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La primera vez que vi al Tulipán Holandés, estaba con mi madre. Recuerdo que
no me
gustaba mucho su bigote. La manera que se curvaba en las puntas. No se
preocupen,
el se lo afeitará. El era alto y fornido. Muy alto y muy fornido. Paso al lado mío
y de mi madre como un gigante. Estábamos en una tienda de flores. No era sólo
una
simple tienda de flores. Era una extraña y excéntrica tienda que solo ella era
capaz de encontrar. Olía a cigarrillos, tierra, y libros viejos. Deja a mi madre
encontrar una vieja, y fea tienda de flores en un pequeño hueco de la pared y te
garantizo que la encuentra. La puedo escuchar ahora mismo.
-¿Y que tal que hayan descubierto otra especie, y que yo no sepa? ¿Huh?
-Sabes, creo que uno en serio necesita tener una cara bonita para lograr que el
pelo corto quede bien. Como a ti.
Una gruesa voz me sorprendió por detrás. Me gire rápidamente y casi me caigo.
Era
el dueño de la tienda.
Tras decir eso él se fue. Con pasos lentos. Cuando llego detrás de la caja me
dio
una sonrisa. Sentí que mi corazón se aceleraba. ¿Quién era este hombre?
Rápidamente me puse a buscar a mi madre.
-Madre, ¿podemos irnos? Por favor.
Ella miró de nuevo las semillas que tenía en la mano. Creo que cogió una de
cada
especie.
-Serían 37.60.
-¿Buenas chicas? ¡¿Acaso eso que-?! No importa- Me giré para no ver su cara.
Recordando nuestro anterior encuentro.
Miré a mi madre.
-Mamá, ya tienes esas. Solo vámonos. ¡Ya tienes esas! ¡Por favor!
-¡No me importa! ¡Las quiero! ¿Qué te pasa hoy, Anna?- Ella me respondió.
-Anna, no me gusta tu actitud... Por ti... ¡Lo hago por ti, tu lo sabes!.. Todos
los tulipanes que yo... Quería ver si tal vez... Algo nuevo... Creo que no... Oh,
Anna,
yo...
El ojo de mi madre estaba brillando con pasión, confusión, y deseo. Ella le dio la
mano a través de un hueco de la caja; un gesto que lo sorprendió. El se
estremeció
y ella rápidamente la retiro.
-Perdón, Yo.. Lo que dijiste era muy interesante. Como ves, he estado buscando
nuevas especies de tulipanes... Ahora me va a tomar mucho mas tiempo de lo
que
esperé-. Ella sonrió y soltó una risita nerviosa. -Pero lo que decías... Cruzar la
especie, ¿cierto? Me gustaría ver realmente como funciona.
Él se quedó callado por unos segundos, confundido porque por primera vez a
alguien
le interesaba.
-Como sea, Dael vendrá a la casa la próxima semana para compartirme sus
experiencias. ¿No es genial?
Ella me dio una mirada. -¿No me has estado prestando atención, Anna? ¡Dael!
¡El
chico de la tienda de flores!
-No hables en ese tono conmigo, jovencita. Soy adulta. Puedo tomar mis propias
decisiones. Y tu estabas allí todo el tiempo. Probablemente divagando como
ahora.
Has estado muy distraída últimamente.
-¿En qué?
Creo que ella sabía que no iba a decir más. Todo estaba en silencio así que
rompí
el hielo.
-Bien- Dije.
-Uh, bien- Me contestó suspirando. Volví mi atención a la ventana y el mundo
pasaba ante mi.
Tal vez el próximo año
Después de que fui diagnosticada, decidí que la escuela pública no iba a ser una
opción para mi. Incluso antes de que los infortunios comenzaran. Podía sentir
las
miradas de la gente. Podía escuchar las preguntas que invadían sus mentes.
Podía
ver ojos mirándome llenos de pena y compasión.
»Pobre Anna.
No quería lidiar con eso. No podía lidiar con ello. Así que, me retiré. Así como
suena.
Hasta ese momento, el día iba normal para mi. Parecía que mis pulmones
querían
darme un descanso por cortos periodos de tiempo, incluso se me olvidaba que
yo no
era normal. Esos momentos son de los mejores. Bajando las escaleras me
esforzaba
más de lo que podía y mi cuerpo rápidamente me dejaba sin aire algún tiempo
devolviéndome a la realidad.
