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Catolicismo
Existen varias denominaciones cristianas que se declaran católicas. La más numerosa es la
Iglesia Católica Romana, que abarca el conjunto de iglesias que se declaran en comunión con
la autoridad del obispo de Roma, el Papa. Existen, además, denominaciones católicas
independientes de Roma. Para ampliar esta información, véase Denominaciones cristianas. Una
denominación cristiana se declara católica cuando su credo coincide en lo esencial con la
doctrina católica. Esta coincidencia puede ser menor o incluso muy diferente en otros ámbitos
como la Liturgia o la Eclesiología.

Tabla de contenidos
 1 Iglesia Católica Romana
 2 Dogmas católicos
o 2.1 El credo
o 2.2 Dogmas marianos
o 2.3 Otros dogmas y creencias católicos
 3 Sacramentos
 4 Los mandamientos
 5 Los siete pecados capitales
o 5.1 Virtudes teologales
o 5.2 Virtudes cardinales
o 5.3 Pecados veniales y mortales
o 5.4 Actos buenos y actos malos
 6 Dones del Espíritu Santo
 7 Catolicismo liberal
o 7.1 El neocatolicismo
o 7.2 La coyuntura de la Revolución de 1848
o 7.3 Bastiones del catolicismo liberal
 8 Catolicismo en el mundo actual
 9 Véase también
 10 Enlaces externos

Iglesia Católica Romana


La Iglésia Católica Romana, se extiende principalmente en países de Europa del sur-oeste,
Europa central y de América Latina y en Filipinas.

Es la iglésia cristiana con mayor extensión y de la cual se derivan otras iglesias


autodenominadas católicas, su centro actual es el Vaticano, en Roma (Italia), donde reside el
Papa, quien es considerado por los católicos romanos como cabeza del Colegio de los
Obispos, en tanto que sucesor de San Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia. La sede
papal residió en Aviñón, Francia, en un período breve de tiempo de la Baja Edad Media.

Dogmas católicos
El credo
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Todos y cada uno de los artículos del Credo de los Apóstoles son dogma de fe para los
católicos, esto es:

 Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y
nació de la Virgen Maria. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado,
muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los
muertos.Subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre. Desde allí ha de
venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, y la
vida eterna. Amén.
 Creencia monoteísta en un solo Dios en tres personas distintas: Padre Creador del
Universo (Yavé), Hijo Redentor del mundo (Cristo) y Espíritu Santo. Esta doctrina es
conocida como trinitaria (creencia en la Santísima Trinidad: un Dios único y «trino»).

Los Padres de la Iglesia consideraron herejía toda creencia que negara el carácter trinitario de
la Divinidad (el gnosticismo, el arrianismo, el pelagianismo, entre otros). En el Credo de
Nicea se expresó explícitamente esta doctrina, que fue preservada en credos posteriores del
cristianismo, incluso los de la Reforma. Las Iglesias Ortodoxas son también profundamente
trinitarias.

Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,


 Creencia en que Jesús, al ser Dios, nació sin pecado original.

que concebido por obra y gracia del Espíritu Santo nació de María Virgen
 Creencia en la divinidad y humanidad de Jesucristo, basada en el evangelio de
San Juan. Según esta doctrina, Jesucristo es Dios y hombre a la vez y, al ser
Dios, vivió su vida terrenal sin pecado.

padeció bajo el poder de Poncio Pilato


fue crucificado, muerto y sepultado
descendió a los infiernos
al tercer día resucitó de entre los muertos
 La resurrección de Cristo

subió a los cielos


 La Ascensión a los cielos en cuerpo y alma

y está a la diestra de Dios Padre


desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
 El Juicio Final

Creo en el Espíritu Santo


en la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos,
 Veneración de los Santos

el perdón de los pecados,


 Perdón de los pecados: por medio del Bautismo o, como gracia derivada de la
del Bautismo, cuando hay arrepentimiento sincero, gracia posterior a la
confesión, si esta es posible, o antes de la confesión si esta no es posible pero
el penitente se compromete a confesarse directamente ante Dios en cuanto lo
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sea. El sacerdote, como testigo presencial del pueblo de Dios, y en nombre de
Dios, absuelve de todos los pecados en el sacramento de la Reconciliación.
Esta absolución es válida, mientras haya auténtica contrición en el penitente.

