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ISBN: 978-607-402-330-5
Introducción
¿Por qué Eros, Tánatos y Mammón?........................................................................... 11
I
La Naturaleza Humana como punto de partida
II
Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
Planteamiento inicial.................................................................................................... 31
Vivimos en un mundo donde gobierna Mammón........................................................ 37
La balanza Mammón-Eros en la particularidad........................................................... 41
III
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
Contextos y pulsiones.................................................................................................. 45
Naturaleza contextual, histórica, relacional y simbólica.............................................. 53
Las pulsiones en Más allá del principio del placer....................................................... 59
IV
Algunas fundamentaciones insoslayables de esta hipótesis
Capítulo V
El tránsito del estado monádico a la muchedumbre solitaria
Transformación de la mónada psíquica en individuo social........................................ 81
Notas para avanzar en la relación pulsiones, cultura y educación................................ 87
¿Es en verdad la cultura enemiga de las pulsiones?..................................................... 89
Paradoja de la cultura de la posesión........................................................................... 91
Lo que lleva a la soledad de la muchedumbre.............................................................. 95
VI
El aspecto físico en la cultura de la posesión
La Verdad en turno....................................................................................................... 99
El ser humano escindido.............................................................................................. 108
El inconsciente: lugar donde el cuerpo tiene existencia plena..................................... 114
El cuerpo “chivo expiatorio” o los efectos colaterales............................................... 117
Mirar a la sociedad a través del cuerpo........................................................................ 124
VII
Cultura de la posesión vs. multiculturalismo
De jerarquías, supremacías y otros esencialismos....................................................... 127
Notas para una hermenéutica multicultural.................................................................. 135
Con icto identitario en la cultura de la posesión........................................................... 137
VIII
Entornos de formación humana en la cultura de la posesión
Los seres humanos que ha formado la cultura de la tercera pulsión............................ 141
La familia actual ¿desestabiliza el modelo patriarcal?................................................. 147
Notas para una formación humana alternativa............................................................. 156
Conclusión: hacia una cultura del sentido social......................................................... 163
Bibliografía....................................................................................................................... 169
Introducción
¿Por qué Eros, Tánatos y Mammón?
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
2 “Psiquis, Psiqué (Ψυχη): personi cación del alma humana. Según narra una leyenda era una
bellísima princesa, tanto que Afrodita celosa y vengativa, quiso infundirle un amor ciego hacia un
hombre feo para lo que mandó a Eros, pero éste se enamoró inevitablemente de ella y la llevó a una
mansión a la que acudía cada noche a verla, poniéndole como condición que ella no debía ver nunca
su cara ni preguntarle quien era, cosa que incumplió y que le costó ser abandonada. Desesperada lo
buscó hasta que al llegar al templo de Afrodita ésta la hizo su esclava y le impuso trabajos muy peno
sos. Y así estaba cuando Zeus se compadeció y la hizo inmortal, permitiendo además el romance con
Eros”; disponible en http://www.alandalus- siglo21.org/mitog/mitjk.htm
3 Ker, Keres: espíritus, demonios o genios de la mitología griega. “También se las llamaba las
perras de Hades, y eran entidades malignas y crueles que acompañaban a Ares (dios de la guerra) a
los campos de batalla, donde se ensañaban con los guerreros que caían muertos o heridos, a los que
destrozaban para beber su sangre. Se las imaginaba como seres negros que poseían alas, grandes y
a lados colmillos, y unas aceradas y largas uñas. También eran diosas del destino, parecidas a las
moiras, y cada hombre tenía su propia ker, que se le asignaba en el momento de nacer”; disponible en
http://www.alandalus-siglo21.org/mitog/mitjk.htm
4 Pese a que en la mitología griega, existe un personaje vinculado con la riqueza y la abundancia
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Introducción
Sinónimo de avaricia y/o lujuria por los bienes materiales o las posesiones,
Mammón es vinculado con la injusticia, la deshonestidad y la codicia. En los textos
bíblicos del Nuevo Testamento se le re ere como la contraparte de Dios: No se puede
servir a Dios y a Mammón al mismo tiempo (Lucas 16:13). “Personi cación de la
riqueza... ídolo del dinero. En los libros de magia bizantinos aparece como mamonas.
En la Escolástica medieval y en Agrippa de Nettesheim se lo relaciona con el Diablo”
(Lurker, 1999:185).
Eros, Tánatos y Mammón son los personajes mitológicos con los que a lo largo
de este libro identi caremos la triada pulsional vida, muerte y posesión que están a
la base de la Naturaleza Humana y, por ende, a la base de todo lo que de ella se
desprende: el mundo o los mundos, las civilizaciones, la sociedad o las sociedades,
la cultura o las culturas, la historia o las historias.
El tema de la Naturaleza Humana nos interpele afanosamente, pues estoy
convencida que mucho del pensamiento y acción errática que cruza toda nuestra
historia, tiene su origen en una ignominiosa incomprensión y desconocimiento de la
condición humana, peor aún, en una negación de su naturaleza. Vivimos en un mundo
condenado permanentemente a repetir la historia, porque convenientemente el ser
humano tiende más que a olvidarla, a desconocer sus orígenes.
El olvido, el no reconocimiento es una forma de evasión con el que muchos, cons
ciente o inconscientemente, buscan mantenerse al margen de la responsabilidad e
incomodidad histórica que les corresponde con consecuencias desastrosas y perver
sas. Actuar como si nuestro presente no estuviera anclado al más remoto pasado
produce “la profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencial
mente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de
antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido” (Kundera, 1984: 5).
Por ello hay que volver a pensar las condiciones esenciales de la Naturaleza
Humana, volver la mirada no sólo a nuestra historia en proceso, sino en su origen, al
momento mismo donde todo comenzó, a las entrañas de nuestra condición humana;
éste debería ser el punto de partida de todos los pensares, desde cualquier ángulo del
conocimiento, pues de ello depende la pertinencia, adecuación o validez de los
productos de dicho pensamiento.
Gil Antón destaca que “la pregunta por la Naturaleza Humana... vale en la me
dida en que nos permitamos dialogar en la caverna, de espaldas a la luz (Platón)
sustituye a Hades, dios del inframundo, lugar de los muertos. Se le atribuía a Plutón proporcionar
todos los bienes extraídos del interior de la tierra. En la mitología romana el padre de la riqueza es
Dis Pater.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
tratando de inferir, a partir de sombras, con la vela frágil de nuestros conceptos que
no son nada “en sí”, sólo el único modo humano de compartir enfoques, propuestas
de ordenamiento de lo que, quizá exista allá afuera, y allá, adentro de nosotros, sin
recurrir a dioses o demonios” (2005, colaboración de febrero 10).
El tema de la Naturaleza Humana es, si se nos permite la metáfora, como un gran
“rompecabezas” en permanente construcción: tiene a la base una estructura básica
y esencial; un marco que lo limita, al tiempo que le abre una diversidad de posibili
dades. Dicha estructura nos permite pensarla a partir de ciertos parámetros comu
nes que se mantienen en todos y cada uno de los miembros de la especie al margen
de tiempos y espacios, y nos orientan a identi car al ser humano en cuanto tal, como
alguien diferente de cualquier otro ser vivo, cuyas características lo hacen único;
pero no existe un modelo pre-establecido universal y/o válido de ser humano, por
lo que la imagen que permite pre gurar la unión de las distintas piezas del metafó
rico rompecabezas sólo es posible de nirla en tiempos, espacios y contextos espe-
cí cos, en otras palabras, es la historia y la cultura las que a n de cuentas van
con gurando al ser humano en un proceso permanentemente abierto, en marcha o
inacabado. No obstante, evadir la urgente necesidad de entenderla, es darse por
vencido y dejar, como realmente está ocurriendo, que nuestro mundo sea gobernado
por Mammón quien nos impone y atrapa en sus estructuras de interacción perversas
que sólo pueden arrojarnos a los “brazos” de Tánatos.
En este libro pretendo aproximarme a la comprensión de la Naturaleza Humana,
recuperando el marco referencial aportado por Freud con su teoría de las pulsiones
y a partir de ello, interpretarla desde el amplio espectro de la educación, la forma
ción de la personalidad, la subjetividad, la comunicación humana, la socialización,
el ámbito de la salud mental y/o algunas de sus perturbaciones para valorar el lugar
que ocupa en todo ello, la vida pulsional.
La comprensión de la formación de la personalidad se irá construyendo desde
la perspectiva más amplia de educación ( logenética y ontogenética) omnipresen
te en todo tipo de interacción humana, particularmente en el contexto escolar y
familiar en tanto productos de procesos socio-culturales, históricos y cotidianos.
Desde esta perspectiva la educación, más allá de la intencionalidad y la sistema-
ticidad propia de los contextos institucionalizados de la escuela, supone procesos
de enseñanza y aprendizaje inherentes a los distintos ámbitos de interacción
interpersonal, que incluyen los formalizados propios de la escuela; pero hace
énfasis en los propios de la vida cotidiana en general y contempla con especial
interés el contexto de la vida en familia, hoy por hoy, penetrado e incluso violen
tado irreversiblemente por las tecnologías de la comunicación a través de los
medios de difusión masiva, que diluyeron paulatinamente las fronteras entre lo
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Introducción
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
vida consciente. Una pedagogía de amplio espectro abordaría los aspectos nucleares
de la formación y desde ahí tendría mayor alcance. En el prefacio que escribió para
el primer libro donde se busca establecer la fructífera vinculación entre el psi
coanálisis y la educación de Oskar P ster (1913), Freud reconocía a la pedagogía
como el ámbito más prometedor en el cual el psicoanálisis podía transitar hacia una
transformación social:
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Introducción
profunda del ser humano, quizá por sus manifestaciones tanto históricas como en el
acontecer social y la convivencia cotidiana, pero diferentes por la fundamentación
desde la que estos planteamientos se ofrecen.
Deseo expresar el reconocimiento de que muchos de los temas tratados en este
libro, aun siendo de trascendental importancia y habiendo abundantes desarrollos
teóricos clásicos y contemporáneos, pueden parecer tratados insu cientemente y/o
con ligereza. No ha sido esa la intención, no obstante, habrá que recordar que el
planteamiento hecho en este documento, es propiamente una hipótesis y la profun-
dización rigurosa de las distintas temáticas deberán ser el resultado de trabajos
posteriores.
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I
La Naturaleza Humana como punto de partida
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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La Naturaleza Humana como punto de partida
El hombre no es una hoja en blanco sobre la cual la cultura puede escribir su texto; él
es una entidad cargada de energía y estructurada en formas específicas. [Por ello] la
naturaleza humana como tal, nunca puede ser observada, sino únicamente en sus
manifestaciones especí cas, en situaciones también especí cas. Es una construcción
teórica que puede inferirse del estudio empírico de la conducta del hombre (Fromm,
1957: 37).
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Los estudios del ser humano se insertan en lo que Fromm llama ciencia del
hombre recuperando una dimensión superior a la antropología; esta ciencia “descansa
sobre la premisa de que su objeto, el hombre, existe y de que hay una naturaleza
humana que caracteriza a la especie humana” (1957: 33).
Marx reconoce la dualidad esencial e histórica de la Naturaleza Humana cuando
a rma:
Si queremos saber qué es útil para un perro, tenemos que penetrar en la naturaleza del
perro, Pero jamás llegaremos a ella partiendo del “principio de utilidad”. Aplicado esto
al hombre, si queremos enjuiciar con arreglo al principio de utilidad todos los hechos,
movimientos, relaciones humanas, etc., tendremos que conocer ante todo nuestra natu
raleza humana en general y luego la naturaleza humana históricamente condicionada por
cada época (Marx, 1951: 514).
1 Estudios etológicos, como los de Lorenz Konrad, son representativos de esta postura que de ende
diversas. Agnes Heller (1980) muestra posturas abiertamente opuestas al instintivismo, por lo que es
probablemente una de las más representativas.
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La Naturaleza Humana como punto de partida
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
3 Heráclito (535-475 a de C. fechas aproximadas) a rmaba que todo venía del Fuego y todo
volvería a él.
4 El eterno retorno nietzscheano no es retorno de lo mismo, sino hacia lo mismo, es decir, el
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La Naturaleza Humana como punto de partida
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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La Naturaleza Humana como punto de partida
Sin estar completamente de acuerdo con Steven Pinker, puesto que la exhaustiva
revisión y análisis que hace de estas dos posturas (los que niegan la Naturaleza Hu
mana y los que la promueven) nos lleva invariablemente a los extremos, tiene razón
cuando a rma que:
[Negar la Naturaleza Humana] La Tabla Raza fue una visión atractiva. Prometía,
basándose en los hechos, hacer indefendibles el racismo, el sexismo y los prejuicios de
clase. Parecía ser un baluarte contra el tipo de pensamiento que condujo al genocidio.
Pretendía evitar que las personas cayeran en un fatalismo prematuro sobre las dolen
cias sociales evitables[...] De este modo, se convirtió en parte de una fe secular y
parecía constituir la posición general correcta de otros tiempos.
Pero la Tabla Raza [la negación de la Naturaleza Humana], tenía y tiene un lado oscuro.
El vacío que postulaba[...] lo llenaron con avidez los regímenes totalitarios, y nada hizo
para evitar sus genocidios... invita a desdeñar los principios de la democracia[...] y en
cuestión de política antepone dogmas[...] a la búsqueda de soluciones viables[...] basados
en la negación] de nuestra humanidad común, nuestros intereses inherentes y nuestras
preferencias individuales (Pinker, 2003: 609).
A los defensores del estado de cosas actual, a los amantes del libre mercado,esos
que de enden a ultranza el individualismo y todos los determinismos (divino o
genético), les queda fácil la tarea, incluso suelen argumentar que la Naturaleza
Humana está a su favor y, efectivamente, los respalda Mammón y Tánatos. He ahí
las evidencias históricas, pero a quienes buscamos y exploramos modos de vida
alternativos, enfrentamos enormes di cultades. Es por ello que el planteamiento
respecto de la pulsión de posesión conlleva la necesaria exploración y el trabajo
pesado de construir alternativas, esto es, nos aproximamos a propuestas donde se
reconoce la centralidad de la educación (en tanto formación humana) y con ello
la pedagogía, la ética, una construcción cultural alternativa, etc., para contrarrestar la
potencial fuerza destructiva de Mammón que invariablemente nos dirige al triunfo
de Tánatos.
Un planteamiento sintético de la hipótesis antropopedagógica que desarrollo,
a rma que el ser humano ha construido una percepción, interpretación, acción, es
decir, ha construido realidades objetivas y subjetivas llamadas sociedad, culturas,
historia, universo simbólico, vida cotidiana, etc., de un lado por la fuerza positiva
de la pulsión de vida (Eros), pero atrapado y saboteado paradójicamente por la fuerza
potencialmente destructiva de la pulsión de posesión (Mammón), socialmente
disolvente dando como resultado las in nitas expresiones mortíferas (injusticias,
conflictos, guerras, destrucción), asociadas con la pulsión de muerte (Tánatos).
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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La Naturaleza Humana como punto de partida
Esta nueva adquisición [el universo simbólico] transforma la totalidad de la vida humana.
Comparado con los demás animales el hombre no sólo vive en una realidad más amplia,
sino, por decirlo así, en una nueva dimensión de la realidad[...] no puede escapar de su
propio logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de su propia vida; ya
no vive solamente en un puro universo físico, sino en un «universo simbólico». El
lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los
diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia
humana (Cassirer, 1963: 47).
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II
Hipótesis inicial: la pulsión de posesión
de la Naturaleza Humana
Planteamiento inicial
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Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
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Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
inicial se repite en cada vida humana individual; identificamos a ésta como expe
riencia monádica que marca, determina e inscribe los rasgos de la especie. Es un
estado de vida ciertamente breve, tan breve como los nueve meses de gestación de
nuestra especie, antecedente a la mónada psíquica de la que nos habla Castoriadis y
que abordaremos más adelante, cuya huella o vestigio queda inscrito en la psique
profunda del ser humano, y tiene presencia constante y permanente como energía o
impulso activo de una fuerza potencialmente determinante de todo lo que hacemos
y somos.
Dicho estado monádico físico y psíquico fundamentan la matriz pulsional y,
particularmente, la hipótesis de la pulsión de posesión. Está a la luz de las distintas
posturas que a lo largo de la historia occidental han postulado el eterno retorno de lo
mismo (Heráclito, Nietzsche, Pioncaré y Freud), relativiza las interpretaciones lineales,
unidireccionales de la historia, de hecho se opone a la noción que comprende la vida
a partir de la vinculación recta entre causas y efectos, entre pasado y futuro. La no
ción de tiempo desde la perspectiva del eterno retorno o en términos freudianos, la
compulsión a la repetición, es multidireccional, y lejos de ser recta, adquiere una
forma, más bien espiral, donde el pasado es presente y puede alcanzar el futuro. La
perspectiva del eterno retorno de los lósofos nos enseña que nada es nuevo, todo lo
que vivimos social e individualmente, ya ha ocurrido un sin fin de veces y seguirá
repitiéndose eternamente; nos instala en una noción donde la historia no es una di
mensión del pasado, sino del presente, es propiamente una historia en tránsito (La-
capra, 2006).
La pulsión de posesión es la manifestación de aquella huella psíquica fundante de
nuestra naturaleza producida por el estado monádico que motiva, impulsa, ejecuta el
eterno retorno de lo mismo. Es propiamente una inscripción en la psique humana
genérica e individual que impulsa al humano a volver a su estado monádico y cuya
expresión lo lleva a percibir todo lo que está fuera de él como extensión de sí mismo.