-Sí, claro,
-¿Podría llamarte más tarde? Si, no hay problema. Bien, adiós- Colgó y forzó
una
sonrisa.-Hola, cariño.
-¿Por qué tantas preguntas, Anna? Tulipanes. ¿De qué más hablaríamos?
Mi madre se paró. Le dio una mirada a su sombrero y fue hacia el. -Creo que iré
al
jardín. Hace un día hermoso hoy. Eres libre de acompañarme si quieres.
-Claro, mamá-Dije
El jardín explotó en colores ante mis ojos cuando abrí la puerta. Era como si no
hubiera estado aquí afuera hace años.
-¿Por qué
-Eso estaría bien. Tu mandas. Yo te sigo. Estoy seguro que van a lucir hermosas,
o sea... Son 'buenas chicas esas semillas'
Mi madre soltó un risa y me dio un golpecito con su guante.
-Oh, Anna. ¡No te burles de Dael! Son de buena calidad-Ella me dio la mano-.
Vamos,
quiero mostrarte algo.
Ella me llevó a un pequeño y vacío lugar de tierra oscura en el medio del jardín.
-¿Qué es esto?
-Y así- Dije después de una larga pausa.-Tendrás algo para recordarme cuando
me
haya ido.
De una vez que las palabras salieran de mi boca, me arrepentí de haberlas dicho.
Ella se congeló, su largo cuello quedo en un peculiar ángulo. Ella arqueo las
cejas
y dejo escapar un gemido.
Ella volteó su cabeza evitando mi mirada. -Creo que deberíamos hacer esto otro
día.
Le di la mano.
-No, mamá, por favor. Quiero hacerlo hoy. Ahora. No me dejes arruinar esto. Por
favor.
-Esta es una buena idea, deberíamos plantar un tulipán cada vez que
enfrentemos
algo.
vez que le demos la cara a un miedo, deberíamos plantar un tulipán. Cada uno
puede
representar cuando... Cuando hacemos algo que no sabíamos que podíamos.
Esa podría
ser el centro de nuestro jardín. Nuestro jardín.
Pensé en el año en cuando deje el colegio. Pensé en cuando mi padre nos dejo.
Pensé
en el año en el que mi madre empezó a plantar tulipanes, cuando toda esta locura
empezó. Esto podría ser bueno para nosotras.
-Amo esa idea- ella finalmente respondió. Una lágrima resbaló por su mejilla
hasta
caer a la tierra.
-¿Mamá?
-¿Si, cariño?
Tome aire.
Pero para mi sorpresa, madre no dijo nada de eso. Cuando me miro, sonrió. Ella
tenía fe en mi. Ella creía que era fuerte.
Reí.
-¿Lo crees?
-Sí, lo creo.
Miré hacia el suelo negro en frente de nosotras.
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Ella se levantó.
-Bien, me quito el sombrero por ti. Es una locura. Pero miremos el lado bueno,
puedes conocer chicos lindos!
Ella tiro de las sábanas para destapar mi cabeza, en seguida abrió el armario.
-Muy graciosa. Vamos, vas a llegar tarde, Anna. Ya te dije que tengo cosas que
hacer hoy. No me hagas decírtelo de nuevo. Ve a darte una ducha.
-Me puedo vestir sola mama. No tengo siete. Entonces, ¿que haremos hoy?
-¿Como que 'que haremos hoy'? Tienes la prueba de R.M.I, señorita y Ooooh,-
Saco
una camisa púrpura, -Esta está linda-Me la tendió-La puedes usar.
-¡Y que iba a decir nada! Dios, Anna, ¿Ya vas a tomar una ducha?
-Es Dael.
-Bien, Bien!
El camino al hospital
fue largo. Como siempre. Recuerdo la primera vez que fui. Tenía trece años y
estaba
más que asustada. De una vez que entre a la habitación de la prueba y vi la
máquina
de metal gigante en la que planeaban meterme, rompí en lágrimas y les costó
al
rededor de cuarenta y cinco minutos calmarme. Incluso ahora que no me
gustan, ya me
Me dirigí allí. Envolvió sus brazos al rededor mío y estuvo cerca de apretarme
hasta la muerte.
