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Pueblos germánicos

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Pueblos germánicos

Gentilicio: germánico, germano, tudesco

Países Islandia
Noruega
Suecia
Dinamarca
Irlanda
Reino Unido
Alemania
Países Bajos
Bélgica
Luxemburgo
Austria
Suiza
Liechtenstein

Idiomas regionales Lenguas germánicas

[editar datos en Wikidata]


Asamblea germana (thing) representada en un relieve de la Columna de Marco Aurelio.

El germano suplicante, estatuilla votiva de época romana.


Germano representado en un relieve triunfal romano.

Fíbula del siglo VI que representa un guerrero a caballo con lanza.

Suevo cautivo. El prisionero usa (Braccae) calzones que eran típicos para los pueblos germanos. Su
cabello está atado en un nudo suevo. Bronce del siglo II.
Cultura de la Edad del Bronce nórdica alrededor de 1200 a. C (periodo anterior a la formación de los
pueblos germánicos en esa misma zona).

Cultura de la Edad del Hierro prerromana asociada con el protogermánico, ca. 500 a. C.-50 a. C.. El
área en magenta representa la cultura de Jastorf.

Expansión de los pueblos germánicos o protogermánicos: Hasta el 750 a. C Hasta el 500 a.


C Hasta el 250 a. C Hasta el 1 d. C
Distribución de los pueblos germánicos o protogermánicos (entre 750 a. C. y 1 d. C.)

Grupos germánicos en torno al año 1 (germánico septentrional, germánico del Mar del Norte, germánico
del Elba, germánico del Wesser-Rin, germánico oriental).

Distribución y expansión de las tribus germánicas o protogermánicas (entre 50 a. C., 100 d. C. y 300 d.
C., etapas anteriores a la época de las migraciones o invasiones). Extensión del Imperio romano (en 68
a. C. y 117 d. C.).

Tribus germánicas y asentamientos romanos hacia 50-100 d. C.


Invasiones bárbaras. Todos los pueblos señalados, excepto los hunos, son germánicos.

Situación hacia el año 460: el Imperio huno de Atila domina el centro y el este de Europa. Dentro de las
fronteras del Imperio romano de Occidente, ya se han asentado varios pueblos germánicos: vándalos en
el norte de África, suevos en el noroeste de Hispania, visigodos entre Hispania y el suroeste de la
Galia, burgundios en la zona alpina, francos al noreste de las Galias y sajones al sureste
de Britania. Anglos, jutos, alanos, ostrogodos y lombardos aparecen marcados en otras zonas.

Los pueblos germanos o germánicos son un histórico grupo etnolingüístico de pueblos