Desarrolla en consecuencia una tendencia permanente a la posesión, cuyas manifes
taciones son múltiples: actitud, posición, necesidad, preferencia y acción consistente
en disponer de todo, sea físico, material (cosas, animales y personas), geográ co,
espiritual (espacios, ideas, pensamientos, afectos), de todo, absolutamente de todo;
esa condición y tendencia esencial crea circunstancias que propician el con icto, la
violencia, los enfrentamientos, mismos que harían imposible la vida social si no
existieran los sistemas de regulación antes mencionados.
Es importante enfatizar que se trata de una pulsión básica que provoca en el ser
humano dar por sentado que todo le pertenece; se trata de una tendencia permanen
te que motiva (consciente o inconscientemente) la acción del ser humano. No es que
quiera apropiarse de todo o que sienta envidia de lo que otros tienen, producida por
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
la mimesis del deseo del otro, como lo sugiere René Girard (2005: 150-175), y esto
lo oriente a desear poseer lo que otros tienen. Nuestra hipótesis va más allá, es más
profunda y radical, en el sentido de que apunta a desentrañar la huella más honda y
primaria del origen de la vida que, sin embargo, se mantiene actuante en todo ser vivo.
Lo que ocurre con el ser humano, no es producto de la mimesis del deseo del otro,
como sostiene Girard; esto nos ubicaría ante un fenómeno intersubjetivo. Lo que
afirmo con el planteamiento de la matriz pulsional (la triada Eros, Tánatos y Mam
món) emergente del estado monádico fundante de la vida, nos sitúa propiamente ante
un fenómeno intrapsíquico producido por la compulsión permanente a la repetición,
es decir, a volver al estado original de la mónada física y psíquica donde se comenzó
la vida. Estado y condición, cuya unidad con el todo quedó como eco en el incons
ciente produciendo el efecto de percibir todo el entorno (cosas y personas) como
partes del sí mismo y, por tanto, como algo suyo, lo cual afecta y cruza toda interac
ción con su medio, los otros o la objetividad. Si pudiéramos poner en palabras la
primera rme convicción (previa o subyacente a toda racionalidad) del ser humano
cuando mira por primera vez a su alrededor, éstas serían: “todo lo que veo, forma
parte de mí, es mío y por consiguiente, puedo disponer de él”. Lo que ocurre después,
según tiempos, espacios y circunstancias, es en todo caso, un proceso de reconoci
miento doloroso y muchas veces violento, de aceptación “bajo protesta” de que tal
vez y sólo tal vez, no es así. Es la manifestación esquizofrénica de vivir en la paradoja
antes descrita.
El sentido de posesión se asocia con el sentido de territorialidad, de hecho, este
último es consecuencia del primero, pero no es igual: en la historia de todas las cul
turas y civilizaciones se puede observar cómo los humanos por el solo hecho de
llegar, de instalarse, de estar ahí, disponen de todo lo que pueden e incluso, hasta de
lo que no pueden disponer. Perciben el todo como suyo por “derecho natural”. La
pulsión de posesión antecede al sentido de dominio y poder, y subyace a ellos como
la motivación inconsciente que los produce. Sus consecuencias se expresan en cual
quier forma de destrucción de la naturaleza, del entorno, de otras especies, incluso
de la suya propia (recordemos que el ser humano es el único del reino animal que
mata a los de su propia especie por motivos diversos a la autoconservación), expre
siones y/o consecuencias, todas, de la compulsión a la repetición de la mónada física
que pervive en el inconsciente en su forma y/o estructura profunda de mónada
psíquica produciendo la pulsión primaria de la posesión (Castoriadis, 1989).
En la Naturaleza Humana esencial, esas pulsiones tienen el siguiente orden, según
sus manifestaciones y efectos: primero es la vida como el punto de partida e insos
layable condición para el resto de la existencia y cualquier otra determinación; en
segundo lugar es la posesión en tanto efecto del estado monádico; y en tercer lugar
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Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
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Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
En el nivel genérico se puede a rmar que a mayor desarrollo cultural, más me
diaciones habrá construido el ser humano para contener y regular en unos o matizar
en otros, la pulsión de posesión. Las sociedades modernas, por ejemplo, han buscado
acuerdos, negociaciones y han establecido por escrito leyes y convenios para conte
ner las disputas y las luchas históricas por territorios habitables e inhabitables del
planeta, organizándose a través de entidades políticas conocidas como estados y
naciones —de las que hablaremos más adelante— cuya intencionalidad subyacente
es la restricción de la fuerza de la pulsión de posesión; poner límites geográficos,
simbólicos y jurídicos que hicieran posible la coexistencia a partir de conceptos
como soberanía, nacionalismo o nacionalidades. El reconocimiento de los estados
soberanos es hasta la fecha la mayor expresión consensuada de regulación y conten
ción de la pulsión de posesión del ser humano. La distribución geográ ca del plane
ta; la división territorial y política signi ca la repartición del mundo entre aquellos que,
a lo largo de la historia han protagonizado cruentas luchas desde los supuestos de que
“todo esto es mío”; a cualquier parte donde llegue, “también es mío, como es mío todo
lo que hay en él”, aunque haya que pelear para hacer efectiva la posesión.
En otras palabras, los estados soberanos no son otra cosa que grandes acuerdos
para hacer valer la posesión sobre determinados territorios y todo lo que haya dentro
de ellos. La idea de nación complementa el poder del Estado, pues le da a las comu
nidades situadas dentro de los límites geográficos y jurídicos del Estado, un sentido
de pertenencia, es decir, una adscripción independiente de su voluntad que valida y
legitima el poder del Estado. Son, a n de cuentas, formas de organización social
que responden a la necesidad de hacer acuerdos para no quitarse (arrebatarse) mu
tuamente lo que ya se consiguió reconocer y aceptar por otros, como propio y sobre
lo cual se consigue tener pleno derecho, dominio, autoridad, etc., manteniendo así,
contenido (no suprimido) el riesgo de que en cualquier momento se tengan nuevos
enfrentamientos por invasiones y se entre en guerras permanentes por poseer o
perder el territorio. Ya los lósofos de la antigüedad como Heráclito, tenían claro
el papel que jugaba la guerra en el devenir social humano: “La guerra es el padre y el
rey de todo, y a algunos aparece como dioses, a otros como hombres, a algunos
como esclavos y a otros libres” (Ferrater, 1969: 832).
Así, los seres humanos organizados en las modernas sociedades lograron contener
su natural pulsión de posesión mediante acuerdos de reconocimiento y respeto
mutuos, puestos por escrito en documentos que establecen la norma jurídica supe
rior o fundamental, que regula tanto la actuación del pueblo como del Estado, la
llamada Constitución política; ahí se expresa la manera de ejecutar del gobierno y
administración pública para garantizar la coexistencia y, por ende, la regulación
y contención de la omnipresente pulsión de posesión.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Las sociedades con mayor complejidad cultural entre las cuales se encuentran
algunas del llamado “primer mundo” cuentan con formas de organización social,
producción y distribución de los recursos; sistemas jurídicos y sistemas de sanción
que permiten una mejor calidad de vida y convivencia, debido a que han a nado los
mecanismos de control y autocontrol de la pulsión de posesión. Sus sistemas educa
tivos, como sus sistemas de salud y su distribución de recursos para la atención y
satisfacción de las necesidades de las mayorías, no son otra cosa que la expresión
mayor o menor de un sentido social3 (la presencia de Eros) que supone el mejor con
trapeso a la pulsión de posesión.
Así pues, la observación crítica de las distintas sociedades construidas bajo el
in ujo y gobierno de Mammón, recupera pura y simplemente las formas de organi
zación social que han predominado en la historia, ejecutando la fuerza pulsional de
la posesión. La tercera pulsión de posesión tiene su máxima expresión en la historia
de la propiedad privada y su correlativa cultura patriarcal que desemboca reciente
mente en el modo de producción capitalista. El capitalismo es un fenómeno instalado
y emergente de la naturaleza pulsional necró la que tiende a promover el individualismo,
el narcisismo y la posesión del ser humano. De ahí su grandioso “éxito” en todas las
esferas y contextos humanos, frente a cualquier alternativa de organización social y
productiva que Eros pretenda construir. El capitalismo hace culto a Mammón; lo ha
erigido como su dios (o su demonio), pues embona, actúa y permite el libre despliegue
las pulsiones paradójicas del ser humano, aunque se cuide de camu arlas, constru
yendo entornos culturales “depredadores” que de continuar como hasta ahora terminarán
por llevarnos a todos a la inevitable destrucción y a la muerte.4
3 El sentido social será ampliamente desarrollado en el capítulo nal de este libro, pues supone el
preámbulo de la propuesta y/o alternativa, pensada para enfrentar la potencial destructividad que
conlleva la pulsión de posesión.
4 Respecto del tema de la propiedad privada, quizá sea oportuno revisar bibliografía clásica como
Utopía de Tomás Moro, donde aparecen sugerentes críticas al régimen de propiedad privada de su
época (siglo xvi), repartida injusta y desigualmente, y a Federico Engels en Historia de la familia, la
propiedad privada y el Estado, escrito original de 1882 y ediciones posteriores, donde destaca: “es
indudable que en los umbrales de la historia auténtica encontramos ya en todas partes los rebaños
como propiedad particular de los jefes de familia, con el mismo título que los productos del arte de
la barbarie, los enseres de metal, los objetos de lujo y, nalmente, el ganado humano, los esclavos. La
esclavitud había sido ya inventada [...] desde que los rebaños pasaron de nitivamente a ser propiedad
de la familia, con la fuerza de trabajo pasó lo mismo que había pasado con las mujeres, tan fáciles
antes de adquirir y que ahora tenían ya su valor de cambio y se compraban” (http://www.radiotirana.
es/origen-familia-propiedad-estado.php p. 27).
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5 La idea de reflexionar sobre la balanza entre las potenciales fuerzas destructivas que tienden a
ejercer una mayor presión, frente a las fuerzas bió las, es de Bruno Eduardo Primero Ornelas.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
útiles para comprender este fenómeno: el principio del placer y el principio de reali
dad. El primero está vinculado con la fuerza pulsional y en el contexto de re exión
que desarrollamos, estaría determinado más por la pulsión de posesión; el segundo
supone la necesaria contención o límites del primero para hacer posible la vida social,
lo cual supone invariablemente la represión.
Se antoja hacer una analogía: Mammón y Eros forman parte de la naturaleza
pulsional y en los parámetros freudianos, pertenecerían al ámbito del principio del
placer, mientras que el sentido social estaría determinado por el principio de realidad
y por tanto asociado con la represión. En el planteamiento e hipótesis que desarrollo
en este estudio, Eros está asociado con el sentido social y éste no necesariamente
tiene que ver con la represión. Más adelante abundaré al respecto.
En los procesos de socialización predominantes, el individuo aprende que su
pertenencia y aceptación al grupo de crianza dependerá de la adaptación y el respe
to (relativo) a las normas, los límites, lo establecido, evitando con ello ser objeto de
las sanciones respectivas para tal caso (principio de realidad-represión). En las mo
dernas civilizaciones, la mayoría de las personas integradas a una sociedad, según
su edad y momento de desarrollo, suelen tener distintas pertenencias a distintos
grupos e instituciones y ello dependerá precisamente de su capacidad de aceptación
y adaptación a los códigos restrictivos que hacen posible la coexistencia. En los
parámetros de convivencia vigentes de nuestra sociedad, se considera que un indivi
duo ha sido socializado cuando ha introyectado su cientemente los mecanismos
macroreguladores que hacen posible que respete la integridad de los otros, el dere
cho de los otros, la propiedad de los otros y con ello la insoslayable contención de su
tercera pulsión. En este contexto, partiendo del criterio de la socialización de la psi
que, independientemente de la integración social que el individuo haya conseguido,
es posible afirmar que a menor socialización psíquica, el individuo está más cerca de
su vida pulsional y por tanto habrá mayores riesgos latentes de desplegar su fuerza
destructiva, dependiendo de las circunstancias. Con base en dicho criterio podemos
identi car algunos tipos predominantes de personas producidas por la educación
correlativa a la cultura de la tercera pulsión de posesión:
42
Hipótesis inicial: la pulsión de posesión de la Naturaleza Humana
43
III
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
Contextos y pulsiones
l ánima, el alma o lo que anima a los seres humanos desde tiempos inme
45
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
1 Samuel Huntington (2001:16) a rma: “La gente usa la política no sólo para promover sus intere
ses, sino también para de nir su identidad. Sabemos quiénes somos sólo cuando sabemos quiénes no
somos, y con frecuencia sólo cuando sabemos contra quiénes estamos”.
46
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
es en extremo complejo y polémico por tratarse justamente del ser humano Lorenz
Konrad señala al respecto: “Cuanto más compleja es la estructura de un sistema,
mayor es la di cuitad que se halla para estudiarlo y enseñarlo; y desgraciadamente,
la estructura operante de las pautas de comportamiento, instintivas o adquiridas
culturalmente, que componen la vida social del hombre parece ser el sistema más
complicado del mundo” (2005: 5).
No obstante encontramos diversas posturas que se mantienen vigentes en lo que
podemos considerar, el debate actual. Algunas están orientadas a reconocer que te
nemos y contenemos algo que nos es propio, inmanente, que permanece relativa
mente constante en tiempos y espacios, algo innato, al tiempo que adquirido. Bhikhu
Parekh reconoce un conjunto de cualidades y características que le son propias al ser
humano, cualidades innatas, pero también matizadas por la cultura; universales en
tanto las poseemos todos, sin distinción de tiempos y espacios dándonos sentido de
pertenencia a la especie humana, pero simultáneamente con guradas histórica y
culturalmente. En sus palabras se lee:
47
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
2 Para los fines de esta investigación, los conceptos de instinto y pulsión son intercambiables, no
obstante, hemos de preferir hablar de pulsiones cuando nos re ramos al ser humano y considerar que
ciertamente sus signi cados son diferentes, según el contexto en el que se los use, pero tanto las
pulsiones como los instintos, tienen en común ser una energía que emerge de lo profundo de la psique
y producen impulsos que motivan la acción.
3 La pulsión de muerte está especialmente desarrollada en Freud, Sigmund (1976 [1961]).
48
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
49
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
El 18 de Enero de 1800, un niño desnudo, con la cara y las manos llenas de cica
trices, apareció en las afueras de Saint-Sernin en la escasamente poblada provin
cia de Aveyron en la parte sur central de Francia. El chico, que sólo medía 4 pies
y medio de estatura (1.35 mts. aprox.) pero aparentaba tener 12 años, había sido
visto varias veces durante los dos años y medio anteriores, trepando los árboles,
corriendo en cuatro pies, bebiendo en los arroyos y buscando afanosamente bellotas
y raíces. Había sido capturado dos veces, pero había escapado. Entonces, en el
inusualmente frío invierno de 1799-1800, comenzó a aparecer en las granjas en
busca de alimento.
4 Disponible en http://sapiens.ya.com/enkaipan/index_archivos/etica/Dossier_Ninos_Salvajes.
pdf; consultado el 19 de mayo de 2008.
5 Disponible en http://civiliblog.blogcindario.com/2006/04/00020-ninos-salvajes-ii-ka-mala-y-
amala-ninas-lobo.html.
50
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
51
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
del Ministerio del Interior por cuidarlo, cerca de veinte años más, hasta su muerte en
1828 cuando tenía alrededor de 40 años. Un informe elaborado por alguien que vio
a Víctor hacia 1815 no reseñaba ninguna mejora de su situación.6
En estos casos como en todos de los que se tiene registro, aparecen algunos aspectos
comunes que son útiles a nuestra re exión. En conferencias organizadas por la Real
Academia Nacional de Medicina en España, en 2001, Valtueña Borque expuso:
Los niños salvajes, una vez capturados, mostraron insensibilidad al frío y al calor y una
visión nocturna total, con un olfato superior al humano. Imitaban sonidos de animales y
aves y preferían la compañía de los animales domésticos a la de los humanos. Para comer
buscaban la carne cruda olfateándola y al beber lo hacían a cuatro patas. Dormían desde
el anochecer al alba, de acuerdo con las estaciones, excavando cuevas, mostrándose
sexualmente indiferentes. [Valtueña Borque concluye] El ser humano, el más prematuro
de toda la tierra, nace con una organización cerebral prácticamente inactiva, y debe vivir
con otros seres humanos para que se active su genoma. El niño sin socialización no es
más que la esperanza de un ser humano.7
A partir de los dos casos presentados, considero factible a rmar: nuestra huma
nidad es social, es histórica y es cultural, y esto también aplica a nuestra anatomía y
a nuestra siología, pues éstas se con guran y se desarrollan con base en el entorno
de interacciones. Esto signi ca que en aquellas áreas en las que se pudiera pensar un
sustrato biológico más o menos puro, en realidad no existe, pues también a ese nivel
lo social es de nitorio. Ciertamente si somos criados por lobos, como lo ilustran
estos casos, nuestra anatomía desarrollará más la funcionalidad de aquellos órganos
que usan los lobos en sus entornos naturales; nuestro comportamiento será igual
mente el propio de estos animales y hasta nuestras necesidades alimenticias serían
como las de ellos.
