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El IPCC tiene razón, nuestros suelos nos necesitan

Es hora de afrontar la creciente inseguridad alimentaria exacerbada por el calentamiento global y el cambio
climático, advierte Tamsin Kate Walker.

El informe más reciente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, sus siglas en inglés), que
analiza los efectos del calentamiento global y sus secuelas sobre los suelos, es perturbador, por no decir
aterrador. Publicado este jueves, el documento augura sin atenuantes que somos los seres humanos –
individual y colectivamente– quienes sufriremos las consecuencias si no reconocemos y enfrentamos el
impacto del cambio climático. Y las calamidades que nos esperan, tal como las describe el estudio en
cuestión, son espeluznantes.

Los especialistas del IPCC pronostican no solamente una mayor incidencia de desertificación y escasez de
agua –factores que generan migraciones masivas y conflictos–, sino también un mayor índice de inseguridad
alimentaria; los eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, atentan contra la producción,
propician cosechas pobres en nutrientes y rompen las cadenas de abastecimiento de alimentos. Los
presagios del IPCC parecen escenarios apocalípticos, pero puede que ellos activen la alarma necesaria para
cobrar consciencia.

Incluso en tierras tan ricas en agua como las alemanas, los granjeros –y, por extensión, el país entero– han
perdido grandes cantidades de cosechas debido a la sequía de 2018. Y, en el verano de 2019, todos los
récords de temperaturas altas han sido rotos, bosques enteros han ardido, se ha alertado sobre la creciente
aridez de las tierras y se ha reportado que tuberías de agua potable se han secado literalmente. Sólo una
persona desligada totalmente de la realidad podría percibir estos sucesos sin sentir preocupación.

Por otro lado, para muchos de los que vivimos en grandes ciudades y solo salimos en contadas ocasiones del
ámbito urbano, donde los alimentos parecen crecer mágicamente en las estanterías de los supermercados,
la situación de las zonas rurales y de las tierras de cultivo resulta distante e irreal. ¿Qué hacer, entonces? El
informe del IPCC está repleto de recomendaciones para los encargados de diseñar políticas públicas; una de
las cuales es, por cierto, mejorar la administración de los suelos. Pero, ¿qué significa "mejorar” en este caso?

"Mejorar” implica utilizar lo cultivado y cosechado a través de la actividad humana de manera que se preste
para maximizar la producción y darle un carácter sustentable. "Mejorar” pasa por prevenir la degradación de
los suelos y contribuir a que las tierras gastadas por el exceso de cultivos recuperen un estado saludable.
Desde luego, aparte de eso, hay mucho por hacer. Para los que no se han enterado: ya es hora de poner fin
a la emisión de gases que causan el calentamiento global y a la tala indiscriminada de árboles

Ya es hora de que dejemos de comportarnos como si nuestro planeta fuera un proveedor de bienes
inagotables, a la mano para ser consumidos. La Tierra, con sus bosques, selvas, estepas y llanuras, ha
amortiguado y continúa amortiguando los golpes que le propinamos a nuestro ecosistema con nuestro
comportamiento; su flora captura las emisiones de dióxido de carbono que producen nuestras actividades.
Pero hasta el planeta tiene límites en lo que respecta a su capacidad de absorción y estamos por rebasarlo.

El IPCC ha dejado muy claro que debemos dar un frenazo para realmente poder lidiar con el calentamiento
global y los consecuentes cambios climáticos, e inaugurar una era de desarrollo sustentable. Si no lo
hacemos, la inseguridad alimentaria y la escasez de alimentos se convertirán en dolorosas realidades para
vastos sectores de la población global. El informe del IPCC también sugiere que podemos evitar ese ominoso
destino si recortamos nuestro consumo y nos aseguramos de no malgastar los alimentos que compramos.

Yo secundo esa moción totalmente. Pero también pienso que visitar ocasionalmente las tierras de las que
esperamos las provisiones contribuiría mucho a consolidar la idea de que nuestros suelos necesitan que
cuidemos de ellos de la misma manera en que nosotros necesitamos que ellos cuiden de nosotros.

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