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Primer Apunte de Ética Profesional

Estimados Alumn@s

Este documentos reune una colección de información, alguna ha sido elaborado


directamente por el propio profesor y otras son citas de documentos de textos que se
indican oportunamente, dicha declaración es para evidenciar de que no es un
documento original ni propio , si no más bien mixto. En realidad es una reelaboración
de conceptos. El apuro ha impedido un diseño grafico más eficiente
La regla de Oro
Swiempre los seres humanos han intentado encontrar algo que sea comun a
todos los seres humanos. Esto es lo más aceptado

Confucianismo
Lo que no quieres que se te haga, no lo hagas a los otros. S. vi a. de C.

Budismo
No dañes a los otros con aquello que te duele a ti. S. v a. de C.

Janismo
En la felicidad y en el sufrimiento, en la alegría y en el dolor, debemos mirar a todas las
criaturas igual que a nosotros mismos, y abstener nos, por lo tanto, de causar a otros el
daño que nos parecería indeseable que nos causasen.
S.Va.de C.

Zoroastrismo
No hacer a los otros nada de lo que no está bien para uno mismo. S. v a. de C.

Pensamiento Clásico
¿Qué me está permitido hacer a los demás?: lo que yo desearía que que yo desearía que
ellos me hiciesen.
Platón, s. iv a. de C

Hinduismo
No hagan a otros nada que te apenase si te lo hiciesen a ti.
Mahabharate, s. in a. de C.

Judaísmo
Lo que es odioso para ti, no lo hagas a tu prójimo. Rabí Hillel, s. i a. De C

Cristianismo
Todo lo que querrías que los hombres te hiciesen, házselo tú igual.
Jesús de. Nazareth

Sikhismo
Trata a los otros tal como desearlas ser tratado
S. xvi d. de C.
Esta es la más antigua sentencia ética de carácter universal. Cuyando se intenta
aclarar algun elemento que posea un carácter de mínimo comun denominador a
diferentes culturas, a primera vista se observa el carácter de reversibilidad que posee
dicha frase. Si es bueno para alguien debe serlo para todos
Inicialmente , es imperativo dejar claros los conceptos que se utilizarán, y es
importante porque a pesar de que los usamos diariamente, generalmente tenemos una
definición imprecisa de éstos.
1
EL ORIGEN DE LA ÉTICA (Extraido de:)
Mary Midgley
Peter Singer (ed.), Compendio de Ética

Alianza Editorial, Madrid, 1995 (cap. 1, págs.


29-41)

Capitulo 1. La búsqueda de justificación


¿De dónde proviene la ética? En esta interrogación se unen dos cuestiones muy
diferentes, una sobre un hecho histórico y la otra sobre la autoridad. La inquietud que
han suscitado ambas cuestiones ha influido en la configuración de muchos mitos
tradicionales acerca del origen del universo. Estos mitos describen no sólo cómo
comenzó la vida humana, sino también por qué es tan dura, tan penosa, tan confusa y
cargada de conflictos. Los enfrentamientos y catástrofes primitivas que éstos narran
tienen por objeto —quizás por objeto principal— explicar por qué los seres humanos
han de someterse a normas que pueden frustrar sus deseos. Ambas cuestiones
siguen siendo apremiantes, y en los últimos siglos numerosos teóricos se han
esforzado por responderlas de forma más literal y sistemática.
Esta búsqueda no es sólo fruto de la curiosidad, ni sólo de la esperanza de
demostrar que las normas son innecesarias, aunque estos dos motivos son a menudo
muy fuertes. Quizás esta búsqueda deriva, ante todo, de conflictos en el seno de la
propia ética o moralidad (para los fines tan generales de este artículo no voy a
distinguir entre ambos términos). En cualquier cultura, los deberes aceptados entran a
veces en conflicto, y son precisos principios más profundos y generales para arbitrar
entre ellos. Se busca así 1a razón de las diferentes normas implicadas, y se intenta
sopesar recíprocamente estas razones. A menudo esta búsqueda obliga a buscar, con
carácter aún más amplio, un árbitro supremo la razón de la moralidad sin más.
Esta es la razón por la que resulta tan compleja nuestra pregunta inicial. Preguntar
de dónde proviene la ética no es como preguntar lo mismo acerca de los meteoritos.
Es preguntar por qué actualmente hemos de obedecer sus normas (de hecho, las
normas no agotan la moralidad, pero por el momento vamos a centrarnos en ellas,
porque son a menudo el elemento donde surgen los conflictos). Para responder a esta
cuestión es preciso imaginarse cómo habría sido la vida sin normas, e inevitablemente
esto suscita interrogantes acerca del origen. La gente tiende a mirar hacia atrás,
preguntándose si existió en alguna ocasión un estado «inocente» y libre de conflictos
en el que se impusieron las normas, un estado en el que no se necesitaban normas,
quizás porque nadie quiso nunca hacer nada malo. Y entonces se preguntan «¿cómo
llegamos a perder esta condición pre-ética?; ¿podemos volver a ella?». En nuestra
propia cultura, dos respuestas radicales a estas cuestiones han encontrado una amplia
aceptación. La primera -que procede principalmente de los griegos y de Hobbes-
explica la ética simplemente como un mecanismo de la prudencia egoísta; su mito de
origen es el contrato social. Para esta concepción, el estado pre-ético es un estado de
soledad y la catástrofe primitiva tuvo lugar cuando las personas comenzaron a
reunirse. Tan pronto se reunieron, el conflicto fue inevitable y el estado de naturaleza
fue entonces, según expresa Hobbes, «una guerra de todos contra todos» (Hobbes,
1651, Primera Parte, cap. 13, pág. 64) aun si, como insistió Rousseau, de hecho no
habían sido hostiles unos con otros antes de chocar entre sí (Rousseau, 1762, págs.
188, 194; 1754, Primera Parte). La propia supervivencia, y más aún el orden social,
sólo resultaron posibles mediante la formación de normas estipuladas mediante un
trato a regañadientes (por supuesto este relato solía considerarse algo simbólico, y no
una historia real). La otra explicación, la cristiana, explica la moralidad como nuestro
intento necesario por sintonizar nuestra naturaleza imperfecta con la voluntad de Dios.
Su mito de origen es la Caída del hombre, que ha generado esa imperfección de
nuestra naturaleza, del modo descrito -una vez más simbólicamente- en el libro del
Génesis.
En un mundo confuso, siempre se acepta de buen grado la simplicidad, por lo cual
no resulta sorprendente la popularidad de estos dos relatos. Pero en realidad los
relatos sencillos no pueden explicar hechos complejos, y ya ha quedado claro que
ninguna de estas dos ambiciosas fórmulas puede responder a nuestros interrogantes.
El relato cristiano, en vez de resolver el problema lo desplaza, pues aún tenemos que
saber por qué hemos de obedecer a Dios. Por supuesto la doctrina cristiana ha dicho
mucho sobre esto, pero lo que ha dicho es complejo y no puede mantener su atractiva
simplicidad tan pronto como se plantea la cuestión relativa a la autoridad. No puedo
examinar aquí con más detalle las muy importantes relaciones entre ética y religión
(véase el artículo 46, «¿Cómo puede depender la ética de la religión?»). Lo importante
es que esta respuesta cristiana no deduce simplemente de forma ingenua nuestra
obligación de obedecer a Dios de su posición como ser omnipotente que nos ha
creado -una deducción que no le conferiría autoridad moral. Si nos hubiese creado un
ser malo para malos fines, no pensaríamos que tenemos el deber de obedecer a ese
ser, dictase lo que dictase la prudencia. La idea de Dios no es simplemente la idea de
un ser semejante, sino que cristaliza toda una masa de ideales y normas muy
comple~as subyacentes a las normas morales y que le dan su significado. Pero
precisamente nos interrogamos por la autoridad de estos ideales y normas, con lo que
la cuestión sigue abierta.
2. La seducción del egoísmo y el contrato social
La idea de que la ética es en realidad simplemente un contrato basado en la prudencia
egoísta es efectivamente mucho más sencilla, pero por esa misma razón resulta
excesivamente poco realista para explicar la verdadera complejidad de la ética. Puede
ser que una sociedad de egoístas prudentes perfectamente congruentes, si existió
alguna vez, inventase las instituciones de aseguramiento recíproco muy parecidas a
muchas de las que encontramos en las sociedades humanas reales. Y sin duda es
verdad que estos egoístas cuidadosos evitarían muchas de las atrocidades que
cometen los seres humanos reales, porque la imprudencia e insensatez humanas
aumentan constantemente y de forma considerable los malos efectos de nuestros
vicios.
Pero esto no puede significar que la moralidad, tal y cual existe realmente por doquier,
sólo deriva de este autointerés calculador. Son varias las razones por las cuales esto
no es posible, pero sólo voy a citar dos (para la consideración más detallada de la
cuestión véase el artículo 16, «El egoísmo»).
1) La primera se basa en un defecto obvio del ser humano. Las personas simplemente
no son tan prudentes ni congruentes como implicaría esta narración. Incluso la misma
moderada dosis de conducta deliberadamente decente que encontramos realmente en
la vida humana no sería posible si se basase exclusivamente en estos rasgos.
2) La segunda es una gama igualmente conocida de buenas cualidades humanas. Es
obvio que las personas que se esfuerzan por comportarse decentemente a menudo
están animadas por una serie de motivos bastante diferentes, directamente derivados
de la consideración de las exigencias de los demás. Actúan a partir del sentido de la
justicia, por amistad, lealtad, compasión, gratitud, generosidad, simpatía, afecto
familiar, etc. unas cualidades que se reconocen y honran en la mayoría de las
sociedades humanas.
En ocasiones, los teóricos del egoísmo como Hobbes explican esto diciendo que estos
supuestos motivos no son reales, sino sólo nombres vacíos. Pero es difícil comprender
cómo pudieron haberse inventado estos nombres, y ganar curso, por motivos
inexistentes. Y aún resulta más intrigante cómo pudo haber pretendido alguien
conseguir sentirse animado por ellos.
He citado de entrada esta explicación egoísta porque, a pesar de sus manifiestos
defectos, en la actualidad tiene una gran influencia. Modernamente, es muy probable
que cuando la gente se interroga por el origen de la ética utilice irreflexivamente este
lenguaje. Por lo general plantean la interrogación al estilo de Hobbes, a saber:
«¿Cómo llegó una sociedad original de egoístas a cargarse de normas que exigen la
consideración de los demás?» A medida que avancemos resultarán más claras las
paralizantes dificultades de que está plagada esta concepción.
3. Argumentos morales y fácticos
Se nos podría pedir que aceptásemos el individualismo extremo por razones
estrictamente científicas, como un hallazgo fáctico, con lo que sería un fragmento de
información sobre cómo están realmente constituidos los seres humanos. En la
actualidad, la forma más habitual de esta argumentación se basa en la idea de
evolución, de todas las especies, mediante la «supervivencia de los más aptos» en
una competencia feroz entre individuos. Se afirma que ese proceso ha configurado a
los individuos como átomos sociales aislados y totalmente egoístas. A menudo esta
imagen se considera basada directamente en la evidencia, siendo -al contrario que
todos los primitivos relatos acerca del origen- no un mito sino una explicación
totalmente científica.
Deberíamos mostrarnos escépticos hacia esta pretensión. En la forma tosca que
acabamos de citar, el mito pseudo-darwiniano contiene al menos tanto simbolismo
emotivo de ideologías actuales y tanta propaganda en favor de ideales sociales
limitados y contemporáneos como su antecesora, la narración del contrato social.
También incorpora algunas pruebas y principios verdaderamente científicos, pero
ignora y distorsiona mucho más de lo que utiliza. En particular, se aleja de la ciencia
actual en dos cuestiones: primero, su noción de competencia fantasiosa e
hiperdramatizada, y segundo, el extraño lugar predominante que otorga a nuestra
propia especie en el proceso evolutivo.
1) Es esencial distinguir el simple hecho de tener que «competir» de los complejos
motivos humanos que la ideología actual considera idóneos para los competidores.
Puede decirse que dos organismos cualesquiera están «en competencia» si ambos
necesitan o desean algo que no pueden obtener simultáneamente. Pero no actúan
competitivamente a menos que ambos lo sepan y respondan intentando
deliberadamente derrotar al otro. Como la abrumadora mayoría de los organismos son
vegetales, bacterias, etc.. que no son siquiera conscientes, la posibilidad misma de
una competencia deliberada y hostil es extremadamente rara en la naturaleza.
Además, tanto a nivel consciente como inconsciente, todos los procesos vitales
dependen de una base inmensa de cooperación armoniosa, necesaria para elaborar el
sistema complejo en el que resulta posible cl fenómeno mucho más raro de la
competencia. La competencia existe realmente, pero es necesariamente limitada. Por
ejemplo, los vegetales de un ecosistema particular existen normalmente en
interdependencia tanto entre sí como con los animales que se los comen, y estos
animales son igualmente interdependientes entre sí y con respecto a sus predadores.
Si en realidad hubiese habido una «guerra de todos contra todos» natural, nunca
hubiese llegado a formarse la biosfera. Por ello no es sorprendente que la vida
consciente, que ha surgido en un contexto semejante, opere de hecho de forma
mucho más cooperante que competitiva. Y cuando dentro de poco consideremos la
motivación de los seres sociales, veremos claramente que las motivaciones de
cooperación proporcionan la estructura principal de su conducta.
2) Muchas versiones populares del mito pseudo-darwiniano (aunque no todas)
presentan el proceso evolutivo corno una pirámide o escalera que existe con la
finalidad de crear en su vértice al SER HUMANO, y en ocasiones programada para
seguir desarrollándolo hasta un lejano «punto omega» que glorificará más los ideales
humanos contemporáneos de Occidente. Esta idea carece de base en la verdadera
teoría biológica actual (Midgley, 1985). La biología actual describe de manera bastante
diferente las formas de vida, unas formas que se difunden, según el modelo esbozado
por Darwin en el Origen de las especies, a modo de arbustos, a partir de un origen
común hasta llenar los nichos existentes, sin una especial dirección «ascendente». La
imagen de la pirámide fue propuesta por J.B. Lamarck y desarrollada por Teilhard de
Chardin y no pertenece a la ciencia moderna sino a la metafísica tradicional. Lo cual
por supuesto no la refuta. Pero como las Ideas de la naturaleza humana asociadas a
ella se han considerado por lo general científicas», esta cuestión tiene importancia
para nuestra valoración de estas concepciones, y su relación con nuestros
interrogantes acerca del origen de la ética.
4. Las fantasías dualistas
Estas cuestiones han empezado a parecer más difíciles desde que se acepto. de
forma general que nuestra especie surgió de otras a las que clasificamos de meros
«animales». En nuestra cultura comúnmente se ha considerado la barrera de la
especie también como el límite del ámbito moral, y se han construido doctrinas
metafísicas para proteger este límite. Al contrario que los budistas, los cristianos han
creído que sólo los seres humanos tienen alma, la sede de todas las facultades que
honramos. Se consideré así degradante para nosotros cualquier insistencia en la
relación entre nuestra especie y otras, lo que parecía sugerir que nuestra espiritualidad
«realmente» sólo era un conjunto de reacciones animales. Esta idea de animalidad
como principio foráneo ajeno al espíritu es muy antigua, y a menudo se ha utilizado
para dramatizar los conflictos psicológicos como la lucha entre las virtudes y «la bestia
interior». El alma humana se concibe entonces como un intruso aislado en el cosmos
físico, un extraño lejos de su hogar.
Este dualismo tajante y sencillo fue importante para Platón y también para el
pensamiento cristiano primitivo. Probablemente hoy tiene mucha menos influencia. Su
actitud despectiva hacia los motivos naturales no ha superado la prueba del tiempo, y
además su formulación teórica se enfrenta a enormes dificultades para explicar la
relación entre el alma y el cuerpo. Sin embargo, parece seguir utilizándose el dualismo
como marco de base para determinadas cuestiones, en especial nuestras ideas
acerca de los demás animales. Frente a Platón, Aristóteles propuso una metafísica
mucho menos divisoria y más reconciliadora para reunir los diversos aspectos tanto de
la individualidad humana como del mundo exterior. Santo Tomás siguió este camino, y
el pensamiento reciente ha seguido en general por él. Pero este enfoque más monista
ha encontrado grandes dificultades para concebir cómo pudieron desarrollarse
realmente los seres humanos a partir de animales no humanos. El problema era que
estos animales se concebían como símbolos de fuerzas antihumanas, y en realidad a
menudo como vicios encarnados (lobo, cerdo, cuervo). Hasta que se puso en cuestión
esta idea, sólo parecían abiertas dos alternativas: o bien una concepción depresiva y
devaluadora de los seres humanos como unos seres «no mejores que los demás
animales» o bien una concepción puramente ultramundana de los hombres como
espíritus insertados durante el proceso evolutivo en unos cuerpos apenas relacionados
con ellos (véase Midgley, 4979, cap. 2).
Aquí surgen las dos sencillas ideas acerca del origen de la ética antes citadas. Según
el modelo del contrato social todos los seres animados eran por igual egoístas, y los
seres humanos sólo se distinguían en su inteligencia de cálculo: fueron meramente los
primeros egoístas ilustrados. En cambio, según la concepción religiosa, la inserción
del alma introdujo, de golpe, no sólo la inteligencia sino también una amplia gama de
nuevas motivaciones, muchas de ellas altruistas. Para desazón de Darwin, su
colaborador A. R. Wallace adoptó esta segunda concepción, afirmando que Dios debió
de haber añadido el alma a cuerpos de primates incipientes por intervención milagrosa
durante el curso de la evolución. Y en la actualidad, incluso pensadores no religiosos
ensalzan las facultades humanas tratándolas como algo de especie totalmente
diferente a las de los demás animales, de una forma que parece reclamar un origen
diferente y no terrestre. Incluso en ocasiones se invocan con aparente seriedad relatos
de ciencia ficción acerca de una derivación de algún lejano planeta, al objeto de cubrir
esta supuesta necesidad.
5. Las ventajas de la etología
Sin embargo, hoy día podemos evitar ambas alternativas malas simplemente
adoptando una concepción mas realista y menos mítica de los animales no humanos.
Finalmente en nuestra época se ha estudiado sistemáticamente su conducta, con lo
que se ha divulgado considerablemente la compleja naturaleza de la vida social de
muchos pájaros y mamíferos. En realidad mucha gente la conocía desde antiguo,
aunque no utilizaron ese conocimiento al considerar a los animales como
encarnaciones del mal. Así, hace dos siglos Kant escribió lo siguiente: «cuanto más
nos relacionamos con los animales más los queremos, al constatar lo mucho que
cuidan de sus crías. Entonces nos resulta difícil ser crueles imaginariamente incluso
con un lobo».
Rasgos sociales como el cuidado parental, el aprovisionamiento de alimentos en
cooperación y las atenciones recíprocas muestran claramente que, de hecho, estos
seres no son egoístas brutos y excluyentes sino seres que han desarrollado las fuertes
y especiales motivaciones necesarias para formar y mantener una sociedad sencilla.
La limpieza recíproca, la eliminación mutua de parásitos y la protección mutua son
conductas comunes entre los mamíferos sociales y los pájaros. Éstos no han creado
estos hábitos utilizando aquellos poderes de cálculo egoísta prudencial que el relato
del contrato social considera el mecanismo necesario para semejante hazaña, pues no
los poseen. Los lobos, castores y grajillas así como otros animales sociales, incluidos
nuestros familiares primates, no construyen sus sociedades mediante un cálculo
voluntario a partir de un «estado de naturaleza» hobbesiano, de una guerra original de
todos contra todos. Son capaces de vivir juntos, y en ocasiones de cooperar en
señaladas tareas de caza, construcción, protección colectiva o similares, sencillamente
porque tienen una disposición natural a amarse y confiar los unos en los otros.
Este afecto resulta evidente en la inequívoca sensación de desgracia de cualquier
animal social, desde un caballo o un perro a un chimpancé, mantenido en aislamiento.
Aun cuando a menudo éstos se ignoran mutuamente y en determinadas circunstancias
compiten entre si y se atacan, lo hacen sobre una base más amplia de aceptación
amistosa. El cuidado solícito de las crías, que a veces llega a suponer la verdadera
renuncia al alimento, está generalizado y a menudo lo comparten otros congéneres
auxiliadores además de los padres (quizás puede considerarse el núcleo original de la
moralidad>. Algunos animales, en especial los elefantes, adoptan huérfanos. Es
común la defensa de los débiles por los fuertes, y hay numerosos ejemplos
confirmados de casos en los que los defensores han entregado su vida. En ocasiones
se alimenta a los pájaros viejos y desvalidos y a menudo se observa una ayuda
recíproca entre amigos. Actualmente todo esto no es una cuestión folclórica, sino de
registros detallados, sistemáticos y bien investigados. Sin duda sobran razones para
aceptar que en esta cuestión los seres humanos se parecen mucho a sus familiares
más próximos (véase Konner, 1982, para la evidencia antropológica al respecto).
6. Dos objeciones
Antes de examinar el vínculo entre estas disposiciones naturales y la moralidad
humana hemos de considerar dos posibles objeciones ideológicas contrarias a este
enfoque. En primer lugar está la tesis conductista de que los seres humanos carecen
de disposiciones natura/es, y no son sino papel en blanco al nacer, y la réplica
sociobiológica de que existen realmente disposiciones sociales> pero todas ellas son
en cierto sentido «egoístas» (los lectores no interesados por estas ideologías pueden
saltarse esta exposición).
1) Creo que la tesis conductista siempre fue una exageración obvia. La idea de un
infante puramente pasivo y carente de motivaciones nunca tuvo sentido. Esta
exageración tenía un impulso moral serio: a saber, rechazar ciertas ideas peligrosas
sobre la naturaleza de estas tendencias innatas, ideas que se utilizaron para justificar
instituciones como la guerra, el racismo y la esclavitud. Pero éstas eran
representaciones erróneas e ideológicas de la herencia humana. Ha resultado mucho
mejor atacarías en su propio terreno, sin las incapacitantes dificultades que supone
adoptar un relato tan poco convincente como el de la teoría del papel en blanco.
2) Por lo que respecta a la sociobiología, el problema es en realidad de
terminología. Los sociobiólogos utilizan la palabra «egoísta» de forma bastante
extraordinaria en el sentido, aproximadamente, de «promotor de los genes»; «con
probabilidades de aumentar la supervivencia y difusión futura de los genes de un
organismo». Lo que dicen es que los rasgos realmente transmitidos en la evolución
deben ser los que desempeñen esta labor, lo cual es verdad. Sin embargo, al utilizar el
lenguaje del «egoísmo» inevitablemente vinculan esta inocua idea con el mito pseudo-
darwiniano egoísta y aun poderoso, pues el término egoísta constituye totalmente una
descripción de motivos -y no sólo de consecuencias- con el significado central
negativo de alguien que no se preocupa de los demás. En ocasiones los sociobiólogos
señalan que éste es un uso técnico del término, pero casi todos ellos se ven influidos
por su significado normal y empiezan a predicar el egoísmo de forma tan fervorosa
como Hobbes (véase Wilson, 1975, Midgley, 1979-véase Wilson en el índice- y
Midgley, 1985, cap. 14).
7. Sociabilidad, conflicto y los orígenes de la moralidad
Una vez dicho algo en respuesta a las objeciones a la idea de que los seres humanos
tienen disposiciones sociales naturales, nos preguntamos a continuación ¿qué relación
tienen estas disposiciones con la moralidad? Estas disposiciones no la constituyen,
pero ciertamente aportan algo esencial para hacerla posible. ¿Proporcionan quizás,
por así decirlo, la materia prima de la vida moral -las motivaciones generales que
conducen hacia ella y la orientan mas o menos- precisando además la labor de la
inteligencia y en especial del lenguaje para organizarla, para darle forma? Darwin
esbozó una sugerencia semejante, en un pasaje notable que utiliza ideas básicas de
Aristóteles, Hume y Kant (Darwin, 1859, vol. 1, Primera parte, cap. 3). Hasta la fecha
se ha prestado poca atención a este pasaje al aceptarse de forma generalizada las
versiones del ruidoso mito pseudo-darwiniano como el único enfoque evolutivo de la
ética).
Según esta explicación, la relación de los motivos sociales naturales con la moralidad
sería semejante a la de la curiosidad natural con la ciencia, o entre el asombro natural
y la admiración del arte. Los afectos naturales no crean por sí solos normas; puede
pensarse que, en realidad, en un estado inocente no serían necesarias las normas.
Pero en nuestro imperfecto estado real, estos afectos a menudo chocan entre si, o
bien con otros motivos fuertes e importantes. En los animales no humanos, estos
conflictos pueden zanjarse sencillamente mediante disposiciones naturales de
segundo orden. Pero unos seres que reflexionamos tanto sobre nuestra vida y sobre la
de los demás, como hacemos los humanos, tenemos que arbitrar de algún modo estos
conflictos para obtener un sentido de la vida razonablemente coherente y continuo.
Para ello establecemos prioridades entre diferentes metas, y esto significa aceptar
principios o normas duraderas (por supuesto no está nada claro que los demás
animales sociales sean totalmente irreflexivos, pues gran parte de nuestra propia
reflexión es no verbal, pero no podemos examinar aquí su situación). (Sobre la muy
compleja situación de los primates, véase Desmond, 1979.)
Darwin ilustró la diferencia entre la condición reflexiva y no reflexiva en el caso de la
golondrina, que puede abandonar a las crías que ha estado alimentando
aplicadamente sin la menor duda aparente cuando emigra su bandada (Darwin, 1859,
págs. 84, 90). Según señala Darwin, un ser bendecido o maldito con una memoria
mucho mayor y una imaginación más activa no podría hacerlo sin un conflicto
agonizante. Y existe una diferencia muy interesante entre los dos motivos implicados.
Un impulso que es violento pero temporal -en este caso emigrar- se opone a un
sentimiento habitual, mucho más débil en cualquier momento pero más fuerte por
cuanto es mucho más persistente y está más profundamente arraigado en el carácter.
Darwin pensó que las normas elegidas tenderían a arbitrar en favor de los motivos
más leves pero más persistentes, porque su violación produciría más tarde un
remordimiento mucho más duradero e inquietante.
Así pues, al indagar la especial fuerza que posee «la imperiosa palabra debe» (pág.
92) apuntó al choque entre estos afectos sociales y los motivos fuertes pero
temporales que a menudo se oponen a ellos. Llegó así a la conclusión de que los
seres inteligentes intentarían naturalmente crear normas que protegiesen la prioridad
del primer grupo. Por ello consideró extraordinariamente probable que «un animal
cualquiera, dotado de acusados instintos sociales, inevitablemente se formaría un
sentido o conciencia moral tan pronto como sus facultades intelectuales se hubiesen
desarrollado tan bien, o casi, como en el hombre» (pág. 72). Así pues, «los instintos
sociales -el primer principio de la constitución moral del hombre- condujeron
naturalmente, con la ayuda de facultades intelectuales activas y de los efectos del
hábito, a la Regla de Oro, "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti",
que constituye el fundamento de la moralidad» (pág. 106).

