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COCCIDIODOMICOSIS
Dr. Orlando Nava
ESQUEMA
II. ETIOLOGIA:
III. EPIDEMIOLOGIA:
Las áreas endémicas comprenden regiones de sur de los Estado Unidos de Norte
América, norte de México, Honduras, Venezuela, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.
En Venezuela la endemia se encuentra circunscrita a las regiones con las características
descritas de los estados: Lara, Falcón y Zulia. Estas áreas tienen con frecuencia, un clima
continental seco, con índices pluviométricos inferiores a los 500 mm anuales, con suelos
salitrosos y alcalinos, veranos largos y calurosos, inviernos cortos y con pocas heladas y
vegetación escasa, espinosa.
IV. PATOGENESIS:
En el alvéolo las artoconidias son fagocitadas por los macrófagos, los cuales a pesar de
actuar sobre la pared externa de la hifa, poseen poca capacidad para destruirla y se
transforman en esferas; estas maduran, producen endosporas y cuando estallan, las
endosporas liberadas reinician el ciclo. La respuesta inflamatoria inicial es supurativa, mas
tarde las esferas provocan la atracción de macrófagos, iniciándose así la formación del
granuloma epitelioide. Durante las primeras dos semanas suele haber un equilibrio entre la
supuración y la producción de granulomas y la infección progresa localmente, para luego
invadir los ganglios linfáticos satélites. En esta fase inicial los macrófagos presentadores de
antígeno han informado sobre los antígenos de C. immitis a los linfocitos T ayudadores, que
de esta forma quedan activados e inician la producción de citoquinas. Por lo general, la
respuesta es de tipo Th1, con la producción activa de IL-12 e INF-gamma, las que activan los
macrófagos e inducen la formación de granulomas epitelioides compactos, con gran
capacidad para controlar la infección. En estos casos la estimulación de la inmunidad
humoral es escasa, se generan bajos niveles de anticuerpos de tipo lgM e lgG y no se forman
inmunocomplejos. Clínicamente la infección evoluciona a la resolución espontánea
Fig . 2.
V. FORMAS CLINICAS:
Las cavidades son solitarias, de paredes delgadas, apicales y periféricas. Por lo general
son asintomáticas y el 50% de ellas desaparece completamente en 2 años (Fig. 3). Las
dificultades diagnósticas ocurren cuando aparece un nivel hidro-aéreo o cuando la cavidad se
rodea por un infiltrado. Las complicaciones incluyen síntomas constitucionales, hemoptisis y
aspergiloma. Puede haber ruptura de la cavidad al espacio pleural con neumotórax el cual
puede asociarse con empiema.
Fig. 3
2. Coccidiodosis Pulmonar Crónica: Por lo general representa falla en las defensas
locales y se asocia comúnmente con edad avanzada y diabetes. Cuando los síntomas
generales de la neumonía primaria persisten por más de 6 semanas la evolución hacia una
forma pulmonar crónica es frecuente. La persistencia de la neumonía y el desarrollo de
nódulos linfáticos hiliares y parahiliares es un signo de mal pronóstico. Este es un cuadro
seudotuberculoso, con fiebre vespertina, pérdida de peso, astenia, sudores nocturnos, tos,
expectoración mucopurulenta y hemoptisis. Radiológicamente se presentan infiltrados
heterogéneos biapicales con nódulos, trazos lineales de fibrosis, cavidades y engrosamientos
pleurales.
La neumonía difusa es un cuadro cínico poco común que puede ser el resultado de
una inhalación masiva de artroconidias o de la diseminación hematógena aguda de la
coccidioidomicosis. Radiológicamente las imágenes son de tipo retículo-nodulillar, miliares (1
a 2 mm de diámetro) o un poco mayores. os casos que son el resultado de la diseminación
hematógena, se suma a lo anterior una sepsis grave con falla multiorgánica. El pronóstico es
grave, 75% de los enfermos fallece en un mes. Los hemocultivos permiten aislar C. immitis
con alguna frecuencia.
