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Universidad Alberto Hurtado.

Departamento de Filosofía y Humanidades.


Licenciatura en Historia.

“SE JUNTARON LAS GANAS DE


COMER Y EL HAMBRE”
Asonada Popular de la Carne, Octubre de 1905.

Franco Ripetti Mardones.


Noviembre 2010.
2
Índice.

XILOGRAFÍA “HUELGA DE LA CARNE”,


MARCO RIPETTI MARDONES……………………………………………………………………………………………………………………2
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………………………………………………………….4

1.-LEI MALDITA I OPROBIOSA QUE CONDENABA AL HIJO DEL PUEBLO


A LA MISERIA MAS CRUEL I DOLOROSA…………………………………………………………………………………………………21
La carne es un artículo de lujo………………………………………………………………………………………………………………..21
El polvo a los pillos haremos morder………………………………………………………………………………………………………28
2.-EL DESFILE DEL PUEBLO HAMBRIENTO Y HUMILLADO………………………………………………………………………34
Movimiento Popular, de todas las clases que producen y trabajan………………………………………………………38
Incorporación de elementos anónimos…………………………………………………………………………………………………42

3.- UNA TEMPESTAD HUMANA,


COMPUESTA POR LA HEZ MAS CORROMPIDA DEL POPULACHO …………………………………………………………52

Cuando el populacho se entrega a sus pasiones……………………………………………………………………………………59

Caridad y Cuestión Social…………..…………………………………………………………………………………………………………..67

4.- LAS CAUSAS QUE DETERMINARAN NUEVOS RUMBOS…………………………………………………………………….74

Somos una entidad distinta, surgida desde el hambre y la miseria……………………………………………………….74

Los asesinos del pueblo derramando sablazos………………………………………………………………………………………80

Cuestión Social y Lucha de Clases…….…………………………………………………………………………………………………….85

5.-REFLEXIONES EN TORNO A LA CUESTION SOCIAL


Y AL LUGAR QUE EN ELLA MANTIENEN LAS CLASES POPULARES………………………………………………………….93

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES……………………………………………………………………………………………………………………..99

3
-Introducción.
“El tupido velo que cubre las infames maquinaciones
de los hombres de arriba contra los de abajo,
presenta muchos temas para escribir,
la historia de la evolución social
en la sociedad chilena”.
-José Arnero, 4 de noviembre de 1905-

Hacia la última década del siglo XIX Chile se posicionó como un país en transición, en el

amplio concepto de la palabra. Desde una perspectiva económica, nos encontramos en la primera

fase de transición de la economía colonial a la economía industrial capitalista1, proceso que se

comprende como una “ampliación permanente en las fuerzas productivas, lo que se traduce en

una ampliación permanente de la producción y ganancia, en una espiral que no tiene término

aparente”2. Dicha ampliación debía ser sostenida mediante la inyección directa de capital para

modernizar la capacidad tecnológica de los medios productivos, acción que fue desarrollada por

capitales extranjeros; quienes “constituían, de hecho, el verdadero motor del capitalismo chileno,

y sus socios residentes, la verdadera burguesía del país” que “asumió una función económica

asociada: la de producir (al modo que le pareciese más conveniente) los bienes agrícolas y

mineros que las mismas subsidiaras extranjeras podían exportar al mercado mundial”3. Este

proceso de modernización fue estructuralmente débil, ya que la “élite vinculada a la tierra

asumió, y mantuvo hasta entrado el siglo XX, el control del proceso económico tanto en su

1
Este proceso está enmarcado dentro de la periodización que realizó Gabriel Salazar, la cual intenta basarse en las
relaciones y procesos internos de la formación económica nacional, en la confianza de que esta perspectiva nos
mostrará el o los modos de producción y acumulación que han existido o existen en la historia de esa formación y, a
la vez las lógicas de acción que han guiado y guían a las clases y grupos sociales que se han movido y mueven
dentro de ese o esos modos sucesivos de producción y acumulación. Véase en: Salazar Vergara, Gabriel; Historia de
la acumulación capitalista en Chile. (Apuntes de clase). Santiago, LOM ediciones, 2003, pág. 26-31.
2
Ibid, pág. 78.
3
Salazar Vergara, Gabriel; Mercaderes, empresarios y capitalistas. Chile, siglo XIX. Santiago, Editorial
Sudamericana, 2009, pág. 674 y 675.

4
dimensión productiva como en cuanto a su manejo a través de la política económica”4. Los

diferentes cambios que se produjeron para facilitar el desarrollo de una economía exportadora de

materias primas, la cual consiste “en la adaptación de la producción de bienes primarios con

escaso grado de elaboración para el mercado externo, fueron mínimos. Los cambios requeridos

demandaron innovaciones menores y, por lo tanto, la modernización productiva –que también es

un fenómeno social- fue limitada y lenta”5.

El sostenimiento de la economía en la exportación de materias primas, poco elaboradas,

había sido la forma tradicional desde la cual se desarrolló el país a lo largo del siglo XIX. Los

vaivenes del sistema capitalista habían favorecido la mantención de la economía nacional dentro

de dichos márgenes de exportador de bienes naturales, lo cual se tradujo en una escasa

diversificación productiva. La crisis profunda que vivió la economía nacional entre 1874 y 1879,

fue solucionada con la adquisición de terrenos desde donde el sistema económico de Chile podía

seguir con la misma lógica tradicional de exportación de bienes primarios, escasamente

elaborados. La Guerra del Pacífico “entrañó la adquisición de un territorio que contenía un

producto [el salitre] que le permitiría continuar vinculada a las grandes corrientes del comercio y

las finanzas internacionales, y seguir adquiriendo los bienes y tecnologías que generaba el mundo

de mayor desarrollo”6. O como establece Peter DeShazo, la exportación de salitre aumentó el

poder adquisitivo del gobierno de Chile y de los capitalistas nacionales, lo que se tradujo en una

mayor importación de bienes de capital y de materias primas para la manufactura nacional, con lo

4
Ortega Martínez, Luis; Chile en ruta al capitalismo: cambio, euforia y depresión. 1850-1880. Santiago, LOM
ediciones, DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2005, pág. 38.
5
Idem.
6
Ibid, pág. 472-473.

5
cual se pudo sustentar una expansión y aumento de la industria nacional7, de acuerdo a los

márgenes que imponía el sistema económico.

En este proceso en donde el capitalismo comenzó a desarrollarse, limitada y lentamente

durante los últimos veinticinco años del siglo XIX, el proceso de industrialización chileno

podemos comprenderlo como un fenómeno complementario a los procesos de urbanización, a la

modernización del transporte y de la infraestructura nacional, todos estos mantenidos gracias a

los estímulos de la demanda externa. La aceleración de dicho fenómeno marca el inicio del

proceso de transición al capitalismo. Dicha “transición fue compleja e incompleta, [ya que] no

logró adquirir una dinámica tal que le diese la condición de autosustentabilidad y, al mismo

tiempo, convertirse en factor de transformación de las estructuras tradicionales (…)

especialmente, del limitado desarrollo de las fuerzas productivas y de las rigideces del sistema

económico social en la minería y, en particular en el agro”8.

En el contexto de transición lenta y dificultosa hacia el capitalismo, en el agro empezó a

colapsar el antiguo sistema de relaciones sociales de producción de tipo proto-esclavista y

comenzó a fugarse el peonaje de las haciendas hacia las principales zonas de producción y

desarrollo, principalmente las ciudades y las zonas mineras. Es dentro de este proceso en donde

irrumpió el emergente proletariado industrial en las principales zonas de desarrollo económico,

en este caso nos enfocamos solamente en la ciudad de Santiago. Incipiente proletariado que desde

el campo emigró hacia las ciudades, buscando cambiar e inclusive mejorar completamente sus

condiciones de vida.

7
DeShazo, Peter; Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile: 1902-1927. Santiago, Dirección de Bibliotecas,
Archivos y Museos (DIBAM)- Centro de investigaciones Diego Barros Arana, 2007, pág. 40.
8
Ortega, Luis; Chile en ruta al capitalismo…op cit, pág. 251 y 311.

6
Principalmente con el proceso de migración desde el campo hacia las principales

ciudades, como Santiago, éstas comenzaron a llenarse de hombres y mujeres buscando hogar y

trabajo. La migración cuantitativamente no se condecía con las oportunidades laborales que la

ciudad ofrecía, desde esta óptica hubo una cantidad considerable de personas que pueden ser

catalogados como trabajadores no calificados e inclusive como trabajadores ocasionales. Los

trabajadores especializados conformaban un mundo diferente, incluso con mejores sueldos

debido a su cualificación, pero que no lo consideramos como un mundo apartado de la mayoría

de hombres y mujeres que conformaban la no cualificación laboral. Es así que dentro de la

diversidad propia de los sectores populares podemos encontrar a trabajadores calificados en

vecindad con trabajadores no calificados, obreros industriales, sectores vinculados al comercio

informal, artesanos, peonaje urbano, pobreza marginal de la ciudad, etc.

Es dentro de esta perspectiva que no usamos el concepto de “clase obrera”, ya que

englobaría a otras categorías sociales distintas. Es dentro de esta perspectiva que utilizamos un

concepto más amplio, como lo es el de “pueblo” o “mundo popular” para denominar a aquel

sector que sufre la alienación producto de los espacios de posibilidad que impone la realidad

social, estructurada por espacios políticos, económicos, sociales y culturales. Es así como

comprendemos al “mundo popular” cargado de una historicidad significativa, es decir que en

algunos contextos históricos comienza a desarrollar un proceso vivo que busca alcanzar su propia

(y/o la de otros) humanización9.

9
Definición sustentada en la proposición teórica de: Salazar, Gabriel; Labradores, peones y proletarios. Formación
y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XX. Santiago, Ediciones SUR, Colección Estudios Históricos, 1989.
Pág. 7-20.

7
El comienzo del siglo XX en Chile estuvo marcado por condiciones económicas que no

lograban otorgar prosperidad a toda la población por igual, lo que se tradujo en la existencia de

una cantidad considerable de personas, quienes conformaban el mundo popular, que se

desenvolvieron dentro de un contexto social adverso, denominado “Cuestión Social”10.

El continuo deterioro de las condiciones económicas y sociales de subsistencia, conformó

el punto desde donde se aprehendió toda nueva coyuntura o contexto de la realidad social. Estas

condiciones objetivas son las que, no sólo determinaban o limitaban, sino también otorgaron el

espacio de posibilidad por donde emergieron, convergieron o divergieron las distintas

representaciones sociales de la realidad11. La aparición y el desarrollo de la conciencia de clase,

se entiende dentro del marco de transformaciones que los acontecimientos –políticos y/o los

procesos económicos y sociales- encarnaron y provocaron, dentro de las experiencias vitales de

comunidades complejas de obreros12. Hombres y mujeres vivieron, sintieron y experimentaron de

distinta forma la realidad específica de la Cuestión Social, y la reflexión que se realizó sobre los

diversos procesos o acontecimientos, produjo divergentes efectos en los análisis y juicios de los

10
Se entiende la Cuestión Social desde dos perspectivas. Por un lado, como un espacio político regulado con una
creciente participación de sectores anteriormente marginados, el cual permitió enfrentar los problemas sociales sin
cuestionar la legitimidad del sistema social. Por otro lado, tenemos la doble manifestación del concepto: como el
deterioro de las condiciones de subsistencia y la protesta en contra de las mismas posibilidades que otorgan las
estructuras objetivas de la realidad social. Yáñez Andrade, Juan Carlos; Estado, consenso y crisis social. El espacio
público en Chile 1900-1920. Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM)-Centro de
investigaciones Diego Barros Arana, 2003, pág. 20. Y Garcés, Mario; Crisis social y motines populares en el 1900.
Santiago, LOM ediciones, 2003. Pág. 10, respectivamente.
11
“La realidad social se aprehende y se transmuta en acción mediante los recursos culturales disponibles –mediación
simbólica-, pero dicha realidad impone unos límites estructurales que los sujetos no pueden trascender (…). Entre
posición social y acción existe un espacio de indeterminación que hace que aunque los individuos estén constreñidos
por unas condiciones sociales no elegidas, los procesos sociales sean el resultado de las elecciones que los propios
individuos realizan”. Cabrera, Miguel Ángel; Historia, lenguaje y teoría de la sociedad. Valencia, Frónesis Cátedra
Universitat de Valéncia, 2002. Pág. 33 y 35.
12
Sewell Jr., William; Trabajo y revolución en Francia. El lenguaje del movimiento obrero desde el Antiguo
Régimen hasta 1848. Madrid, Taurus Humanidades, 1992, pág. 24, 30 y 31. Dentro de la misma línea, plantea
entender “la conciencia de clase no como la imposición de las ideas de los teóricos burgueses sobre una clase obrera
intelectualmente inerte, sino como un logro conceptual colectivo de miles de trabajadores que lo desarrollaron o
descubrieron como un modo más satisfactorio de articular (sic) su experiencia inevitablemente construida”.

8
mismos13, es decir sobre las representaciones que se elaboraron de la realidad social. Dentro de la

misma línea, la experiencia cotidiana durante la Cuestión Social, en su calidad de generadora de

conocimiento permite que “las personas respondan mental y emocionalmente, sea como

individuos o en grupos, a lo que les sucede [es decir, que pueden] interpretar las situaciones que

están viviendo”14. El proceso de conformación de la conciencia dentro del mundo popular, en

Santiago específicamente, se desprende desde este continuo deterioro de las condiciones sociales

y económicas en las cuales habitaba el pueblo y cómo es interpretada y analizada esa misma

posición estructural dentro de la Cuestión Social, y la reivindicación en contra de las mismas

estructuras objetivas de la realidad social, desde los espacios que posibilitan las mismas.

Desde una perspectiva social y política, Sergio Grez plantea que esencialmente con la

Huelga General de 1890 se evidencia la entrada sangrienta del movimiento obrero a la escena

social del país15. Este proceso se desarrolló en el cambio que sufrió el frente de las

organizaciones de trabajadores, en donde los asalariados urbanos de la industria manufacturera,

los trabajadores portuarios y los mineros del salitre y del carbón -los trabajadores de las nuevas

fuerzas productivas que desarrollaban la economía nacional- desplazaron a los artesanos, quienes

habían constituido el motor organizativo del movimiento durante gran parte del siglo XIX.

13
La experiencia tiene como resultado un conocimiento. “Cuando llamamos experiencia a una situación, lo que
normalmente queremos decir es que la persona que ha disfrutado o sufrido dicha situación ha reflexionado sobre ella.
La experiencia, como dice Clifford Geertz, es algo interpretado”. En la misma línea, parafraseando a Thompson,
Sewell propone que “la experiencia de clase es la que establece la mediación histórica entre relaciones de
producción y conciencia de clase (…) incluye todo el conjunto de respuestas subjetivas que los trabajadores dan a su
explotación no sólo en los movimientos de lucha” sino también, en la amplitud cotidiana. Sewell, Jr., William;
“Cómo se forman las clases: reflexiones críticas en torno a la teoría de E. P. Thompson sobre la formación de la
clase obrera”. En: VV. AA.; E. P. Thompson: diálogos y controversias. Valencia, Biblioteca de Historia Social,
2008. Pág. 96 y 82.
14
Idem.
15
Grez Toso, Sergio; De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del
movimiento popular en Chile. 1810-1890. Santiago, Centro de investigaciones Diego Barros Arana, 1998. Pág. 745

9
El desenvolvimiento histórico del movimiento popular, a lo largo del siglo XIX puede

entenderse como: “la movilización permanente tras ciertos objetivos claramente identificables

por los propios protagonistas, continuidad que frecuentemente es alcanzada si existe organización

igualmente permanente […] es la expresión de un proyecto de transformación social, de un ethos

colectivo en permanente desarrollo y mutación”16. Es un proceso de auto-construcción de

identidad social, que apelaba a un programa político propio y que se encontraba en formación

dentro del contexto de la Cuestión Social. Una de las hipótesis centrales del presente trabajo es

que, desde la coyuntura específica de la Asonada Popular de la Carne se puede proyectar el

encuentro entre el “bajo pueblo” no adscrito a ninguna organización política con los trabajadores

organizados, en mutuales o en sociedades de resistencia.

Una de las problemáticas comunes alrededor de la Cuestión Social, fue el problema de la

alimentación de las clases subalternas. Como establece Daniel Palma: “los alimentos nos

impulsan a la acción. En ese período [hacia el 1900] la carestía del pan motivó sucesivas

protestas en las cuales mucha gente participó debido al hambre antes que por alguna preferencia

ideológica. El estómago manda a menudo a la hora de abanderarse por alguna causa”17. Las

problemáticas suscitadas con el acceso a los productos alimenticios, tuvieron directa relación con

el alto costo que fueron adquiriendo éstos18. La diferenciación social que marca la comida es

clara, ya que “la escasez alimentaria marcó la cotidianidad de los sectores populares urbanos en

esta época y no permitía una gran variedad en su dieta, de manera que la alimentación se

16
Ibid. Pág. 32-33.
17
Palma Alvarado, Daniel; “De apetitos y de cañas. El consumo de alimentos y bebidas en Santiago a fines del siglo
XIX”. Historia N° 37, Volumen II Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile., julio-diciembre
2004. Pág. 392. Edición electrónica disponible en: http://www.scielo.cl/pdf/historia/v37n2/art05.pdf
18
“La carne de res y los porotos, aparte de ser la principal fuente proteica de la clase obrera, causaron mucha
discusión y controversia durante el período 1902-1927”. Pero como establece el autor, “muchas fuentes aseguran que
los trabajadores sólo comían carne cuando sus salarios subían y los precios permanecían estables”. DeShazo, Peter;
Trabajadores urbanos… op cit. pág. 110

10
componía principalmente de platos baratos”19. Es dentro de este ámbito de la Cuestión Social

donde se sitúa nuestro análisis, en la problemática alimenticia, específicamente sobre la

manifestación para pedir la abolición del impuesto que gravaba la internación del ganado

argentino. Antes de continuar, tenemos que hacer una pausa para analizar los escritos

historiográficos que hacen un tratamiento exhaustivo sobre la comúnmente denominada “Huelga

de la Carne”.

El historiador Gonzalo Izquierdo, cercano a la historiografía conservadora que comenzó a

transformarse después de 197320, realizó un artículo referido a la “Huelga de la Carne” en donde

buscó analizar cuidadosamente todos los pequeños hechos que conformaron “el episodio

dramático que ocurrió en Santiago en octubre de 1905 [y] hurgar en otro aspecto de interés (…)

la culminación de un clima de inquietud y agitación social y que, por otra parte, le permite a uno

aproximarse a las motivaciones profundas que mueven a los hombres, a las masas, en los

momentos en que explotan fuerzas semiconscientes”21. Es decir, trata de comprender el contexto

de la Cuestión Social pero sin adentrarse en las diferentes interrelaciones que pueden

estructurarse dentro de la sociedad, ya que Izquierdo busca comprender las motivaciones y la

contextualización que están detrás de las acciones de violencia que conformaron “la Huelga de la

Carne”.

Aún cuando Izquierdo no pretendía analizar el contexto de la Cuestión Social, desde un

trabajo cuantitativo articuló ciertos datos que le permitieron explicar el nivel estacionario de los

salarios y el aumento del costo de vida durante 1905. Pero a su vez estableció que “equivocado

19
Palma Alvarado, Daniel; De apetitos y de cañas…op cit. pág. 399
20
Pinto Vallejos, Julio y Argudín, María Luna (compiladores); Cien años de propuestas y combates. La
Historiografía chilena del siglo XX. México D. F., Universidad Autónoma Metropolitana, 2006. Pág. 23.
21
Izquierdo, Gonzalo; “Octubre de 1905. Un episodio en la historia social chilena”, en Historia, N° 13, Santiago,
1976. Pág. 55

11
sería pensar que el malestar social proveniente fundamentalmente de la angustiosa condición

económico-social de amplios sectores de la sociedad chilena sólo se hubiera manifestado en

relación con el precio de la carne y con ocasión del desfile programado para octubre”22. Las

diversas manifestaciones que hubo a lo largo de 1905 fueron más allá de lo salarial, más allá del

aumento del nivel de vida, “se mezclaron propósitos políticos, religiosos, reivindicacionistas y de

protesta social”23. A su vez dichas peticiones y manifestaciones fueron motivadas por diversas

“sociedades obreras (…) que celebran actividades culturales y al mismo tiempo intentan crear

una conciencia de clase en el contingente obrero”, y es desde la actividad de dichas sociedades,

que muchas peticiones se transformaron en huelgas y otras veces, como en la jornada de octubre

se puede apreciar que “aparte de los móviles que impulsaron a la protesta iniciada el 22 de

octubre, había en el ambiente social chileno un confuso clima de descontento, exasperación y

violencia”. Desde esta perspectiva, Izquierdo establece que “los sucesos de octubre de 1905

corresponden a una acción espontánea de turbas que no están inspiradas por una ideología

específica, lo que no implica necesariamente la carencia de ideales políticos”24.

Gonzalo Vial, desde una historiografía conservadora de signo derechista, en donde éste es

uno de los principales exponentes25, aborda la problemática de lo que para él es la ruptura de los

consensos que quebraron la unidad nacional, entre 1891 y 1973. Dichos consensos que harían

posible la unidad nacional serían tres: el doctrinario, que es de un fondo casi natural; la

aceptación común de un régimen político; y un tercero definido como la aceptación de una

conducción social compatible con el régimen político y con la realidad del país26. La ruptura de

22
Ibid, pág. 90
23
Ibid, pág. 92
24
Ibid, pág. 91 y 92.
25
Pinto Vallejos, Julio; Cien años de propuestas y combates... op cit. pág. Pág. 23
26
Ibid, 72 y 73.

12
dichos consensos es claramente identificable durante la Cuestión Social, según Vial, ya que “la

violencia y represión fueron el paso postrero en la ruptura definitiva de la unidad nacional (…)

una enorme mayoría numérica –los trabajadores- perdió (y con suficiente motivo) el concepto de

solidaridad nacional”27.

Dentro de este contexto de la Cuestión Social, Vial destaca las principales movilizaciones

de inicios del siglo XX: Valparaíso 1903, Santiago 1905, Antofagasta 1906 e Iquique en 1907. La

que nos ocupa en la presente investigación, la de octubre de 1905 en Santiago, Vial la analiza

desde el problema esencial que resultaba el aumento del precio de la carne y las razones que

existían para la existencia de la ley que gravaba la internación del ganado argentino hacia el

mercado chileno. El aumento de la demanda por carne en el mercado, no podía ser suplida por el

sector agropecuario nacional por lo que la importación de ganado argentino, era una de las

principales fuentes desde donde se obtenía dicho producto y se suplía el aumento de la demanda

por dicho alimento.

Desde esta misma perspectiva, Vial analiza la situación económica de 1905, en donde uno

de los principales problemas resultó ser el movimiento inflacionario de ese año. Dicho contexto

inflacionario lo entiende como “un fenómeno especulativo, que se desató durante la

administración Riesco. Fenómeno especulativo “tapado” emitiendo billetes sin respaldo. La

desvalorización y dinero fácil subsiguientes permitieron que (…) encarecieran en forma

desorbitada la vida, creando un agudo malestar entre los sectores modestos”28. Vial establece que

los mutualistas articularon una acción pública para obtener la derogación del impuesto, que

gravaba la internación de ganado argentino. “El mitin era con mucho la mayor reunión pública

27
Vial Correa, Gonzalo; Historia de Chile (1891-1973). Volumen 1, Tomo II. Santiago, Editorial Santillana, 1981.
Pág. 496
28
Ibid, pág. 890-891.

13
que hubiera visto la capital (…) esa protesta no visaba únicamente un impuesto: apuntaba hacia

un hondo malestar económico y un no menos profundo descontento con la política y la

sociedad”29. Dentro de la misma línea, analizando el desenvolvimiento del mitin establece que

“en un clima espiritual como el vivido por Santiago el 22 y 23-todos cometieron excesos: turbas,

policías, secretos [Sección de Seguridad, que llevaba ropa civil] aun los bomberos, y ello debido

a las pasiones repentinamente desatadas y sin freno: odio, resentimiento, codicia, venganza,

exasperación y la más mortífera, el miedo”30.

