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Empresa y Política

El propósito de este breve ensayo es señalar la analogía entre la política que se vive en
un país y la vida –política- dentro de las empresas, a partir de lo aprendido en la materia
de Teorías Políticas Contemporáneas, y esbozar algunas ideas dirigidas a mejorar su
situación dado el interés en abordar en una tesis doctoral su problemática y cómo la ética
de las virtudes de Aristóteles podría reformular su manera de operar con miras a mejorar
la vida de quienes son afectados por ellas.

Si se entiende como empresa a un conjunto de individuos que interactúan en pos de un


objetivo común, entonces la empresa es análoga a una comunidad, en tanto que ahí
ocurren fenómenos propios de la convivencia humana como son, además del trabajo, los
conflictos de intereses, el afán y lucha por el poder, la cooperación, la amistad, etc.
Fenómenos que en conjunto se manifiestan en una forma de ser y de actuar de la
empresa, y que pueden explicarse al observarla y analizarla como un sistema social cuyo
componente político es de fundamental importancia.

Al mirar a la empresa como un sistema social, es indispensable considerar tanto las


partes o subsistemas que lo constituyen -su estructura y funcionamiento- como el supe
sistema del cual es un parte, que en este caso es la comunidad en la cual opera, que a su
vez es parte de una serie creciente de sistemas cada vez más complejos: la ciudad, el
país, el continente, el planeta y el universo, sistemas que dicha empresa afecta –y es
afectada- en mayor o en menor grado. En este ensayo se esbozarán solamente algunas
ideas sobre la forma en la que el componente político de una organización o empresa -
pública o privada, con o sin fines de lucro- define tanto su desempeño como la vida de las
personas a las que afecta: colaboradores, clientes, proveedores, dueños y una parte de la
comunidad en la cual opera. No se abordará por ello el análisis de otros de los
componentes clave de la empresa, como son sus sistemas de mercadotecnia, de
producción, de gestión y financiero, ni la interacción que tiene con los supe sistemas de
los que es una parte.

Un gran número de las empresas actuales en el País se estructuran alrededor de un


conjunto de ideas que definen su funcionamiento, ideas que pueden sintetizarse en tres
nociones básicas: su misión, su visión y sus valores. Su misión establece su propósito:
qué servicio proporcionará a cuáles clientes; su visión: el ideal al que aspira como
empresa –cómo estará operando en un determinado tiempo a futuro y qué efecto tendrá
en las personas relacionadas con ella; y sus valores: aquellas guías de comportamiento
básico que los colaboradores o empleados deberán seguir en pos de dicha visión. Y
aunque no todas las empresas hace explícitas estas tres nociones, su forma de operar
tanto interna como externamente las manifiesta. Es además frecuente que a pesar de
establecer explícitamente esos tres ideales: misión, visión y valores, la empresa no los
aplique en la práctica como guía de actuación o que por diversas circunstancias no los
alcance a lograr razonablemente. Esto sucede de manera semejante con los países: no
obstante su declaración de principios de actuación en sus constituciones, estos no se
aplican en la vida real como se esperaría que ocurriera. Por ello dada la analogía

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empresa-país, el estudio de las teorías políticas puede aportar una serie de reflexiones y
propuestas que mejoren el desempeño de la empresa.

El estudio de las teorías políticas enseña que existen múltiples cosmovisiones respecto a
cómo debería funcionar un gobierno y que regular el comportamiento humano es un
desafío mayúsculo. Algunos de los fenómenos estudiados por dichas teorías tienen lugar
en las empresas. Por ejemplo, las empresas privadas, en particular en una economía
capitalista, tienen como fin las ganancias económicas para satisfacer fundamentalmente
los objetivos de los dueños y/o accionistas de las mismas, sin que quienes colaboran en
ella, la mayoría de sus integrantes, reciba un beneficio proporcional. El sentimiento de
injusticia que este hecho produce en las personas que ahí laboran remite al ámbito central
de lo político: la justicia y el poder. Así, algunas de las formas de gestionar una empresa
pueden equipararse a ciertas formas de gobierno de los países:

 En una empresa autocrática, tales como las organizaciones paternalistas o


familiares, predomina la regla de un individuo o pequeño grupo que ejerce el
poder de manera absoluta y en ocasiones hasta dictatorialmente: “Lo haremos de
este modo. Punto”
 En la empresa burocrática, tal como muchas de las organizaciones
gubernamentales, la regla se asocia al uso de la palabra escrita y se ejerce por
los burócratas que hacen y gestionan las reglas que guían la actividad
organizacional: “Lo haremos de acuerdo a las reglas o políticas de la
organización”.
 En las tecnocracias, el poder y la rendición de cuentas están directamente
ligadas al conocimiento técnico de los expertos: “Lo mejor es hacerlo de este
modo”.
 En una empresa democrática, el poder descansa en todos los colaboradores,
como en las cooperativas. El poder se ejerce a través de formas representativas
de gestión, de modo que los diversos interesados están representados
formalmente en el proceso de toma de decisiones: ¿Cómo lo haremos?

