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UribeNicolas 2008 Miradapsicoanaliticafuncionterapeutica PDF
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ESTUDIANTE
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
DEPARTAMENTO DE PSICOANALISIS
MEDELLIN-COLOMBIA
2008
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 1
3.1. LA FANTASIA COMO SOPORTE DEL DESEO Y DEL NARCISISMO ........ 121
3.1.1. JUEGO INFANTIL, CREACIONES LITERARIAS Y TEATRALES. ........ 128
3.1.2. LOS TRES TIEMPOS DE LA FANTASÍA Y SU RELACIÓN CON EL
DESEO............................................................................................................. 132
3.1.3. LA ESTETICA Y OTRAS FORMAS DE DESFIGURACIÓN DEL DESEO.
......................................................................................................................... 135
3.1.3.1. LA FANTASIA, LA REALIDAD Y LO OMINOSO. ............................ 138
3.1.3.2. LA TEORÍA DE LA PRIMA DE INCENTIVO Y LA TECNICA DE
DESFIGURACION EN EL NIÑO .................................................................. 142
3.1.3.3. LA REFERENCIA A LOS CUENTOS INFANTILES......................... 147
3.1.3.4. FANTASMA Y MITO EN LA ENSEÑANZA DE LACAN. .................. 149
CONCLUSIONES.................................................................................................... 319
INTRODUCCIÓN
En dicho trabajo una de las problemáticas más frecuentemente abordadas fue la del
maltrato infantil. Para enfrentar esta labor nos apoyamos en las tesis psicoanalíticas
del determinismo psíquico y de la conveniencia de una actitud neutral de parte del
terapeuta. De allí que invitáramos a los niños a dibujar y asociar libremente con la
expectativa de que aquello que se exteriorizaría en sus dibujos y asociaciones de
pensamiento tendría una relación con sus vivencias de maltrato y que de este modo
podríamos abordar dichas problemáticas. En consecuencia, la metodología utilizada
no sólo consistió en darles la palabra a los niños, sino que también implicó inducirlos
a usar el dibujo.
Ahora, al reconstruir a posteriori los casos de estos niños pudimos comprobar que en
estos pequeños, a medida que exteriorizaban fantasías relacionadas con sus
situaciones de maltrato, desaparecían muchos de los síntomas o trastornos que
habían motivado su consulta. Al profundizar sobre ello, notamos que en los
contenidos de tales exteriorizaciones fantasmáticas era posible hallar unos
elementos constantes, a pesar de las variaciones en la forma singular en que se
presentaban en cada caso.
maltratado por otro personaje con el cual tiene un vínculo familiar. En un segundo
momento, se continuaba representando estas situaciones de forma reiterada, pero
con la diferencia de que el personaje que antes era maltratado por otro, ahora
pasaba a maltratar a ese otro, como si con el cambio de una posición pasiva a una
activa se vengara del maltratante por los malos tratos recibidos. Estas
representaciones fueron asociadas directa e indirectamente por los niños a sus
propias representaciones de maltrato -del que habían sido objeto- en ciertos
momentos del proceso terapéutico, por lo que, en síntesis, consideramos que estos
cambios de posiciones en las fantasías referidas al maltrato parecían guardar
relación con la desaparición de los síntomas de estos niños.
Por otro lado, caímos en cuenta que los estudios de las ciencias humanas no
permitían explicar satisfactoriamente estos fenómenos clínicos, pues orientan la
intervención sobre todo a la prevención, a la sensibilización y concienciación de los
padres maltratadores acerca de los posibles efectos nocivos del maltrato, según una
clara orientación pedagógica que enfatiza en la necesidad de un cambio de valores
en la familia y la sociedad. En este campo de la clínica con niños maltratados
encontramos los mayores vacíos en estas disciplinas, por lo que sus enfoques nos
resultaron insuficientes para explicar los fenómenos observados.
Otro enfoque novedoso que brinda el psicoanálisis y que nos pareció prometedor en
la resolución de nuestros interrogantes, deriva de algunas consideraciones sobre el
maltrato. En algunos estudios psicoanalíticos se piensa que en el trabajo clínico e
investigativo, los sujetos maltratados no deben ser considerados como víctimas,
pues, paradójicamente, esto dificulta asumir la responsabilidad subjetiva por las
posiciones de goce masoquista y sádico que se adoptan inconscientemente frente a
estas vivencias. En ese sentido, estos trabajos señalan diversas formas en que la
agresividad imaginaria actualizada por el maltrato es tramitada, constituyendo
posiciones de goce que soportan los enigmáticos sentimientos de culpa y la
compulsión de repetición que se registran en estos sujetos.
Entonces, los estudios psicoanalíticos sobre el maltrato señalan que de los efectos
del maltrato sólo puede saberse en el caso por caso, o más bien, de estos efectos
sólo puede saber el propio maltratado, siendo entonces necesario abocarse a su
estudio individual para conocer algo de este orden. En esa vía subrayan la necesidad
de darle la palabra al maltratado para que nos dé a conocer su particular forma de
elaboración de estas vivencias, así como la particular forma de su inscripción en la
fantasía. Sin embargo, a pesar de estas declaraciones de principio, son grandes los
vacíos a este respecto en los estudios psicoanalíticos. En este sentido, los trabajos
psicoanalíticos que revisamos no pueden considerarse como estudios
específicamente centrados en la clínica del maltrato. Consideramos entonces que
dibujo maltrato - 5
De acuerdo con este enfoque sólo sería posible conocer y reconocer las posiciones
subjetivas del maltratado, las rectificaciones simbólicas de lo imaginario, a través de
la palabra, pues se juzga que ésta es el único medio del que puede servirse el
terapeuta. En contraste, la presente investigación constituye una apuesta para
demostrar que la relativa eficacia terapéutica obtenida en estos casos, no es una
potencialidad privativa de la palabra.
Al indagar sobre estos asuntos a través del dibujo, al darse a la tarea de mostrar que
es posible conocer las posiciones subjetivas de los niños maltratados por esta otra
vía, nuestra investigación pretende demostrar que es posible lograr una rectificación
imaginaria y simbólica de estas vivencias mediante una formulación dibujada de la
fantasía. Por esta razón, nuestro estudio sobre la función terapéutica que el dibujo
promueve, quizás pueda permitir ampliar o complementar los modelos de
intervención e investigación centrados en la palabra, asumidos dentro del dispositivo
psicoanalítico, o de otros dispositivos psicoterapéuticos o investigativos. En parte,
6- dibujo maltrato
esto se debe a que los propios estudios psicoanalíticos sobre el maltrato reconocen
que no pocas veces estas vivencias tempranas resultan particularmente difíciles de
aprehender en el registro de la palabra, por lo que resulta extremadamente difícil,
sino imposible, que se pueda decir algo sobre eso que se supone indecible.
Así pues, nuestro propósito consistió no sólo en darle la palabra a los niños para que
nos enseñaran sobre el maltrato, sino que implicó darles otros recursos, también
simbólicos, para que dibujando y hablando sobre lo dibujado, nos mostraran lo que
quedó del maltrato en su subjetividad, y lo que algunos de ellos hicieron con las
huellas de ese “material” (verbal o de cualquier tipo) que les vino del otro.
Por otra parte, los estudios psicoanalíticos, así como los de las ciencias sociales,
indican la posibilidad de que el maltrato produzca angustia, agresividad, como
también se indica que en estos sujetos se registren típicamente sentimientos de
culpa. No obstante, desde el psicoanálisis se advierte que no puede generalizarse a
priori la presencia de estos afectos penosos en todos los casos.
dibujo maltrato - 7
Por lo mismo nosotros retomamos esta vertiente explicativa para mostrar, con casos
clínicos, que aun cuando a priori es imposible determinar si el maltrato se constituye
en una situación de angustia o en una situación traumática (donde resalta el peligro y
la agresividad), sí es posible, en cambio, determinarlo a posteriori, en función de las
formas como se produce la elaboración terapéutica de las vivencias de maltrato.
Pretendemos entonces describir y analizar la manera como en los dibujos se
expresan y elaboran los efectos traumáticos o de angustia que puede producir el
maltrato en algunos casos.
En otras palabras, tendremos presente que aun cuando el maltrato comporta las
principales características que definen las situaciones traumáticas y de angustia, no
por ello podemos concluir que el maltrato sea traumático en todos los casos. Por el
contrario, mostraremos que para asignar un estatuto traumático a una situación de
maltrato no basta con considerar los elementos que componen la situación
observable, sino que hay que considerar y develar las particulares formas de
reacción de los sujetos frente a estos eventos (acto, palabra, pensamiento). Con
todo, no hay que perder de vista que los elementos que componen la situación de
maltrato se corresponden con los elementos que componen las situaciones
traumáticas, siendo posible homologar teóricamente ambas situaciones.
Ahora bien, más allá de los elementos generales y típicos de la situación de maltrato,
lo que nos permite establecer a posteriori cuales fueron los efectos del maltrato son
las diversas respuestas, no sólo sintomáticas sino también elaborativas que se
observan en el trabajo clínico con los sujetos maltratados. Esto debido a que la
compulsión de repetición y los procesos asociativos de pensamiento, operan de
forma diversa según el tipo de situaciones psíquicas conformadas. Por lo tanto, en
este trabajo nos hemos centrado en los conceptos y nociones psicoanalíticos de
trauma, angustia y simbolización tanto para entender e identificar dichas situaciones
como para examinar los efectos terapéuticos derivados del uso del grafismo en
estos casos.
8- dibujo maltrato
En ese orden de ideas, este trabajo muestra cómo cada niño imprimió un tono
particular a la imaginarización y simbolización de las vivencias de maltrato, al tiempo
que muestra cómo estos procesos comportan cierta tipicidad, pues se presentaron
dentro unas secuencias lógicas inscritas en un circuito pulsional sadomasoquista,
semejante al descrito por Freud en "Pegan a un niño". En este circuito se producen
fijaciones y cambios de posiciones (activas y pasivas) frente al otro en las fantasías
edípicas, implicando en algunos casos la presencia de sentimientos de culpa y
fuertes angustias persecutorias, que en ciertos niños condujeron a actualizar las
tendencias de reparación, mientras que en otros niños produjeron fijaciones
masoquistas o sádicas. De allí que los contenidos de las fantasías de estos niños
versaran con insistencia sobre fijaciones a diversas modalidades de vínculos
agresivos, sádicos, crueles, masoquistas, etc. predominando el tipo que Freud
denomino "agresión vengativa", que implicando los intereses egoístas del yo y del
narcisismo, se inscribe en la lógica amorosa del complejo de Edipo.
Por ello señalamos que el uso clínico del grafismo exige la elaboración de múltiples
dibujos y sus relatos correspondientes, pues es sólo cuando se presenta la repetición
-que actualiza contenidos y procesos psíquicos- que pueden establecerse
retrospectivamente conexiones significantes, analogías temáticas y formales o de
composición que dan cuenta de ciertos elementos constantes, estructurales, en las
variaciones que sufren las fantasías que allí se construyen y exteriorizan. Estos
elementos constantes permiten aislar las diversas posiciones fantasmáticas propias
de cada secuencia o fase de la construcción de fantasías, que a su vez indican
elementos de la historia en cada caso. Por ello, sólo al final de los procesos
psicoterapéuticos podrá establecerse la lógica de las simbolizaciones en los dibujos
en el caso por caso.
De allí que, en acuerdo parcial con los autores lacanianos, pensamos que en nuestro
estudio es fundamental considerar el registro simbólico y el punto de vista estructural,
pues de otro modo el análisis aislado de lo dibujos sólo conduce a establecer
esquemas imaginarios. En cambio, a diferencia de la marcada tendencia de algunos
10- dibujo maltrato
A partir del análisis de este material extraído de las sesiones terapéuticas así como
del estudio de las nociones y conceptos psicoanalíticos de angustia, trauma y
simbolización, se espera contribuir con algunas ideas clínicas y teóricas propias, que
incluyendo la dimensión inconsciente y pulsional propia del psicoanálisis, contribuyan
al afinamiento y/o reelaboración de modelos clínico-teóricos. Esto permitiría repensar
las vías específicas de indagación y tratamiento para estas problemáticas de la
infancia en las prácticas psicoterapéuticas que utilicen el dibujo en los dispositivos
clínicos centrados o no en la palabra. En ese sentido, además de pretender ampliar
los conocimientos en el campo de la clínica psicoanalítica con niños, los resultados
de este trabajo servirían a su vez para pensar la clínica en los contextos
psicoterapéuticos en general.
Desde un punto de vista teórico busca despejar las dudas sobre la significación y el
valor del empleo de la imagen en estos contextos, que surgen en razón de ciertas
dibujo maltrato - 11
Así pues, el trabajo inicia revisando los principales planteamientos de las ciencias
sociales y del psicoanálisis sobre el maltrato infantil (capítulo 1). Luego se articulan
algunos de estos planteamientos con los conceptos de trauma, angustia y
simbolización, así como a los fenómenos clínicos observados por nosotros,
mostrando las respectivas correspondencias. Esto nos permitirá hacer nuevos
desarrollos sobre el maltrato y los procesos de simbolización que operan en su
elaboración (capítulo 2). Posteriormente se describe la especificidad de los procesos
de simbolización que operan al utilizar el dibujo en la cura y se elabora un modelo
más específico sobre la forma en que opera la simbolización del maltrato a través del
dibujo en la clínica (capítulo 3). La segunda parte del trabajo es práctica, por lo que
allí realizamos la descripción y el análisis de seis historiales de casos que hemos
reconstruido (capítulo 4). Seguidamente se presentan algunos de los resultados de
las observaciones y análisis emprendidos, para finalizar con algunas conclusiones
que pensamos promueven el interés por la investigación de la clínica con niños que
se sirve del dibujar, y específicamente con aquellos que han sido maltratados.
12- dibujo maltrato
dibujo maltrato - 13
Nuestra intención al revisar los estudios realizados acerca del maltrato infantil es
triple. En primer lugar, mostrar por qué los enfoques de la psicología y la psiquiatría
resultan insuficientes para explicar los procesos de exteriorización y elaboración
psicoterapéutica de las vivencias de maltrato en los niños a través del gesto gráfico,
y por qué, en cambio, los enfoques psicoanalíticos resultan más pertinentes para
explicar este campo fenomenológico.
En tercer lugar, vamos a señalar una dificultad que plantean algunos enfoques
psicoanalíticos del maltrato, que parten de la tesis de J. Lacan según la cual la
palabra sería el único medio con que se opera en el trabajo clínico. Mostraremos
entonces que a partir de esta tesis se han creado restricciones clínicas, según las
cuales se considera que en el proceso de construcción del fantasma con sujetos
maltratados, no se utiliza otro medio sino la palabra, con lo cual se excluye la
1
El término «fantasma» viene de una traducción inadecuada, acostumbrada en los medios
lacanianos, del término «fantasme» del francés. Este término del francés es una traducción del
término alemán «Phantasie». En español la traducción correcta de los términos «fantasme» y
«phantasie» es «fantasía» y no «fantasma». En psicoanálisis el término de fantasía básicamente
designa la imaginación, la capacidad creativa, y la capacidad de representar objetos y situaciones que
nos están presentes. Ahora, como la fantasía comporta una estructura gramatical, esta se concibe
como “un escenario, un guión, una puesta escena, con actores y libreto” (Sampson, 1991: 3)
14- dibujo maltrato
En la segunda mitad del siglo XX surge el estudio del maltrato infantil en el campo de
la pediatría, debido a los crecientes índices de niños que llegaban a clínicas y
hospitales con lesiones no accidentales. A partir de este fenómeno el pediatra C.
Henry Kempe y sus colaboradores acuñaron el término «síndrome del niño
maltratado»2. Sin embargo, progresivamente el término maltrato fue ampliando su
significado para designar otros fenómenos diferentes a los de agresión física, tales
como la negligencia hacia el niño, el abuso sexual y los malos tratos psicológicos3.
Lo anterior se explica por dos razones. En primer lugar, porque estas disciplinas
piensan el dibujo básicamente como una herramienta de indagación y de
exteriorización, cuya función sería principalmente comunicativa4. El dibujo es usado
por ellas con fines psicodiagnósticos y de monitoreo del proceso psicoterapéutico, y
2
Wicks-Nelson, 1997: 408.
3
Wicks-Nelson, 1997: 408-9.
4
Anastasi, 1974: 3-5, 21-30, 40-70, 510-36, 524-25; Widlocher, 1975: 166-99. Miremos la siguiente
cita donde se observa claramente que el dibujo es considerado como una forma de autoexpresión que
al ser usada con fines psicodiagnósticos no comporta explicaciones sobre los procesos terapéuticos
que moviliza. Veamos: “se cree que, a través de las oportunidades para la autoexpresión que ofrecen
estas actividades, el individuo no sólo revela sus dificultades emocionales, sino que las alivia”
(Anastasi, 1974: 524). Así desde este punto de vista no se niega tal posibilidad, pero la misma no es
explicada.
dibujo maltrato - 15
por lo tanto, no se ocupan de estudiar la función terapéutica del dibujo que nos
interesa explicar5. Por ello, desde estas perspectivas el dibujo se usa básicamente
para obtener conocimientos sobre las dificultades que pueden presentarse en las
fases del desarrollo en que se encuentra el niño6. En ese sentido, al entender el
dibujo como una herramienta para la recolección de datos su función elaborativa
pasa a un segundo plano y en consecuencia no se ofrecen explicaciones al respecto7
motivo por el cual este punto de vista resulta insuficiente para explicar el por qué al
dibujar se pueden producir efectos psicoterapéuticos.
5
Al respecto D. Widlocher comenta que “Entre más de seiscientas referencias bibliográficas relativas
al dibujo, recogidas por Rene Stora, la mitad más o menos se refieren al establecimiento de test con
fines de diagnóstico psicológico. Muy pocas se aplican principalmente a la pedagogía y la
psicoterapia” (Widlocher, 1975: 165) Véase también:
http://www.geocities.com/t4785/psicodiagnosticoinfantil.htm;
http://www.geocities.com/centrotecnicas/ag.html; http://www.geocities.com/centrotecnicas/ep.html;
http://www.angelfire.com/ak/psicologia/psicodiagnosticoclinico.html;
http://www.geocities.com/t4785/testarbol.html;http://www.geocities.com/t4785/testdfh.html;
http://www.geocities.com/t4785/testcasa.html.
6
Anastasi, 1974: 3-5, 21-30, 40-70, 510-36, 524-25; Widlocher, 1975: 166-99. Véase también los
estudios citados por este ultimo autor, entre ellos: Rouma, 1912, citado por Widlocher, 1975: 171; Rey,
1946, citado por Widlocher, 1975: 180; Prudhomeau, 1947, citado por Widlocher, 1975: 170;
Minkowska, 1947,citado por Widolcher, 1975: 184; Stora, 1948, citado por Widlocher, 1975: 186;
Lebovici, 1949, citado por Widlocher, 1975: 169; Fontes, 1950, citado por Widlocher, 1975: 180; Mira,
1950, citado por Widlocher, 1975: 198; Zazzo, 1950, citado por Widlocher, 1975: 175; Pierre-Gilles,
1950, citado por Widlocher, 1975: 176; Cotte, 1951, citado por Widlocher, 1975: 199; Cain, 1953,
citado por Widlocher, 1975: 193; Meurisse, 1956, citado por Widlocher, 1975: 196; Goodenough, 1957,
citado por Widlocher, 1975: 176; Koch, 1958, citado por Widlocher, 1975: 186; Thomazi, 1962, citado
por Widlocher, 1975: 171; Abraham A., 1962, citado por WIdlocher, 1975: 183; Stora, 1963, citado por
Widolcher, 1975: 186; Corman, 1964, citado por Widlocher, 1975: 193.
7
Anastasi, 1974: 524.
8
Kaplan, 1996: 811-2; Wicks-Nelson, 1997: 408-415; Gallo, 1999:126-8.
16- dibujo maltrato
De allí que al referirse a las características del trabajo clínico con niños maltratados,
simplemente se plantea la necesidad de que estos pequeños puedan establecer una
relación de confianza con el terapeuta, que les permita vivenciar otro tipo de relación
con un adulto, diversa a la que ha establecido con sus maltratadores, de suerte que
puedan enfrentar y superar los miedos, las ansiedades, etc. En síntesis, se plantea
9
Wicks-Nelson, 1997: 410-14; Gallo, 1999: 126-8; Lopez, 2002: 17. Entre los aspectos más
destacados se encuentran: 1) los rasgos psicopatológicos del progenitor y/o del niño maltratado; 2)
estilos de crianza y de interacción inadecuados entre padres e hijos; 3) influencias socioculturales
(tolerantes a la violencia); 4) desempleo; 5) familias numerosas; 6) abandono; 7) padres jóvenes
inexpertos en la crianza; 8) familia en condición de aislamiento social; 9) familias con problemas de
salud física y mental sobre todo en los hijos; 10) transmisión de patrones intergeneracionales de
malos tratos; 11) hacinamiento. (Kaplan, 1996: 806; Wicks-Nelson, 1997: 408-15; Lopez, 2002: 17, 37-
54)
10
Kaplan, 1996: 811; Wicks-Nelson, 1997: 409-14.
11
Kaplan, 1996: 811-2; Wicks-Nelson, 1997: 409-14.
12
Wicks-Nelson, 1997: 410-11. Los efectos más observados se refieren a; 1) aumento de la
agresividad; 2) dificultades para establecer y mantener vínculos; 3) dificultades cognitivas; 4) marcada
ansiedad; 5) depresión; 6) alteraciones del lenguaje y del habla; 7) bajo desempeño académico; 8)
ideación paranoide; 9) trastorno por estrés postraumático; 10) mayor riesgo de conductas suicidas; 11)
retraimiento; 12) labilidad emocional; 13) baja autoestima (Kaplan, 1996: 805-7; Wicks-Nelson, 1997:
408-14)
dibujo maltrato - 17
Sin embargo, ya que estas disciplinas consideran que los malos tratos se sustentan
sobre todo en valores y patrones de crianza negativos de los padres, así como en los
rasgos psicopatológicos de estos, nuevamente señalamos que la intervención
psicoterapéutica del niño pasa a un segundo plano y en cambio se enfatiza el trabajo
clínico-educativo con los padres14.
Por ello la intervención clínica desde estos enfoques tiene como principal objetivo
que estos padres puedan desarrollar habilidades parentales adecuadas, pues de ese
modo se podrían disminuir los efectos de algunos de los factores de riesgo
psicosociales asociados a los malos tratos15. De allí que desde estos enfoques se
reconozca que hay grandes vacíos a nivel de la intervención y que es necesario
desarrollar investigaciones que avancen nuevas propuestas16.
En ese orden de ideas, aun cuando el maltrato infantil comenzó a ser estudiado por
estas disciplinas desde la década de los 6017, actualmente ellas mismas reconocen
que no se ha podido llegar a una definición clara del maltrato, razón por la cual
concluyen que la categoría sigue siendo vaga y que plantea problemas a la hora de
investigar y de intervenir sobre este fenómeno18.
Considerando lo dicho es lícito decir que con base en estas disciplinas no es posible
establecer las características propias de un proceso psicoterapéutico llevado a cabo
con niños maltratados. De igual forma, si se tiene en cuenta que para estas
13
Kaplan, 1996: 811.
14
Kaplan, 1996: 811.
15
Kaplan, 1996: 811-2; Wicks-Nelson, 1997: 410-14.
16
Kaplan, 1996: 811; Wicks-Nelson, 1997: 408-14.
17
Debido a múltiples factores entre los cuales se destaca la influencia del discurso de los derechos
humanos y los altos y crecientes índices de maltrato, tal como habíamos señalado anteriormente
(Wicks-Nelson, 1997: 408; López, 2002: 33-4).
18
Wicks-Nelson, 1997: 409; Gallo, 1999: 22; López, 2002: 16-7.
18- dibujo maltrato
disciplinas el dibujo tiene sobre todo una función psicodiagnostica más que una
función terapéutica, podemos señalar que difícilmente estos enfoques pueden
ayudarnos a explicar los fenómenos clínicos que observamos en los dibujos de
algunos niños maltratados.
Por lo tanto, vamos a examinar los enfoques del psicoanálisis para buscar un
sustento teórico que nos permita explicar por qué al dibujar en la psicoterapia los
niños pueden elaborar las vivencias de maltrato.
19
Wicks-Nelson, 1997: 410.
dibujo maltrato - 19
Ahora, estos trabajos plantean que tales fallas en los cuidados a los niños no sólo
producirían consecuencias nocivas para el desarrollo del mismo, sino que por el
contrario, tales fallas serían benéficas e inevitables. Ello debido a que esta falla de la
madre pospone la satisfacción de las necesidades y deseos y con ello promueve el
desarrollo de la capacidad para tolerar la angustia que esto comporta, así como el
desarrollo de procesos psíquicos que están en la base del pensamiento y del uso del
lenguaje, tal como lo subraya acertadamente J. Lacan desde otra perspectiva
psicoanalítica24.
20
Winnicott, 1954; Winnicott, 1960a; Winnicott, 1960b, citado por N. Bleichmar, 1989: 261-84.
21
Bion, 1959; Bion, 1963ª, citado por N. Bleichmar, 1989: 298-305.
22
Kohut, 1971, citado por N. Bleichmar, 1989: 389-424.
23
Winnicott,1960b, citado por Bleichmar, 1989: 261-84; Kohut, 1971, citado por N. Bleichmar, 1989:
389-424; Kernberg, 1975, citado por N. Bleichmar, 1989: 443-63; Guntrip, 1961, citado por N.
Bleichmar, 1989: 231-40; Fairbairn, 1944, citado por N. Bleichmar, 1989: 231-48; Balint, 1979, citado
por N. Bleichmar, 1989: 244-48; Bion, 1959; Bion, 1963ª, citado por N. Bleichmar, 1989: 298-305.
24
Lacan, 1953b: 94, 98, 116, 135; Lacan, 1953/54: 90-1, 215; Lacan, 1956/7: 261, 293, 297, 321,
349, 363, 374; Lacan, 1958a: 226, 250; Lacan, 1963/4: 50, 86, 134, 193, 203, 210, 212, 214, 251. En
ese sentido la ausencia del otro, de la madre, no sólo produciría efectos nocivos sino que por el
contrario permitiría que el sujeto se integre en lo simbólico y se ejercite allí haciendo equivalencias y
trasposiciones, en el ejercicio de una palabra verdadera (lacan, 1953/4: 138) Sin embargo, Lacan
reconoce que dichas ausencias tempranas del otro, ese real primitivo, son inefables (lacan, 1953/4:
138-9) y lo más que se puede decir es que la palabra articula ese real y el mundo imaginario (lacan,
1953/4: 139) En síntesis, para Lacan el hombre depende del lenguaje, pues los llamados al otro
20- dibujo maltrato
Sin embargo, más recientemente algunos autores en nuestro país se han ocupado
de abordar esta categoría del maltrato, resituando las explicaciones elaboradas
desde algunas disciplinas de las ciencias sociales, que habían llegado a un punto de
saturación25, a partir de la introducción de la subjetividad como una nueva variable.
Desde estos trabajos psicoanalíticos se cuestiona la perspectiva de las ciencias
sociales, según la cual “un observador externo valora de una determinada manera, y sobre
esta valoración presume unos efectos. Sin embargo hay para cada sujeto una significación
particular de los eventos”26.
implican la posibilidad de la negativa (lacan, 1953/4: 139) así el mundo real es un mundo humanizado,
simbolizado, en donde el símbolo introduce una trascendencia de la realidad primitiva, que sólo se
produce luego de múltiples encuentros (lacan, 1953/4: 139) de suerte que sino aparece lo simbólico,
las transposiciones imaginarias no pueden organizarse en un sistema coherente, y por ende no se
forma la realidad (lacan, 1953/4: 140) esto resalta la importancia de la palabra que funciona
coordinadamente con el sistema simbólico que ya esta establecido, que es típico y significativo (lacan,
1953/4: 140) Dicho de otro modo, la ausencia del otro (la madre) permite que se desarrolle el lenguaje
(que preexiste al sujeto) y por ende que se cree la realidad humana, que se estructure el sujeto y que
por su acto continuado los sujetos se mantengan en la realidad humana (Lacan, 1953/4: 94, 95-6, 98,
116, 138, 235)
25
López, 2002: 16, 21. Los estudios citados por López son: Investigación sobre el maltrato infantil en
Colombia. 1985-1996. estado del arte, publicado en 1997, y, Las sombras arbitrarias. Violencia y
autoridad en Colombia Publicado en 1996. El primero recoge los planteamientos de la Psicología, la
Sociología, el Trabajo Social, el Derecho y la Medicina, mientras que el segundo recoge los
planteamientos de la Antropología y la Psiquiatría. En estos trabajos, realizados en nuestro país, se
llega a conclusiones semejantes a las que ya habían sido elaboradas en trabajos realizados por
investigadores de estos campos en otros países, y que nosotros presentamos al comienzo de este
capitulo, por lo que estos trabajos, pueden considerarse como una corroboración de tales
explicaciones, en el contexto Colombiano.
26
López, 2002: 70.
27
En ese orden de ideas, Estos trabajos indican que más que desconocer o invalidar los resultados de
las investigaciones previas, se busca dar otra perspectiva de análisis en donde “participan variables
como lo imaginario y lo simbólico, registros que en las relaciones familiares y, en general (…) tiene
una función en la inscripción y desencadenamiento de diversas formas de agresividad de parte del
más fuerte hacia el más débil” (López, 2002: 23)
dibujo maltrato - 21
28
Lacan, 1953b: 130-1, 135-8; Lacan, 1953/4: 81, 100-3, 108, 138, 338-9, 409; Lacan, 1956/7: 289;
Lacan, 1964/5: 149, 152, 275..
29
López, 2002: 25.
30
Para mostrar como se articulan el maltrato, el masoquismo y el fantasma de ser pegado o abusado
por otro, este autor presenta el caso de un adulto, cuyo análisis estaba en curso. Sin embargo, en
este caso no hay hechos reales de maltrato sino la queja de dicho sujeto acerca de otros que
supuestamente lo habrían maltratado en su infancia (Gallo, 1999: 162). Así, con el caso clínico quiere
mostrar los resortes de la actualización del masoquismo femenino en un hombre, para “dar cuenta del
por qué en toda queja de maltrato psicológico no dejan de intervenir siempre elementos imaginarios
asociados a la historia de un sujeto” (Gallo, 1999: 164). De allí que el autor diga que “abordaremos
este fragmento clínico haciendo menos énfasis en el sujeto como maltratado, que en las respuestas
dadas por él, del lado del síntoma, a las manifestaciones del deseo del otro” (Gallo, 1999: 164). Desde
este punto de vista, el autor sostiene que “el maltrato psicológico es en rigor una metáfora –
sintomática- de la feminidad (…) dado que la feminidad en sí misma es irrepresentable, la posición
pasiva a nivel real o imaginario es la única forma de dar cuenta de la verdad de aquella” (Gallo, 1999:
167). Por ello, nosotros esperamos que los casos que presentamos, donde los sujetos realmente
fueron maltratados, nos permitan examinar la articulación del nivel imaginario del maltrato y los
eventos realmente acaecidos.
22- dibujo maltrato
Más específicamente López dice que esta autora alemana plantea que el efecto del
maltrato consiste en una escisión del yo, que da paso a la formación de un falso yo34,
lo cual, como puede verse, es una explicación semejante a la que los psicoanalistas
postfreudianos elaboraron acerca de las fallas en la temprana relación del niño y la
madre, que ya habíamos comentado.
Ahora bien, este falso yo tendría todas las características de los padres y de los
ideales sociales, al tiempo que llevaría la marca del maltrato, de la cual quisiera
deshacerse, por cuanto representa aquella parte de si mismo que fue calificado por
los padres como repudiable y que representa sus deseos más intensos, no
reconocidos35. Desde este enfoque, se piensa que este ultimo tipo de identificación
llevaría al sujeto a repetir en su vida futura este tipo de vinculo maltratante con otros.
31
La información que aquí se consigna sobre el trabajo de A. Miller, fue extraída de los comentarios
realizados por Y. López (2002) pues no pudimos acceder a la fuente primaria en Alemán.
32
López, 2002: 59-61.
33
López, 2002: 61.
34
López, 2002: 61.
35
López, 2002: 61.
dibujo maltrato - 23
En ese sentido López observa que esta autora destaca la proyección como;
“mecanismo inconsciente a través del cual se reconocen y se reprochan en los semejantes
los propios deseos censurados, actúa en la irrefrenable tendencia a repetir en los otros el
daño vivido, colocándolos como objetos disponibles y manipulables, para descargar las
38
humillaciones padecidas y vengarse inconscientemente del dolor sufrido” . Así las cosas
López señala que desde esta perspectiva:
“la repetición del daño que se vuelca sobre el propio sujeto para autodestruirse, se explica
por la fijación psíquica en el sujeto de la repugnancia transmitida por los padres a través del
castigo violento. Como identificación con el agresor, el sujeto repite compulsivamente sobre
si el daño, continuando y manteniendo, de esta manera, la actividad destructora del padre”
39
.
36
López, 2002: 61. Vease Freud A, 1965: 122-34.
37
López, 2002: 61.
38
López, 2002: 62. Vease Freud A, 1965: 122-34.
39
López, 2002: 62. Vease Freud A, 1965: 122-34.
40
López, 2002: 61-2. Vease Freud A, 1965: 122-34.
41
López, 2002: 59.
42
López, 2002: 59-63. Vease Freud A, 1965: 122-34.
24- dibujo maltrato
Ahora bien, este enfoque, aun cuando presenta nuevas explicaciones para pensar
las causas y los efectos del maltrato, no presenta desarrollos sobre el abordaje
clínico. Por ello, nos dirigiremos hacia enfoques lacanianos - algunos de los cuales
retoman parcialmente las explicaciones de Miller- para buscar nuevos fundamentos
para la explicación de los fenómenos clínicos (referidos a la elaboración terapéutica
del maltrato) que observamos y pretendemos explicar.
43
López, 2002: 63.
44
López, 2002: 63.
45
López, 2002: 64.
46
López, 2002: 66.
dibujo maltrato - 25
Desde estos estudios se plantea que la agresividad que se observa en los sujetos
maltratados no sólo se generaría a partir de estas experiencias, sino que se articula
con una agresividad más primitiva, que estaría presente en todos los sujetos, y que
se actualizaría con el maltrato49. Esta agresividad más primitiva se engendraría en
47
Gallo, 1999: 12-15.
48
Gallo, 1999: 8, 25, 71, 123-25; López, 2002: 12, 15-6, 19, 73-4, 80, 96, 120-1, 123-28.
49
Gallo, 1989: 15-34; Gallo, 1999: 9; López, 2002: 12, 19, 80, 123-28.
26- dibujo maltrato
los primeros procesos de identificación que se dan en los vínculos familiares, por
medio de los cuales el niño establece su identidad y su narcisismo primario a partir
de una identificación imaginaria con el otro, con la madre50.
En ese sentido, estos autores plantean que en el registro imaginario el Yo del niño se
confunde con el otro (la madre), de modo que al no poder diferenciar entre la
identidad propia y la del otro, piensan que de esta identificación primordial surge una
rivalidad especular, una lógica de exclusión (o Yo o el otro), en la cual se tiende a
destituir, suplantar o eliminar a ese otro que, por su sola presencia, amenaza la
propia integridad, la posibilidad de la existencia, fundando así la agresividad
primordial51.
50
Lacan, 1953b: 64, 69, 70, 75, 103, 122, 130-1; Lacan, 153/4: 58-9, 379, 410; Lacan, 156/7: 261;
1958a: 222, 234-5, 240, 243-5; Lacan, 1960a: 320; Gallo, 1989: 15-34; Gallo, 1999: 9; López, 2002;
12, 19, 80, 123-28.
51
Gallo, 1999: 123-25; López, 2002: 12, 19, 80, 123-28.
52
López, 2002: 12, 127.
53
Gallo, 1989: 25; López, 2002: 12, 123-28.
54
López, 2002: 12, 19, 66, 80, 125.
dibujo maltrato - 27
realmente acontecidos”55. En ese sentido, estos trabajos muestran que dichas lógicas
imaginarias, que darían cuenta de la estructural «falta de ser» -que hace que los
sujetos justifiquen su existencia a partir de quejas referidas a los vínculos con el
otro56-, pueden captarse examinando el registro imaginario en el que se despliegan57.
Por otra parte, estos autores piensan que la función simbólica del padre de transmitir
la ley, poniendo límites al deseo, al estar soportada por imperativos sociales (de
55
Gallo, 1999: 22.
56
En esa lógica se plantea que el maltrato psicológico tiene estructura de queja (Gallo, 1998: 10)
57
Gallo, 1989: 15-34; Gallo, 1998: 9; López, 2002: 12, 19.
58
Gallo, 1999: 8, 71; López, 2002; 12, 15-6, 73-74, 123.
59
Gallo, 1999: 8, 71; López, 2002: 76, 126.
60
López, 2002: 77.
61
Gallo, 1999: 98.
62
López, 2002: 120.
63
Gallo, 1999: 26.
28- dibujo maltrato
Así mismo, en estos trabajos se dice que el padre puede gozar con el maltrato que
ejerce, a partir de un abuso y de un uso imaginario, arbitrario, de su autoridad, de los
ideales educativos que sustentan el castigar, y que sirven de justificación para no
reconocer las tendencias e intenciones agresivas que quedan encubiertas por estos
ideales66. En ese sentido, plantean que las fallas en la función paterna de transmisión
de la ley dejan restos o fisuras que, como enigmas, potencian la culpa y el goce, en
vez de aportar a la pacificación y la regulación pulsional67. Pero de igual forma,
plantean que la función simbólica de la autoridad del padre también puede minimizar
esta agresividad imaginaria, cuando el sujeto puede captar que tal renuncia impuesta
a la gratificación de sus deseos se refiere a una ley que aplica para todos, incluido el
propio padre que también se somete a ella68.
En síntesis, desde estos estudios se plantea que las inscripciones del maltrato
realmente acaecido se articularían con los demás elementos de los registros
simbólico e imaginario, haciendo parte de la historia reprimida, que es desconocida
64
López, 2002: 21.
65
López, 2002: 52-3, 83,126. Vease también Freud A, 1965: 122-34.
66
Gallo, 1999: 25; López, 2002: 22, 50-1, 111.
67
Habíamos dicho que el padre de la realidad seria captado desde lo imaginario, y por ello al cumplir
su función de interdictor seria visto por el hijo como un tirano que obliga a la renuncia y al
sometimiento. Entonces cuando el padre no muestra ese mismo sometimiento a la ley que impone al
hijo, estas fallas del padre ante la ley, esas inconsistencias, se suman a la visión imaginaria del niño
sobre el padre y dificultan la introyección de la ley en el hijo, pues el ideal educativo no cumple su
función simbólica reguladora y en cambio promueve la exacerbación de la imagen Feroz del padre a la
cual se identifica (López, 2002: 118)
68
López, 2002: 123.
dibujo maltrato - 29
por el propio sujeto y que estructura su realidad psíquica69. Así las cosas, nosotros
destacamos el hecho de que en estos estudios se plantea que el maltrato, así como
de todo lo venido del Otro (el orden simbólico), y del otro (el semejante), es
significado en un primer momento según las lógicas del registro imaginario70, tal
como lo señalaba Lacan71.
Según estos autores, esto se debería a que “hay una distancia entre lo que el Otro
prescribe y aquello que la lógica inconsciente del sujeto articula como su propia cadena
72
discursiva” . Esto quiere decir que: “la condición del maltrato psicológico es ante todo
imaginaria, no en el sentido de que sea una mentira, sino porque depende exclusivamente
de la lógica de la relación afectiva que cada sujeto establece con el semejante; por eso, es
fácil aislarlo, pero prácticamente imposible de demostrarlo por fuera de un análisis de la
73
subjetividad” .
En ese sentido, estos trabajos abren nuevas perspectivas de análisis, al plantear que
el ideal educativo que sostiene el maltrato como un acto simbólico correctivo, puede
ser imaginarizado de forma singular y ser interpretado como un acto de amor, o
como un acto de odio que, al destituir al niño del amor parental, es significado como
69
López, 2002: 19, 72, 113-4, 134.
70
Al respecto señalamos que aunque en todos los casos estén presentes estos elementos
imaginarios, ello no quiere decir que el maltrato se reduzca a ser una ficción de estos sujetos. Por ello
al describir casos donde el maltrato ha tenido un carácter real, podremos mostrar la forma en que
estos elementos imaginarios sirven para enmascarar, al tiempo que para develar, las escenas reales
de maltrato.
71
Lacan, 1954/5: 248; Gallo, 1999: 22, 41, 134, 162, 173; López, 2002: 19, 74, 97, 115, 133. En esa
lógica Lacan señala que “todo el problema reside entonces en la articulación de lo simbólico y lo
imaginario en la constitución de lo real” (Lacan-1953/54: 121) Es que según Lacan la experiencia
humana inicia en el plano imaginario, pero se prolonga en el simbólico. (Lacan, 1953/4: 326) Desde la
perspectiva de Lacan se piensa que en la clínica se trata de articular estos elementos imaginarios -
propios de la formación del yo en el estadio del espejo- con relación a lo simbólico, por medio del
lenguaje que permite inscribir el pasado en la historia del sujeto llevando a este a que se reconosca en
ella (Lacan, 1953b: 79, 81, 86, 106; Lacan, 1953/4: 178, 230, 237-8, 240, 292, 324, 411; Lacan,
1954/5: 371-385; Lacan, 1960a: 323) De alli que lacan diga que gran parte de la experiencia analitica
consiste en explorar lo imaginario, las frustraciones, los malos objetos, en la historia del sujeto, pero
que la experiencia no se define en el plano imaginario sino en el simbolico (lacan, 1953/4: 324-5)
72
López, 2002: 97.
73
Gallo, 1999: 173.
30- dibujo maltrato
Por ello, estos trabajos indican que a menudo el niño no logra captar esta función
educativa del castigo ejercido por los padres, pues aquel no tiene claramente
establecida la diferencia entre las nociones del bien y del mal75. De allí que piensen
que el maltrato genera un enigma subjetivo en el niño76, puesto que a menudo éste
no puede percibir la diferencia entre un castigo con fines correctivos y un maltrato
con fines de goce sádico en el adulto77.
A partir de estas ideas, se plantea la tesis de que este enigma es resuelto en forma
particular por cada sujeto78. En ese sentido, estos autores piensan que:
“Para algunos, el golpe recibido es vivido como una afrenta narcisista y como
manifestación de falta de amor y reconocimiento; para otros el reproche puede ser
vivido como una manera de reconocimiento del padre. Seguramente desde la clínica
podrían reconocerse muchas otras formas de relación (…) sólo en la clínica del uno
por uno , podrá saberse lo que se fundo en esa dialéctica que se establece con el
otro del amor, y los efectos estructurales que tuvieron en el sujeto las demandas de la
ley y el deseo agenciadas por los más íntimos. Lo simbólico y lo imaginario, como
tejido de realidad para cada sujeto, proporcionan coartadas que sirven a la lógica
74
López, 2002: 19, 80, 96, 121, 125.
75
López, 2002: 86-7.
76
López, 2002: 57, 69.
77
Sin embargo, paradójicamente en algunos pasajes esta autora afirma que “al mismo tiempo estos
ideales le permiten al niño soportar la dureza, la frialdad, el daño físico y psíquico, y volver la culpa
contra si mismo. La idea de que se hace por amor y por su propio bien sostiene las relaciones entre
padres e hijos, ayer y hoy” (López, 2002: 50-1)
78
López, 2002: 70. En síntesis, desde este enfoque no se puede establecer radicalmente cual será el
efecto del maltrato, si tiende a su repetición o a una formación reactiva. A partir de este último
argumento se plantea que: “las experiencias de maltrato en la infancia no son inanes, cuentan en la
constitución subjetiva por cuanto se inscriben en esa relación fundamental con la madre o el padre,
como Otro del amor o de la ley.
Sin embargo, cada sujeto elabora como realidad psíquica inconsciente lo vivido, por lo cual los efectos
del maltrato no son predecibles ni formalizables en una sola vía” (López, 2002: 52-3) Dicho de otra
manera: “en todos los casos de maltrato no puede establecerse una representación idéntica de lo
sufrido” (López, 2002: 53)
dibujo maltrato - 31
inconsciente para realizar aquello del ser, del deseo y del goce a que el sujeto
79
íntimamente aspira” .
Así pues, como desde esta perspectiva se da primacía al orden simbólico que
comprende al significante y a la palabra82, se plantea que de esta significación del
79
López, 2002: 96.
80
Gallo, 1999: 22, 162; López, 2002: 71, 115.
81
Gallo, 1999: 10.
82
Lacan, 1953b: 69, 84, 98, 103, 108-9, 115; Lacan, 1953/54: 90-1, 120, 266-8; Lacan, 1958a: 244,
272; Lacan, 1963/4: 24, 30. 203, 210, 212, 214, 251. Por ello, a diferencia de las perspectivas
postfreudianas en donde el lenguaje no tiene primacia, Lacan dice que cuando se desconocen los
conceptos sobre los que se funda la tecnica analitica, que son los del lenguaje y la palabra, ya no se
trata de analizar lo que dice el sujeto, su discurso, y en cambio se busca analizar sus actos y
comportamientos observables que darian cuenta de movimientos afectivos, centrandose en los
sentimientos, por ello sugiere que no se debe ir a buscar más allá de la palabra una realidad en un
gesto (Lacan, 1953b: 65, 68-9, 75, 87, 91, 103, 125, 130-1, 138; Lacan, 1953/4: 34, 39-40, 95, 100-3,
108, 141, 167, 266-8, 336, 408; Lacan, 1956/7: 334; Lacan, 1958a: 234-5, 243-4; Lacan, 1964/5: 131,
135, 138, 198) pues este rechazo de la palabra lleva a cambios en la tecnica que producen desvios,
degradaciones (lacan, 1953b: 64, 68; Lacan, 1953/54: 92) De este punto queremos destacar el hecho
de que la critica de Lacan se dirige a las manifestaciones afectivas observadas en comportamientos
(lacan, 1953b: 72; Lacan, 1953/4: 95, 367-9; Lacan, 1964/5: 198) y no hacia otros medios simbolicos
como el dibujo, tal como mostraremos en el capitulo3. En ese orden de ideas, señalamos que es
apenas lógico que si Lacan formula la tesis de que el inconsciente esta estructurado como un lenguaje
(Lacan, 1953b: 89, 104; Lacan, 1958a: 226; Lacan, 1963/4: 32, 194, 202, 209) entonces plante
también que para abordarlo se procede por medio del lenguaje (Lacan, 1963/4: 202) En otras
palabras, para Lacan “el inconsciente, son los efectos de la palabra sobre el sujeto, es la dimensión
donde el sujeto se determina en el desarrollo de los efectos de la palabra, en consecuencia de lo cual
el inconsciente esta estructurado como un lenguaje” (Lacan, 1963/4: 155) De allí que Lacan diga que
lo que se encuentra en el inc son mensajes, significantes englobados en un tejido, en una red donde
están presos (Lacan, 1963/4: 55) Y es que –como ya dijimos- desde esta perspectiva se piensa que
el orden simbólico preexiste al sujeto permitiendo que allí se estructure este y toda realidad humana
(Lacan, 1953b: 81, 94, 98, 116, 135-8; Lacan, 1953/54: 90-1, 215; Lacan, 1956/7: 261, 293, 297, 321,
349, 363, 374; Lacan, 1958a: 226, 250; Lacan, 1964/5: 50, 86, 134, 193, 203, 210, 212, 214, 251) Sin
embargo, los autores Lacanianos que venimos revisando plantean que el maltrato como forma de
saber “sufre una elaboración subjetiva que se expresa en la diversidad de formas que asumen, en
cada sujeto, dichas experiencias y que muestran, además, que no siempre lo simbólico gobierna las
formas de dirigirse y sancionar al otro” (López,2002:70) En ese orden de ideas ya habíamos señalado
que para Lacan la experiencia humana inicia en el plano imaginario, pero se prolonga en el simbólico.
(Lacan, 1953/4: 326)
32- dibujo maltrato
maltrato sólo puede saberse cuando el sujeto hable de ella en un dispositivo clínico
de palabra83. En sentido López dice que “afirmo que el exceso del maltrato no es inocuo
en el forjamiento de la subjetividad, sólo que sus consecuencias patógenas no son
predecibles y apenas podrán conocerse cuando el sujeto en un dispositivo clínico de palabra
84
logre saber sobre su verdad inconsciente” . Por ello sostienen que sólo a través de un
dispositivo de palabra puede conocerse la forma en que cada sujeto resuelve este
enigma, a pesar de que al tiempo reconocen que el maltrato es una vivencia de la
que difícilmente puede hablarse, dado que su significado lo consideran como algo
inconfesable y a pesar de que señalen que la palabra no puede atrapar el goce que
derivaría del maltrato, sino tan sólo indicarlo como algo extraño e incomprensible85.
Por esta razón nosotros mostraremos –apoyándonos en las enseñanzas del propio
Lacan- que en el caso de los niños, estas significaciones imaginarias del maltrato
pueden ser conocidas a través de los dibujos, dado que en estos, al igual que en la
palabra, también se despliega ampliamente la actividad de los registros imaginario y
simbólico, a partir de los cuales se da una primera significación singular a estas
vivencias. Por lo tanto, nos daremos a la tarea de demostrar los límites de estas tesis
que restringen el conocimiento de las significaciones subjetivas del maltrato al uso de
la palabra. A partir de los casos clínicos que hemos reconstruido mostraremos por
83
Gallo, 1999: 10; López, 2002: 114. Ya se vera más adelante (en el capitulo 3) que aun cuando en
algunos momentos de su enseñanza Lacan equipara lo simbólico con el lenguaje (Lacan, 1953/4: 120;
Lacan, 1953b: 141) dando una primacía a la palabra en la teoría y en la clínica (Lacan, 1953b: 69, 84,
98, 103, 108-9, 115; Lacan-1953/54: 90-1, 120; Lacan, 1958a: 244, 272; Lacan, 1963/4: 24, 30) que le
llevo a considerar que al desconocer el lugar de la palabra como el agente terapéutico se producen
desvíos técnicos (Lacan, 1953b: 75, 84, 87, 91, 103, 131; Lacan, 1958a: 243; Lacan-1963/4: 135) en
otros dice claramente que el orden simbólico y el significante no se reducen a la palabra, y que por
tanto el dispositivo clínico Psicoanalítico no se limita al uso de la misma comportando otros sistemas
simbólicos que se sirven de imágenes más que de palabras (Lacan, 1953b: 91-2, 95-8, 135-6; Lacan,
1955: 176-7; Lacan, 1956/7: 272-4; Lacan, 1958a: 227, 250, 271-2; Lacan, 1958b: 284-5; Lacan,
1960a: 320-1, 331)
84
López, 2002: 135.
85
López, 2002: 120.
dibujo maltrato - 33
qué aun cuando la palabra aparezca con dificultad, este enigma subjetivo generado
por el maltrato puede ser resuelto principalmente por medio de cambios de
posiciones fantasmáticas frente al maltratante sirviéndose del dibujo en conjunto con
la palabra.
86
Por ello señalamos la necesidad de revisar la tesis de Lacan según la cual –al referirse a la hipnosis
y la rememoración- afirma que “si la originalidad del método esta hecha de los medios de que se priva,
es que los medios que se reserva bastan para constituir un dominio cuyos limites definen la relatividad
de sus operaciones”(lacan, 1953b: 78) Ya veremos que aun cuando en algunos textos este autor
afirma que los medios son los de la palabra, pues esta engendra sentidos, y su dominio es el del
discurso (lacan, 1953b: 78) o que “a pesar de todos los esfuerzos que hacemos para olvidar la palabra
o para subordinarla a una funcion de medio, el analisis como tal es una tecnica de la palabra, y la
palabra es el ambiente mismo en el que se desplaza. Unicamente respecto de la funcion de la palabra
pueden distinguirse entre si los diferentes resortes del analisis, y adquirir su sentido, su lugar exacto”
(Lacan, 1953/4: 380) en algunos textos y seminarios Lacan explica que las imágenes (entre ellas los
dibujos de los niños) también comportan dicha función y dominio y por ende también son medios
validos (Lacan, 1953b: 91-2, 95-8, 135-6; Lacan, 1955: 176-7; Lacan, 1956/7: 113-132, 236-7, 248-68,
269-84, 285-302, 303-318, 319-36, 354, 355-372; Lacan, 1958a: 227, 250, 271-2; Lacan, 1958b: 284-
5; Lacan, 1960a: 320-1, 331; Lacan, 1962/3: 102) Así pues demostraremos que aun cuando Lacan
afirma en algunos pasajes que la palabra es el agente de curación, de formación, de sondeo, y en
general es el único médium del psicoanálisis (Lacan, 1953b: 69) en otros momentos relativiza esta
posición y le da un lugar simbolico al uso de las imágenes en la praxis psicoanalítica. Ya veremos que
cuando Lacan plantea que la praxis psicoanalitica se ocupa de tratar lo real por lo simbolico, pues sus
fundamentos son los del lenguaje (Lacan-1953b: 60, 64, 103; Lacan, 1953/4: 266-8; Lacan, 1964/5:
18, 135) esto no quiere decir que no se utilicen otros medios que los de la palabra.
34- dibujo maltrato
Ahora bien, en el caso del niño recordamos que estos autores plantean que al ser
maltratado se actualizaría la rivalidad especular, sumándose motivos para que opere
la tendencia estructural a destituir a ese otro que amenaza la integridad y el
narcisismo del yo. De allí que digan, por ejemplo, que en un sujeto “todo atentado
87
contra el narcisismo lo castiga con la muerte” ; claro está, se trataría de la muerte
imaginaria del otro88.
Por ello, estos trabajos plantean que en los niños la agresividad actualizada por el
maltrato de los padres, se presenta típicamente en forma de ataques imaginarios
dirigidos hacia estos89. Según esta perspectiva, esto trae como consecuencia la
aparición de la angustia de perder su amor, que es lo que protege al niño del temor
imaginario de ser atacado precisamente por los padres en retaliación por sus
intenciones agresivas, de lo que resulta que la agresividad actualizada resulta
inhibida al no poder ser descargada sobre la persona de los padres que la
motivaron90. Pero entonces, esta agresividad y la angustia que le es correlativa,
deber ser tramitadas de alguna manera.