3.3. Enfermedad Ósea y Articular: Los huesos y las articulaciones son un sitio
frecuente de infección extrapulmonar. Las lesiones óseas son osteolíticas y pueden
afectar articulaciones contiguas y tejidos blandos circundantes. Los huesos más
frecuentemente afectados son las vértebras, cráneo, huesos de los dedos y huesos
largos. La destrucción ósea progresiva en la vértebra puede conducir a compresión
del cordón espinal, la cual requiere intervención quirúrgica urgente. Las lesiones
óseas destructivas pueden llevar a confusión diagnóstica. La resonancia magnética
permite demostrar que los discos intervertebrales están respetados. El proceso suele
extenderse a los tejidos vecinos comprometiendo la duramadre, ocasiona epiduritis y
compresión de la salida de los nervios periféricos (meningo-mielorradiculitis). Las
articulaciones más comprometidas son las de la rodilla y el tobillo. Produciendo dolor
crónico, tumefacción, derrame purulento e impotencia funcional. La afección ósea y
articular pueden asociarse con tendonitis e inflamación muscular.
1. Examen directo:
El diagnóstico puede se hecho por medio de la observación de esférulas (<
70 micras de diámetro) conteniendo endosporas, a partir de muestras
clínicas como esputo, lavado bronquial, extendidos de lesiones cutáneas y
material de biopsia. El examen microscópico directo se hace en fresco, con
una gota de KOH (10-20%). Sin embargo solo la quinta parte de las
muestras con presenta esférulas en este estudio.
Puede mejorarse la sensibilidad del examen microscópico con el empleo de
microscopio de fluorescencia y montaje de la preparación con calcofluor
blanco o examinando extendidos teñidos con metenamina-plata (Grocott).
(Fig. 4)
Estudio histopatológico permite identificar las esférulas en el material de
biopsia con coloraciones habituales de hematoxilina y eosina o coloraciones
para hongos (plata o ácido periodico de Schiff).
Fig. 4
2. Cultivo:
El diagnóstico definitivo se realiza a través del aislamiento del organismo a
partir de muestras clínicas. El hongo crece bien en la mayoría de los
medios comunes de laboratorio en 5 días. La morfología de la colonia, un
moho algodonoso blanco, no es de utilidad diagnóstica, ya que otros
hongos tienen similar formas miceliales.
La observación de la típicas artroconidias en el cultivo, puede ser utilizada
para identificar C. immitis. (Fig. 5)
La identificación se puede confirmar con sondas de ácidos nucleicos
comercialmente disponibles. También puede practicarse confirmación con
pruebas de exoantígenos a través de una reacción de inmunodifusión en
gel de agar con suero de conejo. Sin embargo esta prueba ya no es
practicada por la disponibilidad de sondas de ácidos nucleicos.
Las artroconidias son muy infecciosas y representan un significante riesgo
para el personal de laboratorio, por lo que se hace necesario garantizar la
bioseguridad del mismo cuando se trabaje con C. immitis.
Fig. 5
3. Serología:
Por más de 50 años, la detección de anticuerpos ha sido utilizado para
establecer el diagnóstico de coccidiodomicosis.
Los 2 principales antígenos utilizados para detectar anticuerpos son los
antígenos precipitantes en tubo (TP) y un antígeno que reacciona con IgG,
el cual fija complemento, el antígeno CF. Los anticuerpos contra el
antígeno TP son del tipo IgM, dirigidos contra antígenos de la fase micelial
y aparecen en más del 75% de los pacientes con infección primaria. Los
anticuerpos IgM son encontrados en infecciones tempranas, siendo
detectados durante la primera semana luego del inicio de los síntomas y
alcanzan su pico luego de varias semanas y desaparecen después de los 6
meses.
Los anticuerpos IgG, detectados por fijación de complemento, aparecen
más tarde, haciéndose positivos en el 85-90% de los pacientes, sin embargo,
esta positividad es alcanzada solo luego de 2 meses de enfermedad.
Desaparecen luego de muchos meses. Los anticuerpos IgG son detectados
también por la técnica de inmunodifusión (ID). En la ID las bandas de
precipitación tienen que hacer línea de identidad con la originada por el
suero de referencia.
