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Armonía
Desde el punto de vista de las relaciones verticales, uno de los parámetros musicales
fundamentales es el de la armonía. La gran mayoría de las definiciones otorgadas a este concepto
coinciden en que se trata de un término de gran ambigüedad estética (The Oxford Companion to
Music, 2002), no obstante, desde la perspectiva de la teoría musical, la armonía es el parámetro
encargado de la combinación de varios sonidos simultáneos, es decir, de la construcción de un
armazón armónico a través de los acordes, y de la técnica de enlazar unos con otros durante el
desarrollo del discurso musical.
A continuación analizaremos el parámetro de la armonía 1 a través de los paradigmas
estilísticos clásico y romántico, que son los que corresponden a las obras objeto de estudio de los
sujetos en la fase práctica de esta investigación.
La armonía se convirtió en uno de los pilares del estilo musical clásico y, por tanto, estaba
sometida, igualmente, a los preceptos clasicistas de belleza y proporción, y, por supuesto, a una
calculada organización formal, en consonancia con la forma sonata.
Desde las tres funciones tonales heredades del Barroco –tónica, subdominante y
dominante–, la armonía clasicista, a partir de la progresiva expansión del temperamento igual, se
caracterizó por una manifiesta economía de medios sobre el discurso musical, marcado, a su vez,
por una estrecha relación con la dimensión estructural de la sonata. Frente a la fluidez de la armonía
barroca –la secuencia–, el eje de la armonía clásica respondía a la dualidad entre tónica y
dominante, al que igual que otros binomios opuestos, tales como tensión y distensión o consonancia
y disonancia, polaridades que ya existían en la época barroca, pero que no habían sido tan
explotadas por los compositores anteriores a la segunda mitad del siglo XVIII.
El interés armónico del discurso clasicista se hallaba, pues, en la cadencia, atendiendo a
distintas gradaciones de tensión, como punto de reposo y marca de división estructural –al final de
una semifrase, frase o sección–, de la misma manera que las dos partes temáticas de la Exposición
de la forma sonata quedaban divididas en bloques enfrentados según su pertenencia a la tónica, en
el caso de la primera, o a la dominante, en el caso de la segunda.
“Se trata de captar en el aparente simplismo de la armonía temática clásica el secreto artístico de su
1 El cifrado armónico utilizado en lo sucesivo corresponde al tradicional sistema francés que podemos encontrar en
CHAILLEY, J., (1977): Traité historique d'analyse harmonique, Paris, Alphons Leduc.
“Para comprender la estructura de cualquier movimiento en sí, tenemos que preguntarnos dónde se
producen las interrupciones de la textura y cómo se hallan coordinadas con la forma del armazón a gran escala
y con el orden temático. Ésa es, expuesta un poco menos estrictamente, la posición del teórico del siglo XVIII,
que preguntaba, sobre todo, dónde y cómo estaban situadas las cadencias”3.
Incluso, en un caso parecido a los anteriores, pero con un arco de articulación más larga –
dieciséis compases– en el doble período, se puede observar una perfecta estructuración en la
secuenciación de las cadencias y en la sutil gradación de la tensión armónica resultante, segmento a
segmento, ligada, como siempre, al parámetro formal:
Los otros modelos cadenciales –a saber, plagal, rota y semicadencia–, estaban relegados a
puntos estructurales de importancia secundaria o, simplemente, como una alternativa auditiva a la
cadencia perfecta.
La cadencia plagal, por tradición, parecía reservada al ámbito de la música religiosa y, más
concretamente, a la vocal; la rota sólo se utilizaba como reposo provisional, en fragmentos de alta
concentración cadencial, como preparación a la cadencia perfecta definitiva; la semicadencia, por su
parte, articulaba distintas semifrases dentro de un conjunto formal más importante, el tema –ya
fuera tipo satz o tipo período–.
Figura VI.309. Ejemplo musical: J. Haydn, Sonata Hob. XVI:50, I, tema principal.
De esta manera, podemos contemplar la forma sonata del Clasicismo –en el apogeo artístico
de la simetría y la proporción– como un código de sucesiones armónicas que estructuran el material
musical desde el átomo de las relaciones verticales de la música –el acorde–, hasta la obra completa,
pasando por todos los estamentos intermedios, cada bloque temático, semifrase, frase, sección y
movimiento.
