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Autor: Peter Van Houten

Elaborado por: Eduardo Galindo


Para: Carmen Cz.
Libro: Un dolor Imperial
Un Dolor Imperial
Mi nombre es Anna. Tengo dieciséis años y tengo cáncer. Pero, no te preocupes
por mí. Estoy
perfectamente bien. Las personas por las que debes estar preocupado incluyen
a mi madre
obsesionada con los tulipanes, su amante misterioso, El Tulipán Holandés, y mi
hámster quien
piensa que correr en su pequeña rueda va a llevarlo a alguna parte. Bienvenidos
a mi vida.
Agradecimientos:
Hazel Grace
Augustus Waters
John Green
nasathespaceship
Porque sin ellos esta historia no podría surgir.
Personajes y contexto pertenece a John Green.
Copyright®Bajo La Misma Estrella.
Copyright®Un Dolor Imperial.
Rojo y Amarillo
Tulipanes. Mi madre los ama. No, en realidad, está obsesionada con ellos. Ciento
nueve especies
de Tulipanes y no hay uno el cual mi madre no haya plantado. Hablo en serio.
Ella está la
mayoría del tiempo en nuestro jardín. Bueno, el jardín de ella debería decir.
Plantando y
atendiendo a sus hermosos tulipanes. La he encontrado algunas veces hablando
con ellos. Pero
no me importa. Ella necesita esos tulipanes, Dios sabe que no estaré aquí mucho
tiempo. De
vuelta con los tulipanes. Como dije, ella ha plantado muchos. Pero la mayoría de
veces ella planta
rojos y amarillos.
Esos dos colores son el comienzo de mi odio hacia los tulipanes.
Mi madre me lo ha explicado miles de veces.
-En Persia, regalar un tulipán rojo era para declarar tu amor. El centro negro, es
para representar
el corazón de los enamorados, quemándose por la pasión del amor. Regalar un
tulipán amarillo
era para declarar amor sin esperanzas. ¿Lo sabias? Estos- Ella haría girar un
perfecto tulipán rojo
en sus huesudas manos.- Estos, son para tu padre. Y estos- Ella cogería el
tulipán amarillo que
está siempre sin falta en su pelo, lo pondría en la palma de su mano, y después
de una larga
pausa. Ella diría "Son para ti, Anna"
A primera vista, parece que no tiene nada de malo. Pero ya te contare porque.
Primero que todo,
mi padre no merece nada. Ni siquiera un tulipán plantado por una mujer que
puede estar un poco
loca y que sólo tiene un ojo. Lo se, perdón. ¿Acaso olvide mencionar que ella
solo tiene un ojo?
Mi padre era un hombre egoísta que nunca dio nada por mi madre o yo. Les
ahorrar los detalles. El no merece un segundo más de tiempo mío o tuyo. Y para
los tulipanes amarillos.
Su significado me molesta.
Dar un tulipán amarillo era declarar amor sin esperanzas.
Sin esperanzas.
No me molestaría el significado si yo no tuviera cáncer. No me molestaría si no
supiera que voy a
morir por mi enfermedad. En realidad sería bastante dulce si no me recordara
todos los días que
soy el efecto colateral. Todos los niños con cáncer son efectos colaterales. Cada
vez que veo un
tulipán amarillo me recuerda que cualquier cariño que recibiré o daré es sin
esperanzas. No hay
razón para ello. Pero dejo que mi madre me ame y de mala gana yo la amo
porque puedo ver que
si me escondo de ella, provocará más daño que arreglos. Me refiero a que, ella
necesita tener a
alguien por el cual plantar tulipanes amarillos.
Mi madre nació con un solo ojo.
No se desarrolló bien y por eso ahora tiene un inútil pedazo de tejido detrás de
su párpado
izquierdo. No parece molestarla, pero puedo ver gente que se queda mirándola
en todos los
lugares a los que va.
La tuerta loca por los tulipanes.
Supongo que eso es lo que pasa por sus mentes. Pero, me gusta como es.
"Tener un ojo, hace las cosas más hermosas" Me dijo una vez.
"Cuando tienes menos de algo, lo hace valer mucho más"
Me dijo eso como si yo necesitara entender. Como si tuviera que saberlo.
Yo no quiero morir. Pero no es la muerte a lo que le tengo temor. Es dejar a mi
madre sola. A
veces, puedo ver se siente frustrada. La puedo ver cavando en su jardín de
tulipanes con un poco
de demasiada tensión. Pero esos tulipanes le dan un merecido poco de paz. Le
da de esa rara
tranquilidad que teniéndome como hija, no puede tener. Se que soy la razón de
la tensión que ella
siente a veces. O tal vez todo el tiempo, pero me lo esconde. Tal vez ella se
desahoga mientras
planta. En el alejado rincón del jardín, donde nada parece crecer.
Y esa es la razón por la cual no le digo a mi madre mi odio hacia los tulipanes.
Por ahora, mi
tuerta y enfadada madre con el corazón roto, puede plantar sus tulipanes en paz.
Sísifo
Llame a mi hámster así por el personaje de la mitología griega. Sísifo, hijo de un
rey, fue
castigado siendo forzado a cargar una grande y pesada roca por una colina, para
que resbalara
de nuevo cuando llegara a la cima para toda la eternidad. A veces pienso que he
condenado a la
pequeña criatura por haberle puesto ese nombre. Dando vueltas y vueltas en su
pequeña rueda
sin ir a ningún lado. Esa es una de las cosas que tenemos en común, no vamos
a ningún lado.
-¡Anna, tienes un invitado!- Oí a mi madre gritar.
Me siento bien, pero a mi cuerpo siempre le gusta estar en mi contra. Cuando
me levanto, siento
un fuerte dolor recorriendo mi cadera y me quedo inmediatamente sin aire.
Rápidamente me doy
por vencida y me siento en el borde de la cama. Después de un tiempo me siento
aliviada y
relajada de nuevo.
Mi madre entró a la habitación. Llevaba puesto un vestido rosa y verde de flores
brillantes. Un
sombrero de paja que cubría una parte de su cara y le daba sombra.
Y obviamente, sin falta, llevaba su tulipán amarillo detrás de su oreja. Ella se veía
hermosa. Me
miro y se sentó al lado mío en la cama.
-¿Estas bien?-Me preguntó.
-Si, mamá, estoy bien, ¿Quién está aquí?
-Es solo Christina, ¿Le digo que vuelva después?
Christina es mi amiga "del cáncer". Todos mis amigos son del cáncer. Y no, no
significa que todos
ellos tengan cáncer. La que tiene cáncer allí es solo una chica (yo) y bueno,
Christina es la
excepción. Todos me tratan, ellos me tratan como
si viviera del cáncer. Aunque no voy a culparlos, es algo automático. No hay nada
que puedan hacer.
Mis interacciones con ellos son innecesarias charlas a base de sonreír, unas
pocas palabras, y
una extraña tensión. Pero con Christina es un poco diferente. Ella también tiene
cáncer (como ya
dije) por eso podemos estar más relajadas cuando estamos juntas.
-No, está bien- Le contesté.
Mi madre me miró. Había preocupación en su rostro.
Mamá, en serio estoy bien.
-Ella puede venir en cualquier otro momento, cariño, lo sabes.
-Mamá- La corté.
-¡Bueno, bueno! Ella te esta esperando abajo, baja cuando estés lista.
-En realidad, ¿podrías decirle que suba? Estoy un poco cansada.
-¡Anna...!- Elevó el tono de su voz.
-Madre! ¡¿Si digo que estoy bien es porque estoy bien, entendido?!- Le grité.
-Cariño, yo...-Ella empezó a disculparse, cuando no tenía que hacerlo.
-Sí, sí, ahora, ¿puedes decirle a Christina que estoy aquí?
-Claro que sí.
Ella salió de la habitación. Raramente pierdo mi temperamento con mi madre,
pero hoy estaba
fuera de control. No se por qué. Me sentiré mal después. Ahora mismo no me
importa.
Unos segundos después, Christina entra a mi habitación usando unos
pantalones de ejercicio
grises y una camisa azul. Ella solo tiene unos cuantos pelos en la cabeza gracias
a la quimio.
-Hola-Ella dijo-. Alguien está de mal humor hoy.
-Siento que hayas tenido que escuchar la charla con mi madre.
-No importa. No deberías ser
tan dura con ella. Está intentando-Ella me dijo-Hablándole a tu madre así...
¡Deberías estar
castigada!
No podía hacer nada más que reír ante su comentario. Era nuestro pequeño
chiste.
Los chicos con cáncer no pueden estar en problemas. Era una de las cosas que
estaba en lo que nosotras
llamábamos "Las ventajas del Cáncer"
-Já, ¡sabes que no puedo estar en problemas, Christina Gates!-Le dije, -Tengo
cáncer, ¿quieres
robar un banco conmigo?
Ella rió.
-Tal vez otro día, ¿Cómo has estado?-Ella preguntó.
-Bien, creo... hasta ahora, he estado con Sísifo por allá-Señalé la jaula del
hámster en un rincón
del suelo de mi habitación.
Christina caminó hasta allá.
-Oh, el pequeño Sísifo, ¿Lo puedo coger?
-Claro.
Ella lo cogió y lo sostuvo en sus manos por un tiempo. Después, lo dejo en la
cama y el se
escabulló.
-¡Oh, no, Sísifo!-Exclamé dando un salto.
Christina no parecía preocupada.
-¡Cálmate! ¿A dónde podría ir?-Ella me dijo.
-¡Oh, no sé! Él quedará atrapado en algún lugar y morirá. O mejor aún, hará sus
necesidades en
mi cuarto...
-¡No te preocupes! Lo encontraremos. ¿Entendido?
-Bueno...
Ella se sentó al lado mío.
-Que tienes, Annie?
-Nada.
-'Vamos! ¿Qué piensas?
-Solo estoy cansada, creo-Le solté.
-Deberíamos hacer algo...La miré.
¿Como que?
-¿Quieres ir al café y obtener un Frappe gratis?-Me ofreció.
-¿Grátis?
-Ajá, ¡Ventajas del Cáncer! Hay un chico muy agradable. Bebidas gratis todo el
tiempo.
-No lo sé.
Sísifo salió de debajo de mi cama. Lentamente me levanté y lo atrapé entre mis
manos.
-Sísifo puede venir, si quieres-Christina agrega.
-Dudo que dejen entrar hámsters a los cafés.
Ella sonrió.
-Sí, si dejan.
Le devolví la sonrisa. -Claro que dejan-. Dije-Tengo cáncer.
~~~~~~~~~~
Cuando llegamos, le dije adiós a Christina y subí a mi habitación. Tome a Sísifo
de su pequeña
jaula de mano, y lo puse en la grande. El fue derecho a su pequeña rueda y
empezó a girar y
recordé por qué lo llamé asi. Pero tal vez, el tenia un poco de esperanzas. Tal
vez en realidad él
si estuviera yendo a algún lado. Ese "algún lado" no era el que yo imaginaba que
era.
TulipánMania

En el año de 1637, en la Era de Oro Holandesa, ocurrió un extraño fenómeno.


Un solo
tulipán valió mucho, incluso pasaba diez veces el sueldo que recibían jardineros
profesionales. Y es un hecho.

La primera vez que vi al Tulipán Holandés, estaba con mi madre. Recuerdo que
no me
gustaba mucho su bigote. La manera que se curvaba en las puntas. No se
preocupen,
el se lo afeitará. El era alto y fornido. Muy alto y muy fornido. Paso al lado mío
y de mi madre como un gigante. Estábamos en una tienda de flores. No era sólo
una
simple tienda de flores. Era una extraña y excéntrica tienda que solo ella era
capaz de encontrar. Olía a cigarrillos, tierra, y libros viejos. Deja a mi madre
encontrar una vieja, y fea tienda de flores en un pequeño hueco de la pared y te
garantizo que la encuentra. La puedo escuchar ahora mismo.

-¡Pero, Anna! ¡Se especializan en tulipanes!

-Madre, ya los has plantado todos.

-¿Y que tal que hayan descubierto otra especie, y que yo no sepa? ¿Huh?

-Oh. Sí, claro.

Quédate donde estas, querrás oír esto.

Puse mi abrigo al rededor de mi débil cuerpo. Era gris; cayendo a pedazos en


las
costuras. Justo como yo.

-Sabes, creo que uno en serio necesita tener una cara bonita para lograr que el
pelo corto quede bien. Como a ti.

Una gruesa voz me sorprendió por detrás. Me gire rápidamente y casi me caigo.
Era
el dueño de la tienda.

No sabia que decir. -Yo-uh... Quise decir... Uh-Mascullé.

-Esta bien. Probablemente no debí decir nada. Yo solo- Pensé

que deberías saber.

Tras decir eso él se fue. Con pasos lentos. Cuando llego detrás de la caja me
dio
una sonrisa. Sentí que mi corazón se aceleraba. ¿Quién era este hombre?
Rápidamente me puse a buscar a mi madre.
-Madre, ¿podemos irnos? Por favor.

Creo que ella detectó el temor y el estrés en mi voz.

-¿Qué paso, cariño? ¿Estas bien?

-Nada. No paso nada. Solo quiero... Descansar un rato.

Ella miró de nuevo las semillas que tenía en la mano. Creo que cogió una de
cada
especie.

-Está bien, cariño- Me dijo-Solo déjame comprar esto rápido.

Suspiré, exhausta. Vi a mi madre caminar hacia la caja con una expresión de


desespero. Me regañé a mi misma por haberle apurado. Siempre lo arruino todo.
No
puedo hacer nada bien.

-Serían 37.60.

-¿37,60?-Exclamé-. ¡Son muy costosas esa semillas! Vamos, mamá, no


necesitas todas
esas.

-Son buenas chicas esas semillas-. Dijo el hombre detrás de la caja.

-¿Buenas chicas? ¡¿Acaso eso que-?! No importa- Me giré para no ver su cara.
Recordando nuestro anterior encuentro.

Miré a mi madre.

-Mamá, ya tienes esas. Solo vámonos. ¡Ya tienes esas! ¡Por favor!

Trataba de no mirar al señor parado detrás de la caja.

-¡No me importa! ¡Las quiero! ¿Qué te pasa hoy, Anna?- Ella me respondió.

Ella sacó su cartera y se puso a buscar dentro de ella.

-Anna, no me gusta tu actitud... Por ti... ¡Lo hago por ti, tu lo sabes!.. Todos
los tulipanes que yo... Quería ver si tal vez... Algo nuevo... Creo que no... Oh,
Anna,

yo...

Una voz la interrumpió.

-Se puede cruzar la especie.


Mi madre levantó la mirada hacia él.

-¿Perdón?-Ambas lo miramos, esperando una explicación. El aclaró la garganta.

-Bueno, si quisieras, podrías cruzar la especie de los tulipanes. Toca tener


paciencia. He estado trabajando en eso un poco. Si puedes llegar hasta donde-
Oh,
perdón estoy divagando.-Él bajó la mirada-¿Aun quieren las semillas?

El ojo de mi madre estaba brillando con pasión, confusión, y deseo. Ella le dio la
mano a través de un hueco de la caja; un gesto que lo sorprendió. El se
estremeció
y ella rápidamente la retiro.

-Perdón, Yo.. Lo que dijiste era muy interesante. Como ves, he estado buscando
nuevas especies de tulipanes... Ahora me va a tomar mucho mas tiempo de lo
que
esperé-. Ella sonrió y soltó una risita nerviosa. -Pero lo que decías... Cruzar la
especie, ¿cierto? Me gustaría ver realmente como funciona.

Él se quedó callado por unos segundos, confundido porque por primera vez a
alguien
le interesaba.

-Bueno, no... No sé por dónde empezar-. Dijo finalmente.

-Muéstrame-Dijo mi madre con una sonrisa llena de esperanza.


Creo que podría decir que fui yo la que empezó la relación entre mi madre y El
Tulipán Holandés. Tal vez sea bueno o malo, no lo sé.
~~~~~~~~~~

Volviendo a casa después de nuestra aventura, recosté mi cabeza en la ventana


del
auto. Mi madre tarareaba y yo miraba como el mundo pasaba veloz ante mi.
Todo
estaba borroso.