En ese sentido, estos trabajos también plantean que en estos casos la angustia de
perder el objeto de amor ya no funcionaria como señal, y en cambio se indica que allí
se produce un goce que “lleva el vínculo hacia un enlace infernal”91. Según esta idea, la
87
Gallo, 1989: 25.
88
En sentido, Lacan comenta que en la clínica se presenta lo imaginario bajo la forma de la rivalidad,
el odio y la lucha dual, que siempre serán imaginarios y no reales, pues generalmente no se lleva el
conflicto a la destrucción real del otro (Lacan, 1953/4: 409) Es que, ya que la imagen del yo es del yo
ideal, si el otro colma la imagen del yo hay enamoramiento, pero “si el otro aparece frustrando al
sujeto en su ideal y en su propia imagen, genera la tension destructiva maxima” (lacan, 1953/4: 410)
Por ello esta relacion fluctua entre amor y odio constantemente (lacan, 1953/4: 410)
89
López, 2002: 82.
90
López, 2002: 82. Esta tesis fue planteada inicialmente por Melanie Klein a partir de sus análisis de
las fantasías que los niños pequeños elaboraban en sus juegos y dibujos ( Klein, 1927: 165-178; Klein,
1929b: 201-208; Klein, 1937: 101-171; Klein, 1948: 235-251) y fue aceptada por Freud (Freud,1929d:
125-6)
91
Gallo, 1999: 16.
dibujo maltrato - 35
agresividad actualizada por el maltrato, al articularse con los conflictos propios del
complejo de Edipo, es vuelta sobre la propia persona y refuerza la necesidad de
castigo y la culpa, que originalmente están vinculados a los deseos sexuales-
agresivos del complejo92. En esa lógica, estos trabajos plantean que algunos niños
asumen un comportamiento díscolo para hacersen castigar, y de esa forma mitigar
las angustias y el sentimiento de culpa que los embargan93. Sin embargo, según este
punto de vista, este comportamiento activo del niño, mediante el cual busca tramitar
estos conflictos, lo lleva a someterse a los malos tratos, a partir de lo cual estos
autores deducen una posición pasiva de goce masoquista94.
Ahora bien, a partir de estos planteamientos según los cuales en estos casos la
angustia no funciona como señal, nosotros indicamos que esta tesis Freudiana
implica que cuando este afecto pierde dicha función de alarma, la angustia se genera
automáticamente y lo que se produce es la repetición traumática de la situación,
pues este último tipo de angustia paraliza los procesos simbólicos e imaginarios que
habitualmente permiten tramitar este afecto a través de la formación de fantasías95
que por lo general devienen en síntomas neuróticos o en un trabajo elaborativo.
92
Gallo, 1999: 132; López, 2002: 82-85.
93
Gallo, 1999: 132; López, 2002: 82-5, 92.
94
López, 2002: 92,127. Según estos trabajos, ello implica considerar las paradojas de la instancia
superyoica, que en ocasiones, en vez de producir una regulación pulsiónal por efecto del sentimiento
de culpa, produce empujes mortíferos que llevan a la trasgresión de la ley, como una forma de lograr
desfiguradamente la satisfacción pulsional coartada. En este punto los desarrollos postlacanianos
indican la participación de la pulsión de autodestrucción, que abre las vías de la trasgresión y retorna
como culpa, sufrimiento y dolor en el sujeto (López, 2002: 84) Aquí se articulan los niveles pulsional e
identificatorio, pues la culpa superyoica deriva por una parte de procesos de identificación con las
imagos paternas representantes de la ley, pero por otra, se nutre de la pulsión de muerte vuelta contra
si mismo, que imprime un carácter cruel al superyo (López, 2002: 57) Vease también Freud A, 1965:
122-34.
95
Por ello nos resulta difícil entender la idea de estos autores según la cual: “cada vez que las
defensas del yo se ven superadas por la intensidad traumática de un conflicto que no se logra
dialectizar, la realidad se quiebra el sujeto queda a merced de las soluciones imaginarias que, de
acuerdo con su estructura subjetiva, pueda producir” (Gallo, 1999: 41) Surge pues el problema de
saber si el trauma paraliza o activa el registro de lo imaginario. Nosotros pensamos que el trauma
produce una parálisis de la actividad imaginaria, pues si esta actividad depende de los procesos de
simbolización que permiten elaborar fantasías, el hecho de que estos procesos se vean paralizados
por el trauma, indica que también se detiene la actividad imaginaria que depende de tales procesos.
36- dibujo maltrato
Así las cosas, al considerar que estos trabajos psicoanalíticos sostienen que el
maltrato puede generar angustia, agresividad y culpa, entonces ya sabemos que
debemos perseguir los destinos de estos afectos cuando queremos saber qué quedó
del maltrato en la subjetividad. De esto resulta que si queremos conocer las
posiciones subjetivas del maltratado tendremos que sortear el problema de la
angustia, pues en últimas es la naturaleza de este afecto descualificado el que
determina las posibilidades de exteriorización y de simbolización del maltrato.
diversas para cada sujeto96, que los empujes agresivos originarios, exacerbados por
el maltrato, se actualizan y pueden volverse contra sí mismo, pueden ser
transformados en consideración por los otros (vía la identificación con el niño
agredido que el fue), o bien pueden descargarse en otros de forma ya sea explícita o
sutil97. Nosotros rastrearemos pues las formas de descarga sutil de los empujes
agresivos imaginarios que se actualizan por el maltrato, estudiando clínicamente las
formas de elaboración de estas vivencias.
Pasemos ahora a examinar una propuesta postlacaniana sobre la clínica con estos
sujetos98 que trata acerca de la construcción de fantasías como forma de elaborar
estas vivencias.
96
Dicho de otra forma, con la relación a la ley, referenciada por lo simbólico, hay que reconocer
formas singulares de relación que están mediadas por lo imaginario, pues lo imaginario da
significaciones singulares a la ley, de modo que puede hacerse un uso sádico y narcisista (por
ejemplo, del lado del maltratante) o masoquista (por ejemplo, del lado del maltratado) de la ley desde
lo imaginario.
97
Gallo, 1999: 52-4, 83, 85.
98
Gallo, 1999: 100, 135-45, 146-57, 160-75.
99
Gallo, 1999: 140-45.
100
Gallo, 1999: 140-45.
38- dibujo maltrato
Esto quiere decir básicamente que el sujeto deje de quejarse de los maltratadores,
para implicarse subjetivamente en las vivencias de las cuales se queja101. De ese
modo, desde esta propuesta clínica se busca que el sujeto pueda asumir la
responsabilidad de haber consentido ponerse en posición de sometido, de víctima,
para que deje de considerarse como tal, al separarse de sus propios dichos que lo
identifican a la posición de victima102. Esto debido a que piensan que el sujeto
maltratado goza del sufrimiento que le genera identificar su ser con la posición de
víctima103. Se trata pues de intervenir sobre el sujeto ético104.
Para lograr tal rectificación subjetiva, el autor al que nos venimos refiriendo indica
que más que una medida de protección que separa físicamente al maltratado del
maltratante, es necesaria una separación afectiva que implica una “rectificación de los
105
vínculos imaginarios entre los personajes que han intervenido en estas situaciones” , lo
cual indica –lo recordamos-, la importancia de examinar el registro imaginario106,
puesto que éste es el terreno en el que en primera instancia los sujetos afectados por
el maltrato significan estas vivencias de forma singular.
Según esta propuesta clínica, al abordar este registro se busca que el sujeto pueda
historizar tales vivencias e imaginarizaciones107 y significaciones imaginarias108, para
101
Gallo, 1999: 140-45.
102
Gallo, 1998: 10, 133, 136, 145.
103
Gallo, 1999: 140.
104
Gallo, 1998: 126-8.
105
Gallo, 1999: 19.
106
Sin embargo hay que señalar que aun cuando Lacan piensa que no debemos desconocer lo
imaginario que es privilegiado en los enfoques postfreudianos centrados en los estadios del desarrollo
libidinal (Lacan, 1953b: 64, 81) y que se diferencia de su enfoque centrado en los acontecimientos
particulares de la historia del sujeto (lacan, 1953b: 80-1) también dice que no se trata sólo “de lo
imaginario cuya importancia no dejamos de subrayar aquí” (lacan, 1953/4: 409. Véase también Lacan,
1956/7: 289)
107
Gallo, 1999: 26. Es que según Lacan el trabajo clínico debe apuntar a la reconstrucción, rescritura,
restitución, reintegración, por medio de la palabra, de la rememoración hablada, de la historia singular
del sujeto, que adquiere la forma de restitución del pasado (Véase Lacan, 1953b: 71, 77-81, 86, 99,
106,117, 119, 128, 130-1; Lacan, 1953/4: 26-9, 39-44, 61-4, 67-8, 70, 72-3, 76, 84-5, 99-100, 170,
178, 238, 240, 292; Lacan, 1958a: 244, 260, 272; Brouse, 1989: 43-56; Gallo, 1989: 15-34; Ramírez,
2003: 3-9, 132) Desde la perspectiva de Lacan se piensa que en la clínica no se trata de articular
solamente hechos reales sino también los elementos imaginarios -propios de la formación del yo en el
estadio del espejo- con relación a lo simbólico, por medio del lenguaje que permite inscribir el pasado
dibujo maltrato - 39
que pueda acceder a su saber inconsciente109. De ese modo, este autor espera que
estos sujetos puedan asumir la responsabilidad subjetiva por la posición de goce
adoptada y por la agresividad imaginaria actualizada que se articula con las
pulsiones de muerte110. Es decir, reconocer a través del habla elementos imaginarios
y reales no sabidos que se resisten a ser integrados en el conjunto más vasto de la
vida anímica consciente y que le hacen entrar en contradicción consigo mismo111. Y
es que al considerar que la noción de víctima remite a una posición imaginaria en
donde resalta la queja, es lógico que estos autores piensen que si estos sujetos se
presentan como víctimas, allí intervienen tales posiciones imaginarias112.
En ese sentido, estos trabajos consideran que la aparición del sentimiento de culpa
es considerada como un indicador de que el sujeto está asumiendo algo de su
responsabilidad subjetiva frente al maltrato del que se queja113. Por ello, plantean
que en la clínica debe evitarse desculpabilizar o darle la condición de víctima a los
sujetos maltratados, y en cambio se debe apuntar a dividirlos, esto es, a producir una
contradicción e inconformidad consigo mismos para que se interroguen acerca de su
responsabilidad subjetiva y reformulen su queja114.
en la historia del sujeto llevando a este a que se reconozca en ella (Lacan, 1953b: 79, 81, 86, 106;
Lacan, 1953/4: 178, 230, 237-8, 240, 292, 324, 411; Lacan, 1954/5: 371-385; Lacan, 1960a: 323)
108
Gallo, 1989: 27. Vease también Lacan, 1954/5: 248. Es que el propio lacan reconoce que en la
praxis psicoanalítica también se ocupa de lo imaginario (Lacan, 1963/4: 18)
109
Gallo, 1999: 135. Vease Lacan, 1953/4: 412.
110
Gallo, 1998: 128, 136.
111
Gallo, 1999: 35. De ese modo para Lacan el inconsciente (que en parte estaría constituido por lo
que el sujeto desconoce de su imagen estructurante de su yo, es decir, de las capturas por las
fijaciones imaginarias no asimiladas en el desarrollo simbólico de su historia, o dicho de otro modo, el
inconsciente constituido por lo traumático que se ubica en lo imaginario de forma "cerrada") sólo
puede ser conocido por la verbalización y por la mediación del otro-analista, pues en la asunción
hablada de su historia el sujeto se compromete en la vía de realización de su imaginario truncado, y
así se produce el completamiento de lo imaginario que se realiza en el otro, pues se lo hace oír al
otro, al tiempo que oye el sujeto (Lacan, 1953/4: 412) Ya veremos que también se puede realizar lo
imaginario truncado en dibujos que el sujeto y el analista pueden ver (Lacan, 1956/7: 113-132, 248-68,
269-84, 285-302, 303-318, 319-236, 237-354, 355-372)
112
Gallo, 1999: 97-8.
113
Gallo, 1999: 99.
114
Gallo, 1999: 100. Con esto se busca separar al sujeto de su queja y de los beneficios secundarios
que obtiene al asumirse en la posición de víctima (Gallo, 1999: 102-3). Pero además también se trata
de separar la pulsión de su fijación al goce masoquista, mortífero (Gallo, 1999: 138-9). Por otra parte,
según estos trabajos, la culpa aparece aquí no sólo como producto de algo que el sujeto hizo o deseó,
sino más bien como derivada del hecho de haber consentido dejarse maltratar sin defenderse (Gallo,
40- dibujo maltrato
En cuanto a las posiciones subjetivas, este autor indica que tales posiciones se
refieren a un circuito pulsional en el que los sujetos adoptan una posición pasiva o
activa115. Según él, las posiciones subjetivas del niño maltratado no podrían ser
develadas a partir del comportamiento observable, o con base en reportes de los
padres y educadores de estos pequeños, sino que sería necesario abordarlas en un
proceso clínico, pues estas posiciones son singulares116 y se van develando a
medida que se produce la construcción del fantasma, en un proceso largo que
resulta tormentoso para los sujetos, dado que implica el reconocimiento de aspectos
de los que no se quiere saber117. De allí que nosotros planteemos la necesidad de
las experiencias clínicas que den cuenta de la construcción del fantasma en sujetos
que efectivamente hayan sido maltratados, las cuales no han sido presentadas hasta
ahora, al menos en nuestro medio.
En ese orden de ideas, este autor plantea que la construcción del fantasma implica
que el niño ponga en operación procesos de simbolización que le permitan reconocer
los deseos incestuosos y egoístas, las posiciones pasivas o activas que se asumen
frente a los padres en el complejo de Edipo118. Por ello, nosotros destacamos el
1999: 132) Ahora, según Lacan, al producir esta división del sujeto no debe olvidarse que “de ningún
modo se debe abordar frontalmente la culpabilidad, salvo transformándola en diversas formas
metabólicas” (Lacan, 1956/7: 281)
115
Vease Gallo, 1999: 143, 148.
116
Lacan, 1969: 55-7; Ramírez: 2003, 130-34. Por ello, en la perspectiva de Lacan habría que
considerar la singularidad de cada caso, pues por ejemplo “el síntoma del niño se encuentra en el
lugar desde el que puede responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar” (Lacan,
1969: 55) de suerte que, como se piensa que “el síntoma, y este es el hecho fundamental de la
experiencia analítica, se define en este contexto como representante de la verdad” (Lacan,1969: 55)
es lógico entonces que se plantee que “el síntoma puede representar la verdad de lo que es la pareja
en la familia. Este es el caso más complejo, pero también el más abierto a nuestras intervenciones”
(Lacan,1969: 55)
117
Por lo general se trata de una fantasía perversa, de manera que generalmente se lo encubre con
múltiples rodeos (Gallo, 1999: 158-60)
118
Gallo, 1999: 154, 158. Desde esta perspectiva en la clínica con niños se trata de ayudarles a
construir el fantasma, lo cual implica abordar la relación del deseo inconsciente del niño con el deseo
inconsciente de sus padres, (Lacan, 1954/5: 56-8, 127-9, 248; Lacan, 1966c: 240; Lacan, 1966d: 371;
Lacan, 1969: 55-7; Ramírez: 2003, 7, 131-32, 131-2. Gallo, 1989. 15-34. Brousse,1989: 55-56) Sin
embargo, recientemente algunos Psicoanalistas han puesto en cuestión la tesis de ayudarle a
dibujo maltrato - 41
hecho de que el fantasma es una construcción que no sólo es del orden simbólico119,
sino también del orden imaginario, esto es, se trata de una fantasía120. Por ello, al
hablar de la construcción del fantasma este autor hace referencia a las tres fases de
la famosa fantasía de flagelación “pegan a un niño” descrita por Freud121.
Ahora bien, según este enfoque, los elementos imaginarios del fantasma, esto es, la
rivalidad y los celos inherentes a los intereses egoístas del yo, aparecerían ya en la
primer fase de su construcción122. Así, en primer lugar, el fantasma se expresa en
una situación dramática, en donde el otro aparece como un rival frente al objeto
deseado (en el caso de la fantasía descrita por Freud se trataba del padre), y por
ello, se lo representa como siendo humillado, vejado, etc. por parte de dicho objeto
deseado123. En esta fase el golpe que el objeto (padre) dirige hacia el otro, significa
la destitución del amor hacia éste y una confirmación del amor que el sujeto que
construye el fantasma espera del objeto124. Aquí el sujeto que construye el fantasma
se reduce a ser un observador y está indeterminado125. En el capitulo tercero
veremos la importancia de esta observación.
construir el fantasma al niño, pues piensan que esto introduce un problema ético, ya que la
construcción del fantasma implicaría “conectarle un dispositivo de goce, que no podría ser otro que el
de aquel que hace de analista” (Ramírez: 2003: 9) Por ello desde esta perspectiva más bien se
considera que en la clínica con niños se trata de consolidar la neurosis infantil (Ramírez, 2003: 4) así
como la neurosis de transferencia (Ramírez, 2003: 115) Sin embargo, la consolidación de la neurosis
infantil y de transferencia, también implica hablar de los propios complejos para que emerja la
angustia correlativa a los mismos, de modo que a fin de cuentas el analista pueda localizar el
sufrimiento derivado de la división subjetiva y de ese modo lograr puntualizar la posición y la
responsabilidad del propio sujeto frente a aquello de lo que se queja (Ramírez, 2003: 120) tal como
sucede con relación a la construcción del fantasma.
119
Sobre ello este autor comenta que “la conformación del fantasma es inseparable de los procesos
de simbolización propios del Edipo” (Gallo, 1999: 154) Vease Lacan, 1953/4: 25; Lacan, 1954/5: 67-
85, 248, 309-30, 435-54; Lacan, 1962/3: 51; Lacan, 1966c: 240; Lacan, 1969: 13.
120
Al respecto Lacan comenta que: “si el deseo tiende a la satisfacción alucinatoria es entonces que
hay allí otro registro, es la fuente, la introducción fundamental del fantasma como tal. Hay allí un
orden, que no va a ninguna objetividad, sino que define por sí mismo el registro de lo imaginario”
(Lacan, 1954/5: 248) Vease también Lacan, 1953/4: 25; Lacan, 1954/5: 67-85, 248, 309-30, 435-54;
Lacan, 1962/3: 51; Lacan, 1966c: 240; Lacan, 1969: 13.
121
Gallo, 1999: 149-52.
122
Gallo, 1999: 153.
123
Según el autor “en el fondo, todo sujeto neurótico espera que el ser amado ultraje al rival como una
demostración de amor, por que en este mundo imaginario todo elemento tercero es un estorbo que
merece ser borrado” (Gallo, 1999: 155)
124
Gallo, 1999: 155.
125
Gallo, 1999: 155-6.
42- dibujo maltrato
Ahora bien, según este enfoque, como la estructura del fantasma de flagelación está
soportada sobre un circuito pulsional, enmarcado en variaciones gramaticales de la
frase “pegan a un niño”, se plantea que en la clínica se trata de promover tales
variaciones gramaticales del fantasma129. En ese sentido, piensa que en la clínica lo
importante es pasar de un uso imaginario del fantasma a una formulación hablada
del mismo, de modo que por medio de las palabras pueda inscribirse en el registro
simbólico, donde opera el conflicto edípico130. A partir de la construcción lingüística
del fantasma131 se busca entonces construir la fórmula de goce de cada sujeto -que
126
Gallo, 1999: 156.
127
Gallo, 1999: 156.
128
Gallo, 1999: 156-7.
129
Gallo, 1999: 152.
130
Gallo, 1999: 153, 164.
131
En ese sentido, este autor dice que “no es lo mismo hacer un uso imaginario del fantasma, que
realizar una formulación hablada. En el primer caso no hay complicación, es un juego de la
imaginación que incluso puede aportar placer estético; en el segundo hay aversión repugnancia,
culpabilidad, consternación y perplejidad, hecho que da cuenta de la afectación del sujeto por la
pulsión” (Gallo, 1999: 153) Ya veremos que dibujar fantasías no es lo mismo que hacer un uso
imaginario de las mismas, como pudiera pensarse a partir de la tesis que establece la equivalencia
entre la palabra y lo simbólico. Así pues, nuestro trabajo mostrara que en los dibujos es posible
realizar una construcción del fantasma en imágenes que muestra elementos constantes de la historia
del sujeto, en donde se articulan lo imaginario y lo simbólico (Lacan, 1956/7: 113-132, 248-68, 269-84,
285-302, 303-318, 319-236, 237-354, 355-372)
dibujo maltrato - 43
Según este enfoque, en la clínica con sujetos maltratados se trataría de realizar una
actualización regresiva de los significantes que aparecen en el fantasma a través del
discurso del sujeto y que dan cuenta de la actitud femenina, pasiva frente a los
maltratadores. Este trabajo significante apuntaría a develar retroactivamente la
significación que el sujeto dio al maltrato133. Ello se lograría mediante puntuaciones
discursivas que conduzcan a que el sujeto se detenga en los significantes del goce
fijado a la posición pasiva134. En ese orden de ideas, dice que se trata de orientar el
sujeto hacia una interrogación sobre su ser de goce, poniendo en juego la falta de
ser135. Señala entonces la necesidad de diferenciar el enunciado de la enunciación
en la construcción del fantasma, puesto que ello permitiría que el sujeto se implique
en la queja transformándola, esto es, rectificando su posición de alineación al otro136.
Así se desplazaría la responsabilidad desde el victimario hacia la víctima137. Por ello
dice que “en lugar de la reeducación como presupuesto de principio, el psicoanálisis
propone la rectificación subjetiva, que no es la finalidad clínica del análisis, pero si una
condición para que el sujeto se comprometa en un cambio”138.
Como puede verse, a partir de la tesis que otorga primacía a la palabra, desde este
enfoque se restringe el trabajo clínico de construcción del fantasma y de rectificación
subjetiva al uso de la palabra, y de ese modo estas perspectivas nos plantean un
problema a la hora de explicar por qué en los dibujos los niños pueden construir
fantasmas y hacer tales rectificaciones subjetivas. Por ello, en el capítulo 3 nos
132
Gallo, 1999: 153.
133
Gallo, 1999: 165-8.
134
Gallo, 1999: 168.
135
Gallo, 1999: 171.
136
Gallo, 1999: 171.
137
Gallo, 1999: 173.
138
Gallo, 1999: 175. Al respecto recordamos que, según Lacan, al abordar el asunto de la rectificación
subjetiva que lleva a asumir la culpa y la responsabilidad en aquello de que el sujeto se queja, hay que
considerar que este proceder implica que: “de ningún modo se debe abordar frontalmente la
culpabilidad, salvo transformándola en diversas formas metabólicas” (Lacan, 1956/7: 281)
44- dibujo maltrato
En ese sentido, vamos a articular las posibilidades explicativas que nos ofrecen los
estudios psicoanalíticos del maltrato -que hemos expuesto brevemente en este
capitulo- con los conceptos de angustia, trauma y simbolización, como paso previo
para abordar el asunto de la construcción del fantasma en los niños maltratados por
medio del dibujo, pues como se ha dicho, la construcción del fantasma no se reduce
al uso de la palabra implicando procesos de simbolización que utilizan otros sistemas
de significación.
Para integrar el concepto de trauma partiremos del hecho de que algunos estudios
psicoanalíticos caracterizan al maltrato psicológico como una mortificación. A partir
del hecho de que la mortificación es un factor que también se presenta en el trauma
vamos a indagar por la presencia de otras correspondencias entre trauma y maltrato,
presentes tanto en sus procesos psíquicos subyacentes como en sus expresiones
fenomenológicas. Por esta vía llegaremos a homologar teóricamente las situaciones
de maltrato con las situaciones de trauma y evidenciar su relación esencial con las
situaciones de angustia infantil y los procesos de simbolización..
Del vasto campo fenomenológico del maltrato vamos a ocuparnos solamente de las
formas de maltrato que fueron ejecutadas con mayor frecuencia en los casos que
estudiamos, formas que a su vez se incluyen en las amplias categorías de maltrato
psicológico139 y el maltrato físico140. En nuestros casos, por lo general, se trataba de
ultrajes, afrentas y mortificaciones de obra (bofetadas, golpes ejecutados con el
cuerpo propio o con extensiones) o de palabra141, ante las cuales los niños no
reaccionaron ni por medio de actos (como devolver el golpe) ni de palabras (insultar),
dada la asimetría física entre ellos y la persona del maltratante –quien generalmente
es un adulto, un adolescente o un niño mayor miembro del grupo familiar.
139
Wicks-Nelson, 1997: 408-409.
140
Wicks-Nelson, 1997: 408-409.
141
En el capitulo cuarto el lector podrá encontrar una ampliación de esta descripción fenomenológica,
pues en cada caso que analizamos, indicamos algunas de las formas en que estos niños fueron
maltratados. Esta información -que vamos a reproducir parcialmente- fue obtenida tanto a partir del
discurso de los niños como de sus padres en el curso del proceso psicoterapéutico.
142
Freud,1895a: 211-2, 221.
143
Freud,1893a: 30-34.
144
Freud,1893a: 37-8; Freud,1895a: 216-7
145
Freud,1895a: 34, 211-2, 221
146
Freud,1893a: 38
dibujo maltrato - 47
147
Freud,1901a: 23.
148
Freud,1901a: 23.
149
Freud,1901a: 23.
150
Freud,1893a: 37.
151
Freud,1893a: 37; Assoun, 1994: 199-230.
152
Freud,1895a: 216; Assoun, 1994: 199-230.
153
Freud,1895a: 34; Assoun, 1994: 199-230.
48- dibujo maltrato
Al respecto, Freud plantea que existen diversas modalidades para esta reacción que
idealmente debe conducir a la venganza, dependiendo de la intensidad del
acrecentamiento en la suma de excitación producida por la afrenta. Dicho de otra
manera “mientras más intenso sea el trauma psíquico, tanto más grande será la reacción
159
adecuada requerida” . De esta manera, cuando los acrecentamientos de excitación
son leves Freud señala que: “quizás basten unas alteraciones del propio cuerpo: llorar,
160
insultar, rabiar, etc.” .
Esto quiere decir que aunque “la reacción adecuada es siempre la acción”161, esta
reacción puede ser sustituida por otras, entre ellas, por la palabra que en el caso de
las afrentas permite insultar como forma de vengarse162. Por ello, Freud considera
que “diversos grados de evocación en el recuerdo admite el afecto de ira por un ultraje,
163
según que este último hubiera sido devuelto o tolerado calladamente” .
154
Freud,1893a: 37; Assoun, 1994: 199-230.
155
Feud-95a: 34; Assoun, 1994: 199-230.
156
Freud,1893a: 37.
157
Freud,1893a: 37.
158
Freud,1895a: 34.
159
Freud,1893a: 37.
160
Freud,1893a: 37.
161
Freud,1893a: 37.
162
Freud,1893a: 38 Freud,1895a: 34; Assoun, 1993: 228-9.
163
Freud,1895a: 216.
dibujo maltrato - 49
En ese orden de ideas, Freud plantea que “si un ofendido no puede devolver la afrenta,
ni dando a su vez una bofetada ni por medio de un insulto, se crea la posibilidad de que el
recuerdo de ese suceso vuelva a convocarle el mismo afecto que estuvo presente al
164
comienzo” . Por ello, dice que “un ultraje devuelto, aunque sólo sea de palabra, es
165
recordado de otro modo que un ultraje que fue preciso tragarse” , o que: “una afrenta
devuelta, aunque sólo sea de palabra, se recuerda de otro modo que una que se debió
” 166
tolerar .
Ahora bien, respecto de estas afrentas o ultrajes ante las que no se puede
reaccionar, Freud señala que “es característico que la lengua llame «mortificación»* a
167
este padecer tolerado calladamente” . En ese sentido, observa que las afrentas y las
ofensas generadas por una bofetada o un ultraje de palabra, son situaciones ante las
cuales a menudo no se puede reaccionar, y de ese modo se convierten en
mortificaciones.
164
Freud,1893a: 38.
165
Freud,1895a: 34.
166
Freud,1893a: 38.
167
Freud,1893a: 38.
168
Freud,1895a: 34; García, 2004: 12-16.
50- dibujo maltrato
parte de quien las padece. En esa vía, esta correspondencia es el primer elemento
que nos permite homologar la situación de maltrato infantil con la noción de situación
traumática.
En ese sentido, enfatizamos el hecho de que para que una bofetada o un ultraje
devengan en un trauma, no basta con que sean experimentados como ofensas o
afrentas que generan ira. De igual forma, tampoco es suficiente que ante estas
situaciones no pueda reaccionarse devolviendo el ultraje en actos o palabras
(insultar169) y se produzca la mortificación. Afirmamos pues que para que la afrenta
que se transforma en mortificación devenga en una situación traumática es necesario
que las tres formas de reacción (acto, palabra y pensamiento) estén totalmente
interceptadas. Así las cosas, ni la bofetada, ni el ultraje, ni la afrenta, ni la ofensa, ni
siquiera la mortificación misma serían traumáticos en si, pues en la situación
traumática: “Lo que sobre todo importa es si frente al suceso afectante se reacciono
170
enérgicamente o no” .
169
Según Freud la posibilidad de insultar es estorbada por el sentimiento de decoro, por la cultura
estética, que producen sentimientos de displacer al hacerlo (Freud,1905b: 130).
170
Freud,1895a: 34. Sobre este aspecto del trauma véase: Freud,1893a: 37-40; Freud,1894a: 48-9;
Freud,1895a: 33-37, 212-17, 218; Freud,1896b 163; Freud,1896c: 194-5, 209, 216; Freud,1914k: 31-2;
Freud,1915k: 251-2; Freud,1919b 206-8.
dibujo maltrato - 51
Habíamos visto que los estudios psicoanalíticos sobre el maltrato indicaban que
cuando estos abusos son significados en lo imaginario como una afrenta al
narcisismo, como una mortificación, se actualiza la agresividad imaginaria. Así
mismo, vimos que estos estudios indican que esta agresividad se actualiza bajo la
forma de ataques imaginarios dirigidos hacia ese otro que maltrata, o hacia otros
personajes que lo sustituyen. De ese modo los estudios psicoanalíticos indican la
tendencia a repetir estas situaciones de maltrato en lo imaginario como forma de
tramitar la agresividad que actualizan.
Ahora bien, nosotros encontramos que estas tesis sobre el maltrato se corresponden
bastante bien con las tesis freudianas sobre el trauma referidas al campo de las
afrentas que acabamos de esbozar, pues, según vimos, cuando el ultraje de palabra
o la bofetada son experimentados como una afrenta u ofensa –de forma similar a lo
que se observa en las situaciones de maltrato infantil- aparece en primer plano el
afecto de ira, cuyo destino más apropiado es ser descargado mediante la venganza
sobre ese otro que produjo la afrenta. Al respecto, observamos que cuando se omite
la reacción ante las afrentas, uno de los destinos posibles de la ira consiste en
convocar lo que Breuer y Freud denominaron “pulsión de venganza”. Veamos:
“La pulsión de venganza, tan potente en el hombre natural –y que la cultura, más que
sofocar, disfraza-, no es otra cosa que la excitación de un reflejo no desencadenado.
Defenderse de un daño mediante la lucha, y dañar en ella al enemigo, es el reflejo
psíquico adecuado, preformado. Si no se lo lleva a cabo, o se lo hace
insuficientemente, volverá a desencadenarse siempre por el recuerdo; se genera así la
«pulsión de venganza» como un impulso irracional de la voluntad, según lo son todas
las «pulsiones». Prueba de ello es, justamente, su irracionalidad, su independencia de
toda ventaja y de toda adecuación a fines, y aun su triunfo sobre los miramientos de la
propia seguridad. Tan pronto ese reflejo se ha desencadenado, esta irracionalidad
171
puede ingresar en la conciencia” .
En ese orden de ideas, las tesis psicoanalíticas sobre el maltrato -que destacan la
agresividad imaginaria- y el concepto de trauma en Freud -que enfatiza el afecto de
171
Freud,1895a: 216-7. Notese que desde esta concepción de Freud y Breuer la venganza se vincula
con la pulsión y no con el mecanismo de defensa del yo, denominado por Anna Freud como
"identificación con el agresor" (Freud A, 1965: 122-34) Esta ultima perspectiva –lo recordamos- es la
que utiliza Miller en su estudio sobre el maltrato (Miller, 1998. Citada López, 2002: 61-2)
52- dibujo maltrato
Por ello, para completar tal homologación será necesario demostrar que en los casos
de maltrato a menudo también resultan interceptadas las tres formas de reacción que
hemos indicado, tal como sucede en el caso de la situación traumática.
para que las afrentas devengan en mortificaciones, sino sobre todo para que estas
ultimas devengan en situaciones traumáticas. Vamos a ver que las tres razones que
Freud ofrece para explicar la imposibilidad de reacción frente a la situación
traumática también aplican en la situación de maltrato infantil.
Para examinar este fenómeno según el cual no se puede reaccionar frente a ciertas
vivencias, Freud plantea un “esquema para el proceso que sobreviene cuando se omiten
172
reflejos psíquicos” . Según este esquema una serie de condiciones -que pueden ser
reunidas en tres grandes grupos- impedirían que los sujetos reaccionen173. Estas
son:
1) Puede ser que la naturaleza misma del evento traumático excluya la posibilidad de
reacción o que las circunstancias sociales lo impidan174.
172
Freud,1896c: 218. Esta imposibilidad de reacción, puede resumirse en su famosa sentencia “el
histérico padece la mayor parte de reminiscencias” (Freud,1895a: 33), o en la tesis según la cual se
trata de “unos traumas psíquicos que no fueron abreaccionados por completo, no fueron por completo
tramitados” (Freud,1893a: 39). Estas observaciones ponen de manifiesto que la situación traumática
no puede ser definida simplemente a partir de los eventos o hechos, pues implica considerar la
incapacidad para tramitar los estímulos psíquicos que generan estas situaciones (Freud,1896c: 216).
173
Freud,1895a: 35.
174
Freud,1895a: 35-6.
175
Freud,1896c: 194-5.
176
Freud,1893a: 40.
54- dibujo maltrato
fin, a saber, el escapar. La excitación del terror sólo desaparece mediante una
nivelación paulatina (…) cuando al afecto le es absolutamente denegada una tal
descarga de la excitación, la situación es en la cólera idéntica a la del terror y la
angustia: la excitación intracerebral se acrecienta con violencia, pero no es consumida
177
en actividad asociativa ni motriz” .
Este argumento nos permite plantear entonces que las situaciones de maltrato
infantil -que implican una afrenta o ultraje de obra o palabra- a menudo comportan
estos tres tipos de condiciones que dificultan la reacción de los sujetos, explicando
porqué en estos casos de maltrato infantil dichas situaciones deben ser toleradas
calladamente y entonces devienen mortificaciones. En ese sentido, señalamos que
cuando estas afrentas devienen en una mortificación ante la cual tampoco se
reacción por el pensamiento, se dan las condiciones para que la mortificación
177
Freud,1895a: 212-4.
178
Sobre la relación de la angustia y la repetición véase: Freud,1894a: 40; Freud,1894c: 88;
Freud,1895a: 34-5, 179, 212-4, 216-19, 224-5, 244; Freud,1915k: 251-2; Freud,1919g: 4-5, 16-23, 29,
35-6; Freud,1919h: 245-51; Freud,1921d: 178; Freud,1923a: 16-7; Freud,1925j: 80, 89, 126, 142, 151;
Freud,1932b: 76, 86-7; Freud,1934a: 72-3.
179
Freud,1894a: 48-9, Freud,1895a: 36; Freud,1896b: 163; Freud,1896c: 209.
180
Freud,1895a: 37.
dibujo maltrato - 55
(derivada del maltrato) devenga en un trauma psíquico181. Así mismo, señalamos que
para indicar si el maltrato tiene o no efectos traumáticos, se requiere de un examen
de las formas en que los sujetos reaccionaron frente a estas vivencias para ver si la
reacción estuvo totalmente interceptada o si encontró alguna forma de tramitación.
Por otra parte, afirmamos que en los casos de maltrato en que puede demostrarse
que las tres formas de reacción fueron interceptadas, deviniendo entonces
traumático, sin embargo queda la posibilidad de que a posteriori el maltrato pueda
ser tramitado en la cura por medio de actos, palabras o pensamientos.
Analicemos ahora entonces por cuáles razones la situación de maltrato infantil puede
llegar a reunir las mismas condiciones que impiden reaccionar frente a situaciones
traumáticas.
181
Anotamos desde ahora que teóricamente la sumisión al maltratante no permitiría la tramitación de
los recuerdos del maltrato, y en cambio dicha pasividad daría cuenta de la imposibilidad de reaccionar.
Sin embargo, hemos visto que aunque en la conducta observable la posición del niño sea sumisa,
pasiva, este tiene aun otras posibilidades para reaccionar frente a estas vivencias, las cuales no son
tan evidentes, siendo necesario develarlas por otros medios. Estas posibilidades son precisamente los
procesos de simbolización, de pensamiento, que sólo pueden conocerse a posteriori, una vez se han
exteriorizado en algún fenómeno mental. De esta manera, se comprende que ante la imposibilidad de
reaccionar frente a la situación maltrato en actos o palabras, queda la posibilidad de reaccionar según
el procesamiento asociativo de ideas, y de ese modo el maltrato no deviene traumático.
182
Para comprender mejor por que las condiciones de la realidad exterior estorban la descarga de la
agresividad y por que de los efectos nocivos de esta imposibilidad de reaccionar veamos una cita de
Freud: “En este punto se nos impone el valor de la posibilidad de que la agresión no pueda hallar
satisfacción en el mundo exterior por chocar con impedimentos reales. Si tal sucede, acaso vuelva
atrás y multiplique la escala de la autodestrucción que reina en lo interior. Averiguaremos que
efectivamente es lo que acontece, y que ese proceso reviste suma importancia. Una agresión
impedida parece implicar grave daño; las cosas se presentan de hecho como si debiéramos destruir a
otras personas o cosas para no destruirnos a nosotros mismos, para ponernos a salvo de la tendencia
a la autodestrucción. ¡Triste revelación, sin duda, para el moralista!” (Freud,1932b: 97-8)
56- dibujo maltrato
propio niño es evidente que está en condición de desventaja. Pero además, esta
posibilidad también se ve obstaculizada por las condiciones sociales en que se
presenta la situación de maltrato infantil, ya que la reacción vengativa del niño hacia
sus padres maltratantes entra en contradicción con los preceptos sociales de la vida
en familia transmitidos en la educación.
protectores. Ya veremos como pueden ser tramitados estos afectos ominosos que en
principio paralizan los procesos asociativos.
Sin embargo, para realizar una homologación más completa vamos a establecer
nuevas correspondencias entre algunos fenómenos que se observan asociados a las
situaciones de maltrato infantil y el trauma, pero a través de una profundización de
los aspectos que tienen que ver con la angustia y la simbolización. Para ello, de las
tres formas de reacción ya mencionadas (acto, palabra y pensamiento) vamos a
ocuparnos a continuación de aquella referida al pensamiento.
Tenemos pues que las posibilidades de reacción ante las afrentas183 no sólo
consisten en la acción (venganza en acto), o en su defecto, la abreación mediante
una reacción afectiva (como el llanto), o de una reacción sustitutiva por medio de la
palabra (venganza en insultos). Según Freud, estas posibilidades de reacción
también se refieren al trabajo de pensamiento, según el cual, aunque se deniegue la
183
Respecto de estas posibilidades de reaccionar frente a los traumas referidos a afrentas dice Freud
que “Entendemos aquí toda la serie de reflejos voluntarios o involuntarios en que (…) se descargan
los afectos: desde el llanto hasta la venganza” (Freud,1895a: 34).
58- dibujo maltrato
184
Freud,1895a: 34.
185
Freud,1893a: 38.
186
Freud,1895a: 34-5.
187
Este mismo modelo es utilizado por Freud en Proyecto de psicología (1895) en donde habla de
recuerdo «no domeñado» y recuerdo «domeñado» (Freud,1895e: 429-31). De igual forma
encontramos referencias de este modelo en Psicopatología de la vida cotidiana (1901) en una nota
agregada en 1907 (Freud,1900c: 266).
188
Laplanche, 1981: 108.
189
Freud,1895a: 36.
dibujo maltrato - 59
En este orden de ideas, esta tercera forma de reacción nos permite articular la
noción de simbolización con el concepto de trauma, pues la simbolización puede
definirse precisamente como el trabajo de pensamiento por medio del cual se
asocian ideas y se sustituyen las representaciones de las situaciones traumáticas
(referidas a mortificaciones) por otras, permitiendo que los afectos convocados por
las afrentas se asocien a las nuevas representaciones y así se desgasten195.
190
Freud,1895a: 36. Dicho de otra manera, cuando el cuerpo extraño es removido desaparecen los
síntomas. De allí la famosa frase «cuando cesa la causa cesa el efecto».
191
Freud,1895a: 36, 40; Laplanche, 1981: 108.
192
Freud,1896c: 193.
193
Freud,1894a: 51; Freud,1896c: 193.
194
Freud,1894a: 55; Freud,1896c: 193; Laplanche, 1981: 108.
195
Laplanche, 1973-75: 267-80; Laplanche, 1981: 108-46; Bleichmar, 1984: 17-39, 58-74; Forrester,
1989: 88-148; Assoun, 1994: 199-230; Porret, 1994: 205-09; Bleichmar, 2000: 6-7.
60- dibujo maltrato
Pero como la simbolización también indica el proceso por el que se ligan afectos a
representaciones199, aunque su naturaleza no sea propiamente defensiva, las
funciones de sustitución y ligazón del trabajo de simbolización tienen un papel en el
196
Al respecto Jean-Michel Porret comenta que “la relación entre la representación de palabra y la
representación de objeto es por excelencia la que merece el nombre de “simbólica” y no la que vincula
al objeto real y la representación de objeto” (Porret, 1994: 206; véase también Fernández, 2005d: 5) lo
cual quiere decir que la simbolización comporta otras funciones además de las representativas.
197
Sobre estos aspectos de la simbolización véase: Freud,1887a: 266; Freud,1894a: 51, 55;
Freud,1894d: 34-5, 212-16; Freud,1895a: 36-8, 40; Freud,1895e: 429-31; Freud,1896c: 193;
Freud,1900c: 266; Freud,1901a: 44; Freud,1905c: 143, 145, 149, 207-8; Freud,1914c: 148, 157;
Freud,1925j: 133, 149-50; Freud,1932b: 70, 84; Porret,1994: 206-9; Fernández, 2005a: 6-12;
Fernández, 2005c: 1-4; Fernández, 2005d: 5.
198
Sobre esta perspectiva de la simbolización véase: Freud,1894d: 12, 17, 21; Freud,1895e: 327-8,
370-2, 378-86, 388, 397-400, 405-8, 430, 442-3; Freud,1897a: 273; Freud,1898b: 9, 164, 247, 269,
314, 588-99; Freud,1900c: 7; Freud,1910k: 224; Freud,1915d: 183-6, 196, 198; Freud,1915h: 218,
227-8; Freud,1919g: 9-10, 34-6; Freud,1923a: 46, Freud,1925b: 140; Freud,1927b: 149; Freud,1932b:
74; Freud,1937b: 228; Freud,1938d: 162, 166, 199-200; Porret,1994: 206-9; Fernández, 2005a: 6-12;
Fernández, 2005c: 1-4; Fernández, 2005d: 5.
199
Porret, 1994: 206-9; Fernández, 2005a: 6-14 ; 2005d: 5.
dibujo maltrato - 61
200
Sobre la relación de la simbolización y la formación de síntomas véase: Freud,1887a: 249-52, 256,
264-7, 281; Freud,1892a: 184; Freud,1893a: 35-9; Freud,1893b: 13; Freud,1894a: 50, 53-6, 60;
Freud,1894d: 13, 26, 30-3, 50, 58, 109-11, 114, 124-5, 148, 159, 167, 185-94, 227, 290-1, 300-2;
Freud,1895e: 340, 396, 401, 403, 405; Freud,1896a: 154; Freud,1896b: 161, 170-72, 182-4;
Freud,1896c: 193, 209, 216; Freud,1897a: 237, 246; Freud,1901a: 36; Freud,1906c: 40-5, 49, 50-56,
66, 71, 74; Freud,1907a: 107-9; Freud,1908a: 144-6; Freud,1909d: 13-4; Freud,1911h: 212-3;
Freud,1912d: 241; Freud,1914k: 77-8; Freud,1915d: 196-7; Freud,1915k: 231, 334, 355, 362, 367-8,
373; Freud,1920g: 101; Freud,1922f: 238, 242; Freud,1923i: 211; Freud,1924c: 196-7; Freud,1924i:
29; Freud,1925j: 89, 94, 99, 106-7, 117-9, 126, 137; Freud,1927b: 148-9; Freud,1927g: 181-2, 185;
Freud,1929d: 100-1; Freud,1934a: 73-6, 91-4, 122; Freud,1935a: 44; Freud,1938d: 158-69, 173-75,
179-80, 186; Porret, 1994: 206-9; Bleichmar, 1984: 21; Forrester, 1989: 91; Fernández, 2005a: 6-14;
Fernández, 2005b: 1-4; Fernández, 2005c: 1-4; Fernández, 2005d: 1-5.
201
Laplanche, 1981: 108-46; Bleichmar, 1984: 17-39, 40-56, 58-74. Por ahora, simplemente
anotaremos que para poner en marcha el trabajo de pensamiento asociativo no se requiere del uso de
la palabra, pues según vimos, Freud establece que aunque las tres modalidades de reacción (acto,
palabra y pensamiento) se sustituyen, estas son diversas, y cuando no se puede hacer uso de las dos
primeras, queda el recurso al pensamiento que no depende de ellas. De allí que nosotros pensamos
que la construcción del fantasma no está soportada necesariamente en la palabra sino en el
pensamiento, y que estos procesos de pensamiento operan al dibujar y no sólo al hablar.
202
En esa lógica, señalamos que Freud plantea que cuando el recurso a la palabra esta alterado, este
puede ser sustituido por otros medios. Veamos una de las interpretaciones respecto de un síntoma de
62- dibujo maltrato
simbolización, por medio de los cuales se construye el fantasma203 o más bien las
fantasías, que en los casos de los niños maltratados que estudiamos básicamente
remiten a la satisfacción de tendencias vengativas.
De otro lado, al recordar que los estudios psicoanalíticos del maltrato plantean que
en estos casos se presenta una tendencia a repetir estas situaciones, señalamos
otra correspondencia con los fenómenos clínicos observados por nosotros y la
noción de simbolización en Freud. Esto se debe a que –como hemos visto- cuando
no se puede reaccionar ante las afrentas generadas por los malos tratos, los
individuos quedan fijados a estas situaciones que entonces devienen en
mortificaciones, y de ese modo el recuerdo de éstas sigue planteando exigencias al
trabajo asociativo de pensamiento y por ende demanda su repetición, explicando el
por qué se tiende a reproducir estas vivencias en vez de rememorarlas
simplemente204. De allí que en los casos examinados por nosotros los niños no se
limitaran a hablar de los malos tratos realmente acaecidos y en cambio se observe
que en las fantasías de estos niños esta presente una marcada tendencia a
reproducir las situaciones de maltrato sin que ellos mismos se lo propongan
voluntariamente.
afonía en el famoso caso de Dora: “cuando el amado estaba lejos, ella renunciaba a hablar, el hacerlo
había perdido valor, pues no podía hablar con el. En cambio, la escritura cobraba importancia como el
único medio por el cual podía tratar con el ausente” (Freud,1901a: 36) y seguidamente añade que “en
las personas que padecen de mutismo histérico la escritura hace vicariamente las veces del habla.
Escriben con mayor soltura, más rápido y mejor que otras personas, y que ellas mismas antes”
(Freud,1901a: 36).
203
Sobre este punto de vista véase Laplanche, 1975-77: 69-76; Laplanche, 1981: 108-46; Bleichmar,
1984: 17-42, 45-56, 58-74; Forrester, 1989: 88-148; Assoun, 1994: 199-230; Porret, 1994: 205-09.
204
Sobre estos aspectos del trauma véase: Freud,1895a: 33-7, 179, 212-4, 216-19, 224-5, 244;
Freud,1893a: 39-40; Freud,1894a: 48-50; Freud,1894c: 88; Freud,1896b 163; Freud,1896c:194-5,
209, 216; Freud,1915k: 251-2; Freud,1919h: 245-51; Freud,1919g: 4-5, 16-23, 29-32, 35-6;
Freud,1921d: 178; Freud,1923a: 16-7; Freud,1925j: 80, 89, 126, 142, 151; Freud,1932b: 76, 86-7;
Freud,1934a: 72-3; Laplanche, 1981: 108.
dibujo maltrato - 63
205
Y es que basado en este esquema económico, según el cual se omite la reacción ante un estímulo,
Freud piensa el modelo terapéutico. En el caso de la pulsión de venganza generada por la
interceptación de la reacción de ira o enojo se piensa que esta puede ser tramitada mediante la
actividad poética, es decir, mediante un trabajo psíquico (Freud,1895a: 217-8).
206
Fernández, 2005a: 6-9.
64- dibujo maltrato
Esta distinción nos permitirá examinar con mayor detalle los procesos de
simbolización que operaron en estos niños maltratados, indicando en cada caso qué
tipo de simbolización opera (sintomática o elaborativa), o bien, como se articulan
ambos niveles de la simbolización y cuáles son las fuerzas, los mecanismos, los
procesos, y los sistemas psíquicos que allí intervienen.
Por ello, en lo que sigue el lector encontrara que desde esta perspectiva se da gran
importancia al asunto de las posibilidades de tramitación de la venganza, la ira y la
agresividad como forma de rectificar las situaciones traumáticas de afrentas al
207
Fernández, 2005a: 6-14; Fernández, 2005d: 5.
208
Freud,1893a: 37.
dibujo maltrato - 65
Vamos entonces a retomar la tercera condición que según Freud impide la reacción
frente a las situaciones traumáticas, es decir, la represión, pues este concepto
eminentemente económico comporta la idea del conflicto con los preceptos morales,
con los ideales210, implicando las instancias del yo, el superyo y el narcisismo211. Ello
nos permitirá articular el campo de la sexualidad al concepto de trauma y la
fenomenología clínica del maltrato.
209
Por ahora simplemente señalamos que si los deseos de agresión vengativa del niño están
dirigidos hacia los padres maltratantes, es lógico considerar que estos hacen operar la angustia frente
al posible castigo venido de los padres, sentando las bases para que opere el mecanismo de la
represión, y que en ese sentido, las particulares condiciones del dispositivo terapéutico promuevan la
emergencia de procesos de simbolización elaborativa que permiten sortear los obstáculos que impone
la angustia a la satisfacción de la agresión vengativa.
210
Freud,1914e: 92. Veamos lo que dice Freud: “la formación de un ideal aumenta las exigencias del
yo y es el más fuerte favorecedor de la represión” (Freud,1914e: 92) o también que “La formación de
un ideal seria, de parte del yo, la condición de la represión” (Freud,1914e: 90)
211
Freud,1914e: 90. Al respecto Freud comenta que “La represión, hemos dicho, parte del yo;
podríamos prescisar: del respeto del yo por si mismo” (Freud,1914e: 90) Y es que para Freud la
formación de un ideal con el cual se mide el yo actual implica que sobre este ideal “reacae ahora el
amor de si mismo de que en la infancia gozo el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este
nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas (…)
lo que el proyecta frente a si como su ideal es el sustituto (véase nota) del narcisismo perdido de su
infancia, en la que el fue su propio ideal” (Freud,1914e: 90-1) De allí que Freud plantee la existencia
de “una instancia psíquica particular cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de la satisfacción
narcisista proveniente del ideal del yo, y con ese propósito observase de manera continua al yo actual
midiéndolo con el ideal” (Freud,1914e: 92) Como se sabe dicha instancia es conceptualizada
posteriormente por Freud como el superyó (Freud,1920g: 122; Freud,1923a: 21)
66- dibujo maltrato
“en las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que
tiene todas las propiedades de una cantidad –aunque no poseamos medio alguno para
medirla-; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se
difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica
por la superficie de los cuerpos (véase nota).
Es posible utilizar esta hipótesis, que por lo demás ya está en la base de nuestra teoría de la
«abreación», (véase nota) en el mismo sentido en que el físico emplea el supuesto del fluido
eléctrico que corre. Provisionalmente está justificada por su utilidad para resumir y explicar
múltiples estados psíquicos”213.
Así pues, a partir de este supuesto energético Freud plantea que una vez que la
suma de excitación se ha separado de la representación inconciliable (de la situación
212
Se trata de la teoría de las investiduras psíquicas y su desplazamiento, cuyo modelo se basa en
una comparación entre el sistema nervioso y un dispositivo eléctrico por el que fluyen corrientes
eléctricas, de lo que resulta la idea de un acrecentamiento energético que no se descarga exigiendo
una forma de tramitar tal exceso (Freud,1894a: 45, 48-9, 61; Freud,1895a: 205-14). Este supuesto
fundamental de la investidura también sería la base del llamado principio de constancia que formulara
posteriormente en términos psicológicos tanto en Pulsiones y destinos de pulsión (Freud,1915b: 114-
7) como en Más allá del principio del placer (1920) donde lo nombra como «principio de nirvana»
(Freud,1919g: 9, 26, 54) y que en su origen estaba formulado en términos fisiológicos en el Proyecto
(Freud,1895e: 340) por lo que hablaba de “una cantidad sometida a la ley general del movimiento”
(Freud,1895e: 339). Sin embargo desde el capítulo VII de La interpretación de los sueños Freud le da
un tratamiento ya no físico sino psicológico al concepto de investidura y además, según informa J.