Vial articula una conclusión bastante tajante, para explicar el quiebre del consenso social

dentro de la ciudad de Santiago en octubre de 1905: “terminó por formularse una verdad

indiscutible: la culpa entera recaía sobre los anarquistas. Estos habrían arrastrado con su

demagogia infernal a un pueblo ingenuo y todavía poco civilizado, magnificando para ellos unas

deficiencias cuya realidad el establishment reconocía, generosamente, pero, en fin, ni tantas ni tan

importantes, y todas camino a solucionarse”31. El quiebre del consenso social, según Vial Correa,

fue debido a la propagación de ideas revolucionarias por agitadores dentro del mundo obrero,

habría sido parte fundamental para explicar las jornadas de octubre de 1905; el quiebre del

supuesto consenso social, para Vial es mucho más importante que el contexto socioeconómico de

la Cuestión Social, desde donde planteamos y articulamos nuestra investigación.

Desde una perspectiva en donde predomina el análisis de las problemáticas políticas, por

sobre las sociales…o desde una denominada “Historia Política y Social”, Sergio Grez nos acerca

a la “Huelga de la Carne” desde una visión comparativa, en relación con la “Huelga de los

29
Ibid, pág. 892
30
Ibid, pág. 894-895.
31
Ibid, pág. 896.

14
Tranvías” del 29 de abril de 188832. Y desde esta comparación de las dos asonadas proyecta una

mirada sobre el movimiento popular de fines del siglo XIX e inicios del XX, de acuerdo a las

lógicas de protesta y reivindicación que coexistían dentro del mismo, como lo eran la asonada

callejera y la huelga pacífica. Dentro del caso específico de la “Huelga de la Carne”, como la

entiende Grez, uno de los fenómenos que resalta con gran énfasis es la “dialéctica entre

espontaneísmo e incitación a la violencia”33, es decir el surgimiento de oradores espontáneos o

agitadores que incitaban a la violencia, durante la manifestación para abolir el impuesto que

gravaba la internación de ganado argentino. El alto grado de espontaneísmo Grez lo alude a la

carencia de coordinación de todos los hechos violentos durante las jornadas de la “semana roja de

octubre de 1905”, y por otro lado a que los líderes, emergieron de la propia revuelta. Grez nos

hace comprender que el papel del Comité Abolicionista fue mínimo a la hora del surgimiento de

los espontáneos líderes que incitaban a la violencia.

Desde esta perspectiva, y en comparación con las jornadas de abril de 1888, Grez propone

analizar al movimiento popular desde una diferencia nítida entre “las vanguardias sociales y

políticas y la masa de desheredados carentes de organización y representación política”, en donde

convergen y están presente en el movimiento popular de inicios del siglo XX “proyectos de

regeneración y emancipación más o menos explícitos, y la del espontaneísmo propio de las

rebeldías primitivas”34.

Peter DeShazo dentro de su investigación sobre los sindicatos de trabajadores de Santiago

y Valparaíso, destaca el logro asociativo que logró la clase obrera organizada. Dentro de esta

32
Grez Toso, Sergio; “Una mirada al movimiento popular desde dos asonadas callejeras (Santiago, 1888-1905)”,
en Cuadernos de Historia, N°19, Santiago, diciembre 1999. Versión electrónica disponible en:
http://www.bibliotecaobrera.cl/wp-content/uploads/2009/03/1888-1905.pdf
33
Ibid, pág. 14
34
Ibid, pág. 25

15
nueva fase del movimiento obrero, DeShazo resalta al anarcosindicalismo como uno de los

principales movimientos dentro de la clase obrera. En lo que a nosotros nos convoca, DeShazo

plantea una serie de afirmaciones que nos aportan mucho de acuerdo a nuestra investigación.

Plantea la importancia de los temores de la élite ante una inminente revuelta social dirigida por

las clases subordinadas, y que desde la comprensión de dicho miedo se puede comprender la

continua violencia con que la oligarquía reprimió la “Huelga de la Carne”. A su vez, afirma que

el Partido Demócrata en conjunto con el Congreso Social Obrero –el cual se celebraba cada dos

años y su institución permanente era el Centro Social Obrero fundado en 1896- en vista de la

carestía de la vida que venía incrementándose a lo largo de 1905, fue una de las principales

problemáticas que fue motivo de reflexión de ambas agrupaciones. En el mismo sentido,

DeShazo plantea que debido al relativo aumento del precio de la carne, en contraposición a otros

alimentos que subieron cuantitativamente más de precio, la decisión de centrarse únicamente en

el “impuesto a la carne argentina” fue una opción política, con miras a proyectar una buena

impresión en la opinión pública, para así obtener una mejor votación en las elecciones de 190635.

Mario Garcés, quien plantea una historia social popular en donde lo político está

condicionado “desde abajo”, nos aporta en la conceptualización que venimos desarrollando y que

hemos adoptado de Cuestión Social. Y a su vez, aporta en una concepción del proceso de

politización del movimiento popular, condicionado desde abajo, “desde los movimientos sociales

populares que en la medida que han alcanzado mayores grados de desarrollo y articulación han

obligado a los partidos a tomar posiciones y a cumplir roles históricamente más eficaces”36. Este

proceso de politización, Garcés lo entiende desde aspectos que se verifican dentro del mismo

mundo popular, los cuales si bien se relacionan con las contradicciones sociales y políticas de la

35
DeShazo, Peter; Trabajadores urbanos…op cit. Pág. 187.
36
Garcés, Mario; Crisis social…op cit. pág. 8

16
sociedad, también poseen grados importantes de autonomía. “Existen tradiciones, valores,

actitudes y diversas expresiones de la cultura popular que normalmente se predisponen en el

marco de una agudización de los conflictos sociales. La politización del mundo popular, en este

sentido, conlleva no solo la adopción de una determinada actitud frente al Estado o los

empleadores, sino que también una modificación de actitudes y relaciones al interior del propio

campo popular”37.

Mario Garcés, en el contexto específico de las jornadas de octubre de 1905, en la misma

línea que DeShazo, plantea la relevancia de la relación entre el Partido Demócrata y el Congreso

Social Obrero a la hora del llamamiento a la manifestación para pedir la abolición al impuesto

que gravaba la internación del ganado argentino. Pero yendo más allá, establece que el Congreso

Social Obrero el cual se conformó en 1900, logró impulsar varias “campañas en contra del alza

del costo de la vida, por la enseñanza primaria obligatoria y también por poner fin al impuesto

que gravaba al ganado argentino”38. Dentro de la argumentación que desarrolla, Garcés sostiene

en un principio que el PD y los mutualistas convocaron a la manifestación para la abolición del

impuesto, pero en el capítulo final atribuye dicha tarea al Congreso Social Obrero.

Dentro del Centro Social Obrero dieron “sus primeros pasos y aprendizajes políticos

algunos anarquistas de renombre, como el poeta Carlos Pezoa Véliz, el dirigente obrero Magno

Espinoza y también Juan B. Peralta y Juan Rafael Allende”39. No me atrevería a tildar

ideológicamente a los últimos hombres mencionados, pero sí me gustaría resaltar la importancia

de la procedencia común desde dicho Centro Social, en donde existía una matriz común de

discusión sobre diversas problemáticas asociativas del mundo popular, como: “unificación de las

37
Ibid, pág. 133.
38
Ibid, pág. 137.
39
Ibid. Pág. 144.

17
clases obreras, combate a los partidos históricos”40. Pero lo que es más importante, desde esa

matriz común donde se desarrolla una de las principales influencias hacia el movimiento popular

–en proceso de formación-, es desde donde proviene el editor del periódico José Arnero, estamos

hablando del poeta popular Juan Bautista Peralta41.

En la presente investigación, teniendo en cuenta los antecedentes previos, se plantea como

hipótesis que la irrupción de la asonada popular mutó las representaciones sociales elaboradas por

el Partido Demócrata y del periódico José Arnero, aunadas anteriormente en el problema de la

carestía de la vida -esencialmente en el relativo aumento del precio de la carne-, elaborando dos

representaciones contrarias42. Una que desde el horror con el que percibe, tanto el periódico El

Chileno –muy cercano al PD- como el Diario Popular –de línea editorial católica-, al bajo pueblo

lo marginalizaron de las diferentes relaciones que se entre-tejen dentro de la sociedad y lo

presentaron bajo el concepto del roto ocioso y criminal.

Por otro lado, el periódico José Arnero es la matriz desde donde comprendemos una

visión particular sobre la posición subordinada del pueblo dentro de las diferentes relaciones que

se estructuran al interior de la sociedad, una mirada específica de una amplitud mucho mayor que

40
Idem.
41
Cabe mencionar que dentro de las páginas del “órgano de los intereses de los rotos”, existe una línea temática en
donde continuamente los problemas de la carestía de la vida, la importancia de la educación laica obligatoria, entre
otros, se desarrollan con una profunda crítica hacia la institucionalidad oligárquica del período. Y son esas mismas
categorías de análisis, esas problemáticas estructurales las que también criticaba y combatía el Centro Social Obrero.
Lo cual no se traduce en que el periódico José Arnero sea la voz de dicho Centro Social Obrero, por ningún motivo.
42
“Las relaciones [dentro de una sociedad] presuponen una diferencia, alguna separación entre los factores de la
relación. Y esto también implica la posibilidad de una relación imperfecta, de tensiones y contradicciones, que un
enfoque “unitario” no puede encajar”. Meiksins Wood, Ellen; “Entre las fisuras teóricas: E. P. Thompson y el
debate sobre la base y la superestructura”. En: E. P. Thompson…op cit. Pág. 135. Dentro de la relación entre el PD
y el movimiento popular, el Partido Demócrata planteaba la vía “legalista que presuponía la viabilidad de una
solución política a los problemas sociales, así como la conveniencia de que el mundo popular actuase políticamente”.
Pinto Vallejos, Julio;“¿Cuestión Social o Cuestión Política?. La lenta politización de la sociedad popular
tarapaqueña hacia el fin de siglo (1889-1900). En: Trabajos y Rebeldías en la pampa salitrera. Santiago, Editorial
Universidad de Santiago, 1998. Pág. 258 Por el contrario, desde el diario José Arnero –que se autodefinía como “el
órgano de los intereses de los rotos”- esa vía se planteó relativamente, pero tras la asonada popular y el análisis que
plantearon sobre dicho acontecimiento, se instaba a seguir desarrollando las prácticas populares de socialización y de
regeneración, siendo sostenidas sin la implicación del Partido Demócrata.

18
se podría catalogar de representación popular. En las páginas del José Arnero se planteó tras la

“Asonada Popular de la Carne” la profunda distancia que los desmarcaba con el PD, proyectando

que las prácticas de asociación se entenderían desde un apoliticismo partidista, y a la vez se instó

al reforzamiento de una identidad particular, esencialmente popular surgida desde el hambre y la

miseria. Como irá demostrando la visión específica del periódico José Arnero, la problemática

del alto precio de los alimentos es una parte específica de un problema mucho mayor que atiende

a las limitaciones económicas, sociales y políticas dentro de las cuales habitaba el mundo

popular. Las expectativas que generó el análisis del periódico que defendía “los intereses de los

rotos”, se entiende como la construcción colectiva de mecanismos que buscaban subsanar la

deteriorada posición estructural del “mundo popular”.

Para la presente investigación se intenta analizar las causas que coartaron el

desenvolvimiento de la carestía de la vida como categoría cohesionadora, del PD y el José

Arnero, desde la irrupción de la asonada popular que produjo un profundo quiebre en dicha

aprehensión (capítulos 1 y 2). Se hizo pertinente comprender cuáles eran las principales

divergencias en los análisis de las representaciones43, las que estaban presentes en el José Arnero

y en los diarios El Chileno y el Diario Popular. Comprender cómo percibían la relación entre el

Estado y la sociedad, y cuáles eran las principales problemáticas en torno a las cuales elaboraban

sus representaciones (capítulos 3 y 4). Desde esta óptica se plantea que las representaciones

sociales pueden mutar de acuerdo a las lógicas de acción que actúan en la realidad, ya sean

procesos sociales, como las irrupciones violentas del mundo popular. El comprender cómo se
43
“Es característicos de los seres humanos que evalúen de modo rutinario lo que hacen como medio de hacerlo, y
que sean capaces discursivamente de describir tanto lo que hacen como las razones que tienen para hacer lo que
hacen. Pueden articular tales características en una descripción”. Es decir, es común que los seres humanos
reflexionen sobre la realidad dentro de la cual están inmersos y que articulen una descripción sobre la misma, que
puedan articular una representación o aprehensión de la realidad, ya sea en su esfera social, económica, política, etc.
Giddens, Anthony; “Fuera del mecanicismo: E. P. Thompson sobre conciencia e historia”. En E. P. Thompson…op
cit. Pág. 224-225.

19
percibe, desde la óptica popular del José Arnero, el continuo reposicionamiento violento del

mundo popular en su deteriorada condición estructural, es uno de los principales objetivos de este

trabajo.

Para desarrollar la presente investigación, se han utilizado esencialmente fuentes

primarias impresas y una revisión de bibliografía secundaria. Las fuentes primarias forman la

parte central, ya que desde el agrupamiento de las mismas se ha podido reconstruir las

representaciones centrales, la popular y la católica republicana. Para la primera, se utiliza el

periódico de perspectiva anarquista El Alba, El Proletario que es cercano al ala socialista del PD,

el anticlerical periódico José Arnero y las décimas de los poetas populares de la Lira Popular

Chilena44. Por otro lado, el periódico El Chileno cercano al PD, el católico periódico el Diario

Popular conforman la otra representación en cuestión. Cabe mencionar que los partes de la

Policía o los Bandos ministeriales, eran reproducidos in extenso en ambos periódicos. Por otro

lado, los Boletines de la Sociedad Nacional de Agricultura nos permitieron tener una

aproximación hacia su postura en la problemática del impuesto al ganado.

44
Agradezco profundamente al profesor e historiador Daniel Palma A. por la recomendación de utilizar las Liras, y
por darme a conocer la existencia del periódico José Arnero. Por otro lado, agradezco todos los comentarios que ha
hecho al texto y las recomendaciones bibliográficas al profesor e historiador Marcos Fernández L.

20
1.- “Lei maldita i oprobiosa que condenaba al hijo del pueblo a la miseria mas
cruel i dolorosa”.
“La carne es un artículo de lujo”.

En el transcurso de 1905 los alimentos comenzaron a subir de precio continuamente, uno

de ellos fue la carne que hacia octubre alcanzaba unos valores altos y amenazaba con encarecer

todavía más. Este hecho es significado de manera unívoca por algunas fuentes, como el periódico

El Chileno –cercano al Partido Demócrata- y el anticlerical diario José Arnero, quienes asignaron

la causa del aumento del precio de la carne al impuesto que gravaba la internación del ganado

argentino, significándolo como una “lei maldita i oprobiosa que condenaba al hijo del pueblo a la

miseria mas cruel i dolorosa”45.

Dicho impuesto fue fijado por ley el 23 de diciembre de 1897, y desde su puesta en

vigencia, la Sociedad Nacional de Agricultura sostuvo que el objetivo principal de dicha ley que

gravaba la internación de ganado fue el de “aumentar las rentas de la nación y fomentar y

proteger la ganadería nacional”46. Desde el momento en que dicho impuesto comenzó a ser el

objeto de todo tipo de análisis, de representaciones sociales que marcaron sus respectivos

significados en ciertos aspectos, la SNA sostuvo el principio proteccionista de la industria

ganadera nacional que estaba detrás de la puesta en vigencia del gravamen. Dentro de esta

lógica, la Sociedad Nacional de Agricultura proponía modificar la tarifa de los avalúos

aduaneros, como una medida paliativa ante el aumento del precio de la carne y sobre esta base

45
“¡Levántate pueblo! ¡carne, carne!”, José Arnero, Santiago, 16 de octubre de 1905.
46
“ABOLICIÓN del impuesto que grava la internación de ganado”, El Chileno, Santiago, 2 de octubre de 1905.

21
elaboraron cinco principios fundamentales47. Éstos sostenían el paradigma económico capitalista

que trascendía a la SNA, ya que pretendía desde la continua inyección de capital –en el sentido

preciso, desde el gravamen de un artículo de consumo- la creación de nuevas industrias para

acrecentar las fuentes de producción y de riquezas desde las cuales podía beneficiarse la nación.

Pero la continua expansión de estos mecanismos económicos, no lograba satisfacer las

necesidades materiales de toda la población del país, ya que como sostuvo la misma SNA: es “un

hecho que el pueblo sufre cierto malestar, no precisamente por el alza de precio de la carne, sino

por el alza general de los consumos”48.

Uno de los emisores del Partido Demócrata, el periódico El Chileno, establecía una

relación directa del impuesto al ganado argentino fijado en 1897 con anteriores leyes que

gravaban la internación de ganado que fueron derogadas, debido al alto precio que alcanzó la

carne. Dentro de esta perspectiva, establecían que “impuestos prohibitivos a un artículo de

primera necesidad, como la carne, y cuyo resultado es en último término poner este alimento

fuera de los alcances de los pobres, no son más que una provocación imprudente y peligrosa de

parte del Gobierno”49.

47
El primero establecía que el impuesto no influía en el precio, ya que había aumentado en tres centavos el valor del
kilo de carne (llegando hasta los 49 centavos). En segundo lugar, la mantención del impuesto era el camino para
tener carne abundante y barata, debido al desarrollo de la ganadería nacional. En tercer lugar, la supresión del
impuesto significaría acabar con la ganadería nacional, lo que se traduciría en el encarecimiento de la carne y el
empeoramiento de la calidad de la misma. En cuarto lugar, el impuesto al proteger la ganadería nacional aprovechaba
y hacía productivos extensos terrenos del territorio chileno, “dejando anualmente en el país ese capital de diez
millones de pesos, el impuesto acrecienta en grande escala la riqueza pública, aumenta el bienestar jeneral, modifica
las condiciones del trabajo i del salario, i hace refluir estos beneficios sobre la clase trabajadora”. En quinto lugar, se
sostenía que la supresión del impuesto encarecería la alimentación general, debido a que los agricultores se verían
obligados a subir sus productos. Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura (en adelante BSNA). 2 de noviembre
de 1905.
48
BSNA., 23 de noviembre de 1905.
49
“La primera lei sobre impuesto es de fecha 18 de octubre de 1832; pero fue derogada mui poco después, en razón
del alto precio a que llegó la carne. (…) Los cambios de gobiernos y el olvido de aquellos hechos tan elocuentes
como decisivos, hicieron pensar por segunda vez en el malhadado impuesto. Así fue como se dictó la lei de 1835,
que corrió la misma suerte de la anterior. Y para abreviar diremos que después vinieron las otras leyes de 1851, 1868

22
El principal objeto de análisis, del José Arnero y del PD, se centraba en la problemática

del impuesto que gravaba la internación del ganado argentino. Desde este núcleo interpretativo,

tanto el “órgano de defensa de los rotos”, como el Partido Demócrata, establecían una serie de

representaciones que eran el reflejo de cómo entendían su sociedad, y de cómo reflexionaban

acerca de las principales problemáticas, ya sean económicas, sociales o políticas que vivían y

experimentaban desde la coyuntura específica del impuesto al ganado argentino. El contexto

social y cómo están subordinadas las clases sociales va quedando reflejada cuando enuncian que

el “cuadro de hambre i miseria que, día tras día, vienen exhibiendo ante los ojos del pueblo, los

ganaderos, hacendados, comerciantes, azucareros i en fin, todos los miserables capitalistas que

tienen en sus manos la explotación de nuestros alimentos”50. Se representa claramente a las clases

que manejan los destinos económicos del país, la oligarquía capitalista, como una clase que se

desarrolla en proporcionalidad inversa con el resto de la población, ya que “los miserables

capitalistas (…) engordan a costa de las privaciones de nuestros estómagos”51.

Desde esta representación que se ha ido forjando de los capitalistas, con el problema de la

carestía de la carne se fue elaborando una visión acerca de cómo ésta clase utiliza al Estado, para

sacar provecho económico del gravamen y de cómo sus intereses económicos se superponían al

bienestar social, económico e inclusive del porvenir del pueblo chileno, que no lograba obtener

una buena alimentación. Enrique Fernández, en un estudio sobre la relación entre el Estado y la

Sociedad entre 1891-1931, propone comprender la articulación de la lógica estatal oligarca desde

tres prácticas –política, administrativa y legal- gracias a las cuales, “las oligarquías reprodujeron

los privilegios que gozaban: generaron marcos legales que les permitieron amortiguar sus

y 1888, que resucitaban el gravamen tan dañoso para el pueblo”. “De nuevo el impuesto. La internación de ganado”,
El Chileno, 12 de septiembre de 1905.
50
“La carne, el azúcar i la tolerancia del pueblo”, José Arnero, 16 de octubre de 1905.
51
Idem.

23
conflictos de grupo, tender a la igualación de sus oportunidades y reproducir y potenciar sus

privilegios económicos”52. Una de las principales prácticas de los capitalistas que comenzó a ser

criticada, es sin duda el desarrollo de los monopolios, que fueron apuntados como uno de los

principales causantes que oprimían y tiranizaban a los obreros chilenos:

“Los monopolios vienen sembrando la miseria i el horror entre los hijos del trabajo. Los
capitalistas, esos tigres inhumanos sedientos de oros i de víctimas, han atrapado con sus
capitales los alimentos, las industrias i todo cuanto creen necesario para la existencia sin
que les importe un bledo que el pueblo se muera de hambre”53.

Uno de los elementos recurrentes en la argumentación es que estos monopolios estaban

amparados y protegidos legalmente, siendo los mismos ganaderos nacionales quienes pedían la

mantención del impuesto para proteger la ganadería nacional, como una prolongación de los

bienes personales según la lógica estatal oligárquica. Es decir, amparados por el impuesto al

ganado argentino “se constituye el escandaloso monopolio de ganadería que ejercen algunos

hacendados chilenos, con la complicidad directa i criminal de los altos funcionarios públicos”,

pero que en realidad dicho gravamen “no vino a favorecer al pueblo, ni mucho menos a la

ganadería nacional sino que a locupletar [llenar, rebalsar sic.] los bolsillos de unos cuantos

hacendados sinvergüenzas, que han visto acrecentarse sus capitales a costa del hambre i miseria

popular”54.

Si los monopolios habían sido caracterizados como uno de los principales causantes de la

deteriorada situación de la clase subalterna, uno de los puntos aún más criticados es el de la

52
La lógica estatal oligarca presuponía, “por una parte el sentimiento de superioridad moral de las oligarquías,
heredado de su supuesto pasado aristocrático, que se expresó en la autodenominación clases superiores o clases
dirigentes, y que justificaba su monopolio del Estado. Por otra, una concepción patrimonial de las prácticas política,
administrativa y legal, es decir, una forma de interpretarlas como una prolongación de sus bienes personales”.
Fernández, Enrique; Estado y Sociedad en Chile, 1891-1931. El Estado Excluyente, la lógica estatal oligárquica y la
formación de la sociedad. Santiago, LOM ediciones, 2003. Pág. 64 y 69.
53
“¿Hasta cuándo soportamos? El país de los latrocinios. La fiebre de los monopolios”, José Arnero, 19 de octubre
de 1905.
54
“Un monopolio escandaloso. El impuesto al ganado argentino”, Ibid.14 de septiembre de 1905.

