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Misión Antes Del Partido
Misión Antes Del Partido
1. Relativas a la alimentación.
2. Material deportivo
3. Concentraciones
El fin de estas concentraciones es que los jugadores descansen física y moralmente, ya que el
pretender mejoras de cualquier orden, con dos o tres días de clases teóricas, por lo general, es una
utópica ilusión.
Otra finalidad buscada con ellas es la formación de un espíritu de equipo y un alto nivel en el
orden moral y psicológico.
Si la concentración es corta y dado que por esta circunstancia las mejoras físicas no se podrán
lograr, lo aconsejable es efectuar unos ejercicios o series de mantenimiento de forma sin
profundizar mucho. Trabajo dirigido por libre.
La misma conducta seguiremos con la técnica individual; no obstante, si alguna jugada táctica está
basada en acciones técnicas determinadas, a éstas dedicaremos el tiempo necesario para que
estos lances se lleguen a efectuar de forma automática.
En las comidas y régimen horario, procurar que cada uno –dentro de lo posible y tolerable- siga
sus costumbres.
Las concentraciones habituales o periódicas, una vez acostumbrados los jugadores, son muy
beneficiosas y el periodo de tiempo que más ventajas presenta para el organismo del jugador, es
el descanso obligatorio posterior al partido disputado.
En algunas ocasiones, si los cambios (altitud, clima, etc) que se nos presentaran “no” son muy
diferentes de los habituales, es conveniente, si el viaje es rápido y corto para evitar
desambientarse y romper el ritmo de vida y entrenamiento, jugar el mismo día de llegar o al día
siguiente como máximo.
• Ordenar los ejercicios a efectuar por el equipo en el terreno de juego y que completarán el
empezado en el vestuario (físico – técnico)
• Dar los últimos consejos al equipo antes de salir al campo, terminando con una corta pero
enérgica arenga.
No corregir nunca las decisiones arbitrales con gestos ni con voces; en cualquiera de los casos
ponerse siempre de su parte (defendiendo su integridad física si es preciso).
ÓRDENES Y CONSEJOS
Todo lo que se puede prevenir antes de salir a la cancha debe estar previsto, explicado y
solucionado; evitar precipitaciones de última hora. “Dar pocas órdenes durante el partido”; si no,
se marea a los jugadores (sobre todo metidos ya en juego, donde por la fatiga se oscurece y
debilita un trato la inteligencia), y las más de las veces las órdenes son mal interpretadas y peor
cumplimentadas.
“A los jugadores darles pocas órdenes y exigirles mucho orden dentro del campo”
En el caso de usar códigos de señales, éstos deberán ser: sencillos en calidad o mando; claros de
interpretarse; pocos en número.
CAMBIOS
Siempre que se efectué un cambio debe existir algún motivo real que lo aconseje y justifique
(cansancio, fallos técnicos o tácticos, lesión, discusión); evitar el actuar por “corazonadas”
sistemáticas.
• Cambio físico: Se realiza cuando al jugador le aparecen los primeros síntomas de fatiga, y
por lesión ligera o leve; la finalidad de este cambio puede conseguirse poniendo al jugador en
puesto de menor trabajo, y responsabilidad, o sustituyéndole por otro reserva.
• Cambio técnico: Normalmente afecta a variaciones en el marcaje y, como el anterior,
puede hacerse con cambios de puestos o por cambio-sustitución de jugadores.
• Antes de entrar en el vestuario, el técnico mirará alguna apreciación o dato exacto sobre el
cumplimiento de las órdenes dadas.
• Evitará, por todos los medios, que durante el descanso entren en el camerino, la Prensa,
las amistades (propias de los jugadores) y también los directivos.
• Una vez los jugadores hayan descansado (de tres a cinco minutos), y manteniéndoles en la
posición de reposo más adecuada, es la ocasión de efectuar las correcciones de tipo general y las
modificaciones de los sistemas tácticos.
• Designa el equipo que va a seguir jugando (si el partido es internacional o amistoso y hay
posibilidades de sustitución).
• El técnico lo comparte todo con el equipo: las alegrías del ganar y los sinsabores del
perder.
• Una vez el vestuario, conviene diga unas breves palabras para calmar la tensión y
explosiones de júbilo si la victoria ha sido obtenida, o disminuir la desilusión si hemos sido
derrotados.
• Revisar lesiones.
• Reunir los cuadros de control, si están terminado y en limpio.
Jugador “Hablador”. –Siempre encuentra excusa para justificar su mala actuación: carga por
sistema la culpa sobre sus compañeros.
Dentro de esta clasificación incluiremos al “vago hablador”, éste que casi nunca tiene ganas de
trabajar – entrenar; se equipa y se dedica a molestar y entretener con su problema a sus
compañeros que están desarrollando sus entrenamientos.
