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PILARES DEL ÈXITO


DEL ÉXITO

P. Walter Malca Rodas; C.Ss.R.


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INTRODUCCIÓN

Los seres humanos, desde lo más profundo de nuestro corazón, deseamos


ser exitosos, pues el éxito es un bien apetecible que todos, de una u otra manera, lo
buscamos. Muchos, ante los primeros embates de la vida, se desaniman y dejan de
luchar; pero hay otros, lamentablemente pocos, que siguen luchando con la
esperanza de ver cristalizados sus más caros anhelos. Todos, desde lo más
profundo de su corazón, desearían saber cuáles son los principios o claves
esenciales del éxito, para ponerlos en práctica, y así alcanzar el triunfo que tanto
anhelan. En este libro revelaré esos principios que, como pilares, sostienen las
estructuras colosales del edificio majestuoso llamado ÉXITO. Pero esa revelación la
haré al final de la obra, pues antes es conveniente hacer un recorrido por la
experiencia de éxito de gente que ha tenido logros significativos en nuestro país.
Previo a hacer ese recorrido permítame darle una buena noticia: ¡USTED
PUEDE TRIUNFAR! Este es el mensaje simple y sencillo, pero a la vez profundo y
realista que quiero transmitirle en este libro. Usted puede triunfar porque ha nacido
para eso: para ser un triunfador. Esta condición está inscrita desde el primer
momento en que le engendraron sus padres. Todos sabemos que en un encuentro
sexual el varón aporta millones de espermatozoides y la madre aporta un óvulo.
Todos esos espermatozoides luchan para fecundar el óvulo y sólo uno logra ese
cometido. Esto quiere decir que en el momento en que le engendraron sus padres
había millones de seres posibles luchando para venir a este mundo, pero usted fue
el que triunfó. Por eso puedo decirle que usted desde el primer momento de su
existencia tiene el rótulo de: “¡CAMPEÓN!”. ¡Usted es un campeón de la vida!
Por esta razón no debe desalentarse ante las adversidades; la lucha es
parte de la vida y es querida por Dios. Ella, lejos de ser una maldición, es una
bendición, puesto que nos presenta las oportunidades para demostrar nuestra
fortaleza. Si alguna vez, por circunstancias de la vida, salimos derrotados pensemos
que no es el final del camino. Una cosa es tener derrotas en la vida, y otra cosa es
ser un derrotado en la vida. Derrotas siempre habrán, pero eso no significa que
seamos unos derrotados. Las derrotas pueden ser trampolines para llegar al éxito, si
somos capaces de asumirlas en nuestra vida con coraje y valentía; y si tenemos la
suficiente sabiduría para extraer de ellas las lecciones más importantes, que pueden
conducirnos al éxito.
El triunfo es nuestra meta, es nuestra vocación, es la llamada más potente y
poderosa que late en lo más profundo del corazón humano. Esta vocación se
encuentra enraizada, como hemos dicho más arriba, en el primer momento de
nuestra existencia. Este triunfo primigenio que hemos tenido en el momento en que
nos engendraron nuestros padres es la prueba de que podemos alcanzar grandes
triunfos en nuestra vida y es la figura del gran triunfo que tendremos al final de
nuestra existencia con Jesús, en la resurrección. Por eso, en nuestra vida no debe
haber espacios para el desaliento. Si alguna vez caemos, no nos angustiemos
pensando que es nuestra ruina. Tengamos la suficiente valentía para levantarnos y

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seguir caminando con la frente en alto, con la confianza de que “no es tan fuerte el
hombre que nunca cae, sino el que cae y sabe levantarse”. Para ello contamos con
la fuerza y la gracia de Dios.
Este es un libro que trata sobre el éxito. Soy consciente que esta palabra es
muy ambigua. Hay gente que entiende el éxito como dinero, poder, fama, etc. Estas
realidades pueden ser formas o expresiones del éxito, pero no agotan toda la
riqueza de lo que implica este concepto. Incluso, pueda que haya gente que tenga
mucho dinero, mucho poder y mucha fama, pero en el fondo no han conocido el
éxito verdadero. Yo entiendo al éxito desde su forma más original. Para ello es
necesario que nos remontemos a su etimología.
La palabra éxito, etimológicamente, está emparentada con la palabra éxodo,
que literalmente quiere decir salida. Por tanto, el éxito es un éxodo, es decir una
salida. ¿Una salida de qué y hacia dónde?, podemos preguntarnos con justa razón.
La respuesta es la siguiente: el éxito es una salida de una situación dificultosa y
complicada hacia un estado de bienestar. Desde esta perspectiva podemos decir
que existen varios tipos de éxito. Existe el éxito económico, el éxito laboral, el éxito
profesional, el éxito familiar, el éxito social, el éxito espiritual, etc. Pero todos estos
éxitos son parciales y limitados, si no conducen a la paz y a la felicidad. Por tanto, el
verdadero éxito es aquel que lleva al hombre a su plenitud y a su realización. Este
es el éxito que deseo que usted alcance. Y con este libro quiero animarle para que
se atreva a perseguir los más bellos sueños y las grandes utopías que brotan de su
corazón. Es muy posible que alguien le diga: “¿Estás loco? No lo intentes. Es
imposible”. No escuche esas voces. Solamente escucha la voz de tú corazón, donde
resuena la voz de Dios, que le invita a perseguir sus sueños e ideales.
Por eso, con este libro quiero transmitirle un mensaje de aliento y esperanza,
a través del ejemplo de diversas personalidades de nuestro país, cuyos testimonios
nos dicen que es posible triunfar, porque ellos lo lograron sorteando muchas
dificultades. Entre estas personalidades que han tenido la gentileza de regalarme un
poco de su valioso tiempo para contarme las claves de sus éxitos se encuentran:
Fernando de Szyszlo, Gisela Valcárcel, Frieda Holler, Teófilo Cubillas, Elvira de la
Puente, Ernesto Pimentel, Armando Robles, Federico Salazar, Sol Carreño, José
Escajadillo, Javier Talavera, Mons. Héctor Miguel, Dr. Ciro Maguiña, Fernando
Armas, Jorge Vega, Freddy Ternero, Hna. Rosa Inés, Dra. María Angélica, Oscar
Rodríguez. También acoto la experiencia de dos empresas, Editorial Hilder y
Topoequipos Medina, cuya historia es ejemplar. A todas estas personas, naturales y
jurídicas, quiero expresarles mi eterna gratitud por su gran disponibilidad, que el
Señor bendiga con creces su generosidad. Estoy seguro que estas historias de éxito
llevarán mucha luz a su vida y le dará la inspiración necesaria para luchar por sus
sueños.
En una ocasión un amigo, muy querido, me dijo: “Si quieres tener éxito, no
leas libros que hagan teoría de este tema; lee más bien historias de gente exitosa,
porque son ellos quienes pueden enseñarte el camino del éxito, dado que ellos ya lo
recorrieron”. Inspirado en el consejo de este gran amigo, eso es lo que hago en este
libro: me he propuesto narrarle historias de gente representativa que en nuestra

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patria ha alcanzado logros significativos en su vida personal, familiar o empresarial.
Estas narraciones las hago no con un afán de frivolidad, sino con un afán
constructivo. Muchas veces me he puesto a pensar ¿Qué necesita nuestro país para
salir del sub desarrollo? La respuesta es evidente: nuestro país necesita desarrollo.
Ahora bien, ¿cómo lograr el desarrollo? La respuesta también es simple: “siguiendo
los pasos de aquellas personas que han logrado salir adelante”. Por eso, a los
protagonistas de este libro los presento como modelos a seguir. Es cierto que estas
personas también tendrán sus defectos, como todo ser humano, pero tienen muchos
valores y muchas virtudes, que podemos imitar.
Con esto no quiero decir que usted deba hacer lo mismo que estas
personas han hecho para salir adelante. No, eso sería contraproducente, porque
usted es un ser único. Lo que quiero decir es que, igual que ellos, aprenda a
descubrir su originalidad y su misión en el mundo, y a partir de ello tenga la valentía
de labrar su propio camino, y caminar por su propio sendero.
Yo deseo que este libro sea un aporte para el Perú, porque amo
entrañablemente a mi patria. Mi sueño es forjar una abundante generación de gente
triunfadora para tener un Perú triunfador.
Que el Señor nos bendiga y nos acompañe.

P. Walter Malca Rodas; C.Ss.R.

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DESCUBRIR LA RIQUEZA INTERIOR
(Planteamiento)

Cuenta la historia que un hombre se encontraba conversando con su hijo


pequeño. El papá le pregunta al niño: “Hijo, ¿qué quieres ser cuando seas grande?”.
El niño le responde: “Yo quiero ser un idiota, papá”. “¿Un idiota?”, le pregunta
estupefacto el padre. “Sí, un idiota, papá”, le responde sin vacilar el niño. “Hijo, ¿por
qué dices que quieres ser un idiota?”, vuelve a inquirir el padre. “Yo quiero ser un
idiota porque cada vez que salimos a la calle dices: “Mira a ese idiota ¡qué casa más
bonita tiene!”. “Mira a ese idiota, ¡qué carro más bonito tiene!”, “Mira a ese idiota,
¡qué mujer más hermosa tiene!” Así es que, si los idiotas triunfan, yo quiero ser un
idiota”. Esta anécdota, un tanto chistosa, nos ayuda a comprender que en nuestro
mundo hay mucha gente llena de envidia, como es el caso de este señor, pues
siente rabia y tristeza por el éxito de los demás.
La envidia, precisamente, es un sentimiento que consiste en sentir tristeza por
el éxito ajeno. Muchas veces, la gente llevada por esta emoción hace daño a los
demás. Pero la envidia no solamente hace daño a la persona envidiada, sino
también a la persona envidiosa, porque quienes tienen estos sentimientos no son
felices, dado que siempre viven insatisfechos con sus logros. Para ellos, nada es
suficiente.
Las personas que sienten envidia tienen un problema de autoestima, porque
se sienten inferiores. La persona envidiosa coloca su valía personal en la persona
envidiada. Por lo tanto, no es dueña de sí. Es un ser enajenado. Por esta razón, si
alguna vez se sorprende a sí mismo teniendo envidia, por favor, no eche la culpa a
los demás acusándolos de algo. Tome conciencia que el problema está dentro de
usted, dado que en su corazón hay un vacío que necesita ser llenado con amor.
Descubra su valor como persona y definitivamente dejará de envidiar.
Los sentimientos de envidia son cuantiosos en el corazón de la gente. Yo creo
que es una de las principales causas de pobreza en el Perú y en el mundo 1.
Permítanme ilustrar esta idea con el siguiente ejemplo: “Dicen que un hombre
estaba vendiendo camarones chinos en el mercado. Tenía dos tipos de camarones:
los camarones chinos y los camarones peruanos. A los camarones chinos los tenía
en un balde bien tapado y a los camarones peruanos los tenía en un balde
destapado. Una mujer, que era bien observadora, le preguntó: “¿Por qué a los
camarones chinos los tiene tapados y a los peruanos los tiene destapados?”. “La
respuesta es muy sencilla, -respondió el hombre- a los camarones chinos los tengo
tapados porque cuando uno intenta salir todos los demás lo empujan desde abajo y
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Al respecto el Comunicador Social Eduardo Colfer ha escrito un interesante ensayo titulado “Ensayo sobre el
origen de la idiosincrasia peruana (Ensayo Histórico y Sociológico)”, en el que dice lo siguiente: “Un porcentaje
aproximado del 85 % de nuestra población peruana, tienen el Complejo de Inferioridad y Baja Autoestima;
rasgos negativos que nos dividen y mientras no comprendamos esta conducta anormal, no podremos salir
adelante individualmente, ni colectivamente, siendo casi imposible lograr el desarrollo de nuestro País”.

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así, todos van saliendo, uno a uno; en cambio, a los camarones peruanos los tengo
destapados porque cuando uno intenta salir los demás lo jalan para abajo. Así es
que no hay razón para tenerlos tapados”.
Esta historia nos ayuda a comprender la magnitud trágica que tienen los
sentimientos de envidia. Si es que en nuestro país estamos abajo es porque muchas
veces, por el individualismo, no nos apoyamos para salir adelante, porque no unimos
fuerzas para triunfar. Generalmente, a la gente que está saliendo adelante, a
quienes están cosechando éxitos, se les suele envidiar y por esa envidia, cuantiosas
veces se les trata de hundir y, a veces, se logra. Esto es trágico y letal para el
progreso personal y social del país, dado que muchas veces, por estos nefastos
sentimientos, se entierran cualidades y se hunden potencialidades. Por eso, no
estoy de acuerdo con aquellas corrientes de pensamiento que dicen que “la causa
de la pobreza en el país son los ricos que explotan a los pobres y los países ricos
que explotan a los países pobres”. Esto es una verdad a medias. Es cierto que hay
ricos que explotan a los pobres y países ricos que explotan a los países pobres, pero
también es cierto que hay pobres que son generadores de su pobreza.
Por eso, creo que la solución al problema del país no está en quitarles a los
ricos su riqueza y repartirla a los pobres. Esa es una solución barata y nefasta. Yo
creo que la solución al problema de la pobreza es ayudar a descubrir la riqueza
interior de la gente. Esto implica desarrollar la autoestima de las personas. Dice el
Dr. Nathaniel Branden: “La autoestima no es el sustituto del techo sobre nuestra
cabeza, de la comida en el estómago de uno, pero aumenta la probabilidad de poder
encontrar la manera de satisfacer tales necesidades. La autoestima no es el
sustituto del conocimiento y de las habilidades que uno necesita para actuar con
efectividad en la vida, pero aumenta la probabilidad de que uno las pueda adquirir”.
Dicho en otras palabras, podríamos formular la idea de la siguiente manera:
La autoestima no te va a dar el techo para vivir, la ropa para vestir, el alimento para
alimentarte; pero sí te va a dar la energía necesaria para conseguir la casa, el
alimento y la ropa. Por esta razón pienso que si queremos mejorar las condiciones
sociales de nuestros pueblos tenemos que mejorar nuestra autoestima, que exige la
capacidad de valorarnos, de sentirnos dignos y de creer que sí podemos salir
adelante. Para ello tenemos que superar una serie de creencias y actitudes: Una de
esas actitudes es el complejo de la víctima.
El complejo de la víctima consiste en la actitud de creer que los demás son
responsables de nuestras desdichas. Es una actitud funesta que no nos ayuda a
crecer y a madurar, porque si los demás son responsables de lo que me pasa, no
hay posibilidad de cambio, dado que las cosas cambiarán cuando los demás
cambien. Y eso es casi imposible. En realidad somos nosotros los que tenemos que
cambiar; el cambio no viene de afuera, sino de adentro. Por eso, cada persona debe
asumir la responsabilidad de su vida. Debe creer que sí puede mejorar sus
condiciones de vida, sin esperar mucho de los demás, de la política, del gobierno,
etc.
El complejo de víctima en muchos de los peruanos, e incluso de mucha gente
latinoamericana, es un legado histórico cultural que se arrastra desde la época de la

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conquista. En nuestro medio hay mucha gente que añora idílicamente el imperio de
los Incas, creyendo que fue la sociedad ideal a la cual debemos regresar para
realizar nuestros sueños. Quienes tienen estas creencias suelen tener mucho
resentimiento contra los conquistadores considerándolos como los seres más
malvados que han existido sobre la faz de la tierra. En esta forma de pensar y de
sentir hay algo de verdad y mucho de mentira.
Es cierto que el Tahuantinsuyo fue un imperio digno de admirar en muchos
aspectos, pero también hubo injusticias, pues el imperio se forjó por el sometimiento
de otras culturas más pequeñas y más débiles. Entonces los incas también fueron
conquistadores. Además, sabemos que cuando llegaron los españoles los dos
hermanos Huáscar y Atahualpa estaban en pugna por el poder. Por tanto, entre ellos
hubo rivalidad, ambición, traición, pues algunos estaban a favor de los españoles.
Entonces no es cierto que los incas fueron santos, puros e inmaculados. Es cierto
que fue una cultura grandiosa, pues cuando uno observa los restos arqueológicos,
despierta mucha admiración su grandeza y su ingenio, que debe servir de
inspiración para forjar un Perú distinto, mucho mejor que el Tahuantinsuyo.
Por ejemplo, si alguien nos pregunta: “¿Cuál es el símbolo máximo del Perú,
nuestro emblema cumbre, del cual los peruanos estamos orgullosos y por el cual
nos identifican en el extranjero? Es evidente que la respuesta es: Machupicchu. Este
monumento, realmente es majestuoso y digno de admirar. Pero ¿cuándo fue
construido Machupicchu? La mayoría de arqueólogos e historiadores modernos
coinciden que fue construido por el Inca Pachacútec, en el siglo XV. Esto quiere
decir que nosotros admiramos cosas pasadas, eso está bien, a condición que inspire
nuestra vida actual y nos ayude a proyectar nuestro futuro. Esto también quiere decir
que la gente que viene del extranjero a ver Machupicchu admira a nuestros
antepasados, pero, no tanto a nosotros. Esto debe hacernos pensar: ¿Qué podemos
hacer o qué estamos haciendo para que, junto a nuestro legado histórico, nos
admiren también a nosotros? ¿Qué estamos haciendo para que las generaciones
futuras admiren a la nuestra? Yo creo que Machupicchu está ahí para proclamar
nuestra grandeza, para decirnos quiénes somos de verdad, e inspirarnos a hacer
cosas grandes y bellas. Definitivamente tenemos que dejar de vivir de glorias
pasadas. Debemos estar orgullosos de nuestro pasado, pero también de nuestro
presente y confiados en nuestro futuro.
Por otra parte, es cierto que los conquistadores vencieron a los Incas, pero
con su llegada han dejado algo bueno, algo magnífico, algo muy valioso: nos han
dejado a nosotros. Si ellos no hubiesen conquistado estas tierras nosotros no
hubiésemos existido. Es bueno comprender que nosotros, los de la generación
actual, fundamentalmente somos la síntesis de dos culturas: la Inca y la española.
Por nuestras venas corre sangre indígena y sangre española. En nuestros genes
está el legado de la genialidad de los incas y de la fuerza de los españoles.
Verdaderamente somos hijos de bravos guerreros incas y de los gloriosos
conquistadores. Esa es nuestra identidad. No hay que tener sentimientos de
inferioridad, no debemos tener el complejo de víctimas. A nosotros nadie nos

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conquistó. Somos hijos de conquistadores. Esa es nuestra herencia. Reconciliados
con nuestro pasado, tenemos que sentirnos orgullosos de quienes somos.
Si queremos construir nuestra identidad tenemos que construirla aceptando
nuestra historia sin lamentos y tomando conciencia de que somos un país donde hay
una convergencia de una pluralidad de razas: están los indios, los cholos, los
mestizos, los negros, los blancos, los chinos, los japoneses, etc. Tenemos que
aprovechar lo mejor del legado de nuestra historia. Desde este enfoque podemos
decir: “Gracias Pachacútec, por legarnos un ejemplo digno a seguir y gracias
Francisco Pizarro por legarnos tu sangre de conquistador. En fin, gracias a Dios por
la vida, y por nuestra raza”. Este planteamiento es totalmente evangélico, pues
Jesús dijo: “La verdad les hará libres” (Jn. 8,32). Y ésta es la verdad de nuestra raza:
Quien no esté de acuerdo con ello, que demuestre lo contrario.
Hacer este cambio de mentalidad es descubrir nuestra riqueza. Cuando la
gente descubra su riqueza interior también será capaz de generar riqueza material.
Entonces el reto más urgente es forjar gente con riqueza interior. La explicación es
muy sencilla: si tenemos un grupo de diez personas y cada persona es mediocre,
tenemos un grupo de gente mediocre; pero si tenemos un grupo de diez personas
que son gente creativa, entusiasta y triunfadora, entonces tenemos un equipo de
gente entusiasta y triunfadora. Así de sencillo. Este ejemplo, lo podemos ampliar a
un nivel macro: “Si los peruanos nos sentimos derrotados, somos un país derrotado;
pero si los peruanos nos sentimos triunfadores, tendremos un país triunfador”. Las
cosas son así de simples. Por lo tanto, la solución está dentro. La solución está en el
crecimiento personal que debe buscar cada persona. En la medida que tengamos
gente grande, tendremos un país grande, un país digno, un país próspero.
La gente con riqueza interior no envidia, sino admira. Admira a los grandes y
aprende de ellos, e incluso los supera. No en un afán competitivo, sino que su
progreso es la expresión de su crecimiento interior. La gente que admira es
verdaderamente sabia y tiene un afán por aprender. De hecho, aprende de los
grandes, de los exitosos y también aprende de los pequeños. En fin, el sabio que
tiene riqueza interior nunca se considerará un maestro, sino un eterno aprendiz.
En esta oportunidad, me he acercado a los exitosos para aprender cómo han
alcanzado su éxito. En mi investigación me he encontrado con verdaderas sorpresas
y he aprendido muchas lecciones. Y como siempre suelo hacer: lo que aprendo, no
lo guardo para mí, sino que lo comparto; en esta ocasión he querido transmitir a
ustedes, amables lectores, lo que aprendí para que ustedes también se animen a
buscar su propio camino.
Es cierto que en ese mundo, a veces, hay frivolidad, ¿quién lo duda?, pero
díganme: ¿Dónde no hay mediocridad? Hay mediocridad en los pobres y en los
ricos, en los famosos y en los olvidados. A mí me parece que lo importante es
aprender a descubrir la verdad. Y la verdad es que hay tanto que aprender de los
pobres y de los ricos, de los famosos y de los incógnitos. En todos está Jesucristo.
En todos se encuentran las semillas de Verbo. Como dije hace un momento, en esta
oportunidad me he acercado a los grandes, para aprender de su grandeza. Cuando
uno contempla a los grandes, a los famosos, a los exitosos, a los ricos, puede tener

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la tentación de pensar: “Es que ellos tuvieron suerte, es que lograron su grandeza
explotando”. Eso no es del todo cierto. Es verdad que hay gente que se hizo rica a
costa de los pobres; pero también hay gente que ha forjado su éxito con dedicación
sacrificio y entrega. La gente triunfadora ha logrado el triunfo porque practica ciertos
valores que le ayudan a crecer. Pienso que nosotros tenemos que ser sabios y
aprender muchas cosas de ellos.
Es cierto que los personajes a los que yo he entrevistado no son santos. Eso
más que seguro, que tendrán sus defectos, e incluso sus pecados; pero eso no
quiere decir que carezcan de virtudes, dignas de encomio y admiración, de quienes
podemos aprender muchas lecciones. Siguiendo la lógica de la idea expresada,
hace un momento, podemos afirmar con suma certeza que si queremos tener un
país grande tenemos que aprender mucho de los grandes. Por este motivo he
decidido escribir este libro: mi sueño es forjar gente triunfadora para tener un país
triunfador. Al escribir y publicar este libro me propongo dos objetivos:
En primer lugar quiero ayudar a estas personas triunfadoras a descubrir que
su éxito es un regalo de Dios, a quien debe estar agradecidas. A ellas quiero decirles
que su éxito es el éxito de Dios, que su triunfo, es el triunfo de Dios y que estos
pequeños o grande éxitos son la figura del gran éxito que tendremos al final de
nuestra existencia con Jesús.
Muchas veces se ha dicho que no debemos buscar las glorias humanas. Yo
creo que esa es una postura equivocada, porque realmente no existen glorias
humanas. Definitivamente las glorias humanas son glorias divinas. Ya lo dice el
salmo 8:

“Señor, dueño nuestro,


¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies”.

Por esta razón, yo creo, y estoy firmemente persuadido, que detrás de la


gloria de estos personajes exitosos, trasluce la gloria de Dios. No podemos
satanizarlos creyendo que son frívolos o carentes de profundidad. ¡No! Eso no es
cierto. Hay gente muy buena y profunda entre ellos.
Por otro lado, mi segundo objetivo es estimular a mis lectores para que,
inspirados en el ejemplo de estos hombres y mujeres que tocaron la cumbre del
éxito, se animen a labrar su propio éxito persiguiendo la consecución de sus sueños.
A veces me da la impresión que los cristianos, conducidos por un falso
concepto de humildad, hemos predicado la mediocridad. Recuerdo que en una
ocasión un jovencito que tenía los primeros puestos en su colegio, al escuchar ese
texto donde el Señor dice: “El que quiera ser el primero sea el último” (Mc. 9,35),
estaba muy inquieto y nervioso, creyendo que él, para agradar al Señor, tenía que
dejar de estudiar. Esa es una falsa interpretación del texto. En realidad Jesús nunca

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suprimió los primeros puestos. Pongamos atención a lo que dijo: “El que quiera ser
primero”. Esto quiere decir él estimula a ser primeros, pero primeros en el amor,
primeros en el servicio. No se trata de ser los primeros por mero egoísmo. Se trata
de ser los primeros para servir.
Yo creo que los cristianos somos los seres más exitosos de la tierra, porque
seguimos al Hombre más triunfador del mundo: Jesús de Nazareth, quien triunfó
sobre los enemigos más grandes del hombre: el pecado y la muerte. Lo que pasa es
que Jesús nos dice que para llegar al éxito de la resurrección y la gloria tenemos
que pasar por el sacrificio de la cruz. En esto se diferencia del éxito fácil que nos
ofrece el mundo.
Entonces este libro es un homenaje. Un homenaje a estos héroes, que con su
esfuerzo y sacrificio han logrado alcanzar sus metas, cristalizar sus sueños; metas y
sueños cumplidos que deben ser un ejemplo para nosotros. Si queremos construir
un Perú diferente, tenemos que forjar gente optimista y decidida que apueste por su
propio éxito. Como ya dije más arriba: “Si tenemos gente triunfadora tendremos un
país triunfador”. Ahora bien, si queremos triunfar personal y colectivamente,
definitivamente tenemos que desterrar la mediocridad de nuestras vidas, tenemos
que dejar de echar la culpa a los demás, y asumir que somos responsables de
nuestros éxitos o fracasos, somos responsables de nuestra forma de vivir y de sentir.
Todo esto lo podemos aprender del testimonio de estos hombres y mujeres que han
logrado un connotado nivel de éxito en sus vidas. Que su ejemplo nos estimule a
seguir luchando por nuestros sueños e ideales. Dentro de esta perspectiva, ojalá,
Dios quiera, que este libro logre cumplir una función social.
Antes de terminar quiero hacer una breve explicación. El material recopilado
lo he organizado en dos bloques, que constituyen las dos partes de este libro: La
primera parte se titula “Actitudes de vida de la gente exitosa” y, la segunda, “valores
de la gente exitosa”. Esto quiere decir que las experiencias de vida de mis
protagonistas están ubicadas de acuerdo a un orden pedagógico y, por tanto, el
lugar que ocupan no corresponde a un orden de importancia, pues cada historia es
tan rica y tan valiosa.
Después de esta breve aclaración, con actitud expectante, empecemos a
transitar por estos interesantes caminos de éxito.

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PRIMERA PARTE
ACTITUDES DE LA GENTE EXITOSA

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“MI VIDA TIENE UNA FIRMA”
(La experiencia de Gisela Valcárcel)

“Mi vida tiene una firma. Y esa firma es la mía”. Es la frase que encierra toda
la filosofía y la experiencia del éxito personal y profesional de Gisela Valcárcel.
Todos los peruanos conocemos la historia de esta carismática animadora de
televisión. Así es que, para no andar por caminos trillados y tomar caldos
recalentados, aquí no voy a narrar su historia. Lo que voy a hacer es hablar de
algunas claves esenciales de su experiencia de éxito.

“Mi historia de dolor y de pobreza es mi gran herencia”.


Resiliencia es un concepto que la sicología moderna ha acuñado en su jerga
y que consiste en la capacidad que tienen la personas de sobreponerse a las
adversidades de su vida, sacando, precisamente, de esas adversidades la fuerza
para triunfar. El P. José Rafael Prada, Misionero Redentorista colombiano y doctor
en sicología, hablando de este concepto, dice que: “Por resiliencia se entiende la
capacidad de superar dolores y frustraciones y sacar de ellas la fuerza y energía
necesarias para seguir adelante y obtener éxitos”.
Jesús fue un hombre resiliente, pues dice el Dr. Agusto Jorge Cury que Jesús
“tenía suficientes motivos para tener conflictos”, pues todos conocemos la forma y el
lugar donde nació, cómo al poco tiempo de nacer, fue perseguido, cómo vivió en la
pobreza. Siguiendo esta misma idea, el autor antes citado hace referencia a su
ocupación de carpintero y dice que, “Él fue carpintero porque iría a morir con las
mismas herramientas con las que siempre trabajó”. “Cada vez que clavaba un clavo
en la madera, probablemente tenía conciencia de que sus muñecas y sus pies
serían clavados en la cruz”. Sin embargo, “a pesar de tener motivos para ser frágil y
angustiado, Jesús se hizo un hombre fuerte y pacífico”. En otras palabras, Él fue
resiliente.
Gisela Valcárcel también es una mujer resiliente. Todos sabemos la historia
dolorosa de esta mujer: nació en la pobreza, se crió en un hogar disfuncional, a los
17 años salió embarazada. Tenía todos los motivos para ser una mujer amargada y
derrotada, pero no fue así. Ella es una mujer entusiasta, proactiva, luchadora y
triunfadora. Su éxito lo debe, precisamente, gracias a esa historia surcada por el
dolor, la cual le dio valentía, coraje y empuje para salir adelante. Ella misma es
consciente de esto. Por eso dice:
“Sin duda nací en lugar privilegiado, a pesar de que es uno de los más pobres
de Lima. Yo siempre diré que eso ha sido mi gran herencia, mi gran tesoro, porque
ahí yo aprendí a tener calle, pero también hogar. Efectivamente mi hogar no ha sido
el típico hogar donde yo haya podido ver besos y abrazos de mis padres o que mi
padre haya sido muy cariñoso conmigo. Él es muy serio y la gente creo que ya lo
sabe. Esa experiencia es parte de mi vida. Aunque en mi hogar hubo carencia de
afecto, pero sí hubo mucha disciplina.
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Yo recuerdo que cuando tenía 5 años cogí un gancho de una tienda, en
realidad lo hurté, aunque suena feo, pero eso fue lo que hice. Es cierto que era muy
pequeña, pero esa fue mi experiencia. Yo era pobre y mi mamá me llevó a una
tienda, creo que era la tienda “Tía”, que existía en ese entonces, algo así como
ahora es Ripley o Saga. Ahí, seguramente, como niña deseaba tener el gancho,
pero si le comunicaba mi deseo a mi madre probablemente me decía que no.
Entonces cogí el gancho y lo llevé callado a casa. Cuando llegué a mi casa, se lo
enseñé a mi madre y le dije: “Mira lo que tengo. Ahora tengo mis ganchos”. Mi mamá
me agarró de la mano, me empezó a jalonear, diciéndome: “Cómo has podido hacer
eso. Vas a ver lo que te va a pasar”. Yo dije: “Ahora sí que me va a dar de alma”. Sin
embargo, no fue así; solamente me jaló de los pelos y me llevó hasta el guardián de
la tienda. Hizo que le pida disculpas, luego caminamos por la tienda en busca del
administrador. ¿Te imaginas los minutos de vergüenza por los que tuve que pasar?
Aquella experiencia me ha quedado muy grabada en la mente. Comento esto para
decir que he tenido la suerte de nacer en un hogar de muchos valores. Aunque el
modo como me corrigió mi madre, quizá no haya sido el adecuado, pero me enseñó
que no debía robar, me enseñó a respetar las cosas ajenas.
Bueno pues, nací en la Victoria y tuve estas experiencias. Por eso creo que mi
historia de dolor y de pobreza es mi gran herencia”.

“Soy una soñadora”


La creatividad es una característica de Dios, pues nuestro Dios es un Dios
creativo. En el Génesis vemos que Dios crea el mundo y al hombre. Pero no
solamente crea, sino que lo recrea con el misterio de Jesús de Nazareth, encarnado,
muerto y resucitado. Este Dios creativo hace participar a las personas de su
creatividad. En algunas personas este don reluce más. En este caso, vemos que ha
dotado a Gisela con mucha creatividad. Ella, definitivamente, es una mujer
extraordinariamente creativa. Es posible que esta característica sea la clave principal
de su éxito. Reflexionemos en sus palabras:
“Para mí la clave del éxito radica en ser feliz con las cosas que hago y que
tengo; y cuando no soy feliz tengo oportunidad para cambiar las circunstancias de mi
vida. En realidad soy una soñadora. Cada día me voy inventando una nueva ilusión,
un nuevo sueño. Tampoco soy una ilusa, mis sueños pueden estar hechos de
pequeños detalles, como por ejemplo, hoy, en la noche puedo decir: “Mañana
empezaré a caminar a las 7”, luego me duermo. Con sólo hacer esta decisión me
siento feliz. Al día siguiente cumplo mi propósito, después escucho música, y hago
otras cosas similares. Realmente la clave de mi éxito es estar siempre soñando.
Yo, todos los días voy por el mundo como asombrándome de las cosas lindas
y hermosas que tenemos para disfrutar. Yo no conozco el tedio y siento que jamás
me aburriré porque yo no nací para aburrirme. Esta no es una actitud reciente. Es
cierto que ahora tengo la vida un poco más cómoda. Pero eso no quiere decir que
sólo ahora disfrute de la vida. En realidad siempre fui inquieta. Recuerdo que de

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chica con frecuencia inventaba cosas: me gustaba verme bien, sentirme distinta, me
gustaba ir sola a caminar, etc.
Por eso, cuando la gente se aburre o se deprime yo le suelo decir: “no puedes
sentirte así, hay tantas cosas por hacer: desde leer, escuchar música, estar con una
amiga, echarse en el piso y tan solo con mirar para arriba las cosas cambian.
Realmente no te puedes aburrir. La vida tiene tantas cosas de las cuales tenemos
que disfrutar”.
Creo que aquí radica mi éxito: en la creatividad para hacer cosas nuevas. A
veces la gente me dice: “¿De dónde sacas esa energía?” .Yo les digo: “No la saco
de ningún lado. Está ahí no más. Es la energía de la vida la que inunda al mundo.
Sólo tienes que descubrirla y aprovecharla lo mejor que puedas. Todos los días son
distintos y me gusta que así sean”.

Recipiente de amor
Gisela no concibe el éxito desconectado del amor. Y entiende el amor en su
sentido amplio: amor a la familia, al trabajo, a uno mismo y a Dios. Dice que lo que
da sentido y plenitud a la vida es el amor de Dios. Este concepto lo explica con una
imagen: la metáfora de los tachos de amor. Acerquémonos a este interesante
concepto que nos trasmite esta sabia mujer:
“Yo pienso que el éxito es algo tan personal. Por ejemplo, yo tengo mi
hermana mayor, quien considera que tiene éxito, porque ha podido educar bien a
sus hijos y ahora está feliz con sus nietos. Ese es su éxito: su familia.
Básicamente todos queremos alcanzar una meta que nos distinga de los
demás. Quizá sea un poquitito más alto, un poquito más adelante. A esas metas
cumplidas se denomina éxito. Pero el éxito no es algo estático, es algo dinámico.
Porque cuando logras una meta te vas dando cuenta que, justamente, cuando
llegaste a ese lugarcito no era precisamente eso lo que querías y que hay cúspides
más altas que conquistar.
Para mí el éxito es poder hacer coincidir mis sueños personales con mis
sueños profesionales. Pero no por un egoísmo tonto y enfermizo, quiero lograr esos
sueños para compartirlos y disfrutarlos con mi familia, con mi madre, con mi hija, con
mis hermanos, en fin: con la gente que yo quiero. En la medida en que yo
diariamente pueda hacer eso, me consideraré una mujer exitosa.
Puedo tener un día de trabajo muy laborioso, pero bien simpático. Al llegar la
tarde, cansada, voy manejando el auto y llego hasta la casa de mi hija a visitarla un
rato, luego regreso a mi casa y digo: “Hoy fue un día de éxito. Lo tuve todo: trabajé
bien y compartí con mi familia”. Eso me hace sentir bien, me hace sentir exitosa.
Si el éxito se mide por la meta profesional queda muy vacío. Un día leí que la
vida es como un conjunto de recipientes que uno tiene que llenarlos con amor. Si el
recipiente de amor de tu trabajo está lleno y tus otros recipientes están vacíos vas a
sentir una profunda tristeza, de igual modo será con los recipientes de amor de tu
familia, y, por supuesto, de tu recipiente personal. Incluso si todos tus recipientes
están llenos y tu recipiente con Dios está vacío ten por seguro que serás muy infeliz.
Lo importante es que todos tus tachos estén llenos”.

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Así es que ya sabemos; si de verdad queremos ser felices y exitosos,
inspirados en el consejo de Gisela, busquemos llenar todos nuestros tachos de
amor.

“Dios nos ha enviado al mundo con un regalo”


En mi libro “la vocación, corazón de la pastoral”, afirmo que a todo ser
humano Dios nos dio una vocación y que la tarea de toda persona es descubrir esa
vocación, esa llamada que Dios le ha hecho. En descubrir y seguir esa llamada
radica la felicidad. Gisela es esa mujer que ha descubierto su vocación: la
comunicación. Esta idea ella la explica con la imagen del don o del regalo.
Profundicemos en su pensamiento:
“Dios nos ha enviado a todos con un talento, un regalo. Es tarea nuestra
descubrir ese talento. Sin embargo, no todos abren su regalo. Y eso, porque muchas
veces su familia, su entorno, hacen que piensen: “Yo soy piña. Nací así, pues. Por
eso que no tengo salida”. De este modo se meten en un mundo tan oscuro donde no
tienen la luz que les permita ver y abrir su regalo.
Al inicio yo no sabía que mi regalo era el don de la comunicación. Sin
embargo, sí soy consciente que cuando yo era niña mi gran sueño era hacer
televisión. Mi sueño era ser actriz o cantante, dado que por esa época no había
animadoras de televisión. Como bien sabes mis circunstancias no eran las más
propicias para cumplir mis sueños. A veces me desanimaba y decía: “Eso no es para
mí, si yo no tengo familia de actores”. Sin embargo, yo estaba equivocada y no sabía
que la vida me iba a dar la oportunidad para cumplir mis sueños.
A los 17 años salí embarazada. Fue una etapa muy dura para mí y es por eso
que no aconsejo a las chicas de esta edad que cometan ese error. Cinco años
después tuve la oportunidad de abrir mi regalo y me convertí en animadora de
televisión. Al salir en las pantallas el país se sorprende de mi forma de hablar, de mis
desparpajos para contar las cosas. En realidad no eran mis desparpajos, esa era mi
realidad. No sabía hablar de otra cosa, no inventé un mundo, dado que ese era mi
mundo.
Por eso puedo decir que las circunstancias con las que yo empecé fueron
ideales. De ese modo pude hablar a mi público desde su realidad. Empecé a decir a
las señoras que no pagarán más por su verdura, porque en la parada el kilo de
zanahoria costaba tanto. Recuerdo que en esos tiempos se usaba el kerosene;
bueno, y también el gas; por eso les decía a las señoras que no pagasen más por el
combustible y les recomendaba que usaran el primus, cosa que mucha gente no
conocía y en la televisión nunca se hablaba; yo sí conocía este artefacto, porque en
mi casa lo usábamos. ¿Sabes que es el primus? Te voy a explicar: es como una
cocina chiquita, que se prende con ron y tiene como un tanquecito donde uno
bombea y bombea y daba mucho fuego. En ese aparato hacía hervir los pañales de
Ethel, mi hija; también hacía las papas fritas más rápido porque el fuego era mayor.
En la televisión pude hablar de la cocina a kerosene, dado que nosotros teníamos
una cocina de este tipo con tres hornillas. Así aparezco en la televisión.

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Antes de un año toqué las puertas del éxito. Cinco años después vino lo más
fuerte: yo no entendía nada. Yo era demasiado joven y no entendía nada. Empecé a
sentirme muy sola y muy triste. De este modo entendí que nuestro regalo viene con
circunstancias que son como pruebas que uno debe aprender para pasarlas. Si no
pasamos las pruebas, estas van a repetirse continuamente. Esto se aplica en todo:
en el amor, en lo social, en el trabajo, etc.
Entonces yo abrí mi regalo cuando empecé “Aló, Gisela”. Lo abrí sin saber
que era un obsequio que Dios me estaba dando. Era el año 87. Me llamaron para un
casting, dado que buscaban una animadora. Yo nunca había sido animadora, era
vedete. Ya me había retirado de ese trabajo, no porque ser vedete fuese algo malo,
en realidad para mí fue una etapa espectacular de mi vida, dado que me hizo perder
el miedo al público. Pero en realidad ya me había cansado. Mi hija tenía 4 años y
cuando uno es vedete los hombres te enamoran en la calle, sintiendo que tienen
derecho a enviarte piropos estés con tu hija, con tu madre, con tu amiga, con tu
amigo, o con quien sea. En verdad me sentía como un muñequito con un buen
cuerpo que te mueven para acá y para allá. A mí me pareció que podía dar algo
más. Así es que por eso me retiré de ese trabajo.
Al poco tiempo me llamaron para ese casting donde participaron las grandes
animadoras del país y yo salí ganadora. No lo podía creer, como te dije, yo nunca
había sido animadora. Así empezó “Aló Gisela” que tuvo un éxito tremendo por 15
años. Ahí comprendí que cuando algo es tuyo nadie te lo puede quitar”.

“Sudar la gota gorda”


Al mirar a alguien que ha triunfado se suele pensar: “Qué suerte que tuvo esta
persona”. Sin embargo, las cosas no son así. A la gente triunfadora su triunfo le
cuesta esfuerzo, sacrificio, dedicación. Eso es lo que sucede con el éxito de Gisela.
Así nos lo confirma ella misma:
“La gente, cuando no logra sus sueños, tiene muchos pretextos, muchas
razones para ello: tiene muchas razones para no tener trabajo, para no tener éxito,
para que no le vayan bien las cosas, para que no le vaya bien en el amor, para estar
triste, para ser una persona fracasada. En realidad son sus razones, no las del
mundo, no las de la vida. Cuando tú eliminas todas esas razones absurdas y
empiezas a buscar nuevas razones para triunfar, las cosas cambian. Tú puedes
decir: “Basta ya. Hasta acá no más. Es cierto, ayer perdí, pero hoy gano. Si tienes fe
y ganas, y si te dedicas, ten por cierto que saldrás ganando. Entonces descubrirás
que tienes muchas razones para ganar.
La gente puede decir: “Lo que pasa es que Gisela tiene suerte”. No es así. Es
cierto que hacer televisión es un regalo de Dios, pero ese regalo hay que trabajarlo,
hay que cuidarlo. La gente ve lo bonito que es el programa, pero producirlo implica
mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho sacrificio.
Lo mismo sucede con mi negocio de belleza. La gente puede decir: “Es que a
Gisela se le presentó la oportunidad de hacer un salón de belleza. Lo que pasa es
que ella tiene dinero y como es rica invirtió”. ¡Mentira! Recuerdo que los 8 primeros
años yo atendía personalmente a mis clientas y los sábados los pasaba en vigilia

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hasta las 4 o 5 de la mañana en el salón de belleza haciendo cuentas, e intentando
entender lo que era un libro contable. Tenía que saber en qué estado estaba mi
negocio: si estaba perdiendo o estaba ganando. Para ello tenía que aplicar las
matemáticas, que en mi vida había aprendido. Yo tenía que luchar duro. Yo no
quería que las cosas me vayan mal, como nadie desea. Yo quería que mi negocio
prosperase, como todas las cosas que yo hago. Pero para ello uno tiene que meterle
ganas y esfuerzo. Había que sudar lo gota gorda, pero lo hacía con ganas. Yo no
me iba a retirar rápidamente al principio”.

“Asumir nuestra vida con responsabilidad”.


La responsabilidad es una de las características de la gente triunfadora. Y la
responsabilidad, tal como deducir de la misma morfología de la palabra, es la
habilidad para responder por nuestras acciones. La gente responsable asume
plenamente las consecuencias de sus actos. Esto les ayuda a que disfruten
plenamente de sus logros y asuman con valentía sus fracasos. Gisela es una mujer
responsable de su vida, e invita a que otros también lo sean:
“La gente tiene muchas razones para perder. Ok, Si tienes muchas razones
para perder tienes que descubrir que tienes mil razones para ganar. Es cuestión de
que las veas. Muchas veces tenemos la gran oportunidad pero no queremos
trabajarla. No somos atrevidos. No queremos trabajar para lograr los sueños.
Es importante descubrir que todos podemos. Es cierto que esta frase es una
frase muy trillada, pero no es una frase sonsa. Está llena de profundidad. ¡Todos
podemos! Es tan fácil como eso. Es cuestión de concentrarnos en lo que queremos
y empezar a buscar la gente adecuada para que nos ayude y empezar a trabajar.
Luego con lo que ganas, no te vayas a tomar tu caja de cerveza. Con lo que ganas
inviértelo, y ganarás un poquito más. Luego invierte ese poquito, y así haz repetidas
veces hasta que logres hacer un buen capital. De seguro que preguntarás:
“Entonces, ¿cuándo descanso?”. No te preocupes, más adelante ya tendrás tiempo
para descansar; pero no en los primeros años. A mí, cuando me dicen que alguien
empezó un negocio y que al primer año se ha comprado un carro digo: “Ok. Esas
cosas no creo que duren mucho”. De hecho, así sucede. Yo creo que lo importante
es aprender a asumir nuestra vida con responsabilidad.
Lo primero que debes hacer es preocuparte por tu negocio para que crezca,
cualquiera que sea tu idea, chiquita o grande. Lo último que debes hacer es
preocuparte por ti. Tienes que preocuparte por tu cliente, por lo que estás
ofreciendo. Sin embargo, la gente hace al revés y luego dice: “Es que perdí todo
porque a mí me fue mal”. ¡No! Eso no es cierto. No te fue mal. A ti te fue bien, pero lo
administraste mal. Esta idea llevada al plano de la fe adquiere mayor seriedad, pues
lo que Dios te dio y lo administraste mal, de seguro que te lo quitará, porque tiene
que darlo a otro que sí lo haga producir. Es como si yo tengo un gerente que no
administra bien, tengo que buscar otro y decirle: “Gracias, tuviste la oportunidad,
pero, como fuiste irresponsable, voy a poner a otro”.

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Cuando escuché estas frases de Gisela me vino a la mente una serie de
textos bíblicos donde Jesús habla de la responsabilidad: “Al que tiene se le dará y al
que no tiene se le quitará, incluso lo que cree tener” (Mt. 13,12); “la parábola de los
talentos” (Mt. 25,14-29), “el mayordomo fiel y prudente” (Lc. 12,41-46), etc. Entonces
el mensaje de Gisela, aunque ella no lo diga textualmente, hunde sus raíces en el
evangelio de Jesucristo. Después de este breve paréntesis, sigamos esta reflexión
interesante:
“Padre, déjeme decirle que me encanta la idea de su libro; porque estoy
segura que iluminará la vida de muchas personas. La gente, como he dicho, tiene
varias razones para perder, pero debe comprender que hay infinidad de razones
para ganar. Es cuestión de que las veas. Y para ello no hay justificación, aunque
seas pobre.
Es verdad que Jesús tuvo un amor especial por la gente más humilde, la
gente más pobre, porque ellos estaban predispuestos para escuchar su mensaje de
amor. Pero eso no significa que Él apoyara la irresponsabilidad. Él quería que salgan
de su situación de pobreza. Yo no me imagino a un Dios que quiera que sus hijos
vivan en condiciones infrahumanas. Por eso, hay que ayudar a la gente humilde,
pero hay que ayudarles a que se levanten, a que se superen. Yo no creo que nuestro
Padre quiera que pasemos penurias y que Él se complazca en la miseria. De
ninguna manera.
Yo creo que hay miseria porque alguien nos dijo que no podíamos hacer algo.
Desde chiquitos alguien nos insultó, alguien nos agredió y nuestra mente ha creído
que no podemos hacer cosas. Cuando la gente cambia esa mentalidad derrotista
todo cambia. Si vivimos tristes, pobres, acongojados es por nuestras circunstancias,
porque estamos predispuestos para ello, no por otra razón. Así como estamos
preparados para las tristezas también podemos prepararnos para las alegrías. Para
ello tenemos que despertar.
¡Caray! Tenemos que despertar y tomar conciencia que el cuento de hadas
que nos contaban de chiquitos no existe. En realidad nunca hubo un príncipe que
besó a Blanca Nieves en la frente y Blanca Nieves nunca tuvo un papá. Eso no es
verdad, ni tampoco son verdad las telenovelas mexicanas. La verdad es que lo que
tenemos es porque lo hemos luchado y la lucha no es una lucha cuando es fácil. Es
difícil, pero no hay que desalentarnos, porque contamos con la fuerza de Dios”.

“La fe me ha hecho perder el miedo”.


Gisela es una mujer de fe y esta cualidad también es un elemento esencial de
su éxito. Una persona, supuestamente exitosa, que no tiene paz y regocijo no es
exitosa. Gisela es una mujer que ha logrado paz en su corazón y esa paz la obtiene
de su encuentro con Dios. Consideremos sus palabras:
“Déjame decirte que ahora ya no tengo miedo. Y eso se lo debo a la vida
espiritual. De hecho, el miedo es una experiencia universal que todos tenemos. Yo
misma la he tenido. Pero ya pasó y eso se lo debo a la fe. Ahora le digo a Dios:
“Padre, tú sabes lo que me conviene y lo que no me conviene. Hoy aplicaré todo mi

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esfuerzo para hacer este trabajo, pero si las cosas no salen como yo quiero,
entenderé que no es tu voluntad; o que quizá no es el momento propicio y que ya
llegará otro momento”.
Antes yo no pensaba así. Antes decía: “Tenemos que ir contra la corriente,
tenemos que trabajar duro”. Ahora me doy cuenta que no había hecho el debido link
entre vida física y vida espiritual. Por eso recibía unos buenos coscorrones. Todo eso
por no hacer las debidas consultas. Hoy consulto casi todas mis cosas a Dios.
Bueno, aunque no todo, por ejemplo no le digo: “Padre, ¿qué voy a comer hoy día?
¿Qué ropa voy a usar?”. No, eso sería infantilismo y Dios no quiere que seamos
infantiles. Dios nos quiere personas maduras, hechas y derechas. Cuando digo que
le consulto a Él, lo hago cuando son cosas importantes, cosas de trascendencia. Al
finalizar el día le digo: “Tú has querido que salga esto. Te agradezco por ello”.
A menudo le digo: “Señor tú sabes que te quiero”. Sé esperar en Él, pero
también debo admitir que no lo sé todo. Por eso, quiero aprender más día a día.
Ahora considero que: “Así como tengo tiempo para mis cosas es necesario tener
tiempo para Dios”.
No es que Dios me necesite a mí. No, ahora soy yo quien necesito de Él, soy
yo la que lo desea. A menudo deseo encontrarme con Él. Por eso me gustan las
reuniones en las que puedo saber: ¿Cómo era Jesús? ¿Cómo eran sus apóstoles? y
cómo el inmenso amor de Dios hace que tome un cuerpo físico, viva entre nosotros
y que se ponga en la cruz para redimirnos. Eso es maravilloso.
A mí me hace mucho bien empaparme de estos temas. Entonces todos los
días pienso en Él, todos los días intento escucharlo, todos los días le digo: “Gracias
por hacerme sentir tu presencia”. Y cuando no lo siento le digo: “Ahora no te estoy
sintiendo, deseo sentirte, por favor, deseo escucharte”. Teniendo a Dios en mi vida
he podido ver frente mí direcciones claras. Ahora no me atrevo a empezar ningún
proyecto sin Dios. Por eso no me preocupan mis proyectos. Ellos están en las
manos de Dios, ellos están bendecidos por Él. No me preocupa mi trabajo, porque Él
sabe lo que va a suceder. Yo pongo todo mi esfuerzo y lo demás lo pone Dios.
Realmente ahora vivo más tranquila intentando estar en comunión con Él.
Definitivamente, la fe me ha hecho perder el miedo. Me ha dado más tranquilidad,
me ha dado paz. Definitivamente, me ha suavizado el corazón”.

En realidad somos vencedores


El optimismo es una de las cualidades que caracteriza a la gente triunfadora.
Gisela no es ajena a ello. Ella es una mujer increíblemente optimista, llegando a
decir que en realidad somos triunfadores:
“En realidad somos vencedores. Somos vencedores desde el primer momento
de nuestro nacimiento. Quien ha tenido la oportunidad de ver un parto puede
comprender esta idea. Cuando la mujer va a dar a luz, el bebé empieza a mover la
cabeza y no es que la mamá empuja al niño. No, es el hijo el que va abriéndose
paso, poco a poco, y que el útero va ensanchándose con la cabeza del bebé hasta
que llega a salir totalmente. Ese bebé fuiste tú y fui yo. Por lo tanto, somos

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triunfadores desde el primer momento de nuestro nacimiento. Realmente ¡somos
vencedores!
Si esto es cierto, ahora me pregunto: ¿Quién nos ha quitado las ganas de vivir
y de luchar? ¿Quién nos ha robado la fe en nosotros mismos? Quien haya sido,
perdónalo. Perdona, porque perdonar es de sabios. Si fue tu padre, tu madre, tu
abuelo, tu vecino, etc. Quien haya sido, tienes que perdonarlo si quieres vivir en paz
y triunfar. Cierto día un maestro en clases empresariales decía: “Todavía hay tontos
en esta tierra que dicen: “es que yo no tengo nada porque así fue como me
educaron mis padres”, o “es que yo soy así porque mis padres eran así”. Llega un
momento en el cual tenemos que admitir que nuestros padres hicieron lo mejor que
pudieron; así fuera lo peor que nos tocó vivir con ellos, en realidad fue lo mejor que
tenían para darnos. No podemos exigirles más, porque no tenían nada más que
ofrecernos. Tenían muy poco y ese poquito nos ofrecieron. Pero es bueno
comprender que la vida de nuestros padres tiene un comienzo y un fin que va
desligado de nuestro comienzo y de nuestro fin.
Definitivamente tengo que aceptar que mi historia tiene una firma y esa firma
es la mía. En ninguna tumba ponen: “Aquí yacen los restos mortales de fulano de tal,
cuyos padres fueron…”. En realidad no ponen eso, simplemente ponen nuestro
nombre y nada más. Nadie puede vivir por ti. Eres tú el que tiene que aprender a
vivir tu vida, porque al final son tus huesos los que llevarán tu historia.
Quien es dueño de su historia desarrolla un sentimiento de gratitud por todo.
Por eso debemos estar agradecidos de tener a nuestros padres, y si no los tuvimos,
agradezcamos también por ellos, dado que ahí Dios nos dio una circunstancia para
mostrar nuestra valentía y fortaleza. Podemos decir: “Yo no tuve padre, pero yo voy
a salir adelante para que otras personas vean que sí se puede”.
Todos saben que yo nací en un lugar donde la gente decía que no es posible
salir adelante. Muchos de mis vecinos terminaron presos en Lurigancho porque
como eran pobres, supuestamente, tenían que robar. Otros, como yo, pensaron que
la pobreza no puede ser una excusa para el robo, sino que al contrario podía ser el
aliciente para luchar. Ser pobre no es nada más que una circunstancia que se puede
cambiar. Todos somos testigos que mucha gente en el mundo ha escrito historias
inolvidables justamente a raíz de que sus circunstancias fueron dificilísimas. No hay
muchas historias de gente que nació con circunstancias perfectas que nos llamen la
atención. La historia del que nació con circunstancias casi perfectas, por lo general,
no se escribe. Las historias más apasionantes son aquellas historias de gente
luchadora que fue capaz de vencer los más arduos obstáculos. Estas historias sirven
de aliento para decir: “Mira lo que hizo a pesar de su circunstancia”. Por eso los
pobres, los desvalidos, tienen la obligación de escribir una historia hermosa, una
historia aleccionadora, un historia ejemplar”.

Crean en ustedes mismos.