24
función que debía desarrollar el Estado, en su relación con la sociedad. Se criticó que el impuesto

solamente favorecía a los hacendados ganaderos con el amparo estatal, que la carne “hoy por hoy

los pobres no podemos comerla i solo disfrutan de su sabor los pudientes, o sean los zánganos de

la colmena social”55. Dentro de esta misma perspectiva, el principio proteccionista del impuesto y

los argumentos que había sostenido la SNA fueron criticados e inclusive satirizados56. El Partido

Demócrata exponía los hechos irrefutables que había significado dicho gravamen:

“carestía de la carne hasta ser artículo de lujo para las familias de algunos recursos;
privación absoluta para la gran mayoría de los pobres; ruina amenazadora para un
numeroso gremio de jentes de trabajo, los abasteros y tenedores de puestos; y por fin,
ilusiones falaces acerca de la pretendida ganadería nacional”57.
Si bien los argumentos que sostenía la SNA se movían entre las justificaciones del

porvenir de la ganadería nacional y el aumento de las rentas de la nación, los opositores a dicho

gravamen sostenían que el proteccionismo “es en último término no más que la facultad

concedida a ciertos ciudadanos para imponer una contribución sobre el resto de los suyos”58. Pero

cuando dicha facultad priva al pueblo de una “alimentación sana y barata (…) hai que condenar

como el acto más arbitrario e ignominioso el que ahora estamos cometiendo con el ausilio de la

lei”59. El proteccionismo si bien intentó el desarrollo de la industria ganadera, en este caso

específico, los opositores sostenían que significaba privaciones y ayunos para el pueblo, hambre

55
“La carne, el azúcar…” op cit., José Arnero.
56
“En la imposibilidad de negarlos rotundamente, trátase de justificarlos en nombre del porvenir. A falta de razones
sólidas, se hace literatura poética. ¡Tened paciencia! Se le dice al pueblo hambreado. Ese impuesto, doloroso hoy,
será mañana benéfico. El le permitirá a este país tener ganadería propia, suficiente para abastecer todo el consumo.
Entonces bajará la carne”. “Hechos y no palabras. El censo ganadero”, El Chileno, 14 de septiembre de 1905.
57
Idem.
58
“Altas i distinguidas personalidades se valieron del impuesto para poder, mediante la influencia oficial, introducir
por los boquetes de la cordillera, una gran cantidad de ganado de contrabando”. “Levántate pueblo…” op cit. José
Arnero
59
“El impuesto al ganado. Movimiento popular”, El Chileno, 27 de septiembre de 1905.

25
y miseria sostenida mediante el amparo del aparato estatal60. Es dentro de esta perspectiva que el

PD se pregunta “¿Es humano hacerles pagar a centenares de miles de trabajadores los cimientos

de una futura prosperidad?” a lo cual responden sobre la naturaleza del proteccionismo, que

“salga la protección de las arcas fiscales; pero que no salga del estómago de las clases menos

favorecidas de la sociedad”61.

El aumento del precio de la carne62 recaía en última instancia sobre los consumidores,

pero lo que se recalcaba con profundo énfasis, es que si los ganaderos necesitaban de protección a

su industria, ésta en vez de recaer en el escuálido bolsillo de la mayoría de la población, debería

recaer sobre el mismo Estado, ya que si el gobierno seguía sosteniendo y afirmando una doctrina

de esa índole, “en verdad que se coloca fuera de la lei, porque ya se dejenera en tiranía”63. Y es

en directa relación con el continuo discurso que sostenía la SNA, que dirigiendo sus palabras al

gobierno el PD exponía de que “si el Estado existe para los individuos, el nuestro debe

apresurarse a acoger favorablemente la petición que la harán la multitud de círculos obreros, en

representación del país”. Pero como sostenían, “un gobierno que se pone en pugna con las nueve

décimas partes de sus representados, por complacer a un grupo reducido, sin ninguna

significación en el conjunto; un gobierno en esas condiciones deja inmediatamente de

corresponder a sus deberes”64.

Aquí podemos comprender de forma clara que el PD sostiene una visión sobre el Estado

en la cual se expresaba que éste representa al conjunto de la población, no solamente al cercado

60
“Un puñado de hacendados i capitalistas sin conciencia, viles mercaderes públicos, obtuvieron el despacho de la
lei que debía encarecer el alimento de consumo mas indispensable para la vida, como lo es la carne”. “Levántate
pueblo…” op cit. José Arnero
61
“Hechos y no palabras…” op cit. El Chileno
62
“Con el impuesto, la carne, naturalmente, aumentó de precio, tanto por la escasez del artículo como por la
contribución que se pagaba por la internación”. “Levántate pueblo…”op cit.
63
“Siempre el impuesto. Defensa interesada y absurda”, El Chileno, 18 de septiembre de 1905.
64
“Impuesto al ganado…” op cit.

26
círculo de capitalistas hacendados. Exclamando directamente hacia el gobierno, declaraban que el

no acceder a las peticiones que emergían desde el mismo pueblo, significaba claramente que no

estaban ejerciendo su deber, de que no se estaría correspondiendo con la naturaleza del Estado,

que debe su existencia a todos los individuos que componen la nación65. Es dentro de esta lógica

que el PD sostenía que “razón existe para protestar contra ciertas medidas gubernativas, por más

que se trate de revestirlas con apariencia de justicia y hasta de conveniencia nacional”. Pero el

hecho irrefutable para ellos era que “el pueblo trabajador no tiene cómo aumentar sus rentas ni

cómo hacer ahorros con alguna facilidad; y en medio de esta situación casi angustiosa, van

subiendo de precio todos los artículos de consumo”. Y más aún, de acuerdo a la lógica con la que

había actuado el gobierno, éste “contribuye a negar los artículos de primera necesidad”66.

Dentro de la representación que realizó el PD, y de acuerdo con la lógica que sustentaba

la naturaleza del Estado y las relaciones que éste articulaba con la sociedad, el Comité Central de

la abolición del impuesto al ganado argentino, en una carta abierta difundida por el periódico El

Chileno, interpeló directamente al presidente Germán Riesco exponiéndole: “recuerde que es el

Jefe Supremo de la Nación y que no debe anteponer el beneficio de unos cuantos ante la

necesidad de un pueblo entero que lo aclamará si se suspende el impuesto de la internación del

ganado”67. En esta declaración podemos vislumbrar dos puntos de suma importancia, por un lado

se seguía sosteniendo (como ya se ha demostrado más arriba) que el Estado debía existir para

todos los ciudadanos, y que las legislaciones, antes que privar al pueblo debían beneficiarlo; y por

65
Esta es una consideración totalmente Republicana del Estado. Este tipo de representación, en la presente
investigación, se complementará con la visión católica desde el momento en que el movimiento de petición se
quiebre debido a la irrupción de la asonada popular. Esta representación “Católica-Republicana” expresará análisis
sobre la realidad social muy diferentes a los de la representación expresada en las páginas del José Arnero y El Alba.
66
“La voz de las provincias. Situación del pueblo”, El Chileno, 30 de septiembre de 1905.
67
Carta del Comité Central de abolición del impuesto al ganado dirigida al presidente Riesco. En: “ABOLICIÓN…”
op cit. El Chileno

27
otro lado, la clara alusión a ganarse el cariño y el favor del pueblo al intervenir en la abolición de

un impuesto impopular.

Si bien el Comité Central recalcaba los puntos antes descritos, también es claro en poner

en duda los argumentos que sostenía la SNA al punto de declarar que si dicha Sociedad seguía

sosteniendo el discurso de la mantención del impuesto para fomentar y proteger la industria

nacional, “bien se puede perder toda esperanza de que la mayoría del pueblo vuelva a comer

carne”. Esta declaración la sostenían en el hecho del “alza progresiva en el valor de la carne

desde la vijencia de la lei que grava el ganado”68.

“El polvo a los pillos haremos morder”.

Desde mediados de septiembre e inicios de octubre de 1905, se puede vislumbrar una

profunda relación en pugna, de diferentes significados que se han ido construyendo sobre las

problemáticas que suscitó el impuesto al ganado argentino. Tanto el Partido Demócrata como el

periódico anticlerical José Arnero –el cual se define a sí mismo como el “órgano de los intereses

de los rotos”- construyeron relaciones significativas, sustentadas en los efectos negativos que

provocó el aumento en el precio de un alimento de primera necesidad. También centraban su

análisis en el hambre y la miseria, en la naturaleza de las relaciones entre el Estado y la sociedad,

en el sentido en que estaba conformada la sociedad y cómo los hacendados y capitalistas

utilizaban al Estado para mantener en opresión a las clases subalternas69. Si bien se reconocían

68
Como se sostiene en otro artículo “es que una mala causa, tan mala que signifique hambre, dolores y miserias para
la jente más desvalida y menesterosa, no puede tener a su favor argumentos serios y de peso”. “El colmo de las
defensas. ¿El impuesto abarata la carne? Ibid, 5 de octubre de 1905.
69
“He visto en invierno llorar a los pobres/ de ver las miserias que hai en el hogar;/ he visto mas tarde reir los
burgueses/ de ver como lloran los pobres sin pan// Desde entonces sueño con mucho delirio/ que al fin algun día yo
podré escapar/ de aquellos tiranos que en triste martirio/ mantienen al pueblo sin su bienestar”. “La futura avecilla
del pueblo. Canción de los proletarios, José Arnero, 7 de octubre de 1905.

28
períodos en donde se soportaban sueldos escasos, o se habían soportado períodos en donde

faltaba el trabajo, se significaba como un momento crítico el que el pueblo estuviese sitiado por

el hambre, porque “el azúcar se convirtió en un objeto de lujo para el hogar del pobre y la carne

llegó a ser el colmo del sibaritismo”70.

Ante esta situación, que tanto el PD como el diario José Arnero la significaban como un

crítico contexto de hambre y miseria, a mediados de septiembre se creó el Comité Central para

lograr la abolición del impuesto al ganado argentino71. Desde su creación se fijó el 22 de octubre

de 1905 para la realización de una manifestación de petición para la abolición de la ley,

entretanto se efectuó una ardua tarea por difundir públicamente en los diarios las problemáticas

que suscitaba el alza del precio de la carne.

Dentro del contexto anterior a la manifestación, podemos evidenciar ciertos análisis que

son muy autocríticos a la hora de ver la impasibilidad con que las clases subalternas eran

despojadas de su humanidad72. El aparente desinterés del pueblo ante su deteriorada situación,

podría entenderse por las continuas represiones que había sufrido el movimiento popular, antes

de la manifestación del 22 de octubre. La supuesta abolición del impuesto que gravaba al ganado

argentino atentaba contra los intereses de algunos grupos oligarcas, éstos “en el fondo –y a

cualquier precio- cautelaban la situación de privilegio que la posesión de los medios de

70
“A pesar de tan aflictivas condiciones de existencia, quedaba para la jente laboriosa el recurso de los clásicos
frejoles. Pero en la actualidad ese cereal que era la fibra del trabajador y su alimento exclusivo, ha subido
fabulosamente de precio ($ 22 fanega) hasta el punto de ser en materia de alimentación lo que la seda en materia de
vestuario”. El País de Concepción, citado en El Chileno 30 de septiembre de 1905.
71
Mario Garcés reconoce al Comité Central para la Abolición del Impuesto al Ganado Argentino, como la entidad
que decidió realizar la manifestación y pedirle formalmente la abolición de la ley. Pero a su vez, reconoce la
importancia del Congreso Social Obrero por impulsar “diversas campañas en contra del alza del costo de la vida (…)
y también por poner fin al impuesto que gravaba el ganado argentino”. Garcés, Mario; Crisis Social… op cit. Pág.
137
72
“Los hijos del pueblo, que tan valiente i heroicos se han portado en los campos de batalla, son indefensos corderos
dentro de su propio suelo. I de esto se aprovechan los audaces i sinvergüenzas para esplotarlos i robarles el fruto de
su trabajo”. “Un monopolio escandaloso…”José Arnero, op cit.

29
producción y el monopolio del Estado les daba. Y ello lo hicieron con una violencia que no

conoció límites”73. Y es dentro de esta perspectiva que se puede plantear que, la experiencia de la

violencia estatal que habían sufrido las primeras oleadas de reivindicación económica y social al

comienzo del siglo XX, directamente ante los patrones o frente al Estado, ponía en entredicho la

convocatoria que esperaba tener el movimiento abolicionista. Desde esta óptica podemos

comprender a su vez, la decisión de desarrollar mediante una manifestación la entrega de la

petición de abolición al Presidente Germán Riesco. Al mismo tiempo en que se lamentaban por el

comportamiento del pueblo, se mantenían las esperanzas de que todas las personas adhirieran a

dicha manifestación, como una demostración de “la solidaridad preciosa que en ésta como en

muchas otras materias debiera existir entre esos seres de común labor y friega, que sólo conocen

de la existencia sus dolores más acerbos y que ya ni siquiera están teniendo derecho para

alimentarse como corresponde”74.

Este llamado de solidaridad para todos “los hijos del trabajo”, se fundía dentro de la

común experiencia de sufrimiento y hambre que los ligaba. A la par se indicaron las principales

instituciones que mantenían en común interés el impuesto, y contra las cuales “tienen que

batallar, contra todo el Congreso, contra el presidente de la República i contra los espíritus

apáticos”. Pero esta batalla se debía efectuar dentro del marco institucional del Parlamentarismo,

utilizando la petición formal como instrumento político; dicha visión legalista era compartida

tanto por el PD como también el Comité Abolicionista (articulado entre varios círculos obreros

de Santiago, pero aún así las doctrinas del PD eran influyentes dentro del Comité). Pero hay que

destacar que no era la única vía desde donde el “pueblo” expresaba su descontento, ya que “la

73
Fernández, Enrique; Estado y Sociedad en Chile…op cit. pág. 100
74
“El impuesto al ganado…” El Chileno, op cit.

30
asonada callejera se convirtió desde fines del siglo XIX en un punto de conjunción momentánea

de los de abajo, lugar de encuentro y de disociación que convergían aparentemente en pos del

logro de una reivindicación común, pero que eran en realidad, el enunciado de tendencias

profundas hacia la disgregación”75. Es dentro de la lógica legalista que se efectúa una petición

formal al presidente para la abolición del impuesto. Es más, dentro del mismo periódico José

Arnero se hizo un llamado a las clases subalternas: “solo se conseguirá su abolición, si los

obreros saben aprovechar la circunstancia de que estamos en vísperas de elecciones, en la época

en que el león se torna en gato regalón”76.

Si bien los análisis acerca de la manifestación se centraban en el llamado a la solidaridad

entre las clases subalternas, y demostrar su descontento dentro de los márgenes que permitía el

Parlamentarismo, dentro de un contexto de orden y petición, también existieron alusiones hacia la

violencia. Como exponía el periódico José Arnero:

“Esta será una demostración del sentimiento popular que los poderes públicos deberán
tomar mui en cuenta para otorgar la abolición del impuesto.
Si esta vez la manifestación será de orden y petición (sic), ¡ai! del día en que se levante
airada la gran masa popular, para imponer lo que se le ha negado cuando lo pidió con
respeto.
¡El pueblo soporta todo, menos el hambre en sus hogares”77.

Si bien los análisis comenzaron a hacerse cargo de la posibilidad de la violencia, tenían

una clara justificación en el hecho de que “el gobierno y las autoridades en general están

acostumbrados a mirar con insolente desdén las peticiones del pueblo”78. Y es en contra de esta

75
Grez Toso, Sergio; “Una mirada al movimiento”…op cit. Pág. 1 y 2.
76
“Un monopolio escandaloso…”José Arnero, op cit. Peter DeShazo, dentro de esta misma línea plantea que “los
demócratas y los mutualistas decidieron enfocar su atención sólo en el impuesto a la carne, esperando ganar mayor
prestigio y mayor cantidad de votos si se lograba abolir. Éste parecía ser un objetivo capaz de producir una apropiada
recompensa política”. En: DeShazo, Peter; Trabajadores urbanos…op cit . Pág. 187
77
“Levántate pueblo…” op cit. José Arnero
78
“La gran manifestación de mañana. Su significado”. Ibid, 19 de octubre de 1905.

31
actitud del gobierno que la violencia se vería justificada, al mantener la situación de hambre y

miseria sobre la cual se desenvolvía el pueblo:

“¿Es posible que un pueblo consciente como el de Chile, tolere que un centenar de
capitalistas ambiciosos, roben i esploten tan miserablemente los frutos de nuestro
trabajo? No, mis amigos, pongámonos de pie, sacudamos nuestra inercia i abandonemos
el indiferentismo causante de nuestros males.
Unámonos como un solo hombre i probemos a los infames ganaderos i azucareros, que
ya estamos cansado de sus desmanes i que si continúan en su tarea de asesinarnos por el
hambre, estamos dispuestos a hacernos respetar. El látigo de la justicia está en nuestras
manos i con él sabremos arrojar del templo de este país, a los mercaderes i ladrones que
roban amparados por las leyes i viven en la opulencia mediante el sudor de nuestra
frente.
La huelga es uno de los medios que debemos hechar mano los sitiados del hambre. Si los
burgueses disponen, gracias al dinero, de las bayonetas i los sables, nosotros, los
hambrientos, contamos con otros medios de defensa que en buena lid sabrían también
darnos el triunfo.
El petróleo, el puñal i la dinamita, están al alcance del pueblo i ¡ai! de los miserables el
día que se empleen estos elementos para castigar vuestros latrocinios! Ojo por ojo, diente
por diente, debe ser la consigna de todos los esplotados”79.

Aún cuando explícitamente algunos análisis comenzaron a evidenciar el problema de la

violencia, el problema crucial al cual se veían sometidas las clases subalternas es que “de esta

criminal indiferencia gubernativa son culpables, única i exclusivamente, los hijos del pueblo.

Cuando se le llama a comicios públicos para protestar alguna arbitrariedad o para pedir alguna

garantía para el pueblo, los obreros se retraen: prefieren la diversión i los placeres antes que el

ejercicio del derecho popular”80. El PD en su aspiración legalista de forzar los cambios

económicos y sociales desde la esfera política -“motivados por captar un electorado más masivo

y por la posibilidad de canalizar en beneficio propio las crecientes exigencias de la Cuestión

Social”81- continuamente reprocharon las actitudes propias del pueblo. El llamamiento a la

79
“La carne, el azúcar…” Ibid, 16 de octubre de 1905.
80
“Así hemos visto fracasar muchos meetings de gran importancia, porque la concurrencia no ha llegado ni a
quinientas personas”. “La gran manifestación…” Ibid, 19 de octubre de 1905.
81
Pinto, Julio; “¿Cuestión Social o Cuestión Política?. …op cit. Pág. 310-311.

32
solidaridad entre los hijos del pueblo es sumamente importante, en un principio, como ciertas

alusiones de violencia que se podrían efectuar si es que el gobierno no aceptaba la demanda

popular, lo serán después. Y es dentro de esta misma lógica que los llamamientos se centraban en

sacudir la apatía y demostrar la solidaridad, la cultura y la civilización del pueblo de Santiago82.

Y a la vez, se puede evidenciar el análisis que declara que si mediante la manifestación no se

puede cambiar la opinión estatal y no se abole el impuesto que gravaba la internación del ganado

argentino, aún quedaban en las manos de los hijos del pueblo la huelga e incluso la violencia.

82
En la circular que difundió el Comité Central, finaliza exponiendo: “Pedimos al pueblo de Santiago que haga
memorable el 22 de octubre, observando el más completo orden y compostura durante el desfile, que no haya gritos e
incidentes que denigren nuestra cultura y civilización”. En “El impuesto al ganado argentino”, El Chileno, 13 de
octubre de 1905.

33
2.- “El desfile del pueblo hambriento y humillado”.

Las representaciones sociales son construcciones que pueden ser transformadas, desde el

proceso de reflexión y percepción de determinados acontecimientos, los cuales encarnan y

provocan un nuevo análisis sobre la realidad, sustentados en la experiencia que liga a

determinadas colectividades. Ya hemos apuntado que la experiencia puede ser generadora de

conocimiento, debido a que la entendemos “en el sentido riguroso de cómo se vive una situación

o unos sucesos, cómo se siente y el efecto que produce en nuestros juicios y sentimientos”83.

Efecto que produce en los juicios expresados a través de las páginas de los periódicos de la época

esencialmente.

Es dentro de este proceso de transformación de las representaciones sociales, que el

presente capítulo se ocupará del inicio de la mutación de las opiniones expresadas en las páginas

83
Sewell, Jr., William; “Cómo se formas las clases…” op cit. pág. 95

34
de los distintos periódicos. También se demostrará cómo las aprehensiones expresadas en

periódicos populares, como José Arnero y El Alba, se irán volviendo cada vez más críticas,

elaborando un discurso que da cuenta de cómo la sociedad se relaciona con el Estado. Mientras

que una cantidad importante del pueblo, no el trabajador sino el ocioso, es marginado por las

representaciones que elabora el Partido Demócrata debido a sus prácticas de violencia. Cabe

señalar que este proceso de cambio en los juicios, se irá intensificando a medida que pasen los

días posteriores al 22 de octubre, por lo que como se señaló más arriba este capítulo será una

breve aproximación a dicha apertura o quiebre de las representaciones sociales, sobre la

problemática del impuesto a la carne. Antes de entrar al análisis del inicio de las mutaciones de

las representaciones, tenemos que elaborar una breve descripción de la manifestación del día 22

de octubre de 1905.

El comienzo de la manifestación estaba estipulado para las 14:30 horas, del día domingo

22 de octubre. Pero como se evidencia en diferentes fuentes, desde mucho antes de la hora fijada,

a lo largo de la calle Alameda, entre Bandera y San Martín se había posicionado una gran

cantidad de manifestantes. El ordenamiento de la gran masa de adherentes había sido pensado por

el Comité Central, dejando un lugar para los habitantes de cada una de las comunas invitadas,

quienes iban detrás del correspondiente espacio destinado para todas las sociedades obreras que

adhirieron a la petición, “encabezados por el Centro de Estudios Sociales Ateneo Obrero”84.

Aproximadamente a las 14 horas, el desfile se comenzó a desplazar desde la Alameda,

avanzando hacia el norte por la calle Morandé, en donde doblaron hacia el poniente por Moneda

hasta llegar al palacio de gobierno, en donde se entrevistarían con el presidente Germán Riesco.

84
Izquierdo, Gonzalo; “Octubre de 1905”.. op cit. Pág. 57.

35
La Moneda presentaba el aspecto de que no había nadie en su interior, desde fuera se veían todas

las ventanas cerradas y solamente estaba abierta la puerta de entrada hacia donde se dirigió el

Comité Central, quienes encabezaban la inmensa columna de manifestantes, entre veinte a treinta

mil personas aproximadamente85. En la entrada, el teniente Fuenzalida del Escuadrón de Escolta,

informó al Comité que Riesco se encontraba en su casa, en las calles de Teatinos esquina

Morandé, hacia donde se comenzó a movilizar la masa de manifestantes. Es con este hecho, con

este pequeño cambio de planes que comenzó a “circular [el rumor] entre los concurrentes al

meeting que el presidente de la república se negaba a oír las peticiones de los obreros sobre la

derogación al impuesto, los ánimos se exaltaron y en la Alameda y frente a la Moneda se hicieron

manifestaciones de protesta”86. La “falsa noticia de que el primer mandatario se había negado a

conversar con el pueblo”87, es el comienzo de la fractura de la unidad que habían logrado

demostrar los manifestantes. Este rumor se tradujo en que el grupo que iba en el inicio de la gran

masa que conformaba el desfile, se dirigió a la casa del presidente Riesco, mientras que las

personas que iban más atrás se encontraron con este tipo de noticias que comenzaron a caldear

los ánimos. Una cantidad importante de manifestantes se quedó en las afueras de la Moneda y a

los pocos minutos comenzaron a apedrear el palacio de gobierno y a los pocos policías que

conformaban el escuadrón de escolta. Estos hechos fueron breves, ya que la policía pudo

contener el enfrentamiento de piedras que lanzaron los manifestantes, y muchos de ellos

siguieron su camino hacia la casa de Riesco, en donde el Comité se entrevistó con él.

85
Izquierdo plantea el número de manifestantes, entre veinticinco y treinta mil, e inclusive llega a insinuar que
solamente seis o siete mil personas fueron las que efectivamente marcharon, y que el resto permanecieron
deambulando en la Alameda. Ibid. Pág. 59-60.
86
“Los sucesos del domingo. Se inicia el movimiento subversivo”, El Chileno, 24 de octubre de 1905.
87
Izquierdo, Gonzalo; “Octubre de 1905”.. op cit. Pág. 60. Grez también plantea el mismo argumento como el inicio
de la espiral de violencia. Véase en: Grez Toso; “Una mirada al movimiento popular…” op. cit. Pág. 9

36
En este caso, efectivamente el presidente recibió al Comité Central y les dio como

respuesta que tenía que consultar la problemática de la abolición de la ley que gravaba la

internación del ganado argentino con el Congreso. Esta respuesta fue agradecida por el Comité,

quienes al salir de la casa de Riesco siguieron con la manifestación por la calle Huérfanos. Pero,

como desde el incidente en la Moneda la columna de manifestantes se había fracturado, a las

afueras de la casa del presidente también se comenzaron a desarrollar incidentes, ya que hubo

personas que alentaban a otros para que intentaran entrar por la ventana a la casa de Riesco88.