En suma, podemos contemplar el parámetro de la armonía en el período clásico como
efectivo regidor de las relaciones de tensión y distensión que hicieron de la sonata la forma musical
más elaborada y eficaz de la historia.
En el caso de la Sonata KV 457 de Mozart puede apreciarse la típica sucesión armónica
clasicista: la tonalidad principal, Do menor, da paso a la tonalidad relativa, Mi bemol mayor, en
Transición y Sección B; en la parte del Desarrollo, el discurso recae en tonalidades vecinas a la
principal –Fa menor, Sol menor– hasta la recuperación de la tonalidad inicial en la Recapitulación,
en sus dos secciones, con la salvedad de una pequeña parte de la Transición, en el área de desarrollo
1 8 18 25 42 49
Estribillo Copla 1 Estribillo Copla 2 Estribillo Coda
La b menor
Si b menor
Do menor
A una escala formal mayor, podemos observar el poder estructurador de la armonía a través
de las tonalidades elegidas para los distintos movimientos de una obra, en que, generalmente, el
primer y tercer movimiento acaparaban la tonalidad principal, mientras que el tiempo central –antes
de la estandarización posterior de la sonata en cuatro tiempos, en la época de Ludwig van
Beethoven– solía recaer en un tono vecino al principal, generalmente, buscando un contraste de tipo
colorístico, como podemos ver en otras obras de Mozart, contemporáneas a la Sonata KV 457:
De este modo, en el contexto del predominio de la cadencia perfecta sobre las demás, el
acorde de predominante (Bartoli, 2001) –que precede a la dominante en un contexto cadencial–
cobró una gran importancia, dado que se consolidó como una de las pocas variantes de la cadencia
perfecta en el cerrado discurso armónico clasicista. Así, los compositores sustituyeron,
progresivamente, el II grado por una subdominante diferente, como el IV grado –los acordes de II y
IV sólo se diferencian en una nota, y, en el caso del II 7, el acorde de IV está contenido dentro del
mismo II7– o bien, por un modelo más expresivo, como el acorde de sexta napolitana.
Por consiguiente, un acorde de predominante podía ser una subdominante, en una clara
De hecho, en Beethoven se produce una ampliación del área de la dominante a través del
deslizamiento de notas comunes entre acordes cercanos, logrando una progresiva expansión de la
tensión a lo largo del discurso armónico4:
4 No vano, Piston califica de acordes de novena incompletos a los acordes de séptima disminuida, entendiendo que el
acorde de novena entero posee una fundamental a distancia de tercera mayor de la segunda nota del acorde en
PISTON, W., (2012): Armonía, Alcorcón, Mundimúsica.
En cualquier caso, frente a los esquemas armónicos del Clasicismo, la música de Beethoven
ofrece una actividad armónica de mayor envergadura, no sólo en la intensificación de la
expresividad a través de recursos como el acorde de séptima disminuida, sino, también, en un
notable incremento del componente cromático, a partir de la introducción de distintas dominantes
secundarias que hacen de la tonalidad un espacio más abierto a la modulación –aunque de tipo
momentáneo–, rompiendo, de esta manera, la tradicional estabilidad de la tonalidad en la forma
sonata clásica.
En el siguiente ejemplo podemos comprobar cómo en la Sonata op. 13, tras la introducción
lenta à la française, el allegro se inicia con un pedal de tónica tremolado, sobre el que se superpone
una reiterada dominante secundaria –la del cuarto grado– con la consiguiente alternancia cromática
entre el mi natural de la dominante y el mi bemol propio de la tonalidad de Do menor, por un lado,
y, por otro, el si natural como sensible de la tonalidad principal y el si bemol como séptima de
dominante del cuarto grado.
Figura VI.329. Ejemplo musical: F. Schubert, Sinfonía n º 5 D. 485, I, inicio (transcripción para piano).
Figura VI.330. Ejemplo musical: F. Schubert, Sinfonía n º 5 D. 485, I, Reexposición (transcripción para piano).