-Me fue la mar de bien al ir allí Anna.

¡Cruzar especies! ¿Quien lo iba a pensar?.

Traté de componer una sonrisa.

-Sí, Ma. ¿Quien lo iba a pensar?

-Ese chico era agradable. ¿Cierto, cariño? Claro que lo era.

Rápido. Rápido. El tiempo pasa rápido. Cerré mis ojos y conteste.


-Mmmmmm-hmmmm.

-Como sea, Dael vendrá a la casa la próxima semana para compartirme sus
experiencias. ¿No es genial?

De repente estaba alerta y abrí mis ojos.

-¿Huh? ¿Dael? ¿Quien es Dael?

Ella me dio una mirada. -¿No me has estado prestando atención, Anna? ¡Dael!
¡El
chico de la tienda de flores!

-¡¿Qué?!-Exclamé-. ¡No, ni siquiera lo conoces, Madre! ¿Qué estabas


pensando?

Ella me fulminó con la mirada.

-No hables en ese tono conmigo, jovencita. Soy adulta. Puedo tomar mis propias
decisiones. Y tu estabas allí todo el tiempo. Probablemente divagando como
ahora.
Has estado muy distraída últimamente.

-Solo pensaba, eso es todo-Dije lentamente.

-¿En qué?

-No lo sé, cosas.

Creo que ella sabía que no iba a decir más. Todo estaba en silencio así que
rompí
el hielo.

-¿Qué clase de nombre es Dael de todas formas?"

Ella me dio una mirada, aliviada por volver a hablar.

-Él me dijo. Es holandés.

-Bien- Dije.
-Uh, bien- Me contestó suspirando. Volví mi atención a la ventana y el mundo
pasaba ante mi.
Tal vez el próximo año

Después de que fui diagnosticada, decidí que la escuela pública no iba a ser una
opción para mi. Incluso antes de que los infortunios comenzaran. Podía sentir
las
miradas de la gente. Podía escuchar las preguntas que invadían sus mentes.
Podía
ver ojos mirándome llenos de pena y compasión.

»Pobre Anna.

»Era muy joven.

»Estoy seguro que su familia está cuidando muy bien de ella.

No quería lidiar con eso. No podía lidiar con ello. Así que, me retiré. Así como
suena.

Me sentía débil y lo admito.

Pero no significa que sea bueno. No quería que el criterio de dificultad se me


hiciera mas fácil solo porque estoy enferma. Quiero que la gente espere de mi lo
que esperarían de una adolescente normal de dieciséis años. Quiero que la
gente me
vea por como soy, no por la plaga que me ha invadido. Seré la primera en decir
que,
dejar la escuela no me ayudo en nada. Pero, les mostrare que soy más fuerte de
lo
que piensan. A veces es difícil creer en mi misma, pero estarías sorprendido de
lo
que en un momento de coraje puedes llegar a hacer.

Hasta ese momento, el día iba normal para mi. Parecía que mis pulmones
querían
darme un descanso por cortos periodos de tiempo, incluso se me olvidaba que
yo no
era normal. Esos momentos son de los mejores. Bajando las escaleras me
esforzaba
más de lo que podía y mi cuerpo rápidamente me dejaba sin aire algún tiempo
devolviéndome a la realidad.

Mi madre estaba en la cocina. Tenía el teléfono en la oreja y una expresión seria


en la cara.

-Sí, claro,

claro.... Uh-huh. Uh-huh. Pero, exactamente ¿cuanto se conoce sobre ese


método? No
me gustaría que...
Cuando me vio, rápidamente cortó la conversación.

-¿Podría llamarte más tarde? Si, no hay problema. Bien, adiós- Colgó y forzó
una
sonrisa.-Hola, cariño.

-¿Quien era en el teléfono?-Le pregunté mientras mi buen humor se iba.

-Nadie, solo Dael.

La miré fijamente por un tiempo.

-¿Solo Dael, eh? Y, ¿ustedes dos de que hablaban?

-¿Por qué tantas preguntas, Anna? Tulipanes. ¿De qué más hablaríamos?

-No lo se, dime tu-Dije.

Mi madre se paró. Le dio una mirada a su sombrero y fue hacia el. -Creo que iré
al
jardín. Hace un día hermoso hoy. Eres libre de acompañarme si quieres.

Yo en realidad nunca fui admiradora de ir al jardín. Era un recordatorio constante


de todo lo que quería olvidar. Pero cuando yo observaba mi madre, solo veía
dolor.
Ella me sostenía con todo lo que quedaba de ella. Se lo debía.

-Claro, mamá-Dije

-¿En serio? No tienes que venir si no quieres. Yo se que tu...

-No mamá, yo quiero ir.

Sonrió y le devolví la sonrisa. Me gustaba verla feliz. Hasta fui capaz de


esforzarme para ponerme un vestido que ella me había comprado unos años
antes con
la idea de que yo fuera su ayudante del jardín. Estaba lleno de flores como la
mayoría de cosas que ella tenia, creo que me quedaba un poco mal, pero tenia
que
hacerlo.

El jardín explotó en colores ante mis ojos cuando abrí la puerta. Era como si no
hubiera estado aquí afuera hace años.

-¿Por qué

no plantamos los que compre el otro día en la tienda, uh?-Mamá pregunto.

-Eso estaría bien. Tu mandas. Yo te sigo. Estoy seguro que van a lucir hermosas,
o sea... Son 'buenas chicas esas semillas'
Mi madre soltó un risa y me dio un golpecito con su guante.

-Oh, Anna. ¡No te burles de Dael! Son de buena calidad-Ella me dio la mano-.
Vamos,
quiero mostrarte algo.

Ella me llevó a un pequeño y vacío lugar de tierra oscura en el medio del jardín.

-¿Qué es esto?

-Va a ser la estrella de nuestro jardín, ¡la plantaremos juntas! Lo he estado


guardando para ti. Y así... Y así...

Ella paró y se quedó mirando su vestido.

-Y así- Dije después de una larga pausa.-Tendrás algo para recordarme cuando
me
haya ido.

De una vez que las palabras salieran de mi boca, me arrepentí de haberlas dicho.
Ella se congeló, su largo cuello quedo en un peculiar ángulo. Ella arqueo las
cejas
y dejo escapar un gemido.

-Anna, no! Nunca haría, yo nunca- ¡NO, ANNA, NO!

-Lo siento, mamá, no fue mi intención.

Ella volteó su cabeza evitando mi mirada. -Creo que deberíamos hacer esto otro
día.

Le di la mano.

-No, mamá, por favor. Quiero hacerlo hoy. Ahora. No me dejes arruinar esto. Por
favor.

Ella no dijo nada y lentamente se arrodilló y empezó a tratar el suelo. Hice lo


mismo.

-Esta es una buena idea, deberíamos plantar un tulipán cada vez que
enfrentemos
algo.

Ella me miró. -¿Cada vez que enfrentamos algo?

-Sí, cada vez que pasamos por algo y lo resolvemos, cada

vez que le demos la cara a un miedo, deberíamos plantar un tulipán. Cada uno
puede
representar cuando... Cuando hacemos algo que no sabíamos que podíamos.
Esa podría
ser el centro de nuestro jardín. Nuestro jardín.

Pensé en el año en cuando deje el colegio. Pensé en cuando mi padre nos dejo.
Pensé
en el año en el que mi madre empezó a plantar tulipanes, cuando toda esta locura
empezó. Esto podría ser bueno para nosotras.

-Amo esa idea- ella finalmente respondió. Una lágrima resbaló por su mejilla
hasta
caer a la tierra.

-¿Mamá?

-¿Si, cariño?

Tome aire.

-Quiero volver al colegio.

Esperé, esperando un regaño, esperando un «no», y un millón de "¿Estas


segura?" Y
un largo discurso de que debería tomarlo con calma.

»Sería mucho trabajo, Anna.

»No estoy segura si lo soportarías.

»Los chicos pueden ser crueles.

»Deberíamos consultar al doctor primero.

»Tal vez el próximo año.

Pero para mi sorpresa, madre no dijo nada de eso. Cuando me miro, sonrió. Ella
tenía fe en mi. Ella creía que era fuerte.

Ella creía en mi.

Ella saco de su bolsillo un montón de semillas.

-Creo que eso merece un tulipán por valentía.

Reí.

-¿Lo crees?

-Sí, lo creo.
Miré hacia el suelo negro en frente de nosotras.

-Bien, ¿qué estamos esperando?

~~~~~~~~~~~~~~~~

Christina ladeó la cabeza y me miro con los ojos entrecerrados.

-¿Estas segura de que lo vas a hacer?

-¡Sí! Por un millón de veces ¡sí!

Ella se levantó.

-Bien, me quito el sombrero por ti. Es una locura. Pero miremos el lado bueno,
puedes conocer chicos lindos!

Bajé la mirada.-Uh, creo que no va a ver chicos lindos para mi.

-Oh, cállate Anna. Eres hermosa.

-No exageres, Christina-Dije un poco cohibida-. Igualmente no estoy haciendo


esto
por un chico, lo hago por mí.

-Claro, Anna. Dan igual mis comentarios estúpidos.

-Podrías venir conmigo.

-'NO! Quiero decir, no. No puedo. Solo no puedo.-Dijo ella volteándose.

-¿Por qué no?

-Solo no puedo ¿bueno? No soy tú, no puedo enfrentar el mundo.


Ella caminó arriba y abajo por su habitación. Estaba a punto de gritarle y decirle
que no se burlara de mí. Pero cuando la miré detenidamente, supe que lo decía
en
serio. Ella pensaba que podía enfrentar el mundo. No la presioné.

-Bueno, Si alguna vez cambias de parecer...

Fui a casa esa noche y encontré a mi madre durmiendo. Me fui a mi habitación


cuidadosamente para no despertarla. Ya en mi cama empece a pensar en todos
los
eventos del ese día. Algo se encendió en mi. Me sentía viva. Me sentía como si
estuviera empezando algo nuevo.

Mientras me dormía, me acorde de la semilla de coraje que mi madre y yo


habíamos
plantado esa tarde. Soñé que crecía con un tallo de oro y pétalos de diamante.
Sabia que, si esa pequeña semilla podía encontrar una manera de salir del suelo
y
mostrarse al mundo, ¿por qué yo no iba a poder?
Maquinas de metal y Nephertarie

La puerta de mi habitación se abrió de golpe y tiré de las sábanas para


cubrirme la
cabeza.

-Cariño,-Oí a mi madre decir. -Levántate, tienes las pruebas de R.M.I hoy,


además
tengo cosas que hacer. Vamos.

Me quejé. Odiaba el hospital. Todos allí eran muy cariñosos.

-¿Tengo qué ir?

Ella tiro de las sábanas para destapar mi cabeza, en seguida abrió el armario.

-Muy graciosa. Vamos, vas a llegar tarde, Anna. Ya te dije que tengo cosas que
hacer hoy. No me hagas decírtelo de nuevo. Ve a darte una ducha.

-¿Que cosas tienes que hacer?-Pregunté, lentamente dejando la comodidad de


la cama.

-Mmmmm-hmmmm-Respondió distraídamente mientras miraba mi ropa.

-Me puedo vestir sola mama. No tengo siete. Entonces, ¿que haremos hoy?

Moví la cabeza tratando de ahuyentar el sueño.

-¿Como que 'que haremos hoy'? Tienes la prueba de R.M.I, señorita y Ooooh,-
Saco
una camisa púrpura, -Esta está linda-Me la tendió-La puedes usar.

-¿Y que ibas a decir?

-¡Y que iba a decir nada! Dios, Anna, ¿Ya vas a tomar una ducha?

Hicimos contacto visual por un momento y sus mejillas se tiñeron de rosa al


instante.

Sonreí mientras me dirigía al baño.

-Es Dael.

Ella me devolvió la sonrisa y supe que estaba en lo correcto.

-Bien, señorita adivinadora. ¿Y que si es Dael?

-Todo eso es muy tierno Ma. Solo déjame fuera.

-Por tercera vez, Anna. ¿Vas a tomar la ducha?-Bromeó conmigo.


Contuve una risa por poco.

-Bien, Bien!

El camino al hospital

fue largo. Como siempre. Recuerdo la primera vez que fui. Tenía trece años y
estaba
más que asustada. De una vez que entre a la habitación de la prueba y vi la
máquina
de metal gigante en la que planeaban meterme, rompí en lágrimas y les costó
al
rededor de cuarenta y cinco minutos calmarme. Incluso ahora que no me
gustan, ya me

acostumbré a ellas. Hay un pequeño televisor dentro y me ayuda a matar el


tiempo.
Pero, juro que cada vez que soy forzada a meterme allí, se siente como una
eternidad y ver Disney Channel no parece ayudar.

Caminamos hacia el edificio tan familiar ahora y un nudo se me forma en el


estómago.

Aquí vamos de nuevo.

La primera persona que veo es Sandy, la recepcionista. Ella es una de las


pocas
personas que no me trata como si fuera un perrito golpeado y la aprecio por
ello.
Cuando me ve, sonríe.

-¡Que hay, chica! Ya me preguntaba cuando vendrías a visitarme. ¿Me


extrañaste?

Crucé mis brazos y traté de sonar indiferente.

-Ni siquiera un poco.

Ella fingió mirarme mal y se volvió a mi madre.

-Sra. Nolan, ¡Debería enseñarle algunos modales!-Ella se giró hacia mi de


nuevo,-
Chica, deberías mover tu trasero hasta aquí y ¡darme un abrazo!

Me dirigí allí. Envolvió sus brazos al rededor mío y estuvo cerca de apretarme
hasta la muerte.
-¿Como te ha ido?

-Eh. Bien.

-Sé fuerte.

-Lo estoy intentando.

Guiñó un ojo.

-Esta bien, entonces-Dijo mientras se acomodaba de nuevo en su escritorio. -


¿A
quien vienen a ver? ¿El Doctor Langford?

-Si, señorita-mi

madre respondio.

Ella nos pasó un portapapeles.

-Firmen aquí. Ya conocen el método. Nos vemos pronto.

-Adiós, Sandy.

Caminamos hacia la oficina del Dr. Langford. Fuimos por el brillante pasillo de
color blanco. Entrecerré los ojos, nunca entendí por que los hospitales tenían
que
ser blancos. Blanco era un color puro. Tal vez quizá un color feliz. Y los
hospitales están lejos de ser alguna de las dos cosas. Llegamos a la oficina del
Dr. Langford. Éramos las únicas allí. No reconocí a la secretaria. Debía de ser
nueva.

-Hola-. Ella dijo silenciosamente.

-Buen día-mi madre le respondió. -Estamos aquí por los exámenes de M.R.I
con el
Doctor Langford.-La secretaria leyó los papeles que traíamos.

La secretaria cogió el teléfono y marcó un número apresuradamente. -¿Por


favor el
Dr. Langford? Si. Anna. ¡Oh! Nolan. Si, Anna Nolan. Gracias-Colgó el teléfono,-
Serán un par de minutos.

-Gracias.

Mi madre tomó asiento y empezó a hojear algunas revistas. Yo simplemente


me senté a
su lado, deseando estar en otra parte. Después de lo que se sintió una
eternidad,
el Dr. Langford salió del consultorio.
El era un hombre a finales de los cuarenta
con una sonrisa constante y manos frías.

-Anna! Sra. Nolan!

Nos levantamos. -¡Hola, Matthew!-Mi madre le respondió un poco demasiado


entusiasmada.

-Es muy bueno volverlas a ver. ¿Cómo has estado, Anna? ¿Has tenido dolores
de
cabeza o algún vómito?

Si, Dr Langford, hablemos de mis cosas personales aquí afuera con su querida
secretaria escuchando

cada palabra.

Baje la mirada.

-No, no recientemente.

-Bien, bien. Hablaremos de aquello después. Vamos directo al examen ¿No


crees?

Por favor.

-¿Quieres que vaya contigo, Anna?-Preguntó mi madre dándome una mirada


preocupada.

-No, estoy bien, mamá.

-¿Segura?

Asentí.

-Bien, te esperare aquí entonces.

Me pasaron una de las típicas batas blancas de hospital. Porque, ya saben,


amo
andar por ahí con mi trasero al aire. Me cambie en el baño y me dirigí al
consultorio. Allí estaba. El tubo enorme de metal el cual yo estaba segura que
me
freiría cuando era joven.

"Nos vemos de nuevo."

»Es bueno verte también, Anna.

"Disculpa, ¿se supone que debo estar feliz de estar aquí?"


»No dije eso. Solo pensé que ahora éramos amigos.

"No, en realidad no lo somos."

»¿Aún me temes, Anna?

"¡No le temo a nada!"

»Esta bien si temes a algo, Anna.

-¡Cállate!

Me di cuenta que lo último lo había dicho en voz alta y mis manos fueron a mi
boca.
El doctor Langford me dio una mirada de confusión.

-¿Que fue eso, Anna?

Empecé a sentir como mis mejillas se calentaban.

-Nada.. Yo... Um.

-¿Si?

-Es solo que... No se porque debo de hacer esto. Me refiero a que tengo cáncer
en
la... En la sangre, ¡No tumores en el cerebro!

-Bien, es solo una precaución. Queremos estar seguros que estas sana.

Él no dijo eso.

Creo que es bastante obvio que no estoy sana.

Me quedé callada por un momento.

-Bueno...

Cuando estés lista podemos empezar-Dijo.

-Estoy... Lista-le respondí, dándole a la máquina una última mirada antes de


recostarme en la fría cama de metal.

Durante la prueba, tomé un descanso de Disney Channel y cerré los ojos.


Aunque
estas pruebas de R.M.I no eran nada placenteras, a veces sentía que allí era el
único lugar donde podía estar en verdad sola. Por alguna razón, empece a
pensar
sobre mi padre. El nos dejó cuando yo tenía tan solo ocho años y solo tenía un
pequeño recuerdo de el. El solo se fue un día. Diciendo que no amaba a mi
madre
más. Nunca lo volví a ver. Trato de fingir que no me importa y en un modo no
me
importa en realidad. No me importa el. Pero hubiese estado bien tener un papá.
Me
pregunto si el sabe que tengo cáncer. ¿El se hubiese quedado si lo supiera?
Alejó
el pensamiento de mi mente.

Ese día iba a ser muy largo.