Estos incidentes fueron entrelazándose poco a poco, la gente que se fue quedando más

atrás volvía hacia la Alameda, ya que había un gran número de personas en las calles cercanas.

En este ir y venir, en donde se efectuaban algunos apedreamientos a la policía y casas

comerciales, los incidentes comenzaron a volverse cada vez más violentos. En la Alameda, los

“revoltosos” comenzaron a externalizar sus sentimientos en contra de los carros de tranvías, hasta

el punto que la empresa a cargo de este servicio decidió, aproximadamente a las 16 horas,

suspender la circulación de este medio de transporte. Los incidentes que surgieron a partir de la

manifestación en contra del impuesto al ganado argentino fueron declinando al tiempo en que la

tarde iba transcurriendo; al mismo tiempo que el Comité Central “nombró una comisión (…) para

que trataran de contener a los exaltados en diversos puntos de la población [ciudad sic.],

principalmente en los barrios Matadero, Providencia y comuna Estación”89. Alrededor de las 17

horas, el orden fue restablecido.Los hechos del domingo fueron totalmente distintos a los que se

efectuaron el día lunes 23, los que se desarrollaron el 22 están inmersos dentro de un espacio de

espontaneísmo. Si bien la manifestación estaba coordinada y organizada, ésta no se basaba en la

88
Los pormenores de este incidente, en: “Sucesos del domingo. En casa de S.E. “, El Chileno, 24 de octubre de
1905.
89
“El desorden comienza”, El Diario Popular, 24 de octubre de 1905.

37
violencia como su mecanismo de expresión. La petición debía enmarcarse en un margen de

respeto a la legalidad y al orden. Pero con el quiebre del día 22, los hechos del día 23 ya no

responderían a una lógica espontánea, de violencia inorgánica e inconsciente: los manifestantes

que salieron el día lunes a las calles de Santiago, sabían muy bien a lo que se enfrentarían. “Los

manifestantes de buena parte del 23 de octubre portaban el sello del movimiento obrero

organizado, expresándose prácticas, tendencias y confluencias de más largo arrastre que la mera

protesta inorgánica u ocasional”90.

Movimiento popular,
de todas las clases que producen y trabajan.

Durante los dos primeros días que siguieron a la manifestación del día 22 de octubre, los

periódicos no lograron dar cuenta de cómo logró transformarse una manifestación de orden y de

petición, en una asonada de violencia y saqueo del centro de Santiago. Solamente el periódico El

Diario Popular comenzó un detallado desglose de los sucesos de violencia a lo largo y ancho de

la ciudad. Dentro de esta perspectiva, podemos comprender el por qué de los tonos

esperanzadores acerca de la manifestación, sobre todo en los periódicos que circularon el día

lunes 23, José Arnero y El Chileno.

El principal argumento que se planteaba acerca de la manifestación, se centraba en la

unión y solidaridad que demostró el pueblo de Santiago91. Desde esta perspectiva se planteó lo

imponente que resultó el movimiento popular, que se unió con un objetivo claro y preciso como

90
Grez Toso; “Una mirada al movimiento popular…” op. cit. Pág. 18
91
La “unidad de la clase obrera sigue siendo una contingencia de la agitación política”. Debido a la “intersección
dinámica y contradictoria de tendencias cohesionadas y disgregadoras dentro de la clase en su conjunto”. Eley,
Geoff; “Edward Thompson, historia social y cultura política: la formación de un espacio público de la clase obrera,
1780-1850”. En E. P. Thompson…op cit. pág. 45

38
lo era la derogación del impuesto que gravaba la internación del ganado argentino. Es así como

recurrentemente se refuerza la idea de la presencia de “obreros de todos los oficios, jentes de

todos los barrios, elementos de todas las ideas, una muchedumbre en fin formada por todas las

clases que producen y trabajan”, y es esta gran masa heterogénea la que se “había unido en un

solo pensamiento y en una sola aspiración”92. Esta demostración de unidad y solidaridad se veía

reflejada en el orden que demostró la manifestación, que los reunía para pedir pacíficamente “la

abolición de una lei que ha llegado a ser lei de hambre, que no ha traído sino males a la mayoría

de la población y que ninguna razón atendible aconseja mantener”93.

Es este movimiento popular de todas las clases que producen y trabajan las que se unían

en un solo pensamiento y una aspiración, es la misma base que mantenía a su favor “la justicia de

la idea y la fuerza del número”. Éstos argumentos se centraban en la calidad de la alimentación

popular y en la demostración de que “cuando todo un pueblo entero se levanta como ahora para

pedir una cosa en forma tan elevada y tan imponente, es que ese pueblo tiene razón y debe

oírsele”94. Esta manifestación de solidaridad y unión también se analizaba como “la más

elocuente demostración de la consciencia de las clases trabajadoras”95, destacándose el grado de

cultura que había alcanzado el pueblo y la consideración que de dicha manifestación y el

significado que debía entender el Estado, comprender que es todo el pueblo quien pedía la

abolición del impuesto.

La demostración de solidaridad y unidad de las clases trabajadoras, esconde tras de sí uno

de los temores de los periódicos populares, que se reproducían días antes de la manifestación, ya

92
“El movimiento de ayer”, El Chileno, 23 de octubre de 1905.
93
Idem.
94
Idem.
95
“La manifestación de ayer. ¿Se nos hará justicia?”, José Arnero, 23 de octubre de 1905.

39
que se resaltaban los meetings que habían fracasado por la poca asistencia de personas. Y desde

esta nueva coyuntura que lograba representar la unidad de clase del “pueblo”, desde la

experiencia común del hambre y la miseria que ligaba a comunidades diversas de personas desde

el sufrimiento, desde las ganas de comer y el hambre, se comenzaba a auto-representar desde un

posicionamiento favorable frente a la petición. “I cuando un pueblo culto i consciente formula

una petición inspirada en puros sentimientos de justicia, el gobierno no puede denegarla sin

hacerse acreedor a las más enérgicas recriminaciones i al odio reconcentrado de las masas

populares”96.

La idea de que el gobierno debía favorecer a todo el pueblo seguía latente, y se refuerza

aún más en los periódicos más cercanos a las clases trabajadoras. Es dentro de esta perspectiva

que se sostenía que “hasta hoy el pueblo siente por el gobierno únicamente una antipatía lógica i

justificada, por el desdén con que lo tratan las autoridades”. Pero solamente se expresó en

sentimientos internos, en una antipatía hacia el Estado, pero se mantenía la idea-fuerza de que:

“cuando desde el desdén el gobierno pasa a la burla sangrienta, complaciéndose en


gozar de las miserias de los humildes, la antipatía popular se convierte entonces en odio i
en todos los espíritus obreros nace un natural deseo de venganza, de repeler por la fuerza
el ataque a sus derechos: prende la tea del anarquismo, no de la anarquía con ideales de
una nueva sociedad, sino de la revolución social, devastadora i terrible!”97.

Esta manifestación de la exteriorización de los sentimientos encarnada en la posibilidad

de una respuesta violenta, determinada por la acción que llevase a cabo el gobierno es una forma

de justificar, de antemano, los hechos de violencia y destrucción que se fueron desarrollando

desde un inicio ordenado y pacífico en el desfile del pueblo hambriento y humillado. “El pobre,

harapiento, escuálido, se dirije a los poderes públicos, pidiendo sea abolido un impuesto odioso,

96
Idem.
97
Idem.

40
que lo perjudica directamente; i el orgulloso i tirano feudal de la hacienda sostiene que debe

mantenerse la carestía de la carne”. Ante este análisis se sostenía indudablemente la forma en que

estaba organizada la sociedad, en la posición subalterna en la cual se encontraban las clases

trabajadoras, ya que “el gobierno está en poder de este último [el tirano feudal de la hacienda];

pero la razón asiste sobrada i radiante para el primero [el pobre]”98.

Cabe destacar que a pesar de estas manifestaciones discursivas de la exteriorización de los

sentimientos de opresión, frente a la dependencia del aparato estatal, se mantenía aún el análisis

que refería hacia las relaciones entre éste y la sociedad. “Las funciones fundamentales de los

gobernantes modernos, que consisten en procurar el bienestar general y las prosperidad de la

nación entera, antes que el beneficio de unos cuantos”99. Ante este continuo énfasis en las

funciones que debería cumplir el Estado, se argumentaba exclusivamente desde una

naturalización de dichas funciones, es decir, en manifestar los deberes inherentes que debería

cumplir el aparato estatal en relación al conjunto entero de la sociedad. En la coyuntura

específica, octubre de 1905, tanto el PD como las fuentes populares expresan la desnaturalización

de las funciones estatales100, al no legislar a favor de la sociedad entera. Entendían que las leyes,

en este sentido la ley que gravaba la internación del ganado argentino, protegían y eran dictadas

por los hacendados capitalistas, por los ganaderos. “El pueblo sabe mui bien que la lei del

Impuesto fue dictada por los ganaderos, quienes en su lejítimo interés de acrecentar sus capitales,

no trepidaron en abusar de sus atribuciones legislativas para encarecer un artículo de consumo de

98
Idem.
99
“Movimiento de ayer…”, op cit, El Chileno.
100
Este tipo de desnaturalización del Estado, podemos entenderlo desde las dos acepciones contrapuestas de
Naturaleza. Lo natural, un modo de ser que le es propio y que hay conocer tal como efectiva y naturalmente es, y por
otro lado lo que es por convención, un modo de ser que ha sido determinado de acuerdo con un propósito humano.
De acuerdo a ambas afirmaciones, la desnaturalización se entiende como las conductas desde las cuales se puede
comprender que no se están cumpliendo los propósitos a los cuales debe atender naturalmente algo, el Estado en este
caso. Ferrater Mora, José; Diccionario de Filosofía. Vol. 3. Alianza Editorial. 1984. Pág. 2309.

41
primera calidad”101. Dentro de la misma perspectiva, Enrique Fernández plantea que: “reproducir

las situaciones de privilegio significó al menos dos cosas [para la oligarquías]: primero, generar

una institucionalidad política, administrativa y legal prácticamente solo en beneficio e interés de

las oligarquías. Segundo, por omisión, dejar fuera de ella al pueblo, lo cual en sentido inverso era

también una institucionalización. Sólo que ahora de la exclusión”102.

Las prácticas económicas de los hacendados en relación con el Estado, que tenían como

resultado acrecentar sus capitales, son representadas por las fuentes populares como la causa de la

conformación de “un abismo entre los proletarios i los señores feudales que forman las

Sociedades de Agricultura”103. Y es para acortar esta brecha entre estas clases sociales que el

pueblo ve representados sus intereses en el Comité Central para pedir formalmente la abolición

del impuesto que gravaba la internación de ganado argentino, para que el pueblo no convirtiera su

antipatía en un odio profundo y rencoroso, que solamente traería la tea del anarquismo.

Incorporación de elementos anónimos.

Como se ha demostrado más arriba, las primeras impresiones que se elaboraron acerca de

la manifestación del domingo 22 de octubre no centraban sus argumentos en el problema de la

violencia. Ésta estaba determinada por el accionar del Estado, es decir por la respuesta que el

presidente le entregase a los representantes del Comité Central en la petición para la abolición del

impuesto. El argumento central sobre el cual se construyeron estas representaciones estaba

enmarcado en la experiencia común de hambre y miseria, en lo que representaba la carestía de la

101
“Manifestación de ayer…”op cit, José Arnero.
102
“El Estado en manos de las oligarquías, actuó como el garante de esa realidad. Operó, institucional y
territorialmente, como un mecanismo que reprodujo la estructura de privilegios existente, excluyendo de ellos al
resto de la población”. Fernández, Enrique; Estado y Sociedad…op cit. pág. 65-66.
103
“Manifestación de ayer…”op cit, José Arnero.

42
vida…esencialmente de la carne. La manifestación demostró el grado de solidaridad y unión de

las clases trabajadoras frente a un problema común.

Esta demostración de unidad y solidaridad de las clases subalternas, estaba encabezada

por el Comité Central de la abolición del impuesto al ganado104, pero adhirieron un gran número

de sociedades obreras105. El PD dentro de su periódico expresó que adhirieron “instituciones

obreras respetables, sociedades que cuentan con muchos años de existencia, y cuyos fines

primordiales son el socorro mutuo”106. El énfasis que se demuestra en establecer que las

sociedades obreras presentes en la manifestación estaban ligadas al mutualismo, es en cierta

medida entendible dentro de las distinciones que los diferencian y los oponían de las sociedades

de resistencia, las cuales se albergaban bajo las diferentes lecturas que se desarrollaron del

anarquismo a principios del siglo XX107. Pero aún así, dentro de las diversas asociaciones que

104
La Mesa Directiva del “Comité Central de la abolición del impuesto”, estaba compuesto por: Fernín Sánchez
(Presidente del Comité y Presidente del gremio de abastos); Carlos Cornejo (vice-presidente); Santiago Baeza,
Octaviano Huerta y Roberto Parragué (Miembro de las Sociedad de Fomento Fabril y Cámara Industrial de Chile.
Regidor por Santiago entre 1907 y 1909. Miembro del Partido Radical) (Secretarios). “El Comité Central”, El Diario
Popular, 24 de octubre de 1905. Datos de los miembros del Comité extraídos del anexo de: Izquierdo, “Octubre de
1905”…op cit, pág. 91-93.
105
Entre las que son identificadas, están: Unión Cívica Obrera, Unión Andrés Bello, Centro Social de Socorros
Mutuos, Filarmónica La Democracia, Socorros Mutuos Eulojio Altamirano, Comerciantes del Mercado Central,
Defensa y Socorros Mutuos, Socorros Mutuos José Manuel Balmaceda, Sociedad de Pintores Miguel Anjel, de
Socorros Mutuos Independencia, Unión de Carroceros, Unión de los Tipógrafos, Colón de Zapateros, Socorros
Mutuos Diego Barros Arana, de Hojalateros y Gasfiters, Igualdad y Trabajo, La Proteccion Mutua, Círculo Santo
Domingo, Union y Proteccion de Estucadores, Ateneo Obrero, Centro Social de Obreros El Arte, Chilena
Cooperativa de Artes y Oficios, Centro de Tapiceros de Santiago, Carpinteros y Ebanistas Fermín Vivaceta,
Sociedad de Socorros Mutuos Proteccion de la Mujer, La Aurora, Socorros Mutuos Bernardo O´Higgins, Benjamín
Vicuña Mackenna de Cigarreros, Union de Talabarteros, Transportes de Carga, , Artes Mecánicas, Artesanos La
Union, Santiago de Zapateros, Centro Obrero de Instrucción Manuel Antonio Matta, Obreros de San José y muchas
otras. En: “Los últimos sucesos”, El Chileno, 24 de octubre de 1905.
106
Idem.
107
La principal diferencia entre el mutualismo y las sociedades de resistencia, es que las primeras buscaban “la
seguridad financiera de sus miembros, a través de los pagos de cuotas”, en cambio las sociedades de resitencia
buscaban “mejorar la suerte material de los trabajadores utilizando la huelga”. DeShazo, op. cit., pág. 149. Como
establece Grez, “las sociedades de resistencia –sin descartar los tradicionales objetivos de ilustración y regeneración
popular- nacieron para desarrollar la lucha económica de los trabajadores contra los capitalistas y por eso concitaron
la animosidad de la clase dirigente y de su aparato estatal”. Grez Toso, Sergio, Los anarquistas y el movimiento
obrero. La alborada de “la Idea” en Chile, 1893-1915. Santiago, LOM ediciones, 2007, pág. 79

43
estaban presentes en la manifestación, habían diversos gremios y sociedades de resistencia de

carácter anarquista como el centro social Ateneo Obrero.

En la carta entregada por el Comité Central al presidente Germán Riesco -en donde se

solicitaba la abolición del impuesto al ganado- podemos desprender ciertas categorías de análisis

que mantenían la idea de la desnaturalización de las funciones estatales, pero también se

expresaban algunos elementos nuevos en relación al tipo de alimentación que necesitaba el

“pueblo”. En esta oportunidad se conformaba como el argumento central, “la virilidad que

necesitan los hijos del trabajo para empujar vigorosamente el carro del progreso a la sombra de la

paz”108, sustentada gracias a una alimentación nutritiva y abundante. Esta imagen que se

presentaba, estaba precedida por una afirmación que hacía referencia a la puesta en marcha de la

ley que gravaba la internación del ganado argentino, “en 1897, impelidos por nuestro patriotismo

y henchidos nuestros corazones de entusiasmo, aplaudíamos que se dictara una ley de protección

para asegurar el desarrollo de la ganadería nacional”109. Pero al mismo tiempo, se sostenía que el

apoyo a dicha ley se contraponía a los supuestos que argumentaban su puesta en marcha, y que

aún sostenía la SNA: “en ocho años de vigencia de la ley que grava la internación de ganado, ha

quedado demostrado, con hechos tan reales, como el alza progresiva de la carne hasta llegar al

precio exorbitante de hoy, que a su amparo no se ha desarrollado la ganadería nacional”110.

Como hemos podido evidenciar, los argumentos que se habían construido para promover

la abolición del impuesto al ganado argentino centraban el análisis en el alza del precio de la

carne hasta mantenerla alejada del alcance de las clases subalternas. Ahora se agregaba con más

108
Carta del Comité Central entregada al presidente Germán Riesco, reproducido en: El Diario Popular, 24 de
octubre de 1905.
109
Idem.
110
Idem.

44
fuerza, que el sustento del progreso del país necesitaba de una alimentación nutritiva y

abundante, dentro de la cual hacían ver que la carne ocupaba un lugar central. Y la petición al

gobierno mantenía una imagen aún más clara de la concepción política que sostenía el Comité (y

que demostraba su profunda conexión con el Partido Demócrata): “si hay actos de los cuales

pueda enorgullecerse un gobierno, es, sin disputa, el de oír y acudir en auxilio de su pueblo,

presentándose como ángel de salvación cuando la necesidad golpea a su puerta y días de miseria

y sufrimiento se dibujan en el horizonte”111. Esta es una imagen muy elocuente de la relación que

debía existir entre el Estado y la sociedad, aún más clara que las que se habían construido hasta el

momento, ya que recalcaba la dependencia económica y social bajo la cual estaban sujetas las

clases subalternas. Y resaltaba el papel del gobierno ante la demanda popular, manteniendo la

idea de que el Estado debía atender las demandas populares que se efectuaban dentro de los

márgenes de orden y de paz.

Aún así, la respuesta del gobierno era tajante, “por tratarse de la derogación del impuesto

establecido por ley, el asunto no era del exclusivo resorte del poder ejecutivo, pues le

correspondía también, tomar intervención en él al Congreso”112. Esta fue la respuesta que el

presidente le entregó al Comité Central, la cual fue comunicada entre la masa de los

manifestantes que esperaban fuera de la casa de Riesco ese día 22 de octubre. Pero la respuesta

de los manifestantes no fue unívoca, se fracturó el movimiento popular de las clases subalternas

que hasta ese momento se había mantenido en orden, demostrando su cultura y su civilización,

como lo había pedido el Comité Central en el llamamiento a la manifestación. Esta fractura se

111
Idem.
112
“El Comité Central…”, op cit, El Chileno.

45
comprende desde el comienzo de una asonada de violencia, de saqueo ante la propiedad pública y

privada, que se comenzó a extender en Santiago y que se mantuvo por dos días.

Durante la manifestación del día 22 de octubre, podemos ver cómo se entremezclan

ciertas expresiones primitivas113 de rebeldía social como lo es la asonada y la irrupción

espontánea de personas que no estaban adscritas dentro de las sociedades obreras, con las formas

modernas y pacíficas de protesta como lo es la recurrencia a la huelga114. Grez plantea dicha

convergencia de las expresiones reivindicativas espontáneas con la huelga. Como hemos visto

hasta el momento, durante el día 22 de octubre se evidenció la práctica de la petición pacífica, el

quiebre dentro del movimiento se hizo latente con la irrupción de una asonada violenta y

espontánea. La huelga se plantea como una expresión diferente a la asonada, DeShazo la entiende

como: “el abandono del trabajo por los miembros de la clase obrera por períodos de tiempo que

no han sido predeterminados antes de comenzar la huelga, y por razones que no tienen que ver

con la política”, y en la misma línea plantea que: “tampoco se considera como huelga el faltar al

trabajo durante los períodos de desorden público, como la protesta en Santiago en octubre de

1905, a menos que los trabajadores presentasen peticiones de quejas a sus patrones”115.

Es decir, las jornadas del 22 y 23 de octubre pueden ser entendidas como la manifestación

ordenada de petición al gobierno para la abolición del impuesto al ganado, y posteriormente,

como una asonada popular, que externalizó los sentimientos de hambre y miseria mediante la

acción violenta. Si bien algunos gremios se declararon en huelga el lunes 23, no fue en directa

relación con la reivindicación que se manifestó el día domingo, si no más bien fueron peticiones

113
Concepto desarrollado por Hobsbawm, Eric; Rebeldes Primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los
movimientos sociales en los siglos XIX y XX. Barcelona, Editorial Ariel, 1983
114
Grez Toso, “Una mirada al movimiento popular…op cit, pág. 1
115
DeShazo, Trabajadores urbanos y sindicatos… op cit, pág. 160 –especificación en la cita número 367.

46
específicas de cada gremio. Y la paralización de la ciudad se debió a los hechos de violencia, no a

una huelga general de los gremios como temió la oligarquía y el PD.

Al adentrarnos en las primeras impresiones que se construyeron sobre el inicio de la

asonada de violencia en que resultó la manifestación, podemos desprender una clara imagen de

desvinculación y marginalización sobre quienes son apuntados como los agitadores y quienes

comenzaron a desarrollar los hechos de violencia.

Al tratarse de una manifestación de las clases subalternas, de “todas las clases que

producen y trabajan”, es común que también adhieran “elementos anónimos que existen en toda

ciudad grande, que no forman en las filas de ninguna institución y que, irresponsables y audaces,

en todo movimiento popular dan la nota extremada, arrojan la primera piedra y lanzan las

incitaciones al saqueo y la matanza”116. La representación de unidad y solidaridad sufre una

fractura, al desligar del movimiento a quienes son denominados como los “elementos anónimos”,

“los descamisados que viven en la ociosidad y suelen hacer víctimas a los mismos obreros de sus

audaces golpes de manos”117. Esta representación del ocioso, que su único fin era el saqueo y el

pillaje, es excluida y marginalizada de todas las clases subalternas, ya que como sostuvo el PD:

“no se confunda al pueblo sano, laborioso y trabajador, que ejercitaba su derecho constitucional,

con esos elementos dañinos que constituyen los bajos fondos sociales y salen a la superficie ante

la perspectiva del pillaje y del saqueo”118.

116
“Los últimos sucesos…”op cit, El Chileno, 24 de octubre de 1905.
117
Idem.
118
“Interrogamos –dice El Diario Ilustrado, en relación con los sucesos- a algunos guardianes sobre quiénes eran los
que incitaban al pueblo a cometer los atropellos a la propiedad y a la policía, y varios nos dieron respuestas como la
siguiente: “Entre los que arman la camorra, andan unos inmigrantes de esos que trae el Gobierno para trabajar. Esos
son los peores de todos; aleonan a la jente y después se quedan detrás de los árboles, escondidos, cuando vienen las
cargas. Echan delante a los chilenos a recibir los sablazos y ellos mui bien que saben guardarse.”