Es indispensable comprender que la Iglesia Católica contempla la gracia del Bautismo, o sea
el perdón de los pecados, más como un bien surgido de la realeza de Jesucristo, Rey de Reyes,
que como un proceso jurídico o ritual.

la resurrección de la carne
y la vida eterna.
 la vida eterna después y por medio de la muerte
o Cielo
o Purgatorio, proceso de purificación por el que pasan ciertas almas que
han recibido la salvación.
o o Infierno.

:Amén

Dogmas marianos

 Inmaculada Concepción de la Virgen María: los católicos afirman que la madre de


Jesús fue preservada del pecado original por privilegio especial divino desde el
momento mismo en que fue concebida en el seno de su madre, Santa Ana (Lc 1, 28).
Esta doctrina, basada en el contenido del texto de Lc. 1, 28 («El ángel entró donde
estaba María y le dijo: -Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo») y Lc 1,
42 («Y levantó la voz para decir con cálido acento: ¡Bendita tu entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre!»), y en la Tradición Sagrada. El origen de porqué fue
formulado este dogma está en el problema cristológico de la identidad de Jesús como
Hombre y Dios al mismo tiempo y en la misma persona, según el dogma católico.
Quienes se contraponían a este dogma argumentaban que si Cristo fue hombre en
todos los sentidos, también lo sería como portador del pecado original (otro de los
dogmas del catolicismo). De esta forma, tanto para defender el dogma de la identidad
Hombre-Dios en la misma persona de Jesús como para defender el dogma de que
Cristo fue Hombre en todos los sentidos menos en el pecado, surgió el dogma de la
Inmaculada Concepción. La Inmaculada Concepción fue declarada dogma de fe por el
papa Pío IX en 1868.

 Virginidad perpetua de María (Antes, durante y después del parto). Según la teología
católica más tradicional (Cc Letrán, año 649), María fue siempre virgen, interpretando
las citas bíblicas sobre los hermanos de Jesucristo como "primos" o familiares, ya que
en el idioma judío no existe el significado cerrado de la palabra "hermano" que sí tiene
en otras lenguas.

 Asunción de María. María fue llevada al cielo ("asumida, asunta") después de su paso
por la tierra. Esta doctrina pertenece a la más antigua Tradición de las Iglesias Católica
y Ortodoxa (que hablan de la "dormición de la virgen" o del "Tránsito de María") y fue
declarado dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 mediante la
constitución apostólica Munificentissimus Deus.
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Otros dogmas y creencias católicos

 Creencia en que la Biblia por sí sola no presenta completa la revelación de Dios, ya


que se debe tener en cuenta la Tradición, es decir la palabra de hombres proclamada y
recibida oralmente por los apóstoles y sus sucesores, los padres de la iglesia, los papas
y los obispos.
 El valor de la oración, esto es, de la relación personal del individuo con su Creador.
 La doctrina de la sucesión apostólica.
 Imagen del papa como vicario de Jesucristo en la Tierra.
 Infalibilidad del papa en cuestiones de fe y moral cuando se expresa "Ex_cathedra".
 Veneración de la Virgen María. Viene ya de la especial mención a la Virgen en el
Credo. Se evidencia especialmente en un asombroso número de representaciones
marianas, recipientes cada una de un fervoroso culto popular, especialmente en
procesiones y peregrinajes: Nuestra Señora del Pilar, de Guadalupe, de las Viñas
(España), Nuestra Señora de Lourdes (Francia), la Madonna di Loreto (Italia), Nuestra
Señora de Luján (Argentina), Nuestra Señora de Guadalupe (México), Nuestra Señora
del Rosario de Lima, Nuestra Señora de Cocharcas , Nuestra Madre de la Merced,
Virgen del Carmen, Virgen de Chiquinquirá, Virgen de Coromoto, La virgen de
Betania (Venezuela), Virgen del Milagro, Santísima Virgen de Guadalupe de
Pacasmayo, Virgen de la Puerta y la Virgen de Chapi en (Perú)

Sacramentos
Sacramentos de iniciación cristiana:

Los católicos reconocen siete sacramentos:

 Bautismo

Nominalmente, la palabra bautizar significa "sumergir", "introducir dentro del agua";


la inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de
Cristo de donde sale por la resurrección con El (cfr. Rm. 6, 3-4; Col 2, 12) como nueva
criatura (2 Co. 5, 17; Ga. 6, 15) (Catecismo, n. 1214).
Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida
cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros
sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos
de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y
hechos partícipes de su misión (Catecismo, n. 1213).
San Pablo lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tit. 3,
5);
San León Magno compara la regeneración del bautismo con el seno virginal de María;
Santo Tomás, asemejando la vida espiritual con la vida corporal, ve en el bautismo el
nacimiento a la vida sobrenatural.
 Comunión.

