015.
B) Concurrencia del cónyuge con los ascendientes
Si en la sucesión abierta no existen descendientes comunes ni descendientes exclusivos del
consorte fallecido, la cuota vidual usufructuaria equivaldría a la mitad de la herencia (art.
837.1).
C) Inexistencia de descendientes y ascendientes del causante
“El cónyuge que sobreviva tendrá derecho al usufructo de los dos tercios de la herencia”. (Art.
838).
D) Concurrencia del cónyuge con hijos sólo de su consorte
Art. 837 CC: “Cuando los únicos herederos forzosos que concurran con el viudo o viuda sean
hijos sólo de su consorte concebidos constante el matrimonio de ambos”, la cuota vidual
usufructuaria ascenderá a la mitad de la herencia.

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8.4. La conmutación del usufructo viudal usufructuario

A) La conmutación por iniciativa de los herederos


Artículo 839: “Los herederos podrán satisfacer al cónyuge su parte de usufructo, asignándole
una renta vitalicia, los productos de determinados bienes, o un capital en efectivo,
procediendo de mutuo acuerdo y, en su defecto, por virtud de mandato judicial”.
B) La conmutación en el caso de concurrencia de cónyuge e hijos de su consorte
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Para el especialísimo caso en que el cónyuge viudo concurra legitimariamente con los hijos
exclusivos de su consorte, el artículo 840 redactado por la Ley 11/1981 determinaba que “el
cónyuge podrá exigir que el usufructo grave la parte que reciban los hijos le sea satisfecho a
elección de estos, asignándole un capital en dinero o un lote de bienes hereditarios”. En este
caso, pues, la iniciativa de la conmutación corresponde al cónyuge viudo, si bien queda
igualmente claro que serán los hijos de su consorte quienes optarán por entregar un capital en
metálico dinerario o, por el contrario, el conjunto de bienes hereditarios que corresponda una
vez realizada la capitalización del usufructo al cónyuge viudo.

9. EL USUFRUCTO UNIVERSAL EN FAVOR DEL CÓNYUGE: LA CAUTELA SOCINIANA


En la práctica se encuentra sumamente generalizada la institución del usufructo universal en
favor del cónyuge viudo, mediante disposiciones o cláusulas testamentarias en las que de
forma expresa el testador nombra heredero universal, en usufructo, a su viudo o viuda,
precisando que si cualquiera de sus hijos o descendientes impugnaran tal institución, habrían
de recibir únicamente lo que por legítima estricta les correspondiera.
Pese a su frecuentísima utilización, el Código Civil no ha contenido nunca una norma que, de
forma directa, se refiera a la cuestión, quizá por la dificultad legislativa que representa
establecer un fuerte sistema legitimario, que requiere adoptar el principio de prohibición de
todo tipo de gravamen respecto a la legítima, para desembocar seguidamente en la
admisibilidad de cláusulas que, en definitiva, reducen en términos prácticos el sistema
legitimario a agua de borrajas. No obstante, la mayor parte de las personas casadas, al testar,
se pronuncian en favor de la cautela sociniana.
Tomando pie del encabezamiento del artículo 820.3 CC, debemos resaltar que el usufructo
universal de la herencia a favor del cónyuge supérstite puede instrumentarse también
mediante legado.

10. LA PRETERICIÓN Y SUS EFECTOS


En castellano significa “hacer caso omiso de una persona o cosa” o, lo que es lo mismo,
olvidarla, relegarla o hacerla de menos. En el ámbito sucesorio, la preterición hay que
identificarla con la relegación u olvido de uno de los “herederos forzosos” en el testamento del
causante y, en efecto, desde el Derecho Romano, se ha definido como la omisión en el
testamento de cualquiera de ls parientes del causante que tuvieran derecho a sucederle por
ministerio de la Ley.
Requiere que se den simultáneamente los dos presupuestos siguientes:

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1º Que se reconozca al causante la posibilidad de establecer el destino de sus bienes a través


del testamento.
2º Que existan sucesores por ministerio de la ley, llamados doctrinalmente legitimarios y por el
Código, precisamente, “herederos forzosos”.
El ámbito propio de la preterición se circunscribe a la sucesión testamentaria, para el supuesto
de que alguno de los legitimarios sea omitido en el testamento, de tal manera que la legítima
no sólo se ve protegida en sentido material, sino también formal, pues el s está obligado a
tener en cuenta a sus herederos forzosos en el caso de que decida otorgar testamento.
Ahora bien, dado que la mera mención o rememoración de una persona puede carecer en sí
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misma de efectos patrimoniales y, por tanto, sucesorios, en la actualidad ha de considerarse


que equivale a preterirla, pues de lo que en el fondo se trata es de, reconocer, como mínimo,
la cuota legitimaria que corresponda a quienes tengan la condición de herederos forzosos
(aspecto material).
En el caso de que el legitimario no haya preterido y, sin embargo, se le haya atribuido menos
de lo que por legítima pudiera corresponderle, propiamente hablando no hay preterición, ni el
legitimario podrá ejercitar la acción de preterición, sino únicamente solicitar el complemento
de legítima.
10.1. Efectos de la preterición
Si la sucesión por ministerio de la ley prevalece sobre las disposiciones testamentarias, cual
ocurre en el sistema legitimario, es de puta lógica que el ordenamiento jurídico ha de
reaccionar contra la preterición y otorgar a quienes suceden por ministerio de la ley derechos
que el testador ha pretendido burlar, conscientemente, o ha desconocido, incluso si lo ha
hecho de forma inadvertida.
El artículo 814 distingue entre la preterición intencional y la no intencional, anudando a cada
una de ellas distintos efectos.
- La preterición intencional
Se encuentra regulada en el primer párrafo del artículo 814, conforme al cual: “la preterición
de un heredero forzoso no perjudica la legítima. Se reducirá la institución de heredero antes
que los legados, mejores y demás disposiciones testamentarias”.
Al aplicarse la omisión de atribución patrimonial alguna en favor de cualquiera de los
legitimarios, su mandato garantiza la percepción de la legítima correspondiente al preterido, si
bien sus efectos son menores que los de la preterición in intencional.
La razón de ello parece estribar en el carácter consciente y deliberado de la preterición,
presumiéndose la voluntad del causante de que, de haber sido posible, hubiera privado de
cualesquiera bienes al legitimario. Por tanto, ha de entenderse que cuando la norma opta por
no anular la institución de heredero, sino sólo reducirla a efectos de detraer la legítima que
corresponda al preterido, una vez satisfecha esta, habrá de seguirse d la voluntad del testador,
tal y como viene a reiterar el último párrafo del artículo 814 afirmando que “a salvo las
legítimas tendrá preferencia en todo caso lo ordenado por el testador”.
- La preterición errónea o “no intencional”
Conviene subrayar que la redacción actual del artículo 814 limita el ámbito de la preterición in
intencional a los hijos o descendientes. En el artículo 814, en caso de preterición no intencional
de los descendientes, lleva a sus efectos, como mínimo a la anulación de la institución de
heredero, dando lugar, pues, a la apertura de la sucesión intestada en favor del hijo o

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descendiente preterido. Decimos como mínimo porque, en efecto, los efectos de la preterición
no intencional pueden llegar a más, en el caso de preterición de todos los descendientes o del
único descendiente existente.
En efecto, el artículo 814 en su segundo apartado, distingue dos supuestos claramente
distintos de preterición no intencional:
A) Preterición no intencional del o de los descendientes
Conforme al número 1º del apartado 2º, “si resultaren preteridos todos, se anularán las
disposiciones testamentarias de contenido patrimonial”. El supuesto comprende tanto el caso
de que “todos” los descendientes hayan sido omitidos en el testamento como el de que el
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único descendiente existente haya sido preterido. La preterición, en este caso, excluye incluso
la capacidad de disposición del causante sobre el tercio de libre disposición, con el que en
principio podría haber contado para realizar atribuciones patrimoniales en favor de
cualesquiera parientes o terceros. El testamento desaparece y ha de atenderse exclusivamente
a las reglas de la sucesión intestada.
B) Preterición de algún descendiente
Conforme a la primera parte del número 2º del apartado comentado “en otro caso, se anulará
la institución de herederos, pero valdrán las mandas y mejoras ordenadas por cualquier título,
en cuanto unas u otras no sean inoficiosas”. Este último inciso, relativo a la inoficiosidad de
mandas y legados implica que todas las atribuciones patrimoniales que puedan comprenderse
dentro del tercio de libre disposición, a título de legado, mantienen su validez. La preterición
no intencional recupera su papel de institución protectora de las legítimas, pero sin afectar al
tercio de libre disposición. En caso de superar dicho tercio, las mandas habrán de ser reducidas
conforme a las reglas generales.
La institución de heredero, en cambio, como regla general, deviene ineficaz, comprenda o no
los dos tercios ideales reservados a la legítima, o bien supere dicha cuota, por haber destinado
el causante también el tercio de libre disposición al heredero.

11. LA DESHEREDACIÓN: CAUSAS Y RÉGIMEN JURÍDICO


En el sistema del Código Civil, desheredar equivale a privar de la legítima, mediante una
previsión testamentaria del causante, a cualquiera de los que el propio Código denomina
“herederos forzosos”, esto es, a los legitimarios. En tal sentido, dispone el artículo 848 que “la
desheredación solo podrá tener lugar por alguna de las causas que expresamente señala la
Ley”, al tiempo que el artículo 849 impone que “la desheredación solo podrá hacerse en
testamento, expresando en él causa legal en que se funde”.
Así pues, la desheredación se caracteriza por requerir, ante todo, que el legitimario haya
incurrido en una de las causas legales de desheredación, sin que la voluntad o la valoración
subjetiva del causante sobre la conducta reprobable del legitimario tenga en otro caso eficacia
alguna. De existir causa legal, se requiere, además, que el causante asuma una actitud de
carácter positivo, dedicando una de las clausulas o estipulaciones testamentarias a ratificar
que, efectivamente, desea que el legitimario sea privado de cuanto por Ley le corresponde.
Solo la suma de ambas circunstancias, pues, determina la exclusión de la legítima en nuestro
sistema normativo.

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11.1. Causas de desheredación

- En general
Resulta, por tanto, absolutamente necesario transcribir al menos las causas de desheredación,
solapadas en buena medida con las causas de indignidad, como indica el artículo 852, al
establecer que “son justas causas para la desheredación, en los términos que específicamente
determinan los artículos 853, 854 y 855, las de incapacidad por indignidad para suceder,
señaladas en el artículo 756 con los números 1º, 2º, 3º, 5º y 6º”.
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- Causas de desheredación de los hijos y descendientes


Conforme a los artículos 852 y 853, las justas causas para desheredar a los hijos y
descendientes consisten en que el legitimario hubiera incurrido en cualquiera de las conductas
siguientes:
- El que fuera condenado por sentencia firme por haber atentado contra la vida, o a
pena grave por haber causado lesiones o por haber ejercido habitualmente violencia
física o psíquica en el ámbito familiar al causante, su cónyuge, o alguno de sus
descendientes o ascendientes
- El que fuera condenado por sentencia firme por delitos contra la libertad, la integridad
moral y la libertad e indemnidad sexual, si el ofendido es el causante, su cónyuge, o
alguno de sus descendientes o ascendientes.
Asimismo el condenado por sentencia firme a pena grave por haber cometido un
delito contra los derechos y deberes de los familiares respecto de la herencia de la
persona agraviada.
También el privado por resolución firme de la patria potestad, o removido del ejercicio
de la tutela o acogimiento familiar de un menor o persona con la capacidad modificada
judicialmente por causa que le sea imputable, respecto de la herencia del mismo.
- El que hubiese acusado al causante de delito para el que la ley señala pena grave, si es
condenado por denuncia falsa.
- El que por iguales medios impidiere a otro hacer testamento, o revocar el que tuviese
hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.
- Haber negado sin motivo legítimo, los alimentos al padre o ascendiente que le
deshereda.
- Haber maltratado de obre o injuriado gravemente de palabra.

- Causas de desheredación de los padres y ascendientes


A tenor de lo establecido en el artículo 854, perderán su derecho a la legítima los padres y
ascendientes a quienes pudiera imputarse cualquiera de las siguientes circunstancias:
- El que fuera condenado por sentencia firme por haber atentado contra la vida, o a
pena grave por haber causado lesiones o por haber ejercido habitualmente violencia
física o psíquica en el ámbito familiar al causante, su cónyuge, o alguno de sus
descendientes o ascendientes
- El que fuera condenado por sentencia firme por delitos contra la libertad, la integridad
moral y la libertad e indemnidad sexual, si el ofendido es el causante, su cónyuge, o
alguno de sus descendientes o ascendientes.
Asimismo el condenado por sentencia firme a pena grave por haber cometido un
delito contra los derechos y deberes de los familiares respecto de la herencia de la
persona agraviada.

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También el privado por resolución firme de la patria potestad, o removido del ejercicio
de la tutela o acogimiento familiar de un menor o persona con la capacidad modificada
judicialmente por causa que le sea imputable, respecto de la herencia del mismo.
- El que hubiese acusado al causante de delito para el que la ley señala pena grave, si es
condenado por denuncia falsa.
- Que, con amenaza, fraude o violencia, obligare al testador a hacer testamento o a
cambiarlo.
- Que por iguales medios impidiere a otro hacer testamento, o revocar el que tuviese
hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.
- Que hubiese perdido la patria potestad por las causas expresadas en el artículo 170.
- Que hubiese negado los alimentos a sus hijos o descendientes sin motivo legítimo.
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- Que hubiese atentado uno de los padres contra la vida de otro de los padres o
ascendientes, si no hubiere habido entre ellos reconciliación.

- Causas de desheredación del cónyuge


Conforme al artículo 855, las justas causas para desheredar al cónyuge, de carácter específico,
son las siguientes:
- Haber incumplido grave o reiteradamente los deberes conyugales.
- Las que dan lugar a la pérdida de la patria potestad conforme al artículo 170.
- Haber negado alimentos a los hijos o al otro cónyuge.
- Haber atentado contra la vida del cónyuge testador, si no hubiere mediado
reconciliación”.
Además, afectan igualmente al cónyuge las causas de indignidad contempladas en los números
2º, 3º, 5º y 6º del artículo 756.
11.2. Régimen jurídico de la desheredación

- Las formas de desheredación

A) La desheredación justa
Dispone el artículo 849 que “la desheredación sólo podrá hacerse en testamento, expresando
en él la causa legal en que se funde”, resaltando, por tanto, que la gravedad de la
desheredación requiere ineludiblemente que el causante haya de pronunciarse en el
testamento sobre la privación de la legítima.
Se le denomina desheredación justa, quizá no tanto por el hecho de fundamentarse en una
causa justa de desheredación, sino por ajustarse a lo legalmente establecido.
B) La desheredación injusta
Por contraposición a ella, se denomina desheredación injusta a la descrita en la primera parte
del artículo 851: “la desheredación hecha sin expresión de causa, o por causa cuya certeza, si
fuere contradicha, no se probare, o que no sea una de las señaladas” en los artículo del código
en que se relacionan.
Naturalmente, la calificación de injusta es indudable cuando, por mucho que se hayan
cumplido los requisitos formales, la decisión de desheredar no se funde en una de las causas
legalmente establecidas; las cuales, por obvias razones, no permiten ser interpretadas
extensivamente ni por vía de analogía.

