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LA ORDENACIÓN DEL PASTOR

Entre el liderazgo emergente de nuestras iglesias surgen inquietudes sobre el


legado de la actual generación de ministros, tanto como algunos temas
relacionados con la eclesiología, uno de ellos tiene que ver con la práctica entre
las iglesias evangélicas respecto de la ordenación de los pastores.
No existe al respecto un criterio unánime, por lo que su ejercicio no es igual en
todas las iglesias, como si ocurre con la administración de las ordenanzas, el
bautismo y la Cena del Señor, las cuales se llevan a cabo siguiendo
lineamientos comunes extraídos del Nuevo Testamento; las variaciones son
pequeñas y más de forma que de fondo.
En lo que se refiere a la ordenación de pastores existe poca información, no por
desinterés, sino porque es algo que las iglesias no enfrentan asiduamente,
como ocurre con las ordenanzas.
¿Qué es la ordenación de un pastor? ¿Cuándo y cómo se practica?
En relación a la primera interrogante diremos que es la ceremonia en la cual
mediante la imposición de manos se consagra a un creyente al ministerio
pastoral, otorgándole autoridad y poder para llevar adelante la misión de la
Iglesia, proclamar la Palabra, oficiar las ordenanzas y demás tareas propias
para conducir a la congregación.
Para darnos una idea del significado de esta ceremonia, vamos al contexto
bíblico donde encontraremos sus antecedentes.
Consagración de Aarón al sacerdocio:
4 Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los
lavarás con agua. 5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el
manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod; 6 y
pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa. 7
Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le
ungirás. Éxodo 29:4-7.
Aarón había sido elegido por Jehová para acompañar a Moisés en la tarea de
liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, Éxodo 4:14-17; aquel acto
de dedicación al sacerdocio tiene lugar una vez construido el Tabernáculo y
dictada las leyes sobre el culto a Jehová que desde aquel momento el hermano
de Moisés presidiría como el primer sacerdote de Israel. En este caso Aarón es
ungido, como señal de dedicación.
Consagración de Josué como sucesor de Moisés:
18 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay
espíritu, y pondrás tu mano sobre él; 19 y lo pondrás delante del sacerdote
Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de
ellos. 20 Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de
los hijos de Israel le obedezca. Números 27:18-20.
Josué fue elegido entre los doce espías, Números 13:8, allí nombrado Oseas, y
acompañó a Moisés como su ayudante, hasta este momento en que es dedicado
por Dios para proseguir el trabajo de Moisés, concretamente la toma de la
Tierra Prometida. En este caso particular Moisés impone las manos a Josué, le
da el cargo y además le transfiere su autoridad.
David es ungido como rey de Israel.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y
desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó
luego Samuel, y se volvió a Ramá. 1 Samuel 16:13.
Dios seleccionó previamente a David, 1 Samuel 16:1, seguidamente ordena a
Samuel que acuda a casa de su padre Isaí, donde le unge con aceite, indicativo
de dedicación a una tarea designada por Dios, y recibe el Espíritu Santo. Desde
aquel instante David es designado rey de Israel.
Salomón ungido rey de Israel, sucesor de David
33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad
a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón; 34 y allí lo ungirán el
sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta,
diciendo: ¡Viva el rey Salomón!
En este caso es David quien decide ungir prontamente a su hijo Salomón por
motivos de intereses internos respecto de la sucesión real; sin embargo Dios
había prometido que un hijo suyo sería el sucesor, 2 Samuel 7:12-13.
Elías encargado de ungir a un rey y a un profeta.
A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de
Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. 1 Reyes 19:16.
Antes de su partida, Elías es comisionado para ungir a un rey y a su sucesor en
el cargo de profeta a Eliseo.
Jesús es ungido por el Espíritu Santo al inicio de su ministerio.
16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos
le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia.
En este caso no se menciona que Jesús es ungido por el Espíritu Santo, sin
embargo en su disertación en la Sinagoga de Nazaret, al inicio de su ministerio
señala que había sido ungido por el Espíritu Santo, Lucas 4:18.
Los Apóstoles fueron llamados por Jesucristo, y ungidos por el
Espíritu Santo.
1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron
todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu les daba que hablasen.
Tampoco se menciona que los Apóstoles fueron ungidos al inicio de su
ministerio de dar continuidad a la obra redentora y transformadora de
Jesucristo. Pero la secuencia de acontecimientos y las palabras de Jesús así lo
indica. Fueron llamados por Jesús y se les dio poder, Mateo 10:1-5, antes de su
ascensión al Cielo les comisiona, Mateo 28:19-20, cuarenta días después de su
resurrección se despide de los doce discípulos y les da la instrucción de esperar
en Jerusalén hasta el día que reciban el Espíritu Santo para iniciar la tarea de
ser testigos suyos hasta lo último de la tierra. El día de Pentecostés ellos fueron
ungidos por el Espíritu Santo.