~~~~~~~~~

Cuando la prueba había acabado y ya tenía puesta mi ropa, lo único que quería
hacer
era irme a casa. Deje el baño para hallar al Dr. Langford y a mi madre hablando
en
susurros. Mi madre notó entonces que había salido.

-Hola, cariño. ¿Lista para ir a casa?

-Si, por favor-gemí.

Matthew sonrió. -Sí, ustedes deberían irse a casa. Quería hacerte una revisión
total, Anna, pero creo que ya han estado mucho tiempo aquí. Podemos
planearla para
la próxima semana.

-Eso sería estupendo-le respondió mi madre. -Y... Um... ¿Podrías llamarme


algún día
de estos? Así podríamos hablar sobre... Anna.

Me dio una mirada y rápidamente la dirigió

de nuevo al doctor. Ella sabe que odio cuando las personas hablan sobre mi
fingiendo que no estoy.

-Por supuesto- dijo Matthew.

Rodeo mis hombros con su brazo y empezamos a caminar hacia la puerta. -Te
portaste
bien hoy, Anna. En serio. Quiero verte la próxima semana para saber como van
las
cosas.

Yo no quiero.

Ya en la puerta nos despedimos.


-Gracias, Dr. Langford.

"No se preocupe. ¿Para qué cree que estoy aquí? La llamare más tarde Mrs.
Nolan,
tengan un buen día.

Caminamos por el lobby hacia la puerta hasta que mi madre se detuvo.

-¿Qué pasa?-Le dije.

-Olvidé mi bolso. Perdón, Anna. Voy a ir por el. Espérame aquí. ¿Por qué no
vas y
le hablas a esa niña de allí? Esta sola-Ella apuntó con la cabeza a una niña
pequeña de piel oscura y ojos cansados. Tendría que tener por lo menos siete
años.

No trate de ocultar mi exasperación. -Bien. Solo no te demores tres años.

Sandy estaba inmersa en una conversación con un señor adulto que llevaba
una camisa
rosa. Decidí no molestarla. Había otras cinco o seis personas más sentadas en
el
lobby, incluyendo a una mujer asiática menuda con una mascarilla puesta, un
joven
con múltiples morados, y una enfermera.

Trataré de hablar con la niña.

Caminé y me senté junto a ella. No se movió. Era flaca y en sus hombros caían
unos
rizos negros. Parecía perdida.

-Hola... Um.. ¿Esperas a alguien?-Le dije.

Rápidamente ella levanto su cabeza para verme y en sus ojos se reflejó el


miedo que
sentía. Ella obviamente no era de por

aquí.

Trate de calmarla con una sonrisa. -Esta bien, soy Anna-. Estire una mano para
en
espera de que ella me devolviera el saludo pero ella solo bajo la cabeza.

Nunca fui buena con los niños pero había algo diferente en esta niña. Por
alguna

razón, ella me recordaba a mi.


-¿Cuál es tu nombre?-Le pregunte, baje el tono para parecer menos
intimidante.

Ella me respondió con una pequeña y dulce voz: "Nephertarie"

-Es un nombre bonito, Nephertarie. Lo recordaré.

No supe que más decir.

Probablemente ella también estaba enferma, como yo, como todos aquí.
Cuando lo
pienso, rabia empieza a subir por mi garganta. No es justo. Sé que puede
sonar
absurdo, pero es verdad, no es justo. No hay justicia en la enfermedad. Escoge
a
sus víctimas al azar, sin pensarlo. Y deja que el mundo sufra. Y deja que yo
sufra.
Deja que Nephertarie sufra. No me atrevería a preguntarle que tiene. La
pequeña
probablemente no sabia. Lágrimas llenaron mis ojos y me esforcé por
ocultarlas.
Volví la cabeza hacia Nephertarie, su cabeza seguía baja, y sus ojos llenos de
miedo. Había unos cuantos libros infantiles en la mesa delante de nosotras. Tal
vez
pueda leerle. Tal vez pueda darle un momento de felicidad. O tal vez podría
asustarla aún más. Decidí darle una oportunidad. Escogí "Buena noches Luna"
y le
hable.

-Nephertarie.. ¿Te gustaría leer conmigo?-Le dije.-Este es un muy buen libro.


Siempre lo leía cuando era pequeña. Creo que te gustará.

Después de un tiempo de inseguridad, Nephertarie subió su cabeza y se


acerco un

poco más a mi. Sentí calor en mi pecho y empecé a leer.

-Buenas noches Luna por Margaret Wise Brown. En una gran habitación verde,
arropado
en su cama, está un conejito...

Le leí a Nephertarie veinte minutos seguidos y la ausencia de mi madre nunca


paso
por mi mente. Leímos casi todos los libros de la mesa de la frente. Incluyendo
El
hombre de Jengibre, el cual le sacó una que otra sonrisa. Cuando le leía el
cuarto
cuento, la silueta de mi madre apareció encima de nosotros.

-¿Quien es tu amiga, Anna?


-Oh. Hola Ma. Esta de aquí.. Es Nephertarie.

La nueva cara debió de cohibirla pues bajo la mirada de nuevo.

-Esta bien, Nephertarie. Esta es mi mamá-Miré a mi madre.-Es un poco tímida.

Sandy nos miró. Camino hacia nosotras. -Veo que han conocido a Nephertarie.

Sonreí. -Si, la hemos conocido... ¿Esta sola?

-¡Oh no!-Respondió Sandy,-Sus padres tienen que atender a algunos negocios.


Así que
va a estar conmigo por un tiempo.

-Anna, será mejor que nos vayamos.

No quería dejarla sola.

Pero no tenia otra opción.

-Bien, me tendré que ir Nephertarie. Fue lindo conocerte.

La cantidad de gente a su al rededor parecía no dejarla sonreír. No respondió.


Sentí decepción. Me pare y Sandy nos llamó hacia su escritorio.

-Deben firmar antes de irse.

Caminamos hasta donde ella.

Baje la voz y me acerque a Sandy.

-Oye, Sandy. ¿Que hacen sus padres?

-Te importa mucho la pequeña, ¿verdad?-Me pregunto.

Sonreí. -Supongo. Ella es tan..

Tan... Tan... No lo se. No se como describirlo.

-Es tierna, tiene que serlo-Se acercó más a mi. -No debería estar diciéndote
esto.
Pero es algo sobre su ciudadanía y que le den tratamiento.

-¿Ciudadanía?

-Si, es de Haití. Aparentemente, un turista la conoció allá y quizo pagarle un


tratamiento. Trajo a toda la familia de Nephertarie aquí. Pero, creo que los trajo
ilegalmente y ahora se ha metido en problemas.
-¿Que... Que tiene? ¿Ella esta bien?

Sandy dudo. -No podría decirte. Es todo lo que sé.

La miré. -No la podrían enviar de nuevo ¿verdad? A Haití. No cuando esta


enferma.

-Esta en las manos de Dios ahora. Recemos de que sea así.

-Oh, ¡Sandy! No pueden... Si ellos... Juro que...

-Shhh, Anna. No digas nada todavía. No hay nada que puedas hacer. No debí
haberte
dicho.

Mi madre sacudió mi hombro. -Anna, es mejor que dejes eso a un lado.

-¿Dejarlo a un lado? ¡No puedo! Es simplemente... No es... No es jus...

-Lo sé, lo sé-Susurro Sandy. -Nada lo es.

-No quiero dejarla sola.

-No te preocupes, estoy aquí para cuidarla.- Exclamó Sandy-No tenemos de


nada de
que preocuparnos todavía. No sabemos que va a pasar. Te contaré de la
información
que me den, aunque se supone que no debería.

-Volveré la próxima semana.

-Perfecto. Te haré saber de lo que pase.

-¿Ella seguirá acá?

-No lo se... Esperemos que sí.

Me sentí débil. Mi madre sacudió mi hombro una vez mas. -Vamos, Anna.

Empezamos a caminar hacia la salida pero Sandy llamo nuestra atención. -Y


gracias,
Anna.

-¿Por qué?-Le pregunté.

-Por leerle. Por ser su amiga. Lo necesitaba.

Le dediqué media sonrisa y seguí caminando.


Me sentía tan pesada, que ni siquiera recordé que Nephertarie no había dicho
adiós.
Estaba a punto de abrir la puerta cuando dos pequeñas y delgadas manos de
cerraron en mi cintura.

-Chao, Anna-Dijo una pequeña voz.

Me gire y casi me caigo al piso por la sensación de alivio. Estaba tan llena de
compasión por esta niña que acababa de conocer brevemente. Pero, se sentía
tan
real. Abracé a Nephertarie de vuelta, y lo que le dije antes de soltarla fue,
egoístamente, mas para mi que para ella.

-Nos veremos de nuevo. Lo prometo.

