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SU
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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación
Zona Educativa del Estado Lara MA
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RIO
RIO
RIO
Dirección General Sectorial de Educación del Estado Lara
Kevin Alvarez
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La forma en proceso.
Williams Montesinos
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Jóvenes Investigadores:
Comenzando a pensar la música
Percepción de los docentes en el uso de las tecnologías de
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información y comunicación para la enseñanza musical:
hacia un cambio en la Fundación Conservatorio “Vicente Emilio Sojo”
Marìa Antonieta Camacaro
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Tecnologias de información y comunicación para el
aprendizaje musical del conservatorio “Vicente Emilio Sojo”
Alvaro Niño
FUNDACIÓN
CONSERVATORIO
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In Memoriam
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VICENTE EMILIO SOJO
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Me refiero muy particularmente al cambio reciente operado en muchos
lugares de musicología por investigación musical. Tal sustitución tiene
sin duda implicaciones ideológicas sustantivas, pues investigación mu- Oralidad y escritura en la investigación musical
sical parece evadir, bordear, evitar ex profeso, los apelativos a la musico-
logía o la etnomusicología, y las implicaciones del uso de estos términos.
Con esto no ignoro en lo absoluto que los términos musicología y la et- P ara comprender cuál es el problema de fondo en este asunto, deberíamos retrotraernos al
momento en el cual se dividen las aguas de la musicología a finales del siglo XIX, produc-
to de la necesidad de dar respuesta a una serie de requerimientos que la disciplina original no
nomusicología tengan de por sí sus propios problemas, bastante agudos
por cierto. Las a menudo agrias discusiones entre musicología histórica, contemplaba entre sus planes: el estudio de la oralidad musical. Se trataba de una abrumadora
musicología sistemática, etnomusicología y musicología popular, su lu- cantidad de música que superaba con creces cualquier cotejo con la producción musical es-
cha por la delimitación de campos y fronteras, por recursos financieros, crita existente, que la musicología, tal como estuvo concebida en sus inicios, no podía ignorar
supinamente sin un severo cargo moral. En una época en la que la oralidad no constituía en lo
por espacios de poder en las instituciones académicas, con sus propios
absoluto tema de estudio para la academia, la musicología hubo forzosamente de hacerle un
departamentos, revistas y congresos científicos, ha levantado desde sus
lugar a través de la denominada musicología comparada primero, y la etnomusicología des-
orígenes polémicas y suspicacias relativas a cuáles serían los intereses
pués. Contribuyeron sin duda para ello las incipientes formas de registro sonoro de las cuales
ocultos detrás de la disciplina madre. Sus métodos, teorías, prescripcio-
ya se disponía, como el cilindro de Edison. Quizá debido a la falta de estudios generales sobre
nes y prospectivas han sido señaladas -en ocasiones con razón-de etno-
las características de las culturas orales y escritas -desarrolladas en tiempos relativamente
centristas, algo que sin duda genera gran animadversión entre quienes recientes- la diferencia entre musicología y etnomusicología se estableció con base en criterios
desean incursionar en la investigación musical sin comprometerse nece- falsables, marcados por el etnocentrismo rampante que imperaba en la época: mientras la
sariamente con un programa marcado de antemano. musicología estudiaba la música “occidental”, la de “nosotros”, la etnomusicología se ocupaba
de la música de “los otros”, la “exótica”, “primitiva”, “no occidental”.
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Las culturas escritas y orales configuran formas de conocer el mundo, Los estudios recientes sobre la oralidad y la escritura han tenido profundas implicaciones
estados de conciencia. Una cultura oral pura difícilmente podrá hacerse en la sociología, la lingüística, la filosofía, la comunicación, la psicología, la educación, la
idea de cómo funciona una sociedad basada en la escritura, de cómo esta publicidad o la antropología. Pero lamentablemente no han permeado en grado suficiente
tecnología condiciona el pensamiento, la expresión verbal, la conducta en la musicología y sus disciplinas correlativas. Esto puede deberse a que la dicotomía
humana, los afectos, la comunicación, la creación. Pero lo contrario tam- entre musicología y etnomusicologíase estableció en un período muy temprano, previo al
bién es cierto: quien ha aprendido a leer y a escribir difícilmente puede interés de la ciencia por la oralidad, con una línea de demarcación tan fuerte y decisiva,
dejar de hacerlo, ha olvidado cómo piensa y siente quien no lee ni escribe, que las hizo inconmensurables al inicio. No obstante, los avances en este campo del cono-
cómo se maneja en el mundo, cómo resuelve sus problemas, cómo crea cimiento nos permiten augurar que la musicología, más pronto que tarde, podrá recupe-
nuevos conocimientos, se halla huérfano sin la escritura. rar en algún momento la sindéresis epistemológica que nunca ha debido perder.
