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PARROQUIA “NUESTRA

SEÑORA DE LA
MEDALLA MILAGROSA”

TEMA: NOVENA A NUESTRA


SEÑORA DE LA MEDALLA
MILAGROSA

NOVIEMBRE 2019
A LA VIRGEN DE LA MEDALLA
MILAGROSA.
Virgen de la Medalla Milagrosa,
hoy solo una cosa te pido
la paz en mi alma,
que nada me inquiete,
que nada me intranquilice,
me abrazo a ti para recibir paz
y en ese estado disfrutar todos
los momentos de mi vida,
concédeme este deseo te ruego
Virgen amada y Bendita.
Amén.
Primer día de la novena: confiar plenamente
en la Bondad y Providencia Divina.
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del primer día: Evangelio Lucas
1,26-31.
El ángel Gabriel anuncia a María la Encarnación del Verbo.
Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida en
matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrado donde ella estaba, le dijo: "Salve, llena de gracia; el Señor es contigo"
Al oír estas palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
Mas el ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios.
He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado el
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su
reinado no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?" El ángel le respondió y dijo: "El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí que
tu parienta Isabel, en su vejez también ha concebido un hijo, y está en su sexto mes la que era llamada estéril; porque no hay
nada imposible para Dios".
Entonces María dijo: "He aquí la esclava del Señor: Séame hecho según tu palabra". Y el ángel la dejó. Palabra del Señor.

Meditación: Cuando María recibió el anuncio del ángel y aceptó los planes de Dios, no conocía muchos detalles,
pero se puso ciegamente en las manos de su Señor. Ese será el mérito de nuestra fe: confiar plenamente en la
bondad y providencia divinas.
Breve historia

En una medianoche iluminada con luz celeste como de


Nochebuena -la del 18 de julio de 1830- se apareció por
primera vez la Virgen Santísima a Santa Catalina
Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del
mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la
voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos.
¡Cómo nos ama nuestra Madre del Cielo! ¡Cómo siente las
penas de cada uno de sus hijos! Que tu recuerdo y tu
medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de
todos los que sufren y lloran en desamparo.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Segundo día de la novena: que nada te haga
dudar del amor de Dios.
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del segundo día: Lucas 1, 30-38.

Y el ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.
Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será
llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David; y reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin».
Entonces María dijo al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?». El ángel le respondió: «El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño que
nacerá será llamado Hijo de Dios. Tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y
este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. Porque ninguna cosa será imposible para
Dios». Entonces María dijo: «Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra». Y el ángel se fue de su presencia. Palabra de Dios.

Meditación: María creyó en su Hijo, Jesús, en todo momento, aún crucificado y


muerto. Cree en Dios, en el amor de Dios, y cree cuando las cosas te salgan bien y
cuando te salgan mal. Que nada te haga dudar del amor de Dios.
Profundización

En su primera aparición, la Virgen Milagrosa


enseñó a Santa Catalina la manera como había de
portarse en las penas y tribulaciones que se
avecinaban.
"Ven al pie de este altar –le decía la celestial
Señora, aquí se distribuirán las gracias sobre
cuantas personas las pidan con confianza y fervor,
sobre grandes y pequeños."
Que la Virgen de la santa medalla y Jesús del
sagrario sean siempre luz, fortaleza y guía de
nuestra vida.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Tercer día de la novena: auxilio de los
cristianos, ruega por nosotros.
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del tercer día: Lucas 13, 34-35.

¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y


apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de
sus alas, y no quisiste! Por tanto, la casa de ustedes se les
deja desierta; y les digo que no Me verán más, hasta que
llegue el tiempo en que digan: ‘BENDITO EL QUE VIENE EN
NOMBRE DEL SEÑOR.’
Palabra de Dios.

Meditación: En su vida, María se preocupaba más por amar que por comprender, vivía
todo en la dimensión del amor. ¡Qué distinta sería nuestra vida cristiana si en todo
nos moviera clamor, si el amor fuera la explicación de nuestras actitudes y
reacciones!
Profundización

En sus confidencias le dijo la Virgen Milagrosa a Sor


Catalina: "Acontecerán no pequeñas calamidades. El
peligro será grande. Llegará un momento en que todo
se creerá perdido. Entonces yo estaré con vosotros:
tened confianza…"
Refugiémonos en esta confianza, fuertemente
apoyada en las seguridades que de su presencia y de
su protección nos da la Virgen Milagrosa. Y en las
horas malas y en los trances difíciles no cesemos de
invocarla: "Auxilio de los cristianos, ruega por
nosotros".
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuarto día de la novena: como el hijo pequeño en
brazos de su madre, así estamos en el regazo María.

