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REGIMEN PATRIMONIAL

DERECHOS SUBJETIVOS FAMILIARES PATRIMONIALES

Para Borda los derechos “pueden tener carácter patrimonial o extrapatrimonial; si bien
los derechos familiares son patrimoniales no son sino consecuencia de otros derechos
y deberes más profundos y de carácter extrapatrimonial”. Siendo más sinceros, los
derechos de familia pueden ser de los dos órdenes, sin negar el hecho que unos tengan
del otro y estos de aquellos (los extrapatrimoniales que se patrimonilizan: el derecho al
nombre de la mujer casada; los patrimoniales que se extrapatrimonializan: derecho real
de habitación). Los derechos subjetivos familiares patrimoniales son susceptibles de
valorarse en dinero, directa o indirectamente. Tienen por contenido una utilidad
económica, tienen un coste y un costo. Los derechos subjetivos familiares no
patrimoniales no contienen una inmediata utilidad económica ni son valuables en dinero
pero al momento de ser lesionados, afectados, dañados adquieren para su reparación
un quántum que es necesario conocer para satisfacer el daño.

Patrimonio La noción de patrimonio que consideramos más adecuada es


la de conjunto de bienes muebles e inmuebles susceptibles de valoración
económica, de utilidad primordial o superflua, sobre los cuales una persona física
o los representantes de una persona jurídica tienen la garantía estatal de ejercer
todos y cada uno de los derechos inherentes a la propiedad, sin más limitaciones
que las establecidas a favor de terceros por la ley, la administración de justicia o
la contratación, sean o no acreedores.

2.2. Patrimonio conyugal El patrimonio conyugal es indiviso, pudiendo


determinarse la copropiedad mediante sentencia judicial únicamente. El
patrimonio conyugal está formado por un conjunto de bienes y derechos,
obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que corresponde
a los cónyuges. Las relaciones patrimoniales entre los cónyuges se regulan en
el Código Civil de 1984, Libro III, Derecho de Familia Título III y se inspira en los
Principios de igualdad y el mandato de no discriminación consagrado en la
Constitución de 1979, habiéndose concretado estos Principios en los artículos
292, 313, 315 y 317 del Código Civil.

2.3. Poder doméstico Es aquel poder por el cual cualquiera de los


esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las necesidades
ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del
lugar y a las circunstancias de la misma. Las necesidades ordinarias de la familia
tienen como característica la inmediatez en su realización, pero ello no la aleja
de ser un tema subjetivo, habrá que tomar en cuenta el nivel de vida, recursos y
circunstancias del grupo familiar, debe ser analizado tomando en cuenta cada
familia y las circunstancias de la adquisición del bien.

3. Origen El régimen patrimonial en el matrimonio tiene en líneas generales el siguiente

origen:

3.1. Derecho romano El origen histórico de la comunidad de bienes es discutido.


En el Derecho Romano no existen antecedentes ciertos de la existencia de la institución
a pesar que autores antiguos, como Lauriére, creen encontrar en Scaevola, en un
epigrama de Marcial a Nigrineo en el Digesto su origen. Otros, como Coquille, Grosley,
Humbert y Valroger se remontan más allá y creen que los romanos habían dejado
subsistir la costumbre gala de la comunidad en las relaciones matrimoniales. En el
Derecho Romano se establecieron dos sistemas patrimoniales según el tipo de
matrimonio celebrado. Si las justae nuptiae se contraían cum manu la mujer quedaba
bajo la potestad del marido y su patrimonio era absorbido. En el matrimonio sine manu,
la mujer continuaba bajo el poder del grupo familiar de origen y conservaba la propiedad
sobre sus bienes. La esposa debía contribuir a los gastos del hogar, los bienes que
aportaba para ello no pasaban al patrimonio del marido sino que se transmitían a los
hijos de ambos para quienes estaban especialmente destinados, estos bienes recibieron
el nombre de dotales.

3.2. Derecho germánico En la comunidad germana no existían los lazos


de la primitiva familia romana. Al casarse, el contrayente entregaba al padre
ciertas sumas de dinero o determinados objetos que representaban el precio de
la transmisión (mundium); aparte de esto, a la mañana siguiente de la boda, el
marido, como premio a la virginidad de la mujer le otorgaba una donación
especial (morgengabe) consistente en dinero, joyas u otros objetos que luego se
generaliza y se entrega en premio de las cualidades de la esposa, sea o no
virgen. Estas dos donaciones se confundían en una sola con el nombre de
donarium, dotario o dos a cambio de la cual los padres de la novia entregaban al
casarse, aunque sin obligación alguna, ciertas sumas o bienes los que tenían el
carácter de un anticipo de legítima. Este sistema se denominó “comunidad de
administración” puesto que el marido, como sucesor del padre de la novia,
concentraba en su mano todos los bienes de aquella, tanto muebles como
inmuebles, los que administraba y usufructuaba, pudiendo disponer por sí solo
de los primeros, mas no de los segundos, sin el consentimiento de la mujer, por
estimarse patrimonio común de la familia. La mujer solo podía disponer de los
utensilios caseros denominados gerade.

Era el marido el que contraía las obligaciones y tenía capacidad para


realizar los negocios de la familia. Debía responder con todos los bienes de la
familia, con las limitaciones indicadas. Los bienes que se obtuvieran durante el
matrimonio pertenecían a ambos cónyuges al ser producto de los bienes de
ambos o de su trabajo.

Cristianismo Lefebvre sostuvo que el régimen de bienes se originó


gracias a la concepción cristiana del matrimonio. Se consideró que la mujer
germana fuera elevada, recibiendo una dote del marido originada en el hecho
que el matrimonio se formalizaba por compra; dote que luego se hizo simbólica
y fue acompañada por la morgengabe, elementos unificados y concentrados en
la mujer. De aquí derivarán los sistemas de comunidad universal y de ganancias.
En la primera, la mujer tenía derecho a una cuota de los bienes del marido; en la
segunda, se distinguían los bienes propios de la mujer y ella tenía derecho a la
tertia, un tercio de los bienes del marido. La dos o dote se transformó en un
simple derecho de usufructo de la mujer con el fin que la familia del marido no
perdiese los bienes. Más adelante surge el douaire (viudedad) y luego se
extiende a los conquets (gananciales) bajo condición de supervivencia que van
concretando los regímenes de bienes. La comunidad debe su nombre y carácter
distintivo a la existencia de una masa común, a un patrimonio común entre los
cónyuges. Se distinguen tres masas: bienes de la comunidad, bienes propios del
marido y bienes propios de la mujer. Esa masa común debe ser administrada,
en principio, por el marido y está constituida por los bienes y las deudas de los
cónyuges. Asimismo, está acompañada con la unidad de responsabilidad. Por
último, la masa común, a la disolución del régimen, se partirá en especie entre
los cónyuges o sus herederos, pero no necesariamente por mitades. El sistema
romano perduró hasta la edad media. Después evolucionó hacia una forma de
comunidad de bienes, en ella los bienes comunes, destinados al sostenimiento
de las cargas matrimoniales, pertenecían a ambos cónyuges. A la disolución del
matrimonio, el patrimonio se distribuía entregando a cada cual no lo aportado,
sino los bienes en la proporción a lo que los cónyuges hubiesen estipulado
previamente.

