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El RÍO la vida ni a la dicha.

Ya siento
muerte. las brisas cercanas,
Yo soy un río, Bajo por las ya siento el viento
voy bajando por atropelladas cascadas, en mis mejillas,
las piedras anchas, bajo con furia y con y mi viaje a través
voy bajando por rencor, de montes, ríos,
las rocas duras, golpeo contra las lagos y praderas
por el sendero piedras más y más, se torna inacabable.
dibujado por el las hago una Yo soy el río que viaja en
viento. a una pedazos las riberas,
Hay árboles a mi interminables. árbol o piedra seca
alrededor sombreados Los animales Yo soy el río que viaja en
por la lluvia. huyen, las orillas,
Yo soy un río, huyen huyendo puerta o corazón abierto
bajo cada vez más cuando me desbordo Yo soy el río que viaja
furiosamente, por los campos, por los pastos,
más violentamente cuando siembro de flor o rosa cortada
bajo piedras pequeñas las Yo soy el río que viaja
cada vez que un laderas, por las calles,
puente me refleja cuando tierra o cielo mojado
en sus arcos. inundo Yo soy el río que viaja
Yo soy un río las casas y los pastos, por los montes,
un río cuando roca o sal quemada
un río inundo Yo soy el río que viaja
cristalino en la las puertas y sus por las casas,
mañana. corazones, mesa o silla colgada
A veces soy los cuerpos y Yo soy el río que viaja
tierno y sus dentro de los hombres,
bondadoso. Me corazones. árbol fruta
deslizo suavemente Y es aquí cuando rosa piedra
por los valles fértiles, más me precipito mesa corazón
doy de beber miles de Cuando puedo llegar corazón y puerta
veces a retornados,
al ganado, a la gente los corazones, Yo soy el río que canta
dócil. cuando puedo al mediodía y a los
Los niños se me acercan cogerlos por la hombres,
de sangre, que canta ante sus
día, cuando puedo tumbas,
y mirarlos desde el que vuelve su rostro
de noche trémulos adentro. ante los cauces sagrados.
amantes Y mi furia se Yo soy el río anochecido.
apoyan sus ojos en los torna apacible, Ya bajo por las hondas
míos, y me vuelvo quebradas,
y hunden sus brazos árbol, por los ignotos pueblos
en la oscura claridad y me estanco olvidados,
de mis aguas fantasmales. como un árbol, por las ciudades
Yo soy el río. y me silencio atestadas de público
Pero a veces soy como una piedra, en las vitrinas.
bravo y callo como una Yo soy el río
y rosa sin espinas. ya voy por las praderas,
fuerte Yo soy un río. hay árboles a mi alrededor
pero a veces Yo soy el río cubiertos de palomas,
no respeto ni a eterno de la los árboles cantan con
el río, alba de todos los días, cielo azul,
los árboles cantan que clarear mis ojos inmenso,
con mi corazón de pájaro, con el mar. y
los ríos cantan con mis El día llegará, todo se disolverá en
brazos. y en los mares inmensos una llanura de agua,
Llegará la hora no veré más mis campos en donde un canto o un
en que tendré que fértiles, poema más
desembocar en los no veré mis árboles sólo serán ríos pequeños
océanos, verdes, que bajan,
que mezclar mis mi viento cercano, ríos caudalosos que bajan
aguas limpias con sus mi cielo claro, a juntarse
aguas turbias, mi lago oscuro, en mis nuevas aguas
que tendré que mi sol, luminosas,
silenciar mi canto mis nubes, en mis nuevas
luminoso, ni veré nada, aguas
que tendré que acallar nada, apagadas.
mis gritos furiosos al únicamente el

SI ME QUITARAN TOTALMENTE TODO


(Alejandro Romualdo. Trujillo, 1926 - Lima, 2008)

Si me quitaran totalmente todo


si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o los buenos días
del sol sobre la tierra,
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.
Si me quitaran las palabras,
o la lengua,
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.
Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre, madre mía.
4. LAS CARTAS SECUESTRADAS
(Juan Gonzalo Rose. Tacna, 1928 - Lima, 1983)

Tengo en el alma una baranda en sombras.


A ella diariamente me asomo, matutino,
a preguntar si no ha llegado carta;
y cuántas veces
la tristeza celebra con mi rostro
sus óperas de nada.

Una carta.

Que me escriba una carta quien me hizo


los ojos negros y la letra gótica,
que me escriba una carta aquella amiga
analfabeta de pasión cristiana;
duraznos de mi tierra: que me escriban,
vientos los de mi rambla: que me escriban,
y redacte una carta pequeñita
mi hermana abecedaria y pensativa.

Muertos los de mi infancia


que se fueron
dormidos entre el humo de las flores,
novias que se marcharon
bajo un farol diciendo eternidades,
amigos hasta el vino torturado:
¿no hay una carta para Juan Gonzalo?

Si no fuera poeta, expresidiario,


extranjero hasta el colmo de la gracia,
descubridor de calles en la noche,
coleccionista de apellidos pálidos:
quisiera ser cartero de los tristes
para que ellos bendigan mis zapatos.

El día que me muera ¿en una piedra?


el día que navegue ¿en una cama?
desgarren mi camisa y en el pecho
¡manos sobrevivientes que me amaron!
entierren una carta.
sombra pegada a tu sombra que te ilumina de veras.
5. FRAGMENTOS DE UNA ALABANZA INCONCLUSA
(Eduardo Chirinos. Lima, 1960 - Lima, 2016)
Debe haber un poema que hable de ti,
un poema que habite algún espacio donde pueda hablarte sin
cerrar los ojos,
sin llegar necesariamente a la tristeza.
Debe haber un poema que hable de ti y de mi.
Un poema intenso, como el mar,
azul y reposado en las mañanas, oscuro y erizado por las noches
irrespetuoso en el orden de las cosas, como el mar
que cobija a los peces y cobija también a las estrellas.
Deseo para ti el sencillo equilibrio del mar, su profundidad y su
silencio,
su inmensidad y su belleza.

Para ti un poema transparente, sin palabras difíciles que no


puedas entender,
un poema silencioso que recuerdes sin esfuerzo
y sea tierno y frágil como la flor que no me atreví a enredar
alguna vez en tu cabello.
Pero qué difícil es la flor si apenas la separamos del tallo dura
apenas unas horas,
qué difícil es el mar si apenas le tocamos se marcha lentamente
y vuelve al rato con inesperada furia.
No, no quiero eso para ti.
Quiero un poema que golpee tu almohada en horas de la noche,
un poema donde pueda hallarte dormida, sin memoria,
sin pasado posible que te altere.

Desde que te conozco voy en busca de ese poema,


ya es de noche. Los relojes se detienen cansados en su marcha,
la música se suspende en un hilo donde cuelga tristemente tu
recuerdo.

Ahora pienso en ti y pienso


que después de todo conocerte no ha sido tan difícil como escribir
este poema

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