Cuando le pedí a Gisela que me conceda un mensaje final para todos mis
lectores, impulsada por su optimismo, dijo lo siguiente:

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“Lo que más me preocupa es cuando las personas dejan de tener fe en sí
mismas. Por lo general dejamos de tener fe en nosotros mismos por nuestras
circunstancias, por lo que nos ha pasado tiempo atrás. Creo que la niñez es la etapa
más importante de la vida; en realidad es una etapa sagrada que debemos
reverenciar. En esta primera infancia, que se llega hasta los 3 años; y, en la
segunda, que va hasta los 6, se almacena todo lo que utilizaremos en nuestra vida
posterior. Cuando ya somos adultos, es decir, cuando tenemos 18 o 20 años, si en
esos 6 primeros años fuimos maltratados, heridos, golpeados, es muy seguro que
nosotros también maltrataremos a los demás. Esa actitud se repetirá si no sanamos
esa historia.
Si individuos han tenido estas experiencias y sufren por ello habría que
decirles: “Basta ya, basta de sufrir. Es importante que aprendan a ver nuevos
horizontes, que les permitan ensanchar la vida y el corazón de amor. Es posible
construir una vida distinta. Libérense de las cadenas de ese pasado tortuoso que no
les deja avanzar. Perdonen las primeras circunstancias de su vida, perdonen a
quienes les hicieron daño y sepan que la vida es ahora; y solamente les pertenece a
ustedes y a nadie más. Y que esta vida es una vida de ganadores.
Lamentablemente es muy penoso ver a gente que no ha conseguido ver
cristalizado uno de sus sueños, ni siquiera el más chiquito. Y no lo han conseguido
porque no han creído en sí mismos. Por eso quiero decirles: “Crean en ustedes
mismos, crean que son hijos de Dios, créanlo de verdad. No entren solamente a
mascar el chicle. Vayan a misa a encontrarse con Dios y a llenarse de su amor.
Cuando uno se reconoce como hijo de Dios, tan sólo con reconocerlo,
cambian las cosas, cambian tus circunstancias. Crean de verdad esto. Se lo digo por
experiencia. Cuando llegamos a este nivel de la espiritualidad, podemos decir: “No
importa lo que pasamos de niños. Si no me amaron sé que hay alguien que me
ama. Y si hay una persona que me ama y, encima es Dios, entonces quiere decir
que puedo salir adelante, que puedo vencer mis dificultades, que puedo vender mis
chicles, mi chicha, mis golosinas, pero lo hago con amor. Y todo lo que se hace con
amor, prospera.
Es importante aprender a rescatar mi sueño, recuperar esto que perdí. Todos
los días odemos alcanzar el mayor y más grande éxito del mundo, que consiste en
ser felices. Por eso, cada día debemos vivir la vida con intensidad, para que cuando
nos vayamos a acostar, al ver que hemos hecho bien las cosas, estemos en paz con
nosotros mismos y con Dios. Así es que eso es lo que deseo que tengan: felicidad.
También quiero que sepan que no es imposible lograr nuestros sueños. Lo voy a
resumir en algo muy simple: si yo cambio, todo cambia. Entonces se trata de que
nosotros busquemos transformar nuestra vida y no esperar mucho de los demás, ni
de las circunstancias. Nosotros podemos crear nuestras propias circunstancias. Las
circunstancias que nos presenta la vida están ahí para despertar nuestro ingenio y
nuestra creatividad. Así es que si sus circunstancias no le gustan, busque la manera
de cambiarlas”.

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“YO CREO EN MIS SUEÑOS”
(La experiencia de Frieda Holler)

En la Biblia hay varios personajes que creyeron en sus sueños, uno de ellos
es José, el penúltimo hijo del patriarca Israel. La historia de este hombre, que se
encuentra en los capítulos 37 al 50 del libro del Génesis, es verdaderamente
interesante. Él era el menor de 11 hermanos. En una ocasión tuvo un sueño: soñaba
que estaba en el campo con sus hermanos y atando gavillas. La gavilla de este
jovencito se alzó y se mantuvo derecha, mientras las gavillas de sus hermanos
estaban alrededor y se inclinaba hacia la de él. En otra ocasión tuvo otro sueño:
soñó que el sol, la luna y las estrellas se postraban ante él. Cuando contó los sueños
a sus hermanos, éstos se llenaron de envidia y de odio hacia su hermano.
En una oportunidad los hermanos mayores se habían ido a pastar las ovejas
lejos de casa. Como ya hacía un buen tiempo que no regresaban, su padre le dice a
José que vaya a verlos. José, obediente a su padre, se marchó. Cuando sus
hermanos lo vieron dijeron: “Ahí viene el soñador, matémoslo”. Su hermano Rubén
se opuso a ello y les propuso la idea de echarlo en un pozo, que había en el
desierto. Así lo hicieron.
Cuando estaban comiendo alzaron la vista y vieron que venía una caravana
de ismaelitas y decidieron más bien venderlo como esclavo por veinte monedas de
plata. Estos mercaderes lo llevaron a Egipto y ahí lo vendieron a un funcionario
egipcio, llamado Putifar. La mujer de éste se enamoró perdidamente del joven y
quiso tener relaciones íntimas con él, pero como José era fiel a sus principios se
negó. La mujer, despechada, lo calumnió diciendo que la había querido seducir. El
funcionario lo metió en la cárcel, donde adivinó los sueños del copero y del panadero
del Faraón, que también fueron encarcelados.
Al cabo de un tiempo el Faraón tuvo dos sueños: en el primer sueño soñó que
salían del Nilo siete vacas gordas y siete flacas, las flacas devoraban a las gordas.
En el segundo sueños soñó que había siete espigas gordas y siete flacas; las flacas
devoraban a las gordas. El rey, al despertarse, estaba intrigado por el sueño y quería
descifrarlo. Para ello llamó a los mejores sabios de su imperio, pero ninguno pudo
interpretarlos. Entonces el jefe de los coperos le dijo que él, estando en la cárcel,
había conocido a un joven que interpretaba los sueños. El rey lo hizo llamar y,
después, de contarle sus sueños le pidió que los interpretara. José interpretó los
sueño del Faraón de la siguiente manera: las siete espigas gordas y las siete vacas
gordas significan siete años de abundancia, y las siete espigas flacas y las siete
vacas flacas representan siete años de sequía; así es que le recomendó al Faraón
construir almacenes y guardar provisiones durante los siete años de abundancia
para los siete años de escasez que los seguirían en el país. El Faraón le encargó
esta misión a José y así llegó a ser un hombre importante en Egipto.
Cuando llegó el tiempo de hambruna, los egipcios tenían suficientes
provisiones, mas no así la gente de Canaán, donde vivía Jacob. Entonces, no
teniendo que comer, Israel, envió a sus hijos a ese país para comprar trigo. Los hijos

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se marcharon y cuando llegaron a Egipto, José los reconoció, pero no les dijo quien
era. En el segundo viaje les reveló su identidad diciéndoles: “Yo soy José, su
hermano. El que ustedes vendieron. Pero no se preocupen, Dios me ha envidado
para salvar sus vidas”. Después de revelar su identidad les envió a su tierra y les dijo
que trajeran a su padre y a toda la familia. Así, de este modo, a pesar de las
intenciones torcidas y llenas de envidia de estos hombres, Dios se aprovechó de la
situación para salvar a Israel de esa hambruna. Como podemos darnos cuenta José
llegó a ser grande porque creyó en sus sueños. Sus hermanos, como hemos visto,
le llamaban el soñador.
En el Perú también tenemos una mujer soñadora, ella se llama Frieda Holler,
(Mis Perú 1965, Directora y fundadora del Instituto de Desarrollo Integral, y escritora
de cuatro exitosos libros). Ella es una mujer extraordinaria, que igual que José, se ha
dejado conducir por sus sueños. Cuando uso la palabra sueños, en este caso, no
me estoy refiriendo necesariamente a los sueños físicos que tenemos cuando
dormimos, me estoy refiriendo más bien a los ideales y las aspiraciones que brotan
del corazón. Estos sueños son los que nos dan energía y vitalidad para luchar por lo
que queremos. Ella misma lo afirma diciendo: “yo creo en mis sueños”.
La experiencia de éxito de esta mujer maravillosa, por haberse dejado
conducir por sueños, es verdaderamente aleccionadora. Creo que todos debemos
conocer esta historia porque podemos aprender mucho de ella. Por eso
acerquémonos con la mente abierta y con el corazón cargado de expectativas. Les
aseguro que les va a encantar:

Existen éxitos ocultos


La sencillez es la característica de las personas verdaderamente grandes. La
gente orgullosa y arrogante, aleja; en cambio, los sencillos cautivan con sus
candidez. Jesús, el hombre más grande de la historia, fue extremadamente sencillo.
De igual modo Frieda Holler, una mujer realmente grande, es supremamente
sencilla. Esta característica se percibe en sus palabras, pero de un modo especial
en el concepto de “éxitos ocultos”, que ella usa:
“Para mí el éxito es una cuestión personal, que consiste en lograr metas,
objetivos, que una se propone. Es el trabajo para lograr tus sueños y la consecución
de los mismos. Yo creo que el éxito no solamente se mide por el dinero, o la
jerarquía; ni por la posición social o política.
En mi caso, como Directora del Centro de Desarrollo Integral, el éxito es ver
que una joven tímida a quien le cuesta trabajo hablar, después de unos meses de
entrenamiento, tome el micrófono y hable. Eso es éxito. ¿Quién podría discutirlo? Al
trabajar en esta limitación que ella creía tener y luego ver los resultados
extraordinarios, yo me siento muy exitosa con el éxito de esta joven.
Por esta razón, yo pienso que existen éxitos ocultos, que consisten en ir
detrás de lo que uno quiera y lograr pequeñas o grandes metas sin la necesidad de
comunicarlos a los demás o publicarlos en los diarios. Lamentablemente, muchas

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veces, el éxito se mide por la fama, el dinero, el poder y eso, muchísimas veces, no
siempre lo es.

Tener valentía para asumir retos y prepararse lo mejor posible


Hay gente que logra sus sueños a base de lucha incansable, porque eso es lo
que desearon desde pequeños. Pero hay otros a quienes se les presentó la
oportunidad, como en bandeja. Quizá esto no sea muy meritorio, pero lo que sí es
meritorio es conservar ese éxito. Eso es lo que le sucedió a Frieda Holler. Ella no
soñó desde pequeña ser reina, pero se le presentó la oportunidad de representar al
Perú. Asumió este reto con valentía y se preparó lo mejor que pudo, con esfuerzo y
dedicación, para dejar en alto el nombre del país. Veamos detenidamente esta parte
de su vida:
“En realidad soy consciente de que he cosechado muchos éxitos en mi vida,
de los cuales estoy muy agradecida con Dios. He tenido la satisfacción de haber
logrado ciertas metas importantes, muy a pesar de todos los inconvenientes, que
todo ser humano tiene. En este mundo estamos para crecer. Y el crecimiento,
muchas veces nos trae inconvenientes, obstáculos, a veces envidias y celos de
otras personas.
Yo comencé a tener éxito personal cuando salí elegida Miss Perú, en el año
65. Eso fue un regalo para mí, fue algo que realmente no esperaba. De pequeña no
fue mi sueño ser reina. El regalo se me presentó en el camino y ante la oportunidad
asumí el reto que implicaba una gran responsabilidad, porque se trataba de
representar al Perú, a cada uno de los peruanos. Empecé a trabajar para dejar bien
a mi patria: si no lograba la corona, al menos, sabría que había trabajado
arduamente para dejar en alto el nombre del Perú. En realidad lo logré, dado que
hacía muchos años no había una finalista peruana en Miss Universo. Conmigo
comenzó una racha de finalistas en el concurso.
Esa ocasión fue para mi una experiencia maravillosa, porque me permitió
hacer amistades inolvidables; por ejemplo, “Miss Colombia” es hasta ahora, luego de
42 años, mi gran amiga. Ha venido al Perú, conoce a mi familia y yo conozco a la
suya. Entonces, a pesar de un concurso, donde habían 98 participantes, logramos
hacer lo que no es muy usual, una amistad dentro de una competencia. Eso para mí
también fue un éxito muy significativo. La anécdota, inclusive, salió en toda la prensa
colombiana, pues no podían creer que entre Perú y Colombia, que siempre ha
habido cierta rivalidad en los concursos, ambas reinas pudieran ser amigas. Eso,
obviamente, para mí fue un gran éxito”.
De las palabras de Frieda, que acabamos de leer, podemos concluir que uno
de los secretos para lograr el éxito es tener valentía para asumir retos y prepararse
lo mejor posible para sacar adelante los objetivos trazados.

“Yo tuve que luchar duro”


Lamentablemente se ha dicho, por mucho tiempo, que la mujer es el sexo
débil. Sin embargo, eso es una gran mentira. Existen cuantiosas mujeres en nuestro

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país y en el mundo que nos dan ejemplo de valentía, fortaleza y coraje. Una de ellas
es Frieda.
En el punto anterior vimos que ser Miss Perú no fue su sueño de niña; la
oportunidad se le presentó y fue un regalo de Dios para ella, después de esa
ocasión ha logrado grandes éxitos que le han costado muchos sacrificios. ¿Se
puede imaginar usted a una reina pintando su casa con sus hijos para instalar ahí su
instituto? Aunque usted no lo crea, ella es Frida Holler, una mujer valiente y decidida
que no le teme a nada. Pongamos atención a sus palabras:
“Otro éxito que también he tenido es el hecho de haber salido adelante, con
dos niños chiquitos, a pesar de un divorcio. Me casé con la idea de que el
matrimonio era para siempre; porque eso es lo que había visto en mi familia: mis
abuelos fueron una pareja maravillosa hasta el día en que Dios decidió recogerlos;
de igual modo sucedió con mis padres. Por ejemplo mi madre, que tienen 90 años,
le dice a mi papá que está fallecido: “Otito ya voy a ir a donde estás. Así es que ten
la bondad de esperarme con paciencia”. Como puedes darte cuenta, en mi familia
siempre hubo unión y ejemplo de amor. Cuando yo tuve que separarme para mí y mi
familia fue tremendo.
La gente puede pensar que todo ha sido fácil, muchos pueden decir: “Es que
Frieda lo tuvo todo”. Eso no es cierto. Las cosas no fueron así. En esas
circunstancias tuve que luchar duro para sacar adelante a mis hijos. Todo ese tiempo
fue una etapa muy dura, pues implicaba mucho sacrificio. Muchas veces la gente
ignora este dato, dado que siempre mantuve esa parte de mi vida muy privada, muy
íntima, porque mis hijos eran chiquitos y quería protegerlos, diciendo: “Lo que yo
tuve que pasar, no tienen que pasar ellos”.
Definitivamente fue una etapa muy difícil, donde tuve que luchar duro para
salir adelante siendo mujer y sola. En esas épocas para una mujer no era nada fácil
asumir una situación como ésta; ahora, felizmente para las mujeres, las cosas han
cambiado. Ahora las mujeres tienen más facilidades y acceso a más oportunidades.
Sin embargo, en esa época las cosas fueron muy difíciles para mí. Tuve que luchar
inclusive contra la misma sociedad. Realmente fue una etapa muy difícil, que logré
superar.
Agradezco a mis padres quienes me educaron para la independencia y me
enseñaron a tomar decisiones. Dentro de esa independencia, decidí estudiar
secretariado bilingüe para poder salir a trabajar más rápido y no fui a la universidad.
Esta decisión me permitió ir logrando pequeñas metas y sueños. Por ejemplo, mi
sueño era tener un carro que me transportara, comencé a trabajar y ahorrar y logré
comprar mi primer carro, en ese entonces me sentía la mujer más feliz y lograda del
universo. Así fui cristalizando pequeñas metas y sueños. Estos pequeños logros me
fueron preparando para el trance tan difícil de mi separación.
Después de separarme tuve que comenzar a estudiar porque entré a trabajar
en un banco y quería ser ejecutiva, tener una carrera de banquera. Entonces me
metí a estudiar en la escuela de capacitación bancaria y como me había olvidado de
estudiar después de tanto tiempo, tuve que contratar a un profesor particular. Fue
una etapa muy sacrificada. Andaba en correrías del banco a mi casa y de mi casa a

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los estudios. En ese lapso me comía un sándwich, tomaba un vaso de yogurt, les
daba besitos a mis hijos, les hablaba 10 minutos y salía otra vez volando a mis
clases que duraban hasta las 10:30 de la noche y los sábados y domingos estudiaba
con profesor particular. Este esfuerzo que hice, muy pocas personas lo conocen.
Por mi preparación y mi capacidad, poco a poco, logré ascender en el banco
hasta llegar a ser Apoderado General del Banco Comercial del Perú. Creo que fui
una de las primeras mujeres ejecutivas de bancos del país, pues hasta ese
momento no teníamos la posibilidad de ser ejecutivas. Me encantaba mi trabajo,
hasta que un día me tentaron para renunciar e irme a otra empresa, donde el sueldo
era muchísimo mejor. Yo no sabía qué hacer.
Un día le pregunté a mi madre: “Mamá, ¿qué hago?”. Ella simplemente me
preguntó: “¿Todavía te levantas sonriente para ir a tu trabajo?”. Yo asombrada le dije
que sí. Ella solo me dijo: “Entonces ya tienes tu respuesta”. Su comentario me
sorprendió porque hasta ese momento no se me había ocurrido que podía ser tan
importante levantarse y sonreír para ir a trabajar. Por supuesto que por esta
respuesta, tan sabia, de mi madre me quedé en el banco.
Con esta experiencia logré comprender que los éxitos no necesariamente
tienen que ser grandes, a veces son pequeños y pasan desapercibidos, pero tienen
un profundo significado. Como por, ejemplo, saber que una sonrisa era más
importante que el doble de un sueldo que iba a recibir a pesar que en ese momento
lo necesitaba. Es cierto que estas circunstancias, a veces, a una la samaquean un
poco, pero sirve para darse cuenta que la vida no solamente es el dinero, sino que la
vida también es levantarse feliz, darle gracias a Dios por el trabajo y por todo lo que
uná tiene. Aunque sacrificados, considero que aquellos tiempos fueron etapas
exitosas para mí, pues obtuve varios éxitos personales y profesionales”.

Vocación de madre.
Dice un famoso refrán: “Si quieres corromper a una sociedad, corrompe a sus
mujeres”. Esta frase es muy cierta, dado que las mujeres son transmisoras de
valores o antivalores. Por eso, las mujeres deben ser conscientes de que ellas
juegan un papel importante y protagónico en el desarrollo armonioso de sus hijos y
de la sociedad. Yo pienso que cuando una mujer tiene sus hijos, si es que Dios se
los permite tener, por nada del mundo debe renunciar a su vocación de madre. Esta
lección la aprendemos del testimonio magistral de Frieda Holler:
“A pesar de haber logrado muchos éxitos en mi vida profesional tuve que
dejar de trabajar. Para ese entonces, ya era administradora del CityBank en la
agencia de San Isidro. Cuando estaba en la cumbre del éxito laboral y habiendo
recibido premios por mi trabajo, cierto día mi hija Frieda Ximena, que tenía más o
menos 13 años, me dijo: “Mamá, muchas veces yo te necesito y tú nunca estás”.
Estas palabras de mi hija me hicieron pensar mucho y me movieron el piso;
porque tenía que tomar una decisión y no era nada fácil. Viajé a Arequipa a la casa
de mi hermano y ahí me paseaba pensando: “Y ahora ¿qué hago? Mi función como
profesional es exitosa y además recordaba que yo había sido la primera mujer
administradora del CityBank que no había hecho carrera interiormente pues yo venía

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de la banca nacional y me decía: “¿Voy a tirar todo estos años de esfuerzo, todos
mis estudios y dejar mi carrera brillante y en ascenso?” Después de estas
cavilaciones llegué a la conclusión: “Mi carrera profesional la podré tomar en algún
momento, pero mi carrera de madre nunca. Jamás podré hacer que el tiempo
retroceda”
Regresé a Lima, hablé con mi jefe y le dije: “Tengo que renunciar”. Él no lo
podía creer. Me propuso, incluso, que tomara años sabáticos. Yo le dije
definitivamente que no, que me iba porque quería dedicarme a mis hijos que me
necesitaban. Tomé la decisión y no miré hacia atrás.
Como soy una mujer de trabajo, no podía aceptar la idea de estar sin hacer
nada. Seguí en la banca pero a medio tiempo: entraba a trabajar a las 8 de la
mañana y salía a las 2:30 de la tarde. Esa oportunidad me la dio el Banco Regional
del Norte en Piura. Me dijeron: “Con tal que vengas como asesora aceptamos tu
horario”. En este nuevo trabajo también me sentía muy bien. Era genial. Yo llegaba a
mi casa y mi hija ya estaba llegando del colegio. Después con el tiempo, tomé la
decisión de entrar en una empresa de cosméticos. Ahí llegué a ser Directora, función
que también lo considero un éxito, dado que llegué a ese puesto estando solamente
un mes en la empresa. Este trabajo también me encantaba porque era un mundo
mágico lleno de glamour y belleza”.

“Yo soy una mujer optimista”


Los grandes negocios tienen éxito, porque sus fundadores fueron personas
observadoras. Ellos vieron una necesidad y respondieron con sabiduría y decisión e
esa necesidad. Por eso se puede decir que el verdadero negocio es el servicio. Pero
no basta tener la iniciativa, para perseverar en el mercado se necesita innovación
para dar respuesta a las nuevas necesidades de la gente que van surgiendo en el
camino. En Frieda Holler encontramos estas tres características: ella es una mujer
observadora, decidida e innovadora:
“He viajado bastante. Por los países que he recorrido me di cuenta que a las
candidatas de concursos, obviamente, se les exigía ser mejores. Entonces fue
naciendo este sueño de fundar el instituto, que luego se convirtió en una meta que
deseaba lograr con todas mis ansias. Por supuesto que en esas épocas ningún
banco quería darle un préstamo a una mujer divorciada y menos sola y que no
contaba con alguna garantía. Entonces comencé a ahorrar centavo por centavo, a
pesar de que mi economía era muy limitada, pues tenía dos niños que mantener.
Hice toda clase de sacrificios hasta que tuve un dinero determinado y puse el
instituto en la casa donde vivíamos. Muy a pesar de que todos mis amigos, grandes
economistas y administradores, me decían que estaba loca porque la situación
política y económica del país no era favorable, yo persistí en mi sueño. Recordemos
que en esos tiempos la inflación era 3,500%. Todos insistían que mi idea era una
locura y que era mejor que guardara mi dinero que con tanto trabajo había
ahorrado”.
Cuando Frieda me contó está anécdota me vino a la mente la parábola de los
talentos, que nos narra el evangelio (Mt. 25, 14-30). Pensé en ese hombre que

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recibió un talento y por miedo lo enterró. Es verdad, mucha gente, por miedo,
entierra sus talentos, sus cualidades y sus habilidades. Cuando medito este
evangelio, muchas veces me pregunto: “¿Qué hubiese sido si a este hombre le
hubiesen dado los cinco o los dos talentos?”. Estoy seguro que esos talentos eran
dinero perdido. Felizmente Frieda no es como este hombre; ella es como esas
personas que recibieron los cinco o los dos talentos y los hicieron multiplicar. Por
eso, tenemos que aprender mucho del ejemplo de esta mujer valiente y decidida.
Sigamos conociendo su experiencia:
“Todos trataban de desanimarme, pero yo soy una mujer optimista, que cree
en sus sueños. Entonces me dije: “Mi objetivo es lograr un lugar como éste y lo voy
a hacer”. Felizmente que mis hijos tenían una casa cada uno, que les había regalado
mi suegra. Les dije: “¿Qué les parece si nos pasamos a una y en la otra hacemos el
instituto?”. Mis hijos entusiasmados me dijeron: “Sí mami, estamos de acuerdo
contigo. Tenemos fe en tus proyectos y creemos en ti, te ayudaremos en todo”. Y así
fue.
Gracias a Dios que pude hacerlo en casa propia, por lo menos, no tenía que
pagar un alquiler. Pusimos el Instituto en la avenida Jorge Basadre en San Isidro y
ahí estuvimos 6 años con un éxito asombroso. Mis amigos me decían: “No podemos
creerlo ¿Qué cosa ha pasado acá?”. Realmente era increíble que el Instituto tuviera
éxito en un momento en que las circunstancias eran dificilísimas en el país.
Pero para realizar el proyecto me costó mucho esfuerzo. Incluso mis hijos me
ayudaban a pintar, hacer los cuadros de profesores, arreglar los salones…. Todo era
hecho con nuestras propias manos porque no contaba con el dinero suficiente para
pagar mano de obra”. Este dato es asombroso y admirable: “¿Se imagina usted,
amable lector, a una reina de belleza pintando la casa, las paredes, sillas y demás
con sus hijos? Esto es maravilloso, es muy plausible. ¡Felicitaciones, Frieda por ser
como eres y gracias por tu ejemplo de decisión y coraje! Sigamos el hilo de su
testimonio:
“Desde aquella oportunidad hasta la fecha han pasado 20 años y en estos 20
años, obviamente, hemos ido cambiando la currícula. Al principio era la capacitación
para las candidatas a Miss Perú. Después en el camino me di cuenta de que eso era
muy limitado. Fue ahí dónde me pregunté: “¿Cuántas jóvenes hay que sean
candidatas en un año, y qué pasa con el resto?”. Entonces dije: “No, tenemos que
cambiar”, y así hemos llegado a ser un “Centro de Desarrollo Integral”, porque
atendemos a niñitas desde los 4 años de edad, a señoras ejecutivas, a hombres y
mujeres; incluso a padres de familia. En la actualidad presentamos un abanico de
posibilidades en este campo de la educación, pues con el tiempo se ha logrado
entender que la “etiqueta es educación”.
Como te das cuenta, estar 20 años en este medio, no ha sido fácil, pero han
sido tiempos exitosos y enriquecedores, tiempos llenos de plenitud, porque he
seguido mi vocación y he experimentado muchas gratificaciones”.

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“El sufrimiento ensancha el corazón”
Las personas de éxito, como ya hemos dicho en más de una oportunidad, son
gente optimista. Ellas desbordan de optimismo y son capaces de ver la luz en la
oscuridad, son capaces de convertir el sufrimiento en algo productivo, son capaces
de ver lo positivo en lo negativo. Esta característica la encontramos muy marcada en
el testimonio de Frieda Holler:
“Como te das cuenta yo he sufrido, pero ese sufrimiento me ha ayudado a
cumplir mis metas. El sufrimiento puede darnos muchas lecciones y ser muy
fructífero si lo sabemos asumir como parte de nuestro crecimiento, puede enriquecer
nuestra vida. ¿Te imaginas si en el momento de mi divorcio yo me hubiese dejado
llevar por el desaliento? ¿Qué hubiese sido de mí y de mis hijos? Por eso pienso
que tenemos que agradecer por los momentos de sufrimiento, dado que están ahí
por algún motivo. La cuestión es descubrir la razón, el sentido del sufrimiento y qué
nos está enseñando. Cuando el dolor toque las puertas de nuestro corazón es
bueno despertar y reaccionar porque junto a nosotros hay otras personas que tienen
sufrimientos mayores que el nuestro; y, sin darnos cuenta, muchas veces nos
ahogamos en un vaso con agua.
Estoy convencida que cuando nos toque sufrir tenemos que aceptar ese
sufrimiento con amor, porque el sufrimiento ensancha el corazón y nos capacita para
el amor, la humildad y la paciencia”.

La espiritualidad, fuerza del corazón


Al hacer este estudio he descubierto que muchas personas de éxito son
profundamente espirituales. Ellas creen en sí mismas, pero también creen en Dios,
porque saben que de Él viene la iniciativa, la creatividad y la fuerza para llevar
adelante sus empresas. Frieda Holler no es ajena a esta característica. Ella es una
mujer profundamente espiritual:
“Estoy convencida que la única manera de salir adelante ante los problemas
es recargar el corazón con la espiritualidad, pues la fe es una fuerza impresionante
que nos ayuda a caminar. Es evidente que las personas que llenan su vida de amor
y de espiritualidad, que son solidarias con sus semejantes, que tienen una creencia,
podrán triunfar ante las más terribles adversidades. Como decía Jesús: “La fe mueve
montañas”. La única manera de soportar los sufrimientos, dolores, o como quieras
llamarlo, es con la fuerza del corazón. Para mí no existe otra forma.
Yo suelo observar a la gente y al mirar sus ojos, sus arrugas, sus gestos, saco
conclusiones sobre la vida que han llevado. Por ejemplo, cuando veo las arrugas de
mi madre las veo con una santidad impresionante, porque su vida siempre ha sido
en base a los demás. Es una persona creyente, va a misa, reza el rosario, es buena
con todas las personas a su alrededor. ¡Cómo sus arrugas no van a ser bellas! En
cambio, muchas veces observo otras arrugas y me digo: “Guau, ¡Qué vida habrá
tenido esta persona!” Porque eso se traduce en la piel, en la mirada, en los actos, en
la energía que emana….

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Al mirar a la gente una puede darse cuenta cuál es el nivel de su
espiritualidad. Para mí la vida espiritual tiene una vital importancia, de lo contrario
no hubiera podido escribir mi libro: “Un ángel en mi vida”. Si yo no hubiera estado
totalmente convencida de que los ángeles me soplan y que ellos me inspiraron el
título, eso hubiese sido imposible. Los ángeles me susurran ideas magníficas y
espectaculares. Yo tengo la manía de escribir cuando duermo. Por ejemplo, ayer en
la noche mi ángel me dictó la siguiente frase: “Cuando la calle y el transeúnte se dan
la mano, el corazón de un ángel late”. Esta frase me parece genial, en realidad no se
me hubiese ocurrido racionalmente. Esta idea, para mí, es un soplo que mi ángel me
da en un sueño. A menudo tengo este tipo de experiencias y cuando me suceden
digo: “Es Mateo, mi ángel guardian”

Existe la belleza interior.

Cuando le pregunté a Frieda, “¿Qué relación puede haber entre belleza y


éxito?”, ella me contestó:
“Yo no creo que necesariamente exista una relación entre belleza y éxito;
claro, si entendemos por belleza únicamente lo físico. Yo he tenido muchísimas
alumnas que no son bellas físicamente, pero tienen una extraordinaria belleza: son
amorosas, solidarias, generosas,… Estas personas de verdad son bellas del alma.
¿Quién lo podría dudar? Soy testigo de que muchas de estas mujeres han logrado
sus propios éxitos. Por eso, yo creo que así como existe la belleza exterior también
existe la belleza interior. Ésta última puede ser más luminosa que la otra.
Yo no creo que el éxito, necesariamente, esté ligado a la belleza física o al
plano económico. Es cierto que a una reina le ayudará muchísimo su belleza física.
Eso es indudable. Por ejemplo si una Miss Perú toca las puertas para hacer un
evento social, las puertas se le abrirán y ese evento va a ser un éxito. No será así si
hace el evento una chica a quien no la conoce nadie. Pero eso, como ya he dicho,
este es una forma de éxito, más no es el único, existen otras formas”.

“Yo creo en mis sueños”


Cuenta la historia que unas águilas nacieron en una jaula, donde su dueño,
que era un campesino, les daba la comida con suma amabilidad. Las águilas, por
tener un espacio reducido, no podían ejercitar sus alas. Entonces se criaron
creyendo que ellas no podían volar. Cierto día, el hombre se olvidó de cerrar la
puerta de la jaula y las águilas, aprovechando la ocasión, pudieron escapar y
huyeron a al bosque. Estando en ese lugar se dieron cuenta que corrían muchos
peligros y todas se preguntaba qué podían hacer ante tal situación. Una de ellas,
que era la más joven, dijo: “podemos volar”. Las mayores le dijeron: “¿Estás loca?
¿Volar nosotras? Eso es imposible. Nosotras no hemos nacido para volar”. La otra
les respondió: “Yo creo que podemos volar. Estas alas que tenemos tendrán algún
sentido. No creo que a Dios, siendo un ser tan sabio, se le haya ocurrido darnos

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unos órganos inútiles”. “¡Cállate! –le ordenaron sus compañeras- No digas
estupideces”. La jefa del grupo, que era un poco supersticiosa, le prohibió
terminantemente: “Ni, si siquiera se te ocurra volar, porque eso acarrearía nuestra
ruina, pues dicen los oráculos que el día que un águila vuele habrá una gran
desgracia”.
El águila, haciendo oídos sordos a las recomendaciones de sus compañeras,
cuando estaba sola hacía entrenamiento de vuelo, hasta que con tanta práctica pudo
perfeccionar sus movimientos. Cuando se sintió segura de sí misma, en una reunión
les dijo a sus compañeras: “Me voy a volar”. Sus amigas le dijeron: “¿Cuántas veces
te he hemos dicho que no pienses en esas estupideces? Sin embargo, tú eres terca
como una mula, que no haces caso a nuestras sabias recomendaciones”. “Lo siento
mucho, -replicó el águila- nada, ni nadie va a impedir mi sueño de volar. Así es que
he estado esperando esta reunión para despedirme de ustedes”.
Cuando pronunció estas palabras sus compañeras acudieron todas a una
para acribillarla a picotones, pero como el águila, ya era experta volando, en ese
momento, ante los ojos extrañados de sus compañeras levantó el vuelo. Sus
compañeras, llenas de rabia la insultaban y la maldecían, diciendo: “Vas a ver lo que
te va a pasar desgraciada. Tendrás que retornar a nuestro grupo suplicando piedad y
misericordia”.
Sin embargo, el águila, como ya estaba curada de tantas amenazas, siguió su
vuelo hasta que llegó a la cúspide de la montaña, donde pudo vislumbrar la
amplitud del horizonte y la hermosura del paisaje. De este modo, por fin, pudo
disfrutar de la libertad y de la alegría de volar. Sus compañeras seguían echando
maldiciones y en ese preciso momento llegó el zorro hambriento y las devoró una
tras otra. La última en morir fue la jefa, quien murió maldiciendo al águila voladora,
porque, según su parecer, ella, con su vuelo, había ocasionado tal desgracia al
permitir que se cumpla el oráculo tan temido.
Frieda Holler, igual que el águila voladora, no escuchó las voces pesimistas
que le decían: “no lo hagas”, “eso es imposible”, “¿estás loca?”. A pesar de que los
pronósticos que le daban eran contrarios a sus expectativas, tuvo la valentía de
confiar en sí misma y en el poder de sus sueños. Así logró poner en marcha
importantes proyectos que dieron resultados extraordinarios. Uno de esos éxitos es,
como ya hemos visto, su Instituto; pero hay otro éxito digno de admirar. Se trata de
su carrera de escritora:
“Yo creo en los sueños porque estoy convencida de que tenemos un mundo
interior. Somos hijas de Dios, hemos sido hechos a Su imagen y semejanza. Cada
una de nosotras, internamente, estamos con el corazón lleno de ángeles. Yo creo en
los ángeles. He escrito un libro con este tema. Yo creo que los ángeles son
mensajeros de Dios que nos susurran, de un modo especial inclusive en un sueño.
Estoy convencida que cuando las personas estamos dormidas, en un estado mental
muy especial, los ángeles nos hablan, pero lo que generalmente sucede es que el
ser humano anda muy metido en la parte terrenal. La gente piensa: “Para creer yo
tengo que ver, tengo que tocar”. Cuantiosas veces no hacemos caso a lo que
sentimos y no consideramos nuestros sueños ni corazonadas con seriedad.

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Por esta razón yo siento que mi éxito es un regalo de Dios, es una gracia.
Cuando me pongo a pensar en todo lo que he logrado me quedo asombrada. Esto ni
siquiera lo pensé cuando era pequeña. Lo más probable es que quizá hubiera sido
escritora, porque desde niña me encantaba leer. Mi padre me fomentó mucho la
lectura. Cuando era chica, vivíamos en una hacienda en Huancavelica. Aparte de
montar caballo, me gustaba tirar piedras al rio, ordeñar las vacas y todo lo que se
hace en el campo. Pero, además de ello, me gustaba leer, porque mi padre, como ya
dije, me fomentó la lectura. Cuando iba a Huancavelica, regresaba con el camión
lleno de cosas y entre otras cosas me traía abundantes libros para leer. Quizá en
algún momento me habré imaginado ser escritora, pero nunca lo hice, porque los
libros los leía por satisfacción personal y cultura general.
Es cierto que escribía poesías sentada en medio de la naturaleza, pero nunca
me imaginé que podía escribir tanto. Después de muchos años, cuando daba
conferencias, siempre me decían: “Señora, ¿por qué no escribe un libro para que su
mensaje se quede con nosotras?”. Cuando me hacían esa propuesta yo me
asustaba, porque no había estudiado ciencias de la comunicación, ni periodismo, ni
nada por el estilo. Yo misma sin darme cuenta me autolimitaba pensado de esta
forma.
Hasta que un buen día, en una reunión, en la revista “Gente”, Enrique
Escardó, gran amigo mío, me dijo: “Frieda, ¿qué te gustaría hacer para lograr un
sueño que aún no has realizado?”. Yo, muy suelta de huesos le dije: “Escribir. Eso es
lo que me falta, escribir”. El tipo, muy serio, se me quedó mirando a los ojos y me
dijo: “Tienes 15 días para escribir una columna en la revista”. Yo abrí la boca con
cara de espanto, y le dije: “¿Eso es verdad o es una broma?”. “Es en serio, -me dijo-,
tienes 15 días”. A mí casi me da un ataque, porque una cosa es desear escribir y
otra es tener la posibilidad de escribir una columna en una revista tan prestigiosa y
hacerlo con una determinada frecuencia. A pesar de mi miedo asumí el reto.
Entonces me junté con un par de amigos para que me ayudaran un poco. A
menudo me preguntaba: “¿Qué hago?”. Entonces me vino a la mente Bryce
Echenique. Había sido compañera de su hermana Elena en el colegio y conocí a
Alfredo desde que yo era muy chiquita. Desde que yo me acuerdo él fue un
intelectual desde siempre, y además muy serio, parco; ni siquiera hacía caso a las
“mocosas” como generalmente nos llamaba.
Cuando tenía como unos 13 años, tuve la valentía de acercarme a él y le dije:
“Alfredo ¿cómo se escribe?”. Él me respondió todo parco: “Así como hablas, pues”.
Yo le dije: “Ya, gracias”. Aquella frase de Alfredo se quedó grabada en mi memoria y
después de muchos años me sirvieron. ¿Quién lo podría imaginar? Inspirada en este
recuerdo dije: “Bueno pues, entonces voy a escribir así como hablo”. A mi primera
columna que tuve la titulé: “Garabatos de mujer”. Yo decía: “Si alguien en la prensa
critica mi modo de escribir, yo tendré una respuesta: “Son garabatos de mujer y
punto”. De esta manera tenía la posibilidad de lavarme las manos fácilmente. En
Gente estuve escribiendo bastante tiempo y con mucho éxito. La gente leía mi
columna y esto me daba más seguridad y confianza, yo misma me daba fuerzas y
me felicitaba: “Guao, ¡Qué emoción! O sea que puedo escribir”.

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Después la esposa de Enrique fundó una revista de mujeres llamada:
“Morena” como ella. Un día me llamó y me dijo: “Tú tienes que escribir para mi
revista”. Entonces comencé a escribir una vez al mes y luego todas las semanas.
Ahí estuve publicando, creo que 4 años los que duró la revista. Después escribí en
“Shopping News”, que era un encarte que tenía el diario “El Peruano”. De este modo
comenzaron otras revistas a pedirme artículos, también escribía para provincias,
pero siempre eran columnas.
En una oportunidad vino a visitarme Augusto Álvarez Rodrich, Editor General
del Diario Perú 21, un periodista probo, leal y muy profesional, quien me dijo: “Quiero
que seas una de las columnistas del diario, deseo que publiques todos los viernes”.
Yo acepté este nuevo reto y ahí escribí durante 7 años. Mi columna se llamaba: “Ese
dedo meñique”. También he escrito para revistas de Bolivia, Ecuador, y ahora
escribo para un canal virtual de peruanos en Estados Unidos. Así descubrí y
desarrollé mi vocación de escritora que me encanta.
¿Cómo surgió la idea de escribir mi libro: “Ese dedo Meñique”? Recuerdo
que el Dr. Marco Aurelio Denegri siempre me decía: “Señora, escriba un libro”, pero
él me pedía que escribiera un libro autobiográfico. Yo le decía: “Doctor, cómo voy a
escribir un libro si yo no soy escritora”. Él me insistía: “Hágame caso. Yo sé lo que le
digo”. Pasó el tiempo, hasta que un día lo llamé y le dije: “Doctor, ya empecé a
escribir mi libro”. Y él muy contento me preguntó: “¿Por qué parte de su vida ha
empezado?”. Yo le dije que no era autobiográfico, sino que era de etiqueta. “¿De
etiqueta?, -me dijo admirado- ese no es el tema que yo le aconsejaba”.
Cuando terminé de escribirlo se lo presenté a un par de amigos escritores y
ellos se rieron en mi cara y me dijeron: “¿Estás loca?”. Mas o menos ese era el
comentario de la gente de mi entorno, muchos me decían: “Frieda, ¿cómo vas a
escribir un libro de etiqueta en un país donde la gente no tiene este tipo de
costumbre, no es educada, y, por último, no tiene qué comer?”.
Al principio al escuchar estas respuestas me hicieron tambalear un poco. Pero
después me puse a reflexionar y me dije que no, que no me dejaría llevar de esos
comentarios, porque mi libro no era un texto para gente con mantel de seda o con
cubiertos de plata. Yo me di cuenta que mi obra podía ayudar a todas las personas a
colocar por lo menos un mantel de yute en la mesa; aunque sea un cubierto, pero
que lo pongan bien, que lo hagan con amor, con educación. A eso voy con mi
mensaje.
Me costó trabajo conseguir una editora que creyera en ese proyecto. Por eso
es que yo le guardo mucho agradecimiento al Sr. Carlos Mesía Ramírez, Editor de
“Fe de erratas”, que un día llegó a mi oficina, le presenté el proyecto: “Esto es lo
que he escrito”. Entonces lo ojeó un poco, conversamos un rato, me hizo algunas
preguntas, me miró a los ojos y me dijo: “Acepto, porque creo en usted”. Yo tenía
ganas de levantarme, abrazarle y gritar de emoción, pero no podía hacerlo porque
recién lo conocía. Pero para mí fue impresionante ese logro.
Cuando el editor se fue dije: “Ahora sí que no me para nadie”. De hecho, así
ha sido. Ahora ya tengo publicados 4 libros. Mi libro “Ese dedo meñique” ha tenido
un éxito impresionante. Se han vendido 100,000 ejemplares originales y se calcula

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que los piratas venden entre 8 y 9 libros por cada ejemplar original. Lo cual quiere
decir que se han vendido cerca de 1,000,000 de libros. Estas ventas en un país
como el Perú es un gran éxito, aunque lamentablemente la piratería no solamente
roba el esfuerzo de los escritores, sino que le quita el puesto de trabajo a las
editoriales, las imprentas, librerías, a toda la gente relacionada con este tema. Todos
tenemos que crear conciencia de este importante tema y hacerlo con el público en
general.

El éxito se mide por los pequeños gestos significativos


Definitivamente el éxito no se mide por las cosas grandes que uno pueda
alcanzar, sino por el grado de satisfacción que una persona experimenta a partir de
sus logros. Frieda valora los pequeños signos de gratitud que la gente le da por su
trabajo. Ella nos cuenta una anécdota interesante que le pasó en Puno, con una
maestra del área rural:
“El hecho de ver mis libros en muchos lugares ha sido muy gratificante para
mí. Al respecto tengo muchas experiencias, pero una de las más bonitas ha sido
cuando me encontraba en Puno dictando una conferencia. Después de mi
disertación salí a pasear por la ciudad y una señora con sus polleras y su sombrerito
puneño se me acercó y me dijo: “Usted es Frieda Holler, ¿verdad?”. “Sí –le
respondí- ¿Cómo me ha reconocido?” Ella me respondió: “¿Cómo no la voy a
conocer? Yo soy profesora y trabajo en un colegio de un caserío, que queda a tres
horas de aquí. Ahí les enseño a mis alumnos con su libro”. Esa anécdota me llenó
de emoción. Abracé a esa mujer sencilla, pero hermosa, con todo mi amor. Ahí dije:
“¡Qué maravilla que en un caserío metido en el fin del mundo haya una mujer que le
está enseñando cultura a sus alumnos”. Esta humilde mujer ha entendido que
etiqueta es educación y cultura.
Mas los políticos no han logrado entender esta idea. Cuando presenté mi
proyecto al Ministerio de Educación, el vice ministro de turno me dijo: “Señora,
quiero ser sincero con usted, no la voy a mecer. Este proyecto no lo podemos aplicar
en el programa del ministerio”. “Muchas gracias, -le dije- por su tiempo y salí”. A
diferencia de este hombre, supuestamente educado, aquella humilde mujer de Puno
había entendido que etiqueta es educación. Estas son las verdaderas gratificaciones
que valen, más que mil entrevistas en la radio y en la televisión.
Por esta razón yo digo que éxito no se mide por la fama, ni por el dinero. El
éxito realmente se mide por aquellos pequeños gestos significativos, que a veces ni
siquiera se pueden medir. Estas cosas gratificantes son las que me animan a seguir
caminando y haciendo cosas en beneficio de los demás”.

El éxito también se mide por la solidaridad


Hablando de la solidaridad, en una ocasión, el Papa Juan Pablo II dijo: “La
solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante
de empeñarse por el bien común. Es decir, el bien de todos y cada uno para que

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todos seamos realmente responsables de todos”. Siguiendo esta línea Roque
Dalton, poeta salvadoreño, solía decir: “Mis venas no terminan en mí, sino en la
sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan,
la poesía es de todos”. Frieda Holler encarna este mensaje, porque ella es una
mujer solidaria:
“Así descubrí que hay que hacer lo que una quiere, dejarse llevar por el
corazón, perseguir sus sueños, sus ideales. En el mundo metafísico se habla de que
tenemos que desarrollar nuestra misión. Para ello tenemos que pensar “¿para qué
soy bueno o buena?, ¿cuáles son los talentos que Dios me ha dado?, ¿cómo los voy
a desarrollar en beneficio, no solamente propio, sino de los demás?”.
Yo pienso que el éxito también se mide por el lado de la solidaridad, pues si
sólo adquieres éxito para ti y no lo compartes eres una egoísta de primera. Por
ejemplo tengo una Asociación, sin fines de lucro, que se llama “Ángeles Peruanos”.
La fundamos hace cuatro años y atendemos a 70 familias en Asentamientos
Humanos, como Pachacútec, en el distrito de Ventanilla, al norte de Lima. Tenemos
madrinas y padrinos maravillosos que nos dan una cuota mensual. Hemos hecho ya
un Wawa Wasi para los niñitos y a las señoras del comedor popular les hemos dado
un horno y una gran batidora para hacer pan con el resultado del último desfile de
Miss Perú que se hizo a beneficio de esta asociación “Ángeles Peruanos”.
Cuando veo estos resultados que logramos en beneficio de los demás siento
una gran satisfacción. También me alegra mucho ver a la gente que progresa, como
por ejemplo, cuando llego al comedor, las señoras me ofrecen un pan y me dicen:
“Señora, esto lo hemos hecho nosotras”. Esta sensación es maravillosa. Este pan lo
como con más gusto. Lo mismo sucede cuando me dan tres caiguas y me dicen:
“Este es el resultado de nuestro bio huerto que estamos cultivando en el Wawa
Wasi”. Estas son manifestaciones de aprendizaje y desarrollo humano maravillosos y
muy gratificantes”.

Mi éxito más grande: mis hijos.


Benjamín Franklin solía decir: “La paz y la armonía constituyen la mayor
riqueza de la familia”. Frieda Holler dice lo mismo: “Mi familia es mi mayor riqueza”.
Yo pienso que el testimonio de Frieda, en este sentido, es muy aleccionador:
“Indudablemente que otro de los éxitos que he tenido, y de hecho es el mejor
y el más grande son mis hijos. Tengo dos maravillosos hijos: Ricardo que ya tiene
38 años es un hombre ejemplar. Está casado, su esposa es Colleen y van a tener
gemelas. Dios me va ha bendecir con dos nietas juntas. ¡Qué maravilla dos gemelas
idénticas. Mi hija se llama Frieda Ximena, ella ha sido modelo, profesora en mi
institución y es una mujer muy exitosa. Es doctora titulada en medicina veterinaria.
Le encantan los animales. Me hizo abuela de Isabella, que ya va a tener 13 años. Es
mi primera nieta y vivo con los dos amores de mi vida. Me siento muy orgullosa de
mi familia. En realidad creo que he sido muy afortunada: tengo una madre que ya
tiene 91 años y está todavía saludable, creo que la vamos a tener por mucho tiempo
más. Además tengo a mi lado a mi hermana Ingrid que es parte de mi familia más
querida.

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Estos son mis éxitos. Uno dice: “Guau, ya planté un árbol, ya tuve a mis dos
hijos y ya escribí cuatro libros: “Ese dedo meñique”, “El dedo meñique en el trabajo”,
“El otro dedo meñique” y “Un ángel en mi vida”
El quinto libro está por salir para Navidad, pues la Editorial Planeta Perú me
pidió que escribiera otro libro de ángeles y que ya tienen en su poder y para el Día
del Padre del próximo año, Dios mediante, saldrá un libro para hombres. Los
hombres siempre me escriben y me dicen: “Señora, usted siempre escribe para la
mujer, todo es para la mujer”. Yo suelo responderles: “La mujer es el eje de una
sociedad, ella es la que transmite valores a sus hijos; y si estamos hablando de
educación hay que darle educación a la mujer”. Pero de hecho, la etiqueta no inhibe,
obviamente al hombre a comportarse como un caballero, a ser educado. Por eso,
próximamente saldrá ese libro tan esperado por los varones”. Pero retomando la
idea que estaba expresando, parodiando la frase “quien escribe un libro, tiene un
hijo y planta un árbol ya puede darse por dichoso”. Entonces yo que tengo dos hijos,
tres nietas, he escrito varios libros y he plantado más de un árbol (porque me
encantan las plantas), puedo darme por dichosa. En realidad soy dichosa. Sí, soy
muy dichosa y cada día por eso le agradezco a Dios por todas sus bendiciones”.

“Luchen por sus sueños”


Cuando le pedí a Frieda que pronunciara un mensaje final para mis lectores,
dijo:
“Quisiera decirle a toda la gente que lea este libro que luchen por sus sueños.
Que tengan fe en Dios, fe en sí mismas y fe en lo que hacen. Quien no tiene fe en su
producto o en lo que quiera lograr, en realidad nunca lo conseguirá. Hay gente que
por envida o por celos querrán robar sus sueños, sus ilusiones. No se lo permita.
Muchas voces le van a decir: “Eso no funciona, ni se le ocurra hacerlo, desiste
ya”. No escuche esas voces. Si yo no hubiera sido realmente fiel a mi sueño, al
soplo y que asume sus riesgos con responsabilidad. Es por eso que no hubo nada ni
nadie que me detuviera. Como ya he dicho, cuando fundé el Instituto o cuando iba a
publicar mi libro, todos intentaban desalentarme. Después de haber publicado el
libro y haber constatado el éxito impresionante que ha tenido fui a ver a uno de esos
amigos que me aconsejaron que no lo publique y le comuniqué la magnitud del éxito,
mi amigo me dijo: “Me sacaste de cuadro. Con esto realmente ahora sí no sé en qué
basarme para ver qué libro puede tener éxito o no”.
Así es que a partir de mi experiencia quisiera decirle a todas las personas que
lean este libro que luchen por su sueños y no permitan que nada, ni nadie robe o
apague la luz de sus ilusiones”. Gracias Padre Walter por permitirme ser parte de
este libro que estoy segura ayudará mucho a las personas para que den el primer
paso de sus sueños, que siempre es el más difícil de todos…que Dios lo bendiga y
siempre esté con sus angelitos.

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“FORJAR UNA MENTALIDAD POSITIVA”
(La experiencia de Teófilo Cubillas)

“Siempre quise ser el primero”.


Muchas veces, en la espiritualidad cristiana, se ha predicado la mediocridad
como sinónimo de humildad, de sencillez y de modestia. Anteriormente ya hice
referencia a ese adolescente que tenía los primeros puestos en el colegio y cuando
escuchó ese texto donde el Señor dice “El que quiera ser el primero que sea el
último, el servidor de todos” (Mc. 9.35), el jovencito reflexionó: “Entonces ¿Jesús
quiere que yo deje de ser el primer alumno?”. ¡Nada de esto! Jesús nunca suprimió
los primeros puestos. Al contrario Él los estimula. Por eso dice: “El que quiera ser el
primero”. Si analizamos bien la frase nos está diciendo que seamos los primeros.
Pero para ello nos da una condición: “ser los últimos”, es decir adoptar la actitud de
los siervos. Por tanto, los primero están llamados a servir. Dicho en otras palabras
Jesús nos invita a ser los primeros en el amor, los primeros en el servicio. Por esta
razón no hay nada de malo en ser los primeros. Además Jesús dijo: “Ustedes son la
luz del mundo…” “Brille su luz delante de los hombres de modo que, al ver sus
buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos” (Mt. 5, 13-16)
El deportista peruano Teófilo Cubillas, considerado como uno de los mejores
futbolistas latinoamericanos de la historia, ha hecho realidad este mandato de Jesús,
pues con su vida y su ejemplo ha sido y sigue siendo luz para muchas personas,
especialmente para los jóvenes. Todos sus logros se deben al hecho de que siempre
buscó ser el primero en todo lo que hacía. Acerquémonos a esta fascinante historia
de éxito:
“Podríamos definir el éxito como el logro, el alcance o la consecución de una
meta que se obtiene con esfuerzo y sacrificio. El éxito es el compañero fiel de las
personas sacrificadas y emprendedoras. Yo creo que el éxito no es producto de la
casualidad, sino de la causalidad. La lógica es simple: para cosechar tienes que
sembrar. Realmente es hermoso alcanzar y disfrutar del éxito, pero para alcanzarlo
hay que sacrificarse, y cuando hay sacrificio, el disfrute tiene otro sabor.
Con autoridad puedo decirte que me siento una persona exitosa por todos los
logros que he alcanzado en mi vida. Y estos logros los he obtenido gracias a mi
esfuerzo, dedicación y sacrificio. Las cosas para mí, desde un inicio, no han sido
fáciles. He tenido que luchar, pero esa lucha ha valido la pena, porque ahora disfruto
de lo que sembré.
En cuanto se refiere a mis orígenes, nací en el campo, en Puente Piedra, al
norte de Lima. Nosotros éramos 7 hermanos y la diferencia de edad entre cada uno
era de un año. Imagínate, aquellos años eran tiempos de dificultad y de carencia,
pues mis padres eran campesinos. Sin embargo, ellos supieron darnos educación a
cada uno. Los 7 tuvimos la oportunidad de pasar por la escuela, por el colegio y por
la universidad. Yo soy profesional: soy contador. Pero gracias al fútbol no he tenido
la necesidad de desempeñar esta carrera.