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la
dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con
Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la
comunidad en el sacrificio mismo del Señor. [1]
 Confirmación
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Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el
conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser
salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este
sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda
1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más
íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo.
De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a
extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2)
[2]

Sacramentos de curación:

 Confesión o reconciliación.

De acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica:

Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada


de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el
hombre se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y
eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano
pecador.
Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la
confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este
sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión",
reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el
hombre pecador.
Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del
sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón y la paz" (OP, fórmula de la
absolución).
Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de
Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor
misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a
reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24). [3]
 Unción de los enfermos (antes llamada extremaunción)

Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros , toda la
Iglesia entera encomienda a os enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los
alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo;
y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios" (LG 11). [4]

Sacramentos de servicio a la comunidad:

 Matrimonio

"La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un


consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los
cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro
Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (⇒ CIC, can. 1055,1) [5]
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 Orden Sagrado

El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles
sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento
del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el
diaconado. [6]

Los mandamientos
Los diez mandamientos: Los 10 mandamientos según el catecismo de la iglesia católica,
adaptados de los libros de Éxodo (20, 2-17) y Deuteronomio (5, 6-21), son los siguientes:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.

Todos éstos se resumen en uno solo: Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como
a ti mismo.

Los preceptos de la Iglesia son cinco:

1. Participar en la Misa todos los domingos y fiestas de guardar, y no realizar trabajos y


actividades que puedan impedir la santificación de estos días.
2. Confesar los propios pecados, mediante el sacramento de la Reconciliación al menos
una vez al año.
3. Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos en Pascua.
4. Abstenerse de comer carne y observar el ayuno en los días establecidos por la Iglesia.
5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales, cada uno según sus posibilidades.

Los siete pecados capitales


Consideran siete pecados capitales:

 Soberbia u orgullo
 Gula
 Avaricia
 Lujuria
 Pereza
 Envidia
 Ira

A los pecados capitales se les oponen siete virtudes:

 Contra soberbia, humildad.


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 Contra avaricia, generosidad.
 Contra lujuria, castidad.
 Contra ira, paciencia.
 Contra gula, templanza.
 Contra envidia, caridad;
 y Contra pereza, diligencia.

Además, se consideran las Virtudes Teologales y las Cardinales.

Virtudes teologales

 Fe
 Esperanza
 Caridad

Virtudes cardinales

 Templanza
 Fortaleza
 Justicia
 Prudencia

Pecados veniales y mortales

Con base en lo anterior el catecismo de la Iglesia Católica reconoce 2 tipos de pecados,


veniales y mortales. Para que un pecado sea mortal (infracción grave que destruye la caridad
del hombre) se requieren tres condiciones: ‘Es pecado mortal lo que tiene como objeto una
materia grave (falta a uno de los 10 mandamientos) que sea cometido con pleno
conocimiento (que la persona sepa que la falta es un pecado) y deliberado consentimiento
(que la persona esté consciente de lo que hace y no lo haga bajo presión de personas o
circunstancias).

Actos buenos y actos malos

Según el catecismo de la Iglesia católica, existen actos buenos y actos malos (cf. 1755-1756),
donde un acto moralmente bueno supone al mismo tiempo la bondad del objeto, del fin y de
las circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo
bueno (como orar y ayunar "para ser visto por otros").

En cambio un acto malo puede ser malo ya sea porque el objeto de la elección sea malo
(como blasfemar) o porque la finalidad de ese acto sea ilícita. Independientemente de las
circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto;
por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el
mal para obtener un bien.

Dones del Espíritu Santo


Son siete:

 Don de sabiduría
 Don de entendimiento
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 Don de consejo
 Don de fortaleza
 Don de ciencia
 Don de piedad
 Don de Temor de Dios.

Catolicismo liberal

Porcentaje de la población bautizada.