Y nos fuimos.

~~~~~~~~~~~~

-Deberé llamar a Dael e informarle que no podremos encontrarnos hoy.

-Lo siento, mamá.

-¿Y por que?

-Lo siento, arruine tu cita de hoy.

Ella rio. -Oh, Anna. ¡No era un cita! Solo era un... Una reunión, no pensé que el
M.R.I fuera a durar tanto tiempo. Bueno, en realidad si. Yo solo... No lo se,
Anna.
Solo estoy confundida y cansada.

-También yo.

Nos quedamos observando el reflejo de la otra a través de la ventana del carro


en
silencio. Los eventos del día parecían extraños. Y me sentía cansada.

-Vámonos a casa, mama.

-Suena bien.

+++

Nota: ¡Hola! Sé que no he sido activa durante mucho tiempo y en serio lo


siento.
Tengo muchos compromisos en el colegio que no me queda tanto tiempo libre.
Pero
desde ahora trataré de subir lo mas seguido posible. Lo prometo. ❤ ¡gracias
por los votos y las más de 50,000 leídas! ❤
Hogar Dulce Hogar
Por el siguiente par de días, me encontré a mi misma yendo frecuentemente al
jardín y revisando
mi tulipán. No había verde a la vista. Era casi como si eso dependiera en el coraje
que yo quería
creer desesperadamente que tenía. El verano ya casi acababa y esto significaba
que el colegio
empezaría pronto. Cada vez que pensaba sobre aquello, mi estomago se
revolvía. No había
estado en una escuela pública en cuatro años. Pero, no importaba. Yo había
dicho que lo haría.
Me dije a mi misma que lo haría. Le dije a mi madre que lo haría. Le dije a
Christina que lo haría.
Yo planté un tulipán.
No había forma alguna de echarme atrás.
Nephertarie aparecía constantemente en mi mente. Y por primera vez en mi vida
quería volver al
hospital. Algo me decía que ella estaría donde la había dejado. Tenía que estarlo.
La casa estaba en silencio. Triste y perdida en mis pensamientos, me gustaba
imaginar que era
una persona. Las creaciones florales de mi madre como una decoración. La
puerta de al frente el
corazón, constantemente bombeando. Las escaleras como una garganta, para
siempre dando
ideas y canciones de amor y opiniones sobre la vida. Cada esquina era algo
nuevo. Cada algún
tiempo la escuchaba traquear. Era casi como si fuera un ser vivo. A veces
pensaba que estaba
mas vivo de lo que yo lo estaba.
Desde la ventana de mi cocina podía ver a mi vecina paseando a su perro. Este
era largo y gris.
Muy bello, en realidad. Ella captó mi mirada y asintió levemente. Mi calle era la
esquina apartada
del suburbio. La mayoría se guardaba para ellos mismos.
Esta mujer caminando con su perro era probablemente la cosa más emocionante
que ocurriría
ese día. Sería genial vivir en una calle donde todos nos conociéramos. Era un
deseo simple y no
era difícil de cumplir. Tal vez mi madre y yo pudiéramos empezar. ¿Quién sabe?
Tal vez podía
ser un nuevo tulipán que plantar.
Mi madre bajo por la garganta de la vieja casa, su mano en la baranda. Cerré
mis ojos y escuché
sus pisadas. Lentas y suaves.
-¿Puedo ver ahora?-Pregunté, impacientemente golpeando el suelo con mis
pies.
-No todavía-Oí ruido atrás mío.
-Voy a voltear...
-¡No, espera! Espera... Listo. Estoy lista-Finalmente me dijo.
Me volví y miré.
Ví una cabeza con rizos de oro cayendo sobre sus bronceados hombros. Un
vestido brillante
blanco al rededor de su cintura. Su amable rostro sin la expresión de estrés que
llevaba
constantemente. Ví un ángel.
-Mamá...-Estaba sin aliento. Buscaba las palabras apropiadas.
-¿Que piensas?-Preguntó tímidamente.
Mis ojos volvieron a recorrer su ropa y su cara y llegue a una conclusión. -Yo
pienso que eres la
mujer más hermosa que jamás he visto.
Dael estaba viniendo. Tuve que pasar toda la noche debatiendo si pelear con mi
madre sobre
ello. Dael no me agradaba del todo aún, aunque en realidad no lo conocía del
todo. Me di cuenta
que solo estaba pensando en mi misma. Mi madre necesitaba a alguien cuando
yo me fuera y
afortunadamente eso no iba a ser muy pronto. Pero, ¿quién era yo para tratar de
parar eso? Ella
tenía derecho a ser feliz.
-Oh
Anna, estás mintiendo-ella respondió.
Me dirigí hacia ella y puse mis manos al rededor de ella. -No, mamá, no lo hago.
Te ves...
magnífica. No creo que Dael quiera irse nunca.
-¡Si quiere vivir, lo hará!"
-Bien, entonces es mejor que te vayas preparando para matar porque te ves
radiante.
Alcanzó mi cara con sus manos. -¿Que hice para merecerte?
-Todo.
-No he acabado aún-Dijo.
-¿Qué podría agregarse a esta perfección, mamá?
Ella me dio una mirada y entonces lo vi. Y sin palabra, abrí la puerta del jardín y
tomé su tulipán
amarillo. Ella acarició uno de sus petalos antes de ponerlo en su pelo. -Gracias,
ahora sí estoy
lista.
¿En cuanto tiempo llegará?
-En cualquier minuto.
Fui hacia las escaleras. -Diviértanse los dos.-No había avanzado mucho cuando
me detuvo.
-¡Anna! No me dejarás, ¿verdad?
Esa oración perforó mi corazón.
Eventualmente, pensé. Pero estarás bien, mamá.
Ordené mis pensamientos y me concentré en lo que pasaba. -¿A qué te refieres?
No recuerdo
haber sido invitada. Además, terminaré siendo la entrometida. Esta bien, mamá.
Ve y sé una
fanatica por las flores con él. Yo estaré bien arriba.
-Le dije que estarías con nosotros.
-¿Qué? ¡¿Por qué?!
-Solo lo hice. Vamos a divertirnos juntos. El es tan agradable, Anna. Dale una
oportunidad. A él le
agradas.
-¿Entiendes como de extraño suena eso? ¿Como le puedo agradar? ¡Ni siquiera
me conoce!
-Hazlo por mí, Anna.
¿Como iba a decir no cuando
me lo preguntaba de esa manera?
-Que te parece este trato? Cuando él llegue, ustedes pueden pasar tiempo solos
o podrán tener
su cita o como sea y yo bajaré más tarde. Tengo que ir a prepararme de todos
modos. Todo va a
funcionar.
-Bien. No se te olvide. Y no es una cita.
-Mamá,-dije lentamente- Es una cita. ¿A quien engañas?"
-No es una...-Ella empezó.
Si, lo es. Esta bien, mamá. Creo que esto te hará bien. Diviértete.
-¿Prometes que bajaras dentro de poco?
-¿Alguna vez te he mentido? Por favor, ma. Podemos so--Me vi interrumpida por
un golpeteo en
la puerta. -Tenemos un timbre ¿sabes?
-El es un poco anticuado. Ve y abre, Anna.
Rei un poco mientras me hacia camino hacia la puerta. -¿Anticuado? Como sea?
Giré el pomo y una gran sombra se irguió ante mi. El Tulipán Holandes se veía
totalmente
diferente a la última vez que lo había visto. Sus prendas no tenían arrugas y no
estaban cubiertas
de tierra. Su pelo estaba arreglado y peinado. Su bigote se había ido. Detrás de
él, vi el carro en
el cual había llegado. Era fantastico. La pintura parecia nueva. Un blanco suave
con un reluciente
pedazo de plata. No sabía mucho sobre carros, pero parecía costoso. Debi de
haberme quedado
mucho tiempo mirandolo porque el Tulipán Holandes me habló sobre él.
-¿Te gusta? Es un Bentley Continental 1958. Tipo R.
-No. Es decir, sí...-Pasé mi mano por mi cabello, estaba avergonzada. -Es que...
Nunca había visto uno de esos, debe de haberle costado...
-¡Anna!-Exclamó mi madre-.Sabes
que es de mala educación hablar de dinero.
Dael subió la mirada para verla y su cara se iluminó. -Carolyn. No me importa
que hable de
dinero, está bien.- Me miró de nuevo. -Sí, me costó un poco, pero es un lindo
carro ¿verdad?
-Si lo es-dije extrañada -Bien, debería dejarlos a ustedes dos solos. Yo... Um...
Los veré dentro de
pronto.
-Te estaremos esperando-respondió mi madre -Pasa, Dael.
Subí corriendo las escaleras lo más rápido que mi cuerpo me me dejaba y me
dejé caer en mi
cama. Reuní y pensé sobre la información que había recolectado de este
misterioso personaje.
Un hombre holandés llamado Dael. Es dueño de una tienda de flores y se pasa
el tiempo
investigando sobre el cruce de especie de Tulipanes. Tiene un carro clásico que
'le costó un
poco'. Le gusta mi peinado.
No era mucho. Pero tenía que admitir que el era bastante interesante. Oí una
risa que provenía
de abajo. Era la voz de Carolyn, obviamente.
Bueno, aparentemente es gracioso también.
Tomé un rápida ducha y me puse ropa limpia. La risa de mi madre aún se oía
por toda la casa. Oí
la puerta del jardín abrirse y decidí dejarlos solos un tiempo más. Le di a Sísifo
un poco de
comida y me tomé un poco de mi tiempo para admirar su perseverancia. Siempre
corriendo en su
rueda. Tal vez debería aprender de él, pensé. Miré al jardín para ver a Dael y a
mi madre
hablando y sonriendo. Puse mi mano en la parte de atrás de mi cuello y bajé las
escaleras.
Me sentí como un intruso caminando hacia las dos personas que estaban tan
profundamente consumidas entre sí.
-Hola....
-¡Oh, Anna! Ahí estás. Estaba empezando a preguntarme cuando bajarías. Ve y
trae un chaqueta,
¡iremos a la playa!
-¿A la playa? Espera... ¿Qué? mamá, tu nunca mencionaste...
-Oh vamos, Anna. Dael dice que conoce un muy buen lugar. Y quiere llevarnos
a conocerlo.
Le di una mirada a Dael. El se veía fuera de lugar parado al lado de mi madre en
un jardín lleno
de Tulipanes, pero si algo sabía yo de Dael que fuera verdad, estaba donde el
pertenecía. -No
tienes que venir si no quieres-Me dijo.
Me tensé. -No, si quiero ir. Solo que no estaba esperando salir hoy. Déjenme ir
por un suéter.
Cuando salí vi a Carolyn y a Dael sentados en el carro de él. -Vamos a ir en ese
carro?
El Tulipán Holandés me dirigió una sonrisa. -Solo si tú quieres.
Ladee mi cabeza y sonreí.
-Em, supongo que le daré una oportunidad. Es decir... Ustedes ya están
cómodos en él.
Caminé hacia el otro lado del carro.
-¡Espera!-Dijo Dael. Saltó de su asiento y camino rápidamente hacia mi. Puso su
gran mano en la
puerta del carro y abrió la puerta con clase mientras decía con un tono educado.
-Mi lady.
Me pare derecha y subí la cabeza ligeramente mientras le lanzaba a mi madre
una mirada por el
espejo. Decidí seguir su juego y traté de hacer el tono más pomposo que pude.
-¡Vaya, gracias!
No tenía que haberse molestado.
El rió. Me subí al carro. El cerró la puerta y nos fuimos de allí.
El interior del carro era tan hermoso como lo era por fuera y me
decidí ponerme cómoda. Los peatones me lanzaban miradas de envidia, y para
ser sincera, me gustaba. Porque era casi siempre al revés. Yo era siempre la
que quería ser otra persona y yo era
la que lanzaba miradas de envidia. Estar a este lado de la situación era una
experiencia nueva y
la disfrutaba con un poco de culpa.
El viento circulaba por todo el carro y Dael hacía chistes malos. Estaba bien estar
ahí.
El viaje pareció durar tan solo unos minutos y rápidamente ya estábamos en la
playa. No había
tantas personas como las que esperaba. Pero, no podía estar segura. Traté de
no durar mucho
tiempo bajo el sol. No quería tener cáncer de piel, ¿verdad?
Una vez nos parqueamos y salimos del carro, nos quedamos admirando el carro
de Dael.
-¿Estas seguro de dejar tu carro aquí, Dael?-Pregunté.
-¿Dónde más lo podría dejar? Además, es solo un carro, ¿cierto?
Después de pensarlo por un tiempo, llegué a la conclusión de que estaba en lo
cierto. Era
hermoso. Era costoso. Pero, era solo un carro.
Solo un carro.
-Sí.
Carolyn recogió su cabello y lo puso en una cola de caballo. -¿Cuales son los
planes, Dael?
Él caminó hacia ella y puso sus manos en los hombros de ella de una manera
amistosa. -Tu
actividad favorita. Hacer nada.
-Mi favorita. ¿Cómo sabías?
El quitó las manos de sus hombros. -Tuve un presentimiento. ¿Lista, Anna?
Asentí y me encaminé hacia una pequeña cabaña.
Los niños gritaban y corrían por ahí. Chicas en bikini bronceándose.
Un grupo de personas jugaba volley ball. Y en el medio de todo, estábamos los
tres marchando
hacia la playa. Un tímido hombre de Nueva Zelanda con una tienda de flores. Un
mujer con un
solo ojo que desea poder retroceder el tiempo y una chica de dieciséis años que
tiene mucho que vivir. Nos complementábamos.
Me senté en un lugar donde el agua no llegaba hasta mi y me quité los zapatos.
Un poco
después, Carolyn y Dael se unieron a mi. Ninguno habló.
-¿Quien quiere algo de beber?-Preguntó mi madre mientras se quitaba la arena
que había en su
brazo.
-Podría ir por limonada.-Dije.
-Bien. ¿Dael?
-Lo mismo. Gracias.-Respondió. Después sacó un billete de $50 dólares y se los
dio a Carolyn.
-Eso es un poco demasiado.
-Es sólo dinero.
Solo dinero.
-Está bien. Te traeré el cambio.-Se levantó y se fue caminando.
Y por primera vez, el Tulipán Holandés y yo, nos encontrábamos solos.
-¿Ves eso allá?-Me dijo mientras señalaba con un dedo.
Lo seguí con la mirada.
-¿Qué?
-Esa línea. Justo por allá.
-¿Qué? ¿El horizonte?
-Sí. Eso. Eso por allá... Es el fin del mundo.
Miré más atentamente. Parecía eso. Que si alguien trataba de ir más allá, caería
por una esquina.
Relajé mi cuello, dejando que mi cabeza cayera hacia atrás y cerré los ojos.
-No, solo parece eso.
En el curso de la siguiente hora. La marea había subido. No vi cuando la gran
ola arrastró mi
sandalia, y para cuando me di cuenta, ya era demasiado
tarde.
-Oh no! ¡Mi zapato!-Grité, mientras me levantaba de un salto.
Dael siguió mis movimientos y heroicamente se paró encima de los zapatos que
quedaban para evitar que se los llevara la corriente. Observé mientras mi
sandalia de plástico flotó lentamente sobre el mar.
El Tulipán Holandés contemplaba la marea, que estaba subiendo.
-Ensambla, unifica, envenena, corrige, revela. Mira cómo sube y baja, y se lleva
todo consigo.
-¿Qué es?-Le pregunté.
-Agua-me contestó el holandés. -Bueno, y tiempo.
Una gran ola llegó hasta a mi y dejé que me acariciara. Me paré allí hundiendo
mis pies en la
arena, sosteniéndome para que su fuerza no me llevara. El agua me rodeaba
mis piernas hasta
las rodillas y dejé que el movimiento me hipnotizara.
Dicen que el agua salada lo cura todo.
~~~~~~~~~~~~~
Dael insistió en acompañarnos hasta la puerta de la casa. -Aquí estamos-dijo
cuando llegamos al
porche.
Había empezado a atardecer y yo había llegado a casa con un zapato menos y
un recuerdo más.
-Hey.-Dije -En realidad no me importó haber sido forzada a pasar un día contigo.
-Me pasa igual. Nos vemos, Anna.
Entré a la casa y dejé a Dael y Carolyn despedirse. Me senté en las escaleras y
me dejé caer
sobre la pared. Seguía pensando en lo que él había dicho sobre el tiempo y el
fin del mundo.
Todo encajaba. En algún lado de sus palabras se podía encontrar la paz. Había
aceptación. No
sé exactamente lo que mi madre le dijo sobre mi condición, pero estaba claro
que sabía sobre ello
un poco. Parecía como si el lo hubiese sabido desde que nos encontramos en la
tienda de flores
e hizo un comentario sobre mi cabello.
Normalmente, estaría brava con Carolyn por decirle a alguien que no necesitaba
saber sobre mi
situación. Pero, algo sobre esto estaba bien. Había algo con El Tulipán Holandés
que hacía que
no yo me sintiera avergonzada o que saliera corriendo. Aparte de la lista que
había hecho, yo no
sabía casi nada de él. Al mismo tiempo había sentido una especie de conexión
con él ese día en
la playa. Como si el mundo no se estuviera acabando, después de todo.
Mi madre entró, cerrando la puerta detrás de ella. Estaba ansiosa de saber si la
había besado o
no, pero Carolyn siempre había sido bueno en guardar secretos y la expresión
que tenía no me
daba ninguna pista.
-¿Y bien?-Le pregunté.
-¿Y bien qué?
-¿El te...?
-¿No deberías estar preparándote para dormir, Anna?
Le di una mirada suspicaz.
-Él lo hizo, ¿verdad?
-No es asunto tuyo, pero si quieres saber... No lo hizo.
-Ow... Yo lo...
-¿A qué te refieres con 'Ow'? Los caballeros no besan a una señorita en su
primera cita.
-Perdón, pero, ¿Acabas de decir 'cita'?
-Tal vez lo hice.
Me levanté y empecé a subir las escaleras. Me detuve en el último escalón pero
no me voltee
hacia Carolyn.
Oh, si mamá, una cosa más. Te doy permiso.
-¿Permiso? ¿Permiso para qué?
-Para enamorarte.
Me fui a mi cuarto y cerré la puerta. La casa volvió a la vida con un suspiro de
satisfacción; el
sonido de la madera.
Estoy de acuerdo. Le contesté. El no está tan mal.
Mi madre no volvió a plantar un Tulipán rojo de nuevo.
Milagros

Albert Einstein dijo una vez que sólo había dos formas de vivir tu vida: una de
ellas decía que nada de lo que pudiese pasar era un milagro. Y la otra que todo
era
un milagro. Aún sigo tratando de descifrar cuál de las dos es mi forma de vida;
si
es alguna de esas.

Mi pasión cae en manos de mi pensamiento. Regando el veneno de una


pequeña chica
que quiere vivir. Es casi como si todo lo que hiciera estuviera blindado por la
noción de que nada realmente importa. No para mí. No para todas las personas
a mi
al rededor. Y con estos pensamientos atacando constantemente todo lo que
quiero
hacer y el hecho de que yo siempre me echo atrás me ha llevado a esta
conclusión.

Soy egoísta.

No quiero ser de esta manera. Me conforto a mi misma diciéndome que toda


esta
situación era inevitable. Que el destino que me hizo así posiblemente no me
dejaría
cambiar. Pero no puedo seguir mintiendo. Hay una parte de mí que nunca
podrá ser
sanada. Soy minúscula y habrá noches en la cuales ese descubrimiento me
consumirá,
llevándose todo lo que queda de mi cuerpo.

Esto nunca estará bien. Lo sé y nunca voy a pretender que lo está. El deseo de
existir no me hace egoísta. Me hace humana. Lo que me hace egoísta es ver
que todo
a mi al rededor se quiebra en pedazos porque he decidido que mi esfuerzo es
fútil.
Quiero ser valiente. Y al mismo tiempo, quiero que sepan que estoy asustada y
furiosa, pero elijo seguir de todas maneras. Puedo quejarme de la injusticia de
mi
existencia y condición, y después morir o puedo tomarme esta vida en serio y
hacer
algo.