originarios del norte de Europa que se identifican por el uso de las lenguas germánicas (un
subgrupo de la familia lingüística indoeuropea que se diversificaron a partir de una lengua
original —reconstruible como idioma protogermánico— en el transcurso de la Edad de Hierro).
En términos historiográficos son tanto un grupo de entre los pueblos prerromanos (en las
zonas germanas al oeste del Rin —provincias de Germania Superior e Inferior— en que se
estableció una fuerte presencia del Imperio romano y fueron romanizados) como un grupo
de pueblos bárbaros (exteriores al limes del Imperio), situados al este del Rin y al norte
del Danubio (Germania Magna); precisamente el que protagonizó las denominadas invasiones
germánicas que provocaron la caída del Imperio romano de Occidente al instalarse en amplias
zonas de
éste: suevos, vándalos, godos (visigodos y ostrogodos), francos, burgundios, turingios, alaman
es, anglos, sajones, jutos, hérulos, rugios, lombardos, etc. Los vikingos protagonizaron
posteriormente una nueva oleada expansiva desde Escandinavia (la zona originaria de todo
este grupo de pueblos), que afectó a las costas atlánticas (normandos) y a las estepas rusas
y Bizancio (varegos).
Algunos pueblos germánicos se fusionaron con la población romana dominante
demográficamente en las zonas que ocuparon de Europa suroccidental (galo-
romanos, hispano-romanos, italo-romanos); mientras que otros se convirtieron en la base
etnográfica de las actuales poblaciones de Europa
central y noroccidental (escandinavos o nórdicos –la mayor parte de los países
nórdicos: daneses, suecos, noruegos, islandeses, y los isleños de las Islas Feroe, con
excepción de bálticos, fineses y lapones–, alemanes –en el sentido del ámbito lingüístico
alemán, que incluye a los austriacos, la mitad de los suizos y otros grupos de habla
alemana de la Europa central y oriental desde Francia hasta el Cáucaso–, las poblaciones de
habla neerlandesa –noroeste de Alemania, Países Bajos y norte de Bélgica– y anglosajona).
En la Europa oriental los pueblos germánicos se vieron desplazados por otros (especialmente
los pueblos eslavos y los magiares), para pasar posteriormente a protagonizar una nueva fase
expansiva.
Las migraciones de los pueblos germánicos se extendieron por toda Europa durante
la Antigüedad Tardía (Völkerwanderung) y la Edad Media (Ostsiedlung). Estos términos
historiográficos se concibieron y utilizaron de forma no neutral, sino como justificación del
expansionismo alemán hacia el este en la edad contemporánea (Drang nach Osten).
También en el ámbito religioso se produjo una fusión de los elementos germánicos y romanos:
algunos ya habían sido cristianizados bajo credo arriano en Oriente en el siglo IV, otros
continuaban con las religiones nórdicas tradicionales. La conversión al catolicismo
de suevos, visigodos y francos en el siglo VI fue clave para su éxito de la formación de sus
respectivos reinos germánicos. Hacia el siglo XI todos los pueblos germánicos, inclusive los
escandinavos, estaban incluidos en el ámbito de la cristiandad latina.
Las lenguas germánicas se convirtieron en dominantes a lo largo de las fronteras
romanas (Austria, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Inglaterra), pero en el resto de
las provincias romanas occidentales, los inmigrantes germánicos adoptaron los dialectos
latinos que se estaban transformando en lenguas romances. Actualmente las lenguas
germánicas se hablan en gran parte del mundo, representadas principalmente por
el inglés, alemán, neerlandés, el afrikaans (Sudáfrica y Namibia) y las lenguas escandinavas.

Índice

 1Etnónimo
o 1.1Germano
o 1.2Teutón
o 1.3Alemán
o 1.4Tudesco (deutsch)
 2Historia
o 2.1Prehistoria
o 2.2Protohistoria y contacto con los romanos
o 2.3Las invasiones
o 2.4Los reinos germánicos
 3Cultura y sociedad
o 3.1Lengua y literatura
o 3.2Religión
o 3.3Organización política y socioeconómica
 4Germanismo, germanofilia y germanofobia
 5Genética de poblaciones
 6Véase también
 7Referencias
 8Enlaces externos