La discusión sigue abierta en la perspectiva inicial de lo que es la comprensión de
nuestra naturaleza, nos aproximamos; avanzamos, no obstante, dos, cincuenta o cien
casos registrados enfrentan importantes problemas de cienti cidad, lo que sí pode
mos es hacer algunas inferencias, algunas suposiciones o incluso recuperar los casos
registrados como elementos a favor de nuestra hipótesis y argumentos correlativos,
como los que a continuación se exponen.
6 Disponible en http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temaspequeno-salvaje.htm;
consultado el 19 de mayo de 2008. Sobre este caso véase Itard (1978); o la conocida bibliografía de
Lèvi-Strauss (1981); también puede consultarse a Mannoni (1969).
7 Consúltese la sesión cientifica del 8 de mayo de 2001 disponible en http://80.33.188.46/sesiones/
52
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
De lo anterior es posible a rmar que los seres humanos somos seres contextuales,
esto signi ca que no contamos con una pureza biológica, ni con una esencia dada,
inmanente, estática, original, que nos de na en cuanto tales. Pertenecer a la especie
humana no nos hace humanos. Lo que realmente nos humaniza es la interacción con
los otros, es decir, los entornos de convivencia humana; si hemos de hablar de alguna
esencia, ésta está en la interacción y a partir de ahí en la historicidad y en lo
contextual.
Entonces es posible a rmar que absolutamente todo en nosotros es producto de
la evolución, la historia y la interacción con el entorno físico y humano. Por ello, la
esencia humana sólo puede ser captada en la historia y en las circunstancias; nues
tros rasgos se constituyen y expresan según los contextos de inserción. De ahí que
nuestras características, tanto logenéticas como ontogenéticas, tienen expresiones
predominantes de acuerdo con esos contextos.
No somos puramente razón, no somos puramente emoción, no somos pura prác
tica; somos todo eso integrado y la relevancia de uno u otro aspecto depende del
tiempo, el espacio, los otros que nos rodean, la circunstancia, o lo que identificamos
como contexto. Pero el contexto no sólo en presente, se desagrega en tiempos y espa
cios, es decir, en procesos mediante los cuales hemos formado nuestra personalidad.
Ciertamente, esta naturaleza en tanto humanos tal y como nos concebimos, tal
como nos percibimos (racionales, sensible, emotivos, conscientes, pensantes, actuan
tes, constructores, transformadores, etc.), no es como la naturaleza simple, directa y
funcional del resto de seres que habitan el planeta; nuestra naturaleza no es propia
mente “natural” —como lo hemos re exionado antes— sino que se ha modi cado,
se ha distanciado justamente de lo natural alcanzando un punto tal de desarrollo que
es posible a rmar como lo destaca Hannah Arendt que la vida humana “está siempre
enraizada en un mundo de[...] cosas y hombres [que] forman el medio ambiente [...]
Ninguna clase de vida humana, ni siquiera la del ermitaño en la agreste naturaleza,
resulta posible sin un mundo que directa o indirectamente testifica la presencia de
otros seres humanos” (1858: 51).
El ser de nuestra humanidad está en gran parte de nido por el mundo que hemos
construido y éste determina en gran medida lo que podemos llegar a ser en un es
pectro in nito de posibilidades. Marx destacaba la potencialidad humana como par
te de la esencia de nuestra naturaleza. En efecto, es posible suponer que la potencia
lidad del ser humano es una potencialidad dada que nos hace “reconocibles y
diferentes” del resto de los seres vivos; él creía que el hombre contiene en su ser una
53
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
especificidad que nos es propia; “partió de la idea de que el hombre ‘qua’ hombre es
un ser reconocible y determinable; que el hombre puede de nirse como hombre no
sólo biológica, anatómica y siológicamente, sino también psicológicamente” (Marx
citado en Fromm, 1962: 36). Pero esa potencialidad es lo que otros llamarían “promesa”
que sólo se cumple en la interacción con entornos humanos.
Erich Fromm nos hace notar que Marx en efecto recupera la “esencia” de una
naturaleza humana, pero no de manera a-histórica, sino por el contrario, haciendo la
necesaria distinción entre naturaleza humana en general y Naturaleza Humana con
dicionada históricamente en cada periodo y en cada cultura. Ciertamente el ser
humano tiene una naturaleza socio-histórica, pues somos producto de la historia,
nos hacemos en la historia. En el curso de la historia el hombre se transforma, se
desarrolla; la historia según Marx, es la historia de la autorrealización del hombre;
autorrealización que sólo puede entenderse en la perspectiva del trabajo y la produc
ción, lo cual supone un conjunto de relaciones sociales que hagan posible un trabajo
libre, cuyos productos estén ligados a la expresión y el desarrollo del ser humano.
Marx sólo concebía al ser humano en tanto pudiera realizarse, crearse, recrearse a sí
mismo y a su entorno social y material a través de su trabajo. En otras palabras, en
y mediante el trabajo el ser humano se trasciende como particularidad y se sintoniza
con la especie.
En este sentido y recuperando el pensamiento de Marx, Fromm destaca los
aspectos más constantes y jos en el ser humano como el hambre o el apetito sexual,
ellos forman parte de la Naturaleza Humana, no obstante, están determinados por la
cultura, la historia, ciertas estructuras sociales, particularmente las «condiciones de
producción y comunicación» (Fromm 1962: 37), es decir, están de nidos por el
contexto, en el sentido en que lo estamos significando. Ello nos ratifica que en
la conformación del ser humano hay un claro predominio contextual.
Pero los predominios contextuales no sólo hacen referencia a situaciones, cir
cunstancias o momentos históricos, hacen referencia sobre todo a relaciones. Es
propiamente el estado y naturaleza de las relaciones entre la totalidad de los compo
nentes, las que de nen y determinan los contextos. Y esto es válido no sólo para la
realidad o los fenómenos sociales, humanos e interpersonales, sino para las realida
des físicas, químicas y biológicas.
Uno de los postulados más conocidos del pensamiento de Marx es aquel que
sostiene que el ser humano es en las relaciones', somos el conjunto de las relaciones
sociales y con ello coincide plenamente la antropología comunicacional de Gregory
Bateson quien sostiene la misma tesis desde el ángulo de la comunicación. Para
Bateson, comunicación es interacción e interacción es relación; desde esta perspec
tiva, las relaciones interpersonales tienen una importancia capital para la formación
54
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
55
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Esta distancia entre lo natural y lo social referido hasta ahora como lo histórico
es descrito por Cassirer como el universo simbólico. La relación simple y directa que
suelen tener los animales con la naturaleza, en el ser humano es crecientemente
compleja. Conforme avanza la sociedad, se desarrollan las culturas, las tecnologías
y se construye la historia, se va haciendo más distante y compleja esa relación; es
propiamente una relación mediada por un pensamiento complicado. Cassirer afirma
al respecto:
El círculo funcional [del ser humano] no sólo se ha ampliado cuantitativamente, sino que
ha sufrido también un cambio cualitativo. El hombre[...] ha descubierto un nuevo método
para adaptarse a su ambiente[...] Comparado con los demás animales el hombre no sólo
vive en una realidad más amplia, sino, por así decirlo, en una nueva dimensión de la
realidad (1963: 47).
Comparadas con las reacciones animales, simples y directas, las respuestas hu
manas, según Cassirer, están mediadas por un pensamiento que las hace demoradas,
retardadas, meditadas. “La realidad física parece retroceder en la misma proporción
que avanza su actividad simbólica[...] de tal forma que no puede ver nada sino a
través de la interposición de ese medio artificial” (1963: 48).
Lo simbólico en este contexto está entendido como el ámbito de los signi cados,
de la imaginación, de las representaciones, del sentido y por lo tanto, el ámbito o los
ámbitos de interacción humana donde se realiza y concreta justamente nuestra hu
manidad. Todo aquello que nos distingue del resto de los otros animales. El universo
simbólico contiene a la religión, el arte, las tradiciones, los usos y las costumbres,
nuestras nociones de tiempo y espacio, la cultura y por supuesto, el lenguaje. Lo
simbólico se expresa y concreta no sólo en nuestros pensamientos, emociones, prác
ticas e interacciones, sino en los objetos físicos y los entornos materiales que hemos
creado y donde habitamos. Efectivamente, como lo afirma Cassirer, más que animales
emocionales o racionales, somos simbólicos.
56
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
Como el sol eterno del reino de los espíritus se esconde en su propia luz serena y que, si
bien no resulta nunca objeto, imprime a las acciones libres su identidad, es el mismo para
toda la inteligencia y es, al mismo tiempo, la raíz invisible de la que todas las inteligencias
no son más que potencias; es el eterno intermediario entre lo subjetivo que se determina
57
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Intervienen [de acuerdo con Tappa Merino] un conjunto de fenómenos de distinto calibre
e importancia referentes a lo que podría ser la autopercepción de lo que es la dirección
del proyecto humano. El síntoma no es un continente cerrado, un efecto claro de una
patología establecida por criterios objetivos. Sabemos que estos criterios se encuentran
por lo general, establecidos por la historia, la cultura, la ciencia y la sociedad... La cultura
es [a n de cuentas] la que propone un eje de coordenadas... en donde se representa lo
que es regularidad y normalidad y la irregularidad y [desviación] (2000: 17, 18).
58
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
soltarse; esto signi ca que aprendió a permanecer en el mismo sitio. Cuando eso ha
ocurrido, ya no importa que no esté amarrado o que el lazo se mantenga sólo como
un recordatorio, ya no intenta soltarse, aun cuando su fuerza y su tamaño superen
con mucho la resistencia que pueda oponer el lazo del cuidador. El elefante ha apren
dido, se ha adaptado, se ha domesticado.
Así como el elefante de circo, las pulsiones en la Naturaleza Humana actual pue
den estar domesticadas, lo cual crea las condiciones básicas y mínimas para la co
existencia, por cierto, bastante imperfecta; ciertamente la represión ejercida por el
principio de realidad y/o la racionalidad puede eventualmente camu ar o disimular
el predomino de Mammón, puede incluso haber entornos donde éste parezca estar
ausente. No obstante, igual que el elefante tiene una presencia, ocupa un espacio,
apenas avanza, apenas camina, y recordamos la enorme fuerza que puede ejercer
sobre nosotros. El lazo que amarra al cachorro es la metáfora de la racionalidad y la
presión social que inicia con la familia y continúa con todas las otras instancias de
socialización hasta conseguir que aceptemos y/o ajustemos nuestro comportamiento
conforme los límites impuestos por la ley, la norma, el deber ser. Si el proceso tiene
éxito, en algún momento del desarrollo ya no es necesario “el lazo”, pues nos hemos
humanizado, se puede suponer que las pulsiones se han “domesticado”. No obstante
hay que tener presente que en ese lugar llamado inconsciente se mantiene constante y
permanente las tensión; las pulsiones relativamente contenidas, nos recuerdan que
están ahí, que sin embargo se mueven.
Con base en lo dicho hasta ahora, hay que recuperar la idea de que sobre el tema de
las pulsiones, lo más desarrollado que tenemos al respecto ha sido aportado por etó-
logos y antropólogos. Sin embargo, me parece que es Freud quien se ha aproximado
más y mejor a su abordaje y comprensión. Ello hace necesario exponer algunos de
sus planteamientos más importantes para insertar en ellos la hipótesis de una tercera
pulsión ofreciendo con ello la triada pulsional fundante de la Naturaleza Humana.
En la intención de fundamentar y construir argumentos más sólidos en torno a la
pulsión de posesión, en esta parte examino el tema de los instintos y las pulsiones,
particularmente desde el psicoanálisis freudiano en su desarrollo más reciente, iden
ti cado como la segunda teoría de las pulsiones.9
9 Se considera que la concepción de Freud sobre las pulsiones en su forma nal, se expone en Más
allá del principio del placer, pues aunque en trabajos previos ya hablaba de la compulsión a la repetición,
59
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
De acuerdo con los aportes de la etología y la antropología, en los seres vivos existen
ciertos rasgos adquiridos a lo largo del proceso evolutivo, como producto (pero tam
bién con la nalidad) de la adaptación e interacción con el entorno. Estos rasgos se
con guran en determinadas pautas de acción y reacción, o comportamientos adap
tativos que se han ido con gurando como parte de la herencia genética en respuesta
a circunstancias singulares que les han permitido sobrevivir y, en el caso de los seres
humanos, construir las condiciones adecuadas para su producción y reproducción.
A estos rasgos se les ha llamado instintos y en general se les asocia con la dimensión
siológica.
Los instintos están inscritos en la memoria genética de las distintas especies,
con riéndole a cada individuo, según sus hábitats, morfología y necesidades de so
brevivencia, un conjunto de pautas de comportamiento y/o capacidades de acción y
reacción. Forman parte, de acuerdo con Lorenz Konrad11 de un programa jado en
el código genético de cada especie que va modi cándose dependiendo de las exigen
cias del proceso de selección, de tal forma que los instintos, según este autor, pueden
fusionarse con la experiencia adquirida y desarrollarse junto con la evolución de la
especie (Konrad,1991), pero en general responden de manera más o menos estable y
constante a la necesidad de conservación y preservación de la vida. Buscar alimento,
huir del peligro, reproducirse, protegerse del medio ambiente, etc.; una vez que se ha
cubierto la necesidad de preservar la vida, el instinto queda relativa y temporalmente
satisfecho. En este sentido los instintos son en cierta forma “estáticos” y localizados,
en tanto su función se asocia a la preservación física y material de la vida.
el tema de las pulsiones giraba en torno a las pulsiones de autoconservación y pulsión de vida o
pulsiones sexuales en tanto fenómeno clínico, es en ésta donde por primera vez se asigna a dicha
compulsión, las características de pulsión de muerte y donde aparece por primera vez la dualidad
entre pulsión de vida y pulsión de muerte (Freud, Vol. XVIII: 3-6).
10 En esta parte se hace una exploración preliminar que seguramente deja por fuera mucha de la
investigación existente en el campo de la antropología, la etología y seguramente otros, desde los que
se piensa la naturaleza y la condición humana, no obstante, elegí recuperar tan sólo los aspectos más
relevantes de los autores consultados a continuación, por considerar que ofrecen el marco teórico más
adecuado y su cíente para fortalecer la hipótesis antropopedagógica planteada en este libro.
11 Médico y zoólogo autriaco (1903-1989), en 1973 compartió el Premio Novel de Medicina con N.
Tinbergen. Sus investigaciones etológicas en el hábitat natural de los animales orientadas a observar
sus procesos de adaptación y sobrevivencia, aportan interesantes elementos para comprender la parte
instintiva del comportamiento humano.
60
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
A menudo, los instintos son signi cados como pulsiones, de hecho, siendo con
ceptos cuyo signi cante puede ser claramente diferenciado, tienen algunos aspectos
comunes que destacaremos más adelante, pero se piensa que una de las razones por
las que con frecuencia, se los usa como conceptos sinónimos o intercambiables y se
remonta a la manera como el concepto Triebe, usado por Freud fue traducido. La-
planche destaca que en la lengua alemana con frecuencia se encuentran dos signi -
cados para un término:
Triebe viene de treiben, impulsar, empujar; Instinkt, de origen latino, deriva de distin
guere, que también signi ca aguijonear, incitar. Pero [destaca el autor, es un] proceso
muy frecuente en una lengua y sobre todo en la alemana, cuando un autor aborda las
in exiones latentes del vocabulario con toda la seriedad que ellas merecen, se encuentra,
como en este caso, en presencia de dos signi cantes, procurará utilizar esta duplicidad
objetiva para deslizar en ella una diferencia de sentido, algunas veces apenas perceptible
pero otras acentuada hasta constituirse en una verdadera oposición” (1970: 18).
Entre dos pulsiones[...] son posibles todas las interacciones imaginables. La una puede
unilateralmente ayudar y acelerar a la otra; dos pueden ayudarse mutuamente, o bien
pueden superponerse y sumarse en una misma pauta de comportamiento sin tener por lo
demás relación entre sí; y nalmente, pueden frenarse una a otra [de acuerdo con las
circunstancias de tal modo que en su conjunto, la organización de los movimientos
12 Véase Laplanche Jean. “'Pulsión e instinto” en Revista Alter.com; disponible en http:// www.
61
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
instintivos] se parece a un caballo que si bien necesita bridas y espolones para obedecer
debidamente a su amo, debe sin embargo hacer ejercicio todos los días para evitar la
plétora de energía (2005: 102-105).
62
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
Para el organismo vivo, la tarea de protegerse contra los estímulos es casi más importan
te que la de recibirlos; está dotado de una reserva energética propia, y en su interior se
despliegan formas particulares de transformación de la energía: su principal afán tiene
que ser, pues, preservarlas del in ujo nivelador, y por tanto destructivo, de las energías
hipergrandes que laboran fuera (1976, XVII: 27).
63
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Para cerrar este apartado donde nos propusimos indagar sobre la distinción entre
instintos y pulsiones, es posible concluir, de acuerdo con los distintos tratamientos
expuestos hasta ahora, que sólo en algunos contextos específicos, estos conceptos se
pueden intercambiar o referir al mismo objeto, dado que tienen algunos rasgos o
características comunes, no obstante, son más las diferencias que, aunque los auto
res citados no hagan explícitas, si se las puede deducir de sus respectivos contextos
teóricos. A continuación, presentamos una tabla donde se destacan de manera preli
minar, algunas de las diferencias y similitudes recuperadas:
Diferencias
Instintos Pulsiones
Existen en todos los animales,
Son propias de la especie humana.
variando de una especie a otra.
