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RESUMEN CORTO DE "LOS GALLINAZOS SIN

PLUMAS"
Los gallinazos sin plumas es un cuento del escritor peruano Julio Ramón
Ribeyro, publicado en 1955. La obra trata sobre dos hermanitos
explotados duramente por su abuelo, quien los obligaba a recolectar
comida para un cerdo en los basurales de Lima. Es uno de los relatos más
famosos de la literatura peruana.

Resumen corto de la obra Los gallinazos sin plumas de Julio Ramón


Ribeyro

Efraín y Enrique eran dos niños pobres que vivían con su abuelo don
Santos, un anciano ávaro y abusivo. El viejo tenía un cerdo llamado
Pascual al que quería engordar lo más que se pueda para venderlo a buen
precio. Por eso obligaba a sus nietos a ir por los basurales para traer latas
llenas de desperdicios comestibles para el voraz chancho.

Así trabajaban los niños, hasta que Efraín regresó con un pie sangrando
por haber pisado un vidrio roto. La herida se infectó y pronto cayó en cama
con el pie muy hinchado. Entonces don Santos obligó a Enrique a trabajar
el doble para suplir la ausencia de su hermano. Desde entonces Enrique
debía llenar el doble de latas de comida para el puerco. Un día encontró
un perrito y lo llevó a casa para que haga compañía a Efraín. El perrito fue
bautizado como Pedro y alegró los dolorosos días de los niños.

Lamentablemente, Enrique cayó en enfermo de tos y fiebre. Pero el viejo


don Santos lo obligó a seguir trabajando. Uno de esos días, el niño volvió
y vio que su abuelo había matado al perrito y lo había dado de comida al
cerdo. Entonces Enrique le reclamó al viejo y éste lo abofeteó y lo mandó
al suelo. El muchacho agarró un palo y le golpeó en la cara. El viejo resbaló
y se convirtió en alimento para su propio chancho. Los niños huyeron de
la casa.
EL PROFESOR SUPLENTE
JULIO RAMÓN RIBEYRO

Una pareja de esposos, Matías y su esposa eran de clase media. Estaban tomándose un té,
una tarde, y hablando de los sufrimientos que atraviesan las personas de condiciones baja,
como ellos.
De pronto se vio interrumpido ante los sonidos de la puerta. Era el doctor valencia, quien
se iría de viaje; muy contento, le dijo Matías de ahora en adelante serás profesor, ya no
cobrador en transportes, y antes de que Matías hablara. Llamó al director y le dijo ya he
encontrado el profesor suplente que me remplazara. Continuó hablando, y esto te abrirá
las puertas, y podrás trabajar de docente en otros colegios, y quien sabe hasta en la
universidad; dicho esto abrazándolo se despidió; Matías no había reaccionado y mirando
a su esposa con un gesto lo prohibió comentario alguno, y luego dijo todo esto no me
sorprende. Un hombre de mi calidad no podía quedar sepultado.

Se encerró en su comedor, desempolvó los libros que tenía guardado; después de doce
años volvería a leer, la última vez que estudio fue para el examen de bachillerato, cosa
que no aprobó, y culpo al juez; prohibió que nadie lo molestara ni sus amigos Baltazar y
Luciano. Al día siguiente a las diez de la mañana con la lección aprendida para su
presentación se fue. Con el terno bien puesto.

Llegó al colegio. Le pareció muy temprano, camino hasta la esquina de un parque, saco
un pañuelo y se enjugó la frente, cuando detrás de una vitrina de discos, vio a un hombre
pálido que lo espiaba, constato que era su reflejo.se dispuso a regresar, el reloj de la
municipalidad ya marcaba las once.

De regresó al colegio en la entrada, sintió una confusión con la información que había
investigado, y todo se había mezclado en su mente, no sabía si la hidra era un animal
marino, o un monstruo mitológico y rápidamente consulto sus apuntes, ante el asombro
del portero que lo miraba, decidió retirarse, camino y camino y ya su mente se había
confundido. Desconcertado se regresó al parque y ahí estuvo hasta que un campanazo
parroquiano lo hizo volver en sí, todavía estaba en la hora. Con la virtud que el tenia de
terquedad regreso al colegio. Y cuando estuvo a punto de entrar, vio a unos hombres que
lo observaban lo hizo recordar al jurado de su infancia. Y se retiró, el portero corrió y le
dijo no es usted el profesor Matías palomino, profesor de historia; sintiendo que era una
burla, dijo yo soy ¡cobrador!; camino a su casa. Su esposa lo esperaba con los brazos
abiertos; y le pregunto cómo te ha ido magnífico dijo, los alumnos me aplaudieron. Y se
echó a Llorar. Esto ha sido el resumen del cuento el profesor suplente.

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