-¿Como te ha ido?
-Eh. Bien.
-Sé fuerte.
Guiñó un ojo.
-Si, señorita-mi
madre respondio.
-Adiós, Sandy.
Caminamos hacia la oficina del Dr. Langford. Fuimos por el brillante pasillo de
color blanco. Entrecerré los ojos, nunca entendí por que los hospitales tenían
que
ser blancos. Blanco era un color puro. Tal vez quizá un color feliz. Y los
hospitales están lejos de ser alguna de las dos cosas. Llegamos a la oficina del
Dr. Langford. Éramos las únicas allí. No reconocí a la secretaria. Debía de ser
nueva.
-Buen día-mi madre le respondió. -Estamos aquí por los exámenes de M.R.I
con el
Doctor Langford.-La secretaria leyó los papeles que traíamos.
-Gracias.
-Es muy bueno volverlas a ver. ¿Cómo has estado, Anna? ¿Has tenido dolores
de
cabeza o algún vómito?
Si, Dr Langford, hablemos de mis cosas personales aquí afuera con su querida
secretaria escuchando
cada palabra.
Baje la mirada.
-No, no recientemente.
Por favor.
-¿Segura?
Asentí.
-¡Cállate!
Me di cuenta que lo último lo había dicho en voz alta y mis manos fueron a mi
boca.
El doctor Langford me dio una mirada de confusión.
-¿Si?
-Es solo que... No se porque debo de hacer esto. Me refiero a que tengo cáncer
en
la... En la sangre, ¡No tumores en el cerebro!
-Bien, es solo una precaución. Queremos estar seguros que estas sana.
Él no dijo eso.
-Bueno...
~~~~~~~~~
Cuando la prueba había acabado y ya tenía puesta mi ropa, lo único que quería
hacer
era irme a casa. Deje el baño para hallar al Dr. Langford y a mi madre hablando
en
susurros. Mi madre notó entonces que había salido.
Matthew sonrió. -Sí, ustedes deberían irse a casa. Quería hacerte una revisión
total, Anna, pero creo que ya han estado mucho tiempo aquí. Podemos
planearla para
la próxima semana.
de nuevo al doctor. Ella sabe que odio cuando las personas hablan sobre mi
fingiendo que no estoy.
Rodeo mis hombros con su brazo y empezamos a caminar hacia la puerta. -Te
portaste
bien hoy, Anna. En serio. Quiero verte la próxima semana para saber como van
las
cosas.
Yo no quiero.
"No se preocupe. ¿Para qué cree que estoy aquí? La llamare más tarde Mrs.
Nolan,
tengan un buen día.
-Olvidé mi bolso. Perdón, Anna. Voy a ir por el. Espérame aquí. ¿Por qué no
vas y
le hablas a esa niña de allí? Esta sola-Ella apuntó con la cabeza a una niña
pequeña de piel oscura y ojos cansados. Tendría que tener por lo menos siete
años.
Sandy estaba inmersa en una conversación con un señor adulto que llevaba
una camisa
rosa. Decidí no molestarla. Había otras cinco o seis personas más sentadas en
el
lobby, incluyendo a una mujer asiática menuda con una mascarilla puesta, un
joven
con múltiples morados, y una enfermera.
Caminé y me senté junto a ella. No se movió. Era flaca y en sus hombros caían
unos
rizos negros. Parecía perdida.
aquí.
Trate de calmarla con una sonrisa. -Esta bien, soy Anna-. Estire una mano para
en
espera de que ella me devolviera el saludo pero ella solo bajo la cabeza.
Nunca fui buena con los niños pero había algo diferente en esta niña. Por
alguna
Probablemente ella también estaba enferma, como yo, como todos aquí.
Cuando lo
pienso, rabia empieza a subir por mi garganta. No es justo. Sé que puede
sonar
absurdo, pero es verdad, no es justo. No hay justicia en la enfermedad. Escoge
a
sus víctimas al azar, sin pensarlo. Y deja que el mundo sufra. Y deja que yo
sufra.
Deja que Nephertarie sufra. No me atrevería a preguntarle que tiene. La
pequeña
probablemente no sabia. Lágrimas llenaron mis ojos y me esforcé por
ocultarlas.
