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Ante los muchos interrogantes que supone la aparición de las primeras formas de

vida, los pensadores se han dedicado muchos siglos a buscar solución a esta
pregunta.

Ante una teoría que pudiera explicar con certeza este suceso, muchos científicos y
pensadores han sido partidarios de la idea de la generación espontánea.

La teoría de la generación espontánea es una antigua teoría que sostenía que un


individuo complejo podía surgir a partir de materia inerte. Esta teoría es opuesta a
la biogénesis, que dice, resumidamente, que los seres vivos generan otros seres
vivos.

La idea de la generación espontánea se data que su origen es en la Antigua Grecia,


de la mano de Aristóteles; el filósofo sustentaba que algunas formas de vida podían
aparecer sin más a partir de la materia inerte. Por ejemplo, los gusanos salían del
barro calentado por el sol, o las moscas de la carne podrida.

El pensamiento de Aristóteles prevaleció por muchos años. Como ejemplo podemos


destacar los trabajos de Jan Baptiste Van Helmont (1579-1644) que realizó muchos
experimentos sobre aspectos tales como el origen de los seres vivos, la
alimentación de las plantas, etc.

Van Helmont, sostenía la teoría de la Generación espontánea, y sobre esta postura


es muy conocida su receta para la creación de ratones: “Basta colocar ropa sucia
en un tonel, que contenga además unos pocos granos de trigo, y al cabo de 21 días
aparecerán ratones”. Por supuesto, los ratones “resultantes” no se creaban, sino
que simplemente, llegaban al tonel.

También fue aceptada y sustentada por pensadores del siglo XVII y XVIII como Sir
Francis Bacon, Platón, René Descartes e Isaac Newton, quienes desconocían el
mundo de la microbiología.

Para comprobar que esta teoría era incorrecta, se realizaron experimentos por
diferentes científicos interesados en echarla abajo. Esta idea sufrió un golpe en
1668 cuando Francesco Redi (1626-1697) en el siglo XVII, ideo un experimento
para demostrar que los insectos no se generan de forma espontánea. Para ello,
puso en ocho frascos de vidrio diferentes tipos de carnes, dejando cuatro de ellos
completamente destapados, mientras que la otra mitad las cubrió con una gasa, que
permitía hacer pasar el aire pero no insectos.

Tras unos días, las carnes descubiertas presentaban larvas, mientras que las
tapadas aparentemente no albergaban vida. El resultado del experimento mostró
que es necesario que las moscas coloquen sus huevos en la carne para que
aparezcan otras de su especie. Se trata de un experimento que se liga a la teoría
de la biogénesis y que hubiera sido un éxito para desbancar la generación
espontánea.

En el mismo período, el fisiólogo inglés William Harvey (1578-1657), tras su estudio


sobre la reproducción y el desarrollo de los ciervos, descubrió que la vida de todo
animal se inicia efectivamente en un huevo.

Posteriormente Leeuwenhoek, pocos años después repitió el experimento de Redi,


pero en esta ocasión examinó las carnes con un microscopio. Tanto en las carnes
destapadas como cubiertas, se podía observar microorganismos, resultado que
mantuvo como factible las ideas de la generación espontánea al menos para estos
organismos de vida.

Por otra lado Spallanzani le apasionó el problema de la generación espontánea de


partes del cuerpo de anfibios y de reptiles aunque no pudo llegar a conclusiones
satisfactorias, sobre todo no pudo explicar el por qué no sucedía lo mismo en el ser
humano y en otros animales
Continuando el estudio de Redi, Spallanzani demostró que no existe la generación
espontánea de la vida, abriendo camino a Pasteur. En 1769, tras rechazar la teoría
de la generación espontánea, Spallanzani que también era sacerdote diseñó
experimentos para refutar los realizados por otro sacerdote católico, el inglés John
Turberville Needham, que había calentado y seguidamente sellado caldo de carne
en diversos recipientes; dado que se habían encontrado microorganismos en el
caldo tras abrir los recipientes, Needham creía que esto demostraba que la vida
surge de la materia no viviente. No obstante, prolongando el periodo de
calentamiento y sellando con más cuidado los recipientes, Spallanzani pudo
demostrar que dichos caldos no generaban microorganismos mientras los
recipientes estuvieran sellados.
La disputa entre Needham y Spallanzani fue larga y enconada, pues el inglés
afirmaba que las cocciones del italiano destruían el espíritu vital y Spallanzani
demostró que lo único que la cocción destruía eran las esporas de las bacterias, no
un principio de vida de índole místico.
No fue hasta 1861, cuando el químico francés Louis Pasteur demostró de forma
inequívoca que estas creencias eran falsas, mostrando evidencias a favor de la
teoría de la biogénesis. El experimento que propuso consistió en llenar de solución
nutritiva unos matraces de cuello largo en forma de S. Esta silueta permite entrar el
aire pero no a los microorganismos, ya que quedan retenidos en la curva. Tras el
llenado se calentaba el matraz para eliminar cualquier microorganismo que
estuviera ya presente en la solución.
El resultado fue que la solución quedaba inalterada durante semanas, pero si
rompía el cuello del matraz, entonces en pocos días se contaminaba la muestra.
Con ello se evidenció que los microorganismos que crecen en la materia inerte en
realidad han sido atraídos por el aire, y no que se generarán de forma espontánea.

Finalmente en 1922, el bioquímico ruso Oparin propuso una teoría sobre el origen
de la vida: las primeras moléculas orgánicas se formaron a partir de los gases de la
atmósfera primitiva por la acción de descargas eléctricas de las tormentas y de la
luz ultravioleta del sol.

Algunos investigadores trataron de comprobar en el laboratorio la hipótesis de


Oparin. El primero en conseguirlo fue Stanley Miller, en 1953. Mediante un aparato
que simulaba las condiciones de la atmósfera primitiva, pudo comprobar que en su
interior se formaban muchos compuestos precursores de la mayoría de las
biomoléculas.

En conclusión la generación espontánea es una teoría que pretende explicar la


creación de algunos microorganismos mediante la hipótesis que nos indica que
estos nacen de un material inorgánico sin vida. Aristóteles, John Needham, Félix
Pouchet, Jean Van Helmont, son los representantes cuyos aportes estaban
basados en algún tipo de estudio o experimento que los llevaba a estar de acuerdo
con esta teoría, mientras que Lazzaro Spallanzani, Francesco Redi y Louis Pasteur,
fueron representantes de la teoría de la biogénesis, ya que mediante un proceso de
investigación y experimentación pudieron llegar a una misma conclusión la cual
indica que todo ser vivo procede de otro ser vivo anterior.

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