La religión del futuro: Vanguardias y relatos ortodoxos
La conciencia de un papel histórico por jugar, en un rasgo característico de
la modernidad como retórica de la ruptura y mito del comienzo absoluto. Los primeros modernos no buscaban lo nuevo en un presente tensado hacia el futuro y que traía en sí la ley de su propia destrucción; Io buscaban en el presente en su calidad de presente.
Los primeros modernos no se imaginaban representar una vanguardia. Muy
a menudo se confunde, no obstante, modernidad con Vanguardia. Ambas son, sin duda, paradójicas, pero no tropiezan con los mismos dilemas. La vanguardia no sólo es una modernidad más radical y dogmática. Si la modernidad se identifica con una pasión por el presente, la vanguardia presupone una conciencia histórica del futuro y la voluntad de estar adelantado a su tiempo.
La afirmación vanguardista a menudo no ha servido más que para legitimar
una voluntad de destrucción, y el futurismo teórico no ha sido otra cosa que un pretexto para la polémica y la subversión. La vanguardia, al sustituir con, el pathos del futuro la aquiescencia del presente, vuelve indudablemente activa una de las paradojas latentes de la modernidad: hacer de su pretensión de autosuficiencia y de su autoafirmación una necesaria autodestrucción y autonegación.
El término vanguardia a lo largo del siglo XIX ha sufrido varios cambios, en
sentido propio este término es militar y designa la parte de un ejército que marcha adelante del cuerpo principal, delante del grueso de las tropas. Después se volvió político y luego estético. el arte de vanguardia fue primero el arte al servicio del progreso social, y que llegó a ser el arte que estaba estéticamente adelantado a su tiempo. Hay que relacionar este desplazamiento con la autonomización del arte invocada a propósito de Manet: si el arte de vanguardia lo fue por sus temas antes de 1848, el posterior a 1870 lo será por sus formas. La crítica y su objeto comparten, en primera instancia, el vanguardismo, ya que se trata de un punto de vista crítico integrado a la práctica artística que da sentido a la palabra vanguardia.
Deben distinguirse dos vanguardias, una política y otra estética o, más
exactamente, la de los artistas al servicio de la revolución política y la de los artistas satisfechos con una revolución estética.
El arte se enlaza irremediablemente con un modelo evolutivo, el de la
filosofía hegeliana o el del transformismo darwinista, confundiendo los mejores con aquellos que sobreviven y se adaptan.