Está en la página 1de 4

Una de las tantas novedades incorporadas en nuestro ordenamiento

societario por la Ley 479-08 es la posibilidad de que una sociedad pueda adoptar
otra forma, de las previstas en la propia ley, sin mutar su personalidad jurídica. Este
proceso promueve una nueva dinámica corporativa en la medida en que una
sociedad puede cambiar su estructura u organización conservando intacta la
continuidad de su vida jurídica.

Antes de la reforma, la trasformación societaria no se encontraba regulada


positivamente, y en el eventual caso de que así lo fuera, su valor hubiese sido muy
relativo, porque el monopolio de las sociedades anónimas, como único instrumento
de uso en la práctica, hubiera inutilizado esta nueva forma de movilidad societaria.
La apertura a nuevos tipos de sociedades, con propiedades funcionales y
estructurales distintas, convierte la transformación en un mecanismo indispensable
en el nuevo contexto de la reforma.

La nueva ley de sociedades, siguiendo corrientes regulatorias modernas, ha


confinado a las sociedades anónimas fundamentalmente a tres tipos de negocios: el
de diversa participación social; el de cotización pública; y el de estructura operativa u
organizacional compleja. Los negocios de capitalización privada, estructura cerrada
o familiar y de gestión simple, cuentan con otros diseños más atractivos en la ley de
sociedades. De ahí que la transformación de sociedades anónimas a sociedades de
responsabilidad limitada será la inevitable tendencia en el incierto periodo de tránsito
que vivimos.

Al margen de esa situación coyuntural, existen diversas razones que motivan


la transformación de un tipo societario a otro: la falta de capital, la necesidad de
incorporar nuevos socios o el retiro de otros, la responsabilidad personal de los
socios, la planificación patrimonial estratégica, la organización de la empresa, la
adaptación de la sociedad a nuevas realidades económicas, entre otras.

Desde el punto de vista estrictamente jurídico, la transformación no genera


una nueva personalidad jurídica, ni la sociedad originaria se disuelve; simplemente
ocurre una alteración o modificación de su forma. Al quedarse este proceso en el
plano jurídico-organizacional, sin producirse consecuencias traslativas patrimoniales,
cambio de actividad o de régimen fiscal, es que, en la mayoría de las legislaciones,
la transformación escapa al ámbito de la imposición tributaria.

No obstante lo anterior, la trasformación de un tipo societario a otro puede


implicar alteraciones al cuadro de responsabilidades de los socios. Por ejemplo, si
una sociedad anónima o de responsabilidad limitada decide transformarse en una
sociedad en nombre colectivo, los socios pasarán a tener, en el nuevo tipo, una
responsabilidad ilimitada frente a las deudas y compromisos sociales; igualmente, si
una sociedad anónima decide transformarse en una de responsabilidad limitada, el
socio anónimo pasará a ser propietario de cuotas, que por su naturaleza, no son
libremente trasmisibles como las acciones, pudiendo representar, esta circunstancia,
una limitación particular para el socio.

Es por esta razón que, de manera excepcional, nuestra ley de sociedades


consagra la figura de la separación del socio que no desea adherirse a la
transformación societaria o que se opone a la misma. En ese sentido, el artículo 448
establece:

La resolución de transformación de una sociedad en otro tipo social sólo


obligará a los socios que hayan votado a favor; los socios o accionistas que hayan
votado negativamente o los ausentes quedarán separados de la sociedad siempre
que, en el plazo de quince (15) días, contados desde la fecha de la resolución de
transformación, no se adhieran por escrito a la misma. Los socios o accionistas que
no se hayan adherido obtendrán el reembolso de sus partes sociales o acciones en
las condiciones que se indicarán más adelante.

La consagración de este derecho de exclusión es una notable innovación en


nuestra tradición societaria. Lo normal, en toda sociedad, sobre todo de capital, es
que las únicas formas de un socio “salir” son: vendiendo sus acciones o por la
disolución y liquidación de su sociedad. Durante la vida y el funcionamiento de la
misma, no hay otra opción que no sea el derecho y obligación de permanecer en
ella. En otras legislaciones societarias, la exclusión y el receso del socio constituyen
figuras de afirmada e inveterada consagración legal, especialmente en las
sociedades personalistas.

Otro aspecto asociado al procedimiento de la transformación, lo constituye la


necesidad de que la asamblea extraordinaria que resuelva la transformación deba
ponderar un balance especial y un informe del comisario de cuentas que
comprueben que el activo neto sea por lo menos igual al capital suscrito y pagado de
la compañía. Desde una perspectiva instrumental de la práctica societaria, esta
exigencia podría resultar pesada, burocrática y hasta formalista. Sin embargo, una
valoración de ese tipo es simplista y desconocería la realidad sustantiva de la
transformación como proceso con implicaciones patrimoniales para los socios,
especialmente para aquellos que deseen retirarse de la sociedad en las condiciones
previstas por el propio artículo 448 de la nueva ley de sociedades.

Esto es así porque si un socio decide no adherirse a la trasformación y


separarse de la sociedad, debe recibir el reembolso de sus partes sociales no por su
valor nominal, sino por el real, decisión financiera de cierta trascendencia que
conllevará el análisis de la situación patrimonial de su empresa para determinar el
valor de las partes sociales al momento de aceptar o no su reembolso, como parte
de su decisión de aceptar la separación de la sociedad. Es por esta razón que el
balance debe estar actualizado al momento de la asamblea extraordinaria que
resuelva la transformación, situación que le permitirá al socio apreciar si ocurrió un
cambio sustancial en la situación financiera y patrimonial de la empresa entre la
elaboración y corte del balance y la fecha de la celebración de la asamblea.

