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MECANISMO ENTEROINVASIVO.

Vibrio parahaemolyticus

Tiene un periodo de incubación entre 12 - 24 horas, pero puede ser desde 4 hasta 96 horas,
habita normalmente en ambientes marinos (Pantoja, 2005). Las cepas toxigénicas se
caracterizan por codificar en su genoma para dos importantes factores de virulencia, la
denominada hemolisina directa termoestable (TDH) y la hemolisina directa termoestable
relacionada (TRH). La TDH es una proteína con actividad hemolítica sobre una variada gama de
eritrocitos (fenómeno de Kanagawa) además produce citotoxicidad, aumento de la
permeabilidad vascular y acumulación de líquido en el asa del íleon. El mecanismo patogénico
(Imagen 1) es la alteración del flujo iónico de las células intestinales, el que desencadena una
diarrea secretora. V. parahaemolyticus requiere de otros factores para causar enfermedad,
como una variedad de pili, hemaglutininas, factores de colonización y capacidad de invasión
celular. Enfermedad diarreica aguda con dolor abdominal asociada a la ingestión de productos
marinos En las formas graves se presenta tenesmo y las deposiciones son acuosas con moco y
sangre (Núñez et al, 2009).

Imagen 1: Mecanismo fisiopatológico V. parahaemolyticus

Entamoeba hystolitica

El ciclo biológico de E. histolytica, con un tiempo de incubación de 1 a 14 semanas (Imagen 2),


se inicia cuando el hombre ingiere agua o alimentos contaminados con quistes del parásito,
algunos de los cuales al llegar al intestino delgado inician una serie de transformaciones que los
convierten en trofozoítos. Una vez en el intestino grueso, los trofozoítos proliferan y algunos se
vuelven a enquistar. Finalmente, al salir junto con las heces, los quistes están listos para reiniciar
su ciclo biológico. Una vez concretado el desenquistamiento, E. histolytica tiene el potencial de
adherirse y reproducirse en el moco que recubre el intestino grueso mediante división binaria
de los trofozoítos estos pueden adherirse a las células epiteliales del colon y a los leucocitos
polimorfonucleares (PMN) y destruirlos, produciendo una disentería mucosanguinolenta pero
con escasos polimorfonucleares en las heces. Los trofozoítos también secretan proteasas que
degradan la matriz extracelular y permiten la invasión de la pared intestinal y sectores más
profundos. Algunos parásitos serán eliminados con este moco en la forma de trofozoítos y/o
quistes y otros alcanzarán las células del epitelio, las cuales serán destruidas, fagocitadas. La
lesión típica que se produce son úlceras extendidas, en "cuello de botella" definidas por la
extensión lateral de E. histolytica sobre la lámina basal. Caracterizada por diarrea invasiva
semiliquida y mal olor con moco y sangre. (Olivos et al, 2011).

Imagen 2: Fisiopatología ameba histolytica

Cryptosporidium

Incubación en 5 a 10 días (rango 2 a 28 días). Es importante explicar los mecanismos (Imagen 3)


que dan lugar a la diarrea osmótica, inflamatoria y secretora que se presenta en esta
enfermedad, particularmente en sujetos inmunodeprimidos. Se considera que el origen es
multifactorial: están involucrados tanto el parásito como sus productos, la respuesta inmune del
hospedero, que dan lugar a deficiencias en la absorción a nivel de intestino delgado y aumento
en la secreción. En la adhesión se contemplan lectinas y glucoproteínas semejantes a la mucina,
receptores de adherencia del esporozoíto. Las células T, principalmente los linfocitos CD4+ son
fundamentales en la respuesta inmune contra los criptosporidios, y al mismo tiempo, la atrofia
de vellosidades y la hiperplasia de las criptas son cambios patológicos asociados a las células T.
La cascada de señales pro-apoptosis predominan a las 24 - 48 horas postinfección produciendo
daño celular por el parásito. Productos del esporozoíto están involucrados en la desorganización
de las uniones celulares, pérdida de la función de barrera, liberación de lactato-dehidrogenasa
e incremento en la muerte celular. La diarrea suele ser abundante y acuosa; raramente aparece
sangre o leucocitos. (Carballo et al, 2017)

