Está en la página 1de 2

Soy enfermera hace ya casi 3 años, a pesar de no llevar tanto en el rubro me han pasado varias

cosas que han significado el cambio de mi pensamiento. Recuerdo que, en el año 2015, cercano al
mes de abril, yo era interna de enfermería, ya era mi segundo internado si que ya tenia mas o
menos dominado el hecho de de que era la interna de los mandados. Pero bueno sigo contando.
Estaba en ese momento en el servicio de medicina de un hospital penitenciario, es ahí cuando se
da la alarma de paro cardiorrespiratorio, en este hospital se hace tocando un timbre ya que no hay
altavoces, todos corrimos a ver si podíamos ser de ayuda. Era un joven de unos 22 años que
llegaba por un “puntazo” como se le dice en lenguaje carcelario, en lenguaje medico era una
penetrante cardiaca, era un reo que estaba en visita con toda su familia, esta tenía altercado con
otro reo y el sin mas decidió agredirlo ese día, llego a la sala de reanimación sin pulso , por ende se
iniciaron las labores de reanimación, todo esto pasaba frente a la mirada atónita e incluso burlona
de algunos, desde fuera se escuchaban los gritos despavoridos de alguien que al parecer era su
polola o mama. Se hicieron maniobras de reanimación por lo menos 40 minutos a lo cual no
respondió, por ende, se dio su hora de muerte y como el show había terminado, gendarmes y
otros mirones se fueron del lugar. Quedamos hay algunos internos, doctores y enfermeros. Y esta
es la parte que me dejo perpleja. Había un ser humano que independiente de su delito merecía un
trato digno, aunque sea después de su muerte. Recuerdo que les costo mucho intubarlo mientras
lo reanimaron hasta que lo lograron, aunque ciertamente no sirvió de nada. Luego de que paso
todo lo relatado arriba el medico dijo “quien quiere practicar”, en su mano había un laringoscopio
y yo me pregunte “VERDAD ESTA OFRECIENDO ESO”, no se demoró mucho en responder uno de
los internos de enfermería y aceptar el ofrecimiento del doctor. Se acerco junto al cuerpo del joven
y empezó a meter el laringo en su boca. Y así pasaron por lo menos 4 o 5 internos, mas algunos
tens que al parecer nunca habían visto un par de cuerdas vocales. Hasta que llego mi turno, yo por
supuesto me negué, había quedado tan choqueada con el hecho de verlo morir y después que
probaran con su cuerpo, que sinceramente no pude. El doctor me dice esta será una de las mejores
oportunidades para aprender, solamente moví mi cabeza negándome nuevamente y me retire del
lugar, luego muchos se me acercaron preguntándome porque no había probado, claramente no
conteste ninguna de sus preguntas. A veces pienso porque me negué, y solamente encuentro una
respuesta “NO HAGAS CON TUS PACIENTES LO QUE NO QUIERES QUE HAGAN CONTIGO O TUS
FAMILIARES”. Hace poco yo había perdido a mi papa y a mi hermano en diferentes circunstancias y
sinceramente no hubiera querido que practicaran con ninguno de ellos. Y es por eso que me negué
y ahora ya siendo enfermera, siento que hice muy bien. Siempre debemos tener respeto por la
vida, independiente de cuales sean las circunstancias, nosotros estudiamos y nos formamos con la
idea de cuidar y entregar un servicio de calidad, no para estar juzgando sin más.

Recuerdo mi primera experiencia laboral, hace aproximadamente un año y medio, yo


trabajaba como enfermera en un Cesfam de la comuna de lo espejo, donde los recursos no
siempre están a disposición del personal, ya sea por mala gestión o simplemente porque la
comuna no los tiene disponibles.
Me toco ser parte del área de postrados y conocí a un paciente, que coincidentemente era
el abuelo de una compañera de mi sobrina, era un hombre joven de unos
aproximadamente 56 años, al cual le había encontrado un tumor en la columna vertebral,
fue silencioso hasta que un día lo abalanzo a la cama y jamás se levantó, yo lo conocí
cuando él ya estaba en cuidados paliativos, ya no se podía hacer más por el medicamente,
solamente controlar su dolor y que sus últimos momentos fueran lo más ameno posible.
Estuve aproximadamente 3 meses viéndolo todos los jueves o cuando requiriera algún
procedimiento SOS, como vivíamos medianamente cerca, le dije a su esposa e hijas que, si
necesitaban de mi ayuda en algún momento que no fuera en horario de atención, me
llamaran o me fueran a buscar y yo iba sin problemas, ellos estaban muy agradecidos por
todo. Bueno a medida que iba pasando el tiempo fui dándome cuenta del deterioro que
estaba teniendo, de un día para otro dejo de comer y tomar líquidos, sí que hubo que
ponerle suero constantemente para que no se deshidratara, estaba muy mal y recuerdo
que su familia estaba muy triste, tristeza que a uno sin ser familiar directo le afectaba
mucho. La última visita que le hice estaba muy mal, uno como persona de la salud se da
cuenta cuando alguien morirá, o yo me di cuenta, la verdad no lo sé. Ese día tenia una tez
acerada la cual me hizo pensar que ya estaba cerca de su hora, efectivamente pasaron dos
días y este paciente murió, se informo al cesfam y yo acompañe al doctor a hacer el parte
de defunción. Ese día se me acercaron muchos familiares a agradecerme por haber estado
tan cerca de él, más allá incluso de mi trabajo. Su esposa me dijo “el otro día cuando vino
a verlo yo me fije en su cara y usted tenia cara de pesar, como que sabía que el moriría
luego, pero que no nos quiso decir”. A pesar de saber quizás esas cosas, no se pueden
verbalizar, pero me di cuenta que mi cara lo expreso todo, y ellos como familia lo
entendieron así. Creo que a sido una de las experiencias mas triste, pero a la vez
enriquecedoras que he tenido, me demostró que cuando un hace bien su trabajo, es
recompensada en muchas cosas más.

También podría gustarte