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,


líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del cuarto día: Carta a los
Romanos 8, 14-17.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo
los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos
y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu mismo le
asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos
hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte
con él en su gloria. Palabra de Dios.

Meditación: El Espíritu de Dios condujo a María a la realidad de la redención. Como


María, el cristiano que se deja conducir por el Espíritu Santo, llegará a una eminente
santidad y la luz de la fe lo iluminará para conocer las cosas de Dios y gustar de ellas.
Profundización

En la tarde del 27 de noviembre de 1830, baja otra vez


del Cielo la Santísima Virgen para manifestarse a Santa
Catalina Labouré.
De pie entre resplandores de gloria, tiene en sus manos
una pequeña esfera y aparece en actitud extática, como
de profunda oración. Después, sin dejar de apretar la
esfera contra su pecho, mira a Sor Catalina para decirle:
"Esta esfera representa al mundo entero… y a cada
persona en particular".
Como el hijo pequeño en brazos de su madre, así estamos
nosotros en el regazo de María, muy junto a su Corazón
Inmaculada. ¿Podría encontrarse un sitio más seguro?
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quinto día de la novena: ten presente a María en
todos los momentos de tu vida. Si vas con ella, no
te desviaras .
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del quinto día: Carta a
los Juan 2, 1-10.
Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y
también Jesús fue invitado a la boda, con Sus discípulos. Cuando se acabó el vino, la
madre de Jesús Le dijo: “No tienen vino.” Y Jesús le dijo: “Mujer, ¿qué nos interesa esto a
ti y a Mí? Todavía no ha llegado Mi hora.” Su madre dijo a los que servían: “Hagan
todo lo que El les diga.”
Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de
los Judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros (unos 100 litros). Jesús les dijo: “Llenen
de agua las tinajas.” Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un
poco y llévenlo al mayordomo.” Y se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida
en vino, sin saber de dónde era, pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían.
Entonces el mayordomo llamó al novio, y le dijo: “Todo hombre sirve primero el vino
bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta
ahora el vino bueno.” Palabra de Dios.

Meditación: Ninguna realidad puede causar en nosotros una alegría tan sentida y tan duradera como la
de sabernos hijos de Dios e hijos de María. Ten presente a María en todos los momentos de tu vida. Si
vas con ella, no te desviaras.
Profundización

De las manos de María Milagrosa, como de una fuente


luminosa, brotaban en cascada los rayos de luz. Y la
Virgen explicó: "Es el símbolo de las gracias que Yo
derramo sobre cuantas personas me las piden",
haciéndome comprender -añade Santa Catalina- lo mucho
que le agradan las súplicas que se le hacen, y la
liberalidad con que las atiende.
La Virgen Milagrosa es la Madre de la divina gracia que
quiere confirmar y afianzar nuestra fe en su omnipotente
y universal mediación. ¿Por qué, pues, no acudir a Ella en
todas nuestras necesidades?
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sexto día de la novena: si quieres que tu
apostolado sea fecundo ponte siempre bajo la
protección de María.
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del sexto día: Hechos de los
Apóstoles 1, 12-14.
Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los
Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.
Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto
donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y
Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote
y Judas, hijo de Jacobo.
Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración
junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los
hermanos de El. Palabra de Dios.
Meditación: Toda comunidad debe tener una cabeza y un corazón: la comunidad
cristiana tiene a Jesucristo como cabeza y a María como corazón. Si quieres que tu
apostolado sea fecundo y que el cansancio no te venza, ponte siempre bajo la
protección de María.
Profundización

Como marco "¡Oh María, sin pecado concebida,


rogad por nosotros que recurrimos a Vos!".
Y enseguida oyó una voz que recomendaba
llevar la medalla y repetir a menudo aquella
oración-jaculatoria, y prometía gracias
especiales a los que así lo hiciesen.
¿Dejaremos nosotros de hacerlo? Sería
imperdonable dejar de utilizar un medio tan
fácil de aseguramos en todo momento el favor
de la Santísima Virgen.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Séptimo día de la novena: cuantas personas la
lleven recibirán grandes gracias que serán
abundantes.
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del séptimo día: Lucas 1, 39-45.

María Visita a Elisabet


En esos días María se levantó y fue apresuradamente a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a
Elisabet. Cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su
vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz:
“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Por qué
me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque
apenas la voz de tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de gozo en
mi vientre. Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que
le fue dicho de parte del Señor.” Palabra de Dios.

