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GANDARILLA Jsoé - Asedios A La Totalidad PDF
GANDARILLA Jsoé - Asedios A La Totalidad PDF
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grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, s. a. de c. v. siglo xxi editores, s. a.
CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS, GUATEMALA, 4824,
04310, MÉXICO, DF C 1425 BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.mx www.sigloxxieditores.com.ar
ASEDIOS A LA TOTALIDAD
Poder y política en la modernidad
desde un encare de-colonial
Bibliografía p. 331-351
ISBN 978-84-15260-28-8
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni
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ENRIQUE DUSSEL
Profesor Emérito
UAM-Iztapalapa
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2. Fue justamente con motivo del desplazamiento de los límites que tal
línea global (del Tratado de Tordesillas) establecía que se desplegó toda la
confrontación asociada a la «guerra del Plata» y que convirtió en aliadas a las
metrópolis española y portuguesa para enfrentarse con los indios guaraníes a
mediados del siglo XVIII (entre 1754 y 1756, para ser más precisos) y que
darían también por resultado la expulsión de los jesuitas de los territorios de
ultramar en 1767 (Quarleri, 2009).
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Nos han enseñado, tanto en las aulas como fuera de ellas, que
existe una entidad llamada Occidente, y que podemos pensar en
este Occidente como si fuera una sociedad de civilización inde-
pendiente de, y opuesta a, otras sociedades y civilizaciones. In-
clusive muchos de nosotros crecimos creyendo que este Occi-
dente tenía una genealogía, conforme a la cual la Grecia antigua
dio origen a Roma, Roma a la Europa cristiana, la Europa cris-
tiana al Renacimiento, el Renacimiento a la Ilustración y la Ilus-
tración a la democracia política y a la Revolución industrial. La
industria, cruzada con la democracia, produjo a su vez a Estados
Unidos, en donde encarnaron los derechos a la vida, a la libertad
y a la búsqueda de la felicidad.
Es engañosa esta pauta de desarrollo, primeramente porque
convierte la historia en un relato de éxito moral, en una carrera
en el tiempo en que cada corredor pasa la antorcha de la libertad
al siguiente equipo. De este modo la historia se convierte en un
relato sobre el desarrollo de la virtud, sobre cómo los buenos
ganan a los malos. Con frecuencia esto acaba convirtiéndose en
el relato de cómo los ganadores demuestran que son virtuosos y
buenos por el sólo hecho de ganar...
«Este esquema es engañoso en otro sentido. Si la historia no
es más que un relato sobre el desarrollo de un propósito moral,
entonces cada eslabón de la genealogía, cada corredor de la ca-
rrera se convierte en simple precursor de la apoteosis final...
[...]
[...] Ni la antigua Grecia, ni Roma, ni la Europa cristiana, ni
el Renacimiento, ni la Ilustración, ni la Revolución industrial, ni
la democracia y ni siquiera Estados Unidos fueron nunca una
cosa impulsada hacia su meta en desarrollo por algún empuje
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5. Hay que decir, en descargo del clásico, que Marx mismo se llegó a des-
prender del término «despotismo oriental» en su etapa tardía (en las cartas a
Vera Zasulich, por ejemplo, no figura tal concepto), pero sin por ello volver al
unilinealismo, subproducto del evolucionismo progresista (Shanin, 1987).
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15. La insatisfacción con los resultados del análisis que se obtiene desde la
matriz teórica o paradigmática de la globalización está presente, por ejemplo,
para referir a un autor perteneciente a nuestra región, en el énfasis que propone
la obra de Hugo Fazio Vengoa, en dos de sus últimos libros (Fazio Vengoa, 2007a
y 2007b). El desplazamiento por él sugerido va de la globalización a la historia
global. Por nuestra parte, nos hemos ocupado de discernir lo que metodológica-
mente se halla en juego con relación al concepto de globalización y hemos suge-
rido posibles distanciamientos de enfoques superficiales (Gandarilla, 2003).
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18. En 1871, Carl Menger uno de los tres padres fundadores de la econo-
mía neoclásica publica sus Principios de Economía, ya sin adjetivarla como
política y en 1874 Leon Walras titula su libro más influyente Elementos de
economía política pura, o teoría de la riqueza social.