Honestamente,

prefiero el último. Así que, sigamos haciendo lo que podemos y sigamos


tratando de
hacer lo que no.

~~~~~~~~~~~
Ya ha pasado una semana desde mi última visita al hospital y aunque no
podría estar
menos entusiasmada por ver de nuevo al Doctor Langford y ser obligada a
hacer cosas
que preferiría olvidar, en lo único que puedo pensar es en Nephertarie. No me
mal
entiendan. El doctor Langford no es una mala persona. Aprecio todo lo que ha
hecho
por mi y hasta lo podría perdonar por sus sonrisas plásticas y su actitud pasiva.
Solo creo que está cansado, ¿por qué no lo estaría?

Mi mamá está de buen humor hoy. Casi siempre lo ha estado estos últimos
días y sé
por qué.

Escucho el motor del carro en el camino. Creo que son los viajes más duros
para mi
madre. En casa, ella puede distraerse en el jardín o con Dael. Pero aquí, puedo
decir que el silencio la alcanza. Puedo ver como la rompe. Al pensar en nuestro
destino y nuestro propósito de ir allí hace que su sonrisa se desvanezca
lentamente. Por su bien, finjo como si no lo notara, pero lo hago. Lo noto todos
los días.

Pienso que Carolyne pudo ver la anticipación plasmada en mi cara.

-Cariño...-Dijo.

-¿Sí, mamá?

-Quiero que te mantengas fuera de todo ese asunto de Pretarie, ¿entendido?

Sé de que estaba hablando y tuve que reprimir la inmensa rabia que me


invadía.

-Su nombre es Nephertarie-respondí fríamente.

-Bien. Anna, solo no quiero que estés...

-¡¿Esté como, mamá?! ¿Por qué siquiera estamos discutiendo sobre esto?

-¡¿Anna, escúchame,

está bien?! Sé que quieres ayudarla, pero su caso no te concierne. No quiero


que
estés metida en ese asunto. Hay cosas que están más allá de nuestro control y
no
podemos hacer nada sobre ello. No puedo tenerte por ahí dándole a esa
pequeña niña
una falsa esperanza y haciendo el ridículo. Vas a estar afuera de todo ese
desorden, y si la ves, por supuesto que la puedes saludar pero eso es todo.
¿Entendido?

-¡Ella necesita a alguien! ¡Incluso Sandy lo dijo! Ella me agradeció, ¡la


escuchaste!

-Anna, no me hagas esto. ¿Vale? No tengo la capacidad.

-Oh ¿y qué? ¿Piensas que yo la tengo? ¡¿Por qué al menos no me dejas


intentarlo?!

-Ya te lo dije, Anna.

Cerré mis puños.

-Bien.

-¿Bien?-Carolyn preguntó, sorprendida porque había cedido rápidamente.

-Sí, bien. Sólo parquea el carro y déjame salir de aquí.

Me controlé lo suficiente para asegurarme de que no tirara la puerta. No podía


dejarla saber que aún seguía enfadada y que no podría hacer nada para
tenerme
alejada de Nephertarie. Una madre vigilándome como un águila hubiera hecho
lo
posible para evitarlo.

Apresuré el paso mientras mi madre cerraba el carro. Me permitía al menos


unos
minutos para hablar con Sandy antes de que llegara y si tenía suerte me diría
todo
lo que necesitara. Cuando alcancé la puerta principal me eché a correr. Le di
una
mirada rápida a mi madre que apenas había empezado a caminar. Había
aproximadamente
seis personas en la fila pero no tenía tiempo para perder. Hice mi camino hasta
el
escritorio

empujando a todos asegurándome de tener mi cabeza agachada para evitar


las miradas
de desprecio que me daban. Sandy se había parado con los brazos en su
cintura
tratando de descifrar qué era lo que había ocurrido.

Cuando sus ojos se posaron en mi, su expresión se suavizó.

-¿Anna? Vamos, cariño. Tu sabes mejor que-


-Sí, lo sé. Es una larga historia pero necesito saber dónde se encuentra
Nephertarie. Mira, mi madre lo está haciendo... Bueno, tu sabes... Difícil y esto
es muy importante para mí. Lo explicaré después-dije lo más rápido que pude.

Sandy ladeó su cabeza para poder ver a Carolyn caminando hacia el lugar.

-Por favor, Sandy-le supliqué.

Abrió el cajón a su lado y me entregó unos papeles.

-Aquí, toma esto. Tu madre llamó hoy y-

-¡¿Te llamó?!

-Sí, lo hizo. No sé si puedas hacer algo para cambiar la situación de


Nephertarie
pero creo que mereces una oportunidad y ella también. No digas ni una palabra
a tu
madre o a nadie, ¿escuchaste?

Abrí el papel para encontrar el nombre del departamento y la habitación.


Quería
llorar.

-Oh, Sandy. Yo-

-Agradéceme más tarde. Aquí viene tu madre.

Sandy volvió con sus impacientes clientes y me giré guardando el papel en mi


bolsillo. Un chico que no parecía mayor que yo captó mi mirada. Tenía el pelo
revuelto y parecía desafiante.

-Oye, ¿tus padres no te enseñaron que es grosero saltarse la fila?-Me espetó.

Rodé mis ojos. -Muérdeme.-Estaba tan feliz por lo de Nephertarie que nada
podía
arruinar mi buen humor.

Me

dirigía a las sillas y me senté justo en el momento cuando mi madre entró al


edificio. Momento perfecto.

Juro que trataba de hacer las cosas más fáciles para mi madre pero a veces
dejaba
todo eso de un lado. A veces tenía que ignorar la buena intención de una
madre
sobre protectora para tener la oportunidad de cambiar mi vida, de cambiar la de
alguien más. Tengo que hacerlo. Lo siento de alguna manera, lo siento en mis
huesos. Este es mi problema.
Cerré los ojos cuando mi madre se sentó a mi lado.

-No estas furiosa conmigo, Anna. ¿Verdad?

-No mamá, no lo estoy-le di pequeña sonrisa y esperé para ver al Dr. Langford.

~~~~~~~~~~~~~

Era un lugar diferente. El pasto era negro y arañaba la planta de mis pies
desnudos. No terminaba ahí, seguí caminando mientras daba gritos de dolor
por cada
paso.

-Nunca te dejé, Anna.

Había una triste y dulce voz haciendo eco en el lugar.

-¿Dónde estás?-Dije.

-Estoy justo aquí.

Me giré sólo para quedar cara a cara con el vacío.

-¡Mentira!

-Estoy aquí. Sólo tienes que mirar más cerca.

Estaba dando vueltas ahora, en un charco hecho de mi propia sangre,


buscando una
pequeña pista de algo, de alguien.

-¡Basta! No puedo más, ¡por favor!

El silencio absorbió todo el lugar y estaba sola de nuevo.

~~~~~~~~~~~~~

Carolyn me movía.

-Levántate, Anna. El doctor está listo para vernos.

Moví mi cabeza. Mis manos temblaban. Me levanté.

/>-Bien.

-¿Estás bien, Anna?

-Estoy bien, sí.


Mi madre alcanzó mi mano y le dio un apretón. Me sentí avergonzada. Deseé
no
tenerle que mentir sobre Nephertarie, pero no tenía otra opción. «Ella me hace
ser
deshonesta» lo repetía una y otra vez tratando de convencerme.

Su oficina se veía igual. Sillas oscuras. Fotos de su familia por todo el


escritorio. Relucientes paredes blancas. La basura de metal en la esquina de la
habitación que siempre se encontraba vacía. Para mí, era triste. Pero, de
nuevo,
tenía que ser parcial. Digo, era la habitación a la que iba para hablar sobre el
cáncer que no dejaba de consumirme.

-¡Anna! Señora Nolan, entren y tomen asiento.

-Buenos días, Matthew. Es bueno verte de nuevo.

-Hola, Dr. Langford-nos dimos un apretón de manos extraño a través de la


mesa.

-Empecemos de una vez supongo, ¿verdad?-Buscó entre los papeles


esparcidos en la
mesa.-Bueno, en principio, los resultados de los exámenes ya están de vuelta y
todo
está- sí, todo está bien.

Mi madre me dio una sonrisa, la cual devolví.

El doctor Langford tomó mucho tiempo tiempo mirando los resultados antes de
proseguir.

-Pero, Anna...

Juro que esas dos palabras detuvieron el tiempo. Pude ver a mi madre decaer
en su
silla. Su sonrisa llena de esperanza desapareció dejando su rostro lleno de
pánico.

Agarré fuertemente mi silla como si esperara un impacto físico.

Cuando Carolyn habló, lo hizo con fuerza. Su voz temblaba. No podía.

-Matthew, ¿cómo es eso de 'pero, Anna'?

Acabas de decir que Anna- que los resultados estaban bien. Lo acaba de decir.
Lo
oíste, ¡¿verdad, Anna?!

No podía más. No podía.


-Mamá...

-¡No!-Se levantó.-¿Qué es esto? ¿Qué clase de juego enfermo es este? ¡Es la


vida de
mi hija, Matthew!

-Mamá, cálmate. Sólo déjalo terminar de-

-¡Cállate, Anna!

-¡Señora Nolan! Podemos hablar de esto, siéntese por favor.

La mirada del Dr. Langford me dijo que jamás había lidiado con algo parecido.
Parecía casi tan asustado como mi madre. Casi.

Carolyn se sentó de vuelta en la silla de madera. Era incapaz de mirarme.

-Afuera, Anna-ella dijo. Matthew protestó.

-Carolyn, con todo el respeto, creo que su hija debería quedarse a escuchar.

Ella lo miró fijamente.

-No. Anna, dije ¡afuera! ¡Sal de aquí, maldita sea!

Sabía que ella estaba tratando de protegerme, pero lo único que podía hacer
era
sentir el escozor de sus palabras. Y el Doctor Langford estaba en lo correcto,
yo
tenía el derecho de estar allí. Era mi vida. Caí perdida y en conflicto. No sabía
qué hacer ni a quién escuchar. No me sentía cómoda dejando a mi madre en
ese estado
pero no podía respirar bien.

Repentinamente me percaté del pequeño bulto en mi bolsillo trasero, el


arrugado
pedazo de papel que tenía un destino escrito en él. Nephertarie. Era mi
oportunidad
de encontrarla. Era mi oportunidad para encontrarla, era mi oportunidad para
salir
de esa habitación.

Corrí sin mirar atrás.

Cuando me encontraba en el pasillo, recuperé

mi aliento. No sabía qué acaba de pasar y no estaba segura de querer lo que


quería.
Me sentí entumecida. Las luces eran muy brillantes. Volví a pensar en
Nephertarie.
Sus grandes y oscuros ojos, sus brazos delgados, la forma en la que me
abrazó. Ella
me arrastraba y de alguna manera en vez de tirarme al suelo y hacerme un
ovillo,
levanté mi cabeza y empecé a caminar.

~~~~~~~~~

U.C.I., Habitación 46

Cuando me di cuenta de que Nephertarie estaba en la unidad de Cuidados


Intensivos,
mi corazón se hundió. Primero, porque eso significaba que su condición era
mala.
Aún no sabía de qué sufría pero si estaba en Cuidados Intensivos, no podía ser
nada
bueno. Y segundo porque eso significaba que no iba a poder entrar. La U.C.I
es un
área restringida a menos que firmes y tengas un pase. Simplemente no iba a
poder
entrar.

Pensé en usar la excusa de "tengo cáncer" pero algo me decía que la gente de
aquí
está en constante contacto con gente como yo y ya habrían creado una
defensa contra
esa.

Casi pierdo la esperanza de nuevo hasta que vi a Sandy caminando cerca de


mí. Todo
lo que había pasado en la última media hora finalmente estaba dando frutos y
sentí
su efecto en mi cuerpo. Mi cabeza había empezado a latir y podía sentir mi
pulso en
cada centímetro de mi ser. Comencé a balancearme, perdiendo el equilibrio.
Sandy
llegó justo a tiempo para envolverme en sus brazos y evitar que me cayera.

-Hey, hey ,hey. Anna, ¿qué está pasando? Cariño, dime.-Solicitó

Dejé que mi cabeza reposara en su brazo hasta

que el mareo se fuera.

-Todo. Nada. Ya ni sé. Pero, no puedo ir hasta ella, está-

-En la U.C.I., lo sé. Te di el lugar, ¿recuerdas?

Estaba empezando a sentirme un poco mejor y obteniendo mi equilibrio de


nuevo,
soltándome de sus brazos.

-Sí, pero ¿entonces para qué me la diste si sabías que no iba a poder entrar?

Sandy levantó su identificación.

-Lo olvidé totalmente. Pero ahora estoy aquí, ¿o no? Tenía el presentimiento
de que
estarías aquí.

No podía hacer nada más que sonreír. En ese momento, me sentí como la
persona más
suertuda de tenerla.

De inmediato, seguí Sandy hasta la U.C.I., dejando que ella se ocupara de las
complicaciones para poder entrar. Cuando estuvo lista, puso un pequeño
sticker
amarillo en la parte de adelante de mi camisa que indicaba que era un visitante.

-Bien, escucha. Nephertarie no está en las mejores condiciones y realmente no


debería estar haciendo esto. Sólo puedo dejarte entrar por unos minutos y
después
tendrás que dejarla descansar. Si está dormida, no la despiertes. Lo máximo
que
puedes hacer es sentarte a su lado. Incluso si está despierta puede que se vea
ausente teniendo en cuenta que está bajo medicamentos.

-Gracias, Sandy.

-Ni lo menciones.

-¿Crees que... Me recuerde?

-Estoy segura.

-¿Qué es lo que tiene?

Su expresión cayó.

-Dejaré que lo descubras.

-¿No vienes conmigo?

-No-me dijo.-Creo que esto es lo más lejos que iré-. Se giró y se encaminó

hacia el lobby.

Habitación 46.

Habitación 46.
Ahí estaba. Sus ojos cerrados y su pequeño cuerpo subiendo y bajando al
compás de
sus respiraciones. Estaba envuelta en mantas blancas que marcaban su frágil
cuerpo.
Caminé hacia allí, mis pasos lentos tratando de no despertarla. En su mesa de
noche, se encontraban los libros que habíamos leído la semana anterior y pude
confirmar que sabía quien era yo. Un cartel se encontraba en la mesa. Me
encaminé
hasta él y tomé aire antes de leerlo.

Condición: Seria.

Padecimiento: Cólera.

Cólera.

La palabra me sonaba. La había escuchado antes y me sabía amarga. ¿Tenía


cura?
¿Podría Nephertarie tener la vida que se merecía? Tenía un millón de dudas
corriendo por mi mente. Estaba lista para alcanzar a Sandy y buscar
respuestas
cuando mi mirada se posó en Nephertarie, recordé por qué me encontraba allí.
Ella.
No por las estadísticas o números de probabilidad, nombres de enfermedades
o
estándares de supervivencia. Esas cosas podían ir después.

Me senté a su lado y cuidadosamente posé mi mano en la de ella. Estaba


caliente y
pequeña como el resto de ella. Dejé mi cabeza a un lado de la cama y de
repente
sentí movimiento en mi palma. Nephertarie estaba justo en frente de mí, sus
ojos
abiertos y hermosos.

-Anna-susurró.

Le di un suave apretón.

-Shh, está bien. Te dije que volvería.

Cerró sus ojos y ladeó su cabeza.

-¿Podrías leerme más tarde?-Preguntó, casi inaudible.

Mis ojos empezaron a arder.

-Por supuesto que sí.


