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Realizando una breve verificación de carácter documental tenemos que en el Estado

Plurinacional de Bolivia coexisten varias formas de trabajo en minería por parte de las
mujeres, entre las que encontramos la minería formal, en donde estas se encuentran
vinculadas laboralmente a una empresa de extracción minera reconocida ante el estado,
en donde la mano de obra femenina ha ido en constante ascenso porcentual con
respecto a épocas anteriores, en donde era un trabajo exclusivo de hombres. Esta
vinculación a la minería formal se da por parte de empresas del Estado, empresas
privadas o por un sistema de vinculación laboral, llamado cooperativista, que funciona
de manera similar a las Cooperativas de Trabajo Asociado colombianas.

De igual manera se observa que estas empresas o cooperativas, conceden ciertas


garantías salariales y laborales a las mujeres que se equiparan a las recibidas por su
contraparte masculina, aunque se podría decir que lo que se ha ganado de manera
externa laboralmente, no se compadece con la situación meramente laboral de la mujer
al interior de la actividad minera, sea esta a cielo abierto o subterránea.

Ocurre que en la labor de extracción minera en Bolivia se dispone de sitios que en


Colombia podríamos llamar “mejores o peores”, para realizar dicha labor, es decir que
tanto al interior de las minas a cielo abierto, como en la extracción se realiza de manera
subterránea o socavón, hay localizaciones de las mismas en donde, o es más fácil
extraer el mineral o este se da con mayor pureza, lo que redunda en menor esfuerzo
para realizar esta extracción del material o en un mayor valor económico del mineral
extraído.

Así las cosas, tenemos que estos “mejores lugares” de extracción son ocupados ni más
ni menos que por los trabajadores hombres, lo que de nuevo ensombrece los logros
laborales que las mujeres y el Estado han logrado para ellas, pues se configura una
modalidad de machismo dominada por el menor esfuerzo o por una posición de
ventajosa predominancia obtenida de manera poco moral por parte de los miembros
masculinos de esa comunidad laboral, que mediante estas prácticas obtienen los
mejores réditos de la explotacion de minerales.

Sumado a lo anterior, se tiene que un alto porcentaje de las mujeres trabajadoras de


minas, se encuentran en estado de vulnerabilidad, por cuanto según estudios realizados
por investigadores académicos y el mismo gobierno de Bolivia, el nueve por ciento (9%),
son mujeres divorciadas; un veintiséis por ciento (26%) son viudas y un quince por ciento
(15%) son madres solteras con hijos, lo que nos da que un cincuenta por ciento (50%)
de esta población laboral son mujeres son madres cabeza de familia, que por simple
necesidad, muchas veces aceptan estas condiciones de inferioridad laboral con respecto
del hombre. Y hablamos de necesidad, bajo el entendido de que son mujeres jefe de
hogar que a su cargo tienen hijos, padres, nietos u otros familiares que dependen
económicamente de ellas. También acontece que en muchas ocasiones, dentro del
porcentaje que ocupa a las mujeres viudas trabajadoras de minas, que este trabajo es
heredado por parte del marido fallecido hacia la esposa sobreviviente, ocupando el
puesto que él ocupaba en vida al interior de la mina.

En cuanto a las edades de las trabajadoras, se observa que predominan las mujeres
entre los 31 a 50 años, siendo estas mayoría teniendo una participación de un cincuenta
y cuatro por ciento (54%) de la mano de obra en las minas y como dato que causa
curiosidad, las mujeres de 30 años o menores, tan solo representan un catorce por ciento
(14%) de las trabajadoras en minas, siendo un dato sorprendente, o al menos para los
estándares que encontramos en Colombia, que un treinta y dos por ciento (32%) delas
trabajadoras, supera los 51 años, correspondiéndole al grupo de mujeres entre los 51 y
60 años un veinte por ciento (20%) y al grupo de mayores de 60 años, un doce por ciento
(12%), teniendo que este último grupo casi en su totalidad, el desarrollo de su actividad
en minas a cielo abierto1.