Volví la cabeza hacia Nephertarie, su cabeza seguía baja, y sus ojos llenos de
miedo. Había unos cuantos libros infantiles en la mesa delante de nosotras. Tal
vez
pueda leerle. Tal vez pueda darle un momento de felicidad. O tal vez podría
asustarla aún más. Decidí darle una oportunidad. Escogí "Buena noches Luna"
y le
hable.
-Buenas noches Luna por Margaret Wise Brown. En una gran habitación verde,
arropado
en su cama, está un conejito...
Sandy nos miró. Camino hacia nosotras. -Veo que han conocido a Nephertarie.
-Es tierna, tiene que serlo-Se acercó más a mi. -No debería estar diciéndote
esto.
Pero es algo sobre su ciudadanía y que le den tratamiento.
-¿Ciudadanía?
-Shhh, Anna. No digas nada todavía. No hay nada que puedas hacer. No debí
haberte
dicho.
Me sentí débil. Mi madre sacudió mi hombro una vez mas. -Vamos, Anna.
Me gire y casi me caigo al piso por la sensación de alivio. Estaba tan llena de
compasión por esta niña que acababa de conocer brevemente. Pero, se sentía
tan
real. Abracé a Nephertarie de vuelta, y lo que le dije antes de soltarla fue,
egoístamente, mas para mi que para ella.
Y nos fuimos.
~~~~~~~~~~~~
Ella rio. -Oh, Anna. ¡No era un cita! Solo era un... Una reunión, no pensé que el
M.R.I fuera a durar tanto tiempo. Bueno, en realidad si. Yo solo... No lo se,
Anna.
Solo estoy confundida y cansada.
-También yo.
-Suena bien.
+++
Albert Einstein dijo una vez que sólo había dos formas de vivir tu vida: una de
ellas decía que nada de lo que pudiese pasar era un milagro. Y la otra que todo
era
un milagro. Aún sigo tratando de descifrar cuál de las dos es mi forma de vida;
si
es alguna de esas.
Soy egoísta.
Esto nunca estará bien. Lo sé y nunca voy a pretender que lo está. El deseo de
existir no me hace egoísta. Me hace humana. Lo que me hace egoísta es ver
que todo
a mi al rededor se quiebra en pedazos porque he decidido que mi esfuerzo es
fútil.
Quiero ser valiente. Y al mismo tiempo, quiero que sepan que estoy asustada y
furiosa, pero elijo seguir de todas maneras. Puedo quejarme de la injusticia de
mi
existencia y condición, y después morir o puedo tomarme esta vida en serio y
hacer
algo.
Honestamente,
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Ya ha pasado una semana desde mi última visita al hospital y aunque no
podría estar
menos entusiasmada por ver de nuevo al Doctor Langford y ser obligada a
hacer cosas
que preferiría olvidar, en lo único que puedo pensar es en Nephertarie. No me
mal
entiendan. El doctor Langford no es una mala persona. Aprecio todo lo que ha
hecho
por mi y hasta lo podría perdonar por sus sonrisas plásticas y su actitud pasiva.
Solo creo que está cansado, ¿por qué no lo estaría?
Mi mamá está de buen humor hoy. Casi siempre lo ha estado estos últimos
días y sé
por qué.
Escucho el motor del carro en el camino. Creo que son los viajes más duros
para mi
madre. En casa, ella puede distraerse en el jardín o con Dael. Pero aquí, puedo
decir que el silencio la alcanza. Puedo ver como la rompe. Al pensar en nuestro
destino y nuestro propósito de ir allí hace que su sonrisa se desvanezca
lentamente. Por su bien, finjo como si no lo notara, pero lo hago. Lo noto todos
los días.
-Cariño...-Dijo.
-¿Sí, mamá?
-¡¿Esté como, mamá?! ¿Por qué siquiera estamos discutiendo sobre esto?
-¡¿Anna, escúchame,
-Bien.
Sandy ladeó su cabeza para poder ver a Carolyn caminando hacia el lugar.
-¡¿Te llamó?!
Rodé mis ojos. -Muérdeme.-Estaba tan feliz por lo de Nephertarie que nada
podía
arruinar mi buen humor.