Antecedentes en el Perú
Código Civil de 1852

El Código del 52 adoptó la sociedad de gananciales como régimen obligatorio, pasando


todos los bienes aportados a la sociedad conyugal, administrados y bajo la disposición
del marido. Fue un régimen impuesto, compulsorio e invariable. El artículo 955
establecía: “Del matrimonio resulta, entre el marido y mujer, una sociedad legal, en que
pueda haber bienes propios y bienes comunes. El marido es el administrador de estos
bienes, conforme a los artículos 180 y 181”. Se caracterizaba porque ninguno de los
cónyuges podía renunciar a esta sociedad ni sus efectos. El marido tenía amplias
facultades sobre los bienes matrimoniales, era el único administrador; decidía el destino
que podía darse a estos. Sin embargo, puede entenderse que aparentemente existían
dos administradores, el marido de los bienes de la sociedad conyugal y la mujer de los
bienes parafernales, del que también se puede sacar otra conclusión, que respecto de
estos bienes no había ni comunidad de bienes, ni separación absoluta de bienes, eran
de la mujer. En referencia a la sociedad conyugal se puede mencionar los siguientes
artículos: 180, el marido es administrador de los bienes. El artículo 182, la mujer no
puede dar, enajenar, hipotecar ni adquirir a título oneroso o gratuito sin intervención del
marido o sin consentimiento por escrito. El artículo 1046 indica que son gananciales
todos aquellos bienes que se encuentran al fenecer la sociedad legal, después de
deducidas o pagados, los bienes propios de cada cónyuge y las deudas contraídas
durante el matrimonio. El artículo 1048, no son gananciales, sino bienes que
corresponden a la mujer, la ropa de su uso, el lecho cotidiano y el menaje ordinario de
la casa. Asimismo, el artículo 1050, establecía que la mujer que no quiere habitar en
casa del marido, y que en contra de la voluntad permanezca en cualquier otra, no tendrá
derecho a gananciales.

Código Civil de 1936

El Código del 36 estableció el régimen forzoso de gananciales rechazándose las


capitulaciones matrimoniales. Mantuvo el Régimen de Comunidad de Gananciales
contenido en el Título de la sección Segunda del Libro de Familia, estableciendo: Del
régimen de los bienes en el Matrimonio, De los bienes reservados, De las donaciones
por razón de matrimonio, De la dote y De la separación de bienes durante el matrimonio.
Dentro de sus principales características tenemos:

• El marido dirige la sociedad conyugal.

• El marido es el representante de la sociedad conyugal, solo para las necesidades


ordinarias del hogar, la sociedad conyugal era representada indistintamente por ambos.
• La mujer puede ejercer cualquier profesión o industria, así como efectuar cualquier
trabajo fuera de la casa común con el consentimiento expreso o tácito del marido. Si el
marido se negase a dar su consentimiento podrá ser autorizada por el juez siempre que
pruebe o justifique el interés de la sociedad conyugal.

• La mujer no responde con sus bienes propios por las deudas personales del marido.

Este régimen fue objeto de encontradas opiniones, primando la idea de modificarlo. Sin
embargo, no puede dejarse de admitir que el sistema peruano de ese entonces adolecía
de inestabilidad y rigidez; imponía a todos los matrimonios, ipso jure y sin alternativa, un
determinado régimen que en concepto del legislador era el más adecuado a la realidad
del país, sin permitir a las partes el escogimiento de ningún otro (salvo el de separación
de bienes como excepción durante el matrimonio). El régimen, tal como estaba
organizado, advertía un criterio de supremacía del varón y la subordinación de la mujer.
No solo en cuanto al régimen patrimonial que el Código legislaba bajo el nombre de
sociedad de gananciales sino en la esfera de las relaciones personales que el Código
normaba bajo el epígrafe de Deberes y Derechos que nacen del matrimonio y en la del
ejercicio de la patria potestad. Por otro lado, se señalaba que el régimen de gananciales
había mostrado su falta de eficacia para asegurar un ejercicio adecuado de la facultad
de disposición del patrimonio común, pues al amparo del texto original del artículo
188(30) se propiciaba el abuso del marido; sin embargo, con la modificatoria introducida
por la Ley N° 17838 se dificultó los actos de disposición requiriéndose la intervención de
la mujer cuando se trate de disponer, gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso.

Contratación entre cónyuges

En lo que se refiere al régimen patrimonial en el matrimonio, cualquiera que este sea,


se rige única y exclusivamente por las reglas establecidas por el legislador para cada
caso. Pese a no contar con un régimen patrimonial único, el Código no atribuye plena
libertad a los contrayentes en las reglas que establecen las relaciones patrimoniales.
Toda convención distinta a las permitidas en la ley resulta nula. El artículo 312 del
Código establece expresamente la mencionada prohibición: «Los cónyuges no pueden
celebrar contratos entre sí respecto de los bienes de sociedad». Empero, el Código sí
reconoce la posibilidad de que los cónyuges se otorguen facultades de representación
para la celebración de actos o contratos frente a terceros, respecto de bienes propios
de cada cónyuge, de bienes de la sociedad conyugal o de los hijos de los cuales ejercen
representación legal o judicial.

Presunción del régimen de sociedad de gananciales


El Código establece que el régimen de sociedad de gananciales es el régimen legal
supletorio, de manera tal que si los cónyuges no hacen uso de la facultad de elegir el
régimen patrimonial, resulta de aplicación por mandato de la ley el régimen de sociedad
de gananciales. El régimen patrimonial es imperativo en los casos en que el convenio
celebrado entre los cónyuges resulta invalidado, por un defecto de forma o de fondo.
Conforme a la doctrina predominante, la sociedad conyugal no constituye una persona
jurídica; esta no equivale a la copropiedad, ni es un sujeto de derecho distinto e
independiente de los cónyuges. La sociedad de gananciales nace, se desarrolla y
extingue conjuntamente con el matrimonio y se rige por normas de orden público,
inderogable por la voluntad de los cónyuges o de terceros.

