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Algunas precisiones ideológicas sobre Iván Duque

agosto 15, 2018 Gerardo de Francisco Mora


Es claro que el gobierno de Duque es una mezcla entre el conservadurismo más
radical, basado en comunidades estrechas y homogéneas, y el neo-conservadurismo
técnico y siempre del lado del capital. Es necesario comprender este proyecto para ver
claramente cuáles son los antagonismos que pretende atizar el uribismo, qué grupos
sociales representan la verdadera oposición y cuál es el sistema de valores que
pretende consolidar la alianza entre conservadurismo-neoconservadurismo.

Desde el inicio de la campaña electoral, Iván Duque fue un enigma en términos


ideológicos. Durante este periodo, la estrategia comunicativa de Duque osciló entre un
tono moderado y el fanatismo propio de la bases uribistas. Para algunos, este enigma
iba a resolverse cuando el uribismo dejara de ser oposición y se posicionara como
representante del poder ejecutivo. Sin embargo, esto no ocurrió. Entre el discurso de
Duque y el discurso del Presidente del Senado había tal distancia que muchos se
preguntaron por el sentido de esta disonancia. Por lo anterior, el propósito de este
texto es tratar de dilucidar algunos de los puntos más relevantes del proyecto
ideológico del presidente recién posesionado.

En principio, es necesario aclarar dos puntos fundamentales. Primero, para algunos


hablar de ideología suena como un anacronismo, como un rezago de un mundo que ya
no existe. Sin embargo, las ideas son determinantes para la acción política, pues crean
un horizonte normativo que permite tomar las decisiones verdaderamente políticas,
la ideología permite analizar por qué hay cosas mejores que otras. Por más
desarrollos técnicos nunca se podrá hablar de política sin hablar de una acción
orientada a valores. Segundo, este análisis supone que solo es posible entender la
ideología de Duque y el uribismo al entender las tensiones que se dan entre el
conservadurismo y el neo-conservadurismo. Solo al entender esta tensión se
puede analizar de forma clara el proyecto político que representa Duque. Junto con
esto, vale la pena resaltar que estas tensiones se desarrollan de forma productiva y
discursivamente se transforman en una unidad que orienta las acciones del nuevo
gobierno.

Por lo último, es fundamental partir de algunas definiciones generales. El


conservadurismo es una etiqueta que engloba múltiples discursos políticos y
filosóficos. Sin embargo, en términos generales aquí se entenderá
por conservadurismo aquella ideología política que critica las ideas centrales del
liberalismo desde una perspectiva centrada en la autoridad, la experiencia pasada y
las estructuras tradicionales de la sociedad. Mientras que por neo-conservadurismo,
se entenderá la síntesis entre el proyecto conservador y algunos de los puntos
centrales del liberalismo, en especial del liberalismo en términos económicos. Estos
puntos se desarrollarán con algo más de detalle más adelante.

La primera tensión que constituye la ideología política de Duque tiene que ver con el
papel de la razón en la política. De entrada, para el conservadurismo y para los
uribistas más furiosos, el poder político no tiene ningún fundamento racional sino que
debe buscarse en las capacidades individuales de un líder, en lo divino o en la
autoridad tradicional. Sin embargo, Duque, desde un lente neo-conservador, ha
intentado mezclar esta perspectiva con un noción aparentemente técnica sobre el
ejercicio y fundamento del poder político. En esta, el poder es ejercido solo por
aquellos que lo merecen, aquellos que tienen los méritos para hacerlo, es necesario
tener un saber específico para incidir en la vida política. Como es evidente, ambas
perspectivas son contradictorias y, sin embargo, actúan al mismo tiempo en la
ideología del actual gobierno. Las contradicciones no eliminan las ideas políticas y no
suprimen sus efectos.

De hecho, esta especie de contradicción tiene efectos políticos muy claros. En


términos ideológicos, mezclar estas ideas crea unas claras fronteras sobre quién
puede actuar, quién puede opinar y qué discursos deben considerarse en la esfera
pública. La actitud anti intelectual, bien encarnada por Macías, silencia cualquier
actitud crítica, indispensable para la democracia, y la obsesión con la técnica limita el
lenguaje y las emisiones de los diferentes actores sociales. Solo se puede hablar de una
forma para poder participar, pero la política no es un lenguaje codificado sino la
pluralidad de discursos, lugares de emisión y narrativas.

La segunda tensión tiene que ver con el papel del mercado en la sociedad y la
compleja relación entre capital y trabajo. Para los conservadores más tradicionales,
el mercado no debe ser el regulador de las interacciones sociales porque se basa en
interacciones individuales, en teoría libres y espontáneas, que no necesariamente se
relacionan con la vida comunitaria. De hecho, el desarrollo del libre mercado produce
rupturas culturales que desafían los fundamentos y los vínculos originarios que
constituyen una comunidad política.1 Mientras los neo-conservadores aceptan el
papel predominante del mercado como mecanismo de coordinación social e intentan
extender el mercado a más y más esferas. Esto quiere decir, superar las fronteras
propias de los vínculos comunitarios para darle mayor libertad de movimiento al
capital. Como en el punto anterior, esta tensión no deja de ser ideológicamente
productiva para Duque y para el uribismo.

Esta mezcla entre libertad del capital e “intentos” de armonizar la vida social produce
que cualquier lucha social que no coincida con lo intereses del
capital sea fácilmente señalada como un intento por romper el equilibrio social y
estigmatizado como un ejercicio polarizante. En especial en el mundo
contemporáneo, donde la relación entre capital y trabajo (factores de producción) es
cada vez más tensa y a la vez menos regulada. Tal vez esto es lo que significa la
quimera de la economía naranja: disociar cada vez más capital y trabajo, proteger
exclusivamente los intereses del capital y hacer del trabajo un componente de la
unidad social pero no un campo que cree antagonismos y conflictos sociales. 2

Aunque el listado de tensiones productivas podría extenderse más, las mencionadas


anteriormente dan un panorama suficientemente claro de la ideología de Duque y el
uribismo. Es claro que el gobierno de Duque es una mezcla entre el conservadurismo
más radical, basado en comunidades estrechas y homogéneas, y el neo-
conservadurismo técnico y siempre del lado del capital. Es necesario comprender este
proyecto para ver claramente cuáles son los antagonismos que pretende atizar el
uribismo, qué grupos sociales representan la verdadera oposición y cuál es el
sistema de valores que pretende consolidar la alianza entre conservadurismo-
neoconservadurismo.
1. Ver: Las contradicciones culturales del capitalismo, Daniel Bell, Alianza,

2006.
2. Ver: Modernidad Liquida, Zigmunt Bauman, Fondo de Cultura Económica,
2000.

http://palabrasalmargen.com/edicion-135/algunas-precisiones-ideologicas-sobre-ivan-
duque/

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