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Por este motivo estoy profundamente agradecido ag mis padres, porque ellos
tranquilamente nos hubiesen podido enviar al campo a trabajar, pero su mayor
interés sobre nosotros era que debíamos estudiar. Por eso, a pesar de su pobreza,
se interesaron en darnos los estudios. Con lo que acabo de decir no estoy diciendo
que nos han criado como niños bonitos. De hecho, en mis tiempos libres, he
trabajado en el campo. Sé cómo es ese trabajo y eso quizá nadie lo sabe, porque
cuando te ven por la calle y te saludan es como si fueras de otro planeta. Sin
embargo, yo sé lo que es el trabajo manual y no me avergüenzo de ello, porque esta
experiencia me ha ayudado a apreciar la vida de otra manera y a valorar más lo que
tengo. Lamentablemente hoy en día hay tantos chicos que lo tienen todo y no le dan
el verdadero sentido a las cosas.
Entonces, trabajé en mis tiempos libres, pero cuando me tocaba estudiar lo
hacía con todas las ganas y el esfuerzo del mundo. Por eso siempre he sido el
primero en todo, especialmente en las matemáticas. Esta habilidad fue cultivada por
mis maestros. Cuando yo estaba en primer año de primaria tenía profesores que
eran verdaderamente sabios pues estimulaban nuestra capacidad a base de
pequeños concursos en el aula. Por ejemplo, hacían preguntas sobre la tabla de
multiplicar y al que respondía primero le daban como premio un caramelo. Ya te
puedes imaginar yo me ganaba todos los premios.
Recuerdo que una vez hubo un concurso de todos los colegios y yo fui a ese
evento. El tiempo del examen duraba una hora: Terminé en diez minutos. El jurado
me decía: “Jovencito el examen dura una hora. Tenga la bondad de revisar las
preguntas”. Yo les dije: “Ya terminé”. Revisaron el examen y tenía 20 de calificación.
Por esta pericia en los números, al terminar los estudios secundarios, ingresé a la
universidad a estudiar la carrera de contabilidad, tal como lo mencioné
anteriormente. Esta pasión por los números aún sigue siendo importante en mi vida
adulta. Por ejemplo, en mis tiempos libres practico el juego de zudoku que es de
puros números.
En referencia a mi vida de futbolista, descubrí mi vocación a muy temprana
edad. Por esta razón suelo decir: “La vida te da las oportunidades y tú las tomas o
las dejas”. Cuando estaba cursando el primer año de primaria tenía un profesor que
era fanático al fútbol. Cuando teníamos algún tiempo libre nos llevaba al campo a
jugar y él se transformaba en arquero y yo no me cansaba de hacerle goles. Por
este motivo cuando yo tenía 6 a 7 años de edad fui elegido el mejor jugador de de la
escuela y esto que en ese tiempo en primaria había muchachos de de 15 a 16 años.
Imagínate, yo era apenas un niño y resulta que mis compañeros salen levantándome
en hombros. Eso lo recuerdo perfectamente porque los del primer año de primaria, al
ganarle a los de quinto, campeonamos. Cuando ingresé a la secundaria también fuí
campeón escolar y cuando entré a la universidad ya estaba jugando en Alianza
Lima.
Entonces desde pequeño tuve la habilidad futbolística. Era como una semilla
dispuesta a germinar. Ese era mi sueño: ser futbolista. Mi ídolo era Pitín Zegarra.
Tuve la suerte de verlo por primera vez cuando, al salir del colegio, me llevaron al
campo de entrenamiento de Alianza. Ahí vi a Pitín dominando la pelota. Yo había

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escuchado de él en la radio y el hecho de verlo en la cancha fue emocionante. Pero
el asunto no termina ahí, lo más emocionante fue cuando un periodista me pide
para tomarme una foto con él agarrándole la camiseta. Eso sí fue una experiencia
extraordinaria. Era un sueño cumplido. Y para que veas lo que es la vida al pasar el
tiempo he tenido la oportunidad de jugar con él en el mismo equipo. Pero lo más
gracioso es que él se declara admirador mío y me hace compadre, pues soy padrino
de sus dos primeros hijos.
Otra experiencia hermosa que tuve también fue cuando vi jugar a Pelé.
Realmente Pelé es lo máximo. Yo no me cansaría de hacerle la venia porque a él le
tengo una gran admiración y respeto. A él le debo mucho en mi carrera de futbolista,
porque al acabar el mundial de México él declara que ya ha aparecido su sucesor y
ese personaje era yo. En la vida no hay cosa más bella que te puedan decir y
expresar todo cuanto es cierto y propio. Por eso, cuando tengo que decir algo a
alguien en sentido positivo, como es una alabanza o un reconocimiento, yo lo
expreso con el mayor gusto. ¿Para qué guardarse para mañana o para pasado algo
que lo puedes decir hoy? El futuro es incierto y quizá no llegue el día en que puedas
expresar tus sentimientos y entonces habrás perdido una gran oportunidad. Pueda
que suceda cualquier cosa y a lo mejor nadie pudo enterarse de los sentimientos
hermosos que guardabas para con tu familia, para con tus amigos. Y eso es muy
lamentable. Por eso es muy importante que aprendamos a expresar nuestros
sentimientos de gratitud y admiración a quienes amamos de verdad.
En realidad, como puedes darte cuenta, siempre he sabido aprovechar bien el
tiempo, tanto en la primaria como en la secundaria y en la universidad: Jamás
busqué ser un alumno más, siempre busqué ser el primero. Lo mismo hice en el
futbol. Siempre quise llegar a alcanzar lo más alto que se pudiera. Mis metas
siempre fueron altas. Es por eso que he llegado hasta el lugar donde ahora me
encuentro.
Debo aclarar que mi vida no siempre ha sido una carrera de logros; también
he tenido algunas preocupaciones y la más dura y la más fuerte fue cuando iba a
pasar al retiro, pues me costaba dejar aquello que he amado siempre. Aquello que
más temía llegó: “Me retire el 16 de abril de 1986 y al retirarme dije: “Si yo tuviera la
oportunidad de volver a nacer volvería a escoger a Perú como mi país y a Alianza
como mi equipo y al futbol como profesión”.
Sin embargo, gracias a Dios, hasta el día de hoy yo sigo cosechando de lo
que sembré. Eso quiere decir que en la vida, cuando todo se hace bien, te da
buenos dividendos, de los cuales disfruto hasta ahora. Y no te hablo sólo en cuestión
monetaria, sino en la alegría y el placer de disfrutar de aquello que más te gusta.
Por ejemplo, ahora pertenezco a la Fifa, que es la máxima organización que lidera el
fútbol.
Imagínate en la celebración de los 100 años de la Fifa me han elegido entre
los 100 mejores jugadores de los 100 años. Esta nominación para mí fue un logro
tremendo, un éxito extraordinario, un triunfo magnífico. Lo primero que hice cuando
me dieron la noticia fue reunir a mis amigos para darles las gracias, porque gracias a
ellos estoy donde estoy. Ellos fueron los primeros en enterarse de esta noticia y con

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todos ellos celebré ese gran acontecimiento. Yo me he dedicado a una profesión
donde el éxito se debe al trabajo en equipo y no tanto al trabajo individual.
Además de pertenecer a la Fifa, también pertenezco a Olympics, que es una
organización de chicos con discapacidad mental. Esta organización es muy especial
para mí, porque el amor que te transmiten estos chicos de una u otra manera ha
cambiado mi vida. Realmente es una experiencia increíble que no lo cambiaría por
nada.

“Querer es poder”
Reza un famoso aforismo: “Si crees que puedes, tienes razón. Y si crees que
no puedes también tienes razón”. Esta máxima está cargada de verdad, porque el
poder y la incapacidad se encuentran en la mente. Esto quiere decir que nuestros
éxitos y nuestras derrotas tienen su origen en nuestra mente. Por eso, es tan
importante aprender a forjar una mentalidad positiva, una mentalidad optimista que
movilice nuestras energías y nos conduzca a la acción. Esta es la lección que
podemos aprender del testimonio de Teófilo Cubillas:
“De pequeño, ni me imaginaba que podía llegar hasta donde he llegado. Sin
embargo, esto me demuestra que en la vida no hay imposibles. Pero para cosechar
hay que sembrar, hay que querer y buscar lo que queremos. Como dice el dicho:
“Querer es poder”. Para lograr nuestros sueños es necesario tener una mentalidad
positiva, es decir: creer que podemos. Sin este tipo de confianza será imposible que
podamos lograr algo. Todo lo que soy y lo que tengo es gracias a esa mentalidad
positiva que me he forjado.
En mi vida siempre he tenido mucho referentes, y uno de ellos ha sido el Dr.
Christiaan Barnard, quien fue el primero en hacer el trasplante del corazón. Él tenía
unas frases muy sabias y muy realistas que han calado hondo en mi conciencia. Su
pensamiento más o menos es el siguiente: “Cuando pienses, piensa en grande y
alcanzarás cosas grandes; si piensas en pequeño, alcanzarás cosas pequeñas.
Piensa que puedes y podrás; piensa que no puedes y no podrás. Si piensas que vas
a perder, ya has perdido; si piensas en el triunfo, de seguro que triunfarás. Dicen que
en la batalla de la vida no ganan los más fuertes ni los más ágiles. Tarde o temprano
el que gana es aquel que cree que es posible triunfar”. Lo que decía este doctor es
muy cierto, porque en mí ha dado excelentes resultados.
Ahora las ciencias de la conducta nos han ayudado a descubrir cuánto puede
hacer el estado mental positivo. Por eso, si queremos triunfar, es necesario que nos
forjemos una mentalidad positiva. Necesitamos creer que sí podemos triunfar, que sí
podemos alcanzar nuestras metas cuando son realistas. En cambio, si somos
negativos, pesimistas y conformistas, de seguro que nos vamos a quedar atrás y
siempre estaremos relegados. En cambio, si transformamos nuestra mentalidad con
creencias positivas estaremos cultivando las semillas del progreso y del triunfo. Por
esta razón yo siempre les transmito a mis semejantes, especialmente a los niños y a
los jóvenes, esa mentalidad positiva.

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Muchos creen que los que han logrado sus metas lo han hecho porque han
tenido suerte en la vida. Yo también creo en eso, pero quiero aclarar que la suerte
siempre va con los emprendedores. Tú no puedes tener suerte si no buscas ni
persigues nada en la vida. Por ejemplo hay muchas personas que me dicen: “Yo
nunca gano nada. No tengo suerte”. Yo les pregunto: “¿Has apostado algo en la
vida? ¿Has jugado algo?”. Si me dicen que no, yo les respondo: “Entonces, cómo
vas a tener suerte si tú no eres capaz de apostar nada”. Si tú apuestas una vez,
tienes una oportunidad de ganar, pero si apuestas 10 veces, tienes 10 oportunidades
de ganar. Si no apuestas nunca, nunca tendrás la oportunidad de ganar. Así es la
vida. Esa es la lógica de la suerte y de la mala suerte.
Los que dicen que no tienen suerte y que la vida es injusta con ellos es
porque no han apostado nada en la vida. Esa es la versión de los pesimistas, de los
conformistas, de los que se quedan sentados a esperar a que ocurran las cosas. No
hay que esperar que las cosas ocurran por azar, hay que hacer que las cosas
ocurran. Eso es posible. Si quieres triunfar tienes que congraciarte con lo que la
vida te ofrece. La vida siempre es generosa. Nos da más de lo que le pedimos. El
solo hecho de que nos encontremos en este mundo ya es una bendición. Realmente
la vida, a pesar de sus problemas, es espectacularmente maravillosa.
Muchos piden poco a la vida y ésta les da en proporción a sus aspiraciones.
Es por eso que no tienen sueños ni aspiraciones. En cambio yo siempre me he
considerado una persona ambiciosa, en el buen sentido de la palabra. Ser ambicioso
no es malo. Para mí la ambición es tener metas, sueños, ilusiones y esperanzas. Y,
además, luchar con perseverancia para lograr esas metas.
Este estado mental positivo, me ha dado mucha felicidad. Por eso, mucha
gente me conoce como “el feliz de la vida”. Pero ¿cómo no voy a estar feliz? ¿Por
qué no serlo? Esta frase me ha identificado mucho a lo largo de la vida. Por eso,
cuando alguien me pregunta: “¿Cómo estás?”. Yo siempre le respondo: “Feliz de la
vida”.
En realidad estoy tan agradecido a la vida y no me encuentro arrepentido de
nada, porque todo lo que me ha tocado vivir, de una u otra manera, me ha servido.
Incluso, diría yo, que las llamadas cosas malas también me han servido para
aprender a levantarme y las cosas buenas me han servido para seguir adelante. Por
esta razón estoy agradecido a la vida. Yo podría decir aquel conocido verso de
Amado Nervo: “Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz”.

“Yo aprendí a ser agradecido”


El eximio teólogo Redentorista de fama universal P. Bernar Häring, solía decir
que “la gratitud es un hontanar de vida”, es decir una fuente de vida. Esto es cierto,
porque la gente que cultiva la gratitud siempre es feliz. Pero la gratitud siempre está
emparentada con la gente optimista. Esta verdad la constatamos en el testimonio de
nuestro querido amigo Teófilo:
“El estado mental positivo me ha llevado a desarrollar en mí el sentimiento de
gratitud. Desde mis inicios siempre he buscado identificarme con el lado positivo de
las cosas y de las personas. Por eso, de mí nunca vas a escuchar una expresión

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negativa de un amigo, compañero o de otra persona. Esas cosas no van conmigo. A
veces vienen a buscarme para que hable mal de alguien, porque lamentablemente
hoy en día eso es lo que se vende; pero prefiero seguir siendo como soy.
Al contrario, siempre me gusta ver las cosas buenas de las personas. Esta
actitud me ha llevado a tener una multitud de amigos, a quienes estoy
profundamente agradecido. Por esta razón jamás dejaré de recordar y mencionar a
personas que tuvieron que ver mucho con mis logros. En primer lugar tengo que
decir que estoy muy agradecido a mis padres porque fueron ellos quienes me
trajeron a este mundo y quienes me dieron los primeros pormenores de qué hacer
en esta vida. De ellos viviré eternamente agradecido y también de mis hermanos
mayores. Vaya mi gratitud también a la gente que me ayudó en la escuelita, en el
colegio, en la universidad, porque fueron muy buenos referentes para mí.
En mi vida siempre he tenido personas que me han aconsejado muy bien en
los momentos que he necesitado y que han sabido respetar mi forma de ser y de
actuar. ¡Cómo no voy a estarles agradecido! Por ejemplo, cuando iba con mis
amigos a algunas reuniones y ellos pedían sus cajas de cerveza y yo pedía una
coca cola a mí nadie me decía: “Teófilo tienes que tomar”. Yo era el más muchacho y
tranquilamente podían haberme obligado, pero en realidad nunca lo hicieron. Acabo
de cumplir 60 años y en mi vida no he tomado una gota de alcohol, ni he fumado un
cigarrillo. En realidad no lo he necesitado; pero no estoy en contra de quienes lo
hacen, porque en la vida cada quien es como quiere ser. Yo he sido como siempre
he querido ser, pero para ello he contado con el apoyo de mis amigos. ¡Cómo no voy
a estarles agradecido! Estas personas sí eran mis verdaderos amigos, porque
respetaron mis gustos y mis sentimientos. Lamentablemente, a veces, los que dicen
ser tus amigos, no lo son porque te llevan por malos caminos. En cambio yo sí, de
verdad, tuve buenos amigos. Y eso es lo que aprecio y agradezco de ellos.
También estoy tan agradecido a la vida porque me ha dado tanto. En realidad
yo me siento un privilegiado de haber podido escoger como profesión aquello con lo
cual yo más disfrutaba. A veces, me pongo a pensar: cuánta injusticia hay en nuestro
mundo con tanta gente que se desvela quemándose las pestañas para conseguir
sus metas en alguna profesión y luego termina desempeñándose en cualquier otra
cosa, menos en aquello que le ha costado. Por esta razón, digo que soy un
privilegiado, dado que he tenido la suerte de desarrollarme en lo que más me gusta,
el fútbol. Es decir que he tenido la suerte de haber descubierto y he realizado mi
vocación.
Por todas estas razones estoy muy agradecido. La gratitud es algo que yo
aprendí en la vida y me parece que debe ser lo más normal y quien no es
agradecido en esta vida creo es un ser anormal”.

“Tengo una familia hermosa”


Lamentablemente nuestra sociedad vive hoy un problema muy serio: se trata
de la desintegración familiar. Y esta desintegración, muchas veces, se debe a la
distancia de los cónyuges por temas de trabajo. Pero pienso que, cuando hay amor,

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éste no debe ser el motivo para que la unidad familiar termine rompiéndose. Lo que
pasa es que no hemos descubierto que más peligrosas que las distancias físicas,
son las distancias afectivas. Éstas sí no se pueden superar. El ejemplo del éxito
familiar de Teófilo nos puede ayudar a comprender que, a pesar de las distancias
físicas, se puede perseverar en el amor:
“El otro logro más importante que he tenido en mi vida, por supuesto, es mi
familia. Si alguien está bien con la familia, todo lo demás es consecuencia de ese
bienestar. Como ya te dije anteriormente soy una persona muy agradecida. Y lo
primero que tengo que agradecer es a mis padres porque fueron ellos quienes
tuvieron muchísimo que ver en mi formación, profesional y personal, que de hecho
ha repercutido en mi vida familiar.
Tengo una familia hermosa de la cual me siento muy orgulloso. Y esto, a
pesar de que por mi profesión me ha tocado viajar mucho y no he podido estar cerca
de ella. Mi matrimonio no ha sido la consecución de un romance de muchos años. A
mi mujer la vi 3 veces antes de casarnos y eso fue suficiente para decir: “Esta es la
mujer de mi vida”. Después de casarnos yo no podía estar cerca de ella porque en
esos tiempos viajaba mucho. Entonces, desde un inicio comenzamos lejos y solos;
pero la necesidad del uno por el otro hizo que nos uniéramos más todavía. No me
considero perfecto, pero eso sí te puedo decir que mi mujer es la primera, la
segunda y la tercera. Si tuviera la posibilidad de nacer, nuevamente la escogería y
me casaría con ella.
Como te dije, por mi trabajo no he podido estar cerca de mis hijos, a quienes
adoro; pero ahora tengo la oportunidad de regocijarme con mis nietos. Son ellos los
que están disfrutando de mi presencia, porque lo que no pude hacer con mis hijos lo
hago con mis nietos”.

“Soy un creyente convencido”


Ante un mundo descreído, donde mucha gente ha dejado de creer en Dios, el
testimonio de fe de Teófilo, verdaderamente, es aleccionador:
“En cuanto a temas de fe, yo sí soy un creyente convencido. Soy muy devoto
del Señor de los Milagros, desde que comencé a jugar futbol. Todos los años voy a
sacar y guardar al Cristo Morado en su festividad. Este ha sido el primer año (2009)
que, después de muchísimos, no he tenido la posibilidad de sacarlo, porque por
motivos de trabajo me he encontraba en Egipto. También ayudo a las Madres
Nazarenas, porque ellas sirven 200 desayunos y 200 almuerzos diarios a la gente
necesitada. Por eso para mí las Madres son mis engreídas y yo para ellas soy su
engreído. La dicha que yo tengo de cargar al Señor de los Milagros ufff…para mí es
una bendición y un gran privilegio. Yo no pertenezco a la Hermandad, ni a ninguna
cuadrilla, pero soy un devoto ferviente.
En mi vida he recibido muchas bendiciones del Señor de los Milagros. Por
ejemplo siempre quise tener una hija. Este deseo le expresé a la Madrecita y ella me
dijo: “No te preocupes hijo, el Señor te dará lo que desea tu corazón”. De hecho así
fue, tuve la suerte de tener mi hija.

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El otro hecho milagroso fue cuando mi hermano mayor estaba muy enfermo y
casi se nos va. Lo primero que hago cuando tengo alguna necesidad llamo a las
Madrecitas y les digo que, por favor, oren por tal necesidad. En aquella oportunidad
les pedí que oraran por mi hermano. Las religiosas oraron por él y mi hermano
milagrosamente se recuperó. Por eso yo digo que el Señor es muy milagroso.
Pero mí fe no se origina en mi edad adulta. Yo he sido muy fervoroso desde
pequeño. En la Iglesia de Puente Piedra era lector. Ahí, si en el día había cuatro
misas, en todas participaba haciendo las lecturas. A veces hacíamos teatro y yo
interpretaba a San Martín, o, en Semana Santa, hacía de Cristo. Por todas estas
razones todo el mundo pensaba que iba a ser sacerdote”.

“Sueñen en grande”
El mensaje final que ha querido dejarnos Teófilo es un resumen de todo lo
manifestado en la entrevista:
“A todos quisiera decirles que sean siempre positivos, que piensen en grande,
que no sean pesimistas, ni se conformen con poco en la vida. La vida te da lo que tú
le das. Es posible alcanzar metas, pero para ello es conveniente dar lo mejor de uno
mismo. Así es: ¡sueñen en grande y anímense a dar lo mejor de sí!”.

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UNA BÚSQUEDA PERMANENTE
(La experiencia de Elvira de la Puente)

En una oportunidad Jesús dijo: “Pidan y Dios les dará, busquen y


encontrarán, llamen y Dios les abrirá” (Mt. 7,7). Este mensaje del Divino Maestro,
podemos encontrarlo encarnado en la vida y el testimonio de nuestra querida actriz
Elvira de la Puente. A ella podemos calificarla de “eterna buscadora”. A final de
cuentas, ella misma define la vida como tal. Profundicemos en su pensamiento:
“Podemos definir la vida como una búsqueda continua de la felicidad. Esa
felicidad, aunque la gente no lo perciba, se va obteniendo en la búsqueda y en la
consecución de ciertas metas trazadas de acuerdo a la visión que cada uno tenga.
Esa búsqueda es la que da sentido y orientación a la vida. Pero esa búsqueda no
siempre es fácil, implica determinación, lucha y esfuerzo. Sin esfuerzo no se puede
lograr nada, por más pequeña que sea la meta. El esfuerzo es una nota esencial del
amor. Por ello, si queremos lograr algo tenemos que poner empeño y voluntad,
hasta en las cosas más pequeñas. Creo que ese es el secreto para lograr el triunfo.
Esa búsqueda de la felicidad debe hacerse siempre con transparencia y
honestidad. Yo siempre trato de poner lo mejor de mí en lo que hago. Y ese actuar
siempre busco hacerlo dentro de una línea de honestidad. Soy así por naturaleza.
No creo que sea una virtud, es mi condición de ser. Actuar de otro modo sería como
ir en contra de mi naturaleza. Así he vivido desde mi más temprana infancia con mis
padres y toda mi familia. Soy una persona muy entregada a la actividad y trato de ir
logrando pequeños sueños, pequeñas metas, para mejorar en algo nuestra vida y
nuestro país, nuestra cultura, etc. Siempre busco poner un granito de arena con
mucha entrega y amor y busco dar lo mejor de mí”.
Esta actitud de búsqueda llevó a Elvira a descubrir su vocación de artista y a
salvar su matrimonio en un momento de crisis. Veamos este interesante testimonio
de vida.

“Dios escribe recto con líneas torcidas”.


Cuando alguien contempla a la gente de éxito, muchas veces se desanima
diciendo: “Lo que pasa es que ellos tuvieron suerte y eso no es para mí”. Sin
embargo, eso no es cierto: La gente exitosa ha ido labrando su éxito poco a poco
con esfuerzo y sacrificio. Esta idea la podemos explicar con una metáfora. Se trata
de la imagen del árbol. Cuando uno mira a un árbol grande y hermoso, contempla
extasiado su fronda, sus flores y sus frutos. Eso es lo que ven nuestro ojos físicos,
pero cuando vemos con los ojos del corazón nos damos cuenta que ese árbol antes
de tener esa altura, primero fue semilla y tuvo que luchar para hundir sus raíces y
crecer venciendo muchos obstáculos. Algo así sucede con la gente triunfadora.
Muchos de ellos empezaron descubriendo su vocación en situaciones
simples y, a veces, en circunstancias muy adversas. Por eso, podemos decir que
una crisis, una frustración, una caída, pueden representar una oportunidad. Lo
importante es tener los ojos del corazón bien abiertos para poder descubrir el
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camino que Dios nos invita a seguir. Eso es lo que sucedió con Elvira de la Puente,
quien descubrió su vocación de artista gracias a los aprietos económicos por los que
estaba atravesando su familia. Pongamos atención a sus palabras:
“Mi vocación de artista no la descubrí de la noche a la mañana, la descubrí
poco a poco. Cuando terminé la secundaria, a mí me hubiese gustado hacer una
carrera profesional, pero mis padres no tuvieron la posibilidad de apopyarme en mis
estudios porque en ese entonces mi familia estaba pasando por apuros económicos.
Mi padre, que era Jefe de la Caja de Depósitos y Consignaciones, por cuestiones
políticas, perdió el trabajo y no tenía las posibilidades de encontrar otro, porque en
ese entonces los apristas eran perseguidos por sus ideas. La situación en mi familia
era muy complicada: éramos 6 hermanos, no teníamos casa propia; mi madre,
incluso, no tenía sino lo justo para darnos de comer. Yo iba creciendo y los pies me
dolían porque los zapatos ya no me alcanzaban, pero trataba de no decir nada
porque eso era aumentar una preocupación más a mis padres. Nosotros vivíamos
del 10 % del alquiler de unas propiedades que mi tía Elvira le asignó a mi padre, por
cuestiones de administración. Era un modo de apoyar a su hermano. Pero realmente
no era suficiente.
En esas circunstancias, gracias al apoyo de mi tía para el pago del Colegio,
terminé los estudios secundarios y mi único deseo era buscar un trabajo para poder
apoyar a mi familia. Ingresé a trabajar en la Municipalidad de Miraflores en el área
de Relaciones Públicas. Al empezar a trabajar dejé de lado mi deseo de estudios.
Por eso, tengo que reconocer que no tuve la suficiente decisión de trabajar en el día
y estudiar en la noche, como muchos a quienes admiro suelen hacer. Sólo me
dediqué a trabajar y con el sueldo que ganaba tenía para mis gastos y apoyaba a mi
familia..
En las noche tenía tiempo libre y un grupo de amigos me propusieron formar
un grupo de teatro. Así lo hicimos y nació la Asociación Teatro Miraflores y su Grupo
de Teatro. Como no teníamos local, me propusieron que hable con el Alcalde para
ver si nos cedía en alquiler el local del antiguo cine Excelsior de Miraflores, ubicado
en la calle Bellavista, que en ese momento estaba siendo utilizado como parte del
depósito Municipal. Hablamos con el Alcalde y nos cedió el alquiler del local. Como
no teníamos dinero para pagar el alquiler, formamos un Directorio que apoyara a
nuestra Asociación y realizábamos diversas actividades Pro-Fondos para ese gasto,
para ir refaccionando las instalaciones que se encontraban en total deterioro,
arreglar el piso del escenario y de la Platea, comprar sillas de Viena, ya que no
habían butacas, y tener lo más elemental para la labor que nos habíamos propuesto
de recuperar este local para hacer Teatro en Miraflores. . Teniendo nuestro local
empezamos nuestras clases de teatro. Al inicio pensé: “Yo no voy a estudiar
actuación, porque soy demasiado tímida. Voy a apoyar en la administración del local.
Pienso que ese es mi lugar”. Después reflexioné: “Es cierto que soy muy tímida,
pero a lo mejor el teatro me ayuda a vencer mi timidez”. Así es que decidí ingresar a
las clases con el resto del grupo.
Las clases duraron 4 años, con profesores de primera línea, que invitamos
de distintas instituciones. Durante los tres meses de verano presentábamos obras

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para el público, y con esos ingresos y las actividades paralelas recaudábamos
fondos que invertimos íntegramente en la reconstrucción del local, que recibimos
como un canchón. La primera obra que hicimos fue poner piso al escenario, dado
que éste se encontraba destrozado. Tampoco tenía techo, porque se había
derrumbado. En la primera presentación al público recurrimos a estirar una tela de
yute en el piso del escenario. Recuerdo que en la obra hablábamos de la hermosura
de la primavera, de la belleza del cielo y del sol; sin embargo, y algunas funciones
nos tocó ver la lluvia que caía sobre nuestras cabezas! Así empezamos nuestra vida
artística, con muchas deficiencias y limitaciones, pero con muchísimo entusiasmo y
entrega. El local del que estoy hablando es ahora el Teatro Británico. Ése
inicialmente, fue el local de nuestra Asociación Teatro Miraflores, que nosotros
llamamos “Corral de Comedias”.
Para financiar la renovación del local, hacíamos actividades culturales,
como cenas shows y otras. Por ejemplo, en una oportunidad invitamos a Mario
Moreno, el genial Cantinflas, para que sea nuestro invitado principal en una Cena y
en otra ocasión estuvo con nosotros el famosísimo galán francés Alain Delon. Con la
asistencia anunciada de personalidades como ellos, la asistencia era un éxito en el
deseo de compartir y ver de cerca a una estrella del cine.
El show se realizaba con la colaboración de un grupo de amigos aficionados.
que nos fuimos haciendo conocidos, hasta que nos llamaron para actuar, participar
en concursos y cantar en distintos programas de televisión en varias oportunidades.
Así, poco a poco, me fui haciendo conocida. En esa época, me ofrecieron un
contrato para protagonizar en una telenovela, pero no acepté porque no me sentía
preparada para hacer un trabajo tan profesional.
Fue ahí, en el “Corral de Comedias” conocí a mi esposo. La ocasión se
presentó cuando nuestro Director y maestro, Mario Rivera, nos dijo: “Ustedes ya
están preparados para actuar con artistas profesionales”. Invitaron a Orlando Sacha
para que haga el papel principal masculino de una obra, en la cual yo hacía el papel
principal femenino. Ahí conocí a Orlando, fuimos amigos 3 años, después
enamorados y luego nos casamos.
En esa época también había un grupo de personas de la sociedad limeña
que hacia actividades artísticas, pero con fines benéficos. En la parroquia de San
Isidro teníamos un grupo grande, que todos los años hacía actividades culturales
para recaudar fondos en pro de las obras sociales de la Parroquia. Con ese grupo,
interveníamos en coros de zarzuelas. Las primeras voces las hacían figuras muy
conocidas y nosotros participábamos en el coro. Desde que dejé el Colegio, también
me incorporé durante largos años al Coro de Miraflores que dirigía la señora María
Luisa Marrou de Lozada y gracias a ella obtuve alguna formación vocal que me fue
muy útil en adelante.

Desde mi experiencia puedo decir que el camino de arte no siempre es fácil.


Requiere esfuerzo, dedicación, entrega. Si una persona tiene una inclinación
artística, tiene que trabajar mucho para pulir ciertas cosas. Por ejemplo, si alguien
quiere ser un buen cantante, tiene que dedicarle tiempo a perfeccionar la voz y a

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adquirir cultura musical; de igual modo se necesita dedicación en el teatro o en la
pintura. En el caso del teatro el cuerpo es el instrumento principal para poder llegar a
un escenario. Esto requiere trabajo y dedicación para lograr, con respeto al público,
una buena actuación. Para cualquier rama del arte se necesita dedicación. Por
ejemplo, mi hija es dramaturga y son tiempos larguísimos los que dedica a la
revisión de un texto, que empieza por la idea y luego un borrador. Por eso, a todo
hay que ponerle mucho empeño y mucha dedicación. Orlando, siendo un estupendo
actor, le dedicaba horas de horas al estudio del texto, a los ensayos y a la
memorización y la búsqueda del movimiento y el tono adecuado para interpretar
cada personaje.
Si uno, improvisadamente, quiere presentar al público una actuación y no ha
dedicado tiempo al estudio de la obra, no creo que le resulte la mejor experiencia. Es
cierto que hay casos de artistas que son sumamente intuitivos, pero ellos son muy
pocos. Los demás tenemos que esforzarnos por buscar precisamente la naturalidad,
que resulta a través del esfuerzo y del trabajo previo”.
Después de conocer el modo como Elvira de la Puente descubrió su vocación
de artista me pregunto: “¿Qué hubiese pasado si, cuando ella terminó la secundaria,
sus padres hubiesen tenido el suficiente dinero para financiar sus estudios y darle
una carrera profesional? Posiblemente se hubiese dedicado a esa carrera y,
entonces, el Perú hubiese perdido a una gran actriz. Pero como dicen que “Dios
escribe recto con líneas torcidas”, en el caso de Elvira se ha hecho realidad este
dicho.

Mi mayor logro: mi familia.


La actitud de búsqueda llevó a Elvira a darse una última oportunidad,
cuando su matrimonio estaba a punto de romperse. En este sentido el testimonio de
esta mujer puede iluminar la vida de muchos matrimonios que estén en crisis.
Cuando Elvira me contó su experiencia de vida pude comprender el secreto del éxito
matrimonial: Desear que el matrimonio sea de una vez para siempre y confiar en que
es posible mantener ese propósito. Acerquémonos a este aleccionador testimonio:
“A mí me cuesta nombrar un éxito personal, porque como artista, creo que
son ustedes los que deben juzgar si el trabajo de uno es bueno o malo. Yo pongo
todo de mi parte, pero el juicio sobre mi desempeño pienso que es el público quien
tiene que expresarlo. En este esfuerzo por dar todo de mi yo estoy en una búsqueda
continua. Ya dije anteriormente, que la vida es eso: búsqueda continua. Esa
búsqueda me ha llevado a explorar diversas facetas de la vida. Una de ellas es la
vida espiritual, que, a veces, uno la tiene como un terreno abandonado. Pero llega
un determinado momento en que uno siente la necesidad de cultivar esta área para
encontrar sentido de plenitud en la existencia. Ese acercamiento al mundo espiritual
nos lleva a encontrarnos con nosotros mismos y con Dios. Esta experiencia es la
que ayudó a salvar mi matrimonio, cuando estuve a punto de divorciarme de mi
esposo.
Yo creo que uno de mis logros, y quizá sea el mayor, es haber consolidado
mi familia. El matrimonio no es fácil. Es difícil mantenerlo. Se necesita esfuerzo,

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dedicación, entrega, etc. Este esfuerzo es una tarea continua, que tiene que ir
renovándose día a día. El esfuerzo tiene que ser de ambas partes: ambos, esposo y
esposa, tienen que poner el hombro para salir adelante. Este esfuerzo sólo será
posible si uno se casa con el compromiso y el deseo de que el matrimonio sea para
siempre. Lamentablemente, observo que hoy muchas de las parejas jóvenes no se
casan con ese deseo. A menudo se casan pensando: “Está bien, me caso, pero si
esto no funciona o no camina, como yo espero, me divorcio”. Tener este
pensamiento desde el inicio es letal para la vida de las parejas. Por eso, se tiene que
cambiar de mentalidad, tenemos que creer que el matrimonio es posible, a pesar de
las dificultades que se puedan encontrar en el camino. Tiene que haber un
convencimiento de que juntos, se pueden superar las dificultades. El amor es una
decisión. No es un entusiasmo pasajero. Si los novios, al momento de casarse,
piensan: “Esto que estoy haciendo quiero que sea para siempre, y, tengo la plena
seguridad de que va a ser para siempre. Por eso pondré todo de mi parte para que
se haga realidad este sueño, este deseo que yo tengo de mantener el amor que
siento hoy”. Cuando uno tiene este pensamiento tiene la energía suficiente para
luchar por ese ideal. En cambio, si uno piensa lo contrario tiene las suficientes
razones para salir derrotado.
Cuando yo me casé con Orlando, mi esposo, teníamos las mismas
convicciones. Ese era nuestro deseo: que nuestro matrimonio fuera para siempre.
Los dos teníamos caracteres muy fuertes, aunque en mi caso no se notaba mucho.
Sin embargo, yo soy una persona de carácter fuerte. Por este motivo, en ciertos
momentos, hubo choques, que poco a poco fueron minando la relación, hasta que
llegamos a tener dificultades gravísimas en la convivencia. Llegó un momento en
que yo sentí que la única solución era el divorcio. Para ello empecé a hacer los
trámites para la separación, con un abogado. Había llegado a la conclusión de que
yo no podía vivir un día más en esas condiciones. Yo pensaba así, pero Orlando
insistía en que le dé una nueva oportunidad. Fue mi hermana quien me dijo: “Estás
pensando en divorciarte, pero ¿por qué no hacen un último intento? Por qué no
asisten juntos a un Encuentro Conyugal””.
Reconozco que yo siempre tuve la mejor voluntad. Por eso, con este
consejo, me puse a reflexionar y me di cuenta de que en nuestra relación había un
total alejamiento de la vida espiritual. Fue ahí donde empecé a sentir que quizá aquí
se encontraba la raíz del problema. Entonces decidí usar este recurso como un
último medio. Hablé con Orlando y le dije que aceptaba la propuesta de darnos una
última oportunidad, pero que juntos teníamos que cultivar nuestra vida espiritual. Él
se puso muy contento y aceptó de inmediato.
Tuvimos la suerte de participar en un Encuentro Conyugal en un retiro de fin
de semana. Empezamos a acercarnos a la Iglesia. Seguidamente vinieron 18 meses
de reuniones, cada fin de semana, con una pareja conductora. Y después,
conformamos una Comunidad Católica Comprometida con “EAS”, que Era parte de
las Comunidades fundadas por el P. Redentorista Antonio Hortelano. La dinámica de
las reuniones era: las lecturas bíblicas del día, luego había un compartir donde
relacionábamos la lectura con nuestra vida diaria. Esto era muy positivo y nutritivo

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para el alma. Finalmente había un cafecito. Nos reuníamos una vez por semana.
También, una vez al mes, íbamos las cinco parejas y nuestros hijos juntos a Misa y
después almorzábamos juntos. Hicimos una amistad que perdura hasta hoy y fue en
en verdad una experiencia hermosa que nos ayudó enormemente..
Esta experiencia espiritual de encuentro con el Señor cambió nuestra visión
y, al cambiar nuestra visión, cambió nuestra vida. Comprendimos cómo debían ser
las cosas como pareja, ambos nos perdonamos y nuestro amor se incrementó.
Orlando se volvió más abierto, cariñoso, atento y comprensivo. Además de ser mi
esposo fue un gran amigo y compañero. En mi candidatura hacia el Congreso me
apoyó en cada momento. Iba conmigo hasta los pueblitos más lejanos y si me
cansaba me decía: “No te desanimes. Toma aliento. Tenemos que llegar a tal lugar”.
Con su apoyo llegué al Congreso en el año 2000 y ese trabajo requería una total
dedicación y entrega, pero él siempre estuvo a mi lado con su aliento y apoyo para
seguir adelante.
Por eso, ahora siento una gran tristeza por su partida. Su muerte me afectó
muy fuertemente porque nuestro matrimonio era más sólido cada vez al pasar los
años, cada día nuestra vida de pareja era más feliz y más completa y esa felicidad
se traducía en el bienestar de nuestros hijos. Realmente su partida fue
tremendamente dolorosa para mí.
Por eso, desde mi experiencia, puedo decir que el secreto del éxito
matrimonial encierra varias claves, que implican: La búsqueda permanente para
encontrar la mejor forma de compartir, con respeto mutuo, escuchando al otro,
demostrando el amor y el cariño. La aceptación incondicional del ser de la otra
persona tal como es. Tratar de hacer que la vida sea agradable para ambas partes y
con mayor razón si hay hijos de por medio. Pero lo fundamental y decisivo es tener
una mirada a lo divino, no alejarse de la vida espiritual, porque eso es lo único que
puede darnos fortaleza en los momentos más difíciles, que todos de una u otra
manera tenemos que afrontar, para seguir adelante”.

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“EL ÉXITO ES UNA FORMA DE VIAJAR”
(La experiencia de Ernesto Pimentel)

La felicidad está en el camino


En una ocasión conversaba con un grupo de amigos sobre el tema del sentido
de la vida. Uno de ellos dirigiéndose a mí aseveró: “Estoy seguro que el sentido de
tu vida es tu sacerdocio”. Yo, rotundamente le dije que no. Todos, sorprendidos, se
volvieron hacia mí y en coro dijeron: “¿Cómo? ¿Acaso no te vemos feliz con lo que
haces en tu sacerdocio?”. “Eso es verdad, -les dije- pero para mí toda vocación toma
sentido en función del servicio que realiza. Ahora bien, si una vocación se usa para
lucrar, para hacer daño, para estafar, esa vocación ya no tiene sentido. Igual es el
sacerdocio”.
Aprovechando la ocasión les conté la anécdota de un compañero del
noviciado que en una oportunidad me envió una carta larguísima en la que me decía
que desde que estuvo en la etapa de formación su único objetivo fue llegar a ser
sacerdote, e hizo todo lo posible para alcanzar esa meta. Pero cuando llegó a ser
sacerdote, al siguiente día se preguntó: “¿Y ahora qué? ¿Qué hago con mi vida y mi
sacerdocio”. Es evidente que este hombre tuvo como meta ser sacerdote, pero
había perdido la visión de servicio. Al no encontrar sentido a la vocación sacerdotal
se retiró.
Esto sirve para todo. Hay gente que centra su felicidad en cumplir metas, pero
eso es un craso error, porque las metas son como montañas que hay que escalar.
Cuando uno tiene como meta subir a una loma, lo hace con ilusión y entusiasmo,
porque cree que alcanzará la cima más alta; sin embargo, cuando llega ahí, si no
está preparado se decepcionará, porque de ese lugar vislumbrará que hay más
cumbres que conquistar. Algo así sucede con la vida. La felicidad no está en las
metas, sino en el camino que uno recorre para llegar a esa meta. Pueda ser que
uno, no logre llegar a la meta, pero se siente feliz porque ha hecho el recorrido y ese
camino le ha dado grandes satisfacciones. Si lo logra, se sentirá feliz, será capaz de
disfrutar ese logro, pero ese logro le dará la energía suficiente para conquistar
nuevos horizontes. Y si así vamos en la vida, estoy seguro que conquistaremos
innumerables metas y viviremos muy dichosos.
Esta idea la comprendí en una experiencia vivencial. En el año 2003 hice una
peregrinación de Piura a Paita para venerar a la Virgen de las Mercedes. Salí con un
grupo de jóvenes y mi meta era llegar a Paita. Esa fue mi obsesión, pero como el
recorrido era largo y fatigoso, me cansé a medio camino. Aprovechando que uno de
mis jóvenes se puso mal tomé un bus y llegué a Paita, pero yo me sentía
decepcionado porque no había llegado a mi meta caminando. Al año siguiente
también hice lo mismo, pero en esta oportunidad en primer lugar me tracé el objetivo
de ir a Paita, pero ni bien me tracé ese objetivo general,, me puse un objetivo
específico. Mi objetivo fue el siguiente: “mientras podía mantenerme de pie y dar un
paso adelante lo haría”. Por eso, cada vez que me sentía cansado yo mismo me
preguntaba interiormente: “Walter, ¿todavía puedes estar de pie y dar un paso
adelante?”. Yo mismo me respondía diciendo que sí. “Bueno, pues, -me decía-
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¡Adelante!”. Así logré llegar a Paita. Ahí comprendí que si queremos cumplir nuestras
metas grandes, debemos poner especial interés en nuestros pequeños objetivos.
Como dice el dicho: “Paso a paso se anda lejos”. Por eso, si queremos llegar lejos
debemos cuidar de cada paso. Esta lección la podemos ilustrar de un modo más
elocuente con el testimonio de Ernesto Pimentel, gran artista nacional. Estoy seguro
que su testimonio va a iluminar la vida de mucha gente. Veámoslo:
“Para mí el éxito no es un lugar, no es un punto al que hay que llegar. El
éxito es una forma de viajar. No es que llegue a este punto y diga: “Este es el final
del camino porque ya llegué a la cumbre del éxito”. No, eso no es cierto, porque el
éxito es una forma de tránsito. Con esta forma de ver podemos decir que el mismo
camino ya es un éxito. En la vida siempre hay que tener grandes metas, pero a esas
grandes metas hay que añadirles pequeñas metas y en la medida que vayamos
cumpliendo esas pequeñas metas iremos acercándonos a la consecución de esas
metas mayores. Explico esta idea con un ejemplo personal:
Mi padre murió cuando yo era muy pequeño. A él no lo conocí. Sólo por
referencias de mi madre y mi abuela sé que murió en Panamá. Ignoro cómo, y
cuándo. Yo sólo recuerdo que vivía con mi madre en Arequipa. Ella también murió
cuando yo estaba cursando los estudios primarios. Un día llego a casa y me dicen
que mi madre ha muerto. Yo no lo podía entender, era muy pequeño para
comprender esa realidad tan dura. Fue ahí cuando me sentí desfallecer. Mi corazón
se llenó de mucho pesar y de gran tristeza. Mi tristeza procedía del hecho de haber
perdido a mi madre, pero también del hecho de que me sentía totalmente
desamparado, pues me quedé huérfano de padre y madre. Recuerdo que yo escogí
el cajón de mi madre. Para ello tuve que vender algunas cosas que teníamos en
casa. Después del sepelio mi tía me dijo: “Vamos a Lima”. Yo le dije: “No, mi mamá
hubiera querido que, a lo menos, termine aquí mi primaria”. Mi tía accedió a mi
petición. Estas experiencias, como dije hace un momento, me afectaron mucho,
pero también me hicieron sumamente sensible y me ayudaron a comprender que el
mundo no se acaba, aunque llueva y truene.
Después de terminar los estudios primarios viajé a Lima para vivir con mi
abuela. Aquí también tuve mala suerte porque nos desalojaron de la casa donde
vivía mi abuela. Entonces tuve que ir a vivir a un pueblo joven llamado 9 de octubre,
Mz I lote 16. Ahí viví por un tiempo. Recuerdo que el techo era de plástico y tomaba
como desayuno emoliente con pan. No había luz eléctrica, por eso compré una
batería para tener luz; luego tuve la oportunidad de comprar un televisor en blanco y
negro.
Después de esta experiencia fui a vivir a Caritas, donde dormía en una
camilla o en el carro. Luego fui a vivir en la casa de una tía, pero ahí también nos
volvieron a desalojar, porque la casa era arrendada. Posteriormente fui a vivir a otra
casa en Miraflores, de donde también me botaron, a pesar de que había pagado el
arriendo.
De todos estas experiencias de alojos y desalojos me di cuenta que lo que
me faltaba era una casa para vivir. Entonces en mi mente formé el objetivo de tener
un lugar para vivir. Eso sería para mí un éxito. Gracias a Dios conseguí un

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departamentito alquilado en Atahualpa y cuando ya estaba un poco sosegado, me
diagnosticaron VIH. Entonces me fui a averiguar cuánto costaba un cajón y al sacar
mis cuentas vi que no debía morir, porque no me alcanzaba ni siquiera para el cajón.
Entonces comencé a trabajar para juntar dinero. De ahí me fui a vivir a Surquillo en
una casa alquilada de 2do piso. Viendo que mi abuelita comenzó a perder la vista la
saqué del asilo y la llevé a vivir conmigo. Lo único que le ofrecí fue que nunca nos
iba a faltar qué comer.
A partir de ese entonces empecé a trabajar haciendo teatro para niños y
adultos. Estudié arte dramático, pero también estaba estudiando para ser profesor
de educación religiosa en la universidad Champagnat. Dejé esa carrera porque me
di cuenta que lo mío es el arte; pero también quería dedicarme a enseñar. Cerraron
la escuela de arte dramático, que era del estado. Entonces me fui a la escuela de
ballet. Nuevamente reabren la escuela de arte y vuelvo a trabajar. Ahí me dicen:
“Ernesto, si trabajas no puedes estudiar”. Y como yo tenía que comer, entonces dejo
la carrera y descubro que había una necesidad de bailarines y como yo había estado
un año en la escuela de ballet empecé a bailar y a actuar. Así descubrí mi vocación.
Hice mi pequeña compañía y empecé a presentar pequeños espectáculos
con títeres en los colegios, las casas, las empresas, etc. Luego me llamaron a la
radio y finalmente a la televisión para participar en un programa de Gisela. Después
me llamó el canal 9 a una secuencia de invitados. Recuerdo que yo iba con una
bolsa plástica llevando mis personajes: entre ellos llevaba a la chola Chabuca, a la
gorda Zoila, Robotito. Ahí estaba, esperando con paciencia el momento en que me
dejaran salir y cuando me tocaba participar yo daba lo mejor de mí. Y si ese día no
salía, no me desalentaba. Yo seguía igual, con el mismo entusiasmo, porque sabía
que el otro día sería distinto. Llegaba el siguiente día y nuevamente me iba al canal
a esperar mi turno. En realidad no me importaba cuanto me pagaban porque yo
sabía que esa era la forma de promocionarme y de dar a conocer mi trabajo.
Después me invitaron a “Risas y salsas”. Ahí hice una participación que
entretuvo bastante. Al final me dijeron que me iban a contratar para el programa
diciéndome que era su nuevo jale. En ese momento vivía con mi abuela y ganaba un
poquito más, porque trabajaba bastante. Había llegado a hacer 14 presentaciones
con un promedio de 50 soles por presentación. Cuando empecé a trabajar en “Risas
y salsas” empecé a ahorrar en un muñeco de peluche, donde metía mi platita, pues
había visto una habitación con baño y costaba 4,500 dólares. Al trabajar en este
programa me hice conocido y entonces empezaron a llamarme más personas.
Recuerdo que en una ocasión me llaman doce personas a trabajar en el mismo día.
Yo ya tenía el primer contrato, los otros me decían te pago tanto. Alguien me dijo:
“No cobres tan poco, dile que tu show cuesta 1000 soles”. Hice esa propuesta y me
aceptaron. Yo no lo podía creer. De este modo me di cuenta que el valor de mi
servicio lo establecía el mercado. Entonces empecé a revalorizar mi trabajo.
Con estas nuevas propuestas laborales pude juntar el dinero suficiente
para adquirir el cuarto con baño que tanto deseaba; pero al sacar mis cuentas tomé
conciencia que podía comprarme un departamento y ese fue mi siguiente objetivo.
Yo seguía brindando mi servicio como artista, pero ahí descubrí que yo podía ser

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empresario. Entonces decidí que a mis shows yo no iría solo, sino que llevaría
bailarines, orquesta, etc.
Cuando estaba en este momento de auge yo me enfermo gravemente,
pues el problema del VIH se había complicado. Es ahí donde uso todos mis ahorros
para salvar mi vida y me quedo en la más absoluta miseria: no tenía ni un sol. Mi
salud empieza restablecerse a fuerza de punche y de pura voluntad. De
Panamericana me voy a América Televisión a tener mi programa propio. La verdad
es que la gente fue muy generosa conmigo. Seguí trabajando y me fui a vivir en una
mansión. Me alquilé una casa y mi departamento lo convertí en una institución de
ayuda para las personas que tenían, la misma enfermedad que yo. Ahí brindábamos
ayuda gratuitamente. Después, al verme tan fuerte, tan sano dije: “Voy a comprar
una casa igual a la mía”, pero mi otra casa no la iba a vender. Entonces busqué una
casa cerca y ahí hice un edifico al costado, donde tengo mi oficina.
Con lo que te estoy contacto no quiero hacer alarde de que tengo
propiedades, lo que quiero decirte es que si yo hubiera tenido la meta de tener un
edificio, quizá me hubiese desanimado y no lo hubiese comprado nunca. Todo lo que
tengo es gracias a esas pequeñas metas que tuve: primero un cuartito, después mi
departamento, luego mi casa, finalmente el edificio. Todo esto lo tengo gracias a la
necesidad de tener una casa, deseo que siempre lo tuve desde niño. Me siento
contento con mis logros, no por lo material, sino por todo lo que esto significa para
mí: mi esfuerzo, mi dedicación mi entrega, mi sacrificio, mi decisión.
Yo tengo amigos que han sido más famosos y exitosos que yo pero que no
han sabido capitalizar su dinero y ahora no tienen nada. En cambio yo no soy así. A
mí me gusta invertir. Por ejemplo, en vez de tener mi dinero en el bolsillo, prefiero
tenerlo invertido en un negocio, o en un metro cuadrado construido con ladrillo. Es
cierto que es importante tener efectivo, pero lo necesario para vivir. Quizá esta sea
mi forma de pensar o de actuar frente al dinero por el hecho de haber tenido
carencias de pequeño; pero tampoco soy tacaño, lo comparto con el que de verdad
necesita. Antes de comprarme algo, yo siempre lo pienso mucho. Por ejemplo, hasta
el momento yo no me he comprado un carro nuevo, ni lo haría, pues siempre uso las
cosas que son necesarias.
Desde mi experiencia puedo decir que la pobreza en el Perú radica en la
mala inversión que la gente hace de su dinero. La gente no sabe administrar lo poco
o mucho que pueda tener. El otro problema es el desaliento. Por ejemplo, yo tengo
la meta de comprar un carro. Eso implica ahorrar el precio total del vehículo que
quiero comprar. Pero eso puede ser frustrante, si mis ingresos son bajos. En cambio
si cambio de estrategia, en vez de ponerme como meta comprar el carro, puedo ir
ahorrando para comprar la puerta del carro, luego la rueda, etc. Esto puede parecer
tonto, sin embargo es una excelente técnica. Tenemos que acostumbrarnos a
cumplir pequeñas metas, porque las grandes metas están hechas del cumplimiento
de las pequeñas. Eso es lógico. Por ejemplo: ¿De cuántos soles está hecho un
millón? De un millón de soles ¿verdad? Esto quiere decir de un sol, dos soles, tres
soles, etc. El problema está cuando nosotros nos concentramos en el millón y nos
olvidamos del sol. Hay que fijarnos en el sol y cuidar el sol y así podremos llegar a

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un millón de soles. La economía es como la fe: ¿Cómo se llega a la santidad? Nadie
nace santo, los santos se hacen en el diario caminar, con los detalles y los pequeños
o grandes triunfos que van logrando al vencer sus pasiones o pecados. Algo así
funciona la economía”.

Calidad y honestidad en el servicio. “Yo soy mi producto”.