Strachey, introduciría “desarrollos de vital importancia, en especial la noción de que la energía de
investidura se presentaba en dos formas: ligada y libre” (Freud,1894a: 64-5). Estos desarrollos a su
vez implicaban la distinción entre procesos psíquicos primario y secundario, que ya había sido
esbozada por Breuer en los Estudios (Freud,1895a: 206) y por Freud mismo en el Proyecto
(Freud,1895e: 416-8) pero que sólo fue dada cabalmente en La interpretación (Freud,1898b: 588).
213
Freud,1894a: 61.
214
Freud,1894a: 50.
dibujo maltrato - 67
215
Sobre estos aspectos de la angustia como suma de excitación véase: Freud,1894a: 45, 48-50, 53-
56, 58, 61, 64-5, 125-6, 163, 209; Freud,1895a: 35-6, 49-50, 205-214, 290-91; Freud,1895e: 416-18;
Freud,1898b: 572, 588; Freud,1906c: 51; Freud,1907a 107; Freud,1908c 181; Freud,1915c: 148-52;
Freud,1915d: 175, 179-81; Freud,1915k: 362, 365-8, 372-4, 386; Freud,1925j: 74-5, 88-9, 97, 103-4,
106, 117, 122-3, 132-4, 136-40; Freud,1929d: 131; Freud,1932b: 77-87.
216
Freud,1894a: 50; Forrester, 1989: 91-95.
217
Freud,1894a: 50; Freud,1896c: 209.
218
Freud,1894a: 53-6; Freud,1896a: 154.
219
Freud,1894a: 60.
220
Freud,1894a: 58; Laplanche, 1988: 267-80; Laplanche, 1981: 108-46; Bleichmar, 1984: 17-39, 58-
74; Forrester, 1989: 88-148; Assoun, 1994: 199-230; Porret, 1994: 205-09.
68- dibujo maltrato
Freud con relación a la teoría de la angustia, pues el estudio de las neurosis actuales
inicialmente había llevado a Freud a considerar que la angustia surgía de la
transformación de la libido insatisfecha por obra de procesos somáticos221. En
cambio, al examinar las psiconeurosis desde esta perspectiva energética, Freud
planteará que la razón para tal acumulación de excitación que no se descarga y se
transforma en angustia, no obedecía a fenómenos somáticos sino a procesos
psíquicos defensivos (que involucran afectos como el terror222), particularmente a la
represión223.
Así pues, en los primeros desarrollos sobre el trauma Freud piensa que la angustia
surge del proceso de represión, por el cual se separa una representación de su carga
afectiva quedando esta última en estado libre224, desligado, apto para mudarse en
angustia225. Posteriormente Freud dirá que la angustia también surge como reacción
frente al peligro en la forma de una señal del yo que permite iniciar la defensa226por
represión, la cual a su vez genera un tipo de angustia diverso, pero sólo será en el
texto Inhibición, síntoma y angustia de 1925, que Freud explicitará la nueva teoría
del surgimiento de angustia, articulándola con la primera teoría psicológica sobre la
221
Freud,1894b: 83; Freud,1895a: 105-107, 202, 222; Freud,1895d: 124-5; Freud,1896a: 150;
Freud,1898b: 342; Freud,1905c: 205; Freud,1906c: 51; Freud,1915c: 150; Freud,1915k: 366-8;
Freud,1932b: 76, 78.
222
Freud,1895a: 35, 49; Freud,1895d: 125-6.
223
Freud,1895a: 290-1; Freud,1915k: 368, 373; Freud,1932b: 77-8.
224
Freud,1895a: 50; Freud,1915k: 362.
225
Freud,1895a: 290-1; Freud,1915k: 362, 367-68, 373; Freud,1932b: 77-8.
226
Freud,1895e: 371; Freud,1914e: 98; Freud,1915k: 359, 369; Freud,1923a: 57; Freud,1925j: 77-9,
88, 90, 119, 123, 127, 130-3, 136, 152, 156; Freud,1926d: 189; Freud,1932b: 16, 76, 78-9, 84, 86-8;
Freud,1938d: 144, 146, 201. Al respecto Freud comenta que “mientras más pueda limitarse el
desarrollo de angustia a una mera señal, tanto más recurrirá el yo a las acciones de defensa
equivalentes a una ligazón psíquica de lo reprimido, y tanto más se aproximara el proceso a un
procesamiento normal, desde luego que sin alcanzarlo” (Freud,1932b: 84, 79; véase también
Freud,1915k: 359, 360). Desde un punto de vista tópico, introducido en El yo y el ello, Freud dice que
“con la tesis de que el yo es el único almácigo de angustia, sólo él puede producirla y sentirla, nos
hemos situado en una nueva y sólida posición desde la cual muchas constelaciones cobran un
aspecto diferente. Y de hecho no sabríamos qué sentido tendría hablar de una «angustia del ello» o
adscribir al superyó la facultad del estado de angustia. En cambio, hemos saludado como una
deseada correspondencia el hecho de que las tres principales variedades de angustia –la realista, la
neurótica y la de la conciencia moral- puedan ser referidas tan espontáneamente a los tres vasallajes
del yo: respecto el mundo exterior, del ello y del superyó. Con esta nueva concepción ha pasado
también al primer plano la función de la angustia como señal para indicar una situación de peligro”
(Freud,1932b: 79).
dibujo maltrato - 69
represión227. Allí planteara que la angustia misma pone en marcha la represión. Más
adelante retomaremos esta última teoría de Freud que nuevamente vincula la
angustia con el peligro, para ampliar este punto de vista.
Ahora bien, el hecho de que el proceso de represión genere angustia, y que esta
angustia sea tramitada mediante procesos de formación de síntoma, (según los
cuales se asocian estos afectos a nuevas representaciones que sustituyen a las
representaciones a las que originalmente estaban adheridas) permite entender la
relación entre los síntomas y el evento traumático. En ese sentido, los síntomas son
una forma de tramitación del trauma, es decir, constituyen una simbolización
sintomática del mismo, al permitir ligar la angustia228. Como puede verse, estas
consideraciones ponen de manifiesto no sólo la relación entre los conceptos de
angustia y trauma, sino también su articulación con la noción de simbolización.
En ese orden de ideas quisiéramos despejar ciertas dudas que pueden surgir a partir
del enfoque del trauma centrado en el campo de las afrentas. Estas dudas se
refieren al hecho de que en la teoría psicoanalítica los conceptos de trauma y
angustia básicamente son concebidos -lo recordamos- a partir del campo de la
sexualidad, de suerte que al abordar dichos conceptos centrándonos en el campo de
las afrentas puede pensarse que dejamos de lado la sexualidad y con ello
estaríamos fuera del campo del psicoanálisis. En ese sentido, vamos a profundizar
en la teoría de la represión para mostrar la relación de este mecanismo psíquico –
condición del trauma- y la sexualidad, y para mostrar que la represión no se reduce a
operar en el terreno de lo sexual. Esto nos permitirá mostrar como y por que el
concepto de trauma en Freud necesariamente implica articular el campo de las
227
Al respecto Lacan comenta que: “la angustia, tomémosla en su definición a mínima, como señal.
Como Freud la produjo al término del progreso de su pensamiento, esta definición no es lo que se
suele creer. No resulta ni de un abandono de sus primeras posiciones, que hacían de ella el fruto de
un metabolismo energético, ni de una nueva conquista, pues en el momento en que Freud hacia de la
angustia la transformación de la libido, se encuentra ya la indicación de que podía funcionar como
señal” (Lacan, 1962/3: 57. Véase también Laplanche, 1971: 419).
228
Sobre esta concepción de la angustia véase: Freud,1915d: 175; Freud,1915k: 251-2, 358-61, 360,
363-65, 368-74; Freud,1919b: 206-08; Freud,1919g: 29-32; Freud,1923a: 57; Freud,1925j: 75, 77-9,
88, 90, 104-5, 119-23, 127-46, 151-2, 154-9; Freud,1926d: 189; Freud,1932b: 75-9, 83, 86-8.
70- dibujo maltrato
229
Al respecto Strachey recuerda que para Freud la teoría de la represión es “el pilar fundamental
sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis, su pieza más esencial” (Freud,1914d: 15).
230
Tal teoría fue para Freud un gran descubrimiento, por lo que afirmo que: “estimo que esta es una
revelación importante, el descubrimiento de un caput Nili (origen del nilo) de la neuropatología”
(Freud,1896c: 202). En el texto Dos artículos de enciclopedia: «Psicoanálisis» y «teoría de la libido
Freud se refiere a sus primeros descubrimientos sobre el valor etiológico de la vida sexual y dice que
:“en la raíz de toda formación de síntoma se hallaban impresiones traumáticas procedentes de la vida
sexual temprana. Así el trauma sexual reemplazo al trauma ordinario, y este último debía su valor
etiológico a su referencia asociativa o simbólica al primero, que lo había precedido” (Freud,1922g:
239).
dibujo maltrato - 71
Ahora bien, examinemos por qué la sexualidad hace operar la defensa por represión
y por que otras situaciones también activan este proceso de defensa. Según Freud,
la represión de una vivencia traumática implica que esta no es integrada en el
conjunto más vasto de la vida anímica consciente, debido a que “el decurso de la
232
asociación es inhibido por resultar inconciliables entre sí representaciones de igual valor” .
Esto ocurre cuando se plantea el conflicto entre “las representaciones morales y el
recuerdo de las acciones propias o aun sólo de pensamientos que son inconciliables con
233
aquellas: la angustia de la conciencia moral” . Así pues, el trauma en las neurosis
corrientes ocurre debido a que:
Tenemos entonces que la sexualidad sería traumática porque entra en conflicto con
la conciencia moral produciendo la inclinación represiva de parte del yo235. Por ello
231
Este punto de vista se mantiene a lo largo de la obra de Freud. Así por ejemplo en los Estudios
sobre la histeria se lee que “la producción de los fenómenos histéricos, no se cumple enseguida
después del trauma, sino luego de un intervalo de incubación. Charcot llamaba de preferencia a ese
intervalo la “época de la elaboración (elaboration) psíquica” (Freud,1895a: 149). Veamos ahora una
cita del texto de 1934 Moisés y la religión monoteísta: “al tiempo transcurrido entre el accidente y la
primera aparición de los síntomas se lo llama «periodo de incubación»” (Freud,1934a: 65). O también
al hablar del terror dice que: “en los días subsiguientes a un accidente de ferrocarril, por ejemplo, se
revivirán las escenas terroríficas mientras se duerme y en la vigilia, siempre con renovación del afecto
de terror, hasta que al fin, pasado ese periodo de «elaboración psíquica» (Charcot) (cf pág 149) o de
incubación, se produzca la conversión en un fenómeno somático” (Freud,1895a:224; véase también
Freud,1925k: 232). Esta ultima cita evidencia que también las escenas terroríficas y no sólo las
sexuales implican el mecanismo del a posteriori.
232
Freud,1895a: 220.
233
Freud,1895a: 221. Vease también Freud,1914e: 90-3.
234
Freud,1894a: 49. Véase también Freud,1896b: 163; Freud,1896c: 209.
235
Freud,1896b: 171, Freud,1896c: 209. Posteriormente Freud agregara que para entender por que el
yo opone un veto a la sexualidad, hay que comprender que la amnesia histérica (que está al servicio
de la represión) tiene por base la amnesia infantil que recae sobre las primeras actividades sexuales
de la infancia (Freud,1905c: 172) creando las primeras huellas mnémicas sustraídas de la conciencia,
las cuales atraen nuevas representaciones que devienen inconscientes y sirven de base para la
formación de síntomas (Freud,1905c: 159). De allí que en una nota agregada en 1915 diga que no
72- dibujo maltrato
estas vivencias son difíciles de asociar con el conjunto de la vida anímica regido por
los preceptos morales siendo entonces reprimidas. De allí que, ante todo, para Freud
la represión implica “el interés voluntario de regocijarse con la propia personalidad, de estar
contento con ella, entra entonces en acción e incrementa al máximo la excitación de la
236
inhibición asociativa” .
puede entenderse la represión centrándose en aquello actual sin considerar que en este proceso
operan las primeras represiones (represión originaria), lo cual ilustra con la siguiente comparación “A
titulo de comparación puede servir el modo en que los turistas son llevados hasta la cúspide de la gran
pirámide de Giza: de un lado los empujan, del otro los atraen” (Freud,1905c: 159. Véase también:
Bleichmar, 1984: 19-39, 40-56, 57-74). Y es que antes de que en el periodo de latencia se edifiquen
(con ayuda de la educación) los poderes anímicos o diques (asco, vergüenza, reclamos estéticos y
morales) que encausan la pulsión, para Freud las primeras represiones han operado ya por
condicionamiento orgánico (Freud,1905c: 161) Más adelante en las paginas 78-9 explicaremos este
punto de vista con mayor detalle.
236
Freud,1895a: 221. Vease también Freud,1914e: 90-3.
237
Freud,1919a: 196-9.
238
Freud,1919a: 199.
239
Freud,1919a: 199.
dibujo maltrato - 73
240
elección incestuosa de objeto” . Por ello, al hablar de la represión como el proceso
por el cual se omite la reacción ante un estimulo psíquico de naturaleza sexual, dice
Freud que “lo mismo ocurre en esencia con la emoción producida por la pulsión de
241
venganza” .
Sin embargo, sería un error negar que las pulsiones sexuales son objeto privilegiado
del proceso represivo, pues principalmente son estas pulsiones las que hacen
fracasar la represión al conquistar una subrogación en los síntomas. De allí que
Freud diga que “la sexualidad infantil, que sucumbe a la represión, es la principal fuerza
pulsional de la formación de síntoma, y por eso la pieza esencial de su contenido, el
242
complejo de Edipo, es el complejo nuclear de la neurosis” . Con base en la cita
afirmamos entonces que existen otras fuerzas que son objeto del proceso de
represión, entre las cuales destaca la agresividad, tal como lo mostraremos.
Ahora bien, para Freud el sadismo y la sexualidad no son dos campos aislados que
se excluyen, sino que se coopertenecen siendo posible vincular el campo de lo
sexual con el de la agresividad y con la pulsión de muerte243.
240
Freud,1919a: 191. Como dijimos anteriormente, dicha conciencia de culpa se relaciona con el
proceso de la represión que parte de la instancia psíquica del Yo, por cuanto implica la comparación
del Yo con el ideal del yo (Freud,1914e: 92)
241
Freud,1895a: 218.
242
Freud,1919a: 199-200.
243
Al respecto Freud comenta que “No hemos propiciado el supuesto de una particular pulsión de
agresión y destrucción en el ser humano en virtud de las doctrinas de la historia ni de nuestra
experiencia en la vida, sino que lo hicimos sobre la base de consideraciones generales a que nos llevo
la apreciación de los fenómenos del sadismo y del masoquismo. ustedes saben que hablamos de
sadismo cuando la satisfacción sexual se anuda a la condición de que el objeto sexual padezca
dolores, maltratos y humillaciones, y de masoquismo cuando la necesidad consiste en ser uno mismo
ese objeto maltratado” (Freud,1932b: 96). Véase también Laplanche, 1973: 116.
244
Freud,1905c: 144; Laplanche, 1973: 116-39. Bleichmar, 1984: 67-94.
74- dibujo maltrato
En principio Freud piensa que el masoquismo no sería primario, sino que nacería por
transformación del sadismo248. Sin embargo, en una nota agregada en 1924 a los
Tres ensayos de teoría sexual Freud cambia de posición y dice que el masoquismo
más bien sería primario, ya que inicialmente aparecería un masoquismo erógeno a
partir del cual se desarrollan el masoquismo femenino y el moral, de modo que el
masoquismo por reversión del sadismo sobre la persona propia, sería secundario249.
245
Freud,1905c: 143-4, 174; Laplanche, 1973: 118-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
246
Freud,1905c: 143-4; Laplanche, 1973: 118-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
247
Freud,1905c: 144; Laplanche, 1973: 118-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
248
Freud,1905c: 144; Laplanche, 1973: 123-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
249
Sobre esto Freud comenta que “el masoquismo es más antiguo que el sadismo, y este es la
pulsión de destrucción vuelta hacia fuera, que así cobra el carácter de la agresión. Algún tanto de la
pulsión de destrucción originaria puede permanecer todavía en el interior, parece que sólo podemos
percibirla de manera patente bajo estas dos condiciones: que se haya conectado con pulsiones
eróticas para formar el masoquismo o que se vuelva hacia el mundo exterior como agresión –con un
mayor o menor suplemento erótico-“(Freud,1932b: 97-8). Véase también Freud,1905c: 144;
Laplanche, 1973: 123-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
250
Freud,1905c: 144, 180; Bleichmar, 1984: 67-94.
dibujo maltrato - 75
Así en la fase de latencia, donde se edifican los diques (asco, vergüenza, reclamos
estéticos y morales) que encauzan las pulsiones, aparece la compasión como
tendencia contraria a la pulsión cruel, de suerte que esta experimenta tres destinos
posibles; la represión, la formación reactiva o la sublimación253. Sin embargo, estas
pulsiones no desaparecen y aun ciertos aspectos se conservan durante todo el
periodo de latencia254.
251
Freud,1905c: 180-81; Laplanche, 1973: 119-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
252
Freud,1905c: 145, 155.
253
Freud,1905c: 161-2, 217-18; Bleichmar, 1984: 67-94.
254
Freud,1905c: 162.
255
Freud,1905c: 151-2; Laplanche, 1973: 117-39; Bleichmar, 1984: 67-94.
256
Freud,1905c: 182; Laplanche, 1973: 117-39.
257
Freud,1905c: 174, 186; Laplanche, 1973: 117-39.
258
Freud,1905c: 175-6. En una nota al pie de pagina agregada en 1910, pero fechada en 1905, Freud
dice que estas ideas ya no sólo proceden del análisis retrospectivo de adultos, sino que también
provienen de “una intelección directa de la psicosexualidad infantil mediante el análisis de diversos
76- dibujo maltrato
“La conducta de los niños en la escuela, que plantea a los maestros bastantes enigmas,
merece en general ser vinculada con la incipiente sexualidad de aquellos. El efecto de
excitación sexual de muchos afectos en si displacenteros, como el angustiarse, el
estremecerse de miedo o el espantarse, se conserva en gran numero de seres humanos
durante su vida adulta, y explica sin duda que muchas personas acechen la oportunidad de
recibir tales sensaciones, sujetas sólo a ciertas circunstancias concomitantes (su pertenencia
a un mundo de ficción, la lectura, el teatro) que amengüen la seriedad de la sensación de
displacer.
casos de contracción de neurosis en la primera infancia” (Freud,1905c: 176) entre ellos el caso
Juanito, que enseño acerca del simbolismo sexual elaborado mediante objetos y relaciones no
sexuales. Véase también Laplanche, 1973: 117-39.
259
Freud,1905c: 219.
260
Freud,1905c: 178. Otras situaciones de infancia donde se presenta la confusión de lo sexual y lo
agresivo serian los juegos, en donde la actividad muscular brusca, de contacto corporal produce
excitación sexual. Y aun en la inclinación a las disputas ya no musculares, sino de palabras (típicas de
la edad adulta) se observa una mezcla de lo sexual y agresivo -odios son amores- (Freud,1905c: 184).
Así mismo los procesos afectivos, aun los más intensos que involucran terror y angustia son fuentes
de excitación sexual (Freud,1905c: 185). Y aun considera Freud que: “Es posible que en el organismo
no ocurra nada de cierta importancia que no ceda sus componentes a la excitación de la pulsión
sexual” (Freud,1905c: 186). De allí que luego de hablar de fuentes directas e indirectas de la
sexualidad, proponga la teoría del apuntalamiento de la sexualidad en las funciones de auto
conservación, según la cual: “todas las vías de conexión que llegan hasta la sexualidad desde otras
funciones tienen que poderse transitar también en la dirección inversa (…) una buena parte de la
sintomatología de las neurosis, que yo derivo de perturbaciones de los procesos sexuales, se
exterioriza en perturbaciones de las otras funciones, no sexuales, del cuerpo” (Freud,1905c: 187). Y
como ejemplo menciona el placer oral y las perturbaciones de la nutrición, o la excitación sexual por
concentración y sus alteraciones reciprocas. En ese sentido, la sexualidad permite observar el
principio de placer previo por el cual un placer menor, puede permitir el desprendimiento de un placer
mayor (Freud,1905c: 192). Este mismo principio es aplicado al chiste (Freud,1905c: 131-2) y
posteriormente a la creación literaria, tal como veremos en el capítulo tercero.
261
Freud,1932b: 103.
dibujo maltrato - 77
Si es licito suponer que también sensaciones de dolor intenso provocan idéntico efecto
erógeno, sobre todo cuándo el dolor es aminorado o alejado por una condición concomitante,
esta relación constituiría una de las raíces principales de la pulsión sadomasoquista, en cuya
múltiple composición vamos penetrando así poco a poco”262.
Con base en lo anterior podemos comprender por qué las situaciones de maltrato no
sólo comprenden el campo del peligro y las afrentas, que enfatiza las tendencias
agresivas, sino también el campo de lo sexual. De ese modo la asociación entre
crueldad y sexualidad nos permite pensar que las situaciones de maltrato
comportarían un placer sexual y que los fenómenos clínicos referidos a la
agresividad que estos chicos despliegan en sus dibujos estarían cargados de
excitaciones sexuales. Por ello, al examinar las fantasías de los niños maltratados en
las que se reproducen situaciones donde en principio se es maltratado para luego
devenir maltratador, podemos suponer que estas fantasías tiene un carácter
masoquista y sádico, pues se pasa de una posición pasiva (donde cabria suponer un
placer sexual ignorado por el propio sujeto) a una activa (donde se obtendría un
placer sexual por la vía del sadismo).
262
Freud,1905c: 185.
78- dibujo maltrato
263
Freud,1896a: 151; Freud,1896c: 210.
264
Sin embargo Freud también indica que puede tratarse de otro niño y que tal seducción pudiera no
ser tan brusca en todos los casos (Freud,1896a: 152; véase también Laplanche, 1989: 111-112).
265
Freud,1896a: 151.
266
Freud,1896b: 168; Laplanche, 1989: 93-151.
267
Freud,1896c: 201; Laplanche, 1989: 93-151.
268
Freud,1895a: 222.
dibujo maltrato - 79
Ahora bien, como posteriormente Freud descubre que a menudo los recuerdos de las
escenas de seducción corresponden a fantasías269 y no a hechos reales270, esto le
permite considerar que la sexualidad no sólo es traumática por ser contraria a la
moral o por ser convocada tempranamente a partir de la intervención de un evento
externo, como la seducción de un adulto271, sino que además esta es traumática por
si misma. Esto debido a que en la infancia las pulsiones (sobre todo las parciales)
que pueden ser activadas por procesos internos272 igualmente no encuentran
posibilidad de una descarga satisfactoria273 constituyendo la fuente energética
constante de las neurosis274.
269
Freud,1887a: 301-02; Freud,1905d: 263-271.
270
Freud,1905c: 173.
271
Al respecto Freud habla de que las fantasías referidas al complejo de Edipo son universales y se
forman independientemente del vivenciar individual, pues corresponden a escenas reales de la
filogénesis. Freud habla de la fantasía del coito parental, de la seducción temprana, de la amenaza de
castración, del regreso al vientre materno, y finalmente la «novela familiar» en la cual se fantasea con
la posibilidad de ser hijo de otros progenitores (Freud,1905c: 206; Laplanche, 1987: 38-45, 120-121).
Pero en resumen, para Freud se trata de la elección de objeto incestuosa, propia del complejo de
Edipo del que nadie escapa (por cuanto los vínculos humanos se dan en la forma de la vida en
familia), y que en los neuróticos constituye el complejo nuclear de sus afecciones (Freud,1905c: 206-
7). Aquí las fantasías originarias del coito paterno actúan a la manera de una seducción originaria
(Laplanche, 1989: 129). En síntesis Freud dice que: “dada esta importancia de los vínculos infantiles
con los padres (…) es fácil comprender que cualquier perturbación de ellos haga madurar las más
serias consecuencias para la vida sexual adulta (…) desavenencias entre los padres, su vida conyugal
desdichada, condicionan la más grave predisposición a un desarrollo sexual perturbado o a la
contracción de una neurosis por parte de los hijos” (Freud,1905c: 208).
272
Al respecto Freud comenta que: “causas internas y ocasiones externas son decisivas para la
reaparición de la actividad sexual; en casos de neurosis, ambas pueden colegirse a partir de la
conformación de los síntomas y descubrirse con certeza mediante la exploración psicoanalítica. De las
causas internas hablaremos más adelante; las ocasiones externas contingentes cobran en esa época
una importancia grande y duradera. En primer término se sitúa la influencia de la seducción, que trata
prematuramente al niño como objeto sexual y, en circunstancias que no pueden menos que
provocarle fuerte impresión, le enseña a conocer la satisfacción de las zonas genitales; secuela de
ello es casi siempre la compulsión a renovarla por vía onanista. Semejante influencia puede provenir
de adultos o de otros niños; no puedo conceder que en mi ensayo sobre «la etiología de la histeria»
(1896c) yo haya sobrestimado su frecuencia o su importancia, si bien es cierto que a la sazón todavía
no sabia que individuos que siguieron siendo normales podían haber tenido en su niñez esas mismas
vivencias, por lo cual otorgue mayor valor a la seducción que a los factores dados en la constitución y
el desarrollo sexuales (véase nota) resulta evidente que no se requiere de la seducción para despertar
la vida sexual del niño, y que ese despertar puede producirse también en forma espontánea a partir de
causas internas” (Freud,1905c:173).
273
Esto debido a que: “serian, por una parte inaplicables, pues las funciones de la reproducción están
diferidas, lo cual constituye el carácter principal del periodo de latencia, por otra parte, serían en si
perversas, esto es, partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección
del desarrollo del individuo solo provocarían sensaciones de displacer. Por eso suscitan fuerzas
anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación de ese displacer,
los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza y moral” (Freud,1905c:162).
274
Freud,1905c: 148; Laplanche, 1987: 93-114.
80- dibujo maltrato
275
Freud,1896c: 211; Laplanche, 1987: 96-105.
276
La referencia explicita aparece en las cartas 70 y 71 que dirige a Fliess (Freud,1887a: 303-308;
Freud,1896b:161. Véase también Fernández, 2005d: 3).
277
Freud,1901a: 49; Freud,1914e: 90-8.
278
Veamos una cita donde Freud da a conocer públicamente este asunto, destacando que se trata de
una enmienda, o retoque a la teoría de la seducción: “yo no sabia distinguir con certeza entre los
espejismos mnémicos de los histéricos acerca de su infancia y las huellas de los hechos reales (…)
entre los síntomas y las impresiones infantiles se intercalaban las fantasías (…) tras esta enmienda,
los «traumas sexuales» fueron sustituidos en cierto modo por el «infantilismo de la sexualidad». No
estaba lejos un segundo retoque de la teoría originaria. Al caer por tierra la supuesta frecuencia de la
seducción en la niñez, corrió la misma suerte la exagerada insistencia en los influjos accidentales que
afectaban la sexualidad” (Freud,1905d: 266-7).
279
Al respecto anotamos que, además de Freud mismo (Freud,1914k: 87), otros autores también
consideran que este no abandona por completo la teoría de la seducción. Veamos una cita de Freud
donde se observa que de esta teoría se conserva el interés de la intervención del otro, de los
familiares, en el establecimiento del trauma: “debemos prestar tanta atención a las condiciones
puramente humana y sociales de los enfermos como a los datos somáticos y los síntomas
patológicos. Por sobre todo, nuestro interés se dirigiría a las relaciones familiares de los enfermos. Y
ello no sólo en razón de los antecedentes hereditarios que es preciso investigar, sino de otros
vínculos" (Freud,1901a: 18). Ahora, la importancia de los vínculos familiares no se refiere a la
seducción del adulto, tal como pensaba anteriormente, sino al complejo de Edipo de la infancia
(Freud,1901a: 62), formulado brevemente en el libro de los sueños. Con ello el lugar del otro en el
trauma ya no es pensado en una relación diádica de un otro adulto que ejecuta su deseo perverso
sobre un niño inocente, sino en una relación triangular, en donde lo traumático será no poder
satisfacer los perversos de infancia con un otro prohibido, la madre, que los refuerza, dado la barrera
del incesto impuesta por el padre. Al respecto queremos indicar otra forma de la seducción, referida
también a la influencia del otro, ya no bajo la forma de la seducción directa de un adulto sobre un niño,
sino bajo una forma más matizada. Veamos: “el trato del niño con la persona que lo cuida es para el
una fuente continua de excitación y de satisfacción sexuales a partir de las zonas erógenas, y tanto
más por el hecho de que esa persona –por regla general, la madre- dirige sobre el niño sentimientos
dibujo maltrato - 81
realidad psíquica, que no son pura actividad imaginaria dado que estas tienen su
origen en la pulsión que tiene un amarre en lo real biológico del cuerpo (Laplanche,
1989: 120-121).
En ese orden de ideas, la teoría del trauma reaparecerá más tarde en los desarrollos
de Freud referidos a las neurosis traumáticas y de guerra, que nuevamente dan
que brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa y lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un
objeto sexual de pleno derecho (véase nota)” (Freud,1905c: 203). Es decir, con sus cuidados y ternura
la madre despierta las pulsiones sexuales del niño al estimular las zonas erógenas, y más
específicamente las genitales, lo cual es diferente de la teoría de la seducción, pero sin embargo
comparte el mismo esquema de un otro que despierta la pulsión sexual (Freud,1932b: 112; Laplanche,
1989: 122-123). Y aun Freud dice que mimar excesivamente al niño, malcriarlo, en el sentido de
promover una insaciable demanda de amor, contribuye “en grado notable con sus mimos a despertar
la disposición del niño para contraer la neurosis” (Freud,1905c: 204). Vemos pues, que la seducción
indirecta de la madre desemboca, al igual que la del adulto perverso, en la disposición para la
neurosis. Esto se entiende al considerar que el apego del niño hacia la madre, de quien teme
despegarse, obedece a un amor que no puede satisfacerse (dada la barrera del incesto y la
inmadurez sexual) razón por la que la libido inaplicada se muda en angustia, sentando las bases de la
neurosis infantil (Freud,1905c: 204) y de la de edad adulta, pues de este apego quedan fantasías
incestuosas reprimidas, en las cuales los componentes libidinales reprimidos posteriormente hallan
satisfacción, siendo el estadio previo de los síntomas posteriores, de las fantasías diurnas y de los
sueños (Freud,1905c: 206). Así mismo, algunos autores también señalan que a partir del
descubrimiento de las fantasías de seducción apareció la tendencia a desvalorizar la importancia de
los hechos reales, dando primacía absoluta a la fantasía, mientras que en Freud ambos niveles
entraban dentro de la mencionada serie etiológica (Véase Fernández, 2003: 3; Fernández, 2005d: 1-5;
García: 2004: 59). Al respecto Laplanche comenta que comúnmente se considera que “la eficacia de
los acontecimientos externos proviene de los fantasmas que activan, y del aflujo de excitación
pulsional que desencadenan” (Laplanche-&-Pontalis, 1968: 470). Así la radical oposición entre
realidad y fantasía no es propia del psicoanálisis Freudiano (García, 2004: 7, 59). Véase también
Laplanche, 1989: 115-124; Fernández, 2003: 1-6; Fernández, 2005a: 6-8; Fernández, 2005d: 1-5.
280
Véase Freud,1896a: 153; Laplanche, 1989: 115-116, 120-123.
281
Véase Laplanche, 1989: 143-44, 151.
282
Laplanche, 1989: 116-7; Laplanche, 2001: 62-4.
82- dibujo maltrato
283
García: 2004: 59. Fernández, 2003: 3.
284
Freud,1919g: 14.
285
Freud,1895a: 223, 256.
286
Freud,1895d: 131, 134, Freud,1896c: 214.
287
Freud,1901a: 25.
288
Freud,1896a: 149.
289
Freud,1896a: 154.
dibujo maltrato - 83
“las neurosis traumáticas dan claros indicios de que tiene en su base una fijación al momento
del accidente traumático. Estos enfermos repiten regularmente en sus sueños la situación
traumática (…) es como si estos enfermos no hubieran podido acabar con la situación
traumática, como si ella se les presentara todavía a modo de una tarea actual insoslayable, y
nosotros tomamos esta concepción al pie de la letra: nos enseña el camino hacia una
concepción, llamémosla económica, de los procesos anímicos. Más: la expresión
«traumática» no tiene otro sentido que ese, el económico. La aplicamos a una vivencia que
en breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad del estímulo que su
tramitación o finiquitación (Aufarbeitung) por las vías habituales y normales fracasa, de
donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética”292.
Para comprender esto, recordaremos que al intentar explicar cómo se generaban los
síntomas de las neurosis histéricas, Freud buscaba establecer una relación entre los
síntomas de esta afección y las situaciones traumáticas en que estos se habían
formado293. Para ello Freud estableció una analogía entre el modelo etiológico de
estas afecciones y el de las denominadas "neurosis traumáticas", que básicamente
290
Fernández, 2003: 2.
291
Sobre este aspecto del trauma véase: Freud,1909d: 14; Freud,1915k: 250-3, 329-30, 332-3, 252;
Freud,1919g: 13; Freud,1932b: 26-8; Freud,1937b: 223; Freud,1938d: 72-4.
292
Freud,1915k: 251-2.
293
Freud,1893a:31.
84- dibujo maltrato
Ahora bien, las vivencias a las que se fijan los enfermos de neurosis traumáticas,
estarían plenas de afectos como el horror y el terror300, debido a que éstas son
situaciones de peligro que amenazan la condición de seguridad, la existencia
misma301. En las neurosis histéricas estas vivencias también estarían plenas de este
tipo de afectos, y otros como la angustia302. Pero, si en las primeras estos afectos
son generados por la situación de peligro que amenaza la seguridad, en el caso de
las histerias Freud dirá que estos afectos son generados por situaciones de ofensas,
294
Freud,1895a: 31.
295
Freud,1893a: 30, 32.
296
Freud,1893a: 29; Freud,1901a: 25.
297
Freud,1893a: 36; Freud,1895a: 32.
298
Freud,1894a: 56; Freud,1895a: 51.
299
Al respecto comenta Freud que “existe, por así decir, un propósito de expresar el estado psíquico
mediante uno corporal, para lo cual el uso lingüístico ofrece los puentes” (Freud,1893a: 35). Estas
simbolizaciones aplicarían para síntomas que involucran las zonas histerógenas, pero no para los
síntomas típicos, los cuales no contarían con tal mecanismo psíquico (Freud,1893a: 35). En los
estudios se lee que: “ese nexo puede ser tan claro que es bien visible como el suceso ocasionador
produjo justamente este fenómeno y no otro (…) en otros casos, el nexo no es tan simple; sólo
consiste en un vínculo por así decir simbólico entre el ocasionamiento y el fenómeno patológico (…)
hemos estudiado enfermos que solían hacer el más amplio uso de una simbolización así (véase nota)
“(Freud,1895a: 30-3).
300
Según Freud “en el caso de la neurosis traumática, la causa eficiente de la enfermedad no es la
ínfima lesión corporal; lo es, en cambio, el afecto de horror, el trauma psíquico” (Freud,1895a: 31). O
también que “Hoy ya nadie duda de que tampoco en el gran trauma mecánico de la histeria traumática
es el factor mecánico el eficaz, sino que lo es el afecto de terror, el trauma psíquico” (Freud,1893a: 32-
3).
301
Freud,1893a: 30, 34.
302
Nuevamente destacaremos el papel que Freud le asigna a la angustia y la vergüenza (entre otros
afectos) en la determinación del trauma psíquico. Veamos: “análogamente, nuestras pesquisas
averiguaron para muchos síntomas histéricos, sino para los más, unas ocasiones que es preciso
designar como «traumas psíquicos». En calidad de tal obrara toda vivencia que suscite los afectos
penosos del horror, la angustia, la vergüenza, el dolor psíquico” (Freud,1895a: 31-2).
dibujo maltrato - 85
ultrajes y afrentas303, tal como hemos señalado con insistencia. Ya veremos por qué
las afrentas pueden producir los mismos afectos que una situación de peligro que
amenaza la existencia 304.
En ese orden de ideas, señalamos una nueva correspondencia entre los fenómenos
clínicos observados en niños maltratados, las tesis psicoanalíticas sobre estos
abusos y los conceptos de trauma y angustia en Freud, pues al igual que en las
neurosis traumáticas e histéricas, en el maltrato algunos individuos también se
encuentran fijados a una situación teñida de afecto. En ese sentido, el maltrato no
sólo se asemeja a las afrentas producidas por las vivencias teñidas de afecto en la
histeria, sino que también puede compararse con las situaciones de peligro que
también producen vivencias plenas de afecto en las neurosis traumáticas. Esto es
posible debido a que en el maltrato infantil, no sólo se trata de una afrenta, de una
ofensa que produce ira, sino también de una situación de peligro que amenaza la
condición de seguridad del niño, tal como habíamos dicho anteriormente. Por ello, los
afectos de ira, angustia, terror, etc. que se presentan en el maltrato están
sobredeterminados, pues por un lado provienen de la significación del maltrato como
afrenta, y por el otro se generan como reacción frente a la situación de peligro.
303
Freud,1893a: 37.
304
Al respecto, nuevamente señalamos que la situación traumática no sólo responde a determinantes
económicos, sino que también implica considerar determinantes simbólicos, pues el trauma depende
de la conjugación de la intensidad del evento y la falta de reacción, que implica un déficit simbólico
referido a la imposibilidad de su inscripción y a la imposibilidad de lograr una traducción “ligadora”. Al
respecto algunos psicoanalistas plantean que: “para un psiquismo vulnerable puede tener
consecuencias desastrosas un evento aparentemente insignificante, o a la inversa, ciertas
organizaciones psíquicas sólidas no son afectadas mayormente por acontecimientos catastróficos.
Desde este punto de vista podría entonces reservarse el término de traumatismo para el fracaso del
trabajo de ligazón, cuando el exceso no puede ser integrado, cuando rebosa de modo duradero las
capacidades de elaboración del sujeto, cuando lo petrifica” (Fernández, 2005a: 6).
86- dibujo maltrato
vivencia sino que se asiste a “una serie de sucesos plenos de afecto: toda una
historia de padecimiento”305, o, dicho de otra manera, se trata del trauma por
sumación306. En ese sentido Freud explica que:
“no es la última mortificación, nimia en si, la que produce el ataque de llanto, el estallido de
desesperación, el intento de suicidio, con desprecio por el principio de proporcionalidad entre
el efecto y la causa, sino que esta pequeña mortificación actual ha despertado y otorgado
vigencia a los recuerdos de muchas otras mortificaciones, más tempranas e intensas, tras las
cuales se esconden todavía el recuerdo de una mortificación grave, nunca restañada, que se
recibió en la niñez “307.
Por ello, aunque Freud establece que las situaciones traumáticas debían cumplir con
dos condiciones, a saber que: “posea la pertinente idoneidad determinadora y que se
308
deba reconocerle la necesaria fuerza traumática” , el hecho de que las escenas
(sexuales o de afrentas) generalmente no satisfacían estas condiciones309, lo lleva a
considerar que estas situaciones traumáticas implican tomar en cuenta la
asociación de múltiples factores etiológicos, dada la sumación de escenas que
convergen en las cadenas mnémicas del recuerdo310. De allí que Freud considere
que la aparente reacción exagerada del neurótico ante escenas inocuas está
plenamente justificada311, pues en realidad la «quisquillosidad» anímica “tan frecuente
en los histéricos, que, al menor indicio de menosprecio, reaccionan como si se los hubiera
312
afrentado mortalmente” , corresponde a otras escenas pretéritas que se suman
formando algo así como “un material inflamable que ahora explota en toda su masa en
313
virtud del último choque” .
Así pues, para entender la enigmática magnitud de la reacción ante las afrentas que
se suman hay que tener en cuenta que en las cadenas mnémicas se establecen
305
Freud,1893a: 32.
306
Freud,1895a: 32.
307
Freud,1896c: 215.
308
Freud,1896c: 193.
309
Freud,1896c: 194.
310
Freud,1896c: 199; Laplanche, 1989: 112-118.
311
Freud,1896c: 215.
312
Freud,1896c: 215.
313
Freud,1896c: 215.
dibujo maltrato - 87
falsos enlaces314, pues sólo así puede comprenderse el hecho de que a menudo se
recuerda lo insignificante y se omite lo importante, tal como ocurre en la amnesia
infantil y en los denominados recuerdos encubridores315.
En ese sentido, hallamos otra correspondencia con los fenómenos clínicos que
observamos, pues al igual que en los casos de traumas por afrentas que se suman,
en los caso de los niños que estudiamos estos tampoco recordaban ni reproducían
fielmente las vivencias de maltrato, sino que construían fantasías sobre estas
situaciones imprimiéndoles elementos ajenos a la verdad histórico-vivencial.
314
Freud,1896c: 215.
315
Freud,1899a: 297-300.
316
Freud,1899a: 301.
317
Freud,1899a: 302.
318
Freud,1899a: 313, 315.
88- dibujo maltrato
«ecuación etiológica» que para producir sus efectos requiere de una articulación
múltiple319. Y es que Freud piensa que los afectos no sexuales por si mismos no
pueden producir una neurosis histérica, siendo necesario que entren en relación con
lo sexual320. El nexo de estas escenas podría ser por simultaneidad321, causalidad,
semejanza de contenido, etc. así mismo estos recuerdos podrían ser tanto
conscientes como inconscientes322. En todo caso, lo importante es que para Freud:
“la cadena asociativa siempre consta de más de dos eslabones; las escenas traumáticas no
forman unos nexos simples, como las cuentas de un collar, sino unos nexos ramificados, al
modo de un árbol genealógico, pues a raíz de cada nueva vivencia entran en vigor dos o
más vivencias tempranas, como recuerdos”323.
Esto lleva a la conclusión según la cual “ningún síntoma histérico puede surgir de una
vivencia real sola, sino que todas las veces el recuerdo de vivencias anteriores, despertado
324
por vía asociativa, coopera en la causación del síntoma” . Por ello, Freud dice que el
319
Para explicar sus tesis sobre las constelaciones etiológicas que rigen la neurosis Freud se refiere a
cuatro factores etiológicos que pueden acrecentar o disminuir su influencia en la serie. Estos son: a)
condición, b) causa especifica, c) causa concurrente, y, como termino no equivalente al anterior, d)
ocasionamiento o causa desencadenante (Véase Freud,1895d: 134). En ese sentido, recordamos que
la fuerza traumática puede hallarse en escenas que al amenazar la integridad convocan afectos de
terror, siendo considerados como causas concurrentes que sustituyen la causa especifica, mientras
que la idoneidad determinadora puede estar en una vivencia sexual que puede ser inocua o no, pero
que seria la causa especifica (Freud,1895d: 130). Este esquema etiológico luego incluirá la relación de
cooperación entre constitución y vivencias accidentales según el modelo de series etiológicas, en la
cual un factor decreciente de un lado es compensado por otro creciente del otro lado. Este modelo
etiológico seria llamado series complementarias en 1916-7 y se compone de dos elementos: 1) factor
predispocicional (en donde cooperan la constitución y las vivencias accidentales de infancia). 2) factor
definitivo (en donde cooperan la predisposición y las vivencias traumáticas posteriores) (Freud,1915k:
330)
320
Freud,1905c: 150.
321
Al respecto Freud comenta que: “en la técnica del psicoanálisis vale como regla que una conexión
interna, pero todavía oculta, se da a conocer por la contigüidad, por la vecindad temporal de las
ocurrencias, exactamente como en la escritura una a y una b puestas una al lado de la otra significan
que ha querido formarse con ellas la silaba ab” (Freud,1901a: 35). Véase también Laplanche, 1981:
108-46.
322
Freud,1896c: 195; Laplanche, 1981: 108-46.
323
Freud,1896c: 196.
324
Freud,1896c: 196. Esta tesis valdría incluso para casos donde la cadena asociativa parezca simple
permitiendo un enlace entre síntoma y escena traumática. Incluso si se trata de varios síntomas, al
final se halla que todos conducen a una serie de vivencias “cuyos recuerdos están recíprocamente
encadenados en la asociación” (Freud,1896c: 197). Al respecto Freud explica que: “al comienzo, las
diversas cadenas de recuerdos presentan, hacia atrás, unas trayectorias distintas, pero, como ya se
indico, están ramificadas; desde una escena se alcanzan al mismo tiempo dos o más recuerdos, y, a
su vez, de estos parten cadenas colaterales cuyos distintos eslabones acaso están asociativamente
enlazados con la cadena principal. Realmente no viene mal aquí la comparación con el árbol
genealógico de una familia cuyos miembros, además, se han casado entre si. Otras complicaciones
dibujo maltrato - 89
Por ello en el famoso caso Dora Freud piensa el trabajo analítico a partir de la
metáfora del arqueólogo que exhuma unos restos mutilados, que completaría
indicando donde la reconstrucción se yuxtapone a lo autentico328. Este punto de vista
del trabajo analítico se entiende al considerar que, según Freud mismo:
del encadenamiento se deben a que una escena singular puede ser evocada varias veces dentro de
una misma cadena, de suerte que posea nexos múltiples con una escena posterior, muestre un enlace
directo con esta y otro establecido por eslabones intermedios. En resumen la trama no es en modo
alguno simple, y bien se comprende que el descubrimiento de las escenas en una secuencia
cronológica invertida (que justifica, precisamente, la comparación con un yacimiento arqueológico
estratificado que se exhuma) en nada contribuye a una inteligencia más rápida del proceso”
(Freud,1896c: 197-8).
325
Freud,1901a: 73; Laplanche, 1978: 56-68.
326
Freud,1901a: 42, 45, 46.
327
Freud,1901a: 47-8, 73, 99.
328
Freud,1901a: 12; Freud,1905c: 121.
90- dibujo maltrato
Esta cita pone de manifiesto la dificultad (que en realidad ya había observado antes
del descubrimiento de las fantasías de seducción330) según la cual, los histéricos no
pueden presentar su caso de manera completa y coherente, haciéndolo más bien de
forma desordenada o desfigurada331. Por ello Freud señala que los informes
autobiográficos, la rememoración, resultan insuficientes para orientarse en el
análisis332. De allí que Freud diga que cuando los hechos se han conservado en la
memoria “el propósito que subtiende a las amnesias puede lograrse con igual seguridad
suprimiendo un nexo, y la manera más segura de lograr esto último es alterar la secuencia
temporal de los hechos. Y en efecto, dicha secuencia resulta siempre el componente más
333
vulnerable del tesoro mnémico, el más proclive a la represión” .
Sin embargo, sería un error decir que dicha modificación técnica se debe a que
Freud abandona la primer teoría del trauma centrada en el conflicto de los afectos
producidos por las afrentas334 y mortificaciones. Veamos una cita al respecto, que
329
Freud,1901a: 11.
330
Freud,1901a: 25. Se entiende entonces que la articulación del descubrimiento de las fantasías de
seducción con el anterior descubrimiento del hecho clínico de la desfiguración del material mnémico,
fundamentan la mencionada modificación técnica, que ya no busca un encadenamiento simple entre
síntomas y recuerdos.
331
Freud,1901a: 71.
332
Freud,1901a: 16; Laplanche, 1981: 108.
333
Freud,1901a: 17.
334
Al respecto señalamos que en el caso Dora la teoría del trauma como afrenta permanece, pues allí
la base de sus padecimientos no es otra que las afrentas a su deseos amorosos heterosexuales, que
encubrían otras afrentas referidas a sus inclinaciones homosexuales, más intensas y reprimidas que
las primeras (Freud,1901a: 51-2). En ese caso Freud insiste en la importancia de las afrentas y las
tendencias hostiles base de la venganza que convocan (Freud,1901a: 78, 92) lo cual califica como
una manía patológica de venganza (Freud,1901a: 84) que se realiza de forma desfigurada en los
sueños (Freud,1901a: 97) y actuaciones de Dora (Freud,1901a: 86). Así por ejemplo se destaca el
abandono de la cura como venganza hacia Freud (Freud,1901a: 105) vía la transferencia, última
plasmación de la enfermedad (Freud,1901a: 102-3) Ahora, la venganza convocada por las afrentas a
la integridad o por defraudaciones amorosas (celos) (Freud,1901a: 93), implican que esta es
dibujo maltrato - 91
Esta cita, además de indicar la continuidad de las primeras ideas sobre el concepto
de trauma muestra claramente que la teoría del trauma no surge del campo sexual, y
que más bien este campo fue introducido por Freud luego de haberse ocupado del
campo de las afrentas y del peligro. Además, el abandono con relación a los
desarrollos anteriores en realidad consiste en que “sólo he abandonado la insistencia en
el llamado estado hipnoide que, con ocasión del trauma, sobrevendría al enfermo y sería el
336
responsable del ulterior proceso psíquicamente anormal” .
El asunto es que ahora Freud tiene claro que el encadenamiento entre síntoma y
trauma psíquico resulta ser más complejo de lo que pensaba inicialmente, pues
consta de más de dos eslabones, tal como hemos visto, de suerte que Freud dice
que: “si no queremos abandonar la teoría traumática, tenemos que retroceder hasta la
infancia para buscar allí influencias que pudieron producir efectos análogos a los de un
337
trauma” .
En ese orden de ideas, la nueva técnica implica que los sueños y ocurrencias de los
pacientes sean objeto de asociación libre, y no sólo los síntomas, pues estos
fenómenos psíquicos revelan detalles de las escenas traumáticas que no pueden ser
rememorados, dado que no son conscientes338. Por ello Freud dice que “el
conocimiento de las conexiones de pensamiento que han adquirido eficacia en el individuo
339
es de valor insustituible para la solución de los síntomas” . Ello pone al descubierto que
los efectos del trauma no sólo aparecen en los síntomas sino también en los sueños,
gracias a la función multívoca de las palabras ambiguas y de las imágenes, así como
de los mecanismos inconscientes de condensación, desplazamiento, y de
mecanismos preconscientes como la elaboración secundaria, que permiten encubrir
significaciones múltiples340. De allí que el sueño sea considerado como una vía regia
para acceder a lo inconsciente341.
Así pues, Freud plantea que en el análisis se debe prestar igual atención a todos los
elementos que el paciente trae a la sesión, pues “después, en el curso del tratamiento,
el enfermo aportara lo que se había guardado o no se le había ocurrido por más que siempre
lo supo. Los espejismos del recuerdo demuestran ser insostenibles, las lagunas son
342
llenadas” . Por eso dice que “Sólo hacia el final del tratamiento se puede abarcar el
343
panorama de un historial clínico congruente, comprensible y sin lagunas” . Aquí Freud
nuevamente plantea que en la terapia se procede a la sustitución de los síntomas por
pensamientos conscientes, lo que quiere decir, que se pasa de la simbolización
sintomática que produce los síntomas a la simbolización elaborativa que los
cancela344.
340
Freud,1901a: 58. Véase también Laplanche, 1968: 56-61.
341
En el capitulo siguiente veremos la importancia de este punto de vista que otorga una función
significante a las imágenes del sueño. Por lo demás, otras formas de acceso a lo inconsciente
descubiertas en este periodo del trabajo de Freud son la duda y la negación (Freud,1901a: 60-1).
342
Freud,1901a: 17; Bleichmar, 1984: 17.
343
Freud,1901a: 17.
344
Laplanche, 1981: 108.
dibujo maltrato - 93
En otras palabras, en el trabajo clínico con estos niños no se dio una representación
meta, sino que más bien esperamos a que el material apareciera aunque fuera de
forma fragmentada, entramado en diversos contextos y distribuido en épocas
separadas, de suerte que sólo al final del análisis el material tomo una coherencia
diversa a la que apareció inicialmente. Por esta razón la reconstrucción de estos
casos se hizo a posteriori a partir de las notas que se tomaban luego de terminada
cada sesión. Por ello, nuestro análisis toma en consideración la multiplicidad de
factores sexuales y no sexuales que se conjugan, dando origen a diversas
significaciones simultáneas y sucesivas, que se inscriben en las relaciones del niño
con sus padres, en su complejo edipico, en el cual las afrentas conservan todo su
papel etiológico346. En nuestros casos, las afrentas del complejo de Edipo entran
en asociación con las afrentas derivadas del maltrato, sumando motivos para
convocar los sentimientos hostiles, base de la inclinación a la venganza.
Vamos ahora a exponer brevemente los desarrollos más posteriores de Freud sobre
los conceptos de trauma y angustia, así como sobre la noción de simbolización, para
indicar las restantes correspondencias que encontramos con la fenomenología del
345
Es decir, cuando se atendieron estos niños se partió de la regla de la asociación libre que está
fundamentada en la hipótesis del determinismo psíquico (Freud,1922a: 207; Laplanche, 1981: 108).
346
Sobre la relación del trauma como afrenta y el complejo de Edipo véase: Freud,1898b: 400;
Freud,1905c: 18, 42, 45-6, 51-2, 62, 78, 92; Freud,1909b: 83; Freud,1914e: 89-90; Freud,1919a: 184-
5,190; Freud,1919g: 20; Freud,1925e: 268, 272-4; Freud,1925j: 78, 103-4, 109, 117-23, 130-32, 134-5,
137-140; Freud,1926d: 198; Freud,1929d: 120-4; Freud,1931d: 220; Freud,1932b: 82; Freud,1938c:
275-6; Freud,1938d: 153, 189,194
94- dibujo maltrato
maltrato infantil y su elaboración clínica, las cuales destacan el papel que en ambos
casos desempeña la represión de las situaciones de peligro y de afrentas y su
relación con el campo de la sexualidad.