8. El problema de la parcialidad
¿En qué medida es esto convincente? Por supuesto no podemos comprobar
empíricamente la generalización de Darwin; no nos hemos comunicado lo
suficientemente bien con ninguna especie no humana que reconozcamos
suficientemente inteligente (por ejemplo, podría ser inmensamente útil que
pudiésemos oír algo de las ballenas...). Simplemente hemos de comparar los casos.
¿En qué medida parecen aptos estos rasgos de otros animales sociales para aportar
material que pudiese llegar a formar algo como la moralidad humana?
Algunos críticos los descartan por completo porque se dan episódicamente, y su
incidencia está muy sesgada en favor de la parentela más cercana. Pero este mismo
carácter episódico y este mismo sesgo hacia la parentela subsisten en cierta medida
(a menudo de forma muy poderosa) en toda la moralidad humana. Son muy fuertes en
las pequeñas sociedades de cazadores-recolectores que parecen más próximas a la
condición humana original. Las personas que han crecido en circunstancias
semejantes por lo general están rodeadas -igual que lo están los lobos o chimpancés
jóvenes- de otras que realmente son su parentela, con lo que la actitud normal que
adoptan hacia quienes les rodean es, en diversos grados, una actitud que hace posible
una preocupación y simpatía más amplias.
Pero es importante señalar que este sesgo no se extingue, que ni siquiera se vuelve
acusadamente más débil, con el desarrollo de la civilización. En nuestra propia cultura
está totalmente activo. Si unos padres modernos no prestasen más cuidado y afecto a
sus propios hijos que a todos los demás, serian considerados monstruos. De forma
bastante natural invertimos libremente nuestros recursos en satisfacer incluso las
necesidades menores de nuestros familiares cercanos y amigos antes de considerar
incluso las necesidades graves de los de fuera. Nos resulta normal que los padres
gasten más dinero en juguetes para sus hijos de lo que dedican anualmente en ayudar
a los necesitados. Cierto es que la sociedad humana dedica algunos recursos a los
que están fuera, pero al hacerlo parte del mismo fuerte sesgo hacia la parentela que
impera en las sociedades animales.
Esta misma consideración vale para otra objeción paralela que a menudo se opone a
concebir a la sociabilidad animal como posible origen de la moralidad, a saber el sesgo
hacia la reciprocidad. Cierto es que si estuviéramos tratando de egoístas calculadores,
la mera devolución de beneficios a aquellos que anteriormente los habían otorgado
podría no ser otra cosa que un trato prudente. Pero una vez más en todas las
moralidades humanas existentes esta transacción se manifiesta de forma bastante
diferente, no tanto como un seguro de futuro sino como un agradecimiento justo por la
amabilidad mostrada en el pasado, y como algo que se sigue naturalmente del afecto
asociado. No hay razones por las que esto no pueda ser igualmente cierto respecto a
otros animales sociales.
Es verdad que estos sesgos restrictivos tienen que corregirse sistemáticamente -y
gradualmente son corregidos- mediante el reconocimiento de obligaciones mas
amplias a medida que se desarrolla la moralidad humana (véase Singer, 1981). Sin
embargo, esta ampliación es sin duda la aportación de la inteligencia humana, que
gradualmente crea horizontes sociales más amplios al crear las instituciones. No es ni
puede ser un sustituto de los propios afectos naturales originales. Es de esperar una
cierta restricción de estos afectos, pues en la evolución han desempeñado la función
esencial de hacer posible el aprovisionamiento esforzado y solicito de los más
pequeños. Esto no se podría haber hecho efectivamente si todos los padres hubiesen
cuidado tanto de cualquier bebé como cuidaron de los propios. En este régimen
fortuito e imparcial probablemente hubiesen sobrevivido pocos bebés afectuosos. Así,
según señalan correctamente los sociobiólogos, las disposiciones altruistas
hereditarias no se transmiten fácilmente a menos que hagan posible un aumento de la
supervivencia de los propios descendientes del altruista, que comparten el gen que los
originó. Pero cuando esto sucede, es posible que estos rasgos se desarrollen y
difundan mediante la «selección del parentesco», de una forma que no parecía
imaginable según el modelo más antiguo y tosco que sólo contemplaba la
competencia por la supervivencia entre individuos.
9. ¿Es reversible la moralidad?
Así pues, si el carácter restrictivo de estas disposiciones no las descalifica como
materia esencial para el desarrollo de la moralidad, ¿resulta convincente la imagen de
Darwin? Sin duda tiene gran fuerza su idea de que lo que hace necesaria la moralidad
es el conflicto -pues un estado armónico «inocente» no la necesitaría. Si esto es
correcto, la idea de «amoralismo», es decir la propuesta de liberarse de la moralidad
(Nietzsche, 1886, 1, sec. 32) supondría convertir de algún modo a todos en seres
libres de conflicto. Pero si no se consigue esto necesitamos reglas de prioridad, no
sólo porque hacen más fácil la sociedad, ni siquiera sólo para hacerla posible, sino
también más profundamente para evitar la recaída individual en estados de
desamparo y confusión plagada de conflicto. En cierto sentido éste es «el origen de la
ética» y nuestra búsqueda no tiene que llevarnos más lejos.
Sin embargo puede parecer menos claro cuál es el tipo de prioridades que estas
normas tienen que expresar. ¿Tiene Darwin razón al esperar que éstas favorezcan en
conjunto los afectos sociales, y confirmen la Regla de Oro? ¿O bien éste es sólo un
prejuicio cultural? ¿Podría encontrarse una moralidad que fuese la imagen invertida de
la nuestra, y que tuviese nuestras virtudes como vicio y nuestros vicios como virtudes
y que exigiese en general que hagamos a los demás lo que menos nos gustaría que
nos hiciesen a nosotros (una idea a la que también Nietzsche en ocasiones quiso dar
cabida)?
Por supuesto es verdad que las culturas varían enormemente, y desde la época de
Darwin hemos cobrado mayor conciencia de esa variación. Pero los antropólogos, que
prestaron un gran servicio al mundo al demostrar esa variabilidad, hoy día señalan que
no debe exagerarse (Konner, 1982; Mead, 1956). Diferentes sociedades humanas
tienen muchos elementos estructurales profundos en común. De no ser así, no sería
posible la comprensión mutua, y apenas hubiese resultado posible la antropología.
Entre estos elementos, el tipo de consideración y simpatía hacia los demás que se
generaliza en la Regla de Oro desempeña un papel básico, y si nos preguntamos si
puede existir una cultura sin esta actitud tendríamos verdaderas dificultades para
imaginar como podría considerarse una cultura semejante. Ciertamente el mero terror
mutuo de solitarios egoístas en coexistencia que invocó Hobbes para su contrato
social nunca podría crear una cultura. Las normas, ideales, gustos y prioridades
comunes que hacen posible una moralidad común se basan en goces y penas
compartidos y todos requieren una simpatía activa. La moralidad no sólo necesita
conflictos sino la disposición y la capacidad a buscar soluciones compartidas a éstos.
Al igual que el lenguaje, parece ser algo que sólo pudo darse entre seres naturalmente
sociales (para un examen más detallado de los elementos comunes de la cultura
humana, véase el artículo 2, «La ética de las sociedades pequeñas»).
10. Conclusión
Esta presentación del origen de la ética pretende evitar, por una parte, las
abstracciones no realistas y reduccionistas de las teorías egoístas, y por otra parte la
jactancia irreal y moralizante que tiende a hacer que parezca incomprensible el origen
de los seres humanos como especie terrenal de primates, y que desvincula la
moralidad humana de todo lo característico de OtroS animales sociales. Siempre es
falaz (la «falacia genética») identificar cualquier producto con su origen, por ejemplo
decir «que en realidad la flor no es más que lodo organizado». (fin de la selección)