Ella suspiró y la dejé dormir.

En ese momento, todo estaba bien y era lo que importaba. Me recordaba y


estaba
bien.

En los siguiente diez minutos, Nephertarie y yo estuvimos sentadas en la


pequeña
habitación blanca en silencio, a excepción de los sonidos de las máquinas.
Estábamos conectadas por algo aún más grande que nosotras. Una fuerza
celestial nos
había puesto en la tierra por una razón, para encontrarnos. La necesitaba y me
gustaba creer que ella lo hacía también. Sabía que en algún lugar fuera de la
habitación, sus padres probablemente estarían hablando con abogados
haciendo todo a
su alcance para asegurase de que su hija se encontrara bien. Sabía que en
algún
lugar fuera de la habitación, mi madre estaría escuchando el destino de su hija.
Probablemente le estarían dando mi sentencia de muerte. Pero allí, en esa
habitación, nada de eso importaba. Estábamos a salvo allí. Nada podía
tocarnos.
Éramos invencibles.

Oh, ¿y Albert Einstein?

Elijo los milagros.


Un pedazo de historia
Estoy muriendo.
Ahí esta, lo dije.
Creo que estas cosas horribles son mejores si son tratadas abiertamente. Al
menos no son
ocultadas o desconocidas. Su realidad no es cuestionada simplemente porque
no se ven y tu no
sientes que su presencia está siempre ahí tratando de alcanzarte. No son una
sombra de duda
tratando de generar un optimismo que en realidad no tienen.
Mi madre nunca tuvo que decir nada. Lo sabía desde hace mucho. Incluso si
estaba enterrado
muy profundo dentro de mi. Pero ahora, lo llevaba estampado en mi frente. Lo
llevaba estampado
en mis papeles. Estaba estampado en la cara de mi madre y nunca dije nada.
Estoy muriendo.
Recogí las palabras y las tiré. Las tiré a través del mundo. Las rompí,
dejándolas romper en
millones de pedazos y con ellos enterrados en mis manos, se las pasé a todo el
mundo a mi al
rededor. No era más un secreto y esas la palabras ya no tenían nada contra
mí.
Carolyn no hablaba ya. Ni siquiera respondía las llamadas de Dael. No se
movía de su habitación
en todo el día, ni para regar sus estúpidos tulipanes. A veces lo hacia yo
misma. Miraba el
pequeño parche de esperanza que alguna vez pensamos que haría una
diferencia. Mi flor estaba
creciendo bien. Seguía pequeña, pero estaba creciendo. Me pregunto de qué
color será la
pequeña semilla que mi madre me dio mientras rogaba que no fuera amarilla.
No debería haberlo hecho, darle vida a aquellas flores. Es el trabajo de
Carolyn. Miré hacia los
tulipanes con sus colores vivos. Sus pétalos. El pequeño tallo verde que los
alimentaba. Tal vez
los observé por
mucho tiempo porque cuando salí del trance, estaba llena de furia. Furia por
esas flores que se
burlaban de mi existencia. Estaban saludables y yo no y ese hecho bastaba
para hacerme querer
matarlas.
Así que lo hice.
En un momento lleno de histeria, los arranqué. Los rompí. Quité los pétalos y
saqué los tallos.
Pero grité más que nada. Grité y grité. No paré hasta que mis pulmones
necesitaban aire, y no
paré hasta que empezaron a arder. Si mi madre escuchó, no pareció importarle
porque para cuando había acabado seguía sola. Me sacaba de quicio. No tenía
el derecho de estar deprimida,
o brava. Yo sí. ¿Por qué tenía yo que cargar con ambas? ¿Por qué tenía yo
que salir y encargarme de sus tulipanes?
Caí al piso y miré el desastre que había hecho. El jardín parecía el escenario
de una masacre,
que en realidad creo que eso era.
"Y ahora, les traemos una noticia de último momento. Múltiples cuerpos fueron
encontrados en el
patio de los residentes Carolyn y Anna Nolan, en Bayport City
aproximadamente a las cinco de la
tarde. Las desafortunadas víctimas fueron encontradas con varias heridas
graves como lesiones
en el cuello y hemorragias internas. Las víctimas tenían aproximadamente de
dos semanas a un
mes y se trataban de todo tipo de tulipanes. Detectives están en proceso de
contactar a sus
familias. Se ha reportado que la chica de dieciséis años, Anna, ha sido
arrestada por sospecha y
será interrogada pronto. Por ahora, no hay ideas de por qué cometería este
horrendo crimen.
Planeamos tenerlos al tanto de lo que pase con el intrigante caso de 'La
Torturadora de Tulipanes'. De nuevo contigo, Tim"
De alguna manera, le encontré humor al estar sentada en el ahora destrozado
jardín de mi
madre. Empecé a reír hasta que lagrimas inundaron mis ojos. Y no sé en qué
momento las
lagrimas de risa pronto se convirtieron en sollozos desesperados.
-¿Anna?
Escuché la suave voz de un hombre y me volteé para ver a Dael parado en la
puerta.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
-La puerta de atrás estaba abierta.-Dijo mientras posaba los ojos en el suelo-.
Oh, Anna, ¿pero
qué has hecho?
Me incorporé mientras me limpiaba las lágrimas. Restregué mis manos sobre
mi jean llenándolos
de tierra. Ignoré su pregunta.
-Carolyn no quiere verte.
Unió sus cejas y una expresión de dolor cruzó por su rostro.
-¿Qué? ¿Eso te dijo?
-No exactamente, pero ni siquiera quiere hablar a mí, su propia hija. Así que
dudo que... Que... Lo
que sea. No es tu problema. Tal vez deberías irte a casa. Puedes llamarla más
tarde-Le dije.
Me volteé y empecé a recoger los cadáveres de los tulipanes.
Ella me va a matar. Bueno, si el cáncer no lo hace primero, ¡já!
-No es chistoso, Anna.
-¡Vete a casa, Dael!-Dije casi gritando.
Pero no lo hizo. Una hora y media mas tarde seguía allí, tratando de ayudarme
con el jardín de mi
madre.
~~~~~~~~~~~~~~
Dael suspiró pesadamente.
-Ya veo.
-Sí, bueno.
Le había contando todo. No me preguntes por qué. Solo estaba ahí y antes de
darme cuenta
estaba contándole mi historia de vida a un
hombre que apenas conocía.
-Lo siento, Anna. Así que es por eso que no me ha devuelto las llamadas. ¿Por
qué no me lo
dijo?
Su respuesta me dejó en shock. Esperaba comentarios de lástima pero en
cambio hablaba de mi
madre no llamándolo. Era egoísta de su parte.
Era innovador.
-Hmmm.
-Quiero verla.-Sus ojos pidiéndome permiso.
Alcé mis manos.
-Hey, no te detengo. Segunda puerta a la izquierda. Diviértete.
Dael se levantó y subió las escaleras en busca de Carolyn. Lo escuché tocar la
puerta varias
veces sin obtener respuesta.
Te lo dije.
-¡Carolyn! ¡Soy yo, Dael! Déjame entrar-Aproximadamente treinta segundos
después, oí la puerta
abrirse. Sentí una oleada de resentimiento hacia los dos. Me había tomado
cerca de cinco
minutos entrar para darle algo de comer y venía Dael y le abría de inmediato.
Como sea.
El colegio empezaría en un par de semanas y toda esa situación me hacia
sentir débil. Pero sabia
que era algo que tenía que hacer. Pensaba en lo que Dael le estaría diciendo.
¿Hablaba sobre
mí? ¿Sus preciosos tulipanes? Lo que sea de lo que estuvieran hablando no
quería que le
pudiera ayudar. Sentía muchas emociones respecto a ella, pero al final, quería
ser yo la que la
salvase. Quería que me necesitara, que me prestara atención. Antes de lo que
esperaba, Dael
estaba abajo.
-¿Bueno...?
Parecía exhausto mientras se rascaba la parte posterior de su cuello.
-¿Quieres ir de compras?"
-¿Por qué iríamos de compras?
-Tengo dinero si eso es lo que te preocupa.
-Eh,
lo he notado.
-¿Entonces por qué dudas tanto? Tengo mucho y no sé qué hacer con el y esta
casa... Esta casa
es triste. Creo que deberías salir un poco. Darle espacio a tu madre también.
Será divertido.
-No lo sé, Dael-dije mirando hacia el piso. No lo conocía bien y parecía un poco
extraño.
-Ya casi entras al instituto, ¿no es así? Podríamos ir por algunas cosas.
Lo miré.
-¿Cómo sabes tanto sobre mi vida? ¿Carolyn? Parece un poco injusto que
sepas tanto y yo tan
poco.
-Vamos y te contaré toda la historia.
¿Cómo negarme a semejante propuesta de un tipo tan misterioso?
~~~~~~~~~~~
-No siempre fui adinerado. Mi abuelo de parte de mi padre nació en los Países
Bajos. Cuando
llegó la Segunda Guerra Mundial y los Alemanes invadieron, se fue a la batalla
y nunca volvió,
dejando a mi abuela sola con un hijo. Ella nunca se recuperó del todo después
de eso y por el
resto de su vida sufrió de episodios de depresión, lo que forzó a mi padre a crecer
antes de
tiempo. Cuando la guerra terminó, la economía Holandesa comenzó a prosperar
y las personas
empezaron a adecuarse de nuevo. Al mismo tiempo debido a la sobre población,
el gobierno
obligó a Emigración a que forzara a 50,000 Holandeses para que salieran del
país.
Honestamente, pienso que se podían haber quedado si hubiesen querido, pero
opino que ese
lugar contenía muchas memorias para mi abuela y eso dio la principal excusa
para que se fuera
de allí. Así que se fue, junto con el resto de la gente, llevó a mi padre con ella, y
terminaron en
Nueva Zelanda. Desde ese momento,
la salud de mi abuela siguió deteriorando. Murió cuando mi padre tenía tan solo
dieciséis años.
Así que él le mintió a las autoridades sobre su edad para evitar que lo pusieran
en un hogar de paso. Y lo único que podían hacer era creerle. Él no tenía
pruebas, pero tampoco se podía probar
lo contrario. Cualquier documento de su nacimiento estaba perdido así que lo
dejaban ser.
Terminó alojándose con un señor que se hacía llamar Buck. Él y mi padre
terminaron siendo muy
buenos amigos. Y después de enamorarse de la madre de la dueña, mi madre,-
pero eso es otra
historia- siguieron en contacto. Solía llamarlo ¨Tío Buck¨. Ja! Ja!, sí. Era un buen
hombre. De
hecho, mirando en el pasado me doy cuenta que crecí para quererlo aún más
que mi propio
padre, que en comparación, era un hombre tosco y frío. Y por otro lado, mi madre
era la mujer
más dulce y hermosa que tu podrías ver. La verdad, no podía ver cómo un
hombre como mi
padre se las hubiera arreglado para cuidar una flor como ella. Y qué gran flor
era. Tal vez pasó
algo entre ellos que hizo que él cambiara, pero si alguna vez algo pasó, nunca
se habló de eso y
yo nada supe. Pobres, como éramos; mi madre buscó maneras de sobrevivir. Y
uno de sus
pasatiempos favoritos era la jardinería. Oh! ¡Debías haber visto nuestro
apartamento Anna! En
serio. Era el más lindo agujero de tierra que alguna vez hubieras visto. Ella lo
adornaba con todos
los colores del arco iris, y con ella y el tío Buck a mi lado, no pude haber deseado
nada más.
Mientras los años pasaron, pude sentir que las cosas comenzaron a prosperar.
Al final,
no podía culpar al pobre tío Buck. Pues el condenado hombre se enamoró de
ella. ¿Quién lo
culparía? Te pregunto, ¿quién podría culpar a cualquiera de los dos? Pero, su
amor no era
correspondido. Ellos respetuosamente mantuvieron su distancia. Y yo sabía que
era entre ellos
aunque mi padre hizo lo mismo. Casi la mata una noche. Y... entonces... ella se
fue. No se que
será de ella, pero sí se que, si no se hubiera ido, estaría muerta. Sí, me dejó
atrás y no la culpo.
Todos somos forzados a tomar decisiones difíciles en nuestras vidas y esa fue
la suya. Creo que
ella sabía que el tío Buck me cuidaría y entonces sería desde ese momento, su
responsabilidad.
Mi padre quería venganza y estaba dispuesto a ponerla en práctica. Un par de
días después,
escapé con el tío Buck. Hacia una nueva ciudad. Y hacia un nuevo comienzo. Él
y yo
comenzamos una cadena de tintorerías que terminaron bastante bien. Por lo
tanto, nos dio
bastante riqueza. Él...mm...él hace poco partió y vendí el negocio, me mude aquí
y... bueno...
pues aquí estoy.
-¿Qué pasó con él?-Pregunté inmediatamente, sin sentir necesidad de ofrecerle
alguna disculpa o
condolencia.
-Ya te lo dije. Murió.
-Ya lo sé. Pero ¿cómo?
-Esa es otra historia que prefiero no contar en este preciso momento.
-Oh, está bien-respondí, mis mejillas empezaron a arder.-Pero ¿por qué vendiste
el negocio?
¿por qué no conservarlo, si iba bastante bien?
-Eh...fue justo después de que murió... No había nada sobrante para mi. Estaba
vacía y ya tenía
suficiente con ella.
-¿Así
que viniste aquí y comenzaste una floristería? Por tu madre, supongo.
-Sí. Por mi madre. De alguna manera llena ese vacío. Es puro, ¿lo ves? Precioso.
Supongo que
por eso me gusta Carolyn. Veo esa pureza en ella y eso es raro de encontrar. O
al menos en mis limitadas experiencias.
Sentí como si hubiera ganado algo de esta pequeña revelación acerca del
pasado del Tulipán
Holandés. Aunque, así me hubiera contado muchas cosas, sentí que no había
incluido todo, sentí
que no había sido completamente honesto. En vez de responder mis preguntas,
él planteaba
unas nuevas. Y aunque en ese momento no sentía que debía presionarlo, sabía
que esto no
había terminado.
-Hablando de Carolyn, ¿qué le dijiste cuando fuiste a hablar con ella?
-Solo esto y aquello.
Abrí más mis ojos e incliné la cabeza.
-Solo la alenté a comenzar de nuevo su vida y le dije que tenía una hija que la
necesitaba...y un novio también.
-¿Novio? ¿Así que ahora es oficial?
-Eh...me gusta suponer que sí.
Sonreí
-De acuerdo. ¿Y qué respondió?
-Ella sólo dijo ''Está bien''.
~~~~~~~~~
Cuando regresé a casa mas tarde esa noche, Carolyn era ella misma de nuevo.
Estaba lista para
superar cualquier adversidad que la vida le pusiera encima. Estaba sentada en
la mesa del
comedor, con una taza de café entre sus huesudos dedos.
-Lo siento-dijo.
-Lo sé.
Silencio.
-Y sobre tu jardín-
-De todos modos ya iba siendo tiempo de que lo remodelara.
Más silencio.
-Creo que deberíamos plantar otro tulipán en el centro-dije.
-¿Para qué?
-Para ser fuertes. Todos.
-¿Todos?
-Sí. Tu, yo, y...Dael.
-¿Dael? ¿Huh? Sí, supongo que el ha estado aquí para nosotras pase lo que
pase. ¿O no?
Sí. Sí lo ha estado. A su manera, supongo.
Acogió mi cara en sus manos. A pesar del café, estaban frías, pero eran fuertes.
-Dael puede haber sido la respuesta por la cual hemos estado buscando, cariño.
No lo olvides.
Luego me dio un beso de buenas noches y duré los próximos dos días pensando
en qué diablos
se refería con eso.
•••••••••••••••••••••
¡Hola, queridos lectores!
P.d: Este no es el final, pondré la historia en "Terminada" cuando finalice.
La familiar cara de Jett Lauren
En realidad no sé qué era lo que me esperaba. Algo sorprendente quizá. Algo
sorprendente y
planeado. Debió haber sido como una escena en alguna película; una heroína