Me
Juro que trataba de hacer las cosas más fáciles para mi madre pero a veces
dejaba
todo eso de un lado. A veces tenía que ignorar la buena intención de una
madre
sobre protectora para tener la oportunidad de cambiar mi vida, de cambiar la de
alguien más. Tengo que hacerlo. Lo siento de alguna manera, lo siento en mis
huesos. Este es mi problema.
Cerré los ojos cuando mi madre se sentó a mi lado.
-No mamá, no lo estoy-le di pequeña sonrisa y esperé para ver al Dr. Langford.
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Era un lugar diferente. El pasto era negro y arañaba la planta de mis pies
desnudos. No terminaba ahí, seguí caminando mientras daba gritos de dolor
por cada
paso.
-¿Dónde estás?-Dije.
-¡Mentira!
~~~~~~~~~~~~~
Carolyn me movía.
/>-Bien.
El doctor Langford tomó mucho tiempo tiempo mirando los resultados antes de
proseguir.
-Pero, Anna...
Juro que esas dos palabras detuvieron el tiempo. Pude ver a mi madre decaer
en su
silla. Su sonrisa llena de esperanza desapareció dejando su rostro lleno de
pánico.
Acabas de decir que Anna- que los resultados estaban bien. Lo acaba de decir.
Lo
oíste, ¡¿verdad, Anna?!
-¡Cállate, Anna!
La mirada del Dr. Langford me dijo que jamás había lidiado con algo parecido.
Parecía casi tan asustado como mi madre. Casi.
-Carolyn, con todo el respeto, creo que su hija debería quedarse a escuchar.
Sabía que ella estaba tratando de protegerme, pero lo único que podía hacer
era
sentir el escozor de sus palabras. Y el Doctor Langford estaba en lo correcto,
yo
tenía el derecho de estar allí. Era mi vida. Caí perdida y en conflicto. No sabía
qué hacer ni a quién escuchar. No me sentía cómoda dejando a mi madre en
ese estado
pero no podía respirar bien.
~~~~~~~~~
U.C.I., Habitación 46
Pensé en usar la excusa de "tengo cáncer" pero algo me decía que la gente de
aquí
está en constante contacto con gente como yo y ya habrían creado una
defensa contra
esa.
-Sí, pero ¿entonces para qué me la diste si sabías que no iba a poder entrar?
-Lo olvidé totalmente. Pero ahora estoy aquí, ¿o no? Tenía el presentimiento
de que
estarías aquí.
No podía hacer nada más que sonreír. En ese momento, me sentí como la
persona más
suertuda de tenerla.
De inmediato, seguí Sandy hasta la U.C.I., dejando que ella se ocupara de las
complicaciones para poder entrar. Cuando estuvo lista, puso un pequeño
sticker
amarillo en la parte de adelante de mi camisa que indicaba que era un visitante.
-Gracias, Sandy.
-Ni lo menciones.
-Estoy segura.
Su expresión cayó.
-No-me dijo.-Creo que esto es lo más lejos que iré-. Se giró y se encaminó
hacia el lobby.
Habitación 46.
Habitación 46.
Ahí estaba. Sus ojos cerrados y su pequeño cuerpo subiendo y bajando al
compás de
sus respiraciones. Estaba envuelta en mantas blancas que marcaban su frágil
cuerpo.
Caminé hacia allí, mis pasos lentos tratando de no despertarla. En su mesa de
noche, se encontraban los libros que habíamos leído la semana anterior y pude
confirmar que sabía quien era yo. Un cartel se encontraba en la mesa. Me
encaminé
hasta él y tomé aire antes de leerlo.
Condición: Seria.
Padecimiento: Cólera.
Cólera.
-Anna-susurró.
Le di un suave apretón.
Cuando Jett Lauren me preguntó que si quería ser su novia, le respondí que no
tenía
sentido que se enamorara de una chica con una enfermedad terminal.
Me estoy rompiendo.
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-Yo te conozco.
Estiré mis manos para alcanzar mis libros de texto. Caminé hasta la puerta y
noté a
Jett a mis espaldas, siguiéndome al pasillo después de clase. Mi mente era un
caos
y hubiera matado para poder conseguir un momento de soledad conmigo
misma donde no
tuviera que pensar en eso.
-¡Si eso quieres creer! Ahora, si no te importa, tengo un largo camino que
recorrer
para encontrar mi próxima clase.