Al revisar los últimos desarrollos de Freud sobre la teoría del trauma observamos que
allí el acontecimiento violento que amenaza la condición de seguridad -destacado en
los primeras elaboraciones- vuelve a cobrar importancia y es articulado al campo de
la sexualidad. En esa lógica, Freud propone una nueva explicación para el trauma
ligada al conflicto yoico, obteniendo una concepción económica del peligro que
explica los diversos tipos de neurosis. Veamos una cita al respecto:
“las neurosis de guerra, en la medida que se diferencian por particulares cualidades de las
neurosis corrientes de tiempos de paz, deben considerarse como unas neurosis traumáticas
que fueron posibilitadas o favorecidas por un conflicto yoico (…) se libra entre el antiguo yo
de la paz y el nuevo yo guerrero del soldado, y se torna agudo cuando el yo-paz advierte
claramente que gran peligro de perder la vida le deparan las osadas empresas de su doble
parasito neoformado (…) si los psicoanalistas, para quienes sus pacientes han enfermado a
raíz de la “frustración de amor”, de las exigencias insatisfechas de la libido; si los
psicoanalistas, pues, hubieran seguido el ejemplo de sus opositores, habrían debido
aseverar que no podía existir neurosis alguna provocada por el peligro, o bien que las
afecciones que emergen tras una vivencia de terror no son neurosis. Desde luego nunca se
les ocurrió semejante cosa. Más bien ven ahí una posibilidad apta para reunir en una sola
concepción los dos hechos en apariencia divergentes. En las neurosis traumáticas y de
guerra, el yo del ser humano se defiende de un peligro que le amenaza de afuera o que se le
corporiza en una configuración del yo mismo; en las neurosis de transferencia de tiempos de
paz, el yo valora a su propia libido como el enemigo cuyas exigencias le parecen
amenazadoras. En ambos casos el yo teme un daño: aquí en parte de la libido, allí de parte
de los poderes externos. Y hasta se podría decir que en las neurosis de guerra, a diferencia
de las neurosis traumáticas puras y a semejanza de lo que sucede en las neurosis de
transferencia, lo que se teme es pese a todo un enemigo interior (…) es posible, con buen
derecho, caracterizar a la represión, que está en la base de toda neurosis, como reacción
frente a un trauma, como neurosis traumática elemental347.
347
Freud,1919b: 206-8.
dibujo maltrato - 95
Como puede verse Freud considera que las situaciones sexuales y de peligro
convocan el mecanismo de la represión que también opera en las situaciones de
afrentas, tal como habíamos afirmado anteriormente. Esto no significó, sin embargo,
que para Freud la etiología sexual de las neurosis no fuera correcta, lo cual sostuvo
hasta el final de su obra, sino que esta entraba en asociación con otros factores
etiológicos, tal como lo hemos subrayado con insistencia. Por ello la agresión
reprimida, y no sólo la sexualidad, puede mudarse en angustia. Veamos: “es la
representación la que experimenta la represión (…) pero su monto de afecto es mudado
comúnmente en angustia y, por cierto, sin que importe su naturaleza ni que se trate de
348
agresión o de amor” . En esa misma lógica Freud dice que:
“lo que discernimos acerca de las pulsiones sexuales vale de igual modo, y quizás en mayor
medida aun, respecto de las otras, las pulsiones de agresión. Son sobre todo ellas las que
dificultan la convivencia humana y amenazan su perduración; que limite su agresión es el
primer sacrificio, y acaso el más duro, que la sociedad tiene que pedir al individuo. Hemos
averiguado la ingeniosa manera en que se consuma este domeñamiento del díscolo. La
institución del superyo, que atrae hacia si las peligrosas mociones agresivas, establece por
así decir una guarnición militar (besetzung) en los lugares inclinados a la revuelta. Pero, por
otra parte, y considerado ello desde el punto de vista puramente psicológico, es preciso
confesar que el yo no se siente bien cuando así se lo sacrifica a las necesidades de la
sociedad, cuando tiene que someterse a las tendencias destructivas de la agresión que de
buena gana hubiera dirigido contra otro”349.
De igual forma al hablar del trauma del genero humano en Moisés y la religión
monoteísta Freud pone en el mismo plano sexualidad y agresividad, cuando dice que
en el individuo y en la cultura “hubo procesos de contenido sexual-agresivo que dejaron
secuelas duraderas, pero (…) fueron olvidados (…) y si llegamos a averiguar que los
traumas eficientes y olvidados se refieren en uno y otro caso a la vida dentro de la familia
350
humana, lo saludaremos como un suplemento en extremo bienvenido” . Se trata pues de
los efectos traumáticos que surgen de situaciones referidas a la sexualidad y la
agresividad dentro de los vínculos de la vida en familia.
En ese sentido, tenemos un nuevo punto de vista para explicar por qué en la
situación de maltrato no se puede reaccionar y se produce una situación traumática.
348
Freud,1932b: 77.
349
Freud,1932b: 102-3.
350
Freud,1934b: 77.
96- dibujo maltrato
Este punto de vista que subraya la ambivalencia afectiva del niño fue enfatizado por Melanie
Klein quien destaco el hecho de que la relación con las imagos parentales esta cargada de
angustias persecutorias que derivan del temor de una posible retaliación que los objetos
dirigirían sobre el pequeño como consecuencia de sus fantasías de ataques sádicos hacia
los objetos parentales351. Dicho punto de vista fue aceptado por Freud, tal como se
observa en el capitulo VII de El malestar en la cultura donde al examinar la severidad
del superyó y la génesis de la conciencia moral siguiendo el argumento de que
aunque “la agresión vengativa del hijo es co-mandada por la medida de agresión punitoria
352
que espera del padre” dice que no debemos olvidar que:
“la experiencia enseña que la severidad del superyó desarrollado por un niño en modo
alguno espeja la severidad del trato que ha experimentado [como lo han destacado
correctamente Melanie Klein y otros autores ingleses] Parece independiente de ella, pues un
niño que ha recibido una educación blanda puede adquirir una conciencia moral muy severa.
Empero, sería incorrecto pretender exagerar esta independencia; no es difícil convencerse
de que la severidad de la educación ejerce fuerte influjo también sobre la formación del
superyó infantil”353
351
Klein, 1927: 165-178; Klein, 1929b: 201-208; Klein, 1937: 101-171; Klein, 1948: 235-251.
352
Freud,1929d: 125. Vease también Freud,1914e: 98.
353
Freud,1929d: 125-6.
dibujo maltrato - 97
En ese orden de ideas Freud articula estos planteamientos con las tesis consignadas
en Tótem y tabú sobre el origen de la cultura a partir del asesinato del padre
primordial para plantear que
354
Freud,1929d: 125. Vease también Freud,1914e: 98.
355
Freud,1929d: 128. Vease Freud,1914: 98.
356
Freud,1929d: 134.
98- dibujo maltrato
En ese orden de ideas, Freud establece una distinción fundamental según la cual:
“cuando una aspiración pulsional sucumbe a la represión, sus componentes libidinosos son
357
traspuestos en síntomas, y sus componentes agresivos, en sentimiento de culpa” . Esto
nos permite comprender por que cuando los niños deben renunciar a la satisfacción
de la agresión vengativa actualizada por el maltrato dicha agresividad puede devenir
en sentimientos de culpa. Ya veremos que en muchos de los casos examinados en
el capitulo cuarto confirman esta tesis Freudiana.
357
Freud,1929d: 134.
358
Freud,1914e: 90-8.
359
Freud,1929d: 134.
360
Freud,1929d: 124-9. Vease también Freud,1914e: 98.
dibujo maltrato - 99
tarea más urgente, que está más allá del principio del placer361. Esta tarea consiste
en ligar el exceso de excitación por otras vías que las normales, tales como la
repetición de la situación a pesar de resultar displacentera. En esta perspectiva, el
terror362 es una noción que nuevamente tiene valor para Freud, tal como vimos al
inicio del capitulo, pues este afecto no sexual estorba la activación de las defensas
del aparato psíquico y de ese modo el exceso de excitación toma por sorpresa al
psiquismo y anula el principio del placer. Veámoslo en palabras de Freud:
“el terror conserva para nosotros su valor. Tiene por condición la falta del apronte
angustiado; este último conlleva la sobreinvestidura de los sistemas que reciben primero el
estímulo. A raíz de esta investidura más baja, pues, los sistemas no están en buena
situación para ligar los volúmenes de excitación sobrevivientes, y por eso las consecuencias
de la ruptura de la protección antiestímulo se producen tanto más fácilmente. Descubrimos,
así, que el apronte angustiado, con su sobreinvestidura de los sistemas recipientes,
constituye la última trinchera de la protección antiestímulo. En toda una serie traumas, el
factor decisivo para el desenlace quizás sea la diferencia entre los sistemas no preparados y
los preparados por sobreinvestidura (…) entonces, la violencia mecánica del trauma liberaría
el quantum de excitación sexual, cuya acción traumática es debida a la falta de apronte
angustiado”363.
En este sentido Freud examina el famoso juego del “fort-da”, donde el niño repite la
vivencia displacentera de la partida de la madre. Para Freud, el hecho de que esta
vivencia penosa sea transformada en juego obedecería al hecho de que “en la
vivencia era pasivo, era afectado por ella; ahora se ponía en un papel activo repitiéndola
364
como juego, a pesar de que fuese displacentera” . Esta cita muestra pues que en la
361
Al respecto Freud comenta: “llamemos traumáticas a las excitaciones externas que poseen fuerza
suficiente para perforar la protección anti-estímulo. Creo que el concepto de trauma pide esa
referencia a un apartamiento de los estímulos que de ordinario resulta eficaz. Un suceso como el
trauma externo provocara, sin ninguna duda, una perturbación enorme en la economía (betrieb)
energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa. Pero en primer momento
el principio del placer quedara abolido. Ya no podrá impedirse que el aparato anímico resulte anegado
por grandes volúmenes de estímulo; entonces, la tarea planteada es más bien otra: dominar el
estímulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que penetraron violentamente a fin de
conducirlos, después, a su tramitación” (Freud,1919g: 29).
362
Sobre el papel del terror en la teoría del trauma Freud comenta que: “Así volvería por sus fueros la
vieja e ingenua doctrina del choque (shock) , opuesta, en apariencia, a una más tardía y de mayor
refinamiento psicológico, que no atribuye valor etiológico a la acción de la violencia mecánica, sino al
terror y al peligro de muerte” (Freud,1919g: 31). O también que “el centro de gravedad de la acusación
parece situarse en el factor de la sorpresa, en el terror (…) no creo que la angustia pueda producir una
neurosis traumática; en la angustia hay algo que protege contra el terror y por tanto también contra la
neurosis de terror” (Freud,1919g: 12-3).
363
Freud,1919g: 31-2.
364
Freud,1919g: 16.
100- dibujo maltrato
“la tarea de los estratos superiores del aparato anímico sería ligar la excitación de las
pulsiones que entra en operación en el proceso primario. El fracaso de esta ligazón
provocaría una perturbación análoga a la neurosis traumática; sólo tras una ligazón lograda
podría establecerse el imperio irrestricto del principio del placer (y de su modificación en el
principio de realidad). Pero, hasta ese momento, el aparato anímico tendría la tarea previa
de dominar o ligar la excitación, desde luego que no en oposición al principio del placer, pero
independientemente de él y en parte sin tomarlo en cuenta (…) el niño repite la vivencia
displacentera, además, porque mediante su actividad consigue un dominio sobre la
impresión intensa mucho más radical que el que era posible en el vivenciar meramente
pasivo. Cada nueva repetición parece perfeccionar ese dominio procurado”366.
Ahora bien, en este nuevo abordaje Freud introduce el juego como una forma de
reacción frente a estas vivencias, además de la acción, la palabra y el procesamiento
asociativo de ideas. En síntesis, el juego del niño permitió destacar la función de la
repetición, que también aparecía en los fenómenos clínicos en donde en vez de
365
Freud,1923a: 16-7.
366
Freud,1919g: 34-5.
dibujo maltrato - 101
Estas observaciones son importantes para nosotros pues abren una perspectiva para
examinar los procesos de simbolización de maltrato, puesto que aquí se pone en
primer plano la función capital de la repetición en la reelaboración de estas
situaciones. De ese modo se entiende que nosotros perseguimos los rastros de
dicha repetición, no en el juego sino en el dibujo. En efecto en los dibujos los
niños maltratados también elaboran fantasías en las que sin proponérselo
voluntariamente repiten a posteriori -indirecta y desfiguradamente- situaciones
traumáticas y de angustia referidas a escenas de maltrato en vez de recordar las
escenas originales.
Tenemos pues que las correspondencias entre los fenómenos clínicos que
observamos en estos niños maltratados y las primeras elaboraciones de la teoría del
trauma y de la noción de simbolización se mantienen al articularlos con los
desarrollos freudianos posteriores.
En ese orden de ideas Freud sostiene que el niño y el adulto coinciden en esta forma
de tramitar sus vivencias penosas mediante procesos simbólicos que se sirven de la
compulsión de repetición368. Vemos entonces que esta idea del cambio de posición
367
Freud,1919g: 18. Al respecto Laplanche reconstruye una secuencia histórica de los términos
introducidos por Freud para dar cuenta del trabajo psíquico del paciente en la cura, estos son:
rememoración, catarsis, conexión asociativa, repetición, construcción, perelaboracion (Laplanche,
1981: 108). En ese orden de ideas, al considerar que este complejo encadenamiento de situaciones
traumáticas que se repiten requiere del mecanismo del a posteriori, observamos que dicho mecanismo
también opera en la infancia explicando así las neurosis infantiles (Freud,1896c: 210). Esto implica
que los dos tiempos del trauma no se reduzcan a la infancia y al periodo posterior a la latencia, es
decir, la adolescencia. Veamos: “al trauma de la infancia puede seguir de manera inmediata un
estallido neurótico, una neurosis de infancia”. (Freud,1934a: 74). En ese sentido, dice Freud que la
característica de esta neurosis infantil seria el hecho de que estaría: “poblada por los empeños
defensivos y por la formación de síntomas (…) en ella prevalece, por lo común, la defensa; en todos
los casos quedan como secuelas alteraciones en el yo, comparables a unas cicatrices” (Freud,1934a:
74)
368
Sobre este aspecto del trauma y la repetición véase: Freud,1893a: 37-40; Freud,1894a: 48-50;
Freud,1894c: 88; Freud,1895a: 33-37, 179, 212-19, 218, 244-5; Freud,1896b: 163; Freud,1896c: 194-
102- dibujo maltrato
5, 209, 216; Freud,1914k: 31-2; Freud,1915k: 251-2; Freud,1919b: 206-8; Freud,1919g: 4-5, 16-23,
29-32, 35-6; Freud,1919h: 245-51; Freud,1921d: 178; Freud,1923a: 16-7; Freud,1925j: 80, 89, 126,
142, 151; Freud,1932b: 76, 86-7; Freud,1938d: 72-3.
369
Fernández, 2003: 4.
370
Estas situaciones, sin embargo, lograrían su eficacia traumática a posteriori cuando se revelan
como formas primarias de la castración (Fernández, 2003: 4). Es decir, la angustia de castración se
diferenciaría de las demás situaciones de angustia por pérdida del objeto, pues es la forma más
elaborada en que la representación favorece la elaboración de las angustias y que retroactivamente
permite la reelaboración de las primeras situaciones de angustia, más difíciles de representar, de
simbolizar.
dibujo maltrato - 103
Por ello Freud distingue entre una “angustia automática” o que se genera
automáticamente, la cual es entendida como el residuo de la reacción directa y
automática frente a una situación traumática pretérita, mientras que la angustia que
371
Sobre esta concepción de la angustia véase: Freud,1915k: 358-9, 365, 368-72, 374, 391;
Freud,1920g: 92-3; Freud,1922a: 205; Freud,1925j: 76, 152, 154-57; Freud,1932b: 57, 73, 75-81, 86-
8; Laplanche, 1989: 102-104.
372
Freud,1915k: 369.
373
Freud,1915k: 360; Freud,1932b: 76.
374
Freud,1932b: 76.
104- dibujo maltrato
375
Freud,1915k: 360.
376
Es decir, la angustia señal es una huella del trauma, es la repetición de una vivencia significativa
(Freud,1895a: 193; Freud,1915k: 360; Freud,1925j: 80, 89, 126) es ya una simbolización sustitutiva,
una representación indirecta, que anuncia su inminencia (Assoun, 1993: 210). De allí que se piense
que la angustia es un símbolo mnémico que ha perdido su sentido originario, y que los síntomas
generados por la angustia son la materialización de un trauma psíquico (Freud,1925j: 120; Assoun,
1993: 210). Así, cuando los afectos provienen del inconsciente estos se presentan como angustia, o
en todo caso, cuando un afecto es reprimido este es canjeado por angustia en el inconsciente
(Freud,1915d: 175; Assoun, 1993: 212-3).
dibujo maltrato - 105
Con base en lo anterior Freud plantea la existencia de diversos peligros internos que
cambian a lo largo de las fases del desarrollo libidinal381 y que se presentan como
situaciones de angustia infantiles típicas. Estas situaciones tienen como factor común
el implicar la separación o pérdida de un objeto amado o de su amor382 que pueden
377
Freud,1932b: 86-7.
378
Freud,1932b: 87.
379
Noción esencialmente económica relacionada con la teoría del estado de tensión acumulada que
no se descarga, es decir, estrechamente vinculada con la vieja teoría de la angustia (Laplanche, 1975:
271).
380
Idea que también está presente ya desde el proyecto de psicología (1950a). Sobre esto Laplanche
comenta que: “como fenómeno automático o como señal de alarma, la angustia debe considerarse
como producto del estado de desvalimiento psíquico del lactante, que evidentemente constituye la
contrapartida de su estado de desvalimiento biológico” (Laplanche, 1971: 28).
381
Freud,1925j: 138.
382
Freud,1914e: 98; Freud,1925j: 142. Al respecto Lacan plantea que la castración del Otro produce
este tipo de angustias ominosas, pues así como la perdida del objeto deja al niño en el estado de
desvalimiento produciendo angustia, el hecho de que el Otro este castrado, implica que el otro (los
padres) que lo encarna, ya no es omnipotente y por tanto ya no asegura frente al desvalimiento, lo
cual genera la angustia (Lacan, 1962/3: 52, 55, 64, 72). Ello pone en evidencia la falta de autonomía
del sujeto y la dependencia del Otro (Lacan, 1962/3: 58). Sin embargo, Lacan también sostiene que
dice que “la angustia no es la señal de una falta, sino de algo que es preciso concebir en un nivel
106- dibujo maltrato
Ahora bien, cuando los objetos a que esta fijado (los padres) maltratan al niño puede
producirse la angustia por pedida del amor del objeto comportando un carácter
ominoso384, pues según Freud uno de los contenidos inconscientes que se actualizan
y producen angustias ominosas se refiere a la imago fragmentada del padre (padre
bueno-padre/malo o feroz) que deriva de la ambivalencia afectiva hacia éste385. Así
pues, cuando se actualiza la imagen feroz del otro que ha sido reprimida, se produce
una angustia ominosa386, pues se trata de la actualización de algo familiar que sin
embargo no es conocido y que debía permanecer oculto, pero que ha salido a la luz
redoblado como la carencia de apoyo que aporta la falta” (Lacan, 1962/3: 64), de modo que
paradójicamente lo que provoca la angustia no es sólo la nostalgia por el objeto, sino su inminencia,
no es sólo la alternancia de las ausencias y presencias de la madre, que son reproducidas en juegos
en que el niño no se angustia sino que se complace, como vimos respecto del juego del Fort-da.
Entonces si la falta produce deseo, y falta la falta, se produce angustia, es decir, la presencia del
objeto que intenta colmar la falta, produce angustia. Es que según Lacan la prohibición que instaura la
ley produce el efecto de la tentación, pues la ley y el deseo son la misma cosa por que comparten el
mismo objeto, de modo que al prohibir el objeto-madre, al tiempo se impone desearlo (Lacan, 1962/3:
93, 119-20, 163-64). En la angustia de castración, la prohibición es tentación, y por ello la angustia es
causada por la presencia de los objetos y no por su ausencia. En la angustia al superyo se trataría no
sólo de la perdida de su amor, sino también de que el sujeto tenga éxito. Se entiende entonces que
para Lacan la angustia surge no sólo de la perdida del objeto, sino del hecho de que este objeto del
deseo no falta (Lacan, 1962/3: 64, 77, 93, 159, 170-173). En síntesis, la angustia siempre está en
relación con el Otro.
383
Sobre esta concepción de las situaciones de angustia infantiles véase: Freud,1911f: 132-3;
Freud,1914a: 210-12; Freud,1914e: 90-8; Freud,1919a: 184-5,190-1; Freud,1919g: 20; Freud,1925e:
268, 272-74; Freud,1925j: 76-8, 89, 103-4, 109, 117-23,129-2, 134-5, 137-8, 140-2, 155-8;
Freud,1926d: 180,198, 202-3; Freud,1938c: 275-76; Freud,1938d: 153, 189
384
Freud,1919h: 219; Lacan, 1962/3: 52.
385
Freud,1919h: 232
386
Sobre esto Freud plantea que: “si la teoría psicoanalítica acierta cuando asevera que todo afecto
de una moción de sentimientos, de cualquier clase que sea, se transmuda en angustia por obra de la
represión, entre los casos de lo que provoca angustia existiría por fuerza un grupo en que pueda
demostrarse que eso angustioso es algo reprimido que retorna. Esta variedad de lo que provoca
angustia sería justamente lo ominoso, resultando indiferente que en su origen fuera a su vez algo
angustioso o tuviese como portador algún otro afecto (…) si ésta es de hecho la naturaleza secreta de
lo ominoso comprendemos que (…) esto ominoso no es efectivamente algo nuevo o ajeno, sino algo
familiar de antiguo a la vida anímica, sólo enajenado de ella por el proceso de la represión”
(Freud,1919h: 240-1)
dibujo maltrato - 107
Estas ultimas consideraciones sobre el trauma nuevamente nos llevan a plantear que
el fenómeno del maltrato infantil supone que el niño se enfrenta a una situación de
angustia, puesto que ya que dicho evento pone en juego la perdida de amor del
otro389, es apenas lógico que el niño tema quedar indefenso frente a la agresividad o
ferocidad venida de este. En ese sentido, planteamos que la perdida del amor del
otro puede producir o bien una angustia señal que pone en marcha la defensa
normal, o bien una angustia automática que puede desencadenar una situación
traumática paralizando las capacidades de simbolización asociadas a la defensa, por
cuanto puede convocar afectos como el terror o el horror. Por lo tanto, a partir de
estas consideraciones en el capitulo cuarto examinaremos la operatividad de estas
tesis en algunos de los casos de niños maltratados que hemos examinado.
Para finalizar nuestro recorrido por la teoría del trauma en Freud, vamos a integrar
esta mirada que enfatiza las situaciones de pérdida del objeto (sobre todo la
situación de amenaza de castración) con algunas ilaciones pensamiento Freudianas
que apoyan la concepción del trauma centrada en la problemática narcisista y en el
tiempo de su constitución390, las cuales apuntan a completar la homologación de las
situaciones de maltrato y de trauma que hemos hecho a lo largo del capitulo.
Aun cuando Freud no habla de trauma narcisista, hemos dicho ya que él utiliza
diversas expresiones cercanas a la etimología del término trauma que lo ponen en
387
Freud,1919h: 219-20, 225; Lacan, 1962/3: 52, 55, 60, 64, 72, 76-7, 86, 88, 93, 159, 170-73.
388
Freud,1919h: 246
389
Freud,1914e: 98.
390
Fernández, 2003: 4.
108- dibujo maltrato
Así por ejemplo, en Más allá del principio del placer Freud plantea que el enfermo
repite compulsivamente en la transferencia las más tempranas situaciones dolorosas,
de “desaire”, a las que se hallaba fijado y que ayudaron a poner término al amor
típico de la infancia propio del complejo de Edipo. En dicho texto se lee lo siguiente:
“la perdida de amor y el fracaso dejaron como secuela un daño permanente del sentimiento
de si, en calidad de cicatriz narcisista, que, tanto según mis experiencias como según las
puntualizaciones de Marcinowski (1918), es el más poderoso aporte al frecuente
391
«sentimiento de inferioridad» de los neuróticos” . En ese sentido, lo que permite
hablar de estas experiencias de desaire como trauma será el hecho de que a
posteriori se las repita a pesar del displacer que producen, pues ello pondría al
descubierto la compulsión de repetición.
En esa misma dirección en Pegan a un niño Freud habla del Edipo y retoma esta
cuestión del narcisismo y la afrenta para plantear que: “ser azotado, aunque no haga
mucho daño, significa una destitución del amor y una humillación. ¡tantos niños se
consideran seguros en el trono que les levanta el inconmovible amor de sus padres, y basta
392
un solo azote para arrojarlos de los cielos de su imaginaria omnipotencia!” . Por ello al
hablar de las circunstancias típicas que facilitan la renuncia a los deseos incestuosos
en el niño nos dice que se trata de: “ocasiones externas registrables que provocan
393
desengaños, como afrentas inesperadas” . De allí que plantee que: “la fantasía de paliza
y otras fijaciones perversas análogas sólo serían unos precipitados del complejo de Edipo,
por así decir las cicatrices que el proceso deja tras su expiración, del mismo modo como la
394
tristemente célebre «inferioridad» corresponde a una cicatriz narcisista de esta índole” .
Así mismo, al hablar de la conciencia de culpa dice que: “pareciera que la nueva fase
391
Freud,1919g: 20. Vease también Freud,1914e: 95-6.
392
Freud,1919a: 184.
393
Freud,1919a: 185.
394
Freud,1919a: 190. Vease también Freud,1914e: 95-6.
dibujo maltrato - 109
en que ingresa el niño la llevara consigo y, toda vez que perdura a partir de ese momento,
395
correspondiera a una formación cicatricial como lo es el sentimiento de inferioridad .
Sin embargo, el ser pegado también puede tener una significación diversa a una
destitución del amor, a ser humillado. En ese sentido, al comentar la fantasía de
flagelación dice Freud que el ser pegado no sólo sería significado como una afrenta
pues también podría tener una significación sexual. Veamos: “"el padre me ama" se
entendía en el sentido genital, por medio de la regresión se muda en: "el padre me pega (soy
azotado por el padre)". Este ser azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y
erotismo; no es sólo el castigo por la referencia genital prohibida, sino también su sustituto
396
regresivo” .
Como puede verse el ser azotado se inscribe tanto en el campo de las afrentas como
en el de la sexualidad, y aun, según vimos al hablar del sadismo y el masoquismo,
estos dos campos se enlazan desde la temprana infancia. Volvamos pues a la
problemática narcisista.
395
Freud,1919a: 191. Vease también Freud,1914e: 95-8.
396
Freud,1919a: 186. Véase también Laplanche, 1973: 133-39.
397
Freud,1934a: 75. Respecto del caso Freud comenta que en la época adulta a ese sujeto: “le
salieron a relucir, como el núcleo de su ser, unos rasgos de carácter que volvían difícil su trato para
todos sus allegados, desarrolló una personalidad absolutamente egoísta, despótica y brutal, para
quien era una evidente necesidad sofocar y mortificar a los demás” (Freud,1934a: 75-6). En ese
sentido, Freud relaciona las mortificaciones que este sujeto sufrió en su infancia con las
mortificaciones que ejecuta sobre otros a posteriori, es decir, confirma el esquema de la agresión
vengativa que había formulado desde los estudios sobre la histeria, y que los estudios psicoanalíticos
sobre el maltrato que revisamos confirman. En ese mismo sentido nuestro trabajo muestra que dichas
tendencias vengativas tramitadas aposteriori en la edad adulta también pueden ser satisfechas
sustitutivamente en la propia infancia.
110- dibujo maltrato
En el texto Duelo y melancolía, que puede considerarse como una continuación del
trabajo Introducción al narcisismo se lee:
“las ocasiones de la melancolía rebasan las más de las veces el claro acontecimiento de la
perdida por causa de muerte y abarcan todas las situaciones de afrenta, de menosprecio y
de desengaño en virtud de las cuales puede instilarse en el vinculo una oposición entre amor
y odio o reforzarse una ambivalencia persistente (…) el complejo melancólico se comporta
como una herida abierta, atrae hacia si desde todas partes energías de investidura (que en
las neurosis de transferencia hemos llamado «contrainvestiduras») y vacía al yo hasta el
empobrecimiento total”398.
Así mismo en el texto La escisión del yo en el proceso defensivo Freud estudia cómo
se comporta el yo en determinadas situaciones de aprieto como la amenaza de
castración, que ponen en peligro la condición de seguridad, y más específicamente el
interés narcisistico por los genitales, esto es, son potencialmente traumáticas402. En
esas circunstancias el resultado del conflicto se alcanza “a expensas de una
desgarradura en el yo que nunca se reparara, sino que se hará más grande con el tiempo.
Las dos reacciones contrapuestas frente al conflicto subsistirán como núcleo de una escisión
398
Freud,1915g: 250-1.
399
Freud,1925e: 268. Vease tambien Freud,1914e: 89-98.
400
Freud,1925e: 272. Vease tambien Freud,1914e: 89-98.
401
Freud,1925e: 274. Vease tambien Freud,1914e: 89-98.
402
Freud,1938c: 275.
dibujo maltrato - 111
403
del yo” . Ahora bien, la amenaza de castración concebida como una situación
traumática que afecta al yo, puede ser considerada como tal debido a que en ella se
juega algo del orden del terror, el cual, como hemos observado, es una de las
exigencias para que una situación adquiera el estatuto de trauma. Al respecto Freud
plantea que cuando un niño es amenazado con la castración por sus actos onanistas
se produce un efecto de terror que produce la escisión del yo404.
“por lo común, cede al padre la ejecución de la amenaza, para hacerla más terrorífica y
creíble. Asombrosamente, esta amenaza sólo produce sus efectos si antes o después se
cumple otra condición (…) si a raíz de la amenaza puede recordar la visión de unos genitales
femeninos (…) entonces cree en la seriedad de lo que ha oído y vivencia, al caer bajo el
influjo del complejo de castración, el trauma más intenso de su joven vida”405.
Dicho de otra manera: “el efecto conjugado de una amenaza de castración y la visión de la
406
falta de pene en la mujer le hacen experimentar el máximo trauma de su vida” . En ese
sentido Freud concluye que las formaciones psíquicas que menos resultan
accesibles al influjo psicoanalítico son “en la mujer, el deseo del pene; en el varón, la
407
actitud femenina hacia el sexo propio, que tiene por premisa la perdida del pene” . Por lo
que considera que “uno tiene la impresión de haber atravesado todos los estratos
psicológicos y llegado, con el deseo del pene y la protesta masculina, a la «roca de base» y,
408
de este modo al termino de su actividad” .
Ya en el texto de 1939 Moisés y la religión monoteísta Freud dice que las vivencias
traumáticas tienen por carácter común el hecho de que “se refieren a impresiones de
403
Freud,1938c: 275-6.
404
Freud,1938c: 276.
405
Freud,1938d: 189.
406
Freud,1938d: 153. Vease tambien Freud,1914e: 89.
407
Freud,1938d: 194.
408
Freud,1937b: 253. Vease también Freud,1914e: 89.
112- dibujo maltrato
naturaleza sexual y agresiva, y por cierto que también a daños tempranos del yo
409
(mortificaciones narcisistas)” .
“Es que la etiología de todas las perturbaciones neuróticas es mixta; o se trata de pulsiones
hiperintensas, esto es, refractarias a su domeñamiento por el yo, o del efecto de unos
traumas tempranos, prematuros, de los que un yo inmaduro no puede enseñorearse. Por
regla general, hay una acción conjugada de ambos factores, el constitucional y el accidental.
Mientras más intenso sea el primero, tanto más un trauma llevara a la fijación y dejara como
secuela una perturbación del desarrollo; y cuanto más intenso el trauma, tanto más
seguramente exteriorizara su perjuicio, aun bajo constelaciones pulsionales normales. No
hay ninguna duda de que la etiología traumática ofrece al análisis, con mucho, la oportunidad
409
Freud,1934a: 71.
410
Sobre la relación del trauma y el narcisismo véase: Freud,1893a: 37-8; Freud,1895a: 34-5, 216-17;
Freud,1896c: 215; Freud,1901a: 18, 23, 51-2, 62, 78, 84-6, 89, 92-3, 97, 105; Freud,1915g: 250-1;
Freud,1919a: 184-85,190-91; Freud,1919g: 20; Freud,1925e: 268, 272-74; Freud,1934a: 71;
Freud,1938d: 153, 189,194; Freud,1938c: 275-76.
dibujo maltrato - 113
más favorable. Sólo en el caso con predominio traumático conseguirá el análisis aquello de
que es magistralmente capaz: merced al fortalecimiento del yo, sustituir la decisión deficiente
que viene de la edad temprana por una tramitación correcta. Sólo en un caso así se puede
hablar de un análisis terminado definitivamente”411.
Como puede verse las situaciones traumáticas (entre las cuales hemos destacado
los maltratos que actúan como afrentas y mortificaciones narcisistas) tempranas
pueden ser rectificadas en la cura, pues allí puede sustituirse la antigua reacción
frente a las mismas (en nuestros casos represión de afectos de ira y cólera y la
agresión vengativa), por una nueva reacción mediada por procesos de simbolización
más elaborados (la venganza fantaseada en los dibujos de los niños), tal como lo
formulamos desde los primeros desarrollos de la teoría del trauma en la obra de
Freud.
“I. a) todos esos traumas corresponden a la temprana infancia (…) las impresiones del
periodo en que se inicia la capacidad del lenguaje se destacan como de particular interés
(…) b) por regla general, las vivencias pertinentes han caído bajo un completo olvido, no son
asequibles al recuerdo, pertenecen al periodo de la amnesia infantil que las más de las
veces es penetrado por restos mnemónicos singulares, los llamados recuerdos encubridores
(véase nota) c) se refieren a impresiones de naturaleza sexual y agresiva, y por cierto que
411
Freud,1937b: 223.
412
Al respecto algunos psicoanalistas plantean que “al enfocar las heridas narcisistas como marcas
del trauma precoz, la concepción económica se mantiene como un hilo de continuidad, tal como
parece fue en la evolución teórica de Freud. Dentro de este enfoque el mismo trauma de seducción
podría entenderse también como una puesta en forma de una vivencia precoz, como una tentativa de
ligar el exceso cuantitativo irrepresentable” (Fernández, 2003: 4).
114- dibujo maltrato
también a daños tempranos del yo (mortificaciones narcisistas). Sobre esto cabe señalar que
a tan temprana edad los niños no distinguen todavía de manera tajante, como si lo hacen
más tarde, entre las acciones sexuales y las puramente agresivas (malentendido sádico del
acto sexual) el predominio del factor sexual es, desde luego, muy llamativo y demanda ser
apreciado en la teoría (…) los traumas son vivencias en el cuerpo propio o bien
percepciones sensoriales, las más de las veces de lo visto u oído, vale decir, vivencias o
impresiones (…)
Los efectos del trauma son de índole doble, positivos y negativos. Los primeros son unos
empeños por devolver al trauma su vigencia, vale decir, recordar la vivencia olvidada o,
todavía mejor, hacerla real-objetiva (real), revivenciar de nuevo una repetición de ella: toda
vez que se tratara sólo de un vínculo afectivo temprano, hacerlo revivir dentro de un vínculo
análogo con otra persona. Resumimos tales empeños como fijación al trauma y como
compulsión de repetición (…) las reacciones negativas persiguen la meta contrapuesta; que
no se repita nada de los traumas olvidados. Podemos resumirlas como reacciones de
defensa. Su expresión principal son las llamadas evitaciones, que pueden acrecentarse
hasta ser inhibiciones y fobias (…) ellas son también (…) fijaciones al trauma, sólo que unas
fijaciones de tendencia contrapuesta”413.
Como puede verse a partir de esta cita y de las correspondencias hechas por
nosotros a lo largo del capitulo, resulta valido plantear que en algunas ocasiones las
características que definen la situación traumática también definen la situación de
maltrato infantil, así como también puede decirse que los fenómenos de repetición
observados en los dibujos y relatos de los niños maltratados que examinamos, dan
cuenta del carácter traumático que pudo tener el maltrato en algunos casos. Por lo
tanto consideramos que el intento de homologación de las situaciones de maltrato
infantil a que hacemos referencia y las situaciones traumáticas –según la teoría
freudiana- puede sostenerse.
Así pues, hemos visto que en la teoría Freudiana los conceptos de angustia y trauma
están estrechamente relacionados y mantienen una relación esencial con la noción
413
Freud,1934a: 71-3. Así al referirse a los síntomas, las limitaciones del yo y las alteraciones del
carácter asociados al trauma Freud dice que estos tienen: “una naturaleza compulsiva; es decir que, a
raíz de una gran intensidad psíquica muestran una amplia independencia respecto de la organización
de los otros procesos anímicos (…) no son influidos o no lo bastante por la realidad exterior (…) se
alcanza así el imperio de una realidad psíquica interior sobre la realidad del mundo exterior (…) es
licito discernir ahí la expresión directa de su fijación a una temprana parte de su pasado”
(Freud,1934a: 73-4)
dibujo maltrato - 115
Pero además Freud vincula estas situaciones traumáticas y los afectos penosos
como la angustia que les son correlativos, con las posibilidades de simbolización no
sintomáticas referidas a la rememoración del evento y la expresión del afecto en
palabras que implican –en contraste con la simbolización sintomática- la
diferenciación entre el evento y el afecto que convoca, entre el evento y el síntoma, o
entre la situación, su recuerdo y las fantasías asociadas. Sin embargo, vimos que a
menudo esta diferenciación resulta dificultada. Esto último se debe a que aun cuando
los procesos de simbolización (de pensamiento, el trabajo asociativo) comportan una
función traumatolítica (económica) puesto que reducen el monto de afecto de la
representación reprimida414, el hecho de que en la cura sea necesario enfrentar
nuevamente la situación traumática implica ciertas dificultades. Estas dificultades se
refieren a la aparición de los afectos penosos e intensos (como la angustia generada
automáticamente, el horror, y el terror) que paralizan los procesos psíquicos
asociativos y potencian los fenómenos de repetición415, en los cuales el nexo entre el
evento traumático y su repetición no es evidente.
414
Freud,1895a: 35. Al respecto Freud comenta que “La intensidad del afecto que un recuerdo es
capaz de desencadenar varía mucho, con arreglo a la medida en que estuvo expuesta a las diversas
influencias «desgastadoras»” (Freud,1895a: 216).
415
Sobre estos aspectos del trauma véase: Freud,1895a: 33-7, 179, 212-4, 216-19, 224-5, 244;
Freud,1893a: 39-40; Freud,1894a: 48-50; Freud,1894c: 88; Freud,1896b 163; Freud,1896c:194-5,
209, 216; Freud,1915k: 251-2; Freud,1919h: 245-51; Freud,1919g: 4-5, 16-23, 29-32, 35-6;
Freud,1921d: 178; Freud,1923a: 16-7; Freud,1925j: 80, 89, 126, 142, 151; Freud,1932b: 76, 86-7;
Freud,1934a: 72-3
116- dibujo maltrato
De igual forma, si en la cura pueden ser actualizados afectos que sabemos pueden
haber estado presentes en el momento del maltrato, como la ira, la cólera, o el enojo,
estos afectos también permiten poner en marcha la simbolización, cuando se
tramitan mediante una nivelación paulatina417. De esa manera el progresivo
despliegue de la agresión vengativa en las fantasías que se elaboran a partir de los
dibujos y relatos de los niños maltratados, permite realizar el cambio de la posición
pasiva (ausencia de reacción vengativa) a la activa (realización fantaseada de la
venganza) y de esa forma la compulsión de repetición de carácter masoquista se
resuelve a través de reproducciones reiteradas de dichas escenas donde los
procesos de simbolización permiten una satisfacción sádica que instaura variaciones
en la repetición.
416
En esa vía es importante cuestionarse sobre las condiciones que hacen posible el aprovechamiento
del trauma como dinamizador de la actividad psíquica y las que lo convierten en fuente de obstáculo a
la simbolización, pero también es importante considerar “el hecho de que sean precisamente las
rupturas que suspenden la simbolización las que deshacen las construcciones anteriores marcando el
curso del análisis” (Fernández, 2005a: 12). Por ello es posible representarse el trabajo el análisis
como “una incitación al derrumbamiento de los sistemas simbólicos sobre los cuales se apoya el
sujeto, dado que sería la condición para removilizar las capacidades de elaboración” (Fernández,
2005a: 12-3).
417
Freud,1895a: 212-4.
dibujo maltrato - 117
Por otra parte, desde la concepción del trauma como afrenta que hemos privilegiado
para realizar nuestro análisis de los casos de niños maltratados, es posible observar
que el trauma no corresponde solamente a la violencia del evento externo y al
incremento del monto de excitación que genera en el aparato psíquico (punto de
vista económico) sino también, y sobre todo, a la incapacidad de reacción del
aparato psíquico, que se relaciona de modo complejo con la subjetividad418, con la
singular significación que cada uno otorga a sus vivencias accidentales. Así pues el
maltrato como trauma por afrenta implica tener en cuenta estos acontecimientos
personales de la historia de un sujeto que se muestran importantes por los afectos
penosos que pueden convocar y que en principio activan complejos procesos
psíquicos que dificultan producir una reacción adecuada. Dicho de otra manera, el
acontecimiento (en nuestros casos el maltrato) entraría en una relación con algo de
la subjetividad y del mundo de las fantasías, para dar surgimiento al trauma
entendido como la ausencia de la reacción adecuada419.
En ese orden de ideas, aun cuando acordamos con los estudios psicoanalíticos
sobre el maltrato en la idea de que este no es traumático por si mismo, sin embargo
señalamos que a partir de la teoría del trauma en Freud, es posible considerar que el
maltrato en algunos casos puede adquirir el estatuto de trauma, si éste: 1) se
presenta en épocas tempranas en las que el lenguaje apenas se desarrolla420, 2)
presenta el carácter de estímulo hiperintenso, excesivo, que desborda la capacidad
418
Luego de indicar la presencia de afectos como el terror, el horror y la angustia, Freud añade que el
trauma también implica considerar que “de la sensibilidad de la persona afectada (…) dependerá que
la vivencia se haga valer como trauma” (Freud,1895a: 31-2).
419
Sobre este aspecto del trauma véase: Freud,1895a: 37; Freud,1895d: 131, 134-36;
Freud,1896a:149; Freud,1896c: 196-8, 214; Freud,1901a: 18, 23, 25-6, 47-8, 62, 73, 99; Freud,1905c:
186-7, 216-9; Freud,1934a: 71-2; Freud,1937b: 223. Al respecto, algunos psicoanalistas comentan
que: “la realidad (la externa, la de los eventos) es retomada en una subjetividad que le da su
consistencia, su coherencia, su sentido” (Fernández, 2005a: 4), o también “el acontecimiento real que
se hace “acontecimiento”, sólo en la medida en que es percibido e interpretado por el psiquismo.
Desde un punto de vista, el trauma (patológico) es un “no acontecimiento”, o bien todavía un
acontecimiento no sobrevenido, no percibido por el sujeto como tal, como si el aparato psíquico no
llegara integrarlo en la continuidad de la actividad psíquica, a hacerlo un acontecimiento psíquico”
(Fernández, 2005a: 4). Y esto se explicaría por el hecho de que “el acontecimiento, en efecto, se nutre
de la fuente inconsciente de la vida psíquica, se organiza en relación con las huellas mnémicas, las
represiones, la experiencia subjetiva; resuena” (Fernández, 2005a: 4). A partir de este argumento se
entiende por que los efectos del acontecimiento varían en cada persona, pues será la subjetividad la
que le otorgue o deniegue dicho estatuto de acontecimiento psíquico.
420
Freud,1905c: 186-7, 208, 216-20; Freud,1934a: 71-77.
118- dibujo maltrato
Vamos ahora a retomar el asunto de los medios que se utilizan en el trabajo clínico
para hacer operar los procesos de simbolización que permiten la elaboración de
estos abusos de infancia, específicamente aquellos implicados en la construcción del
fantasma o las fantasías. Esto con el ánimo de despejar dudas acerca de las
funciones y los usos del dibujo en dicho trabajo clínico, pues como hemos señalado
en el capitulo primero, desde algunas corrientes psicoanalíticas que dan primacía a
la palabra se han creado restricciones sobre el uso de otros medios en el proceso
terapéutico.
421
Freud,1893a: 39-40; Freud,1894a: 48-50; Freud,1895a: 33-37; Freud,1896b: 163; Freud,1896c:
194-5, 209, 216; Freud,1915k: 251-52; Freud,1919g: 31-2; Freud,1932b: 86-7.
422
Freud,1893a: 37-8; Freud,1895a: 34, 211-218, 221-223, 256; Freud,1895d: 130-34; Freud,1896a:
149-54; Freud,1896b: 168-69; Freud,1896c: 195, 201, 210-14; Freud,1905c: 144, 148-50, 203-06;
Freud,1932a: 206-08; Freud,1932b: 77, 102-03; Freud,1932c: 179, 184-85, 189-91; Freud,1934a: 31-
2, 71-3.
423
Freud,1915k: 251-52; Freud,1919g: 16, 18, 21, 31-2; Freud,1923a: 16-7; Freud,1932b: 76, 86-7,
Freud,1934a: 71-73.
424
Freud,1894a: 49; Freud,1895a: 220-21; Freud,1896b: 163, 171; Freud,1896c: 209; Freud,1901a:
23, 51-2, 78, 84, 89, 92-3, 97, 105; Freud,1905c: 172, 159, 206-08; Freud,1925j: 142.
425
Freud,1893a: 37-8; Freud,1895a: 34-5, 216-17; Freud,1896c: 215; Freud,1901a: 18, 23, 49-52, 62,
78, 84-6, 89, 92-3, 97, 105; Freud,1915g: 250-1; Freud,1919a: 184-85,190-191; Freud,1919b: 206-08;
Freud,1919g: 20; Freud,1920g: 184-5; Freud,1925e: 268, 272-74; Freud,1934a: 71-73; Freud,1938c:
275-76; Freud,1938d: 153, 189,194. En algunos casos que examinamos es posible observar que la
afrenta al narcisismo ocasiona la alteración o inhibición de ciertas funciones yoicas relacionadas con
la coordinación psicomotora (mutismo, encopresis, enuresis, etc.)
426
Freud,1893a: 32-3; Freud,1895a: 31-2, 212-14; Freud,1919g: 31-2.
427
Freud,1919b: 206-08; Freud,1922a: 185.
dibujo maltrato - 119
Por ello, pasaremos a abordar algunas tesis de Freud sobre la fantasía, poniéndolas
en relación con sus consideraciones y la de otros psicoanalistas referidas a
fenómenos en donde el mecanismo de la identificación -entre otros- cumple un
importante papel, tales como los cuentos infantiles, los mitos, el chiste, el humor, el
sueño, el juego infantil, la creación literaria y teatral. Esto con el ánimo de mostrar
algunas correspondencias -referidas a la función de dicho mecanismo de la
identificación- que hemos hallado entre estos fenómenos, las nociones freudianas de
simbolización y fantasía inconsciente, y los fenómenos clínicos que observamos y
que acabamos de señalar. Ya se vera que en todos estos fenómenos la identificación
del yo a un héroe es un hecho común que permite el despliegue de la actividad
fantaseadora, es decir simbólica.
De esa manera mostraremos -tanto a partir de la teoría como de los casos clínicos-
que la simbolización no se reduce al lenguaje oral y escrito, y que, por lo tanto, el
dibujo también comportaría funciones simbólicas que en ciertos aspectos son
semejantes a las de la palabra. Por ello además vamos a indicar algunas relaciones
que hemos hallado entre los sistemas significantes como el dibujo, que están
soportados en signos icónicos, y los sistemas de significación que se componen de
signos lingüísticos, tales como el lenguaje oral y escrito. Esto nos conducirá
finalmente a mostrar las semejanzas y diferencias en las funciones simbolizadoras
del dibujo y la palabra en el trabajo clínico de formación de fantasías.
Así pues, al realizar estas tareas podremos afinar el modelo explicativo que venimos
elaborando en los capítulos precedentes sobre el maltrato infantil y su elaboración
clínica, pues al ponerlo en relación con las teorías psicoanalíticas sobre el uso del
dibujo en el trabajo clínico de forjamiento de fantasmas o de fantasías con niños,
contaremos con un modelo más completo para examinar los fenómenos que hemos
observado en los dibujos de algunos niños maltratados. Pasamos entonces a
examinar algunos planteamientos freudianos sobre la fantasía.
428
Freud,1919a: 179
122- dibujo maltrato
Ahora bien, para nosotros es importante resaltar que a pesar de que estas fantasías
al implicar deseos inconscientes convocan afectos displacenteros para el individuo, y
por ello pueden paralizar algunos procesos de pensamiento asociativo conscientes
implicados en la simbolización, el hecho de que tales afectos sean vivenciados en
una situación que es fantaseada donde interviene el mecanismo de la identificación a
otro indeterminado hace que los mismos no produzcan tal efecto paralizante. Esto se
debe a que lo irreal de la fantasía consciente ofrece un matiz menos peligroso al yo
del fantaseador que de ese modo resulta asegurado de sufrir un daño, ya que es otro
personaje sustitutivo quien padece y sufre432. En ese sentido, la exteriorización de los
deseos inconscientes en fantasías constituye un trabajo de simbolización que
permite ligar tales afectos displacenteros a ciertas representaciones conscientes.
En ese orden de ideas, encontramos que al hablar de la fantasía de paliza Freud dice
que esta se compone de elementos relacionados con el narcisismo pues –como ya
habíamos dicho- esta fantasía:
“y otras fijaciones perversas análogas sólo serían unos precipitados del complejo de Edipo,
por así decir, las cicatrices que el proceso deja tras su expiración, del mismo modo como la
tristemente celebre «inferioridad» corresponde a una cicatriz narcisista de esa índole (…) es
429
Freud,1919a: 184-85, 189-91
430
Freud,1919a: 185
431
Freud,1919a: 177. De allí que en estas fantasías la ligazón incestuosa con el padre, tanto en la
niña (Edipo normal) como en el niño (Edipo invertido) sólo podía expresarse desfiguradamente
(Freud,1919a: 195)
432
Freud,1919a: 178, 187
dibujo maltrato - 123
bien sabido que este delirio de insignificancia de los neuróticos sólo es parcial y por entero
conciliable con la existencia de la sobrestimación de uno mismo, oriunda de otras fuentes”433.
En esa lógica, esta cita nos permite recordar el hecho de que en estas fantasías se
reproducen con tipicidad sorprendente situaciones de afrentas al narcisismo y
situaciones de rectificación o resarcimiento del narcisismo herido. Así mismo esta
cita nos permite destacar el hecho de que en dicho trabajo de exteriorización y
simbolización de situaciones displacenteras, las fantasías que se elaboran pasan por
diversas transformaciones, que van desde una posición donde se afirma el valor del
yo, hasta otras donde se le destituye este reconocimiento. Al respecto en el capitulo
primero señalamos que en algunos estudios psicoanalíticos sobre el maltrato se
hacia referencia a estas variaciones que Freud mostro en los contenidos de las
fantasías de paliza «pegan a un niño», develando tres fases434.
En la primera fase Freud observo que el niño azotado y quien lo azota nunca es
quien fantasea, puesto que en esta fase de la fantasía quien piensa sólo observa la
escena. Esto quiere decir que el drama que allí se desarrolla lo sufre otro y no el yo
del fantaseador. Sin embargo el autor de la fantasía está implicado allí pues esta
representación se refiere a sus recuerdos o deseos, por lo que esta fase puede ser
consciente435. Aquí los intereses egoístas del yo y las tendencias amorosas dirigidas
hacia los padres se actualizan en la relación con los hermanos, por lo que esta fase
de la fantasía expresa y satisface los celos, el odio y el violento rechazo hacia
estos436. Por ello aquí el ser azotado significa una “destitución del amor y una
437
humillación” . En ese sentido, señalamos que cada situación de afrenta, de
433
Freud,1919a: 190
434
Freud,1919a: 182-83
435
Freud,1919a: 182. Esta fase no es ni puramente sexual, ni puramente sádica, y corresponde a la
fase genital (Freud,1919a: 184)
436
Cabe señalar que Freud advierte que estos elementos no se han observado en las fantasías del
varón y señala que “quizás una observación más feliz podría eliminar esta diferencia” (Freud,1919a:
195) pues el mismo no considera exhaustivo el material de observación (Freud,1919a: 196) En efecto
nosotros pudimos constatar en las fantasías gráficas de los niños varones una fase donde se pega o
humilla a quien se odia por celos, tal como se vara en el capitulo siguiente.
437
Freud,1919a: 184. Al respecto recordamos el punto de vista de Freud según el cual; “tantos niños
se consideran seguros en el trono que les levanta el inconmovible amor de sus padres, y basta un
solo azote para arrojarlos de los cielos de su imaginaria omnipotencia. Por eso es una representación
agradable que el padre azote a este niño odiado” (Freud,1919a: 184)
124- dibujo maltrato
desengaño, que se recibe de los padres puede ser sentida como una destitución del
amor que se vincula con el complejo de Edipo438 .
Esto pone de manifiesto una vez más que en las fantasías el yo del fantaseador se
implica por medio de la identificación a un héroe, pues de esa manera se evita la
amenaza al narcisismo, a la condición de seguridad del yo, al tiempo que evita la
represión. Ya veremos la importancia que esta observación tiene para nosotros en lo
438
Freud,1919a: 185-86
439
Esta conciencia de culpa es atribuida por Freud a una instancia contrapuesta al yo, que luego será
llamada superyó (Freud,1919a: 191)
440
Freud,1919a: 183,190-191. Es que según Freud “a la conciencia de culpa le escandaliza tanto el
sadismo como la elección incestuosa de objeto”(Freud,1919a: 191)
441
Freud,1919a: 186,190-191
442
Freud,1919a: 187
dibujo maltrato - 125
que sigue, sobre todo cuando pasemos a examinar los procesos de simbolización
implicados en el forjamiento de fantasías en algunos niños maltratados. Por ello aun
cuando la tercera fase de la fantasía pegan a un niño se exterioriza bajo la forma del
sadismo la satisfacción que comporta es masoquista, pues los personajes que son
pegados –y que nuevamente son indeterminados- se multiplican (ya no es un niño
sino muchos) como sustitutos del yo de quien fantasea. Así mismo en esta fase ya
no pega el padre sino un sustituto, como un maestro443.