Se sitúan en la dimensión biológica, Se sitúan en la dimensión psíquica,
circunscribiéndose a reacciones produciendo la energía o fuerza mental que
motoras. motiva el comportamiento.
Responden a provocaciones externas,
Responden vestigios internos, es decir, son
esto es, son respuestas a estímulos
respuestas a estímulos internos.
externos.
64
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
En algunas especies los instintos pro En los seres humanos la pulsión de pose
ducen comportamientos reactivos para sión lo lleva a dar por hecho que todo y
defender el territorio. todos le pertenecen.
Su destino es la satisfacción de la
Su destino es la represión.
necesidad.
65
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Similitudes
Tanto instintos como pulsiones están inscritos en el programa genético del ser humano.
La agresión puede estar motivada tanto por los instintos como por las pulsiones, cuando
el individuo se enfrenta a defender su territorio, a sus crías o a imponer su supremacía
sexual.
En Más allá del principio del placer, Freud ofrece argumentos a los que reitera
damente llama hipótesis y/o especulaciones, pese a ello sugieren y brindan, a mi
parecer, sólidos puntos de partida emergidos de sus observaciones directas en su
experiencia analítica. Es aquí donde por primera vez plantea explícitamente la
dualidad entre pulsión de vida y pulsión de muerte, como dos pulsiones originarias
supremas de la Naturaleza Humana.13
Para comprender la postura más desarrollada de Freud sobre las pulsiones es
necesario dar cuenta de conceptos que le anteceden y que son clave para su argu
mentación. El más importante desde nuestro entender, es el de compulsión a la
repetición.
Es de suponerse que Freud acuño este concepto a partir de dos aspectos funda
mentales: 1) su experiencia clínica que, una y otra vez hacía evidente la tendencia de
los pacientes a re-vivir la experiencia traumática con todos sus efectos emocionales
iniciales; 2) por la in uencia que seguramente ejercieron sobre él, lósofos y poetas
a los que habrá leído, si se considera que era un ávido lector y poseía un enorme
bagaje cultural.
Me parece que la noción del eterno retorno nitzscheano fue una de ellas. Su signi-
cado es provocador y sugerente. Milán Kundera lo recrea magistralmente en su
novela La insoportable levedad del ser cuyo inicio es justamente tal reconocimiento:
La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás
lósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y
que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el in nito! ¿Qué quiere decir ese mito
demencial?
66
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
14 En el material que hemos revisado no se encuentra una de nición explícita de este concepto,
pero se ofrece ésta recuperando el contenido y las recurrentes menciones que hace Freud al respecto.
15 La distinción de estas tres nociones de tiempo es mía.
67
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Freud llama pulsiones conservadoras que son justamente las que dan lugar a la
compulsión a la repetición. En el animal vivo elemental, dice Freud, las pulsiones
conservadoras lo habrían puesto en una repetición permanente del mismo curso de
vida, pues para el caso de que las condiciones hubieran sido idénticas, éste no habría
querido cambiar. No obstante, la evolución asociada a todas las modi caciones del
entorno ha dejado su impronta en las pulsiones que han recogido cada una de estas
variaciones, preservándolas en la memoria y a través de la repetición.
Aún cuando las pulsiones orgánicas conservadoras, nos dice Freud, contienen el
origen, es decir, el estado antiguo inicial, no permanecen iguales, pues han hecho a
lo largo de la evolución, nuevas adquisiciones que aunque parezca que aspiran al
cambio y al progreso, en realidad buscan volver al pasado tanto a través de viejos,
como de nuevos caminos. Desde estos argumentos Freud destaca la meta nal de las
pulsiones conservadoras, esto es, la meta nal de todo bregar orgánico y con ello
expone la idea central de la pulsión de muerte, a la que por cierto (suponemos que en
el mosaico de las pulsiones), la pone en primer lugar:
Ha de ser más bien un estado antiguo, inicial, que lo vivo abandonó una vez y al que
aspira a regresar por todos los rodeos de la evolución[...] todo lo vivo muere, regresa a lo
inorgánico[...] La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: lo inanimado
estuvo ahí antes que lo vivo. [.. .]La tensión así engendrada en el material hasta entonces
inanimado pugnó después por nivelarse; así nació la primera pulsión, la de regresar a lo
inanimado...
Durante largo tiempo, quizá, la sustancia viva fue recreada siempre de nuevo y murió
con facilidad cada vez, hasta que decisivos influjos externos se alteraron de tal modo que
forzaron a la sustancia aún sobreviviente a desviarse más y más respecto de su camino
vital originario, y a dar unos rodeos más y más complicados, antes de alcanzar la meta
de la muerte” (OC XVIII: 38).
68
Entre lo innato y lo social de la Naturaleza Humana
Valga esta cita para iniciar justamente desde ese criterio la fundamentación que
ofrezco de la pulsión de posesión, con cuya idea central comencé este texto.
16 Expresión usada por Konrad (2005) para nombrar el VI capítulo de su libro sobre La agresión:
el pretendido mal... .
69
IV
Algunas fundamentaciones insoslayables
de esta hipótesis
i miramos la hipótesis formulada desde el ángulo del proceso evolutivo del ser
71
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Los niños, por ejemplo, todavía tienen un miedo innato a las serpientes: en realidad, es
una previsión muy útil si se vive un contacto permanente con la Naturaleza, si se duerme
en el suelo de una cueva y no se dispone de antídotos contra los venenos. Sin embargo,
desde el punto de vista lógico, la reacción innata ante las serpientes es casi absurda en
nuestros días, porque los niños sólo ven serpientes en la televisión o en el zoo. Curiosa
mente, los pequeños no tienen esta reacción ante los enchufes, que ahora representan un
peligro cotidiano mucho mayor (2006: 91).
1 A Thomas Willis, destacado médico del siglo XVII, se le reconoce gura esencial en la historia
de la anatomía, la siología y la neurología. Pionero en la descripción de numerosas enfermedades, al
punto de que varias estructuras anatómicas llevan su nombre. Nació en Great Bedwin, Wiltshire, a
100 kilómetros al noroeste de Londres, el 27 de enero de 1621. Con posiciones políticas claramente
monárquicas y adscripciones religiosas con las que no entraba en con icto se le ofreció en 1660 la
cátedra de Filosofía Natural en Oxford que ejerció hasta su muerte. En 1664 publicó Cerebri anatomi:
cui accessit nervorum descriptio et usus, donde ofrece las primeras descripciones detalladas de la
anatomía del cerebro y de los nervios. Disponible en http://www.scribd.com Thomas-Willis-
v09/d/18639307
72
Algunas fundamentaciones insoslayables de esta hipótesis
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daremos en el mismo.
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tivo está en nosotros y su fuerza potencial, con frecuencia nos domina dando libre
paso a Tánatos y poniendo en serio peligro a Eros.
Si tomamos como punto de partida la historia de las civilizaciones conocidas y lo
que Gastón Bouthoul destaca como constante en el inicio y término de cada una de
ellas: la guerra, podremos acordar que Mammón se impuso como pulsión dominan
te en la subjetividad. Civilizaciones, culturas, sociedades con guradas bajo su do
minio, pero también individuos en los que se recicla y aparece renovada la fuerza
pulsional, convenientemente camu ada, ocultada; aparentemente domesticada por
la socialidad, pero siempre actuante a través de una in nita gama de expresiones.
El marco conceptual que nos ofrece Freud es también una reiterada apertura e invi
tación explícita a complementar su hipótesis sobre las pulsiones, cuando él mismo
duda de los argumentos que ha expresado o de su insu ciencia para la comprensión
del yo:
Acaso las pulsiones libidinosas del yo estén enlazadas de una manera particular con esas
otras pulsiones yoicas que todavía desconocemos [...] sigue siendo fastidioso que el aná
lisis hasta ahora sólo nos haya permitido pesquisar pulsiones [yoicas] libidinosas. Mas
no por ello avalaríamos la inferencia de que no hay otras. Dada la oscuridad que hoy
envuelve a la doctrina de las pulsiones, no haríamos bien desechando ocurrencias que
nos prometieran esclarecimiento (1976, XVIII: 52).
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4 Hay que aclarar que en el ámbito psicoterapéutico, también se habla de una compulsión a la re
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estadio originario, donde nada malo pasa y “todo” es estable y equilibrado, es decir,
todo está resuelto; ahí somos uno con el todo; el todo nos pertenece y pertenecemos
al todo y ésta es justamente la marca que queda inscrita en nuestra psique más pro
funda y a la cual buscaremos volver a través de lo que estoy llamando la tercera
pulsión de posesión.
Comencemos por conocer el signi cado de la palabra “mónada”. Ésta proviene del
griego monás, ádos = unidad. Según el lósofo alemán Leibiniz (1646-1716) se lla
ma mónada a cada una de las sustancias indivisibles (atómicas), distintas en esencia
que componen el universo; sustancias indivisibles dotadas de voluntad, también
identi cadas por este lósofo como entidades espirituales. Son también llamados así
ciertos miembros del grupo de protozoos que se caracterizan por su ausencia de
núcleo; animales primitivos que viven en aguas estancadas.5 En cualquiera de los
contextos donde se lo use, el concepto de mónada indica lo unido, lo indivisible;
puede pensarse como un continuum donde no hay ni principio, ni n; donde todo
pertenece a una sola y la misma entidad física y/o espiritual.
En el contexto de la vida humana a la que estoy circunscribiéndome, el nacimien
to rompe de tajo, la primera forma monádica de la vida, es decir, la mónada física;
el recién nacido, que había estado durante nueve meses en estado monádico, es “se
parado”, “retirado” del cuerpo de la madre; para enfrentar por primera vez el frío, el
vacío, la distancia, el hambre, la sed y la ausencia (aunque momentánea, en condi
ciones normales) de todo aquello que antes simplemente formaban parte de sí mismo.
En su lugar, lo que queda y permanece durante los primeros días, semanas e incluso
meses, es tan solo el eco o el recuerdo de aquella unidad o totalidad física que en
adelante formará parte de su estructura psíquica más primitiva. Los cimientos, es
decir, los primeros componentes de la psique humana, son propiamente un reflejo del
estado físico originario. La mónada física, rota con el nacimiento, da paso a la mónada
psíquica.
Castoriadis recupera el concepto de mónada para describir el estado originario
de la psique humana. La mónada psíquica para Castoriadis es una condición en la
que originalmente nada de lo externo tiene sentido o el sentido es total: ni los otros
individuos, ni los objetos, ni el mundo, ni la sociedad, ni las instituciones, etc. Con
dición a la que este autor llama también locura monádica puesto que no existe la
5 http://www.wordreference.com/definicion/monada
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noción del tiempo ni del otro, ni de las distancias ni de los espacios. Es el “primer
«estado» en que el objeto sólo era un segmento de sí mismo, inmediatamente conectado
con el sujeto o parte integrante de un circuito subjetivo unitario [condición] donde es
evidente que no puede aún existir un sentido, el proto-sentido realiza por sí solo, el
sentido total, la puesta en relación universal e infalible que tenderá a englobar incluso
aquello que niega (y transformar por ejemplo la muerte en vida eterna)” (Castoriadis,
1989: 217, 218).
La mónada psíquica representa efectivamente un estado o condición originaria
que puede entenderse únicamente si se parte (no desde afuera, sino desde adentro)
de la percepción más primitiva del ser humano, aquella con la cual nos gestamos y
la que mantenemos durante los primeros días o semanas de vida;6 condición monó
dica con la cual llegamos y salimos al mundo, quedando registrada como una huella
indeleble por el resto de toda nuestra vida en nuestra psique profunda. Es precisa
mente esto último, lo más signi cativo de este aporte: comprender que la mónada
psíquica sigue estando presente a lo largo de todo el ciclo vital y se mantiene, no
como un componente pasivo que esté ahí como una de las partes de un todo más o
menos estático, sino que por el contrario como efecto de la compulsión a la repeti
ción, la mónada psíquica tiene y contiene una suerte de fuerza gravitacional que
atrae, jala, motiva o, visto desde otro ángulo, que irradia energía desencadenando
motivaciones, deseos o impulsos que tocan y cruzan toda subjetividad a lo largo y
ancho de la existencia humana.
Freud a na la noción del eterno retorno aportado por lósofos7 en el de compul
sión a la repetición para referir un fenómeno recurrente dentro de su experiencia
clínica. El eterno retorno de lo mismo o la compulsión a la repetición es especial
mente relevante para comprender la potencial fuerza de la naturaleza pulsional en el
devenir histórico y cotidiano; en la con guración social y cultural, puesto que
—como lo he venido enfatizando— subyace a la tendencia de todos los seres vivos
a volver a los estados originarios donde surgió la vida; estados donde no había sepa
ración, ni distancia ni nada, o mejor dicho donde prevalecía el todo indivisible.
6 La diferencia entre la mónada física y la mónada psíquica, entre otras, es que la primera se rom
pe de tajo con el nacimiento, mientras que la segunda supone un proceso de socialización doloroso y
mucho más prolongado en el tiempo. Por ello resulta imposible precisar algún momento o tiempo
durante el cual se mantiene la mónada psíquica en su con guración más completa, pues el proceso de
separación, individuación y adaptación al entorno, comienza propiamente con el nacimiento y sólo la
creciente maduración del infante, que le capacita en la interacción e intercambio social, pueden ofre
cer indicadores de avance en el proceso de superación de la mónada psíquica.
7 Hemos mencionado antes a Heráclito y Nietzsche.
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V
El tránsito del estado monádico
a la muchedumbre solitaria
l título precedente puede ser interpretado en dos sentidos: uno asociado con
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la cultura de la tercera pulsión (reino de Mammón), bien puede ser nombrado con el
término que David Riesman usa para caracterizar la paradoja del ser humano
contemporáneo: muchedumbre solitaria.
La muchedumbre solitaria representa semánticamente un sinsentido, una contra
dicción, pero como descripción de una condición predominante de la vida humana
moderna, es muy acertada. Cuantos más somos y nos concentramos en grandes e
hiper-pobladas ciudades, más solos y aislados vamos quedando. La experiencia de
soledad es consecuencia de una sociedad que obstaculiza los vínculos humanos
afectivos en aras de dejar espacio, únicamente para las relaciones comerciales, labo
rales, institucionales, puramente instrumentales. La sociedad contemporánea es
probablemente la más emblemática al respecto, en tanto es también la que ha acen
tuado de modo más dramático este fenómeno (Ornelas, 2007 a y b).
La socialización de la psique que impone Mammón con sus correlativas formas
de interacción humana, así como la educación inherente a su cultura, una cultura
que hace culto a la “propiedad privada”, al interés privado, al individualismo e im
pone, invariablemente una formación e “integración social”, habitualmente doloroso
—siempre violenta, diría Castoriadis— se plantea como un fenómeno orientado al
caos y a la muerte. Por ello se hace necesario re-examinar la socialización que se
ejecuta con cada nueva generación, pues ciertamente, cada sociedad ofrece nuevos
componentes y con ello aumenta su complejidad, no obstante, los resultados, lejos
de mejorar el mundo en el que vivimos, lo hace más inhabitable.
Para ello es necesario echar mano de algunas categorías aportadas por pensadores
estratégicos como Castoriadis, cuyo pensamiento y desarrollos teóricos son siempre
vigentes en la comprensión del ser humano, pues al nal de cuentas, en esa permanente
danza del retorno de lo mismo, somos diferentes, pero seguimos siendo iguales.
Dejar el estado original logenética y ontogenéticamente ha signi cado procesos
largos, dolorosos y violentos; procesos que aparecen y reaparecen con el nacimiento
de cada individuo, el cual se rebela y protesta, con frecuencia, a lo largo de toda su
vida, dada la contraposición permanente del principio del placer y el principio de la
realidad, de la naturaleza pulsional y la cultura.
En El porvenir de una ilusión, Freud introduce tres conceptos que me atreveré a
explicar y de nir al margen del texto de Freud, cuidando de no alterar su pensa
miento; conceptos que considero centrales para aproximarnos a la comprensión de
dichos procesos: frustración, prohibición y privación.
La frustración es propiamente un estado de desarmonía, inquietud psíquica o
mental; supone sufrimiento por la imposibilidad de realizar un deseo. La frustración
aparece cuando la satisfacción (originalmente total) no puede realizarse. Es el efecto
de un primer desencuentro, de una primera separación: la realidad personi cada en
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el otro o concretada en las cosas o en el entorno pone los primeros límites al individuo
negándole la satisfacción total de la que éste emerge y en la que le gustaría continuar.
A partir de ese primer desencuentro, consecuencia de la primera separación física
del individuo y el pecho materno y/o del cuerpo de la madre, se inaugura un inter
minable y permanente proceso de separaciones, desencuentros y rupturas, propio de
una condición descrita por Freud, Lacan y previamente Schopenhauer, como insatis
facción permanente, como sujeto de la falta, como deseo imposible de ser satisfecho.
Estas separaciones y rupturas, es decir, frustraciones, al ser la condición básica
sobre la cual se sustenta la vida social, se institucionalizan a través de un primer
mecanismo externo: la prohibición. Esta se convierte en el eje de toda la socializa
ción del individuo. La prohibición impone la frustración como una norma a la cual
se lo somete; la prohibición es propiamente la norma del comportamiento y a ella
debe ajustarse si no quiere ser expulsado de los entornos sociales y culturales. No
obstante, hay una consecuencia a la que el individuo también debe acostumbrarse
como resultado de la frustración impuesta por la prohibición: la privación que no es
otra cosa más que un estado de pérdida, carencia o escasez constante y permanente
en el que debe fundar su identidad. La privación supone una sensación de que algo
falta, es también estado anímico en el que el individuo se siente incompleto, carente
de algo o fragmentado.