En el Perú todavía existen diferencias en las posibilidades de obtener igual


remuneración o igual oportunidad de desarrollo profesional en ambos sexos, lo que
contribuye a reforzar que se mantenga el régimen patrimonial de sociedad de
gananciales. La separación de patrimonios usualmente se presenta en los matrimonios
que comprenden que esta resulta una forma de proteger el patrimonio de la familia, al
no arriesgar el íntegro del patrimonio por la actividad económica de uno de los cónyuges.
Asimismo, el régimen patrimonial de separación de patrimonios es, por lo general, la
opción que toman los cónyuges como una medida previa al divorcio o en los casos en
que cada uno de ellos pretende desarrollar, dentro del matrimonio, sus actividades
económicas en forma independiente.

Separación de bienes por mandato judicial o por imperio de la ley

Encontrándose vigente el régimen de sociedad de gananciales, cualquiera de los


cónyuges puede recurrir al juez para que lo sustituya por el de separación de patrimonios
en los casos en que se sienta agraviado por los actos del otro, que constituyan abuso
de las facultades que le corresponden o cuando actúa con dolo o culpa, arriesgando la
conservación del patrimonio familiar (artículo 329). La sentencia es acto inscribible en el
Registro de Personas Naturales para que surta efecto frente a terceros; sin embargo,
surte efectos entre los cónyuges desde la fecha de la notificación de la demanda.

Clasificación de los bienes

El Código establece que en el régimen de sociedad de gananciales pueden existir


bienes propios de cada cónyuge y bienes de la sociedad. La condición de cada bien ha
sido determinada de manera taxativa por el legislador, según detalle que transcribimos
más adelante. Resulta pertinente comentar que, a pesar de los esfuerzos del legislador
por incluir en su relación todos los bienes y las posibles transacciones que se pueden
presentar respecto de los bienes que conforman la sociedad de gananciales, en el
transcurso de los últimos 30 años que tiene de vigencia el Código, se han presentado
diversas transformaciones en cuanto a la naturaleza, la clasificación, el valor patrimonial,
los contratos que se pueden presentar respeto de los bienes, etc., que el Código no
pudo prever y respecto de las cuales, las reglas que tiene establecidas no resultan de
aplicación. En tales casos, las controversias que han surgido han tenido que ser
resueltas por los tribunales, previa valoración de cada situación.

CONCEPTO:

Los autores españoles Diez- Picazo y Gullón, al respecto señalan que “mediante la
sociedad de gananciales se hacen comunes para el marido y la mujer las ganancias o
beneficios obtenidos indistintamente por cualquiera de ellos, que le serán atribuidos
por mitad al disolverse aquella”.

Por su parte Escrische sostiene: “la sociedad que, por disposición de la ley, existe entre
el marido y la mujer desde el momento de la celebración del matrimonio hasta su
disolución, en virtud del cual se hacen comunes de ambos cónyuges los bienes
gananciales, de modo que después se parten por mitad entre ellos o sus herederos,
aunque el uno hubiera traído más capital que el otro”. Arias - Schereiber refiere que la
llamada sociedad de gananciales, no es otra que la comunidad de adquisiciones a título
oneroso de tipo germánico o comunidad en mano común.

Bienes propios:

Son bienes propios los que cada cónyuge tiene desde antes de la celebración del
matrimonio y lo que adquiera durante éste a título gratuito, por subrogación real con otro
bien propio, o por una causa o título anterior al matrimonio; en otras palabras, los bienes
propios son todos aquellos que cada cónyuge lleva al matrimonio o que adquiera
después por herencia, legado o donación, pudiendo ser por disposición legal del marido
y también de la mujer.

Si bien nuestro Código Civil no define lo que son bienes propios, prescribe que bienes
califica como propios (Art. 302°):

 Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.


 Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando
la causa de adquisición ha precedido a aquélla.
 Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
 La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o
de enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
 Los derechos de autor e inventor.
 Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo
que sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
 Las acciones y las participaciones de sociedad que se distribuyan gratuitamente
entre los socios por revaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o
participaciones sean bien propio.
 La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la
contraprestación constituye bien propio.

Bienes sociales:

Son bienes sociales todos aquellos objetos corporales o incorporales que se adquieren
durante el matrimonio a título oneroso y aun después de su disolución por causa o título
anterior a la misma. Por consiguiente, son los adquiridos por el esfuerzo de cualquiera
de los cónyuges, por el empeño o por el azar de las rentas y frutos de los bienes propios
y comunes.

Los bienes sociales constituyen una parte fundamental de la organización económica


del matrimonio, porque sirven a la vida de la familia mediante su apoyo material y
repercuten en sus integrantes cuando la sociedad de gananciales fenece.

Bienes mixtos

El Código no ha contemplado expresamente la existencia de bienes mixtos en el


patrimonio familiar. Esta situación se puede presentar en dos casos: 1.- Bien adquirido
con bienes propios de ambos cónyuges: Se da cuando la sociedad conyugal adquiere
un nuevo bien, obtenido con el aporte de bienes propios de cada cónyuge. En el
supuesto planteado, el bien adquirido se sujetaría al régimen de copropiedad, por lo que
resulta importante, al momento de formalizar la adquisición, dejar constancia del origen
de los fondos utilizados para cancelar el precio del bien y los porcentajes asignados a
cada uno de los cónyuges adquirentes. 2.- Bien adquirido con bienes propios y bienes
comunes: Se da cuando el bien es adquirido utilizando fondos del patrimonio propio de
ambos cónyuges, además de fondos de los bienes de la sociedad de gananciales. La
copropiedad en este caso sería de dos personas naturales y la sociedad conyugal como
una tercera persona. En este supuesto, resulta pertinente y recomendable, como en el
caso anterior, la declaración expresa acerca del origen del dinero utilizado para efectuar
la compraventa en la escritura pública de adquisición del nuevo bien. En nuestra opinión,
la regla establecida en el segundo párrafo del artículo 310 del Código5 no podría
aplicarse a la situación planteada, por cuanto consideramos que ella ha sido prevista
únicamente en los casos en que se realiza la construcción de una edificación con dinero
de la sociedad conyugal en el suelo propio de uno de los cónyuges, en cuyo caso se
aplica el reembolso del valor del suelo al cónyuge propietario del terreno.