Estoy convencido que la pobreza en el Perú y en el mundo, en primer lugar,
es una pobreza humana, que crea pobreza material. La gente practica una serie de
antivalores que son contraproducentes para su economía personal, familiar y
empresarial. Uno de esos valores son la deshonestidad, expresada en la famosa
viveza criolla, que lejos de ser viveza, es estupidez. Veamos cómo la deshonestidad
crea pobreza:
Recuerdo que en una ocasión llamé a un gasfitero para que arregle unos
inodoros. Los examinó y me hizo un presupuesto. Compré los implementos y él se
puso a reparar las partes dañadas. Cuando había culminado su labor, envié a un
joven para ver si todo estaba en orden. El joven, me comunicó que solamente había
cinco equipos instalados y que, por tanto, faltaba uno. Le dije que lo buscara y así lo
hizo. En vista que el equipo no aparecía por ningún lado el joven decidió buscar en
la mochila del gasfitero. Su hazaña no fue fácil, pues el hombre se negó, pero al final
tuvo que ceder; y al abrir la mochila ahí estaba el equipo. La actitud de este señor
nos dio un disgusto. Le pagué de mala gana y nunca más he solicitado sus
servicios. De este modo perdió oportunidades de trabajo, y hasta un amigo.
Para profundizar en la idea de que la deshonestidad crea pobreza anoto otro
ejemplo: En una oportunidad realicé un viaje aéreo de Lima a Piura. Cuando el avión
aterrizó, salí del aeropuerto y me dirigí a la playa de estacionamiento para tomar un
taxi. Le pregunté al conductor: “¿Cuánto me cobra para hasta la Iglesia San
Sebastián?”, que era el lugar donde yo residía. “Treinta soles”, me respondió.
“¡¿Treinta soles!?! -le interrogué admirado-. ¿Está usted loco? o ¿acaso me va a
llevar hasta Sullana? Dios perdone su indecencia, ojalá no encuentre ningún
incauto”, le dije y me dirigí a la calle para tomar otro taxi.
Confieso que me sentí fastidiado por la deshonestidad de este taxista.
Normalmente, el precio de un taxi, desde el aeropuerto hasta el destino donde yo
iba, es de 3 soles, máximo se podría pagar 5. Sin embargo, este hombre, sin
vergüenza alguna, de un modo tan descarado, elevó el precio en una cantidad
increíble. Posiblemente pensó que era un visitante novato y quería aprovecharse de
ello. Sin embargo, él no sabía que yo residía en esta ciudad, desde hace un buen
tiempo y conozco las tarifas de los taxis.
Esta anécdota ilustra muy bien cómo la deshonestidad es una de las causas
de la pobreza de nuestros pueblos. Es muy probable que, aquel día, ese taxista se
quedó sin ningún pasajero, puesto que yo era uno de los últimos en salir. Si me
hubiese cobrado honestamente un precio justo y razonable ya tenía la carrera
asegurada. Pero como fue deshonesto perdió su oportunidad.
Suponiendo que encontró un incauto, el taxista robó 30 soles, con los que no
se hizo rico; pero causó un gran daño a la imagen de los pobladores, especialmente

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a los taxistas de esta ciudad. Aquella persona, si fue turista, al tomar conciencia que
fue engañada de seguro que se sintió frustrada. Quizás ya no tenga ganas de
regresar ni recomiende a otros a que visiten esta ciudad. De este modo se va
perdiendo oportunidades.
Por estas razones, si queremos progresar en el Perú tenemos que
aprender a ser honestos, dado que la deshonestidad crea desconfianza y la
desconfianza es letal para la economía. Por ejemplo, si un banco empieza a perder
credibilidad se va a la quiebra. Lo mismo sucede en el campo personal, familiar y
empresarial. Hay gente que por ganar dinero hipoteca su presente y destruye su
futuro. Esta lección de la honestidad en el progreso económico la podemos aprender
del testimonio de Ernesto Pimentel. Pongamos atención a sus palabras:
“Yo pienso que el éxito no sólo se mide por el dinero que uno tiene,
también hay otros elementos valorativos, como por ejemplo la calidad y la
honestidad. Me explicaré mejor: este año yo podría ganar 50,000 dólares en mi
circo, si invierto 100,000. Es una buena ganancia. Pero yo podría ganar 100,000
invirtiendo solamente 50,000. Ésta es una ganancia exorbitante, que lo podría lograr.
He ganado hoy, pero he arruinado mi futuro, porque el próximo año la gente no irá a
ver mi espectáculo, dado que el de este año fue un fraude, la gente se sentirá
engañada.
La gente, muchas veces, llevada por la ambición hipoteca su presente y
arruina su futuro. Ahí está la falla de mucha gente y de muchas empresas que no
cuidan su producto, ni a sus clientes. Tenemos que comprender que la gente se
merece lo mejor y hay que esforzarnos por darles calidad. Esto implica tener una
filosofía de servicio, estamos llamados a servir y en nuestro servicio tenemos que
dar a nuestros clientes lo mejor. Yo vendo algo intangible, como la fe. Lo que vendo
es mi imagen y debo cuidarla. Esto debe llevarnos a comprender que yo soy mi
producto. Por eso, si a mí me citan a las 4 yo voy a las 3:45. Para llegar a las 3:45
yo tengo que salir a las 3:00. Y para salir a las 3:00 yo tengo que maquillarme a las
2:00. Este tipo de planificación es lo que hace que yo venda un producto excelente,
un producto de calidad.
Te repito: “Tenemos que tomar conciencia de que cada uno es su propio
producto”. Por ejemplo, en mi trabajo: desde que salgo de mi casa hasta que me
acuesto soy mi producto. Eso implica que debo ser cortés con la señora que me ve
y me saluda, debo responder su saludo con amabilidad; pues si yo me paso de
largo, va a decir: “Mira, fulano es un creído. Es así y asá”. Y quizá lo aumenta un
poco más. Y todo eso por la mala imagen que le transmití. Yo, no tendría lo que
tengo y no sería lo que soy, si trasmitera mala imagen. Si todos pensaran así y
actuaran así, la realidad de nuestro país cambiaría. Por eso, el cambio empieza por
uno mismo. Esto vale para todos: para los empresarios, para los albañiles, etc.”.
Cuando escuché esta disertación de Ernesto me vino a la mente ese texto
del Evangelio donde Jesús dice: “Trata a los demás como quieres que te traten” (Lc.
6,31). Por esta razón estoy convencido de que el buen trato da buenos dividendos
en dinero, en relaciones sociales y en afecto cristiano. Ojalá que todos aprendamos

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a darnos buen trato los unos a los otros y que seamos honestos en nuestras
relaciones.

“Tú puedes elegir”.


Definitivamente la libertad es uno de los dones más grandes que tenemos
los seres humanos y es lo que nos diferencia de los animales. Ejercer este don en
función del bien es nuestro derecho y nuestra obligación. Esta idea de la libertad la
encontramos plasmada en el libro del Deuteronomio. Pongamos atención: “Mira, hoy
pongo ante ti, vida y felicidad, muerte y desgracia. Pongo hoy por testigos contra
ustedes al cielo y a la tierra: ante ti están la vida y la muerte, la bendición y la
maldición. Elige la vida y vivirán tú y tu descendencia” (Dt. 30, 15; 19). Esta misma
disyuntiva la tuvo Ernesto Pimentel cuando se enteró de que era portador de VIH
(Síndrome de inmunodeficiencia adquirida), Sida. Consideremos su testimonio:
“Cuando yo me enteré que tenía VIH fue muy duro para mí. Yo apenas
tenía 20 años; era un joven y no podía comprender nada. No tenía a nadie quien me
apoye. Me veía tan solo y tan abatido. Esa situación fue como si hubiesen puesto
una gran piedra frente a mí. En un primer momento me desalenté y me sentía
perdido. Luego empecé a buscar alternativas: la primera que se me vino a la mente
fue la más derrotista: “Hacer de mi vida un descarado”; la segunda: “Con esto no voy
a poder. Dios me ha castigado”; y la tercera alternativa fue: “Nada me va a detener”.
Esa piedra no la podía sacar de mi camino, así es que lo único que hice fue subir
sobre ella para poder saltar más alto y llegar más lejos.
Yo saco la fuerza para sobreponerme a la adversidad de la convicción de
que tú puedes escoger y decidir entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. Yo
decidí el bien y la vida. Ante los problemas, decidí verlos como oportunidades; ante
las tristezas, decidí la alegría. A mí me hace mucho bien mi trabajo. Nadie puede
imaginarse cuán feliz me siento haciendo reír a la gente y llevando un poco de
alegría a sus vidas. Eso me abstrae de la vida y de sus problemas, lo cual quiere
decir que da una recompensa inmediata a mi vida, que da plenitud a mi existencia.
Hay gente que tiene enormes dificultades y esas dificultades precisamente
le sirve para hacer algo extraordinario, y descubren tanto placer en ese vencer la
adversidad. Su testimonio se convierte en algo increíble. Esta experiencia también
es mía. Yo hubiese podido ser un pirañita, un alcohólico, o drogadicto, pues la
evasión es lo más fácil. Pero no lo hice, porque descubrí que hay otras formas de
reaccionar ante los problemas. Descubrí que los problemas encarnan oportunidades.
Lo importante es tener fe, esperanza y los ojos bien abiertos para no desperdiciar las
oportunidades que te presenta la vida.
Creo que no hay más mérito en el sol que yo gano, que en el sol de una
señora que vende sus caramelos. El mérito es el mismo porque ambos le hemos
puesto dedicación, entrega, ganas, inversión de tiempo, etc. La misma ecuación”.

Las claves de mi éxito


Cuando le pregunté a Ernesto sobre las claves de su éxito, esto es lo que
me contestó:

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“Pienso que la clave de mi éxito es que he aprendido a ser fiel a mí mismo.
Esto me impulsa a ser una mejor persona cada día, intentando dar lo mejor de mí en
el servicio que presto. Sin este progreso personal, en perspectivas del servicio, la
vida no tendría ningún sentido. En la vida tiene que haber una cuestión de
responsabilidad que le dé sentido a tu éxito. Cuando te mueres no ponen en tu
epitafio: “Aquí yacen los restos mortales de fulano de tal que ganaba 2,000 dólares
mensuales”. No ponen eso. Sólo ponen tu nombre y punto.
El éxito, como he dicho, para mí es una forma de viajar. Si quieres un
edificio, primero comienza por desear tener tu cuarto. Y así, cumpliendo pequeñas
metas, lograrás alcanzar las metas grandes. De igual modo, si quieres cambiar el
mundo, cambia tú primero; para crear algo grande, tienes que empezar creando algo
pequeño; el edificio se construye ladrillo tras ladrillo. De igual modo, si quieres creer
en Dios, empieza a creer en ti primero, porque Dios confía en ti.
Otra de las claves de mi éxito es la fe. Yo creo en Dios. Aunque no soy
fanático en temas religiosos, tengo fe. He aprendido a ser muy tolerante. Yo respeto
en mi trabajo a los que tienen una idea distinta a la mía, ya sean creyentes de otras
confesiones o ateos. Pero para mí la fe es fundamental. Yo he aprendido a tener fe,
no una fe a mi medida, sino una fe convincente, como un cable a tierra, que me da
fortaleza en cada momento. Mi abuelita es mi modelo de fe. Ella es una mujer de
oración. Ella reza mucho y dice que cuando ora se van los espíritus. Yo rezo con ella
y ese tiempo es un momento mágico para mí. Esto no tiene que ver con mi profesión
religiosa, sino con un testimonio: de amor de mi parte y, sobre todo, de parte de
Dios. Yo tengo mucho que agradecer a la Iglesia, a la Madre Rosa Ayllón, a Caritas.
La formación religiosa que he tenido de la Iglesia y de mi abuelita ha sido una
fuerza impresionante que me ha ayudado a seguir adelante en los momentos más
difíciles que he tenido. La fe para mí ha sido el motor principal para obtener mis
éxitos.

Mensaje final
Al pedirle a Ernesto que deje un mensaje para mis lectores, esto es lo que
dijo:
“Mi mensaje es que nunca se desalienten, ni en las más grandes
adversidades. Que tengan claro un objetivo y sean perseverantes. Tengan la
convicción de que eso es lo que quieren y no vayan cambiar. Decidan qué es lo que
quieren hacer con sus vidas: si quieres ser panadero, sé el mejor panadero; si
quieres ser carpintero, sé el mejor carpintero, etc. También puedes hacer otras
cosas, pero es conveniente que tengas una columna vertebral que afiance y dé
sentido a toda tu vida.
La otra idea que quiero expresar es que sean agradecidos. La gratitud es
un gran combustible. Si somos agradecidos para con Dios somos, seremos mejores
cristianos; si somos agradecidos con nuestra patria, seremos mejores patriotas; y si
somos agradecidos con la vida, haremos con nuestra existencia la mejor empresa.
Luchemos por ser felices, que para eso hemos venido a este mundo. El
camino no es fácil, pero la satisfacción es grande cuando más grande es el

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obstáculo vencido. No nos desalentemos en la lucha, recordemos que al final nos
espera el premio de la gloria. Por eso luchemos con ilusión, ganas y coraje.
Finalmente, quiero reiterar lo que dije al inicio: “éxito no es un lugar a donde
tenemos que llegar es una forma de viajar”.

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“LA SUERTE DE NO HABER TENIDO SUERTE”
(La experiencia de Armando Robles Godoy)

“Yo soy un eterno buscador”


Cuenta una historia que en un mundo desconocido, había un eterno debate
sobre la existencia del fuego. Al respecto dicen que existían dos teorías totalmente
opuestas. La primera afirmaba que el fuego no existía. La segunda, afirmaba con
énfasis su existencia, pero lo describía infinitamente superior e inalcanzable.
Un habitante curioso, no conforme con estas teorías, salió a la búsqueda del
fuego. Y para su sorpresa, en el camino se encontró con otras teorías, que no eran
conocidas en su pueblo. Una de ellas le llamó poderosamente la atención: el fuego
existía, pero era sólido y frío, y, además, emitía sombras.
Mucha información fundamentaba esta teoría con una lógica irrefutable. Se
había escrito muchos libros y se habían pronunciado muchas conferencias. Los
conocimientos eran cuantiosos y bastante convincentes, de tal modo que quedaba
muy poco espacio para la duda. Por tanto, no había nada que buscar. Dicho hombre,
ante tal explicación se quedó satisfecho e incluso empezó a defender tal teoría. Pero
esto fue un cierto tiempo hasta que encontró ciertas contradicciones en la teoría, que
lo llevaron a dudar.
Así empezó de nuevo su búsqueda. Comprendió que había algo que no le
estaban diciendo. En una de sus búsquedas comprendió que en su interior podía
hallar todas las respuestas. Para ello aprendió a meditar. Noche tras noche
meditaba en su lecho hasta que lo vencía el sueño. Una noche, como entre sueños,
se encontró frente a la imagen más deslumbrante y extraña que jamás había visto
en su vida. Se encontró frente a la presencia imponente del fuego, una pequeña
llama de vela flotaba frente a sus ojos. Lo percibió, lo olio, lo tocó. Esa noche supo
que el fuego emitía luz y calor, que era deslumbrante, que su consistencia no era
sólida, sino de una materia volátil y extraña, y también supo que quemaba.
Lo más sorprendente es que, desde esa noche, en su diario vivir comenzó a
ver la expresión del fuego en todas partes, en cada evento de su vida, en cada
centímetro del mundo, en cada hálito de vida. Salió corriendo a contarles a sus
amigos y confidentes lo que era el fuego, pero frente a la dificultad de explicarlo y las
teorías que los rodeaban a todos, no consiguió más que refutaciones teóricas,
descreimientos y burlas. Para sus más cercanos, el fuego era sólido y frío, emitía
sombras, y había fundamentos teóricos suficientes para demostrarlo. Pero era en
vano, el había conocido el fuego, y ya no eran suficientes las teorías ni las lógicas
mundanas para hacerle creer que él estaba equivocado. Él lo vivió, lo tocó, lo sintió,
lo experimentó, y eso ya no se lo quitaba nadie.
Esta historia nos ayuda a comprender que muchas veces las ideas y
conceptos que tenemos de la realidad obstaculizan nuestra experiencia de
encuentro con la realidad misma; esto también es aplicable a la experiencia de Dios.
Por tanto, si de verdad queremos tener una experiencia más cercana con la realidad,
a veces tenemos que cuestionar las teorías, romper conceptos y destruir

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paradigmas. La historia de éxito de Armando Robles Godoy, escritor y cineasta
peruano, es una historia original que rompe con una serie de conceptos e ideas que
tenemos sobre éxito.
Por ejemplo, la gente piensa que quienes disfrutan del éxito son personas que
tuvieron suerte. Y eso no necesariamente es cierto. Es verdad que Armando Robles
nació en Nueva York y es hijo de una reconocida familia, pues su padre es Alomía
Robles, autor de esa hermosa canción “El cóndor pasa”, emblema nacional, y de la
Cubana Carmela Godoy. Desde pequeño, al sacar los primeros puestos en los
estudios, se mostró como un niño inteligente. Pero en su vida ha tenido muchas
frustraciones, por ejemplo, no terminó la carrera de medicina, ni la de letras; en la
política no le fue bien, y no prosperó un proyecto de colonización en la selva. Él dice
que gracias a estas frustraciones se debe su éxito. Por eso literalmente dice que su
éxito se debe a “la suerte de no haber tenido suerte”.
Al no haber terminado las carreras antes mencionadas también rompe con
otro paradigma que a menudo se ha repetido a los chicos del colegio: “El que
estudia triunfa”. Esto no necesariamente es cierto. En nuestro medio es frecuente
encontrarnos con gente que ha alcanzado logros significativos sin haber terminado
una carrera y hay otras personas que teniendo un título universitario no han logrado
nada en su vida. Con esto no estoy diciendo que no se debe estudiar. Pienso que
una persona que tiene la suerte de poder estudiar debe dar su máximo esfuerzo,
pero si no lo tiene, no debe sentirse acomplejado. Debe creer en la sabiduría de la
vida y debe confiar que la vida le dará otras oportunidades. En realidad no debemos
quedarnos estancados en conceptos estériles que obstaculizan nuestro crecimiento.
Para no abundar en palabras, profundicemos en esta interesante y original
historia de éxito:
“En realidad es difícil hablar del éxito porque tiene mucho sabor a cosa
terminada. Y eso no va con mi forma de ser y de pensar. Por lo general yo soy un
eterno buscador. Quizá este concepto se encuentra bosquejado en mi nuevo libro
titulado: “La búsqueda perpetua”. Es algo así como el río que siempre es el mismo,
pero al mismo tiempo las aguas son distintas. La búsqueda, precisamente es eso,
pues si encuentras lo que buscas se acabó el asunto. Algo así ocurre con el misterio:
si deja de ser misterioso ya no sirve para nada.
Si podemos llamar éxito a los logros que uno ha alcanzado, pienso que mi
éxito se debe a la suerte de no haber tenido suerte. Esto sí encaja con mi forma de
ser y de pensar, porque el hecho de haber dejado alguna cosa inconclusa es lo que
ha movilizado mis energía para seguir en ese proceso de búsqueda. Esta es mi
filosofía que la he extraído desde mi experiencia. En realidad he terminado muy
pocas cosas. En lo que a estudios se refiere, lo único que he terminando ha sido la
primaria y la secundaria. Y esto no es por falta de habilidad intelectual. Yo siempre
he sido un tipo de esos a los que pintorescamente llaman “chancón”. Siempre
sacaba los primeros puestos. Por ejemplo, ingresé a la Facultad de Medicina de la
Universidad de San Marcos en el segundo puesto. En el primer año de esta carrera
me di cuenta que eso no era para mí. Entonces me trasladé a la facultad de letras
con la meta de ser abogado, pero tampoco terminé esa carrera.

61
Desde la Universidad de San Marcos incursioné en la política con el Frente
Democrático Nacional, donde había un sector joven llamado “Agrupación juventud
independiente”. Este frente estaba conformado por una coalición de partidos,
incluyendo el Apra. Ahí conocí a Víctor Raúl Haya de la Torre. Con este movimiento
estuve muy comprometido, dado que desde el colegio yo era un líder. Mi
compromiso implicaba pintar las paredes o acompañar en la gira a un líder de
nuestro partido, porque yo era demasiado joven para ser candidato. Esta experiencia
duró más o menos dos años, porque de ahí vino la dictadura de Odría, que fue
realmente asquerosa.
Como consecuencia de esta nueva realidad política se produjo un movimiento
muy extraño, muy inverso a lo que hoy ocurre: salir de Lima. Fuimos muchos los que
coincidimos en esta salida, sin haberla preparado. Quizá el clima político es el que
nos motivó, porque la dictadura de Odría era insoportable. A mí se me ocurrió
emigrar de Chosica e ir al Alto Huallaga, en Tingo María y ahí hacer una especie de
pequeñas colonizaciones, que era un proyecto verdaderamente original. En el
proyecto estábamos embarcados 5 personas, de las cuales, al final nos quedamos
dos: mi hermano Mario y yo. Este proyecto no dio resultado, pero esta experiencia
me llevó a descubrir algo interesante: la literatura y el cine.
Entonces, como te das cuenta, yo llegué a la literatura y a la cinematografía
buscando otra cosa. Esas cosas que encontré en el viaje a Tingo Maria me
inspiraron para escribir mi novela “La Muralla verde”, que luego llevé al cine. Esta
novela la escribí allá en la selva. Es una obra muy autobiográfica, porque he
introducido en ella mi propia experiencia. El tema de la Muralla verde es lo que te
estoy contando: la búsqueda de una persona, llevada al campo de la ficción. Para
que veas hasta qué punto la novela es autobiográfica, en la película hay un un tipo
recién casado que trabajaba en Lima y sale de esta ciudad en busca de cosas
nuevas. Él trata de comenzar criando ganado que es lo que nos sucedió a nosotros.
Dicho sea de paso, mientras estábamos en el proceso de colonización, a los
8 años más o menos, en lo que nos fue un poco mejor fue en la ganadería. Lo que
pasa es que en un inicio nosotros no apuntamos a esta actividad, sino a la
agricultura. Y en este campo no nos fue tan bien que digamos. Si nosotros, desde un
inicio, hubiésemos apuntado a la ganadería quizá hubiéramos tenido éxito y ahora
las cosas serían distintas. las cosas no resultaron como nosotros queríamos y esa
frustración fue fecunda para mí.
Como te das cuenta, fui a ese lugar buscando una cosa y encontré otra. Así
ha sido toda mi vida: A veces en una forma positiva y en otras negativa, a veces
cosas útiles y en otras inútiles, a veces en cosas hermosas y otras en cosas feas, a
veces en cosas atractivas y otras en cosas aburridas… siempre ha sido esta
búsqueda perpetua”.

“En busca de mi muerte”.


La mayoría de gente suele ver a la muerte como a una enemiga, por eso le
tiene tanto miedo. Para Armando Robles la muerte es una amiga. Quizá esta forma
de afrontar su muerte es lo que le asemeja a Jesús, quien dijo “a mí nadie me quita

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la vida, yo la doy” (Jn. 10,18). Definitivamente Jesús ha venido a enseñarnos a morir
con dignidad, a afrontar nuestra muerte con serenidad, comprendiendo que ésta
simplemente es un paso, un paso de esta vida caduca y temporal a la vida
imperecedera. Por eso, no debemos dejarnos morir pasivamente: tenemos que
aprender a asumir nuestra muerte de una manera activa, aceptándola como una
condición de la vida. Armando Robles, siguiendo las huellas de Jesús, puede
iluminarnos en este aspecto:
“Como ya te he dicho, lo que me caracteriza es la búsqueda perpetua, te
puedo decir que a mis 86 sigo buscando, y lo que ahora busco es mi muerte. Esto ya
lo he conversado con mi familia, que son mi mujer, mis dos hijas y mi hermana. En
estos momentos no estoy viviendo: estoy muriendo. Esto no quiere decir que estoy
enfermo o que estoy buscando el suicidio. No, nada de eso. En realidad lo que estoy
haciendo es encontrarle el lado vital a mi muerte. He dicho “mi muerte”, no la muerte
en abstracto, ni la muerte de otro. Se trata de mi propia muerte. Porque yo quiero
morir en la misma forma en la que he vivido. Es decir, con la misma determinación y
la misma firmeza con la que he vivido, así también quiero morir.
En realidad lo que quiero es hacerme amigo de mi muerte, porque yo no
visualizo esta realidad como un final triste o como una cosa temible. Si afrontara así
mi muerte sería una actitud cobarde, porque sería un modo tan pasivo de que me
ocurra algo que es tan significativo para mí. Yo digo que mi muerte es algo tan
significativo porque no hay punto de comparación. Tal vez las dos cosas más
importantes que le puedan ocurrir a una persona es vivir y morir. Las dos tiene la
misma importancia. Tan importante es el nacer como el morir. Esto es para mí
buscar mi propia muerte; es decir asumir un rol activo frente a esa realidad. La
muerte pasiva no es morir, sino morirse”.

“Hacer lo que uno quiere”.


Armando Robles, aunque dice que odia el trabajo, es un trabajador
infatigable; pero trabaja en aquellas cosas que le producen placer y le dan
satisfacción. Él nos cuenta una anécdota cómo cuando estuvo enfermo se las
arregló para escribir artículos para una columna que publicaba en el periódico:
“Hace un momento dije que actualmente estoy muriendo, eso no quiere decir
que esté enfermo. A pesar de mi edad tengo buena salud. Creo que eso se debe
que no he tenido ningún vicio. Muy pocas veces me he enfermado, una de ellas fue
debido a una película que estábamos filmando. Este trabajo me tenía absorto y me
deshidraté sin darme cuenta. A consecuencia de ello me dio una grave infección al
colon. Los síntomas se presentaron justo al final de la etapa de la filmación. Me
tuvieron que hospitalizar y ahí me quedé 6 meses. Siento que esa experiencia es la
que estuvo más cerca de la muerte. Y aún, estando en esa situación, yo escribía
una columna semanal en el Comercio, que se llamaba “El lenguaje misterioso”, y
hablaba del cine. Recuerdo que solamente dejé de escribir dos semanas. Después
volví a realizarlo con una de mis hijas, que me ayudaba a escribir el artículo. Al
principio fue doloroso porque estaba echado en la cama. Después, cuando ya podía
sentarme, me llevaron mi máquina de escribir. Como ves yo siempre me las arreglo

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para hacer lo que quiero. Aunque yo soy enemigo del trabajo, dado que considero
que el trabajo y la pobreza son los dos elementos más embrutecedores, sin
embargo, trabajo de una forma incansable, pero hago lo que me gusta y cuando uno
hace lo que le gusta no se cansa, no se agota.
Una de las cosas que más me motiva en mi vida es el placer, pero no el
placer en el sentido cobarde de hacer cosas inútiles o viciosas, sino el placer en el
sentido de disfrutar la vida y vivirla en profundidad. Quizá esto sea la clave de mi
buena salud”.

“Me fascina el misterio”


Uno de los errores de la gente religiosa es que intenta aprisionar el misterio
de Dios en conceptos e ideas, creyendo que esas ideas y conceptos que tiene en la
cabeza es la realidad de Dios. Es ahí donde surgen los fanatismos y
fundamentalismos religiosos. Para evitar estos peligros tenemos que comprender
que Dios es misterio y va más allá de nuestros conceptos. El pensamiento de
Armando Robles puede ayudarnos en esta tarea:
“Yo sí creo en Dios, pero en el Dios del misterio. He leído mucho la Biblia,
pero no para buscar verdades, sino para ver qué es lo que pasa cuando el ser
humano se enfrenta con el misterio y me he dado cuenta que el hombre, cuando se
enfrenta con el misterio, lo primero que hace es tratar de explicarlo. Y aquí está el
error porque cuando intentas explicar el misterio lo dañaste, porque cuando el
misterio deja de ser misterioso, pierde su fuerza y su atractivo. Así es que lo
importante es vivir intensamente el misterio sin tratar de aprisionarlo”.

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“APRENDER A SER REFLEXIVOS”
(La experiencia de Federico Salazar)

“El éxito se basa en el logro del bienestar interno”.


Conozco el caso de un hombre que había logrado acumular una considerable
fortuna, y en su ciudad se le consideraba como uno de los hombres más exitosos.
Muchos lo admiraban, e incluso algunos acudían a él para solicitar sus favores, pues
era un hombre muy caritativo. Sin embargo, a pesar de tener dinero, no era feliz,
porque en otras áreas de su vida había fracasado rotundamente: Estaba separado
de su esposa, por temas de incomprensión e infidelidad. Por este motivo sus hijos
estaban metidos en una serie de vicios, drogas, alcoholismo, ludopatía, etc. Al
contemplar esta realidad familiar sentía una profunda tristeza y un gran vacío
consumía su alma. En vista que no tenía paz, acudió a mi despacho a consultar su
problema y en el trabajo de crecimiento humano que hicimos le ayudé a descubrir la
razón de su fracaso. Al encontrarse con su verdad tuvo la posibilidad de sanar sus
heridas emocionales y así pudo reconquistar a su esposa. Estando los dos juntos
pudieron luchar para arrancar a sus hijos de las garras de los vicios. Al lograr formar
un ambiente familiar cálido y amoroso realmente se sintió el hombre más dichoso del
mundo. Así pudo disfrutar plenamente de sus bienes y del amor de su familia.
Esta anécdota nos ayuda a comprender que el éxito económico, no
necesariamente hace de la persona un ser Gexitoso. El éxito también abarca otros
campos, como son la comprensión y el cariño familiar. Pero para construir una vida
familiar armoniosa se necesita tener paz interior. Esta lección la podemos aprender
del testimonio del reconocido periodista Federico Salazar:
“El éxito es conseguir algo que uno considera que es valioso. En la vida,
todos tenemos planes, deseos, objetivos; el éxito sería cristalizar esas aspiraciones.
También creo que el éxito no tiene el mismo sentido para todos, dado que para cada
persona tiene un sentido particular y ese sentido está marcado por el conjunto de
valores que cada persona tiene. En este tema, a veces hay mucha confusión,
porque se piensa que tener éxito es tener dinero, fama o poder; pero estas
realidades no siempre son expresiones de éxito.
Por ejemplo, la publicidad puede darnos la idea de que ser exitoso es tener un
Mercedes Benz. De hecho, tener un carro de esta marca no es malo; pero si ese
vehículo lo compraste con dinero robado, no se puede decir que seas exitoso. Por
eso, el éxito no es propiamente tener cosas, sino que es lo que has hecho para tener
esas cosas. Además, el éxito tiene que ver con otros elementOS como la estabilidad
emocional, la capacidad de disfrutar de tus logros, la armonía interior. Esto es
fundamental, porque si tú no estás bien en tu interior ya puedes tener todos los
bienes materiales y si no eres capaz de disfrutar plenamente, siempre serás un
fracasado. Por esta razón yo creo que el éxito se basa en el logro del bienestar
interno”.

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El amor, la clave del éxito familiar.
Una cosa es tener fracasos en la vida y otra es ser un fracasado en la vida.
Federico ha tenido un fracaso con su primera familia; pero, precisamente, ese
fracaso, como él mismo lo dice, le ha servido para ser más consciente de sí mismo,
de sus errores y para valorar más la realidad familiar. De tal modo que en su
segundo compromiso, evitando cometer los mismos errores, ha podido formar una
hermosa familia de la cual se siente orgulloso. Atendamos a sus palabras:
“Uno de mis logros más significativos es tener una familia feliz. Aunque este
logro no lo considero como un éxito porque no es algo que yo solo lo he
conseguido, dado que la familia tiene mucho que ver con el encuentro de las
personas. En ese sentido entran en juego muchos elementos, como la casualidad, el
amor, las circunstancias. En este aspecto yo he tenido mucha suerte, y tengo que
reconocer, que la persona con quien comparto mi vida, me ha permitido sacar lo
mejor de mí. Digo esto, porque ella me inspira para ser una persona más cuidadosa
con los otros y con ella misma. Su persona me provoca tener detalles con ella. Creo
que me ha hecho más romanticón. Mi relación con ella me ha educado en mi
relación con los demás. Su amor también me ha hecho ser humilde y reconocer sus
valores; como ejemplo, yo la siento a ella más madura que yo. Por eso, cuando me
doy cuenta que ella, en muchas, cosas tiene razón, sin ningún titubeo sigo su
opinión.
Con esto no te estoy diciendo que en mi familia todo sea color de rosas. A
veces tenemos problemas, dificultades. Pero esos problemas no destruyen nuestro
amor, que es la base de la familia. Yo pienso que si en una familia se atendiera a
todo, pero no hay cariño, la vida sería demasiado aburrida, complicada y pesada;
además, insulsa, porque no tendríamos algo donde recostar nuestros éxitos. Para
ser feliz se necesita una dimensión intima donde puedas mostrarte tal cual eres y
disfrutar de lo que tienes. Sin esta dimensión la vida sería como el café sin azúcar.
Para ser sincero debo confesar que me separé de mi primer compromiso,
razón por la cual sufrí mucho. Por eso una experiencia de esa naturaleza no le
deseo a nadie. Sin embargo, a pesar del dolor, siento que esa experiencia me ha
hecho madurar, dado que me hizo valorar más el tema de la familia. Lo que pasa es
que antes parece que andaba en la vida como un autómata, donde no me ponía a
reflexionar en qué campos de mi vida estaba fallando para mejorar y encontrar
excelencia. A veces esos problemas, cuando uno no los atiende, poco a poco se
magnifican y llega un momento cuando ya no hay solución.
Yo vengo de una familia bien constituida. La familia de mis padres, para
suerte mía y de mis hermanos, ha sido una familia muy estable, donde hubo mucho
amor y mucho cariño. Es posible que mis padres se hayan equivocado en algunas
cosas, pero nunca hubo una intención de maltratarnos. Entonces una persona que
sale de una familia así piensa que todas las familias son dulces y amorosas y que la
estabilidad familiar es algo que se da por sentado y que no hay que luchar por nada.
Sin embargo, las cosas no son así de fáciles. La estabilidad familiar es algo que
tenemos que ir construyendo día a día, es algo que hay que trabajar, hay que educar
y hay que valorar. Ese es el problema de los que hemos nacido y crecido en familias

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bien constituidas, pues no estamos dotados para manejar los conflictos que surgen
en el interior de las parejas. Todo esto lo aprendí a raíz de mi separación, porque
cuando me casé, obviamente, pensé que iba a durar toda mi vida. Y, sin embargo, a
pesar del deseo y de la intención, no fue así.
Desde mi experiencia puedo decir que la clave para que una familia funcione
es el amor. Soy consciente que esta palabra ya está demasiado desgastada, pero
esa es la pura verdad. Sin amor no funciona una pareja. Entiendo el amor en el
sentido de querer a la otra persona tal cual es y de quererse también uno mismo.
Esto implica no aceptar cosas que vayan en contra de tu identidad, es decir de tu ser
y de tu sentir. Por eso el amor debe respetar la identidad de cada persona, de lo
contrario la relación se lastima y pronto se deteriora. En este sentido con Katya, mi
esposa, nos comprendemos y nos respetamos. En realdad discutimos muy poco y, a
veces, cuando pasan periodos muy largos sin discutir sospechamos que hay algo
malo. Las pocas veces que hemos discutido lo hemos hecho con mucho cariño.
Estoy convencido que si hay amor en una pareja, los momentos adversos se
pueden superar con suma facilidad. Para ello tiene que haber la intención de querer
resolver los problemas, lo que exige mucha flexibilidad y diálogo. Porque si uno se
encierra dentro de una postura y desde esa trinchera ataca a la otra persona, el
problema se convirtió en una pelea. Y en la pelea, como bien sabemos, uno sale
ganando y el otro perdiendo. Y donde hay ganadores y perdedores hay distancia. A
final de cuentas los dos salen perdiendo.
Podemos tener puntos distintos en diversos aspectos. Pero eso no significa
que debamos pelear. Podemos discutir como personas adultas que tienen la
capacidad de razonar. Además, por el cariño que tienes a la otra persona, cuando
descubres que no estabas en lo correcto te da gusto reconocer el acierto del otro.
Cuando llego a ese nivel yo me siento una persona madura. A mí, de joven, me
costaba mucho aceptar el error. Por eso no quería dar mi brazo a torcer.
Otra clave importante que implica el amor es la capacidad de no
recriminarnos. Esto exige que si alguien de los dos se equivocó en algunas cosas
no conviene estar machacando el asunto. Si se equivocó, pues ya se equivocó y
punto. ¿Qué ganas con recriminar el error? Lo único que haces es empeorar el
problema y reforzar el defecto. Pienso que todos tenemos derecho a equivocarnos”.

Mis inicios fueron muy modestos


Un gran amigo mío suele decir que “el problema laboral de nuestro país es
que todos quieren ser gerentes desde el primer día de trabajo”. Esta afirmación me
parece que encierra una gran verdad porque la mayoría de gente quiere empezar un
trabajo ganando un sueldo fabuloso, sin darse cuenta que las cosas no son así.
Nadie llega a ser gerente de la noche a la mañana. Los gerentes se van gestando
poco a poco y empiezan realizando trabajos sencillos, en los que demuestran su
destreza y capacidad. Por lo general, los inicios de toda gente exitosa fueron
extremadamente sencillos. Esta es la lección que podemos sacar de la experiencia
de Federico Salazar:

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“En cuanto a los logros en mi vida profesional tengo que decir lo siguiente: Es
cierto que el mundo de la televisión te da mucha popularidad, pero no
necesariamente para nosotros los periodistas significa el éxito profesional. Por
ejemplo, yo valoro mucho a los medios escritos, dado que la escritura es fascinante.
Lo que la televisión me ha aportado es el contacto con el público y el cariño de la
gente. Y eso para mí es muy importante.
Mis inicios como periodista fueron muy modestos. Si retrocedemos en el
tiempo diría que el primer contacto con este mundo fue en una imprenta donde mi
padre imprimía una revista. Ellos habían detectado que se robaban las revistas.
Entonces necesitaban a alguien de confianza que cuide el proceso de producción y
del empaquetado. Entonces me dieron a mí esa responsabilidad. Yo necesitaba
cachuelearme para comprar mis libros y es por eso que acepté esta propuesta. Ese
trabajo implicaba darme algunas amanecidas en la imprenta. En realidad no me
importaba hacer tales sacrificios, pues me sentía contento con mi trabajo. En vista
que fui responsable en esta función me dieron un segundo trabajo: fui corrector de
pruebas, porque en el colegio tenia una buena redacción.
Después, mi padre me dio otra oportunidad. El estaba elaborando una
columna para publicarla y, como tenía muchas cosas por hacer, me dijo: “termínala
tú”. Acepté ese reto, aunque un poco titubeante. Es cierto que hasta ese momento
yo ya escribía poesías, cuentos, pero escribía para mí. Ahora me tocaba escribir
para el público, aunque solamente se trataba de escribir unos párrafos. Como dije
hace un momento, acepté ese reto y lo hice bien. Ahí se dieron cuenta que yo podía
hacer otras cosas, aparte de corregir. Luego trabajé como auxiliar de relaciones
públicas. Después pasé a ser asistente del editor de una revista. En este oficio
aprendí un poco más. Al señor encargado lo llamaron para otro lugar y como yo era
el único que le ayudaba me dijo: “Entonces encárgate tú”. Yo acepté esta nueva
oportunidad que se me brindaba. De ahí ya pasé a un diario y es aquí donde
definitivamente me formé como periodista y conocí gente espectacular.
Mi padre, justo por ese tiempo, justo formó a un grupo de jóvenes que se
llamaba “Los turcos de la prensa” y yo estuve en ese grupo. Por tanto, puedo decir
que antes de ingresar a la televisión estuve por muchos años en la prensa. Para que
tengas una idea exacta: ingresé a la televisión el año 93, pero mis inicios como
periodista se remontan al año 81. ¿Cómo ingresé a la televisión? Me había ido a
Arequipa para un proyecto de televisión, pero no para conducir, sino para la parte de
la producción. Pero ese proyecto, que se suponía que duraría varios años, se
frustró. Entonces tuve que regresar a Lima. Pero durante mi estancia en Arequipa yo
seguía publicando. Por eso, al retornar a la capital Miguel Humberto Aguirre de
Radio Programas me llama y me dice: “He leído tus artículos. Son opiniones frescas
y nuevas ¿te interesaría hacer radio? Estamos buscando renovar las voces y a los
personajes?”. Yo acepté esta nueva propuesta y ahí comencé como auxiliar del
equipo principal de esa época, donde estaban figuras representativas como
Humberto Martínez, Guido Lombardi, Denis Vargas Marín. Yo era el remplazo de
ellos, cuando alguien faltaba. Así empecé en las mañanas y por las tardes me
dieron un programa de entrevistas. En ese trabajo estuve casi tres años, hasta que

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en el canal 4 hicieron unos cambios y me invitaron a hacer unas pruebas para el
noticiero de las mañanas. Así empezó mi carrera en la televisión.
Es cierto que antes yo ya había hecho televisión, pero era un trabajo no
especializado. En el año 84 hice algunas apariciones en Pulso, pero me llamaron
para temas de economía, porque en el diario “La prensa” era jefe de finanzas. Por
este motivo me llamaron al programa donde hacía el papel de panelista. También en
el año 87, en el canal 4, me llamaron para un programa económico, que era a las 11
de la noche, el cual creo que no lo veía ni mi madre. Después, en el año 93, como
te dije, me llamaron del canal 4 para hacer el noticiero y, desde aquella oportunidad,
estoy acá.
En mi éxito profesional, creo que hay dos aspectos fundamentales que debo
resaltar. En primer lugar, pienso que me sirvieron mucho los estudios de filosofía
que hice en la universidad, aunque no los concluí. Yo ingresé a estudiar esta carrera
no sólo por el tema del pensamiento, sino también por la posibilidad metodológica de
organizar y desarrollar ideas. El método filosófico te brinda la oportunidad de
empaquetar muy rápidamente la información. Esto sirve mucho para el periodismo,
porque cuando haces una entrevista, inmediatamente tú ya estás elaborando una
nueva pregunta, en función de la respuesta que te está dando el entrevistado.
Por otro lado, me ayudó muchísimo el equipo de gente con el que me
encontré, que realmente es un equipo magnífico, donde hay gente espectacular,
como, por ejemplo, Sol Carreño. Ella es una mujer genial, tiene un espíritu muy
lúdico, muy alegre y me ayuda a sacar de mí esa parte lúdica y traviesa que todo ser
humano posee. Originalmente nuestro programa tenía 4 puntos de rating. Por tanto,
no había riesgos y hacíamos lo que se nos ocurría y como éramos tan espontáneos,
a la gente le empezó a gustar nuestra espontaneidad, que es nuestra forma de ser.
Quizá este sea uno de los puntos clave del éxito de nuestro programa: la naturalidad
con que hacemos las cosas.

“Descubrí lo que realmente me gustaba”


Hacer lo que a uno le inspira, es decir, hacer aquello que brota del corazón es
la clave para llegar al éxito. En otras palabras, se trata de descubrir la vocación. Este
descubrimiento no se logra de la noche a la mañana, se hace a través de un proceso
de discernimiento. Algunos lo descubren bastante tarde y otros desde muy temprana
edad. Federico tuvo la suerte de descubrir su vocación cuando estaba en la
adolescencia.
“Cuando era niño no me imaginaba ser periodista. Hasta los 8 años soñé con
ser sacerdote. Pero a partir de esa edad empecé a ver a las chicas. Lo que sucede
es que cuando yo iba a misa me gustaba mucho lo que hablaban algunos
sacerdotes. Después me di cuenta que, en realidad, lo que más me llamaba la
atención eran las partes reflexivas. Entonces descubrí que lo que realmente me
gustaba era la filosofía y este descubrimiento lo hice, precisamente, gracias a un
sacerdote, que en el quinto de media me enseñó ese curso. Cuando estudié esa
materia entendí que lo que más me atraían eran esas cosas que agudizaban mi
razonamiento y cómo funcionaba el pensamiento.

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Desde pequeño me gustó leer. Mis padres siempre nos infundieron el sentido
de la lectura. Esta actividad también nos dio un sentido de unión familiar, porque
cuando éramos chicos nos reuníamos en familia para hacer lecturas y cuando no
entendíamos alguna cosa, papá nos hacía explicaciones. Esta cercanía familiar hizo
que la lectura fuera una cosa muy placentera. Por eso, hasta 4to de media pensaba
que mi futuro sería la vida literaria. Finalmente en 5to me di cuenta que lo mío era la
filosofía. Por eso, al finalizar la secundaria postulé a la facultad de filosofía en la
Universidad de San Marcos. No me fui a otras universidades, como por ejemplo la
Católica, porque en quinto me desaprobaron en física, química y matemática. Eso
fue porque a mí me gustaba la filosofía y lo demás trataba de entender, pero esos
temas no iban conmigo. Entonces hice como una especie de pacto con el profesor.
Yo llevaba mi libro de filosofía y leía en las clases de matemática. Yo no lo molestaba
y él tampoco me molestaba. Al final estábamos felices. Al final claro tuve que pasar
por los cursos que desaprobé. Eso hizo que se me cerrara la oportunidad de
estudiar en la Católica y es por eso que ingresé a la universidad de San Marcos. El
hecho de estudiar en San Marcos ha sido una experiencia muy especial para mí”.
Este último dato de la experiencia de Federico, pone de relieve un grave error
en la pedagogía. Y ese error consiste en exigir a los niños y jóvenes que aprendan
materias para las cuales no tienen habilidades. Por ejemplo, si un niño está bien en
literatura y está mal en matemática, se le suele reforzar la materia done tiene bajo
rendimiento. Ese es un craso error, porque se le está exigiendo que el niño rinda en
materias para las cuales no tiene habilidades. Yo pienso que se le debería reforzar
en aquellas materias para las cuales está dotado. Esto exige hacer una educación
en habilidades.

“Yo he tenido la suerte de tener los mejores padres del mundo”


A menudo se oye decir que los jóvenes de hoy ya no respetan a los adultos.
Eso, en parte, es cierto; pero también es verdad que los adultos, muchas veces, no
respetan a los jóvenes ni a los niños. Son cuantiosas las veces en que los padres
exigen respeto a sus hijos, pero ellos no son capaces de respetar a sus retoños.
Ilustremos esta idea con la experiencia de la joven que me envió la siguiente carta:
“Padre, ¿cómo es posible que los adultos nos pidan respeto cuando ellos,
muchas veces, no son capaces de respetarnos? Nosotros también somos personas,
tenemos dignidad, pensamientos y sentimientos, pero son tantas las veces que los
padres y maestros nos tratan como si fuéramos objetos. Yo no digo que nos traten
con pétalos de rosa y siempre nos den la razón. Yo sé que nosotros también
necesitamos saber cuáles son nuestros límites y, que a veces, nos equivocamos.
Incluso cuando esto sucede pienso que podrían ser más comprensivos, pues
estamos aprendiendo y, a decir verdad, ¿quién no se ha equivocado en la vida? A mí
me gustaría que cuando nos equivoquemos, los adultos nos trataran como les
gustaría a ellos que los traten cuando se equivocan. ¿Por qué en esta vida tiene que
funcionar erróneamente la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti? Yo
pienso que podrían mejorar mucho las relaciones humanas si las personas fuéramos
capaces de respetarnos los unos a los otros.

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Cuando no se nos respeta, nosotros los jóvenes, nos sentimos tontos, inútiles
e inservibles. Esto nos hace sentir que somos malos. Al sentir que somos malos
creemos que no debemos existir y, por tanto, debemos eliminarnos. Como el suicidio
es demasiado duro y muy chocante no tenemos el valor para hacerlo, de un modo
metafórico eliminamos nuestra vida, poco a poco, con los vicios, los peligros, u
cualquier otra actividad denigrante. Si los adultos nos enseñaran a respetarnos estoy
segura que nos librarían de un sinfín de peligros.
Quien hace cosas que denigran su dignidad, como, por ejemplo, se droga o
alcoholiza, es porque no se respeta, pero, ¿cómo podemos respetarnos si los
adultos, que supuestamente están para guiarnos, no nos respetan? La educación se
imparte con el ejemplo y no tanto con la palabra.
En la catequesis nos dicen que el cuarto mandamiento es “honrar padre y
madre”. Eso me parece bien, pero sería bueno que también haya un mandamiento
que ordene a los padres honrar a sus hijos, pues nosotros también somos imagen
de Dios. ¿No será que a Dios se le olvidó darnos este mandamiento? En todo caso
recordemos que el quinto mandamiento ordena: “no matar”. Por tanto, los padres no
deben matar nuestra autoestima, nuestros sueños e ilusiones”.
Yo pienso que los padres deben enseñar la virtud del respeto con el ejemplo.
Esto exige que los progenitores también respeten a sus hijos, porque hay padres de
familia que, como dice la joven antes citada, maltratan y destruyen la autoestima de
sus pequeños. Respetar a los hijos implica considerarlos como personas que tienen
pensamientos y sentimientos; es decir, como sujetos portadores de deberes y
derechos. Esta lección del respeto hacia los hijos la podemos aprender de los
padres de Federico:
“Respecto a mis padres, con el perdón de los demás, yo siempre digo que
Dios me ha dado la dicha de tener los mejores padres del mundo. Mi madre fue una
apasionada luchadora, en el buen sentido de la palabra, con una gran inquietud
social, que yo no la tengo tanto y que sí admiro mucho. Cuando ella falleció hubo
mucha gente que se acercó a nosotros para agradecernos porque decían que ella
había hecho tal obra o cual obra. Déjame decirte que nosotros ignorábamos esa
actividad social de mi madre. Ella lo hizo en secreto. Nosotros sabíamos que hacía
algo, pero no sabíamos con exactitud qué es lo que hacía.
Los dos cuidaron mucho de nosotros, pero no había sobreprotección, porque
estaban enfocados en darnos mucha libertad y responsabilidad. También debo
reconocer que hubo mucho respeto hacia nuestra persona. Ellos realmente eran
espectaculares.
La relación con mi padre también es un caso especial. Él me permitió desde
pequeño leer en su biblioteca. Entonces puedo decir que sus intereses han derivado
en los míos. Y, como te dije hace un momento, en mi casa hubo mucho respeto a
nuestras decisiones. Por ejemplo, cuando dije que iba a estudiar filosofía yo pensé
que él se opondría; pero no fue así, fue todo lo contrario. Me dijo: “Te felicito, hijo.
¡Cómo me hubiera gustado ser tan valiente como tú!”. Por eso te digo que yo he
tenido la suerte de tener los mejores padres del mundo. Yo todavía trabajo con mi

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papá. Él me envía sus escritos y también le envío los míos. Los dos tenemos una
relación muy cercana.
En cuanto a temas de religión los dos han sido muy católicos. Ellos, en la
medida de sus posibilidades, nos han inculcado la fe católica. Y en esto también han
sido muy respetuosos”.

“La fe ha sido un sustento en los momentos más difíciles de mi vida”


En cuanto se refiere al tema de la fe, Federico, aunque no es muy practicante,
dice que la fe le ha ayudado mucho en los momentos más difíciles de la vida.
Profundicemos en su experiencia de fe:
“En cuanto a temas de fe yo no soy muy practicante, que digamos. Respecto
a este tema he tenido muchos cambios, pero la semillita de la fe que han sembrado
mis padres en mi corazón ha sido fundamental para afrontar momentos decisivos y
difíciles que he tenido en mi vida. Reconozco que he tenido mis períodos de dudas y
actualmente no estoy muy definido en cuanto a mi capacidad de describir cómo se
concreta mi creencia. Pero sí estoy convencido que la fe ha sido un sustento en los
momentos más difíciles que he tenido en mi vida. Ella me ha servido de orientación
cuando he estado perdiendo el rumbo o el norte de mi vida. Al pasar por esos
periodos me he dado cuenta que el abandono de la fe es como el olvido de uno
mismo.
Te confieso que me gusta mucho el tema del estudio de la religión.
Precisamente, actualmente estoy leyendo una historia sobre la Biblia, que no trata
sólo de la religión Católica, sino que es un tema de la antropología. En esta obra se
percibe claramente como el hombre necesita proyectarse e intuye que hay algo por
encima de sí mismo y de la capacidad del racionalismo. Pero esta lectura que estoy
haciendo más que un interés religioso es un interés intelectual”.

“Mirar hacia dentro y hacia fuera”


“Toda mi vida he procedido apresuradamente”, decía el personaje central de
un escándalo. Que así lo reconociese es, por cierto, aleccionador. Tan de prisa vivía,
que no se daba tiempo para reparar en los hitos que señalan el límite entre la
honradez y la inmoralidad.
La vida moderna, con todas las exigencias que trae consigo, se nos ha vuelto
muy complicada. La filosofía de la “calidad y excelencia”, que por cierto es buena,
hace que los hombres vayan alocados tras ella, pero se equivocan al escoger el
camino del desosiego, que les quita fuerzas y energía y no les permite avanzar y
lograr la meta. Creo que la filosofía de la calidad y la excelencia es buena, pero para
lograrla es necesario el sosiego, el relax y la meditación. Sin embargo, los hombres,
por no dedicar tiempo para estos menesteres, por considerarlos inútiles, se ponen
nerviosos, estresados y tensos, disminuyendo así su eficacia.
Estos hombres están como aquel leñador que estaba agotado cortando un
árbol con un hacha desafilada. Alguien le dijo: ¿Por qué no descansas y te pones a
afilar el hacha?” A lo que el leñador le dijo que no quería perder tiempo en esas
tonterías. ¡Pobre leñador!... él fue tan tonto; pues si hubiese tenido la sabiduría de

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“perder” unos minutos de su tiempo para afilar el hecha, se hubiese cansado menos
y su trabajo hubiese sido más eficaz.
Así son los hombres de nuestro tiempo. Agitados en el frenesí de la vida no
quieren perder un minuto de su tiempo; por eso viven apresurados y, por no perder
ung minuto en su vida, terminan perdiendo su vida entera. Y esta premura es una
epidemia que padece la mayoría de las personas de la sociedad moderna. Ante tal
situación urge aprender a llevar una vida sosegada y reposada, donde haya espacio
para la reflexión y la meditación. Desde su experiencia, Federico nos aporta su
vivencia:
“Bueno, en realidad siento que no estoy en la capacidad de señalar un camino
a nadie. Lo único que puedo compartir es mi experiencia de crecimiento personal.
Pienso que es muy importante encontrarle un gusto a este camino de
perfeccionamiento y de superación, de tener capacidad de mirar los defectos de uno
mismo para buscar superarlos con cariño y paciencia.
En esta tarea de crecimiento a mí me ha servido mucho mirar hacia dentro y
hacia fuera. Esto exige aprender a ser reflexivos. Para ello es importante tener un
espacio para meditar en las cosas que uno hace. Cuando aceleramos mucho el
ritmo perdemos esa posibilidad de pensar y reflexionar en la vida. Yo creo que si
dejas de revisar te puede ir muy mal, porque te vuelves autómata.
Por otro lado, algo que me ayuda mucho también es seguir a las personas
que están bien y que son buenas, porque de ellas puedes aprender mucho”.

“DAR LO MEJOR DE SÍ”


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(La experiencia de Sol Carreño)

Éxito y paz interior.


Al hacer esta investigación me he dado con la grata sorpresa de que la
mayoría de mis entrevistados han coincidido en que el éxito tiene que ver con los
logros que una persona va alcanzado en su vida, pero esos logros están en estrecha
relación con el tema de la paz y la armonía interior. La periodista Sol Carreño,
conductora del sintonizado programa “Cuarto Poder” no es ajena a estas ideas:
“Una persona es exitosa cuando se siente contenta y realizada con los logros
que va alcanzando. Por tanto, el éxito es el sentido de plenitud y satisfacción en la
búsqueda y consecución de ciertas metas que uno se plantea en la vida. Ello implica
trabajo, esfuerzo y dedicación.
Pero el éxito también tiene que ver con la paz y la armonía interior. Por eso
pienso que debe haber un equilibrio entre vivir más o menos en este mundo y vivir
aparte de este mundo, lo cual implica tener tiempo para pensar y meditar; es decir,
para cultivar la vida interior”.

La fuerza de un deseo
Eric Hoffer (1902-1983), escritor y filósofo estadounidense, ha dicho que "el
deseo intenso crea no sólo sus propias oportunidades sino, además, sus propios
talentos." Esta frase se ha hecho realidad en la experiencia de éxito de Sol Carreño:
“La vocación de comunicadora la he tenido desde siempre. Desde pequeña
me encantaba comunicarme con la gente. Desde mi más temprana infancia siempre
quise estar en alguna clase de escenario o cosas por el estilo. Me inclinaba mucho
por el lado artístico, pero esta inclinación no era aprobada por mi familia. El tema no
era lo económico, de si tal carrera te da dinero o no. La cuestión era el tema de la
aceptación, es decir, que si la vocación de artista era aceptable o no. En realidad en
esas épocas, ser artista era casi mal visto; se veía como una carrera de gente
bohemia, o de gente casi condenada al mal vivir. Y eso, supuestamente, no era
aceptable en una niña buena y bien educada. Ante tal imposibilidad tuve que
buscarme otra alternativa: ingresé a estudiar derecho. Escogí esta carrera por eso
del sueño juvenil que tenía tanta gente de mi época de querer construir un mundo
más justo, más humano y más fraterno. Pero no reniego de haber estudiado esta
carrera, dado que me ha ayudado en mi vocación de comunicadora.
A pesar de mi opción profesional, en mí seguía ese deseo de estar frente a un
escenario. A los 20 años probé suerte en este campo. En ese tiempo me invitaron a
participar en un casting para telenovelas. Dejé pasar esa oportunidad porque sentí
que la vida del artista en realidad es un poco desordenada y yo ya tenía demasiado
orden metido en el corazón, como para que me gustara esa vida. Me gustaba mucho
la actuación pero no ese estilo de vida. Entonces proseguí con mi carrera y cuando
estaba trabajando en mi campo, en otra oportunidad me llamaron para otro casting
para conducir el noticiero. Como yo tenía el bichito de la comunicación y anhelaba

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estar en un escenario, me presenté a ese casting y lo gané. Así empezó mi carrera
periodística, de la cual disfruto intensamente, porque me ha traído grandes
satisfacciones, como el cariño de la gente.
Pienso que ese deseo que tuve desde pequeña, de querer estar frente a un
escenario, es el que me ha conducido a descubrir mi vocación de comunicadora
social. Ese deseo en realidad ha creado las condiciones necesarias para ver
cristalizado mi sueño”.

