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Gracias al alma sensitiva el hombre posee facultad sensitiva, es

decir, tiene la capacidad de conoces a través de los sentidos los


caracteres sensibles (formas accidentales o accidentes) de los
seres concretos. A este conocimiento a través de los sentidos
Aristóteles lo llama conocimiento sensible. Los aspectos
involucrados en este se pueden dividir en sentido externo y
sentido interno.

Los sentidos externos son la vista, oído, olfato, gusto y tacto, los
cuales captan los caracteres sensibles de los objetos en la medida
en que los objetos están presentes. Esta captación se llama
sensación y es el primer momento del conocimiento sensible.

Un segundo momento en el conocimiento sensible estaría dado


por los sentidos internos que, a diferencia de los externos, no
exigen la presencia inmediata de sus objetos. Estos son los
siguientes:

─ Sentido común capacidad que nos permite distinguir los


caracteres sensibles pertenecientes a sentidos distintos,
diferenciarlos y asociarlos entre sí. Unificar las sensaciones que
son productos de varios sentidos en la imagen única del objeto

Fantasía o imaginación, capacidad de reproducir las imágenes de


los objetos percibidos anteriormente en ausencia de los mismos.
Permite, incluso, crear las imágenes

Memoria, capacidad para almacenar y fijar las imágenes de los


objetos ya elaboradas. Además de la memoria, como capacidad
de almacenar, distingue el recuerdo como capacidad de actualizar
y localizar lo memorizado en un momento del pasado.

La imaginación desempeña un importante papel en el


conocimiento humano, pues al posibilitar la reproducción mental
de objetos percibidos anteriormente en ausencia de los mismos
permite, según Aristóteles, el trabajo del entendimiento. Esta
actividad se ve reforzada por la memoria, que acumular y
actualiza(recuerda) imágenes pasadas.

Estimativa: nos hace conocer, sin ningún tipo de experiencia, lo


que conviene o es dañoso para el individuo

Según Aristóteles, el alma sensitiva tiene capacidad para ser


cualquier forma accidental (= carácter o forma sensible de una
cosa). Ante la presencia del color rojo, de una textura rugosa, etc.,
el alma pasa de tener capacidad para ser estas formas
accidentales a ser estas formas accidentales (en lenguaje
aristotélico, las adopta en acto). Una vez que esas formas
accidentales están ya en el alma, el sentido común las agrupa
formando una imagen única de un objeto: por ejemplo, la imagen
de un árbol; luego interviene la imaginación, que reproduce o
crea las imágenes, y la memoria, que ayuda a fijar tales imágenes.
Pero el hecho de que el sentido común, la imaginación y la
memoria construyan una imagen sensible tan solo implica que se
acaban las posibilidades del conocimiento puramente sensible, no
implica que se haya llegado al conocimiento intelectual ni al saber
científico.

El conocimiento sensible es el punto de partida de todo


conocimiento. Pero las sensaciones recibidas a través de los
sentidos, y las imágenes formadas a partir de ellas, lo son de algo
particular, El conocimiento del universal es obra del
entendimiento o intelecto, que es una capacidad propia
exclusivamente del alma racional o humana. El conocimiento del
universal es el conocimiento de las formas substanciales (la causa
formal o esencia) que constituyen las especies

El entendimiento activo o agente Es la capacidad de abstraer, a


partir de los caracteres sensibles y particulares (formas
accidentales o accidentes) de los seres individuales, las formas
inteligibles y universales. Se trata, por tanto, de una especie de
puente entre lo sensible y lo inteligible. Lleva a cabo esta tarea al
recibir las imágenes sensibles de la fantasía y la memoria (donde
todavía conservan su particularidad), y establecer comparaciones
entre ellas, despojándolas totalmente de su particularidad para
dar lugar a otras formas más generales que abarcan las
anteriores. El entendimiento activo, al generalizar, va elevando los
rasgos sensibles particulares recibidos por los sentidos a grados
cada vez más altos de generalización. Por ejemplo, primero
nuestros sentidos externos nos ofrecen los rasgos particulares de
determinados caballos. En un segundo momento del
conocimiento sensible esos rasgos sufren una unificación al ser
recibidos en el sentido común, luego la imaginación crea
imágenes sensibles de los caballos y la memoria fija tales
imágenes. De aquí, el entendimiento activo al separar y no
considerar las cualidades que los diferencian, puede llegar a la
“forma” universal o esencia de caballo, que estaba incluida en los
distintos caballos.

El proceso de abstracción consiste, pues, en una operación


intelectual en la que se separan los caracteres materiales y
particulares de los objetos conocidos sensorialmente para
quedarse sólo con la forma universal o esencia de una cosa.

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