con una misión
noble y un buen final feliz. En cambio, mi primer día en la escuela fue algo así
como la tostada
que tragué con esfuerzo esa mañana: seca y algo gris.
Mi madre estaba probablemente más nerviosa que yo. Se enredaba con sus
palabras y cruzaba
sus dedos mientras hablaba.
-Escucha, Anna, no tienes nada de qué preocuparte ¿está bien? Si no te gusta,
puedes volver a
hacer escuela en casa. No me importa en absoluto. En serio, Anna, no me
importa. Si empiezas a
sentirse... Eh... Si tú... Si no te sientes bien entonces ve a la oficina. Puedes
hacerlo, hablé con
ellos. La señora en el teléfono... Eh... La de la oficina... ¡Oh, Anna, no puedo
recordar su nombre!
Sitúe mis manos en sus débiles hombros.
-Mamá-Dije despacio.
-¿Si, Anna?
-Estaré bien. Te lo prometo. ¿Me crees?
Ella paró y se liberó de mis manos. Su cara se congeló y tragué el silencio
mientras esperaba su
respuesta. Cuando finalmente salió del trance, con sus manos me atrajo hasta
su pecho
enredándome en un apretado abrazo. Al principio, traté de resistirme, pero al
final dejé que me
consumiera. Casi podía oír el delicado latido sordo de su corazón mientras
respiraba en mi
cabello. La rodeé con mis manos atrayéndola incluso más cerca. Podía sentir su
nudosa columna
contra la suave piel de mi brazo.
-Siempre he creído en ti-. Lo dijo con una voz casi irreconocible.
Tan débil.
No le había preguntado si creía en mi, sólo si me creía, pero ella lo había dicho
y era
exactamente lo que necesitaba. Tal vez, secretamente, era lo que realmente le
había preguntado.
~~~~~~~~~~~
Betty. Ese era el nombre de la señora en la oficina.
Había estado escuchando a Carolyn sobre qué era lo que tenía que hacer si me
sentía mal, de qué hacer si me perdía, de cómo Dael en serio había querido estar
allí para escoltarme en mi
gran día y como había sido llamado para algo importando en el negocio, en el
trayecto del carro.
Pasé al lado de varios grupos de amigos solo hablando para decir "Permiso" y
evitando al
máximo hacer contacto visual con alguno de ellos. Sabía que Carolyn me miraba
desde el carro
mientras entraba en el enorme edificio. Aceleré el paso tratando de escapar de
su mirada y de
estar rodeada de tantos adolescentes. Iba vestida con colores grisáceos para
resaltar menos a
propósito. También me había aplicado algo de maquillaje para tratar de ocultar
el tono pálido que
tenía mi piel. Empecé a sentir calor y mi maleta se sentía más pesada con cada
paso. Había
imaginado ese momento un millón de veces antes en mi cabeza y jamás imaginé
que estaría tan
nerviosa. Me sentía estúpida. Dejé escapar un suspiro de alivio cuando me hice
camino hasta la
oficina.
Betty era una menuda señora asiática con una personalidad algo pretenciosa.
Tan pronto como
llegué a la oficina ella acomodó su cabello y supo de inmediato quién era yo.
-Debes ser Anna.
Bajé la mirada y alisé mi camisa.
-Sí... Eso creo.
Betty me dio una
mirada de fastidio. El surco desconocido de sus cejas casi me sorprendió. Se
supone que no
puedes fastidiarte con alguien que tiene cáncer.
-¿Eres tú o no?
-No... Es decir, sí... Soy Anna... Nolan-Dije mientras hundía mis uñas en la palma
de mi mano y
daba unos pasos hacia su escritorio.
-Genial. Bueno, bienvenida a la escuela secundaria de Bayport City. Sacó
algunos papeles de su
escritorio y me los dio- Este es tu horario de clases, y... No encuentro el mapa
que... No importa,
te imprimiré otro. ¿Puedes...?
Su voz fue interrumpida por un número de voces y risas fuera en el pasillo
seguido de algunos
gritos y enfrentamientos.
-¡Oigan! ¿Podrían por favor parar con eso? Juro que... ¿Jett Lauren eres tú? Oh
no, ¡no puedo
soportarlo otro año más! ¡Mantente alejado de los chicos nuevos y vete a clase!
Tuve un pequeño vistazo a un desordenado pelo café y sin antes saber lo que
había sucedido,
me encontré mirando directamente a los ojos del chico llamado Jett. Su cara me
era algo familiar.
Estaba segura de que lo había visto antes pero aunque lo intentara no podía
acordarme. Mantuvo
el contacto visual mientras respondía a Betty.
-Sí, claro. Como sea.
Se dio la vuelta y desapareció por el pasillo. Betty se dio la vuelta.
-Siento que hayas tenido que ver eso. ¿En dónde estábamos?
Aún trataba de recordar dónde había visto su cara. Respondí con unas vagas
palabras. -Um, no
estoy segura... Creo que...
-Eso es-Dijo interrumpiéndome-Ven por aquí, quiero que conozcas al director. Él
en serio ansía verte, espero que no te importe.
La primera clase del año empezaría a las ocho, es decir, solo tenía tres minutos.
Suspiré pero
accedí a ir con ella.
El encuentro con el director Brookes fue tan extraño como esperaba que fuera.
Cuando me
hablaba, su voz era un susurro como si tuviera miedo de que si hablara muy alto,
podía hacerme
daño. Cuando extendí mi mano para un apretón de manos, él me la apretó con
las dos manos y la
sostuvo por un largo rato. Lo único que recuerdo haberle escuchado fue: "Es un
privilegio tenerte
en nuestra escuela, Anna. Qué chica tan valiente eres. Sólo había hablado con
tu madre y ahora
estoy feliz de haberte conocido."
Nuestro encuentro fue interrumpido por la campana. Apreté las manos por la
frustración. Llegar
tarde a mi primera clase era lo último que quería. Tendría que estar sola en los
pasillos y
presentarme a toda la clase y todos se quedarían mirándome y... Respira, Anna.
Betty habló de primeras.
-¡Oops! Parece que te he retenido por un largo tiempo. Te escribiré un pase. Te
acompañaré a tu
primera clase. ¿Bueno, cariño?
-Yo...
-Te buscaré después del segundo descanso, ¿está bien?
-Sí, claro.
El director me dio una sonrisa y nos dimos la vuelta. No me agradaba en
absoluto. En ese
momento, la experiencia que tenía sobre la secundaria no era nada de lo que
podía presumir.
Betty tomó el papel amarillento que tenía en las manos y leyó.
-Cariño, déjame ver... tienes Literatura Universal con la señorita Fraiser. ¡La
amarás! ¿Vamos?
Asentí y doblé el papel del horario. Aquí vamos. Intenté caminar lo más lento
posible para poder retrasar lo que
inevitablemente debía suceder. Con cada paso que estábamos más cerca,
quería correr y no
mirar atrás, pero era muy tarde para hacer alguna de esas. Decidí hacerlo y
ahora debía
afrontarlo. El pasillo parecía como un pueblo fantasma. Todos los estudiantes
habían
desaparecido y ahora solo éramos Betty y yo.
Casi pasé al frente de la puerta de la clase de literatura sin parar pero Betty me
detuvo con su
brazo y me jaló hacia atrás. Una acción que no aprecié en absoluto. Jalé de mi
brazo para
soltarme.
Ella debió haberlo notado porque en cuento me solté, ella llevó sus brazos a sus
costados y evitó
el contacto visual por unos segundos.
-¿Estás lista?
-No- respondí silenciosamente.
-¿Quieres que entre contigo... O...?
Dudé. No quería parecer una persona que necesitara mucha ayuda, pero al final,
el miedo me
ganó y acepté. Definitivamente no quería caminar sola por el salón y afrontar a
todos los demás
estudiantes.
-¿Lo harías?- Pregunté.
-Por supuesto, cariño.
Ni siquiera me dio un segundo para alistarme. Tocó la puerta unas cuantas veces
y caminó sin
titubear un segundo avisándole a todos que íbamos a entrar. Tuve que resistir el
impulso de
jalarla hacia atrás. Me obligué a seguir sus pasos.
La señorita Fraiser, era una mujer afroamericana, con unos ojos marrones
bonitos y unos labios
pintados de rojo brillante. Cuando nos vio, sonrió de oreja a oreja.
Esta linda señorita de aquí, debe ser Anna Nolan-
Dijo a Betty.
-Así es.
Ella tomó mi hombro y me guió hasta el frente del salón. Mi corazón empezó a
latir con fuerza y
me sentía mareada.
No. No. No.
No te desmayes en el primer día, Anna. No en el primer día.
Traté de librarme de la sensación pero cada vez era más fuerte. Cerré mis ojos
un momento y
tragué con fuerza. De repente, deseé que Dael hubiera ido. Su presencia parecía
tener un efecto
en mí, me calmaba. Me sentí entrar en pánico. Las voces en el aula ahora tenían
un eco. Hice
todo mi esfuerzo para no caer.
-¿Anna?... Anna, ¿estás...?
Mis rodillas se debilitaron y supe que todo había acabado. Perdí el equilibrio y
empecé a caerme
hacia atrás. Oí a mis compañeros de clase suspirar simultáneamente. El sonido
resonó por todo
el aula. Hubiera terminado resbalándome por el blanco tablero si la señorita
Fraiser no hubiera
estado allí. Tal vez haberme caído funcionó como un estimulante porque de
repente ya no me
sentía mal. Mis ojos captaron las expresiones de horror en las caras de Betty y
la señorita Fraiser.
Me levanté rápidamente y traté de darles una sonrisa. Todo el salón estaba
congelado.
-L-lo siento- fue todo lo que pude decir.
Betty habló. -Anna tal vez deberías volver a la oficina conmigo, no te ves muy
bien.
-Sí, cariño- Añadió la profesora Fraiser-Tal vez deberías volver- Dijo y me sonrió
con sus
perfectos dientes blancos.
Dirigí mi mano hacia mi cara y me sorprendí al sentir sudor. Me limpié con las
mangas de mi camisa.
-No- Dije firmemente-. En serio,
sólo estaba algo mareada. Estoy bien ahora.
Anna- Dijo Betty- Creo que todavía...
-No- le interrumpí de la misma manera en la que ella lo había hecho en el corto
tiempo cuando
estuvimos juntas.
Todo el salón empezó a reírse silenciosamente. La profesora le dio una mirada
severa.-Silencio,
¡todos ustedes!-Se volvió hacia Betty y yo- Vamos afuera.
Las tres nos dirigimos hacia la puerta. Betty y yo salimos primero mientras la
señorita Fraiser
hablaba con sus estudiantes. Mientras esperábamos, pude comprobar que Betty
estaba
indignada por la manera en la que le había respondido en frente de la clase. Ella
probablemente
pensaba que la había avergonzado, y tal vez lo hice. Pero no estaba para nada
cerca de haberse
avergonzado tanto como yo. Me sonrojé al recordarlo. No había estado ni media
hora y ya lo
había arruinado todo.
Cuando la profesora hubo finalizado, se dirigió a mí.
-Anna, ¿estás bien?
Esa pregunta me era tan familiar y la había oído tantas veces que estaba
empezando a sacarme
que quicio. Había llegado cuando mi padre se marchó y Carolyn no hacía más
que
preguntármela, y se multiplicó cuando me diagnosticaron. Estaba empezando a
enfermarme.
Apreté mis dientes antes de responder.
-Sí, estoy bien. Siempre estaré bien a menos de que diga lo contrario.
La profesora Fraiser pareció sorprendida por la manera en la que le había
respondido. Bajé la mirada. Ella solo estaba tratando de ser amable.
-¿Estás segura de que quieres quedarte, Anna?- Me preguntó Betty.
-Positivo.
Ambas intercambiaron miradas.
-Bueno...-Dijo Betty-. Si ella quiere, supongo que está bien. Pero si cambias de
opinión, sabes
dónde puedes encontrarme.
-Gracias- respondí. Nos quedamos allí paradas unos segundas hasta que Betty
se giró y caminó
hasta su oficina. La señorita Fraiser me dio una sonrisa antes de caminar hacia
el salón.
En cuanto entramos, todos dejaron de hablar inmediatamente. Todo estaba en
completo silencio
cuando caminé hasta el centro del aula por segunda vez.
-Esta es Anna Nolan, se las mencioné antes. Ella es nueva en la secundaria de
Bayport City, así
que espero que todos la traten con respeto y sean amables con ella. El
incidente... Em, el
incidente solo fue algo imprevisto... Les agradezco a todos por su paciencia
mientras
arreglábamos las cosas. Anna, ¿quieres decir algo sobre ti?
Mi cara enrojeció por la vergüenza. ¿Cómo se había arruinado todo tan rápido?
Pude sentir las
miradas de todos en mi cuerpo. En el mismo cuerpo que me había fallado unos
minutos antes.
Recordé cuánto había esperado ese día para que me dejara en paz.
-Um, no gracias.
-Está bien entonces- Me dijo- ¿Por qué no vas y te sientas junto a Jett?
Mi cabeza reaccionó ante el nombre. Era el mismo chico de antes. Todavía tenía
su pelo revuelto.
Respiré y caminé hacia el oscuro puesto vacío a su lado. Dirigí mi mirada hacia
él e intenté
sonreír. Él no me devolvió la sonrisa y siguió con su trabajo. Aún no tenía idea
de dónde la había
visto, pero su fría actitud hacia mí había hecho que esa respuesta fuera menos
importante.
Dejé de tratar de recordar.
~~~~~
n/a: ¡Gracias a todos por los votos y comentarios!
p.d: este no es el final de la historia, pondré la historia en "terminada" cuando
finalice.
Rata de laboratorio en la ciudad de Bayport

Cuando Jett Lauren me preguntó que si quería ser su novia, le respondí que no
tenía
sentido que se enamorara de una chica con una enfermedad terminal.

Y cuando descubrí lo que El Tulipán Holandés y mi madre me habían hecho,


me estaba
desmoronando desde mi interior, segura de que no iba a curar en ningún futuro
próximo.

Me estoy rompiendo.

Pero, supongo que debo comenzar desde el principio.

----------

-Yo te conozco.

Estiré mis manos para alcanzar mis libros de texto. Caminé hasta la puerta y
noté a
Jett a mis espaldas, siguiéndome al pasillo después de clase. Mi mente era un
caos
y hubiera matado para poder conseguir un momento de soledad conmigo
misma donde no
tuviera que pensar en eso.

-Mira, estoy realmente cansada y nunca te había visto en mi vida- Mentí.

Jett mantuvo su expresión.

-No- Él dijo- Sí lo has hecho.

-¡Si eso quieres creer! Ahora, si no te importa, tengo un largo camino que
recorrer
para encontrar mi próxima clase.

-Puedo ayudarte.

-No. No. No tienes por qué hacerlo. Sólo nos vimos en la fila del hospital, no
estás obligado a ser mi amigo- Inconscientemente, había recordado dónde
había visto
a Jett y había hablado sin pensar. Me di cuenta de mi error y recosté mi frente
en
los libros que llevaba. Inhalé profundamente.

-Así que me recuerdas- Dijo Jett con una sonrisa de victoria.

-Bueno, sí. Creo que recuerdo haberte visto en... el hospital. Fuiste algo
grosero conmigo si no estoy mal.
-En mí defensa, te estabas saltando la fila.

-Tenía

algo importante que hacer, ¿bueno?- Le miré burlonamente con los ojos
entrecerrados- Y parece que sobreviviste ese agonizante minuto extra en la fila.
Te
aplaudo, valiente soldado. Ahora, me tengo que ir.

-Sí, yo también. ¿Te veo después?

-Claro- Respondí.

Después de eso, mis interacciones con Jett fueron episódicas, sin embargo, las