Ahora bien, para nuestros fines también es importante enfatizar que estas fantasías
no sólo se refieren a ser azotado, pues según dice Freud “la situación originaria simple
y monótona, del ser azotado puede experimentar las más diversas variaciones y adornos, y
444
el azotar mismo puede ser sustituido por castigos y humillaciones de otra índole” . De allí
que Freud califica estas fantasías como sueños diurnos y las compara con una
creación literaria en donde los héroes representan al yo445. Esto quiere decir que
pueden encontrarse múltiples variaciones de este tipo de fantasías y por ende no es
extraño que allí los sujetos representen diversas situaciones de afrentas al
narcisismo (y que por ello dan cuenta de los intereses egoístas del yo y de las
tendencias amorosas edípicas que implican aspectos sádicos y masoquistas) En esa
lógica, recordamos que las afrentas al narcisismo son situaciones que pueden
devenir traumáticas cuando no se puede reaccionar ante ellas mediante actos,
palabras o por el trabajo de pensamiento. Ello implica entonces que la formación de
la fantasía se vincula con el trabajo de pensamiento de los sistemas inconsciente –
preconsciente - conciente por medio del cual se repite la situación de afrenta al
tiempo que se la rectifica al asociarla con otras representaciones que permiten el
resarcimiento del narcisismo afrentado. Por ello el hecho de que la afrenta sea
tramitada por medio del trabajo de pensamiento asociativo -que permite la formación
de fantasías- da cuenta de la imposibilidad de reaccionar por medio de actos o
palabras. 446.
443
Freud,1919a: 183
444
Freud,1919a: 183
445
Freud,1919a: 188
446
Sin embargo, también es cierto que estas fantasías edipicas, que develan los deseos ocultos no
siempre permanecen en el plano psíquico, puesto que en ocasiones la susceptibilidad e irritabilidad
126- dibujo maltrato
Para apoyar esta afirmación recordamos que al comentar las teorías sobre el sueño
de Scherner, Freud se muestra en acuerdo con este autor cuando señala que la
fantasía en el sueño se libera del poder entendimiento, de toda medida rigurosa,
teniendo un dominio ilimitado que permite una actividad creativa y no sólo
reproductiva, en la cual el lenguaje conceptual no resulta el más apropiado y por ello
más bien se sirve del lenguaje de las imágenes. Veamos una cita donde Freud
expresa esta idea sobre la fantasía claramente:
“Sin duda, toma los últimos ladrillos de la memoria de vigilia, pero con ellos construye
edificios que difieren enormemente de las figuras de la vigilia; en los sueños ella resulta ser
no sólo reproductiva, sino también productiva (ibid., pag. 31) Sus propiedades prestan a la
vida onírica sus caracteres particulares. Muestra predilección por lo desmesurado,
extremado, monstruoso. Pero al mismo tiempo, liberada de las estorbantes categorías del
pensamiento, gana mayor flexibilidad, soltura, versatilidad. Es sensible, hasta la extrema
finura, para los movimientos tiernos del ánimo y para los afectos provocativos, y transforma
enseguida la vida interior en algo exterior visible y plástico. A la fantasía onírica le falta el
lenguaje conceptual; lo que tiene que decir debe pintarlo en forma intuible, y dado que no
influye el concepto debilitante, aquella pinta con la plenitud, la fuerza y la grandiosidad de la
forma plástica. Con ello su lenguaje se vuelve, por nítido que sea, difuso, embarazado y
torpe. Estorba particularmente la claridad de su lenguaje el hecho de que este tiene
repugnancia a expresar un objeto con su propia imagen, y de buena gana escoge una
imagen ajena si esta es apta para expresar aquel único aspecto del objeto en cuya figuración
que originalmente están dirigidas hacia el padre, luego se asocian con personajes sustitutivos, y, en
ese sentido, estos sujetos también se hacen afrentar por ellos realizando en actos la situación
fantaseada de ser azotado por el padre. No sobra señalar que todo ello se realiza en su propio
perjuicio y para su sufrimiento (Freud,1919a: 192) Por lo demás, esto pone en evidencia que las
fantasías no sólo se exteriorizan a través de la palabra. Más adelante retomaremos el falso problema
de la restricción de la construcción de fantasías al uso de la palabra.
447
Freud,1898b: 106-7.
dibujo maltrato - 127
se empeña. Esta es la actividad simbolizadora de la fantasía (…) (Ibid., pag. 32). Muy
importante es además que la fantasía onírica no dibuja exhaustivamente los objetos: sólo
delinea sus contornos, y aun esto con la mayor libertad. Por eso sus pinturas parecen
inspiradas por el genio. Pero la fantasía onírica no se detiene en el mero dibujo del objeto,
sino que se ve interiormente precisada a enredar con él, en mayor o menor grado, al yo-
sueño, y así a producir una acción. El sueño por estímulo visual, por ejemplo, pinta monedas
de oro esparcidas en la calle; el soñante las recoge, se regocija, las lleva consigo”448.
Esta cita nos permite comprender por que las imágenes tiene una función significante
(lenguaje en imágenes) que no sólo permite reproducir objetos o situaciones sino
producir transformaciones cuando se realiza la figuración fantasmática. Es esta
propiedad del dibujo la que permite entonces el despliegue de la actividad
fantasmática en el trabajo clínico.
·µ¸¶
Esto se debe a que aun cuando estos fenómenos echan raíces en el mismo terreno
que los síntomas neuróticos, esto es, en el conflicto entre lo inconsciente y las
fuerzas represoras, los primeros se diferencian de estos últimos por el hecho de que
permiten una solución al conflicto que no es de naturaleza asocial y por ende no
psicopatológica. En ese sentido, recordamos que Freud plantea que los síntomas de
la neurosis histérica, de la neurosis obsesiva y de la psicosis, son intentos asociales
448
Freud,1898b: 106-7.
128- dibujo maltrato
de solución del conflicto que “cuando son realizados válidamente para una mayoría,
449
reciben los nombres de poesía, religión y filosofía” .
Empecemos por señalar que el juego del niño, aunque involucra a otros, es «un
sistema psíquico cerrado a sus fines», pues no juega para ser observado. Sin
embargo, el niño tampoco oculta su juego de otros, en contraste con el adulto que se
avergüenza de su fantasear y lo oculta450. Esto debido a que, por un lado, como en
su juego desea ser como los adultos ello no sería motivo de ocultamiento, en cambio,
el fantasear del adulto resultaría penoso por ser infantil, pero, sobre todo, porque los
deseos productores de las fantasías del adulto son prohibidos451. Así las cosas, si al
niño se le permite jugar y fantasear, y si su deseo se reduce al deseo de ser grande,
de modo que no tendría motivos para ocultar ese deseo, nos preguntamos entonces
por qué, sin embargo, a menudo se observan inhibiciones en las exteriorizaciones de
las fantasías mediante el jugar o dibujar infantil.
449
Freud,1919c: 257
450
Freud,1907c: 129
451
Freud,1907c: 129
dibujo maltrato - 129
Para explicar este punto de vista, consideremos que para Freud el deseo nace de la
insatisfacción o dicho de otro modo “el dichoso nunca fantasea; sólo lo hace el
452
insatisfecho” , de lo que resulta que; “los deseos son las fuerzas pulsionales de la
fantasía, y cada fantasía es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria
453
realidad” . En ese sentido, el deseo está relacionado con la realidad de cada uno,
pues “los deseos pulsionantes difieren según sexo, carácter y circunstancias de vida de la
454
persona que fantasea” . Con base en lo anterior suponemos entonces que en los
niños están presentes otros deseos -diversos al de ser como el adulto- que están
relacionados con su historia singular, y que, en esa medida, entrañan el motivo del
ocultamiento. Ya veremos qué tipo de deseos prohibidos -y por ende insatisfechos-
podemos encontrar en los niños, específicamente en aquellos que fueron
maltratados y que motivan nuestro interés investigativo. Sin embargo, a pesar de las
diferencias singulares Freud considera que es posible agrupar los diversos deseos
humanos en dos orientaciones rectoras, a saber; deseos ambiciosos y eróticos (y
aun los primeros apuntan a los segundos y se subsumen en ellos).
En ese sentido, destacamos el hecho de que Freud piensa que el niño debe
aprender a “sofocar la desmesura en su sentimiento de sí, en que lo malcriaron en su niñez,
a fin de insertarse en una sociedad donde sobreabundan los individuos con parecidas
455
pretensiones” . Esto es importante para nosotros porque pone de manifiesto el
carácter narcisista del niño456, por lo que así mismo destacamos el hecho de que
Freud muestra que la naturaleza del niño es inconciliable con este propósito. Esta
tesis Freud la confirma al descubrir que -de forma similar al poeta- en su juego el
niño generalmente se representa como un héroe al cual hay que proteger de
todos los peligros para garantizar el sentimiento de seguridad, de
invulnerabilidad, de su «majestad el yo»457. Esta idea Freud la resume y la ilustra
452
Freud,1907c: 129; Klein, 1927: 173.
453
Freud,1907c: 130
454
Freud,1907c: 130
455
Freud,1907c: 130. Vease también Freud,1914e: 87-9.
456
Freud,1914e: 88.
457
Freud,1907c: 132. Al respecto Freud comenta que “(…) en esa marca reveladora que es la
invulnerabilidad se discierne sin trabajo … a su majestad el Yo, el héroe de todos los sueños diurnos
así como de todas las novelas” (Freud,1907c: 132) Véase también Freud,1914e: 88.
130- dibujo maltrato
citando una frase del poeta Anzengurber “«eso nunca puede sucederte a ti»”458. Se
trata pues del egocentrismo, del narcisismo propio de las fantasías.
Por ello, aun cuando en algunos casos el héroe no sea el protagonista de la fantasía,
pasando a segundo plano o limitándose a ser espectador, los otros personajes,
divididos radicalmente en buenos y malos (en contraste con los matices de los reales
caracteres humanos) aparecen como auxiliadores del yo-héroe, o como sus rivales o
enemigos459.
En ese orden de ideas, al considerar que Freud plantea que el psicoanálisis “hallo en
lo anímico inconsciente el terreno común en que tenían sus raíces tanto las más elevadas
como las más ínfimas mociones del alma y desde el cual se alzaban las operaciones
460
anímicas más normales y las desviadas patológicamente” , destacamos una interesante
correspondencia entre síntomas y creaciones artísticas. Esta se refiere a que las
fantasías que sustentan las creaciones literarias y los juegos de los niños, en un
punto se muestran próximas a las fantasías de perversas que sustentan los síntomas
y que con dificultad los adultos confiesan en el tratamiento psicoanalítico, a saber:
Que en todos estos casos los deseos insatisfechos del fantaseador son figurados de
forma indirecta mediante la sustitución del yo por otros personajes que lo
representan461.
458
Freud,1907c: 132.
459
Freud,1907c: 132. Se trata pues de la escisión del yo “por observación de si, en yoes-parciales”
(Freud,1907c: 133) lo cual lleva a los sujetos a “personificar luego en varios héroes las corrientes que
entran en conflicto en su propia vida anímica”. (Freud,1907c: 133)
460
Freud,1919c: 256
461
Freud,1905e: 278; Freud,1919a: 178, 182-3, 187.
462
Freud,1905e: 277
dibujo maltrato - 131
ese modo, en el drama teatral -al igual que en la creación literaria y en el juego del
niño- Freud observa que la fantasía permite crear un «mundo propio» que contrasta
con la realidad efectiva, pero que sin embargo es tomado muy en serio463, pues de
todas formas allí también se despliegan grandes montos de afecto464.
Así pues, en todos estos casos esta presente el fenómeno de la «ilusión», según el
cual; el espectador (de obras teatrales o de creaciones literarias) y el niño
fantaseador que juega, identifican su yo con el héroe de un drama, a condición de
que los sufrimientos los padezca ese otro, de suerte que la escena no amenace la
seguridad propia, el narcisismo465, y aun de que ese yo-otro-héroe finalmente
también sea objeto de protección y de piedad466. Por ello, al igual que en la fantasía
de paliza y que en el juego del niño, el espectador de la obra teatral puede tolerar
todas las variedades del sufrimiento del héroe en sus dramas “con una complacencia
467
casi masoquista” . En esa lógica Freud observa que el creador literario y teatral dan
un tratamiento a los afectos penosos según las diversas modalidades literarias, de
modo que “como en la comedia, despierte sólo la inquietud y después la calme, o que,
468
como en la tragedia, concrete el penar mismo” .
Esto explica por qué también en las obras literarias, donde los límites entre realidad y
fantasía se borran, primando la ilusión, la ficción469, las escenas que normalmente
producen afectos ominosos como el terror o el horror, no llevan a tal desenlace, dado
que la condición de seguridad del yo, el narcisismo, no está amenazado470.
463
Sobre esto Freud plantea que aun cuando en el juego y la obra teatral este mundo irreal se
apuntala en objetos del mundo real que actúan como protagonistas del drama, no se confunde con la
realidad (Freud,1907c: 127-8). La obra literaria se diferenciaría por que en ella falta este
apuntalamiento en los objetos de la realidad (Freud,1907c: 134).
464
Freud,1905e: 277; Freud,1907c: 127-134
465
Freud,1914e: 88.
466
Freud,1905e: 278; Freud,1919a: 178, 182-3, 187
467
Freud,1905e: 278; Freud,1919a: 187.
468
Freud,1905e: 278
469
Freud,1919h: 244
470
Freud,1919h: 235-37, 244-48.
132- dibujo maltrato
Como puede colegirse, este fenómeno de la ilusión es entonces una condición para
la formación de fantasías conscientes e inconscientes que versan sobre situaciones
traumáticas y de angustia que de otro modo resultarían difíciles de simbolizar y
elaborar, pues de esa forma las representaciones utilizadas para la formación de
fantasías aflojan los lazos con la realidad histórico-vivencial y en ese sentido
permiten ligar la angustia a nuevas representaciones en las cuales resulta tramitada.
“el trabajo anímico se anuda a una impresión actual, a una ocasión del presente que fue
capaz de despertar los grandes deseos de la persona, desde ahí se remonta al recuerdo de
una vivencia anterior, infantil las más de las veces, en que aquel deseo se cumplía, y
entonces crea una situación referida al futuro, que se figura como el cumplimiento de ese
deseo, justamente el sueño diurno o la fantasía, en que van impresas las huellas de su
origen en la ocasión y en el recuerdo. Vale decir, pasado, presente y futuro son como las
cuentas de un collar engarzado por el deseo”472.
Tenemos pues que la fantasía tiene una estructura compuesta de tres elementos
temporales (del pasado, del presente y del futuro) cuyas relaciones se ordenan por
medio del deseo. Esta explicación pone de manifiesto el hecho de que las vivencias
de infancia también fundan los deseos particulares de cada sujeto, que luego serán
prohibidos y permanecerán reprimidos en el inconsciente. En ese sentido, las
fantasías no son pura imaginarizacion, pues guardan relaciones con las vivencias
reales de infancia.
471
Freud,1907c: 131
472
Freud,1907c: 130
dibujo maltrato - 133
473
Esto se debe –lo recordamos- a que este deseo narcisista de agresión vengativa debe ser
disfrazado, pues entra en contradicción con los imperativos sociales de la vida en familia que vienen
de la autoridad externa, así como de su representante interno, el superyó. Es decir, resultan
inconciliables siendo objeto de represión.
474
Freud,1907c: 130
134- dibujo maltrato
En este orden de ideas, nuestro trabajo pretende demostrar que en el caso del
dibujar infantil también aplica la tesis de Freud sobre los tres tiempos de la fantasía y
su relación con el deseo que los engarza, tesis que Freud aplica no sólo al sueño
sino al fantasear en general, tal como vimos al examinar la fantasía de paliza "pegan
a un niño". Así, suponemos que el deseo de venganza que no pudo satisfacerse,
y por tanto pertenece al pasado, se actualiza al dibujar por alguna asociación
con algún elemento de la situación presente, de modo que al aparecer como
cumplido en el dibujo la venganza se representa como realizada. Así el
narcisismo que antes se había visto afrentado ahora aparece como resarcido.
Ya veremos que al analizar algunos de los casos puede verse este encadenamiento
temporal en los dibujos y fantasías de algunos niños.
475
Freud,1919a: 196, 199-200; Freud,1929d: 125, 128, 134; Freud,1932b: 77, 102-3; Freud,1934b:
77.
dibujo maltrato - 135
tales deseos vengativos no podría más que provocar una angustia persecutoria,
próxima al terror, y con ello la inhibición de la actividad fantaseadora y de su
exteriorización476.
Es por esto que Freud asigna gran valor a la técnica mediante la cual el poeta
plasma sus fantasías, pues; “muchas cosas que de ser reales no depararían goce pueden,
empero, depararlo en el juego de la fantasía, y muchas excitaciones que en si mismas son
en verdad penosas pueden convertirse en fuente placer para el auditorio y los espectadores
481
del poeta” . Se entiende entonces que si en la creación artística es indispensable la
técnica o el estilo con el que se da forma a estas fantasías, en el niño, en quien no
prima este interés estilístico482, es indispensable conocer los medios que permiten crear
476
De allí que la segunda fase de la fantasía de paliza, donde reaparece el yo y su objeto de deseo
incestuoso (el padre) por lo general sea inconsciente y al ser construida en el análisis genere
vergüenza, culpa, etc. (Freud,1919a: 196, 199-200)
477
Freud,1907c: 131
478
Freud,1907c: 131. Vease también Freud,1914e: 94.
479
Freud,1907c: 131
480
Freud,1907c: 131. Vease también Freud,1914e: 94.
481
Freud,1907c: 128
482
Widlocher, 1975: 23-4, 74.
136- dibujo maltrato
fantasías conscientes e inconscientes que encubren los deseos prohibidos. En ese sentido
hemos indicado ya que este encubrimiento básicamente se refiere a la
sustitución del yo y de los objetos por otros personajes que los representan.
En el caso del artista, se trata de una técnica para superar el escándalo “que sin duda
483
tiene que ver con las barreras que se levantan entre cada yo singular y los otros” . En esa
técnica Freud observa dos clases de recursos, por un lado: “atempera el carácter del
sueño diurno egoísta mediante variaciones y encubrimientos, y nos soborna por medio de
una ganancia de placer puramente formal, es decir, estética, que el nos brinda en la
484
figuración de sus fantasías” . Ahora, Freud dice que la ganancia de placer que nos
ofrece el poeta mediante la estética tiene la función de “posibilitar con ella un
desprendimiento de placer mayor, proveniente de fuentes psíquicas situadas a mayor
485
profundidad, la llamamos prima de incentivación o placer previo” . En ese orden de
ideas, el goce genuino de la creación poética sería la liberación de tensiones en
nuestra alma, más que el goce estético, el cual sólo sería el placer previo, que sin
embargo, es fundamental para que el goce genuino se produzca. Este soborno
estilístico posibilita entonces que los espectadores puedan identificarse a los
personajes de la obra y gozar de las fantasías que se representan sin
remordimiento ni vergüenza por el deseo prohibido que allí se expresa
desfiguradamente.
Ahora, retomando la pregunta que nos hacíamos sobre la posibilidad de que también
se encuentren deseos prohibidos en el niño diversos al deseo de ser grande, si ahora
consideramos que el deseo insatisfecho del adulto que anima sus fantasías es un
deseo infantil prohibido que provocaría escándalo y que por lo tanto permanece
reprimido en el inconsciente, podemos entender que este deseo del adulto es
también el deseo del niño. Y en efecto, el deseo del adulto por lo general se refiere a
los deseos infantiles incestuosos y parricidas que provocan angustia. Es por esta
483
Freud,1907c: 134
484
Freud,1907c: 135
485
Freud,1907c: 135. Según vimos en el apartado sobre sadismo y masoquismo, esta teoría del
placer previo es aplicada por Freud para explicar el desprendimiento del placer sexual y luego el
mecanismo del chiste.
dibujo maltrato - 137
razón que en el niño se registran otros deseo que no se reducen al querer ser como
el adulto, y que al contrario de esto último exigen ser ocultados, pues su carácter
erótico y ambicioso le genera elevados niveles de angustia por cuanto convoca la
amenaza de la castración, la pérdida del amor del objeto, que según hemos visto
constituyen una amenaza al narcisismo486. De allí que Freud diga que cuando se le
pregunta al poeta por la fuente de su material, éste, al igual que el niño, “no nos dará
487
noticia alguna, o ella no será satisfactoria” .
Sin embargo, volviendo al asunto de los medios con que cuenta el niño para
desfigurar sus deseos, a diferencia del adulto poeta, quien encubre el carácter
escandaloso de sus deseos mediante la transformación estética, el niño, como ya
dijimos, no dispone de una técnica estética similar, por lo que su forma de
encubrimiento es diversa. Por ello, la perspectiva psicoanalítica que adoptamos para
estudiar los dibujos de los niños maltratados no se ocupa tanto de consideraciones
de carácter estético, sino más bien de los procesos de simbolización mediante
los cuales se consigue la desfiguración los deseos inconscientes en las
fantasías (lo cual no significa que no haya relación entre lo estético y lo simbólico en
486
Freud,1914e: 98.
487
Freud,1907c: 127
138- dibujo maltrato
los dibujos de los niños) los cuales pueden rastrearse examinando los dibujos y
relatos a los que se asocian tales fantasías. Esto quiere decir que en los dibujos
los deseos prohibidos pueden representarsen en fantasías gracias a una serie
de mecanismos psíquicos que tienen por finalidad el encubrimiento, la
desfiguración, o presentación deformada de tales deseos, pues de esta forma
estos pueden lograr una representación que no despierte la defensa por parte
de las instancias anímicas superiores.
En ese sentido, al examinar los dibujos de los niños maltratados mostraremos que el
deseo inconsciente de agresión vengativa sólo puede realizarse en las fantasías
mediante deformaciones que al mismo tiempo ocultan el deseo, o al menos ocultan
los nexos del deseo con la persona que lo desea, haciéndolo impersonal. Por ello,
estas fantasías desfiguradas protegen contra la angustia, a pesar de tener un
carácter potencialmente angustiante488. Examinemos con más detalle este punto de
vista.
Partamos pues del hecho de que al examinar algunos de los dibujos de los niños
maltratados se observa que allí opera la función del doble que según Freud permite
precisamente el aseguramiento del narcisismo489. Respecto del doble Freud explica
que el motivo de este consiste en que “en su origen fue una seguridad contra el
490
sepultamiento del yo, una «enérgica desmentida (dementierum) del poder de la muerte»” ,
con lo cual se destaca su naturaleza esencialmente narcisista. Así pues, el fenómeno
del doble se refiere al fenómeno que venimos señalando según el cual en las
fantasías el yo del fantaseador es sustituido por otro personaje que lo representa.
488
En ese sentido, estamos de acuerdo con la tesis de Lacan de que el fantasma protege frente a la
angustia (Lacan,1953/4: 24-5; 1954/5: 113-132, 319-335, 391-411, 415-439; Lacan, 1962/3: 11, 31-7,
51, 59, 60-61, 85)
.
489
Freud,1919h: 233
490
Freud,1919h: 235. Vease tambien Freud,1914e: 88.
dibujo maltrato - 139
Sin embargo, este fenómeno del doble a menudo puede perder su función
protectora, pues con la superación de la fase narcisista “cambia el signo del doble: de
491
un seguro de supervivencia, pasa a ser el ominoso anunciador de la muerte” . Por ello el
fenómeno del doble también puede provocar angustias de carácter ominoso cuando
ha devenido terrorífico492. Esto quiere decir que cuando el niño dibuja sus dramas por
medio de la identificación a un héroe, el hecho de que el disfraz del yo desaparezca
puede producir un efecto ominoso, dado que aquello que debía permanecer oculto
no lo estaría más y saldría a la luz abruptamente. Así pues, a partir de estas
consideraciones sobre lo ominoso destacamos el hecho de que para Freud las
creaciones del narcisismo con que el yo enfrenta inicialmente la realidad al ser
“tocadas” nuevamente a menudo pueden producir un efecto ominoso. En ese sentido
Freud dice que “se tiene un efecto ominoso cuando se borran los límites entre fantasía y
realidad, cuando aparece frente a nosotros como real algo que habíamos tenido por
fantástico, cuando un símbolo asume la plena operación y el significado de lo simbolizado, y
493
cosas por el estilo” . Esto quiere decir que cuando la realidad psíquica y la realidad
material no se diferencian, la creencia en la omnipotencia de los propios
pensamientos es valorada como peligrosa, pues se considera que estos
pensamientos tendrían efectos reales, yendo más allá de una mera intención494, tal
como lo había observado Melanie Klein al examinar las fantasías en los juegos y
dibujos de los niños495 .
491
Freud,1919h: 235
492
Freud,1919h: 244. Ello se debe a la actualización de algo familiar (el doble es el yo) que sin
embargo no es conocido y que debía permanecer oculto, pero que ha salido a la luz abruptamente
(Véase Freud,1919h: 219-20, 225; Lacan, 1962/63: 52, 55, 60, 64, 72, 76-7, 86, 88, 93, 159, 170-73).
Otra fuente de lo ominoso sería la repetición (Freud,1919h: 236), o todo aquello que recuerde la
compulsión de repetición, en la medida en que genera el sentimiento de desvalimiento (Freud,1919h:
237). Así mismo lo ominoso también debe reconducirse a la omnipotencia del pensamiento, que se
observa en el animismo, donde se sobrestiman narcisistamente los propios procesos anímicos
493
Freud,1919h: 244
494
Esto confirma la idea de que el peligro, la amenaza a la condición de seguridad y el desvalimiento
están en la base de los afectos ominosos como el terror u el horror (Freud,1919h: 246).
495
Klein, 1927: 165-178; Klein, 1929a: 191-200; Klein, 1929b: 201-208; Klein, 1937: 101-171; Klein,
1948: 235-251.
496
Freud,1919h: 248
140- dibujo maltrato
A partir de estas ideas afirmamos pues que el afecto de terror y de angustia que
puede generar el otro cuando muestra su lado feroz al niño maltratándolo y
este a su vez desea vengarse, no se produce cuando es el propio niño quien
fantasea con ese otro feroz que maltrata o con ese yo-otro feroz que luego pasa
a maltratar. Ello es posible al considerar que: “el reino de la fantasía tiene por premisa
500
de validez que su contenido se sustraiga del examen de realidad” . Así por ejemplo, dice
Freud que “el cuento tradicional se pone por entero y abiertamente en el punto de vista de
501
la omnipotencia del pensar y desear” .
Es que como habíamos dicho, tanto en el juego del niño como en la creación literaria
existe la posibilidad de crearse un mundo propio diverso a la realidad efectiva, pero
relacionada en diversos grados con ella, en donde la omnipotencia de los
497
Freud,1919h: 245-251
498
Freud,1919h: 248
499
Freud,1919h: 245-251
500
Freud,1919h: 248
501
Freud,1919h: 245
dibujo maltrato - 141
En ese orden ideas, señalamos que si el maltrato fue vivenciado con terror u
horror, es decir, como algo ominoso que actualiza las fantasías de la imago
paterna feroz que ataca al niño, en la cura estas vivencias pueden ser
resignificadas al actualizarse en momentos donde el dibujar permite desplegar
la actividad fantaseadora y rectificar dichas situaciones de terror. Esto se debe
a que cabe suponer que los afectos de terror u horror no se generan en estas
producciones imaginarias, ya que en ellas la relación con la realidad es
aflojada y entonces la condición de seguridad no se ve amenazada como lo sí
lo estuvo al momento de la vivencia de maltrato. En cambio, tal actualización
resultaría ominosa si el niño no pudiera captar la naturaleza ficticia de las
502
Freud,1919h: 249
503
Por ello, en este terreno también se puede generar lo ominoso cuando la fantasía se ubica
aparentemente en el terreno de la realidad cotidiana y luego se abandona esta realidad para pasar al
plano de lo irreal, que ha sido mantenido en suspenso, es decir, cuando se superponen realidad e
irrealidad (Freud,1919h: 249-50)
504
Freud,1919h: 250
505
Freud,1919h: 251. Vease tambien Freud,1914e: 86.
142- dibujo maltrato
fantasías que forja cuando dibuja y habla de sus grafismos, y que se asocian
con sus vivencias reales de maltrato. Al respecto, retomamos el concepto de
pulsión de venganza para destacar que ésta puede ser descargada en este tipo de
actividades506donde prima la fantasía y no la realidad. La pertinencia de estas
hipótesis será comprobada al examinar los casos de maltrato infantil que
expondremos en el capitulo siguiente.
En ese sentido, este autor plantea que al dibujar el niño inicia su grafismo con una
tendencia que desea representar conscientemente, pero que a medida que realiza su
dibujo ésta se ve estorbada por otra tendencia, esta vez inconsciente, que entra en
asociación con la primera y la sustituye508. Por ello explica que en ocasiones la
representación de una tendencia consciente sirve de prima de incentivo para la
exteriorización de tendencias inconscientes, que de otra forma difícilmente podrían
escapar a la represión que ahora se ha levantado parcialmente509. Por lo demás,
esta emergencia de lo inconsciente vinculada al principio de la prima de incentivo,
muestra una vez más que la tendencia inconsciente sólo puede ser representada de
506
Freud,1895a: 218
507
Widlocher, 1975: 152-164.
508
Widlocher, 1975: 152-164.
509
Widlocher, 1975: 152-164.
dibujo maltrato - 143
Ahora, retomemos la tesis de que en las escenas dramáticas del teatro y las
creaciones literarias el autor pone en juego un conflicto en el que él mismo y el
espectador toman partido por el yo-héroe510, para señalar que también aquí se
presenta este tipo de fenómenos donde se produce una solución de compromiso
entre tendencias contrarias. Este fenómeno se observa cuando en estas
producciones artísticas el conflicto alcanza un aspecto totalmente psicológico al
librarse en el interior del propio individuo. En otras palabras, cuando el conflicto se da
entre sus propias tendencias contrapuestas, una de las cuales corresponde a la
interiorización de las instituciones sociales (la represora), siendo la que por lo general
triunfa sobre las otras tendencias (las reprimidas). Aquí tienen lugar las tragedias de
amor511. Pero este fenómeno también puede observarse en creaciones artísticas en
las que el drama adquiere un estatuto psicopatológico cuando el conflicto entre
tendencias se libra entre mociones conscientes e inconscientes. Aquí el drama sólo
depara placer a espectadores neuróticos, pues sólo estos pueden satisfacerse con la
realización de las tendencias inconscientes (reprimidas), que en otros espectadores
despiertan repugnancia y procesos de represión.
510
Freud,1905e: 279. Al respecto Freud comenta que el conflicto primero se da entre el orden divino y
los hombres y luego entre los propios hombres y sus instituciones (Freud,1905e: 279)
511
Freud,1905e: 280
512
Freud,1905b: 131-2
144- dibujo maltrato
sirve para distraer la atención (burlando la defensa) y así poder obtener un placer
mayor en la satisfacción de las tendencias pulsionales reprimidas513.
Este mecanismo del placer previo (que pone en evidencia la economía de medios
que sigue el principio del ahorro de trabajo psíquico y del gasto de sentimiento514 al
permitir representar abreviadamente tendencias opuestas) nos indica entonces otra
función económica del dibujar también referida al despliegue y ahorro de afectos515
tal como lo postula Freud respecto del espectador de obras teatrales, del lector de
obras literarias y del humorista. En esta vía el dibujo se conecta además con la
función económica de los cuentos de la que hablaremos más adelante.
·µ¸¶
Entonces, si en el dibujo estas pequeñas historias dramáticas -al igual que el sueño y
el fantasear- tienen un número limitado de temas que se refieren a la relación del yo
con el otro, no se trata solamente de develar tales fantasmas con contenidos
penosos, ampliamente conocidos en psicoanálisis, sino también de aislar los
mecanismos, los procesos de simbolización, que permiten darle una apariencia de
513
Freud,1905e: 280-82; Freud,1907c: 135
514
Freud,1905b: 15-6, 20, 28-9, 34-5, 42-44, 143, 114-6, 119-125, 128-130, 132, 141-50, 161-5, 174-
9, 183-5, 199, 207-8, 222-3
515
Freud,1905b: 208-9, 216-23
516
Freud,1895a: 218; Freud,1905b: 131-32, 221; Freud,1905c: 127-135; Freud,1905e 277-282;
Freud,1907c: 127-135; Freud,1919h: 235-248; Freud,1927c: 157-162
dibujo maltrato - 145
Ahora bien, si consideramos el caso del humor, cuya función también consiste en
ahorrar un despliegue afectivo520, observamos que también en este caso tal
posibilidad de ahorro afectivo reside en el triunfo del narcisismo, pues allí el yo se
rehúsa a sentir las afrentas y en cambio hace bromas de estos traumas que no lo
“tocan” y de ese modo resulta invulnerable521. Tenemos pues una coincidencia con el
espectador de obras teatrales o literarias así como en el niño que juega y dibuja.
Esto debido a que en todos estos casos la ilusión, lo irreal de las escenas, ponen a
salvo la integridad del yo del espectador o del fantaseador, y aun salvaguardan al
héroe con el que el yo se identifica.
517
Widlocher, 1975: 149, 154. En esa dirección algunos psicoanalistas plantean que “las maneras de
ocultación del deseo son tan esenciales para la comprensión de este último como su mismo
descubrimiento. Si no se tienen en cuenta, se puede hasta decir que el descubrimiento del deseo a
través del fantasma se confunde con el de un esquema imaginario” (Widlocher, 1975: 151) Por ello no
se debe confundir la lectura de lo imaginario con la exploración de los fantasmas, pues se termina por:
“conceder un lugar privilegiado a la vida imaginaria, y transforman un proceso analítico en un proceso
catártico. La exploración de los fantasmas inconscientes a través del dibujo del niño no se resumen,
pues, con la identificación de una temática imaginaria fundamental, cuya naturaleza «sexual», en
definitiva, sería el garante de su alcance psicoanalítico. El estudio directo, aislado del dibujo del niño
no puede conducir más que a tales desvíos” (Widlocher, 1975: 151)
518
Widlocher, 1975: 139.
519
Widlocher, 1975: 139.
520
Freud,1927c: 157-8
521
Freud,1927c: 158. Vease tambien Freud,1914e: 86-9.
146- dibujo maltrato
Ello nos lleva a pensar que en el humor -y en los demás fenómenos que hemos
relacionado- el yo desplazaría grandes montos de investidura sobre el superyó
(representante de la instancia parental y las instituciones sociales) de suerte que este
superyó hipercatectizado no aparece con un carácter tiránico y por el contrario
muestra su carácter benevolente y considera nimios los temores e intereses del yo y
de ese modo evita que éste les oponga una defensa radical donde el deseo no tiene
mayores posibilidades de satisfacción525. Así por ejemplo, en el caso del teatro, los
sufrimientos y tendencias reprimidas del héroe también son consideradas como no
peligrosas526. Lo mismo sucedería con respecto al juego y el dibujo.
Así pues, en estos casos donde prima la ilusión, el narcisismo y el principio del
placer, el yo logra obtener una pequeña ganancia de placer y evitar el displacer y la
angustia, mediante un trabajo psíquico donde la defensa opera sirviéndose de
diversos mecanismos -como el principio de la prima de incentivo o de placer previo- y
de esa forma se ahorra el trabajo de la represión y las formaciones
522
Freud,1927c: 158-9
523
Freud,1927c: 159
524
Freud,1905b: 221; Freud,1905c: 127-135 ; Freud,1914e: 86; Freud,1927c: 159-162
525
Freud,1927c: 160
526
Freud,1905e: 278
dibujo maltrato - 147
Recapitulando, el material con que cuenta el niño para construir sus fantasías e
historias gráficas esta compuesto de contenidos conscientes y preconsientes
referidos a la vida en familia, pero también de elementos inconscientes que resultan
intolerables por cuanto implican deseos eróticos y agresivos que sólo pueden
expresarse desfiguradamente valiéndose de mecanismos que funcionan según la
lógica del sistema inconsciente. La participación de todos estos mecanismos devela
la actividad defensiva que se opone a la satisfacción de estos deseos inconscientes.
Ello permite entender por qué los dibujos de los niños a menudo versan sobre
fantasías que se presentan como enigmáticas, ilógicas e incoherentes, dada la
desfiguración de que son objeto, destacándose el hecho de la sustitución de la
persona propia529. Al analizar los dibujos y relatos de los niños que estudiamos se
comprobara la operatividad de esta tesis psicoanalítica.
Ahora bien, acerca de este proceso en el que al dibujar y hablar sobre los grafismos
los niños construyen fantasías, finalmente señalamos que los niños también se
527
Freud,1927c: 157-162. Vease también Freud,1914e: 86.
528
Freud,1895a: 218 ; Freud,1914e: 89-98; Freud,1927c: 162
529
Widlocher, 1975: 142.
148- dibujo maltrato
sirven del material que les ofrecen los cuentos tradicionales, que circulan en su
medio familiar y escolar, por cuanto les permiten representar sus conflictos, deseos y
posiciones frente al otro, por medio de procesos de identificación, de forma
semejante a lo observado respecto de los sueños530 y otros fenómenos que hemos
analizado. Este recurso a los cuentos obedece a que: “como la leyenda y el mito, el
cuento concierne a las partes más primitivas del psiquismo. Está hecho del material, de la
531
substancia misma de la psique” . En ese sentido, al tratar sobre los mismos
contenidos de la realidad psíquica es lógico que los niños se sirvan de los cuentos
para exteriorizar tales contenidos psíquicos de forma impersonal532.
En ese orden de ideas, dado que el cuento y otras producciones psíquicas colectivas
están ligadas internamente con las producciones psíquicas individuales, el uso de los
cuentos implica una función económica al permitir movilizar la tensión interna, los
afectos, la angustia, al tiempo que favorecen su simbolización al promover la
creación de nuevas representaciones a las cuales se ligan estos afectos533. Esto se
debe a que los cuentos básicamente son significantes polisémicos que hacen posible
la apropiación particular de la significación, articulando las representaciones-cosa o
las imágenes con representaciones-palabra534.
530
Freud,1916d: 129-135; Lacan, 1953/4: 84, 160; Widlocher,1975: 113; Kaes,1987: 1, 5-9
531
Kaes, 1987: 2. Véase también Freud,1898b: 262
532
De allí que se piense que: “el tejido sustancial del cuento estaría en efecto hecho sobre tres
dimensiones: intrapsíquica, intersubjetiva y cultural” (Kaes,1987: 2, 5) Por ello el simbolismo no es
privativo del sueño y se lo observa en los cuentos (Freud,1898b: 185, 665; Freud,1915k: 153;
Freud,1924i: 51; Kaes,1987: 3) Estos contenidos de la psique se refieren a las fantasías originarias
(Freud,1924i: 58; Kaes,1987: 2, 3, 8) a las teorías sexuales infantiles (Freud,1905c: 123-222;
Freud,1905b: 106; Freud,1908d: 187; Freud,1914k: 29; Freud,1932b: 7; Kaes,1987: 3) a la verdad del
deseo y los impulsos infantiles (sobre todo lo referido al incesto y el parricidio) no sabidos, y sus
destinos (Freud,1898b: 262, 469; Kaes,1987: 3, 8, 9) a los intereses egoístas del yo, al narcisismo y la
escisión del yo y del objeto en sus partes buena y mala (Freud,1907c: 127, 134; Freud,1916d: 129-
135; Freud,1927a: 29; Kaes,1987: 4; Roheim,1953 citado por Kaes,1987:6) a lo siniestro
(Freud,1919h: 219; Kaes,1987: 5) al amor y a la dependencia, así como al odio, los celos y la envidia
que operan en la relación con el otro en la vida en familiar y en la «novela familiar» (Freud,1908i: 217-
220; Kaes,1983: 113-120, Kaes,1984: 174-175, Kaes,1987: 6, 9) a la metamorfosis del cuerpo
(Kaes,1984: 208-210; Kaes,1987: 8) entre otras cosas. Por otro lado, en los cuentos también operan
los procesos primarios inconscientes que cooperan en la realización fantástica deformada e ilusoria
del deseo, de forma similar a los sueños (Freud,1911g: 183-205; Kaes,1987: 1, 8)
533
Freud,1907c: 127-135; Freud,1913f: 183-9; Ferenzci, 1913: 65; citado por Kaes, 1987: 7,10.
534
Kaes, 1987: 12.
dibujo maltrato - 149
Por ello, de forma análoga a lo que sucede con el dibujo, se dice que los cuentos
transmiten más que un saber, una educación o una moral, y por ende no deben ser
reducidos a una función pedagógica (en donde prima la función de paso pedagógico,
según Bethelheim, o de transformación social y cultural, según Propp y Meletinsky535
que permite reflexionar sobre las consecuencias de la realización de deseos
prohibidos como forma de promover la aparición de tendencias adaptativas como la
reparación536. De allí que para algunos psicoanalistas la referencia a los cuentos más
bien permite avanzar el entendimiento del material psíquico al cual aparecen
asociados, tal como lo hacia Freud en relación con los sueños537. Así, la
"simbolización gráfica" aparece entonces como la "especie" de un "género", es decir,
como una forma de la representación fantasmático-lúdica en la cual es el niño quien
indica la significación que el mismo otorga al cuento, al insertarlo dentro de sus
propias fantasías538 que se expresan desfiguradamente en los dibujos y relatos que
exterioriza durante las sesiones.
Empecemos por señalar que Lacan observa que los fantasmas que forjan los
neuróticos presentan algunas correspondencias con los mitos creados por la
535
Kaes, 1987: 7.
536
Kaes, 1984: 187-188. 1987: 10-11.
537
Además, el cuento puede actuar como recuerdo encubridor, tal como se observa en el caso del
hombre de los lobos y en otros casos, lo cual resulta valioso para el psicoanalista y poco productivo
para el educador Véase Freud,1910b: 141; Freud,1913c: 297-302; Freud,1914k: 28-48; Freud,1915k:
139; Freud,1919h: 219-252; Freud,1932b: 23-26; Kaes,1987: 3.
538
Kaes, 1987: 13. Es esta perspectiva la que sustenta la utilización del cuento con fines terapéuticos
(Kaes, 1987: 14). Sin embargo, en nuestros casos no fue el terapeuta quien introdujo los cuentos en la
sesión, sino que fueron los mismos niños quienes espontáneamente los trajeron a colación a propósito
de sus fantasías (Vease Lacan, 1953/4: 84, 160)
150- dibujo maltrato
humanidad, por lo que nombra los primeros como "el mito individual del neurótico"539.
Así, al analizar el famoso caso de Juanito de Freud este autor muestra que hay
correspondencias entre la noción de mito y la noción de teorías sexuales infantiles540.
Estudiando dichas correspondencias entre ambas construcciones Lacan no sólo
destaca la función simbólica del edipismo en la formación del sujeto, sino que
también enfatiza lo que denomina desdoblamiento de la propia función personal, que
quiere decir que quien construye el fantasma puede crearse un sustituto sobre el cual
se dirigen las amenazas mortales541, de forma semejante a como lo hacen los
creadores literarios, tal como hemos visto.
539
Lacan, 1953a: 37-59.
540
Lacan, 1956/7: 251-2, 254-5, 304.
541
Lacan, 1953a: 37-59.
542
Se trata pues de que el fantasma sirve de protección frente a la angustia al darle una certeza
estabilizadora imaginaria a las situaciones dramáticas, pues allí es otro quien padece los dramas
asegurando el narcisismo del yo (Lacan,1953/4: 24-5; 1954/5: 113-132, 319-335, 391-411, 415-439;
Lacan, 1962/3: 11, 31-7, 51, 59, 60-61, 85)
543
Lacan, 1953a: 37-59, 64, 69, 70, 75, 103, 122, 130-1; Lacan, 1953/4: 58-9, 379; Lacan, 1956/7:
261; Lacan, 1958a: 222, 234-5, 240, 243-5
544
Lacan, 1953/4: 410.
dibujo maltrato - 151
Ahora bien, además de estos importantísimos elementos narcisistas del mito y del
fantasma545-a los que nosotros damos importancia- Lacan observa otras
correspondencias entre los fantasmas individuales y los mitos humanos. En
resumen, Lacan plantea las siguientes correspondencias:
De modo más específico Lacan plantea que un mito universal y el fantasma del
neurótico son la solución de un problema o pregunta, con la diferencia de que el
segundo es una versión del primero en pequeña escala548. Se trata pues de que en
ambos casos Lacan observa operaciones de transformación de los mitemas
reguladas por la estructura549. En ese sentido, Lacan señala que en el caso de
Juanito puede observarse la proliferación y transformación de los temas o contenidos
imaginativos de sus fantasmas550. Por ello para este autor los mitos forjados por un
niño básicamente son considerados como transposiciones que permiten pasar de la
dialéctica imaginaria intersubjetiva al campo de lo simbólico551. En esa lógica Lacan
545
Al respecto Lacan dice que la diferencia entre el mito de narciso y el fantasma narcisista es que
este último es individual e inconsciente, mientras que el primero es colectivo y consciente (Lacan,
1965/6: clase 8 del 26 de enero de 1966).
546
En su forma literaria el mito se asemeja a la creación poética, pero se diferencia de esta última por
la constancia de algunos elementos que no están sujetos a la invención subjetiva. (Lacan, 1956/7:
253-5).
547
Lacan, 1956/7: 253-5, 293, 329, 335, 339, 359.
548
Lacan, 1956/7: 293, 330, 359.
549
Lacan, 1956/7: 255. Segun vimos con Freud dicha estructura no es la del lenguaje conceptual, la
palabra, sino la del lenguaje iconico del incosnciente (Freud,1898b: 106-7)
550
Lacan, 1956/7: 256-7, 358.
551
Lacan, 1956/7: 274.
152- dibujo maltrato
552
Lacan, 1956/7: 274. Vease las ideas de Freud sobre la function de las imagenes en la formacion
de la fantasia en el sueño (Freud,1898b: 106-7)
553
Lacan, 1956/7: 276-8, 291, 300, 304, 339, 359.
554
Lacan, 1956/7: 278.
555
Lacan, 1956/7: 282, 329, 339, 359-60.
556
Lacan, 1956/7: 283.
557
Lacan, 1956/7: 286, 288, 304, 313, 319.
558
Lacan, 1956/7: 293. Esto se explica al considerar que ya que no hay sentido fijo, pues el sentido
esta perdido y más bien se encuentran sinsentidos como en la agudeza (Lacan, 1956/7: 294) el
significante no representa la significación, más bien trata de colmar las hiancias de una significación
que no significa nada, esta para colmar ese agujero y ese vacio (Lacan, 1956/7: 330) de ahí que diga
lacan que en el análisis de un adulto o de un niño haya que considerar la multivocidad del significante
como una regla, incluso cuando se trata de un significante típico (Lacan, 1956/7: 288-9) por ello para
Lacan “toda creación de un nuevo sentido en la cultura humana es esencialmente metafórica” (lacan,
1956/7: 380)
dibujo maltrato - 153
Ahora bien, para Lacan el valor clínico del mito individual consiste en que al
promover la reintegración de los elementos de la historia permite suplir la función del
síntoma. Esto se debe a que como para este autor el síntoma constituye la forma de
exteriorización de la verdad de la historia singular, el mensaje que contiene esa
verdad al ser expresado en el fantasma ya no requiere del síntoma, entendido como
el significante que permite hacer pasar dicho mensaje referido a la verdad562. En ese
orden de ideas, Lacan plantea que en el mito y en el fantasma se trata de
transformar un modo de explicar la relación del sujeto con el mundo, introduciendo
nuevos elementos que entran en contradicción con las primeras explicaciones dadas
por el sujeto y que exigen un paso a otro nivel de explicación563. Por ello indica que
hay que aislar los significantes en su valor combinatorio más que como elementos
aislados564.
Respecto del famoso caso del hombre de los lobos, dice Lacan que allí Freud aborda
el traumatismo de la escena primaria, que nunca fue evocada, sino reconstruida,
559
Lacan, 1956/7: 298.
560
Freud,1898b: 106-7.
561
Lacan, 1956/7: 284, 292, 320, 338, 343, 359.
562
Lacan, 1956/7: 284-5, 288.
563
Lacan, 1956/7: 293, 371, 374.
564
Lacan, 1956/7: 297.
154- dibujo maltrato
En ese orden de ideas, Lacan considera que el trabajo clínico de construcción del
fantasma requiere de lo simbólico, entendido como pacto social, pues considera que
“el sujeto se realiza en la medida en que el drama subjetivo es integrado en un mito que
567
tiene valor humano extenso, incluso universal” . Ahora bien, el mito fundamental (la
estructura básica) en psicoanálisis no es otro que el complejo de Edipo que
básicamente implica: “un drama que aporta una dimensión nueva, necesaria para la
construcción de un mundo humano pleno y, en particular, para la constitución del objeto”568.
A partir de estos planteamientos Lacan formula la idea de que la simbolización sólo
es posible por la mediación paterna, y más específicamente por el significante del
nombre del padre569.
565
Lacan, 1953a: 280.
566
Lacan, 1953a: 281. Vease también Lacan, 1959/60: clase 3, del 2 de diciembre de 1959; Lacan,
1961/2: clase 23, del 24 de mayo de 1961. A partir del seminario sobre “La identificación” Lacan
vincula el trauma con la repetición (Lacan, 1961/2: clase 5 del 13 de diciembre de 1961, clase 6 del 20
de diciembre de 1961) En el seminario sobre “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”
Lacan hablara del trauma como lo real, como el mal-encuentro, que por lo tanto es inasimilable y no
puede ser integrado fácilmente al sistema simbolico, agregando además que el fantasma hace
pantalla frente al trauma (Lacan, 1963/4: clase 5 del 12 de febrero de 1964) En ese mismo seminario
añade que el trauma no es un reflejo de la realidad (Lacan, 1963/4: clase 6, del 19 de febrero de 1964)
Ya en el seminario “De un otro al otro”, Lacan habla del trauma como un "yo no se", o como un saber
desfalleciente, base del inconsciente (Lacan, 1968/9: clase 17 del 23 de abril de 1969) Para el
seminario “La disolución” planteara que el trauma es el malentendido del lenguaje y que el trauma del
nacimiento es nacer deseado (Lacan, 1980/1: clase 6 del 10 de junio de 1980)
567
Lacan, 1953a: 282.
568
Lacan, 1956/7: 321. Véase también Lacan, 1956/7: 122-3, 343, 344, 365, 374.
569
Lacan, 1956/7: 366. Es que para Lacan la relación con el Otro es el lugar donde se sitúa toda
posibilidad de simbolización (Lacan, 1953b: 85, 90-1; Lacan, 1955: 172-6; Lacan, 1957: 209-12;
Lacan, 1958a: 260-6; Lacan, 1960a: 311, 316-28; Lacan, 1962/3: 149) Dicho de otro modo los signos
del habla deben reemplazar los signos visuales, pues el lenguaje permite inscribir el pasado en la
historia del sujeto para que este se reconozca allí (Lacan,1953/4: 237; Forrester, 1980 : 97. Ramírez,
2003: 5, 132. Gallo,1989: 18, 23) Así pues, es por la palabra que se puede identificar al sujeto (Lacan,
1953/4. 215) ella permite trascender la dialéctica del yo y el otro, por la referencia a la ley (Lacan,
1953/4: 237)
dibujo maltrato - 155
Sin embargo, lo simbólico también tiene otra función en la construcción del fantasma,
pues estos fantasmas generalmente se revelan al analista por medio del lenguaje.
Dicho de otra manera, estos fantasmas se revelan cuando el sujeto habla de ellos,
cuando los vuelve símbolos570. Por ello se piensa que la palabra permite rastrear el
origen de los fantasmas y su evolución en relación con la historia del sujeto571.
De allí que Lacan plantee que no es lo mismo jugar mentalmente con el fantasma
que hablar de él572. En ese sentido, el progreso del análisis se fundamenta en el
hecho de que la palabra permite el uso permutativo del significante por medio del
cual se logra que un fantasma sea “sustituido mediante una serie de transformaciones por
otros fantasmas, los cuales han tenido un papel muy comprensible en algún momento de la
573
evolución del sujeto” .
570
Lacan, 1956/7: 339, 342-3.
571
Lacan, 1956/7: 117.
572
Lacan, 1956/7: 117. Esto quiere decir que estos fantasmas se revelan para el paciente y para el
analista por que el sujeto habla de ellos, y no sólo juega con ellos, los vuelve símbolos (Lacan, 1956/7:
339, 342-3) ahora no se trata sólo de hablar sino de hablarle a alguien (Lacan, 1956/7: 344)
573
Lacan, 1956/7: 117. De ese modo al progresar el análisis en una perspectiva histórica que es
retroactiva, el sujeto formula y organiza situaciones primitivas dramáticas a partir de su palabra actual
y su simbolización presente, de suerte que se encuentra con algo que se presenta como la cosa
primitiva, la organización primordial más profunda (Lacan, 1956/7: 118) la cual se presenta de forma
dramatizada, surgiendo de una situación compleja y suponiendo una relación intersubjetiva triple
(Lacan, 1956/7: 118) se trata pues de integrar sus acontecimientos “en una ley, en un campo de
156- dibujo maltrato
adelante ampliaremos estas consideraciones sobre la historia del uso del dibujo en el
Psicoanálisis.
En ese orden de ideas, destacamos el hecho de que a pesar de que durante toda su
enseñanza Lacan sostiene que las imágenes comportan una función de captura
imaginaria del sujeto577, este autor también plantea que la relación imaginaria de
ver y ser visto también esta al nivel de la intersubjetividad, que esta lejos de
ser dual y se diferencia de la relación imaginaria primitiva578.
Esto quiere decir que las imágenes no sólo tienen la función de captación
imaginaria, sino que también pueden comportar una función significante que
permite pasar de lo imaginario a lo simbólico579. En ese sentido, Lacan afirma
que el carácter intersubjetivo de las imágenes permiten la construcción de
fantasmas que van en la dirección del mito580.
Al respecto Lacan explica que ciertas imágenes pueden tener valor o función
simbólica, de palabra, pues al organizarse en una estructura, como en el sueño, se
articulan a la manera de una escritura, un jeroglífico, una partitura, una frase o un
acertijo581. Por ello, precisamente en las imágenes del sueño Lacan observa la
estructura del lenguaje, dado que allí el significante estaría presente en los
diversos mecanismos que operan en la formación del sueño, siendo posible ver la
oposición entre significante y significado582. Por ello, para Lacan las imágenes del
sueño se prestan para el trabajo de reconocimiento del deseo, pues las considera
como metáforas de éste583.