47
Dicha demostración de unidad y solidaridad, mantenida dentro de los lazos de hambre y

miseria que ligaban a las clases subalternas, son extendidos (luego de los hechos de violencia)

sobre las sociedades obreras y las personas que se mantuvieron alejadas de la asonada; pero las

personas que sufrían las mismas condiciones económicas y sociales, que expresaron su

descontento y su miseria dentro de otros tipos de prácticas comunes al movimiento popular (las

cuales no fueron desalojadas de la experiencia de las clases subalternas con la inclusión de la

huelga119), fueron representadas de forma marginal y excluyente del movimiento que se proponía

representar a todas las clases subalternas. La desvinculación de los marginales puede entenderse

desde la perspectiva política que ostentaba el PD, ese legalismo que condensaba todas sus

aspiraciones en el accionar dentro del sistema vigente del Parlamentarismo post-portaliano. Al

PD no le convenía representar al “pueblo” violento, arcaico que no quería salir de su deteriorada

condición bajo el proteccionismo paternalista de un partido político. Julio Pinto, plantea que la

politización del mundo popular estuvo condicionada desde arriba, desde los partidos políticos

como el Demócrata. Pinto plantea la escaza autonomía del movimiento popular tarapaqueño, de

acuerdo a esta politización desde arriba120. Por otro lado, Mario Garcés plantea que ese mismo

proceso de politización popular estuvo condicionado desde abajo, desde los movimientos

sociales populares quienes “primero organizaron la solidaridad y luego la resistencia a la

explotación económica y social. La política vino después; el partido fue un segundo momento en

la gestión de una política popular”121. Esta politización desde abajo contiene una serie de aspectos

esencialmente populares, y a pesar de estar interrelacionados con las distintas esferas que

Querría decir entonces, agregamos nosotros, que nuestros pobres rotos chilenos estarían sirviendo de carne de cañon
a los malos elementos extranjeros”. Citado en Idem.
119
Véase Grez Toso, “Una mirada al movimiento popular…” op. cit, pág. 12
120
Pinto, Julio; “¿Cuestión Social o Cuestión Política”...op cit. pág. 253 y 311.
121
Garcés, Mario; Cuestión Social…op cit. pág. 9.

48
conforman la sociedad, los espacios desde donde se desarrolló este proceso contiene grados

importantes de autonomía.

Desde esta perspectiva, podemos comprender la tensa relación entre el modo en que el PD

intenta politizar desde arriba al pueblo, y las propias prácticas y expresiones sociales que

desarrollaba el movimiento popular desde los espacios de autonomía que tenía. Como sostiene

Geoff Eley: “dentro del contexto básico de relaciones productivas capitalistas, se puede imaginar

una gran variedad de intereses y experiencia proletarios (…) la desunión y fragmentación de la

clase obrera [del mundo popular entendido en su heterogeneidad] es una característica

permanente y estructural de las relaciones capitalistas”122. Esta divergencia podemos

comprenderla, en nuestra coyuntura específica, entre las prácticas sociales que proponía el PD y

las que desarrolló el mismo movimiento popular, las que se tradujeron en una continua

marginalización desde arriba de las personas no adscritas a alguna asociación o mutual. La

exclusión del “bajo pueblo” llegó a conformarse desde una oposición con el “pueblo”, en su

composición heterogénea, y ésta diferencia esencial no radicó única y exclusivamente en la

violencia.

Los hechos de violencia desarrollados por los ociosos, estuvieron alentados por

vociferaciones de ideas libertarias, que solamente servían para “exaltar los ánimos y a infundir a

las multitudes el odio a nuestras autoridades, y, en una palabra, a todas nuestras instituciones

sociales”123. El Comité Central no deseaba la existencia de este tipo de expresiones espontáneas,

ya que en la circular que difundieron para llamar a la concurrencia de todas las clases subalternas,

hacían un énfasis claro en que no existieran discursos ni mucho menos incidentes, que afectaran

122
Eley, Geoff; “Edward Thompson…” op cit. Pág. 65.
123
“El Comité Central…”, op cit, El Diario Popular, 24 de octubre de 1905.

49
de forma directa la demostración de unidad y solidaridad de las mismas clases. Aún cuando

existían ciertos temores sobre estas incitaciones espontáneas y sobre los mismos hechos

violentos, que se pueden rastrear en las publicaciones de los días anteriores a la manifestación –

asonada- del día 22 de octubre, los hechos demuestran que esos temores se hicieron realidad.

La asonada del día 22, la exteriorización de los sentimientos de impotencia ante un

contexto de hambre y miseria, se condensaron en “un estallido, un verdadero desborde de

pasiones mal comprimidas”. Mario Garcés plantea que en el contexto de la Cuestión Social se

evidencia una violencia social dirigida especialmente contra el Estado, los sectores de la

aristocracia y el gran comercio dentro de la ciudad; es dentro de este análisis que hemos podido

evidenciar, que tal como establece el autor, durante la asonada del 22 de octubre la ola de

violencia se dejó caer, principalmente sobre “la propiedad privada y los guardianes encargados

del orden público”124.

Esta ola de violencia que arrasó con la ciudad de Santiago fue duramente sancionada por

el Comité Central, al punto de que los miembros que lo componían salieron a recorrer las calles

para impedir que los hechos de violencia y el enfrentamiento con la policía siguieran sucediendo.

Dentro de esta perspectiva (el control de la violencia) cabe señalar que el gobierno desde el

primer momento expuso que “no se dejará humillar. O se procede con moderación, o la

autoridad, lejos de acceder a lo que el pueblo pide, se hará respetar de él por los medios a su
124
“La Empresa de Tranvías fue sin duda quien con mayor crudeza fue víctima de los desmanes de los exaltados (…)
En la Alameda de las Delicias, frente a la calle de Morandé, una multitud se apoderó de dos tranvías que hacían viaje
al centro, y dándoles impulso contrario a uno contra otro, los hizo chocar con tal fuerza que se rompieron en mil
pedazos”. En: “Los sucesos del domingo. Carros despedazados”, El Chileno, 24 de octubre de 1905. “Durante el
combate empeñado entre la policía y los revoltosos (…) uno de los desanimados lanzó una pedrada a un guardián de
a caballo que pasaba al trote a reunirse con algunos de sus compañeros que iban más adelante.
El guardián cayó pesadamente a tierra, visto lo cual por la turba, se abalanzó hacia él y principió entonces con la
brutal escena. Cada cual dirigía un golpe de muerte al desgraciado, lanzándole adoquines que concluyeron por
destrozarle la cabeza por completo (…) se ensañaron aún con el cadáver, despedazándole a golpes, pisoteándole
furiosamente”. En : “El Comité Central. Una escena salvaje”, El Diario Popular, 24 de octubre.

50
alcance. La calma es el medio de conseguir lo que el pueblo pide”125. Pero esa calma que exigía

el gobierno, fue lo último que llegó126, debido a que la policía apoyada por un número importante

de jóvenes de la aristocracia, defendían sus propiedades y reprimían en las calles de Santiago, a la

turba de ociosos que experimentaba la externalización de sus sentimientos de miseria y

sufrimiento, ya que se habían juntado las ganas de comer y el hambre.

125
Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores, Federico Puga, dirigidas a un grupo de manifestantes, publicadas
en: “Habla el gobierno”, El Diario Popular, 24 de octubre de 1905.
126
El lunes 23, mediante un bando, el notario de Hacienda Florencio Márquez informó sobre “la prohibición de la
formación de grupos en las calles, plazas y vías públicas de la capital; la prohibición del tráfico de toda clase de
vehículos desde las 6PM hasta las 6AM; y la prohibición en Santiago de la apertura de todo establecimiento en
donde se expenden bebidas alcohólicas”. Difundido en: “El Bando”. Idem.

51
3.- “Una tempestad humana, compuesta por la hez más corrompida del
populacho”.

Como hemos afirmado en el capítulo anterior, los hechos ocurridos durante el día

domingo 22 desbordaron los límites dentro de los cuales debía enmarcarse el desfile de petición

para la abolición del impuesto al ganado. Dentro de esta perspectiva, el presente capítulo

abordará cómo la irrupción de la asonada logró transformar las representaciones sociales, tanto de

los periódicos El Chileno y El Diario Popular, ahondando los análisis en la problemática del roto

ocioso y criminal y su inconsciencia que lo llevaba a la acción violenta. El énfasis en esta

representación afirmará profundamente el carácter republicano que ostentaba el PD, y por otro

lado, se desarrollará complementariamente un análisis de matices católicos, expresados en El

Diario Popular, como agente religioso para la regeneración moral y espiritual del pueblo.

La violencia espontánea sobrepasó el accionar del Comité Central, el cual desde el día

domingo 22 se diluyó como eje central del movimiento abolicionista. El día lunes 23 se enmarcó

dentro de otra lógica de acción, desde muy temprano la ciudad se encontraba en movimiento, “se

esparcen voces sobre el pronunciamiento de la huelga general de todos los gremios”127. Desde la

transformación de la manifestación de orden y petición hacia una asonada espontánea, el

periódico del PD planteaba el temor que también compartía la oligarquía chilena: el de una

huelga general. Este temor estaba sustentado en la potencialidad revolucionaria que los

anarquistas le adherían a la Huelga General, como el principio de la Revolución Social128. Por lo

127
“El día de ayer”, El Chileno, 24 de octubre de 1905.
128
“El conseguir beneficios materiales por parte de los patrones a través de la movilización, era la primera etapa en
el plan a largo plazo de los anarquistas, seguido de la consolidación de la fuerza de la clase obrera y la eliminación
del sistema capitalista por medio del acto revolucionario. La manera como debía ocurrir la derrota final del
capitalismo se mantuvo indefinida hasta 1905, cuando se aceptó en forma generalizada el concepto de la huelga
general revolucionaria”. DeShazo, op cit, pág. 149. En el mismo sentido “la huelga general revolucionaria, sería el

52
tanto dicho temor que ostentaba, tanto la clase política como la clase terrateniente, evidenciaba la

continua criminalización que recaía sobre los anarquistas, al igual que sobre el roto ocioso –como

veremos más adelante- sin ser los ácratas quienes organizaron el movimiento de petición.

La violencia de la tarde del día domingo y del día lunes, produjo “nubes de

incertidumbres que se ciernen sobre el porvenir”129. El lunes comenzó desde temprano con

bastante movimiento en diferentes puntos de la ciudad, a las 7 am la policía ya se había enterado

que algunas comisarías de la Policía de Aseo se habían declarado en huelga, y que “por todos los

barrios de la ciudad, [iban] haciendo propaganda a favor de un movimiento de huelga general”.

Seguían en la misma línea “los obreros de la fundición Libertad, de Strickler y Kuffer, los

empleados de la Maestranza y operarios de otros talleres de los Ferrocarriles del Estado, los de

las Cervecerías Unidas, los de la Tracción Eléctrica, del Alcantarillado, los de edificios en

construcción, etc., abandonaron el trabajo poco antes de las 8, juntándose a los huelguistas”130.

Según Grez, estas manifestaciones “portaban el sello del movimiento obrero organizado,

expresándose prácticas, tendencias y confluencias de más largo arrastre que la mera protesta

inorgánica u ocasional”131. Las solidaridades se entrelazaban, principalmente, entre los

trabajadores de la Tracción Eléctrica y los panificadores, éstos habían apoyado a los tranviarios

en la huelga que desarrollaron a principios del mes de Octubre. Pero, ante la violencia “la

principio de la Revolución Social. El problema era que entre la huelga –parcial o total- y el triunfo de la Causa no
había una mediación clara, un objetivo nítido, realista y atractivo que proponerle al pueblo. No existía, en rigor, una
distinción y un enlazamiento entre estrategia y táctica”. Grez Toso, Los anarquistas y el movimiento obrero…op cit,
pág. 91.
129
“La lección” op cit, El Diario Popular.
130
Parte de la Prefectura de Policía N° 1502. Citado completamente en El Diario Popular, 27 de octubre de 1905.
131
Grez, “Una mirada al movimiento popular”…op cit. pág. 18

53
espontaneidad primó por sobre cualquier conducción inicial de gremios y grupos de trabajadores

que habían concurrido de manera ordenada”132.

Desde temprano muchos obreros comenzaron a declararse en huelga, pero no

específicamente por el asunto central de la jornada anterior, es decir para la abolición del

impuesto al ganado argentino. Este es un hecho muy importante, ya que con el correr de los días

posteriores a la asonada había una clara aceptación al hecho de que el precio de la carne, no era

exclusivamente por causa del impuesto, ya que éste gravaba sólo en tres centavos más el kilo de

carne.

Los trabajadores de los Ferrocarriles del Estado comenzaron a agruparse durante el lunes

23 en la Estación Central, desvinculándose del eje central que movilizó a la ciudad el día

domingo. Esto se evidencia en un estandarte que decía “los trabajadores de los Ferrocarriles del

Estado piden el 25% de aumento de sus jornales”133. Ante este ejemplo de reivindicaciones

específicas, totalmente alejada del motivo de la manifestación del domingo 22, Sergio Grez

establece que “ilustran el paso de las viejas asociaciones de corte mutualista, que encarnaban el

proyecto de regeneración del pueblo, hacia formas de organización de tipo sindical, que

levantaban la bandera más radical de la emancipación de los trabajadores”134. En la Estación

Central se logró juntar a una cantidad considerable de gente, 3.500 aproximadamente, quienes

comenzaron a avanzar hacia el centro de la ciudad vigilados muy de cerca por la policía, ya que

se podían visualizar “grupos de obreros, de turba de los arrabales y de gente venida de las

132
Ibid, pág. 19.
133
Parte de la Prefectura…op cit.
134
Grez, Sergio; Una mirada al movimiento popular…op cit. pág. 26

54
comunas rurales, vecinas a Santiago, con la intención de aprovechar del desorden (…) en actitud

subversiva”135.

La representación que desarrolló la Policía, acerca de los hechos del domingo y del lunes,

se centraba en hacer un continuo énfasis en la caracterización de las personas que participaron de

los hechos de violencia:

“el aspecto de la mayor parte de los individuos (…) era siniestro y revelaba claramente
su procedencia de las últimas capas sociales del pueblo, y no era difícil distinguir entre
ellos a muchos rateros, ladrones y delincuentes conocidos de antemano por la policía, a
mucha gente de malvivir, a agitadores de profesión, y a la chusma que siempre está lista
para acompañar cualquiera manifestación contra el orden público, en donde pueda ella
entregarse al libertinaje del robo y del saqueo”136.

La policía hacía un fuerte énfasis en declarar que las personas que eran parte de esas

“turbas” que desfilaban por Santiago, eran personas de la más baja condición social. Pero al

mismo tiempo, afirmaban que “también andaban mezclados con estas turbas, conocidos obreros y

hombres de trabajo”, pero cuando empezó la represión a los disturbios “los obreros se habían

separado de la chusma y entró ésta a dar expansión francamente a sus propósitos de saqueo”137.

Esta caracterización de la policía se centraba en la turba que se desplazó desde la Estación

Central hacia el centro de Santiago, la cual en su desplazamiento y en su llegada hasta la calle

Ahumada fueron saqueando algunos negocios, destruyendo el alumbrado público y atacando la

propiedad privada y de la policía. Pero este tipo de hechos no se produjeron solamente en el

centro, en todos los barrios de la ciudad se desarrollaron desórdenes, “las depredaciones de las

turbas se hicieron sentir también en las propiedades y elementos de servicios de las policías; así

135
Parte de la Prefectura... op cit,
136
Idem. Este extracto también es citado por Grez Toso en: Una mirada al movimiento popular…op cit. Pág. 11.
137
Idem.

55
la 7ª Comisaría, fue víctima de un conato de asalto, y los teléfonos los inutilizó en muchas partes

la chusma”138.

La policía hacía referencia a que fueron objeto de la violencia de las turbas, e incluso

llegan a manifestar que “el movimiento (…) comenzó a crecer en intensidad y audacia en

procedimientos, manifestando a las claras su franco propósito de lanzarse al saqueo de las

propiedades”139. Como podemos evidenciar, la lógica de acción sobre la cual se desarrollaban los

hechos es sobre el saqueo, la destrucción de la ciudad, pero no se vislumbran continuidades con

la jornada del día 22 en lo relativo a la abolición del impuesto al ganado argentino. El ejemplo de

los obreros de los Ferrocarriles es importante, su reivindicación se centra en el aumento de su

salario, es decir se puede contemplar la reivindicación específica desde diferentes gremios, pero

no una unión de fuerzas y objetivos claros, como sí lo representó la jornada del día 22. La jornada

del lunes comenzó con rumores de una huelga general, pero no había una comunidad de objetivos

ni menos aún de reivindicaciones. Por lo tanto, la fractura que manifestó la irrupción de la

asonada durante la manifestación para la abolición del impuesto al ganado, en el

desenvolvimiento del día lunes se fue intensificando aún más, ya que la violencia espontánea del

día domingo no se logró encausar nuevamente en un movimiento unido desde el hambre y la

miseria.

La policía manifestaba que no estaban tratando con “grupos de pueblo y manifestantes

simplemente subvertidores del orden público, sino chusma de la más baja y peligrosa condición

social, a cuyas hazañas quedaría entregada la ciudad durante la noche, si la policía no procedía a

138
Idem.
139
Idem.

56
gastar todo el rigor de su energía para contenerlas, intimidarlas y dispersarlas”140. Esta expresión

es indudablemente importante, ya que podemos entender la representación de los manifestantes

como “chusma de la más peligrosa condición social” como una justificación compartida por todas

las fuentes –a excepción de las ligadas al mundo popular como José Arnero, El Proletario, El

Alba y la Lira Popular141- para una represión violenta y sin compasión. Esta justificación se basó

en la imagen que se construyó del roto ocioso, como se ha demostrado anteriormente, sustentada

en la marginalización de las relaciones que se desarrollan dentro de la sociedad.

El diario que representaba las expresiones políticas del Partido Democrático, El Chileno,

en una editorial interpelaba a las autoridades, dándoles el apoyo:

“Respecto de las autoridades, su deber, apenas necesitamos decirlo, es mantener el orden


en la forma dolorosa pero necesario en que hasta aquí lo han hecho, buscando como fin
no las venganzas o las represalias, sino el restablecimiento de la paz y la tranquilidad
públicas, el pronto término de un estado de cosas que es de verdadera angustia para la
sociedad, el comercio y la industria, y de afrentoso oprobio ante el extranjero”142.

La forma violenta para imponer el restablecimiento del orden público, era justificada

como un mecanismo doloroso pero necesario. En otro tono, el Comité Abolicionista que había

designado a algunos hombres para que recorrieran las calles tratando de calmar a la gente, en una

proclama divulgada en el periódico El Chileno, hablaban del profundo malestar con el que han

asumido la crítica situación en la cual se encontraba la ciudad, ya que “la actitud del pueblo, que

140
Idem.
141
Las representaciones sociales del mundo popular, que analizan el choque de las expectativas propuestas antes del
domingo 22 con la adversa realidad, que se manifiesta en expresiones de violencia inherentes a una clase social,
contestadas con mucha mayor violencia por el Estado, serán analizadas en el siguiente capítulo.
142
“En la hora presente: que les corresponde hacer a las autoridades y que les corresponde hacer a los obreros”, El
Chileno, 25 de octubre de 1905.

57
ha ido hasta atacar la propiedad privada, produciendo desórdenes que comprometen la causa en

que estamos empeñados (…) puede hacerse odiosa si no se respeta el orden y la propiedad”143.

Como hemos advertido, la actitud legalista del Comité queda evidenciada en dicha

proclama, ya que resisten y desaprueban directamente la imposición de ciertas prácticas de

protesta mediante la violencia. Como atestigua una declaración del PD, muy cercano al Comité,

establece que las asonadas sólo servían para ser reprimidos por la policía causando un inútil

derramamiento de sangre, por eso llaman a sus adherentes a que propaguen “nuestras ideas de

amor y de respeto al orden social, y condenarán con toda energía las propagandas subversivas de

algunos espíritus inquietos”144.

Este respeto al orden social, llega hasta el punto en que el periódico El Chileno, construyó

una imagen de la policía en la cual los llenaban de elogios y alabanzas. Para aminorar un poco el

tenso ambiente social que se vivía durante los días posteriores al domingo y lunes, “hai que

decirle al pueblo que no debe odiar a la policía ni a la sociedad por su actitud en los últimos

sucesos”, debido a que “no hizo otra cosa en el cuerpo social que lo que hace el cirujano con el

cuerpo humano: cauterizar aun las partes dañadas, a fin de salvar el resto del organismo”.145

Esta alabanza a la policía iba aún más allá, se reproducía la asimilación del policía como

un hijo más del pueblo que solamente cumplía con un “sagrado deber: defender la propiedad y

defender el orden público. Y con esta defensa amparaba por igual al rico y al pobre”146. A pesar

de la violencia con la que se ejerció la represión, se aludió al motivo de la legítima defensa al

verse enfrentados con una turba inconsciente, que solamente desfilaba destruyendo, saqueando la

143
“Proclama del Comité Abolicioinista del Impuesto”, Ibid, 24 de octubre de 1905.
144
Proclama del Directorio del Partido Demócrata, Ibid, 25 de octubre de 1905.
145
“Armonía Social”, Ibid, 26 de octubre de 1905.
146
Idem.

58
ciudad, apedreando a la policía y atacando todo tipo de establecimiento extranjero y/o comercial.

Dentro de esta línea, el Diario Popular propone “un proyecto de ley que mejore los sueldos de los

guardianes y oficiales que se les haga gozar de beneficios de jubilación y pensión para los que

murieran o se imposibilitaran en el servicio, y por último, que se establezca el rancho policial y

pedimos que se ponga en el primer lugar de la tabla del Senado”147.

Si bien la policía es representada como un hijo del pueblo que cumplió con su sagrado

deber reprimiendo a sus mismos hermanos, pero inconscientes y llevados por sus pasiones al

saqueo, el látigo de las consecuencias golpeaba en la espalda de todo el mundo popular. Esto está

en relación a que todas las empresas extranjeras, que sufrieron daños materiales en los días de la

asonada, cobraron los perjuicios al Municipio y al Fisco, “es decir, contra el mismo pueblo, ya

que de su bolsillo salen los dineros públicos”148. Sobre la pérdida de vidas humanas, estimada por

Izquierdo entre 200 y 250 personas, sumadas las 825 personas que fueron arrestadas y los más de

500 heridos que dejaron las dos jornadas149, ante esta realidad, el Diario Popular declara

resignadamente que: “el hambre estará pintada en el rostro de sus hijos y la desolación reinará en

sus hogares”150.

Cuando el populacho se entrega a sus pasiones.

Al dar cuenta de la magnitud de los hechos acontecidos el domingo 22, la transformación

de un desfile de petición en una asonada popular de violencia, que logró extenderse durante todo

el día lunes, y en una medida totalmente menor durante los siguientes días, se proyectaron dos

representaciones totalmente divergentes, la perspectiva popular y la “católica-republicana”.

147
“Los gravísimos sucesos del domingo. Vergüenza nacional”, El Diario Popular, 24 de octubre de 1905.
148
“El balance de dos días de anarquía”, Idem, 25 de octubre de 1905.
149
Izquierdo, “Octubre de 1905”.. op cit. Pág. 68
150
“Los gravísimos…” op cit, El Diario Popular.

59
Estas son el resultado de las diferentes posiciones desde donde se representó la coyuntura de la

Huelga de la Carne, y la que se desarrollará a continuación es la convergencia entre las lecturas

republicanas que desarrolla el PD y el Comité Central, evidenciados en el periódico El Chileno, y

la postura católica que emanaba desde El Diario Popular. Cabe destacar que la conjunción entre

ambas posturas se desarrolló después de los hechos, ya que durante los días anteriores había una

serie de diferencias explícitas en sus postulados.