-Puedo ayudarte.
-No. No. No tienes por qué hacerlo. Sólo nos vimos en la fila del hospital, no
estás obligado a ser mi amigo- Inconscientemente, había recordado dónde
había visto
a Jett y había hablado sin pensar. Me di cuenta de mi error y recosté mi frente
en
los libros que llevaba. Inhalé profundamente.
-Bueno, sí. Creo que recuerdo haberte visto en... el hospital. Fuiste algo
grosero conmigo si no estoy mal.
-En mí defensa, te estabas saltando la fila.
-Tenía
algo importante que hacer, ¿bueno?- Le miré burlonamente con los ojos
entrecerrados- Y parece que sobreviviste ese agonizante minuto extra en la fila.
Te
aplaudo, valiente soldado. Ahora, me tengo que ir.
-Claro- Respondí.
Después de eso, mis interacciones con Jett fueron episódicas, sin embargo, las
disfrutaba cada vez más. Algunas veces, podía pasar todo un día entero sin
dirigirme la palabra, y otros días, parecía como si fuera la única persona en su
mundo. Cada vez que hablábamos, era casi como si estuviéramos
transcendiendo en el
tiempo. No en una manera espiritual, tampoco romántica. No, no funcionaba de
esa
manera. Solo que cada vez que hablábamos, era una cosa totalmente
diferente. Nunca
continuábamos conversaciones antiguas, incluso si no las terminábamos. Una
vez nos
alejábamos, todo lo que habíamos vivido ya no existía. Podíamos viajar en la
línea
del tiempo; encontrarnos con el otro cada vez que deseábamos sin tener una
razón
concreta.
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Todo lo que puedo decir es que lo hago por mi madre. A veces pienso que mi
vida no
es nada más que un castigo inminente para ella, y lo digo de la mejor manera
que
puedo. Así que cuando me dijo que quería probar en mí un nuevo tratamiento,
dentro
de mi cabeza yo solo podía quejarme, pero en el exterior actué como si en
realidad
pensara que podía llegar a hacer algún cambio. Lo que su pobre alma no podía
entender, era que yo conocía mi cuerpo mejor que nadie. Conocía mi cuerpo
mejor que
todos los
-Genial. ¿Un tipo diferente de quimio? ¿Una forma diferente de aplicarla? Soy
toda
oídos, Ma.
-No, no es quimio. No haremos más con eso. Eso creo. Sólo lo intentaremos
por un
momento. Si este nuevo tratamiento... no funciona... o....- Carolyn se quedó sin
palabras.
-Oh. El doctor Langford usualmente tiene un largo texto sobre cada nuevo
tratamiento. Quizá el anticuado señor por fin ha sido iluminado. ¿Así que es
una
pasta?- Pregunté.
-Anna, tengo este extraño sentimiento. Como... como si esto... Como si esto
pudiera
ser nuestra respuesta. Podríamos vencer esto de una vez por todas. Siento
que
mejorará tu estado. ¿No lo crees?
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-Qué bien que también lo pienses, cariño. Aquí tienes- Carolyn me alcanzó una
pequeña botella naranja con el papel de información pegado a ella. Hundiendo
el
seguro para niños, rodeé la tapa y tan pronto como salió, fui golpeada por un
detestable hedor proveniente del medicamento que asaltó sin piedad mis
sentidos.
Olía como una mezcla entre químicos y tierra. Extrañamente imaginé, que de
alguna
parte de él, provenía un olor a tulipán. No tan fuerte para poder determinar si
en
realidad olía así, pero lo suficiente para persistir que sí lo hacia. Manteniendo
mi cabeza alejada del frasco, vertí un poco de su contenido en el mesón de la
cocina.
Carolyn estudió
mi expresión.
La miré de vuelta.
-¿Cómo de nuevo?
-Oh, no lo sé, Anna. No inventé esa maldita pastilla. Sólo sé que tiene potencial
para curar a mi hija y eso es todo lo que me importa. No te la daría si no
supiera
que es cien por ciento segura. Lo sabes.
-¡Que sí, Anna! ¿Qué es todo esto? Sé que usualmente él va por los
tratamientos
tradicionales, pero Litzofenomén es un proyecto que ha estado circulando por
un
tiempo ya. Él piensa que vale intentarlo. Está 150% seguro.
