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Recuperando la alegría de vivir

No podemos recuperar la capacidad de sentir alegría sin volver a experimentar nuestra pena. Y no
podemos sentir placer sin pasar por el dolor del renacimiento. Y renacemos cuando tenemos el coraje de
enfrentar los dolores de nuestras vidas sin recurrir a la ilusión. Este es el aspecto dual del dolor. Aunque
es una señal de peligro y representa una amenaza a la integridad del organismo, representa también el
intento del cuerpo de reparar el efecto de una lesión y restablecer la integridad del organismo.
… Si le tememos al dolor, le tememos al placer. Esto no significa que debamos buscar el dolor para
encontrar el placer, como lo hacen los masoquistas. Incapaz de afrontar el dolor en su interior, éste lo
proyecta a situaciones externas. Sí significa que no debemos huir del dolor de enfrentar honestamente
nuestra propia realidad si deseamos tener alegría en nuestras vidas.
Alexander Lowen
“La experiencia del placer” Ed Paidós Contextos pag. 80/81
Releyendo el libro de Lowen, encontré al margen de este texto la palabra “Face”, un recordatorio que
puse ya que quería compartir este texto con ustedes que expresa parte de mi vivencia personal.
Muchas veces le escapé a encontrarme con mi dolor, no siempre conscientemente claro, nunca había
tiempo, mucha actividad, siempre algo para hacer para otros y pocas veces disponía del tiempo que uno
necesita darse, seguramente porque huía del dolor.
A mí me costó años poder enfrentar el dolor en mi interior, uno construye corazas para adentro y para
afuera tratando de no sentir, pero la pulsión por la vida plena es tan fuerte que puja y puja en distintas
etapas de la vida hasta que puede renacer. A veces con sus costos, enfermedades, depresiones, enojos
con la vida, malas relaciones, etc, etc que cada uno podrá identificar desde su experiencia.
Es verdad que muchas veces uno no lo ve, lo niega o esta disociado, pero cuando lo vemos, sin duda
necesitamos el coraje de enfrentar los dolores de nuestras vidas, que serán muy diversos como rechazos,
abandonos, traiciones, injusticias y humillaciones, vivenciadas de distinta forma, en mi caso, una de las
que marcó mi vida fue el abuso sexual sufrido durante 4 años durante mi niñez, del cual hoy me considero
un sobreviviente que sigue buscando la alegría de vivir. Lo que nos pasó en la vida no lo podemos
modificar, nuestro presente y cómo deseamos vivir nuestro futuro sí.
Con algunas personas que compartí parte de su dolor dicen para qué revolver, no quiero sufrir más, y
no pueden o no quieren encontrarse con su dolor recurriendo a la ilusión de que el tiempo sanará, pero
cada vez estoy más convencido que si no se aborda y trabajan nuestros dolores de alguna forma, volverán
a aparecer de la manera menos pensada, sin controlarlo. Con enojos, broncas, resentimientos,
depresiones, fobias, enfermedades, etc. generando probablemente más dolor del que viene viviendo.
También pude experimentar que solo se hace muy difícil transitar por el dolor y llegar a sanar, también
el individualismo nos atrapa en esto, sin darnos cuenta que no vinimos solos al mundo y que lo que somos
lo somos por el encuentro con otros. Por lo que tenemos que buscar a algún otro para recorrer este
camino que nos pueda brindar confianza y seguridad, pero también herramientas para que podamos hacer
nuestro propio proceso. De niños nos dieron de comer, pero si queremos ser adultos tendremos que tomar
nosotros la iniciativa para agarrar los cubiertos e ir eligiendo con qué comida queremos alimentarnos para
que nos nutra la vida teniendo así las fuerzas necesarias para renacer y recuperar la alegría de vivir.
Comparto mi experiencia en agradecimiento a los que compartieron la suya y me ayudaron a encontrar
mis herramientas que me van permitiendo vivir la vida con mayor paz y alegría.

Juan Carlos Belgrano 23 de febrero 2016

Merecer la vida es erguirse vertical Eso de durar y transcurrir


más allá del mal, de las caídas... no nos da derecho a presumir
Es igual que darle a la verdad porque no es lo mismo que vivir
y a nuestra propia libertad honrar la vida!
la bienvenida! Eladia Blázquez, “Honrar la Vida”

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