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Los médicos suelen solicitar la realización de un perfil hepático cuando la historia clínica del
paciente ofrece la sospecha de que existe una enfermedad hepática. Por lo general, la
confirmación del diagnóstico procede de los valores de bilirrubina, fosfatasa alcalina, GGT,
AST y ALT, pues, ya sea de forma aislada o en combinación pueden señalar anomalías
concretas y daño celular (colestasis). Si los valores son normales se descarta la existencia
de una patología.
Por otra parte, en el caso de que exista una enfermedad hepática el hepatograma también
ofrece información útil para establecer un pronóstico. El tiempo de protrombina, la bilirrubina
y la albúmina son los marcadores más significativos
PERFIL HEPÁTICO
Anatomía:
Es el más voluminoso y más grande órgano del cuerpo humano. Es también considerado
una glándula de secreción externa, tiene color rojizo parduzco, pesa 1.5 kg y mide en su
diámetro mayor, o transverso, 20 a 22,5 cm. En la faz lateral derecha, verticalmente, mide
cerca de 15 a 17 cm y su mayor diámetro dorso-ventral, 10 a 12,5 cm, está en el mismo
nivel que la extremidad craneal del riñón derecho. Se divide en dos lóbulos derecho e
izquierdo, separado por el ligamento falciforme y un tercer lóbulo más pequeño llamado
cuadrado.
El tejido del parénquima hepático está compuesto de lóbulos unidos por un tejido areolar
extremadamente fino en el cual se ramifican la vena porta, la arteria hepática, las venas
hepáticas, linfáticos y nervios, estando todo el conjunto revestido por una túnica fibrosa y
una serosa.
-fisiología:
-Pruebas de Laboratorio:
Las pruebas o exámenes comunes que se utilizan para evaluar el funcionamiento del
hígado son entre otras:
1. Albumina
2. Alfa-1 antitripsina
3. Fosfatasa alcalina (FA)
4. Alanina transaminasa (A
5. Aspartato aminotransferasa (AST)
6. Gamma-glutamil transpeptidasa (GGT)
7. Tiempo de protrombina
8. Bilirrubina en suero
9. Bilirrubina en orina
-Que Detectan:
1.- Detección de lesión hepática, aunque sea leve
2.- Diferenciar entre citolisis y colestasis y si es posible, establecer un diagnóstico
específico.
3.- Seguimiento de la enfermedad y evaluación del tratamiento
4.- Determinación de la gravedad y pronóstico
CONCLUSIÓN
No existen estudios prospectivos doble ciego que valoren la eficacia de los test de función
hepática, sólo existen unos pocos estudios no controlados y varias revisiones sobre el tema.
Las recomendaciones que encontramos en estos estudios suelen ser por tanto, de poca
calidad. El primer paso en la valoración de un paciente con alteración de las pruebas de
función hepática debe ser una historia clínica y una exploración física cuidadosa. La
presencia de signos y síntomas, la presencia de factores de riesgo o la historia de consumo
de tóxicos o de medicamentos es de vital
importancia.
La realización de pruebas diagnósticas no invasivas, parece indicada en la mayoría de los
pacientes con elevaciones persistentes de las transaminasas, aunque se encuentren
asintomáticos. La realización de serologías virales o de un perfil férrico sería adecuado para
pacientes con elevaciones de la ALT. Si estos son negativos habría que descartar otras
causas como enfermedad autoinmune o metabólica. La realización de una Ecografía
abdominal nos va a permitir visualizar de forma sencilla el parénquima hemático y el
sistema biliar, siendo de especial utilidad en pacientes con predominio colestásico. Si a
pesar de esto no se consigue clarificar el origen de la elevación de las pruebas de función
hepática, se deben realizar otras pruebas diagnósticas, serológicas o de imagen, pudiendo
recurrir en última instancia a la biopsia hepática para clarificar el origen de estas
alteraciones.