Etnónimo[editar]
Germano[editar]
Germani, plural nominativo del adjetivo germanus, es el etnónimo con el que los romanos se
referían a los habitantes de la extensa e indefinida zona que conocían con
el topónimo Germania, desde la Galia hasta la Sarmatia. Tal nombre no se usó en la literatura
latina hasta Julio César, quien lo adoptó a partir del vocablo que los galos usaban para
designar a los pueblos de la orilla occidental del Rin, y que en las lenguas
goidélicas probablemente significa "vecino".
El término parece haberse empleado previamente en la inscripción de Fasti capitolini para el
año 222 (DE GALLEIS INSVBRIBVS ET GERM[ANEIS]) donde simplemente se refiere a pueblos
"asociados", como los relativos a los galos. Por otra parte, puesto que las inscripciones se
levantaron solo en 17-18 a. C., la palabra puede ser una adición posterior al texto. Otro de los
primeros que citan el nombre, Posidonio (alrededor del 80 a. C., también es una fuente
dudosa, ya que solo sobrevive en una cita de Ateneo (alrededor del 190 d. C.); la mención
de germani en este contexto pudo ser más probablemente introducido por Ateneo y no
provenir del texto inicial de Posidonio.1
El escritor que al parecer introdujo el término en el corpus de la literatura clásica fue Julio
César, en De bello Gallico (50 a. C.). Él usaba germani para designar a dos agrupaciones de
pueblos diferentes: los germanos transrenanos (trans Rhenum), el conjunto de pueblos
claramente no galos de la Germania transrhenana ("el otro lado del Rin" —Transrenania, la
que posteriormente se denominó Germania Magna, interna—2 o bárbara3); y los germanos
cisrenanos (cis Rhenum), un grupo difuso de pueblos del noreste de la Galia (la Germania
cisrhenana, "este lado del Rin" —Cisrenania, donde se establecerían en la Germania
Superior y la Germania Inferior, es decir, la Germania romana—4), que no puede ser
claramente identificado como celta ni como germánico.5El vocablo germani puede ser un
préstamo de un exónimo celta aplicado a las tribus germánicas, sobre la base de una palabra
que tanto puede significar "vecino" como "hombres de los bosques" (refiriéndose a la densidad
de los bosques que cubrían casi todo el territorio de Germania). Tácito sugiere que el nombre
podría ser el de una tribu que cambió su nombre después de que los romanos lo adaptaron,
pero no hay pruebas de ello.
La sugerencia de derivar el nombre del término goidélico para "vecino" invoca al gair antiguo
irlandés, ger galés ("cerca") o gearr irlandés moderno ("atajo, corto" –una corta distancia–); de
raíz protocelta *gersos, más relacionada con el griego antiguo chereion ("inferior") o
el inglés gash ("cuchillada" o "brecha"). La raíz protoindoeuropea pudo haber sido de la
forma *khar-, *kher-, *ghar-, *gher- ("corte"), de la que también provendría la hitita kar- y la
griega kharakter ("grabar", que da la palabra latina character y la española "carácter"). Otras
posibilidades serían la palabra céltica que significa "ruidoso" o las germánicas gar y ger —
también la céltica gae— que significan "lancero".6
Al parecer, las tribus germánicas no tenían un endónimo (autodesignación) que incluyera a
todos los pueblos que se identificaban a sí mismos como provenientes de un tronco común
(por identificación lingüística o por identificación ancestral). No obstante, el término