577
Lacan, 1949: 11-8,190-94: 36; Lacan, 1953b: 70-2, 84-5, 127; Lacan, 1953/4: 209; Lacan, 1955:
155, 166-7, 170-2; Lacan, 1957: 197-8; Lacan, 1956/7: 262; Lacan, 1958a: 238, 249, 268; Lacan,
1964/5: 81; Lacan, 1966a: 7-9.
578
Lacan, 1956/7: 271.
579
Lacan, 1953b: 91-2, 95-8, 135-6; Lacan, 1955: 176-7; Lacan, 1958a: 227, 250, 271-2; Lacan,
1958b: 284-5; Lacan, 1960a: 320-1, 331.
580
Lacan, 1956/7: 272-74.
581
Lacan, 1953b: 87; Lacan, 1953/4: 41; Lacan, 1956/7: 262. Vease también Freud,1898b: 106-7;
Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
582
Lacan, 1958a: 253-4. Vease también Freud,1898b: 106-7.
583
Lacan, 1958a: 251, 253, 255.
158- dibujo maltrato
En esa lógica Lacan plantea que las fantasías inconscientes del sueño, si no se las
reduce a ser pura imaginación, comportan la categoría del significante, pues se trata
de una “imagen puesta en función de la estructura significante”584. Así pues, en el
fenómeno del sueño Lacan encuentra imágenes y palabras ordenadas en una
retórica, un discurso, que se sirve de la elipsis, pleonasmo, silepsis, regresión,
repetición, desplazamientos, antonomasia, metonimia, etc.585 En síntesis, para Lacan
hay transposiciones simbólicas que consisten en representaciones por
imágenes, como en el caso del sueño586.
Como vemos, resulta erróneo decir que el trabajo clínico de construcción del
fantasma sólo puede hacerse con la palabra. Si ya sabemos que para Lacan las
imágenes pueden tener una función simbólica (tal como lo planteaba Freud y otros
psicoanalistas) luego entonces no es correcto apoyarse en este autor para decir que
la construcción del fantasma sólo puede soportarse en la palabra587.
lobos, Lacan señala que en ambos el uso del dibujo permite captar el paso de lo
imaginario a lo simbólico588. Al estudiar los dibujos que estos sujetos elaboraron
observo que en ambos casos las imágenes de estos dibujos no procedían de la mera
imaginarizacion, sino que fueron tomadas de cuentos infantiles consignados en libros
de dibujo589. En esa misma dirección Lacan indica que las imágenes en los
cuentos infantiles y en el arte (refiriéndose al dibujo paranoico y humorístico de S.
Dalí) vehiculizan las imágenes primordiales, los fantasmas que el psicoanálisis
ha revelado590.
Vemos entonces que Lacan confirma la tesis que veníamos revisando, según la cual,
los cuentos infantiles y la creación artística al estar hechos del mismo material
del inconsciente, a menudo son utilizados por los niños para resolver sus
propios enigmas591. Es claro entonces que Lacan también adhiere a la tesis de que
por medio de la identificación a otro el yo del niño es disfrazado permitiendo la
representación de los dramas subjetivos592. Tenemos entonces que las imágenes
de los cuentos infantiles reproducen mitos, y que algunas de ellas a menudo se
articulan con las imágenes de los dibujos de los niños, de modo que estos pueden
apropiarse de las imágenes míticas de los cuentos universales para trazar grafismos
que en ocasiones permiten representar sus fantasmas.
De allí que al comentar la relación de los dibujos y los cuentos infantiles en los casos
de Juanito y el hombre de los lobos, Lacan sostenga que:
588
Lacan, 1956/7: 265-6. Vease también Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
589
Lacan, 1956/7: 265-6.
590
Lacan, 1961/2: clase 5 del 13 diciembre 1961.
591
Lacan, 1956/7: 265-6.
592
Lacan,1953/4: 24-5; Lacan, 1954/5: 113-132, 319-335, 391-411, 415-439; Lacan, 1962/3: 11, 31-7,
51, 59, 60-61, 85; Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
160- dibujo maltrato
descanso y un poco de armonía. Tal vez no todos los complejos de Edipo tengan que pasar
por una construcción mítica semejante, pero indudablemente necesitan obtener la misma
plenitud en la transposición simbólica”593.
En esa lógica Lacan muestra que el fantasma no sólo puede ser formulado en
palabras, sino también en dibujos, tal como sucedió con los dibujos de jirafas
que permitieron a Juanito construir fantasmas594. Así mismo al referirse al dibujo
del hombre de los lobos y a los dibujos de los esquizofrénicos, Lacan indica que el
dibujo muestra el fantasma en un marco o enmarcado595.
593
Lacan, 1956/7: 267.
594
Lacan, 1956/7: 274. Vease también Freud,1898b. 106-7; Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
595
Lacan, 1962/3: 85.
596
Lacan, 1956/7: 267, 274. Vease también Freud,1898b: 106-7; Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
597
Lacan, 1956/7: 265. Vease también Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
598
Lacan, 1956/7: 344. Vease también Freud,1898b: 106-7; Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
599
Al respecto recordamos que algunos psicoanalistas asocian el uso del dibujo con la postura
pedagógica de Anna Freud respecto del análisis con niños ( Ramírez, 2003: 5)
dibujo maltrato - 161
Para ilustrar este punto de vista veamos una cita donde se observa claramente que
para Lacan el dibujo tiene una función eminentemente simbólica. Al hablar del
paso de lo imaginario a lo simbólico en el seminario cuarto, O. Manonni le pregunta a
Lacan por qué ha asimilado el dibujo a lo imaginario –puesto que Manonni considera
que el dibujo es ya una vaga elaboración de lo imaginario-. Al respecto Lacan le
responde: “hablé de lo imaginario, pero no dije que se tratara del dibujo, que es ya un
600
símbolo” . En esa misma dirección, al analizar en otro seminario el dibujo que hace
Juanito de una jirafa, Lacan dice que:
“el paso de lo imaginario a lo simbólico no tiene mejor traducción que a través de estos
detalles aparentemente contradictorios e inconcebibles. Lo que cuentan los niños siempre lo
convertimos en algo que participa del dominio de las tres dimensiones, cuando resulta que
en el juego de los símbolos algo se encuentra también en las dos dimensiones”602.
Esto quiere decir que para Lacan el dibujo del niño puede cobrar una función
simbólica pues no sólo permite reproducir situaciones o imaginarizaciones
600
Lacan, 1954/5: 287-8. Vease también Freud,1898b: 106-7; Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
601
Lacan, 1956/7: 264. Vease también Gavarenta, 2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
602
Lacan, 1956/7: 264.
162- dibujo maltrato
“la jirafita arrugada significa algo del mismo orden que el dibujo de una jirafa que en otra
ocasión le había hecho a Juan su padre y que les voy a dar enseguida, con el hacepipi
añadido por el niño. Este dibujo ya estaba en la vía del símbolo, porque mientras el resto
esta completamente perfilado y todos los miembros están en su sitio, el hacepipi añadido a la
jirafa es verdaderamente grafico, es un trazo, y encima, para que no podamos ignorarlo,
separado del cuerpo de la jirafa”604.
Se trata pues del uso simbólico de las imágenes que, al tener un carácter
arbitrario como el significante lingüístico permite otorgar diversas
significaciones. Veamos nuevamente lo que dice Lacan respecto del dibujo de
Juanito: “la jirafa pequeña es un doble de la madre, reducido al soporte siempre necesario
como vehículo del significante, o sea algo que se puede tomar, que se puede arrugar y
puede uno sentarse encima. Es un testimonio. Si, el pequeño enamorado tiene en mano algo
605
que es una especie de notificación, un tratado” .
Esta cita indica claramente que el dibujo es simbólico por ser: 1) un testimonio no
lingüístico dirigido a otro, 2) una notificación visual semejante a la escritura dirigida a
603
Lacan, 1963/4: clase 19, del 17 de junio 1964. Vease también Freud,1898b: 106-7.; Gavarenta,
2005:1-3; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999. Es que para Lacan “los significantes hacen del mundo una
red de huellas, en la que el paso de un ciclo al otro es pues posible. Lo cual significa que el
significante engendra un mundo, el mundo del sujeto que habla, cuya característica esencial es que
en el es posible engañar” (Lacan, 1962/3: 87) En ese sentido, con Lacan la palabra no tiene como
función comunicar, pues “el lenguaje humano constituye una comunicación en la que el emisor recibe
del receptor su propio mensaje en forma invertida” (Lacan, 1953b: 69, 114, 116-7; Lacan, 1958a: 265-
6). Así pues, según Lacan “el efecto del significante es hacer surgir en el sujeto la dimensión del
significado” (Lacan, 1962/3: 308) En ese sentido, los dibujos también permiten este uso del
significante pues ellos no intentan reproducir fielmente las situaciones sino engendrar la dimensión del
significado, tal como lo observa Lacan respecto del dibujo mencionado y como vimos con Freud
respecto de las fantasias del sueño (Freud,1898b: 106-7).
604
Lacan 1956/7: 264. Vease también Freud,1898b: 106-7; Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
605
Lacan, 1956/7: 265. Véase también Lacan, 1956/7: 343-4; Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992;
Rodulfo, 1999.
dibujo maltrato - 163
Finalmente, para explicar mejor por qué la función simbólica del dibujo permite
crear fantasmas referidos a los propios conflictos y así obtener efectos
terapéuticos, Lacan compara el dibujo del niño con el croquis de un ingeniero
indicando que aun cuando el dibujo del niño no sea tan complejo como el del
segundo, sin embargo comporta la función simbólica de permitir elaborar los
dramas subjetivos607. Veamos: “Un croquis de ingeniero, si por si sólo puede manifestar
toda clase de elementos intuitivos, determinadas cantidades o valores que se representan y
se materializan con la sola disposición de los dispositivos, no es capaz de resolver
608
determinados problemas de nivel más elevado, primarios simbólicos” .
En esa misma vía Lacan comenta los dibujos de Miguel Ángel indicando que los
dibujos de este artista no eran aislados sino que correspondían a una serie, de modo
que cada dibujo se organizaba como el doble de otro dibujo que buscaba expresar
una significación609. En ese sentido, al hablar de los jeroglíficos, Lacan dice que
cuando no se toman los dibujos aisladamente sino como una combinatoria el
dibujo se compara con la escritura610.
606
Lacan, 1956/7: 274. Vease también Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
607
En el seminario 11, respecto del juego del fort-da, Lacan indica el valor del dibujo como
representación de la ausencia de la madre (Lacan, 1963/4: clase 5, “Tyche y automaton”, del 12 de
febrero de 1964. Vease también Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999)
608
Lacan, 1956-7: 432-3. Vease también Gavarenta, 2005:1; Rodulfo, 1992; Rodulfo, 1999.
609
Lacan, 1956/7: 436-39. Vease Freud,1898b: 106-7.
610
Lacan, 1961/2: clase 5, del 13 de diciembre de 1961. Vease también Gavarenta, 2005:1, Rodulfo,
1992; Rodulfo, 1999.
164- dibujo maltrato
·µ¸¶
611
Dibujo y pintura son considerados como los medios de comunicación y significación más antiguos
que indiscutiblemente precedieron a la escritura. En la prehistoria estos tenían una triple función: de
signo, de figuración y de acto mágico. Posteriormente en el antiguo Egipto, el dibujo y la escritura se
combinan en su función mediatizadora en el jeroglífico. Ya en el Medioevo se usaba el dibujo en los
márgenes de los manuscritos como apoyo para explicitar una idea. Por esa misma época se lo
utilizaba como preparación para la enseñanza y transmisión del “estilo”, estando pues al servicio de la
pintura, la escultura, arquitectura, obras de ingeniería y configuración de ideas. Para el renacimiento el
dibujo adquiere autonomía al constituirse en un valor de conocimiento que difiere de su valor
preparatorio. Esto último, sumado a la introducción del punto de vista antropocéntrico, que implico una
nueva forma de subjetividad más cercana a la actual, incidió en el nacimiento de la perspectiva como
ciencia y en los estudios de anatomía donde el uso del dibujo permitió amplios desarrollos. En cuanto
al dibujo infantil hay pocas referencias, pues como se sabe, el concepto de niñez no existía en la
antigüedad (Levin, 2005: 22). Ahora bien, el reconocimiento de la infancia surge en el siglo XIX
paralelamente a la pedagogía moderna, quien le asigna un valor especial al dibujo infantil al
instrumentarlo en la educación y evaluación pedagógica. Posteriormente, en 1920 surge el análisis
infantil, guardando vínculos con la pedagogía. En cuanto al origen del uso del dibujo en la tradición del
psicoanálisis con niños es difícil establecer una fecha exacta, ya que la clínica con niños es
dibujo maltrato - 165
Psicoanalítico sobre el grafismo, de modo que, al ser articulados con los elementos
más generales, más amplios de la teoría Psicoanalítica referidos a las teorías sobre
la angustia, el trauma, la simbolización y la fantasía -que ya hemos visto- podamos
afinar el modelo que nos permitirá examinar la relación observada entre maltrato
infantil y el dibujo a la luz de estas teorías.
Para explicar el origen del dibujo se ha recurrido a mitos, según los cuales, el primer
trazo de una línea la hizo un padre en torno a la sombra de su yerno ausente para
consolar a su hija. Una variación del mito dice que fue Narciso quien habría
inventado el dibujo a partir del reflejo de su imagen en el agua. En todo caso se
piensa que el primer trazo intentaba representar la figura humana, bien a partir de
una sombra o bien a partir de un reflejo612. A partir de estas consideraciones algunos
psicoanalistas han concluido que estos mitos ponen de manifiesto el carácter
narcisista del dibujo, punto de vista aprovechado por estos psicoanalistas para
explicar la función imaginaria y simbólica del dibujo como formador y sostén del yo y
del narcisismo, dada su propiedad de retener imágenes de si mismo y del objeto613
que pueden entonces ser reencontrada con relativa facilidad, tal como ocurre con la
función del doble (Freud) del espejo (Lacan) o de la mirada de la madre (Winnicott).
Ahora, a pesar de que S. Ferenczi (en 1913) fue el primero en dar lápiz y papel a un
niño para que dibujara (en el famoso caso Arpad) al igual que Freud614, este autor no
contemporánea de la tradición psicopedagógica que la precedió y que daba importancia al dibujo. Sin
embargo, parece ser que la primera ocasión en que se utiliza un dibujo dentro de un caso
Psicoanalítico, corresponde al caso Juanito, en donde el padre del niño dibuja una jirafa y este le
agrega la “cosita para hacer pis” (Levin, 2005: 18-23).
612
Adams, 1996: 90; Levin, 2005: 17-8.
613
Dolto, 1986; Klein, 1927; Aberastury, 1971; Nejamkis, 1977; Winnicott, 1972; Widlocher, 1975;
Levin, 2005.
614
Según vimos con Lacan el uso del dibujo en los pacientes de Freud aparece en los caso de
Juanito y del hombre de los lobos. Sin embargo Freud no realiza comentario alguno sobre el uso de
este procedimiento. En cuanto al denominado psicoanálisis aplicado, encontramos que Freud se sirve
del dibujo y de la obra pictórica para desentrañar la personalidad y algunas amnesias autobiográficas
166- dibujo maltrato
realizo comentarios sobre este proceder615. Por esta razón Sophie Morgensten,
pionera en la clínica con niños en Francia, es considerada como la primer analista
que se ocupa de desarrollar el tema, destacando el uso del pensamiento simbólico y
la sublimación en los dibujos. Esta autora planteaba que el simbolismo, tanto en el
dibujo como en el sueño permitía al niño expresar sus angustias de forma singular,
pues había observado que el uso de símbolos era particular en cada caso, de
acuerdo al tipo de neurosis y de personalidad616. Así pues, muy tempranamente
Morgenstern señalaba la multivocidad del simbolismo617 y por consiguiente el
problema, aun vigente, de la interpretación simbólica en los sueños y dibujos según
un “diccionario” que ofreciera una clave fija618.
de Da Vinci en el texto “un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci”. El otro trabajo en donde Freud se
sirve del dibujo es “el Moisés de Miguel Ángel”. Sin embargo, como se dijo, Freud no realizo
elaboraciones sobre las funciones de las imágenes en la clínica (Levin,2005: 25-7) Nosotros además
encontramos otras referencias de Freud que tratan sobre el dibujo y la caricatura (Freud,1916b:34-5) y
el dibujo y el graffiti (Freud,1916c: 346-7)
615
Levin, 2005: 24-5.
616
Morgenstern, 1948a: 760-770, citada por Levin, 2005: 27-8; Morguenstern, 1948b: 771-806, citada
por Levin, 2005: 27-8; Nejamkis, 1977: 18.
617
Esta multivocidad del dibujo es la que permite a Lacan considerarlo como un sistema significante o
como un lenguaje en imágenes, tal como hemos visto.
618
Morgenstern, 1948a: 760-770, citado por Levin, 2005: 27-8; Morguenstern, 1948b: 771-806, citado
por Levin, 2005: 27-8.
619
Dolto, 1986: 9-16; Levin, 2005: 28.
620
Dolto, 1986: 9-16; Levin, 2005: 28.
dibujo maltrato - 167
no juzga ni realiza falsos elogios, pero que se interesa por estas producciones
gráficas621.
Desde otro punto de vista, recordamos que Anna Freud utilizaba el dibujo con fines
psicopedagógicos pues al considerar que el niño no tenia un superyó firmemente
establecido sería necesario reforzar esta estructura todavía incipiente, y en esa
lógica el dibujo era considerado como un medio para lograr tal finalidad educativa622.
En contraste con este último enfoque Melanie Klein consideraba que el superyó
aparecía tempranamente en los niños con un carácter severo y cruel, de suerte que
en el curso de la neurosis de transferencia más bien se intentaría mitigar las
angustias persecutorias relacionadas con tal instancia psíquica. Por ello esta autora
fue pionera de las tesis que postulaban que el dibujo permitiría expresar y elaborar
las tendencias destructivas y las ansiedades persecutorias correlativas, pero además
Klein planteaba que el dibujo sería usado principalmente para representar las
tendencias de reparación que implicarían la elaboración de las ansiedades
depresivas, siendo utilizado para reparar simbólica e imaginariamente los objetos
atacados sádicamente en las fantasías inconscientes623.
621
Boutonier, 1980: 65, citado por Levin, 2005: 28; Widlocher, 1975: 159-60.
622
Freud A, 1927: 35; Ramirez, 2003: 5. En ese sentido, Lacan señala que Ana Freud consideraba
que los niños no hacen neurosis de transferencia debido a que tendrian una relacion actual con los
objetos, por lo que centraba el analisis en el aquí y ahora, abanadonando la neutralidad analitica para
acoger su discurso desde una posición educativa (Lacan, 1956/7: 113-4) mientras que en la posición
de M. Klein no se hace diferencia entre niño y adulto, y se peinsa que los objetos reales difieren de los
objetos del mundo interno, pues se diferencia entre una relacion inmediata pura y simple con lo real y
una que se inscribe en una simbolizacion (Lacan, 1956/7: 114)
623
Klein, 1929: 191-200; Levin, 2005: 28. Según Lacan esta actividad fantasmática en la obra de Klein
no es más que “un mundo imaginario de fantasmas primordiales que se consideran presentes desde
el origen y que tienden a estructurarse en dramas que aparecen como preformados, que darían
cuenta de un Edipo más temprano, casi originario , respecto del planteado por Freud” (Lacan, 1956/7:
114)
168- dibujo maltrato
En cuanto a Julio Nejamkis, este destaca la posibilidad que el dibujo ofrece para
desarrollar una función yoica que denomina “capacidad de espera” la cual favorece la
formación de símbolos y el pensamiento en general al tiempo que es condición para
desarrollar la capacidad de dibujar625. Esta capacidad de espera implica poder tolerar
la angustia ocasionada por la ausencia del objeto y de la satisfacción pulsional, por lo
que sería singular y permitiría la emergencia del fenómeno de la ilusión626 (según el
concepto de M. Milner, retomado por Winnicott) que se desarrolla primero en el juego
y luego en el dibujo, el cual se refiere a la posibilidad de soportar la pérdida de
temporaria de los límites y del sentimiento yoico dando la sensación de fusión con el
dibujo y con el analista, de suerte que la realidad interna y la externa aparecen
separadas al tiempo que interrelacionadas627. En ese sentido el autor dice que el
dibujo puede considerarse como una «ilusión transferencial plástica»628.
Por otra parte, Nejamkis concibe los dibujos, según elementos de la semiología,
como un código analógico que contiene un conjunto de significantes (sintaxis) que
624
Aberastury, 1971: 189-210, citado por Levin, 2005: 30.
625
Nejamkis, 1977: 11; Levin, 2005: 31.
626
Por su parte, D. Winnicot utilizaba el dibujo en la sesión conjuntamente con el juego. El desarrollo
una técnica del uso del dibujo según la cual, el analista comienza un garabato que el paciente
concluye y viceversa, lo cual recuerda el uso del dibujo en el caso Juanito. Esta modalidad la
denomino técnica del garabato. Sin embargo, este autor no estableció diferencias en su teorización
entre el dibujo y el juego, por lo que el concepto de ilusión, tomado de Marion Milner es aplicado
indistintamente a ambos (Levin,2005: 29-31)
627
Milner, 1965: 108, citado por Levin, 2005: 31; Winnicott, 1972: 18 ; Nejamkis,1977:21.
628
Nejamkis, 1977: 22.
dibujo maltrato - 169
629
Nejamkis, 1977: 10, 43.
630
Nejamkis, 1977: 61-80; Levin, 2005: 31.
631
Nejamkis, 1977: 26.
632
Nejamkis, 1977: 19.
633
Nejamkis, 1977: 19.
634
Nejamkis, 1977: 20; Widlocher, 1975: 134.
170- dibujo maltrato
Sobre este autor destacamos además que este hable de estilos del dibujo donde
“siempre hay como trasfondo un odio vengativo por afrentas no elaboradas”635 y que en esa
vía ofrezca un ejemplo de un niño en cuyo dibujo el estilo expresionista muestra que
la temática “es la epopeya del niño vengándose en su padre (parricidio)”636. Como puede
colegirse, estas consideraciones de Nejamkis apoyan nuestra tesis de que en los
dibujos puede resarcirse el narcisismo afrentado por medio de una venganza
fantaseada.
Por otra parte, tenemos a D. Widlocher quien no sólo retoma la idea de que la
interpretación del dibujo requiere de las asociaciones de pensamiento del niño637,
sino que ademas –lo recordamos- plantea una similitud entre el dibujo, la caricatura y
el chiste, referida al común mecanismo simbolizado de ahorro de trabajo psíquico638
que opera en estos fenómenos, y que implica la sustitución brusca de
representaciones de tendencias opuestas, conscientes y preconscientes-
conscientes, que hallan expresión en historias fantasmáticas, permitiendo obtener
placer en una satisfacción transaccional o de compromiso entre tendencias tanáticas
y libidinales, y la defensa contra las mismas, que de otro modo resultan penosas639.
En esa via, habíamos dicho ya que desde una perspectiva psicoanalítica en el dibujo
se examinan dos puntos de vista en relación con el inconsciente en forma deductiva:
el primero considera las leyes del inconsciente que operan unas transformaciones en
las fantasías que se expresan en los dibujos y relatos, y el segundo considera la vida
pulsional, referida a sus contenidos y las razones de su rechazo fuera del sistema
preconsciente-consciente640.
Finalmente tenemos que Raúl Levin plantea que en los dibujos se da la inscripción
de los efectos de lo traumático gracias a la participación de la compulsión a la
635
Nejamkis, 1977: 69.
636
Nejamkis, 1977: 90.
637
Widlocher, 1975: 98.
638
Widlocher, 1975: 153.
639
Widlocher, 1975: 7, 8, 142-4, 152, 158-60.
640
Widlocher, 1975: 97-8, 116, 142-3.
dibujo maltrato - 171
641
Raúl Levin presenta cuatro puntos de vista sobre el dibujo en los que recapitula los más
importantes desarrollos hechos por los psicoanalistas relacionándolos con sus algunas de sus
hipótesis. El primer punto de vista que considera el dibujo como imagen (desde lo imaginario) se
refiere a su función de sostén del yo narcisista, dando importancia al papel del dibujo en las
identificaciones y el duelo (enfoque similar al de Dolto, Klein, Aberastury) (Levin,2005: 40, 47-72, 141-
151). El segundo punto de vista que considera el dibujo como figuración (desde lo simbólico) se refiere
al aspecto más clásico con que el psicoanálisis ha abordado el dibujo, es decir, el simbolismo. Desde
este enfoque se ha comparado al dibujo con formaciones del inconsciente como el sueño -debido a la
gran participación del simbolismo- y el chiste (tal como lo hicieron Morgensten, Dolto, Widlocher, Klein,
Aberastury, Nejamkis) (Levin, 2005: 41, 77-101). El tercer punto que toma el dibujo como que
detención, se refiere a la función de retención de imágenes (que ya había sido observado por
Aberastury) a la cual el autor atribuye además una función defensiva diversa a la planteada
clásicamente, relacionándola con la denegación y el fetiche. Además Levin concibe el dibujo como un
“objeto estético” que puede producir efectos contratransferenciales importantes que no son analizados
generalmente (Levin,2005: 42, 105-119, 155-163) El cuarto punto de vista que considera el dibujo
como invariantes, se refiere, por una parte, a la inscripción de lo traumático vinculado con los
accidentes de la historia así como con lo pulsiónal, lo originario propio a cada sujeto que no cambia,
que no varia constituyendo el rasgo o estilo propio (enfoque similar al de Nejamkis) (Levin,2005: 43,
125-135, 207-213).
642
Levin, 2005: 43, 125-135, 207-213.
172- dibujo maltrato
Pasaremos ahora a examinar la relación del dibujo y la palabra para mostrar –a partir
de otros autores- que en el trabajo clínico con los niños estos medios también son
considerados como sistemas simbólicos, destacando el hecho de que estos a
menudo entran en una relación de cooperación y no de exclusión643. De esta forma,
luego podremos describir mejor el lugar y el uso que tuvieron el dibujo y la palabra en
nuestro proceder.
Según hemos dicho, los sistemas de significación por la imagen (entre ellos el dibujo)
el dibujo constituye uno entre muchos sistemas simbólicos, de signos, que expresan
ideas, siendo posible compararlo y diferenciarlo con otros sistemas de significación
como el lenguaje oral y escrito644, con los cuales entra en una relación de sustitución,
relevo y complementariedad645, por lo que es posible hablar de «lenguaje en
imágenes»646.
643
Freud,1916b: 344-5.
644
Freud,1898b: 106-7; Sausurre, 1945: 60-62.
645
Freud,1898b: 106-7; Freud,1916b: 344-5.
646
Freud,1898b: 106-7. A pesar de que toda imagen es lenguaje, puesto que podemos formular en
palabras lo que se representa, se piensa que ello obedece a una transposición, pues “los signos
gráficos que constituyen la imagen no se refieren, por convención, a los de la lengua. Lo que
expresan, lo significan por ellos mismos y el relato o la descripción con la ayuda de palabras, que
damos de ello, resulta de una verdadera transposición” (Widlocher, 1975: 69) Así: “la relación entre
lenguaje y escritura no sería más que el término de una evolución, pues en el punto de partida la
escritura sólo guardaba lejanas relaciones con el lenguaje, de suerte que los signos gráficos en su
relación con la lengua se basaban en la imagen”. (Widlocher,1975: 70) De este modo: “los signos
utilizados en la antigüedad básicamente eran dibujos, esto es, la pictografía. La escritura nacería del
encuentro entre la cosa dibujada y la palabra, de manera que tal sistema de notación del lenguaje
tenia un alcance limitado, pero en una etapa más avanzada, las imágenes se articularían entre ellas
en una sucesión coherente, de manera análoga a las bandas dibujadas de los periódicos. La
evolución de la escritura depende pues de la evolución del signo gráfico, primero como ideograma
(símbolo de la palabra) y luego como signo fonético (símbolo de la silaba y luego de la letra). Ahora,
habrían sistemas de escritura de alcance limitado (símbolo matemático o la señalización caminera) y
sistemas de expresión más complejos (como la pintura o el dibujo del niño) que pretenden figurar
todo lo real “(Widlocher, 1975: 74)
dibujo maltrato - 173
Este punto de vista Freudiano es importante pues nos indica que al examinar el
dibujo desde el Psicoanálisis hay que diferenciar entre los principios de los sistemas
de significación que se componen de signos icónicos y los que se componen de
signos lingüísticos, pues sólo así podemos entender las relaciones entre estos
sistemas y los sistemas psíquicos inc/prec/conc649.
En ese sentido, recordamos que para Saussure los principios fundamentales del
sistema del lenguaje son: 1)la arbitrariedad del signo lingüístico y su carácter
convencional, 2) la disposición lineal del conjunto de los signos, y, 3) su carácter
discreto650. En cuanto al sistema inconsciente, Freud señala que las leyes de este
sistema descansan en los siguientes rasgos: “ausencia de contradicción, proceso
647
Widlocher, 1975: 153. Es bien sabido que Lacan articula lenguaje e inconsciente a partir de ciertas
semejanzas entre los mecanismos inconscientes de condensación y desplazamiento y las figuras
lingüísticas de la metáfora y la metonimia (Lacan, 1953b: 83; Lacan, 1957: 191-2, 200-1; Lacan,
1960a: 317; Lacan, 1966a: 8) que lo condujeron a establecer la tesis de que «el inconsciente está
estructurado como un lenguaje» con lo cual se ha otorgado primacía a los elementos lingüísticos del
significante. Según vimos con este autor y con Freud el lenguaje en imágenes tiene una importancia
fundamental en el forjamiento de las fantasias.
648
Freud,1915d: 198; Véase también Freud,1895e: 413 y sigs.; Freud,1898b: 604-5; Freud,1910k:
226; Freud,1923a: 22; Laplanche, 1993: 67.
649
Widlocher, 1975: 55, 76.
650
Saussure, 1945: 7-9, 11-30, 46-53, 56-59, 61, 67-70, 75, 84, 90-4, 106-118, 127-131, 133, 135-45.
174- dibujo maltrato
En primer lugar señalamos que respecto del carácter convencional del signo
lingüístico, a pesar de que el consenso social apunta a reducir la arbitrariedad en la
relación del significante con el significado, el hecho de que el significante lingüístico
sea multívoco permite articular de manera singular múltiples significaciones que el
uso social no comparte. En ese sentido, el signo icónico comporta un menor grado
de arbitrariedad entre significante y significado, pues, aun cuando las imágenes
también son sometidas a un consenso social653 en ellas la semejanza de rasgos
visuales reduce tal arbitrariedad. Por lo demas, es obvio que a diferencia de la
palabra la imagen tiene una capacidad expresiva diversa a la primera, ya que al no
ser exclusiva de ninguna lengua no tiene barreras lingüísticas654. Por otra parte,
recordamos que al igual que el signo lingüístico, el icónico también es multívoco
y polisémico, pudiendo ser utilizado de forma singular655.
651
Freud,1915d: 184.
652
Freud,1898b: 106-7; Freud,1916b: 344-5.
653
Barthes, 1964: 127-129, 136.
654
Widlocher, 1975: 88.
655
Freud,1898b: 106-7; Barthes, 1964: 127, 131,136; Widlocher, 1975: 88, 134.
dibujo maltrato - 175
Por ello a menudo se utilizan imágenes sin código social, como en el caso de la
fotografía cuyo mensaje no es connotado sino denotado656 o como sucede en el cine
donde las escenas traumáticas generalmente son representadas mediante imágenes
sin palabras que producen efectos enigmáticos, dado que asi resulta difícil captar el
sentido o significado de los objetos y de los gestos de los personajes que resultan
inciertos657.
Esta es una de las razones por las cuales la organización del sistema
inconsciente no es igual a la estructura del lenguaje, ni a la del dibujo, u otros
sistemas de significación por imágenes o por signos lingüísticos, pues como
vimos, estas últimas comportan un carácter convencional basado en la relación con
656
Barthes, 1964: 130-136.
657
Barthes, 1964: 131. Pues la función del mensaje lingüístico en las imágenes, es decir, la
prosopopeya (Péninou, 1966a : 192) sirve para fijar y anclar un sentido posible (Barthes, 1964 : 131-2)
por lo que “se trata de la descripción denotada de la imagen (descripción a menudo parcial), o según
la terminología de Hjelmslev, de una operación (opuesta a la connotación)” (Barthes, 1964: 132) Pero
la función de las palabras al lado de la imagen también sirve para relevarla o complementarla, tal
como se observa en las caricaturas y cuentos. Aquí palabra e imagen pueden ser complementarias
pues apuntan a hacer pasar el mensaje de la historia o cuento (Barthes, 1964: 133) Pero con el uso
de palabras en las imágenes se pierde la economía de medios, por lo que se dice que la imagen es
“perezosa”. Por ello en publicidad se busca una articulación entre ambas, pero nunca se encuentra
una imagen literal en estado puro. (Barthes,1964: 133) Otra forma de fijar la significación es la
repetición de imágenes mediante las cuales se intenta resaltar un sentido posible (Widlocher, 1975:
157; Peninuau,1972: 176, 208)
658
Freud,1898b: 106-7; Freud,1915d: 168-184
659
Laplanche, 1993: 68.
176- dibujo maltrato
la realidad social que no aplica en la primera, pues los procesos Icc no conocen
miramiento por la realidad660
Sin embargo, señalamos que a pesar de que las leyes del incosnciente y las de
sistemas de significación como el dibujo no son iguales, el hecho de que dibujo e
inconsciente trabajen con imágenes permite entender la propiedad del primero para
actualizar las representaciones-cosa del inconsciente.
660
Freud,1898b: 106-7; Freud,1915d: 183. Y es que al considerar que los contenidos del inconsciente
no tienen un sentido oculto, pues ellos mismos no tienen ningún sentido, siendo restos con mayor o
menor intensidad (Freud,1915d: 183), el estudio del mismo no puede reducirse a una hermenéutica
que busca descubrir sentidos ocultos (Laplanche, 1999: 64) En cambio, detrás de las formaciones
inconscientes circulan significaciones singulares que no corresponden a significaciones socialmente
aceptadas, que permanecen ocultas y pueden ser develadas, pues como formaciones de compromiso
articulan (de forma más o menos coherente) elementos y procesos inconscientes (que no son una
representación memorizada, sino desechos de procesos de inscripción) y preconscientes-conscientes
(Laplanche, 1999: 65-6. Vease tambien Freud,1898b: 106-7)
661
Pues el dibujo artístico intenta reproducir un objeto o escena mediante transposiciones reguladas
históricamente, como el uso de la perspectiva, del estilo, que exigen un aprendizaje (Barthes, 1964:
134) Sin embargo, la lectura de tales imágenes varía de individuo a individuo, por lo que en publicidad
y en el arte, las significaciones posibles están pensadas de antemano, de modo que las lecturas no
sean totalmente anárquicas, de allí que aparezcan imágenes con palabras que intentan fijar los
posibles sentidos (Barthes, 1964: 131, 136) Al respecto recordamos que el dibujo libre en el niño es
diverso, pues allí no prima el interés estilístico, de perspectiva, etc. sino sobre todo su intención
significante que no está fijada a priori en un código.
662
Widlocher, 1975: 15. Vease también Freud,1898b: 106-7.
663
Widlocher, 1975: 15, 16.
dibujo maltrato - 177
Por ello, en los dibujos hay que ir más allá de los signos manifiestos que participan
del mundo imaginario y simbólico del niño, para hallar alegorías inconscientes664 en
la historia que nos cuenta, y así poder aislar los mecanismos inconscientes que
emplea para expresar desfiguradamente sus deseos, conflictos y temores665 que han
sido rechazados y de los cuales no quiere saber nada666. Debido a ello la insistencia
de ciertas temáticas resulta inexplicable para el propio niño667, aun cuando a menudo
tales imágenes se refieran precisamente a situaciones actuales o pasadas de su vida
cotidiana y de los cuentos que lee668.
664
Widlocher, 1975: 17, 88, 115, 149.
665
Widlocher, 1975: 18, 48, 149.
666
Widlocher, 1975: 97-8.
667
Widlocher, 1975: 116.
668
Widlocher, 1975: 113.
669
Widlocher, 1975: 149. Vease también Freud,1898b: 106-7.
670
Widlocher, 1975: 133. Sin embargo, en la asociación libre o en el sueño la estructura del lenguaje
es diversa que cuando se lo utiliza comúnmente (Freud,1898b: 106-7), pues no sigue los tres
principios del mismo, lo cual explica la ambigüedad, las incoherencias, la falta de lógica. Por ello
algunos piensan que esta articulación de representaciones de diversa procedencia que llevaria al
devenir consciente, es el punto más complejo del trabajo analítico, pues estas representaciones-cosa
no se vinculan más que consigo mismas dado que al devenir inconscientes pierden la referencia
original a la cosa y con ello la relación entre la representación-cosa y la representación-palabra podria
seguir siendo arbitraria (Laplanche, 1993: 67-8)
671
Widlocher, 1975: 116.
178- dibujo maltrato
“son las que producen una organización psíquica más alta y posibilitan el relevo del proceso
primario por el secundario que gobierna en el interior del preconsciente. Ahora podemos
formular de manera precisa eso que la represión, en las neurosis de transferencia, rehúsa a
la representación rechazada (cf. Pag. 177): la traducción en palabras, que debieran
permanecer enlazadas con el objeto. La representación no aprehendida en palabras, o el
acto psíquico no sobreinvestido, se quedan entonces atrás, en el interior del Icc, como algo
reprimido”672.
Y en ese orden de ideas, nos dice que: “bien comprendemos que el enlace con
representaciones-palabra todavía no coincide con el devenir-conciente, sino que meramente
brinda la posibilidad de ello, por tanto, no caracteriza a otro sistema sino al del
673
preconsciente” .
Ahora bien, nosotros encontramos en Freud un caso de una Neurosis Obsesiva que
relativiza esta última idea, pues allí Freud habla de un paciente al que “los productos
672
Freud,1915d: 198
673
Freud,1915d: 198-99; véase también Freud,1895e: 413 y sigs.; Freud,1898b: 604-5; Freud,1910k:
226; Freud,1923a: 22
674
Freud,1915d: 198; Klein, 1939: 32; Lacan, 1953b: 60, 64, 69, 103; Lacan, 1953/4: 78, 121, 178,
230, 237, 240, 324, 380; Lacan, 1954/5: 371-85; Lacan, 1960a: 323; Widlocher, 1975: 116; Forrester,
1980: 97; Gallo, 1989: 18, 23; Gallo, 1999: 26, 86,153; Ramirez, 2003: 5.
dibujo maltrato - 179
“En cierta época, cada vez que veía a su padre entrar en la habitación, le emergían,
íntimamente enlazadas, una palabra y una imagen obsesivas. La palabra decía: "Vaterarsch"
(culo de padre), y la imagen concomitante figuraba al padre como la parte inferior de un
cuerpo desnudo, provisto de brazos y piernas, al que le faltaban la parte superior del cuerpo
y la cabeza. Los genitales no se mostraban, y los rasgos del rostro estaban pintados sobre el
abdomen”677.
675
Freud,1916b: 344.
676
Freud,1916b: 344-5. Vease también Freud,1898b: 106-7.
677
Freud,1916b: 344.
678
Freud,1916b: 345. Respecto de este síntoma obsesivo que se sirve de las imágenes Freud no
solamente muestra semejanzas con algunas caricaturas Francesas sino que también establece un
paralelo con ciertas figuraciones antiguas indicando “una total concordancia con la imagen obsesiva”
(Freud,1916b: 345) Así mismo, sobre esta correspondencia entre lo individual y lo colectivo Freud
señala la relación entre el sombrero y la cabeza como símbolo de los genitales –que permite la
figuración de la castración- y “el significado notorio bien conocido de las inscripciones que se hacen
sobre las paredes (grafiti)” (Freud,1916c: 346-7.) en los cuales “la cabeza estaba destinada a figurar
un miembro masculino” (Freud,1916c: 347).
679
Freud,1916b: 345. En esa vía Gavarenta plantea que: “Freud ubico a la caricatura como un medio
para volver cómico a alguien o a algo, y estableció que la caricatura opera por el rebajamiento del
objeto sublime” (Gavarenta, 2005: 1) o también que la caricatura es una vía regia “para cuestionar la
identificación a lo sublime de esa autoridad, por que produce el rebajamiento de la imagen
(Gavarenta, 2005: 2) En ese sentido, esta autora recuerda que “la emergencia de la risa en la cura fue
recortada por Cristina Marrone como un signo a ser leído por el analista, en cada ocasión” (Gavarenta,
2005: 1) Por ello propone que el dibujo del niño puede ser utilizado como una vía para abordar el
sufrimiento infantil (Gavarenta, 2005: 1) Además, esta autora recuerda que Lacan relaciono el dibujo
con la escritura cuando plantea que “el dibujo puede ser considerado, no sólo como imagen del objeto,
sino como escritura de su nombre, escritura entonces de imposible de ser dicho (Gavarenta, 2005: 1.
Vease también Glaze, 2001)
180- dibujo maltrato
En síntesis, las imágenes por si mismas -o en conjunto con las palabras- comportan una
capacidad de actualización de los contenidos inconscientes, razón por la cual los dibujos de
los niños pueden facilitar la exteriorización de fantasías inconscientes. Continuemos viendo
entonces otros nexos entre la palabra, la imagen y el inconsciente.
Respecto del segundo principio del lenguaje, dado que la escritura es una
transposición gráfica secundaria de la lengua hablada, de suerte que la naturaleza de
los signos es auditiva, se piensa que estos se desarrollan en el tiempo y por ello la
estructura de los signos lingüísticos representan una extensión mensurable en una
sola dimensión: es una línea681, una cadena significante, que permite expresar
relaciones causales, sucesiones, semejanzas, comparaciones, etc...
680
En el caso Freudiano el propósito denigratorio sobre el padre se articulaba con el temor hacia este
derivado de la sofocación de las tendencias pulsionales (Freud,1916b: 34-5) lo cual -según vimos en
el capitulo segundo- a menudo es interpretado por el niño como una forma de maltrato.
681
Freud,1898b: 345-55; Sausurre, 1945: 133; Barthes, 1964: 128.
682
Sausurre, 1945: 133; Barthes, 1964: 127.
683
Barthes, 1964: 129-131.
dibujo maltrato - 181
684
Freud,1898b: 345-55; Widlocher, 1975: 83.
685
Widlocher, 1975: 84.
686
Y es que según Freud el núcleo del Icc “consiste en agencias representantes de pulsión que
quieren descargar su investidura; por tanto en mociones de deseo” (Freud,1915d: 183) las cuales (lo
destacamos): “subsisten unas junto a las otras sin influirse y no se contradicen entre ellas (…) dentro
del Icc no hay sino contenidos investidos con mayor o menor intensidad” (Freud,1915d: 183) Es claro
que al no aplicar el principio de solidaridad entre sus elementos no puede hablarse entonces de una
estructura del inconsciente, de suerte que para referirnos a este seguiremos a Freud y lo
designaremos como un sistema con sus propias leyes.
687
Freud,1915d: 184. Vease tambien Freud,1898b: 106-7, 345-55.
182- dibujo maltrato
Así pues, la disposición de los signos en los dibujos es vacilante pues sólo sirve de
marco para representar una escena690 de modo semejante a la disposición de las
representaciones cosa en el inconsciente que no tiene un lugar fijo puesto que allí no
hay cadena significante. En ese sentido, lo importante del dibujo del niño en la clínica
es que “cuenta un cuento figurándolo con un conjunto de signos imaginados”691 de manera
analóga a las caricaturas o comics sin importar qué tan bien lo haga692.
688
Freud,1898b: 345-55; Widlocher, 1975: 92, 135.
689
Freud,1898b: 345-55; Widlocher, 1975: 153, 159-160.
690
Widlocher, 1975: 7.
691
Widlocher, 1975: 8.
692
Widlocher, 1975: 94. Esto último permite distinguirlo de la caricatura y del fenómeno
cinematográfico llamado travelling en donde conscientemente se busca figurar una acción,
presentando partes de la misma en una secuencialidad que intenta describir la escena como en una
narración (Widlocher, 1975: 90, 157) De allí que un estudio psicoanalítico del dibujo no se centra en
los medios técnicos que tiene el niño para dibujar, ligados a sus aptitudes intelectuales, perceptivas y
motrices, sino en sus intenciones narrativas que están más asociadas a su historia dentro de la
familia, que a la maduración biológica y en los mecanismos inconscientes que permiten figurar
pensamientos abstractos y relaciones causales.
693
Freud,1915d: 184; Barthes, 1964: 127. De allí que muchos lingüistas consideren que los sistemas
de significación por imágenes son rudimentarios con respecto a la lengua y por ende le otorguen un
estatuto inferior al de aquella (Barthes, 1964: 127) Así mismo, algunos analistas consideran que el
recurso a otros medios diversos de la palabra, como son las imágenes, sólo conduce a lo imaginario
tal como hemos indicado. Sin embargo, precisamente el hecho de ser un sistema más rudimentario
que el lenguaje, permite entender las posibilidades de articulación con el inconsciente, pues como
observa Freud, las palabras primitivas y las representaciones cosa del inconsciente comparten el
hecho de ser más multívocas que las de los actuales niveles más desarrollados del lenguaje y del
sistema preconsciente-consciente, por cuanto son antitéticas, es decir, por que contienen dos
significaciones opuestas sin relación de exclusión (Freud,1915d: 184). Por ello no hay negación en el
inconsciente y puede darse la transformación en lo contrario. Así pues, al entender que el sueño es
una vía regia para acceder al inconsciente por cuanto allí los pensamientos inconscientes se expresan
de forma multívoca, arcaica, regresiva (Freud,1910c: 147-52; Freud,1915d: 184) podemos
comprender que otras formas, también rudimentarias como el dibujo, permiten acceder al inconsciente
dibujo maltrato - 183
oponen entre ellos mismos, permite a Freud decir que en el sistema Icc “no existe la
694
negación” .
Una vez que hemos establecido algunas semejanzas y diferencias entre las leyes de
los sistemas de significación compuestos de signos linguisticos y visuales, y sus
relaciones con las leyes de los sistemas psíquicos propuestos por Freud, concluimos
dado que las formas de expresión son similares. En las palabras antiguas la forma de fijar el sentido
que se quería expresar consistía en agregarle la imagen del mismo. En cambio, según vimos, en el
psiquismo, la única manera en que las representaciones-cosa adquieren un sentido fijado
temporalmente es vinculándose con representaciones-palabra (Freud,1915d: 184, 198-99. véase
también Freud,1895e: 413 y sigs.; Freud,1898b: 604-5; Freud,1910k: 226; Freud,1923a: 22)
694
Freud,1915d: 183-4.
695
Widlocher, 1975: 85.
696
Barthes, 1964: 130. De allí que se distingan tres tipos de mensajes: 1) un mensaje icónico
simbólico, cultural, semejante a las significaciones consensuadas, 2) un mensaje icónico, perceptivo
(que permite identificar los objetos), literal, semejante al significante. Y 3) un mensaje propiamente
lingüístico en el cual las palabras aparecen al lado de las imágenes (Barthes, 1964: 130-1) Ahora, ya
que un sistema de signos que se ocupa de los signos de otro sistema, para convertirlos en sus
significantes, implica un sistema de connotación, se piensa que la imagen literal es denotada y la
simbólica connotada, pues el mensaje literal es soporte del simbólico. (Barthes, 1964: 130) Por ello “a
nivel del mensaje «simbólico», el mensaje lingüístico guía no ya la identificación, sino la interpretación,
constituye una especie de tenaza que impide que los sentidos connotados proliferen hacia regiones
demasiado individuales (es decir, que limite el poder proyectivo de la imagen) (Barthes, 1964: 132)
Por ello estos autores piensan que sueño, literatura e imagen comparten un forma retorica haciendo
uso de la metáfora y metonimia. “De este modo la retórica de la imagen (…) es específica en la
medida en que está sometida a las exigencias físicas de la visión (diferentes de las exigencias
fonatorias, por ejemplo), pero general en la medida en que las «figuras» no son nunca más que
relaciones formales de elementos” (Barthes, 1964: 138-9; véase también Benveniste, 1956, citado por
Barthes, 1964:38). Aquí la metonimia opera por la continuidad o yuxtaposición de las imágenes
mediante las cuales se transfiere el sentido de una imagen abstracta a una concreta, o se realza una
parte de un todo para expresar ese todo, y la metáfora opera por sustitución de una imagen por otra
creando un nuevo sentido (Barthes, 1964: 139; Péninou, 1972: 196, 198, 200).
697
Freud,1898b: 106-7; Barthes, 1964:127.
698
Widlocher, 1975: 86.
184- dibujo maltrato
que el dibujo al igual que la palabra hacen parte de un sistema de signos que
permiten una transposición simbólica de una realidad sensible, pero a
diferencia del lenguaje, el dibujo impone a su trascripción una serie de
artificios estilísticos como la sucesión o yuxtaposicion de imágenes,
permitiendo representar los propios dramas en una situación fantaseada donde
el yo y sus objetos aparecen bajo un disfraz699.
Para finalizar este capitulo describiremos brevemente el lugar que tuvieron la imagen
y la palabra en nuestro trabajo clinico-investigativo.
Empecemos recordando que dibujar, hablar o jugar, son elementos que permiten
establecer la relación terapéutica, siendo las particularidades de cada caso las que
permiten explicar el por qué se utiliza uno u otro, o por que se relevan o hasta se
complementan700. Pero estos elementos no sólo permiten establecer la relación
terapéutica sino que también son el medio por el cual se exteriorizan los
contenidos y procesos intrapsíquicos, es decir, son el medio por el cual se
obtiene el material de análisis, y en ese sentido se establecen diferencias entre los
mismos, dada su naturaleza diversa que implica diferentes formas de exteriorización,
tal como lo habíamos señalado en el aparatado anterior.
699
Widlocher, 1975: 86. Vease Freud,1898b: 106-7.
700
Widlocher, 1975: 202-208.
dibujo maltrato - 185
Vemos entonces que los efectos enigmáticos de este tipo de vínculo no sólo
dependen de la actitud neutral, sino también de la atención neutral, según la cual
todo lo exteriorizado tiene valor. Esto se debe a que de esa forma el niño capta que
allí no prima la realidad y en cambio se da importancia a sus fantasías, de suerte que
ahora se conduce sin mayor miramiento por la primera y entonces se entrega a una
701
Freud,1909b: 53; Widlocher, 1975: 140, 150. Aun cuando desde la perspectiva Lacaniana se
sostiene que “el niño es un analizante de derecho propio. Por lo tanto, sólo existe un psicoanálisis, el
del sujeto; es decir, no hay uno para niños y otro para los adultos.” (Ramírez: 2003, 114), también se
reconoce que el niño y el adulto se diferencian por diversas razones, entre las cuales destaca el hecho
de que el niño todavía no ha tenido un encuentro con la sexualidad genital (Gallo,1989: 15-34;
Ramírez, 2003: XVI) o también que “existe también una maduración biológica del individuo, que no del
sujeto que es estructural, y que, además, hay elecciones de goce del sujeto desde temprana edad,
sea a partir de dispositivos fantasma ticos o a partir de la disposición perversa polimorfa de la
sexualidad infantil” (Ramírez, 2003, 114) Por ello adherimos a la posición de Lacan según la cual es
necesario conservar la neutralidad respecto del niño y del adulto, más allá de las diferencias entre
ambos (Lacan,1953b: 72, 121, 124-5, 127; Lacan, 1953/54: 46-54; Lacan, 1955: 172-3; Lacan, 1956/7:
113-4; 1958: 221)
702
Freud,1909b: 53 ; Widlocher,1975: 140,150
703
Freud,1909b: 106; Widlocher,1975: 140, 151
186- dibujo maltrato
Ahora bien, las razones que nos llevaron a elegir el dibujo como el medio simbólico
por el cual se esperarían las exteriorizaciones de lo inconsciente son dos: 1) este es
un recurso simbólico propio de la infancia. 2) en nuestros casos precisamente se
observaba una dificultad para hacer uso de la palabra. Este ultimo hecho en parte se
debe a que a menudo en la clínica la palabra se presta con dificultad para una
regresión formal en el niño, dado el valor que tiene en el dialogo comunicativo con el
adulto, por lo que lo que en la relación con este raramente la usa para representar
sus fantasmagorías, lo cual no sucede cuando se encuentra solo o en compañía de
otros niños. Por ello, seguimos la idea de que al proponerle al niño una actividad
tan imprecisa, como la elaboración de un dibujo libre, y, dada la actitud neutral
que el terapeuta asume frente a él y sus producciones, esto permite que los
pequeños se entreguen con mayor facilidad a la actividad imaginaria708, y de
ese modo al hablar sobre las fantasías elaboradas en los dibujos, la palabra y el
704
Estos fenómenos tienen por condición el establecimiento de una relación con la realidad diversa,
donde la fantasía ocupa un lugar privilegiado, tal como sostiene Winnicott (Winnicott,1980: 18, 19, 23,
27, 69), Nejamkis (Nejamkis,1977: 12-15) y Garma (Garma,1943 citado por R. Levin,2005: 81),
retomando el concepto de ilusión de M. Milner (Milner,1965 citado por J. Nejamkis,1977: 14, 23, 27,
36, 40; también por Levin,2005:31). Esta idea que da importancia al fenómeno de la ilusión ya había
sido señalada por Freud (Freud,1905e: 277) con respecto al juego del niño, al espectador de obras
teatrales y del lector de obras literarias (Freud,1905e: 277, Freud,1919g: 17) y aun en el humor, donde
el superyó rechaza la realidad y se pone al servicio de la ilusión (Freud,1927c: 161)
705
Widlocher, 1971: 167. Vease tambien Freud,1898b: 196-7.
706
Nuevamente recordamos que en nuestro proceder se le dio la palabra al niño en todo momento,
para que asociara acerca de los grafismos, los cuales, como se verá, más bien apuntan a permitir una
activación no defensiva de la palabra que permita que opere su función simbólica.