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- Efectos de la desheredación
El desheredado se verá privado de la legítima. Sin embargo, dado que tanto el artículo 929
cuanto el 857 permiten el derecho de representación en la legítima, los hijos y descendientes
del desheredado ocuparán su posición y, en consecuencia, adquirirán la porción legitimaria
correspondiente.
Como ya hemos dicho, el efecto de la desheredación injusta es distinto, dispone sobre ella el
artículo 851 que “la desheredación hecha sin expresión de causa, o por causa cuya certeza, si
fuere contradicha, no se probare, o que no sea una de las señaladas en los cuatro siguientes
artículos, anulará la institución de heredero en cuando perjudique al desheredado; pero
valdrán los legados, mejoras y demás disposiciones testamentarias en lo que no perjudiquen a
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dicha legítima”
- La reconciliación
Aunque exista causa legal de desheredación, esta no podrá llevarse a efecto si se produce la
reconciliación entre el ofensor y el causante de la herencia de que se trate.
Dice al respecto el artículo 856 que “la reconciliación posterior del ofensor y del ofendido priva
a este del derecho de desheredar, y deja sin efecto la desheredación ya hecha”. Dado los
términos de la norma, la posterioridad de la reconciliación ha de referirse necesariamente a la
causa de la desheredación, no a la desheredación propiamente dicha, pues el precepto incluso
priva al causante de la facultad de desheredar si se ha reconciliado con el legitimario que había
incurrido en una conducta tipificada por el legislador como causa de desheredación.

12. EL PAGO DE LA LEGÍTIMA: SU INTANGIBILIDAD CUANTITATIVA


La característica principal de nuestro sistema de legítimas consiste, no ya en su diversa cuantía,
sino en el hecho de que el legislador establece siempre recurriendo a un número quebrado,
hablando generalmente de la mitad, de la tercera o de las dos terceras partes de la herencia.
Por tanto, si en todo caso la legítima ha de quedar determinada en proporción al caudal
hereditario, es innegable que la primera tarea que ha de llevarse a cabo en el supuesto de que
existan legitimarios consiste en establecer el montante del patrimonio hereditario que ha de
ser tomado en consideración.
12.1. Fijación y cálculo de la cuantía de la legítima
El artículo 818 establece que “para fijar la legítima se atenderá al valor de los bienes que
quedaren a la muerte del testador, con deducción de las deudas y cargas, sin comprender
entre ellas las impuestas en el testamento”. Así pues, el punto de partida de la fijación de la
legítima viene representado por el conjunto de los bines relictos, a cuyo valor debe deducirse
la cuantía de las deudas y cargas, siempre y cuando no se consideren como tales cargas “las
impuestas en el testamento”.
Se trata, pues, de una mera operación contable consistente en deducir del valor de los bienes
hereditarios el valor que representen las deudas y cargas de la herencia, que arrojará el activo
del caudal relicto. Doctrinalmente, suele afirmarse que finalizada tal operación se habrá
conseguido determinar el relictum, esto es, el caudal líquido hereditario.

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12.2. La intangibilidad cuantitativa de la legítima


Es evidente que, una vez fijada la cuota legitimaria, el heredero forzoso que sea beneficiario de
ella podrá reclamarla íntegramente en el supuesto en el que las previsiones testamentarias del
causante o el conjunto de las donaciones u otros actos a título gratuito que haya realizado en
vida, arrojen el resultado de que el legitimario de que se trate no sea suficiente satisfecho por
no haber bienes suficiente en la herencia.
La expresión de intangibilidad cuantitativa de la legítima pretende resaltar que la legítima es
no sólo inviolable e indisponible en sentido cualitativo, sino también en sentido cuantitativo.
La expresión, pues, es plenamente aceptable y merece ser recordada, aunque desde luego no
añade ni quita nada al sistema normativo que debemos analizar en estas líneas.
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- La denominada acción de suplemento de la legítima


La integridad cuantitativa de la legítima la pone de manifiesto el artículo 815 estableciendo
que “el heredero forzoso a quien el testador haya dejado por cualquier título menos de la
legítima que le corresponda, podrá pedir el complemento de la misma”. Esto es, el legitimario
parcialmente insatisfecho reclamará a los herederos cuanto le falte para cubrir íntegramente
la cuota hereditaria que le corresponde en concepto de legítima.
- La eventual reducción de la institución de heredero
Aunque el código no contempla específicamente la posibilidad de reducir la institución de
heredero que dañe la legítima del conjunto del sistema, ha de deducirse que si el
mantenimiento de la institución de heredero imposibilitara la íntegra percepción de su cuota
legitimaria, el heredero forzoso perjudicado podría instar la reducción de la propia disposición
testamentaria en que se contenga el nombramiento de un heredero voluntario o de un
legitimario que haya sido nombrado en una cuota tal que afecte a la legítima de los otros
herederos forzosos.
En tal caso, la reducción de la institución del heredero habrá de realizarse antes que la de las
donaciones y de los legados, a las que seguidamente nos referiremos.
- La reducción de legados y donaciones
Regula detalladamente el código sin embargo, la reducción de legados y donaciones que
puedan considerarse inoficiosos, aquellas disposiciones testamentarias que recaigan sobre la
parte de la herencia de la que el testador no podría haber dispuesto libremente.
La preferencia entre legados y donaciones es clara, pues el artículo 820.1º afirma que “se
respetarán las donaciones mientras pueda cubrirse la legítima, reduciendo o anulando, si
necesario fuere, las mandas hechas en testamento”.
Así pues, la reducción o anulación de las disposiciones testamentarias, salvo que el testador
“hubiere dispuesto que se pague cierto legado con preferencia a otros”, en cuyo caso se
reducirán o anularán previamente todos los restantes legados y, como último recurso, el
considerado preferente por el testador.
Por otra parte, si la anulación de todos los legaos no resultare suficiente para atender la
legítima insatisfecha, procederá la declaración de inoficiosidad respecto de las donaciones
realizadas en vida del causante, si bien la reducción o rescisión de tales donaciones “no
obstará para que tenga efecto durante la vida del donante y para que el donatario haga suyos
los frutos”.
Respecto de las donaciones, no hay prorrateo alguno, pues el artículo 656 afirma que “se
suprimirán o reducirán en cuanto al exceso las de fecha más reciente”. En consecuencia,

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siguiendo el orden inverso de antigüedad, las donaciones irán siendo rescindidas


sucesivamente.
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Tema 9

Tema 9: LAS RESERVAS


La reserva ordinaria o vidual: presupuesto y bienes reservables, efectos y extinción.- La reserva
lineal o troncal: régimen jurídico.- El supuesto del artículo 811 del Código Civil.

1. LA RESERVA ORDINARIA O VIDUAL


Se encuentra descrito inicialmente en el artículo 968, al disponer que “el viudo o viuda que
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pase a segundo matrimonio estará obligado a reservar a los hijos y descendientes del primero
la propiedad de todos los bienes que haya adquirido de su difunto consorte por testamento,
por sucesión intestada, donación u otro cualquier título lucrativo; pero no su mitad de
gananciales. La institución pues, pretende garantizar a los hijos y descendientes del primer
matrimonio, que el viudo o la viuda bínubos no deriven los bienes procedentes de su anterior
cónyuge a otras personas o a otras familias.
1.1. Presupuestos de la reserva ordinaria
Tomando en consideración conjuntamente los artículos 968 y 980, los presupuestos necesarios
para que entre en vigor la obligación de reservar se concretan en los siguientes:
- Existencia de un matrimonio previo que se haya disuelto por el fallecimiento de uno de
los cónyuges.
- Existencia de hijos o descendientes de ulterior grado del matrimonio descrito en el
número anterior, pues son ellos los beneficiarios de la reserva.
Dándose tales presupuestos, la obligación de reservar nace si acaecen cualquiera de los
siguientes hechos o actos:
- Celebración de segundas o ulteriores nupcias por parte del cónyuge viudo.
- Que el cónyuge viudo, y además adultero, haya tenido un hijo no matrimonial
constante el matrimonio con el consorte fallecido.
- Que el cónyuge viudo, tras el fallecimiento de su anterior consorte, tenga un hijo no
matrimonial.
- Que el viudo adopte a otra persona, salvo que el adoptado sea hijo del consorte de
quien descienden los reservatarios, según el número 2º del artículo 980.

1.2. Los bienes reservables


La diferencia fundamental que existe entre la reserva y la legítima radica, precisamente, en el
hecho de que los bienes reservables no están referidos a una parte alícuota de la herencia,
sino que constituyen un conjunto patrimonial identificado por su procedencia. Ocurre así tanto
en la reserva vidual cuanto en la reserva lineal o troncal, aunque ahora nos hayamos de referir
sólo a la primera de ellas.
A) Bienes procedentes del cónyuge difunto
Como ya hemos visto, el artículo 968 obliga a reservar al cónyuge viudo “todos los bienes que
haya adquirido de su difunto consorte por testamento, por sucesión intestada, donación u otro
cualquier título lucrativo; pero no su mitad de gananciales”.
B) Bienes procedentes de los hijos del matrimonio

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Conforme lo establecido en el artículo 969, la obligación de reservar alcanza también a los


bienes que por cualquier título lucrativo hubiera recibido el cónyuge viudo “de cualquiera de
los hijos de su primer matrimonio”.
C) Bienes procedentes de los parientes del difunto
Considera igualmente reservables el artículo 969, in fine, los bienes que el viudo “haya habido
de los parientes del difunto por consideración a este”.

2. EFECTOS DE LA RESERVA ORDINARIA


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2.1. La fase previa


Sin duda alguna, el mero hecho de enviudar no determina la modificación de las facultades del
cónyuge viudo. Así pues, este tiene plenas facultades de goce y disposición sobre los bienes
que, en su caso, serán reservables, pudiendo, en consecuencia, actuar con plena libertad de
ellos. En particular, el Código contempla la validez de las enajenaciones que el cónyuge viudo
pueda llevar a cabo durante la fase previa y lo hace, además, por partida doble:
- Refiriéndose a los inmuebles, el art. 974 afirma que “serán válidas las enajenaciones
de los bienes inmuebles reservables hechas por el cónyuge sobreviviente antes de
celebrar segundas bodas”.
- Respecto de los bienes muebles, la validez de cualquiera enajenaciones la declara de
forma expresa el artículo 976.
Durante la fase previa, en cambio, los reservatarios carecen de facultad alguna, sea respecto
de los bienes reservables, sea obviamente respecto de la decisión de su progenitor de contraer
o no contraer segundas nupcias.
2.2. La fase de pendencia
El nacimiento de la obligación de reservar supone, naturalmente, una profunda modificación
en relación con la posición de los reservistas y de los reservatarios.
Los reservatarios podrán exigir al viudo reservista el exacto cumplimiento de lo establecido en
el artículo 977 CC, “el viudo o la viuda, al repetir matrimonio, hará inventariar todos los bienes
sujetos a reserva, anotar en el Registro de la propiedad la calidad de reservables de los
inmuebles con arreglo a lo dispuesto en la Ley Hipotecaria, y tasar los muebles”. En
consecuencia, procede de inmediato llevar a cabo la identificación del conjunto patrimonial
que queda sometido a reserva.
Pero, por otra parte, afirma el artículo 978 que “estará además obligado el viudo o viuda, al
repetir el matrimonio, a asegurar con hipoteca:
1º La restitución de los bienes muebles no enajenados en el estado que tuvieren al tiempo de
su muerte.
2º El abono de los deterioros ocasionados o que se ocasionaren por su culpa o negligencia.
3º La devolución del precio que hubiese recibido por los bienes muebles enajenados o la
entrega del valor que tenían al tiempo de la enajenación, si esta se hubiese hecho a título
gratuito.
4º El valor de los bienes inmuebles válidamente enajenados.
A) La facultad de mejorar del reservista

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Como indica el artículo 972, “a pesar de la obligación de reservar, podrá el padre, o madre,
segunda vez casado, mejorar en los bienes reservables a cualquiera de los hijos o
descendientes del primer matrimonio, conforme a lo dispuesto en el artículo 823”.
B) La renuncia del reservatario
El artículo 970 establece que “cesará la obligación de reservar cuando los hijos de un
matrimonio, mayores de edad, que tengan derecho a los bienes, renuncien expresamente a
él”.
2.3. La consumación de la reserva
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Se denomina así al hecho de que el fallecimiento del reservista produzca la adquisición de los
bienes reservables por los reservatarios. La adquisición hereditaria de los bienes reservables
por los reservatarios depende en buena medida de si el reservista ha ejercitado la facultad de
mejorar a la que anteriormente nos hemos referido.
A) La sucesión de los reservatarios
Para el supuesto en el que el reservista no haya hecho uso de la facultad de mejorar, el artículo
973 dice “que los hijos y descendientes del primer matrimonio sucederán en los bienes sujetos
a reserva, conforme a las reglas prescritas para la sucesión en línea descendente, aunque a
virtud de testamento hubiesen heredado desigualmente al cónyuge premuerto o hubiesen
repudiado su herencia”.
B) La desheredación del reservatario
El segundo párrafo del artículo 973 establece que “el hijo desheredado justamente por el
padre o por la madre perderá todo derecho a la reserva, pero si tuviere hijos o descendientes,
se estará a lo dispuesto en el artículo 857 y en el número 2 del artículo 164”.

3. LA RESERVA LINEAL O TRONCAL: RÉGIMEN JURÍDICO


La reserva lineal se encuentra formulada en el artículo 811 desde que, en sus trabajos
preparatorios de última hora, la comisión redactora del Código así lo decidiera para tratar de
atajar la eventualidad de que, en ciertos casos, los bienes de una familia pasaran a otra a
consecuencia de la regla básica de la sucesión intestada respecto de los ascendientes,
conforme a la cual la proximidad de grado excluye a los restantes ascendientes (así, si el
abuelo materno dona un bien a su nieto primogénito y este, sin haber testado, fallece junto
con su madre, el bien pasaría al padre y, en el futuro presumiblemente a los parientes o
allegados de este último).
El artículo 811 dice: “El ascendiente que heredare de su descendiente bienes que este hubiere
adquirido por título lucrativo de otro ascendiente, o de un hermano, se halla obligado a
reservar los que hubiere adquirido por ministerio de la ley en favor de los parientes que estén
dentro del tercer grado y pertenezcan a la línea de donde los bienes proceden”.
3.1. Régimen jurídico
El mandato normativo del artículo 811 se limita a establecer la obligación de reservar, una vez
que se den las circunstancias que requiere el supuesto de hecho, sin desarrollar, en cambio, los
derechos y facultades del reservista y de los eventuales reservatarios.
Concuerdan doctrina y jurisprudencia en afirmar que, si bien resulta procedente la aplicación
analógica de las normas reguladoras de la reserva ordinaria, así como la distinción entre la fase
de pendencia y la fase de consumación de la reserva, el distinto fundamento y significado de

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uno y otro tipo de reserva obliga a llegar a diferentes soluciones, respecto de extremos
concretos, en la reserva ordinaria y en la reserva lineal.