Concepto de Etica
Ética (Etimología)
Término que procede del griego ethos, cuyo significado originario hacía referencia a
las costumbres. Sin embargo, pronto adquirió una nueva significación filosófica,
designando el ‘carácter’ y el ‘modo de ser’ de un individuo, en cuanto ellos habían
sido adquiridos por la educación, las costumbres y los hábitos de la sociedad en la que
vivía. Con la aparición de los primeros filósofos que reflexionaron sobre las normas
morales (los sofistas y Sócrates), el término pasó a designar la disciplina del saber que
versaba sobre la virtud y la justicia. Este es el significado que se le otorga hasta hoy
Actualmente, el concepto ‘ética’ hace referencia a la reflexión sobre el deber y a la
justificación de por qué deben ser consideradas buenas o malas (justas o injustas)
ciertas acciones. Desde un punto de vista científico, la ética es la:
Disciplina de la filosofía que reflexiona sobre cuáles son los principios teóricos
que fundamentan los valores y las normas morales.
También se designa con el término ‘ética’ al estudio de los distintos sistemas morales
que han sido elaborados a lo largo de la historia del pensamiento. En el lenguaje
cotidiano es frecuente utilizar como sinónimos los conceptos de ‘ética’ y de ‘moral’. Sin
embargo, desde el punto de vista filosófico, muchos autores establecen una distinción
importante entre ellos dos:
mientras la ética sería una reflexión teórica (racional) sobre los fundamentos o
principios en los que se inspiran las normas morales concretas, la moral, en cambio,
designaría al conjunto de normas y valores que una determinada colectividad
considera -en un momento histórico concreto- como justos o correctos, es decir, como
pautas del comportamiento virtuoso.
En el siglo V a.C. se inició un debate teórico acerca del alcance de las normas éticas,
debate que no ha sido resuelto hasta el día de hoy. Mientras los sofistas defendían
que todas las normas morales eran relativas y, por
lo tanto, únicamente válidas para una sociedad histórica concreta, otros filósofos como
Sócrates o Platón creyeron en el carácter universal de las normas éticas, apelando a
la existencia de una racionalidad humana que nos permitía conocer los fundamentos
de las leyes naturales. A lo largo de la historia de la filosofía, muchas corrientes y
pensadores han defendido el relativismo moral, mientras que otras corrientes han
argumentado a favor de la ley natural o de la posibilidad de alcanzar, mediante la
racionalidad y el consenso entre todos los seres humanos, un código de conducta
mínimo que regule nuestras normas morales.
Definición y caracterización de la Moral
Procede del término latino ‘mos-moris’, que significa ‘costumbres’ y también ‘modo de
ser’, en el sentido de que el carácter se adquiere a través de las costumbres y de los
hábitos de conducta. De una manera muy general, podemos definirla como:
"las normas y comportamientos justos y conformes al deber que una sociedad o un
grupo humano acepta como válidos en un instante histórico determinado".
En el lenguaje cotidiano es frecuente utilizar la palabra moral como sinónimo de ética.
Sin embargo, la tradición filosófica suele distinguir entre ellas, aunque no de una
manera muy precisa. Así, la ética trata de las reflexiones teóricas acerca de qué es el
deber y por qué razones deben ser considerados como justos o injustos ciertos actos.
En cambio, la moral sería el conjunto de normas concretas que llevan a la práctica real
la reflexión ética. De aquí que muchos pensadores afirmen que la moral no es más
que ética aplicada.
Algunos rasgos que definen a la moral son: 1- Está basada en las acciones prácticas,
aunque estas procedan de una reflexión ética previa. 2.- Sus normas se expresan en
imperativos morales (haz esto, no hagas aquello) que dictan cuál es nuestro deber. 3-
Sus mandatos exigen cumplimiento por respeto al deber. De ahí que las acciones
morales provoquen responsabilidad, es decir, obligación a responder moralmente de
los propios actos. Ahora bien, para que exista responsabilidad moral son necesarios,
entre otros, los siguientes elementos: conocimiento de lo que se hace y de las
consecuencias que puede tener la acción, voluntariedad, si existió libertad de acción y
el carácter bueno o malo de las intenciones que se querían lograr con el acto.
El filósofo José Luis Aranguren distingue entre:

Moral como estructura: el hombre posee una dimensión moral que lo constituye
como hombre. Esta dimensión surgió históricamente durante el proceso de
humanización (adquisición del pensamiento y la cultura en las primeras sociedades
humanas). Por tanto, todos los seres humanos tienen moral.
Moral como contenido: el conjunto de normas concretas que forman un código moral
determinado. Cada civilización suele tener un código moral propio que se diferencia
del de otras civilizaciones. El hecho de que algunos valores morales sean diferentes,
no debe evitar la búsqueda de un código moral mínimo que sea respetado en todos los
lugares del mundo. Ésa es la función que se otorga a los Derechos Humanos.
Desde el punto de vista de la moral, un hecho debe ser considerado bueno o malo
atendiendo a los conceptos de bien y de mal moral. Estos conceptos son elaborados
por la llamada conciencia moral, que consiste en la capacidad que posee el ser
humano de juzgar sus actos y los de los demás en relación a si son o no justos.
1
Ética y Valores
Los valores, forman parte de los objetos, acciones y actitudes que el ser humano
persigue por considerarlos valiosos. Dentro de este rubro se encuentran:
La salud, la riqueza, el poder, el amor, la virtud, la belleza, la inteligencia, la cultura,
etc. En fin, todo aquello que en un momento, deseamos o apreciamos.
La clasificación de los valores en una escala preferencial, está a cargo de la disciplina
denominada: "Axiología, o Teoría de los Valores".
La Axiología es una rama de la Ética, la cual a su vez, depende de la Filosofía.
Por otra parte, los principios son aquellos valores que recibimos en la primera infancia.
Inculcados por nuestros padres, maestros, religiosos y por la sociedad. Estos valores
no los cuestionamos, pues forman parte de la esencia misma del criterio y de la
conciencia individual.
La moral y la ética, son disciplinas normativas que definen el bien y el mal, y que nos
encaminan hacia el primero. Sin embargo son diferentes en lo siguiente:
La Ética se basa en la razón, y depende de la filosofía.
La Moral se apoya en las costumbres, y la conforman un conjunto de elementos
normativos, que la sociedad acepta como válidos.
Para apreciar mas claramente los anteriores conceptos, se pueden colocar en una
línea y pongamos en el primer renglón, del lado izquierdo a la Ética y los valores. Y del
lado derecho, a la moral y los principios.
1 Este tema será desarrollado más adelante

Criterios para diferenciar -COLUMNA 1 COLUMNA 2


AUTORIDAD YO LA SOCIEDAD
NORMATIVIDAD ÉTICA MORAL
AXIOLOGIA VALORES PRINCIPIOS
RESPUESTA RACIONAL DOGMÁTICA
ACTITUD TOLERANTE INTRANSIGENTE
JUICIOS DE VALORES RELATIVISTA FUNDAMENTALISTA

A primera vista parecerá que en ambas columnas se dan aspectos similares, pues
tanto la Ética como la Moral, son disciplinas normativas que buscan el bien personal y
colectivo. Y los principios y los valores son los objetivos de las mismas.
Sin embargo hay un factor que distingue a los elementos de un lado de la línea, con
los del lado opuesto. Y ese factor es el concepto de "Autoridad".
Si repasamos mentalmente la identidad de la Moral, caemos en cuenta que está
definida por una enorme mezcla de elementos normativos. Entre ellos destacan: La
Religión, las costumbres, la ley, los ritos sociales, las buenas maneras, etc. ¿ Y quien
es la autoridad que dicta las anteriores normas ?. Referente a la Religión es Dios. A
través de la jerarquía eclesiástica, o de las escrituras, o de la tradición. Con respecto a
las costumbres, es la sociedad. Las leyes, ritos y buenas costumbres son definidas
también por la sociedad. Por sociedad se refiere únicamente a los sectores dirigentes
de la misma. Pues las mayorías tienen escasa influencia, en la definición de los
rumbos y los criterios normativos. Por otra parte, la Ética tiene como única autoridad,
el juicio racional de cada uno de nosotros.
El segundo renglón:
Debajo del concepto Ética, aparecen los valores. Y abajo de la Moral, encontramos
los principios.
De la Ética se desprenden un grupo de Valores, que son apreciaciones racionales de
la bondad de las cosas. Estos elementos no son inmutables, pues generalmente los
modificamos en función de la interpretación de la realidad que tenemos en cada etapa
de la vida.
Como los valores no reconocen más autoridad que la razón, y su definición depende
de nosotros mismos. Estamos dispuestos a modificarlos o alterar su escala de
importancia, según la visión que tengamos en ese momento

Y es por ello, que cuando dialogamos sobre estos tópicos somos tolerantes y nos
sentimos en plena disposición de alterar nuestro criterio. Si se nos convence de la
validez de los argumentos contrarios.
Es importante aclarar que en algunos casos, existen conflictos entre los valores y los
principios, y desde luego entre la ética y la moral.
Otra comparación entre Ética y Moral
1 Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en
todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de
generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes
diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas
normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad.
2 Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de
algunas personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un
sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta.
3 Semejanzas y Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen
son los siguientes:

• En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser.


• La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir
de generación en generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha
esclarecido y adoptado en su propia mentalidad.

Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes:


• La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el
seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta
de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la interioridad
de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección.
• Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan
en la conducta desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye en
la conducta de una persona pero desde si misma conciencia y voluntad.

Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales


impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es
decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las normas
éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. El
fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino
el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto. Con lo anterior podemos decir
existen tres niveles de distinción.

1 El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y
tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto.
2 El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un
origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral
recibida, pero su característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y
fundamentante.
3 El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas
originadas en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.

Contextualización histórica de la Moral


Ética y Religión
En la religión judeocristiana han aparecido tres pactos o normas de carácter moral.
El primer pacto se dio alrededor del año 2000 A.C. y fue formulado entre Dios y
Abraham.
En este pacto la autoridad es Dios, y el hombre es el sujeto, que acepta la
normatividad de reconocer una sola Divinidad. A cambio de una recompensa: " La
descendencia del pueblo elegido" .
El segundo trato se pacta alrededor del siglo XVII A.C. Entre Moisés por una parte,
como representante de Dios, y el pueblo Judío por la otra. En este trato, el pueblo
acepta respetar el decálogo a cambio de la tierra prometida.
El último pacto, se registra en el Nuevo Testamento, en el siglo I D.C. Cuando se
definen una serie de principios morales, que manifiesta el Mesías, principalmente en el
Sermón de la montaña. Y el pueblo de Dios acepta reconocer a Cristo como ungido, a
cambio de la vida eterna. ( Yo soy el camino, la verdad y la vida, y quien cree en Mí no
morirá para siempre.)
Es muy clara la identidad moral de estos principios, pues se les llama: " Las
bienaventuranzas ", o lo que acarrea lo bueno.
Estas son, en orden de importancia:

 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos, es el reino de los


cielos.
 Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
 Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.
 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados.
 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos la recibirán.
 Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios.
 Bienaventurados los justos, porque serán llamados hijos de Dios.
 Bienaventurados los que son perseguidos, porque de ellos será el reino futuro.
 Bienaventurados los que son insultados y acusados falsamente, en mi nombre,
porque su recompensa será en los cielos. Mateo V
Esta es en esencia, la influencia mas notable la religión cristiana sobre la moral
contemporánea.
Como la moral forma parte de la esfera de lo no cuestionable, y depende de la fe y la
religión , no son elementos a considerar en la reglamentación pública contemporánea.
Sin embargo no podemos cerrar los ojos al hecho, de que la normatividad debe ser
aplicable a una sociedad, y las normas deben ser compatibles con los principios y
valores morales de las mayorías, siempre y cuando no afecten el derecho de las
minorías.

Carácter histórico de la Moral (Breve desarrollo


Hisatorico)
En la historia , la moral recorre una serie de etapas :
a) Moral Primitiva: Es la moral que comienza a desarrollarse en la aurora de la
sociedad hu8mana. En esta moral impera un colectivismo que borra todo
individualismo; las diversas actividades son realizadas en común por los integrantes
de la tribu (recolección de frutos, pesca, construcción de viviendas, etc.) La moral
primitiva es consuetudinaria, es decir , se mantiene por la fuerza de la costumbre. Una
de las bases de la moral primitiva es la ayuda mutua, la obligación recíproca de
ayudarse (espíritu de solidaridad) defenderse y vengar las ofensas)
La virtud fundamental es el valor del individuo puesto en practica en la defensa y
preservación de la tribu. El vicio es lo contrario: la cobardía o indiferencia a los
intereses de la tribu.
b) Moral en la antigüedad clásica. Es la moral que se desarrolla en la cultura
grecorromana, a partir del siglo V a. C. hasta los inicios del cristianismo. Se caracteriza
por el surgimiento de la esclavitud y la propiedad privada. Los esclavos son
considerados como simples instrumentos al servicio de los hombres libres; al igual que
los esclavos, la mujer es menospreciada por considerársele inferior. Platón se sentía
agradecido por haber nacido hombre y no mujer.
La moral imperante es la desarrollada por los hombres libres, cuyas virtudes tienden a
exaltar el espíritu cívico: fidelidad al Estado, heroísmo y valor en la guerra, fiel respeto
a las leyes, etcétera, p.e, Sócrates prefiere aceptar una sentencia injusta que le
condena a muerte antes que huir y pasar por alto un juicio legal.
Esta moral propia de de la sociedad esclavista encuentra su justificación en las
teorías de los filósofos clásicos. Aristóteles, uno de los más grandes pensadores del
mundo antiguo, se niega a admitir que el esclavo sea hombre, y la mujer libre, un
miembro de la sociedad con igualdad de derechos.
c) Moral de la sociedad Feudal. Durante la Edad Media surge una nueva moral. El
regimen feudal se basa en la propiedad de tierra. En lugar del esclavo se encuentra el
siervo, que es propiedad del terrateniente; pero se le considera humano y se le da algo
de protección limitada. La moral que domina es la propagada por la aristocracia, cuyas
virtudes se centran en el culto alhonor, el valor y el arte de la guerra, la nobleza de la
sangre, el desprecio al trabajo manual. El código moral de los caballeros tiene
exigencias como la siguiente: “Todo caballero debe tener rectitud y lealtad
conjuntamente; debe proteger a los pobres para que los ricos no los opriman, y
sostener a los débiles, para que los fuertes no los humillen, debe alejarse de cualquier
lugar donde habite la traición o la injusticia. Cuando las damas o las doncellas
necesiten de él, debe ayudarlas con su poder, si quiere alabanzas y premios, pues hay
que honrar a las mujeres y soportar la pesada carga de defender su derecho”2
Una característica esencia de esta moral feudal es la subordinación a la religión. La
religión es la suprema legisladora de la moral, religión que aconseja el ascetismo y la
resignación ante las miserias y las injusticias.
La Edad Media está empapada de la noción de un supremo fin ultraterrestre, al que
tiene que ajustarse toda conducta.
d) Moral en la sociedad moderna. Tomando como referente los ideales de libertad,
tolerancia y progreso, la Epoca Moderna instaura una nueva idea del hombre y la
moral que contrasta con la que prima durante la Edad Media. Se llega a superar la
esclavitud y la servidumbre; sin embargo, las nuevas condiciones sociales propician la
aparición de dos clases antagónicas: la de los capitalistas y la de los proletarios. Las
relaciones humanas giran en torno al afan de riqueza. El espíritu capitalista comienza
a advertirse hacia fines del siglo
XV. El objeto principal de la acción humana es la búsqueda de riqueza y esto
repercute en la moral. Lentamente, pero de modo irresistible, la ciencia reemplaza a la
religión y se convierte en factor principal de la nueva mentalidad humana. La doctrina
del progreso, con su noción de perfectibilidad mediante la razón, elimina la idea de un
pasado cristiano con su concepto de pecado original.
Las virtudes que más estima la sociedad burguesa están: la honradez, la laboriosidad,
la fidelidad conyugal, el patriotismo, etc. La valentía y arrojo; virtudes de antaño, son
sustituidas por las virtudes de la escrupulosidad,
2 (Trovadores y cortes de amor. Buenos Aires, Argentina, Editorial Universitaria de
Buenos Aires, 1960).
el ahorro y la astucia de los negocios. La curiosidad intelectual y la confianza en uno
mismo, se transformaron desde pecados mortales a virtudes sobresalientes. La ciencia
recibió un nuevo impulso y sin precedentes de la nueva economía, en su búsqueda de
nuevas técnicas para el dominio del mundo requerido por una economía comercial y
manufacturera en rápida expansión.
Por otra parte , la sociedad moderna se caracteriza por su individualismo extremo, que
cobra expresión en una Ética utilitarista. “La idea de la sanción utilitaria reemplaza
gradualmente la ideal de la sanción divina para las reglas de la conducta. Y el principio
de la utilidad no se circunscribe ya con frecuencia al bien social, sino que su
significado radica ahora en el deseo de satisfacer una apetencia individual”3
Como rasgo inherente a este individualismo se encuentra una filosofía que sostiene
que es más fácil alcanzar el bienestar social concediendo al individuo mayor amplitud
para sus iniciativas (iniciativa privada, libre empresa)

Ética y filosofía
Con respecto a la ÉTICA, es importante dar un rápido repaso a la ciencia madre de
ésta, que es la FILOSOFÍA.
La Filosofía es la rama del saber humano dedicada a la búsqueda de la verdad, y se
compone de las siguientes disciplinas:
• La Metafísica (o Ontología) dedicada al conocimiento de las cosas, del yo
personal y de Dios.
• La Epistemología o teoría del razonamiento.
• La Lógica o proceso del conocimiento, mediante verdades complementarias
que no son excluyeres.
• La Ética o ciencia de la definición del bien y el mal.

