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Se cree que la familia Ursidae se separó de los otros carnívoros hace aproximadamente 38

millones de años. La subfamilia Ursinae se originó hace unos 4,2 millones de años. Según la
evidencia fósil y los análisis de ADN, hace solo 150 000 años ocurrió la divergencia de esta
especie y el oso pardo (Ursus arctos).4 El fósil de oso polar más antiguo que se conoce data
de hace aproximadamente 130 000 a 110 000 años y se halló en la isla Príncipe Carlos
Forland, en 2004.4 Los fósiles muestran que hace entre 10 000 y 20 000 años, los molares del
oso polar diferían significativamente de los del oso pardo. Es posible que la especie se haya
originado a partir de una población aislada de osos pardos, sometida a una fuerte presión
genética durante las glaciaciones del Pleistoceno.5
Estudios genéticos realizados posteriormente muestran que incluso algunas poblaciones de
oso pardo se encuentran más relacionadas con el oso polar que con otras de su misma
especie;6 esto implica que el oso polar no cumple con algunas de las definiciones de especie.7
Adicionalmente, las dos especies pueden reproducirse y obtener híbridos fértiles (grolares),58
indicando su reciente divergencia y su similitud genética.9 Sin embargo, se consideran
especies separadas porque ninguna de las dos especies puede sobrevivir a largo plazo en
el nicho ecológico de la otra, tienen diferencias morfológicas y fenotípicas, metabolismo y
comportamiento social distintos.9
Cuando la especie fue descrita se identificaron dos subespecies: Ursus maritimus
maritimus (Constantine J. Phipps en 1774) y Ursus maritimus marinus (Peter Simon Pallas en
1776).10 Estas subespecies actualmente no son válidas.
Se tiene registro de una subespecie fósil, Ursus maritimus tyrannus, que fue descendiente
de Ursus arctos y se extinguió durante el Pleistoceno. Esta subespecie fue bastante más
grande que la especie existente.5

Descripción[editar]

Oso polar (Ursus maritimus) saltando en la banquisa o hielo oceánico, al norte de las islas Svalbard, en
Noruega

Presenta un perfil más alargado que el de otros osos y las patas más desarrolladas, tanto para
caminar como para nadar largas distancias. Las orejas y la cola son muy reducidas, para
mantener mejor el calor corporal, al igual que en muchos otros mamíferos árticos. En esto
también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje, que en realidad
no es blanco, sino translúcido, formado por miles de pelos huecos (que al estar llenos de aire,
son un buen aislante térmico). Bajo el pelaje se encuentra la piel, que es negra para atraer
mejor la radiación solar y aumentar así el calor corporal. La luz ordinaria se refleja sobre el
pelaje, generando normalmente la falsa sensación de blancura. No obstante, en determinados
momentos y lugares puede verse amarillenta o incluso parda clara. La pérdida del calor
corporal se encuentra muy reducida, tanto por el pelaje y el color de la dermis como por el
espeso panículo adiposo que se encuentra bajo la piel y que solo se adelgaza en la cabeza,
especialmente en la nariz. Durante el verano estos osos adelgazan y al poseer muy
densamente vascularizados los músculos pueden irradiar entonces el exceso de calor. Los
osos polares del zoológico de Singapur se volvieron verdes en 2004 al crecer grandes
cantidades de algas sobre ellos, algo que nunca hubiese sucedido en una zona más fría.11
Episodios similares, pero de menor importancia, se dieron también en San Diego (1979)
y Chicago (2004).
Los machos adultos alcanzan normalmente pesos de entre 350 y 680 kg,12 aunque se
conocen ejemplares excepcionalmente grandes que alcanzaron o incluso superaron los
1000 kg.[cita requerida] Las hembras suelen pesar alrededor de la mitad;12 sin embargo, en el
tiempo en el que acumulan grasa antes de dar a luz, pueden pesar entre 350 y 500 kg. Los
machos pueden medir hasta 2,6 m de largo,12 mientras que las hembras rondan los
2 m.[cita requerida]

Modelo de huella de oso polar que se ubica en el Zoológico de Chapultepec, de la Ciudad de México.

Esta especie es la más carnívora de todos los osos, aunque ingieren una parte ínfima de
vegetales durante el verano ártico en la tundra. Nadan con facilidad (a veces cientos
de kilómetros), pero capturan a sus presas en tierra o sobre el hielo, siendo los depredadores
dominantes de su hábitat. Las focas y otros mamíferos marinos, como la beluga, son
capturadas cuando abren agujeros en el hielo para respirar. En verano rastrean el aire con su
poderoso olfato, a la búsqueda de crías de foca resguardadas en cámaras bajo el hielo; más
raramente se acercan a las colonias reproductivas de morsas, donde capturan ejemplares
jóvenes, o a las zonas de anidación de aves marinas, como los araos, para alimentarse de
huevos y pollos. No hibernan, y durante estos meses fríos suelen ser seguidos por decenas
de zorros árticos que devoran las carroñas que dejan a su paso, pero nunca los atacan. Los
hábitos de estos animales son casi siempre solitarios, y son frecuentes las peleas entre
machos para aparearse con las hembras y las peleas entre individuos de cualquier sexo para
apoderarse de la comida. Por lo general las peleas se resuelven por horripilación; es decir:
cuando un ejemplar disuade o intimida a otro haciendo notar su potencial fortaleza
evidenciando su corpulencia. Tampoco parecen tener problemas con los lobos, siendo su
único enemigo pluricelular importante los humanos.
Algunos ejemplares se acercan a áreas habitadas, donde roban pescado puesto a secar o
rebuscan en la basura. En Manitoba se ha llegado a ver individuos alimentándose de aceite de
motor y grasa abandonada.
Reproducción[editar]