latino suevi (suevos), con el que en los últimos siglos del Imperio se designó a uno de los
grandes grupos de entre los pueblos germánicos, se utilizaba de forma casi indistinta en los
textos de César con germani; y sí que tiene una clara etimología germánica: *swē-ba-
("auténtico").
Lo que sí existía era un término para referirse a la totalidad de los pueblos no germanos, y que
los germanos aplicaban principalmente a aquellos con los que tenían algún contacto (fueran
celtas, romanos u otros pueblos del Imperio, como los griegos), a los que llamaban *walha-
(walhoz en singular, walhaz en plural), raíz de la que derivan los topónimos
de Gales, Valonia y Valais.7
Teutón[editar]
Tratando de identificar un término vernáculo contemporáneo y la nación asociada a un nombre
clásico, desde el siglo X en adelante la literatura latina medieval usó el adjetivo teutonicus,
originalmente aplicado a los teutones (el pueblo germánico antiguo derrotado por los romanos
en la batalla de Aquae Sextiae —102 a. C.—) para referirse a todo lo relativo al Regnum
Teutonicum o Francia orientalis ("Francia Oriental", la parte oriental del antiguo Imperio
carolingio, tal como se dividió en los tratados de Verdún y de Mersen —años 843 y 870,
respectivamente—). Específicamente, la Orden Teutónica o de los Caballeros Teutones fue
una orden militar de gran importancia en la Europa Oriental.
El uso de las palabras castellanas "teutón" y "teutónico" no se limita al pueblo antiguo o a la
orden militar, sino que se extiende de forma genérica a lo germánico o a lo alemán.
El Diccionario de la lengua española recoge ese uso como un coloquialismo.8
Alemán[editar]
En castellano, portugués y francés, el gentilicio de Alemania (alemán, alemão, allemand)9 se
deriva del nombre del pueblo germánico de los alamanes, cuya etimología puede relacionarse
con all (todo) y mann (hombre).10
Tudesco (deutsch)[editar]
En lengua alemana, el gentilicio de Alemania es deutsch («alemán»),11 una palabra derivada
de una raíz genérica del germánico antiguo: *þiuda-, que significa «pueblo». La misma raíz
aparece en muchos nombres de persona, como Thiud-reks, y también en el etnónimo de los
suecos de un cognado del inglés antiguo Sweo-ðēod y nórdico antiguo: Suiþióð.
Además þiuda- aparece en los términos Angel-ðēod («pueblo anglosajón») y Gut-
þiuda («pueblo gótico»). El adjetivo derivado de este sustantivo, *þiudiskaz («popular»), fue
utilizado posteriormente (el primer uso registrado es del año 786) para referirse a la theodisca
lingua, «lengua del pueblo» (lengua vulgar), por oposición a la lengua latina.
Muchos idiomas modernos emplean palabras derivadas de este origen para el gentilicio de
Alemania: la sueca/danesa/noruega tysk, las neerlandesas duits y diets (esta última se refiere
al nombre histórico para el holandés medio o neerlandés, el antiguo significado en alemán),
la italiana tedesco y la española «tudesco» (que se ha restringido en la práctica a su uso como
arcaísmo). En cambio, en inglés, Dutch se aplica al gentilicio de Holanda (o, por extensión, al
de los Países Bajos), usándose German para el gentilicio de Alemania. El despectivo boche se
utilizó en el contexto histórico de las guerras mundiales del siglo XX, pero su etimología
parece provenir de alboche, una combinación particular en argot francés.12

