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Concept o
Concept o
Para Borda los derechos “pueden tener carácter patrimonial o extrapatrimonial; si bien
los derechos familiares son patrimoniales no son sino consecuencia de otros derechos
y deberes más profundos y de carácter extrapatrimonial”. Siendo más sinceros, los
derechos de familia pueden ser de los dos órdenes, sin negar el hecho que unos tengan
del otro y estos de aquellos (los extrapatrimoniales que se patrimonilizan: el derecho al
nombre de la mujer casada; los patrimoniales que se extrapatrimonializan: derecho real
de habitación). Los derechos subjetivos familiares patrimoniales son susceptibles de
valorarse en dinero, directa o indirectamente. Tienen por contenido una utilidad
económica, tienen un coste y un costo. Los derechos subjetivos familiares no
patrimoniales no contienen una inmediata utilidad económica ni son valuables en dinero
pero al momento de ser lesionados, afectados, dañados adquieren para su reparación
un quántum que es necesario conocer para satisfacer el daño.
origen:
Antecedentes en el Perú
Código Civil de 1852
• La mujer no responde con sus bienes propios por las deudas personales del marido.
Este régimen fue objeto de encontradas opiniones, primando la idea de modificarlo. Sin
embargo, no puede dejarse de admitir que el sistema peruano de ese entonces adolecía
de inestabilidad y rigidez; imponía a todos los matrimonios, ipso jure y sin alternativa, un
determinado régimen que en concepto del legislador era el más adecuado a la realidad
del país, sin permitir a las partes el escogimiento de ningún otro (salvo el de separación
de bienes como excepción durante el matrimonio). El régimen, tal como estaba
organizado, advertía un criterio de supremacía del varón y la subordinación de la mujer.
No solo en cuanto al régimen patrimonial que el Código legislaba bajo el nombre de
sociedad de gananciales sino en la esfera de las relaciones personales que el Código
normaba bajo el epígrafe de Deberes y Derechos que nacen del matrimonio y en la del
ejercicio de la patria potestad. Por otro lado, se señalaba que el régimen de gananciales
había mostrado su falta de eficacia para asegurar un ejercicio adecuado de la facultad
de disposición del patrimonio común, pues al amparo del texto original del artículo
188(30) se propiciaba el abuso del marido; sin embargo, con la modificatoria introducida
por la Ley N° 17838 se dificultó los actos de disposición requiriéndose la intervención de
la mujer cuando se trate de disponer, gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso.
CONCEPTO:
Los autores españoles Diez- Picazo y Gullón, al respecto señalan que “mediante la
sociedad de gananciales se hacen comunes para el marido y la mujer las ganancias o
beneficios obtenidos indistintamente por cualquiera de ellos, que le serán atribuidos
por mitad al disolverse aquella”.
Por su parte Escrische sostiene: “la sociedad que, por disposición de la ley, existe entre
el marido y la mujer desde el momento de la celebración del matrimonio hasta su
disolución, en virtud del cual se hacen comunes de ambos cónyuges los bienes
gananciales, de modo que después se parten por mitad entre ellos o sus herederos,
aunque el uno hubiera traído más capital que el otro”. Arias - Schereiber refiere que la
llamada sociedad de gananciales, no es otra que la comunidad de adquisiciones a título
oneroso de tipo germánico o comunidad en mano común.
Bienes propios:
Son bienes propios los que cada cónyuge tiene desde antes de la celebración del
matrimonio y lo que adquiera durante éste a título gratuito, por subrogación real con otro
bien propio, o por una causa o título anterior al matrimonio; en otras palabras, los bienes
propios son todos aquellos que cada cónyuge lleva al matrimonio o que adquiera
después por herencia, legado o donación, pudiendo ser por disposición legal del marido
y también de la mujer.
Si bien nuestro Código Civil no define lo que son bienes propios, prescribe que bienes
califica como propios (Art. 302°):
Bienes sociales:
Son bienes sociales todos aquellos objetos corporales o incorporales que se adquieren
durante el matrimonio a título oneroso y aun después de su disolución por causa o título
anterior a la misma. Por consiguiente, son los adquiridos por el esfuerzo de cualquiera
de los cónyuges, por el empeño o por el azar de las rentas y frutos de los bienes propios
y comunes.