Las diferencias se centran en que, por un lado el periódico El Chileno, en su postura

legalista condenaba directamente cualquier tipo de accionar que se alejara de los límites

impuestos por el contexto del Parlamentarismo, como lo era la práctica social de las asonadas

populares. El camino encausado por el PD fue claramente el derecho de petición formal que

amparaba constitucionalmente a todos los ciudadanos, y que les permitía hacer llegar las

solicitudes a las distintas esferas del poder político151. Por otra parte, el periódico El Diario

Popular nos entrega una visión de la élite que Luis Alberto Romero, estudiando la última mitad

del siglo XIX, denomina como la mirada horrorizada152. Ésta observación estaba sustentada en

el impacto que resultó para la oligarquía el crecimiento urbano, con un aumento considerable de

la población y de los barrios populares en los arrabales de Santiago. El problema que presentaba

la ciudad se analizó desde perspectivas europeas, las cuales veían en las pésimas condiciones en

las cuales vivía el “bajo pueblo” y asumían la desmoralización de las personas que habitaban bajo

ese ambiente. Como se observará a continuación, para la perspectiva católica, la desmoralización

151
Fernández Labbé, Marcos; “Los usos de la taberna: renta fiscal, combate al alcoholismo y cacicazgo político en
Chile. 1870-1930”. En: Historia N° 39, Vol. 2, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago, 2006, pág. 416.
152
Romero, Luis Alberto; ¿Qué hacer con los pobres? Elite y sectores populares en Santiago de Chile. 1840-1895.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997, págs. 171-174.

60
dentro de la cual vivía “la hez más corrompida del populacho” era una de las principales causas

de su inconsciencia, de su accionar de manera violenta.

La representación católica-republicana, se basó en un relato de carácter catastrófico

acerca de los hechos acontecidos en Santiago ya que establecen que “una especie de tempestad

humana (…) acaba de cernerse sobre la ciudad, produciendo la destrucción y la muerte”. Los

acontecimientos no se van explicando desde causalidades materiales, sino que emanan de

sentimientos de odio y de desprecio contra la sociedad, contra la autoridad, “una nube de odio

parece haber cegado a muchos hombres, incitándoles a la destrucción, al incendio, al crimen”.

Este odio incitado por agitadores153 demostró la inconsciencia del pueblo, según esta

representación, ya que “una verdadera embriaguez de sangre se ha apoderado de los cerebros y

una rabiosa sed de exterminio [sic.] de los corazones”154. Es dentro de esta perspectiva, que Grez

plantea que los agitadores actuaron dentro de un contexto general de gran espontaneísmo, ya que

no lograron otorgarle una orientación global al levantamiento, a la asonada que presentaba

caracteres sociales y no políticos155. Las ansias de emborracharse de sangre fueron saciadas por el

exterminio, por la destrucción material –según esta visión- ya que durante la asonada se pudo

observar “un pueblo inconsciente (…) sembrando el espanto y el horror por todas partes (…) un

populacho entregado [sic.] a sus pasiones y odios”156.

El ambiente catastrófico al quedar expuesta la ciudad al pillaje y al saqueo, fue expresado

y caracterizado con una violencia y discriminación explícita hacia los autores de los desmanes.

153
Denominados como: “los zánganos que presiden [sic.] a las abejas para saborearse con la deliciosa miel de sus
panales”. “¡Viva la huelga!”, Ibid, 24 de octubre de 1905. Es decir, los agitadores son ahora los ociosos que no hacen
otra cosa que incitar a las clases laboriosas a la violencia, aún cuando también son tildadas de ociosas las personas
del bajo pueblo que efectuaron los hechos de destrucción.
154
“El deber del momento…” op cit, El Chileno.
155
Grez Toso, “Una mirada al movimiento popular…” op cit, pág. 17
156
“Los gravísimos…”op cit, El Diario Popular.

61
Todos los acontecimientos dejaron una “huella vergonzosa de la hez más corrompida”, ya que

“estos atentados criminales (…) son la obra de la hez del populacho, de ese populacho que vive

escondido en el fango y que sale a entregarse al robo y al pillaje en los días negros o

aprovechando cualquiera manifestación popular”157. La representación católica-republicana es

muy directa en la acción de denostar a quienes son apuntados como los responsables de la

asonada, yendo más allá de la imagen que representó a dichas personas como un sedimento del

“pueblo”, se expresaba que los acontecimientos: “son la obra de la ralea que entra y sale de los

presidios, aguijoneada por esa clase de víboras que se llaman los agitadores sociales, gente sin

dios ni ley, cobardes que se esconden después de lanzar a la chusma contra las bayonetas de la

tropa”158. Es esta representación, como se había afirmado anteriormente, se justifica el accionar

de los mecanismos represivos y detentadores del orden público de los cuales ostentaba el

gobierno, ya que: “individuos que atentan a la vida y a la propiedad, que destruyen por el gusto

de destruir, no son pueblo, son criminales escapados de las cárceles y con los cuales se debe

proceder con energía de hierro”159.

Si antes habíamos dado cuenta de las expresiones de marginalización del PD sobre el roto

ocioso, con esta representación se traspasaban los límites que se habían estructurado con dicha

imagen, ya que los diferentes protagonistas de los hechos que atentaban contra la vida y la

propiedad, privada y pública, fueron directamente interpelados como unos criminales. La imagen

del roto criminal, proveniente del fango del fondo social del mundo popular, se superpuso en la

representación católica-republicana como una masa inconsciente, que se dejó llevar por sus

sentimientos y por los agitadores.

157
“En plena barbarie”, Ibid.
158
Idem.
159
Idem.

62
La representación de la cual estamos dando cuenta, en su continua mutación que le fue

dando forma, logró dar una clara especificación de sus objetivos políticos y de los mecanismos

que se debían seguir para conseguirlos. En esta línea, hay una clara denostación y repudio frente

a la huelga como medio de lucha, muy por el contrario de lo que pensaban los anarquistas, ésta es

entendida desde el republicanismo católico como “la cesación del trabajo, la cesación del jornal y

la cesación del sustento”160. Es decir, no se consideraba como un mecanismo de lucha social, ni

mucho menos como un vehículo de presión sobre el Estado o sobre los patrones para obtener

mejoras económicas o sociales; muy por el contrario, fue considerada como un mecanismo que

va contra los medios de subsistencia del obrero, al no poder acceder a su sustento diario. Es

dentro de esta consideración de la huelga, anteriormente entendida como una clara demostración

de unidad de clase expresada en la manifestación de petición para la abolición del impuesto

ganadero, que ahora es entendida como un desfile de personas que “iban arrastrados por las

ineludibles imposiciones del compañerismo mal entendido por las vergonzosas debilidades del

temor”161.

Es un punto de suma importancia el argumento anterior, ya que podemos evidenciar

explícitamente cómo pueden ir mutando y transformándose las representaciones sociales desde el

accionar social de un colectivo en la realidad. Las expectativas que unían a las clases trabajadoras

son devastadas por la irrupción de las turbas y la asonada, la demostración de la conciencia de las

clases populares ahora es entendida como un compañerismo mal entendido, como la expresión de

temor frente a los iguales y desde ahí se entendería la gran adhesión del desfile del pueblo

hambriento y humillado. Pero las mutaciones que sufrieron las representaciones sociales del

160
“¡Viva la huelga!”, Ibid.
161
Idem.

63
republicanismo católico, desde la irrupción de la violencia en la realidad, se tradujeron en una

desvinculación tajante con el movimiento de las turbas. Esta divergencia se produce al momento

en que la asonada no es un mecanismo válido dentro del imaginario republicano. Dentro de esta

lógica, se puede entender la continua desvinculación, marginalización y discriminación que sufre

el mundo popular, ya que sus propias expresiones políticas y reivindicativas son tratadas de

asimilar al imaginario republicano, a las movilizaciones legalistas que mantienen su aspiración

política dentro de las urnas. Es decir, el espíritu republicano inherente al Partido Demócrata trató

–desde fines del siglo XIX- de llevar a cabo la politización de las masas populares desde arriba,

desde los mismos partidos políticos162. Pero este proceso no ponía acento en las particularidades

de estas clases, ya que se criminalizó y se discriminó las expresiones sociales de protesta de las

mismas.

Los acontecimientos que fueron transformando las representaciones sociales y las

expectativas inherentes a éstas, fueron abriendo “más hondamente el abismo de la separación de

clases”163. Si bien se reafirmaba la existencia de una profunda división entre las clases sociales,

las expresiones sociales como las asonadas eran entendidas como una continua ampliación de

dicha distancia. Es dentro de esta perspectiva, que la representación católica-republicana hizo un

fuerte hincapié en la cooperación de las distintas clases sociales para acortar dicha brecha. Ya que

la contribución de las élites, efectuada mediante la caridad, podría perderse al momento en que

las relaciones que se efectuaban al interior de la sociedad tomaran una perspectiva de lucha de

clases.

162
La politización de la pampa salitrera, desde donde proviene este argumento, es analizada en: Pinto Vallejos,
“¿Cuestión Social o Cuestión Política?”… op cit, pág. 311.
163
“Armonía Social”, op cit, El Chileno, 26 de octubre de 1905.

64
El llamamiento a la armonía social -propuesto por el PD- tenía como un objetivo

específico el emplazar al pueblo para que vuelva al trabajo, ya que “las demasías no conducen

sino a los desastres. La acción del pueblo no debe ejercitarse jamás en otro terreno que el mui

amplio que le abren nuestras leyes y nuestra Constitución Política (…) para hacer triunfar sus

ideales por medio de las urnas”164. Esta consideración republicana, que además entendía que el

Estado –como objetivo esencial- debía subsanar la condición de las clases desheredadas, se

basaba en que las transformaciones, políticas, sociales y económicas, debían desarrollarse desde

las urnas, “llevando a la representación política mandatarios que hagan leyes de protección a

estas ramas [industria, comercio y trabajo] de la actividad nacional”165. El objetivo político del

PD, dentro de una lectura republicana, se basaba en el respeto al orden y a la legalidad que

imponía el Estado.

La lucha política debía efectuarse desde las urnas, ya que ha quedado demostrado que “las

asonadas no hacen otra cosa que traer la represión enérjica de la autoridad y causan un inútil

derramamiento de sangre”166. Los acontecimientos de octubre, eran la demostración fehaciente de

la degeneración de un movimiento que se había iniciado con una fuerza que fue creciendo día a

día. Pero la incorporación de elementos anónimos, de la hez del populacho, de esos criminales

salidos de las cárceles y los innumerables sinónimos que la representación católica-republicana

utilizó para designar a esa parte del “pueblo”, que externalizó sus sentimientos de hambre y

miseria con expresiones violentas de descontento social, no dejaron de ser criticadas:

164
“En la hora presente…” Ibid, 25 de octubre de 1905.
165
Proclama del Directorio del Partido Demócrata, en: Ibid, 25 de octubre de 1905.
166
Idem.

65
“En el espacio de menos de un año en tres ocasiones hemos visto recorrer las calles de
Santiago a la misma chusma, que no es el pueblo obrero, culto, honrado y digno; la
hemos visto a fines de 1904 en el desfile de honor de la enseñanza laica; la hemos visto
siguiendo al Pope Julio y apedreando procesiones el Viernes Santo; la hemos visto en
estos días saqueando, destruyendo y asesinando”167.

Estos continuos “abusos” que ha efectuado el “pueblo”, y que se mantenían en la memoria

colectiva en el contexto de 1905, es algo que iba contra los objetivos políticos del PD, porque

“abusando de este derecho constitucional [de petición], se ataque el derecho de propiedad, la

libertad de trabajo, la vida y seguridad de las personas y perturbe gravemente el orden público: es

algo que está contra todo derecho”168. Este abuso de los derechos constitucionales, que se

manifestó en la asonada, se entendió también como un arma política por aquellos que quisieron

sacar provecho del pueblo, por quienes alentaban al pueblo para que efectuara los hechos de

violencia. Son los “infelices instrumentos de ajitadores subterráneos”, quienes son caracterizados

como inmigrantes anarquistas y socialistas argentinos, y que deben ser expulsados del país “como

zánganos de la colmena del trabajo chileno”169.

Esta imagen del anarquista extranjero que se adentraba en los círculos populares, es una

idea-fuerza dentro del contexto de la Cuestión Social, desde donde antes de entender las lógicas

internas bajo las cuales se desarrollaba el movimiento obrero-popular, se elaboraron

representaciones que no hacían otra cosa que observar el mundo popular como un otro diferente,

incluso ajeno. Este recurso de observar a un “otro extranjero” dentro del pueblo, cegó a las

autoridades y a las representaciones católico-republicanas de las diferencias inherentes que

167
“Responsables”, El Diario Popular, 26 de octubre de 1905. El Pope Julio (Juan José Julio Elizalde) era un cura
disidente de la Iglesia Católica que venía desarrollando a lo largo de 1905 una inédita agitación entre los sectores
populares, basada en un encendido verbo populista. En uno de sus presentaciones públicas en el Teatro Lírico de
Santiago, se derrumbaron las galerías del mismo, muriendo numerosas personas. Los clericales fueron apuntados
como los responsables por lo seguidores del Pope Julio. Grez, Los Anarquistas y el movimiento obrero…op cit. págs.
155 y 243.
168
“Los gravísimos sucesos…”Ibid.
169
Idem.

66
pueden ser observadas en un movimiento complejo, en donde convergen diversas lecturas sobre

el anarquismo, sobre el socialismo, sobre la misma democracia y sobre los mecanismos de lucha

–como la práctica de la asonada popular, experiencia históricamente desarrollada desde la

perspectiva de la acción directa.

En el sentido de la imagen del anarquista extranjero, precisamente argentino, DeShazo

plantea que “durante el medio siglo transcurrido desde 1870 hasta 1920, muy pocos extranjeros

ayudaron al crecimiento de las organizaciones laborales en Chile”. Yendo más allá, expone que

“las ideas libertarias y socialistas fueron transmitidas a Chile por medio de fuentes impresas y a

través del contacto con trabajadores argentinos”170. Pero este contacto se desarrollaba de una

forma material, más que personal, es decir a través de la libre circulación de material impreso de

carácter o influencia ácrata, el cual llegaba a Chile desde Argentina y salía desde Chile hacia el

exterior. Si bien se ha demostrado que famosos anarquistas extranjeros pasaron por Chile171, no

ha existido una correlación entre dicha realidad con que hayan sido quienes organizaron el

movimiento obrero en el país a inicios del siglo XX. En la misma perspectiva, dentro de la

asonada popular de Octubre ha quedado demostrado por Grez que los ácratas sólo cumplieron el

papel de agitadores sociales dentro de un contexto de gran espontaneísmo172.

Caridad y Cuestión Social.

Desde fines de siglo XIX las elites comenzaron a preocuparse por la situación de las

clases populares, siguiendo las lógicas organizativas que venían desarrollando desde mediados

del mismo siglo, pero con un carácter netamente religioso –católico- basado esencialmente en la

170
DeShazo; Trabajadores urbanos… op cit. Pág. 144
171
Véase en, Ibid. Pág. 148.
172
Grez, “Una mirada al movimiento popular…” op cit. pág. 16-18.

67
caridad. Ante la protesta en contra del continuo deterioro de las condiciones económicas y

sociales de las clases desheredadas, la élite dirigente desarrolló dos mecanismos de respuesta

frente a dicha situación: la caridad y la violencia. La respuesta violenta, DeShazo la plantea

originada desde el temor a una revuelta social, más que por una verdadera preocupación de las

elites por el bienestar del pueblo173, lo que se evidenciaría –desde nuestra perspectiva- en el

accionar de los mecanismos represivos del gobierno y de la juventud aristocrática que formó la

Guardia del Orden, en la asonada del 22 y 23 de octubre. Desde una profundización de la

exclusión social hacia gran parte de la sociedad, durante el Parlamentarismo el “Estado no

comprendió, y no disponía de la capacidad reflexiva para interpretar dichos fenómenos [propios

de la Cuestión Social], ni mucho menos de los mecanismos institucionales para reaccionar en

forma adecuada. (…) Cuando fueron molestados sus intereses y vieron amenazado el orden por

ellas creado, [las oligarquías] respondieron con violencia y brutalidad”174.

Desde un contexto más amplio al analizado en esta investigación, Gabriel Salazar plantea

que la ofensiva popular-violentista del período 1890-1907 se desarrolló dentro de un sistema

político nacional que experimentó un jaque social múltiple y a fondo, que dejó a la vista pública

el hueso de su ilegitimidad y la necesidad social de actuar quirúrgicamente sobre su estructura.

La ilegitimidad social del sistema se manifestaba en la incapacidad del Parlamentarismo post-

portaliano en resolver los conflictos económicos y sociales de la mayoría de la población, que se

habían sembrado desde el siglo XIX. El parlamentarismo aseguró la sobrevivencia de “las élites

mercantiles (portalianas) ante la agudización de la crisis y tras el colapso de la dictadura

173
Ibid, pág. 185.
174
Fernández, Enrique; Estado y Sociedad…op cit. pág. 65

68
constitucional que esas élites habían establecido en 1833”175. La ilegitimidad se expresaba en el

“viejo miedo a la historia, dado el evidente fracaso de las estructuras de dominación”, que

encontraba su manifestación en la represión a los ´rotos alzados´”176.

Si el Estado articulado durante el Parlamentarismo necesitaba ser modificado de manera

estructural, se debía a la estructuración de sus propias funciones que expresaban la exclusión de

la mayor parte de la sociedad. Las diferentes relaciones que el Estado mantenía con la sociedad,

se desarrollaban con las principales oligarquías económicas y políticas, las cuales a su vez,

controlaban el aparato estatal. Desde esta perspectiva, Fernández sostiene que “no hubo una crisis

de legitimidad exactamente por la misma razón que no hubo consensos ni rupturas: los grupos

oligárquicos no llegaron a acuerdos con el resto de la población acerca de la forma como debían

estructurarse las prácticas política, administrativa y legal”177 que articulaban la lógica del Estado.

Si se evidenció la ilegitimidad sobre la cual se estructuraba las interrelaciones entre el Estado y la

sociedad, se sustentó en la continua exclusión del resto de la sociedad, aún más del mundo

popular, de las esferas de decisión.

La caridad se desarrollaba dentro de otra lógica, desde una perspectiva que atendía a

prevenir desde la raíz la división entre las clases sociales. Las élites desde una mirada

moralizadora analizaban a los pobres dentro de una situación natural, la cual se sustenta en el

derecho inherente de los descamisados a pedir limosna, ya que “los ricos tienen el deber de darla,

y con ella ganar su salvación”178. A través de la caridad se intentaba moralizar al “bajo pueblo”,

alejarlo de los vicios que lo corrompían, posicionando como ejemplo a la parte que denominaban
175
Salazar, Gabriel; La violencia política popular en las “Grandes Alamedas”. La violencia en Chile 1947-1987
(Una perspectiva histórico popular). Santiago, LOM ediciones, 2006, pág. 72
176
Ibid, pág. 73
177
Fernández, Enrique; Estado y Sociedad…op cit. pág. 99
178
Romero, Luis Alberto; ¿Qué hacer con los pobres?...op cit, pág. 178

69
“civilizada” del pueblo, como eran considerados los artesanos y los trabajadores organizados.

Como se ha evidenciado anteriormente, quienes son apuntados como los causantes de los hechos

son marginalizados, imaginados como criminales, como la hez del pueblo. Desde esta

perspectiva, se perciben como una parte enferma de la gran masa popular. Esta patogénesis de

inconsciencia, de conducirse a la acción por causa de pasiones y odios, tendría que solucionarse

mediante la conversión en una colectividad consciente. Pero el mecanismo de transformación de

esta parte enferma, no tenía que desarrollarse desde las propias lógicas que había desarrollado el

movimiento popular durante el siglo XIX, y que durante el contexto en cuestión se entendió

como un período de transición hacia un movimiento obrero organizado. Este proceso de

conversión, tiene directa relación con el reforzamiento de la unidad entre las diferentes clases

sociales, ya que “no es camino de obtener nada de los poderes públicos, rompiendo

violentamente los vínculos de la sociabilidad y abriendo el abismo de las luchas sociales”179.

Para acortar ese abismo entre las diferentes clases sociales, desde la caridad se proponía la

conversión del roto ocioso en pueblo: “hagamos que el populacho sea pueblo. (…) Hai que

llegar hasta el paria y oir sus clamores, hacerle justicia y dispensarle caridad”180. Pero esta

caridad ostentaba un sello peculiar, el “abismo si no se colma por medio de la caridad cristiana,

sólo podrá colmarse con las ruinas y escombros de las instituciones sociales”181. Para esta

representación católica, el pueblo estaba carente de corazón, era un ser inconsciente que se dejaba

llevar por los impulsos de sus pasiones, de sus odios, de todos los sentimientos que lo oprimían

desde su deteriorada condición social y económica. Ante este contexto, la representación

179
“La lección”, op cit, El Diario Popular.
180
“Armonía Social”, op cit, El Chileno.
181
“La lección”, op cit, El Diario Popular.

70
católica-republicana proponía aplicar de “raíz el remedio con energía, eficaz: sanemos el alma del

pueblo, volviéndola a su vieja fe cristiana que lo levantó a tanta altura”182.

Las iniciativas de la caridad apuntaban a reconvertir, desde la religión, a la parte enferma

del pueblo para convertirla en una colectividad consciente…conscientemente religiosa. Estos

empujes caritativos tenían como objetivo alejar al pueblo de los vicios, que pudieran sentir la

alegría de vivir; pero el objetivo principal, y que la representación católica-republicana no

escondió, es que la caridad “es la demostración práctica de que las clases altas aman al pueblo, y

de que si reprimen sus desmanes, no lo hacen por odios ni por venganzas”183. La demostración de

que existía un interés común en la sociedad, de que las clases que ostentaban el poder económico

y político debían ir en ayuda de las clases desheredadas, pero ya no desde una acción estatal que

protegiera a éstas. Sino, por el contrario, la protección se desarrollaba desde una lógica

absolutamente privada, sin ser el Estado el principal promotor de iniciativas más particulares para

una problemática tan global como lo fue la Cuestión Social.

La caridad, antes de entenderse como la respuesta ante un problema inherente del pueblo,

se entendió como una demostración de los temores de una revuelta social por parte de las clases

desheredadas. Desde algunas de las fuentes que expresan la lectura en clave popular, de los

problemas sociales inherentes al Chile de principios del siglo XX184, como lo son los pliegos de

la Lira Popular, podemos comprender y caracterizar de una mejor manera la acción social de la

caridad. Desde los versos del poeta popular Daniel Meneses, se expresa que “más que sean cuatro

182
Idem.
183
“Armonía Social”, op cit, El Chileno.
184
Palma Alvarado, Daniel; “La ley pareja no es dura”. Representaciones de la criminalidad y la justicia en la Lira
Popular chilena. En: Historia, N° 39, Vol. 1, enero-junio 2006. Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica
de Chile, Santiago. Pág. 214. Versión electrónica en:
http://www.scielo.cl/pdf/historia/v39n1/art06.pdf

71
reales/ se agradecen si nos vienen/ i a muchos pobres mantienen/ varios ricos industriales”185.

Como podemos observar, desde los versos populares se agradece que “varios ricos industriales/

viendo la calamidad/ han hecho la caridad/ de minorar nuestros males”. La caridad se observaba

como una realidad, desde esta óptica no se deduce la correlación netamente católica que los

periódicos le denotaban, pero sí desde algunas iniciativas estatales, ya que “asilos el intendente/

han hecho establecer/ donde encuentra de comer/ todita clase de gente”. La caridad se basaba en

la alimentación, hasta el otorgar un poco de dinero a los desheredados, como podemos observar a

continuación: “El gañán i el artesano/ Causa de que no hai trabajo/ Recorre de arriba abajo/ Con

un tarrito en la mano/ Todo rico buen cristiano/ De nuestra hermosa ciudad/ Juntos con la

autoridad/ Oyendo tantos clamores/ Por todas partes señores/ Han hecho la caridad”186.

La caridad puede entenderse desde la representación católica-republicana como el

mecanismo de reconversión del pueblo hacia la fe cristiana, la parte enferma de él. Pero como

apuntamos, brevemente más arriba, la reconversión moral debía desarrollarse alejando al pueblo

de los vicios, para poder entregarle nuevamente la “alegría de vivir” bajo el alero de la caridad.

185
“La protección de los ricos que les hacen a los pobres. Inundados que han quedado sin abrigo i sin hogar i aun sin
tener un pan que comer”. Col. A.A., 36. En Navarrete, Micaela y Palma A., Daniel; Los Diablos son los mortales. La
obra del poeta popular Daniel Meneses. Santiago,DIBAM y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2008,
pág. 205.
186
Idem.