- Facultades y atribuciones del reservista


En términos generales, el ascendiente reservista debería considerarse titular de los bienes y,
por tanto, facultado incluso para realizar actos de disposición sobre ellos, al igual que ocurre
en la reserva ordinaria. Sin embargo, dicha conclusión solo puede sostenerse si al propio
tiempo se imponen al reservista las consecuencias de la subrogación real en caso de
enajenación, pues en otro caso se estaría dejando carente de sentido el eventual derecho de
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adquisición de los reservatarios.


- La posición de los eventuales reservatarios
Doctrina y jurisprudencia reconocen a los reservatarios las mismas garantías que el Código y la
legislación hipotecaria les otorgan en el caso de la reserva ordinaria, siendo muy discutido si
los reservatarios suceden al reservista o al causante de la reserva.
La primera de tales posiciones ha sido hecha suya por la STS de 21 de octubre de 1991,
desestimando la alegación de los recurrentes de que “los reservatarios no suceden al
reservista, que es una especie de fideicomisario sin poder de disposición; todos los
reservatarios son titulares de un derecho expectante e incluso pueden disponer sin que ello
implique pacto sobre herencia futura prohibido, derecho que llegan a calificar de real, y, por
ello, no puede el reservista mejorar a ninguno de sus hijos”. Por tanto, siguiendo tal línea
jurisprudencial, habría que concluir que, también en la reserva lineal, los reservatarios suceden
al reservista.

4. EL SUPUESTO DE HECHO DEL ARTÍCULO 811 DEL CÓDIGO CIVIL

4.1. Las transmisiones y los sujetos: causante de la reserva, reservista y reservatarios


La aplicación del artículo 811 comporta o presupone la previa existencia de dos transmisiones
y ordena una tercera, que supone la adjudicación de los bienes objeto de reserva a la línea
familiar de la que proceden:
1º La primera transmisión, que constituye el punto de arranque de la regulación de la figura,
consiste en la enajenación a título lucrativo por parte de un ascendiente (o un hermano) en
favor de un descendiente (o de su hermano). Al adquiriente de los bienes se le denomina
causante de la reserva y, en la letra del precepto, es el descendiente.
En cuanto lo único requerido por el Código es que la transmisión sea “a título lucrativo”, es
indiferente que se trate de una donación o de una transmisión mortis causa.
2º La segunda transmisión es la realizada “por ministerio de la Ley” en favor del ascendiente,
sobre el que va a pesar la obligación de reserva. En la redacción del precepto es el sujeto de la
oración principal y, conforme a ella, la adquisición habrá de tener lugar necesariamente por
herencia: “el ascendiente que heredare se halla obligado a reservar”. Así pues, a tal
ascendiente se le denomina reservista.
3º En el caso de haberse producido las dos transmisiones anteriores, el reservista queda
obligado a reservar los bienes correspondientes “en favor de los parientes que estén dentro
del tercer grado y pertenezcan a la línea de donde los bienes procedan”.

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Tales parientes, son los reservatarios en cuyo favor habrá de tener lugar en su caso, la tercera
y definitiva transmisión contemplada por el artículo 811. A diferencia de las dos anteriores,
que constituyen presupuestos de aplicación del precepto, esta última transmisión podrá tener
lugar o no, según que al fallecimiento del reservista existan o no parientes que tengan la
condición de reservatarios.
4.2. Los bienes reservables
Según se infiere del primero de los pasajes de Alonso Martínez que han sido transcritos, la
Comisión redactora del Código Civil pensó exclusivamente en los bienes inmuebles. Sin
embargo, semejante precisión no se contiene en el tenor literal del artículo 811, que habla
solo de bienes adquiridos por el descendientes causante de la reserva de otro ascendiente o
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de un hermano
Ante ello, cabe ciertamente interpretar que los bienes reservables pueden tener naturaleza
mobiliaria o inmobiliaria, si bien naturalmente la mayor indentificabilidad de los bienes
inmuebles acredita su mejor adecuación al supuesto de hecho al que pretende hacer frente la
reserva del artículo 811.
Por lo demás, la especialidad del supuesto exige concretar los bienes reservables atendiendo a
las circunstancias derivadas de las sucesivas transmisiones habidas:
1º En primer lugar, los bienes han de haber sido adquiridos por el descendiente causante de la
reserva “por título lucrativo de otro ascendiente, o de un hermano”.
Tal adquisición, por tanto, basta con que se haya realizado a título lucrativo, es decir, gratuito,
siendo indiferente que se haya producido entre vivos o mortis causa.
2º El ascendiente reservista “se halla obligado a reservar los bienes que hubiere adquirido por
ministerio de la Ley”.

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Tema 10: LA SUCESIÓN INTESTADA


La sucesión intestada: concepto.- Presupuestos, procedencia y principios que rigen la sucesión
intestada.- Llamamiento de los descendientes.- Llamamiento de los ascendientes.-
Llamamiento del cónyuge viudo.- Llamamiento de los parientes colaterales

1. LA SUCESIÓN INTESTADA: CONCEPTO


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La sucesión intestada se denomina generalmente así (o sucesión abintestato), por evidente


contraposición a la sucesión voluntaria o testamentaria, cuya supremacía actual en el conjunto
de los sistemas normativos está generalmente admitida y fuera de duda. El encabezamiento
del artículo 912 la denomina la sucesión legítima.
Dicho lo anterior, es claro que la sucesión intestada representa un papel secundario o
subsidiario respecto de la sucesión testamentaria, siendo de aplicación cuando la inexistencia
o la insuficiencia del testamento así lo exijan, procediendo a señalar el propio legislador
quienes deben ser considerados herederos de quien fallece sin designarlos. Desde antiguo,
tales herederos son los parientes y en su defecto, la organización política en la que se
encontraba integrado el fallecido, aunque naturalmente bajo formas y presupuestos
sumamente diversos.
Tal designación de herederos ex lege, en el fondo, probablemente se asiente en el hecho
fundamental de que el sistema jurídico considera peligroso que un determinado patrimonio
quede sin titular y sin sucesores, favoreciendo situaciones generadoras de desorden y de
posible apropiación por cualquiera de bienes que quedaran sueltos y sin dueño, muchas veces
sin que el propio premuerto lo hubiera así deseado.

2. PRESUPUESTOS, PROCEDDENCIA Y PRINCIPIOS QUE RIGEN LA SUCESIÓN INTESTADA


El primero de los artículos dedicados a la regulación de la sucesión intestada (artículo 912),
establece que dicha forma de sucesión tiene lugar en los siguientes casos:
1º Cuando uno muere in testamento, o con testamento nulo, o que haya perdido
después su validez.
2º Cuando el testamento no contiene institución de heredero en todo o en parte de los
bienes, o no dispone de todos los que corresponden al testador.
3º Cuando falta la condición presta a la institución de heredero, o este muere antes
que el testador, o repudia la herencia sin tener sustituto y sin que haya lugar al derecho de
acrecer.
4º Cuando el heredero instituido es incapaz de suceder.
La prolijidad y el detalle al que desciende el legislador se debe a la razón de que nuestro
Código, siguiendo la propia tradición histórica del ius commune y con absoluto olvido de la
regla romana que establecía la incompatibilidad entre la sucesión testamentaria y la sucesión
intestada, parte de la base de que la sucesión intestada no tiene lugar solo cuando no hay
testamento, sino incluso en los supuestos en que existiendo disposiciones testamentarias del
causante válidas y efectivas, la voluntad del testador no agota de forma íntegra y total el
caudal hereditario. Ya lo advierte con toda claridad el propio artículo 658.3: “podrá también
deferirse en una parte por voluntad del hombre, y en otra por disposición de la ley”.

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Esto es, en nuestro sistema, la institución de heredero no tiene vocación expansiva al conjunto
de la herencia por el mero hecho de su designación; ni por otra parte, la mera delación
testamentaria excluye necesariamente la entrada en juego de la sucesión intestada, pues la
libertad testamentaria, siendo tendencialmente omnímoda, debe respetar sin embargo, reglas
imperativas, así como la propia voluntad del instituido para aceptar o no la herencia que se le
difiere, que pueden determinar la pérdida de efectos, aunque solo sea parcialmente, de las
previsiones testamentarias establecidas por el causante.
Lo establecido legalmente permite determinar con exactitud los casos de aplicación de la
sucesión intestada, que en términos didácticos podríamos clasificar así:
a) Supuestos de inexistencia de testamento, trátese de inexistencia propiamente o de
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ineficacia o pérdida de efectos, sea cual fuere la causa determinante de ella.


b) Supuestos de insuficiencia del testamento que, por no alcanzar al conjunto de los
bienes hereditarios, conlleva la apertura de la sucesión intestada respecto de una
parte de la herencia.
c) Supuestos de frustración de las disposiciones testamentarias o de alguna de ellas por
razones inherentes al instituido o de cualquier otro tipo.

2.1. Principios de la sucesión intestada

- Clases, órdenes y grados


Es tradicional afirmar que los principios que rigen la sucesión intestada consisten en la
determinación de las clases, órdenes y grados que han de seguirse sucesivamente para otorgar
la condición de heredero abintestato a quien corresponda.
Al habar de clase pretende ponerse de manifiesto simplemente que “a falta de herederos
testamentarios, la ley difiere la herencia a los parientes del difunto, al viudo o viuda y al
Estado” (art. 913), por lo que, en consecuencia, existen tres categorías de herederos, cuyo
título para serlo se asienta respectivamente en el parentesco, el matrimonio o la nacionalidad.
Obsérvese que, aparte del Estado, los parientes en línea recta y el cónyuge viudo son también
legitimarios y que, sin embargo, nadie convierte la existencia de semejantes categorías, en uno
de los “principios” del sistema legitimario.
Dado su carácter único, ni el cónyuge viudo ni el Estado deben ser objeto de “ordenación”
alguna. Es decir, la referencia a los órdenes de sucesión sólo puede entenderse hecha a los
parientes que, ciertamente, pudiendo ser muchos y muy numerosos, necesitan ser objeto de
unas reglas de prelación entre los diversos grupos parentales. Nada descubrimos si afirmamos
directamente que los órdenes a considerar son, sucesivamente, los descendientes, los
ascendientes y, a la postre, los colaterales.
Finalmente, el llamado principio de grado, como es natural, manifiesta que, ante la general
ilimitación de las líneas de parentesco, rige en principio la regla de que el grado más próximo
excluye al más remoto, si bien en la línea recta descendente (sin limitación) y en la colateral
(solo en favor de los “hijos de hermano”) ha de entrar en juego el derecho de representación.
- Llamamientos
Al igual que ocurre en materia de legítima, los descendientes excluyen a los ascendientes y,
por su parte, el cónyuge viudo puede concurrir con ambas clases de órdenes.
En defecto de todos los anteriores, son llamados los parientes colaterales hasta el cuarto grado
y, a falta de ellos, en último lugar el Estado (o, adelantémoslo, las correspondientes
Comunidades Autónomas).

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3. LOS DESCENDIENTES COMO HEREDEROS ABINTESTATO


Según lo dicho, el artículo 930 dispone que “la sucesión corresponde en primer lugar a la línea
recta descendiente”, esto es, existiendo descendientes, los ascendientes no serán llamados a
la sucesión intestada.
3.1. La legítima del cónyuge viudo del causante
En cambio, de existir, concurrirá con los descendientes el cónyuge viudo, cuya cuota legar
usufructuaria seguirá siendo la ya explicada con anterioridad y que vamos a recordar:
- Si concurriera con hijos o descendientes, el cónyuge viudo tendrá derecho al usufructo
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del tercio destinado a mejora, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 834,


reformado por la Ley 15/2015, siempre y cuando el viudo no se encontrara separado
legalmente o de hecho, como explicita con toda claridad el precepto.
- Durante el cuarto de siglo comprendido entre la publicación de la Ley 11/1981, de 13
de mayo, y la entrada en vigor de la Ley 15/2015, de 8 de mayo, en caso de
concurrencia con hijos que sólo tuvieran tal condición respecto de su consorte, el
cónyuge viudo tenía el usufructo de la mitad de la herencia, por ordenarlo así el
artículo 837.2 del Código, derogado después por la Ley 15/2015, cuya exposición de
motivos no daba explicación, ni justificación alguna al respecto.

3.2. Sucesión intestada de los hijos y descendientes


“Los hijos y sus descendientes suceden a sus padres y demás ascendientes sin distinción de
sexo, edad o filiación” (art. 931), aunque naturalmente sigue vigente el principio de grado, por
lo que:
- “Los hijos del difunto le heredarán siempre por su propio derecho, dividiendo la
herencia en partes iguales” (art. 932) o, como suele decirse en términos tradicionales,
por cabezas. Pero “si quedaren hijos y descendientes de otros hijos que hubiesen
fallecido, los primeros heredarán por derecho propio y los segundos por derecho de
representación” (art. 934), esto es, los primeros por cabezas, los segundos por
estirpes.
- Los nietos y demás descendientes heredarán por derecho de representación o, lo que
es lo mismo, por estirpes, y, si alguno hubiese fallecido dejando varios herederos, la
porción que le corresponda se dividirá entre estos por partes iguales (art. 933). La
división por estirpes, pues, procede aunque hereden únicamente nietos o bisnietos,
salvo en el caso de repudiación de los llamados en primer lugar. (art. 923).

4. LOS ASCENDIENTES
Según adelantamos y dispone el artículo 935, el llamamiento a los ascendientes tiene carácter
subsidiario, pues sólo se hará efectivo en el supuesto de inexistencia de descendientes, sean
de grado más próximo o más remoto.
La proximidad del grado de los ascendientes respecto del causante, en cambio, tiene gran
trascendencia y se aplica de forma rigurosa en este orden, pues existiendo cualquiera de los
progenitores del fallecido quedan excluidos de la herencia los restantes ascendientes (art.
938). En consecuencia, conviene distinguir:

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4.1. Sucesión intestada en favor de los progenitores


Padre y madre heredarán, como es natural, por partes iguales (art. 936), es decir, por mitad,
toda la herencia. Y lo mismo ocurrirá en el caso de que sobreviva uno solo de los padres o
progenitores, pues también este sucederá al hijo en toda su herencia (art. 937).
4.2. Sucesión intestada en favor de los restantes ascendientes
Se trata de que corresponda heredar a los abuelos o bisabuelos del difunto, cuyo número,
grado y línea de parentesco han de ser tenidos en cuenta.
- En principio, si fueren varios ascendientes de igual grado y pertenecientes a la misma
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línea, dividirán la herencia por cabezas. (art. 930).