La corriente que durante el siglo XIX se denominó catolicismo liberal, tiene raíces que se
remontan varios siglos atrás. En este caso, a la época del Renacimiento, ligadas al llamado
humanismo cristiano, cuyo principal exponente fue Desiderius Erasmus de Rotterdam, y para
el caso español, el grupo de intelectuales reunidos en torno a la Universidad de Alcalá de
Henares, fundada por el cardenal Jiménez de Cisneros.

Más adelante, en el siglo XVIII, la Ilustración influyó en varios círculos de católicos


franceses, belgas, alemanes y holandeses, constituyéndose doctrinas (galicanismo, molinismo
y josefismo, entre otras) que exaltaban el individualismo y la racionalización de las
concepciones y expresiones religiosas (libre albedrío, moral austera, rechazo a las prácticas
barrocas) al igual que una modificación de la organización religiosa, al apoyar los intentos de
creación de Iglesias nacionales. En el siglo XVIII esta corriente recibía el nombre de
catolicismo ilustrado. El catolicismo liberal mantuvo en el siglo XIX el siguiente desarrollo:

El neocatolicismo

Luego de la Revolución Francesa, y a raíz del avance del liberalismo en Europa, además de la
reacción de gran parte del clero católico, guiado por el papa, se dio asimismo una nueva etapa
del intento de conciliación entre los principios cristianos y las ideas surgidas de la Ilustración.
Este intento fue liderado en su mayoría por laicos y el bajo clero. Sus propuestas, con mayor o
menor éxito, influyeron sobre la Iglesia en la manera de ver las nuevas condiciones político-
sociales. De acuerdo con algunos especialistas, este intento se inscribe dentro de una
tendencia intelectual denominada neocatolicismo y es definida por el primero como una
propuesta de «escritores de la fe católica que modificaron la expresión de esta fe para
justificarla a los ojos de un público moderno separado de la Iglesia».

El neocatolicismo tuvo mucha influencia del catolicismo ilustrado del siglo XVIII. Por otra
parte, las propuestas neocatólicas durante el siglo XIX, época caracterizada por un dominio de
las corrientes tradicionalistas en la institución eclesiástica, tuvieron que soportar resistencias
externas e internas, teniendo que adoptar entonces posiciones defensivas.

La oportunidad para estas corrientes se dio gracias a que si bien la ciencia moderna había
quitado a la religión la posibilidad de explicar el mundo y el destino del ser humano, no había
podido aportar por sí misma nada que pudiera reemplazar los valores morales
tradicionalmente unidos a la representación religiosa del universo. De esta forma la religión
logró mantenerse en escena con credibilidad; por otra parte ella tenía la ventaja de que la
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verdad que enseñaba incluía el destino del hombre, algo que la filosofía de las luces no podía
ofrecer.

Sin embargo, aceptar como parte del "plan de Dios" aquellos valores modernos que gran parte
de la institución eclesiástica rechazaba suscitó resistencias internas. Las corrientes
neocatólicas -que tuvieron su gran centro de difusión en Francia y Bélgica- al tener la
característica de ser un cálculo conservador conjugado con una apertura al futuro, causaron
controversia tanto en sectores del catolicismo como en el público profano, quien nunca les
aseguró un buen porvenir.

Los primeros pensadores neocatólicos fueron principalmente Ballance, Chateaubriand y luego


Lamennais. Posteriormente otros escritores continuaron desarrollando sus legados, aunque
tomando opciones que giraron, en torno al socialismo, o hacia el liberalismo, distanciándose
mutuamente. Encontramos en esta etapa, entre muchos otros, a Charles de Coux, Philippe
Bucheoz, Fréderick Le Play y la llamada Escuela de Angers. No sobra recordar que este
proceso de adaptación e intercambio entre el catolicismo y el mundo secular continuó
desarrollándose hasta nuestros tiempos, teniendo su momento de reconocimiento por parte de
la institución eclesiástica con el Concilio Vaticano II (1962-1965).

Ballanche (1776 - 1847), escritor francés, mostró el camino. El primer paso lo dio en 1801
cuando publicó Du Sentiment (Del Sentimiento). Veinte años después ya había expresado la
idea de un cristianismo adaptado al presente, sujeto a la ley del progreso público. El mérito de
Ballanche estuvo en hacer del cambio una ley de Dios: en la marcha irresistible del género
humano Dios estaba sobreentendido. Para Ballanche, además, la filosofía de las luces se
convertía en una emancipación tardía del evangelio. Apoderándose del pensamiento de los
filósofos iluministas y tras dejar a un lado los aspectos considerados exagerados encontró los
elementos que podían ser recuperados en beneficio del cristianismo: la filantropía filosófica y
el deseo de igualdad que la constituye. En síntesis, el gran aporte de Ballanche fue la
justificación teológica del cambio, si bien no se atrevió a avanzar al terreno de lo político,
labor que sí efectuaron Chateaubriand y Lamennais.