Sin embargo, encontramos una diferencia fundamental entre ambos A menudo, lo que llamamos actualmente investigación musical se relaciona directamente
mundos: la cultura oral puede subsistir perfectamente sin la cultura es- con problemas vinculados a la oralidad musical, centrados en los contextos de investiga-
crita, como lo ha demostrado la existencia misma de la humanidad por ción y el uso de la tecnología como recurso para la fijación del conocimiento, su sociali-
milenios sin escritura; pero una cultura escrita difícilmente puede pres- zación y proyección en culturas predominantemente orales. No encontramos allí asun-
cindir de su sustrato oral. Esto ha permitido revalorizar la oralidad como tos que nos remitan a problemas clásicos de la musicología histórica: partituras, edición
un estadio esencialmente humano, primigenio y fundamental, de inmen- musical, transcripción de música antigua, análisis musical, historia de la música, obras
sa importancia para comprender las potencialidades cognitivas del hom- “maestras”, compositores, ejecutantes (instrumentistas, directores, bandas, orquestas sin-
bre. El desarrollo de la inteligencia, la memoria, las habilidades mentales fónicas, coros y conjuntos de cámara). Pero si bien mucha de esta investigación se refiere a
y expresivas, la competencia lingüística, no dependen de si se pertenece culturas musicales orales, habría que advertir que ello no ocurre en el marco de culturas
o no a una cultura ágrafa. “Cultura oral” deja así de tener la connotación ágrafas. Por el contrario, la mayoría de los proyectos que vemos actualmente en el pro-
socialmente negativa que a menudo se le ha atribuido, para definir más grama de la investigación musical están insertos en comunidades altamente escolarizadas
bien un estado de conciencia social, a la par de la “cultura escrita”. (incluso hasta el nivel universitario), y de hecho aprovechan en gran medida la institu-
cionalidad educativa existente para apoyarse. Por eso no resulta coherente aplicar aquí el
Al respecto, Pattanayak (1998, 145) asegura que “las teorías que procla- programa de la etnomusicología tradicional, también cuestionado por el paradigma de la
man la superioridad de la cultura escrita sobre la oralidad, antes que las postmodernidad (Pelinski 2000),que funciona en el marco dicotómico musicología-et-
diferencias entre ambas, tienen un efecto descalificador respecto de los nomusicología, concebido con base en el supuesto de la existencia de culturas escritas y
800 millones de individuos del mundo que no saben leer ni escribir y que, orales “puras”.
en consecuencia, son catalogados como ciudadanos de segunda clase.”
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Los
tres niveles de
alfabetización Por el contrario, se da el asombroso caso de orquestas de niños o jóvenes que pueden llegar a tocar una
compleja obra del repertorio sinfónico clásico (Beethoven, Tchaikowsky, Mahler o Shoshtakovich), sin
leer la partitura, (pese a mantenerla siempre puesta en el atril como “decorado”), aprendida por métodos
orales de repetición, fijación del texto y memoria. Este mismo método se ha aplicado con inmenso éxito a
estudiantes de piano o de violín, a los cuales se les enseña un difícil concierto nota a nota, acorde a acorde,
gesto a gesto, frase a frase, sin que el estudiante sepa leer una sola nota del pentagrama, por simple repeti-
ción y refuerzo de la memoria muscular y musical, hasta llegar a tocarlo con la sinfónica.
A unque parezca exagerado, los prejuicios contra el analfanotismo son Estas metodologías postergan la lectura musical para cuando el estudiante sienta verdadero interés o ne-
prácticamente los mismos con respecto al analfabetismo, asociados cesidad por aprenderla, haciendo que se concentre únicamente en la performance de la obra, lo que resulta
“con la pobreza, la desnutrición, la falta de educación y las medidas sani- sumamente eficaz para el logro de resultados musicalmente sorprendentes.
tarias, mientras que la cultura escrita suele equipararse con el crecimien- No obstante, esto se hace a un costo de esfuerzo, tiempo y dinero muy grande, y no falta quien critique
to de la productividad, el cuidado infantil y el avance de la civilización” severamente el aspecto absolutamente memorístico de esta educación, sin criterio alguno por parte del
(Pattanayak 1998, 145). Por lo general, el complejo psicológico de no leer estudiante, quien se limita a repetir acrítica e indiscriminadamente lo que su instructor le enseña. Son
ni escribir música se manifiesta en excelentes músicos con expresiones pues, analfanotas ejecutando o repitiendo al caletre, música escrita, digerida a priori por otro que sí sabe
muy extrañas: “yo toco tal instrumento (o canto), pero no sé de música.” leer. Pero no por ello dejan de ser músicos.