La cuantificación de anticuerpos IgM no tiene valor pronóstico, mientras
que el grado de elevación de los anticuerpos IgG (CF) han mostrado ser
proporcionales a la extensión de la enfermedad. Un título de anticuerpos
CF mayor o igual a 1:32 es un marcador de diseminación
4. Pruebas Cutáneas:
La evaluación de la reactividad cutánea a los antígenos de C. immitis tiene
una utilidad diagnóstica limitada en áreas endémicas por su baja
sensibilidad y especificidad. Individuos infectados pueden ser negativos
por la ausencia de respuesta inmune e individuos saludables pueden ser
positivos debido a infección previa.
Consiste en una prueba de hipersensibilidad retardada que aparece de 2-21
días después del inicio del los síntomas y precede a los marcadores
sexológicos.
La reactividad cutánea a los antígenos de C. immitis solo tiene
implicaciones pronósticas y epidemiológicas.
La ausencia de desarrollo de hipersensibilidad retardada es un factor
pronóstico negativo.
5. Estudios de Imágenes:
En todos los pacientes con coccidiodomicosis sospechada o confirmada se
debe realizar una radiografía del tórax. El hallazgo más común es un
infiltrado localizado. Menos frecuentemente puede observarse infiltrado
reticulonodular difuso, derrame pleural, adenopatía hilar, patrón miliar o
neumotórax asociado a derrame pleural.
En pacientes con sospecha de meningitis se deben realizar neuroimágenes.
La resonancia magnética es más sensible, proporcionando hallazgos
positivos en aproximadamente 75% de los pacientes con meningitis. Los 3
hallazgos más comunes son: hidrocefalia, meningitis basilar y oclusión
vascular y la detección de esas anormalidades tienen implicaciones
pronósticas.
Radiografías de huesos usualmente revelan lesiones osteolíticas en
pacientes con enfermedad ósea sintomática. El Cintilograma óseo puede
aportar hallazgos positivos.
La tomografía computada o la resonancia magnética pueden detectar
afectación del cordón espinal en casos de enfermedad vertebral.
6. Procedimientos:
La punción lumbar es mandatoria en pacientes con sospecha de meningitis
y debería practicarse en pacientes con enfermedad extrapulmonar o títulos
CF elevados.
VII. TRATAMIENTO:
El Itraconazol a dosis de 400 mg/día parece tener igual eficacia que el fluconazol en el
tratamiento de infecciones no meníngeas. Se deben obtener niveles séricos de itraconazol al
comienzo de terapias de largo tiempo, debido a que la absorción de este agente es algunas
veces impredecible y errática. Aunque Ketoconazol fue utilizado inicialmente en tratamientos
prolongados de infecciones no meníngeas, extrapulmonares, este ha sido reemplazado por
los triazoles menos tóxicos y más potentes (fluconazol e itraconazol).
Enfermedad Extrapulmonar:
o Enfermedad meníngea: Es difícil de tratar y el manejo requiere terapia
prolongada o indefinida. En meningitis por C. immitis la Anfotericina B
administrada por vía intravenosa es ineficaz y debe ser introducida en el
espacio subaracnoideo por vía intratecal, intracisternal o en un receptáculo de
Omaya. Todas estas vías de administración tienen problemas, la intratecal
produce con frecuencia aracnoiditis subaguda, con pérdida de control de los
esfínteres, la intracisternal ocasiona hemorragias y la introducción a través del
receptáculo conduce, a veces, infecciones de los ventrículos cerebrales. La
dosis de Anfotericina B en estos casos es de 0.5 a 1 mg por aplicación, disueltos
en 5 ml de solución glucosada isotónica con 20 mg de acetato de
hidrocortisona; esta dosis se repite, como máximo, 2 veces por semana, luego
una vez por semana y, como mantenimiento una vez cada 15 días. Los
compuestos triazolicos, fluconazol e Itraconazol, son indicados en los casos de
evolución más crónica. Las recomendaciones de la Sociedad Americana de
Enfermedades Infecciosas prefieren Fluconazol como terapia inicial. La dosis
usual es 400 mg/d, pero muchos comienzan con 800 o 1000 mg/d. Algunos
inician Anfotericina B intratecal junto con el azol. Si se observa respuesta a la
terapia con Fluconazol, el tratamiento es indefinido. Las complicaciones de
meningitis, como hidrocefalia, pueden requerir drenaje ventrículo peritoneal.
VIII. PREVENCION:
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