Las tres claves de mi éxito


Sol considera que las claves de su éxito son: la sensatez, el tino para escoger
la gente con quien va a trabajar y el esfuerzo. Profundicemos en estas ideas
conducidos por las palabras de nuestra protagonista:
“Yo pienso que una de las claves de mi éxito es que soy muy reflexiva.
Aunque no lo parezca, porque soy muy apresurada; sin embargo pienso mucho.
Antes de decidir algo siempre lo pienso mucho. Desde pequeña he sido muy
sensata, realmente es un don que Dios me ha dado. Recuerdo que cuando tenía
cinco años me dieron mi primera propina. Yo no la gasté inmediatamente, sino
adivinando cuando me darían la siguiente propina, hice un cálculo para qué y cuanto
me alcanzaba, entonces decidí gastar la mitad al comienzo de la semana y la otra
parte en la mitad de la semana. ¿Te imaginas? Yo apenas tenía 5 años. Por eso
puedo decir que he sido muy moderada y previsora.
Otra de las claves de mi éxito es que siempre he tenido tino para escoger bien
a la gente que me acompaña en el trabajo. Yo he rechazado ofertas de trabajos
porque era consciente que la gente con quien iba a trabajar no era buena. Y he
rechazado estos trabajos cuando no tenía otras ofertas. Pienso que uno debe tener
la suficiente autoestima para decidir en su debido momento, porque las cosas que
asumimos a regañadientes a la larga nos hacen daño. Y no hay nada más horrible
que trabajar con gente que no está dispuesta a apostar y sudar la gota gorda por el
proyecto en el que uno está embarcado.
La otra clave de mis logros es el esfuerzo. Yo siempre he tratado de dar lo
mejor de mí. Y esto no es un mero cuento. Es la más absoluta realidad. Te comparto
que ha habido años en que yo he tenido 4 trabajos al mismo tiempo. Esto hacía que
duerma menos de 6 horas en la noche. Esto ha sido una constante en mi vida. Por
ejemplo, en mis tiempos de estudiante, cuando me tocaba dar los exámenes
siempre he estudiado para el 20, aunque a veces no lo lograba y no me sentía tan
bien conmigo misma. Si me sacaba 18 yo sufría mucho, porque a pesar de que
había hecho el mejor esfuerzo no había obtenido el mejor resultado. Esto me ayudó
a comprender que hay cosas que están dentro de mi alcance y hay otras que no. El
esfuerzo es responsabilidad mía, pero el resultado, muchas veces va más allá del
área de mi dominio. Yo considero inaceptable no dar lo mejor de mí cuando lo puedo
dar. Por eso me esfuerzo por dar lo máximo, por más que me toque morir en el
intento.
El sufrimiento que he tenido por no alcanzar el resultado en proporción con mi
esfuerzo no lo recomiendo. Pienso que es un error de mi educación, quizá sea fruto

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del perfeccionismo. No lo recomiendo porque nos hace sufrir mucho y hay que
entender que uno no vale por el resultado de su esfuerzo, sino porque es persona,
porque somos hijos de Dios. Pero al mismo tiempo creo que tampoco debemos caer
en la indiferencia y en la mediocridad. El esfuerzo, aunque los resultados no estén
en proporción con nuestras expectativas, es fundamental para alcanzar el éxito. Esto
es bueno resaltar porque en nuestra sociedad este valor es despreciado. Por
ejemplo, acá en nuestro país, la gente se ríe del chancón, del que trabaja mucho,
pero en realidad esos son los que llegan lejos. Los demás se quedan sumidos en la
mediocridad. El tema de la suerte es un puro cuento. La mayor parte de la gente que
ha tenido logros significativos en su vida es porque se esforzó mucho. Por eso, creo
sinceramente que el éxito va de la mano con el esfuerzo”.

Mi familia es maravillosa
En este mundo donde mucha gente ha perdido la brújula al darle demasiada
importancia a todo, menos a la familia, alguien que diga “Mi familia es una maravilla,
es mi mayor tesoro”, de verdad ofrece un signo de esperanza. Todos somos
conscientes que vivimos inmersos en una serie de problemas sociales, pero estos
problemas hunden sus raíces en los problemas familiares, porque la familia es la
célula básica de la sociedad. Por tanto, si queremos solucionar los problemas
sociales tenemos que poner especial atención a los problemas familiares. Pienso
que en esta tarea de ir forjando familias más saludables el testimonio del éxito
familiar de Sol Carreño puede darnos muchas luces:
“Mi familia es una maravilla. Es mi mayor tesoro. Mi esposo es un hombre
espectacular, muy bueno; pero bueno en el sentido real. Él es muy generoso y
comprometido. Mis hijos son maravillosos e inteligentes. Gracias a Dios tengo la
suerte de tenerlos sanos y fuertes. Son traviesos como todos los niños, hay que
tenerles paciencia porque esa es su naturaleza; pero son lo máximo. Mi familia es lo
más importante para mí y eso implica darle tiempo y dedicación, a pesar de las
ocupaciones que uno pueda tener en el trabajo. Lamentablemente hay gente que
consagra su vida al trabajo y se olvida de su familia. Yo pienso que eso es un error.
Creo que es bueno comprender que el trabajo es un medio y jamás podrá ser un fin
en sí mismo. Es un medio para desarrollar los talentos que Dios me ha dado, para
crecer como persona y ayudar a crecer a los demás, empezando por los miembros
de mi familia.
Sinceramente creo que la mayoría de la gente está loca. Lo que pasa es que
se ha vendido una idea equivocada. Pienso que la clave máxima del éxito familiar es
la voluntad. Últimamente se ha vendido mucho la idea de la moda, el
enamoramiento y un montón de formulas mágicas y se piensa que eso del amor es
un cuento. En realidad el amor es algo que se construye día a día y para eso se
necesita voluntad. El gran problema de la gente de hoy es que les falta carácter, les
falta voluntad, deseo de perseverancia. Presumen de muy modernos, pero en
realidad son inconstantes, flojos, indecisos. Se necesita gente con carácter que sea
capaz de asumir compromisos. Por eso creo que la familia se basa en el

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compromiso. Yo me comprometí a amar a mi esposo y a mis hijos y, por lo tanto, voy
a cumplir ese compromiso. Eso es tener palabra. Eso es tener voluntad”.

“Dios, mi fuerza y energía”.


Cuenta la historia que en cierta oportunidad una araña muy hacendosa había
tejido una tela magnífica. Dicho animal se encontraba muy orgulloso de su obra.
Pero cierto día su felicidad se vio empañada porque un fuerte vendaval destruyó con
fiereza su más preciado tesoro. En un inicio la araña se deprimió y llorando se decía:
“¿Por qué, Dios mío, por qué? Yo que era tan feliz y vivía tan cómoda en mi telar.
Ahora ¿qué va a ser mí? ¿Con qué me protegeré?”. Después de llorar, el animal se
repuso y dijo para sus adentros: “¿Qué saco con llorar? Nada, ¿verdad? Así es que
voy a poner manos a la obra y tejeré una nueva tela”.
Efectivamente, así lo hizo. La araña se puso a trabajar con paciencia y
entusiasmo. Y terminó elaborando una tela mucho más preciosa que la primera. Los
hilos de seda brillaban con colores resplandecientes a la puesta del sol. La araña se
sentía más orgullosa que nunca.
Una tarde, a la puesta del sol, mientras estaba contemplando la belleza de su
tela se dio cuenta de que de la parte de arriba pendía un hilo grueso y negro. La
araña pensó: “Qué feo se ve este hilo en comparación con mi nueva tela. En
realidad no encaja. Así es que me voy a deshacer de él”. Y así lo hizo. La araña
cogió unas tijeras y cortó la hebra de hilo y cuando hizo esto, su hermosa tela se
enroscó y la araña, tristemente, terminó siendo prisionera de su propia tela. Y ahí
murió en el más completo abandono.
Esta historia refleja el gran problema del mundo de hoy, donde mucha gente
está como muerta en vida, porque ha roto con el hilo fundamental, que es Dios. Este
problema se agrava en los llamados “países desarrollados”. En más de una
oportunidad he dicho que, según mi criterio, Estados Unidos y Europa no son
sociedades desarrolladas. Es cierto que hay desarrollo económico, científico y
tecnológico, pero humanamente son países sub desarrollados. Para convencernos
de ello hagamos solamente unas consideraciones. Por ejemplo, Estado Unidos
consume la mayor cantidad de droga del mundo, los índices de suicidios en esos
países son elevados, a menudo vemos por televisión que algún niño o joven dispara
a sus compañeros en su colegio. Estos datos tomados someramente nos dan un
indicio de lo equivocadas que estás esas sociedades, que se consideran
“desarrolladas” y a qué nos invitan a seguir su modelo de desarrollo. Si seguimos
ese camino definitivamente nos vamos a estrellar. Es cierto que debemos buscar el
progreso, pero para ello tenemos que crear un nuevo modelo de desarrollo, que
promueva el crecimiento humano de las personas y en ese modelo debe estar
incorporado el elemento de la fe. Porque la fe, tal como lo he demostrado en mi libro
“Compartiendo mi mejor tesoro”, brinda una serie de beneficios a la humanidad. En
este sentido la experiencia de éxito de Sol Carreño sostenida por su experiencia de
fe puede iluminarnos:

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“En cuanto al tema de la fe yo soy muy creyente. He sido formada en colegio
de religiosas y ahí aprendí a amar a Jesucristo. Mi fe no es una idea. Soy una
cristiana católica comprometida. Con frecuencia asisto a misa. Y es ahí donde
encuentro la fuerza y la energía para vivir con intensidad el día a día. Con mi familia
mantenemos una bonita amistad con el Padre que nos casó. Él siempre está
pendiente de nosotros y nosotros también lo visitamos. Siempre le consultamos
cuando tenemos algunas dificultades. También me reúno con un grupo de personas
para hacer obras sociales.
Por eso, desde mi experiencia quiero decirle a la gente que crean en Dios,
porque la fe es una fuerza impresionante que moviliza nuestras energías para seguir
luchando en los momentos difíciles de la vida. Ella es la que da brillo y sentido a la
existencia. Pero la fe en Dios también debe llevarnos a creer en nosotros mismos,
porque somos obra de sus manos y él nos ha hecho valiosos. Por eso, puedo
finalizar diciendo: “crean en Dios y crean en ustedes mismos”.

DESCUBRIR NUESTRA VOCACIÓN


(La experiencia de Fernando de Szyszlo)
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Lo único que puede darnos la felicidad.
Cuenta la historia que hace tiempo había un hermoso jardín donde reinaba
la felicidad. Todas las plantas eran alegres y muy felices, excepto un árbol que
permanecía profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era!
Todos los otros, con buenas intenciones, trataban de darle consejos, pero mientras
más abundantes eran los consejos más triste se ponía:
- “Lo que te falta es concentración, -le decía el manzano-; si realmente lo
intentas, podrás tener deliciosas manzanas, igual que yo. ¿Ves, qué fácil
es?".
- "No lo escuches, -exigía el rosal-. Es más sencillo tener rosas, mira las
mías ¡Qué bellas son! Sé como yo y aprende a producir rosas".
El árbol, queriendo salir de su problema, se sentía desesperado intentando
hacer todo lo que le decían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada
vez más frustrado.
Un día llegó al jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, amigo, tu problema no es tan
serio, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No
dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo, conócete... y
para lograrlo, escucha tu voz interior." Y dicho esto, el búho desapareció.
"¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el
árbol desesperado. Y cuando estaba en esas cavilaciones, cerrando los ojos y los
oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior que le decía: "Tú
jamás podrás dar manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada
primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y
majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Esa es
tu misión: ¡Cúmplela!".
Desde aquel momento el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se
dispuso a hacer todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su
espacio y fue admirado y respetado por todos. Solamente entonces el jardín fue
completamente feliz.
Esta historia nos ayuda a comprender que en nuestro medio hay mucha gente
que no es feliz, porque no ha descubierto su lugar en el mundo. Esas personas
están como huesos dislocados que sufren y hacen sufrir. Si de verdad queremos ser
felices tenemos que descubrir nuestra vocación, es decir descubrir aquella misión
para la cual hemos sido creados. Descubrir nuestra vocación y realizarla es lo único
que puede darnos felicidad y plenitud en la vida. De lo contrario, seremos
inmensamente desdichados. Esta lección la podemos aprender del testimonio del
maestro Fernando de Sziszlo, pintor y escultor peruano de talla internacional.
Escuchemos las palabras:
“En cuanto a temas de fe soy agnóstico, es decir que no puedo ni afirmar, ni
negar la existencia de Dios. Sin embargo, yo soy muy respetuoso del pensamiento
de los demás. Pienso que cuando uno es sincero todos los caminos son buenos. Lo

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importante es la honestidad, la profundidad, y la seriedad que uno pone en lo que
hace.
Creo que mi condición de agnóstico no me permite ser feliz, dado que
siempre he tenido conciencia de la fugacidad y de lo efímero de la vida y de la
cercanía de la muerte. En el Eclesiastés encontramos una gran verdad que dice: “el
que añade ciencia añade el dolor”. Yo pienso que sólo los animales, como los
pájaros o los peces pueden ser felices. En cambio, a nosotros los seres humanos,
cualquier pequeño conocimiento lo único que hace es darnos conciencia de nuestra
condición humana, mortal y pasajera.
Por esta razón, creo que uno siempre tiene que hacer las cosas que nacen
desde lo más profundo del interior, dado que eso es lo único que puede darnos un
poco de felicidad en este mar de desdicha, que es la vida. Por eso, es importante
que busquemos la satisfacción en el oficio o la carrera a la que nos dedicamos. Ésta
es la única manera de triunfar y tener un poco de dicha. Lo único que nos podrá
hacer sentir tranquilos es ejercer nuestra verdadera vocación. Pienso que eso es lo
fundamental que debemos hacer en la vida”.
Las palabras de Fernando son profundamente estremecedoras, dado que en
ellas se percibe el espíritu atormentado de un ser que duda de la existencia de Dios.
Pero él es sincero y eso es muy loable. Yo, igual que él, también creo que lo
importante es la honestidad que uno ponga en lo que piensa y en lo que hace. Él no
tiene razones ni experiencia de Dios para creer en lo divino. Ante tal situación me
parece que su postura es correcta. Sería deshonesto decir: “Creo en Dios”, cuando
así no lo siente ni piensa.
A pesar de esta experiencia de sufrimiento por lo efímero de la vida, Fernando
encuentra un alivio que le da sentido a su existencia y ese alivio es hacer lo que
nace de lo profundo de su corazón: pintar. En otras palabras: ejercer su vocación. Si
esto es lo único que le da sentido a la vida de un agnóstico, ¿cuánto más será para
un creyente?
Para el hombre que cree en Dios vocación es llamada, una llamada de Dios a
cumplir una misión. Por lo tanto, la tarea del hombre es descubrir la voluntad de Dios
sobre su vida. Es adoptar una actitud humilde y orante, como san Pablo, quien dijo:
“Señor, ¿qué quieres de mí?”. Cuando realizamos esa voluntad de Dios, que es la
vocación, nos sentimos verdaderamente felices y realizados en la vida. Por esta
razón, la tarea de los padres de familia es ayudar a sus hijos a descubrir el plan de
Dios sobre sus vidas. Lamentablemente, hay muchos padres de familia que no han
logrado comprender esta responsabilidad y es por eso que imponen a sus hijos sus
caprichos. Quienes actúan de este modo sería bueno que mediten en las siguientes
palabras de Khalil Gibrán:
“Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
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pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no pueden visitar
ni siquiera en sueños”.

Descubrir y realizar nuestra vocación


La idea de Fernando de Szyszlo, expresada en el acápite anterior, de que lo
único que puede darnos felicidad es descubrir y realizar nuestra vocación, hunde sus
raíces en la propia experiencia de este gran hombre. Cuando descubrió su vocación
de pintor, a mucho pesar de sus padres, tuvo que dejar la prometedora carrera de
arquitectura para dedicarse a una carrera que, supuestamente, no tenía ningún
futuro en el país. Por esta razón, sus palabras no son mera filosofía, sino que es una
praxis vivida y reflexionada. Es por eso que tal mensaje adquiere una enorme
autoridad. Veamos como Fernando descubrió su vocación y se decidió a seguir la
voz de su corazón:
“Inicialmente yo estaba estudiando arquitectura. Ingresé a estudiar
arquitectura creyendo que esa era mi vocación, dado que siempre me gustó la
matemática. Pensé que eso podría hacerme un buen arquitecto. En esa carrera
estuve estudiando dos años. Luego me di cuenta que tenía que mejorar mis dibujos
de arquitectura. Por eso me matriculé en un curso nocturno de dibujo que se daba
en la universidad Católica. Así empezó mi camino a Damasco hasta que descubrí
mi verdadera vocación. Tan pronto como la descubrí dejé la arquitectura para
dedicarme de lleno a la pintura.
Mis padres sufrieron mucho por esa decisión, porque me veían dejar una
carrea seria por una profesión de gente bohemia y ociosa. Además, cuando yo
comienzo a pintar, aquí en el país nadie vivía de la pintura, porque no había nadie
que compre un cuadro.
Por esta razón puedo decir que lo único que le permite a uno soñar con un
éxito es hacer lo que uno siente. La tarea es descubrir nuestra propia vocación, que
es aquello para lo que uno ha nacido. Hacer eso es lo más fundamental que puede
haber en la vida.
Para vivir es necesario hacer lo que a uno le gusta. No hay ningún trabajo
bueno que se haga sin gusto. Eso tiene que ver mucho con la educación y el
fomento de una cultura vocacional que implique voluntad de descubrir lo que estás
llamado a realizar en este mundo.
Cuando yo tomé la decisión de abandonar la carrera de arquitectura, mis
padres se decepcionaron y se preocuparon mucho por mí. Pero nunca me
prohibieron que me dedique a la pintura. Jamás se opusieron a que me matricule en
la Universidad Católica formalmente. A pesar de su disgusto y de su decepción me
apoyaron en mi decisión. Por eso les estoy muy agradecido.
Ahora me pongo a pensar que si no hubiese dejado la carrera de arquitectura
es posible que en algún momento tendría que haber descubierto mi verdadera

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vocación, porque yo creo que nada se pierde en este mundo. La vocación es como
una cosa que está adentro y quiere salir. De hecho, en algún momento ese flujo, ese
torrente, tiene que salir y encontrar su cauce, porque es como una fuerza sagrada.
No puede quedarse dentro. Es cierto que en la vida hay cosas para las que no
necesitas la vocación, pero hay otras donde la vocación es indispensable. Por
ejemplo, para ser médico tienes que tener vocación, de igual modo para ser
pescador, etc., lo mismo para ser pintor”.

En búsqueda de la perfección
Muchas personas exitosas, por humildad, no son consciente de su éxito e
incluso se sienten incómodas al hablar de ello. Además, a pesar de que su trabajo
es reconocido no cree que hayan llegado a la cúspide de la perfección. Por eso
siguen luchando por mejorar su trabajo. Esta es la experiencia de Fernado de
Szyszlo, quien, rodeado de tanta gloria, expresada en cuantiosos premios y
reconocimientos recibidos a nivel nacional e internacional, dice lo siguiente:
“En realidad es muy difícil definir la palabra éxito, porque implica muchas
cosas y sobre todo las cosas materiales que no tienen importancia. Cualquiera que
haya hecho alguna cosa puede pensar que tiene éxito. Sin embargo, no todo logro
es éxito. Por ejemplo, los productores de programas semipornográficos pueden
creer que han conseguido el éxito, pero en realidad no lo han logrado.
En cuanto se refiere a mí, definitivamente me cuesta mucho trabajo nombrar
algún logro personal, dado que he pintado toda mi vida. Eso es lo único que ha
tenido importancia para mí, pero hasta ahora no he pintado el cuadro que he
querido. Ese cuadro esta dentro de mí y durante todos los años de mi vida he
intentado sacarlo y no he podido, a pesar de la cantidad de esfuerzo que he puesto.
He hecho muchos cuadros y con ninguno de ellos me he sentido plenamente
satisfecho. Ahora tengo tan sólo 84 años y creo que todavía tengo mucho tiempo
para seguir pintando.
A mí me parece que en la vida uno va luchando por conseguir su sueño y esa
lucha es lo que da sentido a la vida, a nuestra existencia. El tratar de conseguir lo
que uno quiere le da sentido a la vida. Seguramente eso es lo que a mí me hace
seguir pintando, a pesar de que no tengo muchas ilusiones.
Sin embargo, a pesar de ello, pongo todo de mi parte, porque estoy
convencido de que el arte es un trabajo serio. Por eso implica mucha dedicación y
voluntad. No es fácil, no se puede hacer las cosas superficialmente. El arte es
complicado y necesita concentración, entrega y dedicación.
Por otra parte, hay otra razón por la que me cuesta nombrar un éxito
personal, porque en el arte uno no sabe qué terreno está pisando. Realmente los
artistas no sabemos si lo que hacemos es bueno, regular o mediocre. Y eso por más
calificativos que la gente le ponga a nuestro trabajo. Hay pintores que en siglos
pasado fueron famosos y hoy nadie los recuerda. En cambio hay pintores que en su
tiempo no vendían sus cuadros y ahora son los más buscados y valiosos. Por esa
razón lo que es bueno, regular o mediocre sólo lo dirá el tiempo”.

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“ÉL ÉXITO, REGALO DE DIOS Y TAREA HUMANA”
(La experiencia del Maestro José Escajadillo)

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“Asumir el riesgo de buscar”.
Cuenta la historia que cierto día un hombre envió a su hijo al campo a cazar
conejos para el almuerzo. Al poco tiempo de haberse marchado, el joven regresó
muy contento con un conejo grande y gordo. Aquél día saborearon un delicioso y
suculento almuerzo. En otra oportunidad el padre nuevamente envió a su hijo a
cazar otro conejo. El joven accedió de buen grado al mandato de su progenitor. Pero
aquel día fue distinto, porque el muchacho se demoró demasiado.
El padre, temeroso de que a su hijo le hubiera pasado algo en el campo, se
fue en su búsqueda y cuán grande fue su sorpresa al encontrar a su hijo bajo un
árbol, silencioso y en actitud expectante. “¿Qué haces ahí sentado?”, preguntó el
padre. “Silencio, no hagas ruido –contestó el hijo muy despacio-. ¿Recuerdas ese
día que me enviaste a cazar conejos y yo llevé uno hermoso?”. “Claro, cómo no lo
voy a recordar, si por eso te he enviado ahora, pues te considero un buen cazador”.
“Exacto, -respondió el joven- ese conejo lo cacé precisamente aquí. Yo estaba
sentado como ahora y el animal vino corriendo y se chocó fuertemente contra el
tronco de este árbol. Lo mismo estoy haciendo ahora, solamente que hoy se está
demorando mucho”. “¡Santo Dios! -exclamó el padre- con que eso era. Es cierto que
ese día tuviste suerte, pero no todos los días van a venir los conejos a estrellarse
contra este tronco. Si quieres alimentarte, tienes que aprender a cazar conejos”.
Esta historia nos ayuda a comprender que mucha gente, igual que este joven,
en algún momento de su vida, por la gracia de Dios, tuvo algún logro; pero no lo
cultivó, creyendo que toda la vida la divina providencia le daría siempre lo que
anhela. Sin embargo, las cosas no siempre funcionan así. Es cierto que Dios nos da
a manos llenas, pero nosotros tenemos que trabajar y hacer producir los dones que
Él nos da. Esta es la lección que podemos aprender de la experiencia del reconocido
Maestro José Escajadillo, canta autor y compositor peruano. Consideremos sus
palabras:
“Para mí el éxito es un encuentro hermoso con una realidad gratificante que, a
veces, ni siquiera lo pensaste, pero que de pronto llegó y te inundó de su fragancia.
Con esto no estoy diciendo que sea una pura casualidad o coincidencia; pues para
mí las casualidades y coincidencias no existen. Lo único que existe es la causalidad.
Entonces, para mí el éxito es ese encuentro con esa realidad hermosa que da
sentido de plenitud a tu existencia. Ahora bien, las razones de ese logro pueden ser
muchas y eso depende de lo que uno haya hecho en la vida. De hecho, para poder
encontrase con el éxito uno, indudablemente, debe haber hecho algo. Es como la
planta, que si no siembras la semilla, jamás germinará nada. De igual modo, si tú no
buscas nada y no te arriesgas, de seguro que no lograrás nada en la vida. Por eso,
para lograr algo, tenemos que asumir el riesgo de buscar.”

Un excelente buscador
Podemos definir al hombre de éxito como un eterno buscador, porque siempre
está buscando algo. Esto responde al mandato de Jesús que dijo: “busquen y
encontrarán” (Lc. 11,9). El Maestro José Escajadillo entra dentro de esta categoría

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de personas. Él es un excelente buscador. En la adolescencia quería ser piloto; para
ello se alistó en el ejército, pero descubrió que no era su vocación; luego ingresa a
estudiar la carrera de medicina, pero también descubrió que no era lo suyo, hasta
que al final descubrió que su vocación era la música. Cuando hizo este
descubrimiento actuó como ese hombre sabio del evangelio que, al encontrar el
tesoro escondido en el campo fue y vendió todo lo que tenía y compró ese terreno
(Mt. 13,44). Algo así hizo nuestro protagonista: lo arriesgó todo por seguir la voz de
su corazón. Veamos el interesante recorrido de esta experiencia de éxito:
“Yo siempre tuve algo de artista desde mi niñez. Tanto en la primaria, como
en la secundaria, me encantaba recitar poesía, pero también me gustaba mucho el
canto. Por eso, puedo decir que la poesía y el canto, en mi niñez y en mi
adolescencia, fueron para mí como las semillas del éxito, que poco a poco han ido
creciendo hasta convertirse hoy en un árbol frondoso. Gran parte de mi éxito lo debo
a mi profesora de primaria que me alentó en la declamación y a mi madre a quien
también le gustaba mucho cantar.
Aunque desde pequeño tuve la vena artística, nunca me imaginé ser lo que
ahora soy. Bien sabemos que a partir de los 14 o 15 años empieza el despertar
vocacional. Es decir que uno, a esa edad, ya va escogiendo la carrera a la que
piensa dedicarse. En ese tiempo yo quería ser piloto porque leía mucho sobre las
hazañas de los pilotos norteamericanos y de la RAF en la Segunda Guerra Mundial.
Esas historias me encantaban hasta el punto de despertar en mi mente juvenil un
cierto interés, luego admiración y después atracción. Al terminar mi quinto de
secundaria me presenté como voluntario a un grupo aéreo. Esto fue posible porque
antes los que terminábamos la secundaria servíamos un año. Al finalizar ese tiempo
salí con mi galón de cavo, pero descubrí que ese no era mi camino. Entonces
postulé a la carrera de medicina.
Después de un cierto tiempo de estudios descubrí que la medicina no era
para mí y que lo mío era la música. Por eso decidí dejar la carrera y tal decisión la
comuniqué a mi padre. Él no se inmutó y me dijo algo así: “Yo he soñado con que
termines la carrera, pero no se trata de mis sueños; lo que más importa son tus
sueños. Lo que debe prevalecer es tu vocación. No quiero que seas un mata
sanos”. Yo conservo la carta de mi padre donde me dice: “Celebro tu decisión, hijo
mío. Me alegra mucho que me la hayas hecho conocer, pero déjame decirte que con
la misma altura que has tenido para tomar esa decisión yo también decido que a
partir de este momento eres tú mismo quien tiene que velar por tu sustento”. Con
estas palabras, definitivamente “me cerró el caño” y, a partir de ese momento, era
yo quien tenía que vérmelas por mí mismo. Aunque parezca dura esta actitud, creo
que fue la más correcta, porque yo creo que él quería probarme si realmente ésta
realmente era mi vocación. Si él me hubiera apoyado económicamente quizá me
hubiera hecho daño, porque es posible, que al tener la ayuda de mi padre, no me
hubiese esforzado por dar lo mejor de mí para sacar a flote mi talento.
En vista que mi padre, como dije hace un momento, “me cerró el caño”, yo
tenía que hacer algo para ganarme la vida. Fue ahí cuando, con un grupo de
amigos, conformamos un cuarteto con un repertorio internacional. La primera

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guitarra era Rafael Ríos, que trabajaba en la Peña de Augusto Ferrando. Fue él
quien nos llevó a Augusto para que nos escuche, y éste al escucharnos nos dijo:
“Muchachos, los necesito para mi Peña. Ustedes se quedan y no me digan que no,
por favor. Todo lo que tengan cancélenlo. Y olvídense de todo lo demás porque yo
les voy a pagar algo que nunca les dieron. Recuerdo que debutamos en la Peña un
5 de abril de 1968 en el teatro Segura. Augusto cumplió su palabra: realmente nos
pagaba bien. Eran unos 250 dólares diarios que nos daba a cada uno. Eso no lo
conseguíamos así no más. En la Peña trabajábamos siete meses sin parar, tanto en
Lima como en provincias. A pesar de que ganaba bien yo seguía escribiendo. Con
este grupo me quedé tres temporadas 68, 69, y 70. Luego me retiré para dedicarme
completamente a la composición.

Despeñando la vaca
Cuenta la historia que un maestro, con su discípulo, iba de peregrino por un
camino. Llegada la tarde pidieron posada en la casa de una familia muy pobre, que
los acogió con mucho cariño y gran hospitalidad, a pesar de su pobreza. En el
momento de la cena entablaron una conversación en la que charlaron sobre varios
temas. Aprovechando la ocasión, el maestro les preguntó sobre su fuente de
ingresos que les permitía vivir. El jefe la familia contestó: “Nosotros tenemos una
vaca lechera que nos da varios litros de leche. Un poco lo vendemos para ganar
algún dinero o a veces lo cambiamos con algún producto que no tenemos. Otro
poco lo procesamos para sacar algunos quesos”.
Al día siguiente los peregrinos se levantaron muy temprano para continuar su
viaje. Después de despedirse y agradecer la gentileza de la familia, al salir de la
casa, el maestro le ordenó al discípulo: “Busca la vaca y despéñala por el
acantilado”. “Maestro, pero ¿cómo voy a hacer eso en perjuicio de esta familia que
nos ha acogido tan gentilmente? Eso es inhumano, porque esa vaca es su único
sustento?”, protestó el discípulo.
“Si quieres seguir bajo mi guía, has lo que te mando”, le ordenó severamente
el maestro. El discípulo, temeroso de ser expulsado de la escuela de su maestro,
cumplió cabalmente la orden.
Pasado el tiempo murió el maestro y el discípulo, en otro viaje de
peregrinación, tuvo que pasar por aquella casa. A su paso decidió visitar a esa
familia generosa, pero cuando llego a la casa se quedó sorprendido del cambio tan
radical: La casa estaba construida de material noble, estaba bien pintada, tenía un
hermoso jardín y había un lujoso carro. Por un momento pensó que se había
equivocado de lugar; pero cuando preguntó por tal familia, le dijeron que de verdad
eran ellos. El jefe de la familia le contestó:
“Fíjese, pues, al amanecer de aquella noche, en la que ustedes nos visitaron,
la vaca, que era nuestro único sustento, resultó muerta. Por un momento lo sentimos
mucho. Pero luego recapacitamos y nos dimos cuenta que con llorar no sacábamos
nada. Así es que tomamos valor, nos repusimos y como el hambre apremiaba
descubrimos que teníamos otras habilidades que, al cultivarlas, nos han dejado

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buenos ingresos. Con estos recursos hemos hecho mejoras sustanciales en nuestra
casa y en nuestro estilo de vida”.
El Maestro José Escajadillo, para lograr el éxito, tuvo que hacer algo similar al
joven de la historia: él también tuvo que despeñar la vaca. Es decir que en un
determinado momento de arrebato rompió todas las composiciones que había hecho
es tres años y que no habían tenido la respuesta que él esperaba. Gracias a esta
decisión le vino la inspiración. Conozcamos la anécdota:
“Yo empecé a ser reconocido a partir de 1970 cuando logro componer una
canción, que es mi joya musical, cuyo título es: “Jamás impedirás”. Por esta canción
yo guardo un sentimiento muy especial porque la cambie por 80 obras. Me explicaré
mejor: Desde el año 68 hasta el 70 yo había escrito esa cantidad de obras, pero
ninguna tenía tanto brillo. Yo escribía y escribía canciones, pero cuando las cantaba
para ciertos grupos de amigos ninguna producía la respuesta esperada. Esto era
frustrante. Hasta que en una noche, después de estar en una reunión, donde me
había tomado unos tragos, llego a mi cuarto de estudiante, que todavía conservaba
y ahí, al revisar mis obras y saber que las había cantado unos momentos antes en
esa reunión y no había surtido el efecto esperado, las rompí todas y decidí volver a
empezar.
Esto fue más o menos alrededor de las 12 de la noche; luego me quedé
dormido. A las 5 de la mañana una voz me despertó y me sopló al oído la letra
completa de “Jamás impedirás” y me creerás que la inspiración fue completa: con
letra y música. Yo me levanté asustado, como un loco, como me había acostado un
poco mareado, pensé que era un sueño y nada más. Al recibir este soplo, regalo o
inspiración de Dios, busqué desesperadamente papel y lápiz, pero no encontraba,
porque todo lo había roto en mi delirio y rebeldía del día anterior. Y al no encontrar
nada me di cuenta que en la pared había un clavo. Entonces lo extraje y con él
escribí sobre el yeso de la pared. Después de ello me acosté y volví a quedarme
dormido. Me desperté a eso de la una de la tarde, y al despertarme recordé el
episodio de la inspiración. Yo pensaba que era un sueño, porque me parecía que era
una cosa de locos. Por eso, con cierto temor, miro hacia la pared, donde había
escrito y, ¡oh maravilla!, ahí estaba la canción, toda completa. No era un sueño, era
una realidad. La letra es la siguiente:

Si me fallaste tú,
ya en quién creer;
para qué comenzar
de nuevo a amar,
si siempre tendré miedo
a tropezar con otra como tú.

Tú me podrás negar
la luz de tu mirada,
también podrás negarme
ese calor que ayer me diste.

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Pero jamás impedirás
que aún te ame como ayer
y que al oír tu nombre, sin querer,
me duela el corazón.

Y aquí en este rincón, yo miraré,


atardecer mi vida sin tu amor,
sin la fuerza que a diario me impulsó
a luchar y a soñar.

Si me fallaste tú,
ya en quien creer,
ya para qué empezar de nuevo a andar
si siempre tendré miedo a tropezar
con otra como tú.

Esta canción la lancé en el primer festival internacional de la canción criolla


que se hizo acá en Perú, en el Teatro Municipal. La canción causó furor en el
público. Ante tal éxito lo primero que hice fue arrodillarme y agradecerle a Dios
porque, tal como dije, ella es inspiración divina. Este triunfo me abrió muchas
puertas porque, a partir de ese entonces las disqueras empezaron a llamarme.
Además, estimuló mi creatividad porque en ese año escribí más o menos 15 o 17
canciones, que eran una mixtura de las obras que había roto, pero con una base
sólida, que venía refrendada por “Jamás impedirás”.
Yo pienso que el éxito es un regalo de Dios, pero también es tarea humana.
En aquella ocasión entendí que Dios me decía: “Yo ya te di el punto de partida,
ahora te toca desarrollar el talento y el potencial que te he dado”. Yo entendí
claramente el mensaje. Y, a partir de ese momento, empecé a transitar por el camino
del éxito, camino que me ha conducido a parajes de grandes satisfacciones en estos
40 años de vida artística, que estoy a punto de cumplir.
En este recorrido he elaborado muchas canciones, e incluso he compuesto
himnos para el ejército, para la fuerza aérea, para la marina, para el deporte y para
empresas grandes como, por ejemplo, para Backus. El himno de mi institución
también lo gané por concurso. Gracias a mis canciones he tenido la posibilidad de
volar en aviones de la fuerza aérea, lo que algún día soñé en mi adolescencia, tal
como te conté anteriormente. Por esta razón puedo decir que soy piloto honorario.
De este modo mi sueño de ser piloto se ha hecho realidad.
También he recibido distinciones significativas; una de ellas es que se me ha
concedido el título de “Caballero de la Patria”. Esto se debe al hecho de que he
prestado servicios al ejército en tiempos de guerra, como por ejemplo fui yo quien
hice la canción en el conflicto del Cenepa. Pero en este tipo de canciones he tratado
de mantener un equilibrio en la literatura. A pesar de ser un himno de guerra,
contiene los siguientes versos:

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“Sobre la sangre de los que cayeron
al final de la lucha tenaz,
ojalá que germine en el mundo
la semilla de unión y de paz”.

La mano de Dios
Jesús dijo a sus discípulos: ““Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano
de mostaza, dirían a esta montaña: “Trasládate de aquí a allá”, y la montaña se
trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”. (Mt. 17, 20). Esa es la fe de José
Escajadillo, una fe capaz de hacer milagros, como el caso de levantar con su música
a un paralítico de su cama. Esta historia es impresionante. Veámosla:
“Definitivamente la fe juega un papel importante en mi vida y he tenido
experiencias donde he visto con claridad la mano de Dios. Por ejemplo, recuerdo
que en una oportunidad, un piloto que hacía vuelos internacionales tuvo un
accidente donde su hijo de doce años sufrió un golpe en la cabeza y quedó en
estado vegetal. Él tenía un vecino que le dijo: “¿Tú has escuchado alguna de las
canciones del maestro José Escajadillo? Es un buen hombre y católico. Me gustaría
que lo conozcas”. Él le dijo: “Tráemelo”. El buen hombre me llevó a la casa de este
piloto y éste al verme me abraza y me dice: “Es un honor tenerlo en casa”.
Conversamos un buen rato y luego le digo: “Mira, estoy enterado del problema de tu
hijo. Me gustaría conocer al niño. Quiero conocerlo, pero con mi guitarra en mano”.
Él me llevó a donde estaba el pequeño y cuando lo vi, no reaccionaba, ni movía un
sólo dedo. De pronto, se me ocurre entonar una canción, mirándole a los ojos. Fue
tan grande mi sorpresa cuando, en ese momento, el niño levantó la mano. Ese fue
su primer movimiento. El padre se quedó sorprendido y le preguntó: “Hijo, ¿te gustó
la canción?”. Yo seguía cantando y el niño le miró a su padre. Todo lo que estaba
pasando en ese momento era para mí un milagro, era evidente que Dios estaba
obrando en ese momento. El padre lloraba de emoción y yo cantaba con más
entusiasmo.
Después de 13 años viajo a Piura para participar en un show para el que me
habían contratado. Cuando estaba pasando por una de las calles, escucho una voz
entusiasta que dice: “¡Tío José, tío José!”. Me doy vuelta y veo que era un joven que
estaba caminando con su novia. Como había pasado tanto tiempo, yo no lo
reconocía. Por eso dije: “Discúlpame, en realidad no te conozco. ¿Podrías decirme
quién eres?”. Él me respondió: ¿No te acuerdas de mí? Yo soy aquel niño al que tú
le cantaste cuando estaba en la cama hace mucho tiempo. Mi madre me contó el
episodio porque mi padre, lamentablemente, murió dos años después de mi
reacción”. Para mí fue una inmensa alegría conocer a este jovencito, a quien le di un
fuerte abrazo”.
A pesar de la fama y de estos episodios extraordinarios, José Escajadillo es
un hombre supremamente sencillo. Él mismo tiene conciencia de esta característica
de su personalidad. Por eso dice: “Yo creo que la característica más notable de mi
vida es la sencillez, en lo que hago y escribo. A mí me gusta ser sencillo. Esta

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característica me lleva a respetar a todas las personas, incluso a los más humildes.
Para mí todos son iguales”.

“Descubre y realiza tu vocación”.


Al pedirle al Maestro José Escajadillo un mensaje para mis lectores, esto es lo
que dijo:
“Yo quiero darles el mensaje que me dieron mis padres: “Descubre y realiza tu
vocación”. Yo estoy convencido que ahí radica el éxito, cuando uno hace lo que le
gusta, lo que le brota del interior. Por eso, la tarea de los padres es ayudar a
descubrir la vocación de sus hijos y respetar sus decisiones. Esto implica aprender a
ser sinceros con uno mismo y con los demás”.

“HACER LO QUE BROTA DEL CORAZÓN”


(La experiencia de Javier Talavera)

El éxito tiene que ver con la persecución y el logro de nuestros objetivos en la


vida. Esos objetivos, muchas veces se van formando intuitivamente en el camino

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hasta que llega un momento en el que uno tiene claro qué es lo que desea. Por eso
podemos decir que para triunfar en la vida es importante saber qué es lo que
queremos hacer y hasta dónde queremos llegar. Junto a esto también es
fundamental tener la convicción de que podemos lograr nuestras metas y propósitos.
Pero para llegar a ello es fundamental que esas metas y propósitos estén alineadas
con nuestra vocación, es decir con nuestra misión en el mundo. Hacer lo que uno
quiere, lo que brota del corazón. Pienso que eso es lo único que puede llevarnos al
éxito. Esta es la experiencia de un hombre que ha alcanzado muchos éxitos en su
vida: se trata de Javier Talavera.

“Si vas a hacer algo, hazlo bien y sé el mejor”


Javier talavera es un fisicoculturista peruano de talla mundial, pues ha ganado
muchos premios a nivel nacional e internacional. Además de ello es un empresario
porque tiene su gimnasio propio y su academia de natación. Él dice que, además de
estos éxitos, su principal éxito es su salud, porque a sus 70 años no conoce lo que
son las enfermedades. Estos éxitos los ha conseguido gracias a que supo escuchar
la voz de su corazón y a su espíritu intrépido y emprendedor. Conozcamos más de
cerca la historia de éxito de este personaje interesante:
“Al terminar los estudios secundarios ingresé a estudiar economía en la
Universidad Católica. Esto fue en el año 58. Pero como en esos tiempos yo era un
muchacho y tenía espíritu aventurero, se me metió en la cabeza la idea de ir a los
Estados Unidos para ver y probar qué tal me iba por esos lares. Le comuniqué a mi
padre mi deseo y no se opuso, porque él es de esos padres a quienes no les gusta
meterse en la vida de sus hijos, sino que veía su función como una misión de darme
seguridad y libertad para poder decidir. Él se daba cuenta de que si me marchaba en
contra de su voluntad, quizá no iba a regresar nunca, porque posiblemente estaría
resentido. Él me dijo: “Vete, hijo. Total, si no te gusta, regresas y sigues estudiando,
cuenta con mi apoyo y mi bendición”.
Eso sí, él era exigente. Me dijo que si iba a los Estados Unidos diera lo mejor
de mí y si regresaba tenía que dedicarme a los estudios, porque tenía que aprender
a valerme por mí mismo. Yo sabía que iba a heredar la profesión de mi padre, pero
no estaba atenido a eso. Yo quería abrir mi propio camino y en eso contaba con el
apoyo de mi progenitor. Lamentablemente, hoy hay jóvenes que ni siquiera van a la
universidad porque dicen: “¿Para qué voy a estudiar si en 2 años voy a heredar las
propiedades de mi padre?”. ¡Mentira! Su padre no muere porque tiene vida para rato
y el muchacho no tiene nada que hacer. O si el padre muere y el hijo hereda los
bienes, los despilfarra en un dos por tres porque el padre le dio de todo y no le
enseñó a ganarse la vida.
En cambio, mi padre no hizo eso conmigo, él sólo me dio su apellido, la
educación, valores que yo tengo, seguridad. Lo demás, lo he logrado yo, con mi
propio esfuerzo y mi propio sudor. Como te repito, el me dijo: “Si vas a hacer algo,
hazlo bien y sé el mejor”. Yo estoy contento con mis padres; a mí me parece que,
aunque suene gracioso, yo supe escoger bien a mis padres”.

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Bueno, pues, con la anuencia de mi padre tuve la oportunidad de hacer ese
viaje a los Estados Unidos y ahí ingresé a trabajar en un hotel, donde había un
gimnasio. Yo pedí trabajar en esa área y me dijeron que ese trabajo era muy fuerte.
Yo insistí, diciendo que podía, porque yo quería desempeñarme en una labor donde
aumentara mi capacidad y mi conocimiento para luego hacer algo que me pueda
servir en el futuro. Aceptaron mi propuesta y empecé a trabajar en esa área. Fue ahí
donde aprendí esta actividad. Ahorré el dinero que ganaba y con mis ahorros
regresé a Lima y aquí puse este negocio.
Fui el segundo en tener este tipo de negocio acá en el Perú. Pero el mio
marcaba la diferencia, porque el otro gimnasio se dedicaba más a preparar a los
competidores para las olimpiadas. En cambio el mío se orientaba más por la línea de
la salud. Te recuerdo que estamos hablando de los años 62 al 64. Muchos, en aquel
tiempo, eran escépticos y auguraban un devastador fracaso a mi actividad, pues
decían: “¡Qué raro! ¿Quién va a ir a hacer ejercicio en un ambiente cerrado? Mejor
te vas al campo a correr o a jugar fútbol”. Por eso, el inicio fue duro, pero yo fui
persistente. Tenía seguridad que las cosas cambiarían. Y, efectivamente, así fue.
Mi negocio pronto empezó a prosperar porque yo ofrecía a mis clientes un
trabajo de calidad. Además, empecé a innovar. Para ello tuve que adquirir
conocimientos. De este modo mezclé la ciencia y la práctica. Quizá aquí radica el
secreto de mi éxito. Por ejemplo, venían personas que querían bajar y otras que
quería subir de peso; otros querían ser más fuertes, y otros solamente querían
divertirse; también venía gente con problema de colesterol, hipertensión, etc. La
gente comprendió que el ejercicio físico, sin ser la solución a sus problemas, era de
gran ayuda. Para atender estas demandas tuve que dedicarme a estudiar.
En los años 60 ó 70 no había nutricionistas. Entonces estudié por mi cuenta
ingresando a las clases de nutrición que se impartían en la carrera de medicina.
También estudié educación física. Además, en esa época, el gobierno exigía que
todos aquellos que contaban con un centro que tuviese que ver con la actividad
física debían ser médicos o profesores de educación física. Yo podría haber
contratado a un profesional de ese campo, pero la cuestión era que ellos te
imponían el profesor. Entonces dije: “Mejor estudio yo, para no tener el problema de
estar contratando a un extraño, que tal vez se acople o no a mi parecer, porque no
todos tenemos las mismas convicciones”.
Esta integración de los conocimientos científicos con la actividad física es la
que me permitió dar un servicio de calidad y excelencia a mis clientes y ellos muy
pronto se vieron beneficiados con mi trabajo. Y como no hay mejor propaganda que
la publicidad de boca a oído, mi negocio prosperó muy pronto. Yo creo que este éxito
se debe al hecho de que siempre hice lo que quería hacer, lo que me gustaba, lo
que me salía del corazón.
Luego, con esta actividad incursiono en otro campo interesante: el campo de
la rehabilitación. En este ámbito estuve trabajando por 8 años en el hospital
Almenara. Esta experiencia de trabajo me abrió nuevos horizontes. Ahora puedo
decir que el 70 % de mis clientes vienen buscando una cierta rehabilitación. Por
ende, ahora puedo decir que también soy un rehabilitador.

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Pero yo soy un hombre inquieto, no me gusta quedarme estancado. Al ver
que mi negocio iba bien, otros pusieron negocios similares y así aumentó la
competencia. Entonces, como una forma de publicidad empecé a desarrollar
músculos. Como puedes darte cuenta, una cosa lleva a otra. Lo importante es que
siempre estés en actividad y con los ojos bien abiertos para ver las posibilidades que
te ofrece la vida. Por mi actividad he tenido la suerte de participar en competencias
nacionales e internacionales, donde he salido triunfador. Eso también me hace sentir
muy feliz.
Otra de las cosas que me hace sentir bien es que desde esta labor puedo
ayudar a muchas personas: aquí, sin ser siquiatra, ni sicólogo, ni sacerdote, hago
una labor general, podría decirse una especie de apostolado. A mis pacientes los
escucho con suma atención y los entiendo en sus problemas. Con 50 años de
trabajo, he adquirido cierta seguridad; además leo bastante porque el hombre que
no aprende no puede enseñar

Las tres claves de mi éxito: visión, innovación y honestidad.


Cuando a Javier le pregunté por las claves de su éxito. Esto es lo que me
respondió:
“Yo creo que las claves de mi éxito profesional son las siguientes: La
capacidad de tener visión para poner el negocio en el momento preciso en que venía
una revolución del ejercicio. Además, con el deseo de estar a la vanguardia, soy un
innovador; como te das cuenta, vi que necesitaba profundizar en el conocimiento de
nutrición, me puse a estudiar este tema; vi que la competencia aumentaba,
desarrollé músculos, etc.
A esta capacidad de tener visión y a mi espíritu emprendedor se añade la
honestidad, que implica la capacidad de hacer las cosas correctamente. Jamás
busqué atajos. Bien sabe usted que hay formas de bajar de peso químicamente.
Mañana puedes bajar de peso tomando una pastilla, pero cabe la posibilidad de que
pasado mañana te mueras. Eso es deshonesto. La naturaleza tiene su ritmo y hay
que respetar el ritmo de la vida.
Yo creo que lo que más me ayuda a mí es la paz y la ciencia, o sea, la
paciencia. Porque si yo trato de llegar más rápido, puedo tropezar. Yo me he
encontrado con mucha gente que ha corrido mucho, pero luego yo los he alcanzado
y los he sobrepasado. Esa gente como tiene desesperación por llegar a la meta,
busca atajos, pero luego vienen las consecuencias: entra en una angustia, que se
llama estrés. Muchos, supuestamente, han logrado “el éxito”, pero están en el
hospital dirigiendo su empresa; a otros sus hijos los botan a un asilo porque ya no
sirven. Yo tengo 70 años y me siento muy bien, tengo un espíritu optimista y acojo a
todos. A mi edad no conozco las enfermedades, mejor diré que sí las conozco,
porque me las cuentan. Yo no aparento tener buena salud, sino que de verdad la
tengo. Por eso, puedo decir que mi mayor éxito es mi salud.

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“HE SEGUIDO EL CAMINO QUE DIOS ME HA TRAZADO”
(La experiencia de Mons. Héctor Miguel Cabrejos)

“Como el pez en el agua”

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Para que una persona pueda desarrollar al máximo sus capacidades y
alcanzar un sentido de plenitud y felicidad en la vida, es necesario que descubra su
vocación; es decir descubrir el proyecto que Dios le ha trazado, dado que vocación,
precisamente es proyecto y llamada de Dios. Hacer este descubrimiento es capital,
porque de lo contrario la persona será inmensamente infeliz y no podrá desarrollar al
máximo sus habilidades. En cambio, cuando la persona descubre su proyecto de
vida y lo realiza, descubrirá el sentido de su existencia y tendrá la posibilidad de ser
feliz.
Esta idea la expreso con mayor amplitud en mi libro “La vocación corazón de
la pastoral”, donde digo: “De la vocación depende nuestra felicidad y nuestra
realización como personas. Por eso, la vocación no es tanto lo que quieren los
familiares o amigos de los jóvenes, que a veces interfieren e incluso obstaculizan los
proyectos vocacionales. La vocación es el proyecto de amor que Dios tiene para
cada uno. Hablar de vocación es ponerse en la presencia de Dios con actitud orante
y plantearle la pregunta que le hizo san Pablo: “¿Qué debo hacer señor?” (Hech.
22,10).
Hay personas que logran descubrir su proyecto vocacional en la mitad o al
atardecer de su vida, pero hay otros que tuvieron la suerte de descubrir su vocación
en una edad temprana. Uno de ellos es Mons. Héctor Miguel Cabrejos, Arzobispo de
Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, quien descubrió su
vocación sacerdotal franciscana siendo un adolescente. Conozcamos esta
interesante experiencia:
“Yo nací en un pueblito de Chota, en el departamento de Cajamarca. Pero mi
vocación nace en el Rímac, porque mis padres vendieron sus propiedades para
venir a vivir a Lima y acá compraron un terreno en el Rímac donde construyeron su
casa, la cual estaba cerca a la parroquia San Francisco Solano de los Padres
Franciscanos. Es aquí donde descubrí mi vocación. Los religiosos que atendían esta
parroquia me invitaron para ser acólito y fueron ellos los que alimentaron en mí la
espiritualidad franciscana, mediante libros y folletos. Recuerdo que un Hermano me
hacía copiar la vida de los santos, diciéndome que era un libro prestado y que tenía
que hacerlo nuevo. Después entendí que no era esa la intención, el verdadero
objetivo era que yo conozca la vida de los santos. Cada día me hacía copiar la vida
de dos hombres de Dios.
De este modo conocí la vida de varios santos y así, poco a poco, fui
conociendo la vida de la Iglesia, hasta que en un determinado momento, cuando
estaba cursando el segundo de media en el colegio Ricardo Bentín, sentí la llamada
del Señor. Es ahí cuando yo manifesté mi deseo de ser sacerdote franciscano. Hice
este pedido porque no conocía otro carisma. Mis ojos prácticamente los abrí en el
mundo franciscano. Los Padres siempre estuvieron acompañándome en todo
sentido.
Cuando tuve claro que esto es lo que quería, ingresé a la Orden Franciscana
en la Provincia de los 12 apóstoles, que estaba en Arequipa. Fueron ellos quienes le
pidieron permiso a mi papá para que yo ingresara al seminario. Él aceptó,
gustosamente. Entonces ingresé al proceso de formación en los Padres

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Franciscanos, hice el postulantado, luego el noviciado, finalmente la filosofía, y
teología. Al finalizar los estudios eclesiásticos me ordené de sacerdote.
Inmediatamente, la Orden Franciscana me manda a estudiar Sagrada Escritura en
Jerusalén, donde saqué la licenciatura. Luego mis superiores me enviaron para
sacar el doctorado en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
Evidentemente el hecho de haber realizado mis estudios en estos lugares me
ha dado un bagaje lingüístico muy amplio y esto me ha beneficiado en mi
especialidad, porque para estudiar Sagrada Escritura se requiere de una amplia
cultura lingüística. Al terminar los estudios de especialización, regresé a Perú y, al
poco tiempo de haber llegado al país, me nombraron Definidor Provincial, y en ese
momento también me pidieron que dé clases en la Facultad de Teología y en el ISET
(Instituto Superior de Estudios Teológicos). Cuando llegué, éste último centro tenía
un Visitador Apostólico. Y como resultado de esta visita me pidieron que asuma el
rectorado de esta institución. Aquí trabajé 6 años y, cuando tenía 39 años, me llega
el nombramiento de Obispo Auxiliar de Lima. Después de 6 años me nombraron
Obispo Castrense del Perú. Al estar desempeñando esta función me nombraron
Arzobispo de Trujillo y al mismo tiempo seguía como administrador apostólico de la
diócesis castrense, responsabilidad que desempeñé por dos años. Actualmente,
como bien sabes, también me desempeño como Presidente de la Conferencia
Episcopal Peruana”.
Al conocer la historia vocacional de Mons. Héctor Miguel podemos decir que
definitivamente es una vida llena de éxitos. Al tomar conciencia de esta realidad le
planteé la siguiente pregunta: “¿Cuáles cree usted que son las claves de sus
logros?”. Ante esta pregunta me dio la siguiente respuesta:
“Yo creo que la clave de todos estos logros es haber seguido la voz de Dios,
es decir, haber realizado mi propia vocación. Yo creo que éste es elemento esencial
para que una persona triunfe y sea feliz. Si de verdad queremos ser felices y dar
excelentes resultados en lo que hacemos debemos estar como el pez en el agua. Yo
siento que he estado toda mi vida dentro de mi vocación y he seguido el camino que
Dios me ha trazado. Yo jamás he podido concebir otra vida fuera de ésta, fuera del
mundo franciscano. Yo le pido al Señor que algún día cierre mis ojos dentro de esta
familia, a la que amo tanto. Digo esto porque el episcopado es sóglo un servicio,
pero uno no deja de ser franciscano, uno lleva en el corazón el sello de la
espiritualidad franciscana.
Por tanto, yo creo que para triunfar en la vida y ser feliz uno tiene que
descubrir y realizar su vocación. Esta es una de las claves fundamentales.
El otro elemento es que yo aprendí mucho de los maestros franciscanos. De
uno de ellos aprendí mucho una frase que es muy simple pero muy valiosa: “El
cargo se asume con la carga”. Hacer realidad el contenido de esta frase es todo un
reto. Hay gente que asume el cargo, pero no la carga y es por eso que fracasa. En
cambio a mí me enseñaron que si uno tiene un cargo tiene que llevar el peso de la
carga. Esa carga, evidentemente exige esfuerzo, sacrifico, dedicación, entrega. El
tener un cargo no siempre es fácil, muchas veces es duro y agotador.