- Si fueren varios ascendientes de igual grado, pero pertenecientes a diferente línea, la
herencia se dividirá ante todo por líneas o estirpes, pues el artículo 940 así lo ordena:
“la mitad corresponderá a los ascendientes paternos y la otra mitad a los maternos” y,
dentro de cada línea se realizará seguidamente la división por cabezas (art.941).
Queda claro que la proximidad e grado excluye cualquier otra consideración.
4.3. La legítima del cónyuge viudo del causante
En todo caso, hereden los progenitores o los restantes ascendientes del causante, en caso de
existir cónyuge viudo del difunto, habrá de respetarse la cuota usufructuaria que, como
legítima, le reconoce al cónyuge el primer párrafo del artículo 837: la mitad de la herencia.
4.4. Referencia a la reserva lineal y a la reversión de donaciones
El último de los artículos de la sección destinada a la regulación de la sucesión intestada en
favor de la línea recta ascendiente dispone que “lo dispuesto en esta sección se entiende sin
perjuicio de lo ordenado en los artículo 811 y 812, que es aplicable a la sucesión intestada y a
la testamentaria” (art. 942). Como sabemos, tales preceptos regulan, respectivamente, la
reserva lineal y la reversión de donaciones.

5. EL CÓNYUGE VIUDO
La Ley 11/1981 ha dado una nueva redacción al artículo 944, conforme al cual “en defecto de
ascendientes y descendientes, y antes que los colaterales, sucederá en todos los bienes del
difunto el cónyuge sobreviviente”. Así pues, en cuanto heredero abintestato, el cónyuge
supérstite tiene preferencia respecto de cualquier pariente colateral, habiendo de recibir el
consorte sobreviviente la herencia entera si no existieren parientes en línea recta, trátese de
descendientes y/o ascendientes.
También la ley 15/2015 ha dado una nueva redacción al artículo 945 estableciendo
sencillamente que la condición de heredero abintestato del cónyuge viudo no tendrá lugar “si
el cónyuge estuviere separado judicialmente o de hecho”, sin más requisitos; al igual que ha
ocurrido con posterioridad al ser redactado de nuevo el precepto por la LJV-2015, que ha
sustituido el último inciso normativo por “separado legalmente o de hecho”. Basta, pues, la
situación real de separación.

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Tema 10

6. LA SUCESIÓN DE LOS PARIENTES COLATERALES


La eventualidad de que los parientes colaterales hereden abintestato exige o presupone la
absoluta inexistencia de descendientes, ascendientes y cónyuge viudo (arts. 943 y 944).
Expresa a su vez el artículo 946 que “los hermanos e hijos de hermanos suceden con
preferencia a los demás colaterales”. Conviene, por tanto, tener en cuenta que la existencia de
cualquier hermano o sobrino del causante excluye el llamamiento sucesorio de los restantes
parientes colaterales a los que se les atribuye el derecho a la sucesión intestada.
6.1. Sucesión de hermanos y sobrinos del causante
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La existencia conjunta o concurrencia de hermanos y sobrinos, en cambio, no ha de implicar la


exclusión de la herencia abintestato de estos últimos, sino la desigual distribución del caudal
hereditario entre ambos grupos de familiares, ya que los hermanos heredarán por cabezas y
los sobrinos heredarán por estirpes, esto es, por derecho de representación (art. 948).
En el supuesto de que sobrevivan todos los hermanos del causante, todos ellos heredarán por
partes iguales (art. 947).
En el supuesto de concurrencia exclusiva de hermanos con hermanastros, aquellos “tomarán
doble porción que éstos” (art. 949).
Si concurren sólo sobrinos, heredarán por cabezas (art. 927 in fine y 951, según desciendan de
hermanos o hermanastros), correspondiendo a los hijos de hermanastros la mitad de porción
que a los otros.
6.2. Sucesión de los restantes parientes colaterales
En caso de inexistencia de hermanos y/o sobrinos, establece el artículo 954 que “sucederán en
la herencia del difunto los demás parientes del mismo en línea colateral hasta el cuarto grado,
más allá del cual no se extiende el derecho de heredar abintestato”. Precisa por su parte, el
artículo 955 que “la sucesión de estos colaterales se verificará sin distinción de líneas ni
preferencia entre ellos por razón del doble vínculo”. Esto es, los restantes colaterales, siempre
que se encuentren dentro del mismo grado, heredarán en principio por cabezas.

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Tema 11

Tema 11: LA ADQUISICIÓN DE LA HERENCIA: LA ACEPTACIÓN Y SUS


EFECTOS. LA REPUDIACIÓN
La adquisición de la herencia en el Ordenamiento español.- La adquisición de la posesión.- La
herencia yacente.- El derecho de deliberar.- Caracteres comunes de la aceptación y la
repudiación de la herencia.- Capacidad y plazo para aceptar o repudiar.- Formas de aceptación:
la aceptación pura y simple y la aceptación a beneficio de inventario y su efectos.- La
repudiación de la herencia. – Efectos de la aceptación: adquisición y protección de la condición
de heredero.- El interdicto de adquirir la posesión y la acción de petición de herencia.
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1. LA ADQUISICIÓN DE LA HERENCIA EN DERECHO ESPAÑOL


De forma general, nuestra doctrina y jurisprudencia han defendido desde antiguo que en
Derecho español la adquisición de la herencia tiene lugar mediante la aceptación, como vamos
a tener oportunidad de analizar en el presente capítulo.

2. LA ADQUISICIÓN DE LA POSESIÓN
El artículo 440 CC, recoge una forma especial de adquisición de la posesión, referida
exclusivamente a los bienes hereditarios, a la que la doctrina y jurisprudencia denominan
posesión civilísima.
El precepto establece que “la posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al
heredero sin interrupción y desde el momento de la muerte del causante”, pero tal resultado
solo tendrá lugar “en el caso de que llegue a adquirirse la herencia”, es decir, en el caso de que
haya efectivamente aceptación y adquisición. La prueba de ello está en que añade en su
segundo párrafo la regla consiguiente (y contraria) de que “el que válidamente repudia una
herencia se entiende que no la ha poseído en ningún momento”.
Es decir, en relación con la sucesión hereditaria, los herederos aceptantes son considerados
legalmente poseedores de los bienes hereditarios desde el momento de la muerte del
causante. Desde ese instante, pero solo una vez que haya sido adida la herencia, aunque no
haya ocupación ni aprehensión alguna por parte de los herederos, estos son considerados
verdaderos poseedores, aunque su posesión haya de estimarse incorporal por disponerlo así la
propia Ley que, además, prevé un procedimiento especial para la consecución de la posesión
como un hecho: el interdicto de adquirir.

3. LA HERENCIA YACENTE
Bajo esta expresión se hace referencia a una multiplicidad de supuestos en los que, habiendo
sido abierta la sucesión, sin embargo, no se ha producido todavía la aceptación del heredero a
quien haya de imputarse la condición de sucesor del causante.
La situación de yacencia hereditaria puede encontrar su razón de ser en situaciones de muy
diversa índole. En algunos casos, la falta de aceptación por parte del llamado a la herencia
puede considerarse incidental o circunstancial, por el mero hecho de que el heredero, siendo
conocido, aun no se ha pronunciado sobre la aceptación de la herencia o ha solicitado un plazo
para deliberar acerca de ello. Pero en otros casos la yacencia hereditaria puede resultar
connatural a la propia institución de heredero a condición suspensiva, o haya ordenado la

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constitución de una fundación hasta entonces inexistente, o en los supuestos en que haya sido
llamado a la herencia un nasciturus.
La nota común a cualquiera de tales supuestos radica en que, temporalmente al menos,
resulta imposible determinar con certeza quién (y/o cuándo) será el titular de los derechos y
obligaciones que integran el caudal relicto.
3.1. Titularidad y administración de la herencia
El Tribunal Supremo admite de forma indiscutible que el patrimonio hereditario en situación
de yacencia puede ser demandado y que, al propio tiempo, dado que la interinidad en su
titularidad impone la necesidad de que “bien por medio de albaceas o administradores
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testamentarios o judiciales” existan personas encargadas de su administración, goza


igualmente de facultades para actuar, sea excepcionando o reclamando, en los diversos
procesos judiciales.
Aunque nuestro Código no regule de forma sistemática los distintos supuestos de herencia
yacente, puede extraerse del conjunto de sus preceptos la idea de que, como regla, la
situación de yacencia hereditaria reclama de forma necesaria la existencia de la administración
de la herencia, incluso en el supuesto en el que el testador no lo haya previsto en sus
disposiciones testamentarias.
La administración de la herencia resulta reclamada expresamente por las disposiciones legales
en todos los supuestos que pueden identificarse como de herencia yacente y, en particular, en
los siguientes:
- Heredero instituido bajo condición suspensiva (art. 801).
- Institución de heredero en favor de un nasciturus (art. 965)
- Formación del inventario de los bienes de la herencia, sea porque el llamado ha
solicitado el derecho de deliberar o el beneficio de inventario.
- Juicios de abintestato o de testamentaría o de división de la herencia.

3.2. Facultades del llamado antes de la aceptación


En caso de inexistencia de previsiones testamentarias o de disposiciones legislativas respecto
de la herencia yacente que impongan una peculiar forma de administración del caudal
hereditario, parece que la aplicación del artículo 999.3 implica que el llamado a la herencia
puede, como regla, gestionar los bienes hereditarios: “los actos de mera conservación o
administración provisional no implican la aceptación de la herencia, si con ellos no se ha
tomado el título o la cualidad de heredero”.

4. EL DERECHO DE DELIBERAR
Háyase ejercitado o no la interpelación judicial a la que acabamos de hacer referencia, “todo
heredero” puede hacer uso del derecho de deliberar que le otorga el segundo párrafo del
artículo 1.010, manteniendo la tradición romana del spatium deliberandi, mecanismo
introducido por el Derecho pretorio precisamente con la intención de evitar la indefinida
posposición de la decisión del heredero.
Naturalmente, cualquier heredero, sobre todo en el caso de que se encuentre en posesión de
los bienes hereditarios, sin necesidad alguna de recurrir al derecho de deliberar propiamente
dicho, puede llevar a cabo de forma particular las averiguaciones que quiera sobre el haber
hereditario, para adoptar la decisión de aceptar o repudiar la herencia. Tales deliberaciones,
sin embargo, no debe ser confundidas con el derecho de deliberar, que presupone la

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realización del inventario del caudal hereditario, como lo demuestra el hecho de que el primer
párrafo del artículo 1.019 compute el período de treinta días, dentro del cual el heredero ha de
pronunciarse sobre la aceptación o la repudiación de la herencia, precisamente “desde el día
siguiente al en que se hubiese concedido al heredero como spatium deliberandi en Derecho
romano, en el que el plazo era “no menor de cien días”.
Una vez instado el derecho a deliberar, el heredero se encuentra obligado antes de que
transcurra dicho plazo a pronunciarse sobre la aceptación o repudiación de la herencia, pues si
no lo hace “se entenderá que la acepta pura y simplemente” (art. 1.019.2).
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5. CARACTERES COMUNES DE LA ACEPTACIÓN Y REPUDIACIÓN DE LA HERENCIA


Con carácter general, en nuestro sistema normativo la aceptación y repudiación de la herencia
implican la manifestación de la voluntad del llamado a ser heredero.
Tanto la aceptación como la repudiación de la herencia son actos jurídicos en sentido propio,
respecto de los cuales deben subrayarse las siguientes características:
A) Voluntariedad
La voluntariedad es suficientemente resaltada en el artículo 988 al afirmar que ambas “son
actos enteramente voluntarios y libres”.
B) Unilateralidad
El carácter unilateral y no recepticio de la aceptación y de la repudiación de la herencia se
deduce de su condición de actos jurídicos en sentido propio que, en modo alguno, pueden
conectarse con la voluntad mostrada por el testador al llevar a cabo la institución de heredero.
El artículo 991 determina que “nadie podrá aceptar ni repudiar sin estar cierto de la muerte de
la persona a quien haya de heredar y de su derecho a la herencia”, estableciendo así el
característico presupuesto del fenómeno hereditario.
C) Retroactividad
De tal manera no hay lapso de continuidad alguno entre la apertura de la sucesión y del
momento de la adquisición de la herencia, por muy extensa que sea la fase de la herencia
yacente y, en consecuencia, en caso de aceptación el heredero ha de ser considerado tal desde
el momento de apretura de la sucesión.
D) Indivisibilidad e incondicionalidad
Como veremos en este mismo capítulo, el heredero no sólo puede aceptar a beneficio de
inventario, sino que, incluso antes de pronunciarse en favor de la aceptación o la repudiación
de la herencia puede solicitar el derecho de deliberar.
Sin embargo, una vez formada, libre y conscientemente su voluntad, la aceptación o
repudiación de la herencia son actos cuyo alcance se encuentra determinado por la propia ley,
en el sentido reiterado, sin que el heredero pueda manifestar su voluntad sometiéndola a
condición, refiriéndola sólo a una parte de la herencia, o limitando en términos temporales su
condición de heredero. En tal sentido establece el artículo 990 que “la aceptación o la
repudiación de la herencia no podrá hacerse en parte, a plazo, ni condicionalmente”.

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E) Irrevocabilidad
El artículo 997 establece que “la aceptación y la repudiación de la herencia, una vez hechas,
son irrevocables, y no podrán ser impugnadas sino cuando adoleciesen de alguno de los vicios
que anulan el consentimiento, o apareciese un testamento desconocido”.