Otro escritor neocatólico de reconocida influencia fue François Renato de Chateaubriand


(1768 - 1848). Poseedor de una gran riqueza de estilo y elocuencia en sus obras, dio un
segundo paso al suministrar al neocatolicismo uno de sus temas principales: comunicar a la fe
los «colores de la sensibilidad moderna». Formado inicialmente en la polémica contra los
filósofos de la ilustración, comenzó luego a buscar una conciliación por medio de la
rehabilitación de la religión frente al menosprecio de la razón filosófica. Hacia 1825 recibió la
idea de colocar al evangelio en el corazón de la política moderna llegando a la idea de un
catolicismo liberal. Acogió con gusto el movimiento Lamennasiano cuando este se fundó en
1830. A diferencia de Ballanche, Chateaubriand no vio impedimentos teológicos en la alianza
con el liberalismo. Para ello destacó que el cristianismo encerraba dentro de sí la «ley de la
moral», es decir, la igualdad, la libertad y la fraternidad, incorporando así el cambio y el
progreso humano a los planes de Dios. Llamaba entonces a la institución eclesiástica a no
rechazarlo, pues de lo contrario correría el riesgo de hacerse «ahistórica», elemento
contradictorio con su naturaleza: crecer y adaptarse a los tiempos y circunstancias.
Chateaubriand no obstante, consideraba el dogma como inalterable, condición básica para
mantener el otro elemento de la naturaleza del cristianismo: la perpetuidad.

Una vez admitida la unión entre la religión y la filosofía, no comprendía entonces por qué los
católicos y protestantes permanecían separados; era necesario lograr la reunificación, con
algunas concesiones de una parte y de otra, y de este modo hallar un nuevo esplendor para el
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cristianismo. Para que este nuevo esplendor fuera completo, Chateaubriand creía que el
cristianismo debía separarse del poder temporal:

Cuando las naciones perdieron sus derechos, la religión que entonces era la única
ilustrada y poderosa, se convirtió en su depositaria [...] pero esto ya no es necesario,
pues los pueblos recobraron este derecho...

Así, propuso al papado la abdicación de sus funciones temporales. Separar poder espiritual y
poder temporal era indispensable si se quería impedir que la religión «languideciera
degenerada». Pero sus propuestas -como las de todo el movimiento neocatólico- no sólo
fueron desatendidas por la mayor parte de la jerarquía católica, sino que recibieron fuertes
recriminaciones, ante las cuales Chateaubriand cedió; y es que en la Europa de la época para
mantenerse católico era preciso resignarse, como él y Ballanche lo hicieron, a que sus ideas
no fueran escuchadas.

Félicité Robert de Lamennais, fue otro de los grandes pensadores neocatólicos. Su caso es
particular, porque comenzó como un entusiasta ultramontano, y terminó fuera de la Iglesia
Católica exponiendo una particular versión del socialismo cristiano. En este caminar, aportó
también a la formación del catolicismo liberal. Comentemos, a continuación, lo referente a su
etapa liberal, hasta su ruptura con el catolicismo romano.

Lamennais, apoyando el ultramontanismo, en su tarea de defender la supremacía del papado,


paradójicamente, fue atacando el galicanismo de tal manera, que lo hizo entrar en lucha con el
mismo poder civil. Lamennais, buscando el bien de la Iglesia, pidió continuamente la
desvinculación de esta con la causa de las monarquías, propuesta que no causó ninguna gracia
entre los miembros de la curia romana.

Hacia 1829 este sacerdote llegó a pensar que la misión de los católicos, constituidos en una
especie de tercer partido independiente del poder, era la de conquistar a los liberales,
aliándose para lograr reivindicaciones comunes. Así, fundó en 1830 el periódico L'Avenir en
el cual hizo su propuesta político religiosa, la cual resumía en: libertad de conciencia y de
culto, de tal modo que el poder no se inmiscuyera en la enseñanza y el culto; libertad de
prensa, libertad de educación, libertad de asociación intelectual, moral e industrial.