Bienes mixtos
Producida la muerte del causante, en caso el matrimonio se haya regido por el sistema
de gananciales, se distinguen dos masas de bienes, en las cuales el cónyuge supérstite
hereda de la siguiente forma: a) En los bienes propios del causante, concurre con los
herederos forzosos (descendientes y/o ascendientes, según sea el caso), en la misma
proporción que uno de ellos. b) En los bienes gananciales del causante, se dividen por
mitades: recibe una mitad por la liquidación de la sociedad conyugal; en la mitad
restante, concurre en la misma proporción que los otros herederos forzosos.
Por mandato del artículo 5 de la Constitución Política del Estado de 1993, los miembros
integrantes del concubinato o Unión de Hecho generan una relación patrimonial de
«comunidad de bienes sujeta al régimen de la sociedad de gananciales en cuanto sea
aplicable». La doctrina y la jurisprudencia, en forma unánime, han rechazado la elección
de los concubinos de regular sus bienes bajo el sistema de separación de bienes.
Es importante la distinción entre cargas y deudas sociales porque sirve para circunscribir
y limitar la potestad domestica otorgada a cada uno de los cónyuges y para efectos de
establecer la prelación en el pago de las deudas al momento de la liquidación del
régimen.
El artículo 316 del Código Civil establece cuales son las cargas, cuya responsabilidad
en su pago se realizan con los bienes comunes o sociales, y son:
El Artículo 307° del C.C dispone que: “Las deudas de cada cónyuge anteriores a la
vigencia del régimen de gananciales son pagadas con sus bienes propios, a menos que
hayan sido contraídas en beneficio del futuro hogar, en cuyo caso se pagan con bienes
sociales a falta de bienes propios del deudor”.
Sin embargo, en su segunda parte del mencionado artículo contiene una excepción; de
que los bienes de la sociedad puedan responder (en forma subsidiaria) por alguna
deuda propia contraída con anterioridad al régimen de gananciales debiendo acreditarse
que fue en provecho de la familia, un ejemplo sería las deudas que adquiere cada
contrayente en la compra de enseres del futuro hogar. Para que se haga efectiva la
responsabilidad subsidiaria de los bienes sociales, Alex Placido señala que: debe la
deuda ser contraída en beneficio del futuro hogar y que el cónyuge deudor carezca de
bienes propios sobre los cuales el acreedor pueda agredir.
El vigente Código Civil en su artículo 308° prescribe: “Los bienes propios de uno de los
cónyuges, no responden de las deudas personales del otro, a menos que se pruebe que
se contrajeron en provecho de la familia”.
Delia Rebordeo, en la exposición de motivos del C.C de 1984, señaló que la redacción
del artículo 308° no es la más conveniente, ya que podría dar lugar a que obligaciones
contraídas por uno de los cónyuges sin la intervención del otro y más aún que no haya
sido para solventar cargas del hogar o que lo haya hecho de alguna medida, resulten
afectando el patrimonio personal del otro cónyuge.
Por su parte Cornejo Chávez propuso una formula legislativa en donde los bienes
propios de uno de los cónyuges no respondan a las deudas personales del otro, ni que
respondan de esas deudas los frutos y productos de los bienes del otro a menos que se
pruebe que se contrajeron en provecho de la familia, sin embargo, su propuesta no fue
acogida.
En su artículo 309° del Código Civil está prescrito que: “La responsabilidad
extracontractual de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la parte
de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación”. Este artículo se
refiere a una deuda estrictamente personal, no de una deuda que, aunque personal se
haya contraído en beneficio del futuro hogar o en provecho de la familia.