Administración, disposición y gravamen de bienes comunes

La administración, disposición y gravamen de los bienes de la sociedad conyugal


corresponde a ambos cónyuges; se requiere la intervención conjunta del marido y la
mujer. No obstante, cualquiera de ellos puede facultar al otro mediante poder especial
respecto a uno o todos los bienes (artículos 313 a 315). Las normas indicadas resultan
de aplicación en el caso de disposición de bienes inmuebles; empero, en el caso de
adquisición de bienes muebles, cualquiera de los cónyuges puede realizarla,
representando a la sociedad conyugal en su condición de adquirente.

Liquidación del régimen sucesorio por muerte del cónyuge

Producida la muerte del causante, en caso el matrimonio se haya regido por el sistema
de gananciales, se distinguen dos masas de bienes, en las cuales el cónyuge supérstite
hereda de la siguiente forma: a) En los bienes propios del causante, concurre con los
herederos forzosos (descendientes y/o ascendientes, según sea el caso), en la misma
proporción que uno de ellos. b) En los bienes gananciales del causante, se dividen por
mitades: recibe una mitad por la liquidación de la sociedad conyugal; en la mitad
restante, concurre en la misma proporción que los otros herederos forzosos.

En los casos de matrimonio bajo el régimen de separación de patrimonios, resulta de


aplicación lo dispuesto en el inciso a antes detallado para la liquidación de los bienes
propios del causante. En cualquiera de los dos casos de régimen patrimonial que
hubiera estado vigente durante el matrimonio, cuando no existen otros herederos
forzosos del causante, el cónyuge supérstite, es el único y universal heredero.

Régimen patrimonial en el concubinato

Por mandato del artículo 5 de la Constitución Política del Estado de 1993, los miembros
integrantes del concubinato o Unión de Hecho generan una relación patrimonial de
«comunidad de bienes sujeta al régimen de la sociedad de gananciales en cuanto sea
aplicable». La doctrina y la jurisprudencia, en forma unánime, han rechazado la elección
de los concubinos de regular sus bienes bajo el sistema de separación de bienes.

DEUDAS EN EL REGIMEN DE SOCIEDAD DE GANANCIALES

Cargas y Deudas Sociales:


Cornejo Chávez Héctor sostiene que “las deudas sociales son de cargo de la sociedad
y se pagan por tanto con bienes sociales, porque aquellas están dirigidas a levantar las
cargas sociales, o porque sin estar dirigidas a ese fin, han sido contraídas legalmente
por los cónyuges dentro de su común facultad de disposición de los bienes de la
sociedad”.

Es importante la distinción entre cargas y deudas sociales porque sirve para circunscribir
y limitar la potestad domestica otorgada a cada uno de los cónyuges y para efectos de
establecer la prelación en el pago de las deudas al momento de la liquidación del
régimen.

El artículo 316 del Código Civil establece cuales son las cargas, cuya responsabilidad
en su pago se realizan con los bienes comunes o sociales, y son:

 El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.


 Los alimentos que uno de los cónyuges está obligado por ley a dar a otras
personas.
 El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.
 Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o
mantenimiento hechas en los predios propios, así como las retribuciones y
tributos que los afecten.
 Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes
propios de uno de los cónyuges con consentimiento de éste.
 Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los
tributos y retribuciones que las afecten.
 Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuvieran afectos
tanto los bienes propios como los sociales, cualquiera que sea la época a que
correspondan.
 Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios
de cada cónyuge.
 Los gastos que cause la administración de la sociedad de gananciales.

Deudas Propias de los Cónyuges:

A. Deudas Anteriores al Régimen:

El Artículo 307° del C.C dispone que: “Las deudas de cada cónyuge anteriores a la
vigencia del régimen de gananciales son pagadas con sus bienes propios, a menos que
hayan sido contraídas en beneficio del futuro hogar, en cuyo caso se pagan con bienes
sociales a falta de bienes propios del deudor”.

Sin embargo, en su segunda parte del mencionado artículo contiene una excepción; de
que los bienes de la sociedad puedan responder (en forma subsidiaria) por alguna
deuda propia contraída con anterioridad al régimen de gananciales debiendo acreditarse
que fue en provecho de la familia, un ejemplo sería las deudas que adquiere cada
contrayente en la compra de enseres del futuro hogar. Para que se haga efectiva la
responsabilidad subsidiaria de los bienes sociales, Alex Placido señala que: debe la
deuda ser contraída en beneficio del futuro hogar y que el cónyuge deudor carezca de
bienes propios sobre los cuales el acreedor pueda agredir.

B. Deudas Personales del Otro Cónyuge:

El vigente Código Civil en su artículo 308° prescribe: “Los bienes propios de uno de los
cónyuges, no responden de las deudas personales del otro, a menos que se pruebe que
se contrajeron en provecho de la familia”.

Delia Rebordeo, en la exposición de motivos del C.C de 1984, señaló que la redacción
del artículo 308° no es la más conveniente, ya que podría dar lugar a que obligaciones
contraídas por uno de los cónyuges sin la intervención del otro y más aún que no haya
sido para solventar cargas del hogar o que lo haya hecho de alguna medida, resulten
afectando el patrimonio personal del otro cónyuge.

Por su parte Cornejo Chávez propuso una formula legislativa en donde los bienes
propios de uno de los cónyuges no respondan a las deudas personales del otro, ni que
respondan de esas deudas los frutos y productos de los bienes del otro a menos que se
pruebe que se contrajeron en provecho de la familia, sin embargo, su propuesta no fue
acogida.

C. Deudas por Responsabilidad Extracontractual:

En su artículo 309° del Código Civil está prescrito que: “La responsabilidad
extracontractual de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la parte
de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación”. Este artículo se
refiere a una deuda estrictamente personal, no de una deuda que, aunque personal se
haya contraído en beneficio del futuro hogar o en provecho de la familia.

Estas deudas originadas por los daños causados por uno de los cónyuges recaen sobre
el patrimonio del cónyuge que lo causó, no pudiendo afectarse los bienes propios del
cónyuge inocente, ni los derechos que sobre los bienes sociales ostenta y que se
concretizaran en la parte que eventualmente le correspondiera por concepto de
gananciales, es decir, los 50% de los bienes gananciales a los que.