De esta última disciplina se desprende la Política que es la ciencia del bien común.
Diferentes teorías eticas A manera enunciativa, citaremos que existen variadas
acepciones de la Ética, según el intérprete de la
mismas. Las más comunes son:
Ética del Egoísmo ( Hedonismo, Epicureismo ) o del deleite.
Ética Ego-altruista ( Bentham.) 3 Laski, H El liberalismo europeo. Mexico, fondo de
cultura Económica, 1961, 3 ª edicion.

• Ética Utilitarista ( John Stuart Mill )


• Ética del deber y sacrificio. ( Kant )
• Ética Evolucionista ( Spencer y Guyau )
• Ética amoral ( Nietzsche )
• Ética de la solidaridad ( León Bourgeois )
• Ética del altruismo ( Augusto Comte. )
• Ética de la compasión ( Schopenhauer )

¿Cuándo un acto es moral?


Se entiende por ‘acción moral’ cualquier acto que haya sido ejecutado obedeciendo a
los mandatos de las leyes morales. Por tanto, no todas las acciones humanas son
susceptibles de recibir una calificación moral (por ejemplo, desde el punto de vista
ético el estornudar no puede merecer ninguna valoración moral propiamente dicha,
salvo que lo hagamos encima de una persona para fastidiarla, con lo cual lo valorable
moralmente sería nuestra intención de dañar a esa persona, no el acto de estornudar
en sí). Sólo podemos hablar de acciones morales o inmorales cuando cumplan al
menos un conjunto de condiciones:
• Ser una acción que afecte a normas, principios o valores morales.
• Haber sido realizada con libertad, es decir, haber tenido la oportunidad
de elegir entre varias opciones antes de realizar la acción. En el caso de que no exista
esa libertad (por ejemplo, si alguien me obliga a realizar un acto apuntándome con un
revólver), el individuo no puede ser considerado responsable moral de esa acción.
• Que haya sido realizada voluntariamente y siendo consciente de los
efectos que iba a producir esa acción. Por ejemplo, si yo realizo un acto y, sin que yo
lo sepa, ese acto causa trastornos graves a otra persona, no puedo ser considerado
responsable moral del daño causado involuntariamente.
• Las intenciones o fines con los que yo he llevado a cabo esa acción,
puesto que puede darse el caso de realizar un acto bueno en sí mismo aunque las
intenciones que motivaron ese acto fueran inmorales (por ejemplo, alguien que ayuda
económicamente a una familia pobre, aunque lo hace con la secreta intención de
obtener favores sexuales). O a la inversa: provocar un daño aunque mis intenciones
sean buenas.
• En el ámbito de la Ética, la intencionalidad se refiere a la intención que
nos movió a realizar determinadas acciones morales o inmorales, es decir, afecta a la
cuestión de la responsabilidad moral de nuestros actos. Así, se habla de mala o de
buena fe, según hayan sido nuestras intenciones o fines al realizar una acción.

El filósofo Kant afirmó al respecto que sólo podían ser consideradas como buenas
moralmente aquellas acciones que hubieran sido ejecutadas exclusivamente por puro
respeto al deber moral, es decir, sin que nos moviera ningún interés particular en
realizarlas. Según él, existen las ‘acciones conformes al deber’, las cuales no son
estrictamente acciones morales, porque el fin que las motivó fue el interés personal y
no el respeto al deber. Él mismo pone un ejemplo de ‘acciones conformes al deber’: un
comerciante que no practica la usura puesto que mantiene bajos sus precios, pero lo
hace para tener más clientes y enriquecerse, no porque considere que ésa es su
obligación moral.

¿Cuándo alguien es responsable?


De lo anterior se deriva el concepto de Responsabilidad
Concepto importante dentro de la ética, que expresa la obligación que tenemos de
responder moralmente de nuestros actos. La responsabilidad moral se diferencia de la
penal o civil dentro del ámbito de la justicia en que estas dos últimas están
sancionadas con penas de cárcel o económicas, es decir, el Estado ejerce coacción
para obligar a los ciudadanos al cumplimiento de las leyes. Sin embargo, la
responsabilidad moral no lleva aparejada penas o sanciones físicas, puesto que se
trata de una responsabilidad de conciencia, esto es, del deber que tenemos ante
nosotros mismos de justificar moralmente nuestros actos. Es, por tanto, una
responsabilidad ante la que no estamos obligados por ninguna coacción externa a
nuestra propia conciencia, sino tan sólo por el hecho de ser personas libres y con
capacidad de elección. Precisamente la existencia de libertad y de conciencia (o, lo
que es lo mismo, ‘ser plenamente conscientes de...’) son elementos necesarios para
que podamos ser considerados como responsables morales de una acción. En el caso
de que no se den esas dos condiciones necesarias, no existirá tampoco una estricta
responsabilidad moral sobre nuestros actos.

Condiciones Indispensables Para el Orden Moral


:
Racionalidad La primera condición para que una acción pueda pertenecer al orden
moral es la inteligencia en el ser que la ejecuta. El orden moral
corresponde únicamente al mundo intelectual y sólo cuando los
seres racionales usan la razón. En el sueño u otra situación
cualquiera en que el uso de la razón esté interrumpido no hay orden
moral; y si se culpa de algunas acciones a un borracho como por
ejemplo el asesinato es por que con su conocimiento anterior podía
haber previsto la perturbación mental y sus consecuencias
:
Espontaneidad “El conocimiento de lo que se ejecuta no es suficiente si el sujeto no
obra con espontaneidad libre. Espontaneidad, por que si procediese
por violencia, como uno a quien se forzase la mano para escribir, no
habría acción del sujeto: este no sería más que un instrumento
necesario del agente principal.
:
Libertad Aún suponiendo que el acto se ejerce con espontaneidad y hasta
con vivo placer, no hay orden moral si el sujeto obra por un impulso
irresistible, si no puede evitar la acción que ejecuta.
El niño que no ha llegado al uso de la razón, el demente el delirante,
hacen muchos de sus actos con espontaneidad, sin violencia de
ninguna especie talvéz con mucho gusto y, sin embargo, sus
acciones no son laudables ni vituperables; no pertenecen al mundo
moral, por que el sujeto que obra no procede con libertad de
albedrío.”
“Para el orden moral se necesita una capacidad de conocer la
moralidad de las acciones y de proceder libremente conforme a este
conocimiento; el ser humano no está en el orden moral, sino cuando
se haya completa, por decirlo así; cuando, aunque no reflexione
actualmente, es al menos capaz de reflexionar sobre el orden moral.
Esto es tan cierto, que no se culpa a quien comete con pleno
conocimiento y libertad un acto cuya maldad moral ignorada
evidentemente. En el orden físico, los actos son lo que son,
prescindiendo del conocimiento de quien los ejecuta; pero en el
orden moral todo depende del conocimiento y libertad del que obra, y
este conocimiento y libertad deben ser capaces de referirse al mismo
orden moral; de lo contrario no producen acciones que pertenezcan
a él.”
Vinculados con los conceptos anteriores están los siguientes conceptos:
¿Cuáles son los actos amorales?
Amoral: Su significación estricta es "aquello que carece de moral". Utilizando una
expresión del filósofo Nietzsche, podríamos decir: "aquello que está más allá del bien y
del mal".Es importante señalar que ‘amoral’ no significa lo mismo que ‘inmoral’, puesto
que lo inmoral es algo contrario a lo moral, y es catalogado así por comparación con
las normas morales. Sin embargo, lo amoral se encontraría tan alejado de lo inmoral
como de lo propiamente moral. En filosofía, ‘amoral’ también se suele utilizar como
calificativo que acompaña a todas aquellas disciplinas que tratan los hechos sin
valorarlos desde una perspectiva ética o social. Por ejemplo, con la expresión "el
conocimiento científico es amoral" queremos significar que estudia los hechos
prescindiendo de cualquier valoración moral.Se ha discutido si existen o no individuos
‘amorales’, esto es, que carezcan de cualquier norma moral. En general, se acepta
que no pueden existir, puesto que toda persona se guía por uno u otro código de
conducta que lleva implícito ciertos valores morales. Ni siquiera los psicópatas con
graves alteraciones emotivas y conductuales carecerían de normas y valores propios.
Únicamente en el caso de personas con gravísimas deficiencias mentales, y por tanto
carentes de una mínima racionalidad, podríamos hablar de individuos amorales.
¿Cuando un acto es Inmoral?

Inmoral, en sentido literal, aquello que es contrario a un determinado código moral.


Cuando se aplica a un individuo, nos referimos a que su conducta no respeta
habitualmente las normas morales vigentes en una sociedad concreta. Sin embargo, el
inmoralismo puede tener un valor positivo, tal y como sucede en la filosofía de
Nietzsche. Sucede así cuando el individuo considerado socialmente como inmoral
intenta ejercer una acción crítica con respecto a un código de normas morales que él
considera injusto, al que trata de modificar o sustituir por otro código más justo. A este
respecto, es interesante señalar que muchos de los grandes reformadores éticos de la
historia fueron acusados de inmorales por los partidarios de los viejos códigos de
conducta. En ese sentido, cabe considerar al inmoralismo como la antesala de una
nueva moralidad.
En nuestro país se efectuó una performance de una adolescente paseándose
desnuda. Ello conmovió e impacto a numerosas personas debido a que chocaba con
la tradición social y legal del país. (ver página anterior)

¿Qué es Ley moral? o Deber Moral


Deber proviene de “dehibere”, termino compuesto que significar “de” que indica falta o
privación y por “habere” tener; el deber indica algo que tenemos en nuestro poder pero
no nos corresponde, y por eso necesariamente tenemos que devolverlo, Si se analiza
entonces es el complemento del derecho tenemos algo que es inalienable, es decir no
podemos dejar de tenerlo y, por otra parte tenemos algo que no es nuestro y debemos
devolverlo.

El deber es algo a lo que estamos obligados, porque lo impone una norma legal,
moral, religiosa, o la costumbre social o una norma tecnica. Si no cumplimos con
nuestros deberes legales seremos sancionados coercitivamente con penas de multa o
de prisión; si no cumplimos nuestros deberes morales, será nuestra conciencia, por
medio del remordimiento la que nos sancionará con la mortificación

El deber impulsa la elección humana y nuestra voluntad hacia lo hacia lo correcto,


dominando los instintos como por ejemplo la agresividad, condición basica y reactiva
del ser humano; alguien me arremete y la condición natural es responder dicha
agresión pero se que no debo hacerlo

Un deber moral ( a diferencia de otros) implica que el sujeto obligado conoce el


contenido de la norma, está de acuerdo con él, lo acepta y además lo promueve

A diferencia de los deberes morales , el deber jurídico ( La ley) existe


independientemente de si la persona que está obligada a cumplirla conozca ( la ley
debe ser obligatoriamente conocida, de hecho siempre se da por conocida, no vale
decir yo no sabía) o acepte las normas, ya que éstas valen y obligan aunque el
destinatario no las acepte.

Existen muy variados y diferentes tipos de leyes: jurídica, naturales, científicas,


formales, probabilísticas, morales, etc. De una forma excesivamente genérica, con el
concepto ‘ley’ expresamos, o bien una regla o relación a las que están sometidos los
seres de la naturaleza por su propia constitución física, biológica, etc. (y hablamos
entonces de leyes científicas o naturales), o bien una norma o conjunto de normas que
obligan a las personas a actuar de determinada forma, concretamente la que está
estipulada por la ley (y hablamos entonces de leyes jurídicas o de leyes morales).
La ley moral es el conjunto de imperativos, normas y preceptos que constituyen un
código moral determinado. Lo que expresa la ley moral es nuestra obligación a actuar
de acuerdo a la racionalidad moral, la cual determina nuestros actos. Esencialmente la
forma que adopta la ley moral es la de un imperativo.
Se diferencia de la ley jurídica en que ésta es de obligatorio su cumplimiento, y en el
caso de que alguien la incumpla, el Estado y los poderes públicos ejercen una
coacción, es decir, ejercen la fuerza sancionando al infractor con determinados
castigos. En cambio, la ley moral -aunque de obligatorio cumplimiento también debido
a que la racionalidad del ser humano así lo impone- no se inspira en la coacción física
(el castigo legal) para obligar a su ejecución o para sancionar al inmoral. Su
obligatoriedad no deriva, pues, de algo externo a ella, sino de sí misma: la ley moral
debe cumplirse porque mi conciencia me dicta que ése es mi deber. Los estudiosos de
la Ética han señalado rasgos genéricos que caracterizan a las leyes morales:
-Obligatoriedad. Cada ley moral se debe ejecutar independientemente de si otras
personas lo respetan o no.
-Incondicionalidad: el cumplimiento de las leyes morales no depende de nada
exterior a la propia moralidad (es decir, no está condicionado por alguna pena exterior
como el castigo), sino que la finalidad de las acciones morales hay que buscarla en el
respeto que me produce el cumplimiento del deber moral, es decir, son
incondicionales.
-Universalidad: en principio, las leyes morales aspiran a la universalidad. El
fundamento en que se basa esta pretensión es el siguiente: si yo estoy plenamente
convencido de que algo es bueno en sí (y no sólo es bueno para mí) porque así lo
determina mi conciencia moral, debo creer necesariamente que también es bueno
para el resto de los seres humanos. Sin embargo, no todos los autores están
convencidos de que esta propiedad (aparte de ser un ideal de la razón humana) se dé
en el mundo real. El relativismo ético, por ejemplo, sostiene que las leyes morales sólo
tienen validez subjetiva, ya que su origen está determinado por las diferentes
tradiciones históricas y culturales de cada sociedad humana.
.-Absoluta: No depende de la voluntad de mayorías ni de minorías .-
Intransferible: Debe ser realizada por la persona correspondiente. .-
Irreductible: su cumplimiento debe ser total, de lo contrario, equivale a no realizarla.
Especificidad y diferencia de las normas morales frente a otro tipo de normas:

Tipos de Normas
La expresión de los deberes muchas veces es a traves de las normas.La respuesta a
la pregunta cuantas normas existen dependera del criterio empleado para clasificarlas
normalmente los criterios son quién la promulgue, ante quién deban respetarse, quién
es el encargado de ejercer el castigo por incumplimiento, hacia quiénes son
destinadas y de quién se espera su obediencia.

Normas sociales: es un amplio grupo de normas socialmente reconocidas, como


la moda, la tradición, los usos y costumbres, etc. Su incumplimiento no implica una
sanción institucionalizada, aunque sí algún tipo de recriminación o reproche social,
estas normas son dictadas a partir de una serie de usos costumbres, tradiciones, y
modas que prevalecen en una sociedad en particular y frente a la cual los sujetos
deben responder con su cumplimiento. Estas reglas surgen de manera consuetidinaria
es decir como consecuencia de la repetición de determinadas costumbres a lo largo
del tiempo pero no por esto no son percibidas por el individuo quein las transforma en
un modelo de conducta natural, tienen una adherencia no completamente obligatori,
han surgido espontáneamente de la práctica repetida en el tiempo de ciertas
conductas, basadas en el respeto mutuo, que han creado conciencia de
obligatoriedad. En caso de que una persona transgreda una norma que se espera que
las respete, puede ser castigado con el rechazo y repudio social (ostracismo)Por
ejemplo: saludar, comer con cubiertos, asearse, no interrumpir conversaciones, etc.
Varían a través del tiempo y en culturas diferentes. Son heterónomas, o sea
establecidas desde fuera del individuo que debe cumplirlas (por la sociedad a la que
pertenece). En caso de incumplimiento recibirá como consecuencia, el repudio o la
burla social. Es probable que si no saludan nunca a tus vecinos, ellos no hablarán bien
de tí.

Normas religiosas: estas normas devienen de la existencia de un supuesto Dios,


quien las destina a todos los seres humanos, quienes deben responder ante él con su
cumplimiento. A pesar de esto, su cumplimiento se espera por parte de la comunidad
de los creyentes. En caso de que no cumplan con las normas divinas, el individuo será
castigado con la conciencia del pecado. son prescriptas por la comunidad religiosa a
la que cada persona pertenece, y la sanción en caso de incumplimiento, es divina. Por
ejemplo, si no cumples los mandatos no iras a la vida eterna.

Normas morales: son impuestas por la conciencia de cada uno, basadas


seguramente en la moral colectiva, que coincide en una serie de valores éticos,
considerados como positivos para la convivencia y respeto de la dignidad
humana.estas normas, a diferencia de las anteriores, no son dictadas por nadie más
que por el propio individuo, es por esto que están destinadas a sí mismo y responden
a la propia conciencia. Las normas morales, en caso de no ser obedecidas por el
individuo, este será castigado con su propio remordimiento. Para ser respetadas
deben estar de acuerdo con la conciencia individual de quien debe cumplirlas, que
recibe esta imposición desde su propia conciencia.

