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Hay pastores que han dedicado toda una vida al servicio a las Iglesias, incluso
algunos por años en la misma, y luego de unos veinte años o más de haber sido
“instalados”, se convoca un acto para imponerle las manos, y de ese modo
reconocer su llamado. De acuerdo a Hechos 13:1-3, ambos actos son
simultáneos. Es decir, la imposición de manos es para “instalar” al pastor.
Insisto de acuerdo al contexto bíblico.
Ahora la Iglesia es autónoma, soberana, e independiente bajo el Señorío de
Jesucristo y tiene la facultad de administrar las ordenanzas, el culto público, y
sus prácticas conforme a su libre determinación, siempre en el marco de la
Biblia nuestra única norma de fe y conducta.
Otro aspecto que se considera es si el pastor es egresado de una institución de
formación de pastores.
A este respecto hay que considerar lo siguiente. Quien llama y constituye,
designa a los pastores es el Señor Jesucristo, Efesios 4:11, y demás citas
anteriormente indicadas. Y que quien reconoce, instala y ordena a los pastores
es la Iglesia. Ninguna organización denominacional tiene facultades para
“ordenar”, a los distintos siervos y ministerios que funcionan en el seno de la
Iglesia. Excepto el acto de imposición de manos, que se realiza a pedido de ella.
Los institutos de formación ministerial no llaman ni forman pastores, les
capacitan en diversas áreas; recuérdese que “pastor” es un don dado por el
Espíritu, que está en armonía con los talentos y vocación del llamado a ser
pastor, porque la labor del pastor es acompañar a las ovejas, cuidarlas,
alimentarlas, protegerlas, llorar con ellas, sufrir con ellas; y eso no se aprende
en un aula de clase sino en contacto íntimo con el Pastor Principal, tal como lo
expresa el Salmo 23; y el Pastor de los Pastores, Jesucristo el buen pastor.
Es decir el hecho de que no se tenga un título, certificado, o diploma en
teología no descalifica a un siervo que ha sido llamado y en el fragor de la lucha
haber mostrado idoneidad, competencia, amor por las ovejas y sobre todo una
absoluta sumisión a Jesucristo, el Señor. Sin quitar méritos a la superior y
prioritaria importancia de que los siervos llamados acudan a los centros de
estudios para recibir la capacitación pertinente en otras tareas ministeriales, y
eso es bíblico también.
En el caso de que un pastor se haya instalado mas no ordenado, ¿Afecta el
ejercicio de su tarea ministerial? No le quita ni le otorga alguna gracia especial.
El símbolo no es superior al hecho que representa. Desde que el pastor recibe
el llamado divino, y la Iglesia reconoce aquel llamado y le otorga la potestad de
ministrar en su seno, instalándole en el cargo, le ungió; es decir le concedió el
poder para ministrar en su seno en nombre y al servicio del Señor Jesucristo.
De todos modos, en significativo, pedagógico, emotivo e inspirador que al
siervo se le imponga las manos como señal de obediencia a la Palabra tanto de
la Iglesia, como del pastor honrado por la congregación.
Finalmente es importante destacar que internamente se reconoce como la
mejor distinción que los siervos de Dios esperamos oír algún día es:
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor. Mateo 25:23.
Cada pastor al servicio del Señor y de las congregaciones, cualquiera que sea,
tiene en su corazón gravado aquellas palabras que un día quiere expresar
humildemente ante el Señor:
Siervo inútil soy, pues lo que debía hacer, hice. Lucas 17:10,