Imagen 3: Fisiopatología cryptosporidium

Candida albicans

Los hongos del género Candida crecen en un promedio de 3 a 5 días a temperatura ambiente,
son integrantes normales de la biota corporal humana (Imagen 4), su homeostasis es compleja
y depende de muchos factores; entre ellos, la inmunidad mediada por células desempeña un
papel destacado ya que la asociación “linfocitos CD4-macrófago” y su déficit redunda en una
mayor facilidad de Candida para adherirse a las células epiteliales. La frecuencia y gravedad de
las infecciones dependen, sobre todo, del nivel de células CD4 en sangre. Las candidiasis son
evidentes en enfermos con recuentos inferiores a 400 linfocitos CD4/μl. Debe tenerse en cuenta
que las mananas y las mananoproteinas de la pared celular de Candida son activadoras de las
células CD8 y deprimen la actividad de las CD4, potenciando el efecto inmunodepresor. Candida
anula la vulnerabilidad de la flora bacteriana normal causando diarreas, intestino irritable. Se
transforma en micelo y altera la permeabilidad del enterocito pasando a la corriente sanguínea.
Libera 79 toxinas que actúan como antígenos estimulando respuesta inmune. Los aldehídos
(producto del fraccionamiento del alcohol producido por la Cándida a partir del azúcar)
provocan la supresión de las funciones de trasmisión intercelular. Se incrementa la
susceptibilidad a las infecciones y la incapacidad del sistema inmunológico para responder
eficientemente a las infecciones o alérgenos. Los recuentos de colonias de levaduras en
muestras de materia fecal están elevados en más del 70% de los casos. La aparición de diarrea,
acompañada o no de fiebre en estos enfermos, es muy común, pero resulta muy difícil
establecer el papel que desempeñan estos hongos en la producción de este cuadro clínico.
(Parvaneh et al, 2019).

Imagen 4: Desequilibrio de la microbiota

Giardia Liamblia

Tiene un periodo de incubación de 1 a 25 días. Se habla de una patogenia multifactorial (Imagen


5) y se han implicado a factores dependientes tanto del parásito como del hospedador. En
primer lugar, ciertas alteraciones histoquímicas de la mucosa intestinal, debidas a la activación
de los linfocitos T por la presencia de VSP (proteínas variantes de superficie), que se traducen
en una atrofia de las microvellosidades intestinales, lo que lleva consigo a una pérdida o
disminución de la actividad de las disacaridasas (lactasa, maltasa, sacarasa, etc.), una
disminución de la absorción de vitamina B12, una alteración en el transporte de glucosa–sodio
y una reducción de la absorción de solutos. Otro factor se debe por la secreción de una cistein-
proteasa IgA1 por los trofozoítos que elimina la respuesta secretora local (IgA) del hospedador.
Uno de los factores más importantes dependientes del hospedador es la inmunodeficiencia
humoral, como la hipogammaglobulinemia o el déficit selectivo de IgA. La malnutrición calórico-
proteica aumenta la gravedad de la giardiosis por disminución de la producción de enterocitos
en los villis intestinales. Por último, habría que citar la microflora intestinal, imprescindible para
la expresión de la patogenicidad de Giardia. Entre las manifestaciones de la enfermedad aguda
se encuentran: diarrea acuosa o pastosa, esteatorrea (evacuaciones grasosas, generalmente
explosivas y fétidas), dolor epigástrico postprandial, anorexia, distensión abdominal, flatulencia
y ocasionalmente, cefalea, febrícula, manifestaciones alérgicas (artralgias, mialgias, urticaria).
(Soriano, 2002).

Imagen 4: Fisiopatología y ciclo de la giardia liamblia.

MECANISMO ENTEROTÓXICO.