Normas jurídicas: son aquellas que conforman el ordenamiento legal de un estado,


dictadas por órganos específicos del mismo, y aplicadas también por instituciones,
integradas generalmente por jueces. En el caso de estas normas, que deben
necesariamente estar escritas, si el individuo no las cumple, tienen prevista una
sanción o castigo. El conjunto de estas normas conforman el Derecho.estas leyes son
formuladas por el poder legislativo y son dirigidas para todos los individuos de una
comunidad política en particular, de quienes se espera su cumplimiento. El individuo
debe responder, en caso de su incumplimiento, ante un tribunal y será castigado con
aquello que dictamine la ley.son las normas contenidas en reglamentos u
ordenamientos, su violación es un acto ilícito y conlleva sanciones de tiipo monetario
administrativo o carcelario

Podemos resumir lo anterior en el siguiente cuadro

Referido al tipo de Normas la sanción corresponde a


sanciones: Morales remordimiento moral o castigo interno
de la conciencia.

Normas Castigo Penal (Amonestaciones,


Jurídicas encarcelamiento, multa, hasta pena de
muerte
Normas Castigo Divino (realizado en una vida
Religiosas ultraterrena)

Normas Rechazo social, ridículo social


Sociales, de
cortesía o de
trato social
Normas Se impide que el proyecto se paruebe
técnicas o realice
Fuentes de Normas Morales Implica ser realizada por una plena
la autonomia (la obligatoriedad deriva del
Heteronimia: sujeto como ser libre, conciente y
responsable
Normas Jurídicas La obligatoriedad proviene del Estado, de
la voluntad de los legisladores, de
códigos penales, etcetera

Normas La obligatoriedad proviene de la voluntad


Religiosas y designio de un Ser Supremo (Dios), de
la Iglesia

Normas Sociales, La obligatoriedad proviene de las


de cortesía o de costumbres, de los convencionalismos
trato social sociales

Normas Técnicas Proviene de mandatos de técnicos


especializados que establecen
reglamentación que evita o impide ciertos
errores procedimentales u otros

El derecho.
Es la otra cara de la moneda del Deber. Asi como pensamos el deber como una
especie de Deuda que debe ser cancelada (debemos devolver, porque no es propio)
debemos pensar en el derecho como una propiedad, es decir algo que nos pertenece.
Si alguien exige derechos debemos entender que igualmente tiene deberes y
viceversa

Características de los derechos

Entre las características propias de los Derechos, tenemos:


1.- Los Derechos son innatos o inherentes es decir no es algo que uno atribuya o
asigne, forman parte de la naturaleza humana desde el momento que
conceptualizamos a un ser humano como tal. La discusión normalmente se refiere en
este punto a cuándo comenzamos a ser una persona ( discusión en torno al aborto) o
cuando comenzamos a perder la condicón de humanos (Eutanasia)

2.- Los derechos humanos son inalienables e intransferibles


La persona humana no puede, sin afectar su dignidad, renunciar a sus
derechos o negociarlos. Muchas veces creemos que por el simple hecho de que una
persona consiente a que lo denigren basta y sobra para que la prensa y los medios u
otros elkementos desconozcan la esencial dignidad del ser humano, la comunidad
debe tener presente que debe reconocer siempre los derechos de alguien

Tampoco el Estado puede disponer de los derechos de los ciudadanos. Se entiende


que en situaciones extremas algunos derechos pueden ser limitados o suspendidos
(Estados de excepcion en el cual, por ejemplo, un terremoto limito el libre
desplazamiento de las personas para garantizar la seguridad de las personas pero
nunca alienados (eliminados,
extinguidos).

3.- Los derechos son inviolables ( es decir si bien es cierto existen instancias en que a
un individuo se le priva de su condición debe entenderse que es una situación
anomala y que corresponde a un hecho que arremete lo más básico del ser humano.

4.- Los derechos son obligatorios esto lo emparenta con el deber Los derechos
imponen una obligación concreta a las personas y al Estado de respetarlos aunque no
haya una ley que así lo diga, muchas veces se confunde ley con derecho. El derecho
si bien es cierto puede estar reconocido por la ley, se debe tener conciencia que es en
realidad en la esfera de lo ético donde cumple su mayor realización

5.- Los derechos son indivisibles, interdependientes, complementarios y no


jerarquizables. El cumplimento parcial de los deberes equivale a no realizarlos. Los
derechos humanos están relacionados entre sí no podemos entender el derecho a la
vida sin el derecho a la salud. Es más no podemos hacer ninguna separación ni
pensar que unos son más importantes que otros. La negación de algún derecho en
particular significa poner en peligro el conjunto de la dignidad de la persona no se
puede pensar el disfrutar un derecho sacrificando la exuistencia de otro, como
podemos pensar nuestro derecho a la educación sin pensar en el derecho a la
vivienda y a la salud

6.- La integralidad de los derechos humanos Esta característica se refiere a que es


imposible pensar un derecho sin inmediatamente referirse a todos los demás

Como entendemos entonces las obligación moral


Teorías de la Obligación Moral
La obligación moral, es decir sobre cómo debemos actuar o, también qué tipo de
acción estamos obligados moralmente a realizar es entendido en varias perspectivas
distintas o teorías importantes sobre la obligación moral.
Casuística

La significación general de casuística es: conjunto de casos particulares que sirven


como ejemplos a la hora de tomar decisiones sobre otros casos análogos.
También la podemos definir genéricamente como una metodología utilizada por una
ciencia cuya función consiste en aplicar a casos particulares los principios generales
de dicho saber. Sin embargo, el término se utiliza particularmente dentro de la ética
cristiana. Entonces hablamos de ‘casuística moral’, la cual se identifica especialmente
con una metodología católica fundamentada y practicada habitualmente por los
jesuitas. Consiste esta última en aportar numerosos casos y situaciones particulares
de dudas o dilemas morales, dándose una solución ajustada a la moral católica para
resolver cada uno de esos conflictos. Se intenta con ello que una persona, ante una
situación análoga en el futuro, sepa a qué atenerse para decidir moralmente. Una
perspectiva aun más flexible ante la norma moral se define como laxitud
sostiene que la especificidad de cada situación (acto) impide la aplicación de una
norma general para poder decidir lo que se debe hacer. Así, se origina un "intuir"
especial en cómo debemos actuar o decidir sin utilizar la norma, la cual no puede ser
aplicada en un caso concreto por su generalidad.
Si bien es cierto que se reconoce el carácter particular, concreto y único de una
situación dada en la que se ha de elegir y actuar., lo que es importante, sin embargo
no significa que diferentes situaciones específicas sean tan singulares como para que
no tengan rasgos o características comunes o esenciales y que por tanto no se pueda
aplicar una misma norma. También esta el hecho que si no apelo a ninguna norma
general no podríamos argumentar que una acción es preferible a otra.
Para terminar, la moral efectiva, concreta, nos ha demostrado que un deontologismo
extremo es imposible aplicarlo, puesto que cuando se pretende decidir sin recurrir a
una norma, de hecho se apela a una norma general modificada, el sólo hecho de
"escoger libremente" o "escoger sin reglas" ya se está aplicando una norma, a pesar
que no queda claro el por qué vamos a comprometernos o cuál es el compromiso que
se adquiere cuando se "escoge libremente" o "escoger sin reglas" entre las posibles
alternativas, si es que hay tales alternativas.
Teoría Deontológica de la Norma
El principio de esta teoría (del griego deón que significa deber). Existen variantes de
ésta teoría, sin embargo lo principal es que ellas sostienen que lo que debemos hacer
en cada acción o acto moral ha ser determinado por las normas, las cuales son
válidas e independientes de las consecuencias de su aplicación.
La máxima expresión de tal tesis es la teoría formal de Kant. Recordemos que para
Kant la buena voluntad es lo único bueno moralmente, luego; la buena voluntad es la
voluntad de actuar por deber y, por último, la acción buena moralmente es aquella que
se realiza no sólo conforme al deber sino por deber.
¿Cuándo actuamos por deber? Cuando lo hacemos en forma racional, no por
conveniencia, no por temor al castigo, no por nuestras inclinaciones o intereses.
Puesto que la razón es una facultad universal está en todos los hombres (homo
sapiens), por tanto la buena voluntad cuando actúa lo hace por deber y
universalmente, no sólo actúa para mí sino para los demás y por tanto no admite
excepciones a nuestro favor. Aquí nace el concepto "a priori", puesto que la exigencia
de la razón es una exigencia universal (todos los hombres) y tal exigencia se presenta
como ley válida para todos los seres razonables y adopta una forma de mandato o
imperativo.
Todos los imperativos se presentan y señalan un deber hacer a la voluntad subjetiva
(sujeto) imperfecta (hombre).
Los imperativos categóricos son aquellos que declaran que una acción es
objetivamente necesaria, sin que su realización esté subordinada a un fin o a una
condición, de aquí que es una norma que vale sin excepción, ejemplos,; "no mates",
"no robes"; "no mientas", "no quebrantes una promesa". El imperativo categórico
prohíbe los actos o acciones que no pueden ser universales, razón por la cual no
admite excepción alguna a favor de nadie.
Los imperativos hipotéticos son aquellos que postulan una acción prácticamente
necesaria si la voluntad se propone un fin y por tanto, supedita su realización a los
fines trazados como condiciones, ejemplos: "si quieres x debes hacer y". La acción
equis debe ser realizada sólo en tanto que se persigue con fin "y", así es su condición
o su medio de realización.
Actuar por deber es obrar conforme a la ley moral que se expresa en imperativos
universales y la voluntad que así actúa, independiente de condiciones y
circunstancias, intereses o inclinaciones, es una buena voluntad.. El deber se cumple
por el deber mismo, por el sentimiento del deber de obedecer a los imperativos
universales.
La máxima fórmula de la razón kantiana es: "Obra sólo según una máxima tal que
puedas querer al mismo tiempo que se torne una ley universal"1. Nada nos dice de los
contenidos de nuestras acciones y es por ello que se llama, por lo general, el principio
formal de Kant de la ley moral.
Las principales objeciones que se le han hecho a esta teoría son las siguientes.
Schiller, pensador alemán de la época de Kant, establecía; si se ayuda de buen
agrado a un amigo, siguiendo el impulso de su corazón, no obra moralmente, pues se
debe despreciar ese impulso, y hacer con repugnancia lo que ordena el deber. De tal
manera, de dos acciones que persiguen el mismo fin; ayudar a un amigo, y de las
cuales una acción se realiza obedeciendo un impulso o inclinación , y la otra acción,
por deber, la primera acción sería moralmente mala, y la otra buena.
Los problemas aumentan si hacemos una comparación de dos actos distintos por sus
motivos y resultados. Un acto realizado por deber que produce un mal a otros, y una
acción realizada siguiendo un impulso o inclinación que produce un bien, la consulta
es: Qué debemos preferir.
Los ejemplos pueden multiplicarse, sin embargo lo importante es que siguiendo la
teoría formal kantiana nos encontramos con los muros rígidos de la absoluta exigencia
de la universalidad que postula su teoría de la obligación moral y ésta puede darse sin
problemas en un mundo abstracto donde no hay conflictos de intereses, donde los
contenidos de las máximas y deberes son también abstractos, en breve; dicha idea no
es para el hombre real, el de carne y hueso.
Teorías Teleológicas
Se denominan aquellas así del término griego télos que significa fin, puesto que la
obligación moral de un acto o acción moral se considera solamente de sus
consecuencias, resultados o fin.
Por tanto, lo que se debe hacer estará en lo correcto cuando las consecuencias de los
actos apunta al beneficio o provecho ya sea de nosotros o los demás. Si se considera
el bien propio y nada más, entonces la teoría de la obligación moral se dirige hacia el
egoísmo moral. La fórmula de expresión estaría en: debes hacer lo que ofrece
mayor beneficio, sin considerar las consecuencias buenas o negativas para los
demás. La tesis de la moral se reduce a: cada cual debe actuar según sus propios
intereses o fines individualistas. Su base es la idea psicológica de que el ser humano
está constituido de tal forma que siempre persigue la satisfacción de su propio interés
y nada más, en breve el ser humano es un ser egoísta por naturaleza.
La teoría del egoísmo psicológico falla muchas veces en la realidad, incluso en su
propia idea también, no siempre responde a la realidad, puesto que falla cuando el ser
humano actúa en “beneficio propio” pero se daña, como es el caso de la drogadicción.
Ahora, si se considera, sobre todo, el bien de los otros sin que se sacrifique el bien del
sujeto moral, entonces tendremos variadas formas del utilitarismo, que tienen las
expresiones tal como; debes hacer lo que ofrece mayor beneficio a los demás o al
mayor número de individuos.
Aquí tenemos o podemos distinguir dos tipos de utilitarismos: el que se basa en el
acto y aquel que se fundamenta en la norma.
Utilitarismo del Acto
Como ya lo analizamos, el utilitarismo establece que se debe hacer aquello que aporta
los mejores resultados para el mayor número de individuos. También se analizó los
problemas que tiene este principio. Veamos la siguiente situación. Se tienen dos actos
que los identificaremos como X , que implica una injusticia, y Z que no implica
injusticia, en que ambos resultados producen el mismo bien y que tomados desde el
resultado numérico ambos son igualmente buenos, así diría un utilitarista. Sin
embargo, es válido su bondad desde la versión cuantitativa pero, no considera la
injusticia que resulta X.
Lo anterior demuestra lo difícil que resulta calcular los efectos o consecuencias del
comportamiento moral y por ello, también lo difícil que resulta no considerar la norma.
Con lo cual, la norma que es una acumulación y síntesis de experiencias anteriores, al
intentar de aplicarla al ejemplo dado, podemos prever, no calcular, las posibles
consecuencias del acto posible.
Las limitaciones que surgen de la teoría de la obligación moral basada en el
utilitarismo del acto han llevado a pensar en la importancia de la norma. Veamos
brevemente que nos plantea ésta otra idea.
Utilitarismo de la Norma
De acuerdo a ésta teoría debemos actuar conforme a la norma o regla cuya aplicación
ofrezca el mayor bien al mayor número de individuos, grupos o comunidad entera.
Aquí no hay dudas, se debe aplicar la norma que tenga mayor beneficio/consecuencia
para el mayor número de seres humanos.
Ya hemos visto el problema de; mayor bien y mayor número. Veamos un ejemplo.
En un lugar existe escasez de leche, para que todos puedan tener acceso a este
alimento hay que usar el racionamiento. Así pues usaremos el principio de mayor bien
y mayor número. Sin embargo, en la realidad son tantas las personas a las que hay
que repartir la leche que no tocan casi nada y no es un máximo bien. Y todos los que
verdaderamente necesitan la leche, tal como niños, ancianos y enfermos no pueden
acceder a la cantidad mínima para satisfacer sus requerimientos, por tanto se debe
hacer una modificación al principio: máximo bien (leche) a número menor
(necesitados), y esto no significa echar por la borda el principio, más bien recobra su
validez una vez que lo hacemos real tomando en cuenta los hechos concretos y no
una aplicación en abstracto o de laboratorio.
A pesar que la aplicación del principio o norma, en una situación concreta, no ofreció
el máximo bien a un número mayor, si logro solucionar el problema en concreto y si
logró el máximo bien para el mayor número pero, de aquellos que realmente lo
requerían.
Este principio tiene objeciones y es que a veces no considera los conflictos de
intereses o conflictos entre normas, así tenemos por ejemplo: jamás y en ningún caso
debe condenarse a un inocente, y al frente tenemos, no absuelvas a un inocente, si
con ello perjudicas a la sociedad. Sin embargo, si somos veraces encontraremos que
tal conflicto es una forma de ilusión.
Una forma adicional de lo anterior es el consecuencialismo.
Laxitud
El sustantivo ‘laxitud’ deriva del adjetivo ‘laxo’, que significa: flojo a causa de falta de
tensión. Cuando se acompaña del adjetivo ‘moral’, designa un relajamiento en la
conducta moral, es decir, una falta de rigor en lo concerniente al cumplimiento de las
normas morales. La laxitud puede ser de dos tipos: habitual, y entonces hablamos de
una persona escasamente moral; o circunstancial y ocasional: aquella que se da en
personas habitualmente morales pero que, en determinadas circunstancias, se relajan
en el estricto respeto al deber moral. Esto puede suceder a causa de que las
consecuencias que se esperan obtener de una acción determinada nos son
favorables, aunque para alcanzarlas haya que incumplir un deber, o por otros motivos
de diversa índole.
Si consideramos no ya la flexibilidad ante las normas morales si no ya su completa
alteración se puede examinar un fenómeno muy recurrente como es el tema de la
doble moral
Doble moral
Expresión que se aplica para reflejar casos donde un individuo mantiene una conducta
contradictoria en el ámbito moral, de tal manera que actúa de una u otra forma en
situaciones similares dependiendo de su propio beneficio. Por ejemplo, alguien se
declara contrario al hurto por motivos morales; sin embargo, cuando necesita comprar
algo a bajo precio, probablemente robado, no duda en hacerlo.
La expresión se utiliza especialmente para expresar contradicciones entre lo que un
individuo defiende públicamente (ética pública) y lo que hace en privado (ética
privada). Así, es frecuente que numerosas personas actúen moralmente en su vida
privada de manera diferente a lo que proclaman en público. En tales casos, hablamos
de doble moral o moral hipócrita. También cuando un individuo defiende la existencia
de ciertas normas morales para todos los demás o para los que no son como él, y sin
embargo no se aplica las mismas normas a él mismo.
Teorías éticas

Ética Socrática

En la antigua Grecia, se llamaba areté a lo que perfecciona a una cosa, haciendo que sea
tal y como debe ser. Areté era aquello que hace que las cosas en general sean lo que les
corresponde esencialmente ser, adquiriendo la perfección que les es propia. El término
castellano que mejor recoge el significado de areté es "excelencia", pues areté es, en efecto,
aquello en lo que reside la excelencia de una cosa, aquello que la hace excelente. Sin
embargo, diversas circunstancias históricas han querido queareté sea regularmente traducido
por el término castellano "virtud".
"Virtud" es un término con claro sentido moral, pero el antiguo areté no tuvo inicialmente
ninguna connotación moral explícita. Precisamente fueSócrates, en el siglo V a.C., el primero
en otorgar a areté el sentido moral del que se halla cargado el sustantivo castellano "virtud".
Antes de Sócrates, el término areté se aplicaba a las herramientas de trabajo o a los
instrumentos musicales, a los animales, a los distintos tipos de trabajadores, etc. Se hablaba,
por ejemplo, de la areté de un caballo para referirse a su velocidad, su resistencia y su
habilidad para salvar obstáculos, pues estas características son las que hacen "excelente" a un
caballo.
Sócrates, por su parte, comienza a aplicar el término areté al ser humano en general, al
hombre en cuanto tal. Y se refiere a la areté del ser humano como a aquello que hace a éste
mejor, mejor ser humano en general, pero, además y sobre todo, mejor en un sentido
moral. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser humano encuentra su perfección o su
"excelencia" en el sentido moral de ambos términos.
Ahora bien, dado que Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz
de pensar y de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al
hombre, concluye que la excelencia o areté de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha
capacidad. Y como entiende, a su vez, que tal ejercicio se halla orientado a la adquisición de
saber y conocimiento, termina por identificar la areté del hombre con el saber y el
conocimiento. El mejor hombre, el hombre bueno, el que está a la altura de su perfección y de
su condición humana, es el hombre sabio.
Desde una perspectiva contemporánea, consideraríamos probablemente que el saber y el
conocimiento no tienen por qué hacer mejores a los seres humanos; que un hombre sabio se
puede comportar de la peor manera posible. Pero esto resulta inconcebible para Sócrates. La
conclusión más notable de la ética socrática es precisamente que el conocimiento del bien y de
lo justo determina a la voluntad a actuar bien y justamente. Según Sócrates, nadie actúa mal
voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es
"lo bueno": nadie obra mal a sabiendas.

Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar
con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta
particular vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción
socrática de la moral y la que justifica que se haya aplicado a ésta el nombre de
"intelectualismo moral".
Etica Platónica
La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y
metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino
irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace
esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su
cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero
conocimiento. Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material.
LA VIRTUD COMO SABIDURÍA
A la doctrina que equipara sabiduría y virtud se la denomina intelectualismo ético y
ya fue formulada por Sócrates, en un intento de superación del relativismo de los
Sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre
hombres, ya se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son
independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin embargo, es a través de la
razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en su
persona.
A la manera socrática, Platon afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque
únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea a la que se refiere el
concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud
coinciden y se necesitan recíprocamente.
Lo Justo en sí, la bondad en sí, la prudencia,etc., esto es, los valores morales existen
por sí mismos, y por ello es posible definirlos y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en
la vida práctica. El sabio no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un
defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el no umplimiento de lo esencial
de nuestra naturaleza (la racionalidad).
LA VIRTUD COMO PURIFICACIÓN
"Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar al alma a dejar
la envoltura del cuerpo, para concentrarse en sí misma, a solas consigo" (Fedón,
67,e.)
"La realidad verdadera es que la templanza, la justicia y la virtud no son sino
purificaciones de todas las pasiones, y hasta el pensamiento es quizá un medio de
purificación" (Fedón, 69,b.)
LA VIRTUD COMO ARMONÍA ENTRE LAS TRES PARTES DEL ALMA La virtud
puede entenderse tambien como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del
alma. Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos
elementos que conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la
única que puede regir esta armonización: La razón no tiene más que un camino a
seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté
sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir,
la verdad. En efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que
estamos de alimentarle, y con ésto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban
nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de
mil quimeras y de toda clese de necesidades; de manera que nada hay más cierto que
lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría.
Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo, con
todas sus pasiones. En efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de
amontonar riquezas, y nos vemos obligados a amontonarlas a causa del cuerpo, para
servir como esclavos a sus necesidades.

PARTES DEL RACIONAL IRASCIBLE APETITIVA


ALMA (nous, lógos) (Thymós) (epithymía)
CARÁCTER Inmortal Mortal Mortal
SITUACIÓN Cabeza Tórax Estómago
VIRTUDES Prudencia, sabiduría Fortaleza, valor Templanza
(Phrónesis, sophía) (andreía) (Sophrosyne)

CLASES Gobernantes-Guardianes Productores SOCIALES filósofos Esta división del


alma le permitirá justificar la desigualdad social: ésta tiene un origen natural. Los
hombres deben pertenecer a una clase social u otra dependiendo de la clase de alma
predominante en ellos. En el cuadro de arriba se muestra un esquema de la
correspondencia entre las clases de alma, sus virtudes inherentes y la clase social a la
que pertenecen.
LA ÉTICA ARISTOTÉLICA
Aristóteles escribió dos obras sobre ética:
Ética a Nicómaco o Ética Nicomáquea, consta de diez libros y su nombre alude
quizás a su hijo Nicómaco. Ética a Eudemo que consta de cuatro libros. Eudemo era
un discípulo de Aristóteles. La Gran Ética probablemente no es obra suya, sinó de un
recopilador.

Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la
actividad de un zapatero es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina
es procurar o restablecer la salud del enfermo, etc.
Vemos que los fines no son idénticos ya que dependen de la actividad que se lleve a
cabo para obtenerlos. Las actividades tampoco son iguales. Aristóteles distingue entre
la praxis, que es una acción inmanente que lleva en sí misma su propio fin, y la
poiésis, que es la producción de una obra exterior al sujeto (agente) que la realiza.
Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la propia producción de
la estatua, sino la estatua misma. Pero ésta, además, tiene un fin para lo cual la
estatua misma es un medio: conmemorar un hecho, venerar a un dios....
Así, vemos que unos fines se subordinan a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y
en las actividades que los producen. Por lo tanto, habra que determinar cúal es es fin
último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar un
fin que ya no sea medio para ningún otro fin.
Tiene que haber un fin último, querido por sí mismo y que sea el fundamento de todos
los demás. Si esto no sucediera, y los fines siempre fueran medios para otros fines, y
así hasta el infinito, nos encontraríamos con la paradoja de que los fines son fines de
nada, lo cual les haría absurdos e innecesarios (ineficaces). Y como, de hecho, hay
fines, por lo tanto, debe haber uno que sea fin en sí mismo y no sea medio para
ningún otro.
Este fin último o bien es "la felicidad" (eudaimonía), y por eso, se dice que la ética
aristotélica es eudemonista, porque considera que el fin (bien) último que persigue
el hombre es la felicidad.
Ahora nos encontramos con el problema de definir qué sea la felicidad y qué es lo que
la procura.
Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para otros con honores y fama; otros
muchos creen obtenerla a través del placer.
"No es la salud lo que considera el médico, sino la salud del hombre y, acaso mejor, la
salud de tal hombre, porque es al individuo a quien cura"
Entonces ¿En qué consiste la felicidad (eudaimonía)?
Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin, habrá que
determinar en qué consiste el bien para cada ser.
Será la virtud de la sabiduría la que le procure al hombre la verdadera felicidad,
aunque deba conjugarla con otras virtudes y con los bienes exteriores.
LA VIRTUD
Distingue Aristóteles entre dos clases de virtudes, de acuerdo con las funciones del
alma: racionales o irracionales.
" la virtud se manifiesta en un doble aspecto: uno intelectual, otro moral; la
virtud intelectual proviene en su mayor parte de la instrucción o educación....,
mientras que la virtud moral es hija de los buenos hábitos; de aquí que, gracias
a un leve cambio, de la palabra costumbre -ethos- , viene moral, ética".
La virtud no es innata al hombre, como lo son las pasiones, instintos o tendencias. Si
fueran propias de nuestra naturaleza, todos seríamos virtuosos por el mero hecho de
ser hombres, y esto, desde luego, no ocurre. pero aunque no es un don de la
naturaleza, la virtud tampoco es una ciencia, como sostenían los socráticos y Platón.
No por conocer qué es el bien o qué es la justicia somos buenos o justos. No
realizamos la templanza por el mero hecho de tener conocimiento sobre qué sea ella.
La virtud implica voluntad, obrar a sabiendas, con conciencia. No pertenece ésta sólo
al orden del lógos, sinó también e inevitablemente al ethos, la costumbre, el hábito.
Las virtudes se adquieren a través de la costumbre, el ejercicio y el hábito. Nos
acostumbramos a algo cuando repetidamente obramos de tal manera que se covierte
en un hábito de nuestra conducta. No podremos ser justos sólo conociendo qué es la
justicia. Debemos ejercitarla y a practicarla hasta convertirla en un hábito de nuestro
comportamiento. Únicamente practicando la justicia, se puede llegar a serlo.

LA VIRTUD COMO TÉRMINO MEDIO


La virtud implica también una cierta medida, un cierto orden entre el exceso y el
defecto. Aristóteles intenta objetivar la virtud: ésta ha de situarse en un término medio
entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Así, el valor es un medio entre la
cobardía y la temeridad, y la generosidad será el justo medio entre la prodigalidad
(exceso) y la avaricia (defecto).
La virtud introduce el equilibrio, la mesura y no la mediocridad. Pero ¿Cómo definir el
justo medio? ¿Hay una medida objetiva e impersonal o ha de definirse en función de
cada individuo y situación?
¿Todas las cóleras son injustas y viciosas? ¿Podría haber alguna cólera justa?
Según Aristóteles no hay una medida impersonal para definir en cada situación el justo
medio. Cada hombre debe ser juez tal y como lo haría siempre un hombre sabio y
prudente.
"La virtud es una disposición adquirida de la voluntad, consistente en un justo
medio relativo a nosotros, el cual está determinado por la regulación recta tal y
como lo determinaría el hombre prudente"
Aristóteles hace un recurso a la autoridad del "hombre prudente" porque sabe que
ninguna definición universal y general de la moralidad abarcará todos los casos
concretos y particulares. No es posible, con una fórmula, preveer la acción moral
óptima en cada caso. Sólo la experiencia de los hombres y su inteligencia prudente
podrán determinar en cada caso la opción moral adecuada.

Hedonismo EPICURO: EL BIEN COMO


ATARAXÍA
Cuando decimos que el placer es el soberano bien, (…) hablamos de la ausencia de
sufrimiento para el cuerpo y de la ausencia de inquietud para el alma. —Carta a
Meneceo

El epicureísmo fue una de las filosofías que surgió durante el declinar de la Grecia
antigua, como forma de escapismo ante la creciente desorganización social. De estas
formas de “filosofías de salvación” que florecieron hasta que la cultura grecorromana
fue reemplazada por la cristiana, el epicureísmo se distinguió por la constancia de su
doctrina. Epicuro enseña que la felicidad implica serenidad y que se alcanza a través
de los placeres simples, los que preservan la salud corporal y la paz mental. Para
alcanzar este ideal, los miembros de la comunidad epicúrea, en la medida en que era
posible, se abstenían de participar en los asuntos mundanos, y gastaban su tiempo en
la conversación filosófica.
Debe su nombre al filosofo Epicuro (342 ó 341-270 a.C.), ciudadano ateniense por
herencia de sus padres, nació y fue educado en la isla de Samos en el Mar Egeo. Este
filosofo enseñaba en su escuela denominada El Jardín. El Jardín de Epicuro era como
un santuario que libraba de la agitación del mundo exterior a un selecto grupo de
hombres que aplicaron en su vida diaria los preceptos de su mentor.
Es una paradoja de la historia que el adjetivo epicúreo se use frecuentemente para
referirse a un sibarita o a una persona voluptuosa.
La teoría ética de Epicuro procede de la doctrina cirenaica formulada por Aristipo (c.
435-356 a.C.), sostienen que la naturaleza humana está constituida de tal forma que la
gente siempre busca lo que cree que les dará placer, y evitan lo que piensan que les
causará dolor, y que el placer es el único bien intrínseco y el dolor el único mal en sí.
Se piensa que “ningún placer es malo en sí mismo”. Sin embargo, nos recomiendan
seleccionar cuidadosamente los placeres, ya que “los medios que producen algunos
placeres traen con ellos algunos disturbios mucho más grandes que los placeres”.
“Vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del hombre. Pues así
como no hay provecho en la medicina si no sirve para expulsar las enfermedades del
cuerpo, no hay provecho en la filosofía si no expulsa los sufrimientos del alma.”4
Los epicúreos parten de un materialismo extremo: todo está formado por materia,
incluso el alma. Pero su gran preocupación filosófica consistirá en la creación de un
sistema ético que nos permita alcanzar la felicidad (eudemonía), verdadero fin de la
existencia humana. Al igual que todos los eudemonistas, identifican al hombre virtuoso
con el hombre feliz. Para ellos, la felicidad consiste en alcanzar el máximo grado de
placer posible; por tanto, ése debe ser el fin que guíe la vida humana. Ahora bien,
¿qué debemos hacer exactamente para alcanzar la felicidad? Según nos cuenta el
antiguo historiador de la filosofía Diógenes Laercio, para Epicuro el placer deseable es
aquel que "se caracteriza esencialmente por la ausencia de sufrimientos corporales y
de turbación del alma". Es decir, se trata fundamentalmente de la consecución de
placeres pasivos y no necesariamente activos. Epicuro entiende por placeres activos
aquellos que debemos ir a buscar nosotros (como, por ejemplo, los placeres del sexo).
Considera al respecto Epicuro que los deseos son ataduras de nuestro espíritu, y que
aquellas personas que sólo buscan placeres activos están esclavizadas, puesto que
anteponen su satisfacción a cualquier otra consideración intelectual. De ahí que insista
en la primacía de los llamados placeres pasivos (la salud, el bienestar, no sentir
inquietudes). Desde una perspectiva biológica, para Epicuro los mejores placeres son
los naturales, aunque éstos deben gozarse moderadamente, nunca en exceso. Por
contra, los placeres sociales (el gozo del poder, por ejemplo) acaban haciendo
infelices a los hombres. También distingue entre placeres físicos e intelectuales (para
él ambos son naturales, porque considera a la racionalidad como algo natural al ser
humano), y entre ellos, prefiere los intelectuales por considerarlos más acordes con
nuestra naturaleza. Epicuro distingue tres tipos de deseos:
- Los naturales y necesarios, que consisten en satisfacer nuestras necesidades
orgánicas (comer, tener un hogar, pero también reflexionar y gozar con nuestros
pensamientos).
-Los naturales pero no necesarios, como, por ejemplo, el consumo de cosas
innecesarias o la búsqueda de placeres exquisitos.
- Los que no son naturales ni necesarios, entre los que cita expresamente el deseo de
alcanzar la gloria y la fama. Según Epicuro, el hombre sabio y virtuoso debe buscar
únicamente la satisfacción plena de los deseos naturales y necesarios. Finalmente,
afirma que el ideal del sabio es alcanzar el estado de ataraxia (imperturbabilidad del
espíritu, es decir, no ser afectado por las sensaciones del mundo) y la tranquilidad y el
equilibrio del cuerpo. 4 Fragmento 54.

El ESTOICISMO: EL IDEAL DE LA IMPERTURBABILIDAD


EPICTETO

La filosofía de Epicteto, un estoico romano, se desarrolló a partir de las enseñanzas de


Zenón (336-264 a.C.), fundador de la Stoa Poikile (pórtico decorado con pinturas), la
última de las cuatro famosas escuelas de la Atenas antigua.
La urgente necesidad de los poderes profilácticos de la filosofía estoica era generada
por la sordidez y depravación de la época, la cual queda reflejada en una de las
observaciones de Epicteto: “[Los hombres] muerden y se envilecen unos a
otros, y toman posesión de las asambleas públicas, como las fieras salvajes hacen
con los parajes solitarios y con las montañas; y convierten las cortes de justicia en
antros de ladrones. Son intemperantes, adúlteros, seductores”.
Los estoicos sostienen que las personas morales son las que viven de acuerdo con los
dictados de la razón, y se ven a sí mismos como individuos autosuficientes, capaces
de disciplinar sus deseos y de permanecer totalmente indiferentes a las vicisitudes de
la vida. En virtud de sus principios morales y de su concepción de la vida buena, los
estoicos se consideraban a sí mismos como pertenecientes a la tradición socrática.
Ellos sostienen, como sus predecesores los cínicos, que la lección que se debe sacar
de la vida y enseñanzas de Sócrates es que la virtud humana y la felicidad dependen
no del éxito material, sino de la formación del carácter, el cual debe ser fiel a lo más
propio de nuestra naturaleza: la racionalidad. Además, sostienen los estoicos, es a
través de la conducta en conformidad con la naturaleza racional que la gente se une
entre sí y con el universo. El significado de la exhortación socrática: “conócete a ti
mismo”, es claro, pues es sólo a través del conocimiento propio que la gente puede
participar en la comunidad moral y cumplir con su función en el gran diseño del
universo.
Al responder a la pregunta: “¿Qué es lo que está bajo nuestro control?”, Epicteto
reafirma una de las doctrinas distintivas del estoicismo: son nuestras actitudes hacia
los eventos, no los eventos mismos, lo que podemos controlar. Nada es por su propia
naturaleza calamitoso –incluso la muerte es terrible sólo si la tememos. De nuevo,
aunque uno pueda fallar al llevar a cabo los actos señalados por la providencia divina
– porque al tratar de realizar nuestros deberes las circunstancias nos lo impidan– uno
debería permanecer imperturbable. Por ejemplo, si debido a la pobreza los padres no
pueden alimentar a sus hijos, no deberían preocuparse, siempre y cuando hagan todo
lo posible por proveer para sus hijos. Si ellos desean cumplir con su deber, están
cumpliendo con su obligación, pues sólo esto está dentro de su poder. Aún más, ellos
deben estar seguros de que todo lo que sucede es por necesidad divina, y que sea lo
que sea que Dios haga, es por su bien.
Epicteto, como consejero moral, nos recomienda cultivar una actitud de indiferencia
hacia la buena o la mala fortuna, ya que los eventos externos escapan a nuestro
control. Por consiguiente, los individuos prudentes no se dejan esclavizar por las
demandas de su cuerpo, ni se vuelven emocionalmente dependientes de personas u
objetos.