Lamennais consideraba como una fatalidad el alejamiento de la Iglesia de la ciencia - la cual


estaba siendo considerada por los positivistas como lo único válido- aunque confiaba en que
este alejamiento no sería definitivo y que más adelante se daría al fin la anhelada conciliación.

Estas ideas expuestas en su periódico fueron expandiéndose rápidamente, provocando debates


no sólo en Europa sino también en América. En lo que respecta a Francia, la actitud de
Lamennais en contra del poder temporal provocó un conflicto con la autoridad civil. También
recibió la condena de los obispos locales.

Así, para buscar apoyo, Lamennais marchó en 1831 hacia Roma, siendo mal recibido; para
completar, a su regreso tuvo conocimiento de la encíclica Mirari Vos en la cual el papa
Gregorio XVI condenaba ciertas tesis defendidas en L’Avenir, especialmente la libertad de
prensa y la separación entre la Iglesia y el Estado.

Lamennais dio la impresión de someterse a esta condena; pero después se desahogó en su


libro Palabras de un creyente en el cual, utilizando un estilo profético llamó a los pueblos
oprimidos a rebelarse en nombre del evangelio. Predijo la muerte de la Iglesia romana, de
cuyas cenizas se restablecería viva la Iglesia militante. En su papel de profeta creyó que Dios
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había cegado a Roma a propósito -como al Faraón Egipcio- para apresurar el desastre y hacer
renacer la verdadera Iglesia. Poco después Gregorio XVI hizo una nueva condena del libro de
Lamennais en la encíclica Singulari Nos (1834). Lamennais, atrincherado en su orgullo,
abandonó el catolicismo romano.

Pese a los golpes y oposiciones, las ideas propiciadas por estos demás pioneros excedieron sus
personas y se tradujo en un movimiento más general que la jerarquía eclesiástica no pudo
proscribir por completo y que siguió desarrollando la idea de conciliar el dogma con el mundo
moderno. Este movimiento no fue homogéneo, existiendo en su interior una diversidad de
posiciones. Una de ellas fue el catolicismo liberal, que existió, como corriente de pensamiento
y como movimiento político-religioso tanto en Europa como en América Latina.

Los católicos seguidores de esta corriente, sensibles a los valores auténticos del liberalismo,
estaban dispuestos a abrirse a una concepción más moderna del hombre, más respetuosa de
los derechos de la persona y más individualista; sin embargo eran temerosos de sus excesos.
Consideraban al «mundo moderno» como una nueva época, aceptando sus instituciones y sus
valores. Por lo tanto, creían necesario ir por delante y mostrarle a una Iglesia dispuesta a
encarnarse en él.

La idea era cristianizar las instituciones liberales como lo había hecho en tiempos pasados con
la civilización grecorromana, con el movimiento de autonomía de los municipios en el siglo
XII, o con las aspiraciones humanistas del Renacimiento. No obstante, tuvieron que
enfrentarse al creciente poderío del catolicismo tradicionalista y sobre todo, a una facción de
éste, el catolicismo intransigente, que atacaba cualquier intento de conciliación con el mundo
moderno.

La coyuntura de la Revolución de 1848

Esta revolución, que sacudió por efecto dominó la mayor parte de los países de Europa, afectó
suficientemente las distintas corrientes del catolicismo, al punto que decidió el declive de una
de ellas: el catolicismo utópico, y provocó el debate candente —y a veces inmisericorde—
entre las opciones liberal y tradicionalista.

Esta revolución agudizó la crisis de los católicos del continente europeo, respecto a la actitud
a tomar frente al mundo moderno. ¿Podía admitirse, o debía rechazarse como intrínsecamente
malo? ¿Era una situación irreversible o un mal que debía combatirse?

El Antiguo Régimen había comenzado con influencia de cristianos y concedía a la Iglesia un


lugar en el corazón mismo de la vida nacional. En cambio, los promotores de un régimen
político y social nuevo, apenas podían llegar a él, más que combatiendo la influencia de la
institución eclesiástica católica y a veces, al mismo cristianismo.

Ese movimiento fue productivo en los países donde los católicos esperaban obtener libertad
de acción (como en Alemania y Holanda). En ellos, la redacción de constituciones liberales y
la declaración de libertad de cultos y libertad de asociación permitió a las minorías católicas,
que hasta entonces permanecían incomunicadas con Roma, iniciar una nueva etapa de
organización y crecimiento. En países como Italia, esta revolución favoreció los intereses que
buscaban la alianza con el Trono.