6. CAPACIDAD Y PLAZO PARA ACPTAR O REPUDIAR


La regla general en relación con la capacidad de obrar de los llamados a la herencia se
encuentra establecida en el primer párrafo del artículo 992, que dice que “pueden aceptar o
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repudiar una herencia todos los que tienen la libre disposición de sus bienes”.
A) Los menores e incapacitados
La aceptación por parte del tutor de la herencia sin beneficio de inventario, o su repudiación,
requiere la autorización judicial, conforme al vigente artículo 271.4.
En caso de que los menores o incapacitados se encuentren sujetos a la patria potestad o a la
patria potestad prorrogada, la aceptación de la herencia se llevará a cabo por los titulares de la
patria potestad, quienes, no obstante para repudiar la herencia habrán de contar con la
pertinente autorización judicial (art. 166.2).
B) Las personas casadas
El artículo 995 dice “cuando la herencia sea aceptada sin beneficio de inventario, por persona
casada y no concurra el otro cónyuge, prestando su consentimiento a la aceptación, no
responderán de las deudas hereditarias los bienes de la sociedad conyugal”.
C) La herencia en favor de los pobres
El párrafo 2º del artículo 992 establece para tal casi que “la aceptación de la herencia que se
deje a los pobres corresponderá a las personas designadas por el testador para calificarlos y
distribuir los bienes, y en su defecto a las que señala el artículo 749, y se entenderá aceptada a
beneficio de inventario”.
D) La herencia en favor de las personas jurídicas
El artículo 993 establece que “los legítimos representantes de las asociaciones, corporaciones
y fudaciones capaces de adquirir podrán aceptar la herencia que a las mismas se dejare; mas
para repudiarla necesitan la aprobación judicial, con audiencia del Ministerio Público”.
Respecto de “los establecimientos públicos oficiales”, el artículo 994 dispone que “no podrán
aceptar ni repudiar herencia sin la aprobación del Gobierno”.
- Plazo para aceptar o repudiar
El código no establece un plazo en relación con la manifestación de la voluntad de heredero. Es
más, aunque referido en exclusiva a la aceptación con beneficio de inventario, el artículo 1.016
expresa terminantemente que, como regla, puede solicitarse “mientras no prescriba la acción
para reclamar la herencia”. En consecuencia, ha de entenderse que mientras no haya prescrito
el plazo de reclamación de la herencia puede aceptar o repudiar la herencia en el momento en
que lo considere oportuno. El plazo de prescripción de la acción de petición de herencia es
extraordinariamente largo, ante ello, la Ley ha considerado oportuno cohonestar la
inexistencia de plazo para aceptar o repudiar con la posibilidad de que cualquiera de los
interesados en la herencia pueda instar al heredero que no se haya pronunciado sobre su
aceptación para que, de una vez, decida al respecto. Semejante facultad de los interesados en

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la herencia suele denominarse por la doctrina como interpelación judicial, y se encuentra


contemplada en el art. 1.005, conforme al cual, “instando, en juicio, un tercer interesado para
que el heredero acepte o repudie, deberá el juez señalar a este un término, que no pase de
treinta días, para que haga su declaración; apercibido de que, si no lo hace, se tendrá la
herencia por aceptada”. La aprobación de la LJV ha traído consigo la modificación del artículo
1.005 CC para atribuir la competencia del señalamiento del plazo de treinta días al Notario, en
vez de al Juez, por lo que ha pasado a ser interpelación notarial.

7. FORMAS DE ACEPTACIÓN: LA ACEPTACIÓN PURA Y SIMPLE Y LA ACEPTACIÓN A


BENEFICIO DE INVENTARIO Y SUS EFECTOS
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7.1. La aceptación simple


Según el artículo 998, “la herencia podrá ser aceptada pura y simplemente, o a beneficio de
inventario”. La aceptación denominada por el Código pura y simple, convierte al heredero en
responsable de todas las cargas y deudas de la herencia, “no solo con los bienes de esta, sino
también con los suyos propios” (art. 1.003). En cambio, la aceptación a beneficio de inventario,
no modifica la situación patrimonial del heredero en cuando deudor frente a los acreedores de
la herencia, en el sentido de solo ha de responder de las deudas hereditarias, con los bienes
propios de la herencia. El artículo 999 dice que “puede ser la aceptación pura y simple expresa
y tácita”. Por el contrario, la aceptación a beneficio de inventario, dadas sus especiales
formalidades, ha de ser necesariamente instada por el heredero que así lo desee.
- La aceptación expresa
El segundo párrafo del artículo 999 dice que aceptación expresa “es la que se hace en
documento público o privado”, exigiendo, pues, que la aceptación hereditaria tenga lugar de
forma escrita, lo que anula posible manifestación verbal.
- La aceptación tácita
El tercer párrafo del artículo 999 dice que aceptación tácita “es la que se hace por pactos que
suponen necesariamente la voluntad de aceptar, o que no habría derecho a ejecutar sino con
la cualidad de heredero”.
Conforme al artículo 1.000, se entiende igualmente aceptada la herencia ex lege, en los
siguientes casos:
1º Cuando el heredero vende, dona o cede su derecho a un extraño, a todos sus coherederos o
a alguno de ellos.
2º Cuando el heredero renuncia, aunque sea gratuitamente, a beneficio de uno o más de sus
coherederos.
3º Cuando la renuncia por precio a favor de todos sus coherederos indistintamente; pero, si
esta renuncia fuese gratuita y los coherederos a cuyo favor se haga con aquellos a quienes
debe acrecer la porción renunciada, no se entenderá aceptada la herencia.
7.2. La aceptación a beneficio de inventario

- La solicitud
Según el artículo 1.010, el beneficio de inventario puede ser solicitado por cualquier heredero,
ya sea testamentario o abintestato, incluso en el caso de que el testador haya pretendido
excluir dicha facultad en algunas de las estipulaciones testamentarias.

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La solicitud formal del beneficio de inventario sólo se podrá realizar ante Notario o, en el caso
de que el heredero se hallare en país extranjero, ante el correspondiente agente diplomático
consular, o bien ante la autoridad judicial.
- El plazo de solicitud
La regla general respecto al plazo con el que cuentan los herederos para proceder a solicitar el
beneficio de inventario, se encuentra en el artículo 1.016, conforme al cual, puede instarse el
beneficio de inventario “mientras no prescriba la acción para reclamar la herencia”.
Los artículos 1.014 y 1.015, frente al extenso plazo de prescripción de la acción de petición de
herencia, establecen períodos temporales enormemente más cortos:
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- Diez días si el heredero reside en la misma población en que hubiere fallecido el


causante.
- Treinta días, si el heredero residiera fuera.

- El inventario de los bienes hereditarios


El artículo 1.013 dispone que la solicitud de beneficio de inventario “no producirá efecto
alguno si no va precedida o seguida de un inventario fiel y exacto de todos los bienes de la
herencia, hecho con las formalidades y dentro de los plazos que se expresarán en los artículos
siguientes”. Los plazos previstos contemplados en el artículo 1.017 dicen que la regla general
al respecto es que el inventario habrá de comenzarse dentro de los treinta días siguientes a la
citación de los acreedores y legatarios y deberá terminarse dentro de los setenta días
siguientes a aquel en que se hubiere iniciado.
- La pérdida del beneficio de inventario
El beneficio de inventario es un régimen particularmente provechoso para el heredero en
cuanto determina la responsabilidad intra vires hereditatis y provoca la separación de
patrimonios entre el propio caudal hereditario y el patrimonio personal del heredero. Por
tanto, es natural que cuando el heredero no actúa conforme a las disposiciones previstas en el
Código, la propia ley establezca la imposibilidad de reclamar el régimen característico del
beneficio de inventario.
Artículo 1.024 CC: “El heredero perderá el beneficio de inventario:
1- Si a sabiendas dejare de incluir en el inventario alguno de los bienes, derechos o
acciones de la herencia.
2- Si antes de completar el pago de las deudas y legados enajenase bienes de la herencia
sin autorización de todos los interesados, o no diese el precio de lo vendido la
aplicación determinada al concederle la autorización”.

- Efectos del beneficio de inventario


Artículo 1.023 CC: “el beneficio de inventario produce en favor del heredero los efectos
siguientes:
1- El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas de la herencia sino
hasta donde alcancen los bienes de la misma.
2- Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que tuviera contra
el difunto.
3- No se confunden para ningún efecto, en daño del heredero, sus bienes particulares
con los que pertenezcan a la herencia.”.

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Dicho planteamiento deja fuera el aspecto más sobresaliente de la herencia aceptada a


beneficio de inventario, consistente en que solo cuando hayan sido “pagados los acreedores y
legatarios, quedará el heredero en el pleno goce del remanente de la herencia”. (Artículo
1.032.1 CC).

8. LA REPUDIACIÓN DE LA HERENCIA
Significa que el llamado a la herencia manifiesta su rechazo a la condición de heredero, no
desea ser considerado heredero y, por tanto, a ningún efecto se le puede considerar como tal.
La repudiación presenta numerosos caracteres comunes con la aceptación: es un acto
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voluntario y libre, de carácter unilateral y no recepticio, irrevocable, incondicional y puro. Una


vez manifestada la repudiación, el llamado a la herencia pierde de forma definitiva e
incontrovertible la posibilidad de adquirirla.
8.1. El carácter solemne de la repudiación
No cabe la posibilidad de repudiar la herencia de forma tácita, como ocurre respecto de la
aceptación, pues el artículo 1.008 incrementa los requisitos formales de la repudiación,
configurándola como un acto solemne en sentido técnico y requiriendo, en consecuencia, que
la voluntad de repudiar se exteriorice de forma expresa y siguiendo las formalidades en él
prescritas.
Conforme al artículo 1.008 CC, “la repudiación de la herencia deberá hacerse en instrumento
público o auténtico, o por escrito presentado ante el juez competente para conocer de la
testamentaría o abintestato”.
8.2. La renuncia de la herencia en perjuicio de acreedores
El supuesto particular de que la repudiación de la herencia tenga lugar en perjuicio de los
acreedores del llamado a heredar es objeto de contemplación expresa en el artículo 1.001. Su
primer párrafo establece para tal caso que “si el heredero repudia la herencia en perjuicio de
sus propios acreedores, podrán estos pedir al Juez que los autorice para aceptarla en nombre
de aquel”. Pese a esto, resulta imposible considerar que los acreedores pasen a ser herederos
del causante, pues el primer inciso del párrafo 2º establece que “la aceptación sólo
aprovechará a los acreedores en cuanto baste a cubrir el importe de sus créditos”. Tampoco
resulta posible atribuir al renunciante la condición de heredero, pues el precepto no torga a los
acreedores facultad alguna respecto de la ineficacia de la repudiación realizada por el llamado
a la herencia, sino exclusivamente las facultades inherentes al cobro de sus créditos. Por eso
sigue indicando el precepto que, una vez satisfechos los créditos de los “acreedores
aceptantes”, el remanente de la herencia no será atribuido al renunciante: “El exceso, si lo
hubiere, no pertenecerá en ningún caso al renunciante, sino que se adjudicará a las personas a
quienes corresponda según las reglas establecidas en este Código”.
8.3. El tratamiento fiscal de la repudiación o renuncia
Quien repudia, obviamente, no debiera ni puede ser considerado en ningún momento como
heredero y, por tanto, no puede asumir la carga de ser sujeto pasivo de impuesto alguno
relacionado con el fenómeno sucesorio. Por el contrario, el heredero que acepta y
posteriormente renuncia genera una doble transmisión que, a su vez, comportará una
tributación sucesiva, correspondiente a las sucesivas transmisiones.

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9. EFECTOS DE LA ACEPTACIÓN: ADQUISICIÓN Y PROTECCIÓN DE LA CONDICIÓN DE


HEREDERO
Una vez acaecida la aceptación, en cualquiera de sus formas, el llamado a la herencia deja de
ser tal para pasar a adquirir la condición de heredero, en sentido técnico. Como regla general,
el heredero deviene titular del conjunto de las posiciones activas de las relaciones
patrimoniales que integran el as hereditario y, exceptuando el supuesto de aceptación a
beneficio de inventario, por imperativo de lo establecido en el artículo 1.003, se convierte en
responsable del conjunto de las deudas y cargas de la herencia, con responsabilidad ilimitada,
que alcanza o puede llegar a alcanzar sus propios bienes.
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10. EL INTERDICTO DE ADQUIRIR LA POSESIÓN


Dado que la posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al heredero que llegue
a adir la herencia desde el momento de la muerte del causante, es natural que el
ordenamiento jurídico dote a todo heredero de un vehículo procesal apto para reclamarla. Ese
cauce procesal estaba representado por la primera de las acciones interdictales, que se
denomina en forma evidentemente apocopada, interdicto de adquirir.
Frente a los interdictos de retener y recobrar o recuperar la posesión, el interdicto de adquirir
se caracteriza por ser un proceso declarativo que no se asienta en la posesión material de
quien lo interpone, sino exclusivamente en su condición de heredero. Así pues, el interdicto de
adquirir es un recurso procesal cuyo objeto y finalidad exclusiva es hacer efectiva la posesión
civilísima, regulada en el artículo 440 del Código Civil y a la que ya nos hemos referido,
invistiendo al heredero en su condición de poseedor.
Naturalmente el interdicto de adquirir carece de sentido alguno si el heredero tiene ya la
posesión de los bienes hereditarios o puede adquirirla por sí mismo, por su propia autoridad, e
cuanto no se encuentre poseída materialmente por persona distinta. Por tanto, el presupuesto
estructural del ejercicio del interdicto de adquirir es que los bienes hereditarios se encentren
poseídos por otra persona.

11. LA ACCIÓN DE PETICIÓN DE HERENCIA


Aunque nuestro Código no regule de forma completa y sistemática la acción de petición de
herencia, limitándose a mencionarla literalmente en algún precepto aislado, para la
generalidad de la doctrina y para la jurisprudencia no hay duda alguna de que el heredero goza
de legitimación activa para ejercitar una acción de carácter universal que, conforme a los
patrones históricos, se denomina acción de petición de herencia.
La razón de esta conclusión es meridiana si se atiende al hecho de que, en caso de que el
poseedor de los bienes hereditarios lleve en la posesión más de un año, el heredero carecería
de acción posesoria alguna para reclamar los bienes hereditarios. De otra parte, obligar en tal
caso al heredero a reclamar de forma individual y determinada cada uno de los bienes que
forman parte de la herencia se correspondería o compadecería mal con la naturaleza universal
del título de heredero.
Ante ello, la jurisprudencia ha procurado extraer el régimen jurídico básico de la acción de
petición de herencia tomando pie del artículo 1.021 del Código, en el que se establece que “el
que reclame judicialmente una herencia de que otro se halle en posesión por más de un año, si
venciere en el juicio no tendrá obligación de hacer inventario para gozar de este beneficio, y
solo responderá de las cargas de la herencia con los bienes que le sean entregados”.

