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El Estado: transformación y reestructuración en el nuevo contexto.

SOBERANÍA Y GLOBALIZACION. LOS LÍMITES DEL ESTADO-NACIÓN

El Estado-nación continúa siendo fundamental en el orden institucional y su centralidad


sigue siendo muy significativa en la formación de las nuevas sociedades modernas, sin
embargo, nunca había presentado tantos signos de desorganización y crisis en sus
funciones. Por lo que está siendo cuestionado desde muchos puntos de vista.
Así pues, ante la homogeneización que se produce con la globalización y la
fragmentación de las identidades, el Estado moderno presenta signos de disolución.
El origen de esta crisis es la llamada “globalización” que tiene como consecuencia
varios efectos sobre la soberanía; por una parte acabaría con la exclusividad del Estado
de ejercerla, fragmentándola entre varios agentes, y por otro lado elimina una parte de
su concepto, disolviéndolo en la atmósfera de lo global.

Asistimos pues a la pregunta sobre la novedad histórica y geográfica del fenómeno de la


globalización, de la que surgen distintas posiciones.
Por una parte, se encuentra el posicionamiento que cree que la globalización consiste en
una etapa más del proceso de expansión del capitalismo y por lo tanto no es nada nuevo.
Sin embargo, esta opinión no es válida porque se ha justificado el carácter novedoso y
estructural que la globalización posee.
Y por otra parte, se ha definido como una “comprensión de las relaciones espacio-
tiempo” que minimiza las distancias y acelera los procesos de intercambio económico y
cultural.
Hay pues, un acuerdo en que el contexto en el que se desarrollaba el capitalismo ha
cambiado debido a la globalización, y por ello es necesario que se transformen las
estructuras que hasta entonces eran válidas. Es aquí por tanto donde cabe destacar el
concepto de soberanía, en la medida en cómo ha afectado el proceso de globalización a
los Estados, y comprobándose de esta manera, como la soberanía estatal ha perdido
peso por las exigencias del nuevo sistema mundial.

Las teorías clásicas siempre han reconocido el papel central de los Estados en la
estructuración de la economía mundial teniendo como mecanismos la gestión de las
fronteras y la política monetaria, sin embargo, a medida que transcurren los años (desde
la Segunda Guerra Mundial) ha habido una progresiva liberalización y se ha ido
limitando el poder de los Estados en la economía mundial.
Para gestionar esta situación, se crearon las instituciones de Bretton Woods (como el
FMI), que tenían como objetivo ampliar, regular y asegurar el intercambio entre
economías de ámbito estatal, aunque finalmente han apostado por exigir a los Estados
una apertura casi total de sus mercados financieros.
Este es un sistema realmente nuevo pero que resulta beneficiario para las empresas, que
deben superar las economías estatales para poder mantener su competitividad y
maximizar los beneficios, lo que se ha denominado posfordismo o capitalismo tardío.
Sin embargo no se puede considerar que esta pérdida de soberanía ha sido involuntaria,
más bien, han sido éstos quienes se han abierto al mercado mundial voluntariamente
para no quedar al margen de un proceso de reforma económica global.
La principal transformación ha consistido en la drástica reducción de la presencia estatal
en sus respectivas economías, como ejemplo se puede mencionar a Argentina, país que

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fue un ejemplo del proteccionismo en el siglo XX y que actualmente el 10% de su PIB
lo controlan empresas españolas.
Los resultados de estas transformaciones han hecho generar grandes debates, dando
como argumentos que estos procesos han hecho efectiva la atracción del capital y la
mejora de la economía, pero por otro lado la dualización de la sociedad se ha
incrementado, y además en algunas ocasiones después de periodos de especulación la
crisis económica se ha agudizado.

Por otra parte, en lo referente a los mercados financieros, han sido los que han
desarrollado el nuevo sistema económico, y han aprovechado para ello la sociedad
informacional para que actúe como una unidad a tiempo real y a escala plantearía. Esto
permite mover dinero virtual sin ningún tipo de control y tampoco da oportunidad a los
Estados para participar en las plusvalías, por lo que se ha elevado la capacidad de
distorsionar economías estatales.
Así pues, una de las principales características de nuestro sistema económico
contemporáneo es que si existe un problema en el sistema financiero tendrá efectos a
escala global, con independencia de que la economía productiva viva una fase de
crecimiento o de crisis.

En cuanto a la relación de la soberanía con los mercados financieros, cabe mencionar


que para que éstos se hayan podido globalizar ha sido necesaria una cesión de
soberanía por parte de los Estados, abriendo sus economías, privatizando empresas y
dando una dimensión mundial a sus bolsas nacionales. Es decir, que el mercado
financiero es una mezcla de actores globales y otros locales, perdiendo el Estado parte
de su poder, pero conservando todavía algo de relevancia, ya que depende en gran
medida de él.
Otro aspecto relacionado con la soberanía es la creación de instituciones supraestatales
de carácter económico y político.
Desde comienzos de los años 90 su número ha aumentado y han ido asumiendo
competencias que hasta el momento eran competencia de los Estados, o también se han
creado durante el proceso de globalización. Aunque también es preciso mencionar que
no todas han nacido como resultado de la globalización, como es el caso de la Unión
Europea. Su surgimiento comenzó en 1951 con la Comunidad Europea del Carbón y del
Acero (CECA), en un contexto donde la Guerra Fría hacía de la división una realidad
evidente. Sin embargo, todos estos tipos se han convertido en actores geopolíticos del
nuevo sistema global.