Estas deudas originadas por los daños causados por uno de los cónyuges recaen sobre
el patrimonio del cónyuge que lo causó, no pudiendo afectarse los bienes propios del
cónyuge inocente, ni los derechos que sobre los bienes sociales ostenta y que se
concretizaran en la parte que eventualmente le correspondiera por concepto de
gananciales, es decir, los 50% de los bienes gananciales a los que.
2) Por Divorcio, que disuelve definitivamente el nexo conyugal que une la pareja
3) Por muerte de uno de los cónyuges, porque ella significa el fin de la personalidad
Aunando en este inciso que forma parte principal de nuestra investigación, el Código
Civil vigente determina dos formas de proceder:
Durante la vigencia del matrimonio, puede sustituirse un régimen por otro, pero
para que el convenio tenga validez es necesario el otorgamiento de escritura
pública y su inscripción en el registro personal correspondiente. (Artículo 296°
C.C)
B. Perdida de gananciales por separación de hecho: aquí la vida normal se rompe por
el abandono que hace el otro consorte, por cuya razón el artículo 324° CC. Expresa que
el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales proporcionalmente a la duración
de la separación. Para que la norma referida sea aplicable es necesario que la
separación de hecho se haya producido durante la vigencia de la sociedad, ya que al
producirse la disolución del nexo matrimonial ya no es de aplicación la norma bajo
comentario, sino la contenida en el numeral 352° C.C que establece que el cónyuge
divorciado por su culpa perderá los gananciales que producen de los bienes del otro.
D. Liquidación de las uniones de hecho: el artículo 326° C.C, establece que la unión de
hecho voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer, libres de
impedimento matrimonial para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los
del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad
de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre que dicha unión haya durado por
lo menos dos años continuos. Si bien el precepto mencionado no exige declaración
jurisdiccional previa para crear una sociedad de gananciales, este requisito ha sido
considerado necesario por la jurisprudencia como un elemento para reconocer la
existencia de una comunidad de bienes.
Señala Peralta Andia: “Las posibilidades que el tercero acreedor poseía para la
satisfacción de sus acreencias resultaron más favorables en los códigos pasados que
en el actual”. Bajo la autoridad marital, el Art. 973 del CC de 1852 señalaba que la
sociedad conyugal era responsable por las deudas contraídas durante su vigencia; en
cambio, las deudas anteriores al matrimonio debían ser canceladas con los bienes del
que las contrajo. Siendo el marido el administrador de la sociedad, y el único que podía
desencadenar la responsabilidad del patrimonio social por las deudas contraídas
durante el matrimonio, salvo aquellas deudas de la mujer derivadas del ejercicio público
del comercio (Art. 972º CC de 1852).
Ariana Deho, refiere que “las respuestas han sido de lo más variables, oscilando entre:
a. Aquellas que consideran que no solo pueden embargarse las “acciones y derechos”
que el cónyuge deudor tenga respecto de un bien social de la sociedad de gananciales,
sino además que tales “acciones y derechos” pueden ser enajenadas forzadamente.
b. Aquellas que consideran que solo pueden embargarse las “acciones y derechos” que
el cónyuge deudor tenga respecto de un bien social de la sociedad de gananciales, mas
no puede procederse al remate de ellas.
c. Aquellas que consideran que de ninguna manera pueden embargarse los bienes
sociales de la sociedad de gananciales”. Respecto a esta discusión, la Corte Suprema
de Justicia se ha pronunciado sobre el tema, como consecuencia de tercerías de
propiedad presentadas por el cónyuge no interviniente, arribando a las siguientes
conclusiones según manifiesta Peralta Andia:
(i) “El patrimonio social se encuentra sujeto a las reglas de la sociedad de gananciales
y no a las de la copropiedad;
(ii) El derecho que tiene el cónyuge deudor sobre los bienes sociales forma parte de su
patrimonio y no existe norma alguna que impida su afectación por deudas privativas;
(iii) Cosa distinta, es el remate de dichos bienes, etapa que solo podrá realizarse una
vez que se liquide dicho régimen patrimonial del matrimonio; y
(iv) Esta liquidación se realiza por acción de sus propios integrantes o por sustitución
del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios, solicitando
la insolvencia del cónyuge deudor”.