Este es el último caso en el que se menciona en la Biblia que una persona es
“ungida” como señal de dedicación a una tarea específica ordenada por Dios.
A partir de este hecho, la figura usada para dedicar, apartar, consagrar, o
autorizar a una tarea ministerial es la “imposición de manos”. ¿Por qué no se
usa la figura de ungir? Porque todos los creyentes ya han sido ungidos por el
Espíritu Santo desde el día que creyeron, Efesios 1:13.
Dedicación de los siete diáconos.
5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de
fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a
Nicolás prosélito de Antioquía; 6 a los cuales presentaron ante los apóstoles,
quienes, orando, les impusieron las manos.
Estos siete hermanos son dedicados a un ministerio específico en la
congregación, a quienes se les impone las manos en señal de consagración a la
tarea impuesta.
Dedicación de Pablo.
2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Hechos 13:2-3.
En un ambiente de oración y ayuno en la Iglesia de Antioquía el Espíritu Santo
escoge a dos siervos e instruye a la congregación que aparte, dedique, a
Bernabé y a Pablo, para una obra a la que los ha llamado.
Dedicación de Timoteo.
No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio. 1 Timoteo 4:14.
Timoteo es dedicado con imposición de manos en un acto del presbiterio, un
concilio o grupo de pastores. Idea que se refuerza en 2 Timoteo 1:6.
En todas las citas anteriores se evidencia que el acto o ceremonia de dedicar,
encargar, o consagrar a alguien llamado por Dios a una tarea o ministerio
específico, es previo al ejercicio de aquel ministerio.
Observa la secuencia: se unge al personaje, o se le impone las manos, y a
continuación comienza a ejercer el cargo o ministerio. El caso de David es
interesante porque se le unge como rey de Israel, pero actúa durante varios
años como rey “electo” sin asumir el cargo, puesto que Saúl era el rey titular. A
la muerte de Saúl, David comienza a tomar las riendas de la Nación.
El acto de ungir e imponer las manos son simbolos de algo trascendente. La
unción con aceite transmite el concepto de que el Espíritu Santo, en la figura
del aceite, unge, dedica, consagra a una persona para un ministerio
ceterminado; y la imposición de manos tiene el mismo significado, se dedica
una persona al ministerio y se le transfiere autoridad, potestad, para ejercer el
cargo para el que es consagrado.
La práctica en Venezuela de ordenar pastores.
En nuestro país, al menos entre los bautistas que es mi marco de referencia,
respecto de la consagración de los pastores al ministerio se estila dos figuras o
ceremonias: la instalación, y posteriormente la ordenación.
La instalación es el acto mediante el cual la Iglesia encarga al pastor para que
asuma la dirección de la misma en el ámbito legal, organizacional,
administrativo, eclesiástico, y de atender a la congregación. La Iglesia autoriza
al pastor para que administre las ordenanzas, le encarga de la predicación, de
realizar ceremonias, presidir las Asambleas, y actuar como un gerente general,
incluso con poderes para representar a la Iglesia en todos los actos, sean
legales, comerciales, financieros, denominaciones, sociales, entre otros.
La ordenación es una ceremonia en la que se reconoce al pastor su trayectoria,
su dedicación y devoción; su fidelidad, abnegación, constancia; el haber
“sufrido penalidades como buen soldado de Jesucristo”.
En la ordenación la Iglesia reconoce la dedicación de su pastor y pide,
autorizándole, a un concilio de pastores que “imponga las manos” al pastor y le
consagre al ministerio.
Esta forma de tratar la figura del pastor es honrosa, significativa y de un gran
contenido pedagógico y espiritual, sin embargo necesita ser redefinido en el
marco de lo que enseña la Sagrada Escritura.
Dicho todo esto, volvamos a las preguntas iniciales: ¿Qué es la ordenación de
un pastor? ¿Cuándo y cómo se practica?
La Biblia responde esas peguntas.
¿Qué es la ordenación de un pastor? Es el acto mediante el cual una persona
que ha sido llamada por Dios a un ministerio específico, en este caso el
pastoral, se dedica, consagra, encarga, autoriza, se le da poder para ejercer el
cargo. En el contexto del Nuevo Testamento esta ceremonia se denomina
“imposición de manos”, y es la Iglesia que lo autoriza, y pastores en concilio lo
llevan a cabo.
Es decir, el acto de instalación del pastor, es una ceremonia que realmente es la
“ordenación”, entendida la ordenación como el acto en que el siervo es
encargado, autorizado, designado por la Iglesia para ministrar en ella, solo que
no se le impone las manos como es lo establecido en el Nuevo Testamento.
Observe la expresión “ordenar” en una de sus acepciones transmite la idea de
mandar, conminar, decretar, exigir, establecer, legislar, decidir, preceptuar, de
acuerdo al Diccionario de la Lengua Española.