707
El hecho de que no haya exigencias explica las regresiones, pues siguiendo a Lacan,
consideramos que el no hacer exigencias, produce una agresividad (según el esquema frustración-
agresividad-regresión) que se agota y hace que comiencen a aparecer demandas del sujeto y allí
aparece la regresión como tal, que lleva la demanda a un punto cero que hace aparecer la castración
(Lacan, 1953b: 70-8; Lacan, 1958a: 248-50, 267-70; Lacan, 1962/3: 61-3)
708
Widlocher, 1971: 167.
dibujo maltrato - 187
Vemos entonces que al igual que con la palabra, el dibujar en el marco de este
tipo particular de relación con un adulto adquiere otras funciones singulares
que no aparecen generalmente en otros contextos, donde el hecho de concebir
estas producciones a partir de puntos de vista estéticos, morales o éticos no lo
permiten, pues al adoptar tales perspectivas, el vinculo se modifica por el abandono
de la neutralidad, y entonces puede perderse la posibilidad de que operen tales
funciones imaginarias de la simbolización que hemos venido examinado, que son las
que permiten exteriorizar las fantasías inconscientes y posteriormente conducen a
ligar las angustias y elaborar los traumas710, que en nuestros casos se asocian al
maltrato infantil.
Por otra parte, también habíamos señalado que las situaciones de angustia y trauma
a menudo paralizan las capacidades de asociación, impidiendo que estas situaciones
sean inscritas en el registro simbólico de la palabra, de suerte que estas se inscriben
en el psiquismo en el sistema inconsciente como representaciones-cosa, dado que
las representaciones palabra se inscriben el sistema preconsciente-consiente. Por lo
tanto se las registra como imágenes. Por ello, aun cuando la palabra permite
eludir la censura dado su carácter multívoco711 en estos casos la palabra no
permite figurar tales contenidos (de allí que se diga que estas situaciones son
indecibles, tal como se sostiene para las vivencias de maltrato), los cuales
encuentran tal posibilidad en el mecanismo inconsciente del miramiento por la
709
Freud,1898b: 106-7.
710
Widlocher, 1971: 167. Respecto de los señalamientos éticos y la rectificacion subjetiva que apunta
a la emergencia de la responsabilidad subjetiva, queremos recordar que Lacan señala que “de ningun
modo se debe abordar frontalmente la culpabilidad, salvo transformandola en diversas formas
metabolicas” (Lacan, 1956/7: 281)
711
Freud,1898b: 346
188- dibujo maltrato
figurabilidad que funciona con imágenes, tal como lo postula Freud para el caso
de los pensamientos abstractos que no encuentran otra posibilidad de ser figurados
en el sueño712.
Por ello se piensa que el dibujo al operar con imágenes que se prestan al
funcionamiento del inconsciente permite que estas sean asociadas más fácilmente
con las representaciones-cosa inconscientes713, reactualizándolas al asociarse por
semejanza visual de los contenidos. Así pues, dada la naturaleza visual del sueño
y del dibujo, se piensa que estos pueden ser una vía regia para acceder al
inconsciente que también trabaja con imágenes714.
Recordamos además que el dibujo libre en el niño, a diferencia del arte plástico,
no se centra en lo estético, ni en la reproducción de una copia fiel de la
realidad715 sino en la intención significante, narrativa716 que permite al niño
realizar una construcción original, para nada reducible a una huella natural.
712
Freud,1898b: 106-7, 349-350; Widlocher,1975: 160
713
Widlocher, 1975: 153.
714
Widlocher, 1975: 153. Vease Freud,1898b: 106-7.
715
Aunque es bien sabido que la hipótesis clásica, realista, que apuntaba a una identidad de hecho
entre la imagen percibida y la cosa, no se sostiene (Widlocher, 1975: 55. Vease también Freud,1898b:
106-7) este asunto se ha tratado de explicar a partir de una hipótesis deficitaria, según la cual; el niño
tendría una “incapacidad de percibir bien las cosas e imposibilidad de darnos la transcripción gráfica
exacta” (Widlocher, 1975: 57. Vease también Freud,1898b: 106-7) Al respecto Widlocher cita a
Merleau Ponty: “el dibujo del niño está pues siempre definido negativamente, todas sus
particularidades consideradas como otros tantos fallos” (Merleau Ponty, 1945. citado por Widlocher,
1975: 58; Véase también Merleau Ponty, 1950: 6, citado por Widlocher, 1975: 58) y agrega que “es
cierto que estas deficiencias juegan un papel, pero no se ha comprobado que el estilo de los dibujos
de niño dependa de ellos exclusivamente” (Widlocher, 1975: 58) Aquí la noción de “modelo interno” de
Luquet es apropiada, pues indica que la imagen visual no es simplemente la reproducción de un
objeto ni su posterior traducción, pues se trata de algo que media entre ambas y que introduce algo
del orden de la selección de los rasgos según la subjetividad, aunque siga siendo cierto que la
percepción en el niño tiene sus particularidades (Widlocher, 1975: 66-7. Vease también Freud,1898b:
106-7) Por ello: “la imagen que nos aporta el dibujo, o el cuadro, pocas relaciones formales tiene con
la proyección óptica del objeto real sobre nuestra retina” (Widlocher, 1975: 59. Vease también
Freud,1898b: 106-7) Entonces el acto de pintar es pues “un acto en el sentido completo del término,
no sólo un gesto motor que actúa de la misma forma que el brazo registrador de un aparato; es, sobre
todo, un acto creador, que se funda en un registro de expresiones simbólicas y de ninguna manera
naturales” (Widlocher, 1975: 61. Vease también Freud,1898b: 106-7) En resumen pueden distinguirse
tres fases del estilo infantil que se asocian al desarrollo: 1) fase de garabatos (realismo fortuito o
comienzo de la figuración), 2) fase de realismo infantil (realismo intelectual o comienzo de la intención
representativa) y, 3) fase de realismo visual (abandono el realismo infantil o primacía de la
perspectiva) (Widlocher, 1975: 24-54)
dibujo maltrato - 189
Por ello, aunque su naturaleza sea esencialmente visual, sus leyes son diversas a
las de la percepción717 aproximándose paradójicamente a las del lenguaje718, claro
está, con notables diferencias (también con el juego) entre las cuales, además de la
que acabamos de señalar, la más fundamental es la propiedad de inscribirse y
permanecer en la realidad, siendo posible reencontrar las imágenes una y otra vez,
en contraste con la fugacidad de las imágenes de percepciones externas y de las
percepciones internas que quedan del hablar o jugar, por lo que también se
emparentan con la escritura, la fotografía y el cine719.
716
Por ello se dice que el dibujo debe ser tratado “como un sistema de información, más que como un
sistema de representación” (Widlocher, 1975: 9. Vease también Freud,1898b: 106-7) Y es que a
diferencia del artista plástico, del dibujo del niño “queda su valor de signo” (Widlocher, 1975: 23-4)
Por ello opondremos el signo «icónico» del niño al signo «plástico» del artista (Widlocher, 1975: 74)
pues este último corresponde a un valor expresivo “específicamente estético”(Widlocher, 1975: 74)
que explica la delectación estética, y que sólo aparece incidentalmente en el dibujo del niño. Así
mismo, a diferencia del uso de imágenes en publicidad, donde la significación es intencional y por
tanto se intenta reducir la multivocidad de las mismas para lograr que el espectador capte claramente
el mensaje que se intenta transmitirle (Barthes, 1964:127) en el niño se registra otro tipo de intención
significante, de naturaleza inconsciente, que no puede ser descifrada de la misma forma dado que se
exterioriza según sus propias leyes.
717
Widlocher, 1975: 55-67.
718
Widlocher, 1975: 69. Vease también Freud,1898b: 106-7.
719
Widlocher, 1975: 69. Vease también Freud,1898b: 106-7.
720
Widlocher, 1975: 208.
721
“Notamos entonces que numerosos temas que ocupan ulteriormente un lugar importante, estaban
ya presentes de manera alusiva en el primer dibujo. Este como una obertura de opera anuncia de
alguna manera desarrollos ulteriores” (Widlocher, 1975: 141) puesto que los dibujos subsiguientes “se
inspiraran en las mismas preocupaciones” (Widlocher, 1975: 141)
722
Widlocher, 1975: 142.
723
Widlocher, 1975: 153.
724
Al respecto cabe destacar el amplio uso que hacen del mecanismo de antropomorifzación, por
medio del cual, animales, monstruos y hasta objetos inanimados representan al yo y sus objetos
(Widlocher,1975: 114; Kaes,1987: 5; Péninou,1972 : 192)
190- dibujo maltrato
De allí que para captar este mundo fantasmático sea necesario analizar a posteriori
los dibujos y asociaciones libres en su conjunto y no aisladamente, buscando
analogías temáticas (que permiten develar los contenidos imaginarios, simbólicos y
reales del fantasma) pero también analogías formales, de composición (que ponen
en evidencia los mecanismos y procesos que intervienen en estas simbolizaciones)
De allí que se diga que estudiar un dibujo aislado no conduce más que al
develamiento de un esquema imaginario728.
Vemos entonces que aunque los contenidos de estas fantasías son pocos y
repetitivos, un aspecto capital del dibujo consiste en que durante el tiempo de
su ejecución se produce una actividad creadora que se modifica o reorganiza a
cada instante. En el acto gráfico y en el tiempo de su relato el decurso de los
pensamientos -de las representaciones- no es homogéneo, pues por momentos
obedece más a un modo de funcionamiento secundario –donde prima la lógica y las
725
En ese sentido, señalamos que los dibujos y relatos de los niños no fueron objeto de una
interpretación, sino tan sólo de una puntuación, es decir, nuestra intervención se centro en puntuar la
insistencia sobre los temas que aparecían repetitivamente. Sobre este punto de vista véase Lacan,
1953b: 73, 112, 127, 130-1, 135, 141; Lacan, 1957: 187-9; Lacan, 1966a: 5, 7; Bleichmar, 2007. Ya
veremos que la temática que aparece con insistencia en los dibujos y relatos de algunos niños
maltratados que estudiamos se refiere precisamente a situaciones de maltrato
726
Widlocher, 1975: 142.
727
Widlocher, 1975: 141, 149, 208. Vease Freud,1898b: 345-55. Otra similitud entre sueño y dibujo
consiste en que en ambos los contenidos figurados son pocos y repetitivos en contraste con la
amplitud y riqueza de los pensamientos inconscientes que los subyacen (Widlocher,1975: 134) Estos
fenómenos de la repetición y la redundancia también han sido objeto de estudio en publicidad
(Péninou,1972 : 176)
728
Widlocher, 1975: 115, 140-141, 151,160.
dibujo maltrato - 191
Por ello cuando priman los procesos secundarios y opera la elaboración secundaria
vemos que los niños intentan otorgar un carácter coherente y lógico a fantasías que
ya han sido objeto de diversos encubrimientos derivados de los procesos
primarios731. Inclusive es posible observar en un mismo dibujo estos diversos tipos
de actividad psíquica actuando simultáneamente732. En ese sentido recordamos que
algunos autores plantean que desde el psicoanálisis el dibujo se analiza según dos
puntos de vista:
“el uno, estructural, tiene cuenta de las leyes de funcionamiento de un aparato psíquico
inconsciente (…) hemos visto el papel determinante que tienen los mecanismos de
desplazamiento y de condensación y la figuración simbólica. El otro, considera la vida
pulsional del sujeto: no ya la forma de las representaciones rechazadas, su modo de
organización, sino la finalidad de sus contenidos, los deseos a que corresponden, las
razones de su rechazamiento fuera del campo del sistema consciente-preconsciente”733.
Esto pone en evidencia que el dibujar puede adquirir el estatuto de formación del
inconsciente, puesto que en ciertos momentos operan dos tipos de tendencias y
mecanismos contrarios, que se expresan mediante formaciones de compromiso que
pueden ser interpretadas psicoanalíticamente dado que representan los conflictos
entre pulsiones y entre instancias psíquicas734.
729
Widlocher, 1975: 144.
730
Widlocher, 1975: 144-146.
731
Widlocher, 1975: 142. Vease Freud,1898b: 485-503.
732
Se entiende entonces que estos fantasmas inconscientes “no están presentes en el dibujo del
niño, sino que lo estaban solamente en el espíritu del niño en el momento en que los dibujaba”
(Widlocher, 1975: 152)
733
Widlocher, 1975, 142-3.
734
Widlocher, 1971: 161-175; Widlocher, 1975: 94, 142, 144, 149.
192- dibujo maltrato
Por ello recordamos que no sólo se ha comparado el dibujo con el sueño sino
también con la chiste735, pues en ambos casos el entrecruzamiento de tendencias
opuestas conduce a un cortocircuito736 que lleva a una solución de compromiso737
con gran economía de medios738, operando el «principio del placer previo» o «prima
de incentivación»739 740
, según la cual el decurso de las asociaciones es modificado
por distracción de la atención741 de modo que el placer que se obtiene al representar
una intención consciente, es condición previa para obtener un placer mayor derivado
de otras fuentes referidas a satisfacciones pulsionales que antes estaban inhibidas
por resultar displacenteras 742.
En el dibujo libre, al asociar sobre lo dibujado, se observa que junto a una primera
fantasía consciente se agrega otra inconsciente que la releva, tal como sucede en la
construcción del fantasma743, de allí su enigmática apariencia que también se
aproxima al lapsus744. Por ello, dado que en el dibujo pueden aparecer elementos del
fantasma, implicando la operación sucesiva y/o simultanea de procesos y contenidos
735
Además, el dibujo y la agudeza, al igual que el relato del sueño (no el sueño) son producciones
psíquicas destinadas a otro (Widlocher, 1975: 159-160) siendo la diferencia entre ambos que el dibujo
está hecho sobre todo de imágenes mientras que la agudeza se sirve de material verbal. Pero, esta
diferencia se reduce al considerar que en el dibujo, las imágenes “usan el lenguaje del inconsciente a
la manera del sueño” (Widlocher, 1975: 160)
736
Freud,1905b: 116; Widlocher, 1971: 163-75
737
Freud,1905b: 20-6, 40-4, 46, 131, 165,193, 221; Widlocher, 1971: 161-175
738
Esto permite representar en forma abreviada por condensación y desplazamiento las relaciones
entre los elementos significantes del fantasma. Con el sueño, la agudeza, la poesía y la publicidad, el
dibujo implica el uso de hipérboles donde lo insólito, lo improbable, lo arbitrario, lo impertinente y lo
inmotivado de las asociaciones resaltan (Widlocher, 1975: 153-160; Péninou, 1972: 204) con la
diferencia de que tales medios en el dibujo operan en el estado de vigilia, en contraste con el sueño,
pero además con la diferencia de que en el dibujo se trata de buscar activamente el placer, y no se
evita el dejarse invadir por representaciones penosas (Widlocher,1975: 153, 159-60)
739
El cual había sido observado a partir del estudio de la sexualidad (Freud,1905c: 190-92;
Freud,1905e: 282; Freud,1907c: 135)
740
Freud,1905b: 131-2; Widlocher,1971: 162-175
741
Freud,1905b: 144-6, 174, 208, 220; Widlocher, 1971: 161-75; Widlocher, 1975: 154.
742
Freud,1905b: 114-5, 122-5, 128-30, 131-2, 141-150, 164-5, 223; Widlocher,1971: 161-75;
Widlocher,1975: 159-160
743
Es que el fantasma se inscribe en los tres sistemas (inc-prec-ccia) (Widlocher, 1975: 142) de modo
que para conocer la parte inconsciente se procede por deducciones a partir de las representaciones
preconcientes-conscientes del mismo, ya que los elementos inconscientes son residuos que fueron
rechazados del sistema preconsciente al cual no pueden integrarse, resultando no sabidos por el
propio sujeto, y que sin embargo buscan expresión en el fantasma (Widlocher,1975: 144) Así al
dibujar se da: “esta posibilidad de significar por la imagen esta «imago» inconsciente que busca
actualizarse” (Widlocher, 1975: 154)
744
Widlocher, 1971: 167; Widlocher, 1975: 144, 154-155, 158-160.
dibujo maltrato - 193
de los tres sistemas, ello explica por qué el curso de las asociaciones es modificado
a medida que se dibuja y habla.
De allí que sea indispensable captar los puntos de ruptura de la primera intención,
así como los detalles ambiguos que sirven para expresar la segunda intención
inconsciente, lo cual implica observar la presencia de estos aspectos que se
conservan y cambian en más de un dibujo745. En ese orden de ideas, no queremos
dejar de señalar que según Freud estos procesos que ocurren en el chiste pueden
considerarse como una posibilidad de elaborar afrentas ante las cuales no se
reacciono por medio de insultos746. Esta idea nos permitirá apoyar el modelo que
venimos construyendo, según el cual en el dibujo dicho procesos también permitirían
devolver la afrenta en una fantasía que se crea sobre la base de lo dibujado.
·µ¸¶
Una vez que hemos indicado algunas de las principales particularidades del uso del
dibujo y el lenguaje en el trabajo clínico de construcción de fantasías, presentaremos
seis casos que hemos reconstruido a posteriori para examinar los procesos de
simbolización que operaron al dibujar y asociar libremente. Esto con el ánimo de
poner a prueba el modelo teórico que hemos construido en este capítulo y el anterior,
según el cual las situaciones de maltrato infantil suelen ser vividas como una afrenta
al narcisismo que exige ser resarcida pero que, dadas una serie de razones que
impiden al niño reaccionar por medio de actos o palabras, dicho resarcimiento sólo
puede producirse a posteriori en las fantasías que estos chicos elaboran con ayuda
de dibujos y relatos, las cuales permiten satisfacer -por medio de la identificación a
un otro- las tendencias de agresión vengativa que fueron interceptadas.
Este modelo -que nos lleva a examinar los mecanismos, las fuerzas y los sistemas
involucrados en el forjamiento de las fantasías asociadas a las producciones gráficas
de los niños- nos permitirá indicar cuando las situaciones de maltrato han producido
745
Widlocher, 1975: 160.
746
Freud,1905b: 130, 131.
194- dibujo maltrato
La metodología que hemos empleado para analizar los casos comprende dos
movimientos: primero seguimos los casos sesión por sesión; lo que frecuentemente
nos lleva a conjeturas, que dejamos en suspenso hasta no disponer de otros
elementos confirmatorios que apunten en la misma dirección; segundo, a posteriori
miramos en conjunto la secuencia de momentos que hemos identificado en cada
caso, lo cual nos ha permitido adoptar varias perspectivas de análisis que nos llevan
a observar diferencias y similitudes en los modos de simbolización de las situaciones
de maltrato que han sufrido estos niños.
Específicamente, en este caso hemos podido aislar al menos cuatro series diferentes
de dibujos repetitivos. En la primera serie aparece figurado el tema del maltrato de
forma invertida, sirviéndose del desplazamiento y de la escisión, pues se hace a
otros lo que se le hizo al niño, pero sin que éste se implique directamente. En la
segunda serie, nuevamente se figura el tema del maltrato, pero aquí el niño está
implicado, pues representa escenas de la realidad en las que aparece como un niño
díscolo que es pegado por la madre, al tiempo que figura el tema del maltrato por
desplazamiento en otro niño que también es díscolo y es pegado por los adultos.
Esta segunda serie se caracteriza por la posición pasiva, masoquista del niño, pues
su conducta díscola siempre lo lleva a hacerse pegar. En la tercera serie de dibujos,
de nuevo se figura el tema del maltrato viéndose implicado el propio niño, pero a
diferencia de la serie anterior, las fantasías elaboradas en los dibujos ya no guardan
tanta relación con las escenas reales, desplegándose ampliamente la actividad
fantaseadora, que permite que ahora el niño ya no esté más en posición pasiva,
Ahora ha adoptado la posición activa, sádica, por lo que en estos dibujos hay un
despliegue de las tendencias hostiles, crueles y de agresión vengativa, que permite
obtener una satisfacción fantaseada. Esta tercera serie se caracteriza además por la
aparición de fuertes ansiedades persecutorias; los objetos del mundo atacan al niño
en múltiples formas, como retaliación por el despliegue del sadismo que está en todo
su apogeo. Finalmente, en la última serie de dibujos ya no se representa el tema del
maltrato y poco a poco se dejan de presentar niños díscolos. Aparecen, en cambio,
las tendencias de reparación hacia los objetos que habían sido atacados en los
dibujos anteriores.
Aunque este proceso de simbolización parece ser típico en los casos de los niños
que estudiamos aquí, no se logra observar en todos ellos el atravesamiento de los
momentos descritos, tal como se verá más adelante. Por el contrario, en muchos de
los casos pudo verse que el niño se detenía en una de estas series y en el modo
simbolización que la caracteriza, así como en la posición activa o pasiva que les
corresponde. Así por ejemplo, muchos niños permanecieron fijados a una posición
masoquista, mientras que en otros casos se dio el movimiento a la tercera serie y
dibujo maltrato - 197
Jota es un niño de 6 años que fue llevado a psicoterapia (la cual duró 15 meses
aproximadamente) debido a que presentaba diversos trastornos: no hablaba, no
jugaba, se mostraba aislado, tenía enuresis y pesadillas. Este niño fue abandonado
por sus padres al nacer, quedando la abuela materna a su cargo. El padre muere a
los dos años, momento en el que retorna la madre. Un año más tarde ésta queda en
embarazo y a los cuatro años, cuando nace la hermanita, la madre comienza a
maltratar físicamente a Jota, golpeándolo con puños, patadas, cables de plancha o
de televisor, palos, etc. Además de que lo mortifica constantemente diciéndole que él
es la causa de su infelicidad y negándole cuidados y manifestaciones de amor, que
en cambio son dirigidas a la hermana, tal como lo indicaran la abuela, el niño y la
propia madre.
El niño explica que “están comiendo en familia” y luego agrega que se trata de “mi
abuela, mi hermanita y yo”. Así mismo, observamos que en otro lugar de la hoja hay
otros personajes. Al respecto dice que “ellos no comen con nosotros”. Además
tenemos que a uno de estos personajes que no participan de la misma mesa, Jota le
ha trazado una línea entre el cuello y el cuerpo; según él “le cortaron la cabeza”.
Esta escena se mostró luego significativa por su carácter repetitivo, por la insistencia
del tema del maltrato y porque permitió señalar contradicciones y paradojas en los
dibujos y en el discurso de este niño, que nos hacen sospechar la participación del
inconsciente.
200- dibujo maltrato
Por otra parte, esta historia, que ilustra las tesis psicoanalíticas sobre la tendencia a
reproducir situaciones de angustia infantiles fantaseadas o efectivamente ocurridas,
no es una simple copia de la realidad, ni del recuerdo de la misma, cosa que por lo
demás el niño no sólo no puede hacer, debido a su incipiente desarrollo psicomotriz,
sino que además no le interesa hacer, pues lo que busca es narrar o representar la
escena en cuestión a partir de ciertos rasgos. Se trata aquí de una conjunción de
fantasía, recuerdo y realidad, esto es, una fantasmatización de las escenas de
maltrato.
Otro detalle de este dibujo de la sexta sesión, se refiere a la figura que representa la
madre, la cual sirve al tiempo para representar a la profesora, es decir, que permite
sustituir a la madre por la profesora. Nuevamente fue el niño quien, al asociar sobre
sus grafismos, ofreció las claves para lograr la intelección de este significante gráfico.
Fue en la sesión anterior (quinta), al escuchar la voz de su profesora fuera del
consultorio gritándole a otro niño, que manifestó: “la profe grita como la mamá”, y
ahora, en la sexta sesión, nombra primero ese personaje como la profesora y luego
como la madre.
Tenemos pues que la voz de la profesora actualiza el recuerdo del tono de la voz de
la madre que grita, y que por esta conexión el material se presta para constituir una
persona mixta, gracias a la participación de la condensación y el desplazamiento,
propios del sistema inconsciente. Este mecanismo de simbolización permitió
representar la agresividad de la madre que grita como la profe, y más importante
aún, permitió representar la madre que pega cuando él y su hermana brincan sobre
la cama. Es pues el segundo intento de representar el maltrato psicológico y físico,
pero ahora con un carácter menos impersonal, pues ahora el niño establece una
conexión entre las temáticas que se desarrollan en sus dibujos y las dificultades del
vínculo con su madre.
Este detalle nos muestra de nuevo que no se trata de una reproducción fiel de la
realidad ni de sus recuerdos. Vemos más bien aquí una combinación entre realidad y
fantasía, y más específicamente una sustitución de un elemento por otro que cambia
la escena original. En otras palabras, se ha operado una simbolización; el significante
palo o cable es sustituido por el significante correa, que incluso aparece figurado dos
veces (la madre tiene dos correas) probablemente debido a un proceso de cuidado
por la figurabilidad de ideas (el número repetido figura la intensidad).
dibujo maltrato - 203
En este dibujo además se plasma otra escena en la que dos figuras femeninas
cuelgan de unos pasamanos, las que, en palabras del niño: “son una señora y la hija
que fueron ahorcadas”. Ahora bien, si además consideramos la función de la
sucesión de escenas en los dibujos, resulta lógico pensar que, al igual que en el
sueño, ella corresponde a diversos intentos por figurar el mismo tema, en este caso
las tendencias hostiles. El material permite pensar que estas tendencias hostiles
están ahora dirigidas no sólo a la hermana sino también a la madre, quienes parecen
ser sustituidas por una señora que es ahorcada con su hija. Son ya pues varios los
elementos repetitivos que dejan colegir que en los grafismos de Jota se intentan
representar las tendencias hostiles hacia la madre y la hermana, pero todavía el niño
no ha confirmado directamente estas conjeturas, todavía provisionales.
Nos ha parecido que este predominio de las tendencias hostiles tal como se expresa
en los dibujos de este niño, corresponde a los movimientos psíquicos que Freud
caracterizaba como "agresión vengativa", y se adecuan como una forma de
respuesta al maltrato. El caso de Jota parece mostrar que el maltrato físico
(recuerdese los golpes con palos o cables que el niño representa sustitutivamente
como pelas con correas) y psicológico (no hay manifestaciones de amor hacia jota
pero si para la hermana, al tiempo que rechaza al niño explícitamente) produce una
afrenta al narcisismo que exige ser resarcida, y para ello, el niño se vale del
procesamiento de ideas que pone a operar al dibujar y al asociar, pues tenemos que
él mismo es inicialmente el personaje maltratado por la madre, pero que luego,
gracias al mecanismo del desplazamiento, son la hermana y la madre las
maltratadas e incluso las asesinadas. Más adelante veremos la confirmación de
estos elementos.
dibujo maltrato - 205
A partir del dibujo de la decimo tercera sesión las tendencias sádicas son expresadas
directa e indirectamente y gobernarán la tercera serie de sus dibujos. Ahora los
personajes que pelean y se agreden, mueren y van al cielo, generalmente la madre y
la hermana, pero también él mismo. En adelante todos los objetos del mundo atacan
a Jota como retaliación por el despliegue de su sadismo.
206- dibujo maltrato
Por esta razón le producen angustias persecutorias, tal como lo dice él mismo al
hablar de otros dibujos y pesadillas que no expondremos aquí, pero que
principalmente tratan acerca de monstruos y diablos que lo persiguen para matarlo.
Aquí vemos nuevamente como se figura una idea como las tendencias e intenciones
agresivas por medio de imágenes, esta vez por medio de líneas que parten del
cuerpo de quien ataca y van hasta el cuerpo del objeto agredido, tal como se vera.
En los dibujos siguientes el tema repetitivo serán las agresiones y retaliaciones entre
dios, el diablo, unos niños desconocidos, la madre, la hermana y él mismo. En esta
serie de dibujos, observamos que los personajes que representan al yo y sus objetos
se han multiplicado notablemente y las tendencias sádicas están en apogeo.
Para la decimo quinta sesión, el niño retoma el tema de la madre que pega, aun
cuando ya no aparece el antecedente de brincar sobre la cama. En esta ocasión
introduce la figura del padre, quien es dibujado tomando al niño de la mano y
dispuesto, según dice Jota a “defenderme y matar a la mamá”.
Este dibujo y otros de esta tercera serie, nos permiten pues confirmar la hipótesis de
la agresión vengativa dirigida hacia la madre y la hermana, además de que ilustran la
fantasía de deseo soy amado por el padre.
Ahora Jota dibuja y habla dejando ver signos de placer, se ríe y no desea terminar
las sesiones. Por lo demás, la abuela y la profesora reportan una notable mejoría del
niño: ya no es tímido, ni retraído, desaparece la enuresis, habla y juega, tiene
amigos, pero les preocupa que Jota se ha vuelto agresivo y pelea constantemente.
Será en la sesión vigésimo primera que los temas de las agresiones y los asesinatos,
que gobernaban sus dibujos, desaparecerán.
dibujo maltrato - 213
En las sesiones siguientes se repiten los dibujos en que él y unos niños tienen un
comportamiento díscolo, pero ya no son castigados o atacados. Para la sesión
vigésimo sexta los niños ya no tienen comportamiento díscolo y no son pegados. Ha
desaparecido pues el tema del sadismo y la crueldad en sus dibujos y por el contrario
estos ahora parecen obedecer a las tendencias reactivas que sirven para reparar los
objetos anteriormente agredidos en sus representaciones gráficas.
Hemos visto que en los dibujos y relatos de este niño aparecen figuradas situaciones
de maltrato que ocurrieron efectivamente, pero también situaciones de maltrato
fantaseadas en las que pasa de una posición pasiva donde es objeto de malos
tratos, a una activa donde deviene maltratador. Todo ello gracias a diversos
mecanismos conscientes e inconscientes que permiten la transformación de las
escenas reales y fantaseadas. Así mismo hemos visto que dichas variaciones en las
escenas que se figuran y que se muestran asociadas a las situaciones de maltrato,
permite que la agresión vengativa que deriva de dichas situaciones ya no sea objeto
del proceso de represión y en cambio encuentre una posibilidad de satisfacción por
medio de la fantasía. Por ello a medida que se desplegaba el sadismo en las
fantasías de este chico desaparecían las problemáticas asociadas a los malos tratos.
Concluimos pues que estos procesos simbólicos de sustitución de escenas
permitieron la elaboración psíquica de las situaciones de maltrato infantil.
Pasemos ahora a examinar el caso de Luís siguiendo este modelo que destaca la
representación repetitiva de escenas donde se da el cambio de posición de lo pasivo
(el maltrato vivido como afrenta al narcisismo) a lo activo (el despliegue del sadismo
y la agresión vengativa)
Luis es un niño de 5 años que vive con el padre, la madre, tres hermanos mayores
(12, 14 y 23 años) y una hermanita menor (2 años). Fue llevado a psicoterapia
(durante 28 meses aproximadamente) en razón de sus problemas de lenguaje y de
comportamiento agresivo y disruptivo que derivaban en una incapacidad para
establecer vínculos y adaptarse al contexto escolar. Era maltratado físicamente por
su hermano, quien lo golpeaba con hebillas de correa, chapas de puertas, cables,
etc.,.y también lo mortificaba diciéndole que no lo quería , que no era de la familia, tal
como nos informaron el niño y su madre.
dibujo maltrato - 217
Así, por ejemplo, al principio los dibujos y relatos de Luís dejan ver fantasías en
donde aparece en primer plano la posición pasiva, masoquista, mientras que, en un
segundo momento, comienzan a aparecer elementos sádicos, y vengativos. Asi
mismo, en la segunda serie de dibujos, es posible observar la aparición de fuertes
ansiedades persecutorias, que se presentan como retaliación del sadismo satisfecho.
De ahí en adelante observaremos la vacilación en las posiciones fantasmáticas de
Luis, vuelta a una posición más de tipo pasivo-masoquista, reactivación de las
ansiedades persecutorias, ambivalencia afectiva, y finamente una solución sádica del
fantasma.
Figura 4.2.1 El niño está en el cielo por que el hermano grande lo mató
Al respecto dijo que “el niño está en el cielo por que el hermano grande lo mató”.
Conjeturamos que este material representa disfrazadamente la posición
fantasmática de Luís respecto de su hermano, posición pasiva, que se exterioriza en
dibujo maltrato - 219
Para la siguiente sesión (cuarta) Luís dibuja un paisaje en el que introduce varias
veces una figura humana, a la que le asigna el nombre de un personaje de televisión,
se trata de “Jackie chan”.
En el dibujo esta figura asume diversas posiciones de combate que el niño recrea
mediante el juego, como para ilustrar mejor tales movimientos. Añade verbalmente:
“este es un jackie chan malo, va a matar a Luís, se metió en casa”. Pensamos que
nuevamente se trata de una fantasía en donde se refleja la posición fantasmática de
Luís, pero, al contrario de lo acontecido en la sesión anterior, ahora se hace explicita
la participación de Luís en la escena, tal como lo muestran las propias palabras del
niño “va a matar a Luís”, es decir, a él mismo.
220- dibujo maltrato
Para la quinta sesión Luís dibuja una casa en las montañas y allí ubica los miembros
de su familia. Del lado izquierdo de la casa están su hermano mayor (quien lo
maltrata en la realidad) y su hermana menor, ambos sin brazos. Del lado derecho de
la casa dibuja a su madre, a una tía, al hermano que le sigue en edad, a él mismo,
luego al padre y a otro hermano. En la parte superior de la hoja, que corresponde al
cielo en su dibujo, hay unos personajes: uno de ellos lleva un bebé en su interior, y el
otro no tiene forma humana.
Respecto a su realización expresa: “familia mía, mamá, tía, Edgar, Luís, papá,
Dani… este no, feo, feo, fea, Camilo, Carolina” y luego, refiriéndose a las figuras de
la parte superior dice: “mamá volando, Luís volando, monstruo los va a matar, Luís
no quiere pelea, mamá muere”.
dibujo maltrato - 221
Ahora bien, el hecho de que dibuje a sus hermanos mayor y menor sin brazos es de
gran importancia para nosotros, pues vemos en ello una exteriorización de las
dificultades en el vínculo con ambos familiares. El hermano mayor que maltrata y la
hermana menor, objetos del odio y los celos para Luís, son representados mutilados,
como si con esta expresión pudiera satisfacer sus tendencias hostiles y vengativas
hacia ambos. Y bien, estas tendencias hostiles hacia ellos nos parecen confirmadas
por las palabras de Luís, quien al referirse a ambos dice “feo,feo,fea”.
Por otra parte, el monstruo que lo ataca a él y a su madre, remite a varias cosas.
Primero, la figuración expresa claramente el deseo edípico de Luís por penetrar
dentro del vientre de su madre, lo cual se evidencia en el hecho de representarse
dentro de ella. Segundo, la fantasía deja ver una angustia persecutoria y una
posición pasiva, evidenciada en el hecho de que un monstruo los va a matar, y Luís
no quiere pelear para defenderse y defender a su madre. Quizás se trate de una
forma de representar el conflicto edípico, en la que el padre es simbolizado por el
monstruo, el cual, debido a la introducción de Luís en el vientre de su madre, va a
tomar represalias contra ambos. Por otra parte, este material nos permite observar
222- dibujo maltrato
que la posición fantasmática de Luís frente a los objetos del mundo es pasiva,
masoquista, pues no desea pelear ante el monstruo, que bien pudiera sustituir al
hermano que pega, y no sólo al padre interdictor, pues en las primeras
representaciones Luís también se mostraba en posición pasiva frente a su hermano.
Dice que “todos felices, mama, papa, Luís, sol, nubes tristes” y más adelante explica
que “pegaron a nubes, pegaron a nubes, tristes, ya felices”, pero más significativa
aun es la frase siguiente “Camilo no quiero, no, no, malo, pega a Luís duro, pega”.
Ahora bien, prueba de que se trata de una representación disfrazada de los propios
conflictos con el hermano mayor son las ideas que Luís asocia luego de relatar la
historia de las nubes, puesto que allí explícitamente manifiesta su rechazo hacia el
hermano debido al maltrato que éste le ha infringido. En este orden de ideas, el
conflicto empieza a exteriorizarse de forma más directa aun cuando se presenta
como una transacción entre dos tendencias, la reprimida (referida a sus tendencias
hostiles, pero también a su pasividad hacia el hermano) y la represora (que encubre
estas tendencias). De suerte que a la manera del síntoma, es posible suponer una
satisfacción sustitutiva que el niño no reconoce como tal, satisfacción que además
sería de tipo sádico-masoquista.
En la siguiente sesión (octava) Luís trata de narrar una historia, pero los problemas
de articulación vocal impiden que lo comprenda. Como se le pide que repita para ser
entendido, él se aburre y se marcha del consultorio, pero luego vuelve, dibuja e
inventa una historia.
Se trata de un joven, que llama Juan, quien le pega a su novia porque no la quiere.
Luego de graficar a Juan, lo borra y dice: “Luís no quiere a Juan”. Vuelve luego a
dibujar la misma historia, pero con un árbol. Agrega dos personajes, uno femenino y
otro masculino, notablemente más grandes que Juan.
Dice que “son una familia peleando” y hace la mímica correspondiente a una pelea,
añadiendo: “así pelean Camilo y amigos borrachos en mi casa”. En esta sesión
224- dibujo maltrato
además agrega que él juega con su hermana a “chucha cogida” y luego dice que
juega a que él le pega a la hermana con la chapa que su hermano le ha pegado a él.
Se esconde detrás del escritorio y reproduce la escena en la que el hermano le pega
con la chapa, y seguidamente muestra, mediante el juego en combinación con el
dibujo, como él le pega a la hermana en sus fantasías. Los personajes que eran una
familia que peleaba ahora son él y su hermana.
Para la novena sesión el niño dibuja un “volcán tira piedras, Luís va al baño”. Agrega
una frase bien significativa “Luís feliz dentro de mamá, Luís salió y grande, triste,
Luís creció”.
Nuevamente es el propio niño quien establece la semejanza entre el volcán que tira
piedras y la función de expulsar contenidos, defecar, pero también entre el volcán
que contiene piedras y la madre que lo contenía a él mismo en su vientre. Vemos
aquí como Luis se representa el interés por el origen de los niños y por los
contenidos del cuerpo materno, elementos propios del complejo edípico.
226- dibujo maltrato
Ahora bien en este dibujo aparecen cinco figuras más. En la parte inferior un niño
persigue un gusano para matarlo porque lo había molestado. Pareciera expresarse
aquí un cambio de posición de lo pasivo a lo activo, como ya se exteriorizaba en el
dibujo de la sesión anterior (octava) Sin embargo, esta cambio de posición es
encubierto, pues no se representa directamente sino a través de personajes
sustitutivos; el niño que persigue para matar parece representar a Luís y el gusano
parece corresponde con el hermano que lo molestaba.
Por otra parte, al lado superior derecho, dibuja una bruja en una escoba, que no nos
atrevemos a explicar, pues es un detalle que parece estar aislado del resto de las
escenas que componen el dibujo de esta sesión.
Para la sesión siguiente (décima) llega bastante molesto con la profesora porque lo
regaño y lo llevó al médico. Dibuja el paisaje tradicional pero esta vez agrega un
señor crucificado, escena que había visto segundos antes en una imagen que estaba
en un libro del escritorio.
De este dibujo dijo que al señor lo habían matado por ser malo; textualmente :“lo
mataron, malo, malo, borracho, feo”. Luego agrega otro personaje que sostiene algo
en su mano derecha, sobre el cual dice: “yo, Luís, paque, paque, paque
[onomatopeya para dar a entender golpes], pájaros muertos”. Explica que esos
228- dibujo maltrato
objetos son un arco y una flecha con la que va a matar los pájaros. Luego comenta.
“Luís grande, pájaro grande, vuela y puf, puf, pelea”. Seguidamente empieza un
juego en el que pelea con animales, personas, monstruos, etc.. e inmediatamente
manifiesta que está en una fiesta en su casa, habla de bombas y de una piñata.
Finalmente dice que el terapeuta ha muerto, que él mismo lo ha matado y ahora está
con dios.
Continúa tomando todos los objetos de la oficina, aunque dice que no quiere
ninguno, que no le gustan y que todos mueren. Manifiesta estar muy bravo en la
escuela. Añade que los pájaros y gallinazos lo pican y muerden y que por eso les
tiene miedo. Para finalizar dice que los pájaros le han sacado los ojos y los han
cortado.
Por otro lado creemos que esta escena refleja un cambio de posición de Luís, pues
ya no se representa más como la víctima, sino, por el contrario, como victimario. El
niño despliega tendencias hostiles y de agresión vengativa a través de fantasías que
ya no son masoquistas sino más bien sádicas.
Prueba de ello es que la crucifixión de este señor “borracho, malo y feo”, la asocia
con otra escena en la que expresa tendencias sádicas explicitas: él mismo dice que
mata los pájaros con flechas, y acto seguido se representa como siendo grande,
volando y peleando. Esas mismas tendencias hostiles y sádicas se expresan en el
juego de pelear con monstruos, personas y animales.
dibujo maltrato - 229
Sin embargo, nuevamente vemos que el conflicto psíquico no está resuelto con la
representación de estas tendencias, pues luego del despliegue de agresividad, Luís
encubre todas las escenas anteriores y dice que ahora hay una fiesta en su casa, lo
cual resulta paradójico, pues no habría motivo aparente para ello, y más bien la
consecuencia lógica de estas acciones sádicas sería una retaliación, es decir, un
castigo.
Pero más significativo aún es el hecho de que Luís no sólo sustituya personajes
familiares y a sí mismo por personajes indeterminados u objetos del mundo, sino que
además utilice la figura del terapeuta para expresar los conflictos que experimenta.
Así el fantasear el asesinato del terapeuta prueba que se ha establecido una
transferencia según la cual el terapeuta recibe la agresividad que el niño quisiera
dirigir hacia su hermano o su padre. En esa dirección, el tomar los objetos de la
oficina y luego decir que han muerto, iría en el mismo sentido que lo anterior, es
decir, ahora Luís satisface sus tendencias hostiles.
Ahora bien, resulta importante que luego del despliegue de sadismo, hostilidad y
agresión vengativa, aparezcan ansiedades persecutorias, tal y como lo muestra el
hecho de que piense que pájaros y gallinazos que antes fueron atacados por el en su
fantasia ahora lo pican, lo muerden, le sacan los ojos y lo cortan. En ese sentido, es
lógico que Luis tema una retaliación como forma de respuesta ante sus fantasías. A
diferencia de las primeras sesiones, donde se representaba en posición pasiva en
forma indirecta, y en donde representaba la agresión real de que había sido objeto
(recuérdese la paliza de la chapa) ahora representa fuertes ansiedades persecutorias
donde no se sustituye él mismo y en cambio sustituye al agresor por animales.
Además, ahora Luís fantasea con agresiones que no han sido reales, como el
sacarle los ojos, quizás esto responda más a la angustia de castración por los
deseos incestuosos y sádicos.
230- dibujo maltrato
Para la décimo-primera sesión Luís dibuja “la casa solitaria” y verbaliza: “Luís
adentro solo, mamá murió, Luís triste, los otros se fueron, mamá en el cielo”. En el
cielo se observa un avión, las nubes y el sol. En la parte de abajo agrega un espanto
y luego expresa: “Luís triste en casa, no quiere casa, quiere colegio, colegio, Camilo
pega con correa”.
En la duodécima sesión Luís dibuja un árbol enorme que tiene muchos huecos para
que unos pájaros vivan allí dentro.
dibujo maltrato - 231
Al respecto dijo que “familia feliz, no hay hermanos.. sin hermanos” y luego agrego
que el árbol tenía huecos por donde los pájaros entraban a dormir. Seguidamente se
interesa por descubrir el contenido de los cajones del escritorio de la oficina, y lo
mismo con los cojines, así mismo juega a aparecer y desaparecer en la misma
oficina.
Para la décima tercera sesión dibuja una bruja que persigue a un niño para matarlo,
pero la madre del niño aparece y lo defiende, luego este niño, que ahora es él
mismo, pelea con la bruja.
232- dibujo maltrato
Respecto del acto de agredir al terapeuta, solamente diremos que es una muestra
más de la relación transferencial que se ha establecido y que ha posibilitado la
emergencia de estas series de fantasías. Por lo tanto, este comportamiento no ha
sido reprobado, ni elogiado, es más, ni siquiera lo hemos hecho objeto de una
interpretación que se le comunique al niño.
Para la decimo quinta sesión Luís dibuja 5 árboles: cuatro pequeños y uno muy
grande. Según él, este último “es mamá”. Poco después añade tres personajes: un
niño que eleva cometa y otro niño, que luego será él mismo, quien va a salvar a una
niña que se montó al árbol.
En la siguiente sesión (la décimo-sexta) Luís se dibuja tomando una gorra puesta
sobre una mesa que se encuentra afuera de una casa. Esta tiene un personaje
adentro, otro en la puerta y otros dos en el techo. Además hay cuatro árboles en la
parte inferior derecha.
En la decimo séptima sesión Luís dibuja una casa en las montañas y un monstruo
que ataca a un niño.
El hecho de que no concuerdan punto por punto sus dibujos y sus relatos, indica la
irrupción de pensamientos inconscientes que burlan las defensas. Inicialmente en el
dibujo la escena trata de un monstruo y un niño, pero en el relato se habla de dos
hermanos, además ahora aclara que el grande no quiere al pequeño y viceversa,
pero luego, al decir que el pequeño cuida al grande, observamos la participación de
la tendencia represora, pues contradice abiertamente la frase inmediatamente
anterior, según la cual, no lo quiere. Vemos aquí como se expresa la ambivalencia
afectiva y el conflicto entre tendencias opuestas, de amor y odio.
Por otra parte, parece lógico ver en este dibujo una tentativa de solución a los
avatares de la posición fantasmática, manifestado en el hecho de que en la frase
siguiente el niño sustituya al hermano por el monstruo y le "moche" la cabeza, es
decir, que probablemente el fantasma se constituya predominantemente sobre la
base del sadismo.
Para la sesión siguiente (decimoctava) Luís dibuja un niño que va a una iglesia y
luego agrega un monstruo que lo quiere atacar.
Dice: “monstruo persigue a Luís, monstruo pega duro”. Al respecto pensamos que la
posición sádica no se ha estabilizado, y que ahora Luís presenta una regresión a la
posición pasiva, en la que él es objeto de golpizas, aunado a una reactivación de las
ansiedades persecutorias.
238- dibujo maltrato
En la decimo novena sesión Luís se dibuja afuera de la casa y explica que “Luís
solo, se fueron de casa, Luís solo”.
En la vigésima sesión de nuevo un niño es atacado por un monstruo que lanza bolas,
el niño se multiplica en varios personajes para enfrentarlo y además puede volar para
escapar, pero ahora vienen otros monstruos que también desean matarlo. Todo el
relato es acompañado de mímicas, que se acompañan de enigmáticas expresiones
de angustia y de placer.
En la vigésimo primera sesión Luís dibuja una niña pequeña que está encerrada en
una jaula y va a ser atacada por un monstruo con cuchillos que saca de su propio
240- dibujo maltrato
cuerpo, además un rayo va a caer sobre el monstruo. Por último, al fondo hay un
animal más pequeño que no interviene y sólo observa la escena.
Pudiera pensarse que esta representación corresponde a los celos hacia la hermana,
lo cual implicaría que él mismo se identifica con el monstruo que lanza cuchillos, pero
el hecho de que al tiempo le va a caer un rayo, parece implicar que es objeto de una
retaliación, a causa de sus impulsos egoístas motivados por los celos. El material de
sesiones anteriores, referido al deseo de ser el objeto de amor de la madre
(recuérdese las representaciones de escenas de celos hacia el terapeuta por besar a
la madre) parecería confirmar esta idea, sin embargo dejaremos en suspenso estas
conjeturas, aun cuando disponemos de un sustento para ellas.
Para la vigésima segunda sesión Luís dibuja un niño que se enfrenta a una niña,
ambos tienen cuchillos en las manos. Como la niña ha sido herida la pinta de rojo
para ilustrar la sangrienta escena. Hace además un león, al lado derecho detrás de la
niña, que lo va a atacar a él y por eso dice tener mucho miedo.
dibujo maltrato - 241
En la vigésimo tercera sesión Luís dibuja un niño solo fuera de casa, sus familiares
se fueron.
Poco tiempo después dice que es él, y que en su casa ya no vive nadie. Vemos aquí
una confirmación de la idea de una regresión a la posición pasiva, pero a diferencia
de las primeras sesiones, ya no se requiere de una desfiguración del material para
encubrir la relación con las problemáticas reales que vive con sus familiares, ahora
las exterioriza directamente, lo cual indica un avance en los procesos de
simbolización.
En la vigésimo cuarta sesión Luís dibuja un niño que tiene un tanque de guerra y va
a ser raptado por una nave espacial; agrega un fantasma y una bruja que también lo
persiguen, mediante el juego dramatiza toda la escena expresando angustia, pero
finalmente se tranquiliza y sonríe.
Se trataba del hermano mayor. Los otros dos hermanos están en la tierra. Uno de
ellos está montado en una terraza y le va a caer un rayo de una nube que ha sido
atacada por una nave, el otro, el más pequeño, no es atacado y es el único que va a
sobrevivir.
Para sorpresa nuestra vemos que aquí reaparecen las tendencias agresivas
dirigidas, no hacia la propia persona, sino hacia los objetos, y sobre todo hacia los
objetos que motivaron la actualización de estas tendencias (el hermano maltratante),
claro está, de manera indirecta mediante la sustitución de personajes. De allí que al
establecer la diferenciación entre los hermanos, el mayor, el menor, etc.. vemos
nuevamente que el enlace entre las fantasías y la realidad ha implicado una
importante desfiguración.
244- dibujo maltrato
En la vigésimo sexta sesión Luís dibuja una nave espacial que rapta a un niño.
Sobre esto dijo “monstruos llevan a Camilo” y luego añadió “Camilo pega duro a
Luís”. Ahora, al contrario de la sesión anterior, el niño expresa en forma manifiesta el
deseo de que su hermano -que lo maltrata- sea raptado debido a las palizas que le
da.
Tuvimos que esperar a la siguiente sesión para construir alguna explicación. En esta
Luís dibuja dos hermanos que son raptados por una nave espacial que tiene una
calavera como símbolo y debajo de la cual ubica su nombre.
Sobre esto dice: “hermanos malos”. Suponemos que se trata de una continuación de
la serie de dibujos en donde predomina la posición activa, sádica, pero sobre el
nuevo hecho de que ahora incluye a su otro hermano, no podemos concluir nada
significativo por el momento.
En la vigésimo novena sesión Luís dibuja una casa sobre la montaña y dos
monstruos que los persiguen a él y a su hermano, lanzándoles flechas. Él escapa
pero su hermano no. Los monstruos también son atacados por un avión que pasa y
tira flechas.
En este dibujo llama la atención que tanto él como su hermano sean perseguidos por
los mismos personajes, como si hubiera una identificación horizontal, por cuanto
ambos están en la misma posición. Quizás pudiera corresponder a una
246- dibujo maltrato
representación del complejo edípico, en donde al ser rivales del padre este los
castigaría a ambos.
En la última sesión (trigésima) Luís dibuja una casa en la parte inferior izquierda de la
hoja, y del lado derecho, separados por un río y su respectivo puente, dibuja dos
niños: uno pequeño y otro grande.
Sobre esto Luís explica: “Camilo pequeño, Luís grande, poderoso, pufff, pufff, Luís
quema casa con poderes, Luís mata Camilo”. Así pues, con este dibujo se confirma
la idea de que Luís ha asumido una posición sádica, desde la que despliega
explícitamente la agresión vengativa contra su hermano.
A pesar de que algunas de las problemáticas que Luís presentaba al inicio del
tratamiento habían desaparecido (tales como el comportamiento disruptivo) mientras
que otras persistían (dificultades fonatorias) por motivos ajenos al terapeuta y a la
familia el tratamiento debió suspenderse por esta época.
Tenemos pues que de forma semejante al caso de jota, en los dibujos y relatos de
Luis aparecen figuradas situaciones de maltrato que ocurrieron efectivamente, pero
también situaciones de maltrato fantaseadas en las que pasa de una posición pasiva
donde es objeto de malos tratos, a una activa donde deviene maltratador. Asi mismo
señalamos que este cambio de posición se da gracias a la participación de diversos
mecanismos conscientes e inconscientes que permiten la transformación de las
escenas reales y fantaseadas. También hemos visto que dichas variaciones en las
escenas que se figuran y que se vinculan con las situaciones de maltrato, permite
que la agresión vengativa que deriva de dichas situaciones ya no sea objeto del
proceso de represión y en cambio encuentre una posibilidad de satisfacción por
medio de la fantasía. Por ello a medida que se desplegaba el sadismo en las
fantasías de este chico desaparecían algunas de las problemáticas (agresividad)
asociadas a los malos tratos. De allí que este caso permita confirmar que estos
procesos simbólicos de sustitución de escenas apuntan a la elaboración psíquica de
las situaciones de maltrato infantil. Sin embargo, a diferencia del caso Jota, en esta
ocasión el niño permanece fijado a la posición sádica sin que aparezcan las
tendencias de reparación hacia los objetos atacados en sus fantasías. Pasemos
ahora a examinar el caso de Alejandro.
248- dibujo maltrato
4.3. ALEJANDRO
Alejandro es un niño de ocho años que vive con su padre, su madre, una hermana
de once años, otro de diez y una hermana menor de cuatro años de edad. Fue
llevado a psicoterapia (durante veinte meses aproximadamente) debido a que
presentaba enuresis y tenía dificultades para establecer vínculos, mostrándose
agresivo, lo cual dificultaba su adaptación escolar. Además el niño había sido
maltratado físicamente con diversos objetos por parte de la madre, del padre
(incluyendo un intento de homicidio) y de los abuelos paternos, quienes además lo
mortificaban constantemente negándole cuidados y manifestaciones de amor que en
cambio eran dirigidas hacia sus hermanas, tal como lo reporto la propia madre y el
niño.
Explica que “son unos policías que ya no trabajan porque la gente que cogian se
moría, entonces ellos quemaron las pistolas”. Sobre este enigmático dibujo y su
250- dibujo maltrato
Para la segunda sesión Alejandro dibuja una casa, al lado derecho están dos figuras,
una masculina y otra femenina, mientras que del lado izquierdo se encuentra un niño
encerrado en una jaula, al parecer del lado derecho de la casa hay una sierra
eléctrica.
Sobre esto dice: “son unos papás que iban a matar al hijo por que se portaba mal, lo
habían encerrado en una jaula y lo iban a cortar con esta sierra”.
