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GIDDENS-REUMEN.

INTRODUCCIÓN

Este libro ofrece una guía sistemática de las tradiciones y tendencias más
importantes en historia social. El lector que busque un CONSENSO acerca de las
metas de la teoría social se sentirá decepcionado. Pues esta falta de consenso puede
ser inherente a la naturaleza de la ciencia social. La cuestión de si puede haber un
marco unificado para la teoría social, o siquiera un acuerdo sobre sus intereses
básicos, está ella misma sujeta a discusión.
El análisis teórico en las ciencias sociales siempre ha sido una empresa diversificada,
pero luego de la II Guerra Mundial cierto conjunto de puntos de vista tendieron a
prevalecer sobre el resto, imponiendo cierto grado de aceptación general. Estos
puntos de vista generalmente escriben influidos por el empirismo lógico-filosófico.
Tenían algunos elementos comunes: todos ellos sospechaban de la metafísica,
deseaban definir con nitidez qué era lo que había que considerar científico, insistían
en la verificabilidad de los conceptos y proposiciones, y tenían cierta inclinación a
construir teorías de corte hipotético-deductivo.
Formaba parte esencial de esta perspectiva la idea de «ciencia unificada» ----> No
había diferencias lógicas fundamentales entre las ciencias naturales y las ciencias
sociales. Este punto de vista contribuyó a fomentar cierta falta de disposición a
observar de forma directa la lógica de las propias ciencias sociales. Las cuestiones
relativas a la «interpretación» se reprimieron en dos aspectos:
(1) Por un lado, la ciencia natural no se consideraba una empresa interpretativa en
ningún sentido fundamental, pues se suponía que su objetivo primordial era la
formulación de leyes o sistemas de leyes;
(2) Por otro, el significado de las teorías y conceptos se consideraba directamente
vinculado a las observaciones empíricas.
Desde este punto de vista las ciencias sociales eran esencialmente no interpretativas,
incluso aunque su objeto gire en torno a procesos interpretativos de la cultura y la
comunicación. La noción de Verstehen (comprensión del significado) recibió escasa
atención. La comprensión empática de los puntos de vista o sentimientos de los
demás, se pensaba, puede ayudar al observador sociológico a explicar sus conductas,
pero estas explicaciones siempre tenían que formularse en términos
«operacionales», o al menos en términos de descripciones de rasgos observables de
conductas contrastables. El Verstehen se entendía simplemente como un fenómeno
«psicológico» que depende de una comprensión necesariamente intuitiva y no
fiable de la conciencia de los demás.
Sin embargo, a lo largo de las últimas dos décadas ha tenido lugar un cambio
espectacular. Dentro de la filosofía de la ciencia natural, el dominio del empirismo
lógico ha declinado ante los ataques de escritores tales como Kuhn( 1962) Toulmin,
Lakatos y Hesse. En su lugar ha surgido una «NUEVA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA» que
desecha muchos supuestos de los puntos de vista precedentes:
» En ella se rechaza la idea de que puede haber observaciones teóricamente
neutrales;
» Ya no se canonizan como ideal supremo de la investigación científica los sistemas
de leyes conectadas de forma deductiva;
» La ciencia se considera una empresa interpretativa, de modo que los problemas
de significado, comunicación y traducción adquieren una relevancia inmediata para
las teorías científicas.
El resultado de tales cambios ha sido la proliferación de enfoques del pensamiento
teórico. Tradiciones de pensamiento anteriormente ignoradas o mal conocidas han
adquirido mucha mayor importancia: la fenomenología (Schutz); la hermenéutica
(Gadamer y Ricoeur); la teoría crítica (Habermas); interaccionismo simbólico en
EEUU y el estructuralismo o post-estructuralismo en Europa; etnometodología, la
teoría de la estructuración y la «teoría de la praxis» (Bourdieu). Aunque esta
diversidad de tradiciones y escuelas de pensamiento surgido en la teoría social
parezca asombrosa, sigue habiendo algo semejante a una «corriente principal»,
aunque ya no sea tan pujante. El funcionalismo estructural parsoniano, por
ejemplo, continúa ejerciendo un poderoso atractivo para nuevos escritos (Luhmann).
La teoría social ha llegado a comprender una gama de enfoques variada y, con
frecuencia, confusa.
Han sido diversas las respuestas a esta variedad de enfoques.
 En un extremo, quienes están fundamentalmente interesados en la investigación
empírica, encuentran esto debates teóricos de escaso interés o relevancia. Se ha
originado una división bastante considerable entre «investigadores», que a menudo
continúan considerándose «positivistas», y teóricos, que ahora se consideran de
formas muy diversas. El desaliento de los investigadores, sin embargo, no es
compartido por todos.
 En el otro extremo, muchos han acogido con entusiasmo la diversificación de la
teoría social, en la opinión de que la competencia entre tradiciones de pensamiento
es sumamente deseable.