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Tema 11

11.1. Legitimación activa


La legitimación activa ha de atribuirse al heredero, ya lo sea testamentariamente, ya tenga la
condición de heredero abintestato. De otra parte, la condición de heredero ha de tenerse en el
momento de ejercitar la acción aunque el título hereditario no tenga carácter definitivo, como
puede ocurrir en el caso de institución de heredero sometido a condición resolutoria o en el
supuesto de sustitución fideicomisaria. En este último caso, podrán ejercitar la acción de
petición de herencia tanto el fiduciario como el fideicomisario.
En cambio, la condición de legitimario, en sí misma considerada, no atribuye legitimación
activa para el ejercicio de la acción de petición de herencia, por la sencilla razón de que la
atribución de la legítima, como sabemos, puede realizarse a título distinto del de heredero.
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Naturalmente, en el caso de que la condición de legitimario y de heredero confluya en la


misma persona, esta podrá interponer la acción de petición de herencia.
11.2. Legitimación pasiva
En términos precisos, ostenta la legitimación pasiva quien, atribuyéndose título hereditario,
posee en el conjunto o una parte de los bienes y derechos que integran la masa de la herencia.
Sin embargo, ante la eventualidad de que el poseedor de los bienes hereditarios pudiera dejar
de alegar el título de heredero, sin invocar ningún otro, es obligado aceptar que se encuentra
también legitimado pasivamente el poseedor de la herencia que no alegue ningún título.
En cambio, en el caso de que el demandado, sin pretensión hereditaria alguna, alegue que la
tenencia de un bien hereditario encuentra fundamento en un acto transmisivo que realizara el
causante, ha de estimarse que resulta improcedente la acción de petición de herencia.
En términos teóricos, se suele afirmar que el título singular de adquisición excluye el posible
ejercicio de la acción universal de petición de herencia, de forma tal que en dicho supuesto el
heredero habría de ejercitar la acción reivindicatoria, como regla, o la acción correspondiente
que resulte suficiente para proteger al heredero, en cuanto sucesor en el título singular que
tuviera el causante.
11.3. Efectos de la acción de petición de herencia: las relaciones entre el heredero
aparente y el heredero real
Se deduce de lo visto hasta ahora que la finalidad central de la acción de petición de herencia
radica en la reintegración o restitución de los bienes hereditarios a quien verdaderamente
ostenta la condición o cualidad.
Por tanto, al demandado se le identifica comúnmente como heredero aparente. Así, sería
heredero aparente todo poseedor de bienes hereditarios que alegare un título sucesorio que
le permitiera arrogarse la condición de heredero.
La identificación del heredero real o verdadero y la pérdida de la condición sucesoria por parte
del heredero aparente, plantea la necesidad de restituir a aquél conjunto de los bienes
hereditarios, así como, naturalmente, la sucesión en la posesión de la masa hereditaria.
¿Han de considerarse válidas las enajenaciones llevadas a cabo por el heredero aparente? En
términos generales, ha de defenderse el mantenimiento de la validez de tales enajenaciones
siempre y cuando el adquiriente haya actuado de buena fe y, sin duda alguna, cuando el
adquiriente haya usucapido el derecho real que le hubiera transmitido el heredero aparente.
11.4. Plazo de prescripción
Dada la falta de regulación de la acción de petición, nuestro sistema normativo no establece en
precepto alguno su plazo de ejercicio.

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Tema 12

Tema 12: LA COMUNIDAD HEREDITARIA


Concepto y naturaleza jurídica.- Régimen jurídico: actos de administración y disposición
durante la situación de indivisión.- Extinción de la comunidad hereditaria.

1. CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA


La existencia de varios tipos de herederos trae consigo que, una vez acaecida la aceptación de
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diversas personas llamadas a la herencia, tenga lugar una situación que, por obvias razones, es
conocida con el nombre de comunidad hereditaria. La situación de comunidad hereditaria se
impone en todos los supuestos de sucesión hereditaria, salvo en el caso de que el testador
realice por sí mismo la partición, comprendiendo íntegramente el conjunto de los bienes
hereditarios. Por ello y también por el hecho de que los acreedores se encuentran legitimados
para oponerse a que se lleve a efecto la partición, se suele hablar de que la situación es
forzosa.
1.1. Naturaleza jurídica
El hecho de que la situación de la comunidad hereditaria no sea objeto de regulación expresa
por parte del Código Civil, trae consigo que se den posturas antagónicas en la doctrina. Así
ocurre tanto con la cuestión referente a la determinación objetiva de la comunidad
hereditaria, cuanto respecto al tema de si los derechos y facultades de los herederos en
situación de indivisión recaen, de forma global, sobre la herencia, considerada en su conjunto,
o si, por el contrario, los derechos de los coherederos deben imputarse a todos y cada uno de
los bienes y derechos que puedan conformar la herencia entendida en sentido objetivo.
- El objeto de la comunidad hereditaria
La mayor parte de la doctrina actual propugna que la comunidad hereditaria en sentido
objetivo ha de entenderse referida a todos los bienes, derechos y obligaciones que, siendo
transmisibles, no se hayan extinguido por el fallecimiento del causante. Dicha tesis, no es
aceptada por algunos autores por considerar que el pasivo hereditario no forma parte de la
comunidad hereditaria.
Además, como ya sabemos, conforme a lo establecido en el artículo 882, no integran la
comunidad hereditaria los bienes que hayan sido objeto de un legado específico, pues en tal
caso el legatario adquiere la propiedad de tales bienes desde el momento del fallecimiento del
testador.
- La posición del heredero: el derecho hereditario en abstracto
El debate teórico sobre el particular se traduce en determinar si la comunidad hereditaria debe
aproximarse al esquema de la copropiedad por cuotas o, por el contrario, a la llamada
comunidad germánica o en mano común.

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Tema 12

2. RÉGIMEN JURÍDICO: ACTOS DE ADMINISTRACIÓN Y DISPOSICIÓN DURANTE LA


SITUACIÓN DE INDIVISIÓN

2.1. Administración de la comunidad hereditaria

- Uso y disfrute de los bienes hereditarios


Artículo 394 CC: “cada participe podrá servirse de las cosas comunes, siempre que disponga de
ellas conforme a su destino y de manera que no perjudique el interés de la comunidad, ni
impida a los copartícipes utilizarlas según su derecho”. En consecuencia, los coherederos
pueden usar y poseer las cosas hereditarias, siempre y cuando ello no implique excluir a los
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demás del derecho correlativo.


En cambio, parece que debe excluirse la facultad de disfrute, en sentido técnico, pues,
conforme a lo establecido en el artículo 1.063, los coherederos no pueden hacer suyos los
frutos y rentas de los bienes hereditarios que cualquiera de ellos hubiera poseído.
- Actos de administración
Presupuesta la inexistencia de previsión alguna en relación con los actos de administración,
habrá de tenerse en cuenta lo dispuesto para la administración de la copropiedad ordinaria en
el artículo 398: acuerdos que representen la mayoría de cuotas. Por aplicación de su párrafo
3º, en caso de no obtenerse semejante mayoría, procederá la administración judicial de la
herencia.
2.2. Actos de disposición durante la indivisión
Dada la complejidad que representa la situación de la comunidad hereditaria, parece
conveniente distinguir entre los actos de disposición relativos a la propia cuota hereditaria de
cada uno de los interesados y, de otra parte, la eventual enajenación de bienes hereditarios
concretos.
- La enajenación de bienes hereditarios
Respecto de los bienes concretos que forman parte de la masa, la comunidad hereditaria
reclama la idea de mancomunidad o actuación común de todos los coherederos. Conforme a
ello, es obvio que ninguno de los coherederos tiene capacidad ni legitimación para realizar
ningún acto de carácter dispositivo, ya sea de carácter material o propiamente jurídico. En
relación con el primer aspecto, resulta de aplicación supletoria el artículo 397 que establece
que “ninguno de los condueños podrá, sin consentimiento de los demás, hacer alteraciones en
la cosa común, aunque de ellas pudieran resultar ventajas para todos”.
Respecto con la eventual enajenación de la cosa común, no existe en el Código ningún
precepto en el que, de forma expresa y directa, se establezca la necesidad de la unanimidad de
los copropietarios.
- La enajenación de la cuota hereditaria
Conviene contrastar la “aparente paradoja” de que, respecto de la herencia globalmente
considerada, sea posible reclamar la aplicación del esquema típico de la copropiedad por
cuotas, según advertimos ya al concluir respecto de la naturaleza jurídica de la comunidad
hereditaria.
Al igual que ocurre en el supuesto de copropiedad ordinaria, la situación de indivisión
característica de la comunidad hereditaria no priva a todos y cada uno de los coherederos de la
posibilidad de enajenar, ceder o gravar su cuota hereditaria. En efecto, como regla, cualquier

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Tema 12

heredero puede transmitir o enajenar a un tercero su derecho hereditario en abstracto. El


alcance efectivo de dicha transmisión o enajenación naturalmente queda supeditado a la
futura partición de la herencia, pues, como su propio nombre indica, el derecho hereditario
abstracto no otorga facultad alguna sobre bienes concretos, ni cuotas sobre el conjunto de los
bienes que formen parte del haber hereditario.
- El retracto de coherederos
Como una derivación o aplicación concreta del retracto de comuneros, el Código Civil concede
también a los coherederos derecho de retracto, manteniendo así el paralelismo existente
entre la copropiedad ordinaria y la comunidad hereditaria. Así lo hace en el artículo 1.067, que
establece lo siguiente: “Si alguno de los herederos vendiere a un extraño su derecho
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hereditario antes de la partición, podrán todos o cualquiera de los coherederos subrogarse en


lugar del comprados, rembolsándole el precio de la compra, con tal que lo verifiquen en el
término de un mes, a contar desde que esto se les haga saber”.

3. EXTINCIÓN DE LA COMUNIDAD HEREDITARIA


La natural desembocadura de la situación de comunidad hereditaria es la partición de los
bienes hereditarios y la correspondiente adjudicación a cada uno de los coherederos del lote
que le corresponda a través de la partición, que estudiaremos en los siguientes capítulos. Por
tanto, podríamos decir, la forma natural de extinguir la comunidad hereditaria es partir,
proceder al reparto de los bienes entre los herederos.
Más, por supuesto, en dependencia de los datos de hecho y de la voluntad de los coherederos,
caben otras eventualidades, algunas de las cuales nos limitaremos a reseñar:
- Sea a título gratuito o con carácter oneroso, uno de los herederos puede adquirir la
cuota hereditaria correspondiente a los demás, extinguiéndose así la situación de
comunidad por perder su necesario presupuesto de pluralidad propia de herederos.
- Cabe igualmente que, por voluntad propia de los coherederos, la comunidad
hereditaria se convierta en copropiedad ordinaria durante un determinado plazo de
tiempo.
- Asimismo, tampoco son absolutamente extraños a la práctica los supuestos en que la
comunidad hereditaria, a través de las consiguientes aportaciones de los herederos,
desemboca en una situación societaria (normalmente, sociedad civil o sociedad
irregular).

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Tema 13

Tema 13: LA PARTICIÓN Y SU PRÁCTICA


Concepto y clases de partición.- Su naturaleza jurídica.- La acción de división hereditaria.-
Partición realizada por el propio testador.- Partición realizada por el contador partidor.-
Partición realizada por los propios coherederos.- Partición judicial.- Partición arbitral.- Práctica
de la partición: suspensión y operaciones particionales.- Efectos de la partición.- Ineficacia,
nulidad, anulabilidad y rescisión de la partición.- Modificación de la partición: la partición
adicional.
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1. CONCEPTO Y CLASES DE PARTICIÓN


Como acabamos de ver al estudiar las posibles causas de extinción de la comunidad
hereditaria, la primera y fundamental de ellas es la partición de la herencia, que consiste
naturalmente en distribuir los bienes hereditarios entre los coherederos (y en su caso
cesionarios y legatarios de parte alícuota) atendiendo a sus respectivas cuotas.
Este reparto y distribución lo puede llevar a cabo el propio testado, o encomendárselo a una
persona designada por él (contador-partidor o albacea universal con facultades para llevar a
cabo la partición de la herencia), realizarla los propios interesados o, finalmente, que el
reparto de los bienes hereditarios no pueda realizarse más que por vía judicial o arbitral.

2. NATURALEZA JURÍDICA
Ante la diversidad de formas hay una diversidad de naturalezas jurídicas. La realizada por el
propio testador es un acto unilateral, mientras que la realizada por los coherederos, es
sustancialmente contractual, al tiempo que la judicial ha sido calificada en numerosas
ocasiones como un acto de autoridad.

3. LA ACCIÓN DE DIVISIÓN HEREDITARIA


En cualquiera de los supuestos en que el testador no haya procedido a realizar por sí mismo la
partición, cualquiera de los coherederos podrá instarla en el momento en que lo considere
conveniente, una vez fallecido el causante. Así lo establece el art. 1.052, señalando que “todo
heredero podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia”. Esta regla conoce como
excepción el hecho de que se encuentre llamado a la herencia un nasciturus.
3.1. La prohibición o el pacto de indivisión
La eventualidad de que el testador prohíba de forma expresa la división la contempla de forma
explícita el último inciso del primer párrafo del artículo 1.051. El testador por tanto, puede
prohibir la división.
3.2. Capacidad y legitimación para partir
Respecto de la capacidad necesaria para instar la partición establece el primer párrafo del
artículo 1.052 que “todo coheredero que tenga la libre administración y disposición de sus
bienes, podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia”. Exigida pues, la plena
capacidad patrimonial, el segundo párrafo del referido artículo indica que “por los
incapacitados y por los ausentes pedirla sus representantes legítimos”.

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Teniendo en cuenta que la cuota hereditaria o el derecho abstracto del heredero son
transmisibles, podrán solicitar igualmente la división de la herencia tanto los cesionarios
cuanto los herederos de los propios herederos y/o legatarios de parte alícuota del causante,
atendiendo a lo dispuesto en el artículo 1.055 CC.

4. LA PARTICIÓN REALIZADA POR EL PROPIO TESTADOR


Expresa el artículo 1.056 que “cuando el testador hiciere, por acto entre vivos o por última
voluntad, la partición de sus bienes, se pasará por ella, en cuanto no perjudique a la legítima
de los herederos forzosos”. El único límite pues, que ha de respetar el testador radica en la
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intangibilidad de la legítima, pues por lo demás el testador goza de un estatuto especial en el


caso de que quiera llevar a cabo la partición por sí mismo.
4.1. Características especiales
Comparándose con las restantes formas de partición, puede afirmarse que la realizada por el
propio testador goza de un régimen especial, atendiendo a las siguientes razones:
- En el caso de que el mismo testador lleve a cabo la partición, no llega a producirse
situación de comunidad hereditaria, sino que, precisamente, la partición realizada por
el testador arroja el resultado de que la comunidad hereditaria ha sido evitada ab
radice, en cuando la adjudicación de los bienes a los herederos coincide con la propia
apertura de la sucesión.
- El testador no se encuentra vinculado por la obligación de procurar la igualdad de los
lotes establecida en el artículo 1.061, ni siquiera en el supuesto de existencia de
legitimarios entre los coherederos.
- La partición realizada por el propio testador tampoco se encuentran en principio,
sometida a la obligación de evicción y saneamiento, pues el número 1 del artículo
1.070 establece que dicha obligación cesará “cuando el mismo testador hubiese hecho
la partición, a no ser que aparezca, o racionalmente se presuma, haber querido lo
contrario, y salva siempre la legítima”. La regla por tanto, es que en caso de partición
realizada por el testador, no existe obligación de evicción y saneamiento entre los
coherederos.

4.2. Presupuestos y alcance de la partición por el testador


Esta forma de partición requiere sin duda la existencia de testamento, y en particular, la
existencia igualmente de la institución de herederos hecha en dicho testamento. Sin embargo,
el testamento que sustente la partición practicada por el testador no ha de ser necesariamente
previo o simultáneo a la partición, sino que puede ser también posterior a la partición
realizada.
Presupuesto que el testador solo puede distribuir entre los herederos testamentarios “sus
bienes”, la partición puede llevarse a cabo tanto a través de testamento como mediante un
acto entre vivos, tal y como indica expresamente el primer párrafo del artículo 1.056.