GLOBALIZACIÓN Y EMERGENCIA DE LA ESCALA LOCAL Y REGIONAL

Por otra parte, atendiendo a la emergencia de la escala local y regional, es necesario


comentar como la globalización y la nueva era de la información han cambiado el
escenario mundial, así pues, se están cambiando las distancias y la manera de
relacionarnos los ciudadanos y los gobiernos, haciendo que se abran nuevos caminos
más democráticos y que estemos creando y diseñando un nuevo modelo de políticas
públicas en la escala regional y local.

Ateniendo a este nuevo contexto globalizado, hay territorios que pierden y otros que
ganan. Muchos han adquirido un grado mayor en cuanto a su homogeneización
integrando espacios rurales y ciudades que se diferencian cada vez más del modelo

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tradicional de estos mismos, lo que les hace aprovechar mejor sus posibilidades y tener
una posición más ventajosa en el contexto global.
Por otra parte, el papel asignado al “Estado-nación” se está viendo transformado por el
proceso de “glocalización”. Junto a la cesión de soberanía por parte de los Estados a las
estructuras supraestatales se le une la devolución de poder político a las regiones y
localidades, adquiriendo éstas más relevancia en la gestión de políticas públicas y como
actores políticos y económicos. Ahora, tienen más capacidad para gestionar los
conflictos y promover nuevas estrategias de cooperación institucional, de cohesión
social y de promoción económica y de desarrollo territorial.
Por otra parte, el Estado también cede parte de su soberanía a espacios públicos y
privados cambiando así una organización jerarquizada por una más horizontal.

En lo referente a esta nueva etapa de políticas públicas y de una geografía de


proximidad, existen nuevas estrategias territoriales en la escala global y nacional, como
son:
- Cooperación institucional, como forma de garantizar la mayor eficacia y
eficiencia de los poderes públicos.
- Subsidiariedad, con el objetivo de garantizar que las decisiones sean tomadas en
el nivel más adecuado y se sitúen lo más próximo posible al ciudadano.
- Partenariado, como fórmula eficaz de puesta en común de intereses diversos que
persiguen objetivos comunes
- Gobernanza, entendida como organización de la acción colectiva.
Por tanto, se trata de cambiar la forma de relación entre los ciudadanos y el gobierno a
una forma más democrática para gobernar unos territorios en los que va creciendo la
complejidad. Se debe garantizar una participación más amplia, tener en cuenta las
desigualdades de los que cuentan con menos capacidad organizativa y recursos, y
asegurar el aprendizaje colectivo.

REHABILITACIÓN Y EMPODERAMIENTO DEL ESTADO

Entre las consecuencias de este nuevo sistema mundial, se había previsto el


debilitamiento del Estado soberano, que había sido fundamental para la organización y
el desarrollo de sus capacidades, y parecía que entraba en una reestructuración
profunda.

Sin embargo, existe otro contexto actual distinto al que se ha mencionado


anteriormente. Teniendo en cuenta las consecuencias económicas y sociales de las
políticas inspiradas en el pensamiento neoliberal, se ha comprobado que estos aspectos
han debilitado las capacidades del Estado en cantidad de regiones, así pues, han surgido
una serie de críticas de distintos autores, movimientos e instituciones que proponen
repensar el papel del Estado y reforzar sus capacidades de gobernanza para poder
garantizar el progreso económico y social.
En relación con esto, aparecen las tendencias de repliegue de los Estados, como ocurre
en la Unión Europea. Así, mientras se acomete un proceso de ampliación de sus
miembros, la Constitución común queda rechazada por el temor ante un rechazo
ciudadano, por el miedo a un gobierno ajeno y a una pérdida de identidad y de
seguridad que les ofrecen sus respectivos Estados.
En conclusión, frente a los defensores de un “estado mínimo” han surgido varias críticas
que reclaman un mayor empoderamiento del Estado y de sus capacidades

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institucionales. Por otra parte, el Estado-nación se ha reforzado por el miedo a la
pérdida de identidad de los países frente a las organizaciones supraestatales.

De esta manera, también existen políticas y discursos que apuestan por una forma
centralizada del poder político, lo que se ha denominado en muchos casos como una
“renacionalización” de los Estados.
Las formas que toman estos tipos de Estado dependen de si tienen como objetivo
enfrentarse al fenómeno de la globalización o a la fragmentación interna.
Así, asistimos a algunos ejemplos, como es el caso de China o de Cuba que tienen
limitado el acceso a internet de los ciudadanos y a las emisiones de televisión por
satélite para frenar las consecuencias de la globalización y la relativización de fronteras.