En Francia y Bélgica, la Revolución favoreció los intereses de los católicos liberales, quienes,
por primera vez, tuvieron una oportunidad para ser escuchados por la jerarquía eclesiástica; y
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es que la mayor parte de los obispos de estos países, o aceptaron los nuevos regímenes, o al
menos, no se opusieron abiertamente.

Bastiones del catolicismo liberal

Los paladines de esta conciliación en Europa fueron siempre los laicos, quienes de acuerdo a
las épocas y lugares, fueron recibiendo la «protección» de sus obispos, los cuales ayudaron a
defender su causa frente a la institución eclesiástica y el papado. Los principales bastiones del
catolicismo Liberal en las décadas de 1840 a 1870, fueron Francia y Bélgica. Las discusiones
suscitadas en estos países fueron más recalcitrantes, consecuencia de la personalidad e
influencia de sus protagonistas. Sin embargo, el problema subyacente, -relaciones Iglesia y
mundo moderno- era demasiado fundamental como para no tener discusiones análogas en
toda Europa occidental y los países latinoamericanos, obviamente, con los matices propios de
cada lugar.

El más representativo exponente del catolicismo liberal fue Charles Montalembert (1810-
1870). Antiguo discípulo de Lamennais, quiso contrarrestar la influencia de los intransigentes
en los organismos de opinión, y buscar un mayor público para su propuesta. Por ello se hizo
cargo, en 1855, de Le Correspondant, revista mensual que desde hacía más de 25 años
predicaba la alianza entre la Iglesia Católica y la libertad. Bajo su dirección llegó a tener más
de 3000 abonados, gracias a nuevos y antiguos aliados: Falloux, Foisset (piadoso magistrado
de Dijon), Alberto de Broglie, Agustín Cochin, Lacordaire y Federico Le Play, entre otros.

Montalembert y el catolicismo liberal francés defendió con ahínco la libertad de la Iglesia en


los regímenes liberales. Afirmaban que el catolicismo era una religión lo suficientemente
fuerte y sólida como para necesitar del apoyo de monarcas y jefes de Estado. Montalembert
fue el autor de la célebre exigencia que repitieron después obispos y laicos católicos en los
distintos estados liberales: «La Iglesia libre en el Estado libre».

Esta corriente encontró un consejero y frecuentemente un jefe en monseñor Dupanlup, gran


lector de los signos de los tiempos, que indicaban que el absolutismo y la monarquía eran cosa
del pasado. Por ello no dejó de indignarse contra las diatribas intransigentes y
promonarquistas que Veuillot y sus amigos lanzaban desde el periódico L'Univers.

El catolicismo liberal francés tuvo asimismo, adherentes en las grandes ordenes religiosas: en
los dominicos, gracias a Fr. Enrique Lacordaire; en el Oratorio, alrededor del Padre Gratry; e
incluso entre los jesuitas, con el Padre Ravignan. No obstante, siempre fue un grupo
minoritario dentro del catolicismo francés. El catolicismo liberal fuera de Francia tuvo focos
importantes en Bélgica, Suiza, Italia, Inglaterra y España.

En Bélgica, los núcleos católico-liberales fueron apoyados por los obispos y los canonistas de
la Universidad de Lovaina, quienes, si bien no tenían mayores simpatías por la ideología
liberal, eran muy conscientes de las ventajas concretas que ofrecían los regímenes
democráticos, y la libertad de la Iglesia frente al Estado.

En Italia el catolicismo liberal tuvo que librar batallas menos polémicas hasta 1848, debido a
que el país era más cristiano que Francia y la incredulidad apenas había entrado. Allí, el padre
Antonio Rosmini fue un abanderado de la causa católica liberal a través del periódico Il
Resorgimento. El núcleo de esta corriente se situaba en el norte de Italia, y pregonaban
reformas del catolicismo en sus instituciones e incluso en sus dogmas. Después de 1848,
cuando el papa decepcionó a los liberales interesados en la unidad italiana bajo su figura, los
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católicos liberales se convirtieron en propagadores de la independencia de los Estados
Pontificios.