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19. Por ello es que nos parece acertada la paradójica situación que apunta
quien, en su momento, fuera director general de la UNESCO, al señalar que
es precisamente el alto grado de especialización el que demandará como con-
trapartida «natural y necesaria [...] el recurso a una cooperación interdiscipli-
naria», sin embargo, no opinamos lo mismo de la consecuencia que de ello
deriva, pues nos parece que limita sus alcances, cuando al referirse a la rela-
ción entre las ciencias nomológicas y el resto de ciencias humanas (que se
centran en la formulación de valores, normas o fines), afirma (y el subrayado
es nuestro): «El ejercicio concreto de esta interdependencia es la colaboración
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20. Quizás no sea por casualidad que la oposición entre el espacio liso y el
estriado, que es desarrollada por Deleuze y Guattari en ese memorable último
capítulo de su obra conjunta Mil mesetas, y en el que tal contraste se hace
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El derecho racional
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[...] del concepto de deber más allá del concepto de libertad ex-
terna y de la limitación de tal libertad por lo meramente formal
de su concordancia universal, ampliación por la que se introdu-
ce la libertad interna en lugar de la coacción externa, la facultad
de autocoaccionarse, y no ciertamente mediante otras inclina-
ciones sino por la razón pura práctica [...] En el imperativo mo-
ral y en la libertad, que es su presupuesto necesario, la ley, la
facultad (de cumplirla) y la voluntad que determina la máxima
constituyen todos los elementos que forman el concepto de de-
ber jurídico [Kant, 2002: 251].
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[...] son dos cosas muy distintas la de una filosofía que viene a
corresponder a la misma época común de las filosofías anterio-
res y la de otra filosofía que viene a corresponder a un nuevo
capítulo de la humanidad, es decir, es cosa muy distinta que una
filosofía deba su existencia a la mera necesidad filosófica [...] o
que, muy al contrario, surja o se corresponda con una necesidad
de la humanidad [Feuerbach, 1979, citado en Abensour, 2007].
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7. Entre los autores que han intentado un acercamiento a esta temática puede
mencionarse a Alain Bihr (Bihr, 2002). En esta materia, desde la tradición del
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[...] la clase que lucha, que está sometida, es el sujeto del conoci-
miento histórico [...] la clase vengadora que lleva hasta el final la
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[...] parece que hoy día nos resulta más fácil imaginar el total
deterioro de la tierra y de la naturaleza que el derrumbe del capi-
talismo; puede que esto se deba a alguna debilidad de nuestra
imaginación [Jameson, 2000: 11].
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6. Como muestra de una bibliografía que parece crecer, pueden verse: Royo
(2002), Therborn (2007), y Ripalda (2005).
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De la invisibilización a la visibilización
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De la historia a la política
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De la arquitectónica a la crítica
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De la crítica a la transformación
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2. Una mercancía ficticia es «algo que tiene forma de mercancía (en otras
palabras, que puede ser comprado y vendido), pero que no ha sido creado en
un proceso de trabajo que tenga por objeto obtener beneficios, ni tampoco se
halla sujeto a las típicas presiones competitivas de las fuerzas del mercado
para racionalizar su producción y reducir el plazo de rotación del capital in-
vertido» (Jessop, 2008: 16).
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4. Fredric Jameson uno de los más preclaros y nada delirantes analistas del
posmodernismo descubre también, en uno de sus más recientes trabajos que,
paradójicamente, el debate sobre lo posmoderno ha conducido a una regre-
sión hacia lo moderno. Si ya era definitivo que el discurso sobre la crisis de los
grandes relatos terminó erigiéndose él mismo en un gran relato, no lo es me-
nos el que «el rechazo y el repudio del relato convocan a una especie de retor-
no narrativo de lo reprimido» (Jameson, 2004: 16).
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ocurrir. El capital sólo puede existir como tal si está continuamente reprodu-
ciéndose: su realidad presente depende de su satisfacción futura. Ésta es la
metafísica del capital». John Berger. Puerca tierra, Buenos Aires, Suma de
Letras Argentina, 2006, p. 362.
9. Ernst Bloch, el filósofo de la esperanza y autor de «Espíritu de la utopía»
(Geist der utopie, Munich: Duncker & Humblot, 1918), estaba muy al tanto de
esto cuando afirma: «...las utopías sociales, incluso en sus comienzos vacilan-
tes, fueron capaces de decir no a lo infame, aunque fuera lo poderoso, o lo
habitual. En general, esto último [lo habitual] traba subjetivamente más aún
que lo poderoso, en tanto presenta mayor constancia y por eso menos patetis-
mo; en tanto adormece la conciencia de la contradicción y disminuye los
motivos para el coraje». Ernst Bloch. «Utopía, libertad y orden» en Irving
Louis Horowitz (comp.). Historia y elementos de la sociología del conocimiento,
tomo II. «Contenido y contexto de las ideas sociales», Buenos Aires, EUDEBA,
1964, pp. 143-144.
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Agradecimientos .......................................................................... 1
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