También en otras partes del mundo, ante la imposibilidad de crear un Estado capaz de
asegurar las condiciones básicas, se añadió una progresiva pérdida de poder.
Consecuencia aparecieron los conocidos Estados fallidos, Estados precarios o Estados
imposibles que han visto reducidas aún más sus capacidades institucionales y se han
visto sometidos a crisis profundas.
Estos estados carecen de legitimidad política, y no son capaces de garantizar la
seguridad ni los derechos.
Los procesos de pérdida de poder se han producido en un contexto derivado de la
globalización y de la ideología económica neoliberal. Entre las causas, como ya se ha
destacado anteriormente, se encuentran factores internacionales, más en concreto en la
pérdida de soberanía estatal generada por el proceso de liberación. En efecto, los
mercados mundiales, las redes transnacionales, las normas internaciones y los valores
universales han reducido el fuerte papel del Estado. Y la fragmentación del poder ha
obligado a negociar con grupos opuestos al gobierno soberano, o que las agencias y las
ONG’s asuman responsabilidades que no les corresponden
Este tipo de emergencias hace que se planteen nuevos retos políticos, éticos y
operativos.
LAS POTENCIAS EMERGENTES

Otro de los grandes retos al que nos enfrentamos es a la quiebra de los métodos, los
mecanismos y las instituciones que tenían como objetivo permitir acceder a unos
niveles de vida dignos a la mayoría de la población.
Paralelamente a este problema se encuentra el fracaso de muchos países en proceso de
desarrollo para influir a escala internación, así como también el fin de la Guerra Fría
significó un interrogante en cuanto al futuro de una serie de países que se habían
denominado como “potencias intermedias”, como pueden ser Indonesia, Brasil, India,
China y la República Sudafricana.
Sin embargo, este interrogante ya se ha empezado a resolver en algunos países que en
los últimos años han adquirido un protagonismo esencial en el seno del escenario
mundial, y no sería extraño afirmar que muchos de ellos se encontrarán en un futuro en
cabeza en el ranquin de la economía global. Ya que muchos países desarrollados han
empezado a poner sus intereses económicos en estos países.
Sin embargo, estas expectativas no se refieren sólo a la economía sino también a la
geopolítica. China y la India han adquirido una gran importancia en campos como el
militar, el industrial y el tecnológico.
Así, China se ha convertido en un actor determinante en la economía mundial, por su
capacidad de condicionar los mercados de materias primas, el comercio global, la
financiación de los EEUU y también pos su fuerte presencia en África y aunque en

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menor medida también en América Latina. Esto hace que algunas fuentes afirman que el
centro de gravedad geopolítico hacía China es una posibilidad con muchas
probabilidades de éxito.
En cuanto a los otros países; Indonesia es el país musulmán más poblado del mundo, la
República de Sudáfrica es una potencia regional ya que su continente esta carente de
referente, Brasil ha generado y aplicado nuevas políticas públicas que pueden servir
como modelo más allá de América Latina. Ahora bien, estos países deben también
cumplir con garantizar los derechos y aspiraciones de amplias capas de su población.

ESTADOS-NACIÓN Y NACIONES SIN ESTADO

Finalmente, la globalización ha acentuado el deseo de retorno de los lugares. También


el retorno a la nación y al intento de recuperar la hegemonía por parte de algunas
culturas sociales mayoritarias en detrimento de culturas sociales minoritarias. Frente a
esta actitud se destacan dos tipos de interpretaciones. Por una parte, existe una
interpretación negativa que supone el retorno al espacio defendible, a los
particularismos agresivos. Y por otra parte una interpretación positiva que se basa en la
resistencia cultural contra procesos de homogeneización y como expresión de
voluntades colectivas.

Con todo esto, se llega al auge de los nacionalismos, que es el rasgo que caracteriza el
final del siglo XX.
Éstos no sólo han resistido a naciones sin ningún Estado, sino que en muchos casos han
constituido Estados-nación, a partir de la fragmentación de otros.
Así pues, la nueva era ha de asumir la plurinacionalidad en el seno de diferentes Estados
(Estados plurinacionales). De este modo, no pueden considerarse una patología, sino
una expresión de sentimientos diferentes dentro de un mismo Estado, que remiten al
derecho de la diferencia, y que constituyen un efecto de la diversidad existente en esta
nueva modernidad.
Otro aspecto importante es que el efecto globalizador no ha diluido estos sentimientos
nacionalistas, sino que en muchos casos los ha hecho resurgir. Es por eso, que los
nacionalismos van a seguir siendo un hecho en el paisaje político, lo que obligará a
muchos Estados plurinacionales a saber organizar el Estado-nación bajo esas formas de
identidad que integran minorías nacionales.

En conclusión: “Sea como fuere, el Estado ha cambiado, está cambiando, y, con él, las
relaciones internacionales y el sistema mundial”

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