FENECIMIENTO Y LIQUIDACION DE LA SOCIEDAD DE GANANCIALES

Fenecimiento de la Sociedad de Gananciales Se puede decir que el fenecimiento es el


fin o término del régimen patrimonial de la sociedad de gananciales que se produce en
los casos taxativamente señalados por ley. Tiene como objeto poner fin a la sociedad
referida y por repartir los bienes gananciales entre los cónyuges si los hubiere.

Existen dos clases de fenecimiento:

 Fenecimiento Normal: De acuerdo con nuestra sistemática jurídica el régimen de


sociedad de gananciales termina cuando se producen los siguientes casos:

1) Por Invalidación del matrimonio, esto es, por nulidad o anulabilidad

2) Por Divorcio, que disuelve definitivamente el nexo conyugal que une la pareja

3) Por muerte de uno de los cónyuges, porque ella significa el fin de la personalidad

 Fenecimiento Excepcional: Concluye en los casos que a continuación se indican:

1) Por separación de Cuerpos, que suspende los deberes de lecho y habitación

2) Por declaración de ausencia de uno de los cónyuges que requiere el transcurso


de dos años.

3) Por el cambio de régimen patrimonial, que determina la liquidación de la sociedad


de gananciales.

Aunando en este inciso que forma parte principal de nuestra investigación, el Código
Civil vigente determina dos formas de proceder:

 Separación de Patrimonios Voluntaria: Se da en dos situaciones:

Antes de la celebración del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar


libremente por el de separación de patrimonios el cual empezará a regir desde
el momento de la celebración del casamiento y una vez que se haya inscrito en
el registro personal respectivo. (Artículo 295° C.C)

Durante la vigencia del matrimonio, puede sustituirse un régimen por otro, pero
para que el convenio tenga validez es necesario el otorgamiento de escritura
pública y su inscripción en el registro personal correspondiente. (Artículo 296°
C.C)

Separación de Patrimonios por decisión Judicial: Implica el abuso de facultades


de administración de los bienes sociales por parte de uno de los cónyuges que
causa perjuicio al otro. Este abuso puede deberse a una disposición inconsulta
de bienes sociales, a una mala administración que pone en peligro los bienes
sociales o a no compartir los frutos de los bienes propios o sociales con el otro
cónyuge. Esto da lugar a que estando bajo el régimen de sociedad de
gananciales, se recurra al juez para que en un proceso civil abreviado se
determine el cambio de régimen, lo que igualmente supone la previa liquidación
del régimen de sociedad y su inscripción en el registro. Es importante tener en
cuenta que, en este supuesto, la fecha de fenecimiento del régimen de sociedad
de gananciales es la fecha de notificación de la demanda de separación, para
evitar abuso de parte del cónyuge demandado aprovechando la demora del
proceso y que proceden las medidas cautelares para salvaguardar el patrimonio
social.

Cambio de Régimen por Procedimiento Concursal: La Ley 27809, modificó el


artículo 330° C.C, y regula el supuesto en que la separación de patrimonios
sustituye a la sociedad de gananciales por ministerio de la ley, lo que se justifica
en la necesidad de evitar que los efectos de la declaración de insolvencia de un
cónyuge alcance al otro en su patrimonio. La norma refiere que la declaración
de inicio de procedimiento concursal ordinario de uno de los cónyuges determina
de pleno derecho la sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el
de separación de patrimonios y, para que produzca efectos frente a terceros, se
inscribirá en el registro personal de oficio a solicitud de la Comisión de
Procedimiento Concursales competente, del deudor, de su cónyuge o del
administrador o liquidador, presidente de la junta de acreedores o cualquier
acreedor interesado. No obstante, lo anterior, en el supuesto de que al momento
de iniciarse el procedimiento.

A. Fecha de Fenecimiento del Régimen de Sociedad de Gananciales: El Artículo 319°


del Código Civil nos señala el momento en que se estima fenecido el régimen de la
sociedad de gananciales, regulándolo en dos situaciones:

a) Entre cónyuges. - La sociedad se estima fenecida en la fecha de la muerte o de la


declaración de muerte presunta o de ausencia en la de notificación con la demanda de
invalidez del matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial
de bienes; y en la fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se
establece de común acuerdo. En los casos de abandono injustificado de la casa
conyugal y de separación de hecho, por disposición de la ley N° 27495, la sociedad
fenece desde el momento en que se produce la separación de hecho

b) Con terceros. - El régimen de la sociedad de gananciales se considera fenecido en la


fecha de inscripción correspondiente en el registro personal de los registros públicos.

Como consecuencia del fenecimiento de la sociedad de gananciales se crea un estado


de indivisión post comunitario que tiene el propósito de mantener inalterable el
patrimonio hasta su liquidación.

Liquidación de la sociedad de gananciales: Se entiende por liquidación de la sociedad


de gananciales al ajuste formal de cuentas o conjunto de operaciones ejecutadas con el
objeto de determinar lo que corresponde a cada uno de los cónyuges en los derechos
activos y pasivos de la sociedad, inmediatamente después de producida su fenecimiento
siempre que el matrimonio no se hubiera celebrado de acuerdo con el régimen de
separación de patrimonios.

Caso General de Liquidación. - La primera fase corresponde a la formación de


inventarios. Así, el artículo 320 dispone, que fenecida la sociedad de gananciales se
procede de inmediato a la formación del inventario valorizado de todos los bienes. Es
obvio, que el inventario puede formularse en forma extrajudicial en documento privado
con firmas legalizadas, si ambos cónyuges o sus herederos están de acuerdo; en caso
contrario, el inventario se hará judicialmente. En cualquiera de los casos, el inventario
tiene por finalidad asegurar los bienes y fijar una base concreta para la liquidación.

Casos especiales de liquidación: la legislación nacional contempla situaciones


particulares de liquidación de sociedad de gananciales, las mismas se producen en los
siguientes casos:

A. Preferencia de la adjudicación de la casa: la ley prescribe que cuando la sociedad de


gananciales ha fenecido por muerte o declaración de ausencia de uno de los cónyuges,
el otro cónyuge tiene preferencia para la adjudicación de la casa en que habita la familia
y del establecimiento agrícola, artesanal, industria o comercial de carácter familiar, con
la obligación de reintegrar el exceso de valor si los hubiere. (Art. 318° y 323° C.C)

B. Perdida de gananciales por separación de hecho: aquí la vida normal se rompe por
el abandono que hace el otro consorte, por cuya razón el artículo 324° CC. Expresa que
el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales proporcionalmente a la duración
de la separación. Para que la norma referida sea aplicable es necesario que la
separación de hecho se haya producido durante la vigencia de la sociedad, ya que al
producirse la disolución del nexo matrimonial ya no es de aplicación la norma bajo
comentario, sino la contenida en el numeral 352° C.C que establece que el cónyuge
divorciado por su culpa perderá los gananciales que producen de los bienes del otro.