Una cosa que llama la atención en cuanto al desarrollo de esta actividad, es la mínima
información que existe por parte del Estado, en cuanto estadísticas, cifras sobre salarios
y compilación general de datos acerca de las mujeres mineras individuales, o lo que
serían trabajadoras informales en el ámbito colombiano, que en nuestro país llamamos
comúnmente barequeras y en dicha región reciben el nombre de barranquilleras o
bateadoras, por lo que solo se tienes estimados en cuanto a su tasa de alfabetización,
acceso a servicios públicos, servicios básicos de salud e ingresos percibidos por esta
actividad laboral.

Esto en cuanto a una visión somera al desarrollo de la actividad minera en Bolivia,


llevada a cabo por mujeres, pero en Colombia se podría decir que la realizad es bastante
desoladora, pues a pesar de que en Bolivia no se tengan datos exactos o pertinentes
sobre la actividad llevada a cabo por mineras informales, el gobierno del presidente Evo
Morales, se encuentra realizando esfuerzos con el fin de formalizar a estas mujeres, o
por lo menos darles acceso a garantías mínimas, como las que gozan las vinculadas a
cooperativas, mientras que en Colombia, específicamente las barequeras de la rivera
del rio San Juan, en el Chocó, sin contar otros sectores de explotacion minera como
existen en Antioquia, Cauca y Boyacá, entre otros, se encuentran invisibilizadas por
parte del Estado, dejándolas a merced de las mineras ilegales, que en su mayoría no
solo tienen este estatus de ilegalidad (se considera que casi un 75% de la minería en

1
Mujeres mineras en Bolivia, una mirada a su realidad socioeconómica. Arista, Franco. Apoyo gráfico. La
Paz, Bolivia 2017. Disponible en http://www.cumbredelsajama.com/wp-content/uploads/2017/12/Linea-
Base-Socioecomica-Mujer-y-Mineria.pdf
todo el país, se desarrolla de manera ilegal), sino que son manejadas por actores
pertenecientes al conflicto armado nacional, como lo son las disidencias de las FARC, el
ELN, o los llamados Urabeños, que no son más que autodefensas con cambio de “razón
social”. A pesar de esto, algunas alcaldías municipales de la región han tratado, por lo
menos de tener un conteo de estas trabajadoras, y de donde se obtienen datos como
que a nivel nacional, el porcentaje de trabajadoras de minas, sea a cielo abierto o de
socavón, corresponde por lo menos a un cinco por ciento (5%) de la fuerza laboral,
mientras que en algunos municipios de Chocó, este porcentaje se eleva a las del
veintiséis por ciento (26%), siendo esta actividad en dicho departamento, de simple
subsistencia, pus si bien se obtienen datos acerca de que una barequera puede llegar a
ganar un máximo de 1,2 salarios mínimos2, es de tener en cuenta, que el difícil acceso
a diversos sectores de este departamento, encarece exponencialmente tanto los
productos de la canasta básica familiar, ni que decir de los considerados artículos de
lujo, amén de no contar estos municipios en gran medida de servicios públicos básicos,
sumando todo esto a un abandono total del Estado colombiano en todos los ámbitos,
pero eso sí, prestando a efectivos del Ejército Nacional, para escoltar y trasladar la
maquinaria pesada que se requiere en el proceso de extracción del mineral, y dejar
convertida la selva chocoana en un yermo terreno gris absolutamente infértil con charcos
lodosos por doquier y ni siquiera dejando a los peces del rio en buen estado para su
consumo, por las altas cantidades de mercurio concentradas en sus cuerpos.

2
LA PEQUEÑA MINERÍA EN COLOMBIA: UNA ACTIVIDAD NO TAN PEQUEÑA. Güiza, Leonardo - 2013.
Disponible en http://www.scielo.org.co/pdf/dyna/v80n181/v80n181a12.pdf

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