Volviendo al texto referido de Freud, encontramos que destaca las privaciones a
las que dimensiona como universales, pues han sido instituidas en todas las culturas
conocidas: la prohibición del incesto, la prohibición del canibalismo y la prohibición
de matar a otros de la misma especie. Estas son las más antiguas y las que inician la
separación del ser humano de su estado animal primordial. Se mantienen en cada
generación y siguen cumpliendo esa función, aun cuando también son las que están
a la base de la hostilidad que los individuos sienten respecto de la cultura. Freud lo
dice así: “Los deseos pulsionales que padecen bajo su peso [el peso de las privaciones]
nacen de nuevo en cada niño;[...] tales deseos pulsionales son los del incesto, el
canibalismo y el gusto de matar” (1976, Vol. XXI: 10).
Freud reconoce que sólo el canibalismo parece proscrito en todas partes, acep
tando que el incesto reaparece en cada individuo y afirmando que podemos registrar
su intensidad detrás de la prohibición (1976, Vol. XXI: 11), respecto del asesinato,
sobra decirlo, no sólo sigue siendo practicado de manera alarmantemente frecuente,
tanto en la sociedad a la que Freud perteneció como en la nuestra, sino que ha
aumentado exponencialmente y en muchas culturas, como lo destaca el mismo
Freud, es hasta ordenado en ciertas condiciones.
Es pertinente insertar en este nivel de pulsiones la de posesión que estoy planteando
como hipótesis, buscando fortalecerla (puesto que, recordemos, su demostración es
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La alienación del sujeto al deseo del otro es un momento segundo, el momento primero
reside en la realización (psíquica) de la alienación del otro al sujeto, mediante su esclavi
zación y su apropiación total en la fantasía. Y este primer momento nos remite a un
momento cero, en que el otro y el objeto no están “alienados” al sujeto, sino que, en la
medida en que sólo son como el sujeto, expropiados de su existencia antes de haberla
adquirido (Castoriadis, 1989: 213-214).
Orientada por lo que ella no es, por lo que ya no es y que ya no puede ser. La psique es su
propio objeto perdido [...] Esta pérdida de sí, esta escisión con respecto a sí mismo, es el
primer trabajo que impone a la psique su inclusión en el mundo, y ocurre que la psique
se niega a realizarla cabalmente (Castoriadis, 1989: 214-215).
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actuados de forma instintiva, natural, en modo alguno han sido en ninguna época
conocida hasta ahora, procesos estudiados, valorados y signi cados en toda su magni
tud para, incluso, poder intervenir en ellos para modificarlos, diseñarlos o planearlos.
Al punto se ha aceptado como natural e inevitable el paso doloroso y violento
de la mónada psíquica a la inserción cultural que la imposición de la cultura a través de
la socialidad, en la subjetividad, para lo cual, Freud usó conceptos como el principio
de realidad y el superyó, se ha institucionalizado como una confrontación inevitable
e ineludible con la gura, primero del padre (en la familia patriarcal) y luego de las
instituciones que emergen de la sociedad, cuyo sesgo, matiz y estructura, copia
como calca el modelo patriarcal. Será necesario, a rma Castoriadis, dando por hecho
que es absolutamente inevitable, “arrancar al recién nacido de su mundo, imponerle
—bajo pena de psicosis— el renunciamiento a su omnipotencia imaginaria, el recono
cimiento del deseo del otro tan legítimo como el propio; enseñarle que no puede
hacer que las palabras de la lengua signi quen lo que él querría que significaran,
hacerle acceder al mundo sin más, al mundo social y al mundo de las signi caciones
como mundo de todos y de nadie” (Castoriadis, 1989: 238).
No obstante, valdría la pena dudar de tan instituida estructura patriarcal; valdría
la pena atreverse a dudar de tan aceptadas y consolidadas determinaciones instituidas
e instituyentes, perennes de la formación humana hasta ahora conocida; valdría la
pena asumir los riesgos que conlleva todo cuestionamiento a lo incuestionable, a lo
“sagrado” y preguntarse si sería posible, si en otras condiciones, en otra cultura, en
otros códigos, en otras prácticas, hacer menos violenta, menos agresiva, menos do
lorosa la “ruptura” de la mónada psíquica y quizá, tal vez, buscar procedimientos,
más sutiles. Valdría la pena echar a volar la imaginación y ahí en ese mundo ilimi
tado, donde los imposibles no existen, examinar escenarios diferentes de socializa
ción, donde las pulsiones no sean “abandonadas”, reprimidas violentamente, ignoradas
por la educación, sino comprendidas, estudiadas a profundidad y quizá recuperadas
en toda su fuerza para canalizarlas, re-orientarlas hacia la construcción de nuevas
formas de socialidad; pero dejemos pendiente esta irreverencia fantasiosa que en
otros desarrollos retomaré para examinar si es posible la construcción de una cultura
deferente a la que hoy prevalece, sometida al gobierno de Mammón y su correlativa
cultura de la tercera pulsión, y avancemos en la re exión que nos acerque un poco
más a la comprensión del proceso que nos lleva del rompimiento de la mónada psí
quica, esto es, de la huella profunda inscrita en la psique en la que somos uno con el
todo y el todo queda percibido como nuestra extensión, para desembocar en un prin
cipio de realidad, cuyos matices en la sociedad contemporánea dan lugar a una
experiencia subjetiva de aislamiento, incomunicación, escisión, vacío existencial, etc.,
descrito por Riesman como muchedumbre solitaria.
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obligado en absoluto a limitar sus pulsiones, por el contrario, las consentía, sin
embargo, en ese estado de cosas el precio por ello era la propia vida.
Aun cuando ancestrales pulsiones hayan sido proscritas, social y empíricamente,
para dar paso a la evolución y socialidad humana, sabemos que persisten en el incons
ciente profundo y que buscan salida de muchas y camu adas maneras. El complejo
de Edipo, es el nombre que Freud le dio a un fenómeno que observó recurrentemen
te en la clínica; es un fenómeno ciertamente polémico y sus manifestaciones, quizá
no sean universales, no obstante, permite comprender conductas y comportamientos
propios en infantes de determinado rango de edad. Prácticamente cada infante de
sociedades como la nuestra, enfrenta el desafío de superar su apego a la madre o al
padre, mediante un proceso de socialización y crecimiento exitoso, no obstante, a
pasar de que el “enamoramiento infantil” hacia la gura materna o paterna pasan
a formar parte, únicamente del mundo del inconsciente, su “acomodo”, con más
frecuencia de la que nos gustaría reconocer, conduce al individuo (hombre o mujer)
a prolongar dicho apego en la búsqueda de parejas similares a esas primeras guras
de referencia. Es un fenómeno bastante ordinario que tanto hombres, como mujeres
(hay que reconocerlo), trans eran a sus respectivas parejas, expectativas, necesida
des, solicitudes (conscientes e inconscientes) más similares a las que corresponden
a demandantes patrones de relación entre madre (padre)-hijo(a) que a recíprocas
relaciones adecuados y propias de adultos (parejas-compañeros).
La pulsión de posesión tiene un destino similar: en un escenario imaginario donde
no existieran las prohibiciones impuestas por la cultura y el despliegue libre de la
tercera pulsión de niera las interacciones humanas, seguramente prevalecería una
atmósfera de disolución o aniquilamiento social acelerado, puesto que la pulsión
primitiva de la posesión sería detentada por los más fuertes, quienes someterían a
los más débiles, pero a su vez ellos tendrían que contender el uno contra el otro para
imponer su superioridad y señorío. En dicho escenario, ocurrirían cosas como las
que destaca Freud:
Sería lícito, escoger como objeto sexual a la mujer que a uno le guste; eliminar sin reparos
a los rivales que la disputen o a quienquiera que se interponga en el camino; se [podría]
arrebatar a otro un bien cualesquiera sin pedirle permiso: ¡qué hermosa sucesión de sa
tisfacciones sería entonces la vida! Claro que enseguida se tropieza con la inmediata
di cuitad: los demás tienen justamente los mismos deseos que yo, y no me dispensarán
un trato más considerado que yo a ellos. Por ello, en el fondo, sólo un individuo podrá
devenir ilimitadamente dichoso mediante esa cancelación de las limitaciones culturales:
un tirano, un dictador, que ha atraído hacia sí todos los medios del poder; y ese individuo,
además tendrá todas las razones para desear que los otros obedezcan al menos a este solo
mandamiento cultural: “no matarás” (1976, Vol. XXI: 15).
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2 Jean-Charles Mèlich ofrece un brillante ensayo sobre la Ética de la compasión ofreciéndola como
alternativa para enfrentar el dolor y la contingencia —correlacionadas con lo que estoy desarrollando
en este libro como fuerza potencialmente destructiva de Mammón y Tánatos—; Mèlich está especial
mente interesado en evitar los sistemas míticos, metafísicos y tecnológicos (2010).
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y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro, comprende todas las
normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los hombres y, en
particular, la distribución de los bienes asequibles” (1976, Vol. XXI: 5-6).
Citar a Freud en su concepto de cultura no necesariamente supone el acuerdo con
él. Por el contrario, considero que habría que analizarla cuidadosamente, quizá en
otro estudio, pero al menos ahora habrá qué matizarla, pues una perspectiva de
cultura como ésta puede contener el germen de las posturas dominantes occidentales,
aquellas que ven como natural la existencia de culturas superiores e inferiores o
dominantes y subordinadas, esta postura es de suyo un criterio de valoración; supone
medirlas y valorarlas por el grado de distanciamiento o cercanía respecto de la natu
raleza animal, para lo cual suele tomarse como parámetros el desarrollo tecnológico
o cientí co (instrumental o arquitectónico) que literalmente nos aleja de formas de
vida natural, ignorando la calidad de la interacción y afectación a nuestros entornos
por dichos desarrollos; desde estos parámetros es frecuente que no se tomen en
cuenta el daño y los peligros en los que el ser humano ha puesto el equilibrio del
ecosistema y la extinción de especies animales que las culturas más desarrolladas
(“distanciadas”) han provocado. Si aceptamos, sin matizar tal de nición, invariable
mente tendríamos qué aceptar los criterios de valoración que de ella se desprenden
y no es la postura de quien esto escribe.
No obstante, las re exiones hechas por Freud respecto del tema constituyen apor
tes fundamentales de su pensamiento y abren líneas de investigación insoslayables.
Freud pregunta: ¿cómo se defendería el individuo de los hiperpoderes de la natura
leza, del destino que lo amenazan tanto a él como a los demás? De acuerdo con
Freud, la cultura no sólo nos aleja de la animalidad, también nos protege de ella y
ésta es, para Freud, la genuina y principal razón de ser de la cultura. En este sentido,
la naturaleza pulsional manifestada, expresada y experimentada libre y espontánea
mente, pondría en peligro al mismo ser humano (recordemos, el canibalismo, el in
cesto, la posesión, el asesinato, entre otros), por ello Freud considera a la cultura un
preciado bien que hay que proteger, en primer lugar del mismo ser humano (el indi
viduo) que en su neurosis, se resiste a sacri car su naturaleza pulsional: “La cultura
debe ser protegida contra los individuos y sus normas, instituciones y mandamientos
cumplen esa tarea; no sólo persiguen el n de establecer cierta distribución de los
bienes, sino el de conservarlos;[...] deben preservar... todo cuanto sirve al dominio
sobre la naturaleza y a la producción de bienes” (1976, Vol. XXI: 5, 6).
De acuerdo con Freud, la cultura no sólo nos protege de la naturaleza pulsional o
sea de nosotros mismos, sino de la otra naturaleza, la del hábitat; de la cultura de
pende en gran medida, que el ser humano sobreviva a los desastres naturales, a la
fuerza natural del entorno, en este sentido destaca la gran paradoja del individuo que
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El tránsito del estado monádico a la muchedumbre solitaria
de un lado se siente oprimido por la cultura, pero de otro, sólo en ella es que puede
mantener la vida. La cultura le provoca, como ya se ha señalado, frustraciones oca
sionadas por las prohibiciones, dejándolo en un estado constante de privación y ge
nerando con ello hostilidad y despecho.
Desde esta perspectiva, es posible estar de acuerdo con Freud cuando destaca que
el principal enemigo de la cultura es el individuo, pero esto también hay que mati
zarlo. La contraposición sólo tiene sentido en tanto se re era al individuo no socia
lizado o cuya socialización, educación y/o formación haya sido producto de una
cultura como la nuestra, que impone violentos procesos de socialización de la psique;
cultura(s) que literalmente “arrancan” al recién nacido del regazo materno para
imponer, sin mediaciones, ni miramientos, un rompimiento o cambio súbito de am
bientes, es decir, un rompimiento de la mónada física sometiendo a la naturaleza
pulsional, pretendiendo incluso, su eliminación.
Con frecuencia los usos y costumbres, incluso la atención médica institucionali
zada, rompen con el vínculo natural madre-hijo, separando al bebé abruptamente
del regazo de la madre y de facto, imponiéndole tiempos y espacios que responden
más a las políticas de la institución o a criterios que pasan por alto la pertinencia de
una separación sutil, paulatina y sin el rompimiento de ese importante vínculo natural.
Durante la socialización el tema de la sexualidad es un buen ejemplo de ello. En la
formación de sus miembros, la cultura dominante (y en general las culturas conocidas),
no busca (ni lo ha hecho antes) adecuar la socialización a las necesidades de desarrollo
del infante, de hecho, ni siquiera se ha ocupado de averiguarlas, sino por el contrario,
lo que ha predominado a lo largo de la historia es la imposición violenta de la ley y
ello, es de suponerse, da como resultado, sujetos en recurrente con icto con la socie
dad en la que al nal de cuentas, logran “adaptarse”, pero no del todo integrase en
una relación productiva y sana.
En efecto, lo que predomina en la relación individuo-cultura es una tensión sig
ni cativa puesto que, en sí mismo, todo proceso de socialización supone la necesaria
imposición de límites, es decir, la prohibición, pero en la cultura dominante de la
tercera pulsión (esa donde gobierna Mammón), este proceso suele ser especialmente
violento por las condiciones históricas preponderantes, mediante las cuales ésta
forma y socializa a sus miembros.
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la hipótesis de la pulsión de posesión, pues considero que por esta vía, podremos
entender y desentrañar innumerables fenómenos, rarezas y contradicciones que
entretejen la historia humana.
Dejando por ahora de lado la simultánea y soterrada defensa que hace Freud de
la propiedad privada, alegórica expresión de la pulsión de posesión, como lo he des
tacado antes, centraré mi razonamiento en el doble papel que desempeña la cultura
occidental, de un lado, como mecanismo de control y sometimiento de las pulsiones
primitivas con lo cual, indudablemente, construye los escenarios que permiten la
vida social; pero, simultáneamente, su estructura, con guración, universo simbólico
del que está compuesta, la hace contenedora, promotora y defensora de esa misma
naturaleza pulsional humana, antisocial o disociativa.
Comencemos por destacar que Freud reconoce implícitamente la existencia de
diversas culturas, pero también destaca que cada cultura se arroga el derecho a me
nospreciar a las otras. Sin la intención de tomar como posiciones estas declaraciones
y quedándonos únicamente en el nivel descriptivo, ciertamente es difícil contradecir
a Freud lo que puede constatarse en el mundo real y empírico. También nosotros y
en nuestra época podemos ver que de entre las múltiples culturas existentes, una de
ella se erige como dominante o superior, una de ellas suele tener mayores recursos
para imponerse sobre las otras y someterlas reproduciendo el más férreo darwinismo
social. No es posible, decía Freud, ocultar las pesquisas existentes de modo su cíente
para tener la “impresión de que la cultura es algo impuesto a una mayoría recalci
trante por una minoría que ha sabido apropiarse de los medios y de poder y de com
pulsión [esta situación] está condicionada por las imperfecciones de las formas de
sarrolladas hasta hoy... no se veri ca [que la humanidad] tenga progresos
[sustanciales] en la regulación de los asuntos humanos” (1976, Vol. XXI: 6-7).
Hay que reconocerle a Freud su clara y rme posición contra las consecuencias
sociales de la existencia de una cultura dominante que privilegia a unos cuantos,
dejando a la mayoría en situación de pobreza y desventaja. Sobre esta expresión
sensible, frente a este asomo de sentido social, es oportuno decir que estamos ha
blando de la misma cultura occidental que sin duda ha desplegado mecanismos de
protección del ser humano tanto de sí mismo, como de los peligros propios de su
hábitat natural, no obstante subrepticia, sigilosa y discretamente, (ahora ya no tanto)
también ha creados estructuras de organización, producción y distribución de bene-
cios, donde la ley, la prohibición, la frustración y los perennes estados de privación
están dirigidos a las grandes mayorías, en co-existencia con pequeños sectores que
se conservan y permanecen de manera tras-generacional disfrutando de estados de
privilegio, por encima de las prohibiciones o donde sólo las imponen a los otros;
minorías que viven la vida, muchas veces en el más puro disfrute pulsional.