Cínicos
La escuela cínica fue fundada, en el siglo IV a.C., por el filósofo Antístenes, quien
originariamente fue seguidor de las ideas socráticas. Su nombre deriva del término
griego kynos, que significa perro o perruno. Según algunos historiadores de la filosofía,
fueron llamados así por sus formas extravagantes de vida, ya que rechazaban las
costumbres sociales mayoritarias y los convencionalismos. Según otros, porque
Antístenes enseñaba su doctrina en un gimnasio situado a las afueras de Atenas que
recibía el nombre de Cinosargo. El más famoso de los cínicos fue Diógenes de
Sínope, de quien el historiador Diógenes Laercio nos cuenta que vivía en un tonel,
buscaba seres humanos a la luz del sol con una linterna, despreciaba los honores y la
fama, e incluso satisfacía todas sus necesidades allí donde le surgían. Otros cínicos
conocidos fueron Crates de Tebas, Bión de Borístenes e Hiparchía, llamada la mujer
sabia, primera mujer que apareció en los manuales filosóficos.
El cinismo, más que una filosofía, fue una forma de vida. En ese sentido, los cínicos
pretendían convertirse en modelos de conducta, llevando una vida natural y
rechazando radicalmente las imposiciones sociales sobre la urbanidad y las normas de
conductas basadas en actitudes antinaturales. Las líneas generales de su
pensamiento fueron las siguientes:

El sabio debía seguir en todo los dictados de la vida natural: sencillez, naturalidad,
frugalidad, renuncia a las riquezas y a los honores...
Su objetivo en la vida debía ser la autarquía o autosuficiencia, es decir, el bastarse a
sí mismo sin pretender nada que no ofreciera la propia naturaleza. De ahí su
insistencia en el autodominio de los deseos no naturales.
Se mostraban contrarios a los usos sociales y a los convencionalismos, porque los
consideraban artificiales y contrarios a la virtud natural.
Se declararon ciudadanos del mundo (al parecer, el término ‘cosmopolita’ fue
inventado por Diógenes), rechazando los nacionalismos y las patrias.
En numerosas ocasiones llevaron a cabo actos de rebeldía o de desobediencia
legítima, en contra de leyes sociales que ellos consideraban injustas. De igual modo,
se pronunciaron a favor del pacifismo y del antimilitarismo.
Dieron una importancia capital a la educación, no desde la perspectiva académica,
sino desde los modelos de su propia vida, que ellos consideraban profundamente
moral y contraria a la hipocresía de otras normas sociales vigentes en su tiempo.
Proclamaron la igualdad de todos los seres humanos, independientemente de su
origen, nacimiento o condición social. En ese sentido, fueron claros partidarios de la
abolición de la esclavitud y de la igualdad social de las mujeres. En resumen,
defendieron la igualdad social mediante el retorno a la naturaleza.
Comentarios de texto (en realidad no está probado que sea cierto, inclusive lo
más probable es que no haya ocurrido, pero ilustra el planteamiento de
Diógenes)
Observando en cierta ocasión a un ratón que correteaba, por debajo de la mesa sin
rumbo fijo, sin buscar lecho para dormir, sin temor a la noche, sin preocuparse de
nada de lo que los humanos consideran provechoso, Diógenes descubrió el modo de
adaptarse a la circunstancias. Encargó a uno que le buscase una choza para vivir,
pero como este se demoraba se alojó en un barril del Metron. Observando en cierta
ocasión a un niño que bebía con las manos, arrojó lejos de sí el cuenco que llevaba en
la alforja, diciendo: "un niño me superó en sencillez". Asimismo, se deshizo de la
escudilla cuando vio que otro niño, al que se le había roto el plato, recogía las lentejas
en la cavidad de un pedazo de pan. Una vez, mientras tomaba el sol, Alejandro
Magno, deteniéndose frente a él, le ofreció:
• Pídeme lo que quieras.
• Que te apartes, pues me quitas el sol.
Estaba en cierta ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntado por qué lo
hacía, contestó:
• Me ejercito en fracasar. Interrogándosele sobre qué edad era la más apropiada
para el matrimonio, opinó:
• De joven, aún no; de viejo, ya no. Interrogado sobre cuál era el mejor vino,
contestó:
• El de los demás. A quien le dijo: "muchos se ríen de ti", contestó:
• Pero yo no me tomo en serio. Al recriminársele por comer en la plaza pública,
contestó:
• Es que aquí es donde he sentido el hambre. Al regreso de los juegos olímpicos
se le preguntó si había visto mucha gente:

-Mucha gente sí, pero hombres muy pocos.


Diógenes Laercio: Los cínicos
Consecuencialismo
Teoría o más bien modelo ético para el cual lo correcto, y por tanto lo moral, consiste
en que, una vez aceptado un bien o valor como algo deseable universalmente, el
agente moral debe hacer todo lo posible por fomentarlo, incluso si con esa actitud
tiene que violar ocasionalmente ese bien o valor, siempre que las consecuencias que
se obtengan con esa acción contribuyan a fomentarlo. Para los no consecuencialistas,
esta posición es peligrosa moralmente, ya que se prefieren en mayor medida fomentar
un valor que respetarlo estrictamente. Veamos un ejemplo: yo considero que el
respeto a la libertad es un valor que debe fomentarse universalmente. Ahora bien, si
alguien es presidente de gobierno en este caso, partidario del consecuencialismo
moral y tiene potestad para ilegalizar a un partido político fascista, deberé hacerlo
(aunque con ello vaya contra la libertad política y de expresión), ya que con esa acción
contribuyo a fomentar la libertad general de la mayoría de ciudadanos, al impedir que
ese partido pueda conseguir adeptos mediante la difusión de su doctrina, y en un
futuro llegar al poder y suprimir las libertades públicas. Obraría así porque las
consecuencias de su acción benefician a muchos más individuos a la vez que
fomentan el grado de libertad futura. Una persona contraria al consecuencialismo
criticaría esa decisión, ya que el consecuencialista no ha respetado el valor que dice
defender (en este caso, las libertades políticas y de expresión). Para esta persona
crítica con el consecuencialismo, la moralidad consiste más en respetar siempre los
valores que en fomentarlos si con ello se lesionan derechos o valores. Como puede
apreciarse, el utilitarismo y el llamado maquiavelismo serían teorías morales
consecuencialistas, mientras que la ética kantiana, en cambio, sería un modelo no
consecuencialista.
Emotivismo (Teoria de los Sentimientos
Morales)
Teoría ética que defiende la imposibilidad de comprobar que los juicios morales son
verdaderos o falsos. Según esta teoría, nuestras valoraciones morales proceden
exclusivamente de los sentimientos de agrado o reprobación que tenemos ante la
contemplación o ejecución de determinadas acciones que poseen una interpretación
moral.
Se considera a Hume (filósofo empirista del siglo XVIII) como el primero que
sistematizó el emotivismo moral. Siguiendo sus criterios epistemológicos para
determinar qué conocimientos pueden considerarse
objetivos y cuáles no, el empirismo creyó que únicamente podían ser conocidos
objetivamente los hechos de la experiencia. Más allá de ésta, el conocimiento era
imposible y, por tanto, una falsa ilusión. Ahora bien, los conceptos de la ética (bien,
mal, justo, etc.) son propiedades abstractas que atribuimos a los objetos, a los actos o
a las situaciones, pero no son hechos. Por ejemplo, un hecho porque lo puedo percibir
y por tanto conocer es cuando observo que alguien toma ilegítimamente una
propiedad que no es suya (robo). Así, puedo afirmar con total rotundidad: "X ha
robado". Sin embargo, si yo afirmo a continuación: "el robo es malo", me encontraré
con que no estoy describiendo un hecho (robar), sino tan sólo estableciendo una
valoración moral (robar es malo). Dicha valoración, al no ser un hecho, no puede ser
objeto de conocimiento por parte de la razón. Ahora bien, si los juicios morales no se
refieren a hechos, ¿qué expresan exactamente? Según Hume, únicamente
sentimientos, deseos o intereses, es decir, estados emotivos del sujeto que emite el
juicio moral, y a través de los cuales éste manifiesta su conformidad o rechazo moral
de la acción. Expresado en palabras del propio Hume: "mientras dirijas tu atención al
objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás hasta que dirijas tu
reflexión hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación, que
brota en ti mismo, respecto a tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es
objeto del sentimiento, no de la razón". Al no aceptar que la moral es ajena al ámbito
del conocimiento racional, todos los sistemas éticos existentes hasta el siglo XVIII
cayeron en lo que Hume denomina la falacia naturalista, es decir, derivar la moral (el
deber ser) de las leyes de la naturaleza (lo que es). Pero ese paso esconde un error
lógico: el deber ser no puede deducirse del simple ser. Dicho de otro modo, las cosas
son como son, no como deben ser (ésa es una valoración que nosotros realizamos a
causa de nuestro sentimiento de aprobación o rechazo moral). Dos cuestiones más
merecen destacarse de la ética de Hume: una, la valoración moral no debe quedar
únicamente en la apreciación personal de agrado o rechazo ante una acción:
• Hay que abstraer los aspectos personales que pueden influir en ella (intereses,
aprendizajes culturales previos, deseos individuales, etc.) para intentar que ese
sentimiento coincida con un sentimiento universal de rechazo o aprobación similar
ante esa acción (así se trata de evitar el subjetivismo a la hora de valorar una acción
moral).
• La identificación de la aprobación moral con el criterio de utilidad (lo útil se
percibe como bueno), idea en la que se inspiraría posteriormente Bentham para sentar
las bases teóricas del utilitarismo moral. La crítica de Hume a los sistemas éticos
precedentes tuvo una enorme influencia en la obra de los filósofos morales
posteriores. Por ejemplo, Kant convencido de que el emotivismo cuestionaba
seriamente a la ética elaborada hasta aquel entonces buscó una transformación de los
fundamentos morales, criticando los sistemas que él denominó ‘éticas materiales’, y
construyendo un nuevo modelo ético inspirado en principios estructurales distintos, al
que denominó ‘ética formal’. Moore, siguiendo el modelo crítico de Hume, trató de
justificar la ética a través del intuicionismo moral. Ya en el siglo XX, el neopositivismo y
la filosofía analítica, investigaron sobre la naturaleza lógica y lingüística de las
proposiciones morales para reforzar las tesis emotivistas.

Muchas han sido, sin embargo, las corrientes éticas que han criticado al emotivismo su
subjetividad (y por tanto su incapacidad de formular leyes morales de alcance
universal: el criterio de Hume acerca de abstraer las circunstancias personales se
considera insuficiente). Para los críticos con el emotivismo, hacer depender la moral
de un sentimiento interior de rechazo o aprobación personal, significa caer en una
suerte de relativismo, salvo que se acuda a teorías como la creencia en una ley natural
que puede ser conocida intuitivamente. Entre las corrientes críticas con las
consecuencias prácticas que se derivan del emotivismo, podemos destacar las
siguientes: ética kantiana, ética de los valores, prescriptivismo y las éticas
fundamentadas en el contrato social como las de Rawls o de H. Jonás (ética
ecológica).

Ética kantiana o Ética formal


Kant nace en la ciudad prusiana de Köninsberg en 1724. Muere en 1804. En lo que
respecta a la moral, Kant adoptará un punto de vista totalmente novedoso en la
historia de la filosofía. Parte de una crítica a los sistemas éticos anteriores, a quienes
considera modelos de ética material: establecen la bondad
o la maldad de una acción en cuanto ésta resulte o no apropiada para alcanzar un fin
que se identifica con el bien (sea éste la vida contemplativa, el placer, las leyes de la
naturaleza o la ley divina). Según Kant, esta forma de entender la ética es incorrecta,
puesto que las razones que se aportan para que uno obre moralmente se encuentran
fuera de la propia ética.
Él propone como alternativa un nuevo sistema: la ética formal: nos dirá qué tenemos
que hacer para alcanzar un fin bueno (ni tampoco en qué consiste éste), sino que nos
proporcionará la forma que deben tener nuestras acciones para ser morales. La forma
concreta en que se expresa la moralidad será el llamado imperativo categórico. Ahora
ya no se trata de llevar a cabo actos porque son buenos para alcanzar un fin deseable
moralmente (tal como quieren las éticas materiales), sino que los actos son buenos
porque mi deber moral que se expresa en la racionalidad humana así lo determina. El
fundamento de la ética será tan sólo lo que Kant llama la buena voluntad. Desde el
punto de vista moral, Kant distingue tres posibles tipos de acciones:

Contrarias al deber: son inmorales.


Conformes al deber: son acciones buenas, pero no morales, porque han sido
realizadas no por motivos éticos, sino por intereses personales o buscando lograr
ciertos fines que son ajenos a la ética.
Acciones por deber, las únicas auténticamente morales, puesto que su realización ha
sido determinada exclusivamente por respeto al deber. Como puede apreciarse, la
ética kantiana busca la autonomía (es decir, que sea la razón la que se dé a sí misma
las leyes morales) en contra de la heteronomía (lo que debe hacerse está determinado
por una finalidad placer, utilidad, perfeccionamiento intelectual, etc. que no procede de
la propia razón moral, sino de algo exterior a ella) característica de las éticas
materiales.

LA ÉTICA DE SCHELER
La ética de Scheler nace del deseo de continuar la ética kantiana, aunque superando
su formalismo racionalista, nos dice Frondizi: "Su doctrina muestra un repudio por las
éticas materiales anteriores, que han sido éticas empiristas de bienes y de fines, y
reafirma el principio apriorístico establecido por Kant.
Este principio es el punto de partida del pensamiento de Scheler" Para explicar la
naturaleza de los valores, Scheler los comparará con los colores para mostrar que, en
ambos casos, se trata de cualidades que existen independientemente de los
respectivos depositarios. Se puede hacer referencia al "rojo", por ejemplo, como un
puro color del espectro, sin tener la necesidad de concebirlo como la cobertura de una
superficie material; del mismo modo, el valor que descansa en un depositario con el
que constituye un "bien", es independiente del depositario mismo.
Scheler supone que poseemos un conocimiento previo (como cualquier inherente del
ser humano), para establecer lo "bueno" y lo "malo" y escoger determinadas acciones,
lo cual significa que la ética de este filósofo, si bien es una ética "material" de los
valores, no descansa sobre una base empírica, sino apriorística.
Los valores son cualidades independientes de los bienes: los bienes son cosas
valiosas, y aún cuando un bien nunca hubiera 'valido' como 'bueno', sería, no obstante
bueno. "(...) Así como la existencia de objetos (por ejemplo, los números) o la
naturaleza no supone un 'yo', mucho menos lo supone el ser de los valores." .
Los valores, en tanto cualidades independientes, no varían con las cosas. Así como el
color azul no se torna rojo cuando se pinta de rojo un objeto azul, tampoco los valores
resultan afectados por los cambios que puedan sufrir sus depositarios. La traición de
un amigo, por ejemplo, no altera el valor, en sí, de la amistad. La independencia de
los valores implica su inmutabilidad; los valores no cambian. Por otra parte, son
absolutos; no están condicionados por ningún hecho, cualquiera sea su naturaleza,
histórica, social, biológica

o puramente individual. Sólo nuestro conocimiento de los valores es relativo; no los


valores mismos.
La tesis subjetivista de que los valores existen únicamente en la medida en que son
captados, es refutada por Scheler quien considera que "hay infinito número de valores
que nadie pudo hasta ahora captar ni sentir". Para que los valores existan, no es
necesario un sujeto que los aprenda. Los valores pueden ser captados por medio de
una intuición emocional básica, pero el que no sean sentidos o captados, no quiere
decir que éstos no existan; así, la desaparición del percibir sentimental, no suprime el
ser del valor.
Scheler critica la posición historicista que supone un relativismo de los valores
considerándolos productos de una determinada situación histórica; el relativismo
historicista, según Scheler, comete el error de no advertir el carácter independiente de
los valores confundiéndolos con los cambios que sufren los bienes y las normas. El
escepticismo ético también es considerado por Scheler como "un fenómeno
chocante". Como buscamos el apoyo social en nuestras valoraciones éticas, señala
este filósofo, nos intranquiliza cualquier discrepancia con los demás, y la desilusión
que experimentamos al no encontrar coincidencias y establecer acuerdos para las
cuestiones éticas, nos lleva a un escepticismo que sólo pone de manifiesto nuestra
debilidad e incapacidad para estar solos frente a los problemas morales..
Otro gran filósofo, Husserl, demostró en sus "Investigaciones lógicas" la falta de
fundamento de la posición nominalista, por lo que Scheler no se ocupa de refutar a
fondo el nominalismo axiológico. Las palabras 'bueno', 'bello', 'honesto', etcétera, son,
para el nominalismo, expresiones de sentimientos, intereses o apetencias de los
individuos; sin embargo, Scheler demuestra que el valor no puede reducirse a la
expresión de un sentimiento, porque, con frecuencia, captamos los valores con
independencia de los sentimientos que experimentamos. Así, podemos comprobar con
frialdad, y aún con fastidio, la existencia de un valor moral en nuestro enemigo.
Existencialismo
Se conoce como existencialismo un movimiento filosófico inspirado en las ideas
originarias de un pensador del siglo XIX, S. Kierkegaard. Para esta corriente, la
existencia se convierte en el objeto de estudio esencial de la filosofía. El rasgo básico
que define al existir es la libertad. Pero ser libre (estar condenado a ser libre, en
palabras de Sartre) significa tener que elegir lo que uno quiere ser y hacia dónde debe
dirigirse; esa necesidad de tomar decisiones continuamente (en eso consiste
precisamente vivir) conduce al hombre a la angustia. Para conjurarla, algunos seres
humanos buscan consuelo en las ideologías o las religiones: ellas le dicen lo que debe
hacer y le evitan de esa manera el tener que elegir a cada paso de su vida. Ahora
bien, ésa será una
existencia inauténtica, un consuelo bajo forma de ideología. El hombre auténtico debe
aceptar que no existen leyes inmutables, ni en la naturaleza ni siquiera en Dios
(puesto que éste no existe), y que su existencia es una ‘pasión inútil’ que surge de la
nada y a la nada vuelve. Sin embargo, y desde su actuación ética, el ser humano no
debe ser pasivo socialmente. Para el existencialismo, el sujeto tiene la obligación
moral de actuar sobre la sociedad para transformarla mediante valores puramente
humanos.
El Método de la Ética
La Ética como toda ciencia posee un método por medio del cual se tenga un
conocimiento profundo de la conducta humana. El cual consiste en los siguiente
pasos:

1. Observación. Este paso también es propio del método científico. La observación no


solo consiste en acercarse al hecho real y percibir a través de los sentidos en forma
penetrante y amplia.