C. Liquidación simultanea de varias sociedades conyugales: la ley dispone que siempre


que haya de ejecutarse simultáneamente la liquidación de gananciales de dos o más
matrimonios contraídos sucesivamente, se admitirá, en defecto de inventarios previos a
cada matrimonio; toda clase de pruebas para determinar los bienes de cada sociedad;
y, en caso de duda, se dividirán los gananciales entre las diferentes sociedades,
teniendo en cuenta el tiempo de su duración y las pruebas que se hayan podido actuar
acerca de los bienes propios de los respectivos cónyuges.

D. Liquidación de las uniones de hecho: el artículo 326° C.C, establece que la unión de
hecho voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer, libres de
impedimento matrimonial para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los
del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad
de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre que dicha unión haya durado por
lo menos dos años continuos. Si bien el precepto mencionado no exige declaración
jurisdiccional previa para crear una sociedad de gananciales, este requisito ha sido
considerado necesario por la jurisprudencia como un elemento para reconocer la
existencia de una comunidad de bienes.

La afectación de bienes sociales por deudas privativas de uno de los cónyuges

Señala Peralta Andia: “Las posibilidades que el tercero acreedor poseía para la
satisfacción de sus acreencias resultaron más favorables en los códigos pasados que
en el actual”. Bajo la autoridad marital, el Art. 973 del CC de 1852 señalaba que la
sociedad conyugal era responsable por las deudas contraídas durante su vigencia; en
cambio, las deudas anteriores al matrimonio debían ser canceladas con los bienes del
que las contrajo. Siendo el marido el administrador de la sociedad, y el único que podía
desencadenar la responsabilidad del patrimonio social por las deudas contraídas
durante el matrimonio, salvo aquellas deudas de la mujer derivadas del ejercicio público
del comercio (Art. 972º CC de 1852).

Las formas de resolución a nivel judicial

Ariana Deho, refiere que “las respuestas han sido de lo más variables, oscilando entre:
a. Aquellas que consideran que no solo pueden embargarse las “acciones y derechos”
que el cónyuge deudor tenga respecto de un bien social de la sociedad de gananciales,
sino además que tales “acciones y derechos” pueden ser enajenadas forzadamente.

b. Aquellas que consideran que solo pueden embargarse las “acciones y derechos” que
el cónyuge deudor tenga respecto de un bien social de la sociedad de gananciales, mas
no puede procederse al remate de ellas.

c. Aquellas que consideran que de ninguna manera pueden embargarse los bienes
sociales de la sociedad de gananciales”. Respecto a esta discusión, la Corte Suprema
de Justicia se ha pronunciado sobre el tema, como consecuencia de tercerías de
propiedad presentadas por el cónyuge no interviniente, arribando a las siguientes
conclusiones según manifiesta Peralta Andia:

(i) “El patrimonio social se encuentra sujeto a las reglas de la sociedad de gananciales
y no a las de la copropiedad;

(ii) El derecho que tiene el cónyuge deudor sobre los bienes sociales forma parte de su
patrimonio y no existe norma alguna que impida su afectación por deudas privativas;

(iii) Cosa distinta, es el remate de dichos bienes, etapa que solo podrá realizarse una
vez que se liquide dicho régimen patrimonial del matrimonio; y

(iv) Esta liquidación se realiza por acción de sus propios integrantes o por sustitución
del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios, solicitando
la insolvencia del cónyuge deudor”.

El embargo de acciones y derechos que le corresponderían

El embargo sobre derechos expectaticios es admisible indiscutiblemente en el caso de


las remuneraciones y pensiones (artículo 648 inc.5 del Código Procesal Civil). No
obstante el momento de conversión del derecho expectaticio incierto a derecho actual
total, porcentual o ausencia de derecho, es ciertamente un lapso breve.

Admitida la dificultad en la ejecutabilidad de la medida, es razonable tener una actitud


más abierta frente a la posibilidad de embargar el íntegro del bien y socialmente cuando
no hay verosimilitud de tratarse de una deuda personal, ordenar el embargo de acciones
y derechos que le corresponderían.

Los caminos errados del tercero en procura de satisfacer su crédito

La situación del patrimonio social frente a las deudas privativas es arduamente debatida.
Por un lado, el cónyuge deudor no es su único titular ni tampoco posee cuotas o
acciones sobre el mismo, por no corresponder la sociedad de gananciales a una
copropiedad o a una sociedad civil, por lo que es discutible. Las cosas, en cambio, se
presentan de una manera radicalmente distinta si nos detenemos en la posición del
tercero, que en muchas oportunidades solo cuenta con el patrimonio social para
satisfacer sus deudas, a falta de bienes propios del deudor. Ligado a su posición se
encuentra el hecho de que los cónyuges perciben beneficios derivados del patrimonio
social y que durante la vigencia de la sociedad de gananciales existe una tendencia
progresiva a acrecentar el patrimonio social frente a la disminución o al menos
congelación de los patrimonios privativos de los consortes, en una relación
inversamente proporcional que es consecuencia directa de la presunción de
ganancialidad de los bienes durante la vigencia de dicho régimen patrimonial (Art. 310
CC).

Presunción de ganancialidad pasiva

El primero de estos caminos consiste en la admisión de la presunción de ganancialidad


pasiva del patrimonio social en nuestro ordenamiento jurídico, que aunque no ha
recibido una formulación por parte de nuestra doctrina, se plantea en los siguientes
términos, según señala Peralta Andia: “Por la misma razón que existe una presunción
de ganancialidad activa, en virtud de la cual todos los bienes adquiridos durante el
régimen de sociedadde gananciales se reputan como bienes sociales mientras no se
pruebe lo contrario, existe igualmente una presunción de ganancialidad pasiva implícita
en nuestro Derecho, por la cual se presumirá ser de cargo del patrimonio social cualquier
obligación contraída por los cónyuges”.

