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LA LUCHA DEMOCRATICA Y EL MAMERTAZO

PLAN CONDOR
El Plan Cóndor se creó para coordinar acciones y articular apoyos entre los
regímenes dictatoriales de la región

Se comenta que el “Socialismo del Siglo XXI asola el continente”, que son tiempos
difíciles para la región, y que nuestra América morena recibe los embates de esta
corriente, tal como el Plan Cóndor nos hizo sufrir el siglo pasado. Estos
comentarios requieren de precisiones conceptuales e históricas.

El Plan Cóndor se creó para coordinar acciones y articular apoyos entre los
regímenes dictatoriales de América del Sur (Chile, Argentina, Brasil, Paraguay,
Uruguay, Bolivia; y esporádicamente Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) con
Estados Unidos; siendo el ideólogo de este plan el entonces consejero de Seguridad
Nacional y posterior secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger.

Este programa se implementó en las décadas de 1970 y 1980 con el fin de instalar
un plan económico neoliberal en la región, con el desmantelamiento de los Estados
como articuladores de la vida pública y el desarrollo económico, junto con un fuerte
endeudamiento externo.

También implicó el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura,


traslados entre países y la desaparición o asesinato de miles de personas
consideradas subversivas al orden instaurado por los regímenes militares o
contrarias a su política e ideología; llegándose a configurar como una organización
clandestina internacional que aplicó el terrorismo de Estado e instrumentó el
asesinato y la desaparición de los opositores, la mayoría de ellos pertenecientes a
movimientos de izquierda.

Entretanto, el intelectual alemán Heinz DieterichL, profesor de la UNAM, define al


Socialismo del Siglo XXI como una democracia participativa, con economía
planificada en el valor del trabajo, que plantea otra forma de organizar la vida;
democratizando no solo la política con otras formas de participación popular y la
elección ritual, sino también con la economía, la cultura y el poder militar. Esta
participación, esta planificación, en el Socialismo del Siglo XXI tienen que ser
democráticas, sin importar quién tiene los medios de producción. Así, por ejemplo,
un trabajador tiene derecho al valor total de su trabajo. Si uno trabaja 40 horas a la
semana, recibe productos y servicios iguales al número de horas trabajadas. Lo que
no puede suceder es que se enriquezcan unos cuantos. En esta corriente, dice
Heinz, tampoco puede haber un partido único, porque se trata de llevar al pueblo
más democracia.

Resumiendo, el Plan Cóndor no tiene relación con el Socialismo del Siglo XXI,
porque impulsó la instalación de regímenes dictatoriales en América del Sur para
afianzar el neoliberalismo. Y precisamente países como Venezuela y Bolivia han
evitado volver a un pasado oscuro neoliberal; al contrario de otros países en los que
se ha enajenado empresas, el patrimonio del Estado; se ha pedido dinero a los
organismos internacionales para pagar sueldos, se han endeudado para seguir
siendo naciones capitalistas dependientes y atrasadas.

Por otra parte, las particularidades del Socialismo del Siglo XXI descansan en
diferentes formaciones sociales, que han promovido la más amplia democracia
participativa en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Argentina, lo cual
significa no solo democratizar la política, sino la conomía y la cultura.

PLAN EDER

Entre 1945 y 1956 varias disposiciones legales introdujeron cambios en la Ley Orgánica
del Banco, aunque no modificaron su estructura ni sus funciones fundamentales.
Ante el proceso inflacionario desatado a mediados de la década de los cincuenta, a fines de
1956 entró en vigencia el programa de estabilización monetaria, con el concurso del
gobierno de Estados Unidos, a través de la misión Eder. Este programa contemplaba, entre
otras medidas, la eliminación del financiamiento de déficit de las instituciones
gubernamentales con fondos del Banco Central
En los años 60, la política monetaria y crediticia del país estuvo orientada a crear el
ambiente favorable al desarrollo económico a través
El 20 de julio de 1928, en el gobierno del Presidente Hernando Siles Reyes, se promulgó la
Ley Nº 632, dejando de existir el Banco de la Nación Boliviana y creándose en su
reemplazo el Banco Central de la Nación Boliviana.
Meses después se adoptó el nombre definitivo de Banco Central de Bolivia, a través de una
modificación a la Ley de Bancos de fecha 20 de abril de 1929. El 1 de julio de 1929 el BCB
inauguró oficialmente sus actividades.
Al Banco Central de Bolivia se le otorgan las atribuciones exclusivas de emitir la moneda
nacional, el manejo de la tasa de descuento, las operaciones de mercado abierto y el control
de la política crediticia.
Entre 1945 y 1956, varias disposiciones legales introdujeron cambios en la Ley Orgánica
del Banco Central de Bolivia, aunque no modificaron su estructura ni sus funciones
fundamentales. El proceso inflacionario desatado a mediados de la década de 1950, produjo
nuevos ajustes, cuando entró en vigencia el programa de estabilización monetaria, a través
de la Misión Eder.
Por Decreto Ley Nº 9428 de 28 de octubre de 1970, el Departamento Monetario se
consolidó en la institución, mientras que el Departamento Bancario se transformó en el
Banco del Estado. Asimismo, la Superintendencia de Bancos, con todas sus funciones y
atribuciones, fue incorporada al BCB.
La Ley Orgánica del Banco Central, aprobada por Decreto Ley Nº 14791 de 1 de agosto de
1977, dotó a la institución de

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