En el contexto del Nuevo Testamento el acto de “instalación” de un pastor, y de
la “imposición de manos, ordenación, como se estila en Venezuela, es el
mismo, son eventos simultáneos y tienen el mismo objetivo: dedicar,
consagrar, encargar un siervo al ministerio para el que ha sido llamado.
¿Y el acto de reconocer méritos y trayectoria de un pastor? Esa es otra acción
de la Iglesia cuando considera que el siervo ha cumplido su tarea
adecuadamente. Pero eso es otra cosa.
En el ámbito académico se acostumbra reconocer a ciertas personalidades y le
otorgan títulos “honoris causa”; a los distinguidos en áreas científicas y
humanistas se les otorga “premios nobel”; en los deportes se les inscribe en el
“Salón de la Fama”; en lo artístico hay galardones como el “Oscar”.
Igualmente existe la figura honorifica del “emérito”.
Un emérito, del latín ex, por, y meritus, mérito; ‘por mérito, debido al mérito;
es aquella persona que, después de haberse retirado del cargo que ocupaba,
disfruta de beneficios derivados de una profesión, especialmente docente
universitaria o eclesiástica, como reconocimiento a sus buenos servicios en la
misma; beneficios que pueden ser de diversa naturaleza según el rango y la
institución de que se trate.
Con esto quiero significar que el motivo que inspira el acto denominado
“ordenación” es correcto, loable, y necesario; más la denominación no lo es.
Hay que utilizar otro nombre para ese importante reconocimiento.

Hay pastores que han dedicado toda una vida al servicio a las Iglesias, incluso
algunos por años en la misma, y luego de unos veinte años o más de haber sido
“instalados”, se convoca un acto para imponerle las manos, y de ese modo
reconocer su llamado. De acuerdo a Hechos 13:1-3, ambos actos son
simultáneos. Es decir, la imposición de manos es para “instalar” al pastor.
Insisto de acuerdo al contexto bíblico.
Ahora la Iglesia es autónoma, soberana, e independiente bajo el Señorío de
Jesucristo y tiene la facultad de administrar las ordenanzas, el culto público, y
sus prácticas conforme a su libre determinación, siempre en el marco de la
Biblia nuestra única norma de fe y conducta.
Otro aspecto que se considera es si el pastor es egresado de una institución de
formación de pastores.
A este respecto hay que considerar lo siguiente. Quien llama y constituye,
designa a los pastores es el Señor Jesucristo, Efesios 4:11, y demás citas
anteriormente indicadas. Y que quien reconoce, instala y ordena a los pastores
es la Iglesia. Ninguna organización denominacional tiene facultades para
“ordenar”, a los distintos siervos y ministerios que funcionan en el seno de la
Iglesia. Excepto el acto de imposición de manos, que se realiza a pedido de ella.
Los institutos de formación ministerial no llaman ni forman pastores, les
capacitan en diversas áreas; recuérdese que “pastor” es un don dado por el
Espíritu, que está en armonía con los talentos y vocación del llamado a ser
pastor, porque la labor del pastor es acompañar a las ovejas, cuidarlas,
alimentarlas, protegerlas, llorar con ellas, sufrir con ellas; y eso no se aprende
en un aula de clase sino en contacto íntimo con el Pastor Principal, tal como lo
expresa el Salmo 23; y el Pastor de los Pastores, Jesucristo el buen pastor.
Es decir el hecho de que no se tenga un título, certificado, o diploma en
teología no descalifica a un siervo que ha sido llamado y en el fragor de la lucha
haber mostrado idoneidad, competencia, amor por las ovejas y sobre todo una
absoluta sumisión a Jesucristo, el Señor. Sin quitar méritos a la superior y
prioritaria importancia de que los siervos llamados acudan a los centros de
estudios para recibir la capacitación pertinente en otras tareas ministeriales, y
eso es bíblico también.
En el caso de que un pastor se haya instalado mas no ordenado, ¿Afecta el
ejercicio de su tarea ministerial? No le quita ni le otorga alguna gracia especial.
El símbolo no es superior al hecho que representa. Desde que el pastor recibe
el llamado divino, y la Iglesia reconoce aquel llamado y le otorga la potestad de
ministrar en su seno, instalándole en el cargo, le ungió; es decir le concedió el
poder para ministrar en su seno en nombre y al servicio del Señor Jesucristo.
De todos modos, en significativo, pedagógico, emotivo e inspirador que al
siervo se le imponga las manos como señal de obediencia a la Palabra tanto de
la Iglesia, como del pastor honrado por la congregación.
Finalmente es importante destacar que internamente se reconoce como la
mejor distinción que los siervos de Dios esperamos oír algún día es:
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor. Mateo 25:23.
Cada pastor al servicio del Señor y de las congregaciones, cualquiera que sea,
tiene en su corazón gravado aquellas palabras que un día quiere expresar
humildemente ante el Señor:
Siervo inútil soy, pues lo que debía hacer, hice. Lucas 17:10,

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