¿Cómo es eso? ¿Saber música implica forzosamente leer y escribir música?
¿Acaso no basta con cantar y tocar un instrumento? Otro peor: “no soy No se trata pues de un problema menor. Habría que
músico porque toco de oído”. Me pregunto ¿no deberían tocar “de oído” aclarar que ni el analfabetismo ni el analfanotismo
todos los músicos del mundo, incluso los que leen partituras? ¿No es esa son condiciones absolutas, y que –aquí también- los
la condición esencial de tocar música: “de oído”? Dudo seriamente que un encontramos en una amplia gama de matices. En
analfabeta diga que no sabe español por su condición de no saber leerlo general, las personas vivimos inmersas en un mun-
ni escribirlo. Para ello basta hablarlo. Se trata, en fin, de competencias do alfabetizado. Incluso a un iletrado le resulta muy
muy diferentes: hablar, leer y escribir no son lo mismo, y cada una tiene difícil sustraerse de ese mundo de manera absoluta,
profundas implicaciones en los procesos cognitivos y en las relaciones so- porque nos hallamos irremisiblemente atrapados en
ciales que se establecen a partir de cada uno de estos modos de comunica- la hegemonía que la escritura impone a la mente y a la
ción. Por otra parte, puede sonar paradójico, pero el dominar la lecto-es- sociedad. Un analfanota-alfabetizado puede no leer Pero si en nuestro mundo letrado resulta moralmente
critura musical no implica necesariamente ser músico, en el sentido que pentagrama, pero lee cifrado. Puede no leer cifrado, imposible argüir a favor de mantener a una persona en el
esta expresión tiene para el común de las personas, cual es tocar un ins- pero lee tablatura. Puede no leer nada, pero mane- analfabetismo, so pena de ser acusado de violar derechos
trumento, cantar o componer. Muchos musicólogos o críticos musicales ja el metalenguaje que le permite entenderse con sus humanos elementales como la educación, no estoy tan se-
prestigiosos son avezados lectores de música, pero no tienen una práctica pares (vamos por Fa, tócalo a 3, haz “cu-rru-chá, cu- guro de que esto sea así en el campo musical.
instrumental, vocal o compositiva consuetudinaria (aunque seguramente rru-cha”, bordonea, toca “kin-kin-pa-kin-kin”, etc.),
la ejercieron en sus años de formación, ya olvidados). lo que implica cierto grado de literalidad, o sea, de El problema es que alfanotizar a una persona no es algo
sustitución de significados por signos y significantes. indiscutiblemente conveniente. A pesar de ello, la necesi-
En las escuelas y conservatorios de música tradicionales, donde el solfeo dad de enseñar a leer y escribir música se presenta como
ocupa un puesto central como parte de la educación musical inicial, se da una condición sine qua non del proceso educativo musical,
muy a menudo el caso de personas que estudian la materia por años (asig- al igual que la alfabetización en la educación general. Lo
natura central en la educación escolarizada musical), pero nunca acceden que sucede es que la música es una práctica artística. Y las
a ingresar en la clase de canto o de instrumento por problemas de cupo prácticas artísticas orales, incluyendo las musicales, tienen
en esas cátedras (el sistema educativo suele ser tan abstruso como para sus propias formas cognitivas, de expresión, de creación, y
permitir tal desacierto…). Esas personas se entrenaron en la lecto-escritu- la intromisión de la cultura letrada en ellas puede producir
ra musical, pero no son considerados músicos en el sentido ordinario del efectos contraproducentes, perniciosos e indeseados. Por
término, porque no tocan, ni cantan, ni componen. ejemplo, la improvisación -una actividad omnipresente en
la música folklórica, el jazz, el rock, la salsa, y en gene-
ral, en todos los géneros donde reina la oralidad musical-
resulta incompatible con la cultura musical escrita, y de
hecho, el aprendizaje de la lecto-escritura musical puede
inhibirla totalmente, como corroboraron en su momento
con respecto a la improvisación oral de los bardos yugos-
lavos investigadores como Albert Lord o Milman Parry.