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Por ejemplo, cuando viajo, hay gente que me dice: “¡Qué suerte tiene usted!,
pues tiene la posibilidad de viajar”. Sin embargo, eso para mí es una carga pesada,
porque no es agradable estar de aeropuerto en aeropuerto. Además, los cambios de
horarios siempre afectan, las reuniones de trabajo, a veces son intensas y
agotadoras, pues no son viajes de descanso. Entonces llega un momento cuando se
experimenta con mayor fuerza el peso y es ahí donde uno quisiera deshacerse de
eso. Pero como uno sabe que es un servicio asumo las dificultades con amor.
Otra forma de sentir la responsabilidad del cargo es tomarla como una
especie de “esclavitud”; es decir que tienes que trabajar duro y a veces son muchas
horas de trabajo. Un día me encontré con un médico y le pregunté cómo se
encontraba. Él me dijo que estaba bien pero que el único problema eran sus hijos
porque comen de lunes a lunes. Yo me puse a pensar: “pero este señor al menos
tendrá libres los sábados y domingos; en cambio yo trabajo los sábados y domingo,
incluidos”. Llega un momento en que uno se pregunta: “¿Para qué tanto esfuerzo?”.
Todo este cansancio toma sentido cuando uno trabaja desde la perspectiva del
“reino”.
Un tercer elemento, para mí, en el caso de ser religioso, es la adhesión firme
y permanente a Jesús, María y a san Francisco, pues como ya dije anteriormente,
soy franciscano. A pesar de las responsabilidades que tengo yo no me desprendo
nunca de la espiritualidad franciscana. Y, aunque a algunos les parezca extraño yo
creo en la angelología, es decir en la presencia y la protección de los ángeles. En
definitiva yo creo profundamente en Dios, en Cristo, en la Eucaristía, en la
protección maternal de la santísima Virgen María. Esta espiritualidad es la que me
da fuerzas para trabajar y es la clave de mis logros”.
Después de haber conocido la historia vocacional de Mons. Héctor Miguel me
viene a la mente una parábola del P. Anthony de Mello. La historia es la siguiente:
“Cierto día, un mono se encontraba jugando en un árbol, que estaba plantado
en la orilla de un río. De pronto, al bajar la mirada, vio que un pez saltaba de vez en
cuando. El mono se quedó pensando y de inmediato le vino a la mente la frase que
sus padres le habían enseñado: “Haz el bien y no mires a quien”. Impulsado por este
pensamiento, bajó a la velocidad de un rayo y se colocó silente en una roca. En
cuanto el pez saltó, lo cogió y se lo llevó a la orilla. El pez protestaba diciéndole:
“Eres un criminal y un sádico. ¿Qué mal he hecho para que me hagas morir así?”. El
mono respondió: “¡Eres un ingrato! ¿No te das cuenta que te estoy salvando de
morir ahogado?”.
Todos sabemos que para que un pez viva necesita el agua. Ese lugar es su
hábitat. Si lo sacamos de él, inexorablemente muere. De igual modo, nosotros, para
crecer, desarrollarnos y ser felices, necesitamos vivir en nuestro ambiente, es decir
en el lugar que Dios nos ha asignado. Ese lugar es nuestra vocación. Por eso, el
tema vocacional es algo tan serio y tan delicado; y es tarea de los padres de familia
ayudar a sus hijos a descubrir su vocación. Pero, a veces, los padres en este asunto
juegan un papel nefasto porque, en vez de ayudar, destruyen los proyectos
vocacionales de sus hijos. Después de leer esta historia sería conveniente que los
padres reflexionen sobre el papel que están jugando en la tarea de ayudar a sus

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hijos a descubrir su vocación. Ojalá que aprendan del padre de Mons. Héctor Miguel,
quien fue capaz de ayudar y apoyar a su hijo a desarrollar su vocación.

“Los más lindos y hermosos recuerdos”


Dice Oscar Wilde, en su novela “El retrato de Dorian Gray”, que: “los niños
empiezan amando a sus padres. Después de un tiempo los juzgan. Pocas veces, o
nunca, llegan a perdonarlos”. Esta frase es terriblemente trágica, pero en parte es
muy cierta porque en el acompañamiento que voy teniendo con la gente encuentro
mucho resentimiento en el corazón de los hijos hacia sus padres y este
resentimiento lo llevan hasta mayores e incluso hasta cuando son ancianos. Es por
eso que los padres deben tomar conciencia de la forma cómo tratan a sus hijos.
Felizmente Mons. Héctor Miguel tuvo unos padres que alimentaron el amor en su
corazón. Conozcamos esta anécdota aleccionadora:
“De mis padres yo guardo los más lindos y hermosos recuerdos. Ellos
supieron educarnos con cariño y amor, pero sobre todo con su testimonio. Por
ejemplo yo nunca he visto pelear a mis padres. Estoy seguro que entre ellos, igual
que en todos los hogares había divergencias, y es posible que discutiesen, pero
nunca lo hacían en presencia de nosotros. Por este motivo siempre los he visto
juntos en las buenas y en las malas, en las alegrías y en las tristezas. Ese es el
recuerdo más hermoso que tengo de ellos.
El otro tema que aprendí de mis padres es el valor de la fe. Ellos eran muy
creyentes, pero sobre todo mi madre, quien era muy devota de la Santísima Virgen
María. Recuerdo que ella me llevaba de la mano a la iglesia para participar en la
misa. Yo la he visto rezar con suma devoción y fervor. En casa siempre hubo un
fervor espiritual. Por ejemplo, cuando mi hermano se casó mi madre le dio la
bendición antes de su consentimiento, porque esa era la costumbre.
Estas son las cosas que he aprendido de mi hogar, de las cuales jamás me
olvidaré. Como dice el dicho: “Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”.
Creo que el ejemplo de mis padres me ha ayudado mucho a mí. Por ejemplo,
cuando veo hogares donde se pelean o discuten yo no puedo entenderlos, porque
en mi mente no hay una experiencia de golpe o discusión con la cual pueda
compararla. Claro que los comprendo racionalmente, pero no entiendo la
experiencia misma de la violencia”.

“Descubran su vocación”
Después de haber escuchado esta interesante experiencia de éxito, le pedí a
Monseñor que deje un mensaje para mis lectores. Ante tal petición esto es lo que
pronunció:
“Yo les diría a las personas que quieren triunfar que descubran su vocación.
Pero la búsqueda vocacional nunca debe darse por ventajas de dinero. Ese es un
grave error. El síntoma para descubrir la vocación es el ambiente donde uno se
sienta bien, porque es ahí, en ese lugar, donde podrá desarrollar sus capacidades y
talentos.

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En segundo lugar quiero dejar en claro que si uno quiere triunfar en la vida
tiene que poner empeño y formarse; una cosa es instruirse y otra es formarse.
Actualmente existe un amplia gama de literatura maravillosa que puede ayudarnos
en esta tarea, empezando por la literatura bíblica, pero además de ella hay otros
materiales que pueden ayudarnos mucho en nuestro crecimiento personal.
Tenemos que comprender que el hombre está llamado a crecer y ser feliz.
Este crecimiento lo puede lograr con la ayuda de los demás y el empeño de uno
mismo. Esto implica asumir la carga, sea cual sea. Además tenemos que aprender
a ser fraternos, es decir hermanos con todos”.

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SEGUNDA PARTE
VALORES DE LA GENTE EXITOSA

“APRENDER A SER CONSTANTES”


(La experiencia del Dr. Ciro Maguiña)

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Me siento muy contento y orgulloso de ser médico
Cierto día, una tortuga, cansada de recibir tantos insultos por su pasividad y
lentitud, le propuso a la liebre hacer un concurso de carrera. Ésta empezó a reírse
socarronamente de la idea descabellada de aquel animal holgazán y perezoso. Pero
en vista de que tanto insistía, para no quedar en deshonra, pues la propuesta fue
hecha en una declaración pública, la liebre aceptó sin más el reto. Entonces fijaron
día y hora.
Llegada la fecha indicada acudieron a contemplar el evento todos los
animales, sin excepción; todos se encontraban expectantes; pues el evento fue muy
publicitado. El burro, que hacía de juez, con un rebuzno anunció el inicio de la
competencia ante gran algarabía de la multitud.
Desde el momento en que el burro hizo el anuncio la tortuga empezó a
caminar con paso lento, pero seguro. En cambio, la liebre, queriendo aparecer como
generosa, pensó que sería conveniente darle cierta ventaja a su contendiente, pues
consideraba que de ese modo su triunfo sería más ostentoso. De este modo, se
distrajo prodigando saludos, abrazos y besos volados a sus simpatizantes. Su
entretenimiento fue tan intenso que, embebida de las adulaciones, se olvidó por
completo de la carrera. Cuando volvió en sí se dio cuenta que su rival ya estaba
llegando a la meta. Entonces empezó a correr desesperada, pero tan grande fue su
desdicha que cuando ya estaba a punto de llegar, la tortuga alargó su enorme cuello
y tocó la cinta que marcaba el fin de la carrera y de este modo obtuvo el tan ansiado
galardón. El jurado calificador, compuesto por una zorra, un león y un tigre, no tuvo
otra alternativa que conceder el premio a la tortuga. La liebre, por su petulancia,
quedó vilmente humillada.
Esta historia nos da a entender que para triunfar en la vida no sólo basta tener
la habilidad, sino que son necesarios la decisión, el esfuerzo y el tesón. Conozco a
muchas personas que en el colegio o la universidad sacaban muy buenos
calificativos, pero en su vida laboral no han alcanzado puestos significativos. En
cambio, hay gente que en su vida de estudiantes sacaban bajas calificaciones pero
en su vida laboral han alcanzado lugares insospechados. En la sociedad es muy
común encontrar personas de muy alto coeficiente intelectual trabajando para
personas de muy bajo nivel intelectual. Si esto es cierto, nos preguntamos con justa
razón, ¿Cuál es el secreto del éxito de estas personas que tienen muy pocas
cualidades? La clave está en tres palabras: decisión, esfuerzo y dedicación.
El Dr. Ciro Maguiña, quien es una eminencia en el campo de la medicina
peruana, nos ayuda a comprender esta lección. Si bien él fue dotado por Dios de
mucha habilidad intelectual, el mérito está en que él ha sabido cultivar esa
inteligencia y la ha puesto al servicio del país. Con expectativa acerquémonos a esta
interesante experiencia de éxito.
“Yo nací en el distrito de San Marcos, Provincia de Huari, en el departamento
de Ancash. Por tanto soy andino y me siento orgulloso de serlo. En ese lugar estudié
los primeros años. Luego vine a vivir a Lima, en el Rímac, donde hice muchos
amigos. Entonces me crié en un entorno popular, dentro de una familia pobre, que
tenía muchos valores, sobre todo el amor a los estudios. Mi papá no tenía carro y en
casa no había televisor. El pasatiempo que compartí con mi hermano era el juego de
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ajedrez; también recuerdo que me gustaba mucho el deporte. De ese entorno
popular y familiar aprendí el valor de la sencillez y la humildad.
De pequeño yo quería ser biólogo. Después, quise ser ingeniero, luego
periodista, deportista. Un día mi padre me preguntó: “¿Qué es lo que te gusta?”. Yo
le dije que me encantaba la biología y la química. Entonces me trajo un microscopio
de Italia. A través de ese aparato yo veía las patitas de una mosca o de cualquier
otro insecto. Esa experiencia, aparentemente sencilla, me ligó a la ciencia. Entonces
como puedes darte cuenta, con la biología, la química y el microscopio yo pude
tomar la decisión de ser médico. En mi familia no había nadie que fuera médico. La
ciencia era una tendencia innata en mí, desde pequeño. El microscopio fue un
estímulo que me ayudó a perfilar mi vocación de médico.
Al tener claro qué es lo que quería, ingresé a la facultad de medicina de la
Universidad Cayetano Heredia. Para pagar mis estudios en esta universidad tuve
que trabajar. Entonces, para tener la carrera que tengo, he tenido que sudar la gota
gorda. Realmente me siento muy contento y orgulloso de haber escogido esta
carrera, pues me ha dado grandes satisfacciones.
Para mí, como médico, el éxito es contribuir a la salud de la gente, salvando
vidas, incluso de los más humildes. Yo he trabajado a lo largo y ancho del Perú, en
la costa, sierra y selva. He tenido la posibilidad de ayudar a gente muy sencilla y esa
experiencia me ha aportado una enorme felicidad. Teniendo la posibilidad de estar
laborando en el extranjero he decidido quedarme acá en el país, porque amo mucho
a mi patria. En realidad yo soy un apasionado del Perú. Pienso que los peruanos
tenemos que aprender a valorar lo que tenemos. Realmente somos afortunados por
la riqueza que tenemos, en cuanto a alimentos. Contamos con lo que se llama el
entorno donde las condiciones son favorables para la vida. Creo en el Perú, en su
cultura. En realidad nos hace falta mucha identidad nacional. Yo hablo inglés, pero
también sé quechua y no me avergüenzo de ello. Hay gente que se avergüenza de
sus orígenes, de su raza, de su idioma. Precisamente Lima es una palabra quechua
que significa hablar.
En mi condición de ser un amante del Perú me siento orgulloso de haber
contribuido a la educación médica con mis publicaciones. También he podido aportar
a la medicina peruana en enfermedades olvidadas, como por ejemplo, la lepra, las
picaduras de arañas, mejor dicho en enfermedad de los pobres. Gracias a mi trabajo
tengo la suerte de ser profesor honorario de 7 universidades en el Perú. Por este
motivo digo que me siento realizado emocional, académica y científicamente.
Yo pienso que todos estos logros los he obtenido gracias a la práctica de
ciertas virtudes, una de ellas es la constancia. Soy un hombre muy constante. Por
esta razón yo creo que la clave principal del éxito es aprender a ser constantes. En
la vida todos nos trazamos metas, pero para cristalizar esas metas se necesita
mucha constancia. En la vida pocas cosas son fáciles; se necesita poner ganas,
esfuerzo, dedicación. Yo provengo de una familia pobre y he vivido en un barrio
popular. Pero gracias a la constancia en los estudios he podido alcanzar el sitial
donde ahora me encuentro. Es cierto que Dios me ha dotado de un alto coeficiente
intelectual, pero la constancia me ha ayudado a desarrollar ese potencial y me ha

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permitido tener los primeros puestos en los estudios y destacarme en el campo de
mi profesión.
Otra clave del éxito es ser optimista. Hay que aprender a ver las cosas
buenas de la vida. Acá, en el Perú, la gente tiene una mentalidad negativa, y quizá
eso sea en gran parte el problema de la pobreza del país. Si de verdad queremos
progresar tenemos que cambiar de mentalidad. Tenemos que darnos cuenta que
vivimos en un país hermoso, lleno de riqueza y de múltiples oportunidades. Yo he
tenido la suerte de conocer más de 28 países y cuando los comparo con el nuestro
definitivamente digo: “El Perú es lo máximo”.
Para tener optimismo necesitamos tener fe y esperanza, creer que sí
podemos, que contamos con nuestra fuerza y con la fuerza de Dios. Por eso, creo
que la otra clave del éxito es la fe. Yo era ateo. Pero el ateísmo surgió cuando mi
hermano murió con cáncer. Ahí le hice muchas preguntas a Dios. Le decía: “¿Qué es
lo que está pasando?”, ¿Por qué tenía que ser mi hermano”. Después analicé el
asunto, y me di cuenta que el problema no estaba en Dios, sino en mí. En el fondo
estaba resentido contra Dios, quería que se haga mi voluntad y no la suya. Cuando
comprendí esto aprendí a “perdonar” a Dios y llegó la paz a mi corazón.
La enfermedad y la muerte de mi hermano me ayudaron a entender que el
sufrimiento es parte de la vida y que tiene un aspecto positivo, porque nos permite
palpar nuestra humanidad. Tenemos que comprender que así como hay alegría y
disfrute, también hay dolor y sufrimiento. Ambas realidades son las dos caras de
una misma moneda. Es importante aceptar que así es la vida. Pienso que es
importante aprender a vivir la vida a plenitud. Y esto implica acoger con cariño el
gozo y el sufrimiento.
En mi vida personal también he tenido momentoS muy difíciles. Por ejemplo,
cuando era niño me dio la polio. Mi madre pensó que me moriría. Ella me dio todo
su amor y ese amor me permitió entender y superar el sufrimiento. Milagrosamente
me recuperé de esa enfermedad que mataba a la gente. Creo que me sané gracias
a la fe de mi madre. Ella era una mujer muy católica y tenía una fe profunda. Ella
siempre creyó en Dios, en la Iglesia, en los santos. Ella me transmitió esa fe y esa fe
es la que trato de poner en práctica. Por esta razón digo que la fe es clave para
obtener el éxito.
La fe nos da una especia de energía positiva. Es lo que ahora los psicólogos
llaman “la vibra”. Ella es como una especie de savia. Si yo no tuviera fe seria un
animal más y actuaría por impulso. Definitivamente la fe es una herramienta útil para
crecer, madurar y ser felices. Qué bien lo dijo nuestro Señor Jesucristo: “la fe mueve
montañas”.
Pero la fe no sólo es creer en Dios, también exige creer en uno mismo, creer
que podemos cumplir nuestros sueños y nuestras metas. Y la fe en uno mismo se
llama autoestima. Por tanto, si una persona quiere triunfar tiene que estar
convencida de que puede y de que se merece ese triunfo.
Todo este conjunto de valores que he mencionado nos da un sentido de
felicidad. Y ésta no proviene de fuera, sino de dentro. Uno puede encontrar la
felicidad en la pobreza o en la riqueza. La felicidad es un don de Dios, pero también

103
es tarea humana, dado que ésta se construye con los pasos que uno va dangdo. La
felicidad no se obtiene por los bienes que tengas o por los viajes que puedas hacer.
Para mí la felicidad es adoptar una mentalidad positiva y aprender a disfrutar
sanamente de la vida”.

“Tengo una familia hermosa”


Una cangreja abuela reprochaba a su nieta porque andaba de lado y le urgía
que aprendiera a caminar de frente, como lo hacen todos los animales normales. La
cangreja joven le respondió: “Abuela, gracias por el consejo, pues me va a ayudar
mucho en mi crecimiento personal; pero, ¿serías tan amable de enseñarme a
caminar de la forma en que tu dices?”. La cangreja anciana se quedó callada y muy
pensativa... Después de meditar un rato dijo dubitativa: “Pero, hija, lo que me pides
es imposible. Mi osteoporosis está muy avanzada y me temo no poder ayudarte”.
Bien sabemos que lo de la osteoporosis fue una excusa gratuita para evadir su
responsabilidad. En el fondo, no quería enseñarle a caminar de frente, porque no
sabía.
De esta historia podemos comprender que la educación se infunde más con el
ejemplo que con las palabras. Esto es aplicable a todo, incluso a la vida familiar. Los
hijos logran entender que la familia es importante cundo los padres le dan
importancia a su familia. El Dr. Ciro Maguiña ama profundamente a su familia,
porque ese valor lo aprendió de su familia paterna. Conozcamos su testimonio:
“El éxito definitivamente tiene que ver con los logros que uno va alcanzando
en su vida, ya sean pocos o muchos, grandes o pequeños. Gracias a Dios yo he
tenido varios logros en mi vida personal y profesional, tal como mencioné
anteriormente, pero el logro más importante es mi familia. Yo tengo una hermosa
familia, de la cual disfruto mucho y me siento muy orgulloso. Tengo 4 hijos
maravillosos y dos nietas. Mi esposa es una mujer encantadora, a quien amo con
todo mi corazón y a quien estoy profundamente agradecido porque gracias a ella, a
su apoyo y comprensión, he podido alcanzar varias metas en mi vida. De hecho, si
yo hubiese tenido una figura de soltero, de seguro que no hubiera alcanzado los
logros que he tenido. Pero, el hecho de tener mi familia, me ha permitido ser lo que
soy. Ella es el impulso y la motivación de mi trabajo.
Pero, conformar una familia feliz tampoco es fácil. Se necesita esfuerzo,
dedicación, constancia, humildad. Yo creo que una de la claves del éxito familiar es
tener la capacidad de sintonizar con la otra persona, lo cual exige sensibilidad para
conectar con los deseos, las aspiraciones y los ideales de la otra persona. Por otra
parte, también se necesita mucha flexibilidad, lo cual implica aprender a ceder.
Tenemos que comprender que las relaciones humanas no funcionan a base de
imposición. Quien impone fracasa rotundamente, aunque en un inicio dé la
impresión de triunfo, pero a la larga todo se desmorona. A nadie le gusta que se le
impongan cosas, y que se le implanten ideas ajenas. Tenemos que aprender a
tolerar y ver que la otra persona es simplemente diferente a nosotros.
Todo lo que acabo de decir se resume en una palabra: respeto. Respetar es
reverenciar a la otra persona, darse cuenta de que no es un objeto, sino un sujeto

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que tiene pensamientos y sentimientos. Respetar es no maltratar. Felizmente yo
nunca he pegado a mi esposa. Es cierto que hemos discrepado, pero nunca hemos
llegado hasta el golpe físico.
Yo he podido formar esta familia gracias al ejemplo que me dieron mis padres.
Provengo de una familia muy unida, donde hubo mucho amor. Por eso estoy muy
agradecido a mis padres y hermanos. De mi hogar he aprendido muchos valores
como por ejemplo la verdad y la sinceridad: no me gustan las mentiras. El otro valor
que he aprendido de casa es la solidaridad. Este valor lo he aprendido, sobre todo
de mi madre. Ella era mujer muy caritativa. En Navidad, iba a la sierra llevando
panetones a la gente humilde. De mis progenitores también aprendí el valor de la
puntualidad. Para mí este valor es fundamental. Ser puntal implica respeto hacia uno
mismo y hacia los demás. Estos valores trato de infundirlos a mis alumnos”.

“Es posible triunfar”


Para triunfar en la vida es necesario tener metas, pero esas metas deben ser
realistas, porque de lo contrario llevarán a terribles decepciones y frustraciones que
desalentarán a la gente. Esta lección la podemos aprender del mensaje final del Dr.
Ciro:
“A los jóvenes les diría: “Estudien, pero estudien bien. Con ganas, con ilusión,
con entusiasmo. No vean el estudio como una carga que hay que soportar, sino
como una fuente de sabiduría y de progreso. Aprendamos del Japón cómo salió de
la miseria dándole importancia al tema de la educación”.
A todos le diría: “No se desanimen, ni se desalienten en la vida. Es posible
triunfar. Pero para ello tenemos que ser realistas. Tenemos que tener objetivos
claros y plantearnos metas alcanzables. El error está cuando la gente se plantea
metas locas e irrealizables. Por ejemplo, si yo quiero ser ingeniero y no tengo el
dinero suficiente debo hacer un reajuste en mis metas. Puedo ser un buen obrero o
un buen albañil. Es bueno descubrir que podemos ser exitosos en diversos campos
de la vida”.

“EL SACRIFICIO QUE HICE VALIÓ LA PENA”


(La experiencia de Fernando Armas)

El éxito necesita esfuerzo y dedicación


Cuentan que cierto día dos ranas cayeron a un balde con leche. Ambas
hacían lo posible para salir dando brincos. Después de unos intentos una rana se
desalentó pensando que era imposible salir. Llevada por su desaliento se dejó hundir

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y murió ahogada. La otra, por el contrario, continuó luchando por su vida. Hasta que
al final, de tanto dar vueltas, la leche se condensó convirtiéndose en mantequilla.
Entonces pudo impulsarse con sus patas traseras y, de un brinco, salió”.
El carácter de nuestro reconocido humorista Fernando Armas, es como la
actitud valiente y decidida de la segunda rana de la historia. Pues él en su vida ha
atravesado por momentos difíciles en los que ha tenido que bregar mucho, pero al
final ha visto la recompensa de su esfuerzo. Por las palabras de nuestro
protagonista conozcamos esta historia de lucha y de gloria:
“Para mí el éxito es un conjunto de logros que vas alcanzando cuando
trabajas con esfuerzo y dedicación. Esos logros, muchas veces, implican grandes o
pequeños sacrificios. Al menos esa es mi experiencia: Yo, para alcanzar lo que
ahora tengo, una carrera consolidada y una familia constituida, he tenido que hacer
una serie de sacrificios.
Nací en el seno de una familia pobre. De pequeño era un soñador. Por
ejemplo, soñaba con tener muchas cosas y viajar. A veces tomaba conciencia de mis
sueños y decía: “Qué bonito es soñar”. Pero, al mismo tiempo, también era
consciente que esos sueños eran simplemente imaginaciones. Jamás pensé que se
iban a realizar esas aspiraciones de poder viajar dentro y fuera del país, ni siquiera
fuera de Chiclayo, porque en mi caso no había muchas esperanzas de salir
adelante. Bien sabemos que para surgir acá en el país, o te sacas la lotería o
estudias y eres un gran profesional. Pero mi familia era pobre y, por tanto, no tenía
muchas posibilidades para estudiar. Entonces pensé que sería como el resto de mis
familiares “pobres, pero honrados”.
Al terminar mis estudios secundarios no pude estudiar en una universidad.
Me creerás que ni siquiera tenía para un prospecto. Si hubiese tenido la oportunidad
de estudiar, quizás hubiese llegado a ser un gran profesional en letras, porque me
gustaba mucho el tema de la comunicación. Pero no reniego de mi suerte porque
con mi humor he conseguido muchos logros, como por ejemplo he aprendido a ser
más práctico y, quizá, más comunicativo que cualquier otro estudiante de
comunicaciones. Definitivamente, el humor es una excelente forma de
comunicación.
En vista que no podía hacer una carrera universitaria, mi papá me trajo a Lima
en un camión y me dejó con una hermana, que en ese entonces vivía acá. A ella le
dijo: “Hija, tu hermano ya acabó la secundaría de modo que lo dejo contigo para ver
si hace algo acá en Lima”. Mi hermana me acogió con mucho cariño, pero era
casada y vivía en casa alquilada. Así es que no podía tenerme ahí como niño bonito
yo tenía que aportar, como lo hacían todos. Al cabo de 15 días me dijo: “Fernando,
acá todos trabajamos para aportar al sostenimiento de la familia. Así es que tú
también tienes que trabajar”. Cuando mi hermana me dio esta recomendación, no
me molestó, porque me enseñó a ser responsable. A partir de ese momento empecé
a trabajar como comerciante ambulante. De ese modo generaba mis propios
ingresos para poder financiar mi estadía en la casa de mi hermana y para hacer
algunos cursos de oratoria, que no los terminé.

106
Después de un tiempo regresé a Chiclayo y ahí postulé a un instituto, donde
ingresé a estudiar administración de empresas, estudios que no concluí. Mientras
estaba estudiando venía a Lima para participar en Trampolín a la Fama de Augusto
Ferrando. Mi objetivo era darme a conocer porque ese programa era un verdadero
trampolín a la fama. Ahí me veían los productores de Panamericana Televisión,
quienes me decían: “Quédate, pero de prueba”. Ante tales invitaciones, yo pensaba:
“¿Qué hago acá en Lima, sin familia y sin casa?”. (Mi hermana ya había regresado
a Chiclayo). Por eso iba a Chiclayo y venía, hasta que al final decidí quedarme acá
en Lima. Dije: “Si tanto es mi arrastre como artista en el Norte, vamos a ver qué
posibilidad se da en la capital”.
Cuando decidí quedarme en Lima, de Chiclayo vine llorando, porque esa
decisión implicaba hacer una serie de sacrificios: tenía que dejar la carrera que
estaba estudiando, pero sobre todo me costaba dejar a mi familia. Nosotros en mi
familia somos muy unidos. Por eso yo celebro que mis hermanos estén juntos, a
pesar de sus diferencias, pues, cuando se necesitan, están ahí y se apoyan. En
cambio, yo acá, me hice con esa carencia del calor familiar. La distancia de mi
familia me dolía, pero, gracias a Dios, he sabido sobreponerme a esas tristezas. De
hecho, Dios ha sido mi consuelo. Cuando estaba en esas circunstancias, yo oraba y
en mis plegarias le pedía a Dios paz y consuelo. Definitivamente, la fuerza de Dios
es lo que me ha ayudado a mantenerme de pie tras los tropiezos y a seguir
caminando, a pesar de las decepciones de la vida, e incluso de mi carrera.
Cuando llegué a Lima me quedé en la casa de la familia Asmat, unos grandes
amigos, ag quienes estoy muy agradecido, porque ellos me acogieron con tanto
cariño y tanta generosidad; ni siquiera me cobraron la estadía. Al estar acá en la
capital tenía más posibilidades de dar a conocer mi trabajo. En el año 90, estando ya
en risas y salsas, tuve la posibilidad de participar, por tercera vez, en Trampolín a la
Fama y ese programa, de verdad, me lanzó a la fama.
Como puedes darte cuenta, el sacrificio que hice valió la pena, porque gracias
a él he logrado consolidar mi carrera artística que me ha dado y me sigue dando
grandes satisfacciones. La profesión que tenemos nosotros lo humoristas es muy
noble y por ella vas cosechando el cariño y el aplauso de la gente. Eso es lo más
hermoso: el reconocimiento del público; lo demás, como es la cuestión material, cae
por su propio peso. Por eso yo creo que una persona exitosa no siempre es la que
tiene dinero porque un narcotraficante puede tener millones, pero jamás podrá tener
paz en su corazón. Una persona es exitosa por sus valores y entre ellos resalta la
humildad y la honestidad.
Pero el éxito no sólo trae complacencias, a veces también trae decepciones y
dificultades. Por ejemplo, acá en nuestro país, no es fácil ser artista, porque no
existen las debidas instituciones, partiendo desde el gobierno, que respalda nuestro
trabajo. Por otro lado, también existe la discriminación entre el artista o actor de
universidad y el empírico. Pienso que es tarea del Estado agrupar a los artistas,
pues el arte es patrimonio de la nación. Eso permitiría que no luchemos tanto para
ganar un puesto o un nombre. El hecho de tener un carnet, donde uno pueda decir:

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“Yo soy artista”, nos daría una serie de facilidades. Pero lamentablemente no existen
estas instituciones, que sí las hay en otros países.

“Mi familia, sentido de mis logros”


En la investigación que he hecho sobre el éxito, casi todas las personas a las
que he entrevistado han manifestado que el sentido de sus logros es su familia,
porque por ellas y para ellas luchan. Fernando Armas no es ajeno a esta idea.
Pongamos atención a sus palabras:
“El otro gran éxito que he tenido, y definitivamente el más importante, es mi
familia. Mi esposa y mis hijos son los pilares y el sentido de mis logros personales y
profesionales. Sin ellos todo lo que tengo no tendría sentido. Ellos son como las
vitaminas para mi vida personal y profesional, pues gracias a esta cálida experiencia
de vida familiar puedo generar una serie de ocurrencias, modismos,
caricaturizaciones, imitaciones e inspiraciones.
Este amor por mi familia lo traigo desde el hogar que me dieron mis padres.
Gracias a Dios nací bajo la concepción del amor. Yo siempre he visto a mamá y a
papa unidos. Ellos, a pesar de ser pobres, me dieron mucho, y todo lo que me dieron
lo hicieron con mucho amor. Por eso, estoy muy agradecido de ellos. Su testimonio
de amor es un gran ejemplo para mí. Ese ejemplo trato de transmitirlo a mis hijos.
Como yo amo mucho a mi familia, me da mucha pena ver a las parejas
cuando se divorcian. Lamentablemente, hoy en día, las personas, al tener tanta
libertad de hacer con sus cuerpos lo que les da la gana, no quieren asumir
compromisos. Por eso tenemos tantos hogares destruidos. Y los hogares se
destruyen por los problemas que van surgiendo, y uno de ellos, a veces es el
problema económico. Pero yo pienso que eso no debe ser así. En mi hogar también
hemos tenido problemas económicos. Por ejemplo, al inicio, solamente teníamos en
casa una cocina a gas, dos ollas pequeñas, una tetera, unos cuantos platos, una
cama y una cajita. Esta cajita, que era del televisor, nos servía de mesa. Tenemos
cerca de 18 años de casados y cada vez quiero más a mi esposa. Le estoy muy
agradecido porque siempre me ha apoyado en mis momentos de desaliento. Ella es
la mejor amiga y compañera que tengo en mi vida. Por lo que acabo de contar
pienso que las crisis económicas no deben ser motivo de las separaciones.
Pienso que a las parejas de hoy les hace falta más convicción y fuerza de
voluntad. Por eso, quienes desean unirse deben comprender que cuando uno se
casa adopta una vida de pareja, lo que implica una serie de compromisos. Pienso
que el matrimonio no solamente se reduce al rito, cuando uno está frente al altar,
sino que cuando uno acepta el compromiso lo hace porque uno quiere compartir su
vida con su pareja y tener hijos, fruto de ese amor. Y esos hijos para crecer en
armonía necesitan de la unión familiar.
Pienso que el secreto para el éxito familiar se basa en la convicción de que el
matrimonio es de una vez para siempre. Esta convicción nos lleva al compromiso y a
la lucha por mantener esa unidad. Ello también implica una serie de renuncias y
esas renuncias se hacen sólo por amor. El amor nos lleva a amar a nuestra pareja
tal como es, con sus virtudes y defectos. Por eso la entrega debe ser generosa e

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incondicional. Para perseverar en la vida de familia también se necesita mucha
comprensión. Tienes que comprender que eres un ser maravilloso y que la persona
que te acompaña también es tan maravillosa como tú.
Por otro lado, está el tema de la libertad, que implica responsabilidad, pero la
responsabilidad no es sinónimo de esclavitud. Cuando hay libertad no hay presión,
ni ataduras. Por ejemplo, yo me siento feliz porque mi esposa nunca me ha
absorbido, sino que me ha permitido realizar mi trabajo con plena libertad. Yo confío
en ella y ella confía en mí. Por eso yo creo que la confianza es básica para el éxito
familiar. Pero la confianza en libertad no significa desinterés. Por ejemplo, si ya es
muy noche y no llego a casa, ella me llama, pero eso no significa que desconfíe de
mí, sino que ese gesto implica preocupación e interés en mi persona.
Desde mi experiencia, a los matrimonios quiero darles un consejo que a mí
me ha ayudado: “Nunca pierdas la admiración hacia tu pareja, porque el admirarla
genera en ti un deseo de abrazarla, de quererla, de besarla. Eso nuca lo pierdas,
porque la piedra preciosa del amor con la que te casaste seguirá siendo preciosa si
tú la cuidas. Y siempre va a brillar. Si no la cuidas, perderá su brillo y se deteriorará,
o pueda que venga otro y se la lleve”.

“Los dones son de Dios”


Actualmente vivimos en un mundo donde hay mucha gente engreída e
ingrata, que piensa que sus dones y talentos solamente son fruto de su esfuerzo y
dedicación. Felizmente no todos piensan como estas personas, también hay otras
personas que creen y están firmemente convencidas que los dones y talentos son
regalo de Dios. Uno de los que tienen este pensamiento es Fernando Armas.
“Definitivamente, la fe cuenta mucho en mi vida. Yo soy consciente que lo que
tengo es un don y los dones son de Dios. Hoy hay mucha gente que dice que Dios
no existe, pero esas son sus ideas. Yo creo en Dios y yo siempre les digo a mis hijos
que Dios sí existe en nuestro corazón y qué bueno que esté ahí, porque Él es la vida
de tu vida y Él da sentido a tu existencia. En cambio, si tú no crees en él eres un ser
que vive por vivir.
Dios existe porque es Él quien nos da las emociones, como la emoción de la
alegría que siento en este momento al hablar de la fe y al tener la posibilidad de
decir: “Yo soy Hijo de Dios”. Esto me da dignidad, grandeza, genialidad. En este
momento también brota de mi corazón el sentimiento de gratitud. Por eso, quiero
decir: “Gracias, Padre, por darme el don de ser tu mensajero de la alegría y de la
paz; porque entiendo que esa es mi misión: llevar alegría y paz a la gente a través
de mi arte”.

“Perseveren, no decaigan”
En un mundo lleno de desesperanza y desaliento el testimonio de Fernando
Armas puede decir mucho a la gente; pero quiero dejar constancia que no solamente

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su testimonio es elocuente, también son alentadoras sus palabras, que las resume
en los siguientes consejos:
“Yo quiero decirles a todos que no decaigan, que crean mucho en sí mismos,
pues tienen un mundo maravilloso por descubrir, un mundo lleno de virtudes y de
potencialidades. Si alguna vez hicieron un proyecto y no dio resultados no se
desanimen, borren una y otra vez el proyecto y vuelvan a elaborarlo haciendo las
mejoras respectivas. Por eso les digo: “Perseveren, no decaigan. Si se sienten solos
busquen el apoyo necesario en sus padres, hermanos u otra persona de confianza,
que siempre habrá alguien que les pueda apoyar”.
También quiero decirles que crean en Dios, porque Él es la fuerza que mueve
el corazón y la mente e inspira a hacer las cosas que nacen del amor. Él es la fuerza
que necesitamos para no decaer.
De un modo especial quiero decirles a los jóvenes que se alejen de los vicios,
de las malas juntas, porque no conducen a nada. También les recomiendo que
practiquen mucho deporte.
Finalmente, a todos quiero decirle que se rían mucho, porque la risa es la
vitamina del alma. Para ello les invito a que lean, vean o escuchen muchos chistes”.

“LO ÚNICO QUE VALE ES LO QUE SE HACE CON AMOR”


(La experiencia de Jorge Vega)

El Éxito más grande


Dicen que “la gran tragedia de la humanidad es que mucha gente destruye su
salud para conseguir dinero y cuando lo tiene gasta todo su dinero para recuperar la
salud”. Siguiendo en esta línea, nuestro físico culturista peruano, de talla

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internacional, Javier Talavera decía que: “hay gente que logra montar grandes
empresas, las cuales las dirigen desde los hospitales”. Esto es una pena y una
tragedia.
Definitivamente necesitamos cambiar de mentalidad y tomar conciencia que el
verdadero éxito está emparentado con los temas de la paz y la armonía interior. Esta
lección la podemos aprender del testimonio de Jorge Vega, un gran representante
de la pintura norteña en Catacaos - Piura. Su pensamiento es el siguiente:
“Para mí el éxito es la estabilidad emocional que uno puede lograr con una
profunda experiencia espiritual. Yo creo que el éxito más grande es aprender a vivir
la vida en armonía interior y traslucir e irradiar esa armonía hacia los demás,
especialmente con nuestros seres queridos. Esa armonía se logra cuando uno
realiza su vocación”.

Logros más significativos.


Se cuenta que una madre de familia estaba haciendo un bordado, sentada en
un sillón. Su hijo pequeño vio el revés del bordado y le dijo: “Mamá, ¿qué es esa
cosa tan fea que estás haciendo?”. La mamá le mira a los ojos con amor y con una
sonrisa le dice: “No te preocupes, hijo mío. Ve a jugar afuera, luego te llamo”.
Después de un momento la señora terminó de hacer su trabajo. Entonces llamó a su
hijo y le mostró el bordado que había hecho. El niño se quedó maravillado al ver la
hermosa obra de arte que había hecho su madre y le dijo: “Mamá, ¿cómo lo hiciste?
Si hace un momento se veía horrible?”. La madre dio vuelta al bordado y le dijo:
“Hace un momento tú solamente veías esta parte, que es el revés del bordado, pero
yo veía lo que estaba haciendo. Así es la vida hijo mío; quiero que comprendas que
cuando crezcas vas a pasar por momentos muy difíciles que te van a parecer feos y
horribles. Cuando estés en esa situación piensa que tú estás viendo el revés del
bordado, pero recuerda que Dios está viendo el derecho y él está haciendo una obra
magistral con el bordado de tu existencia”.
La filosofía de esta mujer sencilla, la encontramos plasmada en la vida de
Jorge Vega. Él ha tenido una historia dolorosa, pero ese dolor, precisamente, es el
que le ha dado la sensibilidad necesaria para convertirse en un excelente artista.
Consideremos más detenidamente su historia:
“Yo he tenido una infancia muy difícil, porque no he tenido padre. Mi madre
fue padre y madre para mí. Digo esto porque mi progenitor fue un patrón que un día
vio a mi madre, y como ella era una campesina inocente, la provocó, la llevó y la
hizo suya. Fruto de aquel encuentro nací yo. Por eso, de niño, vivía con mi madre en
las haciendas, donde ella trabajaba. Después me fui a vivir con mi abuela.
Desde pequeño me dediqué a trabajar. Yo era un “manitas”, pues hacía de
todo, incluso he sido lustrabotas y canillita. Con el poco dinero que ganaba pude
realizar mis estudios. Pero el arte lo llevaba en la venas desde pequeño. Recuerdo
que en el colegio yo hacía dibujos, e incluso les hacía los trabajos a mis
compañeros, y ellos en recompensa me daba un pan o una lonchera.
También me encantaban las actuaciones y tengo un don especial para ello.
Por ejemplo, si en el teatro me dan un papel donde tengo que llorar, yo lloro; si me

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toca reír, río a carcajadas. Todo esto es posible porque yo vivo la obra. Eso no lo
pueden hacer todos. Es un don que Dios me ha dado.
Al terminar los estudios secundarios, pude estudiar para maestro de
educación física. Realmente ésta no era mi vocación. Ingresé a ejercer esta
profesión porque, como me gustaba el fútbol, pensé que ese era mi camino. Sin
embargo, estaba equivocado, pero di lo mejor de mí en esa actividad.
A la par que ejercía el magisterio, también hacía teatro y pintaba; pero no me
abocaba de lleno a estas actividades porque las clases eran absorbentes. Además,
como tenía que vivir, en mis tiempos libres hacía taxi. Así, el tiempo seguía
avanzando hasta que un día me puse a reflexionar: “Si sigo así no voy a llegar a
ninguna parte; no voy a poder ayudar a mis hijos”. Esta reflexión coincidió con el
consejo de un amigo que me dijo: “Para que ejerzas tu vocación de artista tienes que
estar libre de ataduras, porque los artistas necesitan libertad”. Así es que, llevado
por mi propia reflexión e impulsado por el consejo de este amigo, al cumplir mis 20
años de servició decidí dejar el magisterio para dedicarme de lleno a la pintura, que
era mi verdadera vocación.
No me arrepiento de haber tomado esa decisión porque ahora mi trabajo es
reconocido. Gracias a mi arte he podido viajar a diversas partes del país y al
extranjero, incluso he ido a los Estados Unidos, dado que en ese país también se
venden mis cuadros. Creo que la clave del éxito de mi arte es que yo pinto sin
ningún compromiso de una academia. Tengo mi propio estilo y a mi arte le pongo
sentimiento, porque eso es precisamente lo que hace el arte: el sentimiento. El buen
cantante, canta con sentimiento; el buen escritor escribe con sentimiento, porque el
sentimiento es la materia prima de la que está compuesto el arte verdadero.
Solamente lo que se hace con sentimiento llega al corazón de la gente.

Perdonar es de sabios.
Cuenta la historia que en cierta oportunidad había un hombre que guardaba
fuertes resentimientos contra muchas personas y pasaba su vida discutiendo con los
demás. Era tremendamente infeliz.
Cierta vez se encontró con un sacerdote muy sabio, que le pidió que fuera a
la montaña, y que cada vez que tropezara con una piedra, un tronco o cualquier otro
obstáculo, lo echara dentro de un saco que le dio.
Al atardecer, el hombre volvió triste porque no pudo avanzar, ya que es muy
normal tropezar en la montaña y era imposible terminar el viaje de esa forma. Al
llegar a la presencia del clérigo, comentó: "He regresado porque ya no puedo más.
Aunque al principio pude seguir llegó un momento en que ya era demasiado peso
que me producía mucha incomodidad".
El sacerdote le contestó: "Eso es lo que pasa con tu vida. Pues si cada vez
que tienes un problema o una diferencia con alguien echas esa carga sobre tu alma,
tu camino se hará cada vez más pesado y no podrás seguir. Ahora que ya sabes,
toma el saco y siempre llévalo contigo. Cada vez que tengas un problema con
alguien, echa esa situación en este saco. Visita la iglesia cada vez que puedas, pide
perdón por lo que has hecho y sigue adelante de la mano de Jesús".

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Desde entonces, aquel hombre asistió fielmente a la iglesia cada domingo y
cada vez que tenía un problema con un hermano, abría su saco y lo echaba en
él. Pero este saco, a diferencia del anterior, tenía un hueco en el fondo.
Aquel hombre encontró el camino para ser feliz, el cual consistía en: Dejar de
cargar con resentimientos, odios y dificultades, y acercarse a Jesús cada vez que
tenía la oportunidad.
Definitivamente, guardar rencor u odio es una pérdida de tiempo porque estos
sentimientos hacen pesado el corazón, nos quitan la paz y la creatividad. Por eso, si
queremos ser libres para soñar y crear, tenemos que liberarnos de estos
sentimientos. Jorge Vega, para poder perfeccionar su arte ha tenido que aprender a
perdonar:
“Para obtener lo que he logrado he tenido que perdonar; perdonar, sobre todo
a mi padre, por la forma como me engendró y la cobardía que tuvo al no asumir su
responsabilidad. Pero ahora ya no lo juzgo. Él habrá tenido sus razones. He logrado
comprender que nada se saca odiando. Los únicos que salimos perjudicamos somos
los que odiamos. Definitivamente odiar es una tontería y perdonar es de sabios.
Es cierto que lo que me sucedió de pequeño me ha afectado. A veces me
siento un poco perturbado y es ahí cuando subo al quinto piso de mi casa, donde
guardo todos mis recuerdos: mis fotos, juguetes de pequeño. Este lugar es como mi
espacio de salvación en mi vejez y en mis momentos de soledad. Al contemplar
estas cosas y reflexionar en mi vida me doy cuenta que en las cosas sencillas esta
la tranquilidad. Y cuando uno descubre esta verdad nace una luz desde dentro que
ilumina la vida, y las tinieblas del temor se disipan. Por esta razón considero que
uno de los logros más grandes que he tenido es mi tranquilidad.
Para perdonar a papá también he logrado comprender que si él no me
hubiese engendrado yo no hubiese estado en este mundo. Aunque no me dio cariño,
me dio la vida, que es el mayor bien.
Siguiendo en esta línea también soy consciente que si no hubiese tenido esta
historia, no hubiese sido artista, porque las experiencias que he tenido en mi vida me
han hecho ser sensible y fuerte, como ya dije hace un momento, la sensibilidad es la
materia prima del arte”.

Descubran su vocación y hagan lo que aman de verdad

Como suelo hacer con mis entrevistados, a Jorge también le pedí que emita
un mensaje para mis lectores. En respuesta a mi pedido dijo:
“Descubran su vocación y hagan lo que aman de verdad, porque lo único que
vale es lo que se hace con amor y eso es lo único que perdura. Para ello tienen que
ser perseverantes porque las cosas no se logran de la noche a la mañana; a veces
se necesita lucha, sacrificio, esfuerzo y dedicación. Pero si tenemos coraje y
luchamos con esfuerzo y decisión, de seguro que lograremos ver cristalizados

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nuestros sueños. También quiero decirles que sean firmes y no se dejen atormentar
por las circunstancias”.
Jorge Vega también es poeta. En varias oportunidades lo he visto recitar con
sentimiento. En una de esas ocasiones lo escuché recitar la siguiente poesía que va
a tono con el tema de este libro. El poema se titula: “Tu proyecto”:

Ese proyecto que has elaborado, con tanto esfuerzo y cariño,


no puede seguir guardado tanto tiempo.
Sácalo de tu escritorio y échalo a andar.
Ese es su destino.

Tu proyecto es como un ser vivo… Es como un hijo,


después de su ciclo de formación tiene derecho a nacer y crecer.
No puede ser solamente un sueño.
¡Preséntalo ahora!, no dejes que envejezca contigo.
No vivas ilusionado con tu proyecto diciendo: “Mañana lo haré”.
¡Conviértelo en realidad ahora!

Todo proyecto bien elaborado tiene derecho a ver la luz,


para eso fue concebido,
no para ser enrollado y llenarse de polvo en el archivo, en el olvido.

Presenta tu proyecto ¡ya! ¡Inténtalo, ahora!


Así se formó el mundo: intento tras intento.
No esperes mejor clima, siempre habrá viento en contra,
siempre habrán críticas, errores y tropiezos.

Miles de obras comenzaron con tímidos bosquejos,


que fueron creciendo y madurando poco a poco como el tuyo.
El triunfo no es fácil, pero tampoco es imposible.
Si tu proyecto es aprobado, tu sueño se habrá cumplido;
Si no, habrás aprendido lo suficiente para seguir adelante,
sobre todo para no rendirte, para seguir luchando.

Recuerda que el verdadero triunfo


es aquel que está hecho a base de tropiezos y fracasos.
Para todos hay un pedestal,
pero hay que esforzarse para llegar a él.

Por eso presenta tu proyecto con la fe de un ganador,


con la fe de un campeón,
pero sin perder la humildad del que recién empieza.
Pon a prueba tu talento, tu carácter.
La vida te tiene increíbles sorpresas.

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Atrévete; ya!, arriesga,
el que nada arriesga, nada sabe, nada tiene, nada es.

En el juego de la vida se gana y se pierde, juega pues.


Si tropiezas y caes, levántate,
nunca te des por vencido.
¡Prepárate y lucha!
Y cuando triunfes, iré a visitarte…para que me des una “chambita” (trabajo).

“ESTAMOS EN EL MERCADO PARA SERVIR”


(La experiencia de editorial Hilder)

La gracia en la desgracia
Por lo general, los seres humanos vivimos gobernados por nuestras ideas.
Esto quiere decir que nuestra forma de pensar determina nuestro sentir y nuestro
actuar. Por eso se puede decir que nuestros éxitos y fracasos, primero se incuban

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en la mente. Nuestra forma de pensar nos lleva a actuar o nos detiene. Por ejemplo,
hay gente que desea poner una empresa, pero no se determina porque piensa que
para ello necesita un gran capital. Sin embargo, eso no siempre es cierto, puesto
que hay empresas que se iniciaron sin ningún fondo.
Por consiguiente se puede decir que para iniciar una empresa no siempre se
necesita dinero. Lo que más se necesita, muchas veces, es tener visión; es decir la
capacidad de ver o descubrir las necesidades de la gente y responder
adecuadamente a ellas. Esas necesidades, muchas veces, se descubren en los
momentos de crisis. Por eso, no debemos lamentarnos de nuestras desgracias,
porque pueden resultar siendo nuestros momentos de gracia. Pero para ello es
fundamental tener bien abiertos los ojos de la mente y del corazón.
La idea que acabo de explicar no es una teoría. Es una realidad comprobada
en la experiencia de numerosas empresas. Una de ellas es Editorial Hilder, una casa
editora dedicada a la producción de materiales para niños de inicial. La historia de
esta empresa es muy aleccionadora, porque de ella podemos aprender muchas
enseñanzas que pueden ayudarnos en nuestra vida. Antes de profundizar en ella
quiero expresar mi eterna gratitud a Elizabeth Rosales, propietaria y Gerente de
Marketing, quien ha tenido la amabilidad de concederme un poco de su valioso
tiempo para contarme la historia de su empresa. Sus palabras son las siguientes:
“Nuestra empresa, que actualmente ya tiene 24 años, surgió en un
momento de aprietos económicos. Mi esposo, que es ingeniero industrial, no tenía
trabajo. En esas circunstancias, mi cuñada, hermana de mi esposo, era maestra de
inicial y trabajaba en un colegio estatal. Mi esposo, que es muy observador, se dio
cuenta que ella todos los días preparaba material para los niños. Cierto día le dijo:
“Si tú deseas yo preparo los cuadernillos para los chicos”. Ella aceptó. Entonces él
comenzó a elaborar los materiales bajo las indicaciones que ella le daba. Las demás
maestras, compañeras de mi cuñada, vieron estos cuadernillos y les agradó mucho.
Ellas le dijeron: “¡Qué bellos tus materiales! ¿Quién los hace?”. Ella les dijo que su
hermano. Ellas le dijeron: “Y tu hermano ¿no podrá también preparar para nosotras
más cuadernillos? Claro, que le pagamos”. Mi cuñada le comunicó a mi esposo y él
aceptó.
Así surgió la idea de elaborar cuadernos de trabajo para los niños, los cuales
eran elaborados de forma casera. Después mi esposo compró una máquina
pequeñita llamada dito, que imprimía con alcohol. Más tarde, gracias a un préstamo,
pudimos adquirir una máquina grande de tinta. A raíz de esta adquisición pudimos
imprimir 3 a 4 estilos de cuadernos. De este modo pudimos ofrecer nuestro producto
a otros colegios. Al inicio mi esposo hacía todo: él imprimía y él distribuía. Pero
después ya fue necesario tener más personal, al que yo también me incorporé.
Mi participación en la empresa también se inicia por problemas laborales. Yo
también soy maestra y estaba trabajando en un colegio, pero no obtenía el
nombramiento. Ante tal situación decidí dejar la carrera para ayudar a mi esposo.
Actualmente, gracias a Dios y a nuestro esfuerzo, nuestra empresa ha
crecido. Elaboramos todos los recursos didácticos para el nivel inicial y nuestras
ventas tienen una cobertura nacional”.

116
“Siempre haciendo cosas nuevas”
Dicen que muchas veces los éxitos pasados pueden ser obstáculos para
éxitos futuros. Esto es cierto porque a veces nos acostumbramos a una determinada
forma de actuar, que dio excelentes resultados en un determinado momento, pero
que deja de ser eficaz con el transcurso del tiempo, dado que los tiempos han
cambiado y, a veces las necesidades humanas son otras. Por eso, las empresas
exitosas son aquellas que tienen visión para ver los desafíos o retos que plantean
las nuevas circunstancias y responder adecuadamente haciendo innovaciones con
creatividad. Editorial Hilder es una empresa creativa e innovadora. Así lo dice
nuestra entrevistada:
“Una de las características que nos permite mantenernos firmes en el
mercado es la innovación: siempre estamos haciendo cosas nuevas con un equipo
de asesores. Por ejemplo, este año estamos lanzando cuadernos con las imágenes
de cada región para que los niños conozcan su departamento y se identifiquen con
él, valorando y admirando lo que tienen y así puedan sentirse orgullosos de su tierra.
Cada región tiene una riqueza increíble, como por ejemplo en cuentos y otros
recursos. Antes, nosotros esquematizábamos el tema de los cuentos, en vista que
todos los colegios nos lo pedían. Era lo típico. Pero ahora nosotros fomentamos a
que los niños, a través de su familia, hagan una recopilación de historias, leyendas y
cuentos de su comunidad y luego las dramaticen.
Uno de los principales retos que tenemos que afrontar como empresa es el
tema de la competencia con empresas que vienen del extranjero con productos muy
finos y ofrecen su material como el último grito de la moda. Hay colegios particulares
que los adquieren porque argumentan que son de marca. Por eso los costos son
altísimos. Algunos materiales, incluso, llegan a costar 300 soles. Sin embargo, ese
material es descontextualizado, dado que hablan al niño de ciudades y monedas
extranjeras. Es posible que esos métodos hayan funcionado en otros países, mas no
en el nuestro, puesto que la realidad de nuestro país simplemente es distinta. Es
cierto que vivimos en un mundo globalizado, pero también es cierto que cada país
tiene sus peculiaridades. Quizá este punto sea la debilidad de esas empresas. En
cambio, la fortaleza nuestra se encuentra en el hecho de que nuestro material habla
de la realidad de nuestros niños.