Historia[editar]
Las pruebas arqueológicas muestran a los pueblos germánicos como originarios de la zona de
Escandinavia y, a lo largo de un proceso secular, extendiéndose hacia el sur y el este por la
Europa Central y Oriental.
Prehistoria[editar]
En un contexto cultural de sociedades cazadoras-recolectoras se sitúan el maglemosiense y
la cultura Fosna-Hensbacka (VII milenio a. C.), y posteriormente la cultura de Kongemose (VI
milenio a. C.). Del V milenio a. C. al III milenio a. C. se desarrollaron las culturas neolíticas de
la zona (Ertebølle, cultura de la cerámica perforada, cultura de los vasos de embudo) que en
su última fase, según la hipótesis del sustrato germánico (nordwestblock),13 habrían recibido el
impacto cultural de lo indoeuropeo (cultura de la cerámica cordada).
En el II milenio a. C. se desarrolló la Edad del Bronce nórdica. En el I milenio a. C., las culturas
de la Edad del hierro, como Wessenstedt y Jastorf, significaron ya el paso de
lo protoindoeuropeo a lo protogermánico (Ley de Grimm). El endurecimiento climático que se
produjo desde el 850 a. C., que se intensificó a partir del 760 a. C., desencadenó un proceso
migratorio hacia el sur. La cultura material de esa época pone en estrecha relación a los
protogermanos con las culturas de Hallstatt y Elp, en el ámbito cultural celta, forjando lo que
se ha denominado Edad del hierro prerromana de Europa septentrional.14
Protohistoria y contacto con los romanos[editar]
La zona norte de Europa fue visitada probablemente por viajeros griegos, como los que dieron
origen al periplo massaliota (siglo VI a. C., recogido posteriormente en la Ora Maritima); pero
el único testimonio de tales viajes es el periplo de Piteas por el mar del Norte, incluyendo la
enigmática Thule (siglo IV a. C.). Su descripción de los pueblos que habitaban la zona fue la
fuente prácticamente única que pudieron manejar los autores griegos posteriores,
como Estrabón y Diodoro Sículo, o los romanos como Plinio el Viejo, que tendieron a citarlo
con escepticismo.15 De hecho, los textos griegos antiguos no dejan constancia de la existencia
de algún grupo de pueblos con el nombre de "germanos", y suelen referirse a los habitantes
de la Europa más al norte de la zona mediterránea con etnónimos genéricos
como galos y escitas; aunque algunas referencias de Herodoto a los cimerios podrían referirse
a algún grupo relacionado con lo que posteriormente se conoció como pueblos germanos.
En cuanto a los romanos, tuvieron conocimiento de dos de estos pueblos, cuando
los cimbros y los teutones entraron en Helvecia y la Galia. Los romanos no se enfrentaron con
ejércitos, sino con pueblos enteros que desplazaban a los celtas. A pesar de esto, no utilizaron
el término germano hasta tiempos de Julio César.5
En 112 a. C. las tribus invasoras derrotaron en la batalla de Noreya a los romanos
comandados por el cónsul Cneo Papirio Carbón. Entonces los cimbros se establecieron en el
territorio de los celtas alóbroges. Solicitaron a los romanos permiso para establecerse allí,
pero estos se negaron, por lo que tuvieron que pelear de nuevo. En el año 109 a. C. volvieron
a vencer al ejército romano, esta vez al mando de Marco Junio Silano en el sur de la Galia. Sin
embargo, los cimbros no invadieron la península itálica y durante un tiempo se mantuvieron
alejados de la esfera de influencia de Roma. El rey cimbro Boiorix derrotó en 105 a. C. en
la batalla de Arausio a los romanos bajo las órdenes del procónsul Quinto Servilio Cepión y el
cónsul Cneo Malio Máximo, perdiendo unos 80 000 hombres.
Los cimbros decidieron no invadir Italia y se desplazaron a Hispania, mientras que los
teutones se quedaron en el sur de la Galia. En el año 103 a. C., los cimbros regresaron a la
Galia —expulsados de Hispania por los celtíberos— y se aliaron con los teutones, decididos a
conquistar Roma. En vista de lo grande de los ejércitos, decidieron separarse y reunirse en el
valle del Po. Esto demostró ser un grave error, ya que en el año 102 a. C. los teutones fueron