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Los efectos del aprendizaje de la escritura en los procesos cognitivos han sido muy estudiados
en las culturas orales, pero en la oralidad musical tenemos muy poca investigación a este res-
pecto. Se trata pues de un aspecto especialmente delicado que habría que tener en cuenta a la
hora de formular proyectos que intervienen los procesos educativos musicales en las comuni- Por supuesto, éste último caso implica un triple nivel de alfabetización:
dades, especialmente cuando se entrometen en los procesos naturales de transmisión propios alfabetizado, alfanotizado, alfatics. Sería bueno aclarar que la alfanotiza-
de la oralidad. Sería maravilloso trabajar en pro de una estructuración de esos procesos ora- ción a través de las TIC no se limita únicamente al manejo de programas
les, de reforzarlos, de comprenderlos, de buscar vías donde la expresión siga sin las ataduras de notación musical por computadora, que quizá sería el referente más
de la escritura, pero descifrando el sistema cognitivo que lo sustenta. inmediato. Muchos programas de computación como los secuenciadores
o los editores de imagen y sonido, requieren de habilidades especiales en
He hablado del doble nivel de alfabetización para referirme, por un lado, a la alfabetización el campo de la música, de leer gráficos, aunque no sean partituras, y han
propiamente dicha, y por el otro a la alfanotización, y cómo esta última depende de la primera creado una nueva forma de comprender la alfanotización musical, antes
para poder existir. Sin embargo, en nuestra época esta fórmula no es tan simple como pudo impensable con las herramientas disponibles en lápiz y papel. Esta re-
haber sido quizá un siglo atrás. En los tiempos que corren comprobamos la existencia de un flexión sobre la alfabetización musical y tecnológica resulta relevante en
tercer nivel de alfabetización, que corresponde al manejo de lo que llamamos las Tecnologías virtud de la mención incesante que a menudo se hace sobre la tecnología
de Información y Comunicación, las TIC.
como un factor fundamental de desarrollo de la investigación.
Existe un porcentaje inmenso de la población mundial que no maneja las TIC en lo absoluto, o
lo hace de manera muy precaria, bien porque no tienen acceso a ellas por razones económicas, Las máquinas permiten al hombre procesar ingentes cantidades de datos,
porque no son “nativos digitales”, porque pertenecen a grupos etarios renuentes a usar esas “ver” y “oír” cosas que serían impensables con los sentidos ordinarios con
tecnologías, o porque simplemente no han tenido el interés o la necesidad de incursionar en los que lo proveyó la naturaleza. Así, las posibilidades que abre la tecnolo-
estos medios. Es lo que usualmente se conoce como la “brecha digital”, el analfabetismo de las gía para profundizar en aspectos ignotos de la música, han permitido un
TIC, que para seguir con la lógica discursiva con la que vengo, llamaré analfatics. Al igual que tipo investigación experimental hasta ahora desconocido en la música, al
ocurre con la escritura y la oralidad, el mundo digital, y en especial la Internet, configura la punto de que hoy se habla de una “musicología empírica”, a pesar de las
mente de las personas, su acción social y su concepción del mundo (Carr 2013). connotaciones positivistas del término (Clarke y Cook 2004). Tal como
ocurrió con el telescopio en tiempos de Galilei, o con el microscopio de
Como quizá ocurrió con la introducción de la tecnología de la escritura en las culturas orales Pasteur, hoy la tecnología nos permite mirar más allá de lo superficial o
antiguas (como Sumeria o Grecia antigua) y la paulatina adaptación de la sociedad a este nue- accesible a simple vista en la música, captar fenómenos inaccesibles por
vo modo de pensamiento, todos podemos tener en nuestros días la experiencia, sea personal o los medios comunes, abordar el procesamiento de datos en cantidades
vicaria, de que quienes usan las TIC sienten, piensan y conciben el mundo de una manera muy
inimaginables hace un par de décadas atrás, brindarnos prótesis que nos
diferente a quienes no las usan. La misma forma como se establece la comunicación a través
de las TIC’s (correo electrónico, Whatsapp, Google, Youtube, Skype, Facebook, Twitter) es de alargan los sentidos. Desde programas de reconocimiento de ondas so-
tal complejidad que obliga a redefinir muchos conceptos que hemos manejado hasta ahora. noras para la búsqueda en Internet (como Shazam), el análisis musical a
gran escala de inmensos contingentes de partituras o de archivos sonoros,
Lo que no resulta tan evidente es la dialéctica que se establece entre la cultura de las TIC, y la la estadística musical (como Humdrum), la graficación y modelización a
cultura escrita y la oral. Muchos de los contenidos que se manejan en las TIC suelen tener un través de software especializado, la utilización de la inteligencia artificial,
fuerte componente oral (videos, animaciones, grabaciones, etc.), pero también la Internet ha el procesamiento automático de datos, etc, son herramientas disponibles
potenciado los hipertextos, una forma muy diferente de leer a la acostumbrada en la escritura actualmente para los investigadores.