“Yo he tenido la oportunidad de viajar a Cuba. Todos sabemos que en ese


país la educación es de primera. Ahí los maestros enseñan todo de una forma muy
natural y aprovechan los recursos que tienen. Por ejemplo, usan la arena como un
recurso para estimular a los niños. En cambio acá, en nuestro país, hay mucho
prejuicio para usar nuestros propios recursos. Se prefiere el material importando,
creyendo que es el mejor. Sin embargo, eso no es cierto. Acá en nuestro país
tenemos una inmensa cantidad de recursos de los cuales podemos valernos para
nuestra labor pedagógica. Pero, a veces, los directores de los colegios prefieren lo
importado diciendo: “Yo quiero para mis alumnos una cosa de marca importada,
pues si es importada es mejor”. Esta forma de pensar y de actuar es un grave error”.

117
Filosofía de servicio
Definitivamente toda empresa exitosa tiene una filosofía de servicio. De lo
contrario es imposible que perdure en el mercado. Como dice el dicho: “quien no
vive para servir, no sirve para vivir”. Es cierto que este refrán se aplica a la vida
personal, pero también se puede aplicar a las empresas, pues cuando una de ellas
deja de servir, muere.
Emparentado con el tema del servicio se encuentra el valor de la honestidad,
pues la deshonestidad crea desconfianza y ésta es letal para las empresas. Por eso,
yo suelo decir que nuestro mejor capital es la confianza que nos brindan. Cuando
uno pierde la credibilidad, lo pierde todo. Por ejemplo, si un banco pierde la
confianza de sus clientes inevitablemente se va a la quiebra. Dicen que el Perú es
uno de los países donde más surgen empresas, pero lamentablemente también es
el país donde más mueren las empresas. Si este dato es cierto, puede ser que la
muerte de esas empresas se deba a la deshonestidad.
Por esta consideración es muy importante que las empresas tengan bien
clara su vocación de servicio con honestidad. Editorial Hilder es consciente de ello:
“Yo creo que la clave del éxito de nuestra empresa es la filosofía del servicio,
pues estamos en el mercado para servir. Precisamente, por eso nuestra Editorial se
llama “Hilder”. Éste es el nombre de un hermano de mi esposo. Él estaba estudiando
medicina, pero lamentablemente falleció en un accidente. Yo no lo conocí. Según la
versión de quienes lo conocieron era un hombre muy bueno y muy caritativo. Le
gustaba ayudar mucho y decía que cuando terminara sus estudios iba a tener un
consultorio sólo para recibir a los pobres. En honor a este cuñado mío mi esposo
decidió poner a la empresa su nombre. La razón, como ya podrás darte cuenta, de
un modo especial es el servicio a los jóvenes. Si bien nosotros producimos material
para los niños de inicial, también apoyamos mucho a la juventud.
Junto a la virtud del servicio también está el valor de la honestidad. Yo creo
que cualquier cosa que uno ofrezca debe hacerlo con honestidad. Por ejemplo, si tú
vendes algo debes ser honesto en lo que vendes. Esto implica ser fieles a nuestros
clientes. Si a ellos les damos una cosa de mala calidad, con engaños, de seguro que
los perderemos. Y si perdemos clientes, nuestra empresa se va de picada. Nosotros
no sólo brindamos servicios para hoy día, sino para mañana y pasado. Es decir que
todos los años vendemos nuestros productos. El mayor reto es que tú siempre
quedes bien. Para eso debes cumplir lo que prometes”.

Nuestra política: “Promover gente”.


El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en la introducción de su libro “Patas
arriba”, habla de la “La Escuela del mundo al revés”. Sus palabras textuales son:
"¡Vayan pasando señores!
¡Vayan pasando!
¡Entren a la escuela del mundo al revés!

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¡Vengan a ver el río que echa fuego!
¡El Señor Sol iluminando la noche!
¡La Señora Luna en pleno día!”.
Con estas metáforas el escritor habla de la inversión de los valores,
inversión que no es de ahora, sino desde tiempos inmemoriales. Recordemos que
en el tiempo de Jesús se daba más importancia a la ley que a la dignidad del
hombre. De igual modo hoy, muchas cosas se consideran más importantes que las
personas. Por ejemplo, en las empresas, impulsadas por la economía de mercado,
se piensa que más importante es la rentabilidad que los seres humanos. De este
modo, la economía, que es un medio, se convierte en un fin en sí mismo.
La economía es buena, pero es un medio para crecer tanto los empresarios
como los trabajadores. Así piensa David Fischman, en su libro “El secreto de las
siete semillas”: “La empresa es una oportunidad para desarrollarnos y crecer como
personas. El verdadero objetivo de la empresa es ofrecer un entorno que te permita,
tanto a ti como a tu personal, realizarse, crecer, aprender, desarrollarse. La
rentabilidad y el dinero son un medio y no un fin”. Editorial Hilder ha logrado asimilar
esta idea y la ha hecho vida. Veámoslo:
“Definitivamente, el otro motivo de nuestro éxito es el personal con el que
contamos. Aquí tenemos personas que trabajan con nosotros desde hace mucho
tiempo. Ellas se iniciaron desde abajo y juntos hemos ido creciendo. Por ejemplo,
tenemos el caso de la secretaria de ventas. Ella se inició en producción y ahora es
nuestra contadora. Claro que para ello ha tenido que prepararse y nosotros la hemos
alentado en esa tarea. También contamos con el caso de otro joven, que en el
transcurso del tiempo estudió administración; ahora es nuestro administrador.
Nuestro orgullo más grande es que en nuestros equipos tenemos muchas personas
que se iniciaron en nuestra empresa y con el transcurso de los años han ido
evolucionando con nosotros. Eso nos ha fortalecido y nos sigue fortaleciendo
porque, al crecer juntos, ellos han visto nuestro esfuerzo y nos apoyan en esta
lucha de seguir adelante”.
“Por eso puedo decir que nosotros no tenemos por política despedir gente,
sino promover gente. Por ejemplo, cuando se genera un nuevo puesto de trabajo, en
primer lugar, mi esposo no contrata personal de fuera; sino que busca a quien
promover entre nuestra gente. Por esta política, todos juntos, nosotros y nuestro
personal, vamos creciendo y nos vamos consolidando como familia. Lo que quiero
decir es que nosotros valoramos mucho a nuestros trabajadores, porque el
rendimiento no se logra tanto por la edad, sino por la sabiduría, que se alcanza con
el transcurrir de los años. Cuando contratamos a nuestro personal no tomamos en
cuenta lo físico, ni raza. Lo que cuenta para nosotros es la actitud de la persona: su
deseo de trabajar con ganas y de progresar”.

“El matrimonio es como una empresa”


Conducidos por esa idea equivocada de que en la vida el dinero es más que
los seres humanos, muchas veces, hay personas que se embarcan en una carrera

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desenfrenada por hacerse ricos a costa de todo: de su salud, e incluso de su familia.
Conozco gente que me ha dicho: “Antes, cuando no teníamos dinero, éramos mucho
más felices que ahora, cuando tenemos bienes materiales”. Por eso, es muy
importante buscar el crecimiento económico junto con el crecimiento familiar. Los
dueños de Editorial Hilder, Gracias a Dios, han logrado armonizar su vida familiar
con su vida empresarial:
“Yo diría que el matrimonio es como una empresa, porque es ahí donde los
cónyuges tienen que ser conscientes de que ambos son socios y que tienen que
aprender a luchar y a compartir juntos. Tienen que tener claro cuál es su misión y
visión para poder lograr sus metas. Tenemos que aprender a descubrir que la familia
es una realidad sagrada y hay que consagrarle tiempo y dedicación. Por ejemplo,
para nosotros el domingo es sagrado. En ese día nadie asume otros compromisos.
Es un espacio para ir a misa y orar juntos, para comer juntos, o salir a pasear juntos.
El domingo es un día familiar porque obviamente los otros días de la semana no se
puede hacer esto por motivos de trabajo o estudios”.
“Creo que una de las claves para el éxito familiar es la confianza. Tiene que
haber mucho diálogo y mucha tolerancia. Es importante reconocer que con los años
uno cambia. Más aún, si uno dirige una empresa, el estrés puede agotarnos. Pero
para ello es bueno tomar precauciones. Por ejemplo, con mi esposo hemos tomado
un acuerdo: cuando vamos a casa podemos conversar de temas de la empresa
hasta cierto paradero; pasado ese lugar nos olvidamos del trabajo y está prohibido
hablar del tema. A partir de ahí empezamos a hablar de nosotros, de nuestra familia
o simplemente escuchamos música. Por eso, creo que es fundamental aprender a
separar los asuntos familiares de los asuntos empresariales. Es importante poner
cada cosa en su lugar”.

“CULTIVAR LOS VALORES COMUNITARIOS”


(La experiencia de Fredy Ternero)

“Permitir que otras personas logren sus sueños”


Cuenta la fábula que en una oportunidad un ratón vagabundo llegó a una
casa y ahí, mirando por un agujero de la pared, vio a un hombre entregando un
paquete a una mujer. Rápidamente pensó: "¿Qué tipo de comida habrá allí?”. Su
imaginación le hizo pensar en delicioso queso.

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Cuando la señora se marchó dejando el paquete sobre la mesa. El ratón, con
la boca llena de agua, se acercó, sigiloso, a ver si de verdad eran ciertas sus
intuiciones. Al acercarse quedó aterrorizado, cuando descubrió que no era ningún
queso, sino una ratonera. Al hacer este descubrimiento, inmediatamente, fue al patio
de la casa a advertir a todos: "¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!”. La
gallina, que estaba buscando sus lombrices en la tierra, cacareó y le dijo:
"¡Discúlpeme señor ratón; entiendo que sea un gran problema para usted, pero a mi
no me perjudica en nada, ni me molesta!”. El ratón se entristeció ante tal respuesta.
El pericote siguió corriendo en busca de ayuda. Llegó hasta el cordero y le
dijo: "¡Hay una ratonera en la casa!". Éste le contestó: "¡Discúlpeme, señor ratón,
pero no veo nada que pueda hacer, yo como pasto. Quédese tranquilo, usted está
en mis oraciones!".
El ratón, decepcionado, se fue hasta donde estaban las vacas a contarles su
descubrimiento, y éstas le dijeron: “¿Qué nos dice, señor ratón, una ratonera?
¿Acaso por casualidad estamos en peligro nosotras? ¡Creemos que no!”.
Ante tales negativas el ratón, cabizbajo y abatido, volvió a la casa para
encarar solo el problema de la ratonera. Aquella misma noche se escucho un ruido
como el de una ratonera agarrando su víctima. La dueña de casa corrió a ver qué
había en la ratonera; pero, en la oscuridad, no vio que la trampa había agarrado la
cola de una víbora venenosa. La víbora la mordió. Su esposo la llevó corriendo al
hospital y de ahí regresó con mucha fiebre. Ante tal situación no había nada mejor
que un buen caldo de gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, amigos y
vecinos vinieron a verla y para alimentar a los visitantes hubo que matar el cordero.
Finalmente la mujer no resistió y acabo falleciendo. Muchas personas vinieron al
funeral. El pobre hombre, muy triste y agradecido por la solidaridad, resolvió matar a
las vacas para darles a todos de comer.
Esta fábula nos ayuda a entender que no podemos ser indiferentes a los
problemas de los demás, justificándonos que esas dificultades no nos atañen, dado
que, a la larga, pueden terminar acarreando nuestra desgracia. Por eso, tenemos
que aprender a ser solidarios, interesándonos en las necesidades ajenas. Fomentar
la cultura de la solidaridad es tan importante en nuestro medio donde se percibe
tanto individualismo y éste es la causa de muchos problemas sociales. Por ejemplo
los ricos y los empresarios pueden decir: “A nosotros el problema de la pobreza y el
desempleo en el país no nos interesa, porque no nos afecta”. Pero eso es absurdo,
pues si los ricos y los empresarios no asumen responsabilidades sociales se están
echando la soga al cuello, dado que si la pobreza aumenta, también aumenta la
delincuencia. Y si hay delincuencia, hay inseguridad y ellos también serán víctimas
de los delincuentes. No podemos vivir al margen de los problemas de los demás,
pues todos, de una u otra manera, vivimos intercomunicados los unos con los otros.
Todos nos necesitamos y todos debemos ayudarnos.
Por esta razón tenemos que aprender a ser solidarios e interesarnos por
solucionar los problemas de los demás. En esta tarea de aprender a cultivar los
valores comunitarios la experiencia de Freddy Ternero, ex jugador y entrenador
peruano y actual político, puede aportarnos interesantes lecciones:

121
“El éxito es una aspiración, un deseo que todos, de una u otra manera,
perseguimos; pero muchos lo confunden con bienes materiales, como por ejemplo
tener dinero, casas, autos. Sin embargo, yo creo que el éxito es hacer las cosas que
a uno le gustan; y hacerlas a plenitud, es decir con cariño, entrega y dedicación. El
éxito también tiene que ver con el desarrollo personal, pero buscando que ese
desarrollo no solamente me favorezca a mí, sino que beneficie a todo el entorno,
empezando por la familia, el barrio, la ciudad, el país.
Por eso discrepo con las personas que entienden el éxito únicamente como
alcanzar un elevado estatus social o económico de forma egoísta. Me parece que el
éxito también pasa por permitir que muchas otras personas logren algunos de sus
sueños y anhelos. Si analizamos bien nuestra vida, nos daremos cuenta que los que
hemos logrado algunas cosas importantes, no solamente ha sido por nuestro
esfuerzo y dedicación, sino que esos triunfos se debieron a muchos otros factores,
como por ejemplo la colaboración de otras personas. Así como alguien tal vez me
apoyó a mí, también hay otras personas que están esperando mi apoyo para salir
adelante. Por eso, creo que es muy importante aprender a cultivar los valores
comunitarios.
Esta es una lección fundamental que tenemos que aprender los peruanos, tan
acostumbrados a luchar por nuestros propios intereses, olvidándonos de los
intereses de la comunidad. Pero eso es letal, porque el asunto es una cuestión de
disyuntiva: o nos salvamos todos o perecemos todos. No es posible salvarse
individualmente. Somos un cuerpo comunitario, social y lo que afecte a uno afectará
a todos y lo que afecte a la comunidad afectará a cada uno. Esa es la lógica. Si
queremos salir adelante como país, tenemos que dejar el individualismo y apostar
por los valores comunitarios. La única manera de salir adelante es uniendo nuestros
intereses.
El tema del amor a los valores comunitarios lo he aprendido de mi familia. Yo
provengo de una familia pobre. Nací en San Martín de Porres, un distrito pobre de
Lima. Mi padre ha sido obrero y mi madre ama de casa. Ella tenía tiempo para todo:
para lavar, planchar, cocinar, atender a sus hijos y tenerlos limpios. En mi casa, cuyo
piso era de tierra, a las justas había una sola habitación, que estaba dividida con
plásticos. No había agua, ni desagüe; cocinábamos con kerosene. En ese hogar
nací y crecí.
A pesar de la pobreza en el hogar donde me crié, había mucho amor y mucha
unidad. Esta experiencia se encuentra condensada en el testimonio de mi hermano
mayor, a quien adoro. Él, actualmente, ya tiene 60 años y hemos vivido juntos acá
en San Martín. A los 16 años ingresó a la Policía Nacional y a los 20 años egresó
como oficial. Él, como todo joven, tenía sus sueños y anhelos, uno de ellos era ser
marino, pero pospuso sus sueños personales para ayudar a la familia que en esos
momentos estaba pasando por necesidades. Por eso se quedó a vivir con nosotros
hasta el día de hoy. Él es un gran ejemplo para mí.
Como te das cuenta, en mi familia hemos sido muy unidos. Mis padres ya han
fallecido, pero nosotros seguimos con las buenas enseñanzas que ellos nos dejaron.

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Por ejemplo, actualmente, tenemos una sobrina, la mayor, que se va a casar y todos
estamos viendo la manera cómo la vamos a ayudar.

“El fútbol promueve el trabajo en equipo”.


Decía el Papa Pablo VI que: “El deporte ayuda a desarrollar las virtudes
personales y comunitarias de lealtad, docilidad, espíritu de sacrificio, sobriedad,
templanza y dominio propio en su esfuerzo”. Esto es cierto y en esta idea coincide
Feddy:
“El principio de la comunidad o el tema de los valores comunitarios es
perfectamente aplicado al fútbol. En este deporte, para poder ganar necesitamos
trabajar en equipo. Esta idea la aprendí desde mis inicios en esta profesión. Por
eso, podemos decir que el deporte promueve muchos valores y uno de ellos es el
trabajo en equipo, tan necesario en nuestro medio y en estos tiempos donde el
individualismo reina por doquier. Esta es una de las razones por las cuales yo me
hice deportista. Aunque quizá al inicio no tenía clara esta idea, pero estoy seguro
que este punto es uno de los motivos que me sedujo para abrazar esta carrera.
Yo empecé mi carrera futbolística de la siguiente manera. Desde pequeño me
encantaba el fútbol. En mis tiempos libres practicaba con agrado este deporte. En
aquellos tiempos no teníamos televisión, como ahora en que todo el mundo lo tiene;
así es que no soñaba con ser una estrella de fútbol. La única imagen que yo tenía
era la de mi hermano mayor. Por eso yo quería ser policía, como él. Cuando tenía 16
años estaba decidido a abrazar esa carrera. Sin embargo, las cosas cambiaron
rotundamente a raíz de un campeonato de jóvenes, donde tuve la oportunidad de
jugar. Ahí vieron mi desenvolvimiento y me invitaron a jugar en la liga de menores.
Así tuve la oportunidad de ingresar a la U y eso para mí fue una experiencia
espectacular que cambió mi vida y mi inclinación vocacional.
Entonces les dije a mis padres que quería ser futbolista y ellos me apoyaron.
A la semana de tomar esta decisión ya estaba jugando en los campeonatos. Así
comenzó mi vocación por el deporte, vocación que la he seguido con gozo y alegría,
llegando a jugar en el fútbol profesional. En esos tiempos no ganaba tanto dinero
como ahora se gana; ni me compraba los carros que quería, porque antes no había
importación de carros y el dinero tampoco alcanzaba. Pero aunque esta profesión no
era muy rentable yo seguía en el futbol, porque esto era lo que me gustaba. Por eso
me dediqué a estudiar para técnico de futbol. Pero en este campo tampoco había
mucho trabajo.
En mi vida he pasado por aprietos económicos, como por ejemplo en el año
2002 tuve que dejar el país y emigrar a los Estados Unidos, donde tenía amigos.
Pero ahí todos tienen que trabajar para subsistir y yo no podía ser una excepción.
Trabajé en cosas que nunca había hecho, como, por ejemplo, limpiando casas o en
la construcción. Si bien ahí me dedicaba al trabajo, yo sabía qué es lo que quería: mi
deseo era crear un centro de fútbol para niños. Así es que trabajaba con los ojos
puestos en esa ilusión; y esa meta era la que me daba fuerzas para seguir adelante
y soportar las contrariedades de la vida, como es la soledad, pues al encontrarse
lejos uno extraña a su familia. Recuerdo que cuando llamaba a casa, mi hijo el más

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pequeño, decía: “Papá, ven”. Eso me hacía sufrir mucho, pero yo tenía que seguir
trabajando y en al trabajo me entregaba con todas mis fuerzas.
Con lo que ganaba en los Estados Unidos pude ahorrar un poco de dinero y
vine al Perú con la idea fija de poner mi Academia de Fútbol. Me instalé en Lima
norte y empecé a volantear. Yo mismo me encargaba de repartir los volantes de mi
centro y de pegar los afiches. Recuerdo que eso lo hacíamos en la noche,
descansando muy poco, para seguir con el trabajo del día siguiente. Muy pronto mi
academia se hizo conocida, pues los padres dejaban a sus niños. Esto permitió
tener dos turnos. Este auge se debía al hecho de que nosotros no solamente
dábamos una formación deportiva sino una formación humana.
Después me llamaron para ser entrenador de Cienciano de Cusco. Esto fue
en el 2003. Aquí trasmití mi filosofía de los valores comunitarios. Al principio los
jugadores no entendían esta idea, porque cada quien, anteponiéndose a los demás,
quería ser el primero del equipo, el goleador. Yo trataba de hacerles comprender que
si jugamos bajo ese concepto individualista, como equipo no llegaremos a nada.
Gracias a Dios entendieron el mensaje y empezamos a trabajar preparándonos bajo
la filosofía de ganar juntos. Cambiar esta mentalidad, como he dicho, al inicio no fue
fácil, pero para ello yo tenía que usar ciertas estrategias donde jugaba un papel
importante el valor del respeto: primero les hablaba como un hermano o como un
amigo, y si no entendían bajo esta modalidad les hablaba con la autoridad de ser su
entrenador. Al final, como ya dije, lograron entender y pudimos alcanzar el triunfo
que hemos tenido. Cienciano llegó a ser campeón de la Copa Sudamericana 2003 y
Recopa 2004.
Como puedes darte cuenta, alcanzar el éxito no es fácil. No se logra de un día
para otro. Todo es un proceso que implica esfuerzo, dedicación y sacrificio. Como ya
te dije hace un momento, yo he tenido una niñez muy pobre. Aún tengo fotos donde
me veo con mi ropita parchada, pero en ese hogar pobre he sentido mucho amor y
eso me ha hecho sentir feliz. Y este amor ha sido como el combustible que me ha
dado la fuerza para luchar. El otro motivo de mi lucha ha sido la imagen de mis
hermanos mayores, porque estoy seguro que ellos han sufrido más que yo. Su
ejemplo me ha servido para no amilanarme ante los problemas de la vida y para
mejorar. Por eso ahora les digo a los jóvenes que no es conveniente renegar de
dónde venimos, sino que debemos poner todo nuestro esfuerzo para cumplir esos
sueños que alberga nuestro corazón. Por nada del mundo tenemos que sentirnos
menos que nadie; pero, eso sí, en cada paso que demos tenemos que estar listos
para dar el siguiente.
En mi vida profesional, también he tenido carencias económicas, como ya las
mencioné hace un momento. De pronto te das cuenta que no tienes nada que dar a
tu familia y que te quedan deudas por pagar. Entonces viene la desesperación que
te puede llevar a la droga, al robo o al alcohol. Esas son las soluciones más fáciles a
los problemas. Pero debemos tener valentía y afrontar los problemas con decisión y
coraje, con la confianza de que sí podemos salir adelante.

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“Mi vocación de servicio me llevó a postular al Sillón Municipal”.
San Pablo dice que: "Toda la ley se cumple en una sola palabra: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." (Gálatas 5, 14). Freddy dice que el amor por los valores
comunitarios es el que le ha llevado a postular a la Alcaldía del distrito de San Martín
de Porres:
“La gente me conoce más por el tema del fútbol, porque este deporte aquí en
el país es la pasión de mucha gente y mueve masas. Pero, además del deporte,
tengo otros logros importantes, como por ejemplo el hecho de estar aquí en este
sillón municipal, liderando el desarrollo de este distrito de San Martín de Porres. No
solamente se trata del hecho de ser Alcalde, sino que esta función me permite
ayudar a mucha gente pobre: niños, jóvenes y adultos pobres, a las personas
discapacitadas.
Es hermoso inaugurar servicios donde no los hay o construir una losa
deportiva donde era pura tierra. Esas obras para mí son éxitos importantes. Todas
las cosas negativas que a uno le puedan suceder por estar al frente de esta
Municipalidad, por ejemplo los dolores de cabeza, las denuncias, no tienen punto de
comparación con la sonrisa de un niño, las lágrimas de un adulto o el abrazo de
alguien que siente que está siendo beneficiado por tu gestión. Eso es hermoso y
reconfortante. Estos pequeños gestos para mí son grandes éxitos, y me
proporcionan mucha felicidad. Mi vocación de servicio es la que me llevó a postular
al Sillón Municipal.
En el fútbol he tenido nuevas propuestas, como ejemplo, a comienzos del
2006 me llamaron de Ecuador para dirigir un equipo. Pero tuve que rechazar esa
propuesta, porque yo tenía un compromiso con la comunidad San Martin. Aquí hay
mucho por hacer, pero, como ya dije anteriormente, el éxito de una persona no
empieza por salvarse uno solo, sino haciendo algo en beneficio de los demás. Es
este ideal el que me movió para estar aquí. Cuando postulé a la alcaldía, muchos,
sobre todo mis amigos de fútbol, me decían que estoy loco al postular a una
Municipalidad tan complicada, donde había tantos problemas como deudas, juicios,
embargos. Lo que pasa es que esta Municipalidad ha tenido muy mala
administración en las últimas décadas. Yo pensé si la situación era tan caótica,
alguien tenía que dar el primer paso, alguien tenía que intentar ayudar a los demás,
porque si la Municipalidad anda mal la comunidad se perjudica. Y hay gente que
está sufriendo por estas razones. Eso es lo que me ha llevado a iniciar una vida
política: El anhelo de servir.
En esta filosofía del servicio toda mi familia está comprometida. Mi esposa es
presidenta del comité de damas; su labor no es conocida, porque ella hace un
trabajo silencioso en los lugares más recónditos, no sólo en este distrito, sino
también en otros lugares. De igual modo mis hijos están comprometidos en esta
labor de ayuda al prójimo. Creo que el tema social es una sensibilidad que todos lo
tenemos en familia y es esta sensibilidad la que me ha llevado a estar aquí, quitando
incluso tiempo que podría dedicar a la atención de mi familia; pero son estas cosas
las que me hacen feliz. De verdad, yo me siento una persona bendecida por Dios,
porque me ha dado esta posibilidad de poder ayudar a la gente. Muchos piensan

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que uno busca ser alcalde para hacerse de plata. Pero yo puedo decir que eso es el
asunto que menos me ha interesado en la vida”.

“Mi esposa es la columna fundamental de mi hogar”


Como reza el dicho: “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Yo
corregiría este refrán diciendo: “Al lado de un gran hombre, hay una gran mujer”.
Esto es lo que podemos decir de la esposa de Freddy Ternero:
“Con mi esposa hemos tenido muy buena relación que se ha visto alterada un
poco por el trabajo que realizo en la Municipalidad. Esta labor es absorbente y, de
una u otra manera, ha afectado nuestra relación como pareja, problema que
estamos tratando de enmendar. Y esto no solamente ha afectado la relación con mi
esposa, sino también con mis hijos. Por ejemplo, a mi hijo menor antes lo llevaba a
todos lados cuando estaba en el fútbol, pero eso no puedo hacerlo ahora.
A pesar de estas deficiencias debo reconocer que el logro de mi familia ha
estado basado en la entrega y generosidad de mi esposa. Yo, por mi trabajo, he
estado muchas veces fuera del país. Y es ella la que ha hecho las veces de padre y
madre para mis hijos. Por eso considero que mi esposa es la columna fundamental
de mi hogar. Ella es una mujer espectacular”.

“Dios provee cuando uno actúa”


Dicen que en una ocasión, un joven perdió su bicicleta preferida. Durante toda
la noche se pasó orando a Dios para encontrarla y así sucedió. Al día siguiente, ni
bien amaneció, recibió la llamada de un amigo, quien le dio la noticia de que él sabía
dónde estaba su bicicleta. Lleno de alegría fue a recogerla y de regreso a su casa, al
pasar frente a la Iglesia, tomó conciencia que la aparición de su bicicleta era la
respuesta de Dios a sus oraciones. Así es que dejó su bicicleta en la puerta de la
Iglesia y entró a dar gracias a Dios por el milagro realizado. Cuando salió ya no
estaba la bicicleta donde la había dejado, pues nuevamente la habían robado.
El joven lleno de rabia e indignación renegó contra Dios, diciéndole: “Eres
muy egoísta e injusto, pues me haces actuar como un payaso ridículo. Pierdo mi
bicicleta. Te pido que me la devuelvas y cumples mi pedido. Entro a la Iglesia para
darte gracias por el milagro obrado y al salir de ella nuevamente no encuentro mi
bicicleta. No puede ser. Eres injusto.”
Dicen que ante esta protesta Dios le respondió a este joven, diciendo:
“Querido hijo, ¿porqué te angustias? La primera vez te hice el milagro, pero no
pretendas hacerme responsable de todas tus irresponsabilidades. Debes
comprender que yo no soy guardián de bicicletas”.
En nuestro medio hay mucha gente que, como este joven, confían demasiado
en Dios y todo lo esperan de Él, sin hacer nada por ellos mismos. Esta forma de fe
es una equivocación, porque Dios quiere que confiemos en Él, pero que también
pongamos nuestro esfuerzo. Esta idea se encuentra condensada es ese famoso

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refrán que dice: “A Dios rezando y con el mazo dando”. Esta es la lección que
podemos aprender de la experiencia de fe de Freddy Ternero:
“Yo sí creo en Dios y creo mucho, pero no soy providencialista. Es decir que
no creo que Dios te va ayudar si tú no haces nada para ayudarte. Como dice el
dicho: “Ayúdate que te ayudaré”. Tenemos que confiar en Dios, pero esa confianza
tiene que llevarnos a actuar.
Por ejemplo, como ya dije anteriormente, en mi vida he pasado por momentos
muy difíciles, en los que no he tenido ni siquiera para comer y es por eso que tuve
que viajar a Estados Unidos y ahí he trabajado duro. En esas circunstancias me ha
ayudado mucho la fe en Dios. Yo siempre decía que Dios provee, pero jamás
proveerá si yo me quedo sentado. Creo en la providencia de Dios, pero no en el
providencialismo, es decir en creer que todo me va a caer del cielo. Yo creo que
Dios provee en la medida que yo vaya a tocar las puertas. A mi regreso de los
Estados Unidos, fundé mi Academia de Fútbol y acá me fue muy bien, porque me
entregué al 100%. Esta actitud de búsqueda me ha caracterizado siempre. Por
ejemplo, como Alcalde permanezco muy poco acá en la Municipalidad, porque a
menudo estoy tocando las puertas de los Ministerios para conseguir ayuda para la
comunidad. Entonces yo estoy convenido que Dios provee pero cuando uno actúa.
Mi relación con Dios es intensa. Lo veo a Él como una figura muy cercana,
con quien puedo conversar: a veces agradeciéndole y, otras pidiéndole, por mi
familia, por mis jugadores, por mi gente. Recuerdo que cuando estábamos jugando
la final de la copa Sudamericana en Arequipa había mucha ilusión. Yo siempre tengo
la costumbre de hacer rezar a mis jugadores antes del partido. En esa ocasión
hicimos una oración muy fervorosa. Le pedimos que nos ayude, que nos de
serenidad y confianza, que no nos abandone, pues él nos había puesto en ese sitial.
Por esta razón, puedo decir que con Él tengo una relación muy grande.
Cuando jugaba en el 92, escuchaba mucho del Señor de Huanca, una imagen
que está en un cerro en el Cusco. Ahí fui por primera vez cuando estaba debutando
como Director técnico de Cienciano. En esa oportunidad sentí algo que no había
sentido antes. Es difícil explicar esa experiencia, pero fue muy hermosa. A partir de
esa ocasión sentía que la relación que tenia con el Señor se hacía cada vez más
grande y más fuerte. Empecé a rezar y le pedí por los chicos y por el país. Después
llevé a mi esposa y ella también se sintió muy impresionada. Ahí le pedimos que nos
conceda el favor de tener un hijo hombre y efectivamente el Señor escuchó
nuestras súplicas, pues nos concedió un hijo varón. Antes que termine el año mi
esposa lo llevó y lo entregó en oración.
Ahora mi relación con Él sigue siendo intensa. A Él acudo para que me
conceda fuerza, sabiduría y tranquilidad, para poder servir con rectitud de corazón a
la comunidad.

“Nunca renuncien a sus sueños”


Si analizamos nuestra vida nos daremos cuenta que desde pequeños tuvimos
muchos sueños y muchas ilusiones. Algunos han visto cristalizados esos sueños,

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pero otros, lamentablemente, no. Si analizamos la vida de quienes lograron realizar
sus sueños nos daremos cuenta que esa gente practicó ciertas virtudes, como es la
lucha, el esfuerzo, el sacrificio, el optimismo. En cambio, quienes no pudieron
realizar sus sueños, por lo general, son gente pesimista y derrotada. Con el fin de
forjar gente optimista y triunfadora, Freddy Ternero nos deja el siguiente mensaje:
“Uno, desde pequeño, tiene sueños que pueden hacerse realidad si nosotros
trabajamos con ahínco y dedicación. Nada en este mundo nos puede vencer si
tenemos fe en lo divino. Por eso, quiero decirles a todas las personas, pero en
especial a los jóvenes, que nunca renuncien a sus sueños, porque estoy seguro que
esos sueños son los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón para que los
cultivemos, los hagamos crecer y les permitamos dar frutos, y así tengan la
posibilidad de multiplicarse y enriquecer a mucha gente”.

“SOY FELIZ CON LAS COSAS SENCILLAS”


(La experiencia de la Hna. Rosa Inés)

“Nunca me he arrepentido de haber tomado esta decisión”.


Al realizar esta investigación me he dado cuenta que las personas exitosas
son aquellas que han descubierto su vocación. Por lo tanto, podemos decir que esta
obra es un libro vocacional, pues en ella encontramos un conjunto de historias
vocacionales narradas por sus propios protagonistas, representantes en diversos
campos: artistas, animadores de televisión, profesionales, empresarios.

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Por tanto, si esta obra es un libro vocacional, no puedo dejar pasar por alto
dos tipos de vocaciones importantes, pero olvidadas: la vocación sacerdotal y la
vocación religiosa. La vocación sacerdotal está representada por la experiencia de
vida de Mons. Héctor Miguel Cabrejos, Presidente de la Conferencia Episcopal
Peruana. En esta oportunidad quiero abordar la vocación religiosa con el testimonio
de la Hna. Rosa Inés, dominica de la Presentación, conductora del sintonizado
programa “Tejiendo el manto de María”, en Radio María.
La Hermana Rosa Inés del Sagrado Corazón, cuyo nombre civil es María
Lucía Chica Trujillo, tiene una historia vocacional sencilla, pero interesante.
Precisamente en la simplicidad de su vida ha encontrado la felicidad. Acerquémonos
a esta historia con mayor detenimiento:
“Pienso que el llamado de Dios es de toda la eternidad. Nací en Abejorral,
Antioquia – Colombia. Soy la última de 9 hermanos: 4 varones y 5 mujeres. En el
colegio siempre nos hablaban de las misiones y en mi corazón juvenil despertó un
vivo deseo de ser misionera. Pero yo pensaba que para ello tenía que ir por lugares
lejanos e inhóspitos. Yo quería ser misionera en la Congregación de las Hermanas
Lauritas, a quienes elevé mi petición, pero Dios, que es dueño de la vocación, no me
quería como Laurita, sino como Dominica de la Presentación, familia religiosa a la
que actualmente pertenezco y a la que amo con todo mi corazón, porque aquí he
aprendido a ser feliz
Parece que todo lo mío fue muy prematuro: me bautizaron el día siguiente de
haber nacido. Mi mamá era una mujer muy creyente y no dejaba a ningún hijo en el
rincón o en la cunita si primero no era hijo de Dios. Así es que a mí, ni bien nací me
bautizaron. A los dos meses recibí el sacramento de la Confirmación, pues en
aquellos tiempos los señores obispos iban a las parroquias de tanto en tanto y
administraban este sacramento a quienes no lo había recibido. Cuando estaba
próxima a cumplir 7 años recibí la Primera Comunión. Aunque a esta edad era muy
pequeña, sin embargo yo era consciente de lo que hacía: estaba convencida que
Cristo de verdad se encontraba en la Eucaristía. Tuve una buena preparación
gracias a mi catequista y a un sacerdote, que era un enamorado de María
Santísima, en la advocación de “La Milagrosa”. Por eso hice la primera comunión el
día de su fiesta, el 27 de noviembre. Ingresé a la Congregación a los 16 años: los
17 años los cumplí siendo postulante.
Por lo que acabo de narrar puedo decir que en mí todo fue como muy
prematuro. Sin embargo, nunca me he arrepentido de haber tomado esta decisión.
Nunca he pensado, mejor hubiera hecho tal o cual cosa. Yo sé que el Señor me
llamó y que Él, a pesar de mis debilidades, me conserva su amor, su misericordia, y
su fidelidad. Actualmente voy a cumplir 74 de vida, y 55 años de haber hecho mis
primeros votos. Y, sin embargo, como dije hace un momento, no me he arrepentido
de haber tomado esta decisión. Siempre digo que si volviera a nacer escogería
como vocación este estilo de vida.
Cuando ingresé a la Congregación mi papá ya había fallecido y mi mamá, a
pesar de que era una mujer muy piadosa y muy buena, no quería que ingrese al
convento. Ella decía que yo era muy niña para tomar una decisión tan seria como
ésa. Pero yo, para lograr mi deseo, me valí de un argumento: Mi hermana se había
casado hacía un año, a los 17. Entonces yo le dije a mamá: “Si ella se ha casado a
esa edad ¿por qué yo no puedo ingresar a la vida religiosa teniendo la misma edad
que ella?”. Ante tal razonamiento mi madre no pudo contradecirme y me dejó seguir

129
mi camino. Por eso yo creo firmemente que debemos aprender a luchar por lo que
queremos.
La primera parte de mi vida consagrada la dediqué a la educación, pues he
sido maestra de primaria y secundaria, en Colombia. Con la mayor parte de mis
alumnas conservo una relación muy amistosa. Cuando voy a casa me reúno con
ellas y tenemos un día de campo, donde recordamos nuestras anécdotas del tiempo
de colegio. Ese día es muy lindo. Ellas me buscan y me llaman.
Después me trasladé a Yungas en el departamento de La Paz, en Bolivia,
donde trabajé en un instituto para la promoción de la mujer yungueña. Allí mi trabajo
era más campo. En una oportunidad me fui a una comunidad aymara (creo que ese
era su dialecto). Ahí me pidieron que les enseñara a leer y a escribir. Yo me pasé
toda la tarde enseñándoles las vocales con los dedos de la mano: a, e, i, o, u. Por
más que les enseñaba no aprendían. Al final me enteré que en este idioma
solamente cuentan con tres vocales. Entonces comprendí la razón por qué no me
entendían. Con esta experiencia también aprendí que es necesario conocer la
cultura de la gente a la que vamos a evangelizar. La verdad es que fue una
experiencia muy bonita. Aunque fue muy sacrificada, porque a veces uno caminaba
una hora y al llegar al lugar había cuatro o cinco personas. Pero eso no me
desalentaba, les daba la charla, conversaba un poco con ellos y luego regresaba a
casa.
Luego me trasladé a un colegio en el departamento de Santa Cruz, donde
estuve un año como Directora. Aquí también me fue muy bien. Pero estando en este
lugar me vino un problema en los ojos y entonces me fui a Colombia, donde me
operaron. Yo pensé que ya no podría seguir con mi trabajo pastoral, que tanto me
gustaba; pero gracias a Dios la operación salió bien y me recuperé. Al encontrar
mejoría me destinaron al Perú y acá trabajé 2 años (82-83) en Vitarte, colaborando
con la catequesis de de la Parroquia. Aquí tuve la suerte de conocer a los padres
Redentoristas Francisco Moreno, Pedro Pérez, Nicasio Lozano y al actual Mons.
Ignacio Alemany.
Al dejar ese trabajo me trasladé a Río Grande, en Palpa – Ica. Allí recién
estábamos iniciando una fundación. Empecé mi nuevo trabajo dando clases en
Palpa y Sali, pero luego dejé el trabajo del colegio y me dedique a salir al campo
para visitar a las comunidades campesinas. Eso me gustaba mucho, a pesar de lo
difícil que era. Aquí también caminaba dos horas y me encontraba con cuatro o
cinco personas, les daba la charla y luego volvía a casa, feliz de haber hecho algo
por esa pobre gente. El viaje lo hacía caminando porque no había carros como
ahora. En ese lugar estuve 1 año. Después de esta experiencia nuevamente regresé
acá, a Lima, a Collique, donde estuve 3 años.
Allí me enfrasqué en una tarea que, pensándolo ahora, creo que solamente
un loco lo podía intentar: empecé la construcción de una capilla con solo 100
dólares. Realmente no sabía cómo iba a terminar, pero confiaba en la misericordia y
en la providencia divina. En la obra trabajábamos solamente los fines de semana,
porque la hacían los mismos habitantes del lugar. A pesar de que no teníamos dinero
nunca se paró la obra. Siempre había algo que hacer y al final la terminamos. Y, lo
que es la vida: cuando se terminó la obra me operan por segunda vez de los ojos.
Para la inauguración y bendición de la capilla, yo estaba presente, pero no la pude
ver. En el evento participó Monseñor Alfredo Noriega, que ya ha fallecido. El me
alentó, cuando yo estaba muy preocupada por el tema de las sectas que pululaban
en ese lugar, él me dijo: “No te preocupes, cuando la capilla esté terminan, te
aseguro que va a quedar chiquita”. De hecho es lo que ha sucedido. Después de

130
varios años, verdaderamente la capilla ha quedada demasiado pequeña. Estuve
hace poco por allá, y me decía una señora: “Hemos tenido 90 niños de Primera
Comunión, y la capilla estaba repleta. Ahí no cabía un alma más”.
Después que me operaron por segunda vez de los ojos ya yo no podía seguir
mi trabajo como quería. Entonces le dije a mi Provincial que la gente tenía derecho a
una persona que los pudiera acompañar más de cerca, pues a mí, por el problema
de mis ojos, se me dificultaba mucho. Mi Provincial accedió a mi petición y a mí me
envió a Cochabamba – Bolivia. Allí no sabía exactamente qué es lo que iba a hacer,
veía muy poquito, pero cuando uno quiere hacer algo no hay obstáculos que resistan
a la fuerza de la voluntad: a mí me bastó ese poquito de visión. Por esos días
tuvimos la suerte de tener la visita de la Virgen de Urpiña al templo, y con ese motivo
hubo un día dedicado a los enfermos. Ahí tuve la oportunidad de tratar con casi
todos los enfermitos; hablé y les pregunté si querían que les lleve la comunión.
Todos me dijeron que sí, que estaban esperando con muchas ansias. Conseguí una
persona que me acompañara y me dediqué a llevarles la comunión a cada uno. Esta
experiencia me llenó de mucha alegría, pues, a pesar de mi deficiencia, podía llevar
paz y esperanza a los enfermos de ese lugar.
Después surgió otra labor. Se presentaron muchas personas que querían
contraer matrimonio y que no estaban ni bautizadas. Entonces había la necesidad
de bautizarlas. El párroco me pidió que hiciera el trabajo de prepararlas y yo acepté
gustosa, porque era un trabajo que podía hacer en casa. Entonces me dediqué a
preparar adultos para los sacramentos de iniciación cristiana. Algunas parejas me
preguntaron: “¿Por qué no nos prepara usted también para el matrimonio?”. Yo les
dije que eso no dependía de mí. Entonces hablaron con el párroco y él aceptó tal
petición. Al hacer este trabajo se establecieron unos vínculos tan lindos con las
parejas. Cuando iban a tener su bebé me avisaban y yo las visitaba. La verdad es
que fue una experiencia muy hermosa. Después se me abrió otro campo pastoral:
tuve la oportunidad de acompañar a dos grupos de oración y a un grupo juvenil.
En Bolivia también tenía un programa diario sobre la palabra en Radio San
Rafael, que es la radio de la Arquidiócesis. Luego, cuando empezó Radio María me
invitaron para hacer el programa “Tejiendo el Manto de María” y otros programas de
reflexión para los enfermos. Esta experiencia de radio me sirvió mucho, de tal
manera que cuando regresé a Perú, también me invitaron de Radio María para
hacer el programa “Tejiendo el Manto de María”. Y eso es a lo que me dedico ahora,
pero además hago otras cosas, como por ejemplo doy consejería, visito a los
enfermos.
Por lo general tengo mi día muy apretadito porque mucha gente viene para
que les hable. Soy consciente que no les puedo dar solución a sus problemas, pero
el hecho de escucharles ya es una ayuda para ellos. Acá vienen señores y señoras,
con sus problemas, también vienen parejas, con sus hijos. Con ellos hablamos un
poco, con algunas preguntitas les llevo a que descubran por donde pueden empezar
a solucionar sus problemas. También hago el apostolado del teléfono. A veces me
llama gente que no lo conozco de Cajamarca, Chiclayo, Piura, Talara, Trujillo. De
todas estas partes recibo llamadas para consultarme algunas cositas de su vida. En
estas consultas me doy cuenta que la gente tiene hambre de Dios y es por eso que
está en actitud de búsqueda.
En el trabajo que vengo realizando con las familias he logrado que en varias
matrimonios entre el Señor. Y eso es hermoso, porque cuando tienen a Cristo en su
corazón las cosas cambian. Por eso siempre les digo que hagan de su hogar un
lugar digno para Dios.

131
Por ejemplo, una señora vino a buscarme y me dijo que hacía dos meses que
su esposo se había marchado de su casa con otra mujer. Yo le pregunté si donde
está su esposo hay teléfono y si ella lo sabía. Me dijo que sí. Le dije que me lo diera
y ella accedió. Entonces yo cogí el teléfono de mi casa y ella me dijo “Madrecita
¿qué va hacer?”. Yo le dije: “Llamar a tu marido”. Ella no lo podía creer. Además
añadí: “Lo voy a llamar porque yo no tengo nada que perder”. Entonces le llamé y le
dije: “Mire, Señor, yo soy la Hermana fulana de tal y le voy hablar en el nombre de
Dios. Usted tiene una esposa y ha recibido la bendición de Dios en el altar, y ahora
¿qué está haciendo con su vida, con su matrimonio? Si sigue así, se ha puesto a
pensar a ¿dónde va a llegar? ¿Qué va a ser de sus hijos?”. El Señor se quedó mudo
y como no decía nada le pregunté: “¿Me está escuchando?”. Él me respondió: “Si,
Madre. La estoy escuchando”. En esa oportunidad, con mucho respeto, pero mucha
firmeza, traté de decirle lo que el Señor me inspiró. Gracias a esa conversación el
señor determinó regresar a su casa y ahora vive con su familia. La señora se ha
convertido en una mujer de oración y es con esta arma con la que va ganando todas
las batallas.
También tengo otra experiencia. Se trata de un hombre alcohólico y por el
vicio se perdía de su casa. Le dije a la esposa que cuando esté su esposo en casa,
me llame. Un día suena el teléfono a las 8:30 de la mañana. La llamada era de esta
señora. Entonces salí con dirección a su casa. Cuando llegué toqué el timbre y ella
me abrió la puerta, me hizo pasar y el señor estaba echado en el mueble de su sala.
Aproveché la ocasión para decirle unas cuantas verdades y el señor se puso a llorar
como un niño. Ahí le dije las palabras que el Señor puso en mi boca. Después de
escucharme pidió perdón a su esposa y a sus hijos, y les dio un abrazo. El señor
aún no está del todo sano, porque es enfermo, pero realmente ha mejorado
bastante”.
Otra cosa que me conforta mucho es visitar a los ancianos. A ellos les hago
un chistecito, les canto alguna canción y eso les hace sentir un poco mejor. Por
ejemplo, he visitado a una señora en sus 100 años y nos hemos puesto a cantar las
dos: “La tarde era triste”. Vieras ¡cómo cantaba la abuelita! Hace poco también
empecé a visitar a una señora de 93 años y la última vez que fui me sacaron una
libreta escrita por ella misma con cantos. Las dos nos hemos puesto a cantar y ella
estaba feliz. Con estas experiencias me he dado cuenta que eso les anima y les da
ganas de vivir. También visito enfermos y en algunos casos he llegado cuando
estaban a punto de expirar. Esto también me da mucha alegría porque siento al
Señor en esos hermanos que sufren”.

Las cosas sencillas me dan felicidad.


Cuenta la historia que había un rey que estaba afectado por una grave
enfermedad. Entonces reunió a los mejores médicos de todo el reino para que le
recetaran los remedios que conocían, pero ninguna receta lograba aliviar el dolor del
monarca. Tan desesperado estaba el hombre que prometió dar la mitad de lo que
poseía a quien fuera capaz de curarlo. El anuncio se propagó rápidamente, pues las
pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y
curanderos de todas partes del mundo para intentar devolver la salud al rey. Sin
embargo, fue un trovador quien dijo: “Yo sé cuál es la medicina que puede curar la
enfermedad de mi Señor”. “¿Cuál es la medicina?”, preguntó el rey. El hombre
respondió: “Usted debe ponerse la camisa del hombre feliz”.

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Partieron emisarios del soberano hacia todos los confines de la tierra. Pero
encontrar a un hombre feliz no fue tarea fácil: al que tenía salud le falta el dinero;
quien tenía riquezas, carecía de amor. Y quien tenía amor de su esposa se quejaba
de los hijos… Mientras iban de camino en busca del hombre feliz, los soldados del
monarca pasaron junto a una pequeña choza en la que descansaba un hombre
sentado junto a la lumbre de la chimenea, y que cantaba:

“¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado,


una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares
¿qué más podría pedir?”.

Este hombre era verdaderamente feliz. Al enterarse en palacio de que por fin
habían encontrado al hombre que buscaban, se extendió la alegría y el hijo mayor
del rey ordenó: “Traigan inmediatamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrézcanle a
cambio lo que pida!”.
En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar
la inminente recuperación del monarca. Enorme era la impaciencia de la gente por
ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante; mas cuando
por fin llegaron, traían las manos vacías. El príncipe preguntó: “¿Dónde está la
camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!”.
“Señor, -contestaron apenados los mensajeros- el hombre feliz no tiene
camisa”.
Muchos piensan que la felicidad está en tener dinero, posesiones, fama,
poder. Sin embargo, no es cierto. Muchas veces, quienes tienen estas cosas, son
inmensamente infelices. La felicidad es una actitud interna que brota del corazón y la
persona que la posee se regocija con las cosas simples. La Hna. Rosa Inés es como
el campesino de la historia que ha aprendido a ser feliz con las cosas sencillas:
“Como puedes darte cuenta, por todo lo que te he contado de mi historia, mi
vida ha sido extremadamente sencilla, no ha habido cosas extraordinarias. Como te
dije he trabajado de maestra, con los campesinos, en la catequesis, luego incursioné
en la radio. Pero, precisamente, estas cosas sencillas son las que me dan felicidad.
Toda esta experiencia de vida apostólica vivida desde la oración para mí es una
enorme fuente de alegría. A veces llego a la capilla y al no haber nadie le grito al
Señor: “Señor, ¡qué bueno! Estamos tú y yo”.
Bueno, pero toda mi vida no ha sido felicidad. Como todo ser humano hay
problemas, dificultades: no soy de madera. Por ejemplo, una de las cosas que me
hacen sufrir son los cambios, pues duele dejar a las personas con quienes trabajas y
luego te encariñas. Es ahí donde uno se pregunta ¿será que esto es apego? Pero yo
creo que no, pues uno tiene que amar a la gente con quien trabaja, porque si se la
ama el mensaje no llega. En estos días he escuchado en radio María al padre
Francisco Domingo que habla de Miguel de Rua, el primer colaborador de San Juan
Bosco que decía que solo el amor podía hacer que el mensaje llegara. Yo estoy
totalmente de acuerdo con esto, pues si uno no ama a las personas el mensaje que
uno quiere trasmitir no llega. El mensaje, en resumidas cuentas, es el amor, la
misericordia, la fidelidad, el perdón de Dios”.

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“La vida religiosa siempre tendrá sentido”
Muchos piensan que la vida religiosa es un estilo de vida anticuado y que con
el transcurrir del tiempo se extinguirá. Sin embargo, la hermana Rosa Inés, nos da
un mensaje de esperanza en este sentido:
“Yo pienso que la vida religiosa siempre tendrá sentido, porque los religiosos
estamos viviendo por anticipado la vida del cielo. Esta vida tiene sentido en cuanto
sea de verdad una búsqueda sincera de Dios y de entrega a los demás. De lo
contrario esta vida será inútil y absurda. Si hay amor a Dios y a los hermanos,
entonces esta vida tiene sentido y estoy segura que nunca se acabará. Podrán
acabarse algunas formas de estructuras y, de hecho, eso ya lo estamos viendo,
pero la vida religiosa, como tal, yo creo que nunca se acabará porque es un carisma
de Dios a la Iglesia.
En cuanto se refiera a la perseverancia en la vida religiosa yo creo que la
clave es la relación con el Señor, mediante la oración y con todo lo que hacemos.
Es importante estar convencidos que es Dios quien nos ha llamado y si él es el
dueño de la vocación, él nos concederá la gracia de la perseverancia. Es bueno
tener presente que, aunque yo sea infiel y, a veces, cometa errores, Él nunca fallará
porque Él es fiel. La otra clave es el amor a la Santísima Virgen María”.

“Amen a Jesús y la Virgen”


Finalmente la Hna. Rosa Inés, con esa sencillez que la caracteriza, ha querido
dejarnos el siguiente mensaje:
“A los jóvenes quiero decirles que vivan su juventud en plenitud, pero con un
sentido cristiano. Para ello deben aprender a cuidarse. De lo contrario la vida se les
va. Los que no saben cuidarse, ya sabemos cómo terminan. Les recomiendo que
busquen al Señor y se acerquen a Él como al amigo que nunca falla. Si hacen eso Él
les dará la eterna y verdadera juventud, la juventud del espíritu. También les exhorto
a que se acojan a la protección de la Santísima Virgen. Si hacen eso, ella nunca les
fallará. Yo estoy segura que si un joven de verdad ama a la virgen y la invoca ella
nunca lo abandonará.
A las familias quiero decirles que saquen un espacio de su tiempo para que
oren en familia, dado que la oración es la fuente de toda bendición y la fortaleza para
afrontar con valentía y coraje las adversidades. Es importante que dialoguen de lo
que piensan y sienten, y que busquen superar juntos los problemas que se les
presenten, que compartan juntos las alegrías y tristezas, los gozos y las derrotas. En
el acompañamiento que voy teniendo me voy dando cuenta que los problemas por
los que atraviesan las familias, muchísimas veces son por falta de comunicación.
Aquí, por ejemplo, muchas veces vienen a la consulta el esposo o la esposa, pero
nunca los dos juntos. Y así, con uno solo no se puede trabajar. Cuando esto sucede
yo busco al otro cónyuge. Es importante que los hijos vean que sus padres se
comprenden, que se aman, que están juntos y que saben ponerse de acuerdo. Eso
es importante, porque no hay nada más triste y más nefasto en la educación que
cuando el papá dice una cosa y la mamá dice otra.
Por eso les recomiendo a las familias que busquen en la Sagrada Familia el
modelo de la familia. Cuando empiezo a acompañar a las parejas, lo primero que les
digo, después de que hablamos, es que estén junto a Dios, que busquen acercarse
a Él, porque cuando están lejos de Dios, las cosas no funcionan. Definitivamente
creo que los sacramentos son muy importantes en la vida, mucho más para la vida
de familia.

134
En definitiva, a todos quiero decirles que amen mucho a Jesús y la Virgen”.

PARA MÍ EL TRIUNFO ES CRISTO


(La experiencia de la Dra. María Angélica Echevarría)

“Vivir día a día con el Señor”


“Para mí el triunfo es Cristo”. En esta simple y lacónica frase, la Dra. María
Angélica resume toda su experiencia de éxito. La frase parece demasiado sencilla;
sin embargo, eso no es cierto, dado que ella refleja una realidad profunda que se
basa en la experiencia de nuestra protagonista. La Dra. María Angélica, desde los 10
años de edad, tiene un problema de discapacidad física y para trasladarse lo hace
en silla de ruedas. A pesar de esta limitación ella es una mujer muy dulce, serena y

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alegre. En su vida ha tenido grandes logros, como por ejemplo ha realizado la
carrera de sicología, ha trabajado en el Banco Agrario, actualmente labora en la
clínica Stella Maris y, además, tiene su consultorio donde practica la sicoterapia. En
cuanto a su vida personal ha logrado conformar una familia, pues tiene su esposo y
posee una hermosa casa en Pueblo Libre – Lima. Definitivamente, a pesar de su
discapacidad, para alcanzar estos logros ha tenido que contar con el poder de una
fuerza superior. La Dra. María Angélica es consciente de esta realidad:
“Para mí el éxito es vivir día a día con el Señor. Cada dolor, cada prueba,
cada sufrimiento, someterlo al Señor en oración. Pero para estar en oración debo
estar preparada, como por ejemplo, comulgando, confesándome, leyendo la Palabra
de Dios. En otras palabras, para mí el éxito es vivir siempre en gracia de Dios.
Cuando uno vive la fe con intensidad, la experiencia de sufrimiento y dolor se
convierte en paz, alegría y felicidad. Lo que sucede es que cuando confío en Dios, Él
me da todo lo que mi corazón anhela, tal como dice el salmo 37:
“Confía en el Señor y haz el bien.
Habita en esta tierra y mantente fiel;
que el Señor sea tu deleite,
y Él te dará lo que tu corazón desea.
Encomienda al Señor tu camino,
confía en Él, que Él actuará”.