aniquilados por el cónsul Cayo Mario en la batalla de Aquae Sextiae, donde cayeron 100 000
teutones. Los cimbros sí lograron llegar al valle del Po, pero se encontraron con los ejércitos
unidos de los cónsules Quinto Lutacio Cátulo y Mario. En la Planicie de Raudine se libró
la batalla de Vercelas, que concluyó con la muerte del rey Boiorix y más de 60 000 cimbros.
La pacificación de los germanos obtenida por Cayo Mario se mantuvo por casi cinco décadas,
hasta que Julio César inició la guerra de las Galias.
Los suevos habían cruzado el Rin y expulsado a los celtas, quienes pidieron ayuda a los
romanos en 58 a. C. y César acudió, con el secreto deseo de anexar la Galia a Roma. César
los derrotó y los envió de vuelta al este del Rin.
Nuevas tribus germánicas cruzaron el Rin en el 55 a. C., pero César las expulsó y construyó
un puente sobre el río, que utilizó para perseguir a sus enemigos y derrotarlos. En el53 a. C.
cruzó de nuevo el Rin para seguir combatiendo a los germanos, pero estos lo evadieron y
César regresó sin presentar batalla.
La política expansiva romana en Germania sufrió en tiempos de Augusto la gran humillación
de la batalla del bosque de Teutoburgo (año 9), en la que el caudillo querusco Arminio,
encabezando una coalición de pueblos germanos, exterminó a tres legiones comandadas
por Publio Quintilio Varo. Uno de los miembros de la familia imperial, Germánico (que se ganó
su cognomen por esta acción), fue el encargado de pacificar la zona (batalla de Idistaviso, año
16). A partir de entonces se prefirió seguir una política de contención, creando una frontera
fortificada, el Limes Germanicus («límite» o «frontera»), a lo largo del Rin y el Danubio.
La conquista romana de Germania llevó a la organización de dos provincias en el territorio
germano bajo dominio romano al oeste del Rin: Germania Superior y Germania
Inferior. Germania Magna, al otro lado del Rin y el Danubio, quedó sin ocupar. A partir de
asentamientos indígenas previos, campamentos romanos o de colonias, surgieron ciudades
como Augusta Treverorum (Tréveris), Colonia Claudia Ara Agrippinensium16
(Colonia), Mogontiacum (Maguncia), Noviomagus Batavorum (Nimega) o Castra
Vetera (Xanten). La provincia alpina de Raetia (al sur de Rin y el alto Danubio) y las
danubianas del Nórico y Panonia no tenían como sustrato indígena a pueblos germánicos,
sino a los reti17 (de clasificación incierta —itálicos o celtas—) y los panonios18 (vinculados a
los celtas y los ilirios).
El conocimiento de los romanos sobre los germanos fue intensificándose con el tiempo, como
demuestra el mayor detalle con que los recogen progresivamente las principales fuentes
historiográficas: Tácito en el año 98 redacta su Germania (De origine ac situ Germanorum,
"Origen y territorio de los germanos").19 Nombra unos cuarenta pueblos, identificándolos como
pertenecientes a varios grupos dentro de los germanos occidentales, descendientes
de Mannus (ingaevones —de Jutlandia y las islas adyacentes—, hermiones —del Elba—
y istvaeones —del Rin—). A estos grupos hay que añadir los germanos septentrionales (de
la península escandinava) y los germanos orientales (del Oder y el Vístula). Plinio el Viejo,
en Naturalis Historia20 (hacia el año 80), clasifica a los germanos en cinco
confederaciones: ingvaeones, istvaeones, hermiones, vandili (vándalos) y peucini (bastarnos),
de cada una de las cuales precisa los pueblos que las componen. Claudio Ptolomeo, en
su Geographia (hacia el año 150), nombra a sesenta y nueve pueblos germánicos.
Las guerras marcomanas del siglo II incrementaron los contactos entre romanos y germanos.
Aun así, el léxico de origen germánico que se usa en los autores latinos hasta el siglo V es
muy escaso: en César urus y alce, en Plinio ganta y sapo (oca, jabón), en
Tácito framea (lanza), en Apicio melca y en Vegecio burgus (castillo —castellum parvum quem
burgum vocant—, que tendrá una extensa utilización posterior como sufijo en topónimos).21
Las invasiones[editar]
Artículo principal: Invasiones germánicas