72
73
4.- “Las causas que determinarán nuevos rumbos”.

“Somos una entidad distinta,


Surgida desde el hambre y la miseria”

La representación popular quedó aislada dentro de la esfera política, ya que no era

reconocida como una visión válida por el PD, quien mantenía su posición republicana de llegar al

poder mediante las elecciones. La alternativa política popular, que se expresó en las páginas de

los periódicos José Arnero y El Alba principalmente, se estructuraba en continuar desarrollando

sociedades de resistencia, en donde se pudieran agrupar los hombres y mujeres de trabajo. Y aún

más, desde aditamentos ideológicos de agitación se proyectaba proféticamente la lucha de clases,

debido a la “actitud criminal” de los jóvenes de la oligarquía santiaguina, durante la represión a la

Asonada Popular del 22 de octubre. La visión popular quedó sumida en su específica posición

subordinada, en los bajos fondos sociales tratando de comprender y analizando la crítica situación

en la cual se encontraba el “pueblo” luego de las asonadas de los días 22 y 23 de octubre de 1905.

Desde esta perspectiva, y dando cuenta de los sucesos, se comenzaron a desentrañar las

principales causas de éstos y las moralejas que dejaron dichas jornadas.

Un argumento que trascendió las jornadas de octubre dentro de la representación popular

es la insistencia que el movimiento no tenía como único fundamento el aumento del precio de la

carne. Es un error comprender la tendencia del “bajo pueblo” de forzar una salida humanizadora

a su específica condición social como “una reacción dependiente ante el aumento del nivel de

precios, o como eco mecánico de insinuaciones o provocaciones oportunistas de caudillos,

74
partidos o agitadores profesionales”187. Los intentos de salida del mundo popular desde su

encierro estructural, se comprenden en relación con los diferentes problemas inherentes a las

estructuras económicas y sociales dentro de las cuales habitaba. Es así que durante el

Parlamentarismo trascendió la problemática del continuo deterioro de las condiciones

económicas y sociales del pueblo, mientras las élites mercantiles intentaban salvarse a sí mismas

de ese contexto económicamente adverso. Es la misma oligarquía que percibió horrorizada desde

el miedo inherente de la Cuestión Social, el proceso de autoconstrucción de identidad de los

sectores populares forjada en los conventillos, en los talleres y en la calle, argumentadas con

ideas anarquistas y del incipiente socialismo, pero golpeada brutalmente con políticas represivas

sustentadas en las miradas que proyectó la élite sobre la sociedad188.

Desde esta perspectiva, el movimiento errante que se evidenció en octubre de 1905 estaba

determinado por “el hambre y la miseria”189. Estas causantes son las responsables del “estallido

de la ira del pueblo contra sus tiranos i verdugos”190. Como ya se evidenció más arriba, la

violencia del “bajo pueblo” se desató contra objetivos específicos, como la autoridad y las

propiedades de la oligarquía. El gobierno es presentado como el responsable de los desórdenes, al

no tomar precauciones para evitarlos, ya que había sido advertido según sostiene Izquierdo191.

Pero no es responsable por la no premeditación, la misma representación republicana sostenía

que uno de los deberes inherentes del Estado era proveer bienestar a toda la población. Los

diferentes periódicos populares sostenían que “no es acto de un buen gobierno i mas de un

187
Salazar, La violencia política popular…op cit. Pág. 53-54.
188
Romero, “¿Qué hacer con los pobres?...op cit. pág. 183.
189
“Reflexiones. Un consejo laudable”, El Alba, 1ª quincena de Noviembre de 1905.
190
“Los últimos sucesos. Experiencia”, José Arnero, 26 de octubre de 1905.
191
Izquierdo, Gonzalo; “Octubre de 1905”…op cit. Pág. 72

75
gobierno popular representativo, el que tenga a sus gobernados muriéndose de hambre”192. Una

de las salidas a esa situación era la abolición del impuesto al ganado argentino, porque “la miseria

popular toma proporciones considerables acusando un inexplicable malestar económico del

país”193.

Las causas de los sucesos no sólo estaban dirigidas hacia el gobierno. La sangre

derramada en las calles de Santiago fue expresada como una experiencia que fomentaba el

camino hacia el progreso del pueblo, ya que desde ese momento conoce a sus verdugos: “no

podían ser otros que sus mismos opresores, los mismos que le chupan la sangre por medio de la

explotación de su trabajo; los mismos que engordan hambreando al pueblo por medio de los

impuestos a los artículos alimenticios”194. Desde los periódicos populares se hacía latente el

miedo que la oligarquía le tenía al “bajo pueblo”, ya que las jornadas de Octubre expresaron un

“pequeño sacudimiento que la fiera ha dado a la jaula, con el cual ha producido este enorme

estremecimiento que ha puesto en tan grande alarma a los esplotadores”. Desde esta perspectiva

se manifestó que “la aristocracia es su mas grande enemigo”, ya que “la juventud aristocrática de

Santiago se convirtió en asesinos del pueblo”195.

La asonada de los días 22 y 23 de octubre de 1905, desde las diversas fuentes populares se

expresó como un asesinato de la oligarquía santiaguina, que demostró el odio que esta clase tiene

ante el “bajo pueblo”. Desde una reciprocidad de violencia “los charcos de sangre con que se han

regado las calles serán chispas incendiarias de odio a los tiranos i asesinos”196. La moraleja,

192
“Los últimos sucesos…” op cit, José Arnero.
193
“Hambreando al pueblo. ¿Qué es lo que quieren?”, Ibid, 20 de noviembre de 1905.
194
Artículo de un nuevo diario de Valparaíso, citado en: “Al mes de la última matanza”, José Arnero, 23 de
noviembre de 1905.
195
Idem.
196
“Otra sangrienta jornada”, El Alba, 2ª quincena de octubre de 1905.

76
evidenciada en las páginas de dichos diarios, que extraen desde los acontecimientos, “escrita

queda en nuestras calles con la sangre de centenares de víctimas”197, expresaba en lo fundamental

el convencimiento de no confiar nunca más en ningún partido político que diga representar al

pueblo:

“¡Todo es pura farsa! Convenzámonos alguna vez! (…); no esperemos que los radicales
ni los conservadores; los balmacedistas ni los monttinos; los doctrinarios ni los
demócratas aportarán sus fuerzas a favor del despacho de este proyecto.
Los demócratas, que han salido del seno de la colectividad obrera forman también parte
de la farsa: pronuncian discursos en la certidumbre que no se le hará caso; pero no
agotan medios estremos como es de su deber, por que se bajan, piden los pactos…
¡Primeramente las conveniencias personales que el bienestar de la colectividad! ¡Cómo
descendemos! ¡Cómo se han corrompido hasta los representantes de la Democracia!”198.

Este abandono de la política partidista, está acompañada por una reafirmación de una

identidad esencialmente popular, la cual “consiste en habitar y residir, estructuralmente, en su

situación económica, social y cultural particular”199. La especificidad identitaria del “pueblo”, se

contrapone a las directrices generales y estáticas del partidismo político, ya que –como sostiene el

periódico de perspectiva ácrata El Alba- “el interés de los ricos es mantener en el hambre i la

miseria i en la ignorancia a los pobres; porque así jamás se darán cuenta de su situación que como

seres humanos tienen derecho de exijir a los que violentamente se han acaparado todo lo que

pertenece a los trabajadores”200. La representación política es deslegitimada, ya que la oligarquía

nunca obraría a favor del pueblo. Desde esta perspectiva, se afirmaba que “somos una entidad

distinta”201.

La reafirmación de una identidad esencialmente popular, conllevaba a elaborar análisis

que criticaban los caminos por los cuales había avanzado el movimiento. Uno de los principales

197
“Las jornadas del pueblo. enseñanzas sangrientas”, El Proletario, 11 de noviembre de 1905.
198
“Como se burlan del pueblo. El impuesto ganadero”, José Arnero, 22 de enero de 1906.
199
Salazar, La violencia política popular…op cit. Pág. 49
200
“Inútil espera”, El Alba, 1ª quincena de diciembre de 1905.
201
Idem.

77
argumentos es declarar que la derrota de las jornadas de octubre, se debía única y exclusivamente

por la ignorancia e inexperiencia de las masas laboriosas. Se reconoció un atraso en los

mecanismos de organización del “pueblo”, lo cual se debía a los ataques que sufrían sus

asociaciones, ya que cuando “se levanta i propaga la organización de asociaciones de resistencia,

hai escépticos que no solo ponen en duda la generosidad de los trabajadores, sino que gritan a los

cuatro vientos que aquellas ideas son perturbadoras i antisociales”202. Y la moraleja que

extrajeron los ácratas, es la de “reaccionar por energía i decisión de los oprimidos, (…) no

aconsejamos la violencia como método de lucha, no queremos sangre, perseguimos la unificación

del productor para hacer respetar sus derechos”. 203

Este proceso de reafirmación de una identidad popular particular, que se alejaba de los

partidos políticos y que llamaban hacia la unificación de las clases productoras tenía su sustento

en la idea de que “los proletarios han notado que ellos no poseen intereses que vigilar i que

siempre, hasta hoy, solo han sido mercenarios de los dueños de la riqueza”. El vigilar intereses

ajenos, escondidos como intereses generales de la nación, es uno de los puntos que el “pueblo”

tendría que comenzar a desentenderse, ya que deberían luchar por su dignidad humana y

comprender que “los intereses deben ser defendidos por sus poseedores”204.

El movimiento del 22 y 23 de octubre de 1905 es criticado profundamente en algunos

aspectos por los periódicos populares. Uno de los argumentos centrales, atendía al hecho de la

falta de organización del movimiento, ya que la asonada había sido sofocada sin esfuerzo, lo cual

se tradujo en la afirmación de que “solo ha habido un estallido violento de un odio reconcentrado,

202
“Amarga lección”, Ibid.
203
Idem.
204
“Guardia del Orden”, Ibid.

78
está en el hecho de que se quería solamente destruir i vengar”205. Este fue un estallido de

violencia inconsciente y no organizada, ya que el Comité Central había organizado un

movimiento pacífico de petición, en donde no había cabida a la violencia, la cual finalmente

desbordó los límites legalistas de la organización. El argumento que se sostenía como el causante

del estallido de odio contra la burguesía, según las páginas del José Arnero, era la obstinada

negación a instaurar de forma obligatoria la instrucción popular y laica por parte del aparato

estatal. Desde esta perspectiva, “todos los obreros deben construir asociaciones gremiales de

resistencia”206, las cuales tienen dentro de sus principales tareas el desarrollo de mecanismos

educativos para la regeneración moral y material del “pueblo”. La reafirmación de la identidad

popular, llegó a la conclusión de que la única arma con la cual contaba el obrero para defender su

deteriorada condición económica y social, es “la Huelga General”.

Como se puede evidenciar, las jornadas de octubre de 1905 reafirmaron algunas

características de la identidad popular del contexto. Se afirmó una desvinculación con los

partidos políticos, que expresaban la representación de las clases populares, como el Partido

Demócrata. Este quiebre entre el movimiento popular y el PD, se confirmó con la disolución de

la Agrupación de Santiago, y su posible reorganización posterior. La disolución del PD

santiaguino se entiende como un quiebre similar al que hemos venido presentando a lo largo de la

investigación, la postura republicana no era compartida por todos los miembros, ya que existía

una corriente demócrata-socialista que era mucho más cercana a las representaciones populares

que hemos evidenciado207. Junto con esta desvinculación partidista, se puede destacar la

reafirmación de una entidad social distinta, que emana desde la situación estructural de estar en el

205
“Los últimos sucesos…” op cit, José Arnero.
206
“La mano negra”, Ibid, 13 de noviembre de 1905.
207
Grez, Sergio; Una mirada al movimiento popular…op cit. Pág. 24

79
fondo social y que se desenvuelve en deterioradas condiciones económicas y sociales de hambre

y miseria.

“Los asesinos del pueblo derramando sablazos”.

Los acontecimientos durante las jornadas del 22 y 23 de octubre ahondaron

profundamente la hostilidad entre las clases sociales, desde las representaciones de la realidad

social presentes en los periódicos populares, uno de los aspectos cruciales en esta división es la

articulación de la “Guardia del Orden”, que fue conformada por la juventud de la oligarquía de

Santiago. Este hecho es muy ilustrativo, ya que como veremos a continuación, se podrá

evidenciar cómo cambiaron los clamores populares después de la primera jornada del domingo,

ya que después de apelar a la abolición del impuesto al ganado argentino se orientó la petición

hacia un llamamiento a la justicia social, debido al alto número de personas muertas y heridas

dentro del “pueblo”.

Cuando las expectativas del movimiento popular eran entendidas como protesta por las

autoridades, éstas últimas hacen aparecer su “mano brutal (…), con la espada i rifle por derecho, i

por razón la multitud inconsciente del ejército”208. La inconformidad de la oligarquía de tener al

pueblo viviendo en la miseria, lograba satisfacer “su vano orgullo, inmolando en nombre de la

tranquilidad pública, centenares de brazos, dejando en el mas triste i desamparado abandono a

muchas familias”209. Este asesinato indiscriminado es representado por la visión popular como un

acto inconsciente, argumento que se estructura dentro de los mismos márgenes que la

representación republicana-católica, la cual acusaba a la inconsciencia del roto ocioso como

causante de la violencia. “Las clases dirijentes i los poderes gubernativos han puesto el grito en el
208
“Los sucesos de Santiago. La última carnicería”, El Proletario, 28 de octubre de 1905.
209
“Otra sangrienta jornada”, El Alba, 2ª quincena de octubre de 1905.

80
cielo por la destrucción simplemente material, no importándoles ni poco ni mucho la sangre

inocente de las víctimas del pueblo”210. A la vez se ha establecido que la violencia de la policía

fue sustentada desde los periódicos, al representar al roto ocioso marginado de las relaciones

sociales que se estructuraban dentro de la sociedad.

Para los periódicos populares no era extraña la actitud que tuvo la policía, lo más

novedoso y lo que causó profundas recriminaciones fue la articulación de la denominada

“Guardia del Orden”. Se recalcó que la policía sólo hizo uso de sus armas cuando fue necesario,

pero “no hai que admirarse de la acción de la policía, pues, sabemos mui bien que los militares

tienen la noble misión de matar hombres”211. En la perspectiva católica-republicana pudimos

evidenciar la asimilación que se efectuó de la policía con el mismo pueblo. Las páginas del

“órgano de los intereses de los rotos” efectuó, por su parte, una interpelación directa a los

mismos:

“Oídme por favor vosotros los que componeis el ejército i la policía de todo el país,
considerais vosotros dignas i honrosas las recompensas que nuestros eternos enemigos
piensan daros por la sangre que habeis hecho derramar en las calles de Santiago
sacrificando a vuestros hermanos, por defender la propiedad de esos miserables
parásitos que se ríen de nosotros en los días de miseria”212.

Esta interpelación a la policía tiene directa relación con la reafirmación de la identidad

popular, ya que se reconoció que dentro del ejército existían hombres provenientes del mundo

popular, por lo que “los rotos deben ir con los rotos y jamás debemos prestarnos para favorecer a

los que nos usurpan escandalosamente el fruto de nuestro trabajo”213. Este llamamiento a la

210
“Refleciones…” op cit, El Alba.
211
“La Guardia del Orden”, op cit, El Alba.
212
“Desigualdad Social. Unos ríen y otros lloran”, José Arnero, 28 de octubre de 1905.
213
Idem.

81
policía, denotaba claramente la reafirmación de una identidad inherentemente popular, que se

contraponía a la identidad de la oligarquía.

Mientras no se recriminaba a la policía que “caía derramando sablazos sobre la cabeza del

pueblo”214, el hecho que mayormente se criticó fue la articulación de la “Guardia del Orden”.

Este cuerpo armado se conformó exclusivamente por la juventud aristocrática de Santiago,

quienes fueron a exigir rifles al Ministerio de Guerra para defender la ciudad. “La conducta

criminal y cobarde” de la Guardia del Orden, tuvo su origen en el Club de la Unión, desde donde

se dirigieron al Ministerio para exigir las armas, para lanzarse a “las calles armados de rifles i

carabinas”. La violencia con la que actuaron los jóvenes de la oligarquía se confirmó con el

hecho de que ellos fueron quienes salieron a las calles el día lunes a matar, la policía es

reconocida porque actuó cuando debió hacerlo. “La matanza del lunes” fue causada por dicha

Guardia, y su accionar no hizo otra cosa que “ahondar el abismo de odio que separa a los pobres

de los ricos, como si no se dieran cuenta que la sangre de las víctimas clama venganza i que la

guerra de clases ha sido brutalmente provocada por esa misma juventud”215.

El quiebre de la armonía social, para la representación social del mundo popular lo suscitó

el accionar de la juventud aristocrática. La oligarquía “se ha [sic] sentido herida en su soberbia al

presenciar que el rotaje, esa canalla (como la llaman los ricos) que ha ido a conquistarle riquezas

en los campos de batalla, se ha permitido sublevarse contra los amos”, lo cual conllevó a que las

élites lanzaran a las calles “con el arma homicida al brazo, a centenares de muchachos orgullosos

i pedantes que no conocen el trabajo ni la virtud, con la consigna de matar a los rotos sin

214
“La mano negra”, op cit, José Arnero.
215
“La guardia del orden”, op cit, El Alba.

82
compasión”216. Y este accionar oligárquico, frente al miedo que le producían los movimientos

populares, no es sino la expresión de “la explosión del odio del futre contra el roto trabajador”217.

O como sostiene Gabriel Salazar:

“el temor a la irreductibilidad histórica del bajo pueblo, es lo que ha regido y sigue
rigiendo la nerviosa vigilancia armada de las capas dirigentes sobre su monopolizado
sistema ´G´ [de dominación]. Es ese miedo, más que otros. Ya que no es lo mismo
monopolizar las estructuras y sistemas, que monopolizar la historia. (…) No pueden
hacer mucho frente a las erupciones históricas que revientan de repente desde el bajo
fondo externo (social) de los sistemas”218.
Ese miedo a que el “bajo pueblo” pueda salir de su deteriorada celdilla estructural en la

que se encontraba a principios del siglo XX, es uno de las principales motivaciones de la

violencia estatal frente al pueblo. Ya que “nadie puede negar que el orgullo i el despotismo de la

burguesía ha llegado a establecer una línea marcada que separa una clase de la otra”219. El

accionar de la oligarquía fue expresado como “un nuevo sistema de asesinato legal”, ya que los

crímenes que cometieron, en nombre de la tranquilidad pública, fueron aplaudidos por las

autoridades. En contra de esta injusticia, las páginas del José Arnero nos muestran a los

“futrecitos de la créme” como:

“Los futres, los pijes que forman esa juventud dorada de la pseuda aristocracia chilena!
Esos siúticos, hijos en su mayoría del vicio i del oro mal adquirido, que se han criado a la
orjia i la ociosidad, que no han sabido honrar su vida con el trabajo que dignifica al
hombre, que viven del sablazo i del clavo, que no han sabido contribuir al progreso de la
Nación con un adarme de esfuerzo i de talento; esa juventud, en fin, que pasa su vida en
taberna i prostíbulos, fue la que formó en Santiago la Guardia del Orden en Octubre i la
que acaba de repetir sus miserables hazañas en Antofagasta”220.

Como el accionar de la “Guardia del Orden” no fue recriminado, sino por el contrario fue

públicamente aplaudido por la prensa conservadora y por las autoridades, los periódicos

216
“Peor el remedio que la enfermedad”, José Arnero, 28 de octubre de 1905.
217
“Los últimos sucesos. Cortina descorrida”, Ibid, 2 de noviembre de 1905.
218
Salazar, La violencia política popular…op cit. Pág. 60
219
“Los últimos disturbios. Descorriendo la cortina”, José Arnero, 4 de noviembre de 1905.
220
“Los futres i los rotos. Las guardias del orden”, Ibid, 12 de febrero de 1906.

83
populares establecían que con el silencio de la autoridad se justifica claramente la obra de los

“asesinos del pueblo”. En directa relación con el silencio de las autoridades, frente a los

asesinatos de la Guardia, las páginas del José Arnero expresaron resignadamente que “en este

país, en vano clama justicia el pobre; las quejas y lamentaciones de los que sufren miseria i

hambre, son acallados a fuerza de sable i bayoneta”221. La justicia es uno de los aparatos que

dispone el Estado desde donde se puede comprender la continua desigualdad social propia del

contexto de la Cuestión Social, que se puede analizar desde “la revelación pública del carácter

clasista de la justicia, del criterio desigual en la administración del castigo, de la serie de

irregularidades en las distintas fases del proceso penal”222. Las páginas de los periódicos

populares, al representar la profunda desigualdad frente a la ley, comenzaron a pedir igualdad

ante la justicia para “los asesinos del pueblo, el estricto cumplimiento de las leyes

constitucionales; la aplicación de la justicia ciega i sin privilegios odiosos”223. El cumplimiento

de la ley, pedido en contra de la élite se expresó de la siguiente manera: “Vosotros mismos

señores burgueses: en primer lugar encareceis los artículos de consumo, conculcais [quebrantar

una ley. Sic] el derecho de reunión en seguida, i luego sableais al pueblo con cualquier pretesto

cuando pide algo que no conviene a los capitalistas”224.

221
“La jornada del pueblo. Despertar del león”, Ibid, 6 de noviembre de 1905.
222
Palma Alvarado, Daniel; “La justicia al banquillo: la mirada de los pobres (1880-1910)”. En: Cornejo, Tomás y
González, Carolina (comp.) Justicia, poder y sociedad en Chile: recorridos históricos. Santiago, Ediciones
Universidad Diego Portales, 2007, pág. 145.
223
“Hambreando al pueblo”, op cit, José Arnero.
224
“Los últimos sucesos…”op cit, José Arnero.

84
“Cuestión Social y Lucha de Clases”.

“El obrero pedia alimentación barata: se le contestó con la metralla i el sable;


pedía después justicia i castigo de los culpables de la matanza;
se le contestó con la bala que la burguesía armada
con las mismas armas que el pueblo costeó para la defensa de la patria
disparaba a mansalva i con cobardia sobre el pueblo obrero”225.

Las representaciones sociales expresadas en algunos periódicos del mundo popular, desde

antes de la manifestación de petición del 22 de octubre de 1905 hasta principios de 1906, pueden

ser caracterizadas dentro del denominado Profetismo Popular. Éste es entendido como las

justificaciones y activaciones ideológicas que se suscitan desde los reventones sociales y las

´salidas desordenadas´ del “pueblo”, elaborando una mitificación de la realidad, rodeándola de

eventos catastróficos, pero buenos, que advienen por sí mismos en algún tiempo indeterminado

(no se los entiende como hechos socialmente construidos)226 –un ejemplo de ello es las

expectativas que se le adhieren a la Huelga General Revolucionaria, pero sin tener una clara

definición de cómo se debería construir la sociedad después de dicha acción. “Se trata de

aditamentos ideológicos que funcionan como elementos de agitación y propaganda”227. Es la

demostración de una cultura elaborada por el pueblo, que se pensó en oposición al Estado y a las

clases dominantes, surgida desde la pobreza y la escasez, elaborada por “hombres de pluma y no

de espada, de periódico y de elección: para ellos no hay verdadera lucha popular que no pase por

la educación y la organización”228.

225
“Los últimos sucesos”, El Alba, 1ª quincena de noviembre de 1905.
226
Salazar, La violencia política popular…op cit. Pág. 61
227
Idem.
228
Devés, Eduardo; “La cultura obrera ilustrada y algunas ideas en torno a nuestro quehacer historiográfico” En:
Mapocho, N° 30, Santiago, 2° semestre 1991. Pág. 132

85
Desde esta perspectiva, los periódicos populares comenzaron a expresar ideas para la

movilización, en ciertos aspectos operando dentro de lógicas que contenían dentro de sí un

proceso que es socialmente construido, como lo son los mecanismos para aliviar la condición del

“mundo popular”- ya sean dentro del mutualismo o de las sociedades de resistencia. Pero la

mitificación de la realidad es un aspecto que trascendía las representaciones del bajo fondo social.