Las obligaciones asumidas en beneficio del futuro hogar o en provecho de la familia

Es de resaltar que la diferencia entre los Arts. 307º y 308º del CC. además de la
oportunidad en la cual se contraen las deudas en uno y otro caso, radica en la forma en
que responden los patrimonios privativos de los cónyuges. Las deudas contraídas antes
del matrimonio son respondidas en primer orden con los bienes privativos del cónyuge
deudor y subsidiariamente con el patrimonio social cuando dichas deudas hayan
beneficiado a la futura sociedad de gananciales; mientras que respecto a las deudas
contraídas durante el matrimonio, el Código no dice nada sobre la responsabilidad
patrimonial de los bienes sociales y se limita a prohibir que sean respondidas con el
patrimonio privativo del cónyuge no interviniente, salvo que hayan sido contraídas en
provecho de la familia.

Argumentos a favor del tercero de buena fe


El tercero acreedor cuenta con mecanismos para satisfacer su crédito frente al
incumplimiento del cónyuge deudor, para lo cual inicialmente puede optar entre: i)
emplear las medidas legales a fin de que el deudor le procure aquello a que está
obligado (Art. 1219º, inciso 1 CC), o ii) procurarse la prestación o hacérsela procurar por
otro, a costa del deudor (Art. 1219º, inciso 2 CC); y en cualquiera de estos casos, obtener
del deudor la indemnización correspondiente (Art. 1219º, inciso 3 CC).

Propuestas de solución a nivel doctrinal

Algunos autores han sugerido propuestas de solución para poder hacer frente a este
vacío legal referido a si los bienes sociales pueden responder o no por deudas privativas
de origen contractual. Así, Calderón87 “propone la creación de un registro automático
de anotaciones de embargo, a partir de la declaración que brinde el solicitante a la
entidad crediticia; de tal manera que una vez producido el vencimiento del título valor se
procederá inmediatamente a la anotación de la medida cautelar sobre los bienes
inscritos en los Registros Públicos”.

Cargas de la sociedad

Plácido Vilcachagua, refiere que “son obligaciones sociales asumidas por cualquiera de
los cónyuges en el ejercicio del poder doméstico (artículo 292 del Código Civil) y también
las contraídas por ambos por actos de administración y disposición que exceden de tal
potestad (artículo 315 del Código Civil). Se debe precisar que, en el régimen de sociedad
de

gananciales, el poder domestico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las
obligaciones contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad,
son las deudas sociales propiamente. Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen
las cargas y las deudas sociales propiamente dichas”.

El presente artículo se refiere a las cargas sociales que son las obligaciones contraídas
para atender al sostenimiento de la familia y a la conservación de su patrimonio. En
nuestro Código Civil aparecen taxativamente señaladas en el artículo 316, pueden ser
contraídas por cualquiera de los cónyuges para atender el sostenimiento de la familia y
a la conservación de su patrimonio y, por tanto, circunscriben el poder domestico
conyugal. Estas son:

a) Sostenimiento de la familia y educación de los hijos comunes: El carácter social de


esta carga se deriva del deber de asistencia que se extiende a toda la agrupación
familiar. La obligación social que se instituye de este modo es tan natural y tan profunda,
como el deber paterno de donde emana.

b) Alimentos para otras personas: El carácter social de esta carga se explica por la
misma razón anterior. Con relación al Código derogado que se refería a los alimentos a
favor de los parientes, la formula textual del articulo vigente es mucho más amplia y
comprende los casos de los alimentos debidos al ex cónyuge por el divorcio, al ex
conviviente abandonado que opta por una pensión de alimentos y al caso del artículo
415, referido a los hijos alimentistas; supuestos en los cuales no hay relación de
parentesco entre alimentante y alimentista.

c) Importe de lo donado o prometido a los hijos comunes: Se

comprenden las liberalidades que realicen los cónyuges a favor de sus hijos con cargo
a los bienes sociales. El carácter social de esta carga se fundamente en el beneficio que
tales actos importan a los hijos, herederos forzosos de sus padres.

d) Mejoras necesarias, reparaciones, retribuciones y tributos: Se trata de actos de


conversación de los predios propios, de los cuales usufructúa la sociedad: se asume
este pago en calidad de carga social como correlativo del aprovechamiento que se tiene
de esos bienes.

e) Mejoras útiles y de recreo: El carácter social de esta carga se sustenta en la misma


razón anterior. Sin embargo, en este caso se requiere la anuencia del cónyuge
propietario.

f) Mejoras, reparaciones, tributos y retribuciones respecto de bienes sociales: El carácter


social de esta carga es obvio, se trata de la conservación de los bienes sociales,
destinados a atender las necesidades de la familia.

g) Atrasos o réditos devengados de obligaciones que afecten a bienes propios y


sociales: La carga impuesta se funda en el hecho de que los frutos y productos de los
bienes propios y sociales ingresan al patrimonio social; frutos o productos con los cuales
se atiende ese pago.

No obstante y respecto de los bienes propios, constituye una excepción a la regla de


que las deudas personales, anteriores al matrimonio o contraídas después en provecho
propio, se pagan con bienes propios del cónyuge deudor.

h) Cargas del usufructo: El carácter social de esta carga se funda en que la sociedad
tiene el usufructo de los bienes propios. En consecuencia, debe atenderse a las cargas
que pesan sobre todo usufructuario, señaladas en el artículo 1010 del Código Civil.
i) Gastos de administración: El carácter social de esta carga reside en que la
administración genera desembolsos hechos en beneficio de la sociedad; en
consecuencia, ésta debe asumirlos como son los gastos de cobranzas, pago de
servicios profesionales y otros semejantes.

Naturaleza jurídica

Teoría de la comunidad considerada como propiedad del marido

Tuvo su origen en el matrimonio cun manus del Derecho romano, según el cual, el
casamiento provocaba la transferencia de todo el patrimonio de la mujer al poder del
marido, por tanto este era el único propietario y administrador de todos los bienes y
podía además disponer libremente. El esposo soportaba todas las cargas del hogar y
por consiguiente era el único responsable de todas las deudas.

También en el antiguo Derecho francés predominaba la idea que la comunidad era


simplemente la propiedad del marido. Se basa en la amplitud de facultades de aquel en
la administración y disposición de los bienes que llevo a considerarlo como único
propietario de los bienes comunes, pues la mujer solo tenía un derecho eventual en la
mitad de los bienes muebles y adquisiciones al fallecimiento del marido.

Teoría del Contrato de Sociedad

Para un sector, la sociedad de gananciales es una sociedad civil porque los cónyuges
aportan bienes formando, con el aporte de ambos, una nueva unidad familiar. Esta teoría
la denomina “sociedad” porque le atribuye un capital, le impone cargas y dispone que
ella se rija subsidiariamente por las reglas del contrato de sociedad.