Frente a la tradicional modulación clasicista, regida por el círculo de quintas, Ludwig van
Beethoven comenzó a buscar asociaciones por intervalo de tercera –lo que se ha clasificado como
relaciones de mediante (Motte, 1998)5–, que pueden observarse tanto en la relación de tonalidades
dentro de una misma obra, como entre las dos secciones contrastantes de la forma sonata, como en
el caso de la Sonata Op. 53 “Waldstein”, cuya primera sección, en Do mayor, da paso a Mi mayor,
en la segunda, con una diferencia entre ellas de cuatro alteraciones:
Figura VI.331. Ejemplo musical: L. v. Beethoven, Sonata Op. 53, I, primera sección.
5 En realidad, el paso de una tonalidad menor a su relativo mayor ya es una relación de mediante, a partir de este
punto, se experimentó con diversas soluciones armónicas más alejadas de esta tradicional vinculación tonal.
Un proceso semejante ocurre en el ciclo de lieder An die ferne Geliebte, donde las
relaciones de mediante organizan el transcurso armónico entre cada canción, según este nuevo
modelo que, progresivamente, fue arrinconando las relaciones de cuarta con la subdominante y,
sobre todo, la relación de quinta con la dominante.
En el siguiente diagrama se aprecia, desde el inicio, una tonalidad inicial de Mi bemol
mayor, luego, Sol mayor y, posteriormente La bemol mayor, cuarto del principal, punto máximo de
expansión armónica, mientras que el regreso al punto de partida se produce por otro movimiento de
tercera, desde La bemol mayor a Do mayor y, finalmente, de nuevo, a Mi bemol mayor.
En el ejemplo anterior, el fragmento empieza en Si bemol menor –un segundo grado desde
la tonalidad principal, La bemol mayor– pero, rápidamente, por relación de mediante, se traslada a
un ámbito lejano, Do bemol menor –un acorde errante (Schoenberg, 1974), en este caso, una
especie de napolitana minorizada– y, de nuevo, a La bemol menor, homónimo del tono principal.
Estos tres cambios de tono sucesivos se producen en el espacio de tres compases, a los que sigue
una larga dominante que resuelve sobre La bemol menor y que, de inmediato, se enarmoniza con
Sol# menor –de nuevo, otra relación de mediante– para resolver, sorprendentemente, en la
dominante de Mi mayor, en un giro propio de los madrigales monteverdianos.
En otras ocasiones, frente al discurso altamente cromático de los primeros compositores
románticos –Hummel, Gyrowetz, Dussek, Weber, etc.–, Beethoven se mantuvo fiel a los pilares
armónicos del período clásico –la tríada, la cadencia perfecta y las funciones tonales básicas– como
señas de identidad de su último período, a partir de los que logró una música de estilo
marcadamente individual y sensible.
En el siguiente ejemplo, procedente de la Sonata Op. 111, apenas encontramos otros acordes
que la manida dualidad entre tónica y dominante, relacionados a través de la cadencia perfecta, en
gradación a través de las inversiones de acordes, con el único añadido de algún acorde
Por tanto, la distribución armónica en el esquema tonal de sus últimas obras conjuga un
modelo de sonata de reminiscencias clasicistas, junto a otras innovaciones propias de la época –a
saber, mayor actividad armónica en todas las secciones, modulación a tonalidades más alejadas y
períodos de transición con sucesión de distintas tonalidades–, como puede apreciarse en el primer
movimiento de la Sonata Op. 111:
Do menor Do menor Do menor Lab mayor Sol menor Do menor Fa menor Do mayor Do menor
Mib mayor Do menor Sib menor Fa menor Do mayor
Lab mayor Fa menor Reb mayor
Reb mayor Do menor Do menor
1 17 33 49 65 98 162
Tema Variación I Variación II Variación III Variación IV Coda Epílogo
Incluso, la Recapitulación podía darse en una tonalidad ajena por igual al área de la tónica y
de la subdominante, como en el siguiente ejemplo de Schubert, donde recae en un quinto grado
menor respecto al tono principal, Sol menor desde Do menor:
Figura VI.340. Ejemplo musical: F. Schubert, Sinfonía n º 4, I, Recapitulación (reducción para piano).
