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EL PROCESO CIVIL Y LAS DOS ÚLTIMAS CORRIENTES DEL PALEOPROCESALISMO: EFICIENTISMO Y

GARANTISMO PROCESAL

THE CIVIL PROCESS AND THE LAST TWO CURRENT PALEOPROCESALISM: EFFICIENCY AND
PROCEDURAL GUARANTEE

Acosta Isaura, Castrejón Ruth, Cubas Leidy, Díaz Rosa

INTRODUCCIÓN
Existe un debate abierto entre dos corrientes doctrinarias, que intentan estructurar el proceso civi, las dos posturas
en pugna pueden ser denominadas como eficientismo y garantismo, en ese sentido podemos expresar que, a la luz
de la tendencias actuales respecto del eficientismo procesal, en nuestro país a pesar del paso del tiempo de
vigencia del Código Procesal Civil, aún faltan hacer ajustes para lograr una reforme integral en el proceso mismo,
que evidentemente no puede ser llevada a cabo si no existe la voluntad política de los propios operadores
jurisdiccionales y de los usuarios del servicio judicial. Por su parte durante la segunda parte del siglo XX puede
notarse un fenómeno de constitucionalización de las garantías procesales, vale decir un aseguramiento por medio
de constituciones y tratados internacionales de un número de garantías mínimas que favorecen a los individuos,
sin importar el modelo procesal, este movimiento se ha autodenominado garantismo.
I. EL EFICIENTISMO PROCESAL
El eficientismo procesal tiene perceptibilidad conjunta al posmodernismo, se puede afirmar que el eficientismo
trajo de equipaje jurídico al eficientismo procesal; entonces, el eficientismo se identifica al poco tiempo de
iniciada la segunda posguerra mundial, precisamente en el ánimo de transformar la tutela de los derechos,
haciéndola una garantía de fuente constitucional y esta la razón de justicia de todo el orden normativo (Gonzales,
s.f.).Se singulariza por ponderar muy especialmente a la finalidad del proceso civil en general y a las finalidades
de las instituciones y herramientas procesales de que se sirve. Asimismo, se preocupa por analizar y mejorar el
rendimiento del Servicio de Justicia, y para ello reclama la ayuda de ciencias auxiliares. Por añadidura, se
caracteriza por abrirse con la prudencia del caso a experiencias foráneas y a aceptar el trasplante (con los ajustes
que correspondieren) de instituciones procesales probadas en otros países de cuño análogo al nuestro. El
eficientismo procesal, en suma, viene a representar un cuarto estadio de los conocimientos procesales (los otros
son la práctica forense, el procedimentalismo y el procesalismo) que ha venido a insuflar aires nuevos al
tradicional ámbito del procesalismo clásico. Sus ideas armonizan y complementan a las ideas activistas,
generándose así una sinergia que reputamos muy beneficiosa. (Peirano, s.f.)
En ese sentido podemos mencionar que, un proceso de reforma no se puede llevar a cabo con tan solo un cambio
de normas adjetivas, sino también con la progresiva incorporación de instituciones procesales que adoptadas a la
realidad nacional pueden favorecer la pronta solución de los conflictos judiciales. Las experiencias observadas en
otros países dan cuenta que han existido modelos más eficaces que el que tenemos en la actualidad, ya que sí ha
habido una verdadera preocupación por parte de la sociedad por superar esas taras.
II. EL GARANTISMO PROCESAL
Para justificar el uso de dicha denominación, se ha manifestado que: “El garantismo procesal es una posición
doctrinal aferrada al mantenimiento de una irrestricta vigencia de la Constitución y, con ella, del orden legal
vigente en el Estado en tanto tal orden se adecue en plenitud con las normas programáticas de esa misma
Constitución. En otras palabras, los autores así enrolados no buscan un juez comprometido con persona o cosa
distinta de la Constitución, sino a un juez que se empeñe en respetar a todo trance las garantías constitucionales.
La voz garantista o su sucedáneo garantizador proviene del subtítulo que Luigi Ferrajoli puso a su magnífica obra
Derecho y razón y quiere significar que por encima de la ley con minúscula está siempre la Ley con mayúscula (la
Constitución). En otras palabras: guarda adecuado respeto a la gradación de la pirámide jurídica”. Descartados los
buenos propósitos de sus cultores y la calidad científica de sus mentores, creemos que olvidan que el juez del
proceso civil no es un árbitro deportivo únicamente interesado en que los jugadores observen las reglas del juego,
sin poder agregar ni modificar nada de lo que hicieren o dejaran de hacer aquéllos. El resultado de dicha
preterición es el minimalismo procesal del que hablaremos más luego. A ello se suma una lectura de la
Constitución Nacional que no es, pensamos, la correcta7 porque ésta privilegia, ante todo, que el proceso civil se
corone con una sentencia justa. Para conocer, más detalladamente, las singularidades del garantizo procesal es
suficiente con invertir las correspondientes al activismo procesal, del que también daremos cuenta más adelante.
III. CONCLUSIONES
Todos estos cambios tienen que ser analizados a la luz de dos tendencias procesales modernas que se
contraponen: el eficientismo procesal versus el garantismo procesal, a fin de evitar que la poca o excesiva
celeridad de los procesos se contraponga al debido proceso y las garantías de la administración de Justicia. Sin
embargo, hay que ser cautelosos en este proceso, procurando esencialmente que no gane el entusiasmo al debido
proceso, y a las garantías que debe reunir el proceso, para evitar caer en lo que con acierto menciona Omar
Benaventos: “De no conjurar la “técnica “con la estructura” que sostenga y la haga viable, corremos el riesgo de
engendrar una criatura que termine devorando a su bien intencionado progenitor” (Canelo, s.f.)
La postura radical de la doctrina revisionista, niega todo tipo de iniciativa material del juez, supone restar eficacia
al proceso como instrumento del Estado para la justa tutela de los intereses litigiosos. En nuestra opinión, no debe
buscarse el garantismo sin tener en cuenta la función que cumple el proceso, ni tampoco la eficacia olvidándose
las garantías constitucionales del proceso. El garantismo exacerbado puede originar la ineficacia del proceso, y la
eficacia extrema puede propiciar la vulneración de las garantías básicas de la actividad del juez con su deber de
imparcialidad- y de las partes –con sus derechos a la defensa. Por ello, el debate garantismo eficacia no debe
plantearse en términos de prevalencia de uno sobre otro, sino de compatibilidad, esto es, debe buscarse la máxima
eficacia del proceso respetando las garantías procesales del juez y de las partes.
Parece difícil y utópica esta posibilidad, pero la comprensión y esfuerzo de los operadores, y del Estado como
ente político más comprometido, deben orientarse a concretar mejor el modelo procesal garantista y eficiente. De
ello depende en gran medida el éxito o el fracaso del modelo procesal vigente, teniendo en cuenta la abultada
carga procesal que soportan los juzgados y fiscalías, que no permiten respuestas de calidad, oportunas y deseables
de justicia, con pleno respeto y aplicación de los derechos fundamentales del imputado.

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