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El tránsito del estado monádico a la muchedumbre solitaria
Si una cultura no ha podido evitar que la satisfacción de cierto número de sus miembros
tenga por premisa la opresión de otros, acaso de la mayoría (y es lo que sucede en todas
las culturas del presente), es comprensible que los oprimidos desarrollen una intensa
hostilidad hacia esa cultura que ellos posibilitan mediante su trabajo, pero de cuyos bie
nes participan en medida sumamente escasa[...] Huelga decir que una cultura que deja
insatisfechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja a la revuelta no
tiene perspectivas de conservarse de manera duradera ni lo merece (1976, Vol. XXE 12).
El examen que hace Freud de las razones por las que una cultura pervive a pesar
de sus inconsistencias y sus inequidades, sin duda está cruzado por las determina
ciones de su época. Haciendo honor a la “cruz de su parroquia” y no pudiendo
despojarse de sus referentes intelectuales, es decir, de componentes que tocan la
forma como opera el inconsciente, destaca especialmente la identi cación de los
oprimidos con la clase que los sojuzga y explota. A rma que los oprimidos ven en
su explotador a su ideal y ese vínculo es, según Freud, lo único que puede explicar
la permanencia de dichas culturas a pesar de la hostilidad de suyo justi cada, que las
masas explotadas mani están hacia su cultura.
En este punto, lo que Freud no examina es qué es lo que hace que las masas, el
oprimido vea en su opresor un ideal, un modelo al que aspira; líneas antes menciona
que las clases relegadas pueden envidiar a los privilegiados, sus prerrogativas y
sugiere que lo hagan para librarse de su «plus» de privación, como una suerte de
válvula de escape que contiene el descontento.
Quizá habría que introducir un componente, más que psicoanalítico, político y
sociológico que complementaría la re exión y las interrogantes de Freud respecto
de qué es lo que hace que esas masas de oprimidos, paradójicamente mantengan la
cultura que las oprime y eventualmente envidien a su opresor o lo vean como un
ideal. En investigaciones anteriores he sugerido un argumento que embona perfec
tamente con este escenario, me refiero a la tesis de la ignorancia construida3
(Ornelas 2007 a: 189-202). Matizada por la historia, la ignorancia se ha convertido
3 Estrategia política de los grupos en el poder que consiste en desplegar deliberada e intencional
mente por todos los medios posibles las condiciones que fomenten mayor ignorancia en las masas, es
decir, construyen y propagan ignorancia deliberadamente, entre la gente del pueblo, los trabajadores,
los empleados y todos los sectores mayoritarios de la sociedad, puesto que es la forma más efectiva de
asegurar su manipulación y mantenerse en el poder.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El tránsito del estado monádico a la muchedumbre solitaria
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El tránsito del estado monádico a la muchedumbre solitaria
Mammón es una cultura a modo que permite al poderoso las mayores expresiones
de insolvencia moral.
En el afán de vincular la fundamentación psicoanalítica de la pulsión de pose
sión desde el fenómeno de la compulsión a la repetición del estado monádico (la
mónada física-psíquica), hay que enfatizar que la cultura occidental (entre muchas
otras que deben haber), deja en la subjetividad de sus miembros, la huella de la
escisión al imponer formas, procedimientos y patrones de socialización de la psique,
siempre violentos; el arrancar, el romper el primer estado monádico del recién
nacido, cuyo equilibrio primario, nunca más se puede recuperar dejando en su lugar
la falta, la frustración, la soledad, produce consecuencias de dimensiones aún
inexploradas.
En este sentido, la violencia es un componente inmanente a la cultura de la pose
sión, que se coloca como el marco idóneo para el despliegue recurrente de la pulsión
de muerte. Tal situación sugiere que la cultura de la posesión institucionaliza la
violencia a lo largo y ancho de todas sus instituciones socializantes (familia y escuela);
legitima algunas de sus expresiones y reprime otras; impone un enorme y aplastante
superyó enalteciendo la estructura patriarcal y sus correlativos simbolismos y
esencialismos: el culto a la propiedad privada, el culto a la razón y un deber ser afín
que lejos de corresponder con el ser, se contrapone a él; incluso, negando o afirmando
convenientemente la Naturaleza Humana en aras de auto validarse.
Esta cultura crea la ilusión de formar “individuos socializados” que siguen a lo
largo de toda su vida asumiéndose como “individuos” es decir, como entes aislados
que interactúan con los otros por necesidad; individuos que van por la vida actuando
la sublimación de sus pulsiones mediante emociones, afectos y pasiones profunda
mente edípicas; mismos que circunstancialmente subliman la pulsión de posesión,
cuyo límite sólo lo imponen sus posibilidades y sus recursos.
Para ilustrar lo dicho, en el caso del canibalismo se trata de una pulsión que
considero, a diferencia de lo que a rma Freud, no ha proscrito del todo, ciertamente,
no se expresa literal, abierta y crudamente; no obstante sus vestigios se mantienen,
podríamos pensar que también se ha sublimado y se expresa de muchas maneras, quizá
asimilando a los otros, no respetando las diferencias, sino depredándolos, aniquilando
todo rastro de autonomía e identidad; asimilándolos al sí mismo y/o sumándolos a
los lugares simbólicamente dominados; son sublimaciones asociadas y emparentadas
con el gusto por matar. La vida cotidiana, la vida de la calle, la vida de todos los días,
donde hay terrorismo, narcotrá co, “trata de blancas”, esclavitud, corrupción, es la
constancia de lo dicho, incluso, la desbocada tendencia de los grandes capitalistas de
construir nuevos “nichos de mercado”, en nombre de la “democracia”, tiene a la base
la absorción, la asimilación de todo y todos. Entonces, el canibalismo físico o empírico
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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VI
El aspecto físico en la cultura de la posesión
La Verdad en turno
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
¡Hermano en la guerra! Os amo de todo corazón; yo soy y era vuestro semejante; soy
también vuestro mejor enemigo. ¡Dejadme, pues deciros la verdad! [...] La rebelión es
la nobleza del esclavo ¡Que sea vuestra nobleza la obediencia! ¡Que sea la obediencia
vuestro mandato![...] ¡Vivid pues vuestra vida de obediencia y de guerra! (Nietzsche,
2004: 29).
¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Veamos! Aguzad los oídos, que voy a hablaros de la muerte de
los pueblos. Se llama Estado al más frío de todos los monstruos fríos. Miente también
con frialdad, y la mentira rastrera que sale de su boca es: “Yo, el Estado, soy el Pueblo”[...]
Sí; ha inventado para el gran número una muerte que se precia de ser la vida, ¡una servi
dumbre a la medida del deseo de todos los predicadores de la muerte!
El estado es donde beben veneno, los buenos y los malos. El Estado es donde el suicidio
de todos se llama “la vida” (Nietzsche, 2004: 20).
Enrique Guinsberg nos recuerda que “ninguna formación social podría funcionar
de manera adecuada si la mayoría de sus integrantes no aceptan una parte importante de
sus reglas y premisas, normas comunes de pensamiento y de comportamiento, etc.”
(Guinsberg, 2001: 35); no obstante, los márgenes o rangos de diferencia son política
mente estrechos, pues en general las personas que no logran “normalizarse” o, en
101
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
otras palabras, adaptarse sin cuestionar a lo establecido, habitualmente son cali ca
das y etiquetadas como problemáticas, antisociales o incluso, como lo muestra
Foucault a lo largo de toda su obra, “enfermas”, “insanas” o “locas”.
La razón occidental en la cual se funda el pensamiento único tiene expresiones
extremas, que lejos de legitimarse como criterio de saludable socialidad, se ha con
vertido para el pensamiento crítico en razón normópata, en tanto, juzga, valora y
condena a todo aquel que esté fuera de la norma, de lo establecido, de lo instituido y
desde ese ángulo, estar fuera de la norma signi ca en términos prácticos, ser un
“desviado”. La razón normópata predominante de la cultura de la posesión, impone
modelos de comportamiento, estilos de vida, interpretaciones de la vida y de la
“vida, después de la vida” de tal modo que todo encaje en su universo simbólico. En
este sentido, Guinberg destaca:
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Stephen Jay Gould desmonta esa nueva y ofensiva “verdad” de manera magistral, en
su libro La falsa medida del hombre. El autor se centra en el desmantelamiento del
determinismo biológico desde el cual se ha estructurado la jerarquización y la supre
macía blanca de la cultura occidental desde la que ha gobernado Mammón.
Tal y como ha sido usado por la cultura de la posesión, el determinismo biológico
puede ser, de acuerdo con Gould, una potente arma social al fundamentar la pobreza
y las desigualdades sociales, así como la xenofobia y discriminación, instaurando un
estado de cosas que no dependen de la voluntad ni del quehacer humanos, sino del
lugar biológico que a cada cual le tocó en suerte y, hacia el cual, no caben cuestiona-
mientos, por lo que la actitud hacia los más pobres, los más ignorantes, los de color
diferente, etiquetados y educados como inferiores y para seguir siendo inferiores, es
en el mejor de los casos, benevolente, caritativa y misericordiosa, pero habitualmente
es una actitud, déspota y prepotente, nunca respetuosa y de aceptación.
El determinismo biológico, es sin la menor duda, una de las tantas estrategias que
la razón Occidental se ha inventado para rellenar las grietas o hendiduras de su (o sus)
constructos ideológicos. Construido a modo de quien está en el poder, crea estereo
tipos y/o prototipos humanos de grandeza y superioridad; mide la talla, la materia
gris, la inteligencia; enaltece el color blanco de la piel; crea moldes en los cuales, la
gran mayoría de seres humanos del planeta, no caben, por ello, son tratados como
inferiores y servidores (sirvientes); son rebajados y muchos nulificados. Su condición
económica inferior es justi cada y confirmada como una consecuencia del desafortu
nado lugar que la biología designó para ellos. Gould destaca que dicho determinismo:
Está vinculado “a algunas de las cuestiones y errores más antiguos de nuestras tradicio
nes losó cas, incluido el reduccionismo, o bien el deseo de explicar fenómenos en
parte aleatorios, a gran escala e irreductiblemente complejos mediante el comportamien
to determinista de los elementos constituyentes más pequeños (los objetos físicos por el
movimiento de los átomos, las funciones mentales por la cantidad heredada de materia
gris); la rei cación, o propensión a convertir un concepto abstracto (como la inteligencia)
en una entidad sólida (como la cantidad de materia cerebral cuanti cada); la dicotomiza-
ción, o nuestro deseo de analizar gramaticalmente la realidad continua y compleja en
divisiones duales (inteligente y estúpido, blanco y negro); y la jerarquía, o nuestra incli
nación a ordenar los temas clasificándolos en una serie lineal de valor creciente (grados
de inteligencia innata en este caso, a menudo luego rota por el dualismo que impone,
nuestra necesidad de dicotomizar, como en normal frente al débil mental, para utilizar la
terminología favorita de los primeros tiempos de las pruebas de CI)” (Gould, 2005: 20).
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Un día Adán y Eva fueron arrojados del paraíso donde eran felices; separados y despo
jados de todo aquel entorno maravilloso del que formaban parte, descubrieron horrori
zados que tenían un cuerpo, avergonzados, buscaron ocultarlo y lo cubrieron; más tarde
se llenaron de culpa por su sexualidad y la suprimieron; con el tiempo se olvidaron del
cuerpo y se ocuparon únicamente de su belleza, exaltando su imagen. Hoy Adán y Eva
deambulan infelices buscándose a sí mismos, pero no se encuentran.
1 Las ideas centrales de esta parte fueron expuestas en el II Seminario Internacional de Herme
néutica y Educación celebrado en Berlanga del Duero (Soria), España, entre el 9 y el 11 de julio de
2008 en la ponencia “El cuerpo, chivo expiatorio o instrumento de poder”; véase Esteban Ortega
(2009).
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
mento para quienes, tomar el control del cuerpo y toda fuente de placer físico, ha
signi cado una inagotable fuente de poder, particularmente si se considera que es el
espacio de la realización sexual. Desde Freud se sabe que tomar control de la sexua
lidad supone al n de cuentas, tomar control de la vida. Los detentadores del poder
se han convertido como lo señala Elsa Muñiz, en árbitros del deseo:
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
Los seres humanos hemos inventado la metafísica para poder hacer frente al temor de
vivir en un mundo incierto. Tenemos miedo al devenir, al cambio, a las transformacio-
nes[...] Nos angustia el tiempo, el envejecimiento, la caducidad, la enfermedad, la muer
te, la nada[...] Tenemos miedo, en una palabra, a nuestra condición corpórea (Mèlich,
2010: 53).
El sometimiento del cuerpo tiene signi cados más complejos que la posesión per
sé, y de ello da cuenta Mèlich quien desconfía de toda metafísica (religiosa o losó-
ca), pues invariablemente esconde tras de sí un esencialismo que erige y reviste a
sus portadores en “voceros” de Dios en la tierra o del “deber ser” y con ello de La
Verdad, desde donde se han “construido las bases, al menos en el mundo occidental,
de los grandes sistemas morales” (Mèlich, 2010: 79).
Respecto de la instrumentalización y fragmentación del cuerpo, Foucault dirá al
respecto: “somos juzgados, condenados, clasificados, obligados a competir, destinados
111
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Algo que circula, o más bien, como algo que no funciona sino en cadena [El poder] no
está nunca localizado aquí o allí, no está nunca en las manos de algunos, no es un atri
buto como la riqueza o un bien. El poder funciona, se ejercita a través de una organiza
ción reticular. Y en sus redes no sólo circulan los individuos, sino que además están
siempre en situación de sufrir o de ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o
consintiente del poder ni son siempre los elementos de conexión. En otros términos,
transita transversalmente, no está quieto en los individuos (1992: 152).
2 Me referiré a la imagen como el conjunto de signi cados que sobrevaloran el aspecto del cuerpo
en un sentido puramente visual, el cuerpo como objeto decorativo, estético, ornamental y atrayente a
la percepción visual. Imagen regulada y determinada por los cambiantes modelos de belleza que no
son precisamente los que corresponden a la época, sino a criterios dominantes y dinámicos de comer
cialización y mercadotecnia.
112
El aspecto físico en la cultura de la posesión
En la práctica, lo que hace que un cuerpo, unos gestos, unos discursos, unos deseos sean
identi cados y constituidos como individuos, es en sí uno de los primeros efectos del
poder. El individuo no es el vis-a-vis del poder; es[...] uno de sus primeros efectos. El
individuo es un efecto del poder, y al mismo tiempo, o justamente en la medida en que
es un efecto, el elemento de conexión. El poder circula a través del individuo que ha
constituido (Foucault, 1992: 152).
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
El inconsciente retiene los objetivos del vencido principio del placer. Rechazado por la
realidad externa o inclusive incapaz de alcanzarla, la fuerza total del principio del placer
no sólo sobrevive en el inconsciente, sino también afecta de muchas maneras a la misma
realidad que ha reemplazado al principio del placer. El «retorno de lo reprimido» da
forma a la historia prohibida y soterrada de la civilización (1983: 31).
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Concretamente, ese poder sobre la vida se desarrolló desde el siglo XVII en dos formas
principales; no son antitéticas; más bien constituyen dos polos de desarrollo enlazados
por todo un haz intermedio de relaciones. Uno de los polos, al parecer el primero en
formarse fue centrado en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de sus
aptitudes el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su
docilidad, su integración en sistemas de control e caces y económicos, todo ello quedó
asegurado por procedimientos de poder característicos de las disciplinas: anatomopolí-
tica del cuerpo humano. El segundo, formado algo más tarde, hacia mediados del siglo
XVIII fue centrado en el cuerpo-especie en el cuerpo transido por la mecánica de lo
viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimien
tos, la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las
condiciones que puede hacerlos variar; todos esos problemas los toma a su cargo una
serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población... los dos
polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida
(Foucault, 1991: 168, 169).
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
3 Contamos con amplia literatura que examina el deterioro de la sociedad contemporánea, véase
entre otros a Gilles Lipovetsky (2004); Ramonet Ignacio(1997); Bauman Zygmunt (2005).
4 Disponible en http://www.saludymedicinas.com.mx/nota_asp?id=1904&canal=1; consultado el
20 de junio de 2008.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Directamente relacionado con la depresión y no menos con los efectos que impo
ne la fragmentación y la super cialidad de los estilos de vida propios de las socieda
des occidentales actuales, se extiende un fenómeno que afecta cada vez a más per
sonas jóvenes y en edad productiva, conocido como vacío existencial. En palabras
de Murueta Reyes:5
120
El aspecto físico en la cultura de la posesión
grupo bien estructurado alguno, quizá porque no existe, por ello suelen ser presa fácil
de intereses y/o grupos oportunistas (políticos, religiosos, “para-culturales”, delincuen-
ciales, vendedores de marcas e imagen, etc.) expertos en elaborados discursos que “ma
rean” y seducen fácilmente, pues prometen el elixir de la felicidad y ofrecen fórmulas
para alcanzarla, relativamente rápidas y sencillas. Estos grupos representantes de intere
ses, las más de las veces, ocultos, están siempre a la casa de mentes inmaduras (indepen
dientemente de la edad) susceptibles de ser manipuladas.
La despersonalización produce mentes vulnerables que fácilmente pueden ser
psicotizadas,6 en el sentido de que desarrollan una percepción e interpretación del
mundo que lejos de abrirlos a la interacción y a la socialidad externa, los repliega, es
decir, los encierra en sí mismos, como grupo en una especie de caparazón imper
meable. Mentes que construyen mundos paralelos a la realidad empírica y no
encuentran los puntos de inserción, en principio porque ya no les interesa buscarlos
y luego porque no existen.