Vibrio Cholerae

Una vez adquirida la infección, el periodo de incubación es por lo general corto, entre 12 horas
y 5 días, llega a la luz intestinal se caracteriza por no invadir la mucosa, es decir, el cuadro
diarreico (Imagen 6) se ocasiona por el efecto de la toxina colérica, la cual está constituida por
dos subunidades. La subunidad B permite la unión al gangliósido de los enterocitos y la
subunidad A penetra en el citoplasma celular y altera la actividad de la adenilciclasa aumentando
el AMPc intracecular. Es esta molécula la que inhibe la absorción de sodio y activa la secreción
de cloro formando NaCl en la luz intestinal que atrae agua por osmosis, por lo que las heces de
los pacientes con cólera tienen un alto contenido de sodio, potasio, cloro y bicarbonato. Por lo
general, la enfermedad comienza con una diarrea repentina, indolora y acuosa, además de
vómitos. En los casos graves se llega a perder casi un litro de líquido por hora, pero usualmente
la cantidad es mucho menor (García-Lázaro, 2010).

Imagen 6: Fisiopatología del V. cholerae

MECANISMO CITOPÁTICO.

Rotavirus
Se incuba por un promedio de 4 días, propagándose eficazmente por vía fecal – oral. La
afectación específica acontece en los enterocitos (Imagen 7) de los extremos de las vellosidades
del intestino delgado, ingresa el virus al citoplasma por endocitosis, una vez dentro el endosoma
que contiene al virus se fusiona con los lisosomas y con sus enzimas proteolíticas provocan la
hidrólisis de la capa proteica dejando libre en el citoplasma al core viral, RNA mensajeros realizan
copias de los 11 segmentos del RNA que van a codificar cada una de las proteínas estructurales
y no estructurales (NSP 1 y la NSP 3). Posteriormente la NSP 4 provocaría cambios en la
permeabilidad de la membrana del retículo endoplásmico rugoso, marcando un incremento en
la permeabilidad al calcio, es así como terminaría el ciclo de replicación del virus, liberándolo al
lumen intestinal por lisis celular, que se acumulan en el citoesqueleto y ensamblan, provocando
un desequilibrio en la relación entre absorción y secreción de líquidos, además de una mala
absorción de carbohidratos complejos como la lactosa. Las diarreas son abundantes en cantidad
y frecuencia, con moco (25%), sin sangre, con elevada osmolaridad y muy ácidas, que producen
eritema perianal (Tamayo & Moreno, 2007)

Imagen 7: Fisiopatología del rotavirus

Virus Norwalk

Se cree que los seres humanos son el único huésped de los norovirus humanas. La propagación
fecal-oral es modo de transmisión principal con un periodo de incubación de 24-48 h. Se ha
demostrado que la infección depende de la presencia de antígenos de grupo histosanguíneo
específicos, que actúan como receptores para el virus en el intestino de los hospedadores
susceptibles. Se desarrolla (Imagen 8) un ensanchamiento y aplanamiento de las vellosidades
intestinales, hiperplasia de las células de las criptas, vacuolización citoplasmática e infiltración
de polimorfonucleares, con células mononucleares en la lámina propia de la mucosa, que se
mantiene intacta. No se observan cambios histológicos en el fundus gástrico o el antro, o en la
mucosa del colon. La actividad enzimática (fosfatasa alcalina, sacarasa y trehalasa) en el borde
en cepillo del intestino delgado se redujo, dando como resultado esteatorrea leve y una mala
absorción transitoria de los carbohidratos. La actividad yeyunal del adenilato ciclasa no es
elevada. Estos cambios histológicos se han acompañado con la secreción gástrica de ácido
clorhídrico, pepsina y factor intrínseco. En contraste, gástrico hay un retraso del vaciamiento
gástrico y una alteración de la motilidad gástrica que pueden ser responsables de las náuseas y
los vómitos asociados a esta gastroenteritis. Las manifestaciones clínicas básicas son vómitos y
diarrea líquida. Puede acompañarse de otros síntomas como malestar general, febricula o fiebre
menor de 38º5 C, mialgias, cefalea, náuseas, dolor abdominal. La diarrea es explosiva o de
comienzo gradual y la deshidratación frecuente (Montenegro et al, 2014)

Imagen 8: Fisiopatología del virus Norwalk

Adenovirus

Los adenovirus son transmitidos por contacto directo, por vía fecal-oral con un periodo de
incubación de 3 días como promedio, por vía inhalatoria y ocasionalmente a través de aguas
estancadas. Tiene especial predilección por las células epiteliales, afectando a casi todas las
mucosas.