5. LA PARTICIÓN REALIZADA POR EL CONTADOR-PARTIDOR


Además de realizar por sí mismo la partición, desde antiguo se ha reconocido al testador la
posibilidad de imponer a sus herederos el nombramiento de un contador-partidor, cuya
función principal radica en distribuir los bienes hereditarios entre ellos.

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Artículo 1.057, “el testador podrá encomendar por acto inter vivos o mortis causa para
después de su muerte la simple facultad de hacer la partición a cualquier persona que no sea
uno de los coherederos”.
5.1. Notas características
Deben aplicarse al contador-partidor las mismas notas características del albacea. Así pues,
habiéndolas tratado anteriormente con cierto detalle, a ellas hemos de remitir, limitándonos
aquí a su mera enumeración: cargo voluntario, temporal, gratuito y de carácter personalísimo.
5.2. El nombramiento del contador-partidor
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Ha de ser una persona con plena capacidad de obrar y por generalización de la prohibición de
que desempeñe tal cargo cualquiera de los coherederos, que no tenga un interés concreto en
la herencia de cuya división se trate. Puede ser realizado tanto inter vivos como mortis causa.
En los casos en que el nombramiento se lleve a efecto mortis causa, parece natural exigir que
el acto a través del cual se efectúe el nombramiento ha de revestir las mismas formalidades
que el testamento. El nombramiento a través de un acto inter vivos puede realizarse de
cualquier manera, sin que existan razones que justifiquen la exigencia del documento público.
En todo caso, el nombramiento del contador-partidor es esencialmente revocable pro parte
del testador, dado que su eficacia queda supeditada al propio fallecimiento del causante que,
en testamento o fuera de él, ha decidido designar una persona de su confianza para llevar a
cabo las operaciones particionales entre los correspondientes herederos.
5.3. Funciones y facultades del contador-partidor

- Realizar el conjunto de las operaciones particionales.


- De resultar necesario, practicar la liquidación del régimen matrimonial de gananciales
junto con el cónyuge viudo y sin necesidad de que participen los llamados a la herencia
del causante.
- En las tareas particionales, sin embargo, ha de respetar en principio la regla de la
homogeneidad de los lotes establecida en el artículo 1.061.

6. LA PARTICIÓN CONVENCIONAL O REALIZADA POR LOS PROPIOS COHEREDEROS


Cuando el testador no haya realizado por sí mismo la partición, ni haya encomendado tal
función a un contador-partidor, la salida natural de la indivisión de la herencia viene
representada por la posibilidad de que los coherederos, por sí mismos, tras los pertinentes
acuerdos, lleven a cabo la partición. Tiene carácter subsidiario respecto a las formas
anteriores. En la práctica estos coherederos suelen nombrar a expertos en Derecho para que
lleven a cabo las operaciones.
6.1. Cuestiones de capacidad
Para ello requiere el artículo 1.058 que los herederos sean mayores de edad y tengan la libre
administración de sus bienes.
Sin embargo, como generalmente ocurre en las cuestiones de capacidad, conviene extenderse
en la materia:
- En el caso de que hayan sido llamados a la herencia menores de edad que se
encuentren representados por los titulares de la patria potestad, sin que entre los
menores y sus progenitores exista conflicto de intereses, aquéllos estarán

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representados por sus padres, quienes en modo alguno necesitarán contar con
autorización judicial para llevar a efecto la partición convencional.
- Si entre los progenitores los menores de edad hubiere conflicto de intereses, será
necesaria la designación del defensor judicial.
- En el supuesto de inexistencia de progenitores o de haber sido éstos suspendidos o
privados de la patria potestad, habiéndosele designado tutor o curador a los menores
de edad, cualquiera de tales cargos tuitivos necesitará contar con autorización judicial
para realizar la partición.
- La partición que, en nombre de los incapacitados, lleven a cabo el tutor o el curador,
necesitará “aprobación posterior del juez de la partición efectuada y en caso de que se
haya designado un defensor judicial no hubiera dispuesto otra cosa al hacer el
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nombramiento”.
- Igualmente necesitará autorización judicial para partir el representante legítimo del
ausente.

6.2. Los principios de unanimidad y de libertad en la partición convencional


Presupuesta la capacidad de los herederos, la partición convencional se rige por los principios
de unanimidad y de libertad de pacto.
Artículo 1.057 CC: “a falta de designación testamentaria, se permitía instar el nombramiento
de contador partidor dativo por herederos y legatarios que representasen, al menos, el 50%
del haber hereditario.

7. LA PARTICIÓN JUDICIAL
Cuando la partición no haya sido realizada conforme a alguna de las formas anteriormente
estudiadas, pueden entrar en juego tanto la partición judicial cuanto la denominada partición
arbitral.
Dispone el artículo 1.059 CC: “Cuando los herederos mayores de edad no se entendieren sobre
el modo de hacer la partición, quedará a salvo su derecho para que le ejerciten en la forma
prevenida en la LEC”.
Así pues, el presupuesto inicial radica en la circunstancia de que los coherederos no se pongan
de acuerdo sobre la forma de distribuir los bienes hereditarios, por lo que tiene naturaleza
subsidiaria respecto de la partición llevada a cabo por el propio testador, por el contador-
partidor designado por el testador, o, finalmente, de la partición realizada por los propios
coherederos.
Artículo 1.060: “cuando los menores o incapacitados estén legalmente representados en la
partición, no será necesaria la intervención ni la aprobación judicial”.

8. LA PARTICIÓN ARBITRAL
Aunque en la práctica es escasamente frecuente, cabe también realizar la partición
recurriendo al procedimiento arbitral conforme a lo establecido en la Ley especial
correspondiente, bien porque todos los interesados celebran el correspondiente convenio
arbitral, bien porque así lo haya previsto el testador.

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9. PRÁCTICA DE LA PARTICIÓN: SUSPENSIÓN Y OPERACIONES PARTICIONALES

9.1. La suspensión de la partición por embarazo de la viuda


Resulta oportuno referirse al caso de que hubiere algún nasciturus interesado en la herencia,
ya que en tal supuesto es obvio que la contradicción de los intereses existentes entre el
concebido y las restantes personas con derecho a la herencia impone la necesidad de instituir
algunas reglas al respecto. La redacción de las normas reguladoras se encuentra inspirada en el
supuesto característico de que sea la viuda del causante quien haya quedado embarazada.
Sin embargo, la aplicación de tales preceptos parece imponerse en todo supuesto en el que
exista un concebido que pueda tener derecho a la herencia de que se trate, con independencia
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de que su madre sea viuda del causante o no tenga relación matrimonial alguna con él.
El efecto que provoca la existencia de un concebido que pueda tener derecho sobre una
herencia abierta y en trámite de división es precisamente la suspensión de la partición,
conforme establece el artículo 966 en su primer párrafo: “La división de la herencia se
suspenderá hasta que es verifique el parto o el aborto, o resulte por el transcurso del tiempo
que la viuda no estaba encinta”.
Naturalmente tal medida, se cohonesta con una serie de cautelas que la viuda ha de cumplir y
que son las siguientes:
- Primer aviso de la viuda, conforme al artículo 959: debe poner en conocimiento de
quienes tengan derecho a la herencia que puede nacer un hijo póstumo del causante
o, por interpretación extensiva, que existe otro nasciturus con derecho a la herencia
abierta.
- Conforme al primer párrafo del artículo 961, al aproximarse la época del parto, la
viuda deberá poner tal hecho en conocimiento de los mismos interesados.
- En todo caso, los interesados en la herencia podrán instar judicialmente las
providencias que consideren convenientes para evitar la suposición de parto o que la
criatura que nazca pase por viable, no siéndolo en realidad.
- Los interesados en la herencia, cuyas expectativas sean antagónicas con las del
concebido, podrán incluso designar una persona de su confianza para asistir
físicamente al parto y cerciorarse de la realidad del alumbramiento.
La situación que genera la existencia de un concebido con derecho a la herencia no debe sin
embargo afectar a los posibles acreedores del causante, por el ello el artículo 966 dice que “el
administrador podrá pagar a los acreedores, previo mandato judicial”.
9.2. Las operaciones particionales
Bajo tal denominación se comprenden el conjunto de actuaciones que han de llevarse a cabo
para llegar al resultado final de la división y adjudicación del caudal hereditario entre los
herederos, en el caso de que el número de ellos sea plural, pues es obvio que si el heredero es
único no habrá que realizar reparto o partición alguna, sino que procederá sencillamente
adjudicar al heredero único el conjunto de los bienes que forman el patrimonio sucesorio
relicto.
Básicamente, en caso de que procedan, tales operaciones particionales consisten en el
inventario, avalúo o valoración de los bienes, liquidación y división propiamente dicha. Esta
última actuación, como es natural, implica la verdadera operación divisoria de la herencia
relicta mediante la formación de lotes y correspondientes adjudicaciones o hijuelas a los
distintos herederos.

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En definitiva, la efectiva liquidación de la herencia supone un proceso sumamente similar al


considerado en el tomo anterior de esta obra al estudiar la liquidación de la sociedad de
gananciales, a la que, al menos en términos cuantitativos, el CC parece dedicar mayor
atención, si bien el artículo 1.410 acaba afirmando que en todo lo no previsto para la sociedad
de gananciales “sobre formación de inventario, reglas sobre tasación y ventas de bienes,
división del caudal, adjudicaciones a los partícipes se observará lo establecido para la partición
y liquidación de la herencia”.
Las operaciones suelen llevarse a cabo en un documento conocido como cuaderno particional,
aunque tal expresión no la recoge nuestro Código. Se trata de un documento privado, con la
forma externa de un pequeño libro de contabilidad en el que se enumeran y valoran los
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bienes, se concretan las deudas y cargas que han de pesar sobre el caudal hereditario y, una
vez obtenido el neto partible entre los herederos, se procede a la fijación de los lotes y a las
correspondientes adjudicaciones.

10. EFECTOS DE LA PARTICIÓN

10.1. Propiedad de los bienes adjudicados


La culminación de la partición supone la extinción de la comunidad hereditaria y la
adjudicación de bienes y derechos concretos a cada uno de los herederos. El Código formula
semejante resultado, con meridiana precisión, afirmando que “la partición legalmente hecha
confiere a cada heredero de propiedad exclusiva de los bienes que le hayan sido adjudicados”
(art. 1.068).
10.2. La evicción y el saneamiento
De otro lado, dispone también el Código que “hecha la partición, los coherederos estarán
recíprocamente obligados a la evicción y saneamiento de los bienes adjudicados” (art. 1.069),
disposición que nos obliga a remitir con carácter general al estudio del saneamiento por
evicción y vicios ocultos en la compraventa.
La obligación de saneamiento no la impone el Código de forma imperativa sino sencillamente
como un elemento natural de dicho contrato, sobre el que en consecuencia cabe establecer
pactos, incluso la radical exclusión de dicha obligación (art. 1.475).
Algo parecido ocurre también entre los coherederos tras la partición, pes el artículo 1.070
indica que no habrá obligación de saneamiento:
- Cuando el mismo testador hubiese hecho la partición, a no ser que aparezca, o
racionalmente se presuma, haber querido lo contrario, y salva siempre la legítima”.
- Cuando se hubiese pactado expresamente al hacer la partición”.
Por lo demás, parece lógico también que se configure la obligación de saneamiento como una
consecuencia natural de la partición, pues si alguno de los bienes de la masa hereditaria se
pierde por evicción se compadecería mal con la ecuanimidad de la distribución que aquel a
quien hubiera correspondido en el lote hubiera de pechar con las consecuencias negativas en
solitario.
Naturalmente tal hilo argumental, no se podría sostener si la evicción “procede de causa
posterior a la partición, o fuere ocasionada por culpa del adjudicatario” (art. 1.070) y, por
tanto, en tal caso, aunque nada se haya pactado ni la partición la haya realizado el propio
testador, tampoco procederá la obligación de saneamiento a cargo de los restantes
coherederos.

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En caso de existir la obligación de saneamiento entre coherederos es inicialmente


mancomunada, pues, según el artículo 1.071, “es proporcionada a su respectivo haber
hereditario”, pero ha de tenerse en cuenta que el propio heredero perjudicado ha de ser
computado a tal efecto.
Sin embargo, sigue afirmando el artículo 1.071 que “si alguno de ellos resultare insolvente,
responderán de su parte los demás coherederos en la misma proporción, deduciéndose la
parte correspondiente al que deba ser indemnizado”.
Finalmente, el artículo 1.072 contiene una regla especial referida al supuesto de adjudicación
de créditos a cualquiera de los herederos. Distingue el precepto entre los cobrables y los
incobrables.
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En relación con los incobrables determina la inexistencia de responsabilidad de los restantes


coherederos, aunque después afirma que “si se cobran en todo o en parte, se distribuirá lo
percibido proporcionalmente entre los herederos”.
Respecto de los cobrables, los coherederos no adjudicatarios serán responsables de la
insolvencia del deudor hereditario al tiempo de hacerse la partición. Así pues, frente a lo
dispuesto en general respecto d la cesión de créditos en el artículo 1.529, los coherederos en
cuanto sucesores del causante-cedente, ven agravada su responsabilidad, pues no sólo
responden de la existencia y legitimidad del crédito, sino también de la solvencia del deudor.