La situación del patrimonio social frente a las deudas privativas es arduamente debatida.
Por un lado, el cónyuge deudor no es su único titular ni tampoco posee cuotas o
acciones sobre el mismo, por no corresponder la sociedad de gananciales a una
copropiedad o a una sociedad civil, por lo que es discutible. Las cosas, en cambio, se
presentan de una manera radicalmente distinta si nos detenemos en la posición del
tercero, que en muchas oportunidades solo cuenta con el patrimonio social para
satisfacer sus deudas, a falta de bienes propios del deudor. Ligado a su posición se
encuentra el hecho de que los cónyuges perciben beneficios derivados del patrimonio
social y que durante la vigencia de la sociedad de gananciales existe una tendencia
progresiva a acrecentar el patrimonio social frente a la disminución o al menos
congelación de los patrimonios privativos de los consortes, en una relación
inversamente proporcional que es consecuencia directa de la presunción de
ganancialidad de los bienes durante la vigencia de dicho régimen patrimonial (Art. 310
CC).
Es de resaltar que la diferencia entre los Arts. 307º y 308º del CC. además de la
oportunidad en la cual se contraen las deudas en uno y otro caso, radica en la forma en
que responden los patrimonios privativos de los cónyuges. Las deudas contraídas antes
del matrimonio son respondidas en primer orden con los bienes privativos del cónyuge
deudor y subsidiariamente con el patrimonio social cuando dichas deudas hayan
beneficiado a la futura sociedad de gananciales; mientras que respecto a las deudas
contraídas durante el matrimonio, el Código no dice nada sobre la responsabilidad
patrimonial de los bienes sociales y se limita a prohibir que sean respondidas con el
patrimonio privativo del cónyuge no interviniente, salvo que hayan sido contraídas en
provecho de la familia.
Algunos autores han sugerido propuestas de solución para poder hacer frente a este
vacío legal referido a si los bienes sociales pueden responder o no por deudas privativas
de origen contractual. Así, Calderón87 “propone la creación de un registro automático
de anotaciones de embargo, a partir de la declaración que brinde el solicitante a la
entidad crediticia; de tal manera que una vez producido el vencimiento del título valor se
procederá inmediatamente a la anotación de la medida cautelar sobre los bienes
inscritos en los Registros Públicos”.
Cargas de la sociedad
Plácido Vilcachagua, refiere que “son obligaciones sociales asumidas por cualquiera de
los cónyuges en el ejercicio del poder doméstico (artículo 292 del Código Civil) y también
las contraídas por ambos por actos de administración y disposición que exceden de tal
potestad (artículo 315 del Código Civil). Se debe precisar que, en el régimen de sociedad
de
gananciales, el poder domestico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las
obligaciones contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad,
son las deudas sociales propiamente. Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen
las cargas y las deudas sociales propiamente dichas”.
El presente artículo se refiere a las cargas sociales que son las obligaciones contraídas
para atender al sostenimiento de la familia y a la conservación de su patrimonio. En
nuestro Código Civil aparecen taxativamente señaladas en el artículo 316, pueden ser
contraídas por cualquiera de los cónyuges para atender el sostenimiento de la familia y
a la conservación de su patrimonio y, por tanto, circunscriben el poder domestico
conyugal. Estas son:
b) Alimentos para otras personas: El carácter social de esta carga se explica por la
misma razón anterior. Con relación al Código derogado que se refería a los alimentos a
favor de los parientes, la formula textual del articulo vigente es mucho más amplia y
comprende los casos de los alimentos debidos al ex cónyuge por el divorcio, al ex
conviviente abandonado que opta por una pensión de alimentos y al caso del artículo
415, referido a los hijos alimentistas; supuestos en los cuales no hay relación de
parentesco entre alimentante y alimentista.
comprenden las liberalidades que realicen los cónyuges a favor de sus hijos con cargo
a los bienes sociales. El carácter social de esta carga se fundamente en el beneficio que
tales actos importan a los hijos, herederos forzosos de sus padres.
h) Cargas del usufructo: El carácter social de esta carga se funda en que la sociedad
tiene el usufructo de los bienes propios. En consecuencia, debe atenderse a las cargas
que pesan sobre todo usufructuario, señaladas en el artículo 1010 del Código Civil.
i) Gastos de administración: El carácter social de esta carga reside en que la
administración genera desembolsos hechos en beneficio de la sociedad; en
consecuencia, ésta debe asumirlos como son los gastos de cobranzas, pago de
servicios profesionales y otros semejantes.