En los límites de este recurso, Liszt recapitula su Sonata en Si menor desde una tonalidad
completamente alejada de la principal, Si bemol menor, con una diferencia de siete alteraciones en
el círculo de quintas, con la que solo comparte parte del nombre:
De esta manera, el orden de las sucesivas tonalidades y sus relaciones de tensión en la forma
sonata y en otras estructuras musicales del siglo XIX empezó a resquebrajarse en comparación al
sistema utilizado durante el siglo XVIII: uno de los enriquecimientos románticos se basó en el uso
de la tonalidad ambigua, definida en varios ámbitos armónicos interconectados. De hecho, uno de
los principales recursos armónicos residió en el cambio de modo entre tonalidades homónimas. A
partir de una dominante compartida –y, por ende, de la misma sensible–, el cambio de modo
suponía una modulación prácticamente automática y podía arrastrar el discurso desde la tonalidad
mayor a la menor o viceversa, de manera rápida y sin preparación previa, lo que suponía un cambio
inmediato de tres alteraciones de diferencia, como podemos apreciar en el siguiente ejemplo de
Schubert:
Este artificio, llamado intercambio modal (Gauldin, 2009), facilitaba, como en el caso de las
tonalidades relativas, un ámbito armónico acotado pero mucho más amplio que el de cualquier
tonalidad diatónica, dado que los acordes que no pertenecen al área de la tónica ni de la dominante
–pensemos en Do menor: La bemol mayor, Mi bemol mayor, Fa menor, Re menor, etc.– pueden
utilizarse sobre el ámbito armónico de la tonalidad homónima mayor, en este caso, Do mayor, con
un resultado colorista.
Estos acordes han sido llamados mixtos (Gauldin, 2009), prestados (Piston, 2012) o
relaciones indirectas cerradas (Schoenberg, 1990): todos estos términos aluden al mismo
fenómeno, la ampliación de la tonalidad en dos ámbitos relacionados a partir de una misma
dominante, que permite modulaciones rápidas a lugares alejados, por un lado, y, por el otro, una
paleta de opciones armónicas muy polivalente.
“Los románticos supieron ver las tremendas ventajas que les ofrecía un sistema más borroso. Se había
hecho posible integrar la música dentro de un área tonal general y no ya dentro de una zona específica, definida
con toda claridad”7.
Al igual que en el caso de las tonalidades homónimas, el modo mayor y su relativo menor o
viceversa solían fusionarse en un único ámbito armónico, definido por elementos comunes –a saber,
la armadura y su número de alteraciones, por un lado, y una gran capacidad modulatoria, casi
inmediata, entre ambas, por el otro–, de esta forma, la polaridad entre el modo mayor y el mayor,
altamente ensalzada en el Clasicismo, dejó de existir en favor de una tonalidad extendida, así puede
verse en obras de Chopin como el Scherzo n º 2 en Si bemol menor/Re bemol mayor o la Fantasía
Op. 49 en Fa menor/La bemol mayor.
Incluso, en el mismo comienzo de la obra, esta ambigüedad posibilita una duda razonable en
la identificación de la tonalidad principal:
¿En el diagrama anterior..., Sol mayor o Mi menor? El primer acorde podría ser un II7 en Sol
mayor y un IV7 en Mi menor..., en el segundo compás aparece la sensible de la dominante de Si
mayor..., pero la cadencia sobre Mi menor no llega a consumarse, sino que aparece la tónica sola en
segunda inversión. Y cuando se piensa que, definitivamente, el discurso se orienta hacia Mi menor,
de repente, aparecen las alteraciones propias de Sol menor, tonalidad homónima de Sol mayor –
ambas, en cualquier caso, con relación de mediante–, con la sensible correspondiente, el fa
sostenido, incluida de manera natural en la armadura.
Por tanto, al igual que entre las tonalidades relativas, la relación de tercera o mediante –a
mitad de camino entre tónica y dominante–, se convierte en una nueva técnica de desarrollo
armónico, frente a la preeminencia de la distancia de cuarta o quinta, marcada por la predominio de
la dominante y el orden de las alteraciones en el círculo de quintas.
Figura VI.346. Mapa conceptual: esquema de tonalidades de mediante y submediante desde Do mayor
“El empleo del término mediante para los acordes situados en el medio (la distancia de quinta) no es
unívoco. O se tienen en cuenta todas las correspondencias de tercera, o sea, en Do mayor: La mayor/menor;
Lab mayor/menor; Mib mayor/menor; Mi mayor/menor; o se distingue entre acordes relativos y mediantes,
entendiéndose entonces por tales sólo aquellas correspondencias de tercera que no sean acordes relativos” 8.