Hay un reiterado llamamiento a las autoridades exponiéndoles que: “el último estallido popular

no es mas que el precursor del gran cataclismo social, que al fin i al cabo [sic.], tendrá que

producirse si los encargados de llenarse los bolsillos a costa del hambre del pobre, no tratan de

dar alivio a las clases oprimidas”229. Este cataclismo social era expresado “como el resultado

lójico de la tiranía i opresión en que mantienen al pueblo los que poseen dinero”230. Estas

advertencias que giraban en torno al desarrollo proporcionalmente inverso de las élites, debido a

la opresión en que éstas mantenían al pueblo se expresaron desde la afirmación contundente de

que el pueblo de 1905, no era el mismo de antes. Los continuos “sablazos” que había sufrido el

“bajo pueblo” habrían producido una acumulación de experiencias que se entendían como

avances en la constitución de un movimiento popular organizado, desde el hambre y la miseria.

Es dentro de esta lógica que podemos comprender las continuas expectativas de un cataclismo

social que enfrentaría a las élites con el “pueblo”. Los sectores populares rebalsaron los límites

geográficos que las élites le habían impuesto dentro de la ciudad, la sobreposición de la mirada

horrorizada logró que se hiciera común dentro de la sociedad, la continua segregación espacial y

social de la marginalidad propia de la Cuestión Social. El miedo a ese otro se fundamentó en la

229
“La desigualdad social…”, op cit, José Arnero.
230
“La jornada del pueblo…”, op cit, José Arnero.

86
visión higienista que percibía el ambiente en el cual vivían los pobres como el principal foco de

la degeneración de la sociedad entera, tanto moral como material231.

Estos anuncios de una inminente lucha de clases, eran sustentados desde la idea que

“existe aquí, en el seno de nuestra falsa democracia republicana, una clase privilejiada i una clase

desheredada”232. Estos elementos que constituían la democracia que es puesta en duda, van aún

más allá, debido a que la existencia de las profundidades que separaban a ambas clases es aún

más manifiesta en la desigualdad ante la ley, la cual lejos de gozar del favor de los desposeídos se

constituyó, dentro de los periódicos populares como un poder desprovisto de cualquier

legitimidad233; ya que: “al roto se le mira como a perro sin amo, que al pobre, cuando comete una

simple falta se le trata con todo rigor i se le encierra en un inmundo calabozo mientras que al

hijito de rico, aunque cometa crimen se le considera i aun se le facilita la fuga o la Casa de

Orates”234. Esta desigualdad de la ley entre la élite y las clases populares, también fue denunciada

por los poetas populares: “Hai una desigualdad/ En el Código Penal,/ Porque al rico criminal/ Lo

miran con más piedad./ Al pobre digo en verdad/ No le tienen compasión;/ Las leyes de la

nación”235. Esta visión negativa de las leyes es rematada cuando Daniel Meneses expresaba que:

“Por fin, pues la mala suerte/ No es ofensa ninguna,/ El pobre hace su fortuna/ Cuando se

encuentra la muerte;/ El rico opulento y fuerte/ En nuestra nación chilena, / Jamás nunca siente

pena/ Con los bienes que atesora;/ Pero llegando la hora/ Se muere i se condena”236.

231
Romero, ¿Qué hacer con los pobres?...op cit. pág. 172.
232
“Las jornadas del pueblo…”, op cit, El Proletario.
233
Palma, “La justicia al banquillo…” op cit, pág. 144.
234
“Siguen oprimiendo al pueblo…”, op cit, José Arnero.
235
Col. Lenz, VII, 24, mic. 42. Col. Am., I, 12, mic. 2. Col. A.A., 118. Citado en: Navarrete y Palma, Los Diablos
son los mortales… op cit. Y en: Palma, “La ley pareja no es dura”…op cit. pág. 200-201.
236
Idem.

87
Se recalcó reiteradamente el desprecio con que las autoridades trataban al “pueblo”,

expresando que “la clase dirigente cada día se complace mas en demostrar su desden por las

miserias de los trabajadores; a ellos nada les importa el clamor de los rotos (…) todo lo quieren

mirar bajo el punto de vista subversivo, negando que hai miseria i asegurando que el trabajo

sobra”237. La negación de la existencia de una Cuestión Social, por parte de las autoridades está

en directa relación con la asimilación de la desesperación del pueblo con movimientos

revolucionarios y anarquistas y “la condenación de débiles, denominándolos anónimos”238. La

negación de la Cuestión Social, Mario Garcés la plantea desde la molestia que para la élite

resultaba ese tema. “Algunos de ellos cuando negaban la existencia de la Cuestión Social lo

hacían porque o les parecía natural la condición de pobreza en el pueblo o porque no podían

aceptar que éstos se organizaran y demandaran cambios económicos y sociales”239. Si por un lado

se negó la existencia de la Cuestión Social, por otro lado ésta fue sofocada por la mano brutal de

la autoridad “para hacer callar con la fuerza los gritos de la miseria”. Estos son hechos, que a la

representación popular le permitieron concluir que: “vivimos en plena tiranía, en abierta lucha de

clases” 240.

La negación de la Cuestión Social, se expresaba desde la continua violencia con la cual se

acallaban los movimientos populares de protesta y por otro lado, porque las autoridades

prefirieron derrochar el dinero antes que utilizarlo para reflexionar detenidamente en cómo

mejorar la precaria situación del “bajo pueblo”. Desde el Congreso, se discutió el cómo premiar a

la “Guardia del Orden”, ante lo cual, el periódico José Arnero declaró que estaban derrochando

237
“A las reuniones del pueblo las llaman desórdenes, a su prensa, pasquines y a sus protestas rebelión”. “Siguen
oprimiendo al pueblo…”, op cit, José Arnero.
238
“Las jornadas del pueblo”, op cit, El Proletario.
239
Garcés, Mario; Cuestión Social…op cit. pág. 132
240
“Siguen oprimiendo al pueblo…”op cit, José Arnero.

88
los dineros nacionales, premiando “las hazañas de los victimarios con el dinero acaparado a costa

de los inmolados”241. Dentro de la misma perspectiva, se denunciaba que las autoridades estaban

de hombros encogidos, sin hacer nada, sólo entregaban “bayonetas i amparan con ellas a los

empresarios, hacendados i patrones, i conducen a las cárceles a todos aquellos consciente, que

por un rasgo de humanidad se ponen al frente de los movimientos para exijir el pan que les

corresponde por sus esfuerzos a los hombres de trabajo”242.

Desde esta continua crítica profunda a las autoridades, que se expresaban en las páginas

de los periódicos populares, se articuló una propia definición de pueblo. Parten de la pregunta de

si el populacho, la chusma, los descamisados, las últimas capas sociales son seres irracionales:

“¿acaso esos descamisados son seres irracionales, acaso ellos no sienten también el
hambre i la miseria como lo sentiría cualquier obrero? ¿Acaso esos seres abandonados
no son también trabajadores, que a costa de inmensos sacrificios ganan el pan de cada
dia? Es indudable, pues, que es hasta cierto punto ridículo el querer hacer una
separación tan absoluta entre la clase obrera i lo que han dado en llamar la chusma”243.
Las diferenciaciones que la prensa conservadora, y también la perspectiva católica-

republicana como vimos en el capítulo anterior, desarrollaron para tratar de distinguir a las masas

populares desde su inconsciencia, se establecían sobre la base estrictamente material. Por el

contrario, para los periódicos populares las diferencias se expresaban desde características

morales e intelectuales, ya que “no hai populacho, sino individuos sin educación (…) no hai

chusma, sino jentes que se han desarrollado en un ambiente social insano e impuro, i no hai

descamisados, sino infelices abandonados a toda clase de miserias i de brutalidades, sin que nadie

digne preocuparse de ellos. Esto es lo que existe”244. La representación popular desestimó

directamente el considerar como gente inconsciente al “bajo pueblo”, dentro del período en
241
“La desigualdad social…”, op cit, José Arnero.
242
“Período de huelgas. Lo que significa”, Ibid, 30 de octubre de 1905.
243
“Reflexiones…”, op cit, El Alba.
244
Idem.

89
cuestión el problema de la educación era fundamental245, ya que consideraban que por causa de

los gobernantes y de la clase dirigente existía una parte considerable del mundo popular que

permanecía en la ignorancia.

Aún cuando se afirmaba la existencia de una parte considerable del mundo popular que se

desarrollaba dentro de los márgenes de la ignorancia, la experiencia de la miseria y del hambre

de la explotación, les permitiría comprender que “trabajar para que parásistos i holgazanes vivan

de nuestro producto, no es natural, (…) que son todas gabelas i patrañas, grillos i eslabones de la

pesada cadena con que tiramos el carro del progreso i el carro de la miseria que corren paralelos,

unidos por la esclavitud potentada”246.

Se denotó la reafirmación de una identidad que vivió encerrada en su inherente posición

estructural, que se representaba proféticamente con posibles salidas revolucionarias, que cuando

trataron de llevarlas a la acción en la realidad, el mismo encierro “devuelve todo hacia adentro,

esperanzas, rabias, reventones sociales, etc., todo intento de salida humanizadora es bloqueada

desde fuera, y devuelto, hacia el fondo del mismo encierro”247. La conciencia social e histórica

del “bajo pueblo” tiende, así, a girar en torno a una misma y larga identidad, cargándose una y

otra vez de energía rebelde248.

245
El problema de la educación de las masas populares, era una problemática que desde mediados del siglo XIX se
trataba de palear mediante las “clases para obreros”. Este era uno de los tópicos comunes que provienen desde el
movimiento de artesanos del siglo XIX y que perduraron durante la coyuntura en cuestión, todos dentro del ideario
popular del liberalismo que se expresó en el proyecto de la “Regeneración del Pueblo”. Véase: Grez; De la
“regeneración del pueblo” a la huelga general…op cit.
246
“Otra sangrienta jornada”, El Alba, 2ª quincena de octubre de 1905.
247
Salazar, Gabriel; “Chile, Historia y ´Bajo Pueblo´: de la irracionalidad y la violencia”. En: La Historia desde
abajo y desde dentro. LOM ediciones- Facultad de Artes. Universidad de Chile. Departamento de Teoría de las
Artes. Santiago. 2003. Pág. 153-154
248
“La ira sorda, la agresión lateral, la adicción alcohólica o lúdica y la violencia delictual o política han sido
“expresiones” frecuentes de ese forzado encierro histórico”. Idem.

90
La continua ampliación de la brecha que separaba a la élite oligarca del “pueblo” sería

extirpada mediante la abolición de una serie de realidades concretas -sin el derramamiento de

sangre que se sucede en cada manifestación popular-, que las editoriales del José Arnero

atestiguaban como las causantes de la discordia histórica entre el Trabajo y el Capital:

“Cesen las tiranías, venga la abolición de los impuestos a los alimentos, apruébese la
instrucción obligatoria i laica en el Estado, venga el aumento de los salarios,
reemplácense las pocilgas en que habitan los trabajadores, por habitaciones hijiénicas i
baratas, disminúyanse las horas de trabajo i acuérdese por fin que los dineros
derrochados, en empleados inútiles, en ejército i policías, i en la fabricación de templos
guaridas, donde se albergan los cuervos de la humanidad, sean destinados a la
construcción de ferrocarriles i al fomento de la industria nacional, i se habrá logrado
extirpar la discordia entre el Trabajo i el Capital, sin apelar al crimen ni al
derramamiento de sangre que tantas lágrimas i miserias cuesta a la clase indigente, de
esta desgraciada tierra”249.

El anterior párrafo resume en pocas líneas las principales problemáticas de la denominada

Cuestión Social, el deterioro de las condiciones sociales y económicas dentro de las cuales

habitaba el “pueblo”, y al lugar que fue obligado a volver cuando intentó buscar una salida

humanizadora, “un proceso vivo, propio de sujetos que para superar la negación que los aniquila,

crean humanidad y se cultivan a sí mismos”250. Dentro de este proceso de auto-reconocimiento,

de reafirmación de una identidad popular que ha girado en torno a problemáticas similares, desde

mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, se apeló a superar la ignorancia para poder

comprender la miseria en la cual estaban inmersos. Entender que el capital es una de las causas

que originaban la miseria y el hambre, que el Estado solamente protegía el despotismo de los

capitalistas, “mientras el hambre va invadiendo los hogares desvalidos (…) Todas estas causas

determinarán nuevos rumbos i esplicarán nuevas luchas al proletariado”251.

249
“La desigualdad social…”, José Arnero.
250
Salazar, Gabriel; “La Historia como ciencia popular: despertando a los weupifes”. En: La Historia… op cit. Pág.
166-167
251
“Otra sangrienta jornada…”, op cit, El Alba.

91
El “pueblo” es quien resistió la desesperación de la pobreza, a quien “nadie lleva un

consuelo a tanto corazón desolado, que llora en silencio, bajo los harapos de la miseria, allá en

los tugurios de los barrios apartados”252. En contra de estos sentimientos se intentó reafirmar una

identidad que surgió desde esa contextualización desolada, un proceso de humanización desde

abajo “para superar la negación que los aniquila, antes [sic] que sea una obra planificada y

ejecutada por un sistema de dominación”253. Las salidas humanizadoras del “bajo pueblo” han

sido devueltas violentamente hacia su deteriorada posición estructural, aún cuando no “olvidan

los de arriba el miedo que les produjo el 23 de octubre el levantamiento de un pueblo hambreado

i vejado”254.

252
“Las jornadas del pueblo…”, op cit, El Proletario.
253
Salazar, Gabriel; “La Historia como ciencia popular…” op cit. Pág. 167
254
El Alba, 2ª quincena de octubre de 1905. Extracto, fuente incompleta.

92
5.-Reflexiones en torno a la Cuestión Social y a la posición que en ella
mantienen las clases populares.

A lo largo de la investigación se ha sostenido que las representaciones sociales pueden

mutar de acuerdo a las lógicas de acción que operan dentro de la realidad. De esto no se deduce

que las estructuras objetivas de la realidad, en determinados contextos históricos operen de una

manera determinante sobre las conciencias de alguna colectividad específica. Se ha sostenido que

dichas estructuras, no sólo limitan o determinan, también posibilitan el accionar de las personas.

Lo que se ha evidenciado es cómo desde el contexto de la Cuestión Social, en la coyuntura

específica de la denominada “Huelga de la Carne” – o la “Asonada Popular de la Carne”- las

representaciones sociales convergieron en una primera instancia dentro de la temática específica

de la carestía de la vida -esencialmente con el relativo aumento del precio de la carne-, para

posteriormente escindirse a causa de la irrupción de la asonada popular, por un lado produciendo

marginalizaciones y discriminaciones hacia el “bajo pueblo”, forjando la representación del roto

ocioso y criminal. Y por otro lado, las páginas del José Arnero expresaron las diferentes

problemáticas que se expresaban en la Cuestión Social, y que resurgieron en importancia luego

de la irrupción de la asonada popular. Dichas problemáticas, por nombrar algunas, eran el

clasismo de la justicia y la problemática esencial de la existencia de una gran cantidad de

personas del pueblo, que aún vivían en la ignorancia producto de que el Estado no ofrecía una

educación “obligatoria y laica”.

Ambas representaciones centrales nos entregan una particular visión sobre cómo se

estructuraban las diferentes relaciones dentro de la sociedad santiaguina a principios del siglo

XX. Una de las particularidades que se ha podido desarrollar, a lo largo de esta investigación, es

93
la comprensión desde diferentes ópticas de cómo se percibió y se experimentó la Asonada

Popular de la Carne, cómo desde esa experiencia generadora de conocimiento, se lograron

articular diversos juicios y opiniones sobre un mismo acontecimiento. Es más, cómo esos juicios

sobre la Asonada se enfocaron en diferentes problemáticas que estaban presentes en las

interrelaciones entre el Estado y la sociedad.

La investigación partía desde el análisis de las representaciones que se elaboraron frente a

la ley que gravaba la internación de ganado argentino en los mercados chilenos, la cual fue

unívocamente representada como “una ley de hambre”, tanto por el Partido Demócrata como por

el periódico José Arnero. Por el contrario, la Sociedad Nacional de Agricultura sostuvo el

principio proteccionista para el desarrollo de la ganadería nacional bajo el cual se había

promulgado dicha ley. El gravamen al ser aprehendido como una ley oprobiosa, que condenaba al

“pueblo” a la miseria más cruel y dolorosa, nos entrega ciertas perspectivas que permiten

comprender cómo se percibía al Estado. En lo fundamental se sostenía que el aparato estatal, de

acuerdo a las funciones naturales que debía desarrollar, debía proteger a los más desposeídos de

la sociedad, y no solo en tiempos económicamente adversos. En un contexto de una alta

inflación, como lo fue el año 1905, el intento de la abolición del impuesto al ganado argentino fue

comprendido como una de las mejores formas de demostrar que el Estado amparaba a las clases

desheredadas. Los continuos argumentos que presentó el Comité Central, sostenían que si bien no

estaban contra la protección a la industria nacional, cuando una ley no permitía el libre acceso a

todas las personas a determinados productos, el gobierno debía obrar en beneficio de los más

desposeídos, ya que el Estado de acuerdo a sus funciones naturales debía proteger a todas las

personas por igual.

94
Como se ha sostenido, la petición formal para la abolición del impuesto que gravaba la

internación de ganado argentino, fue apoyada y promovida por el Partido Demócrata bajo un

pretexto político para quedar bien evaluados socialmente y así ganar apoyo para las próximas

elecciones de 1906. Desde esta misma óptica, hemos asegurado que dicho impuesto no era el

principal causante del leve aumento del precio de la carne. Es más, el mismo movimiento popular

dejaba entrever problemáticas más profundas que terminaron por explotar el día 22 de octubre de

1905.

Gabriel Salazar concibe al Estado en cuanto sistema de dominación, el cual no posee una

historicidad profunda, solamente genera alienación en las clases subordinadas que conviven

continuamente en las deterioradas condiciones de subsistencia. Desde esta perspectiva el sistema

político entendido como una construcción histórica, se ha elaborado desde el establecimiento de

determinadas dosis de “violencia política”, que consiste en el forzamiento de determinados

proyectos sociales a encerrarse (y repotenciarse) en su propia historicidad particular255. Los

proyectos que se imponen desde la violencia no cuentan con una legitimidad social amplia, es esa

la naturaleza tensionante de las relaciones entre el mismo Estado y la sociedad. El continuo

llamamiento a la naturalización de las funciones estatales es una idealización de lo que debería

desarrollar el Estado en amparo de la sociedad entera. Pero la exclusión que ejerce el Estado

sobre pueblo, el cual construyó en la Cuestión Social una identidad surgida desde el hambre y la

miseria, se hace visible en el momento en que se evidencia la continua respuesta violenta del

Estado frente a las manifestaciones y peticiones del mundo popular a principios del siglo XX, en

Valparaíso 1903, Antofagasta 1906, en la escuela Santa María en Iquique 1907 y la que se ha

analizado a lo largo de la presente investigación, la Asonada Popular de la Carne, Santiago 1905.

255
Salazar, Gabriel; La violencia política popular…op cit. pág. 81

95
La fractura del movimiento popular ante la irrupción de la asonada fue representada de

una manera divergente por el Partido Demócrata y el Diario Popular -influido por ideas católicas.

El análisis que se sostuvo estaba fuertemente sustentado en la mirada horrorizada con la cual la

élite había percibido al pueblo, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Ese horror impregnó

las más crudas discriminaciones y fomentó la continua marginalización de la sociedad de la “hez

más corrompida del populacho”, como denominaban al bajo pueblo, a quienes culpaban de la

violencia desatada en la Asonada. Desde esta percepción se construyó, luego de la coyuntura de

la Asonada Popular de la Carne, una representación de “la parte enferma del bajo pueblo” que se

estructuraba en torno al roto ocioso y criminal. Esta caracterización se sustentaba en que para el

PD, desde la lógica de la politización desde arriba, le resultaba bastante problemático comprender

y asimilar en su naturaleza específica a los vastos sectores que componían el mundo popular,

menos aún intentaron adherirlos a las formas de organización social que promovió el mismo

partido; por el contrario, su discurso legalista era dirigido esencialmente a los artesanos y a los

trabajadores organizados dentro de la lógica mutualista, abandonando a su propia suerte a todo el

“bajo pueblo” que no se estructuraba dentro de asociaciones de trabajadores. El mundo popular

se articulaba esencialmente por la amplia y vaga condición de gañan, la cual se caracterizaba

esencialmente por ser hombres y mujeres que desarrollaban trabajos ocasionales no cualificados.

La realidad del roto ocioso es marginalizada de las relaciones sociales, pretendiendo

mejorar la condición material y moral del “bajo pueblo” desde la caridad cristiana. Pero sin

siquiera desarrollar iniciativas que hayan pretendido subsanar realmente la deteriorada condición

de los sectores populares, ya que en la presente investigación se ha evidenciado que ese

mecanismo era la caridad, argumentada como el ejemplo concreto de que las élites amaban al

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“bajo pueblo”. La marginalización de la “hez más corrompida del populacho” es argumentada

desde las principales problemáticas que eran inherentes al pueblo a lo largo de la Cuestión Social.

Por otro lado, los periódicos populares expresan una perspectiva de análisis muy

significativa para comprender las diferenciaciones existentes entre el pueblo. No se diferencian a

sí mismos entre clase obrera y pueblo o rotos. La diferenciación se centra en el problema de la

educación. Para las fuentes populares la ignorancia en la cual vivía gran parte del pueblo, fue

esencialmente justificada por la falta de preocupación del gobierno por entregar educación a toda

la sociedad, pero sobre todo una educación laica, la cual había sido integrada al movimiento

popular durante el siglo XIX. El problema de la educación fue una problemática que lentamente

emergió en las fuentes y que sería muy interesante analizar en otra ocasión, sobre todo desde la

comprensión que los mismos sujetos populares tenían sobre este tipo de problemáticas

estructurales que los aquejaban.

Esta investigación nos ha llevado a comprender la tensionante y problemática relación que

vincula al Estado con la Sociedad. Dentro de esta perspectiva, cabe señalar la importancia de la

desvinculación, que proyectaron los editores del José Arnero y El Alba, dentro de la esfera

política con el Partido Demócrata. Desde la irrupción de la asonada popular violenta surgida

desde el hambre y la miseria, se puede evidenciar el proceso de auto percepción del “pueblo” de

Santiago como una identidad propia en busca de humanización. Las continuas divergencias entre

el PD y algunas corrientes del mundo popular, como lo evidenciaron las páginas de los periódicos

José Arnero y El Alba, nos aporta una evidencia importante en el proceso de construcción de

identidad dentro del movimiento popular, como lo es la reafirmación del apoliticismo partidista.

Se proyectaba continuar desarrollando la práctica de asociación de las sociedades o gremios de

97
resistencia. Que se continuaran desarrollando las prácticas de resistencia económica desde dichas

sociedades, y que por otro lado, se siguieran desarrollando las prácticas de socialización en donde

el proyecto de regeneración popular siguiera desenvolviéndose. La confianza depositada en el

Comité Central y en el Partido Demócrata es continuamente criticada por las páginas de estos

periódicos. La postura legalista que se estructura en una fe ciega en los mecanismos que el Estado

ha dispuesto para entenderse con la sociedad, quedó totalmente desacreditada el 22 de octubre de

1905 para el movimiento popular. La petición formal a los poderes públicos para la abolición del

impuesto al ganado argentino se perdió en el caótico contexto de sangre de la asonada popular.

La emergencia de la violencia nos deja en evidencia un gran cúmulo de problemáticas

sociales y económicas, dentro de las cuales habitaba estructuralmente el “pueblo”. El continuo

deterioro de las condiciones de subsistencia es la principal característica de dicha posición

objetiva y lo que hemos podido evidenciar, es que el hambre y la miseria es la perspectiva desde

donde el mismo mundo popular pudo vivir, percibir y expresar todo nuevo contexto dentro de la

Cuestión Social, desde donde después de la Asonada Popular de la Carne se proyectó

proféticamente en el horizonte, la lucha de clases.

98
Bibliografía y Fuentes.

Fuentes impresas.
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-Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura.
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