El Instructivo de la Federación de Cámaras de Comercio exige que el balance


especial puede ser compilado o auditado. Existen diferencias entre una cosa u otra:
en el primero, el auditor independiente otorga su opinión; en el segundo, se recogen
las manifestaciones de la gerencia sobre la forma de los estados financieros.

Como apuntamos antes, el artículo 443, párrafo I de la Ley 479-08, al igual


que su homólogo L 225-244 del Código de Comercio francés, establece que para
aprobar la transformación, el comisario de cuentas deberá realizar un informe que
exprese que el activo neto de la sociedad es al menos igual al capital suscrito y
pagado. Analicemos esta situación.

Lo primero a distinguir es la noción del capital social con la de activo neto;


luego precisar por qué la interpretación idónea al artículo 443, párrafo I, es que el
activo neto debería ser igual o superior al capital suscrito y pagado, pero no inferior;
y finalmente adentrarnos a la utilidad del balance especial, en el proceso de
transformación.

El capital social, específicamente el suscrito y pagado, es la reunión de los


aportes realizados por los socios al momento de la constitución de la sociedad, así
como las cantidades que en el curso de la vida social hayan sido aportadas por los
socios mediante aumentos del capital originario.

Por su parte, el activo neto es un concepto más amplio en tanto expresa cuál
es el verdadero valor de la sociedad a lo largo de su vida, conteniendo, bajo su
titularidad, el capital social aportado, las utilidades no distribuidas, las reservas no
legales y todos los bienes corporales e incorporables susceptibles de valoración
económica; y que, una vez sustraídos los pasivos, constituirán el valor neto de la
sociedad. El activo neto evidencia entonces la situación financiera real de la
sociedad; así, si excede el capital suscrito y pagado, es una prueba de prosperidad;
si es inferior, la sociedad está sufriendo pérdidas y por tanto, está “consumiendo” su
capital.

Los anteriores conceptos nos permiten concluir que el activo neto debe, en
principio, desbordar o al menos igualar al capital suscrito y pagado, pues este último
fue originalmente aportado para que con la explotación comercial se generaran
beneficios tales que lo superaran.

Una sociedad que al momento de transformarse tiene un activo neto inferior al


capital suscrito y pagado evidentemente no presenta una situación financiera
sustentable, en tanto que sus pasivos posiblemente agoten su capital original
constitutivo, y aunque nominalmente la sociedad tenga un capital suscrito y pagado,
contablemente los pasivos podrían reducirlo. Ahora bien, si el activo neto es superior
al capital suscrito y pagado, el capital podrá ser mantenido en su cifra original y el
excedente constituirse en reserva o distribuirse.

El desenvolvimiento económico natural de una sociedad comercial es tener un


activo neto superior o al menos igual al capital suscrito y pagado, y de constatarse lo
contrario, los socios deberán reducir su capital suscrito y pagado hasta equipararlo
con el activo neto.

La interpretación más racional y dogmática al artículo 443 Párrafo I es que la


trasformación societaria debe operarse si el activo neto es por lo menos igual al
capital social suscrito y pagado de la sociedad; nada obsta para que sea mayor –eso
sería ideal- pero el voto de la ley queda honrado con la simple comprobación de la
paridad mínima entre ambas variables: activo neto = capital suscrito y pagado.
Comentario sobre como transformar una Empresa en Republica Dominicana y
así tener una mejor comprensión del tema.

¿Qué es la Transformación? La transformación es el proceso mediante el cual


una compañía legalmente constituida adopta otro tipo social. No se trata de una
disolución de la sociedad ya que esta permanecerá con la misma personalidad
jurídica, sin alterar sus derechos y obligaciones. En este proceso de transformación
usted podrá transformar su S.A. o C. por A. en:

Sociedad de Responsabilidad Limitada (S.R.L.)

Empresa Individual de Responsabilidad Limitada (E.I.R.L.)

Sociedad en Nombre Colectivo

Sociedad en Comandita Simple

Sociedad en Comandita por Acciones.

¿Por qué debo de transformar mi compañía? Con la promulgación de la Ley


479-08 sobre Sociedades Comerciales y Empresas Individuales de Responsabilidad
Limitada promulgada el 11 de diciembre del 2008 quedaron derogados los artículos
del Código de Comercio correspondientes a las sociedades comerciales por lo que
resulta obligatorio que todas las compañías constituidas en la República Dominicana
se ajusten a las disposiciones de esta nueva ley.

¿Qué Pasa si no Transformo mi Compañía? Los registradores mercantiles de


las Cámaras de Comercio y Producción del país NO recibirán para fines de registro,
matriculación o renovación ninguna documentación societaria correspondiente a las
compañías que no se hayan ajustado a los requerimientos de la ley en los plazos
establecidos. De la misma manera podrá verse impedido de realizar sus
transacciones comerciales cotidianas con otras compañías así como con diversas
instituciones que requerirán la documentación actualizada de su sociedad.

Etapas del Proceso:

Proyecto de Transformación: Nuevos estatutos Publicación del Proyecto de


Transformación. Asamblea que aprueba la transformación así como los cambios en
el capital y en la composición accionaria (si existen) y el balance especial preparado
por el CPA Depósito de los documentos en las instituciones correspondientes
(Registro Mercantil, Dirección General de Impuestos Internos)

¡IMPORTANTE! A partir del 11 de diciembre ninguna Cámara de Comercio y


Producción del país registrará documentos de compañías que no se encuentren
transformadas.

¿Qué Hacer? Lo más importante al momento de realizar este proceso es


acercarse a profesionales que le puedan orientar de manera adecuada para así
seleccionar la opción más conveniente a sus necesidades.

También podría gustarte