El individuo aislado y fragmentado de la sociedad occidental, es en cierta forma
un individuo que sufre de esquizofrenia social. Vive en un mundo propio; se refugia
en él y no encaja con el mundo exterior. Su cuerpo es una entidad separada de sí
mismo a la que suele dedicarle buena dosis de atención y esfuerzo y a la que busca
desesperadamente trans gurar (teniendo en mente los modelos de belleza arti ciales
externos) para lograr la aceptación y pertenencia a entornos cticios que de antemano
lo han expulsado.
Sin duda requeriríamos de costosas investigaciones y un espacio mucho mayor
para examinar su cientemente los fenómenos relacionados con las modernas y so-
sticadas expresiones de la tercera pulsión que impone estilos de vida derivados de
la escisión de las personas. Pero podemos destacar algunos desórdenes psiquiátricos
y físicos, directamente relacionados con el cuerpo, cada vez más extendidos; por
ejemplo el problema de la obesidad que afecta especialmente a poblaciones de socie
dades occidentales, cuyos estilos de vida con sus patrones en la producción y consumo
de alimentos por efecto de la globalización, tienden a ser similares.7
6 Uso el término “psicotizadas” de manera metafórica, no como un desorden psiquiátrico del que
pueda padecer un individuo singular, sino como desorden social. Lo mismo aplica al término esqui
zofrenia que aparece más adelante.
7 En México el Secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos afirmó recientemente que se
están gastando en este sector, alrededor de 60 o 65 millones de pesos al año por enfermedades directa
mente relacionadas con la obesidad, como la diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares,
cuya expansión es rápida. Esto, a rmó el funcionario, representa una causa de quiebra para cualquier
sistema de salud, dado el alto costo que implica su atención. Sólo en 2006, en México siete de cada 10
mexicanos sufre de obesidad, de acuerdo con la Encuesta Nacional en Salud, realizada ese año.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
8 Se identifica al psiquiatra italiano Enrico Morcelli como el primero en usar el término en 1886
en el Boletín de la Academia de Ciencias Médicas de Génova y definirlo como una enfermedad que
produce sensación subjetiva de deformidad, estando el aspecto físico de esa persona dentro de los lí
mites de la norma. En 1980 la Organización Mundial de la Salud reconoce a la dismorfofobia como
un trastorno somatoforme atípico. Véase Indigo. Reporte (2008).
9 En México se calcula que un millón de personas padecen este trastorno y de esa cantidad 72%
recurre a consultar al cirujano como alternativa de solución. La misma fuente indica que 700 mil ciru
janos son consultados por desórdenes relacionados con la dismorfofobia. Datos ofrecidos por la psi-
cóloga Liz Basaflez en entrevista; disponible en www.indigo.com. consultado el 20 de junio de 2008.
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
10 Tomo el término de Mauricio Beuchot (2000: 15), donde a rma: que un texto hiperfrástico es
mayor a la frase, “es donde más se requiere el ejercicio de la interpretación)...] la hermenéutica interviene
donde no hay un solo sentido, es decir, donde hay polisemia”.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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El aspecto físico en la cultura de la posesión
asemejen a sus perros. El parecido entre marido y mujer es fácilmente identi cable
en cualquier reunión, si se dejan de lado características como el color del cabello y
se observa la expresión de la boca y los ojos” (Davis, 1976: 51).
Más aún, Birdwhistell considera que la belleza o la fealdad, la gracia o la torpeza,
también son manifestaciones culturales.
Aquí los términos «bello» o «feo» no se re eren únicamente a la forma del rostro, o a la
posesión de un perfil clásico. Se re eren primariamente al modo de llevar y mover el
cuerpo y también el rostro; porque los músculos faciales pueden parecer vivaces, laxos o
forzosamente tensos... son respuestas... a otras personas, a necesidades interiores, y
también, en un nivel temporal de largo alcance, a expectativas culturales. Los rostros
que adquirimos y la manera de llevar nuestros cuerpos no solamente tienen el sello de
nuestra cultura, sino que al mismo tiempo poseen nuestro propio sello. Es una de las
formas que tenemos para indicar a la sociedad si merecemos o no su aprobación. El chico
atractivo y vivaz tendrá más atención y oportunidades que otro que no lo sea tanto. Pero
no todos quieren sobresalir y triunfar, porque generalmente ésta entraña nuevas respon
sabilidades que atemorizan a mucha gente. Al ser un poco feas, algunas personas reducen
responsabilidades [...] La obesidad, por ejemplo, puede ser un autocastigo; puede repre
sentar también una forma de aislarse contra los requerimientos sexuales; y algunas
personas se sienten más seguras y dominantes cuando tienen mayor tamaño” (Davis,
1976: 55-56).
125
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
126
VII
Cultura de la posesión vs. el multiculturalismo1
1 Las tesis centrales de esta parte fueron expuestas en la ponencia “De la hermenéutica de la
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
2 Véase en cualquier historia de la losofía las tesis de los antiguos lósofos de Mileto, Heráclito
128
Cultura de la posesión vs. el multiculturalismo
Desde ahí se crearon los fundamentos desde los cuales el pensamiento occiden
tal, a lo largo de toda la historia de Occidente, incluido el medievo, pero reeditado
en la Modernidad, especialmente a partir del periodo de la Ilustración, inventaría
una serie de supremacías que a lo largo de la historia han probado ser terriblemente
perjudiciales, y hoy nos tiene en terribles procesos de decadencia y disolución social.
Las supremacías son propiamente expresiones de las perennes posturas determinis
tas de la razón occidental que expuse en el Capítulo VI. Algunas de éstas se mantie
nen como materia prima inexpugnable de identidades individuales y colectivas; de
la vida cotidiana, de la vida institucional, de las tradiciones; están presentes en todos
y cada uno de los aspectos que conforman la subjetividad y la personalidad y las
podemos reunir en cinco grandes dimensiones: la vida, la etnia, el género, la clase
social y la persona.3
3 Las dimensiones: étnica, de género y de clase fueron tomadas de los ejes de análisis de Kicheloe
y Steinberg quienes analizan el fenómeno del multiculturalismo delimitando su enfoque a raza, clase
social y género (1997: 25 y 26).
129
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
4 Término usado por Kincheloe y Steinberg para referirse a la pedagogía correlativa a la cultura
130
EROS, TÁNATOS Y MAMMÓN
Hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
1) En la dimensión de la vida, los seres humanos que suponen que su vida es más
respetable, más valiosa y superior a cualquier otra forma de vida que de facto
les pertenece y de las que por supuesto disponen a su antojo. Esta supremacía,
especialmente acentuada en la Modernidad donde se busca conocer a la natu
raleza para dominarla, produce fenómenos que son incorporados a la subjeti
vidad como “naturales” o “normales” que convierten a la especie humana en
la única forma de vida que mantiene en cautiverio a otros animales; los utiliza
como materia prima para la producción de bienes; los reproduce en serie
132
Cultura de la posesión vs. el multiculturalismo
133
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Esta supremacía, razón por encima de los sentimientos ha de nido al ser humano
por su razón; mucho se habla del homo sapiens, pero nunca se lo re ere como el
hombre que siente, que ama, que imagina; se lo ha reducido a lo que irónicamente,
puede ser su característica más pequeña: la conciencia, el razonamiento, si no, sólo
compárese esto con las dimensiones del inconsciente o la fuerza de las emociones y
los sentimientos como determinantes mayores de la conducta y comportamiento
humano.
Así entonces, las supremacías que fundan los sistemas jerárquicos objetivos y
subjetivos de la cultura de posesión, son en sí mismas determinismos que se reeditan,
actualizan y adaptan camaleónicamente para que las estructuras esenciales básicas
no se modi quen.
134
Cultura de la posesión vs. el multiculturalismo
Nuestra historia hubiera sido diferente si en lugar de los Socráticos, hubieran sido los
lósofos de Mileto (a los que pertenece Heráclito) los fundadores del pensamiento
occidental. Todos ellos tenían algo en común: reconocían el devenir, el movimiento,
creían en una unidad fundada en la diversidad del mundo existente. “La cosmología
de Anaximandro está dominada por la idea de la pluralidad de mundos existentes,
generados a partir de un movimiento eterno mediante el que son separadas unas
cosas de las otras, en un juego de oposición de contrarios tan común en la época[...];
en ese movimiento cósmico el predominio de un elemento signi caria una injusticia
que tiene que ser necesariamente reparada”.5 Heráclito, heredero de esa línea de
pensamiento pugnaba por el devenir, el movimiento, los opuestos, con lo cual, había
un reconocimiento tácito y explícito de la deferencia, del con icto, de la tensión;
interpretación, confirmada por la experiencia y la percepción de la realidad que lo
rodeaba; este lósofo de la antigüedad sólo entendía la unidad, no en la conciliación
ni en la asimilación, sino en la discordia. Siguiendo con la línea de pensamiento
instaurada por los lósofos de Mileto, unos 450 años antes de Cristo, Heráclito in
terpretaba la naturaleza destacando tres ángulos fundamentales:
de 2008.
135
Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
De estos lósofos hay que destacar las embrionarias ideas en las que podemos
sustentar una cultura alternativa a la dominante, puesto que en sus planteamientos
no cabe el pensamiento único de la razón occidental, lo cual supone el desafío cons
tante de encausar la naturaleza humana pulsional hacia la construcción de una cultura
que sea producto auténtico de desarrollo humano y no sólo el camu aje del lado
“oscuro” de nuestra naturaleza. Los planteamientos de Heráclito permiten pensar
en un pensamiento diverso y una cultura con sentido social o colectivo y por tanto en
una Hermenéutica multicultural que reconoce la diversidad, el origen material de lo
real y la pluralidad de mundos existentes. De hecho, es posible que los primeros
promotores y defensores del interculturalismo en la historia, hayan sido propiamen
te los so stas, quienes defendían un relativismo gnoseológico y moral reconociendo
la diversidad; a rmaban, según su experiencia, que lo que era válido para unos podía
no serlo para otros. Su perspectiva seguramente era producto de su estilo de vida que
los llevaba de un lugar a otro, enseñando su losofía, básicamente el arte de la per
suasión o la retórica,7 aunque “no eran propiamente lósofos tenían en común una
actitud que sí puede llamarse losó ca: el escepticismo y el relativismo. No creían que
el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien
tiene “su” verdad”.8
Nuestra historia hubiera sido diferente si una línea de pensamiento fundada en la
alteridad, la aceptación, el respeto incluso la promoción de lo diverso, hubiera triun
fado. En la historia de la hermenéutica seguramente no habrían posiciones univocis-
tas, monolíticas y dominantes; abríamos aprendido a pensar, sentir y convivir en la
diversidad y según los contextos. La organización social habría sido más horizontal
y los determinismos del pensamiento único no habrían existido. La moral se habría
fundado sobre relaciones recíprocas y no jerárquicas. Habríamos desarrollado dis
tintas e igualmente valiosas hermenéuticas capaces de dialogar entre sí, capaces de
comprender distintas realidades y distintas culturas. Seguramente seríamos exper
tos en el arte de la negociación para vivir y convivir con los otros, no tolerándolos,
sino aceptándolos y respetándolos. No buscaríamos asimilarlos a nuestra cultura,
sino el enriquecimiento mutuo donde la diferencia se signi cara como estímulo para
el crecimiento y no señal de confrontación.
participar en política, los so stas consideraban que la población debía prepararse en las artes de la
persuasión y la retórica.
8 Disponible en http://www.librolibre.org.ni/DocPo./verdad/razon/griegos/socrates.html; consultado
el 28 de agosto de 2008.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
dan modelos rígidos y menos una clasificación que encasille. De hecho, se plantean
tres tipos de personas a partir de la manera como despliegan su pulsión de posesión
y ésta tiene que ver más con determinaciones materiales y morales, que con aspectos
psíquicos, psicológicos o psiquiátricos. De modo pues que, más que tipos de perso
nas, lo que a continuación se ofrece son pertenencias a niveles y formas de vida
desde las cuales, las personas desarrollan formas de pensar, sentir y actuar condu
centes y enfocados a per larlos como son. De hecho, son propiamente sectores
sociales cuyos miembros tienen intereses análogos y escrúpulos parecidos. Así pues,
al referirme a “los seres humanos que ha formado la cultura de la posesión” aludo
fundamentalmente a la manera como éstos se plantean y relacionan con el mundo y
la sociedad.
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VIII
Entornos de formación humana
en la cultura de la posesión
uienes habitamos este mundo occidental y nos hemos formado en los refe
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
si el caso lo amerita. Con leyes hechas a modo, su actuación suele ser, aunque muchas
veces inmoral, evaluada como legal.
El segundo tipo de personas son los facinerosos, aquellos indiferentes por inca
pacidad psicoafectiva; aquellos que han hecho de la delincuencia, el agravio y la
violación a los derechos de otros, su forma de vida; éstos generalmente sufren de
alguna psico o sociopatía y por ello son incapaces de sentir, ni de pensar en el otro,
en tanto que no sea para examinar cómo lo usan, lo despojan y abusan de él; son
incapaces de ser empáticos con el dolor, la miseria y el sufrimiento de otros. Afor
tunadamente, también son pocos pero están ahí, extendiéndose, porque las psicopa
tías también se propagan como los virus, sobre todo, porque los entornos que las
generan se mantienen y su toxicidad lejos de disminuir, crece. En este grupo como
en todos los otros, hay gradaciones distintas: los facinerosos de mayor intensidad
son los que viven abiertamente al margen de la ley y pueden ser capaces de poner en
peligro, incluso la vida de otros y los de menor intensidad, pueden ser trepadores,
ladrones de baja monta, no sólo de bienes materiales, sino también de ideas o de
dinero; defraudadores mezclados con gente común y de bien que abusa de la con-
anza que otros han depositado en ellos y aprovecha la oportunidad para su beneficio
personal a costa de los demás.
Hay que decir que no es extraño que entre déspotas y facinerosos haya personas
que pertenecen a las dos categorías. Vemos con mucha frecuencia, políticos corrup
tos que hacen inmensas fortunas al amparo de la ley; poderosos empresarios que
corrompen a políticos para mantener privilegios scales o pasar al pueblo la factura
de enormes deudas con las que pudieron levantar imperios. Los hay líderes sindicales
que engañan a sus representados y hacen negocios en lo “oscurito” para amasar poder
y fortuna de por vida. En realidad, no sólo no es extraño que déspotas y facinerosos,
sean los mismos, sino más frecuente de lo que nos gustaría aceptar.
Un tercer tipo (o sector) de personas, la gran mayoría, son lo que llamaré impo
tentes;'1 en él encontramos una gama amplia, diversa y compleja de personas y grupos
de diversas profesiones, o cios, actividades, etc., cuyo único factor común es que
trabajan para vivir y viven del trabajo honesto; algunos con comodidad, sin sobre
saltos y con cierta seguridad económica; otros, con mucho esfuerzo, sacrificio,
sobreocupados, quizá angustiados, consiguen al día el sustento, pero al n y al cabo,
todos, trabajadores esforzados por conseguir honradamente aquello de lo que se
vive. Los impotentes también son los sufrientes directos e indirectos, conscientes o
inconscientes del estado de cosas que imponen los déspotas (facinerosos) y agravan
1 La impotencia en este contexto no es sinónimo de ausencia de poder, sino de inutilidad del poder.
Cuando cualquier cosa que se haga resulta insu ciente y no sirve para modi car el estado de cosas.
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Entornos de formación humana en la cultura de la posesión
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Los impotentes, lo son porque han sido socializados en una cultura que se asien
ta, fomenta y depende del individualismo para su permanencia; una cultura que crea
dinámicas de vida tales, que la gente tiene que concentrarse en su supervivencia,
restando o de plano nulificando los tiempos y espacios para la convivencia, la amis
tad, la familia, la re exión, el desarrollo personal, etc. En otras comunicaciones he
a rmado que en las actuales circunstancias sociales, los vínculos afectivos están en
peligro de extinción, en tanto han quedado completamente subordinados a los
vínculos pragmáticos, es decir, todas las relaciones que se enmarcan en los ámbitos
laborales o de sobrevivencia económica (Ornelas, 2007a). Los impotentes lo son
también porque están atrapados en una cultura que construye ignorancia, de múl
tiples formas, pero quizá de manera más efectiva a través del pensamiento mediático,
anulando la capacidad de concientización histórica y social, y con ello el pensamiento
crítico (Ornelas, 2007a).
Convenientemente, la cultura de la posesión lejos de fomentar el trabajo comuni
tario y el bien común crea estructuras que lo dispersan, lo dividen, lo aíslan, convir
tiendo a los individuos en competidores unos contra otros y por tanto potenciales
enemigos.
La impotencia puede entenderse y percibirse con toda claridad si se piensa desde
la perspectiva del individuo o del grupo aislado. Una familia aun cuando sea una
buena familia que protege, educa y forma personas productivas, es una isla que no
tiene mayor poder en su entorno social; ni una buena familia, ni los miembros de
ella, aunque pertenezcan a una comunidad bien organizada, tienen el poder de cambiar,
transformar el entorno social más amplio en el que están insertados. Así pues, la
impotencia de los sectores mayoritarios predomina incluso en escenarios eventual
mente positivos.
