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Seminario San Agustín

II de filosofía
P. Víctor Mena
Henry Castro-Luis Almarales-Cristian Barón

LIBRE ALBEDRÍO II

En esta parte, San Agustín sigue con la idea del mal y el pecado, pero desde la perspectiva
de porqué se nos ha dado la libertad que nos lleva al pecado. También, cómo el hombre deja el
mal y experimenta la felicidad que viene de Dios. Si bien es cierto, la libertad es un término tan
corto en cuanto signo, pero tan amplio y sujeto a interpretaciones en cuanto extensión y contenido
se refiere. Resulta importante subrayar el hecho de que, el problema se agrava cuando dentro de él
juega un papel importantísimo, la voluntad de Dios, su Plan Divino y todo lo concerniente al tema
de la Salvación. Al mismo tiempo la voluntad del hombre, desde donde no parece estar muy claro,
la noción de libertad y hasta qué punto, está no resultaría una ilusión una utopía.

El tema del libre albedrio sin duda alguna, genera inquietudes en cuanto al tema de la libertad
del hombre dada por Dios, y sobre todo en la forma como el hombre hace uso de esta. Sin justificar
de ninguna manera la inclinación de este hacia el mal. Como ya es sabido San Agustín continuando
con el extenso dialogo con su alumno trata de exponer y más aun de explicar las causas del actuar
del hombre frente a su libertad.

Cabe destacar el hecho de su actuar y la manera como el hombre mediante el acto de conocer
puede llegar hasta Dios. “Explícame ya, si es posible, por qué ha dado Dios al hombre el libre
albedrío de la voluntad, puesto que, de no habérselo dado, ciertamente no hubiera podido pecar”
(San Agustín, L. II, cap. I p. 247). Es preciso recalcar, que Dios le concede este libre albedrío al
hombre para que pueda salir a flote el bien que habita en él, sin embargo, cuando esto no pasa, es
decir, que no actúa bajo su razón Dios actúa según sus criterios por dichos actos.

Ahora bien, si Dios nos ha dado el libre albedrío y nosotros libremente pecamos, ¿por qué
nos los ha dado si sabía que pecaríamos?, para esto San Agustín se basa en el propio hombre para
resolver esta incógnita. San Agustín en el capitulo 3, resalta tres aspectos importantes, el existir,
la vida y el pensamiento. “Puesto que es evidente que existes, y puesto que no podría serte evidente
de otra manera si no vivieras, es también evidente que vives”. (San Agustín, L. II, cap. III p. 254).
Con esto, se puede concluir que el hombre existe, vive y además piensa, diferente a los seres inertes
y animales que no tienen estos aspectos como el hombre. La inteligencia le permite conocer al
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P. Víctor Mena
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hombre lo que es mejor para él, se podría decir que le presenta la ley eterna. La razón tiene que
llegar a dominar todas las pasiones y puede hacerlo por ser más digna que ellas. San Agustín afirma
que el hombre sabio es quien conoce el orden de las cosas y por eso es el que mejor puede
comportase. La inteligencia es un bien y es aquí donde se vuelve a recurrir al argumento de la
bondad infinita de Dios, por lo que toda su obra también es buena, por lo que produce bienes. Esto
es aceptado por Agustín.

Es necesario recalcar aquí el tema de las virtudes, las cuales, están íntimamente ligadas a la
conducta del ser humano, y que para San Agustín se convierten en piezas claves en el obrar del
hombre, puesto que, las cataloga como un bien supremo, expresando que las virtudes son los que
ayudan al hombre a escoger mejor, porque moderan el uso de los demás bienes. Este tipo de bienes
nunca pueden caer en el exceso, mientras que los demás son vulnerables y conducen a las
conductas inapropiadas por parte del hombre.

Es preciso subrayar que, la tendencia al pecado por parte del ser humano es un tema de sumo
cuidado, y más cuando en él, se encuentra por naturaleza tal tendencia. Siendo así que la causa del
pecado (el mal) es el libre albedrío cuando es motivado por la concupiscencia, ya que, éste no
puede actuar mal sin que se le presente primero el posible bien. El tema de la concupiscencia
consiste en el amor desordenado de aquellas cosas que podemos perder contra nuestra propia
voluntad.

La parte razonable del hombre está presidida por Dios, que es el ser por excelencia y cuando
se une a Él se convierte en inmutable y eterno. Para concluir esta idea, la razón es el motivo por el
cual San Agustín declara este pensamiento, pues, su intención es demostrar que se puede creer
mediante la razón y no solo por la fe. En consecuencia, Este padre de la Iglesia establece que existe
Dios, pues es el padre de la Sabiduría, quien todo lo ve, y esto se puede conocer mediante la fe
como con la razón. Es por esto, que el hombre a quien se le ha otorgado este libre albedrío para
obra rectamente, lo puede hacer siempre y cuando esté unido a la verdad y sabiduría, es decir, a
Dios.

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