Vemos que el niño utiliza un cuento tradicional para representar sus propios
conflictos, esta vez relacionados con la abuela paterna, pues, sabemos que la abuela
252- dibujo maltrato
también ha maltratado al niño. En efecto, primero nos dice Alejandro que Caperucita
va a llevar comida a la bruja, cuando en realidad quería referirse a la abuela.
Establece así un enlace entre la abuela y la bruja, que no se proponía comunicar,
pero que de todas formas emerge en el error de su discurso. Como es sabido, en el
cuento de Caperucita no está presente el personaje de la bruja. Pero es más
significativo el hecho de que en la segunda parte del relato se pierda aun más la
relación con el cuento original, pues Alejandro dice que el niño va a matar a la abuela
con una pistola.
A partir de este detalle podemos inferir que para el niño la abuela representa un
personaje no grato, como una bruja, y prueba de ello son las palabras que indican el
deseo de atacar a esta mujer.
Para la siguiente sesión (la cuarta) Alejandro dibuja un edificio, una casa y una choza
y añade tres gallinas de diferentes tamaños que posan en la copa de un árbol. En
cada uno de los árboles hay un nido en su interior y en el suelo hay otra ave que
busca un gusano.
A este dibujo le da el título “los micos”, y sobre el mismo expresa: “esta casa es de
una bruja, y esta es de otra señora, la choza es de unos micos que le pusieron
chuzos para que nadie entre, y estos pollitos viven en los árboles, pero se los van a
comer las culebras por que los pollitos grandes están cazando lombrices y no
pueden ayudarlos”.
dibujo maltrato - 253
Pensamos que esta fantasía, así como en la de la segunda sesión, reflejan, en parte,
la posición fantasmática de Alejandro, pues en todas estas producciones se expresa
un drama psicológico referido a no ser querido o no ser protegido por los miembros
de la familia, quedando expuesto a múltiples peligros; angustia correspondiente que
se sustentaría en Alejandro por la pérdida del objeto o de su amor. Por ello
suponemos de momento que su posición es pasiva, que se siente rechazado, o, en
todo caso, abandonado, desvalido.
254- dibujo maltrato
En la siguiente sesión (la quinta) Alejandro empieza a dibujar una casa y adentro
traza a un niño sentado en una silla. Interrumpe su dibujo y voltea la hoja para
empezar nuevamente a dibujar en este lado: dos tortugas, un pollo, dos peces, un
pájaro y un perro en la parte superior.
Sobre el primer dibujo dijo que “es un niño que nadie lo quería y lo dejaron solo en
esa casa” y más adelante al hablar del segundo dibujo explicó “son animalitos
habladores y los echaron del colegio por eso, ellos se van tristes, el pez grande se va
a comer a alguien”.
Ahora bien, nos llama la atención la última parte del relato referida al pez grande que
se va a comer a alguien, puesto que allí creemos posible observar la emergencia de
una tendencia vengativa, bajo la forma de la oralidad, aunque sea en forma
disfrazada. En este orden de ideas, suponemos que el pez grande bien pudiera
referirse a sí mismo y a su deseo de atacar a alguien; suponemos el deseo de atacar
a la profesora o algún funcionario del colegio con el que Alejandro ha tenido algún
inconveniente. Como no contamos con bases más firmes para apoyar esta conjetura,
solamente señalaremos que en estas producciones pasa a primer plano la cuestión
del rechazo o abandono, reflejándose así la posición fantasmática en que se ubica
Alejandro temporalmente.
Para la siguiente sesión (sexta) Alejandro dibuja cuatro frascos: el primero vacío, el
segundo con un pez, el tercero con cuatro peces, el cuarto con dos peces y el quinto
con tres.
Sobre esto dijo “estos son mis peces que están en frascos, primero no tenía nada,
luego conseguí un pez y después otros tres pero se murieron dos peces, los más
pequeños, y después se murieron todos”. Vemos nuevamente que Alejandro se
ocupa del tema de los vínculos y de la posibilidad de que los más pequeños de un
grupo, de una familia sean más vulnerables, en este caso, el hecho de que los
primeros que mueren sean los peces pequeños.
que se trata de una mano malvada. Así pues, el niño insiste en este tema referido a
la amenaza a su seguridad y las dificultades del vínculo interpersonal.
En la siguiente sesión (octava) dibuja un barco en el agua y una ballena con la boca
abierta. Titula su dibujo “el yogui y el buba comidos”.
Sobre esto dijo que “este es el barco de yogui, ahí está con todos sus amigos, está el
buba” y luego agrega que “el tiburón se los va a comer a todos por que ellos son
comida para el tiburón”. Por otra parte, en esta sesión habla de un recuerdo según el
cual casi se ahoga en una piscina. En realidad, según lo reporta la madre, este
recuerdo corresponde a un intento de homicidio de parte del padre, quien en cierta
ocasión trató de ahogar al niño en un tanque de agua.
atacados en esta ocasión. Con todo, señalamos que una de las formas predilectas
en que este niño se representa los ataques hacia los objetos es la de la oralidad, es
decir, mordiendo, comiendo, etc.
En la siguiente sesión (novena) Alejandro dibuja dos personas en una barca, las
cuales ofrecen una cuerda para que otra persona que está en el agua se monte a la
barca; hay además una ballena con la boca abierta. Posteriormente al hablar del
dibujo les agregó nombres a los personajes y dijo: “estos eran tres hermanos que
iban a pescar pero el más grande se cayó y los otros hermanos lo iban a salvar
porque una ballena se lo iba a comer”.
Creemos posible decir que en este momento los pensamientos que se asocian a los
dibujos para formar una fantasía expresan, aunque todavía en forma encubierta,
tendencias hostiles y de agresión vengativa hacia los objetos; aparece en primer
plano el sadismo pero dirigido hacia fuera, mientras que antes sus fantasías parecían
tener un carácter más bien masoquista.
En la siguiente sesión (décima) Alejandro dibuja un barco en el que está una familia
compuesta por el padre, la madre y dos hijos, y más abajo dibuja un submarino en el
que va otra familia compuesta por el padre, la madre y un niño, además agrega tres
peces.
A propósito de esta composición dijo: “esta familia son el papá, la mamá, y dos
hermanitas. Están pescando y el barco se va a hundir y los peces se los van a
260- dibujo maltrato
comer” y luego agrega que “estos de abajo son otra familia, el papá, la mamá y el
niño, pero a ellos no les pasa nada por que tiene un submarino”
Si esto es así, tenemos entonces un nuevo material que confirma la idea del cambio
de posición de Alejandro, referido a la transformación de la pasividad en actividad, lo
cual implica un despliegue de las tendencias sádicas, hostiles y de agresión
vengativa, que hasta el momento permanecían en estado latente. Ahora bien, aun
cuando se han puesto en evidencia estas tendencias, esto no quiere decir que el
niño sea consciente de la presencia de las mismas en su interior, puesto que hasta
ahora, él se sirve del desplazamiento y la proyección para hacerlas operar, de modo
que todavía no es posible suponer un reconocimiento consciente de sus propias
tendencias.
Figura 4.3.11 Accidente del avión con saldo de dos familias muertas
Manifiesta que “el avión se estrelló porque el piloto estaba bravo. Se mataron todos
los que estaban ahí, una familia y también se murió la familia que vivía en la casa”.
En la siguiente sesión (décima segunda) Alejandro dibuja una persona en una barca
y otra que está en el agua. Representa además cuatro peces, dos pequeños y dos
grandes; al fondo hay unas montañas, el sol y las nubes.
262- dibujo maltrato
Titula su dibujo “el señor muerto” y sobre el mismo explica: “eran un hijo y el papá
pescando, el papá se cayó y se lo van comer los tiburones, pero el hijo no lo va a
ayudar porque no lo quiere, porque le pega mucho y no quiere al niño”.
Titula su dibujo “el pesianpara” y declara que “este es un señor que fue a pescar por
que le gusta mucho el agua y los peces lo quieren matar..., este [pez] le va a tirar una
bomba para dañar el barco y este es un pez espada que lo va a morder”. En realidad
se trata de la representación de un cangrejo.
Pensamos que esto confirma la hipótesis anterior referida a los ataques que el niño
le dirige al padre. Es claro que la forma en que este niño se representa estos ataques
está dominada por la oralidad: son peces que comen. En este orden de ideas, cabe
suponer una identificación del niño con los peces, tal como lo habíamos indicado
para el dibujo de la sesión quinta y octava. Sin embargo, a diferencia de otras
sesiones, ahora el niño dispone de otras formas para atacar, pues aun cuando sigue
utilizando los peces para representarse, ya no se trata solamente de morder y comer,
sino también de explotar y de utilizar otros procedimientos para cortar, tales como las
tenazas del cangrejo que agrade al señor, es decir, al padre.
264- dibujo maltrato
En la sesión siguiente (décima cuarta) de nuevo dibuja un señor en una barca con
bandera y en el agua un pez gigante con la boca abierta y un pato gigante, además
al fondo hay montañas y un sol.
Sobre este dibujo que titula “el sol de oro” nos dice: “el señor salió de paseo al mar,
pero la ballena se lo iba a comer y su familia se iba a poner muy triste”.
Vemos pues, que el tema de los ataques que sufre un señor (el padre) por parte de
un pez (el niño), es un tema que insiste. Esto no debe sorprendernos si
consideramos que en la octava sesión el niño manifestó recordar la escena en la que
casi se ahoga, y que nosotros sabemos que corresponde al intento de homicidio por
parte el padre. Posiblemente este recuerdo ha sido reelaborado y los elementos
traumáticos que antes habían sido omitidos son ahora incorporados, es decir, se
hacen más manifiestas las intenciones agresivas del padre hacia él mismo, por lo
que ahora el niño se ocupa de satisfacer tendencias de agresión vengativa dirigidas
hacia el padre(recuérdese que en la décimo segunda sesión el niño dice que el
dibujo maltrato - 265
“señor muerto” le pegaba mucho al niño y no lo quería, razón por la cual el niño no
quiere salvarlo)
Aun cuando el niño ha sido maltratado por otros miembros de la familia, parece que
el maltrato del padre es el que más consecuencias ha generado, pues aun cuando el
niño ha exteriorizado estas tendencias vengativas hacia otros personajes familiares
(abuela, madre y hermanas), es el padre quien predominantemente ha sido objeto de
los ataques sádicos de Alejandro en sus fantasías.
Aun cuando una de las problemáticas que motivaron la consulta psicológica de este
niño había desaparecido (la enuresis), mientras que otras seguían presentes
(agresividad), en este punto el proceso debió ser interrumpido por motivos ajenos al
terapeuta (la familia se traslada a otra ciudad) y por tanto nos quedamos sin conocer
la dirección que hubiera tomado Alejandro. Aunque solamente disponemos del
material producido durante este lapso de tiempo, creemos que el material reunido
permite extraer valiosas consideraciones sobre los procesos de simbolización
gráfica.
El proceso terapéutico de Alejandro nos enseña como los niños se sirven de sus
recuerdos, de sus fantasías y de los cuentos infantiles para simbolizar vivencias de
maltrato infantil, en un proceso en el que la compulsión de repetición permite pasar
de una posición pasiva a una activa, todo ello mediado por diversos mecanismos que
facilitan crear un disfraz que sustituye al yo y sus objetos (los peces y el señor que le
gusta el agua y la pesca) y permite ligar afectos penosos como la tristeza, el odio, la
hostilidad y la agresión vengativa. En ese sentido, una singularidad del proceso de
Alejandro reside en la modalidad oral de de representarse los ataques sádicos, que
se vincula con la escena real en que su padre intento ahogarlo en un tanque de
agua. Sin embargo, así mismo señalamos que el proceso de Alejandro sigue
parcialmente la secuencia típica de los demás casos estudiados hasta el momento,
266- dibujo maltrato
4.4. ANA
Aun cuando en este caso aparecen conjugados los momentos o las series de dibujos
que hemos podido aislar en los casos anteriores como una secuencia más o menos
típica, podremos distinguir ciertos momentos del historial terapéutico. Así, primero
aparecen conjugados el sadismo y el masoquismo, mientras que en un segundo
momento estos elementos desaparecen y se da paso a las tenencias de reparación.
En ese sentido, aquí se conjugan los tres primeros momentos que, en otros casos,
hemos observado que emergen en serie, de manera secuencial.
Ana es una niña de 6 años que vive con su madre, el padrastro, dos hermanas
mayores y un hermano recién nacido, la cual fue llevada a psicoterapia (durante
veinte meses aproximadamente) debido a que presentaba pesadillas, enuresis,
mutismo psicógeno y una evidente nerviosidad. Por otra parte la madre reporta que
ella misma, el padrastro y las hermanas, han maltratado física y psicológicamente a
la niña desde temprana edad.
Respecto de estas figuras dice: “mi papá corta a mi mamá en pedacitos, le quitó los
pies, las manos, la cabeza. Los dientes se los sacó con una cuchilla y también los
ojos, las orejas y los pechos, luego la metió en un cajón, y luego la metió a un carro y
la enterraron”. Seguidamente agrega: “mi papá se va de la casa y se consigue otra
vieja”. Finalmente comenta que “el doctor le raja la barriga a mi mamá cada ratico y
saca niños de ahí, hay muchos, cada rato va al hospital a eso”.
este sadismo corresponde no sólo a la hostilidad propia del complejo edípico sino
también a tendencias de agresión vengativas dirigidas hacia la madre por los malos
tratos que le ha propinado. Como de costumbre, la elección entre estas hipótesis
sólo será posible cuando dispongamos de nuevo material.
En la tercera sesión Ana dibuja una casa con líneas en los bordes, dos cuchillos, un
televisor y tres figuras humanas: la una dentro del televisor , la cual es coloreada
hasta que no se percibe bien, una segunda figura que también colorea y finalmente
una última que no tiene piernas.
Tenemos ahora un material que permite confirmar, aunque sea provisionalmente, las
ideas que habíamos consignado respecto de la sesión anterior, y que se enlazan con
las de la primera sesión. Aquí observamos claramente, gracias a las asociaciones de
ideas de la niña, que estos dibujos corresponden tanto a la representación de las
tendencias vengativas dirigidas hacia la madre y el padre, como a las fuertes
angustias persecutorias que se derivan de la satisfacción de las tendencias
vengativas. Por otra parte, observamos la presencia de las tendencias hostiles y de
rivalidad dirigidas hacia el hermano. Es claro que la posición de la niña no es
puramente pasiva, pues por medio de la identificación ella crea personajes que
arremeten contra los objetos, pero tampoco es totalmente activa, pues generalmente
ella resulta en posición de víctima en sus fantasías (en las sesiones primera y tercera
la madre la mata)
Para la cuarta sesión Ana se dibuja a sí misma, un árbol, una pistola y otra figura en
la parte superior, que no es comprensible y que ella no explicó.
Sobre el dibujo dijo que “le quité las patas a un señor malo” y luego añade: “el señor
estaba matando a unas amiguitas mías”. Luego pide otra hoja y dibuja una casa
encerrada en unas líneas, afuera hay árboles, flores, una estrella, dos soles y otro
objeto del que no da razón. Sobre esta segunda hoja me dice: “vea la casa, está
encerrada para que no entren los malos”.
dibujo maltrato - 271
Ahora bien, consideramos que en esta escena el señor malo corresponde a la figura
del padre o de la madre, que ha sido substituida por medio del trabajo de
pensamiento inconsciente que desfigura el material. Aun cuando el material
producido hasta este momento es repetitivo y resulta apropiado para sustentar
nuestras hipótesis, dejaremos en suspenso estas ideas y continuaremos
describiendo las sesiones, pues quizás más adelante podamos encadenar algunas
nuevas ideas y otros materiales para sustentar mejor nuestras conjeturas.
En la quinta sesión nuevamente Ana dibuja una casa, con tres figuras adentro, y por
fuera con varios elementos: un camino, dos tiburones, unas líneas que simulan el
movimiento del agua, dos barcos y una flor.
Para la sexta sesión primero dibuja al padrastro y luego agrega una casa pequeña,
que al tiempo es un niño muerto. Ella dice que “el niño se murió porque se portó mal
con el papá”. Seguidamente dibuja una casa más grande a la que agrega unos
chuzos que van hacia fuera y hacia adentro. Sobre esto dijo que “esta es mi casa,
tiene chuzos para que los malos se chucen”. Luego añade unas líneas por toda la
hoja y dice que “mi papá quemó la casa y yo estoy adentro, me quemo y me llevan al
hospital pero me morí, mi papá también se quemó y toda mi familia, yo quería que se
quemara mi papá”. Finalmente comenta de nuevo que su mamá va a ir otra vez al
hospital a que le saquen otro hijo.
274- dibujo maltrato
Con este nuevo material, por una parte corroboramos la presencia de fuertes
angustias persecutorias, manifestada en hechos como: la fantasía con la muerte de
un niño que se porta mal, la entrada de “los malos” a su casa, que su padre la queme
y que ella misma se muera. Por otra parte observamos que, sin embargo, la niña
encubre estos conflictos sirviéndose del mecanismo psíquico del desplazamiento que
permite sustituir la persona propia por la de un niño desconocido. Pero, además
vemos que ahora Ana manifiesta explícitamente el deseo de que su padre muera.
Esto nos inquieta pues en una misma sesión la niña exterioriza sus tendencias
hostiles y de agresión vengativa tanto en forma manifiesta como en forma latente, lo
cual no resulta típico, pues en los primeros momentos de la terapia estas
manifestaciones explícitas de las tendencias agresivas permanece latente en la
mayoría de los niños observados. El enlace de sus fantasías con las problemáticas
familiares aparece pues de entrada.
Sobre esto explica “este es mi tío, usted es éste, está cargando a mi tío, ja ja ja,
usted es el novio de mi mamá, ah no, es mi novio, esta es Luisa y esta es Paula.
Están regando las flores para que crezcan”.
Tenemos ahora una fantasía diferente, que no se refiere a acciones agresivas sino
que por el contrario su contenido es libidinal. Además llama la atención que se
incluya al terapeuta en estas fantasías. Así el hecho de que la niña fantasea que el
terapeuta es el novio de la madre y luego de ella misma, da cuenta del complejo
edipico y de la transferencia, en donde la madre es una molesta rival. A partir de esto
creemos posible entender las representaciones de las sesiones anteriores, en donde
madre y padre son atacados por la niña. Así, el deseo de atacar a la madre
correspondería a los celos e intereses egoístas de la niña, mientras que el deseo de
atacar al padre correspondería a las tendencias vengativas derivadas de la
defraudación amorosa que ha vivenciado durante el complejo edípico. Sin embargo,
aun cuando parece lógico este intento de explicación, preferimos no cerrar con esto
la comprensión, hasta disponer de nuevo material.
276- dibujo maltrato
En la octava sesión Ana se dibuja dentro de su casa y afuera de ella traza una figura
poco clara con lápiz rojo. Luego dice: “usted quemó mi casa y me quemó a mí, vea
tengo sangre”. Luego voltea la hoja y dibuja un cuadrado, se detiene y dibuja varios
tiburones en el agua y dice “van a morder”.
Sobre esto dijo: “es un secreto, al tiburón le sale sangre, estos son gusanos, y este
es un niño, no, es una niña que le quitaron los brazos los gusanos y le creció el pelo,
esta es una bruja mala que se le cayó el pelo adelante, este es un pez que tiene
muchos ojos”.
278- dibujo maltrato
Expresa verbalmente: “mire mi familia, mi papá, mi mamá, luisa, esta es Paula y esta
soy yo, mire al bebé” y luego añade que “mi mamá le quemó su casa, usted va a
matar a mi mamá y mi papá va pelear con usted, usted dañó las flores”
dibujo maltrato - 279
En la undécima sesión dibuja cuatro personas dentro una casa, afuera hay un pastel
y otra persona.
Manifesta: “este es mi cumpleaños, vea la torta, esta soy yo, el bebé tiene patas” y
luego agrega líneas alrededor de la casa y dice: “un señor malo quemo la casa, la
niña se quema y todo se quema, no tiene dedos por que el señor se los corto por que
ella lo quería cortar, le mocho las manos y le salía sangre, el señor se murió pero ella
no, por que le hicieron pacitico”. En la misma sesión la niña relata un sueño donde:
280- dibujo maltrato
Explica: “mi piñata, estoy cumpliendo años, vea las bombas, vea al bebé, tiene
patas, esta soy yo, chiquitica, no camino y mi mamá me carga”
Respecto de esta fantasía del cumpleaños diremos que es un tema que insiste, pero
a diferencia de sesiones anteriores, en esta ocasión no vemos las ansiedades
persecutorias ni las tendencias sádicas y de agresión vengativa. De otro lado,
observamos que nuevamente aparece el tema de la rivalidad con el hermano recién
nacido, pues cuando Ana decía en la sesión anterior que el hermano es “muy
chiquitico”, y cuando ahora comenta que el bebé tiene “patas”, y que ella no camina
282- dibujo maltrato
de modo que su madre debe cargarla (como lo haría con el bebé), pensamos que se
trata de una representación que muestra los celos hacia el hermano.
En la decimo tercera sesión dibuja una figura extraña con cuatro cabezas en la parte
inferior. Explica: “vea a mi mamá, se le cayó la cabeza y se le salieron los niños de la
barriga, la corté en pedacitos para que no me pegara”.
agrado de Ana. Así mismo, vemos nuevamente que la agresividad de la niña hacia la
madre está sobredeterminada. En esta ocasión la propia niña nos dice que el ataque
que le ha dirigido a la madre obedece a una reacción defensiva ante una posible
retaliación de ésta, pero en otras ocasiones hemos visto que estos ataques
corresponden a la rivalidad por el padre.
En la décimo cuarta sesión dibuja dos casas. En una de ellas hay dos figuras y en la
otra hay tres; afuera hay una flor y todo el dibujo es llenado con pequeñas líneas.
Dice: “ésta es mi mamá y ésta soy yo, este es mi papá, Luisa y el bebé, vea los
chuzos que nos tiraron”
y placer al mismo tiempo, pues cuando la niña relata estas historias primero deja ver
signos de ansiedad en su rostro, habla entrecortado y se le dificulta respirar, pero
luego se ríe intensamente.
En la decimo quinta sesión de nuevo hace la casa. Adentro hay tres figuras y un
horno; afuera hay otra casa que luego será convertida en una mesa donde está su
pastel de cumpleaños. Finalmente tenemos cuatro figuras al revés que están afuera
de la casa.
Al respecto expresa: “mire, estoy cumpliendo años, vea la torta, este es el horno
para la torta, este es mi papá y el bebé que lo va a quemar en el horno con la torta” y
posteriormente dice: “vea mi mamá y a Luisa y a Paula, el bebé está con ellas”
reprimida y una represora que intenta desfigurar los pensamientos latentes. Ahora
bien, además de estas manifestaciones que ya hemos tenido oportunidad de
apreciar, nos llama la atención el hecho de que ahora no aparezcan las ansiedades
persecutorias y que por el contrario hagan su aparición las tendencias de reparación,
expresadas en la segunda serie de ideas que asocia a su dibujo, en donde el
hermano que iba a morir ahora está vivo junto a su madre y sus hermanas.
En la decimo sexta sesión dibuja 11 figuras en línea, y dice: “vea mi familia, mi tío,
luisa, mi papá, yo, vea al bebé, mi tío, mi tía, mi primo, mi primo, vea a mi mamá y
Luisa”.
En la decimo séptima sesión dibuja dos casas y una figura humana, y dice “esta es
Luisa, ah! no! es un niño que lo echaron de la casa por peliona”.
286- dibujo maltrato
Para la sesión siguiente, la decimo novena, dibuja una casa y 18 figuras tomadas de
la mano. Explica que es ella y sus compañeros del colegio, que están jugando a la
onda con la profesora.
En la vigésima sesión nuevamente dibuja la casa, los árboles, las flores, las nubes,
el sol y agrega cuatro pasteles. Esta vez no hay figuras humanas, pues dice: “vea las
tortas que me van a dar para mi cumpleaños”.
Los 5 dibujos que Ana elaboró posteriormente trataban todos sobre lo mismo, a
saber; la fiesta de su cumpleaños. Ya no aparecen más las tendencias hostiles,
sádicas y de agresión vengativa, así como tampoco se observo rastro de las
angustias persecutorias y del masoquismo que fueron evidentes al comienzo y que
predominaron en este caso. Aun cuando en este momento de la terapia no
desaparecieron la mayoría de los síntomas, su intensidad disminuyó y por lo tanto se
dio por terminado el proceso por parte de la familia y la profesora.
simbolización exteriorizadas por otros niños. Al igual que en otros casos, en esta niña
fue posible observar algunos mecanismos psíquicos inconscientes tales como el
desplazamiento, la condensación, la identificación, etc.. En Ana inicialmente también
aparece la representación disfrazada de sus propios conflictos, pero a diferencia de
otros niños, tempranamente se observa una combinación de exteriorizaciones de
pensamientos manifiestamente sádicos y de pensamientos latentes de este tipo. Así
mismo desde los primeros momentos del proceso aparecen conjugadas tendencias
pasivas y activas, el masoquismo y el sadismo. Otro detalle significativo reside en las
angustias que predominaron y se hicieron explícitas desde el comienzo. En síntesis,
en Ana fue posible observar procesos psíquicos semejantes a los que M. Klein
describió en niños pequeños que padecían de fuertes angustias persecutorias.
4.5. JUAN
Juan es un niño de 10 años que vive con su madre, su padrastro y dos hermanos
mayores. Fue llevado a psicoterapia debido a que no hablaba, no jugaba, no tenía
amigos y se la pasaba llorando y triste. La madre reporta que el niño ha sido
maltratado física y psicológicamente por parte del hermano mayor, quien
constantemente lo mortifica diciéndole que no es de la familia y que por su culpa su
padre los abandonó.
En la primera sesión Juan dibuja una casa en las montañas y dos mujeres con un
bebé. Titula su dibujo “el robo” y comenta sobre él: “una señora mala se estaba
robando el bebé de la señora y ella se puso feliz”.
Nos llama la atención el hecho de que el niño nos diga que la madre a la que le
roban el hijo se pone feliz por este hecho, pues lo más lógico y coherente sería que
ella se pusiera triste. Por eso, a partir de este detalle, pensamos que es posible
considerar que el niño estaría exteriorizando una dificultad que se presenta en el
vínculo con la madre. En ese sentido, al considerar los casos anteriormente
examinados, pensamos que es de esperar que el niño sustituya la persona propia y
la de la madre por unos personajes indeterminados para poder representar la
problemática que subyace a relación con la madre. Quedamos a la espera de más
material que apoye esta hipótesis.
En la segunda sesión Juan hace un dibujo con cuatro pollos de diversos tamaños, a
cada de los cuales uno le asigna un lugar en la estructura familiar, y lo titula “el día
del nacimiento”. Al respecto explica que “son una familia de pollos que no tienen
papá y al último hijo no lo querían y por eso se iba a ir de la casa”
Esto parece confirmar las dos hipótesis antes consignadas respecto del dibujo y el
relato de la primera sesión. En primer lugar el niño sustituye los miembros de su
familia por otros personajes indeterminados; en este caso ya no se trata de
personajes humanos sino de animales. Gracias al mecanismo de antropomorfización,
los animales son dotados de sentimientos y por eso Juan dice que al último hijo no lo
querían y se iba de casa. En segundo lugar, vemos que esta sustitución de la
representación de unos personajes por otros, permite representar el drama
psicológico que subyace a la relación con la familia; drama que se refiere al rechazo
por parte de la familia, a la carencia de un padre y la posición fantasmática que el
niño asume. En la representación hecha por Juan, él no se siente parte de la familia
y por ello fantasea que se va a ir de casa.
Para la tercera sesión Juan dibuja 5 lápices: cuatro en posición vertical y uno en
posición horizontal. Titula su dibujo “la pelea” y explica que “es una familia de lápices:
la mamá, el papá y los hijos: Pero al último no lo quieren y lo echaron de la familia”.
Para la cuarta sesión Juan dibuja tres tortugas; les asigna nombres y funciones.
Vuelve a titular su dibujo “el nacimiento”.
Sobre esto explica: “la mamá iba a tener un hijo y el esposo la llevó al hospital y la
doctora le ayudó a tener el hijo. Estaban todos muy felices, pero al llegar a la casa
los hermanos no querían al bebé y lo echaron de la casa. El papá se puso bravo y se
fue, y los dejó solos”.
En la siguiente sesión, la quinta, Juan dibuja una casa con dos árboles a los lados y
con dos personas que están manipulando uno de los árboles.
Titula el dibujo “la finca”. Sobre esto explica: “en esa finca vivían un señor y su hijo
mayor, solos. Ellos dañaban el árbol porque no les gustaba la naturaleza ni los niños
pequeños”.
los personajes de sus figuraciones anteriores, donde los niños pequeños tampoco
son queridos. No obstante, a diferencia de de las sesiones anteriores, ahora no se
trata solamente del rechazo o abandono por parte de los otros, sino que además se
trata de ataques hacia la propia integridad.
En la sexta sesión Juan dibuja dos árboles con rostro humano y un personaje que
ataca al árbol más pequeño con una motosierra. Titula su dibujo “el bosque” y explica
que “el señor era un hombre malo que no quería los árboles y no quería a nadie y por
eso iba a cortarlos, pero el árbol más grande defiende al árbol pequeño y mata al
señor”.
Por otra parte, además de que en esta figuración el niño no se encuentra desvalido
frente al rechazo y los ataques del otro, se observa que el desenlace es totalmente
diferente, pues el agresor ahora ocupa la posición de víctima y muere. Se han
invertido entonces los términos de acción fantaseada; ahora el maltratado es
protegido, al tiempo que el personaje anteriormente maltratante es ahora el
maltratado. Vemos aquí la representación de las tendencias de agresión vengativa
dirigidas hacia ese hermano que en la realidad maltrata al niño. Sin embargo, estas
tendencias todavía no se han relacionado directamente con la representación del
propio yo, por lo que todavía se proyecta en un material desfigurado, sobre
personajes sustitutivos.
De otro lado señalamos que esta representación parece enlazarse con situaciones
de violencia de las que el niño fue testigo, pues por reportes de la madre sabemos
que en su lugar de origen el niño realmente presencio en varias ocasiones actos de
decapitación con motosierras. Así pues, si en la realidad el niño observa que los
grupos armados cortan a las personas con motosierras, como si fueran árboles, es
lógico que en el proceso psíquico de antropomorfizacion el niño también se sirva de
la motosierra para dar tramite a su sadismo.
tumba más. Titula su dibujo “el cementerio” y explica que “la señora está asustada
porque le mataron a su hijo mayor y a su hija menor, por eso grita”.
Por otra parte, nos llama la atención el hecho de que el niño fantasea con la angustia
de la madre producida por la muerte de los hijos. Quizás ésta es una forma de
satisfacer de forma sutil su agresión vengativa dirigida hacia la madre, aunque aquí
estas tendencias parecen estar motivadas principalmente por los celos y la
298- dibujo maltrato
En la octava sesión Juan realiza una casa al lado de una montaña,. Del lado
izquierdo de la casa, sobre la montaña, coloca tres personajes y unas figuras
redondas y del lado derecho de la casa dibuja otros tres personajes. Titula su dibujo
“la guerra”. Expresa que “esta era una familia que peleaba mucho porque el hijo
mayor era muy malo y no los quería, se iba a robar la casa con sus amigos y la
mamá y los otros dos hijos peleaban con ellos para que no les quitara la casa, les
tiraban piedras grandes y la mamá tenía una metralleta, pero ellos también tenían
metralletas y les disparaban, pero al final los mataron a todos y vivieron felices los
niños con la mamá”.
Durante la novena sesión Juan dibuja un río en el que han arrojado basura y un niño
parado al lado del mismo. Titula su dibujo “el río sucio” y explica que “la gente botaba
basura al río y yo la recogía para limpiar el medio ambiente, porque se estaban
muriendo los peces del río y la gente se envenenaba”.
El hecho de que en esta ocasión el niño elabore una fantasía exenta aparentemente
de agresividad, nos indica que tal vez debamos examinar la cuestión desde otro
ángulo. En la sesión anterior nos preguntábamos por la presencia de las angustias
persecutorias, e indicábamos que tal vez éstas no aparecían debido a que la forma
de representación de las tendencias sádicas no implicaba una retaliación directa
sobre la persona propia.
Pensamos que quizás el río representa el cuerpo de la madre que ha sido ensuciado
-es decir, atacado- con basura y por ello la gente y los peces se envenenaban, en
este caso el hermano. Más interesante es el hecho de que por primera vez el niño se
incluya directamente en la fantasía y entonces el mismo recoja la basura para limpiar
el medio ambiente (cuerpo de la madre), pues ello nos indica que se está haciendo
responsable de las consecuencias derivadas del acto de ensuciar, y por ende debe
entonces reparar el daño causado. Tenemos entonces la aparición de las tendencias,
de reparación, que lógicamente están relacionadas con la angustia y la culpa. Sin
embargo, estas angustias no se presentan como consecuencia de un daño que él
mismo haya causado, sino que en este caso parecen obedecer a una lógica diversa
a la de la retaliación, más próxima a la culpa.
Para la décima sesión Juan dibuja un paisaje con dos casas y un río entre las dos.
En la casa del lado izquierdo hay una mujer que dice “ya voy” mediante unos
letreros. Del otro lado una mujer ha caído al agua, como lo indica una flecha. Titula
su dibujo “la maldá” y explica que “en esta casa vivía una señora buena y en la otra
una señora mala que no quería sus hijos, ella se cayó al agua y la otra señora la iba
a salvar pero no pudo porque el río estaba muy crecido y se murió”.
dibujo maltrato - 301
A pesar de que el proceso terapéutico no había terminado, tuvo que ser interrumpido
debido a que la madre y la maestra así lo dispusieron, tal vez porque las
problemáticas manifiestas del niño habían desaparecido en su mayoría.
4.6. RAMIRO
Este niño de 10 años que llamaremos Ramiro vive con su madre, su padre y dos
hermanos mayores. Fue llevado a psicoterapia debido a que se había vuelto tímido,
retraído, no jugaba, no tenía amigos, y todo el tiempo se la pasaba llorando y triste,
pues sentía que no lo querían. Según informa la madre, el hermano mayor de
Ramiro, 10 años mayor que él, lo maltrata física y psicológicamente; lo mortifica
diciéndole bobo, loca, marica, y además le dice que él no es hijo de sus padres, que
ha sido adoptado.
No dice quién es ese niño, ni por qué no lo quieren. Al relacionar este dibujo con la
problemática de Ramiro suponemos que se trata de una representación sobre él
mismo, que por medio del desplazamiento permite sustituir la persona propia por la
dibujo maltrato - 303
En la segunda sesión dice sobre lo que ha graficado: “cayó un rayo y tuvieron que
salir porque se estaba quemando la casa”, y más adelante agrega que se trataba de
“un señor y sus tres hijos que vivían en el campo, todos salieron a correr pero el más
chiquito se perdió”.
En el dibujo de la tercera sesión se trata de “unos niños que juegan a coger mangos”
y en donde “al más chiquito no lo dejan jugar con ellos y como no hay más árboles el
se queda solo y triste”.
De este paisaje Ramiro dijo que “son una familia de árboles, el papá, la mamá y los
hijos” y luego agregó que “son como mi familia”. Vemos aquí la sustitución de los
personajes familiares por objetos inanimados, gracias a un procedimiento simbólico,
típico en los niños, de antropomorfización. Pero también vemos el enlace con sus
propias problemáticas en la frase “son como mi familia”.
A propósito del dibujo de la quinta sesión dice: “este el único niño que vive allí,
porque los otros niños eran malos y los mataron”.
306- dibujo maltrato
Sobre el dibujo de la sexta sesión comenta que “el señor de la casa tenía tres
árboles, pero sólo cuidaba al más grande que estaba cerca de la casa”, y más tarde
agrega: “en mi casa mi papá sólo se preocupa por mi hermano mayor, pero a mí no
me quieren”.
Luego de elaborar el paisaje de la séptima sesión explica que “los tres carros van por
la montaña y el último se quedó atrás porque es el más pequeño y los otros carros
no lo esperan”. Con lo cual nos permite entender que nuevamente sustituye los
personajes familiares por objetos para representar las dramáticas relaciones con los
hermanos y el padre. De igual forma que en dibujos anteriores el niño vincula estas
fantasías con su situación familiar.
308- dibujo maltrato
En la octava sesión dibuja cuatro árboles que están juntos al lado derecho de la hoja,
y un árbol que está solo al lado izquierdo. Al lado derecho llueve y truena, pero al
izquierdo hace sol. Al respecto expresa: “el árbol que está solo no lo quieren los otros
árboles y por eso vive solo” y más tarde añade: “a los árboles de la derecha les van a
caer truenos y rayos”. De nuevo pone el título de "el solitario" para este dibujo,
aunque ahora se mezclan dos movimientos: en el primero nuevamente se representa
como un árbol solitario que no es querido por los demás árboles, en el segundo,
agrega otros detalles que permiten colegir un movimiento de lo pasivo a lo activo,
como lo muestra el hecho de que de su lado hace sol, mientras que del lado de sus
familiares "van a caer truenos y rayos”.
Para la siguiente sesión, la novena, hace un niño que está entre los árboles del
bosque y otros dos niños que están fuera de los árboles. Ahora les agrega letreros a
los personajes para expresar las ideas, utilizando un procedimiento similar al de las
tiras cómicas, para dotar de palabra a las figuras. Uno de los niños que está fuera de
los árboles pregunta “¿a dónde está?” y el otro le contesta “está perdido en el
dibujo maltrato - 309
bosque”, mientras que el niño que está dentro de los árboles les dice “espera” y ellos
responden “voy” y “ven”.
Ramiro explica que “son tres hermanos que iban de paseo al bosque pero el mayor
se perdió adentro, y sólo uno de los hermanos lo iba a ayudar, porque el otro
hermano no lo quería porque le pegaba mucho”. Parece figurarse aquí la agresión
vengativa, pero de forma más directa, pues esta vez se ejerce sobre los humanos y
no sobre los árboles, además ahora nombra estos niños como unos hermanos.
En la décima sesión dibuja una escena casi idéntica, con dos niños a un lado de la
hoja y otro separado por el bosque en la parte derecha.
310- dibujo maltrato
Ramiro verbaliza: “los tres hermanos jugaban pero el mayor se perdió y no lo querían
ayudar, no, mentiras, fue el pequeño el que se perdió”. En esta producción, titulada
“los tres hermanos”, se observa que la posición de Ramiro no está definitivamente
establecida, pues al igual que en la octava sesión, en un mismo dibujo él está
representado en posición pasiva y luego activa, o viceversa.
Al comentar este dibujo comete un lapsus: dice primero que el hermano mayor se ha
perdido y luego corrige, que era el menor. Inferimos que la agresión contra el
hermano mayor permanecía latente mientras dibujaba, pero que emergió y produjo el
error en el discurso, mientras hablaba. No obstante esta tendencia inconsciente que
se puso así en evidencia, parece que hubiera necesitado ser nuevamente encubierta,
mediante una regresión a la posición pasiva, es decir, figurándose él mismo como el
perdido, gracias a los destinos de pulsión que permiten la vuelta contra la persona
propia y la transformación en lo contrario.
dibujo maltrato - 311
Finalmente en la duodécima sesión Ramiro dibuja otra vez el paisaje de los árboles y
el niño.
312- dibujo maltrato
Comenta que “el niño está solo en el bosque de la otra dimensión” y que “en la otra
dimensión sólo hay muertes y malos, y al niño lo van a matar”. Más significativa es su
afirmación: “me gustaría que ese fuera mi hermano y se muriera para que no me
molestara nunca”. Con este punto confirmamos la hipótesis anterior, según la cual,
esta serie de dibujos no se refiere más a la posición pasiva de Ramiro, sino que, por
el contrario, versa sobre la agresión que desearía desplegar sobre su hermano.
Las actividades gráficas de Ramiro y lo que sobre ellas verbaliza nos permiten captar
la representación indirecta de sus conflictos, mediante diversos mecanismos. A
través de ella repite situaciones displacenteras en diversas posiciones fantasmáticas,
obtiene placer y domina lo displacentero. En un primer momento se representa
indirectamente en posición masoquista, poniéndose como objeto de rechazo por
parte de los más íntimos, pero en un segundo momento tal representación es más
directa pues establece nexos entre las fantasías y la propia problemática familiar. En
un tercer momento se representa en posición sádica, invirtiendo los términos de la
relación con los objetos.
Aplicando el método descrito al inicio del capitulo y con base en el modelo explicativo
elaborado en los capítulos precedentes, hemos observado que casi invariablemente
en los primeros dibujos elaborados durante la psicoterapia, los niños figuran el tema
del maltrato a través de fantasías en las que no se implican directamente, poniendo
de presente sobre todo de la compulsión de repetición, asi como también los
mecanismos psíquicos del desplazamiento, la identificación y la escisión. También
observamos que en una segunda serie de dibujos, que también aparece
regularmente, los niños empezaban a implicarse en las escenas que se
desarrollaban en sus dibujos, representando escenas fantasmáticas semejantes a las
ocurridas en la realidad, en las que el propio niño se figura como objeto de malos
tratos, al tiempo que verbalmente enlazaban estas escenas con sus propias
vivencias de maltrato. En la evolución de las sesiones pudimos observar un
movimiento hacia una tercera serie de dibujos en la cual algunos niños continuaban
figurándose el maltrato, pero en posición activa, dejando ver un amplio despliegue de
las tendencias sádicas en los dibujos y fantasias.
En cambio, sólo en algunos de los casos (Jota, Ana, Luis) aparecieron fuertes
ansiedades persecutorias y sentimientos de culpa durante esta tercera serie de
dibujos, como si temieran una retaliación por el sadismo que se encontraba en todo
su apogeo. De igual forma, no en todos los casos se logró avanzar hacia una cuarta
serie de dibujos en la que se da paso a la representación de tendencias reactivas,
como la compasión, que permitieron la reparación de los objetos que habían sido
atacados (Ana, Juan, Jota)
En ese orden de ideas, en los dibujos que se repiten a lo largo de las sesiones,
observamos leves variaciones en las escenas figuradas y relatadas. Sobre la base
de la comparación con el proceso del sueño, inferimos que se trata de diversos
intentos por figurar el mismo tema mediante imágenes, intentos que apuntan a
dominar o bien una situación de angustia, o bien una situación traumática o quizás
dibujo maltrato - 315
una situación displacentera, según el caso de que se trate. Todo ello gracias a la
compulsión de repetición que paradójicamente abre las vías para la simbolización.
A nuestro modo de ver, las "respuestas vengativas" parecen mostrar que el maltrato
produce una afrenta al narcisismo, para cuyo resarcimiento los niños se valen del
procesamiento de ideas que ponen a funcionar al dibujar y al asociar, construyendo
un espacio donde se producen fenómenos transicionales, que articulan elementos de
la fantasía y la realidad, del interior y del exterior, del sujeto y sus objetos, el placer y
el displacer, y que aparecen en formas singulares durante el proceso.
El primer tiempo de la fantasía (“mi padre le pega al niño que yo odio”) implica un
recuerdo o un deseo asociado a los celos y los intereses egoístas derivados del
complejo fraternal o de intrusión. En nuestros casos observamos que en la tercera
serie de dibujos se representan escenas en las que se despliega una agresividad
contra los hermanos o hermanas, mayores y menores, quienes en la realidad del
niño y en algunos casos en la realidad material, reciben la atención del padre o la
madre, y además maltratan física y psicológicamente a estos niños y niñas. Lo
mismo observamos con relación a los padres maltratantes, pero enmarcado en las
lógicas del complejo Edipico y de su prehistoria. Estas representaciones gráficas
corresponden pues a intereses egoístas y celos de estos niños contra sus hermanos
y hermanas o sus padres. Estos intereses egoístas además se expresaron en
fantasías transferenciales de rivalidad con el terapeuta, quien imaginariamente
también fue objeto de agresiones.
En ese orden de ideas, las posiciones fantasmáticas tal como se expresan en las
simbolizaciones gráficas de estos niños, tendrían una correspondencia parcial con
los tres tiempos identificados por Freud en el desarrollo de la fantasía de flagelación.
En el material de nuestros sujetos, estos avatares de la posición fantasmática se
ponen de presente en la sucesión de dibujos, gracias a la repetición con leves
variaciones, a la que se suman otros mecanismos (como el desplazamiento, la
representación animista, la trasformación en lo contrario, etc.) facilitado todo ello por
el hecho de compartir un espacio y unas actividades de ficción con quien observa los
dibujos y escucha las fantasías asociadas a los mismos.
318- dibujo maltrato
dibujo maltrato - 319
CONCLUSIONES
Hemos visto que en algunos procesos psicoterapéuticos realizados con niños que
habían experimentado situaciones de maltrato infantil, a medida que se
exteriorizaban dibujos y relatos referidos a situaciones semejantes, las problemáticas
por las que fueron llevados a consulta y que se asociaban a estas vivencias iban
desapareciendo gradualmente.
Ahora, es importante señalar que para obtener de los niños dibujos y asociaciones
libres durante el proceso psicoterapéutico, es indispensable adoptar una actitud y
una atención neutral de parte de quien observa y escucha. La ausencia de crítica, de
señalamientos morales, de elogios, de consejos u orientaciones es fundamental para
producir efectos enigmáticos, transferenciales, que promueven la exteriorización de
la vida fantasmática -en la cual se inscriben estas vivencias de maltrato- por medio
de las producciones gráficas. Por ello las modificaciones yoicas, superyoicas, y las
rectificaciones subjetivas -en las que los sujetos se implican en sus problemáticas
asumiendo una responsabilidad subjetiva- vienen por añadidura.
320- dibujo maltrato
La intervención del terapeuta debe apuntar más bien a realizar señalamientos sobre
los elementos o los significantes que insisten en los dibujos y relatos, dejando que
sea el propio niño quien les otorgue tal o cual significación, que puede o no apuntar a
los mencionados elementos éticos. De otra forma, se inhibe la exteriorización de la
vida fantasmática que permite conocer algo de la inscripción de estas vivencias, pues
el niño teme dar a conocer a otro sus fantasías y con ello, la posibilidad del proceso
psicoterapéutico queda obstaculizada.
Pero estos mecanismos comunes no sólo permiten crear símbolos sino también -y
esto es lo más relevante- realizar cambios de posición del yo y sus objetos en la
elaboración de las fantasías, de suerte que estos pueden ser resituados de diversas
formas en el orden simbólico. Por ello es importante destacar que aquellos procesos
de simbolización también pasan por circuitos fantasmáticos comunes, según un
itinerario que no es estrictamente lineal en el tiempo ni exhaustivo en todos los
casos, pero relativamente típico en sus modalidades o momentos "lógicos".
De allí que en los dibujos de los niños maltratados que analizamos los contenidos de
las fantasías fueran pocos y repetitivos, pues básicamente se refieren a modalidades
de vínculos con el otro enmarcados en las diversas lógicas fantasmáticas del
complejo de Edipo y su prehistoria, caracterizados por la agresividad, el sadismo, la
crueldad, la hostilidad, el masoquismo, etc. predominando el tipo que Freud
denominó agresión vengativa, que implica al campo del yo y del narcisismo.
Sin embargo, a pesar de que en todos los casos las simbolizaciones se enmarcaban
dentro las lógicas edipicas y predipicas, fue posible observar que cada niño imprime
un tono particular a la imaginarizacion y simbolización de las vivencias de maltrato,
por medio de fantasías que sufren transformaciones a lo largo del proceso. Por ello
estas fantasías, repetitivas, que dejaron ver diversos puntos de fijación de las
tendencias agresivas así como los singulares avatares de dichas tendencias
exacerbadas por el maltrato, al tiempo permitieron aislar secuencias lógicas comunes
en los procesos de simbolización de estos niños.
Entonces es necesario señalar que sólo a través de múltiples dibujos y de sus relatos
correspondientes fue posible establecer retrospectivamente las analogías temáticas y
formales o de composición, que dan cuenta de ciertos elementos constantes
presentes en las variaciones que sufren las exteriorizaciones de las fantasías;
elementos que permiten aislar las diversas posiciones fantasmáticas propias de cada
secuencia o fase, que a su vez indican elementos de la historia en cada caso. Por
ello es fundamental captar la repetición en el dibujo para interpretarlo, pues ella
permite que aquellos contenidos y procesos se actualicen y operen (transfieran) en la
situación clínica.
regímenes de circulación de la energía: más ligado que libre, más secundario que
primario, los procesos mediadores que apuntan a distinguir el símbolo y el objeto
simbolizado, el sujeto y el objeto, la realidad psíquica y la exterior, el pasado y el
presente, el afecto y la representación, las tendencias reprimidas y las represoras,
etc. no permiten distanciar y diferenciar suficientemente el yo y sus objetos de
aquellos símbolos que los sustituyen.
De allí que en los casos que nosotros examinamos no es posible predecir de entrada
que el maltrato produzca afectos de angustia (señal o automática), aun cuando
teóricamente puede demostrarse que en torno al maltrato puede configurarse una
situación de angustia o traumática. Sólo la reconstrucción a posteriori permite indicar
el estatuto que adquiera en cada caso.
En este sentido pensamos que los dibujos de estos niños maltratados pueden
mostrar que ciertas dificultades en los modos de simbolización obedecen a la
presencia de una angustia señal más que a una angustia automática, puesto que si
estuviera presente esta última no cabría esperar posibilidad alguna de simbolización
elaborativa. Con esto no queremos decir que el maltrato no haya sido nunca
traumático en los casos que examinamos, sino más bien que en estos casos, si
existió inicialmente una situación traumática acompañada de angustia automática,
ésta parece haberse traducido en las problemáticas que los niños presentaban, de
modo que lo queda de tal angustia no sería más que su función de señal de alarma
que facilita la simbolización como forma de elaboración.
está más allá del principio del placer, que conlleva a incesantes repeticiones de la
situación de maltrato a pesar del displacer que puede generarse.
Por ello el enlace entre los afectos de ira y cólera con la angustia y el terror, debe ser
resuelto mediante un trabajo psíquico, pues la descarga de las pulsiones agresivas
motivadas por los afectos de ira y cólera que el maltrato también convoca, por lo
general se ven impedidas, es decir, falta la reacción adecuada.
Sin embargo, aun cuando a menudo el niño tampoco puede reaccionar mediante un
trabajo psíquico elaborativo, y la solución entonces se da por la vía del síntoma o por
la vía de la repetición traumática, a posteriori el niño encuentra una posibilidad de
solucionar el conflicto de otra forma, mediante el trabajo de simbolización que es
facilitado por el dispositivo clínico-terapéutico, tal como hemos visto.
tales como el dibujo, regidos por leyes diversas (que sin embargo, también se
muestran próximas a las leyes del inconsciente), justifican que en la clínica, la
simbolización del maltrato infantil y otras situaciones de infancia, se utilicen otro
medios diversos a la palabra, comportando el uso de otros medios, también
simbólicos, como el juego o el dibujo, que son recursos más propios del niño que del
adulto.
Pero la razón de mayor peso para incluir el uso de los dibujos en los dispositivos
psicoterapéuticos radica en el hecho de que aunque la palabra tiene un carácter
multívoco, en las situaciones de angustia y trauma no pocas veces la palabra pierde
su función simbólica y cobra una función defensiva, mayor en el niño que en el
adulto. De modo que en tales casos no se logra la inscripción en representaciones-
palabra, y por ende posteriormente se dificulta la permutación lingüística que permite
la expresión desfigurada de la vida fantasmática en el proceso terapéutico. En
cambio estas situaciones a menudo encuentran una posibilidad de inscripción en el
aparato psíquico bajo la forma de imágenes (que también pueden ser acústicas) que
luego pueden ser exteriorizadas cuando se actualizan en los sueños o en los dibujos
de los niños, por ejemplo.
Sin embargo, es necesario aclarar que el uso del dibujo en la clínica no excluye el
uso de la palabra. Al contrario, al servirse del dibujo se busca que el niño asocie
libremente sobre lo graficado, pues de otro modo la intelección del material que
produce se torna más compleja o hasta imposible. Por otra parte, de no tener en
cuenta las asociaciones de pensamiento del niño, se corre el riesgo de hacer
interpretaciones por clave fija según un diccionario de símbolos o según el imaginario
de quien interpreta, problema que los psicoanalistas que se ocupan del dibujo han
señalado acertadamente.
Además, el dibujar y el hablar permiten que el niño realice una formulación de las
fantasías a través de recursos simbólicos que facilitan en enlace a la realidad. En ese
sentido, el dibujo promueve la articulan de las imágenes en las que se pudo
inscribirse inicialmente la situación de angustia o traumática, con nuevas
dibujo maltrato - 327
En ese sentido, estos procesos de figuración en los que ciertos temas insisten, a
pesar de las variaciones con que se los expresa, nos permitió aislar la participación
de un mecanismo psíquico que singulariza la función de la repetición en estos casos
y que establece la mayor diferencia con el lenguaje y la palabra. Este mecanismo no
funciona a nivel del lenguaje (oral o escrito) pues no opera con signos lingüísticos
sino con imágenes, por lo que es propio de los sistemas de significación icónicos,
tales como el sueño, la publicidad, el cine o el teatro, y por supuesto el dibujo. Se
trata del miramiento por la figurabilidad, el cual permite expresar en imágenes
relaciones causales, de oposición, pensamientos abstractos, etc. gracias a un
especial tratamiento de las imágenes, en donde la repetición es fundamental, pues la
repetición de imágenes mediante superposición, yuxtaposición, etc. produce el efecto
de una secuencia que se desarrolla progresivamente. Esta propiedad de los sistemas
que articulan imágenes encadenándolas en una sucesión cronológica como en el
discurso, permite entonces hablar del lenguaje de la imagen o en todo caso muestra
la función significante de las imágenes.
Como puede verse, ya que en los dibujos que se repiten a lo largo de la progresión
de las sesiones, observamos leves variaciones en las escenas figuradas y relatadas,
sobre la base de la comparación con el proceso del sueño, inferimos que se trata de
diversos intentos por figurar el mismo tema mediante imágenes, específicamente
mediante el mecanismo de miramiento por la figurabilidad, como forma de elaborar
situaciones traumáticas y de angustia.
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realizada por el profesor Mauricio Fernández (Medellín, Universidad de Antioquia,14oct-2007)
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