Meditación: La misión de la Madre de Jesús no consistió sólo en traerlo físicamente a este mundo, sino
en mostrar su verdadero espíritu, que Cristo imprimió fuertemente en el alma de su Madre. Esa es la
misma misión que tenemos que cumplir todos los bautizados.
Profundización

Nuestra Señora ordenó a Sor Catalina que fuera


acuñada una medalla según el modelo que Ella
misma le había diseñado.
Después le dijo: "Cuantas personas la lleven,
recibirán grandes gracias que serán más abundantes
de llevarla al cuello y con confianza".
Esta es la Gran Promesa de la Medalla Milagrosa.
Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos
siempre nuestro pecho con la medalla que es
prenda segura de la protección de María.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Octavo día de la novena: seamos desde este día
apóstoles de su Milagrosa Medalla.

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,


líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del octavo día: Lucas 1, 46-55.

“Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en


Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde
ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho
grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación
en generación A los que le temen. Hizo proezas con su brazo; Esparció a los
soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió
vacíos. Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia De la cual
habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.”
Palabra de Dios.

Meditación: María oraba y meditaba el mensaje de salvación de Dios a su pueblo. La


Palabra de Dios nos habla, nos cuestiona, nos alienta; por lo tanto es preciso leerla,
meditarla y vivirla con fidelidad.
Profundización

Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados


por doquier por la nueva medalla (conversiones de
pecadores obstinados, curación de enfermos
desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que
la voz popular empezó a denominarla con el
sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla
milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado
rápidamente por todo el mundo.
Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor
gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos
desde este día apóstoles de su milagrosa medalla.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Noveno día de la novena: La Virgen María es la
Reina de la paz al alma que acude a ella.

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos,


líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Oración para todos los días


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos
al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a
implorar tu maternal protección y a darte gracias por el
gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la
amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de
que no me veré desatendido. Amén.
Lectura bíblica del noveno día: 1º Carta de
Juan 4, 7-14.

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de
Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al
mundo para que vivamos por medio de El. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por
nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a
otros. A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
y su amor se perfecciona en nosotros. En esto sabemos que permanecemos en El y El en nosotros:
en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre
envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. Palabra de Dios.
Meditación: La paz, como el amor, es un fruto de nuestra unión con Dios. La Virgen María es la Reina de
la paz, da la paz al alma que acude a ella por la devoción, construye la paz en los hogares que la
invocan y por ella la sociedad llegará a una paz duradera.
Profundización

Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa


constituyen indudablemente una de las pruebas más
exquisitas de su amor maternal y misericordioso.
Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. "Si amo
a María -decía San Juan Bérchmans- tengo
asegurada mi eterna salvación".
Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina
Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora, la
gracia de su amor y de su devoción.
Acto de Consagración a la Virgen de la Medalla
Milagrosa

¡Oh, Virgen Madre de Dios, María Inmaculada!, nosotros te


ofrecemos y consagramos, bajo el título de Nuestra Señora de
la Medalla Milagrosa, nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra
alma y todos nuestros bienes espirituales y temporales. Haz
que esta Medalla sea para cada uno de nosotros una señal
cierta de tu afecto y un recuerdo imperecedero de nuestros
deberes hacia ti. Y que al llevar tu Medalla nos guíe siempre tu
amable protección y nos conserve en la gracia de tu divino
Hijo. ¡Oh, poderosísima Virgen, Madre de nuestro Salvador!,
consérvanos unidos a ti en todos los momentos de nuestra vida.
Alcánzanos a todos nosotros, tus hijos, la gracia de una buena
muerte, a fin de que, juntos contigo, podamos gozar un día de
la celeste beatitud. Amén.
Padre Nuestro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave María.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración final.
Oh, María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
¡Bendita tú entre todas las mujeres!
¡Bienaventurada tú que has creído!
tu corazón fue traspasado
junto con el corazón de tu Hijo
y ahora no cesas de interceder por nosotros.
Te consagramos nuestras fuerzas
y disponibilidad para estar
al servicio de la evangelización.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
QUE LA VIRGEN DE LA
MEDALLA MILAGROSA
DERRAME BENDICIONES
EN USTEDES.

Bibliografía.
Autor: © ACI Prensa
Recuperado de: https://www.aciprensa.com/recursos/novena-a-la-virgen-de-la-medalla-milagrosa-1802

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