Se describen 3 tipos de interacciones entre el adenovirus y la célula huésped:

 Infección lítica. Se da el ciclo replicativo completo. Se producen entre 10,000 y 1'000,000


de virus por célula, de los cuales 1-5% son infecciosos. Se da en células epiteliales.
 Infección latente. Es una infección crónica y se da principalmente en células linfoides.
Dicha infección puede reactivarse en pacientes inmunocomprometidos. La infección
latente produce la transcripción de factores que favorecen la producción de citoquinas
inflamatorias (IL 8, ICAM 1, FNT alfa), con la consiguiente amplificación del proceso
inflamatorio a dicho nivel.

Existe muy poca información acerca de los mecanismos fisiopatológicos (Imagen 9) involucrados
en las infecciones por adenovirus entéricos. Dichas cepas del virus tenían predilección por
células epiteliales con microvellosidades, concentrándose a nivel de las mismas, produciendo
una alteración en el borde en cepillo. Sin embargo, aún no se conoce cómo la infección afecta
decididamente la función intestinal. El período de incubación es de 3 a 10 días. La diarrea no se
acompaña de deshidratación ni de fiebre alta
aunque, a diferencia de rotavirus, suele ser de
mayor duración. En promedio, los síntomas se
extienden por 6 a 9 días, existiendo un rango de
duración que oscila entre los 4 a los 23 días. La
diarrea no se acompaña de deshidratación ni de
fiebre alta, aunque, a diferencia de rotavirus,
suele ser de mayor duración. Las deposiciones
son de características acuosas y en número de 4-
Imagen 9: Fisiopatología del adenovirus
5 evacuaciones por día, presenta deshidratación severa, fiebre moderada y vómitos (Sirok, 2006)

Fuentes de Información:

1. Pantoja, D. R. Z., & Santiago, C. Q. UN ENEMIGO MARINO SILENCIOSO VIBRIO


PARAHAEMOLYTICUS.
2. Núñez, Harold, Ulloa, María Teresa, Guerra, Fabiola, & Osorio, Carlos G. (2009). Isla de
patogenicidad de Vibrio parahaemolyticus en cepas chilenas clínicas y
ambientales. Revista médica de Chile, 137(2), 208-
214. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872009000200004
3. Olivos-García, A., Saavedra, E., Nequiz Avendaño, M., & Pérez-Tamayo, R. (2011).
Amibiasis: mecanismos moleculares de la patogenicidad de Entamoeba histolytica.
Revista de la Facultad de Medicina (México), 54(2), 10-20.
4. Carballo, A. C. R., Milanés, C. V. Q., Azahares, Y. R., & Matos, F. R. (2017). Mecanismos
patogénicos y manifestaciones clínicas de las coccidias. Revista Información Científica,
96(6), 1183-1193.
5. Parvaneh, L. et al. 2019. «Infectious etiology of chronic diarrhea in patients with primary
immunodeficiency diseases». European Annals of Allergy and Clinical Immunology
51(01): 32.
6. Soriano, M. J. A. (2002). Giardia y giardiosis. Control calidad SEIMC, 1-9.
7. García-Lázaro, M., Pulido, M. A., Rivero, A., & Torre-Cisneros, J. (2010). Cólera y otras
infecciones del género Vibrio. Medicine-Programa de Formación Médica Continuada
Acreditado, 10(52), 3489-3496.
8. Tamayo Meneses, L., & Moreno Lagos, B. O. (2007). Rotavirus. Cuadernos Hospital de
Clínicas, 97.
9. Montenegro, S., Pineda, S., Enríquez, I., Enríquez, N., Rivera, N., & Delgado, C. (2014).
Detección de norovirus en niños con diarrea adquirida en la comunidad o nosocomial
en el Hospital Guillermo Grant Benavente de Concepción, Chile. Revista chilena de
infectología, 31(3), 298-304.
10. Sirok, A., Le Pera, V., & Sandín, D. Agentes virales de gastroenteritis.

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