En Inglaterra, la meca del liberalismo económico, un grupo de católicos conversos (entre los
cuales estaba Henry Newman) fundó The Rambler con la intención de reaccionar ante la
manifiesta inferioridad intelectual del catolicismo inglés frente a las demás confesiones de
Inglaterra, abordando problemas de la cuestión moderna.

Se fueron lanza en ristre contra la pésima educación del clero católico, cuestionaban la actitud
de los obispos, hasta que chocaron con el clero. Los prelados intervinieron para cerrar el
periódico, haciendo ver que allí, como en todo el mundo católico, la institución eclesiástica no
estaba preparada para admitir iniciativas por parte del laicado.

Al lado de estos grupos minoritarios, pero muy activos e influyentes, se encontraban los
numerosos «católicos moderados», es decir, los liberales-católicos y los «inconscientemente
liberales» en palabras de Mourain. Ellos abundaron después de 1860 en Europa, y estaban
dispuestos a tomar y dejar la enseñanza oficial de la Iglesia en caso de que esta hiriera
demasiado sus concepciones intelectuales o políticas. Este tipo de personas fue el que
generalmente expuso el ideario católico liberal en los países latinoamericanos, muchas veces a
nombre de un partido político.

Catolicismo en el mundo actual


El catolicismo contemporáneo se distingue por sus intentos de conciliar su doctrina con los
conocimientos científicos y proclamar la doctrina social de la Iglesia católica como forma de
influir en la vida sociopolítica mundial.

 Defensa de la vida: posición contraria al aborto y a la eutanasia. El aborto es


considerado por la Iglesia Católica el asesinato de un ser humano inocente (ya que
consideran que el huevo o cigoto ya es un ser humano desde el mismo momento de la
concepción). La eutanasia no es aceptada porque la Iglesia Católica cree que sólo Dios
tendría derecho a quitarle la vida a un ser humano.
 Oposición a la planificación familiar mediante métodos anticonceptivos: se basa en el
concepto de sexualidad que tiene la Iglesia Católica, por la que la sexualidad es a la
vez expresión de «amor y unión», de un lado, y fuerza de «procreación», del otro. Los
dos aspectos, según la Iglesia Católica, no se pueden separar el uno del otro. La iglesia
sí acepta el método de Billings y el método Ogino-Knaus a los que considera
naturales.
 Oposición a la clonación: Dado que para conseguir un solo feto "viable" se debe
"sacrificar" innumerables fetos que no cumplen los requisitos, la Iglesia se muestra en
contra de tales prácticas, abarcados en lo que se conoce como "Fecundación in Vitro".

Además, afirman que la dignidad humana exige que un niño nazca de un acto de amor sexual
de dos personas de distinto sexo.

 Defensa de la familia tradicional y oposición al uso de la palabra "matrimonio" entre


las parejas de personas del mismo sexo: por la misma razón del punto anterior, y por la
tradición católica.

A partir del Concilio Vaticano II, la iglesia católica ha mostrado una actitud mucho más
ecuménica frente a las otras iglesias cristianas.
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Véase también
 Lista de denominaciones cristianas del Catolicismo
 Iglesia Católica Romana
 Anglicanismo
 Iglesia Católica Apostólica Brasileña
 Iglesia Católica Antigua
 Iglesia Filipina Independiente
 Cristianismo
 Secta

Enlaces externos
 Commons alberga contenido multimedia sobre Catolicismo.
 Vatican.va Santa Sede (en español).
 Catecismo de la Iglesia Católica (en español)
 Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (en español)
 [7]-Respuestas para las preguntas sobre la doctrina católica que se hacen los
protestantes
 Modelo de carta para apostatar (exclusión de la Iglesia católica).
 Encuentra.com (portal católico).
 Iglesia.org.
 AciPrensa.com (todos los documentos del papa Juan Pablo II, noticias, y más)
 Evangeliza.com (sitio de la Nueva Evangelización, con información eficaz sobre la
Nueva Evangelización y la Nueva Apologética. Contiene secciones de:
evangelización, apologética, Biblia, superación pastoral, libros, cursos, noticias,
sectas, Nueva Era, mp3, testimonios, chat católico, etc.).
 Directorio católico
 Zenit - Documentos, noticias y informaciones - en español, inglés, italiano, portugués,
aleman y francés
 EWTN Red Católica Mundial
 RedCM Red Católica en Monterrey
 Página de información sobre sacramentos

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Catolicismo"

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