Ese es el éxito para mí: someterse a la voluntad de Dios todos los días. Esto
no es una mera teoría, es mi experiencia, dado que yo, a pesar de mi discapacidad,
a lo largo de mi vida he logrado tantas metas que a veces me parecían
inalcanzables.
Uno de esos logros es el hecho de haber ingresado a la universidad.
Recuerdo que cuando esto sucedió, mi padre, muy contento, gritaba desde el primer
piso para que yo lo oyera en el segundo: “¡¡¡Licaa… has ingresado, hija, has
ingresado!!!”. Mi padre me quería mucho. Él siempre me llevaba al colegio. Por eso,
cuando ingresé a la universidad se entusiasmó tanto. Y lo curioso es que ingresé a
la universidad sin dar examen porque tenía los primeros puestos. Solamente me
hicieron el examen psicológico.
Otro de los grandes logros que he tenido fue cuando me casé con un hombre
profundamente espiritual. Esa es la característica que a mí me llamó la atención,
porque su cercanía y su amor me llenó de la gracia de Dios. Entonces yo dije: “Este
es el hombre de mi vida”. Aún tenía mis temores, pero confiaba en la gracia y el
poder de Dios, porque hace muchos años le había pedido que si estaba dentro de
sus planes el matrimonio me dé una Señal. El Señor me respondió por medio de la
Biblia con el caso de Tobías. Entonces, cuando llegó a mi vida este hombre y él me
pidió casarme, yo acepté la propuesta. Mi esposo tiene también su discapacidad,
desde los cinco años tiene poliomielitis. Por eso creo que nos entendemos mejor. Él
está en mejores condiciones que yo, por eso me ayuda mucho. Tenemos nuestro
carro que él maneja y me lleva a todas partes. Actualmente hace la labor que antes

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hacía mi papá. Ahora está jubilado. Antes trabajaba como radio operador en el diario
“El Peruano”.
En aquel momento cuando nos prometimos casarnos hicimos una oración y
juntos le pedimos un regalo de matrimonio y el regalo fue que en ese mismo año,
antes del matrimonio, entré a trabajar en el Banco Agrario como psicóloga
profesional, con un buen sueldo. Esto fue algo maravilloso. En esta institución
ingresé a trabajar en el área de relaciones industriales como una simple profesional.
Al poco tiempo llegó otra psicóloga quien, por recomendación del Gerente General,
asumió la jefatura del área. Como no me gusta hablar de la gente, sólo quiero decir
que su trato con el personal no me gustaba. Lo único que hice fue pedirle al Señor
en oración que me ayude a perdonar y sanar mis heridas y que se haga su voluntad.
Tomé el valor y fui a hablar con el Gerente de Administración, a quien le dije que no
podía trabajar con esa señora y le pedí que me trasladara al trabajo de servicio
social, para seguir trabajando como profesional, porque la psicología industrial no
era mi campo. Gracias a Dios el Gerente accedió a mi petición. Esto también fue un
milagro porque logré una serie de beneficios que no estaban contemplados en mi
intención. Por ejemplo, me ascendieron con un sueldo mayor. Mi ascenso fue ser
profesional 2, o sea subí de categoría. Es evidente que acá estaba la mano de Dios,
porque yo no buscaba ser jefa, ni tener más títulos; mi intención solamente era servir
ayudando a la gente.
Otro de mis grandes logros fue formarme como psicoterapeuta. Por mi
discapacidad, para mí fue un gran sacrificio, pues la formación duró un año. En
aquel entonces yo trabajaba en la clínica Stella Maris. Ahí me ofrecieron la
oportunidad de hacer el curso en una institución religiosa. Yo acepté el reto. A pesar
del sacrificio fue una experiencia hermosa y enriquecedora. Este curso también fue
una gracia de Dios, porque yo le había dicho al Señor en oración: “Señor si tú
quieres que yo vaya me regalarás una beca completa”. El milagro sucedió porque la
clínica donde yo trabajaba me dio media beca y la otra mitad me la dio la institución
donde yo me formé. En ese curso tuve la posibilidad de hacer mis propias terapias y
eso me ayudó mucho a nivel personal y profesional, porque todo buen psicólogo
debe pasar por la psicoterapia. Entonces ahí me formé, no sólo en mi experiencia
personal, sino para el servicio de los demás como psicóloga.
En realidad he tenido tantos logros, como por ejemplo el hecho de poder
ayudar y cuidar a mi padre en su ancianidad, porque él me ha dejado en herencia
muchas virtudes y también algunos defectos, pero, sobre todo virtudes. Po eso le
doy gracias a Dios, pues en la Biblia dice: “Honra a tu padre y a tu madre y tus
pecados serán perdonados”. Este mandamiento ordena bien claro cuidar de nuestro
padre y de nuestra madre. Mi padre ya está muy anciano; yo, por mi discapacidad,
no puedo cuidarlo con mis fuerzas, pero sí puedo acompañarlo con mi cariño y
cuidar de su salud con mis recursos. Eso es muy hermoso. Siento que Dios me ama
mucho.

“El Señor me fue preparando el camino”.

137
Todos los logros de María Angélica, si hubiesen sido alcanzados por una
persona normal, quizá no tuviesen mucha trascendencia. Lo llamativo es que han
sido conseguidos por una mujer que, como dije anteriormente, sufre una
discapacidad física desde los diez años. Conozcamos más de cerca esta
experiencia de dolor, donde María Angélica decididamente ve la mano de Dios, pues
gracias a ese sufrimiento pudo descubrir su vocación.
“Mi adolescencia fue muy triste. La parálisis que me dio fue total. Tuvieron que
hacerme una traqueotomía y mi recuperación fue muy lenta. Tuve que andar en silla
de ruedas y caminar con muletas. Mi soledad era enorme, pues no tenía amigas a
causa de los traumas y heridas. Mi primaria prácticamente la terminé en casa. Mi
papá me llevaba a la escuela solamente para dar exámenes.
La experiencia más hermosa que tuve en este tiempo fue mi relación con el
Señor. El sufrimiento y la soledad me permitieron profundizar en mi intimidad con
Dios. En realidad esta experiencia es lo único que me salvó. Eso me lo dijo una
psicóloga: “Tú te hubieses desquiciado si no hubieses conversado con el señor”. Mi
conversación con Él era intensa y profunda. Por eso digo que el mejor psicólogo es
Jesús, porque yo no hacía más que conversar y desahogarme con Él. A veces,
incluso, me peleaba, pero luego me reconciliaba y le entregaba mi vida y mi destino.
Esos años fueron los más duros para mí, pero al mismo tiempo fueron los más
fecundos espiritualmente.
Ahora que soy adulta y contemplo mi vida con los ojos de la fe, veo
claramente que el Señor me fue preparando el camino para ejercer la psicoterapia.
Esta vocación la descubrí en el contacto que tuve con una psicóloga que conversaba
conmigo y a mí me gustaba conversar con ella, porque me daba ánimo y me decía
que, a pesar de mis limitaciones, yo podía lograr grandes cosas y cumplir con ciertas
metas. Al ver la labor tan hermosa de esta profesional dije: “Yo también puedo ser
sicóloga, pues para ello solamente se necesita ser inteligente; lo demás es fácil
porque el trabajo se hace sentada”.
Mis estudios secundarios los inicié a los 21, años terminé a los 26 años.
Luego ingresé a la universidad, a la carrera de sicología, porque mi decisión ya
estaba hecha desde hacía bastante tiempo. En el fondo me gustaba servir
escuchando, pues tengo el espíritu de servicio. De este modo descubrí mi vocación
y llegué a ser sicóloga.

La espiritualidad, clave de mi éxito


Después de haber conocido la experiencia de dolor y de triunfos de esta
mujer, definitivamente cabe concluir que ahí está claramente la mano de Dios. Ella
misma es consciente de ello:
“Por todo lo que te he contado, estoy firmemente convencida que la única
clave de mi éxito es la espiritualidad, que implica la fe en el Señor. Realmente sin Él,
como dije, yo me hubiese desquiciado. Pero gracias a mi relación con Él he podido
alcanzar tantos logros, a pesar de mi discapacidad.

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La fe se cultiva con la oración constante, con la frecuencia asidua a los
sacramentos, de un modo especial con la Confesión y la Eucaristía. Este
sacramento es fundamental, porque al comulgar mi vida se llena de Cristo. De este
modo siento la fuerza del Señor dentro de mí. Y es ahí cuando le digo: “Eres tú,
Señor, quien me da la fuerza que necesito”.
Fundamentada en mi experiencia yo uno mucho la espiritualidad con la
sicología. Por eso a mis pacientes les aplico la sicología espiritual, para ello le invito
a que crean en el Señor. Por supuesto que respeto a los que no creen. A ellos les
hablo del poder de la mente y de la psicología científica. Pero siempre les invito a
creer en la fuerza superior.
Las ciencias de la conducta nos han ayudado a descubrir que existen cinco
emociones básicas: el amor, la alegría, la tristeza, la cólera y el miedo. Estas son las
emociones con las que funcionamos a diario. Algunas veces estamos tristes y otras,
sentimos cólera o miedo. De estas cinco emociones dos son positivas, el amor y la
alegría. En estas emociones se entrelaza la sicología y la espiritualidad porque el
amor, como dice san Juan, viene de Dios. De igual modo la alegría, pues Jesús dijo:
“He venido para que tenga alegría y su alegría llegue a su plenitud”.
De hecho las enseñanzas bíblicas tienen que ver mucho con la psicología.
Por ejemplo, la Biblia dice no juzgues (critiques) y no serás juzgado. En la psicología
también decimos que la crítica es negativa. Por eso, a las personas, en vez de
criticarse y criticar a los demás, las animamos para que comprendan.
Todas las maravillas que uno puede lograr vienen de Dios. Por supuesto, que
existe el control mental y yo lo promuevo, porque el pensamiento positivo es un gran
instrumento. Recordemos que conforme son nuestros pensamientos, son nuestros
hechos. Por eso debemos poner mucha atención a lo que pensamos. Ese es el
poder mental; pero si unimos el poder de nuestra mente con el poder de Dios
podemos hacer maravillas”.

Cultiven el amor
Una mujer que vive a diario la experiencia del amor, no podía dar otro consejo
que vivir esa experiencia. Por eso nos dice:
“Cultivar el amor, cuanto sea posible. Ya sea desde el punto de vista humano
o del punto de vista espiritual. Descubran esa capacidad de amar que tenemos las
personas. Todos podemos amar, lo que pasa es que algunos lo han perdido por las
grabaciones negativas, o por los traumas que han tenido en su vida. Eso les lleva a
tener un carácter irritable que daña la autoestima y las relaciones interpersonales. Si
esto les ha sucedido a ustedes, les doy la buena noticia de que pueden mejorar.
Para ello deben buscar ayuda en los retiros espirituales, cursos, lecturas de libros
inspiradores, etc. A veces es fundamental aceptar lo que no se puede cambiar. Por
ejemplo, si yo no puedo cambiar mi discapacidad, decididamente tengo que
aceptarme tal como soy y punto”.

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MI TRIUNFO ES UN MILAGRO
(La experiencia de Oscar Rodríguez)

En más de una oportunidad he dicho, y mis entrevistados también lo han


expresado, que el éxito no siempre está relacionado con el nivel económico, la
posición social o la fama. Hay personas que logran tener mucho dinero, fama y
poder, pero no logran ser felices. El éxito tiene que ver con la consecución de
nuestras metas y la capacidad de disfrutar esas metas realizadas; pero también con
la sabiduría y la fortaleza para afrontar con coraje y decisión las frustraciones y
fracasos, sacando lo mejor de esas experiencias. Por lo tanto, el éxito también está
vinculado con el tema de la paz y la armonía interior. Por esta razón podemos decir

140
que además de esas formas de éxito expresadas también hay otro tipo de éxito: se
trata del éxito espiritual.
Aquí comparto con ustedes, amables lectores, la experiencia de un hombre
que tuvo un éxito especial, un éxito que de verdad es sorprendente y definitivamente
milagroso: se trata del triunfó sobre el vicio del alcohol. ¿Quién podría dudar que
éste es un éxito magistral? Sólo quienes tienen este problema o los familiares de las
personas alcohólicas saben lo terrible y tortuoso que es el infierno del alcoholismo.
Sin embargo, hay personas que, con la gracia de Dios, logran vencer a ese cruel
enemigo del alcohol y son capaces de levantarse triunfantes y caminar con dignidad.
El hombre de quien les estoy hablando es una persona extremadamente
sencilla, pero muy profunda, dado que el sufrimiento, como él mismo dice, “le ha
ensanchado el corazón”. Se trata de Oscar Rodríguez, periodista de profesión y,
además, escritor. Actualmente tiene 12 libros publicados. Pero más allá de estos
logros, como dije más arriba, lo que más llama la atención de este hombre es haber
vencido a las garras del alcohol. Cuando uno lo dice así, fríamente, tal vez no llame
la atención. Sin embargo, el problema de Oscar era un caso extremadamente serio,
dado que arrastraba el alcoholismo desde la niñez, cuando tenía 8 a 9 años. Por eso
él tiene mucha razón cuando dice: “Mi triunfo es un milagro”. Otro de los atractivos
de Oscar es que es el único de los primeros integrantes de Alcohólicos Anónimos
que aún vive. Por eso, me siento en verdad muy honrado de haber podido conversar
con él. Pero ya es hora de conocer de un modo más directo su aleccionadora
experiencia de vida.

Sólo el poder de Dios.


“Yo no necesito de Dios para ser feliz, para sentirme realizado, para salir
adelante, -me decía cierto día un joven intelectual-. Mire, Padre: si yo quiero sacar
buenas notas en la universidad tengo que estudiar; si yo estoy enfermo y quiero
recuperarme, tengo que ir al médico y cumplir su prescripción; si yo quiero tener
dinero, tengo que trabajar. Así es que realmente no necesito de Dios”. “Ah, ¿sí? –le
contesté- ¿Qué hubiese pasado si hubieses tenido el síndrome de Down o fueses un
retardado mental? ¿Sacarías las notas que tienes en la universidad? En realidad, la
habilidad intelectual que tienes es un don, y si es don es regalo, no te lo has dado tú
mismo. Te has descubierto así y, por supuesto, es un mérito el hecho de que cultives
ese don”. El joven se quedó pensando y me dijo: “¿Verdad? Padre, no me había
dado cuenta de eso”.
Quienes piensan como este joven son gente engreída, gente autosuficiente
que piensan que ellos lo pueden todo. Sin embargo, eso no es cierto. Los seres
humanos tenemos límites y tenemos que aprender a aceptarlos. Los hombres no
podemos hacer todo por nuestra cuenta. Necesitamos de la gracia de Dios. En
realidad no podemos hacer nada sin Él; seamos conscientes o no, Él siempre actúa
con nosotros.
La fuerza del poder divino sólo puede ser proclamada, de un modo elocuente,
por el testimonio de quienes han tenido la experiencia de saberse rescatados por
Dios. Por ejemplo, un enfermo desahuciado que encontró la sanación; un adicto a la

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droga, al alcohol, a la pornografía, o los juegos, etc., cuyo caso ya estaba perdido y
de pronto un día empezó a creer en la fuerza superior y esa fuerza lo rescató del
abismo donde se encontraba. Ante tales experiencias ¿Qué pueden decir los ateos o
agnósticos? Definitivamente, pienso que no pueden decir nada, porque es una
experiencia tan íntima, tan personal, pero tan elocuente que expresa el poder de esa
fuerza sobrenatural. Eso es lo que sucedió con nuestro amigo Oscar Rodríguez.
Veámoslo:
“Yo me metí en el alcohol porque en mi casa teníamos un negocio de servicio
para fiestas, donde vendíamos licor. Entonces el alcohol estaba a mi alcance.
Cuando yo tenía entre 8 y 9 años me iba a los salones de recepción a controlar a
los mozos. Ahí veía que ellos, antes de la ceremonia, se tomaban 2 ó 3 copas. Al
finalizar los eventos también hacían lo mismo. Al ver eso me entró la curiosidad de
probar el alcohol, hasta que un día lo probé y así empezó la adicción que fue mi
tormento por muchos años. A esto se añadía mi problema de personalidad porque yo
provengo de un hogar disfuncional, dado que mis padres estaban separados.
De este modo, por curiosidad, empecé a tomar; curiosidad que me llevó al
infierno de la adicción. Cuando yo ya estaba en el colegio era un adicto a ultranza.
Antes de ir a las clases, en el desayuno, me tomaba una botella de vino. En mi
maletín llevaba mis dos botellas de coñac, que las tomaba, en las horas de recreo,
en el baño.
Recuerdo que cuando estaba en tercero de media, un día fui al baño a beber
el licor que había llevado y ahí me quedé dormido. En esa oportunidad se armó un
alboroto, porque pensaban que me había dado un infarto. No sabían que estaba
borracho, porque había tomado cecen, que eran unas pastillas para evitar el tufo.
Luego se dieron cuenta que no era desmayo, sino que estaba mareado.
El padre Prudencio Rosado, que era el director del colegio donde yo
estudiaba, conversó con mi padre y me llevaron a la clínica para recuperarme. Ahí
estuve 6 meses. En ese entonces yo tenía 11 ó 12 años. Estaba en el tercer piso y
no había forma de escapar. El doctor había recomendado que no me visite ningún
familiar. En ese lugar todos los pacientes sufrían enfermedades siquiátricas. De
verdad fue una experiencia impresionante para mí. Ese fue mi primer internamiento,
de 17 que he tenido en mi vida. Esa época fue mi calvario, porque sufrí mucho sin
poder dejar el vicio, porque en la adicción hay dos cosas: la obsesión de la mente y
la compulsión física. El cuerpo y la mente piden alcohol.
La última vez que estuve internado fue en el Hospital Baldizán. Ahí había una
unidad para alcohólicos. Gracias a Dios los días jueves llegaban dos miembros de
Alcohólicos Anónimos a dar charlas. Yo ya tenía 23 años, más o menos. Estos
señores empezaron a explicar muchas cosas que yo desconocía sobre el alcohol,
como, por ejemplo, cuál es la razón por la que bebe uno. Me gustaron las charlas.
Entonces, Jorge P. y Alicia M, me dijeron que una vez que salga del hospital me vaya
a Alcohólicos Anónimos, donde había un grupo de gente rehabilitada.
Efectivamente, así fue. Ni bien salí del hospital me fui a ese grupo que estaba
en Miraflores. Me gustaron mucho las reuniones y me uní a ellos. Eran más o menos
12 miembros. Yo era el más joven de todos ellos. De inmediato no tomé el programa.

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Estuve calentando casi 2 años. Pero desde que lo tomé, me comprometí a fondo con
él y desde esa oportunidad hasta ahora, que son más o menos 43 años, ya no bebo
una gota de alcohol. Gracias a este programa, como un milagro misterioso se me
quitó la obsesión y la compulsión. Así quedé libre del vicio.
Por esta razón digo que mi triunfo sobre el alcohol es un milagro. En realidad,
yo, por mis propias fuerzas, no podía vencer el vicio, pero gracias a Dios, por su
amor y su misericordia, he sido librado. Por esta razón estoy convencido que
solamente una fuerza espiritual, una fuerza superior, puede liberar al hombre del
alcohol. Para ser sinceros, en este campo la medicina ha fracasado. Eso nos quiere
decir que con este problema la medicina tiene muchos límites. El médico te dice:
“Ten fuerza, ten confianza en ti mismo y deja el alcohol”. En cambio la religión dice:
“Apóyate en el poder de Dios, que es una fuerza superior, para que Él te saque del
problema”. Esa fuerza espiritual es la única fuerza capaz de sacarnos del abismo de
cualquier adicción: ya sea del alcohol o de las drogas”.

Yo agradezco a Dios por el sufrimiento


Una persona redimida, no se lamenta de su dolor, del sufrimiento, ni de sus
errores y pecados, porque sabe que esas experiencias, en cuanto son redimidas, se
convierten en riqueza y sabiduría. Esta idea se ha hecho realidad en la experiencia
de Oscar, de tal modo que es capaz de dar gracias a Dios por su sufrimiento:
“Yo pienso que el sufrimiento es parte de la vida. A todos los seres humanos,
de una u otra manera, en algún momento de nuestra vida nos ha tocado sufrir. Por
eso, tenemos que aprender a asumir nuestro sufrimiento, sin intentar eludirlo.
Además, éste también tiene sus ventajas porque, nos hace pensar, y reflexionar. Si
sufres quiere decir que hay algo que tienes que cambiar: una idea, una actitud. Es
decir que necesitas mejorar en tu vida algo que está mal y que te hace sufrir.
Es cierto que hay algunas personas a quienes el sufrimiento les ha derrotado
y les ha hundido, pero hay otros a quienes les ha servido como una oportunidad
para crecer y madurar, sobre todo en el campo espiritual y emocional, pero también
en el plano material. Yo agradezco a Dios por el sufrimiento que he tenido, dado que
me ha hecho crecer y madurar. Desde esta experiencia personal de sufrimiento
puedo comprender a las personas que sufren y así tengo la posibilidad de ayudarles,
dado que también he pasado por circunstancias similares.
Cuando escucho a alguien que me cuenta su historia o sus problemas, esa
persona se da cuenta que está hablando con un hermano espiritual. Es ahí donde
esta persona logra mayor confianza y abre con prontitud su corazón. Lo que pasa
es que se ha establecido un puente de confianza porque hablan el mismo idioma: el
idioma del corazón. Después de escuchar al hermano le dices: “Mira, a mí también
me pasó lo mismo, pero hice tal o cual cosa y así logré superar mi problema”.
Cuando los dos hablan un mismo lenguaje surge como una misteriosa magia que
ayuda a solucionar los problemas. En cambio, si a un alcohólico le habla otro que
no ha tenido la experiencia del alcoholismo será muy difícil que lo entienda. Le podrá
entender racionalmente, pero no lo entenderá con el corazón y la conciencia. Y lo

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que no se entiende con el corazón no se cura. Solo se sana lo que se entiende con
el corazón”.

Todo sirve para el bien de los que aman a Dios


La idea expresada anteriormente es profundamente bíblica. San Pablo dice:
“Todo sirve para el bien de los que aman a Dios” (Rom. 8,28). Este versículo se ha
hecho realidad en Oscar de un modo muy patente, porque su sufrimiento le ayudó a
crecer, a madurar y a tener empatía. Pero, hay algo más interesante en este caso:
su experiencia de alcoholismo ha enriquecido su literatura:
“Otra de las ventajas que me ha dado el sufrimiento es que ha enriquecido mi
literatura. Gracias a mi experiencia de sufrimiento he podido escribir un libro que se
titula: “En las garras del vicio”, donde hablo de la experiencia del alcoholismo. Éste
es un libro que está ayudando a mucha gente a entender su problema y a salir de él.
Además, el sufrimiento ha aumentado mi amor, ha ensanchado mi corazón, y
cuando uno hace las cosas por amor, el éxito fluye en la vida. Las cosas y las ideas
vienen solas. Esto te lo digo desde mi propia experiencia. Te cuento una anécdota:
¿Sabes cómo empecé a publicar libros? En realidad fue un milagro de Dios.
Yo he trabajado en el diario El Comercio en el año 68. Hace tiempo que no iba a esta
casa editora. De repente un día digo: “Voy un rato al Comercio”. Me fui y le dije a mi
amigo que me preste la edición del día. Mi amigo me lo dio y empecé a echarle una
ojeada; mi mirada se posó en un anuncio que decía: “Se necesita una persona para
que escriba libros”. Ni bien vi el anuncio, inmediatamente me fui a buscar la
dirección consignada. Caminé 6 cuadras y llegué al lugar indicado. Ingresé al local y
pregunté por la propuesta del anuncio. La secretaria me dijo: “Lo siento, señor, pero
ya se cerraron las vacantes. Pero si desea hable usted con el Gerente”. “Bueno,
pues, -le dije. Si usted me lo permite”. La señorita le dijo a su jefe que quería
hablarle y él me atendió gustosamente. Le dije al señor que mi visita se debía al
tema del anuncio en el diario. Él me preguntó dónde trabajaba. Yo le dije que escribo
para el Diario El Peruano. Él me dijo: “Bueno, pues, si quiere escribir, tenga la
bondad de escribir, cuanto antes, un libro y me lo trae para mirarlo”. “Bueno, -le dije-
cuente conmigo”. Así empecé a publicar libros. Hasta el momento ya tengo doce
publicaciones.
Todo esto sucedió como un milagro, es un regalo caído del cielo. Ese anuncio
era la voz de Dios que me invitaba a escribir libros para ayudar a la gente”.

Mentalidad positiva.
Su experiencia de Dios ha hecho de Oscar un ser más optimista y positivo.
Por eso se atreve a decir:
“Estoy convencido que a todas las personas de fe y que tengan una vida
correcta y buena las cosas siempre les van a ir bien. Aunque en algún momento,
aparentemente les vaya mal, Dios está con ellos y Él los sacará de todo enredo en

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el que se encuentren. Para llegar a esta conclusión debemos tener una mentalidad
positiva.
La persona que tiene una mentalidad positiva, cuando tiene una idea correcta
y buena, o por lo menos eso es lo que quiere, la vida le va presentando las
oportunidades, como en bandeja. De este modo irá cosechando en su vida, éxito
tras éxito, logro, tras logro, y sus errores y fracasos serán trampolines para llegar al
éxito. Todo esto porque Dios está en su camino, Dios está en su vida. En cambio
cuando uno tiene una mentalidad negativa todo le sale mal, y como está en el lado
negativo, atrae las fuerzas negativas. En realidad el pensamiento es como un imán:
si tienes pensamiento positivo atraerás cosas, personas y experiencias positivas;
pero si tienes pensamiento negativo atraerás cosas, personas y experiencias
negativas. Por eso es importante aprender a forjarse una mentalidad positiva,
aunque eso no siempre es fácil, a veces se necesita lucha y coraje.
Esta lucha entre el pensamiento positivo y el negativo todo el mundo lo tiene,
incluso yo mismo tengo que estar alerta para que el pensamiento negativo no se
meta en mi cabeza. La lucha, como dije hace un momento, no es fácil, pero ahí está
el reto. Por ejemplo, hay un momento en que me viene la ira y deseo destrozarlo
todo, pero en ese momento reflexiono y digo: “¿Qué gano con tener cólera. Así no
soluciono las cosas”. Entonces busco relajarme y la marea pasa”.

Crean en Dios y sigan luchando


Oscar, desde su experiencia de redención e impulsado por su mentalidad
positiva, ha querido dejarnos el siguiente mensaje:
“Crean en Dios. Si uno cree en Él todo se puede lograr. Si uno tiene fe en
Dios no tiene por qué darse por vencido. Tiene muchas razones para seguir
luchando hasta el final. Y cuando llegue el momento de abandonar este mundo,
procuren morir con dignidad. Desde ya aceptemos que la muerte es una condición
de la vida. Las cosas son así y no hay por qué darle más vueltas. No se desanimen,
no se desalienten, porque eso es lo que me pasó en mi juventud: yo me desalentaba
mucho y muy pronto perdía las ganas, la esperanza y la fe. No quería seguir
luchando. Luchemos en la vida con optimismo, caminemos por el sendero de la
existencia con dignidad, y si seguimos así llegaremos al final de nuestra vida terrenal
con gozo y paz en el corazón.
Pienso que otra cosa fundamental es aprender a mantenerse alegres. Una de
las cosas que me faltó en la vida ha sido reírme más. Un escritor dice que la
sociedad está enferma de seriedad. Por esta razón hay que estar alegres, hay que
reírse más y quejarse menos.
A quienes tengan el problema del alcohol les diría: “No se desesperen. Su
problema no es insoluble. Confíen en Dios que para Él no hay causas perdidas. No
hay alcohólico que no pueda recuperarse, en realidad todos pueden salir victoriosos
de su problema. Pero para ello necesitan creer, creer, y creer. Muchas veces
algunos médicos se han atrevido a desahuciar a la gente, pero ¿quién puede
atreverse a eso? Sólo Dios es dueño de la vida y de la existencia. Po eso, si algún

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médico o terapeuta te dice: “Tu problema no tiene cura”, no le creas. Confía en Dios.
Tu vida está en sus manos, puedes recaer una y otra vez, pero no te desesperes.
Ten mucho amor y mucha misericordia contigo. No te desanimes, confía en Dios que
algún día llegará tu liberación. No pierdas las esperanzas: el milagro sucederá. De
igual modo también le diría a la familia: no se desesperen. Confíen en Dios. Es
posible la sanación, es posible la recuperación”.

“NUESTRA EMPRESA ES UN REGALO DE DIOS”


(LA EXPERIENCIA TOPOEQUIPO MEDINA)

He querido terminar este libro con esta historia. Y he decidido que sea así, no
porque sea menos importante, sino porque ella tiene una vital importancia en esta
obra. Es como un modo de cerrar con broche de oro. Esta historia tiene una vital
importancia porque gracias a ella decidí escribir este libro. Para una mayor
comprensión de esta idea permítanme darle mayores detalles:
En el año 2008 mis superiores me destinaron para hacer estudios de
especialización en Roma. Con este motivo, en mi agenda programé un viaje al

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Cusco, dado que anteriormente había hechos muchos viajes a varios países de
Latinoamérica y esos viajes la gente siempre me preguntaban: “¿Cómo es
Machupichu? ¿Seguro que debe ser colosal?”. Yo les respondía con cierta
vergüenza, que aún no conocía. Al presentarse la oportunidad de ir a Europa pensé:
“Voy a ir a Europa y no conozco el signo emblemático de mi país, así es que antes
de hacer el viaje iré a conocer Machupichu”. Por este motivo programé hacer tal
viaje en el mes de agosto del 2009. El viaje de estudios, por ciertas circunstancias,
se suspendió. Pero como mis vacaciones estaban previstas para el mes de agosto,
yo no suspendí mi viaje al Cusco. De este modo pude hacer realidad mi sueño.
En Cusco me hospedé en la casa de unos amigos muy queridos, a quienes
los conocía desde el colegio. Ellos son los hermanos Medina Ortiz: Tomasa;
Telésforo, Dina y Santos, quienes en sociedad habían formado una empresa que
lleva por nombre “Topoequipos Medina”, que se dedica a los trabajos de topografía,
cartografía y telemática. En esa ocasión tuve la oportunidad de enterarme de las
circunstancias cómo había surgido su empresa: no tenían ni presupuesto, ni
conocimientos empresariales. Pero la necesidad de forjar un trabajo les hizo crear su
empresa, que ahora está cosechando éxitos significativos.
Esta historia me inspiró escribir un libro de gente luchadora y triunfadora, cuyo
objetivo sería motivar a mis lectores para que se atrevan a luchar por sus sueños e
ideales. Ni bien me surgió la idea le pedí a Dina Medina, Gerente de Operaciones,
que me narre con más detalles el surgimiento de su empresa. Dina accedió con
mucho gusto y la esencia de esa conversación la comparto con ustedes, amables
lectores:
Lo primero que me dijo Dina fue: “La empresa que hemos formado con mis
hermanos es un regalo de Dios”. Esta frase no es gratuita. Está llena de contenido,
pues es una convicción que brota de su experiencia. Veamos.
Los hermanos Medina Ortiz no han sido una familia adinerada, pues su padre
era agricultor y su madre ama de casa. En algunos momentos de su vida, como
muchas personas, han pasado por aprietos económicos. Justamente en las
circunstancias cuando los cuatro hermanos estaban sin trabajo, es donde surgió la
empresa. Nuestra entrevistada nos narra esas circunstancias:
“Nos iniciamos cuando ni siquiera lo esperábamos. La gente suele pensar que
para fundar una empresa debe tener un gran capital. Sin embargo, las cosas no
siempre son así. Esto lo digo desde nuestra propia experiencia como empresarios.
Nosotros nos iniciamos de la nada. Lo único que teníamos fue un instrumento que
utilizamos para topografía que se llama estación total, que lo compramos de
segunda, en un momento de aprietos económicos.
Mis hermanos siempre han trabajado en lo que es construcción civil y ahí
tuvimos unos contactos con algunas empresas. Ellos nos dieron la idea de fundar
una empresa y nosotros nos arriesgamos en esa aventura. Las circunstancias fueron
las siguientes:
Santos, que para ese entonces era ingeniero civil, fue a ofrecer sus servicios
de topografía a un ingeniero. Este le dijo que sí lo podía contratar, pero para ello
tenía que constituirse en una empresa, pues para pagarle por sus servicios

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necesitaba tener factura con RUC (Registro Único de Contribuyente). En vista que
nadie sabía qué es un RUC, yo me encargué de hacer las averiguaciones de cómo
fundar una empresa. Una vez que tuve el conocimiento necesario nos arriesgamos
en esta aventura. Era el año 2005”.
Los inicios no fueron fáciles. Tuvieron que atravesar por muchas dificultades.
Dina nos sigue contando sobre las peripecias por las que tuvieron que pasar:
“A varios amigos que quieren hacer empresa yo siempre les digo que todos
podemos empezar de la nada. Como te reitero no es necesario tener dinero para
iniciarse, porque si yo retrocedo a hace cinco años recuerdo que mi oficina era un
cuarto barato donde nos hospedábamos, mi escritorio eran mis piernas, mi almacén
donde yo guardaba las cosas que utilizamos en la topografía era debajo de mi cama.
Así nos iniciamos, con muchos aprietos económicos y muchas carencias de
infraestructura. Para hacer nuestro trabajo necesitábamos tener movilidad, fue
entonces cuando alquilamos un carro viejo, que a veces se quedaba y había que
empujarlo. También teníamos problemas financieros, pues teníamos 11 personas
trabajando con nosotros y no teníamos dinero para pagarles su sueldo a fin de mes,
porque a veces en la construcción civil no siempre te cancelan rápido. Por estas
razones te digo que no es necesario tener dinero para empezar una empresa.
Nosotros, como te das cuenta empezamos de la nada. Gracias a Dios estas
dificultades se han ido superando y ahora nuestra empresa está creciendo y
tenemos la plena confianza que seguiremos avanzando.
Para iniciar una empresa tampoco se necesita tener grandes conocimientos.
Déjame decirte que nadie nace sabiendo. Al principio yo no sabía qué era un RUC,
qué era una cuenta de detracción, etc. Pienso que lo importante es tener valor y
humildad: humildad para reconocer tu ignorancia y valor para vencer esa ignorancia
haciendo las investigaciones correspondientes; humildad para reconocer tus
equivocaciones y defectos, y valor para levantarte después de tus caídas y
enmendar tus errores. Nosotros hemos tenido muchas equivocaciones, pero no nos
hemos sumido en la depresión y en el desánimo, sino que, al contrario, hemos
aprendió mucho de esos errores
Entonces, como te darás cuenta, nosotros prácticamente iniciamos de la
nada: nada de dinero y nada de conocimientos. Solamente hemos tenido iniciativa,
valor y coraje para empezar a caminar. Yo animo a otros que lo hagan”.
Topoequipos Medina es un empresa joven que está cosechando éxitos
significativos: Entre sus principales clientes se encuentran empresas reconocidas en
nuestro medio como la Organización Odrebrecht S.A., Techint S.A.C., Cesel, JCC
Contratistas Generales, Consorcio EWE ALPHA CONSUL, y otros. Esta empresa ha
realizado muchas obras en el país y en el extranjero, pero la de mayor embargadora
es su aporte en la construcción de los 704 Km de la Carretera Interoceánica Sur,
que abarca el departamento del Cusco, desde Urcos hasta el Puente Inambari
(Tramo 2); y el departamento de Madre de Dios, desde Puente Inambari hasta
Iñapari (Tramo 3).

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Topoequipos Medina se proyecto hacia futuro como una gran empresa, pues
el deseo de los hermanos es conformar el grupo Medina. De hecho, actualmente la
familia tiene otras pequeñas empresas dedicadas al agro y la construcción.
Del testimonio de la empresa de los hermanos Medina Ortiz podemos
aprender varias lecciones. Veamos las principales:

Amor, espiritualidad en la empresa.


Dina está convencida de que su empresa es un regalo de Dios. Ella misma lo
dice: “Para nosotros la empresa es un regalo del Señor, porque todas las cosas
vienen de Él. Ya te he contado que hemos empezado de la nada, cuando ni siquiera
lo imaginábamos. De pronto la generosidad de Dios irrumpió en nuestra vida
dándonos una oportunidad y nosotros respondimos con diligencia y responsabilidad
a esa llamada de Dios. Pero para entender esta idea es necesario creer en Él.
Cuando uno cree en Dios el Señor llena tu vida de amor. Yo estoy convencida
de que toda la felicidad viene del amor. Y el amor, como bien sabemos, viene de
Dios. Cuando tú confías en Dios Él te da confianza en ti mismo para que puedas
surgir. Y cuando se une la confianza en Dios y la confianza en uno mismo, se puede
hacer maravillas. En la empresa no todo es fácil, no todo es color de rosa: hay
problemas, dificultades, contratiempos, etc. Pero cuando uno tiene a Dios en su
corazón, posee una fuerza especial para seguir caminando, a pesar de las
adversidades. Por eso creo que las empresas, más que materiales, deben ser más
espirituales; dado que cuando uno hace empresa por amor entiende que hacer
empresa es una vocación, una llamada de Dios. Por tanto, el fin de toda empresa
deber ser el servicio a Dios y a los demás”.
Dina, al tener presente a Dios en su empresa no solamente cree en Él de un
modo interesado para que le ayude en sus problemas financieros, como mucha
gente hace, cuando está en aprietos suele elevar súplicas a Dios. No, de ninguna
manera. La fe de Dina es distinta: ella ha desarrollado un sentimiento de gratitud a
Dios por su bondad y ese sentimiento lo traduce en servicio humanitario. Sigamos
analizando sus palabras:
“Yo pienso que cuando la vida de uno está llena de Dios todo lo hace por
amor. En el caso nuestro, por ejemplo, de todo lo que nosotros ganamos siempre le
damos participación al Señor porque en la Biblia dice: “Lo que es del César denlo al
César y lo es de Dios denlo a Dios”. Inspirados en la palabra de Dios nosotros
diezmamos apoyando a las personas que más lo necesitan. De este modo
ejercitamos nuestra espiritualidad”.

“La unión hace la fuerza”


Uno de los problemas que tenemos que superar los peruanos es el
individualismo, que nos estanca y no nos deja avanzar. Para entender la magnitud
de este problema consideremos la siguiente anécdota personal:
En una ocasión envié un proyecto por internet para fomentar el movimiento
“Semillas de esperanza”, que está compuesto por pequeñas comunidades que se
reúnen una vez por semana para reflexionar temas de crecimiento humano. Este

149
proyecto fue recepcionado por una amiga en Italia, quien me escribió el siguiente
testimonio:
“Querido Padre: le escribo para responderle en referencia al proyecto que
usted me envió. El proyecto me parece sumamente interesante, pero hay varias
cosas que me desaniman. Una de esas es que acá los peruanos, lamentablemente,
somos muy desunidos. Solamente para que tenga una idea le cuento una anécdota:
Hoy nos tocó la celebración del Señor de los Milagros. La comisión encargada de los
eventos se dividió en dos y cada una tenía su propia imagen con su propia anda.
Cada grupo intentaba jalar a la gente para su propio lado. Si no es por el Padre que
enfáticamente dijo: “O SE PONEN DE ACUERDO O NO SALE NINGUNA
PROCESIÓN!!!”, es muy posible que hasta este momento estarían discutiendo. Esto
es lamentable. Qué distintos somos los peruanos de otras colonias a las que se ve
unidos y van juntos a todas partes. Eso es lo que admiro mucho de ellos”.
Este testimonio es una muestra de lo que puede hacer el individualismo en
nuestro vida personal y comunitaria. Por eso es urgente desechar de nuestra vida
las actitudes egoístas. En esta tarea, el ejemplo de Topoequipos Medina puede
darnos un mensaje aleccionador. Al respecto Dina nos ilumina con sus palabras:
“Para crear empresa es muy importante la unidad: la unidad familiar y la
unidad con tus trabajadores. Para estar unidos tenemos que abandonar las actitudes
egoístas, como por ejemplo la codicia y la avaricia. Además tenemos que
ejercitarnos en la virtud del respeto. Nosotros hemos aprendido a respetarnos
mucho y eso ha incrementado nuestro amor. Yo sé que es difícil, pero no es
imposible. Es importante aprender que cada uno es distinto en su forma de pensar y
sentir. Respetar esas diferencias es fundamental.
Por otro lado veo que, por lo general, la gente anda peleándose por dinero.
Pero todas las discusiones radican en la ambición. Por esta razón pienso que la
empresa debe ser más espiritual que material. Debemos entender que nuestra vida
debe estar al servicio del amor. Si tú pones amor en tu vida te aseguro que vas a
entender a cada persona. Nosotros, entre hermanos, hemos aprendido a querernos,
y a respetarnos; sobre todo, en nuestra manera de ser de cada uno. Nuestros
problemas y diferencias los solucionamos dialogando y no discutiendo.

“Todos somos capaces”


Antes de finalizar la entrevista le pedí a Dina un mensaje final para mis
lectores. Sus palabras fueron:
“Quiero decir a la gente que todos somos capaces de hacer muchas cosas en
beneficio nuestro y de los demás. Para ello es necesario creer en Dios y creer que
nosotros sí podemos. La fe en Dios nos impulsa a seguir adelante, a pesar de las
dificultades que podamos tener.
Todos estamos en capacidad de hacer empresa. Sólo tienes que tener los
ojos abiertos a las posibilidades que te ofrece la vida. Además se necesita fuerza de
voluntad y fe en que sí puedes lograrlo. También es importante tener autoestima,
que es la capacidad de creer en ti mismo, sin considerarte superior ni inferior al

150
resto. Tenemos que entender que cada ser humano somos seres únicos, absolutos e
irrepetibles, y somos muy especiales para el Señor.
Cuando uno tiene autoestima es capaz de superar el egoísmo. Y Quien
supera egl egoísmo será capaz de crear sociedad. En nuestro país es muy
importante unirse para lograr metas comunes. Yo me pregunto: ¿Por qué los
extranjeros pueden hacer empresa entre varios y a nosotros nos cuesta demasiado?
Pensemos, por ejemplo, en Saga Falabela, Ripley, etc. Ellos tienen varios socios. A
veces nosotros por la codicia y la avaricia queremos hacerlo solos y eso no es
posible. No somos una isla. Somos seres sociales, Dios nos ha hecho así. Por tanto,
si queremos triunfar tenemos que unirnos, recordando siempre que la unión hace la
fuerza”.

151
CONCLUSIÓN

LECCIONES DE VIDA
(A modo de conclusión)

Después de haber hecho este recorrido por la experiencia de éxito de los


protagonistas que conformar este libro considero oportuno cumplir la promesa que
hice al empezar la obra. Y para no andar con rodeos, sin más preludios, permítanme
describir los pilares del éxito descubiertos en la investigación que he realizado:

152
 Éxito y vocación.- La clave del éxito es descubrir nuestra vocación y
desarrollarla. Entendemos por vocación esa llamada profunda que nace del
corazón, esa misión que la vida nos ha encomendado, ese don especial que
todos tenemos. Los creyentes podemos decir que la vocación es la llamada
de Dios sobre nuestras vidas. Descubrir esa misión especial, esa llamada
divina, y realizarla es la llave que abre las puertas del éxito y de la felicidad.

 Éxito y paz interior.- El éxito tiene que ver con el logro de ciertas metas,
sueños, ideales, y aspiraciones que la gente tiene en su vida. Estos logros no
siempre están emparentados con la fama, el poder o el dinero; a veces están
unidos, pero en otras ocasiones están separados. Por eso podemos decir que
no todos los ricos, los famosos y los poderosos son exitosos. Sin embargo, el
éxito sí necesariamente está vinculado con la paz, la armonía interior, la
alegría por vivir, el gozo y el deleite por haber alcanzado tales metas.

 Éxito y resiliencia.- Si la clave del éxito tiene que ver con la vocación,
entonces podemos decir que los exitosos son gente que ha descubierto y ha
realizado su vocación. Muchos han descubierto el sentido de sus vidas, es
decir su misión o el para qué de su existencia, a partir de circunstancias
dificilísimas, por que las que han tenido que atravesar. Por eso, esta gente
suele tener mucha resiliencia, es decir la capacidad de encontrar sus
fortalezas en el corazón de sus debilidades.

 Éxito y fe en Dios.- Esta resiliencia la obtienen de la fe, pues la mayoría de


mis protagonistas consideran que la fe en Dios juega un papel importante y
decisivo en la adquisición de sus éxitos y triunfos. Por esta razón están
profundamente agradecidos a Dios y a la vida. Por ende podemos decir que la
espiritualidad es un ingrediente esencial del éxito de la gente.

 Éxito y fe en uno mismo.- Junto a la fe en Dios está la fe en uno mismo, es


decir la capacidad de confiar en nuestras habilidades y destrezas, creer que sí
podemos lograr nuestras metas, nuestros sueños y nuestros ideales. Por eso,
los exitosos son gente que confía en sí misma, en sus habilidades y en sus
potencialidades.

 Éxito y mentalidad positiva.- La confianza en Dios y en uno mismo les lleva


a forjarse una mentalidad positiva. Por eso, los exitosos son personas
optimistas, pues sienten que todo les sirve para encontrar el para qué de su
existencia: las alegrías y las tristezas, los éxitos y los fracasos. La gente
optimista tiene una mentalidad triunfadora, es decir que ellos triunfan siempre;
incluso cuando pierden, paradógicamente, salen ganando; por ejemplo ganan
experiencia y lecciones de vida. Las personas optimistas son gente que cree

153
en sus sueños, en sus ilusiones y en sus esperanzas, pues confían que
podrán hacer realidad sus metas.

 Éxito y realismo.- Si bien los exitosos son soñadores, son, al mismo tiempo,
gente que pisa suelo firme. Sus metas son realistas, y no esperan que
sucedan las cosas. Ellos, con su actuar, hacen que sucedan los
acontecimientos. Por ello podemos decir que este tipo de personas son gente
proactiva.

 Éxito y lucha.- A los exitosos no se le presenta las cosas en bandeja, son


ellos quienes tienen que labrar su éxito con esfuerzo y sacrificio. Por eso,
podemos decir que las personas exitosas son gente con espíritu luchador.
Hay triunfadores que desde pequeños lucharon por sus sueños, pero hay
otros a quienes el éxito se les presentó en el camino y lo meritorio es que
supieron acogerlo, conservarlo y multiplicarlo.

 Éxito y visión.- Los exitosos son gente visionaria. Es decir que son personas
que tienen la capacidad de ver las necesidades de la gente y de responder
adecuadamente a esas necesidades. Por eso, podemos aseverar que la
gente exitosa son personas que tienen vocación de servicio. Esta vocación de
servicio, junto con el tema de la visión, lleva a las personas a ser innovadoras,
pues son capaces de darse cuenta de los cambios y de responder con
iniciativa y creatividad a esas nuevas circunstancias.

 Éxito y responsabilidad.- Por todo lo dicho podemos afirmar que los


exitosos son gente responsable, es decir que ellos se sienten artífices de sus
vidas. No esperan mucho de los demás, pero sí son exigentes consigo
mismos, pues buscan dar lo mejor de sí. Consideran que sus logros y sus
fracasos son fruto de sus decisiones. Por eso asumen con responsabilidad
sus errores, sin culpar a nadie y se sienten humildemente orgullosos de sus
triunfos.

 Éxito y búsqueda continua.- La gente exitosa, si bien tiene logros


significativos en sus vidas y disfruta de esos logros, no permite que ese
disfrute implique conformismo. Los exitosos son gente ambiciosa, en el buen
sentido de la palabra; es decir que son personas que están en una búsqueda
continua. Sin ser perfeccionistas, se consideran perfectibles, es decir que
tienen la capacidad de mejorar y perfeccionarse. Esta búsqueda la hacen con
honestidad y transparencia.

 Éxito y familia.- Casi todos mis entrevistados consideran que su éxito


personal está en estrecha relación con el éxito familiar. Es decir que
consideran a su familia como su mejor tesoro, o como el lugar donde recostar

154
sus triunfos. Los miembros de su familia son el sentido de su lucha y se
deleitan compartiendo con ellos sus logros.

 Éxito y generosidad.- Los exitosos no son gente intimista que solamente se


contentan con compartir sus logros con los suyos, sino que se van más allá
de los lazos de sangre y afecto, y su amor se orienta hacia la búsqueda del
bienestar de toda la colectividad. Por eso, podemos decir que la solidaridad
es una característica de la gente que ha alcanzado el éxito.

 Éxito y capacitación.- Todos están de acuerdo que para triunfar necesitan


preparación, pero esa capacitación no siempre viene de los estudios
académicos. Hay gente que ha logrado grandes éxitos sin haber pisado los
claustros universitarios y hay otros que abandonaron la carrera para ir en pos
de sus sueños. La preparación puede venir de los estudios académicos, pero
también puede tener otras fuentes, como son la observación, la formación
autodidacta, etc.

Estos son algunos principios que he encontrado al analizar la experiencia de


éxito de diversas personalidades de nuestro país. Con mucho cariño los comparto
con usted, amable lector, con la ilusión y la esperanza de que le sirvan como
inspiración en su camino de búsqueda personal. ¡Ojo! He dicho “inspiración”, pues al
elaborar este listado no ha sido mi intención hacer un recetario del éxito, dado que
en este asunto no hay recetas y en este camino no hay mapas preestablecidos. Bien
sabemos que cada persona es un ser único, absoluto e irrepetible y, desde esta
originalidad cada individuo está llamado a labrar su propio camino. Recordemos que
el poeta Antonio Machado dijo: “Caminante no hay camino, se hace camino al
andar”.
Yo pienso que mucha gente fracasa en su vida porque en la búsqueda del
éxito trata de imitar a otras personas. Ilustremos esta idea con el siguiente cuento,
narrado por el Dr. Berbardo Stamateas, en su libro “Autoboicot”:
Había una vez en el País de las Piedras, una pequeña piedra que estaba
empeñada en ser una piedra preciosa para ser importante y admirada por todas las
demás. Por eso tenía en su casa una impresionante colección de disfraces. Los
tenía de esmeralda, de rubí, de zafiro, de diamante, de plata y de oro. Eran
reproducciones casi exactas. Cuando se los ponía, parecían realmente auténticos. Y
a esto había que añadir lo bien que interpretaba la pequeña piedra su papel. Si iba
disfrazada de esmeralda, hablaba como las esmeraldas, caminaba como las
esmeraldas, se comportaba como las esmeraldas. No había detalle que se le
escapara y que la pudiera delatar.
Pero debía que tener cuidado en una cosa: no podía darle directamente la luz
del sol porque entonces descubrirían que no era transparente como las auténticas
esmeraldas. Lo mismo le ocurría con los disfraces de rubí, de zafiro y de diamante.
Así que sólo se los ponía cuando era de noche o al atardecer. En el día se
disfrazaba de oro o de plata. Aunque con estos disfraces tenía el peligro contrario: si
dejaba de darles la luz del sol, dejaban de parecer oro o plata auténticos. Sin
embargo, la pequeña piedra lo tenía todo controlado. Y así fue pasando su vida.

155
Nadie se dio cuenta del engaño. Los que la conocían como esmeralda le tenían una
gran admiración y aprecio, y lo mismo ocurría con los que la conocían como
diamante, como oro, como zafiro, como rubí o como plata.
Cierto día, estando la piedra tomando el sol disfrazada de oro, un hombre que
pasaba por allí quedó deslumbrado con su brillo y la tomó. Al ver que era oro, dio un
salto de alegría y fue corriendo a ver a un joyero para que le dijera cual era su valor.
Pero cuando el joyero la examinó, vio que era una simple piedra cubierta con una
funda dorada. Entonces el hombre desilusionado, la tiró por la ventana.
Al caer al suelo, la piedra se rompió en mil pedazos, y sorprendentemente, dejó al
descubierto que su interior estaba ocupado por un diamante de gran calidad y de un
valor incalculable. Un diamante que nunca había podido salir a la luz porque la
pequeña piedra se había empeñado toda su vida en imitar a otras para ser valiosa e
importante”.
La historia es altamente elocuente y como tal habla por sí sola. Así es que en
esta ocasión no voy a hacer mayores comentarios. Lo único que quiero dejar muy
claro es que si de verdad queremos triunfar en la vida, tenemos que descubrir
exactamente quiénes somos y cuál es nuestra misión en el mundo.

Que el Señor le bendiga y le ayude en esta delicada tarea.

ÍNDICE

Pág.
Introducción…………………………………………………………………………………1
Descubrir nuestra riqueza interior
(Planteamiento)………………………………………………………………………………4

PRIMERA PARTE
ACTITUDES DE LA GENTE EXITOSA
“Mi vida tiene una firma”
156
(La experiencia de Gisela Valcárcel)…………………………………………………….16
“Yo creo en mis sueños”
(La experiencia de Frieda Holler)…………………………………………………………26
“Forjar una mentalidad positiva”
(La experiencia de Teófilo Cubillas)……………………………………………………..41
“Una búsqueda permanente”
(La experiencia de Elvira de la Puente)………………………………………………….49
“El éxito es una forma de viajar”
(La experiencia de Ernesto Pimentel)………………………………………………….55
“La suerte de no haber tenido suerte”
(La experiencia de Armando Robles Godoy)………………………………………….64
“Aprender a ser reflexivos”
(La experiencia de Federico Salazar)…………………………………………………….69
“Dar lo mejor de sí”.
(La experiencia de Sol Carreño)………………………………………………………….78
“Descubrir nuestra vocación”
(La experiencia de Fernando de Szyszlo)………………………………………………..
“El éxito, regalo de Dios y tarea humana”
(La experiencia del Maestro José Escajadillo)………………………………………….83
“Hacer lo que brota del corazón”
(La experiencia de Javier Talavera)………………………………………………………90
“He seguido el camino que Dios me ha trazado”
(La experiencia de Mons. Héctor Miguel Cabrejos”…………………………………..94

SEGUNDA PARTE
VALORES DE LA GENTE EXITOSA
“Aprender a ser constantes”
(La experiencia del Dr. Ciro Maguiña)………………………………………………..100
“El sacrificio que hice valió la pena”
(La experiencia de Fernando Armas)…………………………………………………105
“Lo único que vale es lo que se hace con amor”
(La experiencia de Jorge vega)………………………………………………………….110
“Estamos en el mercado para servir”
(La experiencia de Editorial Hilder)……………………………………………………..115
“Cultivar los valores comunitarios”
(La experiencia de Freddy Ternero)…………………………………………………….120
“Soy feliz con las cosas sencillas”
(La experiencia de la Hna. Rosa Inés)………………………………………………….128
“Para mí el triunfo es Cristo”
(La experiencia de la Dra. María Angélica Echevarría)……………………………….135
“Mi triunfo es un milagro”
(La experiencia de Oscar Rodríguez)………………………………………………….140
“Nuestra empresa es un regalo de Dios”
157
(La experiencia de Topoequipos Medina)……………………………………………..146

Lecciones de vida
(A modo de conclusión)......……………………………………………………………152

158

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