Giddens y Turner consideran que la elección entre las diversas propuestas hechas
por diversas tradiciones teóricas no es en modo alguno una actividad estéril. De
hecho, la aparente explosión de versiones rivales de la teoría social oculta una mayor
coherencia e integración entre esos puntos de vista divergentes de lo que puede
parecer a primera vista. Consideramos necesario aclarar este extremo:
a) En primer lugar, puede haber un mayor solapamiento entre métodos diferentes
de lo que se suele pensar. El desarrollo de la etnometodología nos proporciona un
buen ejemplo. Los escritos de los partidarios de la etnometodología tienen algo que
aportar a problemas que ocupan prácticamente a todos los que trabajan en la teoría
social.
b) En segundo lugar, se han destacado a lo largo de las últimas décadas ciertas líneas
de desarrollo comunes compartidas por un amplio conjunto de enfoques teóricos.
Ha existido a preocupación, pongamos por caso, por reconceptualizar la naturaleza
de la acción. En efecto, numerosos enfoques han mostrado tal inclinación a
concentrarse en esta cuestión que en cierto momento parecía que una oleada de
subjetivismo estaba a punto de anegar las ciencias sociales. Sin embargo, ahora
podemos ver que una reelaboración de cuestiones relativas a la acción humana no
tiene necesariamente que llevarnos a enfatizar de forma exagerada la subjetividad,
sino que, al contrario, puede vincular una elaborada «teoría del sujeto» a análisis de
tipo más «institucional».
c) En tercer lugar, sería difícil negar que ha existido algún tipo de progreso en la
resolución de cuestiones que previamente parecían inabordables o no se analizaban
de forma directa. Así, durante largo tiempo existió una división entre los métodos
naturalistas y aquellos que destacaban la importancia del Verstehen, no obstante el
predominio que los primeros tenían sobre estos últimos. Como consecuencia de
desarrollos convergentes en un conjunto de tradiciones de pensamiento, se ha
evidenciado que la división entre Erklären (o explicación en función de leyes
causales) y Verstehen respondía a un planteamiento erróneo. El Verstehen no es
primariamente, como subrayan los empiristas lógicos, una cuestión «psicológica»;
antes bien, el Verstehen forma parte constitutiva de todas las cuestiones relativas a
la interpretación del significado, y está implicado en todas ellas.

¿Cuál es la naturaleza de la ciencia social?

Aunque con diferencias entre ellos, todos los autores del volumen presentado por
Giddens y Turner mantienen que la ciencia social es fundamentalmente diferente de
la ciencia natural.
Alexander no rechaza de plano la idea de que puedan descubrirse leyes de la vida
social, pero afirma categóricamente que nunca podrá alcanzarse un consenso acerca
de estas leyes, y que la naturaleza de los datos de la ciencia natural no puede nunca
conferirles carácter definitivo. El análisis social, sostiene, siempre conllevará
discursos y debates acerca de los supuestos de las teorías y de la relevancia de los
datos para contrastar estas teorías.
Wilson formula un argumento ontológico todavía más fuerte. Dado que la ciencia
social tiene que tratar de las emociones, propósitos, actitudes y disposiciones
subjetivas de los actores, los enunciados teóricos y empíricos serán «intencionales»,
y los analistas sociales se verán obligados a realizar interpretaciones del significado.
Es posible elaborar proyectos teóricos basados en los métodos «extensionales» de
las ciencias naturales, pero ha de admitirse que solo tienen una utilidad heurística.
En el mejor de los casos, el uso de las matemáticas puede «ordenar las relaciones de
nuestros datos y clarificar nuestras ideas acerca de cómo una teoría se relaciona con
otra en un caso particular».
Giddens y Cohen defienden una tesis similar en sus respectivas descripciones del
«estructuralismo» y de la «teoría de la estructuración». Giddens declara «muertos»
el estructuralismo y el post-estructuralismo, aduciendo que su fracaso para tratar la
«agencia» humana y el proceso mediante el cual dicha «agencia» actúa para
producir, reproducir y cambiar estructuras representa una deficiencia fundamental
del análisis estructural; pues en la noción de agencia reside la capacidad para
cambiar el universo social, obviando en consecuencia las leyes científicas que
describen ese universo. Al presentar una descripción detallada de la teoría de la
estructuración de Giddens, especialmente de su noción de Praxis, Cohen extrae
todas las implicaciones de la noción de «agencia». En el mejor de los casos, la teoría
solo puede destacar las «potencialidades constitutivas de la vida social» que los
actores utilizan para producir y reproducir modelos sociales. Estas potencialidades se
utilizan de modo contextual e histórico, lo que determina que las leyes y
generalizaciones sean transformables mediante los actos de los agentes. Por tanto,
no es posible que la ciencia social sea como las ciencias naturales, ya que sus
agentes pueden cambiar la misma naturaleza de su objeto: las pautas de
organización social.
Wallerstein y Miliband parecen, a primera vista, simpatizar con esta concepción de
la agencia. En efecto, la confrontación con las formas de dominación a través de la
Praxis es, por supuesto, el núcleo de la tradición marxista. Pero en su «Análisis de los
sistemas mundiales», Wallerstein afirma que ya se ha malgastado bastante energía
debatiendo si la teoría social ha de tener un carácter particularista o universalista.
Wallerstein considera tales debates «ampulosos»; como alternativa, propone que la
teoría social utilice «marcos de referencia» como los del análisis de los sistemas
mundiales, marcos que abarquen el tiempo y espacio suficientes para observar las
lógicas o dinámicas básicas de los procesos sociales. Estas lógicas no deben
considerarse eternas, puesto que la naturaleza de la organización social cambia a
largo plazo.
La posición de Miliband es menos clara en lo que toca a la cuestión de la ciencia. Por
una parte, considera los procesos de dominación como una propiedad invariante de
la organización social que es objeto del «análisis de clases» pero, por otra, da a
entender que esta propiedad puede ser suprimida, lo que alteraría por tanto el
mismo análisis de clases empleado para examinarla.
Tal es el espectro de opiniones. Está claro que el rechazo crítico del «positivismo
lógico» ha llegado a predominar en la teoría social. Aunque la concepción de la
sociología como «ciencia natural» tiene todavía muchos defensores, en la actualidad
constituyen una minoría en la teoría social en sentido amplio.

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