2. Evaluación. A partir de la percepción del acto por medio de la observación, se


emiten un juicio de valor moral, es decir tratar de catalogar el acto observado dentro
de las categorías morales previamente establecidas estudiadas como pueden ser:
reprobable, honesto, obligatorio, bueno, amable, recomendable, etc. Es necesario
existan matrices de valoración moral para así poder catalogar con más detalle el acto
estudiado.

3. Percepción axiológica. Es este aspecto se trata de descubrir en forma personal los


valores que todavía no se ha sido capaz de descubrir o percibir en este acto. Una vez
hecho esto podemos darle un valor al acto estudiado de acuerdo a una escala de
valores. Este es el siguiente tema de Estudio.

Etica y Axiología
Las acciones humanas tienen como características relevantes que:
1 Son sociales, por lo que implican colaboración y competencia.
2 Tienen un propósito, sea éste implícito o explícito, honesto o fraudulento,
generoso o destructor.
3 Acarrean consecuencias para la persona que la realiza, para quienes están
cerca de ella y también para quienes están quizá lejos de ella, así como para
generaciones posteriores.

Esto significa que cada vez que vamos a hacer algo, juzgamos si será o no
conveniente hacer eso, cada vez que hemos hecho algo u otros lo han hecho,
juzgamos si fue apropiada esa acción, nuestra naturaleza humana, nos guía a lo que
de natural nos es provechoso, bueno. A todo acto cuyas consecuencias sean
provechosas para algunos, se le considera valioso y a la propiedad de ser
conveniente, bueno o útil se le llama valor. El valor puede definirse –primariamente-
como: "propiedad aplicable a todo lo que beneficia, mejora, dignifica el quehacer del
hombre". Y la rama de la Filosofía que se encarga de estudiar los valores, es la
Axiología.
Sin embargo existen muchos significados para la palabra valor:
Se habla de valor para indicar la utilidad o precio de los bienes materiales, o el mérito
o dignidad de las personas.
Cicerón define el valor como: "Lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección" Por
mucho tiempo el valor se identificó con el Bien.
Sin embargo, los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, sino propiedades,
cualidades sui-generis que poseen ciertos objetos llamados bienes.

CONCEPTO DE VALOR Y AXIOLOGÍA


Axiología (del griego axios, ‘lo que es valioso o estimable’, y logos, ‘ciencia’), teoría
del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores
positivos, sino también de los valores negativos, analizando los principios que
permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal
juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación
especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una
relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max
Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de
los valores. En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue
desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
Valor es todo aquello que tiene significado para nosotros y por lo tanto lo
consideramos importante.
¿ Qué propiedades tiene un valor ?
Según Max Scheler, los valores tienen algunas propiedades o características
fundamentales. Entre ellas se destacan las siguientes:
a) Bipolaridad: mientras las cosas son lo que son, los valores se desdoblan en un polo
positivo y en polo negativo. P.ej. belleza y fealdad, bondad y maldad, etc.
b) El rango o jerarquía: es esencial a todo valor el ser inferior, superior o equivalente a
otro; los seres pueden ser clasificados, los valores tienen que ser jerarquizados dentro
de una tabla de valoración.
c) La materia: “cualidad y rango son propiedades de cada valor que éste posee
merced a su materia, ultima contextura estimativa, irreductible a toda determinación.”
Otro pensador, Guy Rocher señala cinco características de los valores:
a) Los Valores son Inspiradores de Juicios:
a.1 Juicios de Realidad: Estos Juicios se limitan a expresar hechos determinados o
relaciones entre hechos igualmente determinados. Se refiere a Juicios que dicen lo
que es la realidad y cómo es.
a.2 Juicios de Valor: Se refiere a las cualidades de las cosas o al precio que se les
atribuye. "Entrego un Juicio de Valor si digo que unos acontecimientos son positivos
porque favorecen el progreso de la religión o del ateísmo". Se refiere a seres o
comportamientos que son juzgados a la luz de ciertos Valores:
Es entonces, un juicio inspirado por los Valores. Tal Juicio supone que el sujeto ya
comparte un ideal al cual compara las cosas o los acontecimientos que observa. El
Valor es por ende anterior al Juicio de Valor.
b) Los Valores son Inspiradores de Comportamientos:
Los Valores son subyacentes a ciertos modelos, y muchos modelos son normas de
comportamiento de carácter específico, en el sentido que sirven de guía para orientar
la acción en circunstancias particulares y precisas en el tiempo, el lugar y la situación.
El radio de influencia de estos modelos es en cierta forma limitado, restringido.
Además, estos modelos, por su especificidad, parecen no tener sentido o importancia
si se los considera separadamente. Incluso los vínculos que los unen con otros no
aparecen fácilmente. De manera que, si se los considera así, desde un sólo nivel, los
modelos son difícilmente comprensibles y cuesta entender su significado real. Sin
embargo, dicho significado aparece cuando los modelos son mirados a partir de su
relación con los Valores.
c) Los Valores son Relativos
La Tercera característica de los Valores es su relatividad; alude a que son siempre
específicos de una sociedad; de un tiempo histórico, puesto que varían en el tiempo, y
de una sociedad a otra. Los Valores tienen una mayor resistencia, al cambio, que los
modelos.
d) Los Valores tienen una Significativa Carga Afectiva
La adhesión a un Valor no resulta generalmente de un movimiento exclusivamente
racional y lógico, sino más bien de una mezcla de razonamiento y de intuición
espontánea y directa en la cual la afectividad juega un rol muy importante. La carga
afectiva que reviste el Valor, es lo que lo convierte en un poderoso factor de
orientación de la acción de las personas y colectividades.
e) Los Valores son Jerarquizables
El último rasgo característico de los Valores es su carácter jerárquico. Se habla, en el
lenguaje común, de "La Escala de Valores" para designar el Orden Jerárquico según
el cual una persona o una colectividad aprecia o estima lo que comparte.
¿ En base a qué se clasifican los valores?,
Sobre todo se consideran las metas o ideales que se tengan en la vida, las cuales
también se clasifican en:
• Las metas o ideales que se refieren al ser,
• Las metas o ideales que se refieren al hacer y
• Las metas o ideales que se refieren al tener.

Las que se refieren al ser, están ligadas a lo más profundo del hombre, a su deseo
de ser mejor persona, desarrollando sus potencialidades, alcanzando su
autorrealización. Ejemplo : ser amoroso, ser honesto, ser justo, etc.
Las que se refieren al hacer, se relacionan con el camino a seguir para que el
hombre consiga sus fines y alcance sus metas. Ejemplo: El arquitecto construye, el
maestro educa, el alumno estudia, etc.
Las que se refieren al tener, aluden a la búsqueda de las cosas materiales. Las
cuales ayudan de cierta manera al desarrollo. Ejemplo: Tener una casa, tener un auto,
tener una bicicleta, etc.
FUNCIONES SOCIALES DE LOS VALORES
Los Valores tienen tres funciones:
a) Coherencia de los Modelos: Contribuyen a dar una cierta coherencia al conjunto
de reglas o modelos, en una sociedad determinada. Es por referencia a los Valores
que los subyacen y los polarizan, que los modelos adquieren un alcance y un sentido
más profundo y que se clarifican los vínculos que unen los unos a los otros, tanto en el
ámbito de los actores como en el de las colectividades. Sin embargo, esta coherencia
es relativa, ya que los mismos valores son ambiguos.
b) Unidad Psíquica de las Personas: Los Valores constituyen un elemento
importante de la unidad psíquica de las personas. Se trata de una función psicológica.
El Psicólogo Gordon Allport ha insistido acerca de la unidad de la personalidad
psíquica, mostrando que ésta se realiza en las personas que logran alcanzar un nivel
de madurez en que el conjunto de su psiquis se unifica en un "Estilo de Vida" ("A
Philosophy of Life"), inspirado por algunos valores dominantes. Señala que aún
cuando la personalidad psíquica no ha realizado dicha unidad, los Valores contribuyen
a la cohesión y a la integración de la percepción de si mismo y del mundo, así como a
una cierta unidad de la motivación.
c) Integración Social: Según Comte, los Valores son un elemento esencial para el
"Consenso Social", o para la denominada "Solidaridad Social" citada por Durkheim, y
para lo que hoy, designamos como "La Integración Social". Si hemos podido afirmar
que los modelos son un "denominador común" de una colectividad, se puede agregar
que los valores son un "denominador común más pequeño". Los Valores, como los
modelos, deben ser compartidos por los miembros de una colectividad; la adhesión a
Valores Comunes es la condición para la participación en la colectividad. Sin embargo,
la integración social también es relativa, por la ya dicho anteriormente.
JERARQUÍA DE LOS VALORES
Para Scheler, los valores mantienen una relación jerárquica a priori. La superioridad
de un valor sobre otro, ser captada por medio de preferir, que es un acto especial de
conocimiento. Preferir no es juzgar; el juicio axiológico descansa en un preferir que le
antecede. Por otra parte, no hay que confundir "preferir" con "elegir". El "elegir" es una
tendencia que supone ya el conocimiento de la superioridad del valor. El "preferir", en
cambio, se realiza sin ningún tender, elegir ni querer. Cuando decimos "prefiero la
rosa al clavel", no pensamos en una elección. La elección tiene lugar entre acciones,
mientras que el preferir se
refiere a bienes y valores. La elección, entonces, supone el elemento empírico,
mientras que el preferir supone un elemento apriorístico. Así, todos preferimos la
salud aunque en ocasiones elegimos acciones incongruentes con tal preferencia,
(fumamos, bebemos, etc.).
Scheler destaca cinco criterios para determinar la jerarquía axiológica que
Frondizi nos explica con mucha claridad: (9).

1. Durabilidad del valor. Siempre se ha preferido, observa Scheler, los bienes


duraderos a los pasajeros y cambiantes. Sin embargo, no hay que confundir la
durabilidad del valor con la durabilidad de los bienes, y menos aún, de los
depositarios. Así una "fea" estatua de mármol, no puede ser superior a una "bella"
creación en madera. Y la corta vida de un genio, no cambia el valor de la misma.

Así según Scheler, "(...) los valores más inferiores de todos, son (...) los valores
esencialmente 'fugaces'; los valores superiores a todos, son, al mismo tiempo, valores
eternos".

2. Divisibilidad. La altura de un valor es tanto mayor cuando menos divisible sea el


valor. A diferencia de los valores de lo agradable sensible, en donde la magnitud del
valor se mide por la magnitud de un bien o del depositario, (por ejemplo, un trozo de
tela fina, o una

porción de un alimento exquisito, valen aproximadamente el doble que la mitad del


mismo trozo o una media porción), los valores que suponen el gozo estético, o los
valores espirituales, no suponen el mismo comportamiento. Así, la mitad de una obra
de arte, no corresponde a la mitad de su valor total.
Los valores espirituales son indiferentes al número de personas que participan de su
goce, mientras que el goce de lo agradable sensible exige el fraccionamiento de los
bienes correspondientes. De ahí que los bienes materiales separen a las personas -al
establecerse conflictos de intereses sobre su posesión-, mientras que los bienes
espirituales unen a los hombres en una posesión común.

3. La fundación constituye el tercer criterio para jerarquizar los valores. Si un valor A,


por ejemplo, funda a un valor B, el valor A será más alto. Lo anterior significa que para
que se dé el valor B, se requiere la previa existencia del valor A. Así, lo agradable se
apoya o se funda en lo vital, en la salud, por ejemplo.

Todos los valores se funda, desde luego, en los valores supremos que son, para
Scheler, los religiosos. Al sostener esta tesis vuelve Scheler a un monismo axiológico
semejante al medieval que el desarrollo de la cultura moderna parecía haber
superado.
4. La profundidad de la satisfacción es el cuarto criterio. Según este criterio, el
valor más alto, produce una satisfacción más profunda. Scheler aclara los conceptos
de "profundidad" y "satisfacción". La satisfacción no debe ser confundida con el placer,
si bien éste puede ser una consecuencia de la satisfacción que se refiere
a una vivencia de cumplimiento que se da cuando se cumple una intención hacia un
valor mediante la aparición de éste. La satisfacción tampoco está necesariamente
ligada a una tendencia; el más puro caso de satisfacción ocurre en el tranquilo percibir
sentimental y en la posesión de un bien positivamente valioso.
El concepto de profundidad se refiere al 'grado' de satisfacción. Se dice que la
satisfacción al percibir un valor es más profunda que otra, cuando su existencia se
muestra independiente del percibir del otro valor. De aquí que sólo cuando nos
sentimos satisfechos en los planos profundos de nuestra vida gozamos alegrías
superficiales.
5. El quinto criterio es del la relatividad. La relatividad se refiere al ser de los valores
mismos. Existen valores que son 'relativos' a un individuo como es el caso del valor
de lo agradable, que es "relativo" a un ser dotado de sentimiento sensible. Ahora bien,
el hecho de que un valor sea "relativo", no lo convierte en "subjetivo". Un objeto
corpóreo que se presenta en la alucinación es "relativo" al individuo, mas no es
subjetivo en el sentido que lo es un sentimiento. También existen valores "absolutos"
que existen para un puro sentir, independiente de la sensibilidad, como es el caso del
preferir y el amar. Los valores morales pertenecen a esta última clase.
Un valor es tanto más alto cuanto menos relativo es; el valor más alto de todos es el
valor absoluto.

Aplicando los cinco criterios, Scheler establece una tabla jerárquica de valores que es
como sigue: 1.- En el nivel más bajo, están los valores de "lo agradable" y "lo
desagradable" a los que corresponden los estados afectivos del placer y el dolor
sensibles.
2.-En segundo término, están los valores vitales, que representan una modalidad
axiológica independiente e irreductible a lo agradable y lo desagradable.
3.- El reino de los valores espirituales constituye la tercera modalidad axiológica.
Ante ellos deben sacrificarse tanto los valores vitales como los de lo agradable.
Entre los valores espirituales, podemos distinguir:
a) los valores de lo bello y de lo feo y los demás valores puramente estéticos;
b) los valores de lo justo y de lo injusto que son independientes de cualquier
legislación creada por una sociedad, por lo que no hay que confundirlos con "lo recto"
y lo "no recto" del orden legal;
c) los valores del "conocimiento pura de la verdad", tal como pretende realizarlos la
filosofía, en contraposición con la ciencia positiva que aspira al conocimiento con el fin
de dominar a la naturaleza.
4.- Por encima de los valores espirituales está la última modalidad de los valores, la
de lo santo y lo profano. Como los valores en general son independientes de los
bienes y de todas las formas históricas, se comprende que Scheler reclame para los
valores religiosos completa independencia frente a lo que ha valido como santo a lo
largo de la historia. Los estados correspondientes a los valores religiosos son los de
éxtasis y desesperación, que miden la proximidad o el alejamiento de lo santo.
Para terminar esta exposición sobre esta doctrina objetivista de los valores,
enfatizaremos que la relación jerárquica de valores, que va de lo agradable a lo santo
pasando por lo vital y lo espiritual, es apriorística y precede, por lo tanto, a cualquier
relación entre los bienes. Si esta tabla de valores es aplicable a los bienes, es
únicamente porque lo que en realidad hacemos es aplicarla a los valores que están
presentes en los bienes según esta posición objetivista del valor.
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