Figura VI. 347. Ejemplo musical: F. Liszt, Soneto 104 del Petrarca.
9 Procedente de SCHOENBERG, A., (1990): Funciones estructurales de la armonía, Barcelona, Labor, 41.
A los acordes tradicionales de base cromática se añadieron nuevos acordes alterados, sobre
todo, con la quinta aumentada o disminuida, que dieron lugar a nuevas combinaciones armónicas,
dado que la modificación cromática de la quinta de la tríada permitía mantener la morfología del
acorde marcada por el intervalo de tercera –y, por ende, su función–, añadiendo un color diferente,
en muchos casos, inducido por la propia línea de la melodía:
Figura VI.354. Ejemplo musical: F. Liszt, Es muss ein wundesbares ein [Sería maravilloso...].
De este modo, podemos entender el acorde del diagrama anterior de tres maneras
diferentes desde el punto de vista armónico: en efecto, como una acorde de tónica minorizado (Mi
bemol menor) con la quinta disminuida y aumentada simultáneamente –por tanto, mi bemol-sol-la-
do–; como un acorde de sexta aumentada, resuelto directamente sobre la tónica, enarmonizando el
acorde entero, con una inversión inusual, sin el intervalo descendente por segunda menor en el bajo
–por tanto, do bemol-re sostenido-sol sostenido-la, es decir, si-re sostenido-fa sostenido-la–; y, por
último, como un sexto grado rebajado con una séptima menor añadida. A partir de este ejemplo se
puede comprender fácilmente la relación de los procesos enarmónicos y las notas comunes en la
incansable búsqueda de nuevos colores armónicos por parte de los compositores románticos.
A estos recursos hay que añadir las notas añadidas a los acordes, sobre todo, al de
dominante, en una intensificación de la tensión frente al típico acorde cuatríada de séptima de
Este recurso trata de huir de la típica dominante clasicista del siglo XVIII, por un lado, y,
por otro, trata de intensificar el proceso de cadencial, añadiendo un nuevo interés, ya no sólo en el
acorde de quinto grado, sino en el de predominante, o en un área cadencial determinada, como
podemos observar en el siguiente ejemplo, donde, sobre un pedal de dominante, se superponen
distintos acordes que parten de la propia dominante –Do sostenido mayor– hasta formar acordes
independientes por superposición de terceras:
10 En el lenguaje del jazz, estas notas añadidas se llaman tensiones, y se añaden a la dominante en función de la escala
utilizada. Aunque en el lenguaje jazzístico existe toda una variedad de tensiones, la idea de la superposición procede
de los primeros años del Romanticismo.
Figura VI.357, Ejemplo musical: R. Schumann, Fantasía Op. 17, I, final; Kinderszenen Op. 15, Revêrie, final.
Como podemos observar, las notas comunes entre los distintos acordes cobran una gran
importancia en el discurso armónico del Romanticismo y, de hecho, la conducción de las distintas
voces puede ocasionar la formación de acordes sin función tonal alguna que se suceden en una
especie de deslizamiento polifónico hasta la llegada de la resolución cadencial del pasaje.
Esta técnica se ha llamado técnica de notas vecinas (Bartoli, 2001) o principio de
contigüidad (Piston, 2012) y debe su surgimiento al deslizamiento de voces entre las diversas
texturas superpuestas de la música romántica:
“C'est plutôt suspendre un temps la perception d'un centre tonal et les fontions tonales, mais cela
n'entraîne pas forcément le bouleversement de la hiérarchie tonal. Au sein d'une section de gouvernée par la
technique des notes voicines, la conduite linéaire des voix prime sur les autres paramètres. Le plus souvent, une
des voix de la polyphonie impose sa loi aux autres, lesquelles s'ajustent en recherchant des effects
d'accompagnemet inattendus et expressifs”11.