Desde la crisis del siglo III, y especialmente en la anarquía militar (235-285), Roma estuvo
sumida en un periodo de caos y guerras civiles. Las fronteras, debilitadas, no fueron un
obstáculo para la penetración de los germanos, que simultáneamente se desplazaban de
forma paulatina en busca de nuevas tierras, presionados por su propia demografía. En esa
época llegaban quizá a los 6 millones de personas, un millón de las cuales se desplazaron
hacia el este, la actual Ucrania. Los que emigraron hacia el sur y el oeste, "invadiendo" el
Imperio romano, divididos en pequeños grupos, en total llegarían a unas doscientas mil.22
Las provincias occidentales del Imperio sufrieron una primera oleada de invasiones
simultáneamente a la crisis socioeconómica que se manifestaba en las rebeliones campesinas
(bagaudas).23 En Oriente fueron los godos quienes inicialmente protagonizaron la principal
amenaza. Divididos en grupos de godos orientales (ostrogodos) y de godos occidentales
(visigodos), se introdujeron al sur del Danubio en los Balcanes y obtuvieron todo tipo de
concesiones de las autoridades imperiales: en el año 376 se les concede su entrada pactada,
pero al sentirse defraudados en sus expectativas, se dedicaron al saqueo, consiguiendo
incluso vencer al ejército imperial de Valente en la batalla de Adrianópolis (378). Esto puso a
los godos en una posición extraordinariamente ventajosa, que obligó al nuevo
emperador, Teodosio, a concederles un foedus para su asentamiento en la Tracia (382).22 Su
prolongada presencia dentro de las fronteras les permitió asimilar rasgos de la civilización
romana, como la religión, adoptando el arrianismo (una de las versiones del cristianismo que,
posteriormente, en el Concilio de Constantinopla de 381, fue condenada como herética). El
proceso de aculturación incluso significó la adquisición de la ciudadanía romana por muchos
de los considerados bárbaros, o su acceso a altos cargos de la administración romana y del
ejército; pero no la asimilación, ni la disminución de la conflictividad. Todo lo contrario: en el
410 los visigodos de Alarico I saquearon la propia ciudad de Roma, obteniendo un mítico
botín.
El invierno particularmente frío del año 406 permitió cruzar el Rin helado a grupos masivos
de suevos y vándalos (junto con los alanos, un pueblo no germánico, sino iranio). Los
emperadores de la época recurrieron a ficciones jurídicas como otorgarles el permiso de
ingreso, bajo las condiciones teóricas de que deberían actuar como colonos y trabajar las
tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera; pero el hecho fue que la decadencia
del poder imperial impedía cualquier tipo de dominio. Los invasores no encontraron obstáculo
en su avance hacia las ricas provincias meridionales de Galia e Hispania. Los vándalos
incluso cruzaron el estrecho de Gibraltar, tomando las provincias africanas y amenazando las
rutas marítimas del Mediterráneo occidental. El imperio tuvo que recurrir a los visigodos, los
más romanizados de entre los germanos, para intentar recuperar algún tipo de control sobre
las provincias occidentales. Los visigodos, en efecto, se impusieron sobre los invasores, pero
únicamente para establecerse a su vez como un reino independiente (reino de Tolosa, 418)
justificado en la figura jurídica del foedus.
Una nueva invasión fue protagonizada por Atila, el rey de los hunos (un enigmático pueblo o
confederación de pueblos, cuyo desplazamiento secular hacia el oeste estuvo probablemente
en el origen del movimiento inicial de los germanos). Tras acosar al Imperio romano de
Oriente, que sólo le enfrentó mediante una política de apaciguamiento, se dirigió a Occidente,
donde una inestable coalición de romanos y germanos le venció en la batalla de los Campos
Cataláunicos (451).
Después de la descomposición del imperio de Atila, nuevas oleadas invasoras se
establecieron los territorios que ya sólo de nombre podían considerarse provincias romanas:
desde mediados del siglo V (batalla de Guoloph, 439, batalla del Monte Badon,
490) anglos, sajones y jutos desembarcaban en la Britania posromana, inicialmente como
mercenarios para proteger a los britanos de escotos y pictos y luego como conquistadores;24 a
comienzos del siglo VI los francos tomaron las Galias, desplazando a los visigodos a Hispania
(batalla de Vouillé, 507). En la propia península itálica, incluso la ficción de la pervivencia del
Imperio había dejado existir desde 476, cuando los hérulos de Odoacro destituyeron al último
emperador romano, Rómulo Augústulo. Su dominio fue breve, pues se vieron acometidos a su
vez por sucesivas invasiones instigadas por el emperador de Oriente (Zenón): en 487 y 488 la
de los rugios de Feleteo y Federico, que logran rechazar; y finalmente la de
los ostrogodos de Teodorico el Grande, que los derrotan en Aquileia, Verona (489) y el río
Adda (490), quedando sitiado Odoacro en Rávena hasta su asesinato a manos del propio
Teodorico (493).25
Tanto visigodos como francos obtuvieron el extraordinario beneficio que suponía la aplicación
extensiva del concepto de hospitalitas (la asignación al huésped de la tercera parte del
patrimonio del anfitrión), lo que en la práctica significó cederles la tercera parte de las tierras
que ocupaban en las Galias. Los hérulos de Odoacro exigieron lo mismo en Italia, y ante la
respuesta negativa de las autoridades romanas, optaron por aclamar a su jefe como "rey de
Italia".
Durante todo el siglo V, el ejército romano y, en gran medida, la dirección política del Imperio
occidental, estuvieron en manos de personalidades de origen germano: Estilicón (de origen
vándalo, fue clave durante el imperio de Honorio), Aecio (de oscuro origen —godo o escita—
fue el artífice de la coalición anti-Atila), Ricimero (mitad suevo, mitad visigodo, llegó a
proclamar tres emperadores —Mayoriano, Libio Severo y Olibrio—), Gundebaldo (burgundio,
sobrino de Ricimero, proclamó a su vez otro emperador —Glicerio—), Orestes (depuso a Julio
Nepote e impuso como emperador a su propio hijo, Rómulo Augusto)
y Odoacro (habitualmente designado como hérulo, pero cuya concreta nacionalidad se ignora
—pudo ser también rugio, godo, esciro o incluso huno—, depuso a Rómulo Augusto e hizo
devolver las insignias imperiales a Zenón —emperador de oriente—, quedando como único
poder de hecho en Italia).26
Los reinos germánicos[editar]
Artículo principal: Reinos germánicos