Jugador “Libertino”. –Corrientemente este defecto (vida ligera en bebidas, mujeres, orden…) se lo
toman como lujo algunos de los jugadores “estrellas”. Su asistencia, sobre todo a los
entrenamientos, será irregular lo mismo que sus actuaciones en el campo. Mientras su condición
física natural lo resiste, rinde para el conjunto por su innegable clase, pero cuando declina su
esplendor por los excesos continuados, su caída es rápida
aún cuando él haga alardes de juego (casi siempre en plan individual), que luego pagará el
conjunto, pues su trabajo será a ráfagas y totalmente desordenado.
Su corrección en la época de gloria es muy difícil; luego más tarde, cuando generalmente no hay
remedio, se vuelve más dócil a nuestros consejos.
El en primero se considera alma del conjunto y pretenden que todo el juego se acomode al suyo;
generalmente, y por el tiempo de práctica, llegan a dominar bastante bien el balón, pelota o
medio de juego (condición casi innata en ellos y causa de su larga permanencia en activo, ya que
esta cualidad les ha permitido un juego reposado-económico y el actuar como repartidores no les
van, y ellos, muchas veces inconscientemente, regulan el ritmo de las acciones, entorpeciendo o
frenando el resto de sus compañeros en sus cualidades fuertes o especialidades.
Con diplomacia hacerles ver que ha llegado ya la hora de su retiro; si no lo comprenden, nos
valdremos de lo siguiente:
• Solo los emplearemos en partidos fáciles y los haremos jugar espacios de tiempo
arrítmicamente y con “presión” sobre ellos (esto cuando el encuentro esté decidido).
Jugador “Listillo”. –Este jugador, que nunca falta, es aquel que se adelante y termina todas
nuestras explicaciones teóricas, y en la práctica es el que comienza las acciones y desplazamientos
sin esperar la orden de empezar.
Si cree que estamos equivocados corrige con su actuación “por libre” nuestro “gratuito” fallo o
error.
Jugador “Exquisito”. –Normalmente procede de cuna humilde. Es el jugador que toda comida le
parece poca o de pésima calidad y los servicios malos y lentos.
Los alojamientos siempre son incómodos, duras las camas y ningún horario se acomoda a sus
gustos y costumbres.
Conviene, en particular, hacerle ver lo inexacto de sus juicios, recordando si la insolencia de sus
reclamaciones lo requiere su habitual medio económico y de vida.
Estos jugadores, juntamente con el tipo anterior, se perjudican a sí mismo y son el objeto de todas
las bromas y burlas del resto del equipo.
En los entrenamientos son los encargados de mantener la alegría, evitando la monotonía con sus
salidas o chistes, pero procurando que con sus actuaciones no se conviertan los mismos en
“juergas deportivas”.
Hay que evitar que este tipo de jugador, por mantener su prestigio de tal, cometa acciones que
rocen la honestidad, honradez o la educación.
Jugador “Habilidoso. –Si sólo posee esta condición es la desesperación del entrenador, por su
poca, afectividad y el lastre que representa para el conjunto, pues trabaja para sí y sin eficacia
positiva en los resultados. Aburre y arruina a sus compañeros.
Lo mejor es emplearlo poco (muchas horas de banco); aconsejarle con energía y claridad, y una
vez en el campo. A la primera habilidad ineficaz o de lucimiento que haga, amonestarlo o apartarlo
del equipo si persiste en su defecto.
En esta clasificación podemos incluir al portero exhibicionistas (o que trabaja para la alegría),
efectuando grandes paradas a tiros fáciles, con gestos antieconómicos y fuertes golpes, con el
grave peligro de lesiones para ellos y repercutiendo en el equipo al frenarlo en sus aperturas
rápidas y juego veloz. El asiento de banco (reserva) es un gran remedio por su efectividad,
demostrada ésta en numerosísimas ocasiones.
El “Intelectual” dirige normalmente los dardos de su paciencia hacia el técnico, nos observa,
analiza y crítica la forma de expresarnos, la inteligencia que tenemos, forma de
actuación, etc; si es los mandones dentro del equipo, sus palabras u opiniones en el caso de ser
desfavorable, nos pueden hacer mucho daño.
Con este último aconsejamos un trato correcto; particularmente les podemos hacer alguna
distinción, pero siempre con mucha discreción, pues si ellos carecen de ella, fanfarronean de que
son los que dirigen el equipo ante los propios compañeros, amistades y público en general.
Jugadores de mal carácter. –Si durante el juego éstos manifiestan su irascible carácter traspasando
los límites de la virilidad para caer en la violencia o peligrosidad y su actitud con árbitro y propios
compañeros no está dentro de la más elemental educación, lo sentaremos en el banco (previo
permiso del árbitro, solicitado por el capitán) y lo corregiremos enérgicamente. Caso de persistir
su forma de jugar con un hombre menos por propia voluntad que esto se produzca por sanción
arbitral (suspensión de varios partidos, multa al infractor y preparador…); en determinadas
situaciones le impondremos la obligación de dar una pública satisfacción a sus compañeros.