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Fromm plantea un análisis que amplía la visión biologicista, predominante en su época en el estudio

y comprensión de la personalidad, a una que integra los factores socioculturales de manera ineludible,
aportando así al desarrollo de la psicología social y estableciendo diferencias en este sentido, con la
mirada Freudiana de principios del siglo XX.
De manera profunda recorre la historia de la humanidad mostrando cómo el hombre en toda época ha
luchado por alcanzar mayor libertad y expresión de sus potencialidades, aunque esto haya traído
consigo niveles crecientes de aislamiento, inseguridad e impotencia para los individuos. En la
sociedad medieval por ejemplo, la vida personal, económica y social estaba absolutamente dominada
por reglas y obligaciones que eran acatadas sin discusión, porque correspondían a lo que la persona
debía ser y hacer. Había una identificación con un rol y un lugar en la sociedad, la que a su vez ofrecía
seguridad y pertenencia. Posteriormente, las sociedades y la economía fueron cambiando y
haciéndose más complejas, surgieron nuevas formas de producción, creció en importancia el capital,
la iniciativa económica individual y la competencia; surgieron además nuevas clases sociales, y hubo
cambios en la distribución de la riqueza y en la organización del trabajo. No obstante el aumento de
libertades personales e independencia que acompañaron este proceso histórico, el hombre se siente
amenazado por los cambios en los modos de vida de las nuevas estructuras sociales, las cuales ya no
garantizan su seguridad ni un lugar de pertenencia.
En la sociedad moderna existe efectivamente mayor independencia, pero se trata más bien de “libertad
de” relacionada con la liberación de determinismos naturales y sociales que afectan a la persona, y
no de “libertad para” que permite la realización y desarrollo de las potencialidades del hombre como
individuo. Este se ha dado cuenta de que el costo de su mayor libertad e independencia es la
inseguridad que lo aqueja, que trae consigo sentimientos de desarraigo, soledad e impotencia. En este
sentido Fromm expresa “La victoria de la libertad es solamente posible si la democracia llega a
constituir una sociedad en la que el individuo, su desarrollo y felicidad constituyan el fin y el propósito
de la cultura;… en que la conciencia y los ideales del hombre no resulten de la absorción en el yo de
demandas exteriores y ajenas, sino que sean realmente suyos y expresen propósitos resultantes de la
peculiaridad de su yo”.
La victoria de la libertad es también la victoria de la determinación individual, de la voluntad del
hombre de unirse al mundo a través de acciones y relaciones constructivas, inclusivas, cariñosas y
creativas, que conserven la integridad del yo y permitan la expansión de su personalidad.
Para la mirada analítico-existencial, el hombre puede vivir con verdadera aprobación y
consentimiento, solamente cuando es libre para decidirse por la vida, concebida en estrecha relación
dialógica con el mundo (la sociedad/ los otros/ lo otro). El hombre se completa cuando, mediante su
entrega y compromiso personal en algo, logra ir más allá de sí mismo y volverse hacia otros con los
cuales puede realizar su existencia. Involucrarse como personas y participar en la construcción de la
sociedad en los ámbitos particulares en que cada uno es interpelado, es un profundo desafío del cual
debemos estar conscientes para poder responder de acuerdo a nuestra voluntad y sentido.
El Miedo a la Libertad es un libro permanentemente actual que nos permite una lectura diversa. Esta
vez me ha tocado y he querido compartir la posibilidad del encuentro creativo con otros en la
responsabilidad de forjar la realidad que consideramos valiosa. Estamos prontos a enfrentar un nuevo
cambio de autoridad política en el país y con ello presumiblemente también, modificaciones en temas
sociales, económicos, culturales, ambientales, entre otros, que afectan a todos. Aportar en este
sentido, observar los acontecimientos, disentir o aprobar contenidos, opinar con afán positivo y actuar
en nuestro contexto próximo (familia, trabajo, amigos, otros), es darnos la oportunidad de crear
espacios de libertad junto a otros para construir formas de vida más comunitarias capaces de acoger
y brindar seguridad sin reducir la autonomía personal, dado que sin la persona no es posible construir
tal realidad. Ganar libertad en el sentido positivo de individuación.

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