11. INEFICACIA, NULIDAD, ANULABILIDAD Y RESCISIÓN DE LA PARTICIÓN

- Ineficacia
Hay un consenso en la doctrina a la hora de considerar que las categorías generales de la
ineficacia contractual pueden incidir también en la partición, determinando la privación de sus
efectos y requiriendo, en consecuencia, una nueva operación divisoria del causal hereditario o,
al menos, una modificación de las operaciones particionales llevadas a efecto.
- Nulidad y anulabilidad
Aquí, deberíamos remitir a tomos anteriores, pues, en definitiva, la ausencia de normas
capitales sobre nulidad o anulabilidad en la partición, obliga a reiterar que la invalidez de la
partición causada por circunstancias intrínsecas a ella que afecten a cualesquiera de los
presupuestos o requisitos esenciales de los actos jurídicos puede abocar a la nulidad o
anulabilidad.
Habrá nulidad de la partición cuando falte alguno de los elementos esenciales que habrían de
constituir la base natural de la partición o cuando la partición se haya llevado a cabo en
contravención de alguna norma imperativa.
La anulabilidad, por su parte, se presentará en todos aquellos supuestos en que haya
intervenido en la partición algún vicio de consentimiento o falta de capacidad en alguno de los
herederos.
- Rescisión de la partición

o La rescisión como categoría general de ineficacia


Es una forma particular de ineficacia del contrato que procede de un momento posterior a la
celebración del mismo, cuyo alcance general se predica igualmente en relación con

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Tema 13

cualesquiera otros actos y negocios jurídicos, tal y como resalta el propio artículo 1.073, al
afirmar que “las particiones pueden rescindirse por las mismas causas que las obligaciones”.
La rescisión se distingue de la nulidad y la anulabilidad: la rescisión presupone un acto o
contrato inicialmente válido, mientras que los otros casos implican la invalidez inicial del acto o
contrato a que estén referidas.
Básicamente las causas de la rescisión son la lesión y el fraude.
Ordena el artículo 1.074 que “podrán también ser rescindidas las particiones por causa de
lesión en más de la cuarta parte, atendido el valor de las cosas cuando fueran adjudicadas”. La
idea de lesión pues, se concreta en este supuesto en que uno o varios de los coherederos han
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recibido menos del 75% de lo que, realmente, hubiera debido corresponderle en las
adjudicaciones.
Dicta el Código una regla especial respecto de la partición realizada por el propio causante,
pues en tal caso, la regla general es que la partición “no puede ser impugnada por causa de
lesión, sino en el caso de que perjudique la legítima de los herederos forzosos o de que
aparezca o, racionalmente, se presuma que fue otra la voluntad del testador” (art. 1.075).
o La acción recisoria en relación con la partición
En relación con el plazo de ejercicio, el artículo 1.076 establece que “la acción recisoria por
causa de lesión durará cuatro años, contados desde que se hizo la partición”.
o Efectos de la rescisión
Con carácter general puede afirmarse que, en relación con cualesquiera actos y contratos, el
efecto fundamental de la rescisión tiene un acusado matiz restitutorio: obtener la devolución
de todo aquello que haya sido entregado por virtud del acto o contrato rescindible. Tal idea se
plasma de forma derecha, respecto de la partición, en el mandato del artículo 1.078, conforme
al cual “no podrá ejercitar la acción rescisoria por lesión el heredero que hubiese enajenado el
todo o una parte considerable de los bienes inmuebles que le hubieren sido adjudicados”. Así,
el heredero perjudicado carecerá de legitimación activa para interponer la acción rescisoria
aunque verdaderamente se haya producido el efecto lesivo.
Sin embargo, ello no implica que la existencia de lesión pudiendo ejercitar el lesionado la
correspondiente acción, comporte de forma necesaria la necesidad de proceder a realizar una
nueva partición, pues de nuevo entra en juego aquí el principio favor partitionis y el artículo
1.077 faculta al “heredero demandado” para optar “entre indemnizar el daño o consentir que
se proceda a nueva partición”. Por tanto, será el demandado o demandados quienes, a su libre
albedrío, decidirán si el efecto definitivo del triunfo de la acción rescisoria tiene alcance
verdaderamente restitutorio o simplemente indemnizatorio de la lesión sufrida. Por tanto,, en
materia de partición, el efecto indemnizatorio de la acción rescisoria no está legalmente
planteado como un recurso de carácter subsidiario, sino que puede ser el resultado de la
facultad de elección atribuida a los herederos demandados por el perjudicado.
El párrafo 31 del artículo 1.077 dice que “si se procede a nueva partición, no alcanzará esta a
los que no hayan sido perjudicados ni percibido más de lo justo”
La facultad de elección del beneficiado se mantiene también respecto de la indemnización
propiamente dicha, pues, según afirma el artículo 1.077, “puede hacerse en numerario o en la
misma cosa en que resultó el perjuicio”.

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12. LA MODIFICACIÓN O COMPLEMENTO DE LA PARTICIÓN: LA PARTICIÓN ADICIONAL


Finalmente, debemos considerar el supuesto en que la eficacia de la partición se ponga en
duda por el hecho de que las operaciones divisorias en su día realizadas no alcanzaran al
conjunto de bienes del caudal hereditario, sea porque no se cumplió el deber de colacionar en
relación con algún bien concreto, por “aparición” de algún bien que no fue tenido en cuenta o
porque, al liquidar la sociedad conyugal previa, se atribuyó al causante como privativo un bien
que realmente era ganancial o del otro cónyuge.
El principio general del favor partitionis hace que el Código no se incline en tales casos por
decretar la nulidad o la rescisión de la partición, medidas sumamente radicales, sino
únicamente por instaurar un remedio de menor alcance, que tiene como objeto exclusivo
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“modificar” o “complementar” la partición realizada. A tal fin se dirige el artículo 1.079: “la
omisión de alguno o algunos objetos o valores de la herencia no da lugar a que se rescinda la
partición por lesión, sino que se complete o adicione con los objetos o valores omitidos”.

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Tema 14: LA COLACIÓN


La colación en el Código Civil.- El fundamento y la dispensa de colación.- Ámbito y
presupuestos de la colación.- El carácter colacionable de las diversas liberalidades.- La práctica
y los efectos de la colación.

1. INTRODUCCIÓN: LOS SISTEMAS DE COLACIÓN


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Colacionar pues, en términos sucesorios equivale a integrar o incluir en la masa hereditaria las
atribuciones patrimoniales que el causante hubiera realizado en favor de cualquiera de los
herederos y, naturalmente, puede llevarse a cabo mediante dos sistemas claramente distintos:
- La colación mediante la aportación in natura
- La colación mediante deducción o imputación contable

2. LA COLOACIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL


En nuestro Código subyace exclusivamente el sistema de imputación contable, pese a que los
términos textuales del primero de los preceptos dedicados a la colación establezca que “el
heredero forzoso que concurra, con otros deberá traer a la masa hereditaria los bienes o
valores que hubiese recibido” (art. 1.035). Sin embargo, verdaderamente, los bienes no hay
que aportarlos a la masa hereditaria, pues el artículo 1.045 es terminante al expresar que “no
han de traerse a colación y partición las mismas cosas donadas, sino su valor al tiempo en que
se evalúen los bienes hereditarios”.
El artículo 1.045, en su redacción originaria y en su redacción actual, es claro y no permite
divagación alguna al respecto, por lo que el propio tribunal supremo ha tenido ocasión de
establecer que “mantienen unánimemente la doctrina y la jurisprudencia que la colación
consiste en una aportación contable o por imputación” y que , aunque hayan de producirse
compensaciones entre los diversos herederos, éstas se realizarán contablemente o mediante
compensaciones en metálico, “pero de ninguna manera mediante la aportación de bienes in
natura.

3. EL FUNDAMENTO Y DISPENSA DE LA COLACIÓN


La doctrina ha debatido profundamente acerca del fundamento de la institución, sobre todo
por el fundamental dato de que, con carácter general, la colación no constituye una operación
que se imponga de manera imperativa al causante o testador.
3.1. El carácter dispositivo de la colación
En la generalidad de los códigos, el deber de colacionar depende ante todo de la propia
voluntad del donante/causante. Así lo expresa el artículo 1.036 de nuestro código, conforme al
cual “la colación no tendrá lugar entre los herederos forzosos si el donante así lo hubiese
dispuesto expresamente o si el donatario repudiare la herencia, salvo el caso de que la
donación deba reducirse por inoficiosa. Es evidente que el juego de la colación solo se dará en
el supuesto de que el donante/causante haya dejado operar las normas establecidas por el
código, que innegablemente tienen carácter dispositivo.

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Por tanto, quien haya realizado a liberalidad en cuestión podrá también excluir la colación del
correspondiente valor tanto en el momento de celebrar la donación o acto lucrativo como en
cualquier otro momento posterior, sea en testamento o sea mediante cualquier otro acto que
se instrumente en un documento cualquiera que reúna las solemnidades testamentarias.
La dispensa de la colación, en cuanto acto mortis causa, tiene en todo caso carácter
esencialmente revocable, pudiendo el causante invalidar sus efectos en cualquier momento,
renaciendo así el deber de colacionar.

4. ÁMBITO Y PRESUPUESTOS DE LA COLACIÓN


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Una vez resaltado el carácter dispositivo de las normas reguladoras de la colación y puesto de
manifiesto que el causante-donante, así lo desea, puede excluir su aplicación, nos interesa
ante todo determinar con claridad cuáles son los presupuestos necesarios para que las normas
sobre colación entren en juego.
4.1. Concurrencia de legitimarios
Es necesario que a la sucesión concurran dos o más legitimarios, como expresa el artículo
1.035 en su encabezamiento al hablar de “el heredero forzoso que concurra, con otros que
también lo sean”.
No hay obligación de colacionar:
- En caso de concurrir dos o más herederos voluntarios que carezcan de la condición de
legitimarios.
- En caso de suceder un solo legitimario en concurrencia con otros herederos
voluntarios.

4.2. Legitimarios con título de heredero


Los legitimarios concurrentes han de suceder a título de heredero y serlo efectivamente, por
haber aceptado la herencia, como se deduce, no sólo de los antecedentes históricos y la
unanimidad doctrinal en tal sentido, sino fundamentalmente del hecho de que el artículo
1.036 disponga que “la colación no tendrá lugar si el donatario repudiare la herencia”. Ergo,
quien no haya aceptado la herencia no está obligado a colacionar.
4.3. Atribución gratuita en favor de los legitimarios en vida del causante
Cuanto ha de colacionarse es lo recibido en vida del causante por cualquiera de los legitimarios
que, a título de heredero, concurran a la sucesión. Pero el perceptor de la atribución
patrimonial gratuita ha de ser, él mismo, no de los herederos-legitimarios, no cualquier otra
persona, por muy cercana a él que resulte o, aunque en el fondo, la atribución patrimonial
haya podido redundar en su utilidad o beneficio, pero de forma indirecta. Así se deduce de los
siguientes datos:
- Afirma el artículo 1.039 que “los padres no estarán obligados a colacionar en la
herencia de sus ascendientes lo donado por éstos a sus hijos”.
- El primer inciso del artículo 1.040 dispone que “tampoco se traerán a colación las
donaciones hechas al consorte del hijo”.

4.4. Ámbito de la colación


Dándose los presupuestos anteriores, la colación tendrá lugar tanto en la sucesión
testamentaria cuanto en la sucesión intestada.

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En esta última, obviamente, los legitimarios concurrentes lo harán por partes iguales. En
cambio, en la sucesión testamentaria, los legitimarios pueden haber sido instituidos en partes
desiguales, bien sea por haberse hecho uso del tercio de mejora o, conjuntamente, del tercio
de mejora y del tercio de libre disposición.

5. EL CARÁCTER COLACIONABLE DE LAS DIVERSAS LIBERALIDADES

5.1. Las liberalidades colacionables


El Código regula cuales son las liberalidades que quedan sujetas a colación y cuáles quedan
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exentas del deber de colacionar, aunque el principio general en la materia consiste en que
como regla, cualesquiera liberalidades realizadas en vida del causante y a título gratuito deben
considerarse liberalidades colacionables.
En tal sentido, se pronuncia el inciso “… por dote, donación, u otro título lucrativo” del propio
artículo 1.035 que, en consecuencia, permite considerar integradas dentro de las liberalidades
colacionables cualesquiera transferencias patrimoniales que, a título gratuito, hubieren
beneficiado o enriquecido al heredero forzoso en vida del causante. Resulta, pues, indiferente
que la transmisión gratuita haya consistido en una donación propiamente dicha o en cualquier
otro acto o contrato que tuviere como beneficiario al heredero forzoso.
De manera concreta y forma positiva, establece el artículo 1.043 que “serán colacionables las
cantidades satisfechas por el padre para redimir a sus hijos de la suerte de soldado, pagar sus
deudas, conseguirles un título de honor y otros gastos análogos”.
5.2. Las liberalidades exentas de colación
Una vez formulado el principio general en la materia, el Código dedica otros preceptos a
determinar las liberalidades que quedan exentas de colación:
El primer grupo puede confirmar la conclusión anteriormente avanzada de que los gastos
inherentes a los deberes familiares quedan exentos de colación, tal y como establecen los
siguientes artículos:
- Artículo 1.041: “No estarán sujetos a colación los gastos de alimentos, educación,
curación de enfermedades, aunque sean extraordinarias, aprendizaje, equipo
ordinario, ni los regalos de costumbre. Tampoco estarán sujetos a colación los gastos
realizados por los padres y ascendientes para cubrir las necesidades especiales de sus
hijos o descendientes con discapacidad”.
- Artículo 1.042: “No se traerán a colación, sino cuando el padre lo disponga o
perjudiquen a la legítima, los gastos que este hubiere hecho para dar a su hijo una
carrera profesional o artística; pero cuando proceda colacionarlos, se rebajará de ellos
lo que el hijo habría gastado viviendo en la casa y compañía de sus padres”.
En segundo lugar, los propios presupuestos normativos de la colación comportan que queden
exceptuadas de colación las donaciones o liberalidades hechas en favor del legitimario que,
aun siéndolo, no concurre a la sucesión.
Constituye igualmente un corolario de la definición legislativa de la colación la circunstancia de
que, en tercer lugar y conforme al artículo 1.037, “no se entiende sujeto a colación lo dejado
en testamento…”. Sin embargo, la regla comentada del artículo 1.037 es nuevamente de
carácter dispositivo, de tal manera que lo dejado en testamento estará sujeto a colación “si el
testador no dispusiere lo contrario”.

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6. LA PRÁCTICA Y LOS EFECTOS DE LA COLACIÓN


En el caso de nuestro código se sigue exclusivamente el sistema consistente en la imputación
de carácter contable, por lo que el donatario/legitimario no habrá de aportar in natura al as
hereditario los bienes o beneficios que recibiera en vida del causante a título gratuito.
6.1. Imputación contable y valoración de las liberalidades colacionables
Artículo 1.045 CC: “No han de traerse a colación y partición las mismas cosas donadas, sino su
valor al tiempo en que se evalúen los bienes hereditarios.
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El aumento o deterioro físico posterior a la donación y aún su pérdida total, casual o culpable,
será a cargo y riesgo o beneficio del donatario”.
6.2. Efectos de la colación
Su efecto fundamental radica en que habrá de deducirse de la adjudicación o hijuela definitiva
del legitimario de que se trate la cantidad de numerario en que se valora cuanto hubiere
recibido en vida del causante.
A tal efecto se refiere el artículo 1.047 afirmando que “el donatario tomará de menos en la
masa hereditaria tanto como ya hubiese recibido, percibiendo sus coherederos el equivalente,
en cuanto sea posible, en bienes de la misma naturaleza, especie y calidad”. El donatario toma
de menos exactamente lo mismo que se ha integrado en el caudal hereditario, como mera
imputación contable correspondiente a lo recibido en vida. La regla de igualación se impone
por su parte incluso al establecerse tendencialmente por el legislador que los restantes
herederos reciban bienes de la misma naturaleza, especie y calidad.
Sin embargo el artículo 1.048 afronta la circunstancia de que semejante eventualidad no
resulte posible, preceptuando que en tales casos:
- Si los bienes donados fueren inmuebles, los coherederos tendrán derecho a ser
igualados en metálico o valores mobiliarios al tipo de cotización; y, no habiendo dinero
ni valores cotizables en la herencia, se venderán otros bienes en pública subasta en la
cantidad necesaria.
- Cuando los bienes donados fueren muebles, los coherederos solo tendrán derecho a
ser igualados en otros muebles de la herencia por el justo precio, a su libre elección.

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