disfrutaba cada vez más. Algunas veces, podía pasar todo un día entero sin
dirigirme la palabra, y otros días, parecía como si fuera la única persona en su
mundo. Cada vez que hablábamos, era casi como si estuviéramos
transcendiendo en el
tiempo. No en una manera espiritual, tampoco romántica. No, no funcionaba de
esa
manera. Solo que cada vez que hablábamos, era una cosa totalmente
diferente. Nunca
continuábamos conversaciones antiguas, incluso si no las terminábamos. Una
vez nos
alejábamos, todo lo que habíamos vivido ya no existía. Podíamos viajar en la
línea
del tiempo; encontrarnos con el otro cada vez que deseábamos sin tener una
razón
concreta.

Sí, fue agradable mientras duró.

----------

Todo lo que puedo decir es que lo hago por mi madre. A veces pienso que mi
vida no
es nada más que un castigo inminente para ella, y lo digo de la mejor manera
que
puedo. Así que cuando me dijo que quería probar en mí un nuevo tratamiento,
dentro
de mi cabeza yo solo podía quejarme, pero en el exterior actué como si en
realidad
pensara que podía llegar a hacer algún cambio. Lo que su pobre alma no podía
entender, era que yo conocía mi cuerpo mejor que nadie. Conocía mi cuerpo
mejor que
todos los

doctores con sus costosas máquinas y podía sentirlo agotándose lentamente.


Le hubiese podido decir, pero su mente no lo hubiera aceptado. Hubiera
rechazado este
pensamiento. Como siempre lo hace.

-Genial. ¿Un tipo diferente de quimio? ¿Una forma diferente de aplicarla? Soy
toda
oídos, Ma.

-No, no es quimio. No haremos más con eso. Eso creo. Sólo lo intentaremos
por un
momento. Si este nuevo tratamiento... no funciona... o....- Carolyn se quedó sin
palabras.

-Ehh, está bien Mamá. El doctor Langford me lo explicará. Está bien- Me


levanté
para retirarme.

-No. Ya le hablé sobre eso. No hay necesidad. Ya me lo entregó y todo eso.

-Oh. El doctor Langford usualmente tiene un largo texto sobre cada nuevo
tratamiento. Quizá el anticuado señor por fin ha sido iluminado. ¿Así que es
una
pasta?- Pregunté.

-Sí, es una pasta. Se llama Litzofenomén- Dijo. En un repentino momento, sus


ojos
se volvieron soñadores y me miró cómo si hubiera regresado 17 años atrás al
hospital y fuera la primera vez que posara sus ojos en mí. Se levantó y frotó su
cuello.

-Anna, tengo este extraño sentimiento. Como... como si esto... Como si esto
pudiera
ser nuestra respuesta. Podríamos vencer esto de una vez por todas. Siento
que
mejorará tu estado. ¿No lo crees?

Desvié mi mirada. Mi cuerpo me habló.

Estoy definitivamente cansado. No, no lo creo Anna. Mis huesos se debilitan.


Mis
hombros parecen más débiles cada mañana. ¿No lo has sentido también?
Como si
lentamente se estuvieran consumiendo, como si en un abrir y cerrar de

ojos pudiesen desaparecer. ¿No lo sientes? Me estoy lastimando y no sé cómo


parar.
No, Anna, no lo creo. No, Anna. No pasará. No, Anna. No en esta vida. Estoy
agotado.
-Sí, mamá- Le dije- Litzofenomén suena bien. Quizá todo sea mejor con esto.
Nunca
lo sabrás con certeza. Cualquier cosa es posible.

No, Anna. No lo creo.

----------

Esto no puede estar pasando. Debe ser un sueño. Despertaré en cualquier


momento.

En cualquier momento estaré despierta.

----------

-Qué bien que también lo pienses, cariño. Aquí tienes- Carolyn me alcanzó una
pequeña botella naranja con el papel de información pegado a ella. Hundiendo
el
seguro para niños, rodeé la tapa y tan pronto como salió, fui golpeada por un
detestable hedor proveniente del medicamento que asaltó sin piedad mis
sentidos.
Olía como una mezcla entre químicos y tierra. Extrañamente imaginé, que de
alguna
parte de él, provenía un olor a tulipán. No tan fuerte para poder determinar si
en
realidad olía así, pero lo suficiente para persistir que sí lo hacia. Manteniendo
mi cabeza alejada del frasco, vertí un poco de su contenido en el mesón de la
cocina.

Uno siempre debe observar el veneno antes de ingerirlo. O al menos, es lo que


yo
siempre digo.

Observé detenidamente la peculiar forma de las pastas y su intenso color verde


oliva. Tomé una, ignorando mi disgusto por su olor. Su superficie era rizada y
sin
forma. Parecía más una barra de granola pequeña que una pastilla.

-Es... extraña- Fue lo único que pude decir.

Carolyn estudió

mi expresión.

-Bueno, es un nuevo tratamiento.

La miré de vuelta.

-¿Cómo de nuevo?
-Oh, no lo sé, Anna. No inventé esa maldita pastilla. Sólo sé que tiene potencial
para curar a mi hija y eso es todo lo que me importa. No te la daría si no
supiera
que es cien por ciento segura. Lo sabes.

-Sí, lo sé. Lo sé.

Tomé la botella y leí el papel.

Litzofenomén. Administre una vez al día. NO CONSUMA SIN UNA


PRESCRIPCION MÉDICA.
MANTENER AFUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS. Puede producir efectos
secundarios como

Y ahí terminaba. Se la pasé a Carolyn.


-Mamá, no dice los efectos secundarios.

Sin detenerse a pensarlo ella respondió.

-Debe ser un error en la impresión. Estoy segura de que no es para tanto.


Miré de nuevo la etiqueta. -¿Y el doctor Langford aprobó esto?

-¡Que sí, Anna! ¿Qué es todo esto? Sé que usualmente él va por los
tratamientos
tradicionales, pero Litzofenomén es un proyecto que ha estado circulando por
un
tiempo ya. Él piensa que vale intentarlo. Está 150% seguro.

Mirándolo ahora, debí haberlo sabido. La etiqueta era demasiado simple.


Ninguna
medicina que yo tomara podía tener algo menos que un ensayo completo.
Nunca sé cómo
usar mis ojos correctamente.

Reí por un momento. -Mamá, deberías volver a la escuela porque 100% es el


límite.
Como sea, supongo que si Langford lo aprobó, entonces está bien...

-Por supuesto que lo hizo- Mi madre sonrió.

Mentirosa.

----------

Descubrí la verdad después de haber estado ingiriendo Litzofenomén

por todo un mes entero.

Podía decir que algo estaba mal desde el momento en el que pisamos el
hospital
porque Carolyn quería deshacerse de mí.

-¿Dónde está tu amiga?

Claramente se refería a Nephertarie. Ella sabía que cada vez que íbamos al
hospital, yo la visitaba. Era prácticamente en todo lo que podía pensar. Pero,
como
era Lunes, ella estaba en la pequeña escuela del hospital. Había intentado
saludarla rápidamente el mes anterior pero me fue imposible. Conseguí un
largo
discurso por parte de su profesor acerca de la importancia de la educación.

-No podré visitarla hoy. Está en la escuela- Dije con indiferencia-Pero hay una
cosa que quería decirte, mamá. Estaba pensando en crear una fundación. Una
fundación para niños con Cólera.

Carolyn no debió escucharme. No respondió.

No estaba reuniendo todas las pistas. Como el modo en el que mi madre


parecía cada
vez más agitada; cómo retorcía sus dedos, o las infrecuentes respiraciones que
daba.

-Podemos saltarnos esta consulta, cariño. No será un problema.

-¿Ah? No, está bien. No tengo nada mejor que hacer.

Carolyn estaba trabajando bajo presión. Constantemente miraba hacia los


lados como
si un asesino fuera a saltar sobre ella en cualquier momento.

-A-Anna- Mi madre estaba ahogándose en sus propias palabras.

Me alarmé. -¿Carolyn? ¿Mamá? ¿Qué está pasando?

-Tu no... Tú no puedes entrar allí. Yo no puedo entrar allí. Yo- Yo he hecho
algo,
Anna. Oh, Anna. ¡Te alejaran de mí!

Y lo supe. Lo supe todo. En mi cabeza, recordé

el hedor a químicos y tierra, y en alguna parte de ese aroma, el persistente olor


a
tulipán.

----------

Ella sabía que me estaba envenenando. Ella lo sabía.

----------
El sonido del golpe seco sigue estando fresco en mi memoria. Sabía que no
podía
hacer mucho contra él. Yo era tan débil como una muñeca y él tan alto como
un
gigante. Nunca tuve la oportunidad y lo sabía. Él detuvo mi ataque tan
amablemente
como pudo mientras yo arañaba y gritaba. Lo que resta de ese momento es
como un DVD
rayado en mi cabeza. Todo lo que recuerdo es Carolyn gritando, llorando, y
repitiendo una y otra vez que nunca quizo lastimarme. El Tulipán Holandés
estaba
mudo. No tenía nada que decir para defenderse. Lo miré, mi cuello a punto de
colapsar; mi cuerpo desmoronándose desde el interior. Las pastillas color oliva
fueron tiradas al piso de la cocina. Nos miramos a los ojos, y en ese momento
de
desgracia, pude ver por primera vez dentro de su mente, y transmitió toda su
tristeza a mi alma.

Lo miré de vuelta. Quería matarlo.

Entre bocanadas de aire, me las arreglé para gritar.

-¡No soy... su rata de laboratorio!- Rugí.

Y me deshice de sus brazos bruscamente.

----------

El día después de que Jett Lauren me invitara a salir y le dije que no, me dijo
que
se mudaría.

-¿Por qué- Dije, -¿Por qué demonios me preguntaste que si quería ser tu novia
si
sabías que te mudarías?

Él revolvió su pelo castaño. -No lo sé, Anna Nolan. Supuse que podía llevarme
un
pequeño pedazo de ti conmigo... Pero ahora sé que fue una mala idea
pensarlo.

Intenté reír pero no pude. No le había contando a Jett lo que había pasado con
las
pastillas, mi madre, y el Tulipán Holandés, y no planeaba hacerlo.

-¿A dónde irás?- Pregunté.

-Oh, no lo sé. Creo que iré a Plutón. Plutón es un planeta terriblemente solo.
Apuesto a que a él le gustaría tener un amigo- Respondió Jett sin la más
mínima
pizca de humor.

-¿Por qué asumes que Plutón es un "él"?-Pregunté- Plutón puede ser una
chica por lo
que sabemos.

Jett soltó una risita por mi respuesta.

-¡Y la más grande feminazi* está de vuelta!

Una sonrisa rota se dibujó en mi rostro.

-Tengo algo para ti. No es... No es mucho pero...- Jett sacó un pergamino
blanco
doblado de su mochila y me lo entregó.-Léelo después.

Y entonces lo besé. Lo besé suave y lentamente. No fue tanto un beso como


fue un
susurro. Yo no amaba a Jett; no en la manera en la que una mujer ama a un
hombre.
Él sólo era un chico y yo sólo era una chica.

Lo besé porque sabía que pude haber llegado a amarlo de verdad. En un


lejano
universo paralelo en donde yo tuviera pelo largo y tiempo suficiente, yo pude
haber
llegado a amar a Jett Lauren.

-----

*feminazi: término, tanto adjetivo como sustantivo, usado desde la década de


1990
para referirse a mujeres que creen en la superioridad de su sexo frente a los
hombres.
Contenido del Pergamino blanco
Anna si estas leyendo esto entonces solo es correcto asumir que ya te he dicho
que me iré, lo he sabido por más tiempo del que te dije, me he roto la cabeza
intentando pensar en algo importante que decir, pero quizá yo simplemente no
tengo aquello que pensaba que debía contarte. Cualquier cosa que aquello pudo
ser, se ha ido-quizá nunca existió, no mentiré diciendo que desearía que
hubiéramos tenido más tiempo juntos. ambos sabemos que pude haber decidido
quedarme por mucho más si en realidad lo quería. No quiero pasar contigo más
tiempo. Sé que hay cosas que no me dices y puedo ver reflejadas todo el tiempo.
Las razones por las cuales me voy son profundamente y completamente
egoístas. No trataría de describirlas de otra manera y se que es un hecho
totalmente detestable. Ya puedo ver esto años más tarde, Anna, cuando tenga
cuarenta años, (si es que lo logró) y me veo completamente solo. Te recordaré
y también ese momento en el que me senté a escribirte y todos los actos crueles
que pasaron por mi mente-todos los que alguna vez cometí. Y la cosa que me
hace querer gritar, Anna, es que se que no estas molesta. No estás furiosa. Se
que quieres que sea de esta manera. Se-no que tengo tu perdón-pero que
piensas que no lo necesito en primer lugar.

Es así de simple Anna, cada movimiento tuyo cae en mi y no tengo la fuerza


suficiente. Es así de simple, Anna, eres demasiado hermosa para verte ir, para
verte caer. Cuando ya todo está dicho, se resume en lo siguiente: NO ES JUSTO.
¿no lo vez? Todo lo que aprendes de estas experiencias es que no existen los
malditos finales felices. Solo existe esto. Anna, me pasa hasta tal punto que me
hace estrellar como el olvido. Pude haberte dado una carta adornada y estilizada
al “estilo jett” de lo que se que has estado oyendo tu vida entera. No seré ese
tipo de mentiroso para ti como todos los demás porque se que eso es lo que
quieres. Es lo que yo quiero también. Quiero decir mi verdad-quiero que le des
voz a tus pensamientos internos para que sepas que no estas loca. Anna, no se
lo que el futuro se trae en tus manos. Pero se que a ese bastardos le gusta
corromper a la mejor persona de todas. Y esa eres tu. Anna, Eres la mejor de
todas. Tengo que irme ahora. Tengo que dejar este lugar contigo en mi cabeza,
justo de la forma en la que se supone que debe ser. Hermosa y llena de coraje.
Extraña e increíblemente llena de gracia al mismo judío tiempo (no se como lo
haces…)

Como ves, no soy muy bueno poniendo mis pensamientos en un solo lugar. Pero,
afortunadamente Emily Dickinson lo a hecho por mi ya. Quiero compartir esto
contigo. Ella lo dice todo. Di lo que piensas, Pero lo que te da miedo decir.
Esto es “hay un sesgo de luz” por Emily Dickinson
Hay un sesgo de luz
En las tardes de invierno-
Que oprimen, como el peso
De los cantos litúrgicos

Y celestial herido, nos infringe-


No deja cicatriz,
Sino una diferencia interna,
Donde el significado yase

Nadie puede enseñarlo-nadie-


En desesperación sellada-
Un dolor imperial
Que del aire nos llega

Cuando viene, el paisaje lo escucha


Las sombras el aliento contienen-
Cuando parten, es como la distancia
En la mirada de la muerte-

Te dejo donde estuve contigo la última vez…en aquella vieja y oxidada silla fuera
de nuestra vieja y oxidada escuela con el atardecer reflejándose en tus ojos. En
mi mente, te dejo en la vida que te mereces. Es increíble, Anna, debería verla.
Aún eres la chica más linda de la invitación y tienes un millón de hijos y hay
alguien que te ama hasta el fin de la eternidad, oh, Anna, justo ahora te veo
bailando en el corazón de alguna laguna aún no descubierta rodeada con tus
amigos. Allí estás, justo en el medio, y te ríes del chiste más estúpido del mundo.
No llores, Anna, ¿no lo ves?

Eres infinita
CONTINUARÁ…
Un dolor imperial

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