La sociedad de gananciales es una asociación constituida por dos personas de distinto


sexo, que aportan bienes en común formando con ese patrimonio una nueva sociedad
civil; sin embargo, la idea del contrato basada en la voluntad de los cónyuges resulta
inoperante en nuestro sistema ya que ella no interviene en el establecimiento de la
sociedad de gananciales que nace por el ministerio de la ley, salvo en otros regímenes
como en el de capitulaciones matrimoniales donde la voluntad de ambos es
indispensable.

Teoría de la persona jurídica

Según esta posición, considera ahora tradicional, la sociedad de gananciales es una


persona jurídica, vale decir, un sujeto de derecho como cualquier otra, por tanto titular
de derechos y obligaciones, posee un patrimonio propio (distinto al de los cónyuges) y
soporta obligaciones y cargas. Hay en ella un interés colectivo y una voluntad expresada
por el órgano legal, es pues un ente de derecho. En efecto, la sociedad de gananciales
tiene como cualquier persona jurídica existencia distinta de sus miembros y ninguno de
éstos ni todos ellos tienen derecho al patrimonio de ella ni están obligados a satisfacer
sus deudas.

Esta doctrina ya no es admisible, pues la idea de una persona moral interpuesta entre
los cónyuges e independientes de ellos hiere el sano sentimiento popular y moral sobre
la institución matrimonial. Pero, además conduce a consecuencias absurdas porque de
ninguna manera se puede introducir, esta personalidad jurídica, injertada como un ente
extraño entre el marido y la mujer.

Teoría de la copropiedad romana

Esta orientación tiene su origen en el condominio romanista en el sentido de que un bien


pertenece por “cuotas ideales” a ambos cónyuges; desde luego,que se trata de un
condominio semejante al que se reconoce en los Derechos reales.

Esta preeminencia del derecho del individuo impone el reconocimiento de un señorío


exclusivo sobre una parte del derecho poseído en común, apareciendo así la idea de la
cuota que caracteriza gráficamente a este tipo de comunidad. El carácter incidental o
transitorio que a la comunidad se le atribuye hace que deba facilitarse el camino para la
desaparición de este estado, concediendo a cada comunero la posibilidad de salir
inmediatamente de ella en cualquier momento mediante el reconocimiento de la llamada
actio communi dividundo.

Teoría de la comunidad germánica

Esta teoría tiene su origen en el condominio germánico. Algunos autores ven en este
instituto una comunidad o “patrimonio en mano común”, en el sentido de que ambos son
dueños de los bienes, pero no en el sentido del derecho real legislado, ya que el régimen
ha sido concebido “para mantener y estrechar la unión, estimulados en la cooperación
y vinculados a la prosperidad común”. En ese sentido, se ha afirmado que sería una
copropiedad peculiar de carácter asociativo e indivisible, afecta primordialmente al
mantenimiento del hogar, cuya administración ha sido conferida por ley, a uno u otro
delos cónyuges, según el origen de los bienes.

Teoría de la persona jurídica

Se trata de una masa formada por los bienes del marido y de la mujer que están
afectados a la familia. El régimen patrimonial consiste esencialmente en una afectación
de los bienes de ambos esposos a los intereses comunes del hogar, que modifica su
condición jurídica y el modo de cancelar las deudas por los que están obligados, y en la
participación de bienes comunes en el momento de la disolución de bienes.

La doctrina actual reconoce que existe la posibilidad de que, al lado del patrimonio
general de la persona, existen patrimonios especiales o de afectación, conjunto de
bienes afectados a un fin determinado y sometidos a un régimen legal especial. Serian
principalmente: el patrimonio de la herencia con beneficio de inventario, el del ausente
presuntamente fallecido y la masa de bienes del deudor desapoderado de sus bienes
por efecto del concurso. El patrimonio de afectación es una universalidad jurídica, es
decir, que se caracteriza por la fungibilidad de los bienes singulares que lo integran y,
por la preferencia de las deudas que forman el pasivo con relación a las obligaciones
extrañas. Por último, otros autores consideran la comunidad conyugal como un
patrimonio de destino adscrito a un fin, que es el levantamiento de las cargas del
matrimonio. patrimonio autónomo

De conformidad con el primer párrafo del artículo 65 del Código Procesal Civil, existe
patrimonio autónomo cuando dos o más personas tienen un derecho o interés común
respecto de un bien, sin constituir una persona jurídica, Hinostroza Minguez, dice del
patrimonio autónomo que “son masas patrimoniales correspondientes a determinada
persona que ha perdido relación con ellas, pero no personas jurídicas autónomas”.
Añade dicho autor, refiriéndose a la masa, que “tiene una personalidad jurídica
provisional y propia de la que deriva su capacidad para ser parte del proceso”.

La teoría considera a la comunidad de gananciales como un patrimonio autónomo, pero


dotado de personalidad jurídica distinta de la personalidad de los cónyuges. Esta
doctrina, que tuvo cierta aceptación en Alemania y Francia cuenta hoy con escasos
partidarios, ya que en las leyes no suele encontrarse rastro alguno del reconocimiento
de la comunidad conyugal como un ente jurídico; sin embargo adquiere una nueva
dimensión en nuestro ordenamiento jurídico.

Protección constitucional de la sociedad de gananciales

En nuestro país, la Sociedad de Gananciales tiene una protección constitucional y esta


se encuentra regulada en su artículo 443, el cual nos habla de la protección de la familia
señalando que “la comunidad y el Estado protegen a la familia y promueven el
matrimonio. Reconoce a estos últimos como institutos naturales y fundamentales de la
sociedad”. Las familias bien constituidas actúan de manera cohesionada en lo
económico y en lo social. Economistas y sociólogos han demostrado cómo los
elementos fundamentales de la economía (inversión, ahorro, gasto, trabajo, consumo)
se resienten y llegan a deteriorarse si no se cumplen los fines destinados a la familia.
La Sociedad de Gananciales tiene como característica fundamental el satisfacer los
intereses de los cónyuges para la constitución de una familia. De esta manera, Placido
Vilcachagua44 señala: “Se trata de una comunidad limitada a las adquisiciones
realizadas por los cónyuges durante el matrimonio y a los frutos o productos de los
bienes propios de ellos y de los cuales, conservando, en cambio, cada uno de los
cónyuges la propiedad de los bienes que tuviesen antes del matrimonio y los adquiridos
con posterioridad a título gratuito.”

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