De esta forma, el desarrollo armónico funcional parece detenerse a causa del deslizamiento
simultáneo de las distintas voces y sólo regresa al punto tonal correspondiente en zonas de
resolución cadencial, tras un sinfín de ocurrencias armónicas sin función estructural en el discurso,
tal cual ocurría en tiempos de los madrigalistas italianos en el siglo XVII, como se puede admirar,
por ejemplo, en el famoso Lamento d'Arianna, procedente de una ópera hoy perdida de
Figura VI.359. Ejemplo musical: C. Monteverdi, Lammento de l'Arianna (reducción para piano).
Figura VI.360. Ejemplo musical: R. Wagner, Tristán e Isolda, preludio (reducción para piano).
En el ejemplo anterior podemos observar la resolución por notas vecinas del “acorde de
Tristán”, un acorde de sexta aumentada francesa (fa-la-si-re#), resuelto sobre la dominante (Mi
mayor) de una pretendida tónica (La menor), que nunca aparece. La conducción de voces responde
exactamente a la definición de Bartoli: una nota tiene preeminencia sobre las otras, que se tratan de
acomodar al discurso en una suerte de acompañamiento polifónico secundario: en este caso, el la,
en su condición de tercera del acorde, debería descender al sol#, pero asciende por grado cromático
hasta el si, mientras que el si, la nota común entre ambos acordes, debería permanecer en lugar de
descender por salto al sol sostenido, compensando, de este modo, el movimiento indebido de la
melodía con otro movimiento indebido en una voz secundaria.
A partir de esta inteligente organización, Wagner logró que la resolución cadencial de este
“La generación nacida en torno a 1810 prefería situar el clímax, el punto de extrema tensión, muy
cerca del fin de la obra. Esto hace que el área de estabilidad final de la sonata sea una cosa incompatible con
ellos. Lo que rechazan en la mayoría de los casos es la sensación de clímax y de resolución existente al final del
desarrollo y comienzo de la recapitulación”13.
Por tanto, el esquema armónico del primer movimiento de la Fantasía de Schumann muestra
un modelo completamente anticlasicista: el punto de partida, la tonalidad principal, Do mayor, es
engañoso, dado que, salvo los últimos compases, la tónica no aparece de manera explícita en ningún
momento y la sensación armónica del tono inicial se representa siempre a través de la dominante,
incluso, con diversas notas añadidas –generalmente, la novena mayor, pero también la trecena–. Las
relaciones de mediante se especifican desde el primer momento con el paso de Do mayor a Mi
bemol mayor –un acorde mixto procedente del tono homónimo menor– y, de nuevo, la modulación
a Sol menor, otro acorde prestado, desde donde el discurso ya se dirige al área de la subdominante,
primero en Re menor, aún en la Transición y, después, en Fa mayor con la llegada de la segunda
sección.
En el caso del movimiento que cierra la obra, regresan las dos ideas principales de desarrollo
armónico: la relación de mediante y la tendencia al área de la subdominante, en lugar de la
tradicional dominante. Así puede verse ya en el primer estribillo, que combina Do mayor con Mi
mayor –reminiscencias beethovenianas, de nuevo, de la Sonata Waldstein Op. 53–, y en la primera
copla, que alterna Do mayor con Fa mayor. Mientras, en los estribillos en forma ritornello, se
aprecia una progresión por terceras, de nuevo, en la frase simétrica refrendada por la organización
armónica, La bemol mayor y Do mayor; Fa mayor y Re mayor, en el primero, Re bemol mayor y Fa
mayor; Si bemol mayor y Sol mayor, en el segundo. En esta dinámica, la segunda copla parte de
una tonalidad de Sol menor (tónica de Re mayor, en el final del primer ritornello) y alcanza,
posteriormente, la región de Fa mayor, seguida de Si bemol, en la breve interpolación de la primera
copla; otro tanto ocurre en su segunda aparición, desde Do mayor (tónica de Sol mayor, que la
precede en el segundo ritornello), con la llegada de la tonalidad de Mi bemol mayor, de nuevo, en
1 15 30 34 72 87 91 124
Sol Si menor La menor Re mayor Re mayor Si menor Sib menor Sol menor Si mayor Si mayor Si mayor
menor Sol mayor Si menor
Do # menor
Fa menor
Fa#mayor
La mayor
Fa# mayor
Sol menor
Si menor
Fa# mayor
460 fuga
Sib menor
***