manual o impresa. Si bien dijimos que la alfabetización no implica la alfanotización, todo
parece indicar que la alfanotización no puede existir sin una alfabetización previa. También La utilización de programas especializados puede resultar intimidante
pareciera que el manejo de las TIC implica necesariamente una alfabetización previa. Sin para mucha gente, que prefiere plantear métodos y herramientas apega-
embargo, las relaciones entre las TIC y la alfanotización son mucho más complejas que entre dos a lo tradicional. No obstante, la utilización de tecnologías amplia-
éstas y la alfabetización que le sirve de sustrato. Existen cuando menos cuatro combinacio- mente extendidas en vastos sectores de la población, sobre todo en las
nes posibles a simple vista: ciudades, como el correo electrónico, las listas de correos, Twitter, Fa-
cebook, Instagram, por hablar de redes sociales muy conocidas, resulta
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práctica de su oficio).
. Analfanotizado y alfatic (quizá el caso de la mayoría de la población con acceso a las
encuestas informáticas, que se manejan de manera muy eficiente a través
TIC: no se sabe leer ni escribir música, pero manejalas TIC). de las redes y permiten acceder de manera sencilla a muchas personas.
. Alfatic y alfanotizado (quizá el menos común de todos: se lee y se escribe música,
a la par que se manejan las TIC).
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R
CONCLUSIONES REFERENCIAS
C
Carr, Nicholas G. ¿Qué está haciendo Internet con
He abordado en este trabajo tres grandes problemas: nuestras mentes? Superficiales. Madrid: Tauros, 2013.
1) las implicaciones pragmáticas, teóricas e ideológicas de de-
cidirse entre los términos investigación musical y musicología; Clarke, Erick, y Nicholas Cook. Empirical Musicology.
2) la oralidad y la escritura en música como problema de Aims, methods, prospects.Oxford: Oxford University
investigación; y 3) los tres niveles de alfabetización vin- Press, 2004.
culados a la música y sus implicaciones epistemológicas.
Si bien simpatizo con la idea de una disciplina unificada bajo Claro Valdés, Samuel. «Musicología y sus términos
el nombre de musicología, no ignoro los inconvenientes y correlativos.» Revista Musical de Venezuela
aprehensiones que ello puede suscitar entre quienes desean nº 36, 1998: 1-17.
incursionar en estas lides. Pero no se puede iniciar un pro-
ceso de esta naturaleza sin considerar las bases epistemoló- Havelock, Erick. «La ecuación oral-escrito: una fórmula
gicas que sustentan el trabajo, e ignorando las consecuencias para la mentalidad moderna.» En Cultura escrita y
que ello tendrá a futuro. Con respecto a la oralidad y la es- oralidad, de David Olson y Nancy Torrance, 25-46.
critura, he comentado que se trata de un problema aborda- Barcelona: Gedisa, 1998.
do con la mayor acuciosidad en las últimas décadas por mu-
chas disciplinas. No obstante, la separación histórica entre Ong, Walter. Oralidad y escritura. Tecnologías de la
musicología y etnomusicología, basada precisamente en el palabra. Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 1994.
fundamento escrito y oral de cada una, ha establecido en la
música una visión maniquea que impide aprovechar muchos Pattanayak, D.P. «La cultura escrita: un instrumento de
de estos avances científicos. Como se ve, el primer problema opresión.» En Cultura escrita y oralidad, de David Olson y
está íntimamente vinculado con este segundo. Por último, y Nancy Torrance, 145-149. Barcelona: Gedisa, 1998.
a partir de algunas teorías de la oralidad y la escritura for-
muladas fuera del ámbito de lo musical, he podido identifi-
Pelinski, Ramón. Invitación a la etnomusicología. Quince
car al menos tres niveles de alfabetización en la investigación
fragmentos y un tango. Madrid: Akal Musicología, 2000.
musical, y las complejas relaciones que se establecen entre
ellos. Esto pone en evidencia las contradicciones en el cuer-
Sans, Juan Francisco. «Oralidad y escritura en el texto
po de conocimientos, y la necesidad de recuperar lo que he
llamado la “sindéresis epistemológica” de la musicología. musical.» Akademos, vol. 3, nº 1, 2001: 89-114.
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