Es entonces claro que los temas fundamentales de la política actual se manifiestan en la


empresa, aunque a escala más pequeña que en el caso de un país. Por ejemplo, se sabe
que hay discriminación con respecto a las mujeres en lo que se refiere a los niveles
salariales, ya que a ellas se les paga menos por hacer trabajos similares a los
desempeñados por hombres. Aquí, las posturas y propuestas feministas tienen mucho
que decir sobre el tema, tanto en lo referente a las causas de que esto ocurra como a las
posibles soluciones. Con relación al cuidado del medio ambiente, existen actualmente una
serie de leyes y estándares (políticas) que obligan a las empresas a garantizar el respecto
a la naturaleza. En cuanto a la extracción de minerales, por ejemplo, hay iniciativas de ley
en México sobre las concesiones mineras que permitirán regular y reducir los riesgos de
abuso por parte de empresas privadas, nacionales o internacionales. Desde luego, las
leyes no bastan para crear las condiciones de mejora que las situaciones mencionadas
demandan; son condición necesaria, pero no suficiente para que se apliquen; es

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indispensable que las personas a quienes se dirigen esas leyes sean personas buenas –
incorruptibles-, con lo que, como ya lo señaló Aristóteles, se hace patente la
interdependencia entre ética y política.

Con relación a la globalización, se sabe que las empresas privadas con presencia en
múltiples países constituyen uno de los vehículos fundamentales para implantar una serie
de creencias y valores (una cosmovisión) que tienden a beneficiar más a sus dueños-país
que a los empleados, clientes y comunidad de los países en los que operan. En este
caso, habrá que diseñar e implantar reglas -por parte del gobierno o la sociedad
organizada- para que los intereses de esas empresas sean compatibles –si en realidad
pueden serlo- con los intereses del país, cuestión que claramente pertenece al ámbito de
la política.

Hablando del clásico abanico ideológico que tiene en sus extremos a la izquierda y la
derecha radicales, Mario Bunge propone el desarrollo de un cooperativismo al que define
como socialismo en acción, la cual queda limitada por el marco socio-económico-jurídico
de la sociedad:

“Si la sociedad es capitalista, la cooperativa es poco más que un balde en


un lago, ya que sólo afecta significativamente a sus miembros y familias y
no puede competir con los sectores oligopolistas de la economía capitalista
(…) Por otro lado, los socialistas autoritarios sometieron a las cooperativas
al control del Estado (...) La empresa cooperativa es más que una
invención social: es un ideal social y psicológico cuyo objetivo es construir
una sociedad de socios (...) La cooperación en algunos respectos es tan
indispensable para formar y mantener sistemas sociales, desde la familia
hasta la comunidad internacional, como la competencia lo es para lograr y
sostener la autonomía individual (…) El altruista es premiado por la estima
de sus conocidos, mientras que el egoísta es castigado con ostracismo
(…) investigaciones recientes muestras que dar causa más placer que
recibir y que la exclusión social puede dañar tanto a la salud como lo
provocado por estímulos físicos. El cooperativismo tiene, pues, sólidas
bases sociológicas y psicobiológicas” (Bunge, 2010)

La cooperativa ofrece a sus miembros notables ventajas: seguridad del empleo,


satisfacción en el trabajo y orgullo de pertenecer a una empresa común inspirada
en nobles ideales: igualdad, democracia participativa y solidaridad dentro de la
empresa y con empresas similares. Sin embargo, y recordando a Marx, Bunge
señala que la cooperativa sólo atiende al lado económico del polígono social y
tiene por ello una existencia precaria en un mercado capitalista dominado por
oligopolios, por lo que la igualdad económica dentro de la empresa no basta; es
preciso extenderla a la sociedad íntegra. Y aunque las cooperativas son viables
dentro de la economía capitalista y no resuelven las lacras macro sociales, un
socialismo democrático o democracia socialista, como la llama Bunge, tendría
como finalidad ampliar el estado liberal y benefactor para llevar a la práctica los

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ideales planteados desde la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad-


solidaridad y participación. Una sociedad de socios, o, para decirlo
aristotélicamente, una sociedad de auténticos amigos y amigas.

Cabe afirmar, en conclusión, que los temas que estudian las teorías políticas
constituyen una herramienta clave para comprender, y en algún momento mejorar
en justicia y equidad, la dinámica empresarial, es decir la interacción personal que
ocurre en el ámbito de toda empresa, tomando en cuenta que dada la naturaleza
sistémica de esta, será indispensable intervenir y participar también en el ámbito
del cual es un subsistema, es decir el ámbito socio-político-económico-cultural al
que pertenece.

Bibliografía
Ackoff, R. (1994). The Democratic Corporation. New York: Oxford University Press.

Bunge, M. (2009). ¿Existió alguna vez el socialismo y tiene porvenir? RIDDA, 17-41.

Fraser, N. (2009). Repensando la esfera pública. Obtenido de Repositorio flacsoandes:


https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/5760/1/RFLACSO-ED46-08-
Fraser.pdf

Morgan, G. (1998). Images of organization. San Francisco: SAGE Publications.

Sartori, G. (2009). La democracia en 30 lecciones. CDMX: Taurus.

Segato, R. (2009 [1992]). Identidades políticas y alteridades históricas. Obtenido de Nueva


Sociedad: https://nuso.org/media/articles/downloads/3045_1.pdf

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