Mentirosa.
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Podía decir que algo estaba mal desde el momento en el que pisamos el
hospital
porque Carolyn quería deshacerse de mí.
Claramente se refería a Nephertarie. Ella sabía que cada vez que íbamos al
hospital, yo la visitaba. Era prácticamente en todo lo que podía pensar. Pero,
como
era Lunes, ella estaba en la pequeña escuela del hospital. Había intentado
saludarla rápidamente el mes anterior pero me fue imposible. Conseguí un
largo
discurso por parte de su profesor acerca de la importancia de la educación.
-No podré visitarla hoy. Está en la escuela- Dije con indiferencia-Pero hay una
cosa que quería decirte, mamá. Estaba pensando en crear una fundación. Una
fundación para niños con Cólera.
-Tu no... Tú no puedes entrar allí. Yo no puedo entrar allí. Yo- Yo he hecho
algo,
Anna. Oh, Anna. ¡Te alejaran de mí!
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El sonido del golpe seco sigue estando fresco en mi memoria. Sabía que no
podía
hacer mucho contra él. Yo era tan débil como una muñeca y él tan alto como
un
gigante. Nunca tuve la oportunidad y lo sabía. Él detuvo mi ataque tan
amablemente
como pudo mientras yo arañaba y gritaba. Lo que resta de ese momento es
como un DVD
rayado en mi cabeza. Todo lo que recuerdo es Carolyn gritando, llorando, y
repitiendo una y otra vez que nunca quizo lastimarme. El Tulipán Holandés
estaba
mudo. No tenía nada que decir para defenderse. Lo miré, mi cuello a punto de
colapsar; mi cuerpo desmoronándose desde el interior. Las pastillas color oliva
fueron tiradas al piso de la cocina. Nos miramos a los ojos, y en ese momento
de
desgracia, pude ver por primera vez dentro de su mente, y transmitió toda su
tristeza a mi alma.
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El día después de que Jett Lauren me invitara a salir y le dije que no, me dijo
que
se mudaría.
-¿Por qué- Dije, -¿Por qué demonios me preguntaste que si quería ser tu novia
si
sabías que te mudarías?
Él revolvió su pelo castaño. -No lo sé, Anna Nolan. Supuse que podía llevarme
un
pequeño pedazo de ti conmigo... Pero ahora sé que fue una mala idea
pensarlo.
Intenté reír pero no pude. No le había contando a Jett lo que había pasado con
las
pastillas, mi madre, y el Tulipán Holandés, y no planeaba hacerlo.
-Oh, no lo sé. Creo que iré a Plutón. Plutón es un planeta terriblemente solo.
Apuesto a que a él le gustaría tener un amigo- Respondió Jett sin la más
mínima
pizca de humor.
-¿Por qué asumes que Plutón es un "él"?-Pregunté- Plutón puede ser una
chica por lo
que sabemos.
-Tengo algo para ti. No es... No es mucho pero...- Jett sacó un pergamino
blanco
doblado de su mochila y me lo entregó.-Léelo después.
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Como ves, no soy muy bueno poniendo mis pensamientos en un solo lugar. Pero,
afortunadamente Emily Dickinson lo a hecho por mi ya. Quiero compartir esto
contigo. Ella lo dice todo. Di lo que piensas, Pero lo que te da miedo decir.
Esto es “hay un sesgo de luz” por Emily Dickinson
Hay un sesgo de luz
En las tardes de invierno-
Que oprimen, como el peso
De los cantos litúrgicos
Te dejo donde estuve contigo la última vez…en aquella vieja y oxidada silla fuera
de nuestra vieja y oxidada escuela con el atardecer reflejándose en tus ojos. En
mi mente, te dejo en la vida que te mereces. Es increíble, Anna, debería verla.
Aún eres la chica más linda de la invitación y tienes un millón de hijos y hay
alguien que te ama hasta el fin de la eternidad, oh, Anna, justo ahora te veo
bailando en el corazón de alguna laguna aún no descubierta rodeada con tus
amigos. Allí estás, justo en el medio, y te ríes del chiste más estúpido del mundo.
No llores, Anna, ¿no lo ves?
Eres infinita
CONTINUARÁ…
Un dolor imperial