Los distintos pueblos germánicos se asentaron en diferentes zonas del antiguo Imperio
romano de Occidente, fundando reinos en los que los germanos pretendieron inicialmente
segregarse como una élite social separada de la mayoría de la población local. Con el tiempo,
los más estables de entre ellos (visigodos y francos) consiguieron la fusión de las dos
comunidades en los aspectos religioso, legislativo y social.
La diferencia cultural y de grado de civilización entre los pueblos germánicos y el Imperio
romano era muy notable, y su contacto produjo la asimilación por los germanos de muchas de
las costumbres e instituciones romanas, mientras que se conservaron otras propias de sus
antiguas tradiciones e instituciones, formando así la cultura que se desarrolló en la Europa
medieval y que es la base de la actual civilización occidental.

 Norman Cantor: The Last Knight - pp. 10-11, 39-40


 Dennis Sherman, Joyce Salisbury: The West in the World - p. 18427
Véase también: Cultura romano-germánica

Cultura y sociedad[editar]
Lengua y literatura[editar]
Artículos principales: Idioma germánico e Idioma gótico.

Sin duda el rasgo más definitorio de los germanos es el lenguaje, ya que el concepto es ante
todo etnolingüístico. No obstante, aunque las lenguas germanas antiguas eran cercanas entre
sí, los germanos no hablaban la misma variante, sino variedades diferentes derivadas
del proto-germánico.
Aunque aparentemente compartían una lengua ancestral común, al momento de su avance
sobre el interior europeo ya tenían varios dialectos: el proto-nórdico, los dialectos germanos
occidentales y los dialectos germanos orientales.
No tenían alfabeto (el rúnico de los escandinavos se usaba sólo para fines religiosos), por lo
que no hay registros escritos de su historia hasta su encuentro con los romanos.
La traducción parcial de la Biblia del obispo Ulfilas (el Codex Argenteus —un evangeliario—)
es el primer texto escrito en una lengua germánica (el gótico). Para su escritura creo los
caracteres de un "alfabeto ulfilano", precedente del posterior "alfabeto gótico".
Véanse también: Beowulf, Saga de Hrafnkell, Saga Volsunga y Nibelungenlied.

Véanse también: Edda, Saga (literatura), Íslendingabók y Landnámabók.

Véanse también: Literatura en alemán#Alta Edad Media (hacia 750–1100), Literatura


anglosajona, Literatura de Islandia y Literatura noruega.
Véanse también: Piedra rúnica, Literatura de Suecia y Literatura en danés.

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