Naturaleza jurídica
Tuvo su origen en el matrimonio cun manus del Derecho romano, según el cual, el
casamiento provocaba la transferencia de todo el patrimonio de la mujer al poder del
marido, por tanto este era el único propietario y administrador de todos los bienes y
podía además disponer libremente. El esposo soportaba todas las cargas del hogar y
por consiguiente era el único responsable de todas las deudas.
Para un sector, la sociedad de gananciales es una sociedad civil porque los cónyuges
aportan bienes formando, con el aporte de ambos, una nueva unidad familiar. Esta teoría
la denomina “sociedad” porque le atribuye un capital, le impone cargas y dispone que
ella se rija subsidiariamente por las reglas del contrato de sociedad.
Esta doctrina ya no es admisible, pues la idea de una persona moral interpuesta entre
los cónyuges e independientes de ellos hiere el sano sentimiento popular y moral sobre
la institución matrimonial. Pero, además conduce a consecuencias absurdas porque de
ninguna manera se puede introducir, esta personalidad jurídica, injertada como un ente
extraño entre el marido y la mujer.
Esta teoría tiene su origen en el condominio germánico. Algunos autores ven en este
instituto una comunidad o “patrimonio en mano común”, en el sentido de que ambos son
dueños de los bienes, pero no en el sentido del derecho real legislado, ya que el régimen
ha sido concebido “para mantener y estrechar la unión, estimulados en la cooperación
y vinculados a la prosperidad común”. En ese sentido, se ha afirmado que sería una
copropiedad peculiar de carácter asociativo e indivisible, afecta primordialmente al
mantenimiento del hogar, cuya administración ha sido conferida por ley, a uno u otro
delos cónyuges, según el origen de los bienes.
Se trata de una masa formada por los bienes del marido y de la mujer que están
afectados a la familia. El régimen patrimonial consiste esencialmente en una afectación
de los bienes de ambos esposos a los intereses comunes del hogar, que modifica su
condición jurídica y el modo de cancelar las deudas por los que están obligados, y en la
participación de bienes comunes en el momento de la disolución de bienes.
La doctrina actual reconoce que existe la posibilidad de que, al lado del patrimonio
general de la persona, existen patrimonios especiales o de afectación, conjunto de
bienes afectados a un fin determinado y sometidos a un régimen legal especial. Serian
principalmente: el patrimonio de la herencia con beneficio de inventario, el del ausente
presuntamente fallecido y la masa de bienes del deudor desapoderado de sus bienes
por efecto del concurso. El patrimonio de afectación es una universalidad jurídica, es
decir, que se caracteriza por la fungibilidad de los bienes singulares que lo integran y,
por la preferencia de las deudas que forman el pasivo con relación a las obligaciones
extrañas. Por último, otros autores consideran la comunidad conyugal como un
patrimonio de destino adscrito a un fin, que es el levantamiento de las cargas del
matrimonio. patrimonio autónomo
De conformidad con el primer párrafo del artículo 65 del Código Procesal Civil, existe
patrimonio autónomo cuando dos o más personas tienen un derecho o interés común
respecto de un bien, sin constituir una persona jurídica, Hinostroza Minguez, dice del
patrimonio autónomo que “son masas patrimoniales correspondientes a determinada
persona que ha perdido relación con ellas, pero no personas jurídicas autónomas”.
Añade dicho autor, refiriéndose a la masa, que “tiene una personalidad jurídica
provisional y propia de la que deriva su capacidad para ser parte del proceso”.