Los escenarios de formación humana en una sociedad donde gobierna Mammón,
hace uso de todos sus recursos para introyectar en la masa sus determinismos cultu
rales e ideológicos. La sociedad contemporánea en el marco de todos los avances
tecnológicos de la comunicación, se hace llamar “sociedad de la información”, y
efectivamente podemos observar que en ella abunda la información de todo tipo;
y que ésta está al alcance prácticamente de cualquier persona. Esta sociedad como
ninguna otra en la historia dispone de tecnologías que han modi cado nociones de
tiempos y espacios; es una sociedad en la que se ha trastocado el orden de las cosas
que daban certidumbre a generaciones pasadas y servían para orientarnos. De pron
to los niños y jóvenes tienen más información que los adultos y los viejos; de pronto
ya no es necesario tomar un autobús, un barco o un avión para conocer el mundo o
comunicarnos con personas que habitan el otro lado del planeta. La sociedad de la
información hace posible lo que en otros tiempos era ciencia cción, no obstante,
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Entornos de formación humana en la cultura de la posesión
convenientemente, aun con todas las maravillas sigue siendo una sociedad que man
tiene la estructura básica de las anteriores: se compone de poseedores y desposeídos,
con múltiples matices, sí, pero la estructura de fondo sigue siendo la misma; hay que
decir también que pese a la abundancia, aun más, exuberancia y exagerada circula
ción de información de que dispone el conjunto de la sociedad, el pensamiento crítico
sigue siendo una ausencia, incluso, algo que potencialmente tiende a desaparecer del
currículum o cial de muchas escuelas, en tanto paulatinamente privilegian conteni
dos técnicos y sacri can los que puedan enseñar a pensar críticamente. No ha sido
una casualidad que a lo largo de nuestra historia, el pensador y el intelectual haya
sido separado de los ámbitos centrales de la organización social y recluido en un
laboratorio o restringido a la invención y mejora de nuevas tecnologías; intelectuales
limitados al lugar donde se guardan y se hacen libros, detrás de un escritorio o dentro
de la institución o aula escolar; tampoco es una casualidad que la educación haya
sido tergiversada y reducida a la capacitación técnica y manual circunscribiéndola a
un único espacio institucional: la escuela; lo mismo pasa con la pedagogía, no es
casualidad que siga siendo pensada en los estrechos límites y alcances del salón de
clase, ahí donde sólo cuentan los maestros y los alumnos.
La impotencia de los intelectuales y los cienti eos, es quizá mayor si se considera
que son ellos, de quienes podríamos esperar más capacidad de actuación e involu-
cramiento en el cambio que necesitamos, debido a que son ellos idealmente, por
su formación y por ser su herramienta de trabajo más importante, precisamente su
pensamiento y/o su intelecto, quienes también debieran tener más recursos para con-
cientizar a la sociedad y acompañarla en el cambio que requerimos, no obstante, la
ignorancia construida (Ornelas, 2007a), no es privativa de la población que no va a
la escuela, ha llegado a muchos de ellos (los intelectuales) y los ha replegado a sus
actividades cotidianas de sobrevivencia, haciéndolos presa de la apatía (o mejor
dicho de la impotencia) y aceptando como “natural” que su actividad nada tiene que
ver con la organización social y política, con la educación y cualquier ámbito crucial
que pueda incidir con la transformación.
Actualmente se construye y propaga ignorancia a nivel masivo. No obstante se
mantienen las estrategias tradicionales, entre ellas, justamente el repliegue del inte
lectual a un cubículo, a espacios de prueba y experimentación, al salón de clase,
alejado de los centros de poder; alejado de la gente; la construcción de ignorancia ha
sido tan efectiva que ha llegado incluso a la mente de muchos pensadores destacados
quienes han propagado visiones reduccionistas de la educación y la pedagogía, las
cuales serían potencialmente peligrosas para el poder si reorientaran la ruta y
rebasaran los límites impuestos.
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No os engañen las calmas aparentes. Hay una guerra de todos los días, de todas las horas.
No es posible una paz duradera [ni una vida humana digna] mientras subsista [desbocada
la pulsión de posesión], el menor de los actos tiene un signi cado preciso. Sepamos siem
pre para quién trabajamos [enfoquemos cada acto, en el desarrollo del sentido social];
cada desfallecimiento es un triunfo de los otros, cada inconsecuencia una traición. (Ponce
citado en Ibarra, 1985: 141).
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El impacto educativo [de la sociedad contemporánea] a gran escala ha sido la con gura
ción e caz de subjetividades afines a la nueva dinámica social; grandes masas de la
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3 Véanse al respecto los puntos de vista del juez de menores en Granada España; disponible en
http;//cope.ondemand.flumotion.com/cope/ondemand/transcod/audio/progarchivo_
12329883862056780786.mp3
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Estos componentes han creados escenarios que por el momento llamaré de rela
ciones horizontales, donde las jerarquías que sustentaban a la familia patriarcal des
aparecen de facto, es decir, más que en su formalidad, en la realidad cotidiana; esta
“horizontalidad” se manifiesta específicamente cuando los hijos alcanzan una edad
en la que su desarrollo psico-biológico los equipara intelectual y físicamente con sus
padres. Aunado y promovido por las influencias de los cinco componentes nombra
dos, se produce lo que podemos llamar “adultez precoz” y en esas condiciones los
hijos se plantean frente a los padres como iguales y en ocasiones como superiores.
A este tipo de familia recientemente recon gurada, y por la necesidad de distin
guirla de la familia patriarcal, la denominaré familia horizontal, la cual no puede ser
asumida como un modelo deseable, pues la horizontalidad referida no emerge de
pautas de comunicación ni democráticas, ni participativas, ni inclusivas, sino de
patrones de comunicación simétricos en contextos objetivos complementarios, es
decir, en un entorno social aún, acentuadamente jerárquico. La horizontalidad fami
liar nombrada, consecuentemente no es saludable y por ello debe ser vista, al menos
como un modelo de transición en medio del caos que deja tras de sí el rancio modelo
patriarcal.
Los miembros de la familia —que estoy llamando horizontal— viven la nueva
correlación de fuerzas entre un padre que trabaja fuera de casa y una madre que
también trabaja fuera de casa, como “normal” en el sentido de que es una situación
cada vez más generalizada; los hijos viven como normal pasar más tiempo entre
actividades escolares y extraescolares y cuando están en casa pre eren mantenerse
conectados al mundo virtual de la internet, mediante la cual continúan y extienden
el tiempo de relación con amigos, compañeros, conocidos o simplemente “navegan
do” absortos, virtualmente lejos de la familia. La presencia virtual del mundo exte
rior en el interior de la familia a través de la radio, la TV o la internet es aceptada y
vivida por la familia como normal y no perciben ningún peligro, en tanto el hijo(a)
está físicamente en casa por lo que suelen oponer poca o nula resistencia, sin contar
con la di cuitad de implementar mecanismos de control, pues el estar sentado fren
te al monitor de la computadora, comienza a ser parte de la realización de tareas
escolares, por lo que resulta difícil impedir que éstos se mantengan interconectados
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
con el mundo exterior, puesto que simultáneamente realizan sus tareas. Lo cual sig
ni ca que aun cuando los escenarios son diametralmente diferentes a los de la antigua
familia patriarcal, en tanto los ritmos y patrones de vida han cambiado, sus miembros,
adaptados rápidamente a dichos cambios, los aceptan y se integran, sin cuestionar el
nivel de afectación que puedan sufrir.
La casa entonces es un lugar que cada vez permanece más tiempo vacía, con
frecuencia es un lugar de encuentros esporádicos, donde sus miembros, conviven a
la manera de vecinos que comparten espacios comunes; los hijos, como los padres
suelen estar ocupados y enfrascados en su propio mundo; con frecuencia sus miem
bros tienen los ritmos desfasados, desencontrados. La vida familiar con su estructura
horizontal no ha devenido en acercamiento, sino en alejamiento y aislamiento; son
escenarios extraños que sin duda, no mejoran el ambiente familiar de la tradicional
familia patriarcal.
Lo siniestro de la familia horizontal de transición consiste en que no se corres
ponde con un proceso de vida que ha sido histórica y culturalmente aceptado como
“natural”. El ciclo vital de la familia en condiciones normales, da cuenta de fases del
desarrollo que comienzan propiamente con la formación de una pareja con la inten
ción de la reproducción; le sigue el nacimiento de los hijos, el crecimiento y termina
propiamente con su desprendimiento, para comenzar nuevamente el ciclo. Este
proceso varía según culturas, comunidades, familias, etc., pero invariablemente se
repite: las personas, como las familias (y en general los seres vivos), nacen, crecen,
se reproducen y mueren. Lo siniestro de la familia horizontal que se está per lando es
que no hace pie con el ciclo natural de la vida.
Lo que está ocurriendo como efecto de las actuales circunstancias del mundo
externo de la cultura de la posesión, es que no se construyen condiciones de vida
digna para las nuevas generaciones y tampoco se los está formando para ello; la
voracidad de los déspotas es ilimitada y para ellos el n justi ca los medios y, hay
que decirlo, su n es la acumulación desmedida; sus medios, son la gente, los recur
sos naturales, todo, absolutamente todo lo que puedan usar. De modo que el mundo
donde gobierna Mammón en los contextos actuales es, probablemente, el más
destructivo de toda la historia humana.
De modo pues, que las nuevas generaciones enfrentan las mayores di cultades
para valerse por sí mismos. Aun cuando estén en condiciones de hacerlo por su ma
duración psicoafectiva y su fuerza física sea equiparable a la de un adulto, éstos
continúan “atrapados”, retenidos y contenidos en el “recipiente” del entorno familiar
donde no pueden hacer otra cosa más que resistir, simular que aceptan y con frecuen
cia rechazar abiertamente los débiles límites de sus padres.
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
Pensar en una formación humana alternativa nos pone frente a un problema ineludi
ble: el con icto entre lo instituido y lo instituyente. Si además consideramos que ese
con icto se da en el marco de la tensión que genera el contexto social actual que
reclama el reconocimiento de la multicultura, el desafío es mayor. Lo instituido es
propiamente la formación humana que he per lado a lo largo de este capítulo en el
marco del planteamiento hipotético antropopedagógico de la Naturaleza Humana
desarrollado a lo largo del libro. Para avanzar en este proceso son de gran utilidad
las categorías de Cornelius Castoriadis en torno a los conceptos de instituido insti
tuyente; imaginario social e imaginario radical, en tanto facilitan la comprensión del
proceso de construcción de identidad, de los conflictos que ello supone y que cruzan
todo su proceso de formación humana, signado por la búsqueda constante y perma
nente de una ubicación, un lugar, una pertenencia.
Recordemos que el concepto de formación se asocia a una concepción amplia
histórica, social y cultural de educación, entendiendo que ésta es una realidad inhe
rente al conjunto de estructuras y marcos de interacción humana actuantes en la
vida cotidiana en general. En este sentido educar es formar al ser humano, pues lo
que de ne nuestra humanidad, no es la pertenencia genética a la especie, sino la
interacción y convivencia que nos permite apropiarnos de los rasgos y característi
cas tanto físicas, como psíquicas y cognitivas que hacen posible la socialidad. En
esta perspectiva, en otros desarrollos he promovido la idea de que el educador, no
sólo forma a la persona, sino que además, como efecto colateral de su práctica for-
mativa concreta y cotidiana, construye la infraestructura psíquica que produce salud
o enfermedad mental.5
4 Las tesis centrales de esta parte fueron expuestas en el X Congreso Nacional de Investigación
Educativa Celebrado en Veracruz, Veracruz, del 21 al 25 de septiembre de 2009. Área temática 15:
“Procesos de formación” en la ponencia titulada Formación humana y con icto identitario en la di
versidad cultural.
5 Es pertinente destacar que se promueve un referente instituyente y ampliante de la noción de
educador que supere los reducidos signi cados institucionalizados que suelen circunscribirlo al espa
cio formal de la escuela. El educador es toda persona que tiene bajo su responsabilidad la crianza, el
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Castoriadis señala que lo histórico social ha sido comprendido con base en mo
delos preestablecidos y con categorías consecuentes también preestablecidas. De
acuerdo con este autor, hay que pensar lo histórico-social por sí mismo; debemos
re exionar e interrogar a partir de lo histórico-social, sin someternos de antemano a
determinaciones de lo que conocemos o creemos conocer. Esta forma de pensar
haría “estallar la lógica y la ontología heredadas y sin duda se alteraría el sentido del
ser” (Castoriadis, 1989: 12-13). Los modelos preestablecidos de los que nos habla
Castoriadis, en el marco de nuestra hipótesis tienen “nombre” y “apellido”: cultura
de la posesión. Los parámetros de formación que se desprende de dicha cultura, los
he per lado en el presente capítulo, no obstante habrá que agregar algunos aspectos
particulares recurrentes como el reduccionismo, reproduccionismo, la tendencia a la
inmovilidad, la resistencia a la creatividad, la orientación endogámica que mantiene
en general la institución escolar, etc. Características, sin duda, correlacionadas con la
inercia del pensamiento único de la cultura dominante. Patricia Ducoing destaca que:
En la actual sociedad, la formación que se ofrece en las escuelas está con gura-
da, delineada y proyectada por modelos y concepciones del ser humano que conve
nientemente, para los grupos en el poder a los que bene cía la reproducción del
pensamiento sesgado de la razón occidental, no alcanzan a comprenderlo en toda su
complejidad. Lejos de ello, es habitual que los proyectos de formación lo parcialicen
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Lo social no puede ser pensado con la lógica heredada, lo que quiere decir que no pode
mos pensarlo como unidad de una pluralidad en el sentido habitual de estos términos,
que no podemos pensarlo como conjunto determinable de elementos perfectamente dis
tintos y bien de nidos. Hemos de pensarlo como un magma e incluso como un magma
de magmas, [esto no quiere decir] caos, sino el modo de organización de una diversidad
no susceptible de ser reunida en un conjunto, ejempli cada por lo social, lo imaginario
o lo inconsciente. (Castoriadis, 1989: 34).
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reconocimiento... [en los que tiene lugar la convivencia humana]” (Kincheloe y Stein
berg, 1997: 15).
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Lo que no debemos perder de vista son signi caciones que traemos y tenemos
arraigadas en el tejido más profundo de nuestra subjetividad y de nuestra estructura
social e institucional que nos ha formado en la paradoja, la confusión, el individua
lismo, etc., produciendo una enfermedad mortal que se extiende como una pandemia:
la indiferencia. La indiferencia, correlacionada con la apatía y el desinterés, es una
consecuencia propia y correlativa de la cultura autorreferente de la pulsión de pose
sión, a la que se ha llegado por dos efectos predominantes connaturales a dicha
cultura: 1) cuando se tiene una vida colmada de privilegios y satisfactores al punto
de ya no tener más qué desear y 2) cuando se padece de alguna psico, socio o moral-
patía que impide sentir el dolor y el sufrimiento de los otros.
Recordemos sintéticamente lo que se ha venido desarrollando a lo largo del
planteamiento de esta hipótesis: algunos aspectos en los que se sustenta el éxito
arrollador que ha tenido la sublimación más desarrollada de la tercera pulsión es el
culto y el respeto a la propiedad privada. Dicho éxito se debe a dos razones funda
mentales, la primera: que no se opone a ninguna fuerza pulsional, por el contrario
está favorecida y es empujada por ella; va en la misma dirección, la con rma y la
satisface; cubre, camu a, incluso, estratégicamente maquilla la pulsión de posesión
del ser humano; construye contextos culturales, jurídicos y sociales que permiten
el eventual desbordamiento de las pulsiones de los grupos en el poder o con un
desarrollo de la personalidad lo su cientemente dañado como para que se formen
seres humanos notablemente centrados o sometidos a su naturaleza pulsional a lo
que Freud llama intensidad pulsional hipertró ca (Freud, 1961: 9). Hay que insistir
en que en torno a la propiedad privada se ha edi cado prácticamente toda la cultura
occidental, signi cando y resigni cando el culto a dicha propiedad; la identidad, la
subjetividad y todo el universo simbólico de la cultura occidental dominante, gira
en torno al eje de la propiedad privada; hemos aprendido que la libertad, la produc
ción, la creatividad, el progreso, etc., no pueden avanzar si no se fundan sobre el
respeto y la promoción de la propiedad privada. La pulsión de posesión, el culto a
la propiedad privada, el libre mercado, el capitalismo industrial y el capitalismo
nanciero, son distintas caras y magnitudes del mismo monolito.
A partir del culto a la propiedad privada se despliegan ramificaciones diversas y
complejas, como la acumulación de capital en unas cuantas manos, la acumulación
de medios para la producción de bienes. Es también un lugar común que en esta es
tructura histórica y social, se privaticen los bene cios y las ganancias y se socialicen
las pérdidas y los costos. Hoy por hoy, resulta más lucrativo formar consumidores
que productores; resulta más lucrativo poner el énfasis en las marcas que en los pro
ductos, en la imagen que en el cuerpo, en la forma que en el contenido, en el tener
que en el ser, etcétera.
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Cultura de la posesión vs. el multiculturalismo
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Eros, Tánatos y Mammón, hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
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Fuentes electrónicas
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Eros, Tánatos y Mammón
Hipótesis antropopedagógica de la Naturaleza Humana
se terminó de imprimir en diciembre de 2010
El tiraje consta de 1 000 ejemplares.
n este volumen introductorio se exponen los primeros argumentos que apoyan