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“No habrá ningún problema para que los 15 participantes en el tratado lo firmen el año
próximo”, ha declarado el viceministro de Asuntos Extranjeros chinos, Le Yucheng. La
India será “bienvenida” si en el futuro decide sumarse a esta asociación, formada por
China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, además de los diez países de la
ASEAN (Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Myanmar, Camboya,
Laos y Brunei).
Si todo sale como el viceministro chino promete y la India se suma al pacto, la futura RCEP
abarcará el 47% de la población mundial, o 3.400 millones de personas, y el 32,2% del PIB
mundial, 20,6 billones de euros. También acaparará el 32,5% de la inversión global y el
29% del comercio del planeta.
Las negociaciones para esta alianza habían alcanzado inicialmente escasos progresos
desde que se lanzó la propuesta inicial en Camboya hace siete años. Pero recibieron un
nuevo ímpetu después de que, inmediatamente después de llegar a la Casa Blanca, Donald
Trump ordenara la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP), el ambicioso tratado de libre comercio para ambas orillas del Pacífico
que la Administración de Barack Obama concebía como el pilar económico para apuntalar
la influencia de Washington en la región. La retirada de EE UU supuso la cuasi-defunción, a
efectos prácticos, de aquel proyecto, pese a que 11 de sus miembros lo han ratificado.
En cambio, la propuesta china recibió una inyección de vitalidad. “No cabe duda de que
daremos un giro hacia la RCEP si el TPP no avanza”, dijo en su día el primer ministro
japonés, Shinzo Abe, uno de los principales adalides del acuerdo transpacífico.
Entre otros problemas, las negociaciones han afrontado las reticencias de la India, una
economía con déficit en su balanza comercial, a diferencia de las del resto de los países
miembros, todas con superávit. Nueva Delhi teme que una amplia zona de libre comercio
inunde su mercado de productos chinos y su industria manufacturera se viera perjudicada.
También ve con sospecha la posibilidad de que los bienes agrícolas de Australia o Nueva
Zelanda pudieran dañar a este sector de su economía.
“Nuestra decisión ha venido guiada por el impacto que este acuerdo tendría sobre
nuestros ciudadanos”, ha declarado Vijay Thakur Singh, del Ministerio indio de Asuntos
Exteriores, en una rueda de prensa citada por AFP.
DESINTERÉS DE EE UU
En lo que se ha interpretado en un nuevo gesto de desinterés hacia la región -el enésimo-, Estados
Unidos solo envió a la cumbre de Bangkok a una delegación de bajo perfil, encabezada por el secretario
de Comercio, Wilbur Ross. En completo contraste -muy descriptivo de la balanza actual de influencias
en el continente-, China envió a su primer ministro, Li Keqiang.
El asistente del presidente Trump para temas de Seguridad Nacional, Robert O'Brien, que representó a
Washington en la reunión con la ASEAN, acusó a China de "imperialista" y de "intimidar" a otros países
del Sudeste Asiático en las aguas disputadas en el mar de China Meridional para apropiarse de los
recursos naturales, informa EFE.
Precisamente, Pekín y los países de la ASEAN se comprometieron durante la cumbre a cerrar un código
de conducta para evitar una escalada de las tensiones en esas aguas.