Crías de oso polar

El período de apareamiento (único en que los osos de ambos sexos se reúnen y tratan de
forma amistosa) es entre abril y mayo, pero los óvulos no se fertilizan y comienzan a
desarrollar hasta septiembre aproximadamente, en lo que se conoce como implantación
diferida. Durante este tiempo, la hembra trata de almacenar la mayor cantidad de grasa
posible.
Solo las hembras preñadas buscan refugio durante el invierno (aunque no hibernan), dando a
luz una o dos crías durante el invierno en un refugio excavado en la nieve. El resto de los
individuos siguen siendo activos a pesar de la oscuridad y frío extremo que reinan en el
ambiente, y vagabundean a la búsqueda de comida sobre la plataforma helada. Las madres
no comen nada durante este periodo, sino que viven de la grasa que han acumulado en su
cuerpo durante el invierno, mientras que los cachorros se alimentan de la leche materna. Esto
ocasiona en las madres una fuerte pérdida de peso, que deben recuperar durante el verano.
Las crías nacen en octubre, tras una gestación sorprendentemente corta. Al nacer pesan unos
700 g, no tienen ningún diente, son ciegas y totalmente desvalidas. En el curso de cinco
meses crecen rápidamente, de tal manera que al inicio del verano pueden seguir
perfectamente a la madre. Pasan otros cinco meses junto a ella, aprendiendo a localizar
comida y a resguardarse de los machos adultos, que en ocasiones matan y comen oseznos.
Algunos llegan a convivir con su madre hasta los dos o tres años y medio de edad. Maduran
sexualmente entre los tres y los cuatro años, y pueden vivir un máximo de treinta.

Poblaciones[editar]

Oso polar del zoológico de San Diego, Estados Unidos


Dos osos polares jugando en Churchill, Canadá

No existen subespecies auténticas de oso polar,13 debido al reciente origen de la especie


(probablemente a finales del Pleistoceno) y la gran movilidad de sus individuos sobre los
vastos campos de hielo, lo que reduce el aislamiento genético de estos. Aun así, los
especialistas distinguen de un modo informal seis poblaciones mayores:

 Oeste de Alaska y la isla de Wrangel


 Norte de Alaska
 Canadá (60 % de los ejemplares mundiales)
 Groenlandia
 Svalbard-Tierra de Francisco José
 Siberia

Alimentación[editar]
El oso polar se alimenta de muchos animales árticos. A pesar de todo, sus favoritas son las
crías de foca y reno (que son mucho más escasos que las primeras) y llegan a comer unos 30
kilos de comida al día, y los cachorros un kilo. Los osos polares no toman agua, ya que en su
ambiente es salada y ácida. Sacan los fluidos que necesitan de la sangre de sus presas.
También se ha descubierto recientemente que pueden llegar a ser caníbales, en especial los
machos, ya que si sufren demasiada hambre, no tienen problemas en comerse a otros osos
en especial jóvenes o muertos generalmente.

Amenazas[editar]

Oso polar en una costa sin hielo

Detalle de la cabeza de un ejemplar de Ursus maritimus bañándose

Tradicionalmente, los osos polares fueron cazados por los esquimales y otros pueblos árticos,
por su carne y piel, evitando ingerir el hígado, que por contener niveles extremadamente altos
de retinol (forma de vitamina A encontrada en miembros del reino animal) resulta peligroso
consumirlo para el ser humano.14
Los colonos europeos comenzaron a matarlos también por deporte y para evitar sus
incursiones en los poblados, donde podían robar comida o atacar a los animales domésticos.
En raras ocasiones se dieron ataques contra humanos, aunque la gran mayoría de éstos fue
obra de animales heridos previamente por los propios hombres.
La UICN considera que el número de osos polares se ha reducido en al menos un 30 % en los
últimos 45 años. Para 2008 la población se calculaba entre 20 000 y 25 000 individuos.1 Hasta
hace algunos años, los osos polares se cazaban desde embarcaciones de motor, avionetas e
incluso helicópteros. Esta caza masiva puso la especie al borde de la extinción, por lo que
acabó prohibiéndose en ciertos países como Rusia y Noruega, y regulándose en los demás.
En Canadá, país que presenta la mayor parte de la población mundial de osos polares, se
permite a los inuit cazar un cierto número de ejemplares. De igual manera, en 2010 se
autorizó a las poblaciones indígenas de Estados Unidos y Rusia mediante un acuerdo entre
ambos países una cuota anual de 29 ejemplares, cuota anulada recientemente por Rusia, que
prohíbe totalmente la caza de osos polares en su territorio.15 También se persigue el uso de
cebos envenenados para matar a los osos.
Aparte del hombre, el único animal que puede ser peligroso para el oso polar es la morsa, que
puede herirlo de gravedad con sus colmillos.
Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de contaminantes en el hielo y
atmósfera árticos, y el calentamiento que está afectando su ecosistema.1 Según estudios
canadienses (2005)[cita requerida], el hielo de las zonas habitadas por estos animales se está
derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a retirarse a
tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que pierden durante el verano y el
otoño en forma tan crítica que afecta la capacidad de las hembras para quedar preñadas y
minan su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías. Esto ha provocado una
caída del 15 % en la tasa de nacimientos.[cita requerida].

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