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La república fue fundada a principios del siglo XI, cuando Génova se convirtió en un municipio
con gobierno propio en el Regnum Italicum. En ese entonces los invasores musulmanes atacaban
constantemente las ciudades costeras en el mar Tirreno. Asaltaron Pisa en 1004 y en 1015
intensificaron sus ataques, con incursiones en Luni; Muyahid al-Muwaffaq, emir de la taifa de
Denia, atacó Cerdeña con una flota de ciento veinticinco bajeles. En 1016 las tropas coligadas
de Génova y la República de Pisa defendieron Cerdeña. En 1066 estalló la guerra entre Génova
y Pisa por el control de esta isla.
En 1087, las flotas genovesas y pisanas lideradas por Hugo de Pisa y acompañadas por tropas de
Pantaleón de la República amalfitana, el Principado de Salerno y el Ducado de Gaeta, atacaron
la ciudad de Mahdia en el norte de África, la capital del califato fatimí. El ataque, apoyado por el
papa Víctor III, fue conocido como la campaña de Mahdia. Los atacantes capturaron la ciudad
pero no pudieron sostenerla contra las fuerzas árabes. Después de la quema de la flota árabe
en el puerto, las tropas genovesas y pisanas se retiraron. Sin embargo, la destrucción de la flota
árabe dio el control del Mediterráneo occidental a Génova, la República de Venecia y Pisa. Esto
permitió a Europa Occidental abastecer a las tropas de la Primera Cruzada de 1096-1099 por
mar.
En 1092 Génova y Pisa, en colaboración con Alfonso VI de León y Castilla atacaron la Taifa de
Valencia; también sin éxito sitiaron Tortosa con el apoyo de tropas de Sancho Ramírez, rey de
Aragón.
Tras la captura de Antioquía el 3 de mayo de 1098, Génova forjó una alianza con Bohemundo de
Tarento, quien se convirtió en el gobernante del Principado de Antioquía. Como resultado, les
concedió a los genoveses una sede, la iglesia de San Giovanni, y 30 casas en Antioquía. El 6 de
mayo de 1098 una parte del ejército genovés regresó a Génova con las reliquias de san Juan
Bautista, concedidas a la República como parte de su recompensa por proporcionar apoyo
militar a la Primera Cruzada. Muchos asentamientos en el Oriente Medio se los cedieron a
Génova, así como se firmaron tratados comerciales favorables. Génova después forjó una
alianza con el rey Balduino I de Jerusalén (que reinó desde 1100 hasta 1118). Con el fin de
asegurar la alianza Balduino dio a Génova un tercio del Señorío de Arsuf, un tercio de Cesarea y
un tercio de Acre y los ingresos de su puerto. Además, la República de Génova recibiría 300
besantes cada año y un tercio de la conquista de Balduino cada vez que 50 o más soldados
genoveses se unieran a sus tropas.